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nota al pie In Memoriam Alfredo de Leén + circa 1954 Sin duda Leén ha querido que Otero viniera a verlo, desnudo y muerto bajo esa sébana, y por eso escribié su nombre en el sobre y metié dentro del sobre la carta que tall vez explica todo. Otero ha venido y mira en silencio el évalo de la cara tapada como una-tonta adivinanza, pero atin no abre la carta porque quiere imaginar la versién que el muerto le daria si pudiera sentarse frente a él, en su escritorio, y hablar como hablaron tantas veces. Un sosiego de tristeza purifica Ia cara del hombre alto y canoso que no quiere quedarse, no quiere irse, no quiere admitir que se siente traicionado. Pero eso es exactamente lo que siente. Porque de golpe le parece ‘que no se hubieran conocido, que no hubiera hecho nada por Leén, que no hubiera sido, como ambos admitieron tantas veces, una especie de padre, para qué decir un amigo. De todas maneras ha venido, y es él, y no otro, el que dice: —Quién iba a decir, ¥y escucha la voz de la sefiora Berta que lo mira con sus ojos celestes y secos en la cara ancha sin sexo ni memoria ni impaciencia, murmurando que ya viene el comisario, y por qué no abre la carta. Pero no la abre aunque imagina su tono general de ligubre disculpa, su primera frase de adiés y de lamento.* * Lamento dejar interrumpida ta traduccién que la 419 Es que no ganan con eso una infima parte dé lo que ambos hubieran ganado conversando, y tiene de pronto la oscura sensacin de que todo viene dirigido contra él, que Ia vida de Leén en los uiltimos tiempos tendia a convertirlo en testigo perplejo de su muerte. ¢Por qué, Leén? Noes un placer estar ahi sentado, en esta pieza que no conocia, junto a la ventana que filtra una luz ultras jada y polvorienta sobre la mesa de trabajo dondé Teconoce la tltima novela de Ballard, el diccionario de Cuyés editado por Appleton, la media hoja manuscrita eb que una silaba final tiembla y enloquece hasta es- tallar en un-manchén de tinta. Sin duda Leon ha creido ue con eso ya cumplia, y ciertamente el hombre ca: oso y triste que lo mira no viene a’ reprocharle el trabajo interrumpido nia pensar en quién ha de con tinuarlo. Vine, Leon, a aceptar la idea de su muerte inesperada y a ponerlo en paz con mi conciencia, De golpe el otro se ha vuelto misterioso para él, como él se ha vuelto misterioso para el otro, y tiene su punta de ironfa que ignore hasta la forma que eligié para max tarse, —Veneno —responde la vieja, que sigue tan: quieta en su asiento, envuelta en sus lanas grises y negras, Casa me encargd. Encontrard usted et original sobre la mesa, y las ciento treinta paginas yu traducidas, 20 Y cruza las manos y reza en vox baja, sin lorar ni siquiera sufrir, salvo de esa manera general y abstracta en que tantas cosas la apenan: el paso del tiempo, la humedad en las paredes, los agujeros' en las’ sébanas y las superfluas costumbres que hacen su vida, Hay un rectangulo de sol y de ropa tendida en el patio, bajo la perspectiva de pisos con barandas de chapas de fierro donde emerge como un chiste un plu: mero moviéndose solo en una nubecita de polvo, un turbante sin duefia desfila, y un viejo se asoma, y mira y escupe, Otero ve todo esto en una instanténea, pero es otra la imagen que quiere formarse en su mente: Ia elusi- va cara, el cardcter del/hombre que durante mas de diez afos trabaj6 para él y la Casa. Porque nadie puede vivir con los muertos, es preciso matarlos adentro de uno, reducirlos a imagen inocua, para siempre segura en la neutra memoria, Un resorte se mueve, una cortina se cierra, y ya hemos pasado sobre ellos juicio y sen- tencia, y una suave untura de olvido y perdén. La vieja parece que acuna el espacio vacfo que miden sus manos, iempre