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Sotelo, gracias K.

Cross
SUMMERTIME SNEAKOUT
ALEXA RILEY

Sotelo, gracias K. Cross


Para las noches de verano bajo las estrellas...

Sotelo, gracias K. Cross


La familia de Tia viaja con el circo, y en el momento en que pudo
alejarse de ellos, lo hizo. Al crecer como nómada, tenía su anhelo
de tener un hogar propio. Cuando encuentra Camp Hardwood,
es el lugar de sus sueños, y también está el hombre que despierta
todos sus oscuros deseos.

Van ha crecido en Camp Hardwood y planea tomar el relevo de


sus padres algún día. No ha pensado mucho en enamorarse, pero
una mirada a Tia y está haciendo planes para el futuro.

Advertencia: Escabullirse es la mejor parte del campamento,


pero es aún mejor cuando estos dos lo hacen. ¡Hay un montón
de ataduras de cuerda y comportamiento sumiso de ellos que te
desmayarás!

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Capítulo 1
TIA

— ¿Van y tú están haciendo lo sucio y no quieren decírselo a la


gente?— Piper pregunta mientras toma un bocado del burrito de
desayuno que le hice.
No tengo ni idea de cómo puede comer tanta comida de una sola
vez. Es más difícil mantenerla llena que algunos adolescentes que
andan por aquí. Empiezo a sospechar que ella y Van están en una
competencia silenciosa de quién puede comer más.
—No. — le susurro, y ella me da una sonrisa tímida.
Solo se burla de mí, pero no necesito que ese rumor ande por
ahí. Mi cara se calienta al pensar en tener sexo con Van, pero puedo
culpar de mis mejillas sonrosadas al horno caliente. No es que importe
porque Van probablemente piensa que así es como siempre me veo
desde que me ruborizo cuando está a menos de tres metros de mí. Es
demasiado guapo para su propio bien, pero me gustaría que terminara
ahí. Es dulce y encantador y básicamente todo el paquete. No sé por
qué sigue burlándose de mí, porque no lo hace con nadie más.
Tampoco toca a nadie más, así que me pregunto si está tratando de
ver lo rojas que pueden ser mis mejillas.
—Le está diciendo eso a la gente.
Muevo los ojos de la hoja de galletas a Piper. Ella balancea sus
piernas hacia atrás y adelante mientras va por otro bocado de su
burrito. Su otra mano se apoya en el pequeño bulto de bebé que
intenta esconder. No sé por qué, porque es pequeño y ese pequeño
bulto solo va a crecer. Especialmente al ritmo que está comiendo.
Las dos estamos solas en la cocina, pero Piper tiene una voz que
puede llevar.
Cuando solicité ser cocinera en Camp Hardwood pensé que
estaría en la cafetería principal. No tenía ni idea de que había dos
cocinas. La principal da de comer a todo el mundo, pero la segunda

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está en el alojamiento principal, donde el personal y los consejeros se
reúnen. Todavía ayudo en la cafetería principal si necesitan manos
extras, pero me trasladaron a la cocina después de mi primer día.
Preparo el menú semanal, pero a la Sra. Cyprus le gusto aquí. No me
quejo. En la cocina del personal hago comidas más complejas y me
tomo el tiempo de hacer dulces extra para todos. Me sorprendió la
confianza que me dio tan rápidamente. También es por eso que
necesito cortar de raíz este asunto con Van. Él es, después de todo, su
hijo.
— ¿Está diciendo eso?— Incluso yo puedo oír el tono alto de mi
voz mientras dejo caer la hoja de galletas sobre el mostrador.
Sé que Van ha estado yendo por ahí diciendo a la gente que
estamos juntos, pero no lo estamos. Todo comenzó cuando uno de los
consejeros, Jack, me invitó a salir mientras caminaba de regreso a mi
cabaña. Me quedé sorprendida por un momento antes de que Van
apareciera de la nada. Me pasó el brazo por encima del hombro y le
dijo a Jack que yo era suya. Asentí, pensando que Van solo me salvaba
porque sabía que era tímida y que Van es un hombre de bien. Siempre
hace lo correcto.
Sé que soy tímida y que todos los demás también lo saben. Mi
cara muestra cada emoción para que el mundo la vea, y después de
que Jack vio lo que pasó parecía enojado. Estoy segura de que se alejó
y encontró otra consejera con la que meterse porque siempre se está
enrollando con alguien. Van dejó caer su brazo alrededor de mi
hombro y dijo: te daré tiempo para que lo asimiles antes de alejarse. ¿Dejar
que lo asimile? No lo entendí entonces y sigo sin entenderlo. Pero sigue
diciéndoles a todos que estamos juntos y no sé qué se supone que
debo hacer con eso.
—No, solo quería ver tu cara. — dice Piper alrededor de una boca
llena de galletas.
—Eres una mocosa. — le digo, incluso mientras voy a uno de los
refrigeradores gigantes para traerle un vaso de leche.
Sé que no le diría a la gente que estamos teniendo sexo. Puede
que le diga a la gente que estamos juntos, pero no es un imbécil. No
es el tipo de hombre que va por ahí presumiendo de con quién se
acuesta, pero Jack lo haría. Además, estoy segura de que la madre de

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Van, Honey, le daría una paliza si se enterara de que ha dicho eso. Es
tan dulce como su nombre, pero la Sra. Cyprus muerde cuando lo
necesita. Es una madre osa no solo cuando se trata de su hijo sino
también de toda la gente que la rodea.
Le doy el vaso a Piper y me guiña el ojo. Ella y yo nos hemos
hecho muy amigas desde que nos emparejaron para compartir una
cabaña. Al principio me preocupaba que fuera tan introvertida como
yo, pero una vez que empezó a hablar no ha parado. Puede seguir y
seguir, pero no me importa. Me gusta tenerla para llenar el silencio
mientras cocino.
—Siempre te está observando. — me sonríe y asiento.
Lo sé porque no tengo que mirar hacia arriba para saber cuándo
está cerca. Puedo sentir sus ojos sobre mí y no puedo evitar
preguntarme qué piensa cuando me ve. No soy como las otras chicas
de por aquí. La mayoría de ellas están en forma y son atléticas y están
entrenadas para ser socorristas o guías de senderismo. Soy bajita y
curvilínea y puedo comer tanto como Piper cuando no me detengo. Ni
siquiera puedo estar al sol mucho tiempo o me quemaré hasta quedar
crujiente.
—Está siendo amable por lo que pasó con Jack. — le recuerdo a
ella y a mí. No soy realmente su chica.
—No, él está diciendo directamente a la gente que eres su chica.
Mi corazón palpita por ser cualquier cosa.
—Jack estuvo preguntando a Van sobre ti anoche. — Piper
sumerge su galleta en el vaso de leche y se encoge de hombros. —
Supongo que Jack te oyó decir que no estás con Van el otro día y
quería ver si podía golpearte.
Arrugo la nariz ante esa noticia, pero recuerdo haberla dicho. Se
lo grité a Van delante de su madre, pero solo estábamos el Sr. y la Sra.
Cyprus, Piper, Van y yo en la cocina en ese momento.
Jack debió estar lo suficientemente cerca como para oírme o algo
así, pero para ser sincera, Jack podría haber estado en la misma
habitación que Van y no me habría dado cuenta. Cuando Van está
cerca, es en lo único que puedo pensar.

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— ¿Y dijo que yo era su chica otra vez?— me cubro.
Decir esas palabras en voz alta me hace cosas en las que no
debería pensar. Puede que sea tímida, pero mi mente está más sucia
que cualquiera que haya conocido. Pienso en el sexo todo el tiempo y
en las cosas sucias que quiero que Van me haga. Hay tantas cosas
que nunca podría decir en voz alta, pero mis libros perversos me dan
fantasías que tienen vida propia. No puedo controlarlas, y como dije,
Van es dulce. No creo que le guste hacer todas las cosas sucias que
imagino que haría, pero está bien. Estar con un chico dulce que me
trata bien es suficiente. ¿Verdad?

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Capítulo 2
VAN

—Dios, necesito una mamada.


Miro a Jack y pongo los ojos en blanco mientras se rasca la
entrepierna.
—Jódete, monaguillo. Apuesto a que nunca has tenido una.
Está tratando de provocarme y no lo acepto. El pasatiempo
favorito de Jack es abrir la boca. Su segundo favorito es irritarme.
—Una vez que te mojas la polla no hay vuelta atrás. — Se inclina
hacia atrás en la silla y pone las manos detrás de la cabeza como si
quisiera broncearse.
Quiero decirle que todos sabemos que nunca pasó de la primera
base y que lo más cerca que estuvo de mojarse el pito fue cuando se
orinó encima en el buceo de altura. Pero decirle eso solo lo enojaría y
causaría una pelea. No estoy de humor para su mierda hoy pero
tampoco estoy listo para patearle el culo.
Jack es un nuevo empleado que mis padres recogieron por
recomendación de otro consejero. Ha sido bueno con la preparación
para la vida salvaje y la búsqueda de caminos, pero sobre todo porque
puede hacerlos en solitario. Tan pronto como elude a los otros
consejeros masculinos, se jacta de todas sus hazañas sexuales.
Tiene razón en que no he tenido una mamada. Pero eso no me
hace tan inocente. De hecho, mantengo la boca cerrada al respecto
porque las cosas que quiero hacer no son nada de lo que quiero hablar
para que existan. Algunos de los impulsos que siento es mejor no
decirlos y mantenerlos en los rincones oscuros de mi mente.
Instantáneamente la imagen de Tia inclinada con las manos
atadas a la espalda llena mi mente y tengo que apartarla. Es tan dulce
e inocente que tendría que tener cuidado con ella. Se merece un toque

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suave de un hombre amable y puedo ser eso para ella. No importa lo
que mis impulsos me pidan que haga.
— ¿Revisaste las cuerdas?— Pregunto mientras engancho los
mosquetones a las bolsas del curso de cuerdas.
—Dos veces, y luego tenía un extra cargado en el camión.
¿Por qué no puede ser bueno en su trabajo y no un completo
imbécil sobre las mujeres? Ya he hablado con mamá sobre él varias
veces y tiene a alguien que viene a ocupar su lugar. Estamos
esperando a que termine su viaje al oeste antes de que pueda llegar
aquí. No puedo sacar a Jack de la propiedad de Camp Hardwood lo
suficientemente pronto.
Mientras pongo las mochilas en el camión pienso en Tia y me
pregunto qué está haciendo. Miro mi reloj y trato de calcular si tengo
tiempo de pasar por la cocina antes de llevar las mochilas al grupo de
escalada y luego recuerdo que tengo a Jackass conmigo. De ninguna
manera lo llevaré voluntariamente a ningún lugar cerca de ella.
Mi teléfono vibra y veo que es un correo electrónico sobre mis
clases en línea. La semana pasada, después de hablar con mis padres,
me inscribí en el programa de veterinarios en línea. Tuve suerte y me
aceptaron de inmediato porque puedo hacer mis horas clínicas y de
laboratorio en la ciudad. Estoy emocionado de poder no solo ayudar
en Camp Hardwood, sino también hacer algo que me encanta.
Siempre he sido el que se ocupa de los caballos y otros animales
que tenemos en la propiedad. Tenemos un par de docenas de pollos
que guardamos para los huevos, y algunos halcones que usamos para
entrenar con los niños. De vez en cuando tenemos algunos perros o
gatos callejeros que aparecen y les damos la bienvenida a la familia.
Pero en una rara ocasión tuvimos un puma que se acercó demasiado
al campamento. Moose nos ayudó con eso y no ha vuelto desde
entonces, pero me preguntaba cómo sería tratar a uno si llegara
herido.
—Lleva esto a Rocky Ridge. Voy a correr por los establos. — le
digo a Jack mientras cierro la parte trasera del camión.
—Saluda a Tia de mi parte. — deja caer casualmente mientras
camina junto a mí y se sube a la cabina.

