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“Activación social”, “politización” y “radicalización”.

Reflexiones sobre sus usos y sentidos en la producción académica sobre los sesentas-
setentas en Argentina

Mora González Canosa


IdIHCS / UNLP- CONICET. Facultad de Humanidades y
Ciencias de la Educación. Universidad Nacional de La Plata)
gonzalezcanosa@yahoo.com.ar

Mauricio Chama
IdIHCS / UNLP. Facultad de Humanidades y
Ciencias de la Educación. Universidad Nacional de La Plata)
mauchama@yahoo.com.ar

una primera aproximación

En la producción académica sobre el pasado reciente argentino, es frecuente la apelación a


conceptos como “activación social”, “politización” y “radicalización” para abordar
coyunturas, procesos y actores de la denominada "nueva izquierda". Estos estudios abordaron
la movilización de diversos sectores sociales que cuestionaron la legitimidad del régimen
militar y del propio Estado, llegando en algunos casos al uso de la violencia como medio de
transformación social. o
En la vasta producción académica dedicada al estudio del pasado reciente argentino es
frecuente la apelación de conceptos como activación social, politización y radicalización para
abordar coyunturas y procesos que involucraron a diversos sectores sociales y políticos que
cuestionaron la legitimidad del régimen militar y del propio Estado, incluyendo en algunos
casos el recurso a la violencia como medio para la transformación social y política. Sin
embargo, el uso de estos términos, a los que en ocasiones se apela de modo indistinto y con
una impronta más descriptiva o normativa que analítica, suele carecer del suficiente sustrato
conceptual. Esta falta de rigor conceptual visible en gran parte de la producción contrasta con
la proliferación de trabajos de corte empírico abocados a la reconstrucción histórica de
acontecimientos y fenómenos de diverso tipo, quizás, resultado del acceso a fuentes
documentales escritas y orales, a partir de la conformacion de archivos físicos y del mundo
digital en las ultimas décadas. Esta acumulaci[on de estudios de caso, sin dudas indispensable
para el avance del campo, no ha redundado sin embargo aún en la renovación de
interpretaciones e hipótesis generales sobre el período.
Este trabajo se propone realizar una primera aproximación a los distintos usos y sentidos de
dichos conceptos en la bibliografía sobre el período particularmente aquella abocada a los
años … El objetivo es rastrear sus principales acepciones, distinguir las dimensiones centrales
implicadas en cada uno de estos conceptos (epistemológicas y políticas) y destacar las
potencialidades y limitaciones de sus diversas formas de utilización. Finalmente, frente a la
evidente polisemia de los conceptos tratados, nos proponemos sugerir al menos algunos
aspectos y dimensiones claves que deberían considerarse a la hora de ensayar una definición
operativa mínima que resulte productiva para el abordaje empírico de los procesos de protesta
social y violencia política del período.
El trabajo que nos proponemos, que no deja de ser un ejercicio de reflexividad sobre el propio
campo de estudios, no aspira a revisión exahustiva e integral de la producción academica,
cosa que seria imposible dada la….. sino que mas bien pretende un tratamiento selectivo y
acotado de algunos textos q canónicaos y estudios mas recientes que problematizan e incluso
cuestionan estas tendencias.
Marcar las limitaciones de la revisión bibliográfica: no exhaustiva sino paradigmática, los
trabajaos clásicos o fundamentales que marcaron las el tono del campo
Inicio de cada apartado: grandes debates que signaron del campo/ epígrafe de cada uno con
hipótesis general del apartado
*No se ha avanzado mucho analíticamente / conceptualización en definir y distinguir estos
conceptos, pero se ha avanzado bastante más en el relevamiento empírico de este tipo de
fenómenos. Hay bastante trabajo empírico acumulado (ligado, quizás, a la aparición de
nuevos archivos, los del mundo digital, la importancia de la historia oral) y poca reflexión
teórica. Así como, Hay muchos estudios de caso pero no se han renovado las hipótesis
generales sobre el período

*Un ejercicio como el que proponemos no deja de ser un ejercicio de reflexividad sobre el
propio campo, centrado en un eje específico –el uso de determinados términos xXX, que han
sido muy utilizados (activación junto con constelación o familia de términos de los
movimientos sociales)

Dos partes: uno de revisión bibligráfica: análisis crítico sobre el uso de los conceptos en la
bibliografía del período; dos, a partir de la revisión deslindar dimensiones claves a tener en
cuenta a la hora de ensayar una definición operativa mínima de dichos conceptos.
Activación social
Epígrafe: rastrear alguna cita de articulo NI cristina sobre no reducir toda la activación social a las OA

MAURI

Hilb, LUtzky, Ollier, Tortti: reseña ollier y articulo NI, cavarozzi, odonell, portantiero.

Gordillo acción colectiva, ana julia, ana julia y anibal, gordillo sudamericana sobre el período

ADEMÁS MIRAR: Ollier: vida privada y vida publica, para ver si define politización y/o
radicalización
/de Ipola: nota sobre germani

Una definición general al inicio o al final. Activación social: alude a un proceso (un proceso
de activación social) o un actor o grupo (activado socialmente)

Concepto de nueva izquierda: surge con Hilb y Lutzky y Ollier.


