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Preparado para presentar en el Congreso 2020 de la Asociación de Estudios Latinoamericanos,

Guadalajara, México del 13 al 16 de mayo de 2020

"Memoria, política y activismo barrial: la experiencia actual del sitio de memoria ex


CCDTyE “Olimpo”.

Mauricio Chama
IdIHCS / UNLP
Universidad Nacional de La Plata, Argentina

Mora González Canosa


IdIHCS / UNLP- CONICET
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
Universidad Nacional de La Plata, Argentina

Introducción

La cuestión de la memoria como preocupación central de nuestras sociedades contemporáneas


constituye un fenómeno de escala global. La constante exhortación a recordar y ejercitar el
“deber de memoria” forman parte del horizonte social y cultural de nuestro tiempo. Ello es propio
de nuevo “régimen de historicidad” dominado por el llamado “presentismo” y la “pérdida de
sentido” del futuro que, de acuerdo con la perspectiva de diversos autores, caracteriza la sociedad
actual (Hartog, 2007; Rabotnikof, 2007; Ramos Torre, 2014). A su vez, este auge memorial cobra
inusitada intensidad cuando se trata de elaborar las diversas experiencias de violencia política
masiva propias del siglo XX y XXI (genocidios, guerras civiles, terrorismo de Estado).
En ese marco global y, más concretamente, en el contexto de proliferación de emprendimientos
memoriales sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la última dictadura
militar argentina (1976-1983), este trabajo analiza la experiencia actual del sitio de memoria
creado en el ex Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio (CCDTyE) “Olimpo”,
ubicado en el barrio de Floresta, ciudad de Buenos Aires. Se trata de uno de los más de 500
centros clandestinos de detención que existieron en el país durante la última dictadura militar, en
muchos de los cuales actualmente se han creado sitios de memoria1.

1
El predio donde funcionó el “Olimpo” -denominado así por los represores, aludiendo a un lugar donde se
consideraban dioses- se ubica en el centro de Floresta, un conocido barrio porteño de clase media. A principios del
SXX fue terminal de tranvías, luego estación de colectivos y para 1976 era sede de la División Automotores de la
Policía Federal. El lugar funcionó como CCDTyE entre agosto de 1978 y enero de 1979, y se calcula que durante
esos meses estuvieron secuestrados en “el pozo” (ámbito destinado especialmente a esos fines) alrededor de 500
Entre los numerosos sitios constituidos en ex CCDTyE, el caso del “Espacio para la Memoria y la
Promoción de los Derechos Humanos” creado en el ex “Olimpo” nos parece especialmente
relevante por sus características distintivas. Esa impronta distintiva radica en el protagonismo que
los vecinos del barrio tuvieron en la gestación del sitio y en su actual inserción territorial. Ello se
evidencia en varios aspectos. En principio, en su constitución mediante un proceso de “abajo
hacia arriba” donde el activismo barrial, junto con el accionar de organismos de derechos
humanos, familiares de desaparecidos y sobrevivientes, fue clave en las luchas que se
desarrollaron desde mediados de los años noventa por la “recuperación” del lugar, por entonces
bajo jurisdicción policial. En segundo lugar, en la relación compleja y de considerable autonomía
respecto del Estado que posibilitó dicha forma de constitución, que lo diferencia de otros sitios de
memoria argentinos. A su vez, la fórmula de “autonomía política” y “financiamiento público” a
la que aspira lo distingue de aquellos financiados por fundaciones privadas, como predominan en
otros países latinoamericanos. En tercer lugar, en la participación comunitaria y su inserción
actual en el entramado barrial del predio, reflejada en las formas en que se piensa el sitio, en el
perfil de quienes asisten a las actividades, pero también en el de quienes dictan los talleres e
integran la propia conducción del espacio. Finalmente, esta opción por la construcción
comunitaria y territorial se refleja incluso en el caso de familiares y sobrevivientes del ex
CCDTyE que eligieron constituir su identidad activista como “vecinos” o “militantes barriales”
antes que como “víctimas” del “Olimpo”. Ello supuso una problematización sobre sus
posibilidades de agenciamiento como activistas, cierta crítica a la condición de víctima como
lugar privilegiado de legitimación de la palabra, y la preocupación por habilitar la voz de los
vecinos para decidir las orientaciones del sitio.
Hablamos, entonces, de un espacio que, además de ser un sitio de memoria, actualmente funciona
como un “centro comunitario” que es vivido por los actores como lugar de pertenencia y
sociabilidad, donde se configuran renovadas memorias e identidades barriales y se crean nuevos
vínculos sociales, con énfasis en lo colaborativo y lo participativo. En efecto, se trata de una
experiencia donde se despliegan prácticas de acción colaborativa de carácter abierto y
participativo, en el marco de estructuras de interacción de tipo deliberativo y asambleario y donde
los sentidos puestos en juego por los actores se orientan a la elaboración del pasado represivo
para configurar una “memoria ejemplar” (Todorov, 2013), capaz de combatir las violencias del
presente con un horizonte democratizador.

personas. De ellas, la mayoría continúa desaparecida, sobreviviendo alrededor de la quinta parte (nos basamos aquí
en la labor de investigación del propio sitio de memoria -ver su página web exccd.olimpo.org.ar-, aunque como se
sabe se trata de números en permanente construcción). Las fuerzas de seguridad con base en el “Olimpo” (Policía
Federal, Servicio Penitenciario, Gendarmería y Ejército) dependían del Primer Cuerpo de Ejército y, a su vez, el
CCDTyE formaba parte del circuito represivo compuesto sucesivamente por “Club Atlético”, “El Banco” y
“Olimpo”. Como mencionamos, la experiencia actual del “Olimpo” se enmarca en un proceso más amplio de
constitución de sitios de memoria en ex CCDTyE. En Ciudad de Buenos Aires, pueden mencionarse además aquellos
creados en “Club Atlético”, “Virrey Cevallos”, “Automotores Orletti” y la “ESMA”, quizás el más conocido de
todos. En Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (s/f a) puede verse un mapa con todos los centros clandestinos
de detención que existieron en Argentina durante la última dictadura militar. Y, en Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos (s/f b), un mapa con todos los sitios de memoria creados en ex centros clandestinos, incluido el gestado en
el ex Olimpo.
Dadas las características distintivas del caso, situamos el análisis en la intersección de dos
campos: el de los estudios sobre la construcción social de la memoria (Halbwachs, 2004;
Huyssen, 2002; Pollak, 2006; Jelin, 2002, entre muchos otros), con énfasis en la creación de
sitios de memoria en Argentina (Messina, 2010a, 2011 y 2016; Guglielmucci, 2013; Larralde
Armas, 2017; Cueto Rúa, 2018) y el de la acción colectiva (Tarrow, 1998; Melucci, 1999; Della
Porta y Diani, 2011), atendiendo a la perspectiva de la acción colectiva colaborativa en particular
(Tejerina, 2010).
Nuestra pregunta más general gira en torno a una problemática constitutiva de la sociología,
particularmente en su vertiente francesa: la cuestión del lazo social. En este sentido, nos interesa
indagar los vínculos sociales que se están creando justamente allí donde la dictadura había
buscado quebrar todo lazo solidario a fuerza de torturas y de diseminar el terror tanto dentro
como hacia afuera de los campos, mediante el régimen de visibilidad-invisibilidad y las formas
de saber-no saber que signaron sus relaciones con la sociedad (Calveiro, 2004: 78). Máxime en
el caso de un ex CCDTyE como el “Olimpo”, enclavado en medio del tejido urbano. Es decir, en
un concurrido barrio porteño como Floresta, donde aún pueden rastrearse memorias vecinales
sobre los gritos que venían del lugar, la obligación de tapiar ventanales que daban al predio y
diversas formas de saber-no saber típicas de la época2. En este sentido, las inmediaciones del
“Olimpo”, así como las de tantos otros ex CCDTyE que también funcionaron en barrios
sumamente transitados, constituyen un territorio donde la clásica pregunta acerca de “¿cómo fue
posible?” adquiere un poder de interpelación de alta intensidad, y donde la dictadura dejó huellas
particulares en las memorias del lugar y un daño profundo en el tejido social.
Es considerando este tipo de cuestiones que nos preguntamos por el tipo de vínculos sociales -
por las prácticas que los sustentan y los sentidos que los cementan; por las formas de
cooperación y conflicto que los constituyen- que se están gestando en el sitio y en el territorio en
que se inserta. Porque, así como el “Olimpo” funcionó como CCDTyE enclavado en medio del
tejido urbano, los nuevos vínculos que se están gestando también se piensan y se intentan tramar
-con mayor o menor éxito- en y con el territorio.
Más específicamente, habiendo valiosos antecedentes sobre la trayectoria del caso -es decir, la
historia de su constitución como sitio de memoria- desde una perspectiva antropológica ligada a
los estudios de memoria (Messina, 2010b; Guglielmucci, 2013), aquí nos proponemos
profundizar en sus características actuales y en las repercusiones de la experiencia desde la
perspectiva de la acción colectiva colaborativa. En este sentido, analizaremos los rasgos del sitio
prestando atención tanto al tipo de prácticas, formas organizativas y mecanismos de toma de
decisiones desplegados, como a los sentidos atribuidos y los debates generados sobre el
contenido, las funciones y las actividades a desarrollar. A su vez, pondremos especial atención