pagaba puntual, El resto no ofrece dificultades y espero que ta Casa en- cuentre quien to haga. Infortunadamente, he tenido que pasar por encima de sus tiltimas reconvenciones. an y el recuerdo del muerto emerge en magras anécdotas: Jo mal que comfa y el muido que hacia de noche escrie biendo, y cémo después se enfermé, se vino triste y/ hurafo, y ya no quiso salir de su pieza, al —Después se volvié loco. aQieransash scart ah cri alsbryoaRamotiabaliy ahora decir que Leén acabé en la locura, y el suman talvez do dita; ero nadie lim a.eeber: cone au cal quecié, aunque sus rarezas estuvieran a la vista todos. Asi, en los ultimos meses, se empecinaba en escril ‘a mano arguyendo vagos contratiempos con su méquic na, y él se lo permitié a pesar de las protestas. de la imprenta, como dejé pasar otras cosas porque sentia que no iban dirigidas contra él, que eran parte de la lucha del. suicida con algo indescifrable. “ En algiin cajén de su escritorio ha de estar todavia esa carilla suelta que aparecié intercalada en el ultimo trabajoide Léa, No-tenia:ms que una palabra tal \— Tepetida desde el. princi dv Rens principio hasta el fin. con letra La mujer averigua quién va a pagar los gastos de entierro, y el hombre contesta: —La Casa, No pude rescatar la mdquina de escribir y ese texto, como ‘él anterior; le Hegard manuscrito. Hice ta tetra to ‘més clara posible, y espero que no se irrite demasiado conmigo, considerando las circunstancias, a 42 F que debe de ser la empresa en que Le6n trabajaba. Ya con esto aclarado, se siente mas libre y se lleva un pafiuelo a los ojos.y enjuga un hilo escaso, de lan- to, en parte por Leén, que al fin era pobre yino mo- lestaba, y en parte por ella, por todas las cosas que en lla se han muerto, en tantos afios de soledad y de duro trabajo entre hombres mesquinos y asperos. ‘La mirada de Otero vaga entre palmeras grises de un enorme oasis donde beben los camellos. Pero es una sola palmera, repetida hasta el infinito en el empape- lado, un solo camello, un solo charquito, y el rostro del muerto se embosca en los arcos del ramaje, 1o mira con el ojo sediento del animal, se disuelve por fin dejéndole el resabio de un guiflo, el resquemor de una bburla. Otero sacude la: cabezaen su necesidad de m0 ser distraido, de recuperar la verdadera cara de Leén, su boca enorme, sus ojos, ¢negros?, mientras oye en el hall la vor del oficial que lama por teléfonoy_ dice ““Juzgado", y cuelga, y-disca.e inquiere, “eJuzgado?", y cuelga, y ‘se pasea con las manos a la espalda, entre ligubres percheros y macetas de bronce. Recuerda usted la sinusitis que tuve hace dos meses? Parecia una cosa de nada, pero al final los dolores no me dejaban dormir. Tuve que lamar al médico, y ast sé me. fueron, entre remedios y tratamientos, los pocos pesos que me quedaban. 23 Tal vez el gesto de Leén’quiso decir que su vida dura, y- no es facil desmentirlo viendo. las paredes su pieza sin un cuadro, el traje de francla de invi y verano colgado en el espejo del ropero, los hombi en camiseta que esperan su. turno en la puerta bano. 4 Pero) de quién no es dura la vida, y quién sino 4 cligié esa fealdad que nada explicaba y que probal mente él no’ veia. Quizé no sea el momento de pensar estas cosas, ‘qué excusa se darfa ‘si en presencia de la muerte fuese tan sincero como siempre ha sido. ¢Lo fue el cida con él? Otero sospecha que no. Ya desde’ el pri cipio detects bajo su apariencia de jovialidad esa ve de melancolfa que apuntaba como el rasgo esencial su cardcter: Hablaba mucho y se refa demasiado, pet era una risa agria, una alegria echada a perder, y Ot a menudo’ se pregunté.si muy subterrineamente, in vertido incluso para Leén, no habia en todo eso dejo de burla perversa, una sutil complacencia en desgracia, =No