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Disuacion Nuclear y Estartegia Politico Militar
Disuacion Nuclear y Estartegia Politico Militar
11
DISUASIÓN NUCLEAR
Y ESTRATEGIA
POLÍTICO-MILITAR
lugar del objetivo final, y lo hace a un lado, co- ximos extremos. Cuando una facción dicta la
mo algo que podemos eliminar de nuestros ley a la otra, surge allí una suerte de acción re-
cálculos. cíproca que, lógicamente, debe conducir a un
punto extremo. 1 Esta es la primera acción re-
3. Uso extremo de la fuerza cíproca y, además, el primer punto extremo con
que nos encontramos.
Ahora, los filántropos pueden imaginar fácil-
mente que hay un método expedito para de- 4. El propósito, desarmar al enemigo
sarmar y vencer al enemigo sin causar gran
derramamiento de sangre, y sentir que ésta es Ya hemos dicho que el objetivo de toda ac-
la adecuada tendencia del arte de la guerra. No ción de guerra es desarmar al enemigo, y ahora
obstante lo plausible que esto pueda parecer, tendríamos que demostrar que esto, teórica-
representa un error que debe ser extirpado, ya mente al menos, resulta indispensable.
que en situaciones tan graves como una guerra, Si vamos a hacer que nuestro oponente se
los errores que proceden de un espíritu de be- doblegue a nuestra voluntad, debemos colocar-
nevolencia son los peores. Cuando el empleo lo en una situación que le resulte más opresiva
del poder físico, a niveles extremos, por nin- que el propio sacrificio que exigimos. Pero las
gún medio excluye la cooperación de la inteli- desventajas de esta posición no deben, desde
gencia, es lógico pensar que aquel que usa la luego, ser de naturaleza transitoria, al menos en
fuerza despiadadamente, sin referencia alguna apariencia; de otro modo, el enemigo, en vez
a la matanza implicada, debe obtener la supe- de ceder, se mantendría firme ante la perspec-
rioridad si su adversario emplea menos vigor en tiva de mejoría. En dicha posición, cada cam-
su aplicación de la fuerza. El primero, entonces, bio producido por la continuidad de la guerra
dicta las leyes a este último, y ambos proceden tendría que ser, sin duda, un cambio hacia 10
hasta extremos en los cuales las únicas limita- peor. La condición más crítica en que una fac-
ciones son las impuestas por el grado de fuerza ción beligerante puede ser colocada es la de
de contraataque de cada facción. quedar completamente desarmada ...
Ésta es la forma en que el asunto debe con- ... Mientras el enemigo no haya sido derro-
siderarse, y no hay razón (incluso , hacerlo iría tado, él puede derrotarme a mí, por tanto, yo
en contra del propio interés) para desviarnos de ya no seré mi propio amo, pues él habrá de im-
la consideración de la verdadera naturaleza del ponerme leyes, como yo hice con él. Esta es,
asunto porque el horror de sus elementos pro- pues, la segunda acción recíproca, y conduce
voque repugnancia ... a un segundo punto extremo.
Así pues, si vemos que las naciones civiliza-
das no condenan a muerte a sus prisioneros, ni 5. Ejecución máxima del poder
devastan ciudades o países, ello es porque la inte-
ligencia ejerce una influencia mayor en su modo Si deseamos derrotar al enemigo, debemos
de llevar la guerra, y les ha enseñado medios más adecuar nuestros esfuerzos en relación a su po-
eficaces de aplicar la fuerza que esos rudísimos der de resistencia. Esto se expresa mediante el
actos de mero instinto. La invención de la pólvo- producto de dos factores que no pueden ser se-
ra y el constante avance en cuanto a mejoras en la parados, a saber: la suma de medios disponi-
construcción de armas de fuego son pruebas sufi- bles y la fuerza de voluntad. La suma de medios
cientes de que la tendencia a destruir al adversa- disponibles puede calcularse en una medida,
rio, misma que yace en el fondo de la concepción pues depende (aunque o completamente) de nú-
de la guerra, de ninguna manera cambia ni se mo-
difica a través del progreso de la civilización.
Por tanto, repetimos nuestra proposición: la I Con esto, Clausewitz indica que no hay lí-
guerra es un acto de violencia llevada a sus má- mite para el uso ele la fuerza. -ED.
346 Disuasión nuclear y estrategia poUtico-militar
meros. Pero la fuerza volitiva es más difícil de gran medida, a partir de lo que es y lo que ha-
determinar, y sólo puede calcularse hasta cierto ce, en vez de establecer un juicio de acuerdo
punto por la fuerza de los motivos. Cuando he- con lo que, estrictamente hablando, debería ser
mos obtenido en esta forma una aproximación al y hacer ... Así pues, tales deficiencias con in-
grado de poderío contra el que se va a luchar, po- fluencia en ambos bandos, llegan a c~nstituir
demos entonces realizar una revisión de nuestros un principio modificador.
propios medios, e incrementarlos a fin de obte-
ner preponderancia o, en caso de que no conte- 8. La guerra no consiste en un único
mos con los recursos para realizar esto, hacer lo golpe instantáneo
que se pueda aumentando nuestros medios tan-
to como sea posible. Pero el adversario hará lo El segundo punto da lugar a las siguientes
mismo; por tanto, hay un nuevo y mutuo acre- consideraciones:
centamiento que, en puro concepto, debe gene- Si la guerra culminara en una solución única
rar un esfuerzo fresco dirigido hacia un punto o en varias soluciones simultáneas, entonce¿
extremo. Este es el tercer caso de acción recípro- -naturalmente- todos los preparativos para la
ca, y el tercer punto extremo que encontramos. misma tendrían a lo extremo, ya que una omi-
sión de ninguna manera podría enmendarse. Lo
6. Modificación de la realidad máximo, entonces, con que el mundo de la rea-
lidad podría proveernos como guía serían los
Al razonar así, en abstracto, la mente no pue- preparativos del enemigo, hasta donde nos re-
de detenerse antes de llegar a un punto ex- sulten conocidos. Todo el resto caería en el te-
tremo, dado que est~ obligada a manejar un rreno de lo abstracto. Pero si el resultado se
extremo; un conflicto de fuerzas abandonadas compone de varios actos sucesivos, entonces
a sí mismas, que no obedecen a otras leyes si- el que precede con todas sus fases puede tomar-
no a las propias leyes internas. Si tuviéramos que se, naturalmente, como una medida de lo que
deducir de puro concepto de la guerra un punto habrá de seguir, y en esta forma el mundo de
absoluto para la finalidad que nos propondre- la realidad toma nuevamente el lugar de lo abs-
mos y los medios que aplicaremos, esta cons- punto tracto, y modifica el esfuerzo dirigido hacia el
tante acción recíproca nos involucraría en los extremo ...
extremos, lo que no sería más que un juego de .' . .la posibilidad de ganar un resultado pos-
ideas producidas por una casi invisible sucesión tenor hace que los hombres se refugien en tales
de sutilezas lógicas ... Pero todo adquiere una expectativas, debido a la repugnancia que para
forma distinta cuando pasamos de las abstrac- la mente humana representa realizar esfuerzos
ciones a la realidad ... excesiv?s. Así, las fuerzas no se concentran y
las medidas no se emprenden en la primera deci-
sión con la energía que, de otro modo, tendría
7. Jamás la guerra es un acto aislado
que. emplearse. Cualquier cosa que un beligerante
En relación con el primer punto, ninguno de omite en razón de su debilidad, se convierte pa-
ra.el otro
los dos oponentes es una persona abstracta pa- mitar sus propiOS en t~rreno realmente objetivo para li-
ra el otro, ni siquiera en cuanto al factor en la esfuerzos y así, nuevamente, a
través de esta acción recíproca, las tendencias
suma de resistencia que no depende de cosas extremas
objetivas, esto es, la voluntad. Dicha voluntad son abatidas hasta el nivel de esfuer-
no es una cantidad enteramente desconocida zos de escala limitada.
sino que indica lo que será mañana, a través d~ 9. En la guerra, los resultados nunca son
lo que es hoy . La guerra no estalla en forma de- absolutos
masiado súbita, ni en un momento alcanza su
máxima expresión; así, cada uno de los dos opo- Finalmente, incluso la decisión última de una
nemes puede formarse una opinión del otro, en guerra total nunca debe tomarse como algo ab-
Acerca de la naturaleza de la guerra 347
soluto. La nación conquistada sólo ve en su de- constituir un factor esencial del producto. Entre
rrota un mal pasajero, que puede repararse luego menor sea el sacrificio que exigimos de nuestro
de algún tiempo por medio de combinaciones de oponente, más insignificantes puede esperarse
orden político. ¿En qué grado debe esto modifi- que resulten los medios de resistencia que éste
car el grado de tensión y el vigor de los esfuerzos empleará. Pero a menor grado de preparación de
desarrollados? La respuesta es obvia. su parte, menor será también la que nosotros re-
quiramos. Además, entre menor sea nuestro ob-
10. Las probabilidades de vida real jetivo político, menos valor le concederemos
toman el lugar de los conceptos y, sin duda, más fácilmente nos veremos indu-
de lo extremo y lo absoluto cidos a renunciar al mismo.