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Quiero alcanzarlo y sacarlo por el cuello por decir su nombre,
pero está pateando la tierra y rasgando el camino antes de que pueda
detenerlo.
Estoy enojado no solo porque piensa en ella, sino porque tiene
razón. Sí, estoy usando el viaje a los establos como una excusa para
verla, pero ¿por qué no lo haría? Sé que piensa que estoy bromeando
cuando le digo a todos que es mía, pero no es una broma.
La primera vez que vi esos ojos oscuros, supe que no quería
mirar a ningún otro sitio mientras viviera. Entonces los pensamientos
de lo que le haría comenzaron a girar, a un lugar dentro de mí que no
sabía que existía.
Me subo al Gator y tomo el camino de los establos. En el camino
paso por la cocina de los empleados, y sin decirle a mis brazos que lo
hagan, hacen el giro hacia el área de estacionamiento. Salto y doy los
pasos de dos en dos como si estuviera entrando en un edificio en
llamas para salvar a Tia. Siempre hay esta urgencia de volver a ella
cada vez que tengo que estar lejos y me pregunto si eso se detendrá
con el tiempo. Si mis padres son un indicio, entonces no es probable.
Me detengo cuando llego a la puerta y la veo. Está sola, lo que es
raro, porque Piper suele estar ahí con ella, comiendo. Pero creo que
eso es lo que hacen las mujeres embarazadas, así que me sorprende
que no esté aquí ahora.
Me tomo un momento para mirar a Tia y ver su trabajo. Me apoyo
en el marco de la puerta y cruzo los brazos sobre mi pecho. Tiene un
gran tazón para mezclar delante de ella con una cuchara de madera y
algo que parece una masa de chocolate en su interior.
— ¿Ves algo que te gusta?— Tia pregunta sin mirar hacia arriba.
—Puedes apostar que sí. — Veo que sus mejillas se profundizan
a un tono escarlata y me pregunto si su trasero sería del mismo color
después de que lo azotara.
Me mira y juro por Dios que es como si viera directamente mi
alma. Me aclaro la garganta y me quito esos pensamientos mientras
camino hacia la cocina.
— ¿Dónde está Piper?— Pregunto mientras me muevo detrás de
ella y miro hacia abajo en el bol. — ¿Y qué estás haciendo?

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Oigo la sonrisa en su voz mientras se agita y me mira. —Se ha
ido a echar una siesta, y estos son los Brownies de esta noche.
—Ya huele tan bien. — Me acerco mientras pongo mis manos en
el mostrador a cada lado de ella. Respiro profundamente y capto el
aroma de vainilla y chocolate y me pregunto si a Tia también le gusta.
—Gracias. — Su respiración se detiene cuando sumerjo mi dedo
en la masa antes de llevarlo a mis labios.
Hago una comida con lamerlo para limpiarlo sin apartar los ojos
de los de ella. Por un momento estamos encerrados el uno en el otro y
puedo sentir la tensión sexual entre nosotros a punto de estallar. Pero
antes de que pueda decir una palabra, parpadea y luego pasa a mi
lado.
Agarra una sartén de un estante cercano y me da la espalda
mientras vierte la mezcla para Brownies en ella. —No deberías comer
masa cruda, te puede enfermar.
—Me arriesgaré a probar eso cualquier día de la semana. —
Cuando mira por encima de su hombro me encojo de hombros y
sonríe. —Y dos veces el domingo.
Agarro la botella de agua que tenía a su lado y tomo un trago
mientras se acerca a mí.
— ¿Solo dos veces?— sonríe cuando casi me ahogo con el agua
y sacudo la cabeza. Nunca antes me había hecho un comentario tan
atrevido y no lo vi venir.
— ¿Estás coqueteando conmigo?— Le levanto una ceja y se
encoge de hombros, poniendo el cuenco vacío en el fregadero. —No me
estoy quejando.
Me da la espalda mientras lava los platos y me pregunto si es
más fácil para ella hablarme de esta manera.
— ¿Por qué le dices a todo el mundo que soy tuya?
—Porque lo eres. — digo simplemente, pero no me mira. —
¿Quieres que me detenga?
No sé si podría, y no la haría menos mía.
—No. — Su voz es tan suave que casi no la capto.

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— ¿No?— Lo repito, no porque no la haya oído, sino porque
quiero volver a oírla.
Se da la vuelta y me sonríe y luego sacude ligeramente la cabeza.
— ¿Cuánto tiempo se cocinan esos?— Pregunto, asintiendo a los
Brownies.
—No se hornean, así que simplemente se guardan en el
refrigerador.
— ¿Así que me estabas tomando el pelo con los huevos crudos?—
Me gusta que me haya tomado el pelo.
—Tal vez. — Me guiña el ojo cuando toma la sartén y la pone en
la nevera.
—Si has terminado con eso, ven conmigo. Quiero mostrarte algo.
Extiendo mi mano y por medio segundo pienso que podría no
tomarla. Pero mi corazón salta en mi garganta cuando lo hace y la
acerco.
— ¿Adónde vamos?— pregunta mientras salimos de la cocina.
—A los establos.

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Capítulo 3
TIA

Esto es una mala idea, pienso para mí misma mientras veo a Van
atender el puesto. Me trajo aquí para ver a Sweetpea, el nuevo potrillo.
Estoy emocionada de verla pero sigo pensando en todas las cosas
sucias que Van y yo podríamos hacer aquí en el establo nosotros solos.
Intento concentrarme en Sweetpea y ver a Van cepillarla.
Siempre está aquí trabajando con los animales. Recuerdo el día en que
nació el potro porque me preguntaba dónde estaba Van. No había
pasado por allí esa noche para comer algo y, en mi estúpida mente,
pensé que quizá había salido en una cita o se había escabullido con
alguna de las otras consejeras. Había estado muy salada esa noche y
Piper se apresuró a señalarlo. Al día siguiente oí dónde había estado
y pensé que era muy dulce.
Acaricio al potro, un poco celosa de que ella sepa lo que es el
amor toda su vida. Miro a Van, que está acariciando al caballo mamá
y le está diciendo algo que no puedo oír. El caballo inclina la cabeza
hacia Van y le da un suave golpe en la mejilla. Aparto los ojos porque
mi mente va hacia él pasando esas manos sobre mi piel después de
que hice algo que le gustó. Dios, ¿qué me pasa?
Trato de concentrarme en el lindo potrillo que estoy acariciando.
Sé que solo un par de personas la han visto desde que Van no quiso
que nadie molestara a la nueva mamá y a su bebé. Ha sido protector
con ambas y me siento especial porque me trajo aquí.
—Hermosa.
Miro hacia arriba desde donde estoy sentada para ver a Van de
pie y mirándome. Tiene una cuerda en sus manos y me pregunto cómo
hace que las botas sucias parezcan tan calientes. Sus vaqueros,
también, por trabajar todo el día. Es sexy, pero todo en él lo es. Es
suave y dulce, pero un poco áspero en los bordes. Te juro que le veo
un brillo malvado en los ojos cuando piensa que nadie lo está mirando.

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No puedo entenderlo y me tiene por todas partes. Tal vez es mi
mente conjurando una pizca de esperanza de que él piense las mismas
cosas sucias que siempre están en mi cabeza. Que alguien ahí afuera
también tiene esos deseos. Aunque no como Jack. Su mente siempre
está en la cuneta y cuando pienso en hacer estas fantasías con
alguien, es solo para compartirlo con una persona. Estas sucias
fantasías son mi pequeño secreto que me gustaría compartir con Van.
Lo hace tan excitante que nadie sabría todas las cosas malvadas que
dejo que me haga y tal vez hasta suplique.
—Lo es. — estoy de acuerdo, tratando de concentrarme en el
potro.
No sé por qué, pero levanto la mano y toco la cuerda que tiene
en la mano. Paso mi dedo a lo largo de ella, sintiendo la textura contra
mi piel.
—Es adorable, pero estaba hablando de ti.
Mis dedos se detienen en la cuerda mientras mi piel se
estremece. Sé que ya me estoy poniendo rosa con el cumplido y no hay
ningún horno cerca al que culpar.
—Ahí está. — Puedo oír la sonrisa en su voz sin tener que mirar
hacia arriba. — ¿Sabes lo que me hace ese rubor?
Sacudo la cabeza. Odio que la gente pueda verlo tan fácilmente.
Afortunadamente nadie puede ver dentro de mi cabeza o pensarían
que soy una pervertida que solo piensa en el sexo. Bueno, sexo y
galletas.
Empiezo a soltar mi mano de la cuerda, pero antes de que pueda
parpadear me levanta del suelo y me pone de pie. No sé cómo lo hace
tan rápido pero mis manos están atadas frente a mí con la cuerda y el
aire en mis pulmones se queda quieto por un momento.
Lo miro conmocionada, no solo porque lo hizo tan rápido, sino
porque no lo hizo en absoluto. Su mirada busca en mi cara y creo que
tal vez por un segundo Van puede leer mis pensamientos.
— ¿Qué estás haciendo?— Pregunto cuando no dice nada.
Apenas reconozco el sonido de mi voz llena de deseo.

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—Algo que he querido hacer desde la primera vez que te vi. —
dice antes de que su boca caiga sobre la mía.
Dejo escapar un pequeño gemido al primer contacto con él y su
sabor es mejor que el de cualquier otra cosa que haya hecho. No
espera a que abra los labios o a que le invite. Toma lo que quiere y me
pone una mano en la nuca, y por Dios, se lo permito.
Su brazo me rodea mientras me lleva hacia atrás y me empuja
contra la pared. Rompe el beso mientras tira de la cuerda y mis manos
pasan por encima de mi cabeza. Toma un momento para que mi mente
se ponga al día con lo que pasa, pero ha enganchado la cuerda a un
clavo sobre mi cabeza y mis dos muñecas quedan atrapadas en ella.
Mis pies apenas tocan el suelo y de alguna manera el clavo tiene la
altura perfecta para mantenerme en su lugar sin forzar mis brazos.
Casi demasiado perfecto.
— ¿Has querido atarme en tu granero desde que me viste?—
Trato de burlarme pero mis palabras salen con fuerza.
Sabía que se refería a besarme, pero eso no es todo lo que ha
hecho. Es como si estuviera realmente en mi cabeza. Todas esas veces
que me miró, estaba viendo a través de mi rubor y lo que pensaba
detrás de él. Y por qué siempre estoy tan rosada.
—Hay tantas cosas que he querido hacer desde que te vi por
primera vez, Tia. — Su mano me toma la cara y me traza el labio
inferior con el pulgar. Lo desliza por mi mejilla y lo traza hasta la V de
mi camisa. Sus dedos ásperos se deslizan por encima de mis pechos
que siempre están tratando de escapar. — ¿Ese rubor va a todas
partes?
Su tono es casual, como si me preguntara si me gusta el clima.
Mientras tanto, ni siquiera puedo hacer que mi corazón se detenga y
él está tan tranquilo. ¿Qué está pasando aquí? Todo mi cuerpo se
enciende como si estuviera en llamas y mi clítoris palpita por la
atención. Estoy tan resbaladiza entre mis muslos que me preocupa
que pueda haber una mancha. ¿Cómo es que estoy tan excitada que
no me costaría mucho correrme? ¡Esto es una locura!
Siempre que me acuesto en la cama y me toco, me lleva una
eternidad llegar allí. Tengo que inventarme las fantasías más sucias
en mi mente para correrme. Van tiene mis manos atadas sobre mi

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cabeza y estoy a punto de arder a un ritmo vergonzosamente rápido.
Sé que los chicos hablan de longevidad y de cuánto tiempo pueden
durar en la cama. ¿Qué significaría si me corriera sin que él ni siquiera
me tocara allí?
—Apuesto a que lo haría por mí. — Su lengua sale y moja su
labio inferior y tengo que contener un gemido. —Creo que podría
convertirte en un bonito color rosa en cualquier lugar que quisiera.
Da un paso al frente y su sólido cuerpo cubre cada centímetro
de mí. No puedo encontrar las palabras. Cuando abro la boca no sale
nada. Me tira de la camisa y la estira para revelar mi sostén. Es una
simple camisa de algodón blanco que saqué de la caja de descuentos
de la tienda. Era el único que se ajustaba a mi talla y no costaba un
millón de dólares. Una chica solo tiene tantas opciones cuando tienes
tetas como las mías y un presupuesto estricto. Pero ahora mismo
podría ser la seda más fina del mundo y sería lo último en mi mente.
—Respóndeme. — demanda Van, ya no suena tan casual.
—Sí. — digo de golpe.
Veo su boca convertirse en una sonrisa y sé que lo he
complacido. Tira de las copas de mi sujetador hacia abajo y mis pechos
caen libres. La sonrisa sale de su boca cuando se inclina y me lame el
pezón duro.
Jadeo al contacto y mis caderas se adelantan, pero no hay
ningún lugar donde ir. No puedo moverme ya que me tiene atrapada
contra la pared y me esfuerzo contra las cuerdas. Se mueve y presiona
su muslo en mi sexo mientras succiona mi pezón en su boca.

Me voy a correr.
—Sé que lo harás. — dice con una firme lamida contra mi pecho.
Mierda, debo haber dicho las palabras en voz alta.
—Muele hacia abajo y hazlo. Quiero probarlo en tus labios. —
Empuja su muslo con más fuerza contra mi coño antes de que su boca
cubra la mía.
Desvergonzadamente froto su muslo y solo me toma dos
embestidas antes de correrme. Es tan duro que cierro los ojos con
fuerza y todo mi cuerpo se aprieta mientras el orgasmo se balancea en

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mí como nada que haya sentido en mi vida. Es tan fuerte que veo
estrellas en la esquina de mi visión mientras me entrego a él.
Abro los ojos lentamente cuando siento que mis brazos bajan
desde arriba de mi cabeza. Veo como Van lame su labio inferior y es
entonces cuando veo que le he mordido. Mis ojos se abren y me siento
terrible.
—Lo siento. — digo de golpe. No puedo creer que lo haya mordido
pero no puedo creer que nada de esto esté pasando.
—Está bien, cariño. Yo también muerdo.

