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F 05/014/006 - 38 Cop.

Literatura Europea del Renacimiento


Teórico Nº 1

Materia: Literatura Europea del Renacimiento


Cátedra: Martín Ciordia
Teórico: N° 1 – 23 de Marzo de 2012
Tema: Introducción
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Buenas tardes. Mi nombre es Martín Ciordia y la materia que vamos a dar es


“Literatura europea del Renacimiento”. Les recomiendo que traigan el programa a clase
porque yo voy a aludir a textos o a autores y me voy a referir directamente al programa,
en lugar de escribirlos en el pizarrón, salvo que no estén aquí, pero, en general, lo voy a
usar para la cita de los textos. Ustedes habrán visto que el programa sigue la forma
habitual de los programas de la facultad. Tiene una fundamentación y luego están los
contenidos y la bibliografía para cada una de las unidades; al final hay una bibliografía
general. La bibliografía que figura en cada una de las unidades está dividida en
“fuentes” y “bibliografía secundaria”. Prácticamente, la bibliografía secundaria que
figura para cada una de las unidades es obligatoria casi en su totalidad. Algunos textos
son para prácticos y otros para teóricos.
La idea va a ser conocer una serie de textos renacentistas, pertenecientes a
diferentes géneros, desde cartas hasta discursos, relatos, poesía, que va a ir siguiendo un
criterio cronológico. Vamos a arrancar por Petrarca, Boccaccio, y vamos a terminar con
Shakespeare y Cervantes, pasando por autores de distintos países. Una parte del trabajo
va a consistir en conocer esos textos, esos diferentes géneros, contextualizarlos
históricamente, pero también intentaremos pensar diferentes asuntos que esos textos van
planteando. Ambas cosas son importantes.
Antes de entrar en tema, voy a hacer una serie de aclaraciones administrativas.
Por un lado, la anotación a prácticos se va a hacer al final de esta hora y luego sigue la
clase. Ahora voy a hablar sobre una crónica y, posteriormente, voy a hablar de un
manuscrito que perteneció a Petrarca.
Eso en cuanto a la clase de hoy, pero les quiero dar fechas de parciales y demás
para que las sepan de entrada; salvo que haya algún tipo de modificación, estas serían
las fechas definitivas. Esta es una materia de promoción directa, por lo que tienen que
asistir tanto a prácticos como a teóricos si quieren promocionarla con ese régimen. Los
que no puedan asistir a los teóricos o no completen los requisitos de promedios

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necesarios para la promoción directa, obviamente, pueden presentarse al final como


alumnos regulares. Va a haber un parcial domiciliario, un trabajo monográfico y una
exposición oral que va a estar acompañada de un resumen escrito. El parcial
domiciliario va a ser entregado el miércoles 23 de mayo y ustedes tienen que devolverlo
el viernes 1º de junio. El trabajo monográfico se entrega el viernes 29 de junio y va a ser
devuelto con la nota el 6 de julio, el último día de clases. El parcial domiciliario va a
estar muy cargado, se los vamos a dar casi con dos meses de cursada, y al mes van a
tener que entregar la monografía; por lo tanto, conviene que el tema lo vayan viendo
antes. Puede ser cualquier tema que se vaya viendo y uno puede arrancar, con
entusiasmo, a principios de mayo. Después, en prácticos, lo van a hablar con cada uno
de los profesores de prácticos, tienen que hacer una exposición oral y una pequeña ficha
resumen de lo que expongan en función de pasarla a sus compañeros de comisión, de
modo tal que tengan el resumen de esos trabajos. Esto les puede servir para la
organización de los parciales y las monografías, etc. La condición es que nunca se
puede repetir un texto, no pueden tomar el mismo texto varias veces. Otra cosa: los
teóricos se desgraban por SIM y Cefyl y, desde ya, tienen que tomarlos con pinzas. Yo
voy a hacer correcciones pero no quiero perder la oralidad. Vamos a entrar en una
dinámica de clase oral y, si pienso que estoy dictando, se va a perder la posibilidad de
que conversemos de verdad. Las clases van a tener, en ese sentido, ciertas
imprecisiones, trazos gruesos, por momentos. Ustedes tienen que ir chequeando con la
bibliografía obligatoria de la materia o incluso con los trabajos que uno mismo ha hecho
y que son más precisos por ser algo escrito.
Les voy a decir qué vamos a hacer en las próximas tres clases, hay una el viernes
que viene y después hay feriado. Eso nos corta a Petrarca por la mitad, lo cual no es
bueno. Hoy vamos a ver una crónica conocida como Crónica de Nüremberg y luego un
manuscrito conocido como Virgilio Ambrosiano. Yo he traído imágenes porque como no
han podido leer nada todavía, no podemos conversar acerca de lo que ustedes han ido
encontrando o de lo que yo encuentro. Vamos a ir exponiendo una serie de imágenes
que responden a fotos del texto y, a partir de ahí, vamos a empezar a trabajar. ¿Qué
cosa? Con la crónica, me interesa ver el espacio y el tiempo. Cómo era concebido, de
manera general, el espacio y el tiempo en aquella época. Es una crónica desde el inicio
del mundo hasta su final, pretende ser una historia universal. Nos va a servir para
adentrarnos en la concepción que tenían del universo, cómo concebían el tiempo, etc.

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Después vamos a ver otro tipo de aspectos: cómo aparecen los dioses antiguos, en esa
cronología, cómo aparecen, incluso, algunos de los autores que vamos a ver. Es una
especie de enorme enciclopedia y va a haber alguna referencia a Petrarca, alguna
referencia a Poggio Bracciolini. Vamos a ver qué se decía de ellos en aquel momento, la
crónica es de 1493. En la segunda parte de la clase, cuando ya estén armadas las
comisiones de prácticos, nos vamos a meter en un manuscrito que habría pertenecido a
Francesco Petrarca. Es un manuscrito que tiene textos de Virgilio, de Horacio, y, a partir
de ahí, vamos a empezar con una introducción a Petrarca y a cómo concebía la literatura
en ese momento.
El 30 de marzo, la semana que viene, y el 13 de abril vamos a ver Petrarca. ¿Qué
cosa de Petrarca? Nos vamos a centrar en dos fuentes. Por un lado, el Cancionero de
Petrarca, del cual hicimos una selección, y, por el otro lado, un texto que se llama
Secretum (Secreto o Mi secreto) que es un diálogo filosófico. Esto está escrito en latín y
el Cancionero en vulgar, en italiano. Al mismo tiempo que veamos esto, ustedes van a
recorrer otros textos de Petrarca en prácticos y también empezarán con Boccaccio que
no verán acá, solo en prácticos. Estos primeros textos están rodeados, lo van a ver en la
bibliografía obligatoria de la unidad 1, por una enorme cantidad de textos que, en
realidad, sirven para toda la cursada. Están puestos adelante porque son textos generales
sobre el Renacimiento que nos van a ayudar, una y otra vez, para ver los diferentes
textos que transitemos. En la página 4 del programa tienen, en las fuentes, el
Decamerón de Boccaccio y tres textos de Petrarca: el Cancionero, Mi secreto y
Familiares IV que es una carta. La bibliografía secundaria presenta a Celenza, Dotti,
Garin, Greene, Heller, Kristeller, Rico. Todo eso está o en Cefyl o SIM o en OPFYL.
Todo ese material ya lo van a tener y lo vamos a ir usando de acá en más y no solo para
Petrarca. En otro momento, voy a hacer una descripción más pormenorizada de cada
texto. Las otras cosas que no he mencionado corresponden a prácticos y ya lo hablarán
con los profesores. En todos los prácticos se ve lo mismo salvo al final. En el final, hay
prácticos que van a ver Shakespeare y otros verán Cervantes. Tal vez en ese tramo final
puedan hacer algún pase según quieran ver Shakespeare o Cervantes. Después van a ver
los mismos textos aunque, a veces, el orden en que se vean va a cambiar según cómo
cada profesor arme el práctico.
Luego de Petrarca viene la unidad 2 con Poggio Bracciolini, con el que
trabajaremos el veinte y el veintisiete de abril; las aclaraciones sobre lo que vamos a

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hacer las veremos después. Petrarca pertenece al siglo XIV y Bracciolini nace a fines
del XIV y su actividad se desarrolla en el siglo XV. Hay similitudes y diferencia entre
ellos. De Poggio Bracciolini vamos a ver tres cartas y un libro de relatos cortos del que
hablaré más adelante.
Como les decía, vamos a comenzar con un texto que fue escrito en latín. Se lo
conoce con el nombre de Liber Chronicarum (Libro de crónicas) y su autor es
Hartmann Schedel. Fue impreso en Nüremberg por obra de Anton Koberger en 1493.
Está ubicada prácticamente a la mitad de la periodización que muchas veces se acepta
para el Renacimiento. Este se inicia con el trabajo maduro de Petrarca, hacia 1350, y
llega hasta el Discurso del método de Descartes, según algunos, de 1634. Si tomamos
esa extensión de casi tres siglos, esto se encuentra por la mitad. Este texto que ustedes
tienen acá, en realidad, se encuentra en la Biblioteca Nacional en donde hay un
ejemplar. Está en el tesoro de la Biblioteca Nacional y no sé si ya no se podrá consultar
on-line porque están subiendo muchos de los incunables que están en el tesoro. Los
están digitalizando y subiéndolos a la página de la Biblioteca Nacional. En esta
referencia está los que le dije: Liber Chronicarum con figuras e imágenes, Koberger,
1493, incunable.
Vamos a dar algunos datos de la crónica. Es un impreso. La imprenta aparece
hacia mitad del siglo XV, hacia 1450. Güttemberg va a imprimir La Biblia, es el primer
texto que se imprimió, y la publicó en Maguncia. Es una imprenta con caracteres de
metal móviles. La imprenta va a ser un éxito rotundo. Los primeros impresores también
van a ser editores de las obras y vendían directamente o, a veces, contrataban o
arreglaban con las universidades para ver qué venderles. Anton Koberger, el editor de
este texto en particular, fue el primer editor en iniciar un negocio de estas
características, hacia 1470, en Nüremberg. Era propietario de dieciséis tiendas y tenía
representantes en casi todo el mundo cristiano. Entre 1450 y 1500 se imprimieron
alrededor de seis mil obras diferentes. El número de imprentas aumentó rápidamente; en
Italia, por ejemplo, la primera imprenta se creó en Venecia, en 1469, y hacia 1500 la
ciudad ya contaba con cuatrocientos diecisiete imprentas. En 1476 se imprimió una
gramática griega, con tipografía absolutamente griega, en Milán. En Sonchino se
imprimió una Biblia hebrea en 1488. En 1476 llegó la imprenta a Inglaterra. Estamos
frente a una nueva tecnología. Muchas veces se ha comparado Internet con el fenómeno
que produjo la aparición de la imprenta en cuanto a multiplicación y difusión de las

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obras. Se dice que Lutero no hubiese podido hacer la Reforma sin la imprenta. Antes
hubo hombres como Lutero pero no pudieron multiplicar su voz de esa manera.
¿Exageraciones? No sé. Las redes sociales, ahora, producen revueltas en distintos
lugares. Esta crónica está ilustrada, como dijimos recién, con imágenes y figuras. ¿Por
qué es un incunable? Se llama “incunable” (desde la cuna) a todos aquellos textos
previos impresos antes de 1500, desde 1450 a 1500. Si se imprimió en 1501 ya no es un
incunable. Es una convención.