2
Pueden rastrearse este tipo de memorias en el documental “Los vecinos del horror. Los otros testigos” (realizado en
1996 con idea de María Cantino y Graciela Guilis, y guión de Genaro Press), que cuenta con cinco testimonios de
vecinos del barrio de Floresta que evocan cómo era vivir allí mientras funcionó el “Olimpo” (disponible en
https://www.youtube.com/watch?v=BGmDs6-nD_I&t=7s). Y, también, en los resultados del proyecto desarrollado
por el propio sitio, “Memorias de vecindad”, al que referiremos más adelante. Sobre el tema también ver Levín
(2005).
en la dimensión territorial de la experiencia y en las repercusiones generadas tanto a nivel
subjetivo, como social, cultural, político y jurídico.
Para dar cuenta de estos objetivos hemos seguido una estrategia metodológica cualitativa que
combina el análisis documental, con la realización de entrevistas semiestructuradas (así como
otras entrevistas más breves) y observaciones participantes efectuadas durante el trabajo de
campo, que realizamos entre los meses de noviembre de 2018 y marzo de 2019 y, nuevamente, en
diciembre de 2019 y febrero de 2020. En cuanto a las fuentes documentales analizamos el sitio
web y las redes del “Olimpo”, fotos (propias y las que el sitio sube a sus redes), informes anuales
de actividades, libros, ponencias y otros escritos elaborados por los organizadores del lugar. A su
vez, realizamos siete entrevistas semiestructuradas y otras seis más breves que incluyeron a
integrantes de la conducción del sitio (del Equipo de Gestión y de la Mesa de Trabajo y
Consenso), de las organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos que lo componen,
familiares de desaparecidos y sobrevivientes del “Olimpo”, trabajadores del Estado, profesionales
de las ciencias sociales, vecinos que coordinan y/o participan de actividades de modo más o
menos frecuente. Características, muchas de ellas, que se superponen en los mismos
entrevistados, dando cuenta del carácter “híbrido” de estos actores cuyo perfil suele combinar en
modalidades variables expertise profesional y compromiso militante. Con esta selección de
entrevistados quisimos, además de dar cuenta de estos perfiles “híbridos”, acercarnos a la mirada
de actores (sobre todo vecinos del barrio) que se vinculan de diverso modo con el sitio,
manteniendo distintos niveles de involucramiento con el lugar. Finalmente, realizamos cinco
observaciones participantes en las siguientes circunstancias: 1- “Festival por la Memoria y los
Derechos Humanos” donde, como todos los años y en el marco de la Semana Internacional de la
Memoria, se llevó a cabo la muestra anual de actividades del sitio (diciembre 2018); 2- Visita
guiada al “pozo” del ex CCDTyE (enero 2019); 3- Movilización por las calles del barrio en
ocasión del aniversario de la última dictadura militar (marzo 2019); 4- “Festival por la Memoria y
los Derechos Humanos” (diciembre 2019) y 5-“Encuentro Barrial por la Memoria”, convocado
por la Mesa de Trabajo y Consenso y “Suerte Loca”, la murga del sitio, en ocasión del carnaval
(febrero 2020). En la siguiente tabla sintetizamos el trabajo de campo realizado.

Tabla 1. Resumen del trabajo de campo

Intervalo
Código Género Perfil y tipo de relación con el sitio Fecha Lugar
de edad
Floresta
E1 Mujer 35-45 Socióloga. Coordinadora del Equipo de Gestión 23/01/19
(CABA)
Entrevistas semi-

Hijo de detenidos-desaparecidos en el “Olimpo”.


E2 Varón 45-55 Empleado estatal con pase al sitio. Miembro de la Mesa 23/01/19 Floresta
de Trabajo y Consenso (MTyC)
Taxista. Vecino del “Olimpo”. Coordinador del Taller de
E3 Varón 55-65 23/01/19 Floresta
Historia Económica. Miembro de la MTyC
Museóloga. Activista de la Asociación de ex Detenidos-
E4 Mujer 35-45 30/01/19 Floresta
Desaparecidos. Ex miembro de la MTyC
E5 Varón 25-35 Referente del grupo político “La Cámpora” en el barrio. 30/01/19 Floresta
Vecino del “Olimpo”. Miembro de la MTyC
Historiadora. Sobreviviente del “Olimpo”. Miembro de
E6 Mujer 55-65 06/02/19 Floresta
uradas
estruct la MTyC y coordinadora del Equipo de Gestión
Panadera. Vecina del “Olimpo”. Participante de las
E7 Mujer 55-65 06/02/19 Floresta
actividades del sitio
Intervalo
Código Género Perfil y tipo de relación con el sitio Fecha Lugar
de edad
Vecina del “Olimpo”. Coordinadora del Taller de Telar
14/12/19 Floresta
informales breves

Eb1 Mujer 55-65


Comunitario. Miembro de la MTyC
Entrevistas

Jubilada. Vecina del “Olimpo”. Asistente al Taller de 14/12/19 Floresta


Eb2 Mujer 55-65
Danza comunitaria
Eb3 Mujer 35-45 Bailarina de “Suerte Loca”, la murga del sitio 14/12/19 Floresta
Andrea. Vecina del “Olimpo”. No asiste a las actividades 14/12/19 Floresta
Eb4 Mujer 45-55
del sitio.
Eb5 Varón 55-65 Asistente al Taller de Tango Crítico 14/12/19 Floresta
Hija de desaparecidos. Integrante de la agrupación “Los 14/12/19
Eb6 Mujer 35-45 descas del Negrito Martinez”. Asistente al Taller de
Tango Crítico

Código Circunstancia Fecha Lugar

Festival por la Memoria y los Derechos Humanos. Muestra anual 2018 de 08/12/18 Floresta
OP1
actividades de las organizaciones de la MTyC
Observaciones
Participantes

OP2 Visita guiada al “pozo” del ex CCDTyE “Olimpo” 01/18/18 Floresta


OP3 Marcha Olimpo-Orletti por el aniversario de la última dictadura militar 24/03/19 Floresta
Festival por la Memoria y los Derechos Humanos. Muestra anual 2019 de 14/12/19 Floresta
OP4
actividades de las organizaciones de la MTyC
Encuentro Barrial por la Memoria. Convocado por la MSTyC y la murga 22/2/20 Floresta
OP5
“Suerte Loca” en ocasión del carnaval

