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Estudiante: Luisa Fernanda Rivera Sandoval C.C. 10.45.734.432.

Especialización en Derecho Comercial – Extensión Bucaramanga


Universidad Externado de Colombia
TALLER No 2: Fundamento constitucionales de la empresa
Prof. Dr. JULIAN TOLE MARTINEZ

DESARROLLO DEL TALLER


Sentencia C-001/2023
Referencia expediente D-9999
Demanda de inconstitucionalidad contra el parágrafo 1 del artículo 1, de la Ley 1816 de
2018 “disposiciones por medio de la cuales tienen una finalidad social asociada a la
financiación preferente de los servicios de educación y salud y al de garantizar la
protección de la salud pública en los Departamentos”.

Actor: Petronio Ancisclo Maturana.


Magistrada ponente: DRA. LUISA FERNANDA RIVERA SANDOVAL.

Bogotá D.C., 2 de abril del 2023.

La Sala Plena de la Corte Constitucional, en ejercicio de sus atribuciones constitucionales y


en cumplimiento de los requisitos y trámites establecidos en el Decreto 2067 de 1991, ha
proferido la presente Sentencia.

ANTECEDENTES / NORMA DEMANDADA / DE LA DEMANDA

El 19 de diciembre se sancionó la Ley 1816 del 2018, que fija el régimen propio del
monopolio rentístico de licores destilados permitido por el art. 336 de la Constitución. En
ejercicio de la acción pública consagrada en el artículo 241, numeral 4º de la Constitución,
el ciudadano Petronio Ancisclo Maturana (afrocolombiano), miembro del palenque
“chocquibtown” de San Basilio – Choco, solicita a la Corte que declare la inexequibilidad
el parágrafo 1 del artículo 1, de la Ley 1816 de 2018 “disposiciones por medio de la cuales
tienen una finalidad social asociada a la financiación preferente de los servicios de
educación y salud y al de garantizar la protección de la salud pública en los
Departamentos”. Las normas demandadas por el actor son:
Ley 1816 de 2018
"POR EL CUAL SE FIJA EL RÉGIMEN PROPIO DEL MONOPOLIO RENTÍSTICO DE
LICORES DESTILADOS, SE MODIFICA EL IMPUESTO AL CONSUMO DE LICORES,
VINOS, APERITIVOS Y SIMILARES, Y SE DICTAN OTRAS DISPOSICIONES”
“Artículo 1. La finalidad del monopolio como arbitrio rentístico es la de reservar para los
departamentos una fuente de recursos económicos derivados de la explotación de
actividades relacionadas con la producción e introducción de licores destilados.
El Gobierno Nacional, en desarrollo de la potestad reglamentaria y teniendo en cuenta las
normas técnicas del Ministerio de Salud y Protección Social definirá la gama de productos
Incluidos en las categorías de licores destilados, vinos, vinos espumosos o espumantes,
aperitivos y similares, así como de alcohol potable, para los efectos de esta ley.
Parágrafo 1°. Todos los productores de alcohol deberán registrarse ante la autoridad
competente del Departamento en el cual se produzca y/o introduzca el producto y
presentar previamente un certificado de INVIMA que autorice el consumo humano. Este
registro se hace con el fin de llevar un control por parte del Departamento y de establecer
con exactitud quién actúa como proveedor, comercializador y consumidor del alcohol. Las
autoridades de policía incautarán el alcohol no registrado en los términos del presente
artículo e impondrá una multa de dos salarios mínimos vigentes, así como aquel alcohol
que estando registrado no tenga el certificado INVIMA”.

Según el accionante, la norma acusada al prohibir la producción de alcohol que no se


encuentre registrado en el Departamento de Choco y que no tenga un certificado del
INVIMA desconoce el artículo 7 de la Constitución que reconoce y protege la diversidad
étnica y cultural en Colombia, ya que estas exigencias de la ley demandada desconocen
tradiciones ancestrales de la comunidad afrocolombiana, quienes desde tiempo
inmemoriales ha producido diferentes bebidas alcohólicas para celebrar sus fiestas
culturales, como la Fiesta de San Francisco de Asís de San Pacho, donde se consume
diferentes bebidas alcohólicas, así por ejemplo: “el Arrechón”, “el Viche”, “el Tumbacatre”
y “el Tomaseca”, que es elaborado solo por las mujeres del palenque, llamadas
“Sacadoras”, quienes fabrican estas bebidas a partir del jugo de la caña de azúcar cortada
antes de su maduración, y dependiendo el palenque se le agregan diferentes ingredientes. El
contenido de alcohol es similar a otras bebidas destiladas como el aguardiente, su contenido
etílico raya en los 35% de alcohol. Por ejemplo, “el Arrechón”, incluye clavos y especias
aromáticas, “el Tumbacatre” con esencia de borojó y chontaduro.