¿Qué tenemos acá? “Registrum huius operis libri chronicarum cum figuris et
imaginibus ab initio mundi”. “Índice de esta obra. Libro de crónicas de lo acaecido
desde el inicio del mundo con imágenes y figuras”. Este impreso no tiene color, otros
tienen color, pero el ejemplar que está en la Biblioteca Nacional no tiene color. Sigue,
entonces, el índice. ¿Qué tenemos en el índice? Nombres: Abacub profeta; Abderas, rey
de Creta; Abdom, Agamenón. Hay hebreos y también griegos. Es el índice de una
enciclopedia y figura la página. Si quiero saber de Agamenón y Menelao, su hermano,
en la página treinta y siete voy a encontrar una referencia a ellos. En las entradas de esta
enciclopedia hay una dedicada a Petrarca, otra a Bracciolini. Vamos a ver qué decían de
estos autores. Todo lo que sigue es este índice y luego comienza la crónica.

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Hay que decir algo más de estas


imágenes y algo más de Hartman Schedel,
el autor. ¿Quién era Schedel? Era un
médico y humanista alemán nacido en
Nüremberg el trece de febrero de 1440 y
muerto el veintiocho de noviembre de
1514. En esta crónica no vamos a
encontrar la vanguardia del conocimiento
renacentista, pero, justamente, por eso nos
interesa. Cincuenta años después de este
texto aparece Copérnico diciendo que la
tierra no es el centro sino que gira
alrededor del sol. No hay nada de eso acá,
no hay ninguna elucubración que vaya a
romper con los lugares comunes de la época y por eso nos interesa. Es una enciclopedia
con una historia del mundo desde el inicio y hasta la actualidad, llega hasta 1491, creo,
muy cerca, y va a hacer referencias al fin del mundo, el Juicio Final, etc. Aparecen los
lugares comunes. Cuando Petrarca u otros autores de la época hablan de “los cielos”,
¿qué significan con ello? Vamos a ver ahora qué eran los cielos en aquel momento,
cómo era la tierra, cómo soplaban los vientos o cómo era el cuerpo, cómo lo concebían.
Esta crónica nos va a ayudar a entender eso. No hay nada sorprendente sino lugares
comunes, citas muy antiguas; se cita a Eusebio de Cesarea, a San Jerónimo, a San
Agustín, autores de mil años atrás. Todavía no interesa lo actual, lo nuevo, sino, más
bien, lo seguro, lo que ha sido probado y ha superado los siglos. Eso, seguramente, tiene
la verdad y por eso se va a autores tan antiguos.
Aparte del texto, aparecen imágenes. ¿Qué imágenes son? ¿Cómo se producen
esas imágenes? Son xilografías. La xilografía es el grabado en madera. El grabado en
madera aparece, en Europa, a fines del siglo XIV, unos cien años antes de esto. A fines
del XV aparece la calcografía que es el grabado en chapa, aquí todos son grabados en
madera. ¿Quiénes hacen estas xilografías? Las hacen en el taller de dos artistas
alemanes y, en realidad, el texto es famoso por las imágenes más que por el texto en sí.
Es el taller de Miguel Wohlgemuth y William Phydemwurff; donde además, entre los

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encargados de hacer las imágenes, había un joven aprendiz llamado Durero, uno de los
mayores representantes de la pintura renacentista, en este caso alemán. Muchas de las
imágenes fueron atribuidas a Durero, cuestión que, por supuesto, se discute. Los
grabados habrían sido hechos entre 1488 y 1492.
¿Qué tamaño tenía esto? El de un in-folio, que tenía 41,5 x 26,5 cm. Es algo
muy grande. Yo necesito apoyarlo en un atril para verlo, no me lo puedo llevar al
colectivo. Se llamaba in-folio al papel de ese tamaño que resultaba de doblar la página
en dos. Si la doblo de nuevo se llama in-cuarto, si la doblo de nuevo se llama in-octavo
y el libro va siendo cada vez más chico. En La Subida al monte Ventoso, que van a ver
en prácticos, Petrarca llevaba un ejemplar de las Confesiones de San Agustín que era
como un libro de bolsillo. Por eso se lo podía llevar cuando se iba a escalar una
montaña, no se llevaba un in-folio. Estaban estos distintos tamaños. En el caso de
Petrarca no era un impreso sino un manuscrito, pero la terminología ya era exactamente
igual. Lo otro que hay que decir es que esto está en papel. El manuscrito que vamos a
ver, que perteneció a Petrarca, fue hecho en pergamino que es cuero de animal.
Aparecen distintos soportes para estos textos.
En un primer grabado encontramos a Dios, el mundo, e inmediatamente después
esto es lo que sigue cuando termina el índice. Ya terminó el índice y aquí comienza la
crónica.

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En la imagen que tenemos aquí qué será esto: la mano de Dios, ángeles. ¿Cómo
arranca el texto? “In principio creavit deus celum et terram (En el principio creo Dios el
cielo y la tierra) Terra autem erat inanis et vacua et tenebre erat super faciem abissi (La
tierra era todavía vacía y sin vida y la tiniebla era sobre la faz del abismo) Et spiritus
divini ferebatur super aquas (El espíritu divino se cernía sobre las aguas)”. ¿Qué es
esto? El Génesis. A continuación el texto dice “Moyses divinus […] edocet (El divino
Moisés enseña)”. Es el comienzo del Génesis. Así arranca el Génesis y arranca una
descripción del inicio del mundo. Obviamente, no es la teoría del “Big Bang” de la que,
entre paréntesis, ya hay teorías que empiezan a poner en sospechas si esto empezó con
un “big bang” o nunca empezó o son las cuerdas, etc. Vamos a tomar el “Big Bang”
como una teoría que todavía sigue circulando y que plantea que se dio a partir de un
estallido. Aquí no, hay otro relato que no es científico en el sentido en que lo es la teoría
del “Big Bang”.
Vamos a ver que, en realidad, el texto no va a reproducir el Génesis. El Génesis
es uno de los setenta y dos libros que componen la Biblia cristiana. La Crónica de
Nüremberg se piensa en un horizonte cristiano. El Génesis es uno de los setenta y dos
libros de la Biblia cristiana y es el primero. Está atribuido a Moisés porque el
Pentateuco (o sea Génesis, Deuteronomio, Éxodo, Levítico y Números, esos cinco
libros) estaban en ese entonces todos atribuidos a Moisés y ubicados al inicio de lo que
los cristianos llaman todavía hoy el Antiguo Testamento. Ese mismo Pentateuco que los
judíos de entonces también atribuían a Moisés y llaman hasta hoy la Torá. Hay que
llegar a los siglos XVI y XVII para que alguien diga que no puede ser Moisés su autor
exclusivo porque se relata su muerte en uno de esos textos. Ahora vamos a ver que la
crónica no se queda en repetir la Biblia. Otros nombres aparecen allí y empieza una
discusión. Ahí aparece Platón, luego Aristóteles y los epicúreos, Ovidio. Es un tratado
de física lo que habría en este inicio, según como se la comprendía en ese momento, y
está dentro de lo que se llamaba “la filosofía de la naturaleza”. Se está discutiendo si
esta tierra es lo que Ovidio llamaba Caos y si ese Caos era previo a Dios o no, porque
nada puede ser previo a Dios según dice la tradición teológica cristiana. Había toda una
discusión que está acá reflejada con respecto a estos primeros momentos. El Ovidio que
está aquí no es el Ovidio que vamos a encontrar, referido, en el Cancionero de Petrarca.
El Cancionero de Petrarca es un cancionero dedicado a su amada Laura en tiempo en
que ella vivía y luego de su muerte. Entonces, una de las fuentes o de los textos que

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están actuando es El arte de amar de Ovidio y otros más que ya vamos a ver referidos al
discurso erótico de Ovidio. En cambio, el texto de Ovidio que aparece acá es la
Metamorfosis que se lo tomaba también como un texto de física. Comenzaba con el
inicio del mundo e iba relatando todas las metamorfosis que fueron sufriendo los
diferentes dioses. Ya vamos a ver cuando Dafne, perseguida por Apolo, se convierte en
el laurel. Aquí Ovidio pasa a ser integrado en un discurso científico, como se lo entendía
en aquel momento, y está este otro Ovidio que no siempre es bien visto, el de Eros y
Venus.

Sigamos. Hoy simplemente estamos abriendo puertas; va a haber preguntas y


algunas afirmaciones. ¿Qué sigue? “Y Dios dijo que se haga la luz. La luz se hizo”.
Comienza a relatar, siguiendo el Génesis que es un texto fuente (más allá de que
después vaya discutiendo o haciendo contrapropuestas con lo que han dicho Platón o
Aristóteles u Ovidio), y aquí aparecen las esferas, la creación del firmamento, la luz,
hasta que luego aparecen las ocho esferas, la tierra que va tomando forma.