Así, pues, el objetivo político, como motivo
En esta forma, el acto total de la guerra sale original de la guerra, será el parámetro para de-
de la rigurosa ley de las fuerzas ejercidas al má- terminar tanto la meta de la fuerza militar como
ximo. Si el punto extremo no tiene ya que te- el grado de esfuerzos que debamos realizar. Y
merse ni tiene tampoco que buscarse, queda esto no puede ser por sí mismo, sino en rela-
pues al razonamiento determinar los límites de ción con ambas naciones beligerantes, ya que
los esfuerzos que se realizarán en lugar de aquél, estamos interesados en realidades y no en me-
lo cual sólo puede hacerse con base en los da- ras abstracciones. Un mismo objetivo político
tos proporcionados por los hechos del mundo puede producir efectos totalmente diferentes
real, mediante las leyes de la probabilidad. Una sobre pueblos distintos; incluso, sobre la mis-
vez que las partes beligerantes no son ya meros ma gente, pero en épocas diferentes; ...
conceptos, sino estados y gobiernos individua-
les, y que la guerra no constituye un ideal, sino 23. La guerra es siempre un medio
un procedimiento substancial preciso, entonces grave encaminado a un objetivo grave
la realidad suministrará los datos para calcular (y ésta, su definición más específica)
las cantidades desconocidas que es necesario
hallar. . .. La guerra de una comunidad -de na-
Con base en el carácter, las medidas y la situa- ciones enteras, y en particular, de naciones
ción del adversario, así como en las relaciones civilizadas- se inicia invariablemente a par-
que lo rodean, cada bando extraerá sus conclu- tir de una condición política, y es provocada por
siones mediante la ley de probabilidades, en lo un motivo político. Se trata, pues, de un acto
que se refiere a los propósitos del otro, y ac- político. Ahora que, si se tratara de una per-
tuará al respecto. fecta, desenfrenada y absoluta expresión de
fuerza, según pudiéramos deducirlo del mero
11. El objetivo político reaparece ahora concepto, entonces en el momento en que es
provocada por la política, pasaría al plano co-
Aquí, la cuestión que habíamos dejado a un rrespondiente, y como algo muy independiente
lado surge nuevamente a consideración (véase de la política, se colocaría aparte, y sólo segui-
el número 2); nos referimos al objetivo político ría sus propias leyes, justamente como lo hace
de la guerra. La ley de lo extremo, el propósi- una mina que, en el momento de la explosión
to de desarmar al adversario, de derrocarlo, has- no puede ser guiada en otra dirección que no
ta ahora y en cierto grado ha usurpado el lugar sea aquélla en que se le ha programado mediante
de esta finalidad u objetivo. A medida que esta los arreglos preparatorios. Así es como hasta la
ley pierde su fuerza, el obletivo político debe fecha se le ha percibido, siempre que un deseo
emerger nuevamente. Si la consideración total de armonía entre la política y la conducción de
es un cálculo de probabilidades basado en per- la guerra han inducido a realizar diferenciacio-
sonas y relaciones específicas, entonces el ob- nes teóricas de este tipo. Sin emhargo. esto no
jetivo político, siendo el motivo original, debe es así, y la idea resulta completamente falsa. La
348 Disuasión nuclear y estrategia político-militar
guerra en el mundo de la realidad, según lo he- resulten incompatibles con estos medios es lo
mos visto ya, no constituye en algo extremo que que pueden demandar el arte de la guerra en
se gasta en una sola descarga. Es la operación general y el comandante en cada caso particu-
de fuerzas que no se desarrollan por completo en lar; exigenCia que en realidad no es insignifican-
una misma forma y una misma medida, sino que te. Pero, no obstante el vigor con que pudiera
en alguna ocasión se expanden lo suficiente co- influir en los propósitos políticos en casos par-
mo para vencer la resistencia opuesta por la iner- ticulares, debe -pese a todo- verse sólo co-
cia o la fricción, en tanto que en otro momento mo una modificación de los mismos, ya que el
resultan demasiado débiles para producir algún propósito político es el objetivo, y la guerra el
efecto. Por tanto, la guerra es, en cierta medi- medio. Y los medios deben siempre incluir en
da, una pulsación de fuerza violenta más o me- nuestra concepción el objetivo.
nos vehemente que, en consecuencia, realiza
sus descargas y agota sus poderes más o menos 25. Diversidad de la naturaleza
rápidamente; en otras palabras: que conduce de las guerras
con menor o mayor rapidez hacia la meta, pero
retardándose siempre lo suficiente para admi- Entre mayor y más poderoso sea el motivo
tir la influencia que se ejerza sobre ella durante de una guerra, en mayor grado afectará a la exis-
su curso, imprimiéndole así esta o aquella di- tencia total de un pueblo. Amayor violncia en
rección para, en pocas palabras sujetarse a la la conmoción que la precede, más se aproximará
la guerra a su forma abstracta, mucho más en-
voluntad de una inteligencia-guía. Ahora, si re- caminada estará a la destrucción del enemigo,
flexionamos que la guerra tiene su raíz en un en mayor grado coincidirán los fines políticos
objetivo político, entonces -naturalmente- y los militares, y la guerra parecerá más de ín-
este motivo original que provocó su existencia
debería también continuar siendo la primera y dole militar que política. Pero a motivos y ten-
más alta consideración de su conducta. Con siones más débiles, mucho menos coincidente
todo, el objetivo político no es un legislador será también la dirección de los elementos mi-
despótico en la materia: debe adaptarse a la na- litares -es decir, la fuerza- con la dirección
turaleza de los medios y, pese a que los cambios que señale el elemento político. Así, entre más
en estos últimos pueden implicar modificacio- deba desviarse la guerra de su dirección natu-
ral, más divergentes serán el objetivo político
nes en el objetivo político, éste retiene siempre y los propósitos de una guerra ideal, y ésta pa-
el derecho prioritario en cuanto a considera- recerá convertirse en una guerra política . . .
ción. La política, por tanto, va entretejida con
la acción bélica total, y debe ejercer allí una con 27. Influencia de esta opinión sobre
tinua influencia: tanto como lo permita la natura- la correcta comprensión de la historia
leza de las fuerzas liberadas por la propia guerra. militar y sobre los fundamentos de
la teoría
24. La guerra es una mera continuación
de la política por otros medios Vemos, pues, que -en primer lugar- en nin-
guna circunstanCia la guerra debe concebirse co-
Hemos visto, pues, que la guerra no consti- mo un fenómeno independiente, sino como un
tuye un mero acto político, sino también un ver- instrumento político. Y es sólo al adoptar esta
dadero instrumento político, una continuación perspectiva como podemos evitar encontrarnos
del comercio político, una realización de la po- en oposición a toda la historia militar. Este es el
lítica por otros medios. Todo aquello más allá único medio de abrir el gran libro y hacerlo in-
de esto que le es estrictamente peculiar a la gue- teligible. En segundo lugar, esta perspectiva nos
rra se relaciona de modo simple con la especial muestra cómo las guerras deben diferir en carác-
naturaleza de los medios que aquélla emplea. ter, de acuerdo con la naturaleza de los motivos
Que las tendencias y propósitos de la política no y las circunstancias de las que proceden . . .
39. Los tres tipos de
disuasión
HERMAN KAHN
, 1 , '
términos en cursivas puede ser trascendente, importantes, es posible que nosotros inflijamos
pero casi a todos ellos se les suele ignorar en una destrucción excesiva a la mayoría de éstos,
la mayoría de las discusiones relacionadas con la particularmente si los soviéticos no han logra-
disuasión tipo I. do llevar a cabo un ataque exitoso. Tanto por
El primer paso de este cálculo -análisis de ésta como por otras razones, sería prudente eva-
los efectos que causaría el ataque ruso en la ca- luar los daños y, posteriormente, asignar nuevos
pacidad de contestación de los EE. UU.- depende objetivos a las fuerzas supervivientes. La facti-
esencialmente de las tácticas y capacidades desa- bilidad de esto depende principalmente de la
rrolladas por el enemigo. Generalmente, el pro- oportunidad con que sobrevenga el ataque, de
blema de la advertencia resulta altamente prio- la naturaleza del proceso de asignación de ob-
ritario. Los análisis realizados en torno al efecto jetivos, así como de nuestra capacidad de eva-
que produciría el primer ataque enemigo suelen luciación mando y control en la fase posterior
ignorar la parte más importante del problema, al al ataque ...
suponer que los mensajes de advertencia cum- Otro punto que puede ser de gran importan-
plirán fielmente con su cometido y que nuestras cia es el siguiente: los modernos armamentos
fuerzas despegarán y se enfilarán hacia sus obje- nucleares son tan poderosos que, aun cuando
tivos. De hecho, en ausencia de una advertencia no destruyan su objetivo, pueden transformar
eficaz, el desgaste en las fuerzas terrestres puede el ambiente al grado de provocar la inoperabi-
ser mucho mayor que en las fuerzas aéreas. El lidad de las armas de contraataque. Entre los di-
enemigo puede no sólo valerse de tácticas que versos efectos de los armamentos nucleares se
mermen nuestros sistemas de advertencia, sino destacan las descargas en ráfaga, la radiación
incluso emprender otro tipo de acciones que térmica y la electromagnética, el impacto contra
contrarrestren nuestras medidas de defensa, ta- la corteza terrestre, la acumulación de desechos
les como interferir en nuestras disposiCiones de radiactivos, polvaredas y radiación ionizadora
mando y control. Por ende, al evaluar las ca- -cada uno de los cuales puede efectuar a los
pacidades enemigas, no sólo es importante la seres humanos, a los equipos, a la propagación
observación de las tácticas empleadas en el pasa- de señales electromagnéticas, etc., etc. Podría de-
do, o de aquello que las conjeturas generalizadas cirse que el problema que plantea operar en un
pudieran inducirnos a esperar, sino también la ambiente de posataque cuando se ha entrena-
consideración meticulosa de cualquier otro ti- do en un ambiente de paz es similar al de entre-
po de táctica que un enemigo audaz pudiera nar en la zona del Ecuador para posteriormente
emplear. . . trasladar una parte considerable pero incompleta
La segunda parte del cálculo -las consecuen- (es decir, un sistema dañado) a la región del
cias de una falta de coordinación entre las fuer- Ártico, y esperar que ese equipo fragmentado
zas supervivientes en los EE.UU.- depende en funcione eficientemente desde la primera vez
gran medida de nuestras tácticas, así como de la que se le someta a prueba. Esto resulta altamente
flexibilidad de nuestros planes. Si, por ejemplo, improbable desde el momento en que, como
se asigna a nuestra fuerza ofensiva un amplio sis- suele suceder, el sistema intacto escasamente
tema de objetivos, de modo tal que se disemine funciona en el Ecuador (es decir, en tiempos
ligeramente, y si además, en razón de un prolon- de paz).
gado o exitoso ataque ruso, Rusia logra destruir Además de atacar al sistema, el enemigo puede
la mayoría de nuestras fuerzas, cabe la posibili- intentar un ataque contra nuestro poder de de-
dad de que numerosos objetivos rusos impor- terminación. Imaginemos, por ejemplo, que po-
tantes salgan libres de todo ataque. Pero si, por seemos un sistema Polaris puro, invulnerable a
el contrario, con el fin de evitar lo anterior du- todo ataque extremo y simultáneo por parte del
plicamos o triplicamos la asignación a objetivos enemigo (invulnerable por suposición, mas no
Los tres tipos de disuasión 351
más el problema-, un ataque sorpresivo diri- 3. Ceder o llegar a un acuerdo satisfactorio para dar
gido principalmente contra la población civil. Tal fin a la crisis.
suposición se antoja innecesariamente pesimis-
ta. Probablemente, los cálculos en los que uno Ojalá efectivamente los soviéticos se decidie-
considere un primer ataque norteamericano en ran al final por la tercera alternativa, dado que
represalia a una provocadón soviética sean de nuestra disuasión tipo 1 restaría todo atractivo
mayor importancia al tratar de evaluar el papel a la primera alternativa, y nuestra disuasión ti-
que desempeñan la ofensiva y la defensiva en la po 11 actuaría de igual manera por lo que respec-
alteración de ciertos aspectos importantes de ta a la segunda.
la política exterior.