Lutzky y Ollier: respuesta de Cristina, NI, familia de la activación, cómo dar cuenta de la
envergadura del fenómeno-, militancias múltiples, fenómenos paralelos además de pasaje de
lo social a lo político.
-Algo más: reducen la NI a las OA, a las que demonización. Lo demás es sociedad civil en
estado de ebullición, pero espontánea y democrática (las OA se “implantan” desde afuera y
desde arriba, no hay nexos). Así como hay demonización de las OA hay visión normativa –en
sentido, positivo de la “activación” de la sociedad civil).
-Se puede revisar Romero para ver si hay también esa visión positiva de lo social, la sociedad
civil. Romero: estado cuestión violencia: ver si hay un uso normativo, en sentido positivo en
libro de Anne Perotin.
En general, los trabajos surgidos en la década de los ochenta se sustentaron en una concepción de la política fuertemente
consensualista, explorando el período previo desde la revalorización de los métodos democrático-parlamentarios propia de la
época de la transición. En esa línea, estudios como los de Hilb y Lutzky (1986) y Ollier (1986 y 1989), rastrearon las causas de
la legitimación social de la violencia en los rasgos autoritarios de la cultura política argentina. Además, tendieron a circunscribir
el fenómeno de la “nueva izquierda” a las organizaciones armadas, enfatizando las diferencias entre su accionar y un vasto
movimiento popular de carácter “espontáneo” en que las primeras habrían querido implantarse obstruyendo su carácter
democratizador. La “estrategia democrática” también está en Memorias en Montaje.
En polémica con aquellos trabajos pioneros sobre el tema, Tortti (1999b y 2006) recurrió al concepto de “nueva izquierda” para
caracterizar al conjunto de fuerzas sociales y políticas disímiles que protagonizó un vasto proceso de protesta social y
radicalización política desde fines de los sesenta y que incluyó desde la revuelta cultural hasta el activismo armado. Un haz de
fuerzas heterogéneas que si bien no logró generar un actor político de límites precisos, fue adquiriendo cierta unidad “de
hecho” al desplegar una serie de discursos y acciones que resultaban convergentes en la manera de oponerse al régimen de la
“Revolución Argentina” y en sus críticas de diverso alcance al “sistema”, que en grados variables combinaban la impugnación a
la dictadura con consignas antiimperialistas y socialistas. Por ello, a pesar de su heterogeneidad, las distintas organizaciones y
movimientos que protagonizaron ese intenso proceso de politización desarrollaron una multiplicidad de nexos que
contribuyeron a que se percibieran y fueran percibidos como parte de una misma trama, la del “campo del pueblo” y la
“revolución”, generando una poderosa “sensación de amenaza” en el gobierno y los sectores dominantes.

En principio, a diferencia de las perspectivas que primaron durante los ochenta, consideramos que la “nueva
izquierda” involucró un proceso de movilización social, politización y radicalización que incluyó a las
organizaciones armadas pero que no puede circunscribirse sólo a éstas. Perder de vista esa trama mayor en la
que se inscribieron -de modo complejo y muchas veces tenso-, conlleva el riesgo de volver incomprensible tanto
su surgimiento y desarrollo, como las adhesiones que lograron concitar. Desde esa perspectiva, cobra relevancia
avanzar en dos direcciones relativamente poco exploradas por la bibliografía en términos empíricos. Una de ellas
tiene que ver con el análisis de los orígenes de este tipo de organizaciones, mostrando los procesos sociales y
políticos de los cuales fueron emergentes y que despertaron un conjunto de interrogantes, dilemas y expectativas
que atravesaron también a amplios sectores de la sociedad. Se trata de la dirección que emprendimos para la
realización de nuestra tesis doctoral (González Canosa, 2013). La otra se relaciona con la exploración del tipo de
nexos que visualizaron o intentaron consolidar con el movimiento de protesta social más amplio, de los cuales
cabría a su vez registrar diversas modalidades e intensidades de acuerdo a la organización y al período
considerado. Se trata de vínculos a veces logrados y otras tantas fallidos, no sólo por la represión sino por la
misma forma en que fueron concebidos.

Respuesta de Cristina: reseña Ollier y el articulo sobre NI

Cristina se base en textos con hipótesis generales sobre el período


Preocupación de cristina se basaba en un conjunto de textos previos con hipótesis generales sobre el
período. Estos ponían en foco en la activación social y la protesta de amplios sectores sociales, que
cuestionaban los fundamentos del orden social, el sistema político o el sistema capitalista, de
acuerdo a la impronta de cada uno de los autores. que habían hablado de crisis del sistema….
Odonell: crisis en la sociedad civil (liga con lo de los movimientos sociales)
-Odonell (crisis de dominación en la textura celular de la sociedad, desafío a la autoridad en distintos
ámbitos de la sociedad civil) / cavarozzi (referentes de sentido: autonomía y luego recaptura desde
afuera)/ portantiero (crisis hegemonia)

La preocupación de cristina era pensar la relación entre lo social y lo político, que en aquellos
primeros textos, había qeudado desdibujada.