Luego en la tierra aparecen los animales que parecen incluir el juego de la


muerte y la vida. No es un paraíso que excluya la violencia, por lo menos para quien

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hizo esta imagen. Después aparece la creación del hombre; Dios crea a Adán a partir del
barro. Estas imágenes representan el inicio y creación del mundo hasta esta página
donde el mundo ya estaría completo. Acá está Dios, los ángeles, las distintas esferas y
acá la esfera del fuego, del aire, de la tierra, y aquí los hombres. Me voy a demorar acá.
Nos vamos a meter en la visión del universo que aquí se despliega que es la visión
ptolemaica.
Indudablemente el compilador y redactor final del Génesis no estaba pensando
para nada en Claudio Ptolomeo, sobre todo teniendo en cuenta que es previa a Ptolomeo
esta redacción definitiva de inicio de mundo (según algunos fechable en el siglo IV a.C.
o poco después) que ensambla los dos relatos de creación presentes actualmente en el
texto (Génesis 1,1 y Génesis 2, 4). En la tradición que está citando Schedel se trató de
hacer coincidir, de algún modo, el mundo concebido por Ptolomeo con lo que decía el
relato del Génesis. Ahora bien, Ptolomeo vivió entre el 100 y el 178 d. C. Fue
astrónomo y cartógrafo. No solo vamos a ver todo este planteo astronómico que aparece
aquí sino también su mapa del mundo que tiene su centro en Jerusalén y que circulaba
hasta esos años. En esos años del Renacimiento se va a cuestionar el modelo
ptolemaico. En el XVI va a aparecer un desarrollo enorme de la cartografía a partir de
los viajes que se van a desarrollar cada vez más y produciendo, de alguna manera, la
primera globalización. Todo el mundo empieza a ser conciente de que hay un otro en
distintos puntos del planeta. De ahí que los mapas van a ir creciendo y cambiando el
mapa de Ptolomeo que durante siglo funcionó.
Al costado de lo que estamos viendo acá, está el texto que nos cuenta lo que hay
aquí. Se iba leyendo y contrastando con lo que se encontraba acá. Dice el texto: “Toda
la máquina del mundo corporal consta de dos partes. Esto es naturaleza celeste y
naturaleza elemental”. Por un lado, en la
concepción que vemos acá y a la que aluden
gran parte de los textos que vamos a ver, hay
un mundo invisible y un mundo visible. El
mundo invisible está formado aquí por Dios
en su trono y los ángeles que son creaturas
inteligibles e invisibles. El mundo visible y
corporal, a su vez, está dividido en dos
partes: celeste y elemental. El mundo celeste

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está formado por estos cielos, estas sucesivas esferas, y el elemental arranca desde acá,
el círculo de fuego, hacia abajo. Veamos qué dice el texto de este mundo celeste y
visible: “En los cielos, además se distinguen tres cielos principales, esto es, Empíreo,
Cristalino y Firmamento”. El Empíreo es el que aparece en el dibujo como “primum
mobile”, primer motor. Después está el Cristalino y luego el Firmamento.
¿Qué es el Firmamento? Si yo salgo a la noche, en el campo, veo las estrellas en
el cielo. ¿Qué imaginaba esta gente? Imaginaba que las estrellas que yo veía eran lo que
aquí se llama “el Firmamento”. Las estrellas que yo veo son cuerpos astrales, celestes,
que están incrustados en esta octava esfera cristalina llamada Firmamento. Yo miro el
cielo y veo una enorme cantidad de estrellas que constituyen el Firmamento. En ese
Firmamento, por ejemplo, podemos distinguir tres estrellas muy conocidas que son “Las
tres Marías”. Yo las puedo unir formando una figura. Si fuera un griego antiguo, diría
que conforman “El cinturón de Orión”; si fuera un inca, de hace cinco o seis siglos, diría
que es “El falo de Viracocha”. Uno y otro tenían que ver con que, según el lugar del
cielo en que aparecía, se iba marcando y regulando el tiempo de las estaciones. Esto es
así desde los sumerios (3.000 años antes de Cristo) que fueron quienes primero habrían
hecho estas observaciones astronómicas y la consiguiente composición de
constelaciones (al menos es el primer registro que tenemos y nos ha quedado de una
actividad semejante). Pero además de estas constelaciones (Capricornio, Géminis, etc.),
los sumerios, en su continua y persistente observación del cielo, habrían descubierto que
hay un grupo de puntos luminosos en el cielo que no se mueven como la mayoría.
Ustedes verán que el cielo se mueve; a la noche, yo tengo “Las tres Marías “ acá,
después allá, luego más allá, es decir, se mueven. ¿Por qué se llama entonces
Firmamento o Estrellas Fijas? Porque no cambia la relación entre ellas; “Las tres
Marías” se mueven juntas y la relación entre ellas permanece. Ellos observaron que
había cinco puntos luminosos en el cielo, más el Sol y Luna, que no seguían esta regla.
Parecían errar, eran errantes y de ahí la palabra “planeta”. ¿Cuáles son esos siete puntos
luminosos? Mercurio, Venus, Marte, Saturno y Júpiter, más el Sol y la Luna. Según
cómo esos siete planetas o puntos se ubicaban en relación con estas figuras o
constelaciones se interactuaba con mundo (por ejemplo, se sembraba o se cosechaba).
Ya los sumerios hablaban de que el año era trescientos sesenta más cinco.
Usaban el sistema sexagesimal para medir el tiempo, así como el decimal para las
operaciones comerciales. Ya tenían escritura con lo que de ahí arranca lo que, en

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general, se llama “la historia” respecto de la prehistoria que era pura oralidad. Tenemos
una tecnología nueva, no sabemos si antes o después, pero ahí está el primer registro
que tenemos de la escritura. Aparece toda una serie de disciplinas que se ligan con la
observación del cielo y, a su vez, esto se liga con la agricultura. Por eso el “Falo de
Viracocha”. Cuando en el imperio Inca “Las tres Marías” estaban exactamente sobre sus
cabezas era tiempo de sembrar.
Ahora bien, dónde están estos otros planetas en el sistema ptolemaico. No están
en el Firmamento, sino incrustados en las sucesivas esferas, cada vez más pequeñas, que
hay hacia adentro. Hay una esfera que es de la de Saturno; luego hay otra esfera
cristalina en donde está Júpiter y así sucesivamente hasta la Luna que es la última esfera
celeste. Todo esto gira alrededor de la Tierra. Yo salgo a la noche, en un lugar más al
descubierto, y todo eso es como que me rodea. Yo veo el final que está increíblemente
lejos, pero tiene final, que es ese Firmamento. El texto de la crónica dice y se
corresponde con el dibujo: “Dentro del Firmamento –que es el cielo estrellado- hay siete
orbes con siete planetas que son: Saturno, Júpiter, Marte, Sol, Venus, Mercurio, Luna”.
Son siete esferas más una octava que es el Firmamento, más el primer motor y algunos
introducen una más que es el cristalino.

Este sería el mundo celeste visible, yo lo veo, veo el Sol y la Luna. Es un cuerpo
astral que, a diferencia del terrestre, es más resistente y superior. Se discutía, en la
antigüedad y luego, si esos astros eran inteligencias, si eran dioses o no, con un cuerpo

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que duraba mucho más que el cuerpo humano. En el Renacimiento volvieron todas estas
discusiones: si eran seres superiores los que había allí o no. Galileo, a principios del
siglo XVII, va a mirar con un telescopio y decir que la luna tenía manchas. No es pura;
esas manchas son como las montañas que vemos acá. Empieza a demostrar de que
Copérnico, que teorizó esto sesenta o setenta años antes, tenía razón: la Tierra es un
astro más y el centro es el Sol, no la Tierra.
Hasta aquí, el mundo celeste con su éter, sus orbes, sus cuerpos astrales
superiores pero visibles. Pasemos al mundo elemental o sublunar. La esfera elemental es
la que está hecha de fuego, aire, agua y tierra. Todo lo generado en ella es corruptible,
todo lo hecho de fuego, aire, agua y tierra subsiste a partir de la corrupción y la
generación. Nosotros vamos a morir pero muchos de nosotros dejaremos una nueva
generación que nos suplante y así es como persistimos, como la especie persiste. El
mundo elemental persiste de esa manera: muriendo y reproduciéndose. Los astros, no; o
al menos tienen un cuerpo mucho más resistente y durable y, por eso, superior. La gente
se muere y, sin embargo, el Sol permanece. O Platón diciendo, en el Timeo, (uno de los
pocos textos de Platón que había circulado en la Edad Media, recién en el final del
Renacimiento va a haber un redescubrimiento de todos los textos de Platón) que el alma
más perfecta de los hombres se sitúa en la cabeza porque está en una esfera como la de
los astros. Pero, como acá la tierra es irregular necesitamos de extremidades para poder
movernos; de piernas para evitar obstáculos, de manos para abrirnos paso. En cambio
los astros, como está en un espacio perfecto, no terrestre, circulan como si danzaran, de
manera redonda, perfecta y sin extremidades, de un modo matemáticamente exacto:. el
Sol sale cada tantas horas, la Luna va cambiando de fase cada tantos días y de tal
manera. Todo eso persiste de una manera que las cosas humanas parecen no persistir.
Esto es lo que se hereda de la antigüedad y que, en esos años, todavía sigue, de algún
modo, constituyendo la visión del mundo.
Ahora bien, cada uno de estos elementos tiende a su lugar. El fuego como es lo
más sutil tiene a ir hacia arriba y hacia el cielo y hay, entonces, un círculo de fuego. Si
esto fuera cierto cuando la Apolo XI fue hacia la Luna tendría que haber pasado por este
círculo de fuego. Uno puede decir que yo miro y nunca veo un círculo de fuego. Lo que
pasa es que este fuego es tan puro que es invisible, pero si yo paso me quemo. Luego,
menos sutil, es el aire. En el círculo de aire están los vientos, hay como doce vientos.
Según estén más cerca del fuego, del agua o de la tierra, van a ser calientes o fríos,

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secos o húmedos. Van recibiendo distintos nombres. Acá, en este dibujo, están los
cuatro cardinales, los más importantes: Septentrión, Austro, Subsolano y Favonio que es
el Céfiro. Algunos de esos vientos están acá, representados acá afuera. Más adelante, en
el mapa de Ptolomeo, aparece este círculo como de aire y acá aparecen los doce vientos.
Acá aparece la tierra: África, Europa y Asia, por acá la India según como ellos la
concebían. Acá está Jerusalén en el medio. Tenemos este círculo. Habíamos visto que
estaban los vientos, luego los mares y después la tierra. La tierra tiende a caer y las
estrellas están en lo alto. Esto es así no por la ley de la gravedad sino porque las cosas
tenían un instinto que los llevaba a reposar en su lugar y el lugar de la tierra es este,
abajo. Después, en este mismo grabado con el mapa de Ptolomeo, figuran también una
serie de personajes bíblicos: Sem, Cam, Jafet, los hijos de Noé.

