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eunsa | Astrolabio 3Quiénes somos? Cuestiones en torno al ser humano Miguel Pérez de Laborda, Francisco José Soler Gil y Claudia E. Vanney (Editores) {QUIENES SOMOS? Cuestiones en torno al ser humano Miguel Pérez de Laborda, Francisco José Soler Gil y Claudia E. Vanney (Editores) [EDICIONES UNIVERSIDAD DE NAVARRA, 5 PAMPLONA. 17. JOSE IGNACIO MURILLO! ¢Existe alguna diferencia entre la inteligencia humana y la inteligencia animal? 1 término «inteligencia» tiene un uso tan amplio que, antes de responder a esta pregunta, conviene aclararlo, Actualmente aplicamos esta palabra, ademas de a los seres humanos, a algunos animales y artefactos que, a semejanza de estos, poseen o simulan poseer la capacidad de proponerse y alcanzar un objetivo resolviendo dificultades apoyados en la informacién que adquieren desde el entorno. En este sentido solemos usar el témino cuando decimos de una persona que es muy inteligente. Al aplicar esa propiedad solemos indicar la capacidad de resolver problemas en algin campo con mayor facilidad o rapidez que el resto de sus congéneres. Pero también usamos el término «inteligenciay en un sentido algo distinto para referimos a la capacidad de innovar 0 crear; no solo de resolver problemas, sino, o bien de hacerlo de una manera distinta a las habituales, 0 bien de descubrir algo nuevo que tal vez antes ni siquiera sospechdbamos. En este sentido, las personas a las que llamamos inteligentes no solo resuelven problemas, sino que pueden descubrir y plantearse problemas nuevos, aunque este sea solo el precio que hay que pagar por ampliar nuestro mundo y nuestro repertorio de posibilidades. Mientras que el primer sentido del término «inteligencia» suele aplicarse a realidades no humanas, este segundo dificilmente se extiende més alld de los miembros de nuestra especie. De todos modos, esta sencilla enumeracién ya nos hace ver que su significado no esta siempre claramente definido. Asi, por ejemplo, podemos preguntarnos: existe alguna relacién entre el primero y el segundo de los sentidos que hemos sefialado?; y también: gen el primero de los sentidos, son inteligentes del mismo modo los humanos, otros animales y las méquinas? Para aclarar mas las cosas, conviene complicarlas. En realidad, el término «inteligencia» traduce la palabra latina intelligo, con la que se menciona la actividad de comprender, de captar la realidad y el significado de las cosas. Una de sus variantes, intellectus, de la que proviene nuestro intelecto, sirvié para traducir el témino griego notis, con el que los filésofos griegos designaban la capacidad de conocer lo real en cuanto que real -es decir, en cuanto verdadero- como distinto de las meras apariencias. ‘Tomada en este sentido, la inteligencia no es la capacidad de resolver problemas, sino un tipo de conocimiento en el que la naturaleza del conocer se manifiesta plenamente, Por esto no debe extrafiar que los antiguos no aplicaran el término inteligencia a los animales nia las méquinas, aunque no por eso Io consideraban exclusivo de los seres humanos. De hecho, lo atribuian a las divinidades y quizé a otros seres que pudieran mostrar un interés por la verdad y por el saber que no esté subordinado a otros més basicos como el alimento, el bienestar o la mera supervivencia. En cualquiera de los sentidos, inteligencia remite a conocimiento 0, como sucle decirse ahora, volviendo al témino latino primitive que lo designaba, cognicién. Conocer es algo tan evidente como dificil de definir. Para Aristételes conocer es una 85 actividad vital -es decir, que solamente pueden realizar los seres vivos- que consiste en la accién por la que asimilamos una realidad, pero no materialmente, es decir, sin destruirla ni transformamos en ella. Conocer es, por tanto, una ampliacién del horizonte de un ser vivo, que le permite una conducta més adaptable y orientada hacia lo ajeno Por eso todos los seres vivos que gozan de cognicién, aunque sea en sus formas mas humildes, estin dotados de alguna capacidad de movimiento. El que capta lo que se encuentra fuera de si es capaz. de comportarse de algiin modo