Entre los trabajos de interpretación global sobre el período 1955-1973/6, pueden mencionarse los de Portantiero (1977),
O’Donnell (1982), Cavarozzi (2002) y Gordillo (2003). Desde el punto de vista que interesa a esta investigación, todos han
señalado que a partir del Cordobazo se abrió en el país un período de cuestionamiento generalizado que se manifestó en los
más variados ámbitos sociales y que incluyó una notable pérdida de legitimidad de las instituciones estatales. Para el primer
autor, se trató de una “crisis de hegemonía”; una crisis política, social y cultural signada por la incapacidad de las clases
económicamente dominantes para proyectar sobre el conjunto de la sociedad un orden político que los expresara
legítimamente. Para O’Donnell, de una “crisis de dominación social” que alcanzó la textura celular de la sociedad y se
evidenció en la impugnación de todo tipo de autoridad, mando y deferencia en ámbitos como la familia, la escuela o el lugar de
trabajo. En la misma línea, Cavarozzi se refiere a una “crisis de autoridad” que conllevó el debilitamiento del poder de los
referentes externos (instituciones estatales, elites políticas, sociales y culturales) y de las normas sociales, aumentando la
posibilidad de una redefinición del sentido de las interacciones sociales ‘desde adentro’ de diversos ámbitos de la sociedad
civil. Por su parte, para Gordillo el 69’ abrió un nuevo “ciclo de protesta” signado por el surgimiento de movimientos sociales de
oposición a la dictadura que ensayaron nuevos repertorios de confrontación. Según la autora, el año 1971, con las perspectivas
de la apertura electoral, habría marcado el pasaje a la acción política, que adoptaría diferentes formas y vías de expresión
según los actores involucrados y las alternativas políticas que cada uno sostenía.

Activación social: Familia / constelación de términos ligados a los movimientos sociales.


Mención a la tradición teórica de los MS.
-Constelación de ideas ligadas a las teorías de los movimientos sociales (tipo Tarrow).
En las indagaciones/preocupaciones de tortti se encontraba la preocupación de dar cuenta de
la trama social que había funcionado como condición de posibilidad del fenómeno de la NI,
sin la cual cual era imposible explicar su surgimiento y envergadura. Hallamos allí, entonces,
el concepto de activación social, vinculado a una familia de términos vinculados a las teorías
de los movimientos sociales, ya sea en su versión anglosajona como francesa. Esto es, una
constelación de conceptos como: movimientos sociales, movilización social, protesta social,
ciclo de protesta, repertorios de confrontación, acción colectiva disruptiva y contenciosa. etc.
Germani Más allá de las teorías de los movimientos sociales, tradición anglosajona y francesa,
el uso de esta familia de términos tiene su historia . Existe una historia dusos en la bibliografía
del período, germani.
-Asociación con el término movilización de Germani. Rastrear en Ana Blanco y De Ipola

Bibliografía que ha usado el marco conceptual de las teorías de los MS


Mónica Gordillo, estudios sindicatos en córdoba, con marco teórico
Ana Julia (puebladas), Ana Julia y Aníbal
Svampa ciclo de protesta, sudamericana.

Gordillo
Un enfoque analítico totalmente distinto para pensar estas protestas populares es el planteado por Mónica Gordillo en los diversos trabajos en que aborda el
Cordobazo, el Viborazo y, sobre todo y de manera más amplia, el ciclo de protesta obrera cordobés 1. La autora propone estudiar estos fenómenos a partir de
un marco de análisis que se vale de los planteos teóricos recientes sobre movimientos sociales que han buscado compatibilizar ciertas categorías provenientes
de las que han sido conocidas como las vertientes norteamericana (que pone el acento en la disponibilidad de recursos organizativos, las estructuras de
movilización y en el concepto de estructura de oportunidades políticas) y europea (que se centra más en los procesos culturales, la atribución de sentido y la
construcción de identidades colectivas) para explicar la disposición para la acción colectiva 2.
En principio, Gordillo parte de una periodización de los años comprendidos entre 1955 y 1973 que es también una hipótesis de trabajo 3. El primer subperíodo
que va desde 1955 a 1969 habría constituido una etapa caracterizada por la resistencia y la protesta obrera que fueron tomando diferentes formas y
contenidos al tiempo que se iban conformando nuevos actores provenientes fundamentalmente de los sectores juveniles. En el segundo subperíodo, que
abarcaría desde 1969 hasta fines de 1970, emergería lo acumulado en los años previos, estallando la rebelión popular y conformándose movimientos sociales
de oposición al régimen que ensayaron nuevos métodos de acción. De esta manera, diferentes circunstancias se conjugaron para trasformar la protesta obrera
en rebelión popular -sumando otros actores a ella como estudiantes, intelectuales, párrocos enrolados en el MSTM, etc.- y poner en escena nuevos repertorios
de confrontación que adquirieron ese año la modalidad de insurrecciones urbanas, destacándose entre ellas el Cordobazo y el Rosariazo. En este sentido, para
la autora el Cordobazo abre una etapa de cuestionamiento generalizado por parte de diversos sectores de la sociedad, poniendo de manifiesto una crisis de
autoridad en el interior de las diferentes organizaciones de la sociedad civil que coincidió con la aparición de las organizaciones armadas y la juventud en la
esfera pública como actor dispuesto a romper con el pasado. Este proceso, que se había venido conformando durante toda la década del ‘60, habría
encontrado en la brecha abierta por el Cordobazo el escenario para una redefinición desde abajo, provocando lo que la autora identifica como un proceso de
irrupción de las bases, que creó, a la vez, el marco para que de la resistencia que había caracterizado la etapa anterior se pasara a la acción colectiva.
Comenzó entonces a tomar cuerpo un ciclo de protesta 4 que serviría de base para la construcción de un movimiento social que hacia 1971 y hasta fines de
1973, tercer subperíodo, dio paso a la acción política, adoptando ésta diferentes formas y vías de expresión según los actores involucrados y las alternativas
políticas que cada uno sostenía.
Centrando sus trabajos en el caso de Córdoba 5, una de las hipótesis de la autora es entonces que el ciclo de protesta desencadenado allí por los trabajadores
de los sectores dinámicos de la economía habría dado nacimiento a un movimiento social que hacia 1971 dio paso a un movimiento político que abrió nuevas
oportunidades para otros actores y redefinió las identidades colectivas. En este sentido, apelando a las categorías de la teoría de la acción colectiva antes
mencionada, la autora propone para analizar el surgimiento y desarrollo de este movimiento social 6, así como la puesta en práctica de un nuevo repertorio de