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Capítulo 4
VAN

La mirada que destella en sus ojos no es exactamente miedo,


sino emoción de lo que está por venir. Nunca antes había sido capaz
de conectar con alguien así y empiezo a entender de qué hablaban mis
padres cuando dijeron que sabían el momento en que se conocieron.
Una mirada a Tia y supe que estaba destinada a mí. La forma en
que me hizo sentir, la forma en que se sintió cuando la toqué, no se
puede negar lo que es. He encontrado mi otra mitad y aunque quiero
arrojarla sobre mi hombro y proclamarla como mi alma gemela,
tampoco quiero mandarla a correr demasiado pronto.
—Déjame mostrarte algo. — Tiré de la cuerda que aún está
alrededor de sus muñecas y la llevé a la parte trasera del granero en
el establo donde guardamos el equipo de equitación.
—Tengo la sensación de que no tengo elección. — se burla, pero
me quedo corto.
—Sí que la tienes. — Sostuve las cuerdas y con un rápido
deslizamiento se abrieron. —Tienes todo el poder, Tia, recuérdalo.
Miro la ligera abrasión de la cuerda en sus muñecas. Nunca
antes había tenido el deseo de atar a una mujer, pero con Tia esto se
siente bien. Llevo su suave piel a mis labios y la beso suavemente
mientras la miro a los ojos.
—Si esto es demasiado, solo tienes que decir la palabra y todo se
acaba.
— ¿Como una palabra segura?— inclina la cabeza hacia un lado
y sus cejas se juntan.
—Llámalo como quieras, pero no necesito reglas para no
lastimarte. — Pongo la cuerda alrededor de sus muñecas y la vuelvo a
apretar. —La única cosa que quiero que sientas es que perteneces y
eres amada.

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Sus labios se separan y antes de que pueda decir algo en
respuesta me inclino hacia adelante y la beso. Esta vez su boca se abre
al instante y cuando su lengua toca la mía es un desesperado alcance
para el placer que ambos acabamos de tener. Puede que no me haya
corrido, pero hacerla correr fue mejor que eso.
— ¿Confías en mí?— Pregunto y asiente al instante.
La llevo al establo y cierro la gran puerta del granero detrás de
nosotros. Cuando se da la vuelta, sus ojos se abren de par en par ante
la vista que tiene delante.
El establo solo es lo suficientemente grande para dos caballos,
pero ha sido limpiado y es donde guardamos todo nuestro equipo. Las
bridas y los cascos se alinean en una pared y en el medio hay un banco
con una silla de montar encima.
—Usamos esto para la gente que nunca ha estado a caballo
antes. — La acompaño y le pongo las manos en las caderas. —Las
ponemos así.
La levanto con facilidad y se ríe rápidamente mientras la
acurruco sobre ella. La rodeo lentamente y observo su forma mientras
ajusto los lados y su posición.
—Esta silla es especial. — le digo cuando me muevo por detrás
y me deslizo sobre ella con ella.
— ¿Por qué?
La pregunta surge suavemente mientras me acomodo detrás de
ella y mis manos se mueven por sus muslos.
—Porque es mía. — tiro de sus caderas hacia atrás contra mi
polla y gime mientras la dura longitud se clava en su culo. —Igual que
tú.
Agarro la cuerda alrededor de sus muñecas y la envuelvo
alrededor del cuerno de la silla de montar para que no se pueda mover.
Luego mis manos van alrededor de su cintura y al botón de sus jeans.
Con un movimiento los tengo abiertos y mi mano se mete en la parte
delantera de ellos. Meto un dedo entre sus labios y se agita contra él.
Beso el lugar tierno debajo de su oreja y sonrío. —También lo
levanté para que tus pies no se puedan tocar.

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Los míos están firmemente plantados en el suelo mientras los
suyos cuelgan a un pie de altura. No podrá conseguir ninguna compra,
lo que significa que una vez más está a mi merced. De alguna manera
eso me excita más que nada y sé que a ella también le excita.
—Empiezo a pensar que te gusta esto. — susurra cuando mi
dedo roza su clítoris.
—Tienes razón. — Deslizo mi dedo de sus vaqueros y se queja de
la pérdida, pero me mira mientras me lo llevo a la boca y lo lamo. Me
quejo a su alrededor y luego rápidamente lo vuelvo a meter en sus
vaqueros y en su coño.
— ¡Van!— grita mientras se inclina hacia atrás contra mí y
muevo mis dedos más rápido.
—No sé si es así de dulce tu coño todo el tiempo o si es porque
te has frotado en mi pierna y te has corrido en tus bragas. — hace un
sonido quejumbroso y sonrío y le mordisqueo la oreja.
Sigo frotando mientras recupera el aliento pero no puede
inclinarse demasiado porque las cuerdas de sus manos se tensan.
Utilizo mi otra mano para deslizar hacia arriba su camiseta y tirar de
sus pezones mientras mi polla muele en su culo.
—Cabalga conmigo, Tia. — digo suavemente mientras empiezo a
balancear mi mitad inferior contra ella.
Después de un momento coge el mismo ritmo y lentamente nos
movemos juntos como si estuviéramos montando a caballo. Arriba y
atrás rueda sus caderas mientras su coño presiona contra mis dedos
y luego su culo contra mi polla. Cada movimiento le da un nuevo
placer mientras el calor aumenta y se moja más.
—Mira que linda eres montando. — Le mordisqueo el cuello
mientras le pellizco el pezón.
Su cuerpo tiembla y siento el sudor a lo largo de su piel, su placer
crece y crece. Sé lo duro que estoy, así que solo puedo imaginar que
un toque de pluma la llevará al límite.
Sus caderas se sacuden cuando le froto el clítoris y luego quito
los dedos. Grita una vez más, pero esta vez en vez de lamerlos hasta

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dejarlos limpios, le paso la almohadilla de mi dedo por el labio inferior
y la dejo lamerlo.
—Prueba lo dulce que es ese coño. ¿Te imaginas cuánto control
me cuesta no doblarte sobre esta silla y enterrar mi cara en él?
—Oh Dios. — dice, cerrando los ojos y apoyando su cabeza
contra mi hombro.
—Hazlo dulce de nuevo para mí, Tia.
Tan pronto como mis dedos hacen contacto con su clítoris, ella
se levanta de la silla y grita cuando su cuerpo explota en mis brazos.
No me rindo esta vez y froto su clítoris más fuerte y más rápido para
mantener su orgasmo el mayor tiempo posible. Sus gritos se hacen
más fuertes y jadea, pero nunca me dice que pare.
Otro orgasmo se construye y llega a su punto máximo en la parte
posterior del primero y me siento como el dios al que llamó hace unos
momentos. Mi polla se hincha hasta el tamaño de mi pecho y sostengo
orgullosamente su cuerpo a través del placer. Mi polla llora dentro de
mis vaqueros, suplicando por un alivio, pero una vez más esto no se
trata de mí. Se trata de mi Tia y ella confiando en que la cuidaré y
nunca la lastimaré.
—Wow. — respira mientras se desploma contra mí y luego
comienza a reírse. —Creo que me he desmayado.
Vuelvo su cara hacia mí y la beso con todo lo que siento. Es
mucho más que lujuria y deseo, pero tengo que tener cuidado de no
moverme demasiado rápido. No es tan tímida como podría parecer por
fuera, pero la confianza se construye con tanta delicadeza.
La abrazo durante mucho tiempo, acariciándola dulcemente y
besándola. No tengo prisa por dejarla salir de mis brazos, pero sé que
no podemos quedarnos así para siempre.
— ¿Qué tal si vamos a comer algo?— Sugiero, asiente y sonríe.
Le arreglo la camisa a Tia y le abotono los vaqueros antes de
bajar del banco de la silla. Cuando mis manos van a la cuerda de la
silla para liberarla, la puerta del granero se abre de golpe.
— ¿Qué carajo es esto?— Jack está ahí parado mirándonos a los
dos con una mirada horrorizada en su cara.

Sotelo, gracias K. Cross


No me avergüenzo de lo que Tia y yo acabamos de compartir,
pero en este momento, lamento que la hayan sorprendido conmigo en
esta posición.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 5
TIA

Toda la sangre sale de mi cara mientras miro a Jack. Se ve


horrorizado al ver mis manos atadas con una cuerda y me pregunto
cómo puede ser tan crítico con la forma en que siempre está hablando.
Es la última persona que debería dar a alguien una mirada de asco.
Van libera mis manos pero no las suelta. Su pulgar se frota sobre
el lugar donde las cuerdas se clavaron en mis muñecas y me encanta
la sensación de su marca en mi piel. Lástima que no pueda disfrutarlo
con Jack parado ahí agarrando sus perlas. Está arruinando un
momento que para otros puede no parecer tan dulce pero que en
realidad es muy íntimo. Van y yo compartimos algo desde lo más
profundo de nosotros y para mí solo era para que los dos lo
presenciáramos.
Me escondo detrás de Van y descanso mi frente en su espalda
mientras trato de controlar mis emociones. La altura del orgasmo se
está desvaneciendo y aunque no me avergüenzo, también sé que no
quiero que Jack o cualquier otra persona nos vea a Van y a mí así.
— ¡Vete a la mierda!— Van le grita a Jack, y luego murmura una
maldición cuando uno de los caballos hace un ruido en el siguiente
establo.
No estoy acostumbrada a oír la voz de Van tan fría, pero ahora
mismo cada línea de su cuerpo está rígida. Le subo las manos por la
espalda, tratando de calmarlo, pero es inútil.
— ¿Estás bien, Tia?— Jack pregunta, ignorando a Van.
Van intenta acercarse a Jack, y sé que esto no saldrá bien. Meto
mis dedos en la camisa de Van con una mano mientras pongo la otra
alrededor de su cintura. No lucha contra mi control, pero ambos
sabemos que podría hacerlo si no le pidiera en silencio que no lo
hiciera.

Sotelo, gracias K. Cross


—No le hables. — escupe Van, y sé que no debería ser dulce pero
lo es. Sé que Van no quiere que suene adorable pero me encanta lo
protector que es.
—Se lo diré a Honey y Ford. — dice Jack, como un niño de cinco
años.
Van es un hombre adulto y no creo que le importe que Jack
hable.
—Hazlo y asegúrate de llamar a mi madre Honey mientras lo
haces; a ver a dónde te lleva eso. Estaré más que feliz de igualar el ojo
morado que mi papá te da después.
—Vete a la mierda, hombre. — le dice Jack.
Mi brazo en Van se aprieta pero no hace ningún movimiento para
ir por Jack. Veo a Jack dar un paso atrás y casi se tropieza con un
cubo de comida en el proceso. Habla y no hace nada, pero no me
sorprende.
—No te estoy diciendo que te vayas a la mierda de nuevo. Me
estás haciendo enojar y molestando no solo a mi chica sino también a
los caballos. — Esta vez el tono de Van es tranquilo pero la advertencia
suena clara.
El caballo en el siguiente establo comienza a asentarse y creo
que se alimentan de su energía. Ahora que he estado tan cerca de Van
y he sentido sus manos en mi piel, hay un dominio subyacente que es
innegable. Solo lo saca a la superficie cuando lo necesita, pero está
hirviendo a fuego lento todo el tiempo. ¿Cómo se me pasó antes? Tal
vez no lo hice y por eso me he sentido atraída por él desde el principio.
Veo algo en él que necesito.
Veo como Jack se da vuelta y casi sale corriendo del granero.
—No lo soporto. — murmura Van para sí mismo mientras se gira
para mirarme. —Lo siento, querida niña. No debí dejar que te viera
así. — Sus manos vuelven a mi muñeca y traza la hendidura de la
cuerda.
—Está bien. — trato de tranquilizarnos a Van y a mí.
No estoy segura de cómo me siento acerca de que Jack hable con
todos sobre Van y yo, y me pregunto qué pensará Honey. Amo a la

Sotelo, gracias K. Cross


Sra. Cyprus y soy la única a la que deja llamarla Honey, sobre todo
porque su marido me deja hacerlo. Siempre pensé que me prestaba
un poco más de atención que otras chicas y una vez me dijo que yo
era como la hija que nunca tuvo. Me pregunto cómo se sentiría sobre
Van y yo. Sé que le oyó decir que yo era suya y sonrió cuando le quité
la mano de encima. Creo que pensó que también estaba jugando
conmigo y ahora me preocupa que la haya decepcionado.
—No te ves bien. — dice, sus ojos buscando en mi cara.
No sé lo que siento y mis emociones están por todas partes.
Quiero esto con todas mis fuerzas, pero, ¿y si nos quedamos atrapados
en este momento?
—Veo que esa pequeña y bonita mente tuya funciona. — dice, y
así es. —Te he estado observando, Tia, y te conozco.
—Yo solo...— empiezo a decir, pero me interrumpe besándome.
Cierro los ojos y por un momento me pierdo en él. En nosotros.
—Lo sé, querida niña. — dice suavemente, besándome la frente.
—Vuelve a la cocina y estaré allí en un minuto. — me dice. —Tienes
que dejar que esto se asiente dentro de ti por un tiempo. — Desliza su
mano por mi cuello y la coloca sobre mi corazón. —Además, tengo que
ocuparme de algo.
Me ayuda a bajar y me quedo ahí, sin querer ir a ninguna parte.
Pero tal vez podría usar un segundo a solas para recoger mis
pensamientos.
—Ahora. — me dice y me golpea el trasero.
Es juguetón y severo al mismo tiempo y suelto un pequeño
chillido de sorpresa antes de hacer lo que me dicen. Mis pezones se
aprietan no solo por el escozor de mi trasero sino por el tono de su voz.
Me gusta pensar en esto como el efecto Van. Es una mezcla de no
hacer el tonto y ser juguetón al mismo tiempo y solo él puede lograrlo.
Vuelvo a la cocina del personal y me pregunto qué tiene que
manejar Van. Supongo que va tras Jack, y aunque probablemente
debería detenerlo, no creo que Van sea alguien que se detenga una vez
que se pone a pensar en algo. No se movió cuando le puse las manos
encima y me pregunto si tengo el mismo efecto en él que él en mí.