respecto de aquello, Puede, por ejemplo, huir o acercarse, como consecuencia de las valoraciones que Ileve a cabo sobre lo que capta. La forma mas basica de cognicién se da en la sensacién. La sensacién depende de la estimulacién de unos érganos capaces de separar la informacién transportada por una determinada causalidad fisica 0 quimica, como la que provocan la luz, el calor, la presién, algunos compuestos quimicos, etc. En algunas ocasiones, esos influjos se convierten en estimulos, a los que sigue inmediatamente una respuesta por parte del ser vivo. Pero, en aquellos seres vivos que tienen una mayor capacidad cognitiva, la informacién sensible puede ser integrada y contrastada entre si para ofrecer una perspectiva mas amplia sobre la realidad externa. Los colores y los sonidos son un modo de poscer cognitivamente la realidad (la realidad aparece, por ejemplo, ante la vista como color y ante el ofdo, como sonido), pero no son propiamente una representacién, A la retencién de esa informacién solemos denominarla imagen, que si es una representacién. Esta retencién no es una conservacién inerte de lo sentido, sino la formulacién de esquemas o reglas que permiten evocar cuando sea preciso el contenido sensible que formaliza. Por eso la imaginacién permite formas simples de discriminacién y de categorizacién de lo real. Pero la cognicién no termina en la imaginacién. Si fuera asi, el conocimiento sensible no tendrfa consecuencias en la conducta y serfa initil para el animal. A las imagenes podemos afiadirles otras intenciones, como son la del pasado —«esto ya lo he sentido», con la que podemos percibir que algo lo hemos vivido y asi adquirir experiencia. Y también podemos afiadirles valoraciones que dependen sobre todo de nuestros intereses vitales, que captan en las imagenes posibilidades de futuro, valores, como Io itil y lo nocivo, etc. Los clisicos denominaban a estas capacidades memoria y estimativa, respectivamente. A causa de las diferencias entre nuestras valoraciones sensibles y las de otros animales, a nuestra capacidad estimativa se la denominaba cogitativa. El conocimiento sensible puede ser explicado totalmente en virtud de la actividad vital del cuerpo humano, en particular de los érganos de la sensibilidad y del sistema nervioso central. Nuestro cerebro permite asociaciones altamente complejas y la elaboracién de patrones muy sutiles y comprensivos, que permiten reconocer objetos y distinguirlos, es decir, cierto grado de categorizacién. Algunos denominan a esto pensamiento conceptual, pero, en este caso, también nos encontramos con otra dificultad terminolégica. Dejemos de lado, al menos por el momento, el témino «pensamienton, para concentramos en la nocién de concepto. Conceptos, ideas y nociones abstractas son palabras que solfan reservarse para la cognicién humana. Pero si por concepto 86 entendemos tan solo una forma de categorizar o distinguir entre objetos, no podemos negar esta capacidad a los animales, como algunos experimentos parecen poner de relieve. Aunque estos experimentos resultan muy valiosos para discriminar hasta donde llegan las capacidades de cada animal, la existencia de cierta inteligencia animal resulta patente a cualquiera que haya tenido trato frecuente con los que a veces se han llamado mamiferos superiores 0 con algunas aves. Los animales pueden actuar movidos por una intencidn, reconocer objetos, emitir y comprender signos, etc. Estas conductas pueden resultar especialmente sofisticadas cuando se refieren a la interaccién con otros semejantes 0 con los humanos. En particular, muchos animales muestran una gran capacidad de captar los estados emocionales de quienes interactiian con ellos, especialmente si les temen 0 experimentan una fuerte motivacién para agradarles. En este sentido, preguntarse qué son capaces de hacer los animales y qué no, cuando se oftecen a priori respuestas restrictivas, suele deparar sorpresas. De todos modos, existe acuerdo en que ninguno de los animales que conocemos posee un lenguaje como el humano. Para muchos filésofos es precisamente el lenguaje la clave de nuestro conocimiento. Saber, desde este