Asimismo, el accionante señala que la norma demanda viola el artículo 333 de la


Constitución que contempla lo concerniente a la libertad económica o libre iniciativa
privada, pues, en la comunidad afrocolombiana existen algunas microempresas familiares o
del palenque que producen para el consumo de su comunidad de San Basilio y para otros
lugares del Departamento de Choco estas bebidas que se han convertido en un atractivo
turístico de la región. Además, argumenta que la venta de estas bebidas constituye el único
ingreso de muchas familias del palenque, sin embargo, desde diciembre de 2016 hasta la
fecha las autoridades de policía departamentales han incautado y destruido estos productos
en aplicación de la disposición acusada, ya que según estas autoridades no tienen ni registro
ni certificado de INVIMA.

Cumplidos los trámites previstos en el artículo 242 de la Constitución y en el Decreto Ley


2067 de 1991, procede la Corte a resolver sobre la demanda de la referencia.

CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS DE LA CORTE CONSTITUCIONAL

Competencia de la Corte.
 
La Corte Constitucional es competente para conocer el asunto de la referencia, según lo
estipula el artículo 241-4 C.P., al tratarse de una demanda contra una ley de la República.
 
Problema jurídico y metodología de la decisión

Corresponde a la Corte resolver los siguientes problemas jurídicos:

1. ¿Desconoce el parágrafo 1 del del artículo 1 de la Ley 1816 de 2018, el artículo 7 de


la Constitución Política, que reconoce y protege la diversidad étnica y cultura en
Colombia, respecto a las tradiciones ancestrales de la comunidad afrocolombiana,
quienes producen bebidas alcohólicas para celebración de fiestas culturales que se
celebran en el municipio de San Basilio de Palenque?

2. ¿Desconoce el parágrafo 1 del del artículo 1 de la Ley 1816 de 2018, el artículo 333
de la Constitución Política, en lo concerniente a la libertad económica o libre
iniciativa privada, de la comunidad afrocolombiana, en especifico de algunas
microempresas familiares o del palenque que producen bebidas alcohólicas para el
consumo de la comunidad de San Basilio de Palenque y para otros lugares del
departamento del Chocó?

Para cumplir este objetivo, la Sala acogerá la siguiente metodología. En primer término,
recopilará las normas relativas a la producción de bebidas alcohólicas, su monopolio y
regulación por parte del Estado. En segundo término, se trae a colación la jurisprudencia
constitucional sobre los principios de diversidad y reconocimiento de identidad étnica y
cultura en la Constitución de 1991 y los derechos de reconocimiento de identidad y de
diversidad cultural de las comunidades negras, raizales y palenqueras. En tercer término,
recopilará las reglas fijadas por la jurisprudencia constitucional sobre el contenido y
alcance de las libertades mencionadas, para lo cual enfatizará en sus límites
constitucionalmente admisibles, derivados de la dirección general del Estado en la
economía. Finalmente, a partir de las reglas que se deriven de los anteriores análisis,
resolverá el caso concreto, para lo cual asumirá la metodología del juicio de
proporcionalidad de las medidas legislativas objeto de estudio.

 La producción de bebidas alcohólicas, su monopolio y regulación por parte del


Estado.

Respecto a la incidencia de las bebidas alcohólicas en la salud de las personas, se trae a


colación el artículo 78 de la Constitución Política de Colombia, “(...) Serán responsables, de
acuerdo con la ley, quienes en la producción y en la comercialización de bienes y servicios,
atenten contra la salud, la seguridad y el adecuado aprovisionamiento a consumidores y
usuarios. (...)”.

Mediante la Ley 170 de 1994, Colombia aprueba el Acuerdo de la Organización Mundial


del Comercio, el cual contiene, entre otros, el “Acuerdo sobre Aplicación de Medidas
Sanitarias y Fitosanitarias” y el “Acuerdo sobre Obstáculos Técnicos al Comercio” (OTC)
que reconocen la importancia de que los Países Miembros adopten medidas necesarias para
la protección de los intereses esenciales en materia de seguridad de todos los productos para
la protección de la salud y la vida de las personas. De conformidad con lo establecido en el
artículo 26 de la Decisión Andina número 376 de 1995 los Países Miembros podrán
mantener, elaborar o aplicar reglamentos técnicos en materia de seguridad, protección a la
vida, salud humana, animal, vegetal y protección al medio ambiente.

