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Este poema narra la historia de un hombre que mata a su amante en un ataque de celos y locura. Describe encontrarla muerta en un charco de sangre con los ojos muy abiertos, mientras él todavía sostiene el cuchillo humeante. Luego de cometer el crimen, se da cuenta de que ha borrado para siempre la impresión de otros labios y ojos en los suyos ahora muertos.
Este poema narra la historia de un hombre que mata a su amante en un ataque de celos y locura. Describe encontrarla muerta en un charco de sangre con los ojos muy abiertos, mientras él todavía sostiene el cuchillo humeante. Luego de cometer el crimen, se da cuenta de que ha borrado para siempre la impresión de otros labios y ojos en los suyos ahora muertos.
Este poema narra la historia de un hombre que mata a su amante en un ataque de celos y locura. Describe encontrarla muerta en un charco de sangre con los ojos muy abiertos, mientras él todavía sostiene el cuchillo humeante. Luego de cometer el crimen, se da cuenta de que ha borrado para siempre la impresión de otros labios y ojos en los suyos ahora muertos.
para siempre callada, para siempre dormida, con los ojos abiertos muy abiertos.... abiertos y mir�ndome siempre como miran los muertos, sin amor y sin odio, sin placer ni amargura, con sutil iron�a y a la vez con ternura. El pu�al en mi diestra todav�a humeaba, pero ya a mis o�dos el furor no gritaba, y crec�a el espanto, y la angustia crec�a, y humeaba en mi diestra el pu�al todav�a con el vaho candente de tu sangre ardorosa, de tu sangre de virgen, de tu sangre de diosa. �C�mo fu�?... �Qui�n lo sabe, si lo ignoro yo mismo?
�Fu� ascenci�n a la cumbre? �Fu� descenso al abismo?
S�lo s� que en tus ojos vi otros ojos impresos, que sent� entre tus labios el calor de otros besos, y entre sombras y dudas mi raz�n agitada, quise hallar, a tu sangre otra sangre mezclada, y al vengar mis agravios y entregarte a la muerte, hasta el �ltimo instante, hasta el �ltimo, verte, y ver cu�l se borraban en tus yertos despojos, la impresi�n de esos labios, la impresi�n de esos ojos; Y en tus labios ya muertos, y en tus labios ya fr�os, Para siempre dejarte la impresi�n de los m�os.
Era ya media noche y en la obscura alameda
murmuraban las hojas con voz d�bil y queda, mientras dulce y tranquila, tras fin�simo velo de neblina, la luna se elevaba en el cielo. �Cu�n hermosa es la vida! �Cuan hermosa! dijiste. Si la vida es hermosa -contest�- pero es triste que se acabe tan pronto... Y seguimos andando, tu pensando en la vida, yo en la muerte pensando. Si, la muerte, la muerte -murmur�; y asustada, te paraste y me viste con medrosa mirada, y en tus ojos tan grandes, y en tus ojos tan bellos, vi brillar m�s que nunca la mirada de aquellos, y en mi fiebre inextinta de pasi�n y locura, recorri�me la suave sensaci�n de frescura, del que asciende a la cumbre o desciende al abismo... y despu�s... �qui�n sabe, si lo ignoro yo mismo?
En un charco de sangre, all� estabas tendida,
para siempre callada, para siempre dormida, con los ojos abiertos, muy...abiertos, y mir�ndome siempre como miran los muertos, sin amor y sin odio, sin placer ni amargura, con sutil iron�a y a la vez con ternura. Todav�a en mi diestra el pu�al humeaba, y crec�a el espanto, y la angustia crec�a, y humeaba en mi diestra el pu�al todav�a... con el vaho candente de tu sangre de diosa. Mas, �oh dicha que en medio de mi crimen surgiera! Al dejar en tus labios la caricia postrera, vi que al fin se borraba de tus yertos despojos, la impresi�n de tus labios, la impresi�n de tus ojos, y en tus labios ya muertos, y en tus labios ya fr�os para siempre quedaban la impresi�n de los m�os.