Vamos a empezar a ver que las imágenes no son siempre representativas en el


sentido en que nosotros podemos entender esto. Va a pasar lo mismo con los textos.
Petrarca todo el tiempo dice “yo”. ¿Pero está hablando del yo autobiográfico o está
construyendo un personaje? Vamos a ver que aparecen imágenes que si uno las lee
como representativas de algo real, no terminan de cerrar, algo ocurre con ellas.
Acá tenemos descripto parte de lo que les he estado comentando. No nos vamos
a meter ni con Galileo ni con Copérnico ni con nada de eso por el momento. Por ahora,
esto es el espacio. Vamos un poco al tiempo. ¿Cómo concebían el tiempo? Hoy se dice
que el universo tiene 5.000 millones de años de existencia. Para esta gente tenía seis mil

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y algo. Ahora, esos seis mil y algo de años, responden a que Dios crea el mundo en seis
días y en un séptimo descansa según el Génesis. Me explico. A San Ireneo (140-202),
uno de los primeros teólogos cristianos, se le habría ocurrido por primera vez lo
siguiente: apoyándose en el versículo 4 del salmo 90 (“mil años para ti son como un
ayer que pasó”) plantea que mil años son como un día para Dios. A partir de ahí
empieza esta semejanza entre los seis días de la creación y los seis mil años que,
supuestamente, habría de tener el universo en su totalidad. A partir de eso,
posteriormente, hay una división del tiempo de la creación en seis edades. Nosotros
dividimos en Edad Antigua, Media, Moderna, Contemporánea, y estas subdivisiones
aparecen en el Renacimiento. Estas divisiones son diferentes a las que estamos viendo
ahora, pues responden a nuevas concepciones del tiempo y a categorizaciones diferentes
de la historia. Acá, en la crónica, todavía estamos con una de las viejas maneras de
clasificar el tiempo o las eras de la creación a partir de estas seis edades. Primero voy a
dar las edades. El texto se apoya en San Jerónimo, en Eusebio de Cesarea, y dice lo
siguiente. Voy a traducir partes. “La primera comienza con la creación del mundo y dura
hasta el diluvio”. Esa creación que vimos recién del cielo y de la tierra, de los animales
y de Adán, y lo que ocurre hasta el diluvio. “Según la verdad de los hebreos, duró esta
primera era mil seiscientos cincuenta y seis años, pero según la traducción de los
Setenta, según Isidoro expone, tiene cerca de dos mil doscientos cuarenta y dos años. Es
decir, hay una diferencia de quinientos ochenta y seis años”. ¿Qué es todo esto? Está
diciendo que según la versión de la Biblia hebrea son tantos años y según la versión
griega muchos más. En determinado momento, hacia el siglo II A. C., en Alejandría, un
grupo de rabinos traduce por primera vez la Biblia a una lengua occidental que fue el
griego. La leyenda relata que se dio la Biblia a setenta rabinos; cada uno de ellos la
tradujo por separado, después cotejaron las versiones y eran exactamente iguales. Por
eso se la llama “La Biblia de los Setenta”. Pero hay una serie de diferencias, en algunos
pasajes, y en particular acá lo vemos con estas fechas. Cuando Isidoro de Sevilla,
cuando Eusebio de Cesarea, cuando Agustín y Jerónimo, aluden a ciertas fechas van
dando cuenta de las diferencias que hay entre uno y otro y no se juegan ni por una ni por
la otra.
Como ustedes sabrán, qué es el diluvio. Dios crea primero a Adán y luego a
Eva; nacen primero Caín y luego Abel. Abel va a matar a Caín y ahí comienza el
desastre. Después del corte voy a retomar el asunto de las edades. Ahora vamos a hacer

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la inscripción a los prácticos.


Comisión Sverlij: Lunes 13-15 (Shakespeare)
Comisión Hoyos Hattori: viernes 15-17 (Shakespeare)
Comisión Lorenzatti: viernes 21 a 23 (Shakespeare)
Comisión Waitoller: viernes 21-23 (Cervantes)
Alumna: Con respecto a los textos del programa, el programa recomienda, para
Boccaccio, la edición de Cátedra.
Profesor: Hay muchas ediciones de Boccaccio. Hay una de Planeta que era
barata y se puede conseguir por Corrientes. Pusimos la de Cátedra pero puede ser
cualquier otra. La de Cátedra de Hernández Esteban es la más anotada, pero, por
ejemplo, la edición que figura en “Clásicos Planeta” tiene una traducción del siglo XV
que fue actualizada y está muy bien. Es un español muy pegado a esa época y revisado
por Marcial Olivar para que la diferencia no fuera tan fuerte. Después voy a mencionar
los poemas del Cancionero de Petrarca que voy a tomar. Hay ciertos textos que no
hemos puesto para fotocopiar porque son muy fáciles de conseguir y, en general, se
encuentran ediciones baratas. Por ejemplo, ediciones de Shakespeare, Etienne de La
Boétie (el Discurso de la servidumbre voluntaria) o Boccaccio. Cada ayudante va a
decir qué textos de Boccaccio va a tomar porque no van a entrar todos los cuentos. Se
va a hacer una selección y cada uno de los ayudantes va a componer una selección
propia.
Estábamos con el tiempo y con una división que aquí aparece mencionada en
seis edades, la historia de la creación fue dividida en seis edades. La primera, de la
creación del mundo hasta el diluvio. La segunda era comienza con el diluvio. “La
segunda edad del mundo comienza con el diluvio y llega hasta el nacimiento de
Abraham”. Según los hebreos son doscientos noventa y dos años y según esta Biblia de
los Setenta 942, la diferencia de 650. “La tercera edad comienza con el nacimiento de
Abraham y dura hasta el inicio del reino de David”. Todo esto es la historia hebrea que
figura en el Pentateuco y lo de David en los libros bíblicos de Samuel y Reyes. La
cuarta era va desde David hasta el destierro en Babilonia. “La quinta edad se inicia con
el destierro a Babilonia, esto es, cuando Jerusalem fue destruída y el templo en ella
incendiado, hasta el bendito nacimiento de Cristo”. La sexta edad es desde el
nacimiento de Cristo hasta el fin del mundo que es la era actual. Dice que algunos
agregan una séptima edad que es la “Edad del descanso”, luego del fin del mundo, y

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otros ponen hasta una octava que es la de la resurrección de los cuerpos. Eso incluso lo
vamos a ver enseguida con las imágenes mismas. Esta es una de las divisiones que más
circulaban en aquella época y que ya estaba en Isidoro de Sevilla. Eusebio de Cesarea
habría comenzado con esto. De él vamos va hablar en un rato; era un cronista ligado al
emperador Constantino.
Vamos a ir viendo que, a partir de la tercera edad, con Abraham y David,
empieza a aparecer, por ejemplo, el mundo griego. Si uno lee solo esto parece que es
una historia exclusivamente judeo-cristiana pero es, en realidad, una historia universal,
que va tomando los hechos de la salvación como principales, dentro del horizonte
cristiano, pero acá se va mechando con la aparición del mundo griego, desde Homero,
Platón, Aristóteles y todo lo que serían los reyes griegos. Aparece la historia de Grecia,
aparece Roma, luego Mahoma y todo el Islam, etc., dentro de estas edades.
Hay una idea ligado con esto y es que la creación comienza con enorme
potencia. De hecho, uno de los rasgos que vamos a ver es que los patriarcas antiguos
(Abraham, Jacob, etc.) vivían una gran cantidad de años. Adán vivió cientos de años. La
naturaleza era mucho más poderosa, al inicio, y, a medida que va llegando hacia su
final, va como envejeciendo. Estar en la sexta edad es estar en la vejez, en la senilidad
del mundo. En cualquier momento iba a acontecer el final del mundo porque estábamos
al final. Esto terminaba para completar e iniciar otra cosa. Una de visiones que cambia
con el Renacimiento es esta percepción de la vejez del mundo. La misma palabra
“Renacimiento” va a dar una concepción diferente de la naturaleza y del tiempo. La
naturaleza va a comenzar a ser vista de otra manera, no desde la senilidad. Entonces, va
a aparecer, por ejemplo, Alberti, en el prólogo a su Tratado de la pintura, en una carta
que le dedica a Brunelleschi. Le va a decir que, en el fondo, en la Florencia actual, con
Brunelleschi, Donatello y los grandes artistas del 1400, no solo se ha recuperado y
replicado la arquitectura y la escultura antigua sino que, incluso, hasta se la ha superado.
Esta idea de que en el futuro hay algo mejor que lo que está atrás implica un cambio de
mentalidad. Empiezan a aparecer ideas de ciclicidad que rompen con esta linealidad tan
directa que aparece acá.
Ahora bien, esto que leíamos en la crónica convivía con lo que iba diciendo
Alberti y algunos de los renacentistas que nosotros vamos a ver. Uno de los que empezó
a hablar de una “edad oscura” entre la actualidad de ellos y la Antigüedad es Petrarca.
Petrarca va a decir que hay “mil años de oscuridad” antes que él y que con sus colegas

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están iniciando una nueva época. Ellos comienzan a hablar de esa manera. Eso convive,
sin embargo, con esto otro. La Crónica de Nüremberg es de 1493 y Petrarca dijo lo que
dijo ciento y pico de años antes. Esas cosas van conviviendo; no es que con Petrarca
nace el Renacimiento y cambia todo. Todo esto se da a la vez.
Ahora bien, estas edades tienen una correspondencia, en este mismo texto pero
abajo, con las edades del hombre. Se va a dividir en seis partes lo que vive cada uno de
nosotros. Para Aristóteles, por ejemplo, eran tres épocas: crecimiento, estabilidad y
declinación. Esto figura en su Retórica. La culminación se daba a los cuarenta y nueve
años, y a partir de ahí, la caída. La de la crónica es una división que tiene en cuenta el
número siete. Esta división que aparece acá es la misma que está en San Agustín y en
San Jerónimo, por ejemplo, y va tomando en cuenta el número siete. La primera es la
infancia, desde el nacimiento hasta los siete años; la segunda es la pubertad, desde los
siete hasta los catorce años; la adolescencia, desde los catorce hasta los veintiocho. Y
ahora dicen que se retrasó la adolescencia, parece que siempre fue así. Piensen que San
Agustín se convierte a los treinta; dice que ya está dejando ese tiempo de dudas. Esto es
muy importante porque Petrarca va a hablar de si está viejo o no está viejo para
enamorarse, entonces, discute en un dialogo filosófico y ficcional con San Agustín (que
como persona histórica había ya muerto hacía mil años). En ese diálogo, uno de los
temas es el tiempo. Qué pasa y qué hacer con nuestro tiempo de vida. Pero, volvamos a
la crónica. Después de la adolescencia, tenemos a la juventud que no está identificada
con la adolescencia e iba desde los veintiocho hasta los cuarenta y nueve. La juventud
era considerada (incluso los griegos y los latinos hablaban en estos términos) como el
momento en que el desarrollo intelectual, la experiencia de vida, etc., están más
desarrolladas y, al mismo tiempo, el cuerpo no es una ruina. Se daba un equilibrio entre
el cuerpo y la mente. En la adolescencia había puro cuerpo y una cabeza pequeña, en
cambio acá hay un mix con otra cosa. Algunos, insisto, tomaban el tres como
Aristóteles, otros dividían en cuatro y otros en seis como aparece acá. Después de la
juventud venía la vejez directamente que va de los cincuenta a los setenta y nueve. La
sexta edad es la decrepitud, desde los ochenta hasta vaya a saber uno cuándo. Hay
algunos que dividen de otro modo, poniendo la madurez entre los cincuenta y los
sesenta y la vejez entre los sesenta y los setenta y nueve.
Esto es para que se den cuenta de los tiempos, de cosas cotidianas. Nosotros hoy
hablamos de tiempo moderno, de tiempo antiguo, de las edades de la vida, y ellos

