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UNA NOCHE BAJO LAS ESTRELLAS

Esta noche es la noche más espectacular del año, pues se verán las esperadas
lágrimas de San Lorenzo y a Manu le han prometido que le llevarían al Castillo de
su ciudad para ver las estrellas junto a sus primos, ya que todos los años celebran
una noche astronómica donde enseñan a todos los aficionados a la astronomía las
constelaciones, sus nombres e incluso alguna que otra leyenda relacionada con el
nombre de las estrellas.
Además, el pequeño Manu esta emocionadísimo por ver las estrellas y dormir en el
patio. De tanta emoción el pequeño Manu no pudo descansar como se debe y al
siguiente día se levantó muy cansado que le ha pedido a su madre si pude dar una
pequeña siesta para más tarde en la noche poder disfrutar de las estrellas con sus
primos Carlos y Cristina.
- ¿Mamá, quiero descansar un poco puedo? –le dice el pequeño con ojos de sueño.

– Pero, ¿cómo? ¿El señor “no quiero tus siestas sean aburridas” quieres dormir? –
bromea su madre.
– Sigo pensando que son aburridas. – dice el pequeño
– Ah, sólo es eso. Ya me extrañaba que no me pidieses tus siestas. – dice su padre.
La mamá de Manu le prepara la cama y baja las persianas para que Manu descanse
un poco, con la condición de que después de su gran sueño se levante y aliste las
cosas más necesarias para la noche.
Manu se queda dormido enseguida, pues no había descansado nada la noche
anterior. Se la había pasado imaginando como será pasar una noche durmiendo en el
patio de un castillo, preguntándose si habría fantasmas como en los cuentos y
leyendas que había leído en el colegio, como serán de grandes las estrellas fugaces
que consigan ver…
A la hora de haberse acostado, el niño se levanta fresco como una rosa y empieza a
preguntar a sus padres donde están las cosas que tiene que llevar y cuando pasarán a
recoger a sus primos.
– Manu, no seas impaciente. Primero tenemos que cenar y después de cenar iremos
por Carlos y Cristina. Seguro que están tan emocionados como tú. – le dicen sus
padres.
– Es que… no quiero que se nos haga tarde y que no podamos pedir los deseos que
he pensado para las estrellas. – le contesta Manu pensativo.
– Puedes estar tranquilo que con nuestros prismáticos y el telescopio que llevarán
tus tíos, no te perderás ni una estrella. – añade su madre con una amplia sonrisa.
Manu se queda más tranquilo y poco a poco va preparando su mochila con su saco
de dormir, los prismáticos que le regalaron los abuelos por su cumpleaños y su osito
Charly, su compañero de aventuras y que con el que verá las estrellas. Casi sin darse
cuenta llega la hora de cenar, Manu se sienta y en un suspiro acaba su comida.
Después de su cena se va para su recamar a esperar a que sus padres vayan a recoger
a sus primos para poder disfrutar de la gran noche que los espera en el gran castillo
que los ilumina.

Carlos y Cristina suben corriendo al coche después de darle un buen abrazo a su


primo con el que están muy unidos y van rumbo al castillo que está en el casco
antiguo de su ciudad.
Buscan aparcamiento en un parking cercano a este y recogen todo lo que han
preparado para pasar una noche inolvidable. Hasta los papás de Carlos y Cristina les
han preparado a los niños un termo con chocolate caliente para que lo tomen
mientras ven las estrellas y la mamá de Manu también ha llevado otro, pero con café
y con leche para los mayores. Tampoco se han olvidado de llevarse sus cámaras para
hacer fotos que después guardarán como recuerdo de una noche especial.
Una vez suben las escaleras que le llevan al patio del castillo, buscan un sitio más o
menos cómodo para dejar sus cosas y donde poder dormir cuando el sueño les
venza.
Poco a poco, el sueño va abriéndose paso entre los niños y los padres de Manu
deciden extender los sacos de los pequeños para que estos se puedan tumbar y, casi
sin darse cuenta, los tres niños caen en un profundo sueño donde las estrellas y el
inmenso castillo que les acoge son sus protagonistas.
Manu, Cristina y Carlos han logrado su sueño, disfrutar de una noche bajo las
estrellas y pedir todos los deseos que les han sido posible.
Eso sí, sus deseos se han guardado en su memoria como un preciado tesoro. Después
de todo, “si tu deseo quieres cumplir, a nadie se lo debes decir.”

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