tenia amigos —dice la vieja—. Eso cansa. Por eso empené la maquina, Creo que ya se lo conté pero en tos doce afios que tlevo trabajando para la Casa @ mutua satisfaccion siempre traté de cumplir, con las: salvedades. que haré mas adelante. Este trabajo es el primero que dejo inconcluso, quiere decir inacabado, Lo siento mucho pero ya no puedo mds. a8 El visitante ya no la escucha. Se interna en caminos le antigua memoria, buscando la imagen. perdida de Leon. Y lo encuentra siempre encorvado, mettudo, con se aire de pajaro, picoteando palabras en largas ci Hillas, maldiciendo correctores, refutando academtias, in- yentando graméticas. Pero es todavia una cara sonrien- fe, la cara del tiempo en que amaba su oficio. Hacia falta alguna perspicacia para adivinar un po- lencial traductor en aquel muchacho salido de una esta- cién de servicio, zo era un taller mecénico?, con su castellano pasable y su inglés empefioso averiguado por carta, Descubrié poco a poco que traducir era asunto listinto que conocer dos idiomas: un tercer dominio, luna instancia nueva. Y después el secreto mas duro de todos, la verdadera cifra del arte: borrar su person: lidad, pasar inadvertido, escribir como otro y que nadie lo note. —No entres —dice la vieja. Otero se para, recibe el pocillo que le tiende la chi- ca, y se sienta, y toma el café. Ciento treinta carillas a cien pesos ta carla, son trece mil pesos. ¢Seria usted tan amable de entregarlos 4 la setiora Berta? Diez mil pesos cubren mi pension hasta fin de mes, Temo que el resto no alcance para los gastos que han de originarse. Tal vez rescatando ta maquina y vendiéndola se consiga algo mds. Es una muy buena méquina, yo la queria mucho. 425 Otero suspira, confiesa perdido en el tiempo el dia en que Leén empezé a ser otro; el punto de la Serie Escarlata, el tomo de la Coleccién Andromeda (alinea- dos en el tinico estante como un calendario secreto) en que este hombre dijo que no, olvidando incluso, el or- fullo infantil que le daban sus obras: =A que no sabe cudntas fichas tengo en la Biblio- teca Nacional? —la cabeza ya casi calva hundida entre Jas solapas del traje. —=Cuantas, Leén? —Sesenta. Mas que Manuel Galvez. Qué’ maravilla. —Psh, Falta la mitad. Otra réfaga amable del tiempo pasado. itumina cara: el gesto de asombro de Ledn aquella mafiana que vio la primera novela’ traducida por él. Al guiente aparecié con corbata nueva y le regal ejemplar dedicado: testimonio de cierta innata Otros pasaron por la Casa, aprendieron lo poco” mucho que sabfan y se fueron por unas monedi diferencia, Pero Leén en algunos momentos, aca muchos momentos, llegé a intuir la mision de la capt6 oscuramente el sacrificio que implica editar Il alimentar los suefios de la gente y edificarles tura, incluso contra ellos mismos. Sobre la mesa de luz el despertador se ha sonar trepidando en sus patas de nfquel, y'a su’ O bien: : tiembla una foto en su marco, la efigie imy o iesta traduccién es tinica. Mil palabras menos que plebeya de una muchacha sacudida de risa, y el original baila el vestido floreado, las anchas caderas. —éLas conté? La risa burlona: —Una por una. —¢Mujeres? Ya no —y el reloj tiene otro acceso de ali foto otro ataque de baile y de risa. Me duele mucho abusar de usted en esta forma, ve~ nir a modificar a tiltimo momento una relacién tan cordial, tan fructifera en cierto sentido. Cuando el asun- to de la maquina, por ejemplo, pensé que si yo le pedia algin dinero adelantado, la Casa no se negaria. Pero ‘en doce afios no lo habia hecho, imaginé que tal vez usted me miraria de un modo particular, que algo cam biaria entre nosotros, y por siltimo no me decidi. El tinico defecto es el teclado de pldstico, que se pero en general creo que ya no se fabrican mdi como la Remington 1954, También dejo algunos libros, aunque no creo qi pueda sacar mucho por ellos. Hay otras cosas, dio, una estufa. Le suplico que arregle los detalles « la sefiora Berta. Como usted sabe, no tengo parient amigos, fuera de la Casa. 126 an Después —pero ¢cudndo?