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na accción positiva y real, con el potencial La tercera táctica concierne al uso que los latinoamericanos hicieron de las teo-
1ó
Simón Marchán Fiz, Del Arte objetual al
Arte de Concepto, l9ó0-1974, Madrld:
I ámbito político de l9óg,
la noción de arte rías de la información y de la comunicación, con objeto de investigar mecanismos por medio de los Ediciones Akal, 1988, pp,269-271.
'lo real" orilló a que
este grupo abandonara cuales los significados son transmitidos a sus receptores. Los artistas que acataron este modelo 17
lVlaría Teresa Gramuglio y Nicolás Rosa,
esde su perspectiva, la violencia
se había (Costa, Escary,Jakoby [tLUS.v], Ferrari,Tucumán Arde) se aprovecharon de la estructura existente en Tucumán Arde, manifiesto, 19ó8, archivos
",'. Una posición similarquedó de la artista participante Graciela
implícita en los medios de comunicasión de masa -ya fuera en la forma de periódicos, carteleras, televisión u Carnevale, Rosario.
y estrategias
de ese antiarte y las tácticas otros- con el propósito de producir una obra en la cual el medio se convierte en el propio mensaje. 1o
Luis Camnitzer, "Arte Colonial
un^objetivo común:,,comunicar
el mensaje Esta última hechura de los conceptualismos de América Latina involucra una re- Contemporáneo", Marcha, <l\¿ontevideo>
en las cuales el público (jul, 3, 1970), s/p.
se encuen- definición de audiencias receptoras como componentes integrales del programa conceptual. La no-
.:l:::: se adelantaron, de te lb¡d,
.i::::: hecho, a atgu- ción de un arte basado en ideas, con una amplio espectro de alcance comunicacional, fue intrínseco
ùetenta y los Ochenta 20 Marchán Fiz, (19881, 270.
entre otros movi_ a estas prácticas desde sus inicios. No obstante,lo que estaba en juego en ellos no era la accesibili-
aorarrrro, | 377
I
(un trazo que subyace en el meollo de muchas
de las prácti-
dad de la obra, potencialmente ilimitada o de comu-
de hacer contracircular los mensajes
cas norteamericanas), sino el esfuerzo consciente hará una distin-
notable es el que' posteriormente'
nicar"nuevos" valores a la audiencia. Este rasgo
en oposición al modelo "telepático" que prevaleció
ción de las prácticas nuestras de lo conceptuãt
cuya característica es la de una "no-accesibilidad"' e incluso resistencia'
en los EEUU; un modelo
considerados, la tetepatía es substituída por el
para producir audiencias'. En todos los casos aquí
Yendo más allá de las aspiraciones metafísi-
pathos(contaminación) o por la pathía (participación)'
casdeltelepát|coparadigma,nuestrosartistasbuscaroncomoalternativaparticipantelossistemas
de la informa-
de comunicación. Emanados de un profundo
conocimiento y aplicación de las teorías
estos artistas y algunos grupos (Barrio, oiticica '
ción, la recepción y la comunicación, bastantes de
Grupos) hincaron la raízde sus tácticas, de modo
Meireles, Manuel,Tucumán Arde, e inclusive Los
contextos locales' como ejemplo de ello' citemos
la
deliberado, en las matrices vernáculas de sus
la que se presenta la muestra Nova objetividade
Declaración de Principios deVanguardia(1967)con
[vcrDocs.].o.uieneslasuscribendeclaran:"Ademásdedarleunsentidoculturalaltrabajocreador'
el público' del periódico al de-
de comunicación con
lrrUS, lvl nuestro movimiento adoptará todos los medios
bate,delacallealparque,delsalónalafétbrica,delpanfletoalcine'deltransistoralatelevisión'""
Laobradeestosartistasygrupos'demaneraincuestìonableotraVeZ'seanticipaalasperspicacias nor-
de los análisis de audiencias introducidos
porlos conceptualistas
metropolitanas,tales como-la
teamericanos tiemPo desPués'
Si,segúnseargumentaaquí,eltrazodeterminantedelConceptualismoennues-
contexto socio-político -en otras palabras' su al-
tro continente es el análisis en su relación con el
no implicó para estos artistas en el abandonar sus investigaciones
cance ideológico-, esto último constituir'
de ideología y sus mecanismos pueden
formales. Después de todo, el arte es una forma
que se basan en ideas' A pesardel profundo cues-
además, la "identidad material" de las prácticas
británicos y americanos' sus tentativas al
tionamiento del arte llevado a cabo porlos conceotualistas Kosuth del
respecto fallaron precisamente por haberse
aferrado a la "idea de arte"' Tanto la frase de
mi arte" quedaron
,,arte como idea como idea" como el dicho de weiner"la definición de mi arte es
circunscritasalosmojonesdelmodelomainstreamdentrodeloscualescabeeltérminoacuñado
dio un enfo-
por Benjamin Buchloni*la estétrca del mundo administrado".
quemásamplioenloestructuralyenlocontextualdelasinporloslati_
noamericanos.Estosartistaspuedentomarseenconsideracmociosigni-
ill tJS vl allá de lo a esfera del
ficativo el contexto de ta redefinición del arte más
pesada historia que lo generaron, así como su intrinca-
arte. En función de ambas circunstancias de
bien podía serentendida' tan sólo' como una actitud
da búsqueda de redefiniciones, esta tendencìa
para poner en eviden,cia la adversidad'
'Si Marcel Duchamp intervino a nivel del arte
rptualismo los elementos de la experiencia cotidiana, individual y colectiva, como cimiento de un modelo dialéctico "Aspectos", Reconsidering the Object of
ejerció radicaba, de Art, 1965-1975, (Ann Goldstein y Anne
una.forma
he_ de la producción de arte. Este ejemplar caso funcionó también a través de los logros del modelo sugeri- Rorimer, org.), Los Angeles: lrluseum of
de conocimiento, lo cual
do porTucumán Arde [rLUS vt] y los demás artistas representados en esta Constelación. Sin embargo, se- Contemporary Art, 1995, p. 232.