Sotelo, gracias K. Cross


No me sorprende cuando veo a Piper sentada en la mesa. Tiene
la cabeza gacha mientras habla con su pequeño bulto de bebé y parece
preocupada. No puedo oír lo que dice pero no me importa la mirada
triste de sus ojos. Normalmente es todo sonrisas pero esto es diferente.
—Hola. — Su cabeza se levanta a mi voz y se pone la camisa para
esconder el chichón.
Un día voy a conseguir que me cuente todo esto, pero no es que
tenga mucho espacio para hablar. Tampoco le he contado mucho
sobre mí, pero no hay mucho que decir. Crecer en un carnaval fue
extrañamente normal. Bueno, es lo que yo pensaba que era normal.
Es donde aprendí a cocinar, así que no era como si el tiempo fuera
una pérdida total. A veces cuando Piper está en la cocina conmigo le
cuento historias que sé que la harán reír.
He estado cocinando desde que tengo memoria. Al principio lo
hacía para mis padres en nuestra pequeña caravana y luego para el
carnaval. Todo el mundo tiene que ganarse la vida, así que usé mi
habilidad lo mejor que pude. Eso fue hasta que aterrizamos en el
pueblo junto a Camp Hardwood y decidí quedarme.
Cuando Honey me ofreció un trabajo de cocina, lo acepté. No
solo tendría un lugar donde quedarme, sino un cheque para llegar a
fin de mes. Nunca me pagaron cuando trabajé en el carnaval porque
mis padres siempre lo tomaron.
Aquí pensé que podría instalarme y eso es algo que nunca he
hecho en toda mi vida. Siempre nos estábamos moviendo, así que es
agradable estar en un solo lugar. Odiaría tener que irme porque he
estropeado las cosas entre Honey y yo. Nunca volvería a la vida de
carnaval porque no encajaba allí. Siempre fui la que estaba afuera y
no sé por qué. Era un maldito carnaval pero nunca sentí que
pertenecía a nadie allí.
—Hey. — Piper se sienta un poco más derecha y sonríe. — ¿Qué
vas a cocinar?
—Lo que tú quieras.
Siempre he sido buena cocinando y hace el truco de hacer
sonreír a la gente, incluida yo misma. Tengo esta necesidad interior
de hacer feliz a la gente y estoy segura de que alguien diría que tiene

Sotelo, gracias K. Cross


algo que ver con mi educación. Pero si querer hacer feliz a la gente es
un hábito terrible, entonces he caído en las manos equivocadas.
Piper se lame los labios. —Pasta.
Lo dice como si fuera la mejor idea que ha tenido. Cuando le digo
que haré albóndigas, miro hacia arriba para ver sus ojos abiertos. Creo
que es por la comida, pero luego la veo mirándome las muñecas. Han
empeorado un poco desde que dejé los establos y ahora están rojas y
marcadas por todas partes. Se me corta el aliento, pero la vista es
erótica. Mi sexo se aprieta al pensar en todo lo que Van me hizo y cómo
los obtuve.
— ¿Qué ha pasado?
Rompo mis sucios pensamientos cuando Piper toca una de las
marcas. Me echo la mano hacia atrás porque me parece mal dejarla
tocarlas. Pertenecen a Van.
—Lo siento. ¿Te duele?— Su voz y sus ojos están llenos de
preocupación.
—No. — le digo y doy un paso atrás.
Veo mi mochila colgada en su gancho y me acerco a pescar una
camisa de manga larga. Es una que me dio Honey y la guardo para
cuando se enfría por la noche.
—No me lo vas a decir, ¿verdad?— Piper pregunta, levantando
una ceja.
Sacudo mi cabeza y sus hombros caen.
—Dime que estás bien y lo dejaré en paz.
—Estoy bien. — digo con una pequeña risa.
Mi cuerpo está más que bien. No son solo las marcas las que me
ponen de humor, es saber quién las puso ahí. Quiero volver a ver a
Van y averiguar qué otra clase de placer puede darme.
—Está bien, entonces. — Levanta las manos. —Te ayudaré a
cocinar. — agarra un delantal y sacudo la cabeza.
—Eres terrible cocinando. — le recuerdo.
—Limpiaré. — se ofrece, arrugando la nariz.

Sotelo, gracias K. Cross


—Trato hecho. — estoy de acuerdo. Sé que Piper no va a pedir
más información porque le he dado el mismo espacio que pido en
silencio ahora. No es que no quiera decírselo. No estoy segura de que
esta sea una parte de mí que quiera compartir con alguien más aparte
de Van.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 6
VAN

Cuando los caballos se calman, voy al banco de la silla de montar


y paso mis manos por él. Pienso en su perfecto y redondo trasero
meciéndose encima y en lo mojado que estaba su dulce coño contra
mis dedos. Desabrocho mi silla de montar y la coloco en la parte de
atrás para que nadie más la use. Todos los que tienen acceso a los
establos saben que esta es mía, pero por si acaso, quiero asegurarme
de que esté intacta.
Una vez que todo esté hecho, salgo tranquilamente del establo y
me dirijo al lago. Sé exactamente dónde encontraré a Jack y no tengo
dudas de que ya está hablando. Me di tiempo para controlar mis
emociones y pensar en mis acciones, pero al final, nadie hará que Tia
sienta que es menos que, o que lo que sentía estaba mal.
Dar golpes no es propio de mí. La mayor parte del tiempo soy
tranquilo y relajado, pero cuando se trata de Tia todas las apuestas
están cerradas. Mi corazón está tan lleno y feliz cuando estoy a su
lado. Me siento juguetón y divertido cuando pasamos tiempo juntos,
pero cuando estamos solos algo cambia. Tal vez es algo dentro de mí
que estuvo ahí todo el tiempo y ella lo despertó.
Todavía puedo sentir la abrasión en mis dedos por el enhebrado
de la cuerda. ¿Qué debe estar pensando Tia cuando mira las marcas
que dejé? Dios, tenía tantas ganas de deslizarme dentro de ella
mientras montaba la silla y mis dedos, pero me contuve. Estoy
dispuesto a esperar hasta que pueda tomarme mi tiempo y hoy es un
ejemplo de por qué tengo que ser más cuidadoso con ella. Jack es un
cabrón entrometido, pero la realidad es que cualquiera podría haber
entrado y ser testigo de nuestra agonía. Tengo que hacer un mejor
trabajo ocultando mi gratificación instantánea y esperar hasta que
pueda hacer tiempo para disfrutar de ella como una comida.
La idea de probar su río de placer mientras la tengo atada a mi
cama hace que sea casi doloroso dar mi siguiente paso. Tengo que

Sotelo, gracias K. Cross


detenerme y tomar un respiro mientras coloco una mano en un árbol.
Me golpea la necesidad de hacerlo. Quiero tanto a Tia que literalmente
me hace débil en las rodillas.
Cuando me he recuperado, termino la larga caminata hasta el
lago, optando por ir a pie en lugar de tomar el Gator. Necesito quemar
algo de energía antes de enfrentarme a él y si entrara como un
demonio de la velocidad terminaría mal. Aunque todavía podría, al
menos habré sudado bien en este calor de verano.
—Jack. — ladré en voz alta para que me oiga desde donde está
junto al agua.
Como sospechaba, está junto a dos consejeras, Sadie y Vanessa,
que tienen una mirada de horror en sus rostros cuando se giran para
mirarme. Sabía que no correría a decírselo a mis padres, porque
aunque se comporta como un niño dramático, prefiere difundir los
chismes que enfrentarse a mi padre.
Cuadrado mis hombros mientras pisoteo hasta donde está él y
me niego a dejar que el juicio de sus ojos me toque. Solo puedo asumir
que Jack les dijo lo peor y me embelleció lo suficiente para hacerme
parecer un monstruo.
Sonríe cuando me acerco y cruza sus brazos sobre su pecho. —
¿Entonces, dejaste suelta a tu potranca o...?
Antes de que pueda pensar, levanto el puño y lo meto en su boca
para callarlo. Bueno, supongo que mi caminata no hizo mucho para
enfriar mi ira después de todo.
Grita y se cubre la boca mientras su labio roto comienza a
derramar sangre. Sus maldiciones se apagan, su cara se pone roja de
ira y la gente a su alrededor da unos pasos atrás.
—Así que déjenme ir y explicarles a todos aquí cómo va a ir esto.
— digo en voz alta ya que la gente del lago se ha girado para ver de
qué se trata la conmoción. —Si alguien oye a Jack mencionar el
nombre de Tia o algo relacionado con ella otra vez, le daré a la persona
que me lo diga una semana de vacaciones pagadas.
Los consejeros se miran entre sí y puedo ver la luz de la emoción
en sus ojos.

Sotelo, gracias K. Cross


—No se preocupen, no hay condiciones. Solo dime que lo dijo y
no solo te daré una semana de vacaciones, sino que también puedes
verme patearle el trasero.
Unas cuantas personas empiezan a reírse y eso enfurece a Jack.
Cuando me acerco a él, el cobarde se aleja.
Miro a Sadie y Vanessa y abro las palmas de las manos a mis
lados. —No tengo nada que esconder y puedo prometer que lo que dijo
es una completa mierda. — Miro alrededor de la creciente multitud
hasta que veo a algunas de las consejeras acurrucadas cerca. —Como
cuando le dijo a todos que se había metido con April y Jocylyn. — Sus
ojos se abren de par en par cuando miran a Jack. —Y que se había
enrollado con Sadie y Kris.
— ¿Hablas en serio?— Sadie pregunta mientras da un paso al
frente.
—Creo que sus palabras exactas fueron 'ella tiene una gran
boca'.
— ¡Pequeño gusano, nunca te toqué!
Cuando todas las mujeres vuelven sus ojos y su ira hacia Jack
doy un paso atrás y sonrío. Nada de lo que pudiera hacerle sería ni la
mitad de horrible que lo que estas mujeres pueden hacer. Y para ser
honesto, se lo merece. Debí haberlo detenido en cuanto lo escuché,
pero pensé que tal vez había algo de verdad en sus conquistas. Ahora
veo por las mujeres que lo rodean que todo era una mierda.
Tartamudea sobre su herida mientras las voces a su alrededor
se hacen más fuertes y me alejo. Siento como si hubiera hecho estallar
una bomba, pero Jack tendrá lo que se merece. También me encargaré
de hablar con mis padres sobre su traslado tan pronto como vea a Tia
y me asegure de que está bien.
Tengo planes para nosotros que implican mucho tiempo a solas
en mi cabaña y estoy listo para empezar a hacerlos ahora.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 7
TIA

Mis ojos se abren de par en par cuando escucho a Sadie


contarme cómo Van le dio un puñetazo a Jack en la cara. Está tan
animada que sus manos vuelan por todas partes mientras actúa como
parte de ello. Está parada del otro lado del mostrador dándome la
primicia y me gustaría estar ahí para verlo. Jack recibió un puñetazo
en la cara, pero espero que Van no se meta en problemas por eso. Jack
es del tipo que iría a llorar a la policía o a la madre o al padre de Van.
—Le dijo a todo el mundo que Jack también hablaba por hablar.
Ese mierdecilla salió corriendo para esconderse de todas las chicas. —
Sadie pone los ojos en blanco tan fuerte que parece doloroso. —Jack
es sexy pero es un idiota. Ni siquiera tiene que abrir la boca y tú lo
sabes.
Apesta a idiota pomposo y creo que ser lindo se le subió a la
cabeza. Las chicas de Camp Hardwood no se tragan lo que él ha
intentado vender, así que supongo que todo lo que dijo fue pura
palabrería. Normalmente no soy la única al que le cuentan todos los
chismes, pero esto es una gran noticia. Me sorprende un poco que
Sadie esté aquí diciéndome esto, pero probablemente sea porque tiene
que ver conmigo. Las chicas del campamento son dulces conmigo
porque hago golosinas para todos, pero ahora que lo pienso, Piper es
la única con la que realmente hablo más allá de las cosas superficiales
normales. Escucho sus chismes pero nunca son sobre mí, y no sé si
eso debe herir mis sentimientos o no.
—Deberías haber escuchado lo que dijo que te vio a ti y a Van
haciendo. — Eso es todo lo que se necesita y mi cara se ilumina con
un flash. —Quiero decir, incluso si es verdad, ¿quién no haría esas
cosas con Van?— Sadie mueve las cejas. —Supongo que nunca pensé
en él como un dominante, pero ahora que lo pienso...— Se golpea el
dedo contra los labios.
—Por favor, no pienses en ello.