Así mismo, la Organización Panamericana de la Salud, de la cual Colombia es país


miembro, reconoce que el uso nocivo del alcohol desafía al desarrollo social y económico
de muchos países, incluidos los de las Américas. El consumo de alcohol en las Américas es
de aproximadamente un 40% mayor que el promedio mundial. En general, la población en
las Américas consume alcohol en un patrón que es peligroso para la salud. Este tipo de
consumo de riesgo se asocia con diversos daños a la salud y sociales, que incluyen más de
200 condiciones (enfermedades no transmisibles, trastornos mentales, las lesiones y el
VIH), así como la violencia doméstica, la pérdida de productividad, y muchos costos
ocultos.
El programa de abuso del alcohol y sustancias proporciona liderazgo y cooperación técnica
a los estados miembros con relación a las políticas de salud pública relacionadas con el
consumo de alcohol y el uso de sustancias psicoactivas (ilegales o no utilizadas para fines
medicinales). Por lo tanto, genera y difunde información sobre el alcohol y el consumo de
drogas y sus efectos nocivos, políticas e intervenciones basadas en la evidencia, y
monitoriza las tendencias del consumo y los problemas conexos, con el objetivo de
minimizar los daños para la salud asociados con su uso. Entre las diversas sustancias
consumidas en la región, el alcohol es el principal factor de riesgo para la carga de la
enfermedad.

La OPS se esfuerza para ayudar en la formulación de las políticas y las intervenciones de


salud pública dirigidas a reducir el uso nocivo del alcohol basándose en objetivos claros de
salud pública, las prácticas efectivas, y el conocimiento mejor disposición existente.
Trabajamos con los países para elaborar y aplicar estrategias para vigilar los problemas
relacionados con el alcohol, colaborar con los países en el desarrollo y aplicación de
políticas eficaces, y promover la investigación. Los temas transversales prioritarios del
programa incluyen: género, derechos humanos, la promoción de la salud y los servicios de
atención primaria de salud. 

La expedición de la Constitución de 1991, reconoció expresamente a favor de los


departamentos en su artículo 336, la facultad para ejercer dos tipos de monopolio: el
monopolio de licores destilados y el de juegos de suerte y azar.

La lectura del artículo 336 de la Constitución Política permite inferir una clara distinción
entre la aplicación exclusiva y la aplicación preferente de los recursos provenientes de
monopolios rentísticos. Así, la misma disposición constitucional establece una destinación
exclusiva a los recursos provenientes de los monopolios de suerte y azar dirigido a la salud,
otorgando por el contrario un margen de disposición a las entidades territoriales respecto de
los recursos derivados del monopolio de licores.

El establecimiento de un monopolio como arbitrio rentístico significa que el Estado se


reserva la explotación de ciertas actividades económicas, no con el fin de excluirlas del
mercado, sino para asegurar una fuente de ingresos que le permita atender sus obligaciones
de interés público. Dineros que tienen la característica de ser públicos y que son distintos a
los tributos a pesar de que se establezcan con el propósito de aumentar los ingresos del
Estado y tengan fuente legal.

En el año 2016 es aprobada la Ley 1816 de 2016 “Por la cual se fija el régimen propio del
monopolio rentístico de licores destilados, se modifica el impuesto al consumo de licores,
vinos, aperitivos y similares, y se dictan otras disposiciones.”, cumpliendo así el legislador
con el mandato constitucional contenido en el artículo 336 de la C.P.

En su contenido, la Ley 1816 se encarga de regular varios aspectos relacionados con la


administración, explotación y control del monopolio de licores y de alcohol potable,
algunos de los cuales se abordan de forma específica en el análisis que se presenta en el
capítulo segundo del presente trabajo. Algunos de los principales aspectos que comprende
el régimen legal propio definido por la Ley 1816 de 2016, son entre otros, define la
titularidad, objeto y principios que rigen el monopolio de licores destilados y alcohol
potable, destinado a la producción de licor; define los productos que considera para efectos
del régimen legal del Monopolio como licores destilados, vinos, vinos espumosos o
espumantes, aperitivos y similares, así como de alcohol potable; establece las rentas
derivadas del monopolio; modifica la base gravable y tarifa del impuesto al consumo de
licores, vinos, aperitivos y similares; define las formas de ejercer el Monopolio sobre la
introducción, producción y comercialización, estableciendo condiciones, procedimientos y
requisitos aplicables de manera uniforme para todos los departamentos; Establece
mecanismos de protección y control para los departamentos, como la posibilidad de
solicitar al Invima revisar el contenido alcoholimétrico de cualquier licor, la potestad de
revocar permisos de introducción por prácticas violatorias a la libre competencia;
finalmente, cabe destacar que el proyecto incluye una serie de disposiciones orientadas al
controlar el contrabando, la adulteración y evasión del impuesto, así como para fortalecer el
control sobre el alcohol potable, que es el insumo básico para producir licor ilegal o
adulterado. los requisitos para el otorgamiento del permiso, práctica de contrabando, entre
otros.

