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Tres hitos de la computación en los que una mujer hizo parte de la historia

Estamos en el mes de la mujer y les voy a contar tres historias femeninas de fuerza y
tenacidad en las que el código de una computadora lo programó una mujer.

Claudia Carvajal Bracho

Es 1933 y en los cines europeos se estrena la película Éxtasis, la historia de una chica que,
muy joven, se casa con un hombre mayor al que pronto dejará para estar con un muchacho
más parecido a ella. En el fotograma más recordado de esta película está Eva, la
protagonista, completamente desnuda en la orilla de un lago, la actriz es Hedy Lamarr,
primera mujer en exhibir su cuerpo desnudo en el cine y también la inventora de las
técnicas de transmisión del espectro ensanchado al que hoy le decimos Wi-Fi.

Hedy es recordada como una de las mujeres más bellas de la historia del cine, una de las
más sexys y el sex symbol que Hollywood acostumbra a construir, si buscamos su nombre
en Google aparecerá que ella fue actriz de cine, pero buscando un poco más podemos
conocer la historia de cómo convenció al gobierno de Estados Unidos para que financiara
sus investigaciones en tecnología militar.

Ella sabía que el gobierno se oponía a crear misiles teledirigidos por el miedo a ser
rastreados, por eso creó una técnica para modular las señales del espectro, de esta forma no
serían fijas sino que saltarían en frecuencia.

Su invento fue un éxito y logró la patente el 14 de agosto de 1942 a los 28 años. Este
invento se usó también en la crisis de los misiles de Cuba y durante la Guerra de Vietnam
hasta que, a finales de la década de los ochenta, con la llegada masiva de la tecnología
digital, se logra ejecutar la comunicación de datos WiFi. Hedy Lamarr murió el 19 de enero
del 2000, es recordada como una gran estrella del cine y una visionaria de la tecnología.

Mujeres que descifraron códigos

Bletchley Park fue el nombre de una instalación militar que se usó como centro de
descifrado y cifrado de códigos durante la Segunda Guerra Mundial. A estas instalaciones
llegó, en 1943, la máquina Enigma, creada por el gobierno alemán y catalogada como
inviolable; era una máquina electromagnética de cifrado rotatorio, se usaba para que los
comandantes del ejército alemán se comunicaran con la Marina y les indicaran dónde serían
los próximos ataques en el Pacífico.

Para descifrar esos códigos Winston Churchill ordenó la creación de un grupo formado por
matemáticos, criptógrafos, ajedrecistas, lingüistas, expertos en crucigrama y papirología,
que pudieran romper Enigma y adelantarse a los ataques alemanes.

El equipo estuvo liderado por Alan Turing y una mujer, Joan Clark, matemática y
criptografista que contribuyó a descifrar los mensajes. En Bletchley Park trabajaban
alrededor de diez mil personas y el 75% eran mujeres, con diversos estudios y
especializaciones.

El trabajo de las descifradoras de código durante la Segunda Guerra Mundial ha sido


representado en numerosos libros y películas, una de las más conocidas es The Imitation
Game, que lleva a la pantalla la vida de Joan Clarke y otras mujeres matemáticas de la
guerra.

Una mujer en la NASA

En la década de los sesenta, la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética
estaba en todos los medios de comunicación. El hombre llegó a la luna, pero una mujer
programó ese camino para el alunizaje perfecto. Margaret Hamilton es científica
computacional e ingeniería de software que en 1963 llegó a la NASA e inmediatamente se
integró al Programa Apolo, sus extraordinarios conocimientos en programación le
permitieron diseñar el código del Módulo de mando y el Módulo lunar del Apollo 11, su
papel dentro del programa fue determinante para el éxito de la misión.

