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Escándalos matemáticos

 On: 13 octubre, 2022

El comportamiento escandaloso no suele asociarse a los matemáticos. Sin


embargo, estos son humanos y en ocasiones el orgullo, el ego exagerado y la sed
de fama han llevado a la artimaña, el plagio e incluso al asesinato.

El asesinato de Hípaso de Metaponto


Hípaso de Metaponto

Uno de los encubrimientos más notorios en matemáticas involucró el asesinato de


Hípaso de Metaponto. Los pitagóricos, un grupo misterioso y reservado, creían que
las matemáticas eran la clave del universo, como se refleja en su lema, «Todo es
número». Entonces Hípaso se topó con un hecho sorprendente: la diagonal de un
cuadrado cuyo lado sea la unidad no se puede expresar como una proporción de
números enteros. Este descubrimiento devastador socavó fatalmente su filosofía y
los pitagóricos trataron de suprimirla. Según la leyenda, cuando Hípaso reveló el
secreto, lo arrojaron por la borda desde un barco, ahogándolo.

La traición de Gerolamo Cardano

Gerolamo Cardano (izquierda) – Niccolò


Fontana Tartaglia (derecha)

Los babilonios pudieron resolver ecuaciones de primer y segundo grado. En 1539,


Niccolò Fontana Tartaglia descubrió una forma de resolver ecuaciones de tercer
grado o cúbicas. Tal conocimiento era muy valioso y podía determinar carreras
enteras. Gerolamo Cardano, ansioso por el secreto, engatusó y halagó a Tartaglia,
rogándole que revelara su método y haciendo un juramento sagrado de no
divulgarlo. En 1543, al encontrar una solución similar en los escritos de Scipione del
Ferro anteriores al descubrimiento de Tartaglia, Cardano se sintió libre de revelar el
método en su “Ars Magna”. Tartaglia estaba furioso por esta traición y denunció a
Cardano como un sinvergüenza. A día de hoy, no hay constancia de ninguna
reconciliación entre los dos hombres.

Plagio de l’Hospital

Guillaume de l’Hôpital (izquierda) –


Johann Bernoulli (derecha)

El marqués de l’Hospital (1661-1704), un rico noble y aficionado dotado, anhelaba


la fama como matemático creativo. Fue instruido por el genio Johann Bernoulli,
quien lo introdujo en las nuevas e intrincadas ideas del cálculo. El marqués
persuadió a Johann para que firmara un acuerdo cediendo los primeros derechos
sobre todos sus descubrimientos matemáticos. Johann se acababa de casar y
necesitaba apoyo financiero. Pero entonces l’Hospital publicó un libro sobre
análisis matemático, presentando como propios muchos resultados descubiertos
por Bernoulli. En particular, el libro contenía un teorema sobre la evaluación de
expresiones de la forma 0/0 que, hasta el día de hoy, se llama Regla de l’Hospital.

Desafiado a un duelo
Évariste Galois
El 30 de mayo de 1832 un campesino encontró a un joven retorciéndose en
agonía, desangrándose hasta la muerte por la herida recibida en un duelo. Se
trataba de Évariste Galois, un republicano acérrimo que fue encarcelado durante
seis meses por sus actividades políticas. Los hechos son turbios, pero pudo haber
sido engañado por un oponente político para el duelo. Y no fue hasta la noche
antes de ese duelo que se puso a escribir febrilmente algunas de sus ideas
matemáticas más originales e innovadoras en una carta a un amigo. Tras su
trágica muerte, pasarían otros quince años antes de que se reconociera la
brillantez de su obra.

La venganza de Kronecker

Georg Cantor (izquierda) – Leopold


Kronecker (derecha)
Georg Cantor inventó, o descubrió, una rica jerarquía de cantidades infinitas. Pero
junto con el infinito viene invariablemente la paradoja. Los matemáticos
conservadores se resistieron enérgicamente a las nuevas ideas de Cantor y
lanzaron ataques ad hominem contra él. La crítica más virulenta provino de Leopold
Kronecker, quien bloqueó las publicaciones de Cantor y le impidió obtener un
puesto en Berlín. La venganza de Kronecker durante un período de diez años
contribuyó al colapso nervioso de Cantor. En 1918, Cantor murió en una institución
mental.

La Guerra del Cálculo

Gottfried Leibniz (izquierda) – Isaac


Newton (derecha)
Una de las disputas más amargas y prolongadas, la «Guerra del Cálculo», fue el
conflicto entre Newton y Leibniz, cada uno reclamando prioridad y acusando al
otro de plagio. Ninguno de los dos estaba dispuesto a compartir la gloria de lograr
el mayor avance matemático desde la antigüedad griega. Los británicos se
atribuyeron el mérito de Newton, mientras que los alemanes sostuvieron que
Leibniz inventó el cálculo. Esta disputa provocó una ruptura que inhibió el
desarrollo matemático en Gran Bretaña durante un siglo.

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