Bajo esta suposición, aun cuando contáramos
con un programa de defensa no militar de ca-
racterísticas moderadas, sería probable que su DISUASiÓN TIPO 111 (DISUASiÓN DE
puesta en marcha resultara impresionante tan- PROVOCACiÓN MODERADA)
to para los soviéticos como para la mayoría de
los europeos . .Por ejemplo, se habrá reducido La disuasión tipo III podría calificarse de "di-
en gran medida el problema crucial de recibir la suasión de ojo por ojo" . Se refiere a aquellos
advertencia adecuada, al menos a juicio de los actos que se refrenan en función de que el agre-
rusos. También es probable que piensen que po- sor potencial teme que el defensor u otros adop-
seemos mayor libertad que la que realmente ten- ten en consecuencia acciones limitadas, tanto
dremos. Los soviéticos pueden creer que no nos de índde militar como no militar, lo cual resta-
preocupa la posibilidad de que ellos reciban ad- ría todo beneficio a la agresión.
vertencia estratégica o táctica prematura. Esto La amenaza más obvia que podríamos agru-
podría ser así, pese a que en la práctica real un par bajo la categoría de disuasión tipo III sería
ataque de ese tipo implicaría el considerable la capacidad de librar una guerra limitada de
riesgo de que los soviéticos recibieran alguna cualquier especie. Dado lo intrincado del tema
advertencia. Toda planificación tendría que ser y la brevedad de espacio, no procederé a anali-
moderada por una sensata toma de conciencia zar esta capacidad particular de la disuasión ti-
de que cualquier revelación o error podría pro- po III -aunque si sería importante y necesario
vocar un ataque ruso por derecho de prioridad. hacerlo. En lugar de esto, tomaré en considera-
La posibilidad de aumentar nuestra defensa ción algunas de las estratagemas no militares que
activa y pasiva cobra especial importancia. Es se nos ofrecen ...
decir, en vez de atacar a los rusos si éstos reali- ¿Qué es lo que disuade a los rusos de una se-
zan un acto de provocación extrema, quizá pre- rie de Coreas y de Indochinas? Probablemente
firiéramos evacuar nuestra población civil a los no sea tanto el temor a un ataque directo de los
refugios atómicos "reforzar" nuestra defensiva EE.UU., con sus fuerzas actuales, como la proba-
y ofensiva aérea, y entonces declarar a los ru- bilidad de que los Estados Unidos y sus aliados
sos que nos hemos colocado en una posición incrementen enormemente tanto su poderío mi-
mucho más poderosa para dar inicio a las hosti- litar como su resolución ante crisis de tal mag-
lidades. Después de lograr esa posición en la cual nitud. Es factible aumentar el efecto disuasor de
un ataque de represalia ruso infligiría mucho dicha posibilidad mediante la realización de pre-
menor daño que una catástrofe total, los rusos parativos explícitos, de modo tal que podamos
contarían exclusivamente con tres amplias cla- maximizar nuestras fuerzas instantáneamente ca-
ses de alternativas: da vez que el bando contrario nos provoque. Por
ejemplo, en junio de 1950, los Estados Unidos
l . Dar inicio a cierto tipo de ataque. se vieron involucrados en un gran debate para
2. Prolongar la crisis, aun cuando ello propiciara una decidir si el presupuesto de defensa debería as-
mayor credibilidad de un ataque de nuestra parte cender a catorce, o quince o dieciséis mil mi-
si continúa la provocación en contra nuestra. llones de dólares. Al mismo tiempo se presentó
Los tres tipos de disuasión 353
tlENRY A. KISSINGER
En esta era nuclear, quizá el problema básico visto obstaculizado por la imposibilidad de
que plantea la estrategia radica en la forma de amalgamar máxima capacidad destructiva con
establecer una relación entre una política de di- riesgo limitado. Amedida que se han magnifica-
suasión y una estrategia para librar una guerra do el horror y nuestras capacidades destructi-
en caso de que aquélla fracase. Desde lapers- vas, ha decrecido proporcionalmente la certeza
pectiva del impacto que ejercería en los actos de que alguna vez se les ponga en práctica. Ba-
del agresor, es posible igualar la disuasión má- jo tales circunstancias, se produce la disuasión
Xima a la amenaza de capacidad máxima de des- no sólo por una relación física, sino también por
trucción. Desde el punto de vista del estado de otra de índole psicológica: la disuasión alcanza
preparación· de una potencia para resistir una su clímax cuando el poderío militar se asocia con
agresión, la estrategia óptima es aquella que le la disposición a emplearlo. Se logra cuando la
permita lograr sus objetivos a un costo mínimo. disposición de uno de los bandos en cuanto a
La tentación que emana de la doctrina estraté- correr riesgo con relación al otro es elevada;
gica estriba en tratar de amalgamar las ventajas resulta efectiva en un grado mínimo cuando
de cada uno de loscutsos de acción: alcanzar escasea la disposición a correr riesgos, no im-
la disuasión máxima pero con un riesgo mínimo. porta cuán poderosa sea la capaCidad militar. Por
No obstante, desde que nuestro monopolio ende, ya no es posible seguir hablando acerca
atómico llegó a su término, este esfuerzo se ha de superioridad militar en el vacío. ¿Qué puede
significar estar "a la cabeza" de la carrera nu-
clear, si cada bando cuenta ya. con los medios
Condensado de Nuclear Weapons and Fo- suficientes para destruir la substancia nacional
reign Policy. Henry A. Kissinger, pp. 114-125, del otro? ¿Dónde estriba la importancia estra-
139-144. Copyright © 1957,1958, Council on tégica de incrementar la destructividad del ar-
Foreign Relations, lnc. Publicado por Double-
day Anchcr Books para el Consejo de Relacio- senal nuclear, cuando la inmensa mayoría de los
nes Exteriores. Reimpreso con autorización del actuales sistemas de armamento tiende ya en es-
Consejo de Relaciones Exteriores. tos momentos a paralizar la voluntad?
Problemas que plantea la guerra limitada 355
Habida cue'1ta del poderío de los armamentos contrario, no de reducirla a cenizas, de modo tal
modernos, cualquier nación que dependa de que las condiciones que se impongan parezcan
una guerra extrema como su principal medio más atractivas que una resistencia continua; pug-
de disuasión se impone a sí misma un temible nar por metas específicas y no por la aniquila-
obstáculo psicológico. La decisión más angus- ción total.
tiosa a la que puede enfrentarse un estadista ra- La guerra limitada plantea dificultades espe-
dica en desatar o no una guerra total; el cúmulo ciales a las fuerzas armadas. Resulta sencillo, has-
de pw;iones propiciará la vacilación, en ausen- ta cierto punto, planificar una guerra total, dado
cia de un ataque directo que amenace la exis- que sus límites los fijan las consideraciones mi-
tencia de la nación. El estadista verá confirmadas litares e incluso la capacidad militar. ..
sus dudas por la firme convicción de que, en Entre más proyectos trace el cuerpo militar
tanto que su fuerza vengativa permanezca in- sobre la base de aplastar al enemigo, aun den-
tacta, ningún cambio en la balanza territorial tro de un área limitada, más se resistirá ellide-
tendrá una importancia decisiva. En consecuen- razgo político ante los riesgos de emprender
cia, tanto el horror como el poderío de los ar- cualquier acción militar. Entre mayor sea la me-
mamentos modernos tienden a paralizar la toma dida en que se conciba a una guerra limitada co-
de acción: el primer elemento, en razón de que mo una guerra total "en pequeño", mayor será
reducirá por mucho el número de problemas el grado en que produzca inhibiciones semejan-
por los que valga la pena contender; el segundo, tes a aquellas que genera el concepto de repre-
porque provocará que muchas de las querellas salia masiva. El requisito para una política de
parezcan fuera de propósito ante la ecuación es- guerra limitada consiste en reintroducir el ele-
tratégica total. Por ende, de manera casi inevi- mento político en nuestro concepto de contien-
tale, la ecuación psicológica operará en contra da bélica, y en descartar esa noción que dicta
del bando que únicamente pueda apartarse de que la política llega a su fin cuando la guerra es-
una situación mediante la amenaza de una gue- talla, o que la guerra puede acariciar objetivos
rra extrema. ¿Quién puede estar seguro de que, distintos de los que se haya planteado la políti-
ante la catástrofe de una guerra total, incluso ca nacional. .
valga la pena arriesgar al continente europeo ¿Hasta qué punto puede abrigar la era nuclear
-piedra angular de nuestra seguridad desde a una política de objetivos intermedios? ¿Aca-
tiempos remotos? so siguen en vigencia aquellos factores que, en
A medida que se agiganta el poderío de los el pasado, propiciaron una diplomacia deObje-
armamentos modernos, la amenaza de una gue- ti vos limitados y una política militar de guerras
rra total pierde su credibilidad y, en consecuen- limitadas?
