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TODO ENIGMA NOS ATRAE

Por Jacinto Sergent

Pues sí, nos atraen otras personas comenzando, en mi caso, por sus gestos de sutil gracia
manifestados a través de su lenguaje corporal, manos, sonrisa, mágica gracia coqueta que no
llega a coqueteo de seducción porque este último desemboza los enigmas y desaparece la
atracción transformándola en deseos.

Los enigmas atraen por secretos revelados en sus miradas, en deseosos ojos ocultos detrás de
párpados y pestañas esquivas que se vuelven cómplices de comisuras arqueadas, perfiladas en
tímidos rostros que esquivan la curiosidad de ese observador que escudriña buscando el
interés del acercamiento temeroso, apenado y casi furtivo sin quererlo.

¿Quién pretende transformar la curiosidad en historias más de lo mismo? La idea es que nunca
muera el enigma, sin sorpresas, sin mentiras. El enigma perpetúa la curiosidad, el interés, las
ganas, sin importar quién acompaña cuando ya descubriste que no existe su complemento real
ni su mundo es de bambalinas o si sólo se trata de una coraza temporal y eso demás no existe.

Aún se mantiene inmerso en la conducta humana el “temporal” misterio del romance


epistolar, en estos tiempos de encierros, de cierres, de inicios y reseteo, algunos más reales en
sentidos que sentimientos, estos últimos anclados en los 1700 del Werther enamorado
indispuesto a perder su Charlotte comprometida ¡Qué peligro!

Más grave es soñar realidades; al despertar te des cuenta que son mentiras histriónicas,
manipuladas, bautizadas en aguas de intereses objetivos. Ya nadie cree en Sigmund, mejor ese
mundo onírico de Alicia donde ese “frabulloso” día lo considerado Blanco o Luz o Bueno vence
al mal representado en Jabberwocky y su Reina de Corazones Rojos. “Córtenle la cabeza”.

Un raro enigma será encontrar un café con alguien en tus sueños, aun cuando tu sueño sea un
café con alguien para superar muchos enigmas. Mirar en vivo mientras se confunden aromas
de perfumes, cafés, feromonas, cabellos recién lavados y vibraciones temerosas, temblorosas,
inquietas de ir descubriendo sin la necesidad de saber nada. Sólo que están allí.

Dos cafés, por favor, sin transitar “Los Sueños” de Kurosawa

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