Sotelo, gracias K. Cross


No lo digo porque esté avergonzada de lo que Van y yo hicimos,
sino porque no quiero que nadie piense en mi Van de ninguna manera
que sea sexual. Es mío y solo yo consigo esa parte de él. Es especial y
está reservado solo para mí. Es por eso que nadie lo ha notado antes,
aunque esa parte de él ha estado acechando bajo la superficie toda su
vida. Es una parte de quien es y lo mismo que anhelo. Puede que haya
dejado mi mente vagar demasiado hoy y se me han ocurrido muchas
ideas sobre nosotros dos. Es por lo que estamos destinados a ser.
—Quiero decir, lo he leído en libros. Mi madre cree que los tiene
escondidos en el garaje en una caja vieja. — Sadie sonríe. —Encontrar
esa caja fue el premio gordo para entender mi negocio de señora. —
Resoplo mientras ella se acerca. —Así que tú y Van. ¿Esto es real?—
me guiña el ojo. —Quiero decir, ha estado diciendo a la gente que eres
una cosa, pero no le presté mucha atención. Pensé que tal vez estabas,
como, guardándolo para el matrimonio o algo así, así que he estado
tratando de ser respetuosa con lo que digo a tu alrededor. — Sus ojos
registran mi cara y puedo decir que está tratando de ser amable.
—No soy una monja. — me río.
No me extraña que las chicas nunca me digan nada, pero antes
de hoy estaba cerca de ser monja. No en mi mente, sino en mi cuerpo.
Nadie me tocó nunca hasta que Van me puso las manos encima. Me
toca por todas partes y es solo un vistazo a lo que está por venir.
Todavía puedo sentirlo zumbando a lo largo de mi piel y he estado
esperando que él aparezca de nuevo hoy. Quiero que me lleve a algún
lugar y que se salga con la suya.
— ¿Así que estás diciendo que parte de lo que dijo Jack podría
ser verdad?
—Toma tus galletas, Sadie. — Empujo el Tupperware hacia ella
y lo saca del mostrador.
—Solo estoy bromeando. Diviértete. — dice antes de salir
corriendo y dejarme sola en la cocina.
Mi mente regresa a Van y si puede estar en problemas por
golpear a Jack. ¿Qué piensan sus padres de todo esto y lo que Jack
podría haberles dicho?

Sotelo, gracias K. Cross


No parece correcto que Van tenga que confesar lo que hicimos.
No hicimos nada malo. Ambos estábamos dispuestos y éramos
mayores de edad. Pero su madre y su padre podrían tener algo que
decir al respecto; nunca tuve que lidiar con que me importara lo que
pensaran mis padres. Pero Van se preocupa por ellos y yo también.
Quiero gustarles.
Cierro la cocina y discuto qué hacer mientras camino hacia mi
cabaña. Quiero ver a Van tan desesperadamente que me duele el
cuerpo.
Veo que la puerta de la oficina principal está cerrada y me
pregunto si Van está ahí hablando con sus padres. Sigo caminando y
casi llego a mi cabaña cuando decido que voy a volver a ver. No quiero
que tenga que hablar con ellos a solas. Pero antes de que pueda
girarme una mano baja sobre mi boca. No grito mientras el olor de Van
me rodea y sonrío contra su palma.
—Necesito otra probada, cariño. — me dice al oído antes de
llevarme al bosque. Mantiene su mano sobre mi boca y susurra cerca
de mi oído. — ¿Vas a gritar?— me pregunta, y sacudo la cabeza. Puedo
sentir su erección contra mí y sé que es el comienzo de un juego que
estamos a punto de jugar.
— ¿Y si quiero que grites?— Su mano cae de mi boca y besa la
suave piel de mi cuello. — ¿Gritar mi nombre mientras te hago
correrte?
Todo mi cuerpo se ilumina con el deseo mientras presiona su
duro y musculoso cuerpo contra el mío.
—Haré todo lo que me pidas. — admito, doblándome a sus
órdenes. Solo un simple toque y estoy mojada de necesidad. Cada
deseo que he tenido por él se precipita hacia adelante y mi cuerpo
duele para que lo libere.
—Has estado luchando contra esto. — me recuerda y empiezo a
bajar la cabeza, sintiéndome avergonzada. —Lo siento, cariño.
Me giro en sus brazos y su dedo se mete bajo mi barbilla para
hacerme mirarlo.
—No quise decir eso. Sería un mentiroso si no admitiera que me
duele cuando te alejas de mí, pero he estado dejando que las cosas se

Sotelo, gracias K. Cross


arreglen para ti. Sé que es mucho para asimilar y no quería
abrumarte.
—Solo estoy asustada. — admito. —Pero no de ti.
—Lo sé. — Se inclina, rozando su boca con la mía. —Es mi
trabajo mostrarte que no tienes que tener miedo.
—Confío en ti. — Mientras digo las palabras me doy cuenta de lo
verdaderas que son. Sigue mostrándome exactamente por qué es tan
perfecto para mí y que esto está destinado a ser.
—Bien. Porque te llevaré a casa.
Me toma de la mano y caminamos hacia su cabaña. No tiene ni
idea de lo que la palabra casa me hace.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 8
VAN

— ¿Solías ser un Boy scout?— Tia pregunta mientras entramos


en mi cabaña.
Una sonrisa me tira de los labios mientras cierro la puerta detrás
de ella, tirando de ella hacia dentro. — ¿Por qué lo preguntas?
Mi pulgar distraídamente frota la marca de su muñeca y no pasa
desapercibido para ella.
—No hay razón. — La chispa en sus ojos hace que mi polla crezca
orgullosa y fuerte en mis calzoncillos. Dios, lo que puede hacerme con
una sola mirada.
La tiro contra mí mientras me inclino y la beso suavemente al
principio. Es suave y dulce pero hay algo más fuerte que hierve a fuego
lento bajo la superficie.
—Nunca he hecho esto antes. — confieso mientras rozo mis
nudillos a lo largo de su mandíbula y luego en su cuello. —No sé si
esto está bien o mal, pero sé que se siente muy bien.
— ¿Nunca has atado a una mujer antes?— Sus grandes ojos
oscuros me miran a través de sus pestañas y veo una vulnerabilidad
allí.
—No. — La beso de nuevo mientras mis dedos se mueven para
desabrochar su camisa de franela. —Tampoco he estado nunca con
una mujer.
Su aliento se detiene cuando separo la tela y descubro su sostén
de algodón blanco con sus pechos llenos tirando contra él. Su piel es
cremosa y suave y trazo un dedo en el medio de su hinchazón
redondeada.
— ¿Nunca?— susurra mientras veo que se le pone la piel de
gallina. Le quito la camisa del hombro y cae al suelo. Asiento.

Sotelo, gracias K. Cross


—Serás mi primera. — La miro a los ojos y me arrodillo delante
de ella, mis manos van a sus pantalones cortos. —Y mi última.
Tiro de los jeans cortados por sus redondeadas caderas y luego
la ayudo a quitarse los zapatos. Ella está de pie ante mí en simple
algodón blanco y nunca he visto nada más hermoso y sexy.
—Van. — me alcanza y me inclino hacia ella mientras me toma
la cara. Beso la marca de su muñeca antes de tomar sus manos y
ponerlas juntas frente a ella.
—Eres mía. — le digo, sacando un fino trozo de cuerda de mi
bolsillo trasero. La cogí de la cocina antes pensando que podría ser
útil más tarde. —Sabes que solo llegaré hasta donde tú quieras,
¿verdad?
Tia asiente mientras estiro la cuerda y le ato las muñecas en un
simple enganche de madera. Es un nudo fácil, pero también es
hermoso para su delicada piel. No le va a hacer mucho daño a la piel,
pero quedará un bonito diseño cuando lo quite.
—Siéntate, cariño. Necesito probarte.
Hay una silla de cuero detrás de ella y el fresco aguijón de ella
se sentirá bien una vez que la tenga bien caliente. Miro como hace lo
que le pido y luego me pongo de pie. Me paro sobre ella mientras me
quito la camisa y la tiro al suelo con la suya. Me encanta cómo me
hace sentir, sus ojos devorando cada centímetro de mí mientras me
quito los pantalones cortos y los zapatos. Me paro frente a ella en mis
calzoncillos con mi polla rogando ser liberada. Es tan grande y dura
ahora mismo sabiendo lo que estoy a punto de hacer. Ya está
asomando por encima de mi cintura para poder verla. El pre-semen
se extiende por la parte inferior de mi estómago pero lo ignoro. Me voy
a tomar mi tiempo y me voy a dar un festín con ella como un banquete.
Con los ojos fijos en ella me pongo de rodillas delante de ella y
paso mis manos suavemente por sus muslos.
—Recuéstate y pon tus piernas a ambos lados de los brazos. —
Cuando hace lo que le pido, le meto un dedo en el estómago mientras
miro su coño cubierto de bragas justo delante de mí. —Los brazos
sobre la cabeza y sujétate al respaldo de la silla.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¿Debo decir sí señor o algo así?— Puedo ver la sonrisa nerviosa
tirando de sus labios y sacudo la cabeza.
—No hay reglas, Tia. — Me inclino hacia adelante y beso el lugar
justo debajo de su ombligo. —Voy a adorarte y tú te vas a recostar y
tomarlo. Lo único que necesito oír de ti es lo bien que se siente esto.
Antes de que tenga la oportunidad de responder, le beso las
bragas y luego presiono mi nariz contra ellas. Inhalo su dulce aroma
y froto mis labios sobre el algodón húmedo. Ya está tan mojada que
hay una mancha que crece a cada segundo y saco la lengua para
probarlo. A través del material puedo saborear su deseo y me burlo de
su pequeño bulto. La tortura es para ella tanto como para mí. La burla
y el momento prolongado de la primera vez que mi boca toca su carne
íntima son para ser saboreados.
Deslizo mis manos debajo de su trasero y la agarro con fuerza
mientras lamo sus bragas y las empapo. Puedo ver a través del algodón
blanco y el contorno de sus labios es tan malditamente erótico. Los
sonidos de sus maullidos y el balanceo de sus caderas llenan mis oídos
y la pequeña cabaña. Nunca soñé que tendría a esta diosa rodeándome
y sé que este es un punto de inflexión para nosotros dos.
Cuando entró aquí, se entregó a mí y tengo la intención de
aferrarme a ella y cuidarla por el resto de mi vida. Escuchar todo eso
ahora mismo puede abrumarla, pero lo que tengo dentro de mí y lo
que siento por ella forman una ola de emociones que amenaza con
romperse.
Una vez que sus bragas están chorreando y no puedo soportar
ni la más pequeña barrera entre nosotros, me levanto, agarro la
cintura y la tiro con un rápido movimiento. El fino algodón se
desintegra en mi mano y lo lanzo a un lado. Ahora se ha extendido
todo lo que puede y puedo ver cada centímetro rosado de ella. Rizos
rojos cortos enmarcan el dulce y tierno coño que he estado deseando
tener desde que lo probé en el granero. Sin dudarlo, bajo mi boca sobre
ella y el sabor de ella en mi boca me hace gemir de dolor. Es tan
jodidamente dulce y jugosa, como comer un melocotón de verano
maduro.
—No debiste dejar que me enterara de que esto estaba entre tus
piernas, Tia. — Me muero de hambre por ella mientras lamo y lamo y