Por otra parte, la Ley 9 de 1979, por la cual se dictan medidas sanitarias, en su artículo 243
estableció:
“Artículo 243º.- En este título se establecen las normas específicas a que deberán
sujetarse:
a. Los alimentos, aditivos, bebidas o materias primas correspondientes o las mismas
que se produzcan, manipulen, elaboren, transformen, fraccionen, conserven,
almacenen, transporten, expendan, consuman, importen o exporten;
b. Los establecimientos industriales y comerciales en que se realice cualquiera de las
actividades mencionadas en este artículo, y
c. El personal y el transporte relacionado con ellos.
Parágrafo.- En la expresión bebidas se incluyen las alcohólicas, analcohólicas no
alimenticias, estimulantes y otras que el Ministerio de Salud determine.”

Igualmente, en los artículos 417, 418, y 419 estipuló:

“De las bebidas alcohólicas.


Artículo 417º.- Todas las bebidas alcohólicas cumplirán con las normas de la presente Ley
y sus reglamentaciones. El Ministerio de Salud clasificará las bebidas alcohólicas de
acuerdo con su contenido alcohólico.
Artículo 418º.- Las materias primas que se empleen en la elaboración de bebidas
alcohólicas cumplirán además las condiciones establecidas en la presente Ley, sus
reglamentaciones, y las siguientes:
a. Agua potable,
b. Cereales malteados o no, azúcares, levaduras, flores de lúpulo y demás materias
primas exentas de contaminación.
Artículo 419º.- En los locales de elaboración o fraccionamiento de bebidas alcohólicas se
prohíbe mantener productos no autorizados por la autoridad competente que modifiquen el
estado o la composición natural de las bebidas alcohólicas.”

Con la expedición de la Ley 100 de 1993 fue creado el "Sistema General de Seguridad
Social en Salud" que cambió y reorganizó la prestación de los servicios de salud e integró
la salud pública, el sistema de seguridad social y la provisión de servicios privados.

Entre las trascendentales decisiones consignadas en esta norma, su artículo 245 ordenó la
creación del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos Invima. En
ejecución de este mandato fue expedido el Decreto 1290 de 1994, por medio del cual se
precisaron las funciones del Invima y se estableció su organización básica. Se definió
entonces como naturaleza del Invima ser un establecimiento público del orden nacional, de
carácter científico y tecnológico, con personería jurídica, autonomía administrativa y
patrimonio independiente, perteneciente al Sistema de Salud y con sujeción a las
disposiciones generales que regulan su funcionamiento.

El Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos es un establecimiento


público, de carácter científico y tecnológico, que opera en toda Colombia y que, aunque
está adscrito al Ministerio de Salud, es autónomo administrativamente y cuenta con
patrimonio independiente o propio para su funcionamiento.

Así lo indica el Decreto 2078 de 2012 (la ley más vigente respecto a dicha entidad), el cual
precisa que el objetivo del INVIMA es el de ser una institución de referencia nacional en
materia sanitaria y ejecutar las políticas formuladas por el Ministerio de Salud para hacer,
en todo el país, la vigilancia sanitaria y control de:

• Medicamentos.
• Productos biológicos.
• Alimentos.
• Bebidas.
• Cosméticos.
• Dispositivos y elementos médico-quirúrgicos.
• Dispositivos y elementos odontológicos.
• Productos naturales homeopáticos.
• Productos naturales generados por biotecnología.
• Reactivos de diagnóstico.
• Otros productos, elementos, dispositivos, etc., que puedan tener impacto en la salud
individual y colectiva de los colombianos.

Entre las funciones destacadas del INVIMA, sobresalen la de inspeccionar, vigilar y


controlar a los establecimientos productores y comercializadores de estos productos.

Así mismo, entre las labores por las que es más reconocido este instituto está la
de certificar en buenas prácticas y condiciones sanitarias a los establecimientos
productores de dichos medicamentos, dispositivos, cosméticos, bebidas, alimentos, etc.

Para hacer estas certificaciones, el INVIMA debe expedir registros sanitarios, los cuales
también se encarga de renovar, ampliar, modificar y cancelar, de acuerdo con la
reglamentación que expida el Gobierno Nacional.

Así mismo, encontramos que el Decreto 1686 de 2012, “Por el cual se establece el
reglamento técnico sobre los requisitos sanitarios que se deben cumplir para la
fabricación, elaboración, hidratación, envase, almacenamiento, distribución, transporte,
comercialización, expendio, exportación e importación de bebidas alcohólicas destinadas
para consumo humano.”

