Francisco Urondo esctibié poesia, narrativa, teatro, ensayo, articulos
ptiodisticos y guiones para cine y televisin, Esa diversidad estuvo
sostenida en una reflexién que se desplegé a través de un conjunto de
textos aparecidos en revista literarias y de interés general, La revision de
|a poesia argentina y sus proyecciones, el replanteo de la tradicién como
modo de contestar al “oficalismo literario” y el compromiso ideol6gico
de los escritores fueron motivos permanentes de interrogacién, y factores
de cohesin y unidad en una serie que atraviesa veinte afos, desde la
iniciacin a la madurez. Los estudios recientes han relevado parte de esa
produccién, aunque todavia falta una investigacién especificay los textos
ppermanecen dispetsos en sus medios originales de publicacién, Reunir
‘una scleccién del materiales el propésito de Veinte atos de poesia
argentina y otros ensayos.
nal Aguirre
Los ensayos y colaboraciones en diarios y revistas eran la parte de la obra de’
Francisco Urondo que segu‘a reclamando una recopilacién, aunque fuera
selectiva. Este libro permite asi rescatar de la dispersién material los
sucesivos estadios de una bisqueda que, a pesar de haber sido constante
en Urondo, es mayormente desconocida para las ikimas generaciones
de lectores. En efecto, una linea sostenida de relexién sobre el oficio de
Pocta o escritor y sobre la funcién de la poesia y de la literatura en el
proceso historico subtiende los textos que integran Vente aris de poesia
argentina y oros ensayo.
D. G. Helder
MANSALYA ee
ii il cere Q reco
il sg[Autorizacion N
[Diag Result.)
Rail Gonzalez Tufién, todos los caminos>
Ls Opin bteraria, Buenos Aires, de julio de 1971
Los afios locos (los afios veinte) empezaron en la Argentina con un
lustro de retaso, Sin embargo se pudo contar con un elenco bastante
completo de cjemplares raaring twenties desde un playboy como Gregorio
de Laferrére hasta un presidente de la repiiblica como Marcelo T, de Alvear.
La Primera Guerra habia terminado y otra, soterradamente, se
avecina, Hay cambios, revoluciones -la rust-s Europa se ha vuelto manfaca
‘superficial, sambign Estados Unidos. Se vive intensamente, a toda
velocidad; ls drogas, el alcohol, complementan la ansiedad de la época.
Las carmes argentinas se venden en Europa a partir del armisticio;
«en los circulos sofisticados del Viejo Continente aparece una nucva
‘especie: el estanciero argentino. Y no solamente en los grandes salones de
Paris sino en piginas memorables como la novela de Louis Ferdinand
Céline, Viaje al fin de la noche. Uno de sus personajes es despojado de una
sefiorta precisamente por un estanciero de la cuenca del Plata.
Apollinaire también registra la presencia de est Iejano pals. En su
poema *Zona’, en la gare Saint-Lazaire, los futuros inmigrantes prontos a
partir suefian con “ganar dinero en la Argentina”, amén de transportar un
almohadén rojo como quien traslada su corazén.
‘Aqui no hay guerras que olvidar. Tal vez por eso llegue tarde la
ceuforia, Sin embargo, han pasado cosas que conviene reprimi, enterrat: los
fasilamientos de la Patagonia, la Semana Trigica. Estos hechos anuncian
tun destino, y ¢s0safios locos, vistos en perspectiva, son ~al menos para los
argentinos— una impasse. Una negacién de la amenaza,
Promediando la década ~afio 1926-, es decir, cuando comienzan aqui
“Ios afios locos’, Rail Gonzalez Tuiién publica (a los 21 afcs) su primer
libro de poemas, El violin del diablo, y comienaa a ser el trovador de estos
aos espléndidos y tal vex enfermos, el hombre que “sigue entendiendo
como afirmara Nicolés Olivari~ el alma miitipl y feroz de la gran urbe"
Ya no es China. Ahora es Colette / Se arquea, se dobla, se da / El
tango en un cabaret / como un arado en la ciudad...~”, dice Tun
adolescente en su pocma “Maips Pigall’, dedicado a Ricardo Giiraldes.
4 La ot inca os parma Pana desngaii” y “La lags sista de Amb de Gonos
7‘Antes, el joven poeta habia consultado a Juan Pedro Calou, quien,
al parecer, hizo una critica tan demoledora de la incipiente produccién,
{que dejé de escribir por todo un largo afio. Salié del pantano tomando un
café en La pufalada, un bar de cocheros de Libertad y Rivadavia alguien
se le acered y al vere las patillas y otros sintomas inevitables, diagnostics:
“Vos escribis versos’.