cia, su eficacia en .el ámbito político . .. Durante los periodos de esplendor de la di-
¿Cuál es la doctrina estratégica que nos ofre- plomacia de gabinete europea, entre el Trata-
ce mayores probabilidades de evitar el dilema do de Westfalia y la Revolución Francesa, así
de vernos obligados a elegir entre una guerra como entre el Congreso de Viena y el estallido
tOlal y una pérdida gradual de posiciones; en- de la Primera Guerra Mundial, las guerras eran
tre el bíblico Armagedón y una derrota sin gue- limitadas por la existencia de Un marco políti-
rra? ¿Acaso en este periodo nuclear se erige la co que engendraba la aceptación general de uria
guerra limitada en un instrumento político con- política de riesgos limitados . ..
cebible? En este punto, se impone un análisis Hoy en día, tal como hemos observado, ca-
preciso del significado de "guerra limitada" . .. recemos tanto de relaciones estables de poder
Una guerra limitada ... se libra en razón de como de un oroen político legítimo en cuyos
objetivos políticos específicos que, por su mera estatutos convengan todas las grandes poten-
existencia, tienden a fincar una relación erúre cias. Tales deficiencias , empero, pueden verse
la fuerza empleada y la meta a alcanzar. Refle- compensadas por un tercer factor : el temor a
ja la tentativa de modificar la determinación del una confrontación termonuclear. Nunca han
356 Disuasión nuclear y estrategia político-militar
sido tan obvias las consecuencias de una gue- la única factible . Tanto lá psicología como la ex-
rra total; jamás han parecido las ganancias tan periencia refutan el trillado argumento de que
insignificantes en comparación con los sacri- ningún bando aceptará la derrota -aunque sea
ficios . . . limitada- sin antes agotar el último reducto de
La conducción de una guerra limitada exige su arsenal. Parece insensato el tratar de salvarse
dos requisitos: una doctrina y la capacidad. de una derrota limitada provocando el cataclis-
Mientras consideremos a la guerra limitada co- mo que implicaría una guerra total, especialmen-
mo una aberración del caso "puro" de la guerra te si esta guerra total conlleva la amenaza de una
total, no estaremos en condiciones de asir las calamidad que rebasaría en dimensiQnes gigan-
oportunidades que ofrece . . . tescas cualquier sufrimiento que acarreara una
Una doctrina relativa a la guerra limitada ten- derrota limitada. Simplemente no hay lógica al-
drá la obligación de descartar cualquier vana guna en que un bando que se resiste a perder
ilusión acerca de lo que se podrá lograr al po- una guerra limitada pueda extraer el menor be-
nerla en práctica. La guerra limitada no es un neficio de una guerra total. ..
substituto barato de la represalia masiva. Por el Por ende, existen tres razones para el desa-
contrario, debe fundamentarse en una toma de rrollo de una estrategia de guerra limitada. Pri-
conciencia de que, al haber terminado nuestro mera: la guerra limitada representa el único
monopolio atómico, ya no es posible imponer medio disponible para evitar que el bloque so-
una rendición incondicional a un costo acep- viético -a un costo razonable- invada las zo-
table. nas periféricas de Eurasia. Segunda: una amplia
El propósito de la guerra limitada es infligir gama de capacidades militares puede marcar la
graves pérdidas, o en plantear riesgos al enemi- diferencia entre derrota y victoria, incluso en
go, que sobrepasen toda proporción con los ob- una guerra total. Tercera y final: las manifesta-
jetivos en disputa. A mayor moderación en el ciones intermedias de nuestro poderío ofrecen
objetivo, menor probabilidad de violencia en la la mejor oportunidad de provocar cambios es-
guerra. Sin embargo, esto no significa que los tratégicos favorables para nuestro bando . ..
operativos militares no puedan ir más allá del te- La guerra limitada no es una mera cuestión
rritorio o del objetivo en disputa; de hecho, uno de fuerzas militares y de doctrinas adecuadas.
de los medios para incrementar la disposición De hecho, impone severas exigencias en cuan-
del enemigo para llegar a un acuerdo consiste to a la disciplina y la sutileza del liderazgo polí-
en privarlo de algo que sólo pueda recuperar tico, así como a la confianza que la sociedad
mediante un tratado de paz. No obstante, el resul- cifre en éste. Desde la perspectiva psicológica,
tado de una guerra limitada no puede depen- la guerra limitada plantea un problema mucho
der exclusivamente de consideraciones milita- más complejo que la guerra total. En esta últi-
res; éste refleja la capacidad para conjuntar ma, no habrá más alternativa que la rendición
objetivos políticos y militares de manera armó- o la resistencia incompetente contra una ame-
nica. Indudablemente, la tentativa de reducir al naza a la existencia nacional. Indudablemente,
enemigo hasta la impotencia, desembocaría en los factores psicológicos determinarán en gran
una guerra total. medida la disposición relativa a involucrarse en
Sin embargo, no se debe confundir una doc- una conflagración total; el bando más dispuesto
trina estratégica que deponga la imposición de a correr riesgos puede ganar una ventaja contun-
una rendición incondicional con la aceptación dente en la tarea diplomática. No obstante, una
de un estancamiento de hostilidades. La no- vez que se toma irremediablemente la decisión
ción que aduce que no existen términos medios de combatir, la capacidad física de una nación
entre la rendición incondicional y el statu quo para conducir la guerra será el factor que real-
ante resulta excesivamente mecánica. Sin du- mente determine el resultado final.
da, la restauración del statu quo ante suele re- Por el contrario, en una guerra limitada la
presentar la solución más sencilla, aunque no es ecuación psicológica será de crucial importan-
Problemas que plantea la guerra limitada 357
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cia, no sólo en el aspecto de decidir el ingreso al prueba la disposición del contrario a recurrir a
estado de guerra, sino en todo el transcurso de una guerra total. Entre más ventajosa se 'torne '
las operaciones militares. Una guerra limitada en- su posición, mayor seguridad experimentará y
tre grandes potencias puede conservar dimen- menor será su disposición a aceptar los riesgos
siones limitadas únicamente en función de una de una conflagración total. Entre más precaria
elección consciente de los protagonistas. Cada sea la posición del bando en desventaja, mayor
uno de los bandos cuenta con el poder fisico para será la probabilidad de que incremente su com-
ensanchar esas dimensiones, y en la medida en promiso hasta alcanzar dimensiones de guerra
que cada uno de ellos esté dispuesto a incremen- total. En consecuencia, el éxito en las guerras
tar su compromiso dentro de la conflagración, en limitadas exige que el oponente sea persuadi-
lugar de aceptar un estancamiento o una derro- do de que la supervivencia nacional no corre
ta, la guerra cobrará gradualmente proporciones riesgo alguno, y de que es posible llegar a un
magnas. El freno que mantiene a una guerra den- acuerdo bajo términos razonables. De otro mo-
tro de un margen limitado es de índole psicoló- do, el resultado consistirá seguramente en una
gica: las consecuencias de una victoria limitada, o de dos alternativas probables: estancamiento o
de una derrota limitada o de un estancamiento guerra total.
-es decir, los tres posibles resultados de una Si uno de los oponentes atribuye enorme im-
guerra limitada- deben parecer preferibles a las portancia a una área en disputa -o se conside-
consecuencias de una guerra total. ra que se la atribuye-, éste poseerá una clara
En el marco de una guerra limitada, las al- ventaja psicológica en una guerra limitada. Tal
ternativas son mucho más variadas que en un fue el caso de China en Corea. Se puede consi-
conflicto total, y su naturaleza presenta mayor derar que algunas zonas revisten importancia tan
ambigüedad. La victoria no ofrece ninguna so- extrema para uno de los contendientes que éstas
lución final, y la derrota no comporta la severi- se verán protegidas por la creencia -por parte
dad de una catástrofe nacional. El bando que del oponente- de que cualquier ataque dirigi-
se encuentra en la posición más ventajosa es do contra ellas provocará una guerra general.
aquel que está más dispuesto a arriesgarse en La defensa local no ofrecerá una protección tan
una guerra total, o aquel que puede convencer eficaz para dichas áreas como la balanza estra-
a su oponente de su mayor disposición a afron- tégica global. Hasta la actualidad, tal ha sido el
tar tal riesgo. Incluso en el caso de que la dis- caso de Europa Occidental con relación a los
posición de ambos bandos a encarar riesgos sea Estados Unidos, o de los países-satélite con res-
igual al principio, la ecuación psicológica regis- pecto a la U.R.S.S. No obstante, a medida que
trará cambios continuos, dependiendo del curso la guerra total imponga perspectivas cada vez
de los operativos militares. Dado que el temor más ominosas, la balanza estratégica global ofre-
a desencadenar un holocausto termonuclear cerá una protección cada vez menos adecuada
provoca la limitación del conflicto, paradóji- para las zonas amenazadas, puesto que cada vez
camente, la ecuación psicológica se transforma serán menos las regiones que merezcan la pena
constantemente pero en dirección contraria al de correr tal riesgo. Amedida que se compren-
bando que parece llevar la ventaja. Entre ma- dan mejor las implicaciones de una guerra total
yor sea la transformación que procure, mayor con armamento moderno, la seguridad de una
será la probabilidad de que su oponente amena- gran cantidad de regiones dependerá creciente-
ce con desencadenar una guerra total. En cuanto mente de la capacidad para emprender la acción
más se aproxime el perdedor de una guerra limi- a nivel local. Así, la guerra limitada se convertirá
tada a las consecuencias que tendría que padecer en una prueba de la determinación de las partes
por una derrota en una guerra total, menos se contendientes, en un calibrador de la importan-
contendrá de recurrir a medidas extremas. cia que atribuyen a los asuntos en disputa. Si una
Simúltaneamente, el bando victorioso pue- de las partes atribuye mucha mayor importan-
de mostrarse cada vez más renuente a someter a cia a una zona o a un problema, y se encuentra
358 Disuasión nuclear y estrategia político-militar
dispuesta a pagar un precio más elevado, y si total. Sería trágico que nuestro gobierno se viese
además cuenta con la capacidad para librar una despojado de la libertad de acción, en razón
guerra limitada, entonces cuenta con una am- de la ignorancia del público acerca de las con-
plia probabilidad de lograr un cambio favora- secuencias de una decisión de la que se arre-
ble en la ecuación estratégica. pentiría si estuviera consciente de todas sus
La clave de una política exitosa de guerra li- implicaciones. Esto resulta cada vez más cierto,
mitada radica en mantener el desafío contra el dado que esa misma ignorancia que yace en el
oponente -sea diplomático o militar- un paso trasfondo de la exigencia de soluciones radica-
antes de traspasar ese umbral que puede desen- les -todo o nada- bien podría producir páni-
cadenar una guerra total. Entre mayor sea el co si, inesperadamente, nuestro pueblo tuviera
riesgo con respecto al desafío, menor será la que enfrentarse a las consecuencias de una gue-
probabilidad de una respuesta de dimensiones rra total. Por el contrario, un pueblo que ha co-
totales. Entre más se aproxime el desafío a los brado plena conciencia de los peligros que lo
riesgos que implica una guerra total, más di- rodean, y que se siente psicológicamente pro-
fícil resultará limitar el conflicto. Por tanto, tegido por un programa de defensa civil ade-
una política de guerra limitada presupone tres cuado, se encontrará mejor preparado para
condiciones: la capacidad de generar presiones respaldar una política nacional más flexible .
