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El secreto de las siete semillas de

David Fishman

CAPITULO 3:
Había pasado ya un mes que Ignacio sembró la semilla que le dio el maestro y
esta vez sí empezó a germinar una planta muy pequeña con hojitas verdes; ya
que Ignacio la cuido muy bien. Durante ese tiempo Ignacio había tratado de
estar muy consciente de sus emociones, pero trabajaba aún en controlar sus
conductas agresivas y esperaba con ansias volver a ver al maestro.
Llegó el día de reencontrarse con el maestro. Primero fue a su oficina y de
pronto recibió la llamada de su sectorista y ella le comentó que su pedido de
refinanciamiento había sido rechazado por la mala calidad de los documentos
presentados y todo esto se debía a la incompetencia de Gustavo. Ignacio
estaba muy molesto porque su empresa necesitaba con urgencia ese dinero.
Es allí donde va en busca de Gustavo para recriminarle lo que había sucedido,
empieza a gritarle y a tratarlo super mal hasta que de pronto hace una pausa y
recuerda que estaba haciendo lo mismo que su padre agrediendo a alguien
inconscientemente. Se sentía con pena por haber agredido así a Gustavo; pero
a la vez sentía un leve regocijo por haber tomado conciencia a tiempo para
disculparse con Gustavo.
Ignacio salió rumbo a la casa del maestro, cuando llegó le contó todo lo que
había pasado, el maestro lo escuchó atentamente y luego de un rato le dijo: –
La enseñanza de la primera semilla era el autoconocimiento –El maestro le dijo
a Gustavo que ahora era más consciente de sus comportamientos neuróticos y
que le tomaría tiempo lograr controlarlo. El maestro le empieza a explicar de
muchas cosas que desconocía Ignacio y le enseño una técnica de meditación,
la técnica era sentarse cómodamente y repetir mentalmente por 15 minutos
una palabra, así poco a poco tendría una mejor concentración. Ignacio al
practicarlo sintió una sensación de felicidad por poco tiempo, pues esta
sensación lo animó a practicar diariamente en la mañana y en la noche. Ignacio
tenía que presentar su empresa a un cliente potencial, para esto preparó una
presentación audiovisual en computadora y el técnico que debía encargarse de
la instalación de los equipos no había hecho el trabajo, así que esto le
preocupó mucho a Ignacio y empezó a gritar, pero se concentró en su
respiración y pudo calmarse. Se dirigió a la presentación con el técnico para
que instale los equipos y así él pudo tener una magnífica presentación que le
permitió captar al cliente. El maestro le enseño una nueva técnica y le entregó
otra semilla.
CAPITULO 4:
Cuatro meses después de la última visita al maestro la semilla había germinado
en un maravilloso rosal púrpura, Ignacio ahora se dedicaba a meditar y
aplicaba todas las técnicas que le había enseñado el maestro: la repetición de
la palabra, la concentración en la respiración y la disciplina corporal del Kriya
Yoga. Otra consecuencia de la meditación era que había aumentado su
carisma. Le iba mucho mejor en las relaciones interpersonales y en las ventas.
Ignacio se sentía más positivo y más en paz consigo mismo había cambiado
para bien. Su empresa estaba mejor, las ventas habían aumentado y estaba
pagando sus cuentas en los bancos. Era nuevamente respetado en el medio
empresarial. Pero el día que realizó una reunión para hablar sobre la mejoría
de la empresa, lo único que hizo fue elogiarse y cuestionar a sus empleados
diciéndoles - ¿Por qué no pueden ser como yo? – Yo hago lo que 10 personas
realizan en la empresa, cosas así por las cuales los empleados no sintieron
empatía.
Ignacio fue a ver al maestro, al lugar que consideraba como su segunda casa y
le conto sobre que sus empleados se sentían descontentos y no sabía el
porqué, le comenzó a contar lo que había pasado y el maestro le explica que
fue por su ego. Ignacio consideraba al maestro como un amigo en el que podía
confiar. Entonces le preguntó al maestro como podía dejar de ser egocéntrico y
este le dijo que cada vez que medita quemaría una pequeña porción de tu ego.
Poco a poco irás reduciendo las conductas de tu ego, el maestro se puso de
pie y comenzó a recorrer lentamente la habitación, Ignacio notó que era la
primera vez que lo veía desplazándose. Se dio cuenta de que aquel hombre no
necesitaba hablar para transmitir sabiduría. Solo bastaba con observarlo para
percibir que era un ser espiritual superior. El maestro finalmente le dijo que
existía otra estrategia para reducir el ego, saco una nueva semilla y le dijo que
la plantara y que regresara cuando supiera que planta es.

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