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también. Esto era una de las cosas que circulaban habitualmente en aquel momento y
que estaban dadas por hecho, en muchos textos, en donde hay continuas referencias a
ello. Ellos dicen “los cielos” porque no es uno sino que son las ocho esferas.
Pensemos un poco. Platón vivió ochenta años; Sócrates setenta y porque le
dieron la cicuta; Sófocles vivió noventa años, Petrarca setenta, el padre de Petrarca se
muere a los cincuenta y pico, pero su bisabuelo vivió ciento cuatro años. Si yo no moría
al nacer, la mortalidad infantil era muy alta (como era acá cuando llegaron los
inmigrantes a principios del veinte, que tenían trece hijos pero se les morían ocho),
podía sobrevivir. De hecho, Poggio Bracciolini, al que vamos a ver después, dijo que
tenía cinco hijos y que, por suerte, no se le murió ninguno. Que no se muriera ningún
hijo era raro. Primero, había que superar la mortalidad infantil. Después, si venía la
peste, había que cuidarse que no te agarrara y además no ir a la guerra y, si tuviste que
ir, que hubieras podido sobrevivir. Si pasabas eso eras de hierro. Era gente que superó
condiciones netamente desfavorables y logró sobrevivir. De algún modo, estas seis
edades de la vida están construidas pensando o apoyándose en algunos casos longevos
de los que se tenía noticias; igualmente esto era poquísimo pensando en lo que vivió
Abraham, 175 años, y ni hablar de Adán, algo así como novecientos treinta años. Al
lado de eso, la especie humana estaba rumbo a la desaparición y la naturaleza casi no
tiene energía dentro de la visión de esta época.
Les iba a hablar un poco de cuándo es que aparecen estas edades, sobre todo las
edades históricas, estas seis edades que mencionamos. Viene de antiguo; voy a dar
algunos nombres que vamos a retomar más adelante, sobre todo en relación con el texto
de Alberti y los dioses antiguos y el dios cristiano, etc. Voy a dar un par de fechas,
simplemente, para que nos ubiquemos un poco históricamente, sin ir más allá de lo que
está planteado acá. Constantino es emperador entre 306 y 337 D. C. y va a legalizar la
religión cristiana a partir del “Edicto de Milán” en el 313. Legalizar quería decir que no
era una religión prohibida; a diferencia de antes, en que había persecuciones,
proscripciones, se decía que eran ateos, etc. Con este edicto se afirma que es lícita y
puede convivir con las otras expresiones religiosas de ese momento, Constantino no va
a prohibir los cultos paganos, como se va a decir después. Eso va a venir luego, en
época más cercana a San Agustín, que es cuando se plantea que solo puede existir el
cristianismo. Constantino lo que dijo fue el cristianismo también. Según Petrarca, acá
comienza parte de un desastre. Parte de esos “mil de años de oscuridad” están rodeando

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la aparición de Constantino y la invasión de los bárbaros que llega muy poco después,
con la consecuente caída del Imperio Latino de Occidente. Ligado con este “Edicto de
Milán” y con esta posibilidad de que el cristianismo sea legal, Constantino va a
proponer dejar Roma, que estaba llena de sangre cristiana, y fundar una nueva Roma:
Constantinopla. Esta va a ser el centro del Imperio Romano de Oriente, de Bizancio,
que recién va a caer en 1453. Dura muchísimo más, llega hasta el Renacimiento.
Constantino traslada la capital del imperio con lo cual Roma deja de ser la sede del
emperador. Va a llevar un tiempo hasta que Roma sin el emperador caiga pero va a caer.
Dos fechas más. La otra fecha importante es la del Concilio de Nicea que es del
325. Este concilio, de alguna manera, fue promocionado por Constantino y lo que
intenta el emperador es que todos los teólogos y todas las ramas del cristianismo, en ese
momento eran muchas, se pongan de acuerdo en algunos puntos fundamentales del
dogma para solucionar las diferentes tensiones que había entre las distintas ramas.
Estaba el arrianismo y un montón de otros grupos. A partir de este Concilio de Nicea
empieza a aparecer con fuerza la idea del cristianismo o del mundo cristiano.
Eusebio de Cesarea nació en Cesarea que, actualmente, está a cincuenta
kilómetros de Tel Aviv y en aquel tiempo estaba en la provincia romana de Palestina.
Constantino, hacia el 323, se va a empezar a apoyar en Eusebio, obispo de Cesarea, y en
algunos otros para ir desarrollando toda esta estrategia que culmina en el Concilio de
Nicea de 325. Eusebio de Cesarea, entre otras cosas, va a escribir una crónica desde los
orígenes, apoyándose en crónicas antiguas, pero a su vez va a escribir una historia
eclesiástica. De ese modo, dicen algunos, aparece el primer modelo que vamos a ver
desarrollado acá y concretizado, aunque en parte, pues lo que tenemos en la Crónica de
Nüremberg después de la aparición del cristianismo es más que una historia eclesiástica.
Sin embargo, podemos decir que con Eusebio de Cesarea comienza esta división en seis
edades y que, con modificaciones y agregados, va a ser retomada por siglos, por
ejemplo, ya por San Agustín y San Jerónimo que están un tiempo después, entre fines
del siglo IV y principios del siglo V. De estos autores vamos a hablar porque ellos
asisten a la caída del Imperio Romano de Occidente y ahí se construye toda una
filosofía de la historia o una teología de la historia, con San Agustín, que vamos a
comentar a propósito de algunos de los textos que vamos a ver.
Sigamos con la crónica. Hasta acá vimos el espacio y el tiempo a grandes
rasgos. ¿Cómo empieza a contar la historia y qué aparece?

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Aquí tenemos el nacimiento de Eva a partir de la costilla de Adán. Después el


fruto, el texto bíblico no dice manzana, la tradición ha ido incorporando la idea de la
manzana. Aquí aparece la serpiente y aquí la expulsión del paraíso, se van murallas
afuera. El paraíso está pensado, en realidad, como una ciudadela. Hoy nosotros lo
pensamos al revés: como un bosque, un lugar abierto, lo más alejado posible de la
ciudad de Buenos Aires. En cambio, allí ir al bosque era ir a caer en la nada o, mejor
dicho, ir a un lugar lleno de peligros. La ciudad, en cambio, muchas veces era un lugar
de refugio, de tranquilidad. Parte de las imágenes nos están hablando de esto. Igual
vamos a ver que hay gente cansada de la ciudad, Petrarca entre otros, y la alabanza de la
vida campestre ya viene desde la antigua Roma que tenía un millón de habitantes. De
todas maneras, las ciudades, los feudos con los burgos alrededor, siguen siendo zonas
donde el hombre puede refugiarse.

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Posteriormente, a la expulsión, viene el relato del nacimiento de Caín y Abel.


Acá ya aparece el hombre trabajando con el sudor de su frente, la mujer pariendo con
dolor, el hecho de que se matan animales. En el texto bíblico, al principio, se alude a
que solo se comerían vegetales y considera el paso a convertirse en sujetos carnívoros
como otra suerte de caída. La otra imagen que aparece acá, y que es algo presente en
toda la crónica, son los árboles genealógicos. Aquí está Adán y acá Caín. Con su mujer
hace un ofrecimiento de espigas, él es campesino y es el primogénito. Del otro lado está
Abel con su mujer ofreciendo un cordero porque es pastor. Vemos un enfrentamiento
entre el pastor y el campesino, el agricultor. Este enfrentamiento es antiquísimo. En la
literatura argentina, Florencio Sánchez, en La gringa, a principios del siglo XX,
representó ese enfrentamiento entre el gaucho, el pastor, por decir así, y el inmigrante
italiano que llegaba y que era agricultor. Acá se da este enfrentamiento, dado, además,
porque Dios prefiere el sacrificio de Abel al de Caín. Caín, entonces, no tiene mejor idea
que matar a Abel. Como consecuencia, Caín es expulsado. Después de Caín y Abel,
viene Seth. Si uno sigue la tradición hebrea, en realidad, con Seth se restituye ese desvío
que se había dado entre Caín y Abel y se retoma de nuevo una historia que no está
cayendo. Después de la caída de Adán y Eva, nacen Caín y Abel, Caín mata a Abel y

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con Seth todo esto se reencauza. Para el cristianismo, en cambio, la caída sigue
inexorablemente y hasta Cristo el hombre no se restituye. Hay una idea de pecado
original que aquí se hace presente. El árbol genealógico va a ir creciendo, está Enós,
todos personajes bíblicos, hasta que llegamos al diluvio porque el mundo va a ir
degenerando y Dios, en algún momento, va a querer terminar con lo que había hecho.
Lo va a terminar haciendo llover y matando a toda vida, salvo la que está en el arca de
Noé que acá se está construyendo.
Ahí terminaba la primera era y va a comenzar la segunda. Todo lo que ven acá
son monstruos que están sacados de la Historia natural de Plinio, de algunos textos de
San Agustín. El texto va a atribuir el origen de estos monstruos a esta suerte de
degeneración de la humanidad que, además, había mezclado a los hombres con algunos
ángeles y entonces había ido produciendo una suerte de raza degenerada que el diluvio
va a borrar. En esta otra imagen todavía están los monstruos y los hijos de Noé: Jafet,
Sem, Cam. Aquí está el mapa del mundo según Ptolomeo. Este era el mundo conocido
hasta ese momento.