— un resorte escondido sak t6, Es preciso admitir que en los wltimos tiempos recibfa a Leén con placer. Le Ienaba la oficina Problemas, de preguntas y lamentos que a veces siquiera tenian nada que ver con él, sino con la neralidad de las cosas, los bombardeos en Vietnam los negros dél Sur, temas sobre los que a él no le gust ba discutir, aunque tuviera ideas formadas, Por supuest Le6n terminaba por mostrarse de acuerdo con ellas, en el fondo era facil advertir que disentia, y ese disim no se sobrellevaba sin mutuas violencias. Cuando. iban daban ganas de barrer con una escoba toda esa escoria de tristeza, de pretextos. ¢Qué le pasaba, Leon? —No sé —la voz sollozante—. Es que el mundo Meno de injusticias. La ultima vez, Otero lo hizo atender por la set taria. Desearia que usted se quedara con el Appleton. Es una edicion algo vieja, y estd bastante manoseada, no tengo otra cosa con qué testimoniar mis sentimient hacia usted. Se traba una singular intimidad con objetos de uso cotidiano, Creo que siltimamente lo nocia casi de memoria, aunque no por eso dejaba consultarlo, sabiendo en cada caso lo que iba a ent trar, y las palabras que de antemano es intitil bus Tal vez usted sonria si le confio que, literalmente, hablaba con Mr. Appleton, 428 Es initil de todas maneras recordar ese mtinimo epi sodio, oponerlo al constante interés que mostré por las cosas de Leén, aun por detalles triviales —Este mes tradujo dos libros. Por qué no cambia de traje? Era lo mismo que pedirle un cambio de piel, y Otero olvidé el proyecto secreto de invitarlo algin dia a co- mer, presentarle al gerente, ofrecerle un empleo esta- ble en la Casa. Se resigné a dejarlo en su abulia, sus vvagos ensuefios, las horas de ocio que engendran ideas malsanas, Hegando a envidiarlo porque podia levantarse @ cualquier hora, decretarse un dia feriado, mientras él se desvelaba en los remotos planes de la Casa. Tal vez. su bondad estuvo mal colocada, quiz4 no debié permitir que Leén se enfrentara solo con las fantasias de una inteligencia que —mejor admitirlo— no era demasiado vigorosa. Yo decia por ejemplo: —Mr. Appleton, qué significa prairie dog? —Aranata. Aid, e¥ crayfish? Lo mismo que crabfish, —Bueno, pero equé quiere decir crabfish? —Cabrajo. =No le permito. —Oh, no se ofenda. Puede traducirlo por bogavante de rio. Ahora si. Gracias 429 con el otro, invadir su libertad " ibertad para hacerle um aie pretense? Una 9 do tes pr me venia, entregaba su pila de carillas, cobraba, se iba. BY 1 podia pararlo, decirle que su vida era errada? se caso, {no deberia hacer lo mismo con el medio « tenar de emipleados de la Casa? _Stte © levanta camina, = stoma a Ia peta al a lz cegdora del patio, escuca Tos rulds €1 muerto tl ver escichaba: metals, canis, Como si munca huberaexistido, porque nada se para, opa en Ta olla, el jilguero en sit jaula ese canto pivido en un bosque de chaps ya vor de a liciendo que ya son las ofce y ojala el comisario’ por llegar. rol Limi, verdad? Uno legs a saber tno se una cosa en dos idiomas at de distntos me cada tomas pero cabled ‘ert casual En los dominios de ta zoologia y ta botdnica han sudo por ms gins reanoy entero de animales Horas expectraes, Qué seré un bowtin? Preguntaba antes de largarlo a navegar por el er Zaipt y.do imaginabe proviso. de grandes envenai tna luc on cada punta desizindose en ta nehla 9 Scnie{Cimo comer tn chown? 9 escuehabe notes de cristal subir icontenbles en el slento bosque milenario. 