1
Entre otros pueden verse "Movimientos sociales e identidades colectivas: repensando el ciclo de protesta obrera cordobés de 1969-
1971", en Revista Desarrollo Económico, nº 155, Bs. As., octubre-diciembre de 1999; Córdoba en los ’60. La experiencia del sindicalismo
combativo, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 1996; “Los prolegómenos del Cordobazo. Los sindicatos líderes de Córdoba dentro
de la estructura de poder sindical”, en Revista Desarrollo Económico, nº 122, Bs. As., septiembre-diciembre de 1991 y Actores, prácticas,
discursos en la Córdoba combativa. Una aproximación a la cultura política de los ’70, Ferreira Editor, Córdoba, 2001. Un artículo en que
trabaja de manera más general el período 1955-1973 es “Protesta, rebelión y movilización: de la resistencia a la lucha armada, 1955-
1973”, en James, Daniel (director), Violencia, proscripción y autoritarismo (1955-1976), Nueva Historia Argentina, tomo IX, Sudamericana,
Bs. As, 2003.
2
Pese a que aborda una pueblada reciente, otro buen trabajo que puede mencionarse por estar en consonancia con este tipo de enfoques
que incorporan diversas categorías de las teorías sobre la acción colectiva es el de Farinetti, Marina, “Violencia y risa contra la política en
el Santiagueñazo. Indagación sobre el significado de una rebelión popular”, en Revista Apuntes de Investigación del CECyP, nº 6, 2000. En
general este tipo de trabajos suelen centrarse sobre lo que denominan la forma de la protesta (repertorios de confrontación, etc.) y su
sentido (marcos culturales, identidades colectivas, etc.).
3
Entre otros ver Gordillo, Mónica (2003) y Gordillo, Mónica (1999), op. cit.
4
La autora apela al concepto de Sydney Tarrow que implica “una fase de intensificación de los conflictos y de la confrontación que incluye
una rápida difusión de la acción colectiva de los sectores más movilizados a los menos movilizados, un ritmo de innovación acelerada en
las formas de confrontación, marcos nuevos o transformados para la acción colectiva, una combinación de participación organizada y no
organizada y unas secuencias de interacción intensificada entre disidentes y autoridades que pueden terminar en reforma, la represión y,
a veces, la revolución”. Tarrow, Sydney, El Poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política, Alianza
Universidad, Madrid, 1997, pág. 264.
5
Una presentación de este enfoque puede verse en Gordillo, Mónica (1999) y Gordillo, Mónica (2001), op. cit.
6
La definición de movimiento social que la autora propone es la de Tarrow, quien lo concibe como “el desafío colectivo planteado por
personas que comparten objetivos comunes y solidaridad en una interacción sostenida
con las elites, los oponentes y las autoridades”. Tarrow, Sydney (1997), op. cit., pág. 21.
confrontación, tres grupos de factores: 1) la estructura de oportunidades políticas 7, 2) las estructuras movilizadoras8 y 3) los marcos culturales que
construyeron la oportunidad para la acción, modelaron las estrategias del movimiento, incorporaron nuevos símbolos y redefinieron las identidades
colectivas; es decir, una dimensión que alude a los significados y representaciones que subyacieron a la acción colectiva 9. De esta manera, analizando la
etapa comprendida entre 1969 y 1970, Gordillo destaca, entre otras cuestiones, ciertas coyunturas que al implicar una apertura de las oportunidades políticas
favorecieron la movilización; el privilegio de los canales informales como estructuras movilizadoras impulsado por el proceso de irrupción de las bases sobre
los dirigentes y su exigencia de democracia interna ocurrido en los sindicatos mecánicos de Córdoba; la puesta en práctica de un nuevo repertorio de
confrontación, evidenciado en la utilización mecanismos más informales para la exteriorización de la protesta y en medidas de acción directa como la
ocupación de fábricas con rehenes, que adquiría ahora un neto contenido disruptivo al subvertir el principio de la exclusiva autoridad y propiedad empresarial
en las plantas; y la resignificación de símbolos ya presentes en la cultura política cordobesa y la creación de otros para enmarcar la acción colectiva. A su
vez, esta última cuestión favoreció que entre 1971 y 1973, cuando la protesta de los trabajadores adquiere contenido político, sectores mayoritarios del
movimiento obrero cordobés apoyaran propuestas disruptivas tanto en lo que se refiere al orden político como a la representación del orden económico
deseable. Finalmente, el ciclo de protesta obrera se cierra con su canalización institucional en 1973, año en que, si bien en sus comienzos perdura cierta
agitación, la vuelta de Perón al país y sobre todo la consolidación del pacto social actuarían como los mecanismos desmovilizadores privilegiados.