Sotelo, gracias K. Cross


luego deslizo dos dedos en ella. No puedo acercarme lo suficiente o
profundizar en ella. Estoy abrumado por la necesidad y por primera
vez en mi vida estoy perdiendo el control. —Deberías haber mantenido
esto en secreto incluso de mí.
—No te detengas, Van. — respira, su voz se quiebra en la última
palabra.
— ¿Parar?— Me río sardónicamente y sacudo la cabeza. —
Tendrás que obligarme a salir de entre tus piernas.
Siento su coño apretando alrededor de mis dedos mientras los
enrosco contra ella. Se sacude y se tensa, gritando, y luego siento las
primeras sensaciones de su clímax.
—Joder. — respiro cuando siento la ráfaga de oro líquido sobre
mis dedos y la lamo como un perro.
Es demasiado buena y una vez no es suficiente, así que lo hago
todo de nuevo hasta que siento su corrida por segunda vez. Sus
piernas están en los brazos de la silla mientras le chupo el clítoris y le
pido otro. La he atado pero es la que rige mi alma y lo único que quiero
en la vida es hacer que esta hermosa criatura se corra.
—Necesito más. — empuja mis dedos y sé que está lista para mi
polla. Cuando la miro a los ojos, me suplican y no puedo decirle que
no. —Te necesito dentro de mí, Van.
Me siento y empujo mis bóxers por mis muslos y mi polla se
libera. Golpea contra su coño húmedo, grueso y largo y hambriento de
su coño. Semen se acumula en la cabeza y gotea en sus labios. Froto
mi pulgar en su clítoris y luego lo lamo para limpiarlo.
—No estoy en nada. — Puedo oír el rastro de nerviosismo en su
voz mientras se muerde el labio y me mira la polla. Eso no impide que
se balancee contra ella y que la punta se alinee en su entrada.
—No tengo condones. — Agarro la base de mi polla para
controlarme mientras me hundo lentamente un poco más en su calor
pegajoso.
Los dos nos miramos a los ojos mientras sigo adelante y ninguno
de los dos dice nada. Cuando siento que la barrera de su coño se
rompe y sus músculos del coño me aprietan con fuerza, me inclino

Sotelo, gracias K. Cross


hacia delante para cubrir mi cuerpo sobre el suyo y susurrar contra
sus labios.
—Eres mía, Tia. Yo te cuidaré. — La beso suavemente mientras
mis manos van a sus pechos y me meto dentro de ella. —Siempre te
cuidaré.
— ¡Van!— grita cuando mi polla llena cada centímetro de ella.
La abrazo y beso hasta sus pechos, chupando sus pezones para
tratar de quitarle el dolor. Su cuerpo se relaja después de un momento
y cuando mueve sus caderas sé que está lista para más.
Bombeo en ella unas cuantas veces más y mi corazón siente que
va a latir fuera de mi pecho.
—No duraré. — jadeo, mi polla se apretó tan fuerte que casi me
duele.
—Semen. — Su respiración es tan rápida como la mía y siento
su cuerpo resbaladizo deslizarse contra mí.
—Joder, no digas esa palabra. — Mis caderas se sacuden y
pierdo todo el ritmo mientras la empujo y la saco como un salvaje.
El pequeño diablo me mira a través de sus pestañas con la más
inocente expresión en su cara. —Quiero sentir tu semen en mí.
Pierdo todo el control y me lanzo con fuerza por última vez
mientras me vacío en su calor de espera. Al soltarme, se desencadena
su propio clímax y grita, agarrándose a mi pecho.
Es la cosa más grande que he sentido y en el momento en que
me corro, quiero hacerlo de nuevo. Y una y otra vez. Ella es todo lo
que no sabía que quería y en el momento en que la vi supe que el juego
había terminado para mí. Verla ahora, debajo de mí, con mi polla
dentro de ella es como ver el cielo y sé que así es como quiero pasar
cada momento de mi vida de aquí en adelante.
Tomo su mano en la mía y la llevo a mi boca, besando sus dedos.
—Parece que alguien olvidó las reglas.
Se ruboriza mientras finge estar disgustada. —Deberías darme
otra oportunidad para ver si puedo hacerlo bien esta vez.

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Meto mi polla dura en ella lentamente y siento que nuestra
mezcla de liberación se esparce. Mi propia sonrisa amenaza con
romperse, pero en lugar de eso me inclino hacia adelante y pretendo
ser severo.
—Solo una más. — miento, porque una vez nunca será
suficiente.

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Capítulo 9
TIA

—Puedo verte.
Me congelo y luego me giro lentamente para ver a Piper en la
cama. ¿Cómo puede verme? Está muy oscuro aquí. Enciende la
lámpara junto a su cama y nuestra pequeña cabaña se llena de luz.
—Te veo todas las noches, Tia. ¿Te importaría decirme por qué
te estás escabullendo?— Deja escapar un bostezo y se sienta.
— ¿Es divertido?— Me encojo de hombros.
Van y yo llevamos unos días calientes y pesados, y cada noche
me escabullo de mi camarote y me meto en el suyo. No vuelvo a
hurtadillas por la mañana, ya que nos duchamos en su casa y me
preparo antes de que me acompañe a la cabaña. Nos preparo el
desayuno antes de que lleguen los demás, ya que él se levanta
temprano para atender a algunos animales. No me gusta la idea de
que se vaya sin tener la barriga llena y no le gusta ir a ninguna parte
sin mi sabor en sus labios.
—No duermes aquí. ¿Por qué no mueves tus cosas?
Echa los pies al lado de la cama antes de levantarse e ir al baño.
Deja la puerta abierta, esperando que responda. Con toda honestidad,
me muevo lentamente hacia allí. Cada día más y más de mis cosas
terminan en su casa.
—Lo estoy moviendo. — digo finalmente, y oigo un tirón de la
cadena. El agua se enciende y luego sale un momento después. Vuelve
a la cama y me sonríe.
—Todo el mundo sabe que ustedes están haciendo lo sucio.
No puedo evitar reírme cuando ella lo llama así. Van y yo no
somos los más reservados y Van es hábil. Creo que tiene una batalla
interior consigo mismo porque siempre quiere tocarme y quiere que la
gente sepa que soy suya. También creo que a veces se abstiene de

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tocarme porque cree que la gente se imaginará lo que sería tocarme
también. No quiere que nadie piense nada sexual de mí y es una
locura. Estamos aprendiendo sobre la marcha, lo cual ha sido
maravilloso. Van también piensa que necesito tiempo para que las
cosas se acomoden para mí y probablemente tenga razón. El hombre
sabe cómo leerme.
— ¿No crees que a Honey y Ford les importaría que Van y yo
saliéramos solo unos días antes de acostarnos?— pregunto.
Honey y Ford saben que algo pasa entre Van y yo. Van me llama
suya delante de ellos y hasta me besó esta noche delante de su madre.
Ella solo sonrió y siguió leyendo su libro mientras su esposo jugaba
con su cabello. No se había dado cuenta, o tal vez sí. A mí me pareció
que estaba demasiado ocupado tocando a Honey como para
preocuparse.
—Te dejan llamarla Honey. — me recuerda Piper. —También son
padres de verdad y se preocupan por la felicidad de su hijo.
No me pierdo el mordisco de sus palabras y me da otro vistazo a
la vida que Piper intenta, y no logra, esconder.
—Realmente quiero mudarme con él.
Esa es la verdad, pero creo que una pequeña parte de mí teme
volver a mudarse. Me he movido mucho en mi vida y odio dejar que el
miedo me domine. No puedo creer que algo vaya mal ya que Van es la
otra mitad de mi alma. Puedo sentirlo hasta los huesos.
Puedo decir que se excita con lo de andar a escondidas, pero
también lo ha superado. Nos excitaría tener estos momentos sucios de
casi ser atrapados, pero nos excitaría más a los dos si cediera y
admitiéramos que ahora vivimos juntos. No creo que Van sea capaz de
aguantar mucho más tiempo. La única razón por la que me deja volver
a mi cabaña al final de la noche es porque sabe que estoy con Piper.
—Entonces hazlo. — Se mete bajo las mantas. —Tu hombre te
quiere y quiere que te quedes. Estará allí cuando te despiertes por la
mañana. Deberías agarrar eso, Tia. No todos los hombres son así.
— ¿Piper?— Despejo la distancia entre nosotras, tirando de ella
en un abrazo porque puedo oír el dolor en sus palabras y verlo escrito
en su cara.

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Me devuelve el abrazo. —Estoy bien. — dice con voz triste. —
Estaremos bien. — Y es la primera vez que me menciona abiertamente
al bebé.
—Lo estarás. — Me echo para atrás y la miro. —Ambas podemos
hacer un hogar aquí. Estaré aquí para los dos. — Miro su pequeño
bulto de bebé y pienso que yo misma podría estar embarazada.
Podríamos hacer esto de ser madres juntas.
—Gracias. — me abraza de nuevo y puedo sentir su calor en ella.
—Ahora ve a estar con tu hombre. Necesito mi sueño de belleza.
Le beso la mejilla antes de dejarla ir y salir de la cabaña. Me
pregunto qué idiota dejó a Piper sola. Si alguna vez conozco al hombre,
le diré lo que pienso. No soy de las que hacen una escena, pero para
ese hombre sí. Tengo el presentimiento de que ese día llegará. No
puedo ver a Piper entregándose a un hombre que la abandonaría. Algo
no tiene sentido.
—Mira quién es.
Mi cabeza se sacude cuando oigo la voz de Jack. Me había
olvidado completamente de él. Pero aquí estoy pensando en un imbécil
justo cuando aparece otro. Sé que lo despidieron y no lo he visto desde
ese día en el granero. Eso fue hace un puñado de días y todavía está
tiene el puñetazo en la cara que Sadie me dijo que Van le dio.
Está directamente en el camino que tomo para ir a la casa de
Van. Todos los caminos están iluminados con luces solares, lo que
hace fácil de ver, pero debo haberme desviado mucho para no haberlo
visto antes de que hablara.
—Hiciste que me despidieran. — Da un paso más hacia mí
cuando no respondo.
Quiero ignorarlo y seguir caminando, pero tengo la sensación de
que no le gustaría. Sé que me agarrará porque puedo verlo en sus ojos.
Van se desviaría de la parte más profunda si me pusiera una mano
encima.
—Le dije a sus padres lo que vi y me despidieron. — escupe.
Siento que la sangre se me escapa de la cara pensando en lo que Honey
podría pensar. —Deben ser tan retorcidos como su hijo porque no les
importó.

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La rabia al rojo vivo me golpea cuando alguien habla mal de la
familia Cyprus. —No te...— Antes de que pueda pronunciar más
palabras, Jack es derribado al suelo.
Si hubiera parpadeado me lo habría perdido.
Van sacó a Jack del camino como un linebacker y veo con horror
como ambos se van rodando a un lado. Van sale en la cima y me
estremezco cuando le da un puñetazo a Jack en la cara.
— ¡Hijo de puta!— Van grita y mi boca se abre. Hay una mirada
mortal en la cara de Van y me aterroriza que lo mate.
—Hijo. — Giro mi cabeza hacia un lado, donde veo a Ford.
El papá de Van está parado cerca y me pregunto de dónde
diablos vino. Pudo haber estado con Van pero tampoco lo vi venir. Miro
hacia atrás a Van cuando escucho el sonido de otro puñetazo y
entonces Ford me llama.
—Tia. Trae a mi hijo.
Me libera del impacto de lo que está sucediendo y sé que tengo
que detener a Van antes de que vaya demasiado lejos.
—Van. — digo, y su cabeza vuela. Cuando sus ojos se cruzan
con los míos, le doy la mano. Suelta a Jack y se pone de pie. Se acerca
a mí e ignora mi mano y levanta la suya para acariciarme la cara.
— ¿Estás bien?— me pregunta.
¿Estoy bien? Él era el que estaba en una pelea.
—Estoy perfecta. — le digo, sabiendo que necesito calmarlo.
Escuchar que estoy bien es lo único que lo hará.
—Lleva a tu chica a casa. Sacaré la basura. — le dice Ford a Van
y asiente.
—Gracias, papá. — responde Van, y sus ojos nunca dejan los
míos.
—Tía. — Ford me llama mientras Van me lleva a su lado. Miro a
Ford y es entonces cuando me doy cuenta de lo mucho que se parecen
él y Van. —Puede que estemos un poco locos, como decía Jack. — Se

Sotelo, gracias K. Cross


encoge de hombros. —Pero siempre es para las mujeres que amamos.
Bienvenida a la familia. Te acostumbrarás a nuestra clase de locura.
Sonrío mientras sus palabras se asientan sobre mí. Esta es su
manera de decirme que quieren que sea parte de su familia y que soy
uno de ellos. Qué bueno, porque no quiero nada más que ser una
Cyprus.
—Gracias. — digo y él asiente con una sonrisa.
—Lleva a mi hijo a casa.
Van se inclina y me besa en la cabeza antes de empezar a
caminar hacia su cabaña.
— ¿Terminaste con esta mierda de no vivir juntos?
— ¿Es lo primero que tienes que decirme?— Pregunto con una
risa.
—No habrías estado escabulléndote aquí si vivieras conmigo. —
me recuerda mientras abre la puerta de su cabaña. Probablemente
debería preocuparme por lo que va a pasar con Jack y que Van podría
meterse en problemas o algo así, pero tengo la sensación de que Ford
lo manejará. Los hombres Cyprus tienen una forma de hacer las cosas.
— ¿Te lastimaste la mano?— Le pregunto, sin responderle, pero
solo bromeo. Me gusta hacerlo más de lo que debería.
—Tía. — La puerta se cierra detrás de nosotros mientras Van se
acerca a mi hombro para cerrarla.
Su tono es uno que me dice que debo cuidarme y que podría
meterme en problemas. Mis pezones se aprietan mientras presiono
mis muslos juntos y un dolor comienza a formarse. Es tan guapo, pero
cuando me pone esa cara severa, pasa a otro nivel.
—Creo que disfrutaste escabulléndote. — Coloco mis manos en
su pecho antes de deslizarlas y envolver mis brazos alrededor de su
cuello. Todavía puedo sentir la tensión en su cuerpo y quiero aliviarla
para él. Me meto en él y su dura polla se clava en mí.
—No hay nada de ti que no disfrute, mi querida niña. — Dejo
escapar un pequeño chillido cuando se mueve y me levanta del suelo.