1. A modo de breve recorrido conceptual

Las reflexiones sobre la memoria colectiva en las ciencias sociales están íntimamente asociadas a
la perspectiva pionera de Maurice Halbwachs quien, en su libro “Los marcos sociales de la
Memoria” (1925 [2004]), afirmaba que los individuos no recuerdan solos sino en grupos espacial
y temporalmente situados. Para Halbwachs el recuerdo individual siempre es sostenido y
organizado dentro de diversos marcos o grupos sociales (familia, religión, clase, etc.). Esta
diversidad de grupos se corresponde a su vez con una diversidad de memorias que emergen
dentro una sociedad determinada, lo cual posibilitó pensar a la memoria de modo plural, como
producto de la intervención de diferentes grupos sociales y de las disputas que estos colectivos
libran en el presente para dotar al pasado de un sentido particular.
En los años setenta esas primeras consideraciones sobre la memoria en su dimensión colectiva o
social fueron retomadas, no sin discusiones, constituyéndose en insumos importantes para abrir
un nuevo campo de problemas para las ciencias sociales. De un modo general, el término
memoria alude a las diversas formas que asume la presencia del pasado en diversos presentes -
tanto recuerdos, como olvidos y silencios-; es decir, a una “economía general del pasado en el
presente”, según la expresión de Pierre Nora (1998: 26). En este sentido, siguiendo a Koselleck
(1993) podríamos sostener que la memoria se escribe siempre en tiempo presente puesto que el
pasado que se recuerda es activado y reorganizado en función de las necesidades actuales, así
como también de cierto “horizonte de expectativas” futuras.
Dada la amplitud e incluso polisemia del propio concepto de memoria, los estudios sobre esta
temática abordaron un vasto abanico de cuestiones no siempre convergentes: las disputas y
conflictos sobre las interpretaciones del pasado (Hyssen, 2002; Jelin, 2002), sus usos políticos
(Rousso, 1987), los lugares de memoria (Nora, 1984), las relaciones entre olvido, silencio y
recuerdo (Pollak, 2006), el rol del testigo en situaciones límites (Agamben, 2000), las relaciones
entre memoria y trauma (La Capra, 2008), el deber de memoria y su transmisión inter-
generacional (Todorov, 2000; Yerushalmi, 1998), las relaciones entre memoria e historia
(Traverso, 2012), entre muchas otras problemáticas.
Como se advierte, la noción de memoria se volvió particularmente productiva para el análisis de
los denominados “pasados conflictivos” o “traumáticos”. En este sentido, las investigaciones
históricas sobre la Francia de Vichy, el franquismo español y, en especial, los estudios sobre la
Shoa ofrecieron nuevos marcos conceptuales en los que la noción de “memoria” permitió echar
luz sobre aspectos y dimensiones del fenómeno hasta entonces poco transitados. Como sostiene
Lvovich (2007) estos trabajos sirvieron como insumos conceptuales y recursos metodológicos
para estudiar de modo más sistemático la memoria en las sociedades del Cono Sur
latinoamericano, signadas por cruentas dictaduras militares a lo largo de la década del setenta.
A pesar de la heterogeneidad de las referencias teóricas, la recepción de estos trabajos en
Argentina contribuyó a darle un nuevo abordaje sociológico a la memoria sobre la violencia
política y la represión estatal, permitiendo complejizar aquellas concepciones que la entendían
como una construcción cuasi monolítica contrapuesta al olvido. Ello dio lugar a una suerte de
sociologización del abordaje sobre la memoria, que habilitó preguntas hasta entonces ausentes
(¿qué son concreto las memorias y cómo se construyen?, ¿qué agentes las impulsan?, ¿qué
disputas libran y cómo construyen su legitimidad?, ¿a través de qué tipo de materialidades la
memoria se plasma, transmite y recrea?, etc.). De hecho, desde fines de los noventa se produjo una
verdadera explosión de investigaciones académicas sobre el tema, mayormente centradas en la
última dictadura militar, sus prácticas represivas y las maneras en que las instituciones, las
víctimas y sus familiares lidiaron con ese pasado conflictivo.
Dentro de este campo temático algunos trabajos se focalizaron en el estudio de distintas “políticas
de memoria”3, desplegadas tanto por diversos actores sociales y políticos como por agencias
estatales, representadas en monumentos, sitios de memoria, marcas territoriales, “archivos de la
represión”, etc. Los primeros trabajos sobre estos temas permitieron analizar los procesos sociales
y políticos de marcación de los espacios donde ocurrió la violencia estatal y las modalidades de
construcción de memoriales en homenaje a las víctimas, como miradores para analizar las luchas
por la memoria y los sentidos atribuidos al pasado reciente (Jelin y Langland, 2003). Por su parte,
las investigaciones focalizadas en el estudio de los sitios de memoria han contribuido a
complejizar su caracterización como meros espacios físicos donde se produjo la represión ilegal
3
Rabotnikof (2008) propone una distinción entre “políticas de la memoria” y “memorias de la política”. Por
“políticas de la memoria” alude a los diversos modos de procesar y gestionar el pasado reciente mediante un amplio
repertorio de acciones y representaciones que van desde la justica retroactiva y las conmemoraciones, hasta
memoriales y otras apropiaciones simbólicas propuestas tanto por el Estado como por diversos actores sociales y
políticos. Por su parte, las “memorias de la política” refieren a las diversas narraciones mediante las cuales se
construye el recuerdo del pasado político en base a relatos, testimonios y documentos sobre los años setenta.
para pensarlos como lugares socialmente construidos por los actores involucrados en estos
emprendimientos memoriales. Entre estos estudios, algunos abordaron las relaciones entre sitios
de memoria, política e intervenciones artístico-culturales, analizando las tensiones sobre los
modos de representación y transmisión de los horrores del pasado en el presente; así como
también repusieron las discusiones ético-políticas acaecidas en el proceso de convertir ex-centros
clandestinos de detención en sitios de memoria (Corbin y Davidovich, 2020). Por otra parte,
diversos estudios sobre sitios han destacado la necesidad de territorializar el abordaje de la
memoria; es decir, comprender de manera situada los vínculos del territorio como enclave político
institucional y los procesos particulares a partir de los cuales se vinculan las narrativas
memoriales, las prácticas socio-espaciales y las políticas públicas. Dentro de esta perspectiva
encontramos valiosos estudios empíricos, muy informados conceptualmente, sobre el ex
“Olimpo”, que abordaron su proceso de constitución como sitio de memoria, los actores
intervinientes y sus disputas, la relación con el Estado, entre otros temas (Messina, 2010a y b,
2011 y 2016; Guglielmucci, 2013). En línea con este tipo de estudios también resultan referencias
valiosas para nuestro tema aquellas indagaciones que problematizan la figura de las víctimas y
atienden al tipo de activismo particular que estos actores despliegan (Vecchiolli y Rebollar, 2019;
Gatti, 2011).
Para comprender ese tipo de activismos por la memoria -sea de las víctimas directas de distintas
violencias o no- las teorías de la acción colectiva y los movimientos sociales siguen siendo una
referencia central, ya sean las más centradas en las prácticas, repertorios de acción y procesos
políticos; las que han enfatizado sobre todo en la cuestión de los sentidos y la constitución de
identidades colectivas, como aquellas perspectivas preocupadas especialmente por la convergencia
de ambas tradiciones (Tarow, 1998; Tilly, 2010; Melucci, 1999; Della Porta y Diani, 2011,
Tejerina, 2010, por mencionar sólo algunos textos claves). Como señalamos, nuestro trabajo se
sitúa en la intersección de estos dos campos analíticos a los que venimos haciendo referencia, el de
los estudios sobre la construcción social de las memorias y el de la acción colectiva. En relación
con este último, nos interesa atender particularmente a la perspectiva de la acción colectiva
colaborativa, entendiendo por ella al conjunto de prácticas e interacciones más o menos
formalizadas, realizadas por individuos, grupos o asociaciones que comparten un sentimiento de
pertenencia o intereses comunes, a través de la colaboración y el conflicto con otros, para producir
o frenar cambios sociales a partir de la movilización (Tejerina, 2010).