Ana Julia y Anibal

Ana Julia Sola


En este sentido la autora y también James Brennan, quienes realizaron juntos diversos trabajos, han señalado la insuficiencia de los análisis
con presupuestos teóricos demasiado rígidos y la importancia de analizar la dinámica específica de los conflictos y la continua
reformulación de identidades, sentidos, objetivos y demandas que por lo general estuvieron implicados en estos levantamientos populares.
Por lo general han destacado también la diversidad de las disputas que se cruzaron en cada caso y la pobreza de las versiones que las han
reducido a un único enfrentamiento.
Tomando en cuenta seriamente estos recaudos y apelando también a ciertas ideas ligadas a la teoría de la acción colectiva, Ana Julia
Ramírez10 investigó la insurrección urbana que tuvo lugar en General Roca, provincia de Neuquén, en julio de 1972. A partir de la dinámica
específica de esta protesta, en que más allá de su masividad tuvieron un rol destacado la elite política, empresaria y profesional de la ciudad;
Ramírez analiza cómo lo que en otras circunstancias hubiera sido seguramente canalizado por vías más tradicionales de procesamiento de
los conflictos, en el contexto de 1972 desencadena un proceso de movilización popular que implementó métodos de acción altamente
disruptivos y que conllevó una importante cuota de violencia. A su vez, la autora destaca como dato significativo que la forma radicalizada
que adquirió la protesta no expresaba fundamental ni únicamente contenidos ideológicos y objetivos políticos radicales, sino en gran
medida la lucha de una elite local por defender su hegemonía regional amenazada. En este sentido, invita de manera sugerente a reflexionar
sobre el hecho de que la radicalización de las prácticas en el contexto de los tempranos ’70 no haya tenido como exclusivos protagonistas a
los actores que impulsaban proyectos sociales alternativos.

7
Para Tarrow (1997), op. cit., la estructura de oportunidades políticas se refiere a dimensiones consistentes del sistema político que
fomentan o desincentivan la acción colectiva planteando mayores o menores posibilidades de éxito para sus participantes. Sus
transformaciones más importantes surgen de la apertura de acceso a la participación, los cambios en los alineamientos de los gobiernos, la
disponibilidad de aliados influyentes y las divisiones entre las elites.
8
La autora entiende que estas comprenden “los vehículos colectivos tanto formales como informales a través de los cuales los actores se
movilizan y las organizaciones y redes sociales que se utilizan para construir y sostener un movimiento”. Gordillo, Mónica (1999), op. cit.,
pág. 387.
9
Ya más centrada en una dimensión privilegiada por la tradición europea sobre la acción colectiva, la autora afirma que los factores
anteriores “no pueden operar sin la capacidad de los actores para percibirlos como tales e integrarlos dentro de una estructura cognoscitiva
que defina el campo de posibilidades y límites, o sea para que puedan operar esos factores deben ser “enmarcados” culturalmente, es decir,
se construye una determinada representación sobre el orden político y económico existente y sobre el lugar de los actores dentro de él que
condiciona las estrategias y el repertorio de confrontación a adoptar, que son a su vez específicos y limitados históricamente”. Como forma
de operacionalizar estas cuestiones Gordillo define el concepto de marco cultural como “las metáforas específicas, las representaciones
simbólicas y las claves cognitivas usadas para evaluar los eventos, interpretar o moldear el comportamiento y sugerir modos alternativos de
acción”. Gordillo, Mónica (1999), op. cit., pág. 387.
10
Ramírez, Ana Julia, “Las puebladas en la Argentina de los ’70. El Caso de General Roca, julio de 1972. Ponencia presentada en la
reunión de Latin American Studies Association, Washington, septiembre de 2001.
Politización
Epígrafe

En términos sumamente generales, podemos decir que en la bibliografía el término


politización alude a un proceso a través del cual los actores inscriben sus demandas y el
sentido de las acciones que desarrollan en un campo específico de prácticas, en la trama de un
proyecto político más amplio. De este modo, el término se usa para hablar ya sea de procesos
de politización; de actores, prácticas o discursos politizados; o bien de diversos ámbitos,
espacios sociales o instituciones politizadas. Una primera disquisición remite, entonces, a esta
relación entre lo específico y lo general; entre las luchas reivindicativas, sectoriales o
corporativas y las luchas políticas, que involucran una reflexión e intervención de orden más
amplio. Además, vale la pena llamar la atención sobre la indeterminación normativa del
concepto. Se trata de un término que no dice nada sobre la orientación del proyecto político en
cuestión; es decir, sobre el sentido de dicha politización (si es de izquierda o de derecha; de
tipo conservador, liberal, peronista o socialista). De allí que sea frecuentemente usado no sólo
en los estudios sobre la “nueva izquierda”, sino también en los trabajos que examinan los
derroteros y dinámicas de las derechas durante el período11.
En cuanto al campo de estudios de la “nueva izquierda”, su utilización para pensar las derivas
de la activación social de diversos actores, organizaciones y movimientos cobra relevancia a
partir de los primeros trabajos que abordaron la relación entre política y cultura en los años
sesenta y tempranos setenta, sobre todo para pensar el tema del compromiso político de
intelectuales, universitarios, artistas y profesionales. Nos referimos a los trabajos de Terán
(1991), Sigal (1991) y Sarlo (2007), por mencionar sólo algunos de los estudios pioneros que
marcaron el tono del campo sobre este tema. En general, se trata de trabajos para los que la
cuestión de la autonomía de los diversos campos disciplinares en relación con la política es un
problema fundamental. De hecho, entre todos ellos existe un relativo consenso acerca de que
el proceso de politización en curso -más tarde o más temprano, según las diferentes tesis-
derivó en la pérdida de especificidad de las prácticas culturales, erosionando la legitimidad de
las diversas disciplinas intelectuales, científicas, artísticas o profesionales.
De todos modos, hay entre estos trabajos importantes matices. De hecho, al igual que al
analizar los usos del concepto de activación social, también en este caso podemos
introducirnos al tema a partir de un debate, aquel que desarrollaron Terán y Sigal (1991) a raíz
de la publicación de sus respectivos libros.
11
Citar estudios sobre las derechas, lvovich, boholavsky, carnagui, besoky. O para artículo (revisar uso término).
Terán historia de las ideas. Quiebre en el 66

