Está en la página 1de 4

Nuestras convicciones en torno a la oración

PASAJE : Mateo 7.7, 8


Salmo 119.105
Isaías 59.1, 2
Mateo 21.22
Juan 14.1, 13, 27; 15.7
Filipenses 4.19
1 Timoteo 2.5, 6
Santiago 1.5-7
1 Juan 5.14, 15
Introducción
¿Cuáles son sus convicciones en torno a la oración?
¿Está usted convencido de que Dios contestará sus peticiones, o siente
duda al respecto? Tener convicción en torno a algo es estar tan
plenamente convencido de que ese algo es cierto, que lo defendemos sin
importar las consecuencias. La Biblia es el cimiento para nuestras
convicciones en torno a la oración. Si creemos y ponemos en práctica sus
enseñanzas, podemos estar convencidos de que el Señor escuchará y
responderá nuestras peticiones
En la Biblia encontramos grandes promesas relacionadas con la oración en
las que podemos confiar.
En Mateo 7.7, 8. “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os
abrirá. Porque todo aquél que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que
llama, se le abrirá”.
En Mateo 21.22. “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo
recibiréis”.
En 1 Juan 5.14, 15. “Y esta es la confianza que tenemos en él, que, si
pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que
él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las
peticiones que le hayamos hecho”.

El requisito indispensable para que nuestras oraciones sean contestadas


Cada oración contestada es consecuencia de haber puesto nuestra fe en
Jesucristo para el perdón de nuestros pecados. Como Dios es Santo,
nuestros pecados nos separan de Él. Pero si nos arrepentimos
y creemos que Cristo murió en la cruz para pagar la deuda que teníamos
por nuestros pecados, llegamos a tener una relación personal con Dios. Y
es de esa manera que podemos conversar con Él, con la certeza de que
escucha nuestras oraciones.
Es importante que sepamos que solo por medio de Jesucristo podemos
acercarnos a Dios. Por eso nos dice que es el único mediador entre Dios y
los hombres (1 Timoteo 2.5).
Aquellos que oran sin tener esa relación personal, solo hablan a un ser
imaginario, pero no al único Dios verdadero. Fue Jesús quien abrió la
puerta, para que pudiéramos tener una relación personal con nuestro
Creador y que pudiésemos hablar con Él en oración. Las promesas
relacionadas con las oraciones contestadas solo se aplican a los que han
sido reconciliados y perdonados por el Señor

Convicciones básicas en torno a las oraciones contestadas


Una vez que tenemos una relación personal con Dios, por medio de
Cristo, podemos confiar en que nuestras oraciones serán contestadas
si . . .
Nuestra petición es conforme a la voluntad, deseo y plan de Dios para
nuestra vida (1 Jn 5.14, 15). Eso significa que debemos pedir solo aquello
que esté de acuerdo con la naturaleza, el propósito y los planes que Dios
ha trazado para la vida de sus hijos. No nos dará nada que esté motivado
por el egoísmo, que exalte nuestro orgullo, que contradiga las enseñanzas
bíblicas, o que nos guíe al pecado.
Pedimos con fe, creyendo y esperando que Dios conteste nuestra oración.
En Santiago 1.5-7 se nos dice: “Y si alguno de vosotros tiene falta de
sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin
reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el
que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y
echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá
cosa alguna del Señor”. Las promesas que Dios nos da en su Palabra son el
fundamento que nos ayuda a creer en que Él desea responder nuestras
peticiones. Sin embargo, si dependemos de nuestros sentimientos, las
dudas destruirán nuestra fe
Oramos en el nombre de Jesús (Jn 14.13). En ocasiones, las palabras “en
el nombre de Jesús” son añadidas al final de nuestras oraciones, como si
fueran palabras mágicas que nos garantizan que recibiremos lo que hemos
pedido. Esa frase significa que oramos de acuerdo con la naturaleza,
enseñanzas y voluntad de Cristo. En vez de tratar de persuadir a Dios para
que nos conceda lo que queremos, cuando oramos en el nombre de Jesús
buscamos su voluntad y aquello que le glorificará.
Oramos con un corazón puro. Si toleramos o ignoramos el pecado y la
desobediencia en nuestra vida, no podemos esperar que Dios escuche y
responda nuestras oraciones (Is 59.1, 2). Por eso es tan importante
confesar y arrepentirse de los pecados tan pronto como sea posible. Tener
un corazón puro implica vivir comprometidos a ser obedientes a Cristo y a
llevar una vida de santidad. Sin embargo, cuando hablamos de santidad,
no nos referimos a ser perfectos, sino sensibles a la voz de Dios y estar
dispuestos a lidiar con nuestro pecado de manera inmediata.
Errores que cometemos al orar Una de las razones por las que nuestras
peticiones no son contestadas es porque . . .
1 Queremos ayudar a Dios a contestar nuestras peticiones. Después de
poner nuestras peticiones ante el Señor, no las dejamos en sus manos, ni
confiamos en que las contestará en el momento oportuno. Si la respuesta
no llega tan pronto como la deseamos, nuestra fe comienza a debilitarse,
y tratamos de solucionar el asunto nosotros mismos. Es mejor sentirnos
débiles, pues eso nos recuerda que solamente Dios tiene el poder para
intervenir y la sabiduría para saber lo que es mejor para nosotros.
La mejor evidencia de nuestra fe es estar dispuestos a dejarlo todo en las
manos de Dios, hasta que responda nuestra petición. Pero si tratamos de
ayudarle, únicamente empeoraremos el problema.
2 Ponemos nuestra atención en la necesidad que tenemos y no en Dios.
En ocasiones, cuando enfrentamos alguna prueba difícil, quitamos nuestra
mirada del Señor. Nuestros pensamientos están puestos en la necesidad y
no en Aquel que puede satisfacerla. Pero debemos recordar que hablamos
con el Dios todopoderoso. Es por eso que debemos pensar en su
naturaleza, poder y promesas mientras expresamos nuestra confianza,
gratitud y alabanza a Él.

3 Oramos sin leer la Palabra de Dios. En Juan 15.7 Jesús nos dice lo
siguiente: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros,
pedid todo lo que queréis, y os será hecho”. Si llenamos nuestro corazón y
nuestra mente con las Sagradas Escrituras, nuestros pensamientos y
oraciones estarán de acuerdo a la voluntad de Dios y nuestra fe se
fortalecerá. Pero si somos negligentes con la Palabra de Dios, no
tendremos luz para guiar nuestro camino o para darnos entendimiento y
confianza (Sal 119.105). Tanto la oración como la Biblia deben tener la
misma prioridad en nuestra vida. Es al leer la Palabra de Dios que somos
guiados hacia la manera correcta en la que debemos orar. Y mientras
oramos, nuestro entendimiento bíblico aumenta
¿Cuán seguro está usted de que Dios responderá sus oraciones?
Examine las cuatro convicciones básicas en torno a las oraciones
contestadas. ¿En cuál de ellas debe poner su atención para orar más
efectivamente cada día?
Finalmente, revise los tres errores que cometemos al orar. Si ha caído en
uno de ellos, ¿qué cambios debe hacer para no orar de esa manera

También podría gustarte