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Posteriormente, comienza la tercera edad del mundo. Acá está Abraham que,
según dijimos, inauguraba esta tercera edad. Se van construyendo todos los árboles
genealógicos y se va hablando de los distintos personajes históricos, de sus acciones.
Es, literalmente, una historia ilustrada. En esta
tercera edad comienzan a aparecer los nombres
griegos: Prometeo, Atlas, Apolo, Júpiter. Son los
dioses antiguos pero aquí, en realidad, no están
como dioses. ¿Ustedes se imaginan a Júpiter con
esta cara? Uno se lo imagina, si piensa rápidamente,
primero desnudo. Este hombre tiene demasiada ropa
puesta para ser Júpiter. Es más, Apolo que es la
imagen de la belleza griega, tenemos la estatua de
Praxíteles y demás, está con la lira pero parece un
hombre del siglo XV, está con la ropa del siglo XV.
Ya empezamos a ver que hay un desfasaje entre las
imágenes de Apolo y Júpiter y las representaciones
que, por decir así, son anacrónicas. ¿Esta gente
sabía que era un anacronismo?
Ustedes tienen un texto de Greene que se
llama “Imitación y anacronismo” donde estudia
estos cambios de temporalidad. Según él, quien
empieza a vislumbrar esta noción de anacronismo es
Petrarca. Petrarca empieza a notar que entre los
antiguos y ellos hay un abismo irrecuperable, son
otra cosa. Acá hay una suerte de continuidad.
Además, lo que aparece dicho, en realidad, son
referencias históricas como si estos fueran hombres.
No se habla de ellos como dioses. Podemos pasar a
la página siguiente y aparece Ísis; acá está Job que
es tentado. Ísis era una diosa egipcia. Se dice que
antes de ir para Egipto se llamaba Io. Vamos a volver a estas imágenes y las vamos a
comparar con un cuadro del siglo XVI sobre Júpiter e Io. Algo pasó. Lo que se relata
allí, lo que se relata en el caso de Júpiter, son historias humanas, de grandes reyes, que

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han contribuido enormemente a la especie humana y por eso han sido reconocidos pero
que son hombres. Es decir, de algún modo, se leen estos antiguos relatos de los dioses
como una suerte de exaltación que parte de algún personaje histórico memorable que,
posteriormente, fue divinizado y adorado como un dios. Uno se pregunta cuándo
empezó esto; este desencantamiento de los mitos, esta descreencia en esos relatos de los
antiguos dioses y la certeza de que esos mitos no se referían a dioses sino que eran
deformaciones o, si se quiere, fábulas a partir de figuras históricas concretas. En
realidad, esto empezó en la misma antigüedad.
Evémero que habría vivido entre 330 y el 250 A. C. escribió un texto, hoy
perdido, donde va a afirmar que encontró la tumba de Zeus. A partir de allí, a partir de
que, cuando era chico, escuchó de las victorias de Alejandro Magno, va a hacer un
planteo interesante. Alejandro Magno fue un joven que conquistó gran parte del mundo
conocido en ese momento y que en Babilonia será reconocido como un dios. Ahí tenía
Evémero ya núcleo de la historia: un hombre que hizo cosas increíbles, casi como
Hércules o Aquiles, había sido tratado, en su final, como una divinidad. Entonces,
cuando encontró la tumba de Zeus (¿habrá inventado este hallazgo?), confirma que
siempre hubo de ser así. Los dioses, en realidad, han sido divinizaciones a partir de
figuras históricas que han contribuido enormemente a la humanidad. Piensen en la
época en que Evémero dijo esto. Además, esto lo vamos a ver en distintos textos, tanto
en los de Erasmo como en los de Alberti. La filosofía, ya desde antes había atacado a
esos dioses de lo poetas, por llamarlos así; esos dioses de los que hablaban Sófocles,
Esquilo. Esos dioses eran atacados por Platón; Heráclito dijo que Homero mentía. Hay
una contradicción entre la visión filosófica y la visión poética de los dramaturgos, hay
un enfrentamiento entre ellos en la Antigüedad. Aunque estas distintas teologías de los
filósofos, de los poetas, de los sacerdotes en los cultos, de algún modo en la propia
Antigüedad conviven. De eso habla San Agustín en la Ciudad de Dios y nos vamos a
meter en eso.
Esta idea de historizar a los dioses es antigua, pero hay otras ideas ligadas con
esta entrada filosófica o con esta aparición de la filosofía como un modo diferente de
pensar. Tenemos, por ejemplo, un texto como el de Cicerón (De la naturaleza de los
dioses) que fue muy conocido durante el Renacimiento y la Edad Media. Después
vamos a ver algunos pasajes. Hay una parte, sobre todo, cuando habla un tal Balbo de la
visión estoica del mundo en donde se desliza, ya en el siglo I A. C., la idea de que los

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dioses eran hombres destacados que hacían estas cosas impulsados por una divinidad
que después era el nombre propio que se les daba, etc. Ahí está ya esa idea. También
está en Cicerón la idea de que estos dioses antiguos o estos relatos eran símbolos que
tenían que ver con determinadas alegorías respecto de las fuerzas de la naturaleza. Con
esto colaboraba la existencia de los planetas (Júpiter, Saturno) y esos dioses o esos
planetas influenciaban, según la astrología y según esa economía pagana de aquellos
años, en la vida de los hombres. Entonces, si se quiere, aparecía una posibilidad de
lectura alegórica de esos antiguos relatos griegos para leer una cosa diferente a la que
literalmente decían. Esto ya está en Cicerón. Indudablemente esto va a pasar al
cristianismo y vamos a ver cómo. Así aparecen humanizados los dioses y las historias
que se nos relatan de ellos a nivel humano.
Veamos otras cosas. Aquí aparecen Hércules, Héctor, Agamenón, París, Helena,
Menelao. Acá está el trío: este rapta a Helena y viene la guerra de Troya. Menelao es el
hermano de Agamenón, París es el hermano de Héctor y Aquiles es quien mata a Héctor.
Todo eso está contado ahí, se transcribe parte de La Ilíada. Como estaba trascripto parte
del Génesis se empiezan a filtrar estas cosas y todo eso es parte de la historia de la
humanidad. Todo esto muy articulado. El momento histórico en el que yo empiezo a
articular todo eso tiene que ser muy impresionante ya que se da, en principio, en la
Antigüedad. Armar una historia a partir de distintas historias escritas por distintos
pueblos no es fácil. Articular todo eso como una suerte de historia general no es
sencillo.
Acá tenemos, de nuevo, a Prometeo. Acá comienza la cuarta edad del mundo.
Vamos a encontrar a Salomón, ya apareció la figura de David. Acá ya aparece Roma.
Acá se ven unos desnudos. ¿Son esculturas o personas? Tuvieron que poner unos
desnudos para que pareciera Roma, aunque pusieron a Júpiter tan encapuchado, de
entrada. Acá tenemos el Coliseo, se dice ahí; acá tenemos una columna y unos arcos
parecidos al Hospital de los inocentes que construye Brunelleschi en Florencia. Hay
construcciones que hacen dudar sobre su pertenencia a la Roma antigua. No hay una
noción de tiempo histórico como la que tenemos nosotros y esto no está representando
una realidad como pedimos nosotros de una foto periodística o cuando vamos a la
enciclopedia y tenemos la foto de Roma. ¿Cómo funcionaba esto? ¿Era una simple
distracción? ¿Que hubiera imágenes para que no tuvieran que leer tanto? ¿Qué
justificaba la utilización de estas imágenes? Imágenes muy bellas pero que tienen un

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modo de representación muy diverso al que nosotros hoy pensaríamos. Esto es Génova
en la antigüedad. La forma en que hoy pensamos empieza a aparecer en el
Renacimiento. Acá tenemos la destrucción de Jerusalén en el año 70. Los romanos van a
borrar Jerusalén del mapa y hasta el siglo XX los judíos no van a constituir un Estado en
esa tierra. Acá está el momento del incendio de Jerusalén. Si uno mira, hay algunos
edificios que confunden, que son raros en función de la Jerusalén de ese tiempo, pero
además confunden algunas otras cosas.

Yo veo acá un incendio y aparece esta gente que está de espaldas al incendio,
como no viendo que se está cayendo todo. Es una parejita que está caminando,
distraídos, ¿unos enamorados acá? ¿Quién hizo esto? Esto pasa en las imágenes y
también en los textos. En los textos uno a veces va proyectando el presente y no se da
cuenta que hay una distancia histórica. Tenemos que hacer esa distancia histórica.
Acá lo vemos: el tipo miraba el cielo y veía otra cosa. Vemos el mapa y no tiene
nada que ver. Vamos a las imágenes y esto qué es. Nos vamos a encontrar con que el
espacio-tiempo y la historia de ese espacio-tiempo tiene diferencias, aunque también
similitudes como vamos a ver. También a veces se hacen las mismas preguntas; la gente
se muere, ama, quiere justicia y verdad, y eso permite que conversemos con esta gente.
Eso sigue estando en aquella época igual que hoy, pero hay respuestas y modos de
comprender que son diferentes. Tratando de entenderlos a ellos posiblemente nos
comprendamos un poco mejor a nosotros.
Estamos en la quinta edad. Acá está Safo; aparecen filósofos como Anaxágoras,
Empédocles. Vemos que se van a agregando a los reyes; ya había aparecido Homero y
aparece Sófocles, aparece los filósofos. Vamos viendo el criterio de selección de la
gente que tendría que aparecer en esta suerte de historia del mundo desde los inicios
hasta su final. Aparecen unos pintores de un modo distinto a como uno los imaginaría.
Acá tenemos a Platón, también uno se lo imagina de un modo diferente, pero quiero que
recuerden esta imagen. Junto a la imagen un texto que habla de Platón, lo mismo ocurre

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con Aristóteles.
Ahora comienza la sexta edad que es la última. Vemos el nacimiento de Cristo,
Jesús en el templo, el bautismo, la crucifixión. Acá tenemos la conversión de San Pablo.
Estos son los primeros martirios; acá está el martirio de Pedro, luego el de San Pablo. A
continuación de esos martirios, de repente, aparece la figura de Séneca que, como
sabemos, este filósofo contemporáneo a San Pablo, hasta el punto de que algunos
fantaseaban con que se hubieran conocido o carteado, se suicida.