Invasión de lo político del campo intelectual

66: dominio provocó o permitió el dominio de la política sobre las ideas y la pérdida de
legitimidad de ciertas actividades culturales

Pasaje del modelo del intelectual compromoetido al intelectual revolucionario.

Politización de la cultura.

: mientras Terán catástrofe e invasión de lo político, en un itinerario que traza el pasaje desde un
recorrido que traza el itinerario recorre del intelectual comprometido al intelectual organico, Sigal
versión más matizada del antiintelectualista fue voluntad autónoma de los intelectuales. Y tras Terán
SArlo.

1) Aca o no. Definición generalísima, relación entre prácticas y especificidad y orientación

Terán

Siguiendo esta línea interpretativa, más de una década y media después, Sarlo realiza un
estudio donde aborda…. Según la autora, hay una línea narrativa que conecta estos diversos
universos: “el pasaje de las solucionares reformistas a propuestas revolucionarias”. Y, d esde
una perspectiva cercana a la de Terán, subraya que a medida que avanzaban los años sesenta la práctica intelectual pasó a
ser juzgada por los mismos agentes como insuficiente, perdiendo progresivamente su autonomía.

Cita SArlo
Sigal, Terán, sarlo Gil, nayla, dip, celentano, marcelo, longoni la primacia, bugnone,
visacovsky.
Epígrafe: rastrear alguna cita de Terán o Sarlo: sobre con la politización se pudrió todo en
relación a la especificidad de las prácticas.
Ver visacovsky: página 215-216 para definición general.

2) Hipótesis canonicas sobre la politización y la pérdida de especificidad de las prácticas: Terán,


Sigal, Sarlo

Situar fines ochenta y noventa


sigal

Así como Sigal coincide con Terán en ubicar en el año 1955 el punto de arranque del recorrido seguido por los intelectuales
progresistas, discrepa tanto en el cierre del ciclo como en el balance final de la experiencia. Para Sigal, el golpe de 1966 no
representó un momento de clausura ni acarreó los efectos catastróficos que Terán parece atribuirle. Para la autora, el
autoritarismo militar logró marginar a los intelectuales progresistas de las instituciones culturales, pero de ninguna manera
constituyó el detonante que explica su radicalización. Si bien admite que los intelectuales politizaron su labor, no
lo hicieron empujados por una instancia externa sino respondiendo a criterios generados desde el
propio espacio de la cultura. En este sentido, el argumento de Sigal relativiza la cuestión de la
subordinación de los intelectuales a la lógica política. En todo caso, la decisión de dar primacía a la
política –proceso visible para la autora recién a partir del Cordobazo–, fue expresión de la “más 34
Mauricio Sergio Chama absoluta autonomía” de los intelectuales que devenidos en políticos eligieron
hablar y actuar, sin mediaciones, en nombre de la “ley marxista” o “peronista”.

Ver mauri

2) Bourdieu, esferas de practicas separadas, autónomas.

Pasar a eje 2) desde Sigal y su recepción de Bourdieau.

Qué presupone usar a bourdieau: esfera de prácticas separadas, lo político invade la cultura. Para
pensar en la relación entre dos cosas (política y cultura) hay que presuponer la previa separación
entre esas dos cosas. Sigal versión compleja de bourdieu

-formas de relación: interacción, subordinación, etc.

Desde allí, en consonancia o en polémica con estas hipótesis sobre los intelectuales, se pensaron las
relaciones entre la política ydistintas prácticas culturales, artísticas, profesionales, etc. etc.

Estudios de caso que cuestionan o matizan el carácter general de la hipótesis de Terán. Con un
estudio de caso lo que refutan es el carácter global de ese tipo de relación entre política y cultura,
que todo haya sido subordinación, mostrando casos, esferas de prácticas, espacios institucionales
donde no se perdió la especificidad de las prácticas. Marce

3) Trabajos viejos (longoni) y nuevos que cuestionan la pérdida de especificidad a partir de


estudios de caso.