Sotelo, gracias K. Cross


Me empuja hacia la puerta y siento su dura necesidad entre mis
piernas. —Lo disfruto tanto que te quiero aquí todo el tiempo.
Sonrío. Dios, mi hombre es dulce. Es un poco de todo en un
paquete perfecto y me quiere toda para él. Todo el tiempo. ¿Qué más
podría pedir una chica?
—Soy toda tuya y no voy a ninguna parte. — le digo, rozando mi
boca contra la suya. Siento que su cuerpo finalmente se relaja un poco
mientras me agarra las caderas.
—Sé que no lo harás porque no lo permitiré.
Gruñe, su boca toma la mía con un beso fuerte. Todo mi cuerpo
se ilumina con su tono posesivo y me encanta que nunca me deje ir.
Él es mi hogar, mi todo, mi amor. Probablemente debería decirle todas
esas cosas, pero estoy tan perdida en su toque y habrá tiempo para
eso más tarde. Tenemos una eternidad.

Sotelo, gracias K. Cross


Capítulo 10
VAN

Sus muslos se abrieron más mientras lamía su clítoris y


tarareaba contra él. Mueve sus caderas, pero tengo sus pies atados a
la cama, así que no importa cuánto se retuerza, está abierta para mi
placer.
Anoche me dirigía a su cabaña para decirle que ya era suficiente
y vi a Jack hablando con ella. Mi rabia se apoderó y me lancé sobre él,
sabiendo que la protegería de cualquier amenaza. Y eso es lo que era.
Pero supe en ese momento que todo lo que sentía por ella debía ser
dicho en voz alta, solo que no quería que la primera vez que le dijera
que la amaba estuviera en el fondo de ese recuerdo.
El sol casi ha salido y he pasado la noche amando cada
centímetro de su cuerpo. Sabe cómo nosotros dos y se ha corrido
tantas veces que no sé si podrá caminar. Se merece un día en la cama
y los consejeros pueden valerse por sí mismos si tienen hambre. Ya he
enviado un mensaje a los chicos de los establos y les he hecho saber
que no estaré hoy. Planeo estar aquí con mi mujer y disfrutar cada
segundo.
—Tia. — susurro contra su coño.
—Me estás matando lentamente, ¿no?— grita mientras le
mordisqueo el clítoris y luego sonrío contra él.
—Nunca. — Le paso la lengua por el capullo duro y es suficiente
para enviarla al límite una vez más.
Pruebo la dulce liberación en mi lengua y cierro los ojos para
saborearla. Cada vez es mejor que la anterior y creo que podría ser
adicto a ella.
Cuando le he quitado todo su placer, subo por su cuerpo y me
envuelvo en su cálido y resbaladizo calor. Gruño al sentir su canal
resbaladizo apretando mi eje y tengo que mantenerme quieto para no
correrme en ese momento.

Sotelo, gracias K. Cross


La miro a los ojos y le pongo un mechón de pelo sudado detrás
de las orejas mientras beso sus labios suavemente. —Te amo. — digo
y siento el peso de ello levantarse de mi pecho. Me muero por decirlo
desde el momento en que la vi, pero no quería asustarla. Me sonríe y
veo las lágrimas en sus ojos cuando empiezo a moverme lentamente
dentro de ella.
—Yo también te amo, Van.
—Cásate conmigo.
Sus ojos se abren un poco pero no parece asustada mientras
busca en mi cara cualquier rastro de una broma. — ¿Hablas en serio?
—Nunca te mentiré. — Me deslizo lentamente hacia afuera y
luego vuelvo a entrar, tomándome mi tiempo para hacer el amor con
ella. —Cásate conmigo, Tia. Esto es para siempre para mí y no viviré
sin ti.
—Sí. — me dice y por un momento creo que nos ha sorprendido
a los dos.
Cierro mis ojos y toco mi frente con la suya, agradeciendo a mis
estrellas de la suerte que la haya encontrado y que me quiera.
—Me has hecho tan feliz. — digo mientras me muevo más rápido.
—Dime que me amas de nuevo. Necesito oírte decirlo mil veces antes
de saber que es real.
Me sonríe mientras me agacho y le tiro la cuerda por los tobillos,
liberándola.
—Envuelve tus piernas alrededor de mí. Necesito sentirte en
todas partes.
—Te amo, Van. — gime, y la empujo más fuerte y nos empujo a
los dos hasta el borde.
Cuando se corre de nuevo, finalmente me entrego a la necesidad
y termino con ella. El calor de mi liberación baña su vientre y casi me
desmayo por la intensidad de la misma. Saber que me ama y que va a
ser mi esposa es casi demasiado para mi corazón, pero de alguna
manera lo hago.

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Es un poco más tarde, mientras estoy acostado de espaldas
jugando con su pelo, que siento el estómago de Tia gruñir. Me río y
pienso en lo poco que tengo aquí en mi cabaña porque siempre estoy
en la cocina principal con ella.
—Debería darte de comer. — digo, y se sienta encima de mí y
mira hacia abajo.
Ambas miramos el anillo que le puse en el dedo después de la
última vez que hicimos el amor. Es un simple anillo de oro con un
diamante redondo en el medio. Lo compré el primer día que la vi y
supe que no pararía hasta hacerla mía.
—Creo que quieres ir a mostrar esto al campamento.
Trato de ocultar mi sonrisa engreída pero no sirve de nada. —
Sería una ventaja adicional para alimentarte. Pero solo iremos lo
suficiente para abastecernos de comida y luego volveremos
directamente a la cama.
—Trato hecho. — está de acuerdo mientras saltamos y nos
ponemos rápidamente la ropa que esté cerca.
Nos tomamos de la mano al salir de la cabaña y no puedo evitar
jugar con su anillo. Me encanta tenerlo allí y saber que es mío. No
puedo esperar a tener uno propio también. ¿Los hombres usan anillos
de compromiso?
—Tienes unas semanas antes de que empiece la escuela. — me
recuerda Tia y yo le aprieto la mano. — ¿Qué vamos a hacer hasta
entonces?
La miro y levanto una ceja. —Creo que se nos puede ocurrir algo.
Me golpea el pecho juguetonamente cuando llegamos a la cocina.
—Ya sabes lo que quiero decir.
—Por suerte mis primeras clases son todas en línea y luego
cuando tengo que hacer mis análisis y clínicas puedo ir a la ciudad.
Podríamos conseguir un apartamento allí si prefieres vivir lejos del
campamento.
Odiaría dejar Camp Hardwood porque es mi casa, pero iré a
cualquier parte mientras Tia esté conmigo.

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— Van. — Ella me da un tirón en el brazo y me detengo. —No
tenemos que irnos de aquí, ¿verdad?
El miedo le llena los ojos y me acerco a ella para acariciarle la
mejilla.
—No tenemos que ir a ninguna parte, querida niña. Solo quería
que supieras que podemos si alguna vez quieres.
—No quiero. — dice ella con firmeza y asiento.
—Entonces este es el hogar.
—Hogar. — repite y me inclino para besarla.
Escucho un carraspeo cerca y miro hacia arriba para ver a Piper
de pie en el porche de la cocina. Tía se ruboriza mientras se acurruca
en mi pecho y la tomo de la mano otra vez y nos dirigimos a Piper.
—Buenos días, pajaritos. — dice mientras entramos en la cocina.
—Llegan tarde.
—Hoy está libre. — me meto antes de que Tia pueda comentar.
—Te hice burritos de desayuno ayer, están en la nevera. — dice
Tia, acercándose y agarrando el mango.
Justo cuando su mano sube, Piper suelta un chillido y se acerca
a su lado. —Tia, ¿qué...?— Se gira para mirarme con los ojos abiertos
y la cara de Tia se vuelve de color carmesí. — ¿Te has comprometido?
—Sí. — confirmo, y puedo sentir mi sonrisa extendiéndose de
oreja a oreja.
Piper silba mientras mira el anillo. —Lo sabía.
— ¿Lo sabías?— Tia pregunta cuándo su amiga la lleva a dar un
abrazo.
— ¿La forma en que te mira? ¿Me estás tomando el pelo? Era
solo cuestión de días. — Piper me mira y sonríe. —Felicidades.
Asegúrate de cuidarla.
—Lo tengo planeado. — estoy de acuerdo.
—Bien. O tendré que patearte el culo.

Sotelo, gracias K. Cross


No menciono que ella no podría lastimar una mosca, y decido
asentir y morderme el labio para no reírme.
—Esta es la mejor noticia. Deberíamos comer para celebrarlo. —
dice, pero cuando se da la vuelta para dar un paso, veo una raya de
dolor en sus ojos.
— ¿Piper?— Grito, corriendo hacia delante justo cuando intenta
agarrar la silla de al lado y casi se cae.
La alcanzo justo antes de que toque el suelo y se agarre al
estómago. Su cara se pone completamente blanca y sus ojos se ponen
en blanco.
— ¡Llama al 911!— Grito mientras recojo a Piper y corro al Jeep
de emergencia aparcado junto a la oficina.
Siento a Tia justo detrás de mí y cuando llegamos al Jeep salta
al asiento trasero con Piper.
—Todo va a salir bien. — dice Tia. Piso el acelerador y la miro
por el espejo retrovisor.
— ¿Tia?— Escucho suavemente desde atrás, y veo a Piper abrir
los ojos y un poco de color reaparece en sus mejillas.
Respiro un rápido suspiro de alivio pero no disminuyo la
velocidad mientras me dirijo al hospital.
—Estoy aquí. Relájate y estaremos en el hospital en un segundo.
—He tenido algunas manchas esta mañana. El libro del bebé
decía que era normal.
¿Libro del bebé? Mierda, ¿Piper estaba realmente embarazada?
Los pensamientos corren por mi mente y no sé qué hacer aparte de
conducir.
—Shh. Relájate y respira. Todo va a salir bien.
Tia mira por el espejo retrovisor al mismo tiempo que yo y
nuestros ojos se fijan en una pregunta que ambos tenemos miedo de
hacer.
¿Estará bien?

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Epílogo
TIA

Cinco años después...