Cuando Margaret trabajaba en la NASA acuñó el término “Ingeniería de software” en una


época en la que la programación no se consideraba ciencia. Al principio, este nuevo
término no fue aceptado pero, finalmente, es el Instituto de Tecnología de Massachussets
(MIT) quien la apoya, y registra el término como una nueva rama de la ciencia. Gracias a
su trabajo muchas mujeres y hombres estudian una carrera llamada Ingeniería de Software
en todo el mundo.
Las mujeres que trabajamos en tecnología estamos preparadas para enfrentar los retos de la
ciencia, muchas somos visionarias y llegamos más temprano a la innovación. La ciencia no
es un asunto masculino, sino una evolución de la sociedad que se hace con trabajo
colectivo.

Web3: el internet de las blockchain

Los datos personales del 79% de los usuarios en Instagram están almacenados en los
servidores de la empresa; este rastro que dejamos en la web es vigilado por muchas
compañías, pero esto puede cambiar con la llegada de la Web3.

Claudia Carvajal Bracho

La red de internet es una de las herramientas más útiles que hemos creado. Hoy en día,
conectarse a internet es algo que aprendemos rápidamente desde que somos niños. Algunas
de nuestras primeras acciones en la web, es crear un correo electrónico con el cual podemos
enviar y recibir mensajes; en este proceso Google, Outlook, Yahoo y otros proveedores se
quedan con nuestros datos personales, ubicación, edad, e incluso, gustos y preferencias.

Muchas de estas empresas aseguran que sin estos datos no podrían ofrecer su servicio de la
mejor manera; sin embargo, las noticias sobre violación de privacidad y robo de
información personal aparecen continuamente en los motores de búsqueda, ¿cómo podemos
evitar que estos corporativos usen nuestra información para beneficiarse? ¿Acaso
disponemos de una herramienta que respete nuestra privacidad mientras navegamos en
internet? La solución es la Web3 y su llegada está cada vez más cerca.

La Web3 es una nueva forma de internet descentralizado que se apoya en la tecnología


Blockchain. La primera web se llamaba Static Web y se catalogó como Web1.0, inició en
1989 y funcionaba en torno a los enlaces y la poca interacción con el usuario. Después, en
2005, la Social Web o web 2.0 nos ofrecía un internet mucho más interactivo por los
avances en los lenguajes de programación, en aquel momento aparecen algunas startups
que se convirtieron en las mayores compañías de tecnología a nivel mundial: Youtube,
Meta, Wikipedia, Twitter y otras.
En este punto el usuario era el mayor generador de contenido online, las redes sociales
llegaron a su máximo apogeo y las convertimos en una extensión digital de nuestra vida; en
ellas comenzamos a compartir lo que hacemos, los lugares que visitamos, las personas con
las que estamos y hasta nuestro planes futuros. Pronto, llegaron las compras y entonces
comenzamos a monetizar el canal de Youtube y la cuenta de Instagram.

Estas facilidades disponibles para el usuario se convirtieron en un problema, porque toda


nuestra información llegó a estas empresas y actualmente es usada para convencernos de
comprar cosas que quizá no necesitamos. La Web3 es, principalmente, la promesa de una
web donde el usuario vuelve a estar en el centro como creador y dueño de sus datos, sus
proyectos y sus compras.

Será una web más abierta, la tercera generación de Internet en la que la descentralización de
los servicios nos permita ser los propietarios de nuestra identidad y privacidad. Su
estructura es mucho más segura y libre, todo estará en la nube y accederemos más rápido a
una información que también será personalizable para los creadores.

La tecnología Blockchain son los cimientos de la Web3, esta revolución de internet va


hacia un crecimiento al que permanentemente se adhieren nuevos facilitadores, de esta
forma los usuarios podemos ser dueños tanto de nuestros datos como de nuestra identidad;
los avances en inteligencia artificial han permitido que los algoritmos de procesamiento de
lenguaje sean más eficaces; ya las máquinas son más efectivas y esto es una realidad que la
Web3 aprovechará para que el internet y blockchain sean uno solo.

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