Dos tipos: Arreglando a Bourdieu o la politicidad. 2 lineas: a partir de estudios de caso –y con el
presupuesto bourdiano arreglado- matizan las hipótesis generales: la politización no implico
siempre pérdida de especificidad: dip, nayla, celentano.

A) El quid es la necesariedad, que la politización siempre y necesariamente implica, Politización es


sinónimo de perdida de especificidad. IMplicitamente, lo que muestran estos otros treabajos es
que existen diversas modalidades que puede asumir la politización, entre las cuales la anterior
sería solo uno de los tipos posible entre otras.

Celentano: los libros, no perdida de especificidad, implícitamente se sugiere otro modelo de


intelectual.

Mauri: párrafo conclusiones abogados y psicólogos no perdida de especididad.


Nayla: previamente tb politica/Dip: los peronistas politizados también proyecto de universidad

Longoni: -Ana Longoni: formas de pensar la politización de los artistas no necesariamente


negativas. Distinguir entre acciones, discursos y espacios institucionales.

B) Otra: politicidad de las prácticas: ana bugnone, visacovsky.

Pensar las cosas de otro modo: lo político, la politicidad de las prácticas.

-Ver Nayla/Visacovsky/ (intro a CyR, libro después del 76)

Compromiso/orgánico: pasaje de los sesenta a setenta en Terán. Compromiso: otorgarle a un


sentido político a la propia práctica, reflexión sobre como poner la propia actividad en
función/contribuyendo con la causa política a la cual se adhiere (primero por mayor nivel de
generalidad: hay trabajos que hablan de compromiso y no derivan en Terán: Gilman,
Longoni). Compromiso como primer paso en un proceso de politización
-Politización (la lógica de un campo invade la especificidad) /politicidad (de las propias
prácticas): conllevan distintas concepciones de la política. Ana Bugnone Bourdieu y otro
desde Ranciere.
-Politización, pasaje de un lugar a otro, de lo social a lo político: en el fondo conlleva una
impronta Bourdiana: la separación y autonomía de los campos. En Bourdieu esta separación
es teórica, metodológica y también normativa: en el fondo presupone que la autonomía de los
campos es algo bueno (secular, moderno). Bourdieu lo toma de la división de esferas de
Weber. Presuponemos que es buena esa separación y autonomía, por lo que los cruces son
invasiones de la lógica de un campo sobre otro.
Neiburg (la invención del peronismo) / Plotkin y Neiburg: suponemos que algo previamente
estaba separado y en Argentina no fue así (entre campo expertise y política).
-Quizás la distinción en los sesenta-setenta sea el signo de la politización y no el cruce entre
ámbito y política en sí.
De Terán: la idea es que la politización arrasó con todo, una lógica que invadió,
ilegítimamente, campos que no le eran propios –vs. politicidad-, barriendo con la
especificidad de tales prácticas, empobreciéndolas (campo cultural en sentido amplio:
artísticas, intelectuales, universitarias, profesionales). Se toma una forma de politización
(generalmente aquella que derivó en abandono de aquellas prácticas específicas) por la
politización tout court, es decir el caso/parte por el todo (sinécdoque). Buscar en Memorias en
Montaje. Si embargo, actualmente existen distintos estudios sobre casos empíricos que rescatan
experiencias de politización –e incluso radicalización- que no derivaron en la pérdida de
especificidad de las prácticas del ámbito en cuestión, que reivindicaron la dimensión política de
sus prácticas sin que por ello perdieran su propia especificidad (policitidad?) perder especifi. Dip:
universidad otros universidad, Celentano Los libros, Longoni y Mestman, Mauri.

Ver visacovsky: página 215-216

Visacovsky:
“la politización no involucra la ruptura de los límites o la autonomía profesional a favor de la
política, sino el uso de sentidos políticos en el ámbito profesional. En otros términos, lo
político aquí no emerge de ni lleva a una crítica de los fundamentos del orden social
profesional, sino que es empleado para producirlo. De este modo traza una diferencia entre los
procesos de adopción de interees políticos por parte de los agentes, en tanto ciudadanos, de
aqeullos procesos en los cuales lo político sirve a los fines de producir, reproducir o renovar
intereses no políticos., p. 27. No es lo del che: soy medico que puedo hacer por la revolución,
yo también era médico. No lleva a abandonar la esfera de prácticas en cuestión, sino a ejercer
esas prácticas de determinada manera y en virtud de un sentido político que no
necesariamente carace de especificidad.

Conceptos subsidiarios: partidización (una de las formas posibles que asume la politización,
liga con debate especificidad de las prácticas, poniendo en juego su autonomía), Distinguir
politización de peronización/izquierdización que son sentidos u orientaciones de la
politización

Para la próxima: tras hipótesis de perdida de especifidad: Los de sindicatos no piensan así: su
impronta normativa es positiva/marxista: los obreros que toman conciencia de clase y se
politización.

Para la próxima Carassay: para fijar limites a la extensión empírica de la politización. Más
allá de los problemas del libro y de la envergadura del fenómeno, para marcar sus fronteras y
no perder de vista el lugar que ocupa en el contexto general.

Radicalización
Visacovsky, tarcus sectas,

Definición general: reforma o revolución (categorías que, por otra parte, estaban en disputa
entre los propios actores del momento), marx, totalidad, apelación a la violencia como
posibilidad (prácticas y discursos), compromiso total
En íntima relación –y a veces confundido con- los debates sobre la politización, en la
bibliografía sobre el período nos encontramos con el concepto de radicalización.
Radicalización habla de un proceso, un actor, grupo o individuo poltizado, incluso un espacio,
colectivo o asociaciones institucionales politizados Compromiso: carácter absoluta.