Las disposiciones contenidas en el reglamento técnico que se establece mediante el presente


decreto aplican a:
1. Las bebidas alcohólicas, sus materias primas e insumos nacionales e importados para su
fabricación, elaboración, hidratación, envase, almacenamiento distribución, transporte,
comercialización, expendio, exportación o importación.
2. Todos los establecimientos donde se fabriquen, elaboren, hidraten, envasen, almacenen,
distribuyan, comercialicen, expendan, exporten o importen bebidas alcohólicas con destino
al consumo humano y el transporte asociado a dichas actividades.
3. Las actividades de inspección, vigilancia y control que ejerzan las autoridades sanitarias
competentes en la fabricación, elaboración, hidratación, envase, almacenamiento,
distribución, transporte, comercialización, expendio, exportación o importación de bebidas
alcohólicas con destino al consumo humano.

Así mismo, el artículo 22 de dicha normatividad establece que “Los interesados en


fabricar, elaborar y envasar bebidas alcohólicas deben obtener el Certificado de Buenas
Prácticas de Manufactura ante el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y
Alimentos (Invima) de conformidad con los requisitos establecidos en el presente título.”

 Límites constitucionalmente admisibles a la libertad de empresa y a


la libre iniciativa privada. (Sentencia C-830/2010 Corte
Constitucional).

Es un tópico suficientemente definido en la jurisprudencia constitucional que


la Carta Política no ofrece una perspectiva neutra frente al modelo económico
aceptable, sino que toma partido por un régimen de economía social de
mercado, el cual tiene entre sus características definitorias (i) el
reconocimiento constitucional de la libertad de empresa y la libre iniciativa
privada, en tanto garantías indispensables para el logro del desarrollo
económico y la prosperidad general.  Para ello se impone una cláusula general
compleja, la cual impide la exigencia de permisos previos o requisitos, al igual
que la obligación estatal de promover la libre competencia y la libertad
económica (Art. 333 C.P.); y (ii) la adscripción al Estado de la función de
dirección general de la economía, tarea que se expresa en diversos planos,
como son la verificación que la libre empresa se ejerza en los límites del bien
común y la potestad de imponer limitaciones a esa libertad cuando lo exijan el
interés social, el ambiente y el patrimonio cultural de la Nación (Art. 333
C.P.).   Sobre el particular, decisiones recientes de la Corte han contemplado
que “el Estado Constitucional colombiano es incompatible tanto con un
modelo del liberalismo económico clásico, en el que se proscribe la
intervención estatal, como con modalidades de economía de planificación
centralizada en las que el Estado es el único agente relevante del mercado y
la producción de bienes y servicios es un monopolio público.  En contrario, la
Carta adopta un modelo de economía social de mercado, que reconoce a la
empresa y, en general, a la iniciativa privada, la condición de motor de la
economía, pero que limita razonable y proporcionalmente la libertad de
empresa y la libre competencia económica, con el único propósito de cumplir
fines constitucionalmente valiosos, destinados a la protección del interés
general.”

La dirección general de la economía, según lo planteado, se expresa de forma


más amplia a partir de dos aspectos definidos.  En primer término,
corresponde al Estado ejercer las medidas dirigidas a que las empresas, habida
cuenta su condición de expresiones de la propiedad privada, cumplan las
obligaciones que se derivan de su función social y ecológica (Art. 58 C.P.)  En
segundo lugar, dicha dirección general involucra un grupo de competencias
estatales referidas a la intervención, por mandato legal, en aras de regular la
explotación de los recursos naturales, el uso del suelo, la producción,
distribución, utilización y consumo de los bienes y servicios públicos y
privados, con el fin de conseguir el mejoramiento de la calidad de vida de los
habitantes, la distribución equitativa de las oportunidades y los beneficios del
desarrollo y la preservación de un ambiente sano (Art. 334 C.P.)  Asimismo,
la norma constitucional prevé que la intervención estatal en la economía debe
estar dirigida al aseguramiento del pleno empleo a los recursos humanos, el
acceso efectivo a los bienes y servicios básicos por parte de las personas con
menores ingresos, al igual que la promoción de la productividad y la
competitividad y el desarrollo armónico de las regiones.

Estas previsiones constitucionales llevan a concluir que la delimitación


conceptual de las libertades económicas se inserta en el equilibrio entre el
reconocimiento de las garantías necesarias para el intercambio económico y la
obligación estatal correlativa de intervenir en el mercado con el fin
de (i) garantizar la supremacía del bien común, representado en los objetivos
identificados por el Constituyente como propios de ese interés general;
y (ii) corregir, en el marco de la protección de la igualdad de oportunidades,
las imperfecciones de dicho mercado que se conformen como barrera para el
acceso de los bienes y servicios de las personas de menores ingresos o en
condiciones de debilidad manifiesta.