Era Conrado Nalé Roxlo, que luego lo alentaria a presentarse con
El violin del diablo al concurso de la editorial Gleizer. Lo gana con el voto
de Evar Ménder -futuro director de la revista Martin Fierro- y de
Alfonsina Storni.
Por esos dias, Prestes trata de que no se disperse su columna, después
de la derrota de San Borja. Trotsky se ha retirado al Céucaso, enfermo 0
exiliado (cl doctor Semarko asegura que el estado de su salud no reviste
gravedad). Rabindranath Tagore ya se ha ausentado de su estada en San
Isidro, en la quinta de Victoria Ocampo, dejando un melancdlico vacto.
Mary Pickford, “La novia de América’, sonrie desde innumerables
fotograias al lado de su buen mor e intrépido Douglas Fairbanks (padce),
el mismo a quien el chileno Vicente Huidobro le dedicara su libro EI Mio
Gid Campeador.
Gonailez Tutién se reine con sus amigos Olivari y el Malevo
Murioz ~Carlos de la Pia en una pefia del café Tortoni. Olivari lee: “Las
‘euatro son flacas, las cuatro son feas"; desde una mesa préxima, un sefior
clegante se sienta y escucha: es el presidente Alvear que “no tenfa nada que
hacer en la Casa Rosada dice Turién-, se vino caminando por la Avenida
de Mayo y ented a tomar un café”.
‘Afios después lo reencuentra en compat de Tamborini, en Rio de
Janciro, donde Alvear y ottos radicals se habsan exiliado. Y el ex presidente
se acordé de aquella noche: “Cémo no me voy a acordar— y de las 22 horas la obra Las meres del sfior
conde; cl mismo dia pero a las 21, Pizpireta y alas 23, La legada de las
pprimas. El dso Magaldi-Noda canta para la broadcasting LOZ, Jackie
‘Coogan, El Pibe, es el idolo de los nifios y “Mussolini asume toda la
responsabilidad de la situacién’.
Leopoldp Lugones publica su “Testamento filoséfico: Amé y un dia
cl espejo / me revelé la verdad: / blanca estaba mi eabera. ! Ya no era el
tiempo de amar". Gonziler Tufién ~sin proponérselo~ responde con otro
poema, habiendo aclarado debidamente que “con la filosofia poco se
{go7a’: “La lluvia es bella y triste y acaso nuestro amor sea bello y triste / y
acaso esa tristeza sea una manera sutil dela tristeza, sea una manera sutil
de la alegria, Oh intima, recdndita alegea./ Estoy tocado de tu destino. /
Oh lluvia, Oh generosa”
Los roaring nuentes durarin apenas cinco afios en la Argentina. El
mundo de Ascari —que corre 2 98 millas por hora batiendo todos los nécords
de “velocidad sostenida’ seré répidamente superado. Sobre el rostro
impoluto de Rodolfo Valentino cacrin las sombras del suicidio. Comienza el
0 30. Las uerras y los golpes de estado esperan su oportunidad,
“Los gobiemos aliados tienen la evidencia de que Alemania no ha
bt‘cumplido las céusulas militares dictadas por el tratado de Versailles”, dice la
prensa. Dempsey se retra del box y se casa; comienzan a admitire las teorias
de Einstein; Primo de Rivera clogia ala oficialidad espafiola y Sanjurjo
promete hacer obras cviles en el Marruecos que acaba de sojuzgar
Gonzalez Tun seré corresponsal en la guerra civil espafiola. Cae
Gareta Lorca, y con él se derrumban tantos buenos momentos pasados en
cl departamento de la Casa de las Flores, en Madrid, donde vivia Neruda:
“Te acuerdas Rafael, te acuerdas Rail, te acuerdas Federico debajo de la
tierra”.
“No creo que todo tiempo pasado sea mejor. Pero lo que sf fue
‘mejor es la camaraderfa, la amistad de esos afios. La gente se encontraba,
pero ahora la ciudad crecié y devora a sus hijs’, piensa hoy Tufién,
“Con los afios 30 comienzan las aberraciones, se terminan los afios
locos”, agrega. Aparecen las primeras villas miseria, el golpe de estado. Se
inicia una nueva década, la infame.
Gonzalez Turin no se ha diluido en los afos ficiles “"habia que
ppasar por el fuego sin quemarse’~ y luego resiste a pie firme, con la
jinmunidad de los inocentes, los afios duros que dan por tierra con la
fantasia, con la idealizacin de la vida o de la historia. La revuelea
‘martinfienista ha sidu deuiutada y quedan pocos sobrevivientes de la
catistrofe,
“EI sosiego, la paz absoluta nunca la tuve”, dice Tuiién. Y no
miente.