Los estoicos tenían aprobada esa salida: si la cosa no


daba para más esa puerta estaba abierta. Eso no se daba en el
cristianismo pero sí en los estoicos. Séneca termina suicidándose
por causa de Nerón. Ya vamos a hablar de Séneca porque fue
continuamente citado por Petrarca y por muchos de los autores
que vamos a ver. La filosofía de Séneca estuvo muy presente en
los hombres del Renacimiento que, de alguna manera, vuelven a estas antiguas escuelas,
por fuera del platonismo o el aristotelismo; al estoicismo, el epicureismo, el cinismo, el
escepticismo. Van armando a partir de ahí otros derroteros y caminos.
Posteriormente tenemos, en otras imágenes, un concilio, un poco más adelante
va a aparecer el concilio de Nicea; acá aparecen los arrianos, los heréticos, que van a ser
condenados a partir de este concilio de Nicea. Con ellos Eusebio de Cesarea tenía una
ligazón pero se apartó a tiempo, digamos. Acá tenemos a Mahoma y un texto comienza
a contar la aparición de Mahoma. Mahoma se intercala con todas las figuras que
venimos viendo. Acá aparece Carlomagno, en algunas de las otras imágenes estaba
Arturo y se hablaba de Lancelot. También entró la literatura de Bretaña. Más debajo de
Carlomagno aparece Rolandus, el de La chanson de Rolland, llamado Orlando en el

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Orlando furioso de Ariosto. Esto es bueno


para ver la amplitud de lo que se plantea
allí. Acá hay un cometa; pensaban que los
cometas se producían, en realidad, a partir
del círculo de fuego.
Voy a pasar a lo último que vamos a
ver de aquí. De golpe aparece Dante.
Estamos mucho más acá y, como antes
aparecían los filósofos y los poetas antiguos, ahora aparece un poeta casi
contemporáneo, alguien que vivió hace un poco menos de doscientos años.
Planteándolo como alguien importante en esta historia que se está contando, en esta
enorme enciclopedia. A la vuelta de página nos encontramos con Petrarca (Franciscus
Petrarcha). ¿Qué aparece acá? La imagen de Petrarca, que resulta ser la misma que fue
utilizada para el retrato de Platón. ¿Será que tengo que entender que Platón y Petrarca
tienen algo que ver, que son parientes? ¿Será que se habían encargado algunas imágenes
y había que hacerlas rendir, para no encargar más al taller ese donde estaba Durero? No
sabemos, pero insisto en que tiene que ver con una concepción diferente de la
representación. Acá está Poggio Bracciolini y nuevamente la imagen se repite: la
imagen ahora de Poggio es la misma que la de Platón y la de Petrarca. Por algo yo
arranco con Petrarca y sigo con Poggio. Hay una relación evidente entre uno y otro.
Ocurre igual con otras imágenes, para los retratos de Héctor y Homero se utiliza
también la misma figura.
Antes de ir a Petrarca y Bracciolini, y ver un poco qué se dice de ellos, para
compararlo con los textos que elegimos leer, entre otras cosas, quiero mostrarles algo
que está después. Acá aparece Cosme de Medici, Lorenzo de Medici, personajes que
vamos a ver después. Esta es la séptima edad del mundo. Acá está la aparición del
Anticristo, el demonio, y la gente confundida. Acá este hombre está siendo tentado.
Recuerden esto. Nosotros vamos a ver el Elogio a la locura de Erasmo y vamos a
hablar de un texto del alemán Sebastián Brant que se llama La nave de los necios. Ahí
aparecen, en esa época, un montón de representaciones de la locura; de algunas de ellas
habla Foucault en la Historia de la locura, libro que arranca en el Renacimiento. Vamos
a ver imágenes similares a esta de las tentaciones y de este hombre tironeado por estos
monstruos como imagen de la última resistencia racional a la locura, como imagen de

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destrucción de todo lo conocido y lo humano. Simplemente, cosas que vamos a retomar


después, cuando nos vayamos metiendo, en este caso, en el tema de la locura que hizo
furor en el siglo XVI.

Acá aparece la última edad, el juicio luego del Anticristo; aparece el final con
Cristo, la Virgen y supongo que San Juan. Aquí tenemos a estos demonios que se llevan
a los muertos para el infierno y estos otros van resucitando para ir al cielo. Esto
clausuraba, entonces, esa creación que Dios había hecho. Acá aparece el emperador
Federico III del Sacro Imperio Romano Germánico. Este es el Papa Pío II. En algún
momento dimos algún texto de Pío II antes de que se hiciera sacerdote; uno era una
comedia que traduje yo y que transcurría en un prostíbulo, para que se den cuenta del
tono, y después el otro es un relato sobre una historia de amor trágica. Eso antes de que
se hiciera sacerdote; luego hizo una carrera eclesiástica relámpago y llegará a Papa, algo
muy renacentista también. Veremos cardenales de veinte años como Giovanni di Medici
que va a ser Leon X y Lutero que va a decir que esta gente no tiene nada que ver con
Cristo. Ya vamos a ir viendo pero ahí están los Borgia, etc. César Borgia contratando a
Leonardo da Vinci, por ejemplo. A todo ese mundo vamos a ir entrando. En la última
página una imagen de la muerte para terminar de reflexionar sobre en qué consiste
realmente la vida. Vamos a ver que en ese diálogo de Petrarca con San Agustín, el
Secretum de Petrarca, el personaje de Agustín le reclama todo el tiempo a Petrarca que
medite sobre la muerte, el “memento mori”, y el otro que le dice bueno, sí, esperá un

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poco.
Volvamos a Francesco Petrarca. Voy a leer algo de lo que se dice acá. Dice:
“Francesco Petrarca de nación etrusco, de origen florentino, y perteneciente a una
antigua familia honestísima que, a causa de que fue expulsada por una facción de la
ciudad, nació en el exilio, en Arezzo, en el verano del año de1304, día lunes en la aurora
del veinte de julio, con un ingenio en verdad sublime y apto para todo lo bueno y
salubre en relación con el estudio, especialmente pronto para la filosofía moral y para la
poesía. Su cuerpo, de joven, no le cupo muy vigoroso, pero le tocó que fuera elegante y
con espontánea majestad. De estatura un poco mayor de la media, bello rostro,
armónicos miembros, que en la senectud declinaron en un cuerpo gordo. Su color era
vívido entre cándido y moreno”. Nosotros vamos a arrancar la semana que viene con
Petrarca y ya una primera biografía de Petrarca es la de Bocaccio, amigo suyo, y él
mismo hace una autobiografías y cuenta su vida y hace de él un personaje. Mucho de
todo esto era tomado de lo que ya circulaba, en el siglo XV había vidas de Petrarca en
abundancia. Sigue: “y la vista fue por largo tiempo penetrante, sana, y hasta los sesenta
podía leer sin adminículos (sin anteojos) que por tener un cuerpo sanísimo pudo llegar a
la extrema vejez”. Después sigue una referencia sobre su coronación como poeta en el
Capitolio de Roma, por obra de Roberto de Anjou. Hace asimismo referencia a sus
estudios de abogacía diciendo que no va a llegar a recibirse y hacia el final cita algunos
textos que él escribió. Acá estarían los hits, por lo menos para Schedel, de Petrarca:
“Sobre el remedio de una y otra fortuna (voy a hablar de él aunque no lo vamos a ver),
Sobre el secreto de mis conflictos (este sí), Sobre la ignorancia propia y la de los otros,
dos volúmenes de epístolas, Libro de las cosas memorables, Africa (todo esto en latín).
Y en lengua materna, el libro de los Triunfos y muchos otros”. Dentro de los muchos
otros entra el texto que vamos a ver y que hizo que Petrarca fuera muy famoso, muy
tomado, pero sobre todo a partir del XVI. Recién en el XVI aparece el llamado
petrarquismo y aparece “La Pléyade” en Francia y Garcilaso de la Vega en España.
Todos empiezan a escribir imitando y emulando a Petrarca. Ese Petrarca no es el que
aparece en los textos latinos, el Petrarca que aparece acá. Empezamos a ver que hay
apropiaciones de Petrarca, posicionamientos frente a él, se toma esto y se descarta lo
otro, se lo reinventa. Todo eso es parte de lo que vamos a ir viendo.
Voy un segundo a lo que se dice sobre Poggio Bracciolini. Es una figura no tan
importante, no ha tenido la influencia que tuvo Petrarca. Hay que pensar que gran parte

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de su obra no está traducida y está en latín. Dice: “Poggius florentino orador


fecundísimo”. Vamos a ver esta figura del orador. Se alude también a que encontró una
versión completa de las Instituciones oratorias de Quintiliano durante un concilio. En
relación con esta capacidad retórica se dice que encontró a Quintiliano. Nosotros vamos
a ver una carta en donde relata ese encuentro con el manuscrito de Quintiliano. Dice
pocas cosas y una de las que dice es su carácter de gran descubridor de libros, que los va
sacando de monasterios o de lugares donde estaban como apartados, no atendidos, y los
va a tomar para copiarlos y hacerlos circular de vuelta y a partir de allí aparecen otras
posibilidades de textos, de comprensiones y de mundos. También alude al trabajo que
había realizado como secretario apostólico en la Curia. Él era laico pero trabajo mucho
tiempo con los papas. Eso le permitió viajar. ¿Qué textos se mencionan? Dice que tiene
unos discursos fúnebres y muchos otros discursos y el Liber facetiarum (ese lo vamos a
ver). Se lo ha traducido como Libro de chistes, lo cual no es una traducción muy feliz,
pero es difícil de traducir. Van a leer esos relatos breves y es difícil catalogarlos. Hay un
montón de cosas ahí mezcladas, no solo chistes, y el libro fue un gran éxito de Poggio
Bracciolini. Se tradujo a muchos idiomas y él lo escribió en un latín que mezcló con
palabras en italiano y apuesta a la risa. Dentro del programa está en relación con el
Decamerón de Bocaccio, pero desde otro lugar. Lo otro que menciona la crónica son las
epístolas, de las que vamos a ver tres. Es enorme la colección de cartas de Poggio
Bracciolini, pero vamos a ver tres. Creo que si buscan un poco en Internet pueden
encontrar a este Liber Chronicarum.
Ahora quisiera mostrar algunas cosas del otro texto que después voy a retomar la
semana que viene. Recién mencionábamos a Petrarca y acá tenemos el Códice
Virgiliano o Virgilio ambrosiano, llamado así porque desde el año 1600 está en la
Biblioteca Ambrosiana de Milán. Estas imágenes son fotos
mías de un ejemplar facsímil de 1930 que está en la
Biblioteca Nacional. El manuscrito es en pergamino y no en
papel. Estábamos antes en 1493 y ahora lo que está dentro
de este libro lo ha escrito un copista hacia 1320 más o
menos, aunque hay distintas teorías. Lo que estamos viendo
es el folio de guarda, la tapa. Nuevamente es un in-folio,
con el mismo tamaño que el otro, 41,5 x 26,5 y estaba
encuadernado. En este texto está el poeta Virgilio con las