distintas de la amenaza de una guerra total; la No importa cuál sea el aspecto de nuestra
habilidad para crear un clima donde no se con- problemática estratégica que sometamos a con-
sidere que cualquier problema puede poner en sideración -mitigar los horrores de la guerra,
riesgo la supervivencia; y la capacidad nece- crear un espectro de capacidades para ofrecer
saria para conservar el control de li opinión resistencia a posibles desafíos soviéticos-, in-
pública en caso de que surjan desacuerdos so- variablemente debemos reconocer la importan-
bre la posibilidad o no de que la supervivencia cia de desarrollar una estrategia que abrigue la
nacional se encuentre amenazada. La primera posibilidad de una guerra limitada. La creación
condición depende, en gran medida, de la flexi- de un estado de preparación para la guerra li-
bilidad de nuestra política militar; la segunda, de mitada no se debe considerar como un asunto
la sutileza de nuestra diplomacia; la tercera, por de elección, sino de necesidad. Se deriva de la
su parte, reflejará la valentía de nuestro lide- imposibilidad de amalgamar tanto fuerza máxi-
razgo .. . ma como disposición máxima a actuar. . .
Nuestra amplia trayectoria de invulnerabili- Incluso entre las grandes potencias será di-
dad nos ha acostumbrado a considerar la guerra fícil poner en práctica la estrategia planteada en
más en términos del daño que podemos infli- este capítulo. Esta presupone una capacidad mi-
gir que de las pérdidas que podemos sufrir. Es litar verdaderamente graduada. Da por sentada
necesario crear conciencia entre el pueblo nor- una diplomacia que sea capaz de evitar que ca-
teamericano de que, con el fin de nuestro mo- da conflicto se considere como el preludio de
nopolio atómico, la guerra total ha dejado de un desastre final. Además, precisa de un tem-
ser un instrumento político, salvo como un úl- ple firme. Sólo podemos lograr que funcione
timo recurso; y de que, en la mayoría de los una estrategia de guerra limitada si despejamos
asuntos que probablemente engendren dispu- absolutamente toda duda en cuanto a nuestra
tas, Questra única alternativa consiste en la es- disposición y capacidad para hacer frente a un
trategia de una guerra limitada, o en la inercia holocausto.
41. El cálculo de la disuasión
BRUCE M. RUSSETT
de los ejemplos que mejor ilustran este concep- La anexión de Austria por parte de Hitler en
to es la decisión que adoptó Chiang Kai-shek 1938 representa exactamente este tipo de caso;
en 1958 en cuanto a estacionar casi la mitad un caso en que, por otra parte, el agresor hizo
de sus efectivos militares en Quemoy y Matsu. sus cálculos correctos.
Aunque Qichas islas poseían una importancia En el presente documento, analizaremos to-
intrínseca dudosa, la presencia de tan nutrido dos los casos que se han registrado en el trans-
contingente en las mismas virtualmente impi- curso de las últimas tres décadas, donde una
dió que Chiang, o su aliado norteamericano, gran potencia "atacante" amenazó patentemen-
abandonaran las islas bajo el fuego. te a otra "peón" con la fuerza militar y donde
Todas estas explicaciones tienden a resaltar el defensor, antes de la crisis, ya había dado
preponderantemente el elemento militar, cuan- señales de su intención de proteger al peón o
do en realidad se trata de una situación política había firmado un compromiso a tiempo para
de complejidad extrema. Existen, empero, nu- prevenir el ataque en ciernes. Se puede o no
merosos procedimientos no militares mediante creer en una amenaza; puede tratarse de un alar-
los cuales uno puede fortalecer el compromiso de o de una amenaza sincera. Amenudo, el pro-
propio hacia un área en particular. Un gobier- pio defensor no puede sentirse muy seguro de
no puede hacer de esto un asunto de prestigio su reacción, sino hasta que la crisis se presenta
ante su electorado. Una nación puede incluso realmente. Exploraremos el tema de lo que da
aumentar deliberadamente su dependencia eco- credibilidad a una amenaza, mediante la inda-
nómica de los suministros de cierta área, con gación de las que en el pasado han sido dignas
el fin de reafirmar la credibilidad de su prome- de crédito o t1agrantemente ignoradas. La disua-
sa de defensa hacia la misma. La obra clásica de sión exitosa -se define como aquella instancia
W. W. Kaufmann identificó los elementos de la en la que se evita o se repele un ataque contra
credibilidad: las capacidades de una potencia, los el peón, sin que ello provoque conflicto entre
costos que puede infligir al emplear dichas ca- las fuerzas atacantes y las unidades regulares
pacidades, y sus intenciones, tal y como las per- de combate de la gran potencia" defensora" . (En
cibe el enemigo. Al evaluar las intenciones del la definición de "unidades regulares de comba-
defensor, el presunto atacante revisará sus ac- te" no se incluye la participaCión estrictamen-
ciones del pasado, sus pronunciamientos actua- te limitada de unos cuantos asesores militares.)
les y el estado que presenta su opinión pública Bajo esta formulación, debemos ignorar aque-
(Kaufmann, 1956, pp. 12-38). llas instancias que probablemente son las más
La formulación de Kaufmann resulta más con- exitosas de todas- es decir, donde se disuade
veniente que otras, más sencillas, que otorgan al atacante de realizar cualquier tipo de amena-
un énfasis casi exclusivo a los factores milita- za abierta en contra del peón. No obstante, de-
res; no obstante, es necesario redondearla y de- bemos dejar a un lado este tipo de casos por que
tallarla. Uno debe analizar en especial los costos son demasiado numerosos como para examinar-
potenciales que tendría que erogar la potencia los en detalle, porque resultaría sumamente di-
defensora si ésta no cumple sus compromisos. fícil distinguir los elementos en la mayoría de
Además, toda proposición acerca de los factores los casos. ¿Quién, por ejemplo, fue el "atacan-
que determinan la credibilidad de una amenaza te" real? ¿Fue disuadido por un acto del defen-
dada deben ser verificados sistemáticamente so- sor, o por mera indiferencia? Estas interrogantes
bre una base comparativa. En varias ocasiones, nos inducirían a un exceso especulativo, a ex-
por ejemplo, el agresor ha hecho caso omiso de pensas del detallado y meticuloso análisis de ca-
las amenazas de una gran potencia "defensora" da uno de los casos.
de entrar en guerra por proteger a una peque- La disuasión fracasa cuando el atacante deci-
ña nación "peón", aun cuando la defensora po- de que la amenaza del defensor probablemente
seía tanto la superioridad estratégica como la no se llevará a cabo. En este sentido, representa
capacidad de librar con éxito una guerra local. el mismo fracaso si el defensor realmente tiene
El cálculo de la disuasión 361
la intención de combatir, pero no sabe comu- Según lo demuestra la tabla 11.1, en todos
nicar dicha intención al atacante, o si sólo está nuestros casos de disuasión eficaz -Irán, Tur-
fanfarroneando. Posteriormente plantearemos, quía, Berlín, Egipto, Quemoy y Matsu y Cuba-
desde la perspectiva del agresor, cuáles son las la población del peón se encontraba muy por
amenazas que se deben recibir con seriedad. En debajo de lS por ciento, y su P.l.B. representa-
este punto, nos limitaremos a examinar casos ba menos deiS por ciento del total de P.l.B. del
pasados de intento de disuasión, con el fin de defensor principal, en comparación. (Gran Bre-
descubrir cuáles son los elementos que gene- taña no era el principal protector de Irán.) Ahora,
ralmente se asocian con una amenaza digna de en cinco de los once casos donde no se disuadió
crédito (o que por lo menos no es ignorada con al atacante, el territorio en cuestión represen-
la suficiente confianza para que el agresor ac- tó más del 20 por ciento de la población del
túe con base en tal menosprecio) y, por ende, defensor (Etiopía, Checoslovaquia durante la cri-
cuáles son las medidas que un defensor debe sis de los Sudetes y, nuevamente en 1939, Po-
adoptar para hacer que su oponente de mayor lonia y Rumania). En 1939, Polonia constituía
credibilidad a sus amenazas. En la tabla 11.1 se la presea más valiosa de todas; sin embargo, es
proporciona una lista de los casos a tomar en posible que Hitler no haya tenido una convic-
consideración. ción plena de que tanto Gran Bretaña como
Por supuesto, dichos casos no resultan com- Francia entrarían en guerra como objeto de sal-
parables en todos los aspectos . Especialmente varla. Tampoco puede uno descubrir cualquier
en los casos de disuasión exitosa, las causas son importancia estratégica o industrial en particu-
complejas y no fácilmente identificables. Pese lar que ostente el peón únicamente en casos de
a todo, una comparación sistemática -empren- triunfo. Austria y los dos casos de Checoslova-
dida con cautela- puede arrojar ciertas ideas quia cumplieron con los criterios expuestos y, no
que escaparían al énfasis en la exclusividad his- obstante, fueron invadidas; además, los Estados
tórica de cada caso. Unidos no contemplaron la posibilidad de que
la China Comunista combatiera en pro de Co-
La disuasión en décadas recientes rea del Norte, pese a su obvia importancia es-
tratégica .