4 430 Por un momento el visitante comparte ese deseo, Por que muchas cosas lo aguardan en la oficina, presupues: tee a resolver y eartas que contestar, y hasta una la- ‘eada de larga distancia, sin contar el almuerzo con Laura, su esposa, a quien tendra que explicar lo ocu- tide. Pero antes debe saber como era Leén, y por. qué ve ha matado: antes que legue el comisario y destape ia sébana y le pregunte si eso era Leén. Tal vez | misterio estuviera en. su infanc recuerdos de humillacién y pobreza. ¢Alguna vez le dijo que no conocié a sus padres? Quizd por eso se sintio Jespojado y ya no pudo amar el orden del mundo. Pero Salvo ese incidente fortuite, que él sin duda exageraba, nadie lo habia despojado. en viejos No he olvidado nunca que todo ese mundo nuevo se lo debo austed: La tarde en que bajé la escalera de la Casa, apretando contra el pecho la primera novela que me encarg6 traducir, estd, probablemente, perdida en su memoria, En la mia es siempre luminosa, rosada. Re- euerdo, fijese, que temia extraviar el libro, lo aferraba ‘con las dos manos, y el tranvia 48 que se internaba en tt creptisculo por ta calle Independencia se me antojaba mds lento que nunca: queria penetrar cuanto antes en Ta nueva materia de mi vida. Pero inclusive ese barrio ide casas bajas y calles largasy empedradas me parecia hermoso por primera vez. at La Casa fue siempre justa con él, a veces gent Cuando dos afios atras, sin obligacién alguna, de conceder medio aguinaldo”a uno solo entre sus traductores, ese traductor era Ledn. Es verdad que en los uiltimos tiempos mostraba curiosa aversién, una fobia, por cierto tipo de ol las que al princi Jalones del Tiempo. Un paso sin duda arriesgado ‘un hombre de una cultura mediana, hecha a los ti bos, lena de lagunas y de prejuicios. Subi corriendo a mi piece, abril libro de tapas ras, con esas péginas de oloroso papel que en lor cantag se volva como una pasta blanguisima, tna crema solid cRecuerda ese libro? No, es improbable, pero a mt me queds grabada para siempre ta frase tncials “Est dijo Dan O'Hangit, es un caso de un tipo que fue le 4 dar wn paseo. Estaba en el asiento dlantero de cual aie clase de auto en gue esti, alge del aie rasero le pegs un tird en ta mica 9 lo emipujaron Morningside Park.” ne are 4 Si, admito que hoy suena un poco idiova. La novela misma (esa del actor de cine gue mata a wa mujer que descubre su impotencia) parece bastante floja, a tantos aftos de. distancia 432 Nada bast6, era evidente. Ledn no leg a comprender su verdadero estatus dentro de la Casa: cl, traductor policial mejor pagado, més considerado, al que nunca se escatimé trabajo ni siquiera en los momentos més ificiles, cuando algunos pensaron que toda la industria editorial se venia abajo. * ‘Otero no ha visto llegar a los hombres de blanco que charlan afuera con dos pensionistas, la camilla apoyada en la pared ocre del patio, chorreada de luvias y soles y ropa secada a tender. El oficial de las manos @ la espalda mete la nariz en la pieza y-anuncia, como una confidencia en voz, baja: Ya viene, Lo cierto es que mi vida cambié desde entonces. Sin pensarlo mds, dejé la gomeria, quemé todas las naves. EL patron, que me conocia desde chico, se negaba a creerlo. Les dije que me iba al interior, resultaba di- fieil explicarles que yo dejaba de ser un obrero, de pegar rectdngulos de goma sobre pincetadas de fli. Nunca, nunca les habia hablado de las noches que pasaba én la Pitman, mes tras mes, ajio tras afio. ¢Por qué elegi inglés, y no taquigrafia, y no contabilidad? No sé, es el destino. Cuando pienso todo lo que me costo aprender, concluyo que no tengo ninguna facilidad para los idiomas, y eso me da una oscura satisfaccién, quiero decir que todo me lo hice yo, con la ayuda de la Casa, naturalmente. 