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El auto de la esquina

Allí, en frente de una vieja casona de Banfield, situado en una esquina, yace
el viejo auto abandonado, este muy pintoresco esta varado en la vereda, como
luciéndose, como esperando a ser usado. No se sabe cuando ni como terminó
allí, pero ahí está, todas las estaciones del año, las semanas y días. En frente
se encuentra una vieja garita, la cual desde que se creó una sola persona
había trabajado ahí, el señor Hugo, el afirmaba que cosas inéditas e
inquietantes sucedían a horas por las que nadie andaba por la calle, tanto de
noche como día. Esto al contrario de asustarlo hacia que su trabajo fuera más
emocionante ya que era un apasionado por lo paranormal, por lo que no tenía
una explicación, por lo que iba más allá de su control. Por desgracia nadie
nunca le creyó, lo creían loco, pero si había algunas personas del barrio que
afirmaban que a ellos también les habían sucedido cosas extrañas en la
esquina de Lugano y Gral. Palacios.
Hugo lamentablemente a sus sesenta años enferma y muere, por lo cual una
persona nueva llega a trabajar a la garita para cuidar a los vecinos. Luis el
nuevo cuidador no tenía mucho que hacer, sus días de turno eran aburridos ya
que no pasaba mucho en esa zona, hasta que un día exactamente el tercer día
que trabajaba, cuando nadie circulaba por la calle vio a un hombre dentro del
auto de la esquina , este era de apariencia vieja, estaba vestido con una
camisa y su pelo con canas medio despeinado, el al ver esto piensa que el
hombre quería de alguna forma robarse el auto, pero al ir a revisar el hombre
simplemente y como por arte de magia se había esfumado. Luis muy extrañado
volvió a meterse a la garita. Dos días después, esta vez de noche, cuando
nadie andaba por las calles, empezó a escuchar una melodía, una melodía
suave, como el canto de una sirena, muy atrapante, pero al mismo tiempo
escalofriante. Luis logra detectar de donde venía la música, provenía del auto.
Esta vez más asustado que la anterior, cruza la desolada calle y se dirige a
mirar a través de la ventana del auto, tampoco se encuentra con nadie, pero a
diferencia de la otra vez, esta vez la radio estaba prendida, pero extrañamente
el auto estaba cerrado y apagado, la música siguió sonando, es como si
estuviera dentro de su cabeza, era muy extraño, recién termino de sonar a las
tres en punto de la madrugada.
Los días pasaban y Luis estaba cada día más arrepentido de haber ocupado
el puesto, las cosas sin explicación que pasaban relacionadas con el auto lo
superaban, le parecía ver sobras dentro y fuera del auto, escuchar susurros,
sentir que lo miraban, el empezaba a creer que estaba loco. Hasta que esa
noche de junio sucedió lo que colmaría la paciencia de Luis. Eran las doce de
la noche de un domingo, los días que se iba más temprano, su bicicleta con la
que frecuentaba viajar estaba en la bicicletería, por lo tanto tendría que
volverse a pie, no vivía muy lejos, pero la idea no le emociónaba. Termina su
turno, sale de la garita, la cierra, y empieza a caminar por lugano, pasando por
al lado del viejo auto, el cual lo estremecía. Ya iba una cuadra caminada
cuando escucha el ruido de un auto que se acerca, al mirar atrás se da cuanta
que es muy parecido al auto de la esquina, pero no le da importancia y sigue
caminando, el auto se empareja a su caminar y se para al lado de Luis, el muy
asustado, se queda inmóvil al igual que el auto. De repente se escucha como
se baja lentamente la ventanilla del auto y en él se deja ver al mismo hombre
que había visto ya unas semanas atrás. Viéndolo más de cerca era mucho
más escalofriante, tenía una sonrisa macabra y unos ojos negros como el
carbón. Luis al verlo se queda aún más paralizado y aterrorizado, no se puede
mover. El hombre al terminar de bajar la ventana por completo y le pregunta a
Luis con una vos muy macabra - ¿te llevó?- , Luis muy asustado ya teniendo
control de su cuerpo sale corriendo, las piernas le temblaban lo que hacía más
difícil el correr. El auto simplemente se quedo parado. Después de correr unas
dos cuadras, ya estaba muy cansado las piernas ahora le latían al igual que su
cabeza, respiraba a con dificultad ya que estaba muy agitado, supuso que ya
era suficiente, que ya lo había perdido. Hasta que de repente cuando estaba
cruzando la calle, siente dos focos de luz acercándose muy rápidamente, es el
auto, estaba a punto de atropellarlo, pero como pudo esquivo al auto y logró
llegar a al otro lado de la vereda, a no ser de que el hubiese sido rápido estaría
muerto.
Luis nunca más apareció por el barrio ni por la garita, se rumorea que quedo
tan traumado desde esa noche que hasta se tuvo que mudar. La garita al igual
que el auto siguen abandonados hasta el día de hoy, y se dice que Hugo es el
señor que se aparece en el auto, impidiendo que nadie ocupe su puesto. Los
vecinos no recomiendan que se ande solo por esas calles a horas en las que
nadie deambula.

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