En primer lugar, podemos descartar -en cali- Asimismo, resulta claro que no se trata sen-
dad de erróneos- algunos argumentos frecuen- cillamente de que el defensor emita una prome-
tes acerca de la credibilidad de la disuasión. Se sa formal de proteger al peón. Sólo en un caso
suele decir que una gran potencia sólo incu- de triunfo se presentó algo que se podría des-
rrirá en guerra para proteger una posición "im- cribir como un compromiso nítido e indudable
portante", y no para defender cierta zona de previo a la crisis real (Berlín). En los demás, dicho
dimensiones o de población relativamente insig- compromiso fue un tanto ambiguo (Irán, Cu-
nificantes. Tal como se verá en líneas posterio- ba y Quemoy y Matsu) o no se realizó hasta
res, esto es cierto en un sentido casi tautológico que la crisis ya llevaba un buen tiempo (Turquía
-si en el rubro de "importante" incluimos el y Egipto). El principal compromiso de precrisis
empantamiemo del prestigio del defensor ante de los Estados Unidos hacia Irán fue el comu-
la suerte que habrá de correr el peón, la impor- nicado de los Tres Grandes emitido desde Te-
tancia simbólica de dicho peón puede agran- herán en 1943 (redactado en su mayor parte por
darse ante los ojos de otros aliados, y se pueden la delegación norteamericana), en el cual se ga-
atribuir al peón valores estratégicos o políticos rantizaba a los iraníes "independencia, soberanía
en particular. Sin embargo, si se adjudica la cate- e integridad territorial" . Gran Bretaña era alia-
goría de "importante" a cualquier factor objeti- da de Irán, pero los soviéticos reconocieron que
vamente mensurable, como la población relativa cualquier tipo de resistencia efectiva contra sus
o el Producto Interno Bruto, dicha aseveración planes tendría que provenir de los Estados Uni-
pierde toda validez. dos, y no de una Inglaterra exhausta. En julio
362 Disuasión nuclear y estrategia político-militar
TABLA 11.1 Dimensiones (Población y Producto Interno Bruto) del peón en comparación con
las del (de los defensores (es)
Población del
peón como P./. B. del peón
porcentaje de como porcentaje
la población del P.I. B. del
Peón Defensor(es) Agresor(es) del defensor defensor
ÉXITO
,I
El cálculo de la disuasión 363
de 1960, Khrushchev advirtió que la Unión So- Cabe analizar asimismo la proposición que
viética ejercería represalias con misiles si los Es- aduce que la disuasión no resulta creíble a me-
tados Unidos atacaban a Cuba; no obstante, esto nos que e! defensor posea una superioridad es-
se calificó posteriormente de "mero simbolis- tratégica contundente; es decir, a menos que
mo", y quedó indefinido e! contenido exacto pueda infligir al agresor un daño mucho mayor
de la represalia soviética. Ni e! Congreso ni el que el que pudiera recibir a cambio. Es cier-
Presidente han declarado jamás las circunstancias to que la disuasión éxitosa de un ataque se asocia
exactas bajo las cuales nuestras garantías formales frecuentemente con la superioridad estratégica;
a Taiwán se aplicarían a las islas de mar adentro. no obstante, la Unión Soviética detentaba cuan-
Sin embargo, en por lo menos seis casos, el do mucho igualdad estratégica con los Estados
agresor ha preferido ignorar un compromiso ex- Unidos al suscitarse e! problema de Bahía de
plícito y públicamente reconocido que exige que Cochinos. Pese a que Rusia poseía una clara su-
el defensor proteja al peón. Gran Bretaña, Fran- perioridad por encima de Gran Bretaña y de
cia e Italia estaban comprometidas con Austria Francia cuando amenazó, en 1956, con lanzar
mediante un tratado; Francia con Checoslova- un ataque con cohetes contra estos países, re-
quia en 1938 por tratado; Francia por tratado sulta por demás evidente que carecía de una
y Gran Bretaña por acuerdo ejecutivo con Che- fuerza creíble de primer ataque para emplear-
coslovaquia en 1939; Gran Bretaña por acuerdo la contra su aliado norteamericano.
ejecutivo con Rumania; Gran Bretaña y Francia Por otra parte, en al menos cinco casos en
por tratado con Polonia, y China por declara- que el agresor no fue disuadido, es notorio que
ción pública con Corea de! Norte. En tres casos el defensor contaba definitivamente con la ca-
más, se registro por lo menos un compromiso pacidad de vencer.en cualquier gran conflicto
ambiguo, por parte del" defensor", que podría que hubiera podido desarrollarse (en los casos
haberse interpretado en forma más rigurosa. Me- de Etiopía, Austria, Checoslovaquia en 1938, Al-
diante un tratado en 1906, Gran Bretaña, Fran- bania y Corea del Sur); en dos casos más (Che-
cia e Italia juraron "cooperar para mantener la coslovaquia en 1939 y Hungría), e! defensor
integridad de Etiopía"; Gran Bretaña e Italia con- poseía al menos una ventaja marginal. (El análi-
vinieron en 1938 "preservar e! statu qua en el sis post hoc de los documentos pertinentes, in-
Mediterráneo" (incluida Albania) y, en la déca- dica que con mayor frecuencia era e! agresor
da de 1950, los funcionarios norteamericanos quien percibía dicha superioridad -y no el de-
hicieron ciertas declaraciones acerca de "liberar" fensor-, y pese a todo acometía su empresa con
a los satélites que fueron trágicamente sobrees- la esperanza de que e! defensor no la empleara.
timados en Hungría. Entre la lista de fracasos, de Hitler reconoció fehacientemente la fortaleza de
hecho, sólo Guatemala y probablemente Corea sus oponentes, y sin embargo desestimó su de-
de! Sur carecían de toda indicación verbal res- terminación de emplearla.)
pecto a la voluntad de combatir por parte de Aún menos necesario resulta que el defen-
sus "protectores" . (En estos casos, los defenso- sor cuente con la capacidad de ganar una gue-
res demostraron principalmente su interés me- rra local limitada. De entre todos los casos de
diante e! envío de armas a los peones antes del victoria, sólo en Egipto pudo e! defensor sos-
ataque.) El analista que en su análisis se limi- tener en forma plausible la capacidad de luchar
tara a los casos presentes se vería obligado a hasta provocar una retirada a nivel local. En las
llegar a la conclusión de que una nación me- demás instancias, e! defensor no podía aspirar
nor poseía el mismo grado de seguridad con o a lograr la igualdad sin un esfuerzo prolongado
sin una garantía explícita. Al menos, dichas ga- y sostenido, y la superioridad local parecía fue-
rantías existieron en menos casos de éxito (uno ra de todo alcance. Por lo menos en dos fraca-
en seis) que fracaso (seis de once). sos, los defensores -quizá de manera individual
364 Disuasión nuclear y estrategia político-militar
y seguramente en coalición- gozaban de supe- suasión participó una democracia que se defen-
rioridad local (Etiopía y Austria), yen otros cuatro día de una dictadura. Sin embargo, en todos es-
(Checoslovaquia en 1938, Albania, y los casos tos casos, la democracia poseía superioridad
de Corea), los defensores mostraron una casi estratégica, en tanto que las otras dos victorias,
igualdad con sus presuntos antagonistas . anotadas por una dictadura, se registraron en
Ahora, si estos dos tipos de capacidades -lo- el mejor de los casos bajo condiciones de igual-
cales y estratégicas- se analizan en conjunto, dad estratégica para el defensor. Además, en los
surge la probabilidad de que un defensor no once fracasos , con excepción de dos (Corea del
presente una clara inferioridad en ambas, e in- Norte y Guatemala), el defensor fue un país de-
cluso que aspire a refrenar al agresor. Pese a que mócrata. Por ende, el control que ejerce una po-
la Unión Soviética no podía ni soñar en un en- tencia totalitaria sobre la expresión de opinión
frentamiento con los Estados Unidos en una de sus ciudadanos pueden conferirle cierto gra-
guerra limitada en el Caribe, por lo menos en do de ventaja, cuando no una ventaja contunden-
1961 sus capacidades nucleares estratégicas pa- te - especialmente bajo condiciones tales en
recían estar casi a la par con las norteameri- que la posición estratégica del defensor es rela-
canas. Asimismo, aunque Rusia era inferior a tivamente débil .
Gran Bretaña-Francia-Estados Unidos en el ni-
vel estratégico, crecieron las probabilidades de
que los soviéticos pudieran al menos equiparar INTERDEPENDENCIA Y CREDIBILIDAD
sus esfuerzos en una guerra local por el territo-
rio egipcio. La victoria precisa como mínimo de Una vez descartadas algunas de estas hipótesis, po-
una igualdad aparente en uno u otro nivel (esto demos proceder a examinar otro renglón de de-
difícilmente puede sorprendernos); no obstan- bate: la credibilidad de la disuasión depende de
te, al recordar que incluso la superioridad en la interdependencia económica, política y mi-
ambos niveles se ha ascociado frecuentemente litar entre peón y defensor. Siempre que exis-
con el fracaso, extraemos algo de mayor signi- tan vínculos visibles de cooperación militar, de
ficación. La superioridad, en cualquier nivel, integración política pasada o presente, o de co-
no es una condición de éxito. La igualdad en mercio, será mucho más probable que el agre-
un nivel como mínimo es una condición nece- sor ceda a las amenazas del defensor -o si no
saria, pero de ninguna manera suficiente. Los cede, cabrá el inminente riesgo de que entre en
factores puramente militares, típicos de la con- guerra con el defensor.