433, que es la forma verbal del comisario: Confrontado con esa inminencia, Otero vio de las cosas mas claras. El suicidio de Leén no era, acto de grandeza ni-un arranque inconsciente. Era escapada de un mediocre, un simbolo del de: Jos tiempos.”El resentimiento, la falta de responsabi anidaban en’ todos; s6lo un débil los ejercia ast | demés frenaban, rompfan, atacaban el orden, pont duda los valores. La destructividad que Leon contra si: esa’ era la enfermedad metafisica que ‘i pais y a los hombres hechos para construir tes sultaba cada dia més dificil enfrentarla. No los vi mds, nunca. Auin hoy, cuando paso calle Rioja, doy un rodeo para no encontrarlos, como tuviera que justificar aquella mentira. A veces 10° Si por don Lautaro, que hizo de verdadero padre mi, lo que no quiere decir que me pagara bien, sino. ‘me queria y casi nunca me gritaba. Pero salir de fue un progreso en todo sentido. eNecesito hablar del fervor, del fanatismo casi que traduje ese libro? Me levantaba tempranisimo ¥. ‘me interrumpia hasta que me llamaban a comer. Ia mafana trabajaba en borrador, tranquilizdndom cada paso con la idea de que, si era necesario, hacer dos, tres, diez borradores; de que ninguna pal era definitiva, En los mérgenes iba anotando variant posibles de cada pasaje dudoso. Por ta tarde corel y pasaba en limpio. 434 Es initil que Otero siga buscando. No quiere encon- trarse culpable de ninguna omisién, desamor, negligen- cia, Y sin embargo es culpable, en los peores,términos, fen los términos que siempre le reprocha Laura: dema- siado bueno, demasiado blando. ‘Atrapado por fin, se retuerce, defiende, responde, No ‘es que sea buieno, es que no tuvo que esperar a que se inventaran las relaciones humanas para dar el trato que merece a la gente que trabaja, que es al fin la que hace lo que puede existir de grandeza en el pais, en la Casa. Ya aqui empez mi relacién con el diccionario, que entonces era flamante y limpio en su cubierta de papel madera: “=Mr. Appleton, equé quiere decir scion? —Vastago. —<¥ cruor? Fastidiado: sruor quiere decir rior! Pero qué, si hasta las palabras més simples le con sultaba, aunque estuviera seguro de su significado, Tan- to miedo tenia de cometer un error... Esa novela de Dorothy Pritchett, esa, digémosto francamente, pésima novelita que se vendia en los kioskos a cinco pesos, la traduje palabra por palabra, Le aclaro que entonces no ‘me parecia pésima, al contrario: a cada instante en- contraba en ella nuevas profundidades' de sentido, ma- yores sutilezas de ta accién. 435 __@Pero con Leén fall6, Otero? Si, con Leén fallé, intervenir, réconvenirlo a tiempo, no dejar que sigul ese camino. La admision estalla en un suspiro final, ya Leén va dejando de moverse en las palmeras de Pel, las evidencias de su oficio terrenal, los satura circuitos de la memoria. Es la hora, en fin, de’ sentir 41 un poco de piedad, de recordar lo flaco que & humilde de origen, y entonces la vieja asombrada oye decir: ‘ —Demasiado. Llegué a convencerme de que la senora Pritchett una gran escritora, no tan grande como Ellery Quel © Dickson Carr (porque yo ahora leia furiosamente. ‘mejor literatura policial, que usted me. recomend pero bueno, estaba en camino. Cuando ta traduccién estuvo lista, volvi a corregir ¥ a pasarla en liinpio por segunda vec. Ese mecanist explica cémo pude tardar cuarenta dias, aunque trabe jaba doce horas diarias, y aun mds, porque hasta do mido me despertaba a veces para sorprender a alguie que dentro de mi cabeza ensayaba variaciones sobre tiempo de verbo 0 una concordancia, fundia dos frase en una, se deleitaba en burlonas cacofonias, aliteracie nes, inversiones de sentido. Todas mis potencias ent ban en esa tarea, que era mas que una simple tradi cién, era —la vi mucho después— el cambio de hombre por otro hombre. 