2. El ex “Olimpo”: actores, prácticas y entramados relacionales

La historia de constitución del “Olimpo” como sitio de memoria se remonta a las acciones de
repudio realizadas desde mediados de los noventa por diversos colectivos de vecinos y
organismos de derechos humanos. En efecto, en un contexto signado por las políticas de olvido
del gobierno de Carlos Menem (1989-1999), ese activismo fue decisivo en dos sentidos. Por un
lado, los vecinos impulsaron un vasto repertorio de confrontación (“escraches”, festivales,
movilizaciones, actos públicos, pintadas y “abrazos” al lugar) con el propósito de denunciar lo
ocurrido y exigir el desalojo de la Policía Federal, todavía asentada en el predio. Por otro lado, el
activismo barrial fue fundamental en la gestación de un amplio entramado relacional que conectó
a los vecinos con sobrevivientes y familiares de desaparecidos del “Olimpo”, militantes de
organismos de derechos humanos y de partidos políticos (E6). La demanda de este heterogéneo
colectivo unificado en torno a la consigna “que se vaya la policía” cobró nuevos impulsos
primero, al calor de las experiencias asamblearias tras la crisis del 2001 -que en el caso de
Floresta y Parque Avellaneda fueron muy importantes 4- y, luego, en el marco del contexto de
repolitización propio de los primeros años del kirchnerismo. En 2005, ya bajo el gobierno de
Néstor Kirchner (2003-2007), la policía fue desalojada del predio, iniciándose un complejo
proceso de institucionalización del lugar como sitio de memoria. En principio, se traspasó el
predio de la órbita del gobierno de la Nación al de la Ciudad de Buenos Aires. Luego, y bajo el
amparo del decreto n° 305/06, los actores movilizados gestaron el “Programa para la
Recuperación de la Memoria Histórica sobre el ex CCDTyE Olimpo” y una Mesa de Trabajo y
Consenso (MTyC) que, reuniendo a colectivos de vecinos, organizaciones sociales y políticas,
organismos de derechos humanos, familiares de desaparecidos y sobrevivientes del lugar,
buscaría problematizar la memoria de lo sucedido, promover los derechos humanos y la
participación comunitaria bajo una modalidad de “co-gestión” con el Estado (Mesina, 2010b;
MTyC, 2012).

Imagen 1 Imagen 2
Fotos del lugar tomadas en 1984. Imágenes dispuestas en la Fotos del lugar en la actualidad
cartelería del predio Fuente: Facebook del Sitio de Memoria ex “Olimpo”
Fuente: Elaboración propia (marzo 2019)

4
Según el comentario de una de las coordinadoras d
el sitio, mientras que en otras asambleas barriales se discutía cómo “cambiar el mundo”, en la de Floresta una de las
principales demandas era el desalojo de la policía del predio (OP1).
Imagen 3
Las luchas por la “recuperación” del ex “Olimpo”. Imágenes dispuestas en la cartelería del predio
Fuente: Elaboración propia (marzo 2019)