cepción tradicional, no revisten de credibilidad
a las amenazas por sí solos. Cooperación militar
Tampoco -como se ha sugerido en algunas
ocasiones- el tipo de sistema político en cues- En cada caso de éxito, el defensor apoyó al
tión ostenta gran importancia, aunque ciertamen- peón con asistencia militar, traducida en armas
te marca alguna diferencia. Frecuentemente, se y asesores. En uno de estos casos (Berlín), por
dice, un poder dictatorial puede amenazar de ma- supuesto, los defensores contaban con tropas
nera mucho más convincente que una demo- estacionadas en el territorio del peón. El vínculo
cracia, dado que la dictadura puede controlar militar con Irán fue hasta cierto punto tenue,
sus propios medios de comunicación y mos- dado que Irán no recibió embarques de equi-
trar un frente aparentemente unido. Las demo- po militar norteamericano sino hasta que cedió
cracias, por el contrario, no tienen la capacidad la crisis de 1946. Sin embargo, en esa época se
de suprimir fácilmente las voces de disensión encontraba estacionada en ese país una misión
que aclaman que el peón "no vale los huesos militar norteamericana, y 30,000 soldados nor-
de un solo granadero" . Ahora bien, no se de- teamericanos habían permanecido en suelo iraní
be exagerar la importancia de este argumento hasta el fin de 1945 (Kirk, 1952, p. 150), Así,
-en cuatro de nuestros casos exitosos de di- Norteamérica había ofrecido una señal tangible,
El cálculo de la disuasión 365
aunque modesta, de su interés por Irán. No obs- Guatemala en la Segunda Guerra Mundial. Ob-
tante, sólo en cinco de los once fracasos se re- viamente, ninguno de estos lazos eran estrechos
gistraron embarques importantes de armamento en absoluto. Los otros dos, sin embargo, estaban
al peón. Francia extendió cuantiosos créditos marcados por vínculos casi férreos . Las fuerzas
militares a Polonia, y Gran Bretaña margó un de los Estados Unidos ocuparon Corea después de
reducido crédito (veinte millones de dólares) a la Segunda Guerra Mundial, y el gobierno de la
Rumania. Los norteamericanos y los chinos en- República de Corea se convirtió en protegido
viaron tanto armas como asesores a sus pro- norteamericano. La China comunista poseía es-
tegidos coreanos. Los soviéticos despacharon trechos vínculos partidarios e ideológicos con
armamento ligero a Guatemala, pero ningún ase- el régimen de Corea del Norte; además, cabe re-
sor, y no dieron tampoco la menor señal explí- cordar que unas cuantas décadas antes, Corea
cita de un intento de intervención en cualquier había estado sujeta a la soberanía china.
movimiento en contra del gobierno guatemal-
teco por parte de los Estados Unidos. Una mi- Interdependencia económica
sión militar francesa estuvo estacionada en Praga
antes y durante el transcurso de las dos crisis Procederemos con base en una medida apro-
checoslovacas, pero nunca se envió una canti- ximada, pero a la vez sencilla y objetiva, de in-
dad importante de equipo f~ancés (en parte por terdependencia económica. En 1954, todos los
la alta calidad de la industria checoslovaca de países del mundo, que no fueran los Estados Uni-
armamento). En ninguno de los demás fracasos dos, importaban un total de sesenta y cinco mil
se regisró ningún tipo de interdependencia mi- millones de dólares en mercancías, 16 por cien-
litar tangible . Es posible que un nivel modera- to de los cuales procedían de los Estados Uni-
do de cooperación militar no siempre basta para dos. Sin embargo un 35 por ciento del total de
lograr una disuasión eficaz, pero de hecho se tra- las importaciones de Corea del Sur correspon-
ta de un factor eSencial. día a productos norteamericanos -cifra muy
superior al promedio mundial. He aquí la medi-
Interdependencia política da que nos guiará: ¿el peón importa del defen-
sor en proporciones muy superiores al prome-
He aquí una condición valiosa, si no esen- dio o, viceversa, el defensor importa del peón
cial. Cuatro de los casos de disuasión exitosa in- en proporciones muy superiores al promedio?
cluyen alguna clase de vínculo político reciente Repito, se trata de una medida aproximada. No
o actual además de cualquier alianza actual. Las nos señala, por ejemplo, si el defensor depen-
tropas occidentales se encontraban estaciona- de del peón en cuanto al suministro de una ma-
das en Berlín, y las tres potencias occidentales teria prima vital. Sin embargo, existen pocas
participaron en el gobierno de la ciudad median- áreas de importancia económica crucial en este
te convenio internacional. Estados Unidos V la sentido -casi contadas las mercancías se pue-
China Nacionalista habían sido aliados en' un den obtener de más de un país, aunque no siem-
conflicto bélico reciente. Turquía se había alia- pre al mismo precio-; además, la atención a
do con los Tres Grandes hacia el ocaso de la vínculos comerciales globales nos da una me-
Segunda Guerra Mundial. Irán había experimen- dida general del estado económico de un país
tado la ocupación por parte de tropas británicas en otro. En ninguno de los casos donde esta
hasta principios de 1946, y de tropas norteame- prueba no demuestra interdependencia econó-
ricanas hasta fines de 1945. Por lo que respecta mica general hay pruebas de que el defensor de-
a los fracasos, sólo cuatro de once peones te- pendiera enormemente del peón en cuanto al
nían algún tipo de vínculo anterior significati- suministro de un producto en particular.
vo con un defensor. Gran Bretaña y Rumania En cinco de seis casos de disuasión exitosa, el
fueron aliadas en la Primera Guerra Mundial , peón recibía un índice desmesuradamente eleva-
del mismo modo que lo fueron la l) .R.S:S. y do de sus importaciones de parte del defensor, ()
366 Disuasión nuclear y estrategia político-militar
viceversa. En el caso restante, la economía ira- Rumania) representaban más del 20 por ciento
ní se encontraba férreamente vinculada con la de la población del defensor, y cuatro (Austria,
británica, cuando no con la norteamericana, pe- Checoslovaquia en ambas ocasiones y Rumania)
ro sólo en tres de los once fracasos se registró más del 5 por ciento de su P.LB. En proporción,
interdependencia entre peón y defensor. Aus- los peones "codiciables" eran objeto con ma-
tria sostenía nexos comerciales superiores al yor frecuencia de "alardes" que de intenciones
promedio con Italia, pero no con Francia y Gran serias. Tampoco hay necesariamente un compro-
Bretaña, que eran las otras dos partes comprome- miso explícito en aquellos casos que desembocan
tidas -por tratado- en la preservación de su en conflicto bélico. Este tipo de compromiso
integridad. También los dos regímenes coreanos existía en lo que respecta a Polonia Corea del
presentaban elevados índices de intercambio Norte; Corea del Sur, por su parte, constituye
comercial con sus defensores. La interdepen- una obvia excepción. Además, había un com-
dencia económica puede resultar virtualmente promiso explicíto en la mitad de los "alardes"
esencial para la disuasión exitosa. (Austria, Checoslvaquia en ambas ocasiones, y
Rumania) y, por lo que respecta a otros tres ca-
sos (Etiopía, Albania y Hungría), había un com-
INTENCIONES ADIVINATORIAS promiso incierto y dudoso.
En ninguno de los casos parece ha ter ejer-
cido un efecto contundente el estado de la ba-
También, podemos examinar brevemente el te-
ma desde la perspectiva del agresor. Si la amena- lanza militar. En cuatro "alardes" por lo menos
za planteada por el defensor no es confrontada (Etiopía, Austria, Checoslovaquia en 1938 y Al-
por un desafío, es posible que jamás se sepa si bania),los defensores detentaban una marcada
en realidad expresa la intención de combatir, superioridad global y, en otros dos (Checoslo-
o si sólo se trata de un alarde. Es probable que ni vaquia en 1939 y Hungría) poseían por lo me-
siquiera el propio defensor lo sepa hasta que se nos una superioridad marginal. Gran Bretaña y
suscitan las circunstancias reales. No obstante, Francia, pese a su desfavorable posición mili-
podemos analizar los once casos en que la di- tar, combatieron por Polonia en 1939. Apesar
suasión no tuvo la credibilidad necesaria para de las peroratas "envalentonadas" de los chinos,
evitar el ataque. Anteriormente, preguntamos quizá realmente se habrían hecho pocas ilusiones
cuál era el elemento que establecía la diferencia en cuanto a su posición de haber contrarresta-
entre los casos en que el agresor ejerció presión do los Estados Unidos su incursión en Corea del
y aquéllos en que optó por refrenar sus ambi- Norte con todo su poderío convencional y nu-
ciones. Ahora, ¿qué es lo que distingue aque- clear. En ninguno de los casos combatió un de-
llos casos en que el defensor realmente entró fensor, contó éste con la capacidad de lograr una
en guerra de aquéllos en que no lo hizo? victoria local rápida y relativamente desahoga-
Las "dimensiones''', tampoco en este caso da . Sin embargo, en los dos casos en que el de-
-y como se indicó previamente- son un factor fensor probablemente contaba con la capacidad
crucial. Polonia, país por el cual Gran Bretaña necesaria para hacerlo (Etopía y Austria), éste
y Francia incursionaron en la acción bélica, re- no la empleó. Tampoco parece importar mucho
presentaba una pre"sea altamente codiciable; sin el sistema político del defensor. Los chinos com-
embargo, ni Corea dd Norte ni Corea del Sur batieron en aras de defender a Corea del Norte,
representaban una proporción importante de la pero las dictaduras no hicieron nada por proteger
población o del P.LB. de su defensor. De los a Austria y a Guatemala.