De la misma manera, las citadas disposiciones implican que la libertad de


empresa y la libre iniciativa económica deban entenderse como garantías
constitucionales, que carecen en sí mismos de connotación iusfundamental y,
en tal sentido, incorporan en su definición las restricciones e intervenciones
legítimas que la Carta Política impone, razón por la cual, como sucede con los
demás derechos y garantías, no tienen carácter absoluto.  Se trata, en cualquier
caso, de libertades de raigambre constitucional que, merced su vinculación
con la función social y ecológica de la propiedad y la dirección general de la
economía por parte del Estado, son de naturaleza autorrestringida.

 Ahora bien, para lo que interesa a la presente sentencia conviene concentrarse


en las modalidades de intervención del Estado en el ejercicio de las libertades
económicas y en los requisitos que deben cumplir dichas acciones para que
sean compatibles con la Constitución.  En cuanto a lo primero, la
jurisprudencia ha reconocido que la intervención del Estado en la economía
puede darse a través de múltiples niveles y modalidades, a condición que tales
actuaciones públicas estén precedidas de norma legal que regule el modo y
grado de intervención.  Para la Corte, “[l]a intervención del Estado en la
economía corre por cuenta de distintos poderes públicos y se ejerce por
medio de diferentes instrumentos. Un rol protagónico corresponde sin duda,
al Congreso de la República, por medio de la expedición de leyes, bien sea
que se trate específicamente de leyes de intervención económica (Arts. 150.21
y 334), como de otras leyes contempladas en el artículo 150 constitucional
( por ejemplo, las leyes marco del numeral 19, o las leyes que versen sobre
servicios públicos domiciliarios previstas en el numeral 23 de la misma
disposición ) o en general mediante el ejercicio de su potestad de
configuración en materia económica. Pero la Constitución de 1991 también le
confirió a la rama ejecutiva del poder público importantes competencias en la
materia, no sólo mediante el ejercicio de la potestad reglamentaria, sino
asignándole específicas atribuciones de inspección, vigilancia y control
respecto de ciertas actividades o respecto de determinados agentes
económicos. En conclusión, la Carta de 1991 tanto en su parte dogmática,
como en su parte orgánica configuró un Estado con amplias facultades de
intervención en la economía, las cuales se materializan mediante la actuación
concatenada de los poderes públicos.”

En lo que respecta a la validez constitucional de las actividades estatales de


intervención económica, la misma jurisprudencia ha identificado tanto los
requisitos que deben cumplirse para la acreditación de tal validez, como el
grado de intensidad y la metodología de escrutinio judicial de las medidas de
intervención.  Frente a lo primero, existe un precedente consolidado en el
sentido que la medida de intervención estatal en la economía solo resultará
admisible cuando se cumplan los siguientes requisitos: “i) necesariamente
debe llevarse a cabo por ministerio de la ley;  ii) no puede afectar el núcleo
esencial de la libertad de empresa;  iii) debe obedecer a motivos adecuados y
suficientes que justifiquen la limitación de la referida garantía;   iv) debe
obedecer al principio de solidaridad; y v) debe responder a criterios de 
razonabilidad y proporcionalidad.”

Los requisitos dos y cinco de la anterior enumeración refieren a la necesidad


de efectuar un juicio de razonabilidad y proporcionalidad entre el ejercicio de
las libertades económicas y la garantía de los principios y valores
constitucionales defendidos por la medida de intervención. Como se ha
sostenido en esta decisión, las libertades económicas son garantías que
encuentran restricción en las potestades de dirección del mercado por parte del
Estado.  No obstante, ese carácter autorrestringido no puede entenderse como
un mecanismo que permita extender la medida de intervención más allá del
núcleo esencial de la libertad de empresa y la libre iniciativa privada, de modo
que las haga nugatorias y refrende un modelo económico de planificación
centralizada.  Antes bien, existe un interés reconocido y protegido
constitucionalmente, en el sentido que deben preservarse las garantías
mínimas que posibiliten el intercambio comercial y, de manera más amplia, la
participación de los agentes de mercado, en un marco de condiciones que
permita el desarrollo económico y la libre competencia.  En ese orden de
ideas, el control de constitucionalidad de la norma que establezca una
modalidad de intervención del Estado en la economía, deberá realizarse a
partir de parámetros definidos, relativos a la evaluación acerca de “(i) si la
limitación, o prohibición, persiguen una finalidad que no se encuentre
prohibida en la Constitución; (ii) si la restricción impuesta es potencialmente
adecuada para conseguir el fin propuesto, y (iii) si hay proporcionalidad en esa
relación, esto es que la restricción no sea manifiestamente innecesaria o
claramente desproporcionada. Adicionalmente (iv) debe la Corte examinar si
el núcleo esencial del derecho fue desconocido con la restricción legal o su
operatividad se mantiene incólume”.

