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El shock séptico puede ser causado por cualquier tipo de bacteria. Hongos y (en pocas
ocasiones) virus pueden también causar la afección. Las toxinas liberadas por bacterias u
hongos pueden causar daño tisular. Esto puede llevar a que se presente presión arterial
baja y funcionamiento deficiente de órganos.
Los factores de riesgo que predisponen al shock séptico incluyen:
Diabetes.
Enfermedades del aparato genitourinario, el aparato biliar o el aparato digestivo
Enfermedades que debilitan el sistema inmunitario, como el sida.
Sondas permanentes (aquellas que se mantienen en su lugar por períodos extensos,
especialmente vías intravenosas y sondas vesicales, al igual que stents de metal o
de plástico usadas para el drenaje).
Leucemia.
Uso prolongado de antibióticos.
Linfoma.
Infección reciente.
Cirugía o procedimiento médico reciente.
Uso reciente o actual de esteroides.
Trasplante de órgano sólido o médula ósea.
Mecanismo de entrada
Habitualmente cuando se produce una infección microbiana del organismo el sistema
inmunitario es capaz de controlarla y que quede localizada. Sin embargo, en algunos casos,
las defensas no pueden combatir la infección de forma eficaz y/o los microorganismos
eliminan unas toxinas se ponen en marcha una serie de mecanismos que provocan una
inflamación generalizada produciendo un shock séptico.
Estos mecanismos, que son complejos, producen una alteración en diferentes órganos
como el hígado, el riñón y el pulmón y alteran el funcionamiento de la coagulación de la
sangre y del sistema cardiovascular.
Es más frecuente que el shock séptico aparezca en pacientes con el sistema inmunitario
alterado como los bebés, los ancianos o las personas con inmunodepresión (como los
enfermos crónicos).
La infección inicial a partir de la cual se produce una reacción generalizada puede estar
localizada a nivel respiratorio-pulmonar, genito-urinario, abdominal, piel y tejidos o
ginecológico, entre otros.
Mecanismo de salida
Tratamiento
Síntomas y signos
El desarrollo de una infección generalizada da lugar a una serie de alteraciones del
organismo que se reflejan en síntomas como:
Respiración rápida.
Palpitaciones por aumento de la frecuencia cardiaca.
Confusión y mareos por alteración del nivel de conciencia.
Cambios en la temperatura y coloración de la piel.
Fiebre.
Debilidad generalizada y malestar por disminución de la presión arterial.
Disminución de la diuresis.
Donación de sangre y tipos sanguíneos
Donar sangre significa dar parte de la sangre de uno para que se la pueda usar para ayudar
a otra persona. La sangre que se dona ayuda a personas que han perdido sangre en un
accidente o que tienen una enfermedad como cáncer, anemia, enfermedad drepanocítica
o hemofilia.
La sangre que se dona incluye glóbulos rojos y otros elementos que componen la sangre,
como plaquetas y plasma. La sangre que contiene todas las partes se llama sangre completa.
Tener por lo menos 17 años. (En algunos estados, usted puede donar si tiene 16
años y obtiene permiso de uno de los padres).
Pesar por lo menos 110 libras (50 kg).
Tener buena salud.