ocho casos enlos que se desenmascaró con éxi- No obstante, los lazos de interdependencia
to al defensor fanfarrón, cuatro de los peones -económica, política y militar- cobran espe-
(Etiopí;l, Checoslovaquia en ambas ocasiones y cial importancia. En cada uno de los casos en
El cálculo de la disuasión 367
APÉNDICES Presencia o ausencia de d iversos facto res que supuestamente hacen crerbles las
amenazas de l disuasor
EL AGRESOR SE
ABSTIENE EL AGRESOR PRESIONA
El defensor
El defensor no combate combate
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Peón 20% + de la x x x x x
población del defensor
Peón 5% + del P.I.B. del x x x x x
defensor
Compromiso formal previo x x x x x x x
a la crisis
Defensor posee superioridad x x x x x x x x x
estratégica
Defensor posee superioridad x x
local
Defensor es una dictadura x x x x
Cooperación militar x x x x x x x x x x x x x
peón defensor
Interdependencia política x x x x x x x x
peón defensor
Interdependencia económica x x x x x x x
peón defensor
En gran proporción, la Parte Uno del presente resultados y que no se incluyen en las premisas
estudio gira alrededor del tema de que la teoría simplificadoras de tal teoría, en su presente for-
contemporánea, deductivista y abstracta de la ma. Esta difícil labor, una de las más necesarias
disuasión es inadecuada para la aplicación polí- desde que la teoría de la disuasión ha ofrecido
tica, pese a haberse ofrecido en una forma nor- pautas a seguir en la creación de política a ex-
mativa y prescriptiva. Los once casos que hemos terior, no se ha realizado en forma satisfacto-
examinado señalan el tipo de complejidades que ria. Al mismo tiempo, debe reconocerse que las
surgen cuando los Estados Unidos realizan ver- prudentes y exitosas aplicaciones de la estrate-
daderos intentos de disuasión; complejidades gia de disuasión a las situaciones de la vida real
que, en muchos aspectos, no son abordados por son altamente problemáticas sin una clara y pre-
la teoría abstracta de la disuasión. cisa comprensión de aquellas complejidades que
Indudablemente, los teóricos de la disuasión la teoría simplifica o pasa por alto.
siempre han reconocido que: como cualquier No es sorprendente, así, que las suposicio-
otra teoría, la suya -también- simplifica la rea- nes simplificadoras de la teoría prescriptiva de
lidad. Sin embargo, esto no basta para detener- la disuasión hayan restringido gravemente la
se en tal advertencia. Además, hay la obligación pertinencia y utilidad de ésta, en la creación de
-reconocida por la mayoría de teóricos de la política exterior. La incapacidad de los teóricos
disuasión- de ir más allá e identificar los aspec- de la disuasión para realizar un adecuado análi-
tos del fenómeno de la disuasión, en ámbitos sis de la brecha que hay entre las suposiciones
de la vida real, que pueden ser decisivos en los de su teoría y las complejidades de la conduc-
ta de disuasión en la vida real, necesariamente
ha dejado esa importante labor en manos de
Reimpreso a partir de Deterrence in Ameri- quienes elaboran la política. Abandonados a sus
can Foreign Policy. Alexander L. George y Ri -
chard Smoke (Nueva York, Columbia University propios recursos, los norteamericanos que tra-
Press, 1974), pp. 503-508, Reimpreso con auto- zan la política han llenado esta brecha lo mejor
rización del editor. Notas al calce, suprimidas . que pudieron, muy a su manera; y a menudo,
371
372 Disuasión nuclear y estrategia político-militar
los resultados han sido desafortunados. Por otra aquello"; por ejemplo, la potencia que asume
parte, la estrategia de disuasión, según la apli- su propia defensa se compromete o no se com-
can quienes hacen la política, ofrece únicamente promete; y si lo hace, entonces el compromiso
un laxo parecido con la original, abstracta y sólo es firme, inequívoco, absoluto y de duración in-
desarrollada en parte teoría de la disuasión. De definida.
aquí que ni los éxitos ni las fallas de la estrate- Hipótesis 6: La potencia que disuade puede
gia de disuasión en la política exterior nortea- apoyarse en amenazas para persuadir al oponen-
mericana puedan atribuirse a la influencia de la te de que no altere el status qua.
teoría formal de la disuasión, que ha carecido Hipótesis 7: La labor crítica y problemática
del nivel de detalle requerido por una teoría de en sí de la estrategia de disuasión estriba en lo-
política pertinente y que, por tal razón, haya lo- grar credibilidad respecto al compromiso.
grado sólo una modesta influencia. Las hipótesis de la teoría prescriptiva de la
Como teoría prescriptiva, la de la disuasión disuasión han tenido que ser, muy a menudo,
permanece incompleta e insatisfactoria. Cada desechadas o modificadas, al diagnosticarse si-
vez se ha hecho más obvio que las afirmacio- tuaciones específicas, por parte de aquellos que
nes iniciales de esta teoría únicamente bosque- hacen la política. Unos cuantos ejemplos serán
jan un punto de partida, y que el desarrollo y suficientes para indicarnos la escasa o engañosa
ei refinamiento necesarios brillan por su ausen- calidad de la teoría formal de la disuasión para
cia. Resulta instructivo reflexionar más acerca hacer los diagnósticos de situación necesarios en
de esta experiencia y lo que ella implica en re- la elaboración de la política. En contra de la hi
lación con los propósitos de desarrollar una teo- pótesis 2 de la lista, en la Parte Dos advertimos
ría para los diferentes aspectos de la política sobre la dificultad crónica que los políticos nor-
internacional. .. teamericanos experimentaron al tratar de calcu-
Permítase nos recordar brevemente siete hi- lar en qué forma el oponente medía los riesgos
pótesis simplificadoras de la teoría de la di- de sus propias opciones. En los tres casos de
suasión .. . Berlín, en la Guerra de Corea y en la crisis cu-
Hipótesis 1: Cada lado de la situación de di- bana de misiles, los norteamericanos que trazan
suasión constituye un actor unitario y propositi- la política quedaron sorprendidos por la acción
vo. (Este supuesto pasa por alto el hecho de que emprendida por el oponente. En cada caso, los
la conducta política de los gobiernos se ve afec- funcionarios de los Estados Unidos habían pen-
tada por la dinámica de la conducta organiza- sado que el oponente no actuaría como lo hi-
cional y por la política gubernamental interna.) zo, ya que hacerlo implicaba graves riesgos. De
Hipótesis 2: La teoría general de la disuasión hecho, razones para creer que en cada uno de es-
puede resultar útil para quienes hacen la política, tos casos el oponente observó su propia inicia-
incluso aunque no defina el campo de acción tiva como una estrategia de escaso riesgo, y con
o pertinencia de la estrategia de disuasión co- la cual creía poder controlar y evitar riesgos no
mo un instrumento de política eAterior. deseados, de mayor magnitud. Es evidente que
Hipótesis 3: La teoría general de la disuasión para realizar los diagnósticos que evalúen las si-
puede resultar útil para quienes hacen la política, tuaciones, quien elabora la política no puede tra-
incluso aunque no defina el campo de acción bajar sobre la hipótesis de que todos los actores
o pertinencia de la estrategia de disuasión co- operan con el mismo tipo de "racionalidad". Más
mo un instrumento de política exterior. bien, quien hace la política nec,esita modelos
Hipótesis 4: La mayor amenaza para los in- teóricos que determinen mejor la forma en que
tereses de la potencia que asume su propia de- determinados oponentes se comportan en situa-
fensa reside en la capacidad de sus oponentes ciones de conflicto,
para lanzar ataques militares. Respecto a la hipótesis 3, nuestros estudios
Hipótesis 5: Los compromisos de la disua- de casos sugieren, por lo contrario, que el cam-
sión son siempre un mero asunto de "esto o po de acción y la pertinencia de la estrategia de
La brecha que separa a la teoría de la disuasión 373
más efectivo de las amenazas descubrirá que és- sión ajena en contra de sus intereses probable-
tas a menudo son irrelevantes o disfuncionales. mente, en algunas situaciones, pague un alto
Esta inoperancia de las amenazas de disuasión precio por éxitos temporales de refrenamien-
se hizo evidente en las crisis de Oriente Medio, to, los cuales en realidad no qabrán de eliminar
en 1957-1958. Algunas de las consecuencias no- las fuentes del conflicto. Nosotros llamamos la
civas de tales amenazas surgen en la crisis de atención sobre este punto en nuestros relatos de
Berlín de 1961; luego de que ésta concluyó, el las crisis del Estrecho de Taiwan y de Quemoy,
presidente Kennedy se preguntaba si alguna de de 1954-1955 y 1958. Un triunfo disuasivo de
las iniciativas que él había emprendido para esta especie, reditúa tiempo a los esfuerzos por
comunicar resolución no habían -de paso- reestructurar la situación, una vez que la crisis
agravado la crisis al forzar a Khrushchev a em- cede, a fin de diluir su potencial de conflicto. El
prender acciones similares. no saber utilizar un éxito temporal de disuasión
Además, en ciertas situaciones, las amenazas para alterar la situación invita a una repetición
pueden resultar provocativas. Aquéllas lanzadas de la crisis en el futuro, tal vez bajo nuevas cir-
por los Estados Unidos y sus aliados, en 1941, cunstancias, en que el recurso de la estrategia
para disuadir aJapón de intentar más instrusiones de disuasión puede, incluso, resultar más cos-
en contra de los países asiáticos resultaron -to- toso e ineficaz.
das- demasiado p'otentes y creíbles para los Así, desde una perspectiva más amplia en tor-
líderes japoneses. Estos decidieron que no les no a las relaciones internacionales, las crisis con-
quedaba más opción que la de recurrir a una es- troladas del tipo de las que ocurrieron en los
trategia aún más ambiciosa, y atacar a los Esta- casos de Berlín y del Estrecho de Taiwan a me-
dos Unidos. Pero el hecho de que las amenazas nudo tienen una función catalítica para produ-
de disuasión en contra de un oponente altamente cir cambios indispensables si se desea evitar -a
motivado sean en ocasiones ineficaces, o puedan la larga- una guerra. Aunque la disuasión pue-
presentar efecto de rebote, nos impide llegar a de ser necesaria para eludir los peligros del "apa-
la conclusión de que resultarán más efectivas si ciguamiento" bajo presión, en tales crisis un
se dirigen a un oponente cauto que se limite a éxito de disuasión creará peligros de otro tipo,
opciones de escaso riesgo o de riesgo controla- si es que anima a la potencia que está realizando
do. En el caso de Quemoy yen la crisis de misiles su propia defensa a pasar por alto otros acerca-
de Cuba, las amenazas no disuadieron las estra- mientos políticos (en el siguiente periodo, ya
tegias controladas de bajo riesgo con las que los fuera de la crisis) para dar con soluciones más
oponentes estaban comprometidos. viables y mutuamente aceptables en el conflic-
Quien estructura la política e invariablemente to de intereses.
se apoya en amenazas para disuadir la intromi-
~¡