Este escrutinio, como se observa, es de naturaleza débil, pues que se restringe


a exigir que el fin perseguido por la limitación o prohibición persiga un fin
constitucionalmente legítimo y la medida no sea manifiestamente innecesaria
o claramente desproporcionada, de modo que afecte el núcleo esencial de las
libertades económicas.  Ello se explica, como se ha señalado en este apartado,
en el hecho que tales libertades conllevan en si mismas, amén su carácter
autorrestringido, la posibilidad que el Estado, habida consideración de la
dirección general de la economía que ostenta, pueda establecer limitaciones en
aras de satisfacer el interés común que subordina al mercado de bienes y
servicios. 
(…)

 Principios de diversidad y reconocimiento de identidad étnica y cultura en la


Constitución de 1991 y los derechos de reconocimiento de identidad y de
diversidad cultural de las comunidades negras, raizales y palenqueras.
(Sentencia C-480/2019, Corte Constitucional).

La Carta Política de 1991 posee una característica esencial de apertura multicultural que es
novedosa en la historia del constitucionalismo colombiano, por cuanto es sensible a las
distintas formas de ver el mundo o cosmogonías. Se trata de un estatuto que consagró varias
disposiciones que procuran reconocer la identidad y la diversidad de los pueblos étnicos,
aspecto que contribuye a eliminar imágenes devaluadas que existen sobre los mismos y a
reducir inequidades en la realidad. Ello se enmarca en una política de respeto de la dignidad
humana, que se materializa en los principios de diversidad e identidad cultural, así como en
los derechos de reconocimiento y protección de esos colectivos.

El artículo 1º de la Norma Superior establece que son bases fundamentales del orden
democrático los principios participativo y pluralista. El Estado colombiano reconoce la
coexistencia de diferentes pensamientos, etnias, sexos, razas, géneros y religiones, entre
otros.

Esos principios deben leerse en conjunto con el artículo 13 de la Constitución, el cual


incorpora la igualdad en su dimensión formal y material. Con esa simbiosis, se promulga un
trato paritario ante la ley y se prohíben tratamientos discriminatorios, a la par que se
pretende derruir las desigualdades sociales que padecen los grupos históricamente
desfavorecidos a través de las “acciones afirmativas”.
En este punto, la igualdad material se torna en una paridad de la diferencia, porque el
artículo 7 de la Constitución reconoce y protege la identidad cultural, lo que se traduce en
un igual respeto a todas las culturas y las distintas “formas de ver el mundo”. Aquí, la
cultura se identifica como una expresión de la diversidad y riqueza humana así como social,
de manera que enfatiza sobre la existencia de la Constitución cultural colombiana. Se trata
de salvaguardar los individuos y colectivos, que poseen una singularidad propia derivada de
la forma de percibir y entender la realidad.

En definitiva, la Constitución de 1991 tiene el carácter de pluralista y participativo, lo que


se traduce en reconocer y respetar las diferentes formas de ver el mundo e interpretar el
pasado. Ello se concreta en los principios de diversidad e identidad, que implican el
reconocimiento y respeto de toda manifestación cultural de los colectivos étnicos diversos,
por ejemplo los saberes ancestrales medicinales así como las tradicionales culturales, dado
que se relacionan con las formas de percibir el mundo y la vida. Para garantizar esos
ámbitos, la Corte Constitucional ha reconocido un derecho de reconocimiento a la
diversidad e identidad cultural, el cual trata de asegurar que las comunidades étnicas
ejerzan sus derechos fundamentales de acuerdo con su cosmovisión y tengan la posibilidad
autogestionarse. Dicha protección beneficia a todo colectivo étnico, como sucede con los
pueblos indígenas, afrodescendientes, raizales, palenqueros, y/o población ROM.

Las comunidades negras, raizales y palenqueras son titulares de los derechos de


reconocimiento de identidad y diversidad cultural, por lo que sus expresiones espirituales,
culturales, ancestrales, medicinales, entre otras, que contienen su ethos, se encuentran
protegidas por la Constitución, pues hacen parte de su autonomía e integridad. Para la
Corte, esas garantías subjetivas tienen especial relevancia, debido a que sus
manifestaciones de su identidad e imagen han estado sometidas a una tendencia histórica de
prohibición y/o negación.