presupuesto, no seria otra cosa que la capacidad de expresar lingiiisticamente determinados enunciados. Esta tesis ha llevado a concentrarse en el estudio del lenguaje animal y en intentar ensefiar a los animales un lenguaje como el nuestro, a base de la manipulacién de simbolos. Aunque se ha conseguido, por ejemplo, que un chimpancé manipule cierto nimero de simbolos para comunicarse con los humanos, su dominio de la sintaxis revela severas limitaciones respecto de la sintaxis humana. Ademds no se ha observado que emplee con otros animales estos sistemas aprendidos de comunicacién. Pero si volvemos a la concepcién clisica de la inteligencia, la peculiaridad de la inteligencia humana no debe buscarse en primer lugar en el lenguaje, pues este es solo un vehiculo para expresar lo que sabemos, lo que entendemos. Y tampoco podemos considerar que cualquier categorizacién es un concepto, una idea o una nocién abstracta en el sentido que a estos términos les han dado diversas escuelas filoséficas. Para comprender a qué nos referimos, es preciso volver sobre la cognicién y sobre su relacién con la sensibilidad, es decir, con nuestra corporalidad y nuestro sistema nervioso. Podemos comenzar nuestra reflexién con una pregunta. No tenemos la impresién de que, a pesar de lo mucho que compartimos con otros animales, hay algo que para nosotros es decisivo y de lo que ellos carecen? Quizé no resulta facil de formular con palabras en qué consiste, pero lo percibimos espontineamente y determina las expectativas que nos hacemos respecto de su conducta. En concreto, si nos centramos, pues este es nuestro tema, en el conocimiento, llama la atencién que ellos carezcan del mismo interés que nosotros, al menos como especie, experimentamos hacia el conocimiento. No solo somos curiosos, como otras especies animales, sino que queremos saber qué es la realidad independientemente de la funcién que pueda tener para nosotros. Esta cs una afirmacién que resultard duro aceptar para algunos pragmatistas, pero a ella responde la existencia, universalmente atestada en la especie humana, de cosmovisiones y de lo que actualmente denominamos ciencia, en el mas 87 amplio sentido del término. Nosotros no solo buscamos expedientes para resolver problemas, sino que nos interesamos por la naturaleza de las cosas. Esto es, presuponemos que lo que nos rodea tiene una cierta naturaleza o esencia, un modo de ser, que explica por qué se comporta en el modo que lo hace. Por esta razén, para nosotros el agua no es solo eso que nos refresca 0 que apaga aquel fuego que es un obstaculo para alcanzar nuestro objetivo, sino que es agua y, por serlo, tiene unas propiedades que le corresponden y que siempre podremos esperar de ella, Es mis, cuando esas propiedades no se manifiesten en algo que consideramos agua, nos veremos instados a buscar la razén. Y todo este conocimiento es algo que podemos traer a nuestra mente y ante lo que podemos detenernos. Esta capacidad suprapragmdtica 0 suprafuncional de referimos a la realidad es la que se encuentra contenida en expresiones como esencia, idea, nocién abstra Por otra parte, nuestra cognicién no est totalmente condicionada por lo sensible también en otro sentido: no necesitamos impresiones sensibles para que algo se presente como relevante, nuestra inteligencia esta abierta a todo lo que existe o puede existir. No tenemos ninguna muestra de que en los otros animales que conviven con nosotros se dé esta apertura absoluta de la cognicién. Otro aspecto de nuestra cognicién que nos separa del resto de los animales es nuestra capacidad de «escapamy del movimiento, también del movimiento que consiste en el ciclo de la conducta que pasa de los estimulos a las respuestas. Como deciamos, desde el punto de vista de la sensibilidad, el tiempo es el futuro de la expectativa y el pasado de la experiencia, pero ambos forman parte de la secuencia de la accién. Los animales perciben como significativos algunos elementos del entorno y esto, combinado con la experiencia, desencadena emociones y tendencias de accién marcadas por su modo de ser. Pero el animal no se detiene, no parece capaz de salir del