Desde entonces, la estructura organizativa del sitio cuenta con dos órganos de gestión. Por un
lado, la mencionada Mesa de Trabajo y Consenso, que había sido refrendada por decreto y
pensada como un espacio de articulación política encargado de definir colectivamente los
lineamientos del sitio, evaluar el desarrollo de las actividades, recepcionar nuevas propuestas y
llevar adelante toda negociación con los distintos gobiernos de turno. En la actualidad, la Mesa
está integrada por representantes de los colectivos barriales y políticos que realizan actividades
en el sitio y, en menor medida, por miembros de organismos de derechos humanos, quienes en
los inicios de la experiencia tenían una presencia cotidiana y hoy mantienen una participación
más bien formal, “a título honorario” (Abuelas, Madres Línea Fundadora o la Asociación de Ex
Detenidos Desaparecidos). A esta variación en la composición de la Mesa -que al decir de una
entrevistada reafirma el carácter “plebeyo” que el sitio siempre tuvo en relación con otros
espacios de memoria-, se suma un recambio generacional producto de la incorporación de
jóvenes en los últimos años (E1). Más allá de la fluidez de su composición, entre los colectivos
barriales que integraron la Mesa en los últimos tiempos puede mencionarse a aquellos que
organizan los talleres de Telar Comunitario, Tango Crítico, Historia Económica, Teatro Físico y
Antropológico, Murga, Sikuris y Danza Comunitaria (entre otros), así como a quienes hacen
Radio “Presente”; entre los grupos políticos a La Cámpora y la Agrupación Simón Bolívar
(ambos de orientación peronista) y entre los organismos de derechos humanos a H.I.J.O.S-
Capital (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio).
En coordinación con la Mesa funciona el Equipo de Gestión, que desarrolla proyectos
educativos, de investigación y lleva adelante la administración y comunicación del sitio.
Actualmente está compuesto por 18 personas que forman parte de la estructura estatal (a
diferencia de los integrantes de la Mesa), varios de ellos profesionales de las ciencias sociales
que combinan su expertise profesional con su compromiso con la causa de los derechos
humanos. Justamente contar con ambos tipos de capital (tanto credenciales profesionales y
académicas, como militantes) fue decisivo en la selección de los coordinadores del Equipo. Por
otra parte, esta combinación de perfiles (profesional, militante, trabajador estatal, etc.) expresa el
carácter “hibrido” de los actores que allí intervienen5.
Si bien en el modelo de funcionamiento proyectado la Mesa debía encargarse de la dirección
política del sitio y el Equipo de las cuestiones administrativas y profesionales; en la dinámica
cotidiana esta división no resulta tan nítida, ejerciendo el Equipo una suerte de
“direccionamiento político” sobre la Mesa. Según el diagnóstico de algunos entrevistados, esta
situación se fue cristalizando en los últimos años debido tanto a la composición de ambas
estructuras, como a una especie de “amesetamiento” de la Mesa, resultado de la falta de debates
sustantivos (E1, E2 y E6).
A su vez, señalamos que el tipo de relación que el sitio mantiene con el Estado sigue una
modalidad de co-gestión. La misma fue adoptada tras un intenso proceso de deliberación no
exento de tensiones y conflictos internos, donde primó el argumento que era el propio Estado -en
el pasado responsable de la represión ilegal- el que debía sostener material y simbólicamente
políticas públicas de memoria6. En los hechos, esto implica que el sitio dependa formalmente del
organigrama estatal -hoy del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación- y reciba
financiamiento público (para gastos generales y salarios del Equipo), al tiempo que, en términos
políticos, intenta preservar márgenes de autonomía sobre la dirección del espacio y el contenido
de las actividades, evitando injerencias del poder estatal y/o de los gobiernos de turno, con la
intención de construir un espacio no partidizado y abierto, “un lugar para todos” (E1). Según las
entrevistas, esta modalidad de co-gestión puede sintetizarse en la fórmula “financiamiento
5
Puede pensarse que esta “hibridez” está en la base de una nueva identidad tanto laboral como militante que sería
interesante indagar: los trabajadores de espacios de memoria. En este sentido, por ejemplo, miembros del “Olimpo”
fueron pioneros en la constitución de una Junta Interna en la Asociación de Trabajadores del Estado que nuclea a los
trabajadores de sitios de memoria.
6
Durante la gestación del sitio se perfilaron dos posturas sobre el tipo de relaciones a mantener con el Estado.
Algunos plantearon una posición en favor de un modelo totalmente autogestivo, sin intervención estatal de ningún
tipo. Otros, en cambio, apoyaron el modelo de co-gestión que finalmente se adoptó, frente a lo cual el colectivo
barrial “Vecinos por la Memoria” -que había tenido un rol importante en las luchas por el desalojo de la Policía del
lugar- y agrupaciones de izquierda decidieron retirarse de la MTyC. Sobre estos debates véase Messina (2016) y
Guglielmucci (2013).
público” y “autonomía política” (E6) y, en la práctica -dadas las escasas posibilidades de
supervisión del Estado- termina siendo muy autogestiva7.
La exigencia de que el Estado financie el sitio con recursos públicos coloca al modelo de la co-
gestión en las antípodas de emprendimientos memoriales financiados mediante recursos de
fundaciones privadas, como por ejemplo en el caso chileno. De todos modos, en el “Olimpo”,
ello hace que la falta de recursos sea un problema constante, por lo cual en ocasiones los
miembros de la Mesa se han visto en la necesidad de aportar dinero propio, recaudar fondos a
partir de eventos especiales, recurrir a la venta de comida o productos realizados en el marco de
algún taller, u obtener recursos a través de la personería jurídica de organismos de derechos
humanos cercanos. E, incluso, avanzar en la posibilidad de constituir a la propia Mesa de
Trabajo en una asociación civil que, al tiempo de resguardarlos frente a los vaivenes políticos,
les permita concursar fondos públicos, con la paradoja de gestar una especie de ONG en el
marco del propio Estado (E1 y E3).
En cuanto al modo de funcionamiento del sitio, se despliegan prácticas de carácter horizontal,
participativo y asambleario, que aspiran a gestar relaciones internas abiertas y democráticas. A
su vez, desde los comienzos los actores asumieron el consenso como herramienta fundamental
para la toma de decisiones, considerando que la deliberación y no la imposición de posturas (por
mayoría o mandato de asamblea) debía regir el funcionamiento del espacio. Ahora bien, si este
instrumento tiende a horizontalizar y legitimar las decisiones adoptadas, también presenta
algunos inconvenientes. Por ejemplo, algunas entrevistas han destacado que la demora hasta
alcanzar el consenso a veces puede derivar en una suerte de deliberacionismo poco conducente,
al tiempo que, como plantea Guglielmucci (2013: 277), no todos los actores de la Mesa cuentan
con el mismo capital simbólico, cultural y político para lograr imponer sus argumentos al resto.
En cuanto al vasto repertorio de acciones desplegadas, un repaso por los Informes Anuales del
sitio evidencia que durante los últimos años se ofrecieron de manera gratuita y abierta a la
comunidad multiplicidad de actividades por las que circularon unas 27.000 personas en 2018;
número que en 2019 superó las 30.000. Entre ellas, los talleres semanales de Telar Comunitario,
Historia Económica, Literatura, Teatro Físico y Antropológico, Tango Crítico, Sikuris, Danza
Comunitaria, Murga y Computación; otras actividades como ciclos de cine, obras de teatro,
muestras artísticas y presentaciones de libros; encuentros, jornadas y actos conmemorativos.
Además, el sitio cuenta con una Biblioteca Popular, la Radio “Presente” y ha realizado diversas
exposiciones como “¿Aquí hubo nin@s?”, sobre los niños y niñas detenidos-desaparecidos con
sus madres y padres en los CCDTyE “Banco” y “Olimpo”; “Nada de lo humano nos es ajeno”,
en conmemoración de los 50 años del Cordobazo; “Manual para desterrar dioses”, con material
de archivo sobre las luchas barriales por la “recuperación” del predio, o “Prohibido prohibir el
carnaval. Muestra homenaje a lxs compañerxs murguerxs desaparecidxs”, inaugurada en uno de
los “Encuentros barriales por la memoria” que la MTyC y “Suerte Loca” (la murga del sitio)
organizan en ocasión de los carnavales. Por su parte, actualmente el Equipo de Gestión desarrolla
7
Refiriéndose al modelo de co-gestión señala una entrevistada: “Ahora, eso mismo termina siendo, en la práctica,
muy autogestivo, porque a ninguna Mesa van funcionarios del Estado, en su calidad y rol de tales, a discutir los
objetivos ni la política cotidiana” (E4).
diversos Proyectos de Investigación, algunos de largo aliento y cuyos archivos de entrevistas
audiovisuales se siguen ampliando, como el de “Historias de Vida” o “Memorias de Vecindad”,
y otros más recientes como “Recuperación del Espacio para la Memoria ex CCDTyE Ex
Olimpo”, iniciado en ocasión de los 15 años de constitución del sitio, que incluye tanto la
realización de entrevistas a vecinos y otros activistas protagonistas del proceso, como
señalizaciones en el predio que visibilizan los hitos de esa historia de lucha barrial. Asimismo,
durante 2019 se realizaron talleres para más de 1500 niños y niñas de nivel inicial y primaria, al
tiempo que casi 5000 personas (estudiantes de todos los niveles desde el secundario, integrantes
de sindicatos, otros colectivos sociales y público en general) realizaron la visita guiada al “pozo”.
Generalmente, ese recorrido finaliza con una charla que repone la identidad y trayectoria
personal, social y política de los militantes desaparecidos en el “Olimpo”. Dichas trayectorias -
realizadas en el marco del Proyecto “Historias de Vida”-, están sintetizadas en decenas de
cuadernillos elaborados colectivamente por familiares, amigos y compañeros quienes aportaron
de modo colaborativo tanto sus testimonios, anécdotas y datos biográficos; como fotos, cartas,
manuscritos y documentos. De ese modo, la historia de cada desaparecido se compone, cual
rompecabezas, con los retazos que todos ellos fueron aportando, tanto en entrevistas que forman
parte del Archivo Audiovisual del sitio, como a través de distintos objetos que atesoraron durante
años. Se trata, así, de un proyecto cuya factura ejemplifica el accionar colectivo y colaborativo
que signa las actividades del sitio. Además, para el Equipo, este proyecto también implica un
modo de imaginar formas de recomponer los vínculos rotos por la dictadura -de “reconstrucción
del lazo social”-, recreando identidades y comunidades posibles. De reponer, por un lado, la
comunidad de vínculos en que estaban inscriptos los desaparecidos -ese entramado social de
familiares, amigos y compañeros de militancia- y, por el otro, de proponer una modalidad de
vínculo entre los desaparecidos y sus formas de vida –no sólo de muerte- y los visitantes, en su
mayoría jóvenes, que hoy se interesan por ellos. (MTyC, 2012: 50; Ex CCDTyE Olimpo, 2017 y
2018; Mendizábal y Portos, 2014; Mendizábal et. al., 2012).