Esta Corporación ha reiterado que las comunidades negras, palenqueras y raizales son un
“grupo étnico”, calidad que se consagró en el artículo Transitorio 55 de la Constitución y
en las leyes 70 y 90 de 1993 así mismo 199 de 1995, como se mencionó en esta
providencia. Al respecto, ha confirmado que los pueblos afrodescendientes poseen derechos
de reconocimiento, los cuales abarcan “el conjunto de familias de ascendencia
afrocolombiana que poseen una cultura propia, comparten una historia y tienen sus
propias tradiciones y costumbres dentro de la relación campo-poblado, que revelan y
conservan conciencia de identidad que las distinguen (sic) de otros grupos étnicos”].

(…).

Conclusión.

El parágrafo 1 del artículo 1 de la Ley 1816 de 2018, al establecer que todos los
productores de alcohol deberán registrarse ante la autoridad competente del Departamento
en el cual se produzca y/o introduzca el producto y presentar previamente un certificado de
INVIMA que autorice el consumo, con el fin de llegar un control por parte del
Departamento y de establecer quienes son proveedores, comercializadores y consumidores
de alcohol, así como la autorización a la policía para incautar el alcohol no registrado, y la
imposición de multa, es una medida que cumple con las condiciones exigidas a las políticas
de intervención del Estado en la economía, y esa misma política responde a criterios de
razonabilidad y proporcionalidad, para lo cual debe aplicarse un juicio de índole débil, en
tanto se trata de una medida de intervención estatal en la economía.

Considera esta Corte, que la norma atacada por el accionante, inicialmente no va en


contravía de las garantías constitucionales a la libertad de empresa y la libre iniciativa
económica, pues no reflejan una prohibición a la actividad de producción y
comercialización de bebidas alcohólicas tradicionales de la población de Palenque, ni en
general de las bebidas alcohólicas que se expende en Colombia. Simplemente, la norma
propugna por una regulación en toda la cadena de producción y expendio de dichas
bebidas. No se puede entender que dicha norma prohíba la actividad económica de la
producción de bebidas alcohólicas, ni tampoco la creación de empresas o asociaciones
destinadas a dicha actividad económica. Así mismo, no encuentra discriminatorio la
normatividad a la producción de bebidas alcohólicas tradicionales por parte de la población
afrocolombiana. Debe entenderse que la regulación a dicha actividad y a la producción de
la bebida alcohólica corresponde a un fin del Estado Social de Derecho, como lo es la
garantía de la salud pública, y el control de las entidades o personas que se dediquen a
dicha actividad, y que ponen a disposición de la comunidad un producto para consumo
humano, garantizando así el bienestar de toda la población colombiana y extranjera.

Lo que propugna la norma atacada es que la producción de las bebidas alcohólicas, se


realice bajo estándares de calidad, salubridad, entre otros, a fin de garantizar la calidad del
producto y por lo tanto, la salud de los consumidores, independiente del productor, y
consumidor.

En este sentido, el Estado, tiene total potestad respecto a la dirección general de la


economía, cuyo objetivo es la satisfacción de principios y valores superiores vinculados
con la supremacía del interés general. Ese reconocimiento implica, entre otros aspectos, la
admisibilidad prima facie de medidas legislativas y administrativas que regulen y limiten
las libertades económicas, siempre y cuando se ajusten a criterios de razonabilidad y
proporcionalidad, juicio que tendrá un nivel de escrutinio débil, en razón de la fórmula
constitucional que reconoce la necesidad de intervención del Estado en el mercado, a fin de
asegurar los propósitos previstos en la Carta Política, y encuentra esta Sala, que la norma
atacada se pasa el examen de proporcionalidad y razonabilidad, por lo tanto, es totalmente
valedera la intervención del Estado respecto a la regulación de las bebidas alcohólicas.

DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional administrando justicia en nombre del


Pueblo y por mandato de la Constitución,

RESUELVE:

Declarar EXEQUIBLE, por los cargos analizados el parágrafo 1 del artículo 1 de la Ley
1816 de 2018, “POR EL CUAL SE FIJA EL RÉGIMEN PROPIO DEL MONOPOLIO
RENTÍSTICO DE LICORES DESTILADOS, SE MODIFICA EL IMPUESTO AL
CONSUMO DE LICORES, VINOS, APERITIVOS Y SIMILARES, Y SE DICTAN OTRAS
DISPOSICIONES”.

Notifíquese, comuníquese, publíquese, insértese en la Gaceta de la Corte


Constitucional, cúmplase y archívese el expediente.
 
 
 
 
 
 
LUISA FERNANDA RIVERA SANDOVAL
Presidente

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