tiempo de la sensibilidad. Para hacerlo es preciso captar la presencia, captar lo presente como dado fuera del tiempo sensible. Esta capacidad de salir del tiempo y el movimiento es la que explica que seamos los inicos animales que medimos el tiempo, es més, que vivimos temporalmente, Solo podemos entender nuestra vida como un flujo porque también, de algin modo, por encima de él. La presencia esté, como se puede comprender, muy vinculada con las dos capacidades que hemos descrito: se corresponde con nociones estables y constantes que pueden organizar nuestro conocimiento y es el primer paso de esa apertura que hemos seftalado que aleanza, al menos, a todo lo que pueda hacerse presente a nuestra mente. Mente es, por cierto, otro término, también tomado del latin, que ha servido para denominar esa capacidad cognitiva especial que parece distinguirnos de otros animales por inteligentes que sean (y cuya etimologia tiene que ver precisamente con «medit»). La mente humana es también capaz de conocer mas alla de lo inmediatamente dado en presente y esto se manifiesta claramente en la capacidad de negar. No solo tiene sentido para nosotros agua», sino también «no agua». Esta capacidad de negar explica que tengamos la nocién de «no ser» y, por lo tanto, algo tan humano como la preocupacién por la muerte. Pues, en efecto, nosotros no solo tememos lo nocivo, sino que podemos 88 concebir la posibilidad de no existir y, dada la experiencia de la muerte, esta nos lleva a preguntar si es posible que también nuestra mente se vierta total y definitivamente en la nada A todo esto cabe afiadir otra capacidad que no podemos atribuir a la sensibilidad. Los sentidos dependen, para conocer, de la inmutacién fisica que reciben y solo pueden captar informacién dentro del rango que su receptividad alcanza. Pero nunca pueden sentir que sienten: la vista no puede ver que ve, ni el ofdo puede oir que oye. Por eso la innegable capacidad de notar (sensiblemente) que sentimos la atribuimos a otro sentido, el sensorio comin, capaz de sentir los actos de otros sentidos y asi compararlos. Pero tampoco él siente su propio acto, cuya existencia tenemos que deducir partiendo de lo que somos capaces de llevar a cabo. Sin embargo, no solo sabemos, sino que sabemos que sabemos. Es tal la apertura de nuestra mente que no escapa a ella tampoco su propia actividad. Es esta una de las explicaciones de que nuestra autoconciencia sca tan peculiar ys veces, problematica. Estas capacidades abogan por admitir que en el hombre existe una capacidad cognitiva que supera los sentidos y que dificilmente puede reconducirse a lo orgénico. Si es asi, efectivamente, nuestra cognicién contiene algo radicalmente distinto de la de los animales, que nos hace especiales, y que no nos vuelve menos cognitivos sino que, por el contrario, parece llevar a su maxima expresién la naturaleza de la cognicién. (Es esta afirmacién solo un prejuicio de especie? Pienso que no. Como decfamos, el ser humano ha pensado a menudo que habia seres superiores a él capaces de una cognicién semejante. Por otro lado, si encontraramos una especie animal, en la Tierra 0 en otros mundos, que se mostrara capaz de conocer como nosotros, jno la considerariamos mas semejante a nosotros que a los chimpancés, por grande que sea nuestra proximidad genética con ello: Para seguir leyendo J.1, Murillo, «Conocimiento humano y conocimiento animal», Naturaleza y Libertad, 10/3 (2018) 193-209, L. Polo, Curso de tearia del conacimiento, tomo Il (Obras completas, vol. V), EUNSA, Pamplona 2016. G. Raztan, «Raphael's “idealess” behavior», Journal of Comparative and Psychological Psychology $4/4 (1961) 366-367. ‘Toms de Aquino, «Contra quienes sostiene que el intelecto y el sentido son lo mismo», Suma contra los gentiles, libro I, capitulo 66. Notas 1. Profesor titular de Filosofia en la Universidad de Navarra. Imparte clases de Antropologia Filoséfica y Antropologia Social en esa universidad y dirige cl proyecto interdisciplinar «Mente-cerebro: Biologia y subjetividad en la neurociencia y en le filosofia contempordneas», 89

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