3. “Memorias de vecindad”: el “Olimpo” y su inserción barrial

Hemos mencionado ya que algo característico del sitio es su impronta territorial; desde el
activismo vecinal que signó sus orígenes, hasta la composición de su Mesa de Trabajo y su
inserción actual en el entramado barrial. En esa línea podemos citar el siguiente testimonio que,
además, alude a la particularidad del “Olimpo” en relación con la ESMA:
“-Cuando se hizo la muestra de actividades en diciembre se habló del carácter plebeyo del sitio. ¿Se
refieren a la cuestión barrial? ¿al lugar más consagrado de otros sitios, como la ESMA u otros?
Y sí, claro, porque es otra lógica. Esto es trabajo territorial, comunitario, proceso popular y la ESMA
es el Estado, el máximo interés político estatal en plena vigencia…
-Si vos tuvieses que definir la particularidad de este sitio lo dirías en esos términos…
Sí, totalmente, carácter popular, participativo, territorial, comunitario, activismo, totalmente. Así se
estructuró desde los orígenes, eso fue lo que le dio sentido. Y además porque no estaban puestos
todos los intereses acá, hubo que remarla para que la gente viniera. No es que abro y digo: ‘acá
estoy, vengan a participar’, no es así el trabajo comunitario, lleva muchísimos años.” (E4).
El tipo de proyectos del sitio, así como la variedad de talleres desplegados -a los que asisten,
pero también coordinan vecinos de la zona-, son otro indicador de esta impronta del “Olimpo”
que, como muestran las entrevistas, ha logrado convertirse tanto en un lugar importante de la
sociabilidad barrial, como en un ámbito capaz de canalizar diversas formas de militantismo y
ansias de compromiso social (E3 y E7). Ello hace que, tal como señala una de las coordinadoras,
el espacio pueda pensarse hoy en su doble faz de sitio de memoria y “centro comunitario” (OP1).
Entre esas numerosas actividades, queremos destacar aquí el Proyecto “Memorias de Vecindad”,
que consistió en la realización de encuestas y entrevistas en profundidad -que siguen
actualizándose- a gente de la zona indagando en las memorias barriales sobre el lugar cuando
funcionaba como CCDTyE, así como en las percepciones que los vecinos tienen sobre el sitio y
en sus expectativas sobre los usos actuales del predio. Los resultados de esa labor fueron
socializados en el barrio a través de informes y reuniones con los vecinos e, incluso, algunos de
sus recuerdos fueron incorporados en la señalética del sitio, en los relatos de las visitas guiadas y
en videos institucionales sobre el lugar. Todo ello les permitió entrar en contacto con vecinos que
no conocían el espacio e invitarlos a participar, así como relevar -a partir de la encuesta- el
interés por sumar espacios verdes al barrio, dando lugar a un proyecto de parquización de una
parte del predio actualmente concluido (MTyC, 2012; Mendizábal y et. al., 2012). Por su parte,
los “Encuentros barriales por la Memoria” que la MTyC y “Suerte Loca” organizan desde hace
años en carnaval, también tienen una impronta específicamente territorial, al convocar a las
murgas de la zona (que se organizan por barrios) bajo la convicción de que “la lucha es alegría y
la alegría es carnaval”. Se trata de una actividad que, si bien enfatiza la tradición crítica y
contestataria de este festejo popular, no deja de expresar ciertos sentidos específicos que guían
las iniciativas del lugar, no necesariamente compartidos por todos los espacios de memoria que
gestionan ex CCDTyE. Y que, incluso, también generó ciertos debates dentro del “Olimpo” -
sobre todo con familiares- antes de consensuarse como una tradición del lugar (E3). Por último,
en términos de actividades, también corresponde subrayar aquí que una de las iniciativas más
características del sitio, la llamada “Marcha “Olimpo-Orletti” que se realiza en cada aniversario
de la última dictadura militar, no se dirige, como es usual, a Plaza de Mayo -epicentro de todas
las movilizaciones políticas del país-, sino que recorre diversos lugares emblemáticos para la
memoria barrial.
Imagen 4
Marcha “Olimpo-Orletti en ocasión del aniversario de la última dictadura militar.
Fuente: Elaboración propia (marzo 2019)
Imagen 5
Carnavales 2020 en el Sitio de Memoria ex “Olimpo”.
Fuente: Elaboración propia (febrero 2020)

Por otro lado, observar la red de conflictos y colaboraciones del sitio con los actores del
entramado barrial también es un modo de aproximarse a esta voluntad de inserción territorial,
con los alcances y las dificultades que siempre conlleva este tipo de acción comunitaria. En esa
línea puede mencionarse la colaboración que el sitio siempre decidió prestar en favor de diversos
actores de la zona en conflicto. Entre ellos, podemos mencionar a los trabajadores despedidos del
Laboratorio Roux (ubicado en el barrio cercano de Villa Luro) quienes, tras el vaciamiento de la
empresa, en 2018 buscaban hacerse cargo de la producción gestando una cooperativa; o bien a
organizaciones en defensa de los trabajadores de los talleres textiles clandestinos descubiertos en
Floresta y alrededores, que se acercaron al sitio pidiendo asesoramiento sobre los modos de
denunciar y visibilizar las violaciones a los derechos humanos allí ocurridas (E3 y E4). Y,
también, a activistas de pueblos originarios que han buscado su apoyo, a las asambleas barriales
de la zona que han usado el predio para sus actividades; así como los vínculos que también
mantienen con el club deportivo All Boys, a través de su comisión de cultura 8. Al mismo tiempo,
no pueden dejar de señalarse los ataques y pintadas que el sitio recibió por parte de Bandera
Vecinal, el partido nacionalista neonazi liderado por Alejandro Biondini, cuyo principal local -
Casa Patria- se encuentra ubicado justamente a sólo tres cuadras del “Olimpo”. Ni, tampoco, las
dificultades que las entrevistas señalan para lograr que más vecinos se acerquen, conozcan y se
involucren en las actividades del sitio, tanto por la historia particular del lugar, como por las

8
Esta red de colaboración con actores barriales se suma a otro tipo de vinculaciones mucho más usuales en esta clase
de sitios, es decir, aquellas mantenidas con otros emprendimientos de memoria a escala local, nacional e
internacional.
dificultades que siempre entraña el involucramiento en proyectos colectivos en general (Eb1,
Eb2, Eb3, Eb4, E1, E3, E5).
Esta opción por la construcción comunitaria y territorial también se ve reflejada en el caso de
aquellos que eligieron constituir su identidad activista como “vecinos” o “militantes barriales” y
no desde su condición de “víctimas” directas o indirectas del “Olimpo”, es decir, como
familiares de desaparecidos o sobrevivientes del CCDTyE. Al menos este fue el caso de Gabriel
Matheu (militante político en los setenta y hermano de Abel, desparecido en el “Olimpo”), quien
a mediados de los noventa se mudó al barrio promoviendo el activismo vecinal para desalojar a
la policía del predio; una historia que para varios organizadores del sitio funciona como marca de
origen que de algún modo prefigura la impronta del espacio. En el mismo sentido se pueden citar
las palabras de una sobreviviente y actual coordinadora del sitio, cuando rechaza definir su
identidad a partir de su condición de víctima sino es en la esfera judicial:
“Nosotros, el grupo… olímpico, digamos [risas], siempre tuvimos una mirada diferente por ahí al
resto. Nosotros no nos consideramos víctimas, salvo cuando vamos a declarar, que tenemos que ser
víctimas para la justicia [se refiere a testimonios en juicios por delitos de lesa humanidad].” (E6).
Para concluir, resta añadir que esta problematización de la condición de víctima (directa o
indirecta pero individual) como lugar privilegiado de enunciación y legitimación de la palabra
militante, fue algo particularmente debatido en el “Olimpo”. Una problematización que, en
convergencia con la impronta territorial que venimos analizando, al enfatizar los efectos
colectivos de la represión estatal y la presencia del ex CCDTyE en el entramado barrial, buscó
habilitar especialmente la voz de los vecinos para decidir las orientaciones del sitio:
“Bueno, también sucedió en esta historia que la voz legitimada para hablar de estas cosas siempre era
la de las víctimas directas y después las víctimas indirectas, familiares, etc. Y, en realidad, acá lo que
se hizo fue trabajar mucho con la idea de genocidio y de transformación de las prácticas sociales.
Entonces si te parabas desde esa idea, tenías que abrir un poco más el juego. Al estar inserto en un
barrio, rodeado de casas, negocios, lugares de trabajo y edificios, era inevitable que hubiera afectado
a todo el barrio. No es como, no sé, La Perla, que está en medio del campo 9. Esto era en el medio de
un barrio de trabajadores, movilizado, súper activo históricamente.” (E4).
Se trata, nuevamente, de la particularidad del “Olimpo” como ex CCDTyE enclavado en el tejido
urbano, de los lazos rotos por la dictadura y su poder concentracionario, y de la apuesta actual
por tramar nuevos vínculos sociales en y con el territorio.