—Realmente lo haces todo con amor. — me dice Honey mientras
el avión alimenta a nuestra hija. Es demasiado vieja para ser
alimentada así, pero me guardo ese comentario para mí. Es adorable
y nuestra hija menor siempre se ríe cuando lo hace.
Honey y Ford son los abuelos del siglo. No se cansan de nuestras
niñas. Me calienta el hecho de que nuestras hijas tengan una familia
que se pelea por quién pasa más tiempo con ellas. Es algo tan extraño
para mí, crecer como lo hice. He echado raíces aquí y este es mi hogar
y mi familia para siempre.
— ¿Qué?— Digo mientras hago un lazo perfecto en la cesta que
he hecho. Empaqué un almuerzo tardío para llevárselo a Van en el
granero. No comió lo suficiente cuando se detuvo a almorzar y
comerme no cuenta. No me importa lo que diga. Está demasiado
preocupado por salir con nosotros y jugar con nuestras chicas para
comer una comida adecuada. Ha estado ocupado en el establo esta
semana y ahora está tratando con alguien que necesita que cuide de
su caballo. Van normalmente solo atiende a nuestros propios
animales, pero la clínica veterinaria más cercana está a más de dos
horas de distancia, así que no es raro que la gente se detenga y haga
una pregunta o que le eche un vistazo. Es difícil para Van decir que
no cuando piensa que un animal puede necesitar ayuda. Incluso si
está tan ocupado como él.
—La cesta parece que pertenece a una exhibición. Solo puedo
imaginar lo que hay dentro de ella.
Afortunadamente todos están acostumbrados a que me ruborice.
Creen que es la norma, pero en realidad me estoy sonrojando porque
esta cesta no solo está llena de comida para mi marido, sino que
también puede tener otras cosas para que juguemos. Van y yo
llevamos casados casi cinco años y nunca hay un momento aburrido

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cuando se trata de hacer el amor. Sé que nunca lo habrá porque él
siempre encuentra nuevos deseos internos que no sabía que existían.
Él es realmente la otra mitad de mi alma. ¿De qué otra forma podría
leerme tan bien y saber cosas de mí que yo no sabía?
—Sabes que te haré uno cuando quieras. — le digo a Honey.
A veces lo hago por ella y por Ford como agradecimiento. Siempre
están tan ansiosos por cuidar a nuestras chicas cuando Van y yo
necesitamos una noche con solo nosotros dos. Como las noches en las
que quiere hacerme gritar su nombre y es mejor que nadie esté a
menos de un kilómetro de nuestra casa. No pongo los pequeños extras
en los suyos como hago con los que usamos Van y yo.
—Lo sé, cariño. — viene y me da un beso. —Dile a mi hijo que le
mando saludos y que estoy lista para otro bebé por aquí. — Pongo los
ojos en blanco.
—Así que, lo de siempre.
—Sip. — Me guiña el ojo antes de volver a sentarse con nuestras
chicas.
Les doy un beso a las dos y creo que tampoco me importaría un
tercero. Las chicas se están volviendo más independientes y Van ha
terminado la escuela. Tenemos tiempo y él mismo lo ha mencionado
varias veces. Siempre tengo este pequeño miedo de que si tengo
demasiados niños uno no reciba la atención que merece. Sé que esa
es mi batalla interna en juego porque realmente es un pueblo de por
aquí. Puede llamarse Camp Hardwood, pero todos son familia y este
es su hogar.
Llevo mi cesta al Gator para el corto viaje al granero. Cuando
llego allí veo un camión que no reconozco aparcado afuera. Debe ser
la persona que llamó, pero me pregunto por qué no tienen un remolque
enganchado si querían que Van echara un vistazo a su caballo. Por
alguna razón los pelos de la nuca se me ponen de punta. No porque
esté asustada, sino por algo más que no puedo colocar.
Salgo del Gator y agarro mi cesta. Las puertas del establo están
abiertas de par en par para que pueda entrar y me congelo cuando veo
a mi marido de pie con una mujer que es tal vez diez años mayor que
yo. No es que importe porque es toda piernas con pelo largo y rubio.

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Sin haberla visto mucho o conocerla, ya puedo decir que es una jinete
profesional de caballos de exhibición. Lo que me hace dar un paso
atrás es el hecho de que mi marido la tiene por la muñeca. Su mano
está suspendida entre las dos y no puedo ver su cara. Solo puedo ver
sus ojos azules que se abren de golpe.
Dejé caer la cesta en mi mano y casi me tropiezo con ella en el
proceso.
—Querida niña. Ten cuidado. — dice Van mientras tira la
muñeca de la mujer como si estuviera en llamas.
Está medio corriendo hacia mí aunque ya he recuperado el
equilibrio.
—Todavía tienes puesto el delantal. — dice, sonriéndome. Antes
de que pueda decir algo, su boca cae sobre la mía para un largo y
dulce beso. —Y trajiste mi favorito. — Me da un mordisco en el labio
inferior y estoy demasiado sorprendida para detenerlo. —Bien,
segundo favorito. Todos sabemos que eres mi comida favorita. Pero
tus Brownies de caramelo son los segundos y puedo saborearlos en ti.
La mujer se aclara la garganta y me sacude de vuelta a la
realidad. Van siempre puede llevarme a otro lugar donde me olvide de
todo menos de él.
—Te dije que te perdieras. — le dice a la mujer sin mirar a su
alrededor.
—Pero...
Los ojos de Van están fríos cuando la mira. —No sé qué carajo
estás tramando, pero viniste a nuestra casa e intentaste tocarme
cuando está perfectamente claro que estoy casado.
—No lo sabía. Pensé...
—Apuesto mí vida a que mencioné a mí esposa cinco veces desde
que llegaste.
Le creo. A veces me hace sonrojar lo mucho que habla de mí.
Está tan orgulloso y feliz de tenerme que no puede evitar decírselo a
cualquiera que le escuche. No es un secreto que Van se ha casado
porque Honey hizo de la boda un evento de tres días. Quería que todos

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supieran que ahora tenía una hija y que nunca me había sentido tan
amada desde que me convertí en un chipriota.
—Creo que encontraré otro veterinario. — La mujer levanta la
barbilla mientras me mira de alguna manera antes de pisar sus
llamativas botas de vaquera que son todo un espectáculo y nada de
trabajo.
Odio tener que decírselo a la mujer, pero a Van le gustan los
delantales de cocina y yo desnuda en la cama. Eso es lo que lo hace
funcionar, no nada elegante.
—Te dije que lo hicieras antes de salir de tu camión. — murmura
Van, sacudiendo la cabeza.
Sabía que ella no estaba haciendo nada bueno desde el momento
en que llegó aquí. La familia Cyprus está forrada y algunos intentan
meter sus dedos en ella. Nunca llegan a ninguna parte, pero a veces
la gente se vuelve valiente.
—Tú y ese delantal. — Vuelve a cambiar de tema y se centra
únicamente en su esposa. Nunca pasa de moda pensar en mí como
eso.
—La tuviste por la muñeca. — señalo. Sé que me va a follar extra
fuerte por el comentario.
Van baja a recoger mi cesta y me lamo los labios cuando veo que
algunos de los juguetes que empaqué han sido arrojados a la cima.
—Estaba evitando que me tocara. No sé qué coño estaba
haciendo. — dice. —Sabes que ese delantal me hace mierda y no me
harté de ti en el almuerzo. Sabes que necesito más.
Mis pezones se tensan al pensar. Cuando se trata de Van, puede
tenerlo todo. No hay ninguna parte de mí que no le pertenezca.
—Tal vez no estoy renunciando a nada. Acabo de pillarte con otra
mujer aquí.
Van suelta una risa sin sentido del humor. —Eso no fue nada.
Ya viste con lo que tengo que lidiar todo el tiempo. Todos esos
socorristas siempre están tratando de estar en tu cocina y conseguir
cualquier cosa que puedan. — Su ser juguetón se le cae de la cara y
ahora soy la que lucha contra una risa de verdad.

Sotelo, gracias K. Cross


Realmente no estoy celosa. Sé que soy la única mujer para Van.
Somos dos mitades de un todo, pero aun así nos pone nerviosos
cuando alguien intenta colarse y llamar la atención del otro. Siempre
será una batalla perdida para ellos. Para nosotros solo hace que el
sexo de ese día sea un poco más intenso y puedo decir por el brillo de
sus ojos que no voy a salir de este granero con mis propios pies.
Me va a matar con orgasmos, pero no importa. Puede que no sea
capaz de salir, pero mi marido me llevará. Estamos a punto de tener
una de nuestras escapadas de verano en el granero y tal vez esta
termine con nosotros teniendo un niño.
No tengo ninguna duda porque Van siempre me da lo que
necesito. Si lo que quiero es un niño, es lo que tendré.

Sotelo, gracias K. Cross


Epílogo
VAN

Diez años después...


— ¿Empacaste tu insecticida?— Pregunto mientras reviso el
paquete por millonésima vez.
—Sí, papá. — dice Ariel, y puedo oír sus ojos rodar.
—Solo me estoy asegurando. — Coloco su saco de dormir al lado
pero no hago ningún movimiento para recogerlo.
—Vamos, papá, voy a llegar tarde. — Ariel me da un tirón en el
brazo y miro para ver a Tia echándome un vistazo.
— ¿Qué?— Le pregunto y ella levanta una ceja diciéndome que
me detenga. —Bien. — gruño, volviéndome hacia Ariel. —Nos iremos,
pero primero quiero un beso y un abrazo. Y no te apresures, porque
no te veré en diez días enteros y necesito que dure.
Se me acerca y se arroja a mis brazos mientras la tomo y la
balanceo.
Es el primer campamento para dormir de nuestra hija mayor y
creo que es el más difícil de todos. Tia parece nerviosa, pero pone una
cara más valiente que yo. Estoy obsesionado con revisar sus maletas
y hacer tiempo.
—Está bien que no quieras pasar el verano en Camp Hardwood.
— me burlo.
—Papá, vivimos allí, no cuenta. — Me mira con ojos oscuros
como su madre. —Además, este es un campamento de niñas
exploradoras, así que no se permiten chicos.
— ¿Por qué crees que acepté?— Digo mientras la beso en la parte
superior de su cabeza.
Sacude la cabeza cuando Tia se acerca y se acurrucan
rápidamente. Su hermana y su hermano ya se despidieron de ella esta

Sotelo, gracias K. Cross


mañana antes de que nos fuéramos. Tia y yo queríamos este tiempo a
solas para despedirnos pensando que sería más fácil para ella si no
estuviéramos todos. Pero en realidad es difícil para mí, no importa
quién esté aquí para verlo.
Ariel es nuestra primogénita pero siempre será mi bebé. Como
todos nuestros hijos, sigo pensando en ellos como recién nacidos
aunque los años hayan pasado volando. Miro a Tia mientras cojo las
bolsas y caminamos hacia el registro del campamento. Ella y Ariel
están hablando, pero mientras la luz baila en el cabello rojo de Tia, me
olvido de todo lo demás, excepto de lo hermosa que es mi esposa.
A menudo me sorprende lo afortunados que somos de habernos
encontrado en medio de la nada. Ella sigue siendo lo mejor que me ha
pasado y a través de ella me ha dado tanto amor y alegría.
—Prométeme que no habrá besos cuando lleguemos a la cabaña.
— advierte Ariel, y es entonces cuando veo un destello de mi
temperamento cruzar sus ojos. Sé exactamente de dónde vino eso y a
una parte de mí le encanta. La parte que no tiene que lidiar con la
actitud cuando está siendo extra atrevida.
—Honor de exploradores. — estoy de acuerdo y levanto tres
dedos.
Lo piensa por un segundo y decide que no estoy mintiendo. Toma
su paquete de registro y llevo sus cosas a la cabaña. Mantengo mi
palabra y no la beso más, pero la abrazo como un oso hasta que se ríe
y me grita que la deje ir. Justo antes de hacerlo, me abraza y es la cosa
más dulce de la historia.
Tia y yo nos vamos de la mano y nos quedamos callados mientras
volvemos al coche. Es la primera vez que se aleja de nosotros que no
es con mis padres y no nos miró hacia atrás. ¿Por qué estoy luchando
tanto con esto?
—Hey. — dice Tia, apretando mi mano y rompiendo mi
concentración.
—Hey. — le digo mientras trato de sacudirme mi humor sombrío
y acercarla.

Sotelo, gracias K. Cross


— ¿Quieres que nos tomemos nuestro tiempo para volver y
escabullirnos en el bosque?— mueve sus cejas hacia mí mientras sus
manos se acercan a mi cintura.
— ¿Y qué haríamos allí?— Pregunto, mi polla se vuelve pesada
por la emoción.
—Intenta que no te atrapen.
—Esa es la mitad de la diversión. — digo mientras la tiro contra
mí y le dejo sentir cuánto me gusta la idea.
— ¿Cuál es la otra mitad de la diversión?
—Yo comiendo tu coño mientras tú te agarras a un árbol y tratas
de no gritar. — Me lamo los labios cuando mi boca comienza a hacerse
agua y asiente.
—Trato hecho.
Ambos saltamos al auto con entusiasmo y salgo del
estacionamiento. En el fondo de mi mente sé que ella está usando esto
como una distracción para sacarme de mi mal humor. Pero hey,
funcionó, y puedo lamer el dulce coño de mi esposa. ¿Qué más podría
necesitar para hacerme sentir mejor? Ya me dieron el mundo entero
el día que ella llegó a mi vida. Ahora todo lo que tengo que hacer es
apreciarlo. Para siempre.

Fin...

Sotelo, gracias K. Cross


Sotelo, gracias K. Cross

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