'ù. Y--asuntos relacionados
con gún ilustra el caso de este grupo argentino, el precio para transpasar el "umbral" implicó en un punto- ?2 Frederico de lVoraìs, Cronologia das
;i.i,ii: Lï: iîT: :ii x:i :: sin-regreso. De hecho, muchos de estos artistas que estuvieron involucrados en experiencias
Artes Plásticas no Rio de Jâne¡ro, I 81 6
l994,Rlo de Janeiro: Topbooks, 1995,
p 295.
conceptuales radicales abandonaron el arte yendo hacia otros derroteros, e incluso a los modos más
tradicionales de arte. Otros continuaron produciendo al margen de un Establishment del arte revitaliza-
do que los obliteró. El resto luchó contra las propias consideraciones éticas de las "burbujas artísticas,,
en las cuales se vieron atrapados. No obstante que esta situación no fuera exclusiva de las prácticas
latinoamericanas, sin duda fue en esta región donde el impacto se hizo notarmás. Eso se debió al énfa-
sis que los artistas pusieron en el puente sobre el vacío que los separaba de sus sociedades. Hasta hoy
día, ésas son las mismas paradojas que infestan las diversas prácticas de base conceptual.
Con muy pocas excepciones, la mayoría de las experiencias del Conceptualismo en
América Latina siguieron siendo actividades marginales apreciadas y ampliamente apoyadas por las éli-
tes intelectuales en cada uno de sLts países". Según lo previó Marta Traba, el Conceptualismo fue esca-
samente entendido por el público y, debido a que los artistas conceptuales nunca entraron al mercado,
éstos se vieron forzados a dependerde la gran precariedad de la infraestructura culturalpara sobrevivir.
En este sentido, la afirmación retrospectiva hecha por Benjamin Buchloh sobre la "ingenuidad crítica',
con la cual los artistas conceptuales del mainstream se abonaron a la "ilusión de que
la transformación de la obra de arte en una intervención tanto lingüística como tex-
tual obligatoriamente crearía un mayor número de lectores y una más amplia prácti-
ca de politización cultural" puede ser mantenida como válida para nuestros concep-
tualistas'0. La gran diferencia, sin embargo, reside en el modo en que los
latinoamericanos, previendo esta limitación desde sus inicios, actuaron desde tem-
prano para moldear sus prácticas bajo el potencial ideológico y comunicacional de
su propia idea de lo conceptual. En ese sentido, el Conceptualismo significó una to-
tal reconfiguración de tales experiencias y se tradujo en lo que podemos llamar en
TÁCTICAS PARA VIVIR DE ADVERSIDAD ¡Lus. vrr1. Este hecho, específicamente, fue lo
que salvó al Conceptualismo de América Latina del tautológico y estéril callejón-sin-
salida del academismo con el que tanto ingleses como americanos operaron dentro
ilLUS.Vtl de las formas de ar-te conceptual.
Para concluir diría que la relación establecida entre concep-
y
tualismo autoritarismo queda en espera de posteriores juicios y evaluaciones. Mientras las prácti-
cas conceptuales iniciales tuvieron como gran acicate a los gobiernos represivos del continente, és-
tos pueden llevarse también elcrédito porsu eventual desaparecimiento, Eso fue incuestionable en
la Argentina . Por ello, tal vez la mayor contradicción con la que se enfrenta esta corriente esté en-
marcada en esta dolorosa ironía: e/ advenimiento de la democracia ocasionó su defunción, Esto obli-
!LUS. Vll Secuencia de Tucumán Arde, 8a una pregunta irrefrenable. De no haberexistido regímenes autoritarios, ¿habría el Conceptualis-
19ó 8.
mo alcanzado los contornos nítidos que lo identifican en América Latina? Se puede argumentarque
flLUS. Vlll Hélio Oiticica. Parangolé Pló, el destino de este movimiento era el mismo en el mundo entero; no obstante, en nuestro continente,
Capa 12 lDe Adversidade Vivenos!), 1964.
elpaso delautoritarismo a la democracia dejó una huella muy particularen estas experiencias, abre-
23
Ver Acha, "TeorÍa y Práctica No- viando de modo significativo las más radicales pesquisas que se habían iniciado. Pero, a pesarde es-
objetualistas", (1984), 237.
tas limitaciones y cortes abruptos, en sus orígenes, el Conceptualismo en Latinoamérica se destaca
2a Buchloh, "The
Political Potential of Art",
Politics/Poetics: documenta X -the book,
como uno de los más brillantes capítulos en la historia del arte del siglo XX en nuestro continente.
Ostfildern-Ruit: Cantz Verlag, 1992 p. 385 Ese modelo no es nada más que una lucha porgenerarsignificado en un mundo abismado.
(Trad. del inglés, H. 0.)Versión abreviada (principalmente en las notas y en los ejemplos es-
pecíficos) del texto "Tactics forThriving on Adversity: Conceptualism in Latin America,
19ó0-1980", publicado en el catálogo retrospectivo Global Conceptualism: Points of )rigin,
1950s-1980s (Jane Farver, org.), Nueva York: The Oueens Museum of Art, 1999, pp,52-71.