4. “Construir memorias para el futuro”: algunos sentidos compartidos

Inescindibles de las prácticas abordadas, aunque analíticamente distinguibles, los sentidos que
los actores le atribuyen a la acción colectiva son, como se sabe, múltiples, heterogéneos y están
en permanente construcción (Melucci, 1999). Aquí nos referiremos a cuatro núcleos de sentido
que cementan los lazos sociales forjados en el lugar y nos permiten aproximarnos al tipo de
memorias que se busca configurar. Para ello, podemos recuperar algunos fragmentos donde el

9
Al respecto puede verse Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (s/f a).
sitio enuncia sus propósitos básicos, tanto en sus redes como en documentos, en la cartelería del
predio o en discursos públicos. Así, en la presentación del espacio en sus redes puede leerse:
“Una vez recuperado el sitio, las organizaciones participantes de la MTyC consideraron que era
necesario referenciar el lugar no sólo con el pasado sino también con el presente, generar un puente
entre lo conmemorativo y lo combativo, un espacio que habilite discursos sobre las violaciones a los
derechos humanos en el pasado y en el presente. Con esa premisa, se empezaron a desarrollar una serie
de actividades para la apertura del lugar y la apropiación comunitaria, para la construcción de un
espacio de encuentro entre diferentes generaciones y diferentes trayectorias vitales, políticas y de
compromisos. A lo largo de estos años nuevas organizaciones barriales y territoriales se sumaron al
espacio para construir de manera colectiva este Sitio de Memoria”. (AAVV, 2018 y s/f.).
En la misma línea podemos citar las palabras de un sobreviviente (Julio Lareu) dispuestas en el
cartel de ingreso al predio, bajo el título “Para que no ocurran nuevos Olimpos”:
“Construyamos una memoria para el futuro potenciando en nuestra medida la libertad y la igualdad.
Que lo nuestro sirva para traer a la memoria la actitud de los que desaparecieron reivindicando en toda
su dimensión el significado de la militancia en aquellas circunstancias. (…) [Ocupémonos] en nuestra
medida, de acercarnos a los mismos destinatarios que tuvieron ellos para su acción (…). Estamos
convencidos que los contenidos últimos siguen siendo los mismos.” (OP1).
En estos fragmentos aparecen ya varias de las ideas-fuerza que queremos destacar.
En principio, el sitio como lugar para tender puentes entre pasado, presente y futuro. Es decir,
para configurar una “memoria ejemplar”, alejada de toda idea de museo que “cristalice” la
memoria (E4). Se trata, en suma, de la necesidad de elaborar el pasado represivo en función de
las luchas contra las violaciones a los derechos humanos de ayer y de hoy, con vistas a un
horizonte de expectativas democratizador, relacionado con la ampliación de derechos de los
sectores sociales más vulnerables. En efecto, construir “vallas contra el autoritarismo” (MTyC,
2012) para evitar “el huevo de la serpiente” y que “no ocurran nuevos Olimpos” (E2) constituye
el sentido preciso que hilvana todas las actividades de formación del sitio y que explica su
énfasis en la transmisión intergeneracional de la memoria, como se evidencia en las numerosas
visitas y talleres que realizan con alumnos de los distintos niveles del sistema educativo. Del
mismo modo debe entenderse su intervención decidida no sólo en las luchas contra la impunidad
de los crímenes de la dictadura (aportando evidencia en los juicios por delitos de lesa humanidad
o movilizándose contra las iniciativas por flexibilizar las penas a los represores ya juzgados 10)
sino, también, contra la violencia institucional actual (como en los casos de López, Arruga o
Maldonado, en diversas situaciones de “gatillo fácil”, etc.11).
10
Entre esas intervenciones puede señalarse su participación en los Juicios contra represores del “Circuito ABO”
(“Atlético”, “Banco” y “Olimpo”), aportando evidencia y difundiendo las audiencias por Radio “Presente”; en el
escrache contra Alfredo Omar Feito, ex represor del “Olimpo” y el “Banco” que aún vive en el barrio, cuando en
2016 le concedieron la prisión domiciliaria; y en la multitudinaria movilización de 2017 contra el beneficio del “2x1”
para represores condenados (un fallo -luego revocado por la Corte Suprema- que habilitaba la reducción de sus
penas).
11
Jorge Julio López, detenido en un CCDTyE durante la última dictadura militar, desapareció -por segunda vez- en
2006, tras declarar como víctima y testigo en el Juicio donde se condenó a Miguel Etchecolatz a prisión perpetua por
delitos de lesa humanidad. Luciano Arruga, joven de sectores populares que se había negado a robar para las fuerzas
de seguridad, estuvo desaparecido desde 2009, cuando fue detenido por la policía bonaerense, hasta 2014, cuando su
cuerpo fue hallado enterrado como NN en un cementerio. Por su parte, Santiago Maldonado desapareció en agosto
de 2017 tras ser reprimido con balas de plomo por la Gendarmería Nacional en el marco de una protesta mapuche en
En segundo lugar, el sitio como lugar de intersección de demandas progresistas. Es decir, ese
vínculo entre pasado, presente y futuro no sólo se establece en referencia a las violaciones a los
derechos humanos, sino también en relación con las luchas sociales y políticas de los
desaparecidos. Con ello hay una intención explícita de transformar un régimen de memoria
basado por años en su caracterización como “víctimas inocentes” -lo cual contribuía al
borramiento de sus identidades políticas-, como puede verse específicamente en el Proyecto
“Historias de Vida” (MTyC, 2012; Mendizábal y Portos, 2014). En ese sentido, desde el sitio se
promueve una suerte de continuidad entre luchas, causas y sujetos; es decir, se insiste en la
necesidad de seguir luchando por las mismas causas que lucharon los desaparecidos
(entendiendo por ello, genéricamente, cierto horizonte utópico ligado a la transformación social
en un sentido igualitario) y en favor de los mismos sujetos, los mismos “destinatarios que
tuvieron ellos”, los “excluidos” (E1). En efecto, puede observarse que el sitio ha ido
constituyéndose en una suerte de espacio de intersección de demandas progresistas, cuya
articulación se relaciona con aquel horizonte ligado a la ampliación de derechos (actividades
contra la violencia institucional, la discriminación, en defensa del derecho a la identidad, la niñez
y la igualdad de género) y, como ya hemos visto en el apartado anterior al profundizar su
inserción barrial, con la apuesta por vincularse con los sectores más vulnerables y sus luchas
(trabajadores despedidos en conflicto, trabajadores de talleres textiles clandestinos, pueblos
originarios, también pacientes del neuropsiquiátrico “Borda”, etc.).
En tercer lugar, el sitio como espacio de militancia, en el sentido más amplio del término. Es
decir, el profundo sentido político que adquieren sus tareas para todos los que trabajan allí;
sentido político que es vivido, además, de diversos modos en relación con los cambiantes
contextos políticos por los que atraviesa el país. Desde esa clave, puede observarse que bajo el
gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), cuya gestión fue ideológica y políticamente adversa al
tipo de memorias y sentidos que se intentan configurar desde el sitio, el lugar fue vivido por los
actores como un “refugio” y también como una suerte de trinchera o espacio de resistencia. En
esa clave pueden leerse las palabras de una de las coordinadoras, en ocasión del Festival por la
Memoria y los Derechos Humanos de 2018, festejo con el que cada año el sitio cierra sus
actividades anuales:
“Hace 13 años atrás no nos imaginábamos que íbamos a encontrar en lugares como éste refugio para
las construcciones tiernas, compañeras, solidarias, necesarias cuando el Estado deja de ser el propulsor
de las mínimas políticas para la inclusión social, cuando se vuelve a implementar impunemente la
violencia policial, cuando se nos estigmatiza, cuando sentimos que estamos a la intemperie. Estos
lugares, pensamos humildemente, tienen que servir para cobijar y construir un sentido ético y
político”. (…) Y sobre todo porque acá participamos todos, todos tenemos voz. Y quizás eso sea un
poco plebeyo…Y nos gusta… [risas]. Entonces, darles la bienvenida a este festival y aceptar el desafío
de construir colectivamente, porque actualmente todo atenta contra las construcciones colectivas,
absolutamente todo.” (OP1).

