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El cultivo celular HELA es uno de los más antiguos y conocidos para el estudio de las
líneas celulares, en 1951 representó una apertura al desconocido mundo de la biomédica y
con ella diversos campos médicos que no se habían estudiado como la biología molecular y
los avances en oncología y medicina contra el cáncer. Pero a pesar de haber ayudado tanto
en la medicina y las técnicas moleculares que conocemos hoy ¿por qué este cultivo aún
constituye un dilema ético para la comunidad científica?; pues bien, para esto debemos
empezar describiendo la vida de la persona que logró que este descubrimiento para la
ciencia fuera posible, Henrrietta Lacks.
Henrrietta Lacks, de nacimiento Loretta Pleasant, fue una mujer afroamericana que hacia el
final de su vida desarrolló un mortal cáncer de cuello uterino cuyas células fueron tomadas
por el hospital John Hopkins para crear el primer cultivo celular “inmortal”, ya que este se
seguía reproduciendo en el laboratorio y representó el punto de partida para múltiples
investigaciones. Ahora bien, rondaba el año de 1951, Henrrietta era una mujer
afroamericana de 31 años, si bien esto representó una proeza para la humanidad y la ciencia
médica, ¿qué había de Henrrietta?, bueno, para su época la mujer no tuvo ningún
reconocimiento por haber “donado involuntariamente” sus células, ni ella ni su familia, el
reconocimiento a su aporte fue dado muchísimas décadas después cuando su familia
empezó de alguna manera a darse cuenta de la inmortalidad de Henrrietta y lo mucho que
había ayudado a la ciencia, porque además de haber aportado a ser la primera línea celular
inmortal constituyó el punto de partida para la creación de vacunas como el polio,
obtención de tratamientos para el SIDA, la hemofilia y la apertura de áreas de conocimiento
médico como la biotecnología.
Entonces si Henrrietta con su línea celular pudo aportar todo eso, ¿por qué no fue
reconocida como tal de manera póstuma en los primeros años de descubrimiento?, pues
bueno ahí está el dilema del que tantos años se ha hablado, ¿era acaso porque Henrrietta era
una mujer afroamericana? o ¿era tal vez porque no querían reconocer que hicieron
experimentos a costillas de un “donador” que nunca dio su consentimiento? Hasta este
punto es algo que nunca sabremos, no fue hasta inicios del nuevo milenio que Henrrietta
obtuvo su reconocimiento cuando la ONU dejó a esta mujer inmortalizada gracias a sus
aportes a la “cultura” de los cultivos celulares. La ONU buscó reparar a la familia de Lacks