436 Cuando Meg6 el comisario, no fue siquiera preciso que mirara las cosas del cuarto. Las cosas parecicron mirarlo a él en esa fraccién de segundo en que todo estuvo abarcado, catalogado, comprendido, Tampoco ne- cesité presentarse, el sobretodo azul, el sombrero gris, la ancha cara y el ancho bigote. Simplemente abrié la mano a la altura de la cadera, y Otero tendié la suya. —¢Esperé. mucho? Qué tiene de extraiio que ese trabajo resultara final- mente defectuoso, pedante, esclerosado por la preten- ‘sin de llevar la exactitud al seno mismo de cada pala- bra? Yo no podia verlo, estaba encantado y hasta me sabia pdrrafos de memoria. Temblaba y sudaba el dia en que fui a Uevarle el manuscrito. Mi destino estaba en sus manos. Si usted rechazaba el trabajo, me esperaba la gomeria, En mi desmesura, fantaseaba que usted leeria aki mismo la novela, mientras yo esperaba el tiempo que fuera nece- sario, Pero apenas le eché un vistazo y la guardé en eb interior del escritorio. —Venga dentro de una semana —dijo. jQué semana atroz! Pasaba sin tregua de la esperanza més enloquecida a la mds completa abyeccién del dnimo. “—Mr. Appleton, cqué significa utter dejection? —Significa melancolia, significa abatimiento, significa congoja. 431 —No —Aijo Otero. El comisario estaba recién afeit q ién afeitado y, ta cet, Bajo lpi our Se trast un ona de an yom ce tee asc Ga direccién a la cama y el muerto fueron répide preciso, en el respirado aire de la pia quel estela de can a sancio, de tedio, de cosa ya vista y 1 _ Wott, Usted hojeabe pausatamente el mauscrita su eseritori Esp com un sobresaio tas muridas ‘ones en tintta verde. Usted no hablaba, Debt palido porque de pronto, sonric me —No se asusie =i vga se state dijo tendiéndome te ple de mucvamente od Ahi tiene una mesa. Est Eran. casi toda i 5 justas, algunas indiferentes, un aera eating: catinecioct, él sanareon ta cra, aprendt que actual no quired tl, sno verdadero. Sorry, Mr. Appleton) Pero Aue me tld de bochoro fue ta implacable taca del medio centenar de notes apie con que mi ans abia acribillado et texto. Ahi renuncié para si ese recurso abominable. aes Todo dicho, usted vio en mi posib hari aia, Por exo oat im Pace la admonicion final que, er Fc oanciall simon fin gue er cicatncam 438 ne que trabajar mds, 3 La mano del comisario tomé una punta de la sébana y dio un tirén descubriendo el cuerpo Pequefioy O° Jado y desnudo. La sefiora Berta no. desvié los jot quizé porque ya lo habia isto asi al acudir a despertario ‘porque en st mundo sin €SPe- en dias de verano, quiz ya mas all de pequchos, Pu ranzas y sin sexo estabi dores. Usted firmé ta orden de pago: 220 carillas a dos peso rabajo Menos de lo que sacaba por cuarenta dias de tr on la gomeria pero era el primer fruto de una labor on etectual, el simbolo de mi transformacién. Al salir levaba bajo el brazo mi segundo libro. —Unspeakable joy, Mr. Appleton? esa alegria que usted siente. Tresciontos pesos se me fueron en ef mes de pension. Cien, on la segunda cuota de la Remington. Me sumergi Cie Nearnizamiento.en Forty Whacks, esa historia de la vieja que matan a hachazos en la playa, grecuerda? Me Neti feliz cuando en la pagina 60 adiviné ef asesine, NVunca tet con anticipacién el libro que traducla: ast participaba en la tensidn que se iba creando, asumia a parte del autor ym trabajo podia tener un winime ide, digamos, inspiracidn. Tardé cinco dias menos y usted ‘cod admitir que habia asimilado sus lecciones. Desde tuego el oficio sdlo se hace en attos 3 afios, afis de sre bajo cotidiano, Se progresa. insensiblemente, como si fuera un crecimiento, del cotiledén al Arbol de Ne vidad. 