la provincia de Chubut. Meses después apareció su cuerpo y se determinó que había muerto ahogado, aunque las
circunstancias nunca fueron esclarecidas.
La misma idea vuelve a estar presente al año siguiente, en el festival por el cierre de actividades
de 2019, al hacer un balance de los últimos años tras la derrota de Macri en las elecciones de ese
año. Allí, decía otra de las coordinadoras del sitio, que también integra la MTyC:
Se van a cumplir 15 años de la recuperación de este sitio y también se cierran 4 años, los más
resistentes que tuvimos. Igualmente, antes tampoco fue fácil, hay que decirlo, nunca fue fácil trabajar
y sostener un sitio de memoria. Pero en estos últimos años tuvimos que escuchar cosas horrendas: el
“curro de los derechos humanos”, el negacionismo, que no son 30.000. Una vergüenza para
Latinoamérica y el mundo, porque quienes lo decían tenían a su cargo la Secretaría de Derechos
Humanos de la Nación. ¡Nos da vergüenza! Pero bueno, los aires parece que están cambiando. (…) De
todos modos, como dice Maru [la otra coordinadora del sitio]: este fue, es y será un lugar de
resistencia; este fue y será un lugar de creación, de creatividad, hoy y todos los días. (OP4) 12.
El último núcleo de sentido que queremos destacar tiene que ver con la concepción del sitio
como espacio de construcción colectiva. Como se ve en varios de los anteriores fragmentos, en
muchos de sus documentos y en todas las entrevistas, la idea es que en un lugar como el ex
“Olimpo”, todo debe intentar construirse de modo colectivo y colaborativo, abierto y horizontal
(desde la modalidad pedagógica de los talleres, hasta la forma de conducir el propio espacio) y,
como ya analizamos, privilegiando la participación comunitaria y la inserción barrial. En
definitiva, ese sería también el aporte específico de un sitio como este, que busca contribuir a la
ampliación de los modos de participación democrática y combatir toda forma de micro
autoritarismo, comenzando desde los espacios sociales más pequeños. Micro autoritarismos que
estuvieron en la base del consenso social del que gozó la dictadura, que fueron específicamente
fomentados por aquella y que constituyeron uno de sus principales legados.

A modo de consideraciones finales: balance e repercusiones de la experiencia

En este trabajo hemos analizado las características y la dinámica actual del sitio de memoria
creado en el ex “Olimpo”, cuya impronta distintiva es la participación comunitaria y la inserción
territorial. Desde una perspectiva centrada en la acción colectiva, con especial atención a las
acciones colectivas colaborativas, subrayamos la dimensión territorial de la experiencia y
abordamos tanto las prácticas sociales desplegadas (de tipo horizontal, deliberativo y consensual)
como los sentidos que los actores le atribuyen a las actividades desarrolladas, orientados a la
configuración de una “memoria ejemplar” capaz de favorecer las condiciones para la
participación colectiva en las luchas por los derechos humanos en el presente.
A su vez, a lo largo de todo el análisis hemos puesto especial atención a las diversas
repercusiones generadas por la presencia del sitio en el barrio y el despliegue de sus actividades

12
Se refiere a la animadversión del gobierno de Macri contra el activismo por los derechos humanos en general y, en
particular, a ciertos dichos que condensaron tal animadversión, como cuando el ex presidente manifestó en campaña
que con él se iba a acabar “el curro de los derechos humanos”, o cuando el por entonces Secretario de Derechos
Humanos, Claudio Avruj (al igual que el propio presidente y otros funcionarios) cuestionó la cifra de los
desaparecidos durante la dictadura, intentando minimizar lo sucedido y deslegitimar al movimiento de derechos
humanos.
en general, que aquí queremos recapitular y profundizar a modo de consideraciones finales sobre
la experiencia.
En este sentido, como hemos visto, dado que el espacio es vivido no sólo como sitio de memoria
sino también como lugar de pertenencia, sociabilidad y militancia, las repercusiones de la
experiencia son multidimensionales.
Por un lado, involucran aspectos de orden subjetivo e identitario, vinculados con el sentido
reparatorio que para los sobrevivientes y familiares tiene participar del espacio. Reparación
subjetiva que, según los actores, al lograrse gracias a la participación en un emprendimiento
colectivo, les ha permitido eludir la “autorreferencialidad” y la constitución de identidades
ancladas exclusivamente en el lugar de víctima del terror estatal (E2 y E6). En este sentido, si
como otros activistas de derechos humanos han logrado reconvertir -al menos en parte- el
sufrimiento individual en una causa colectiva, esta experiencia incorpora otros matices: el
cuestionamiento a jerarquizar su posición en el campo del activismo a partir de su condición de
víctimas. A su vez, lo que esos testimonios destacan es que lo que “verdaderamente” repara es el
involucramiento de toda la sociedad en estos temas y, particularmente, el compromiso barrial con
el lugar.
Por otra parte, para todos los participantes, la experiencia también impacta en términos de la
adquisición de cierto “capital militante” por parte de los activistas del sitio (Poupeau, 2007). Es
decir, el aprendizaje de un saber-hacer organizativo y militante propio del ejercicio de la acción
colectiva, como la “forma de organizar una asamblea”, de hacer una “lista de oradores” o
“informes de reuniones”, la capacidad de “escuchar a los otros” (E4). Por su parte, en relación
con quienes han asistido a los talleres, no pueden dejar de señalarse los saldos generados en
términos de formación, adquisición de saberes específicos y aprendizaje de oficios.
También pueden destacarse repercusiones a nivel social y cultural, vinculadas con la gestación de
nuevos lazos sociales y la recreación de identidades, memorias y sociabilidades barriales. Por un
lado, en el sitio se constituyen lazos propios de un tipo de sociabilidad fuerte, casi familiar, que
se vuelven especialmente vívidos en un espacio cuya historia está marcada por la
deshumanización y el intento de destrucción de todo vínculo solidario (E4). En este sentido, no
puede dejar de subrayarse esta dimensión relacionada con la creación de nuevos vínculos sociales
en un espacio signado por la pérdida y el dolor. Además, el sitio repercute en la dinámica barrial
recreando identidades; rastreando, creando y poniendo en circulación diversidad de historias y
memorias sobre el lugar y posibilitando nuevos espacios de sociabilidad. Como vimos, estos
últimos incluyen desde talleres de acceso libre y eventos culturales de todo tipo, hasta una
biblioteca popular, una radio que se emite desde el propio sitio y la reciente creación de un
espacio público parquizado. Incluso puede pensarse que el espacio no resulta indiferente ni
siquiera para aquellos vecinos que no se acercan a participar. Según las palabras de un
entrevistado, en un barrio marcado por el estigma de lo sucedido -cuya parada de colectivo,
incluso, se denomina “Olimpo”-, la presencia del sitio al menos “incomoda”: es decir,
desnaturaliza la presencia del predio en el entramado barrial y, de ese modo, contribuye a impedir
la normalización del horror (E2).
En términos políticos las repercusiones son también múltiples y se relacionan con la promoción
de los derechos humanos y sociales, con la apuesta por la transmisión intergeneracional de la
memoria -sobre todo a partir del trabajo con alumnos de distintos niveles del sistema educativo- y
con los esfuerzos por contribuir a la formación de sujetos críticos, sensibles a las desigualdades
sociales y dispuestos a comprometerse con transformaciones en sentido emancipatorio e
igualitario. De hecho, como hemos señalado, es clara la apuesta del sitio por tender puentes entre
pasado, presente y futuro, aportando a las luchas contra el (re)surgimiento de todo macro o micro
autoritarismo. Así como, también, por incidir en la transformación de un régimen de memoria
caracterizado durante años por el borramiento de la identidad política de las víctimas del terror
estatal.
Finalmente, no pueden dejar de señalarse los impactos jurídicos de la experiencia, vinculados con
la producción de pruebas materiales, testimonios y demás evidencia en los Juicios por delitos de
lesa humanidad, en particular contra represores del Circuito “Atlético”, “Banco” y “Olimpo”, así
como con su activismo contra todo tipo de violencia institucional en la actualidad.

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