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Bucólicas (fols. 2r a 16v), las Geórgicas (fols. 16v a 52r), y la Eneida (fols. 52r a 233r).
Con las Bucólicas tenemos el canto de los pastores enamorados; las Geórgicas es una
alabanza de la labor agrícola y la Eneida es una épica que, de alguna manera, surge de
la refundición y la recreación de la Ilíada y la Odisea en tiempos del emperador
Augusto. Si uno va más adelante, por ejemplo, cuando empieza la Eneida, el texto de
Virgilio está contorneado por el texto de alguien que se llamó Servio Mauro. Servio
Mauro fue un maestro y gramático latino del siglo IV y V, la época de San Agustín y
San Jerónimo. Hizo un comentario de Virgilio. Acá tenemos un comentador, un crítico
literario, que hace una suerte de síntesis de lo que han sido las interpretaciones antiguas
sobre qué se debe leer o no leer a partir de estos textos virgilianos. Este manuscrito es
un libro por encargo y no hay otro que este, fue copiado a mano por alguien. En este
caso hay una sola mano. Tenemos a Virgilio y a alguien que lo comenta cuatro siglos
después, pero no es lo único que hay en el texto. Más adelante está la Aquileida de
Estacio, también con comentario, de folios 233v a 248v. Hay cuatro Odas de Horacio
con escolios (fols. 249r a 250v). Dos comentarios al tercer libro de la Ars Maior que es
la gramática mayor de Elio Donato, quien vivió a mediados del siglo IV en Roma. Elio
Donato es un tipo contemporáneo de Servio Mauro y esta Arte mayor es uno de los
textos centrales a partir de cuales se enseñó latín durante toda la Edad Media. Era un
texto muy conocido en la época. Nosotros vamos a ver un texto de un humanista que se
llama Valla, Las elegancias, que justamente es un intento de hacer un Manual de
gramática o trabajar con la gramática latina de una manera distinta a la que se venía
haciendo con Elio Donato desde hace mil años. Esto pasó mucho en el Renacimiento
aunque no del todo porque seguían escuchando lo que se había hecho antes, pero
querían avanzar hacia nuevos horizontes.
Este texto habría pertenecido a Petrarca, se sabe esto, entre otras cosas, porque
tiene anotaciones en los márgenes que son de Petrarca. Los que estudian la grafía y
comparan las letras saben que esto es de Petrarca. En el fondo, este libro es una especie
de tesoro para entender cómo Petrarca entendía la literatura; todos los textos que están
acá adentro son literarios o ligados al quehacer literario. Vamos un minuto a la imagen
que estaba a la entrada.

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Quién hizo esta imagen fue


Simone Martini, un pintor que es
ubicado en lo que se llamó el “gótico
internacional”, en los siglos XIV y
XV, que se hace amigo de Petrarca en
Aviñón. Petrarca vivió casi hasta los
cincuenta años en Francia y desde
muy chico. Entonces, Petrarca le pide
que le ilustre este texto. Petrarca,
incluso, menciona a este pintor en dos
poemas del Cancionero en donde se
alude a una pintura que habría hecho
de Laura. No sabemos si es una
metáfora de la pintura del interior o es
en realidad un cuadro. Esto se discute
enormemente y no sé si alguna vez se va a poder llegar a algo. En este caso se está
ilustrando lo que va a venir después. Se supone que este que se encuentra acá es
Virgilio; este sería Servio Mauro que está explicando; esto sería la Eneida, esto la
Geórgicas y estas las Bucólicas.
Aquí está la marginalia que les mencioné. Aquí está el texto de Virgilio, aquí lo
de Servio Mauro y aquí al costado lo de Petrarca. Un poco más adelante, dentro del
mismo comentario de
Servio Mauro al
inicio de la Eneida,
aparece una frase que
dice: “Petrus parentis
florentinus qui hoc
modo volumen
instituit”. Este es el
comitente, quien
encargó el libro.

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De golpe, en medio del comentario de Servio Mauro, el copista, de alguna


manera, pone aquí quien le habría encargado el texto. ¿Quién se dio cuenta de esto? El
primero que lo señaló fue Remigio Sabbadini en 1930. Él descubre esta referencia
mientras buscaba otra cosa. En realidad, estaba editando a Virgilio y le interesa ver qué
se ha dicho sobre el texto, los comentarios que se han hecho sobre el texto, desde
siempre. Entre ellos le interesa particularmente lo que ha dicho Petrarca. Él está viendo
esta marginalia, entre otras cosas, para ver qué dice Petrarca de Virgilio y, en medio de
esas lecturas, él descubre esta referencia al que habría encargado el texto. Pensó de
entrada que era un tal Pietro di Parente que vivió en Florencia en el siglo XIII.
Posteriormente, Giovanni Mercanti, otro filólogo, va a plantear la hipótesis de que este
Pietro di Parenzo florentino es Petracco di Parenzo, el padre de Petrarca. Va a empezar
todo un trabajo filológico para determinar si esto es así o no. El autor que ha
demostrado que esto es así es posterior y se llama Billanovich, que apoya esta idea de
que aquí se habla del padre de Petrarca, que él es el rico comitente junto con su hijo. El
padre fue un rico hombre de negocios, un notario, y el muchacho estaba estudiando
abogacía en Bolonia y allí, en un momento, entre 1321 y 1325, se habría encargado este
libro y Billanovich imagina que el contenido fue un diseño del mismo Petrarca.

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Billanovich va a decir que este texto es raro. Es raro para la época. Dice que,
primero, es muy caro. Que sería muy extraño que fuera de Florencia, como se pensó
primero, porque no había en Florencia, en ese momento, ese tipo de libros y él piensa
que es posterior al “dolce stil novo” en unos treinta años. Él cree que está copiado por
un copista que habría pertenecido al círculo de notarios y prelados de la curia papal.
Ustedes saben que la sede papal que estaba en Roma se va a trasladar a Aviñón durante
el siglo XIV y por casi setenta años. La familia de Petrarca, por su parte, expulsados de
Florencia en la misma época que Dante, luego de recalar en Arezzo (donde nació
Francesco) termina en Aviñón. Entonces, estando el padre en Aviñón y el hijo en
Bolonia le pidió que le hiciera este libro. El padre se lo habría encargado a un viejo que
escribía de una manera anterior a 1320 y pico. El copista sería probablemente un
toscano, un italiano del centro, un viejo del siglo XIII en esta ecuménica Aviñón. Según
Billanovich, el Virgilio Ambrosiano tiene la letra que se usaba para los misales o los
salterios, para la Biblia o los códices litúrgicos; reproduce, en su aspecto externo e
interno, a los libros más nobles de la universidad que eran los de la teología, los dos
derechos (civil y canónico) y la medicina, pero nadie gastaba esto en un libro de
literatura.
Luego vamos a ver bien qué se estudiaba en las universidades. Uno entraba a la
universidad y estudiaba las sietes artes liberales. La parte lingüística era gramática,
retórica y dialéctica. No se estudiaba historia o literatura. Se las usaba para aprender
gramática o retórica. El hecho de poner tanta plata en un texto que fuera todo literario
habla de alguien que está buscando otras cosas. De hecho los “studia humanitatis” o
esto que se ha dado en llamar “los humanistas”, acabarán consolidando un nuevo campo
disciplinario consistente en cinco materias donde, además de la retórica, la gramática y
la filosofía moral, van a ocupar un lugar central la historia y la poesía (literatura). En
otras palabras, aparece una primera conformación de la especialidad en Humanidades,
algo que, según muchos, habría comenzado con Petrarca. Una disciplina como la
literatura que no existía de golpe va a aparecer y acá podemos ver parte de esa aparición
en un objeto mismo.
Me voy a demorar ahora en algo que está en la tapa. Acá Petrarca fue
escribiendo cosas ajenas a lo que está adentro y parece demostrar, además, que ese texto
era muy apreciado por él porque va a escribir cosas muy íntimas. Entre ellas, uno se
encuentra con lo siguiente. Voy a leer uno de los pasajes. “Nuestro Juan, hombre nacido

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para mi pesar y mi dolor, por quien vivo he sufrido preocupaciones graves y perpetuas,
pero que muerto me ha herido con agrio dolor. Este, que pocos días había vivido su
vida, con muerte violenta murió en el año 1361, a los veinticinco años de edad [...] El
rumor me lleva a Padua al atardecer”. Este era su hijo, uno de ellos. Aquí escribe una
suerte de obituario. Uno sigue leyendo y son todos muertos queridos. El libro es un
objeto muy preciado, muy caro, muy difícil de conseguir, que se regalaba como un
tesoro, y aquí va poniendo estas frases sobre sus muertos queridos.

Si uno da vuelta esta página de tapa se encuentra con esto: otro obituario. En
este libro, entonces, que tiene a Virgilio, que tiene los comentarios de Servio Mauro,
que tiene a Horacio, que tiene a Estacio, una especie de síntesis literaria de la
antigüedad, cuando doy vuelta la página de tapa me encuentro con Laura, con un
párrafo en latín dedicado a su amada Laura. Leo: “Laura, ilustre por sus propias virtudes
y largamente celebrada en mis poemas, apareció por primera vez ante mis ojos en el
primer tiempo de mi adolescencia en la iglesia de Santa Clara de Aviñón, en el año de
1327 de nuestro Señor, el seis de abril durante el primer servicio religioso de la mañana.
Y en la misma ciudad, en el mismo mes de abril, en el mismo sexto día, a la misma hora
del año de 1348, su luz fue separada de esta luz, cuando yo casualmente me encontraba
entonces en Verona, ¡ay! ignorante de mi desgracia. Pues, el infeliz rumor me llegó -
estando en Parma- por una carta de mi Ludovico, la mañana del diecinueve de mayo.
Aquel cuerpo castísimo y hermosísimo fue sepultado en el cementerio de los frailes
menores. Ciertamente, estoy persuadido de que su alma, como dice Séneca del Africano,
ha vuelto al cielo de donde era. Con la acerba memoria de ello, en parte dulce y en parte
triste, me he decidido a escribir esto en este lugar, que seguido cae bajo mis ojos, a fin
de que, tanto por su frecuente consideración como por la meditación sobre la fugacidad
de las horas, pueda recordar que ya roto el lazo mayor (la presencia de Laura),
ciertamente nada hay que me pueda en esta vida placer y es tiempo de huir de esta

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Babilonia (metáfora del mundo), cosa que será fácil, gracia de Dios mediante, si medito
viril y vivamente sobre las vanas preocupaciones de los pasados tiempos, sus inútiles
esperanzas e inesperados resultados”. Llegamos a las puertas del Cancionero. Esto lo
habría escrito en el momento de la muerte de la Laura. Hasta la próxima.
(Esta desgrabación fue revisada por el docente a cargo de la clase.)

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