439 Otero se encontraba al fii raba al fin con lo que habia est one y traté de aguantarse firme. C a a otra parte, tropezd con la cara del cor —¢Lo conocis? Otero tragé saliva. aeimearanto sa carta de hoy con otra de haragll Mes ose mitt diferencia, pero use tidal "e un aio, exclama : tEste cami: ee con asombro: jEste 6 Claro que habia cambios mds importantes. Mis ma por ejemplo perdieron su dureza, se hicieron mds cas tps: lire. Gi is fa , to habia que luchar contra ese resabio de dei ¥ costras y huellas de herramientas. Siempre he sido menudo, pero me volvi mds fino, delicado. , Con mi quinto libro (El misal sangriento), renuncié al segundo borrador y gané otros cinco dias. Usted em pezaba a estar content sim i fo conmigo, aunque to disimulaba Pi Cogent de pudor que nace de la mejor amistad, licadeza que siempre le admiré. Por mi parte, todavia no igualaba el sueldo de ta gomeria, pero me iba acer cando. Entretanto, ocurrié ese hecho ex! i » ese hecho extraordin na paivienimnicrementeaah aii claridad que entraba por lasentena to nimbab, i dad una aureola paterna. M —Tengo algo —dijo— para usted. 440 si dij El comisario tapé el cadaver y el'camino quedé abier- to para frases’ de compromiso que nadie eifsayd, conse” laciones que ya estaban pronunciadas, gestos de-super flua memoria. Ya supe to que era, fingiendo ta misma excitacion que sentia, que ibava sentir, mientras usted metia ta mano in el caj6n’det escritorio ycon tres movimientos que pparecian ensayadosponia ante mis ojos la reluciente tapa bermeja y cartoné de Luna mortal, mi, primera ‘obra, quiero decir mi primera traduccidn. La fomé como se reeibe algo consagrado. Mire adentro —dijo. —Adentro, ese reldmpago: \Versi6n castellana de tp. Ss! que era yo, resumido y en cuerpo 6, pero yo; Leén de Sanctis) por quien Ta linotipo' habia estampado una vez ) la impresora repetido ‘diez! milveces como diez mil ‘aces tanen las campanas un dia'de fasto y amplitud, yo, 90... Bajé al salénde ventas. Cinco ejemplares me ‘estaron 15 pesos con el descuento: tenia necesidad de snostrar, regalar, dedicar. Uno fue para usted. Esa no- the compré una botella°de \cubana’ y por’ primera vez on mi vida me emborraché leyéndome en vor alta los pasajes mds: dramdticos'de Luna/mortal. Aa manana Siguiente no pude recordar’en qué momento habla de- dicado un ejemplar “a mi mamd”. 4a Leén habia dejado de moverse. El resorte se habia, disparado, la. cortina estaba cerrada, Ia imagen lista para el archivo, Era una imagen triste, pero tenia u serenidad de la que carecié en vida. Mi situacion mejoré de a poco, De una picza de t pasé.a una de dos. Pero no faltaban dificultades. A 108 demds les molestaba el ruido de la maquina, sobre todo de noche, Eran y son, como tal,vez compruebe usted obreros en su mayoria, Nunca trabé amistad con elt me recordaban mi pasado y supongo que me miraban con envidia. . En mayo de 1956 consegui traducir en quince dias una novela de 300 paginas. El precio habia subido a sei pesos por carilla, Desgraciadamente, ta pensién tamb se habia triplicado, Las buenas intenciones de la C siempre fueron anuladas por ta inflacion, la demagogi las revotuciones. Pero yo era joven y estaba atin tleno de entusias Todos tos meses aparecia uno de mis libros y mi nomb de traductor figuraba ahora completo. Cuando sali primera vez en una gacctilla de La Prensa, mi alegi se colmd. Conservo ese recorte y los muchos que sis ron. Segtir e305 testinonios mis versiones han sido rrectas, buenas, fieles, excelentes y, en una oportunit magnifica, También es cierto que otras veces no acordaron de mi, 0 me tildaron de irregular, despare| y licencioso, segiin los vaivenes temperamentales de oritica 442 Otero saludé para irse. A iltimo momento recordé el sobre en su bolsillo. ‘ —Hay una carta —dijo—. A lo mejor usted.

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