Definición general. Marx: ser radical es tomar las cosas de raíz. Compromiso total: tarcus
sectas?, Terán?, compromiso total, impugnación del sistema capitalista en su conjunto, un
cuestionamiento global, la idea de totalidad. Que puede incluir, o no// frecuentemente apelan
al uso de la violencia como forma de intervención política – ya sea a nivel discursivo o a nivel
práctica- , la apelación a la violencia como forma de intervención de política, como medio de
transformación de ese orden. (organizaciones armadas tanto como los partidos de izquierda).
Es lo opuesto al reformismo (la parte funciona mal porque está ligada intrínsecamente al todo)

Existe el intelectual radicalizado (que no abanadona sus practicas especifica): paco urondo,
Walsh, glayzer, gelman, Haroldo conti.
Referencia en artículo de Campos sobre radicalización. Hace cita de Marx sobre tomar
las cosas de raíz (hay algo interesante sobre la intersección de las esferas). También
alude a la cuestión de si se trata de acción directa, discurso socialista o qué
Para intro

13 Marx, C. [1844], “Contribución a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel”, en Marx, C. y Engels, F. (1959) Sobre la
religión. Buenos Aires: Editorial Cartago. De esta manera, lo radical es el esfuerzo imposible por alcanzar la inmanencia
entre dos instancias irreductibles. Aun así, un concepto de “radicalización” capaz de independizarse de sus contenidos
ideológicos particulares, sigue conservando sus problemas. ¿Cuándo se inicia la radicalización de personajes como Joe
Baxter o Dardo Cabo? ¿Cuándo ingresan en Tacuara y lo radical se vincula al método de la acción directa? ¿O cuándo se
suman a los movimientos armados que plantean el socialismo como meta? Agradezco a Omar Acha sus observaciones
sobre el uso acrítico que hice del concepto de “radicalización” en un trabajo anterior. Junto al libro de Luis Donatello, son
los disparadores de esta reflexión.

-Distinguir: DISCURSOS Y PRÁCTICAS.


Una primera muestra de la indistinción que se nota en el uso del término en la bibliografía es
la indistinciíon con que se usa el término tanto para aludir a discursos como a prácticas, sin
distinguirlos. La distinción es analítica.
En términos de las ideologías, lo primero que habría que connotar es radicalización política
hacia la izquierda, o de la derecha.

El término radicalización política no indica mucho per se. Puede hablar de los discursos, las
ideas, las ideologías, y también puede hablar de los métodos de acción política sin haber una
relación lineal entre estas dos dimensiones.

A) DiSCURSOS
-Contenido ideológico/político de la radicalización: derecha e izquierda.
AL igual que el concepto de politización, el de radicaliazación no implica un contenido
normativo determinado, es decir, no supone una orientación política-idologica de un signo
determinado (progresista o conservador, de izquierda o de derecha). Es por eso que, si bien es
un termino frecuentemente utilizado en los estudios sobre nueva izquierda, también lo es en
los estudios sobre las derechas del período (ya sea en relación con sus discursos o sus
prácticas).
Los primeros estudios limitaron el uso del término para la izquierda. Luego eso empezó a ser
cuestionado, cuando se extendieron los estudios sobre la derecha, estos reivindicaron el uso
del término de la radicalización. Besoky, Carnagui, Lvovich sobre Tacuara, Boholavsky,
Cucchetti. Ver: si estos estudios que usan el termino radicalización distinguen entre objetivos
y prácticas.
- estudios preliminares (Altamirano cambio de izquierda y derecha. Altamirano muestra que
aún en el caso de la derecha, la idea de cambio estructural está instalada en la derecha o en
sectores que no son de izquierda también.
Dentro de objetivos se podría ligar con imaginarios, ideas y subjetividad revolucionaria en
Usos x Terán/Vezzetti/Vera: pensar el giro subjetivo, peso de las ideas como fuerza operante
transhistórica./. Para Terán ver Marcelo. Actores capturados por la fuerza de las ideas.
Radicalización: dimensión subjetividad revolucionaria, ideas. Vera: subjetividad ahistórica,
formas teleológicas de las derivas al desastre y casi causales de la dictadura.

B) PRACTICAS
-ver artículo Campione: izquierda radicalizada no armada. No armada pero revolucionaria. Es
otro modelo de violencia, pero siguen apelando a ella (pero modelo insurreccional no
guerrillera.)
-Distinguir: objetivos y prácticas radicalizar. Ana Julia y Nievas, evidencian la necesidad de
la distinción.
-Para prácticas Un uso, línea cicso/bonavena: cuanto más acción directa (sin mecanismos de
intermediación institucional), cuanto más en la calle –“lucha de calles”-, métodos
asamblearios, democracia directa, horizontalismo (desconocer autoridades previamente
instituida). Ver algo de Pittaluga, quizás en memorias en montaje.
Para próxima quizás: Se puede buscar en Vera / Lanusse /mi tesis / Ollier cómo se han hecho
tipologías de acciones armadas/violentas, como una mención y refiriendo sobre todo el
criterio de clasificación.

Cuestiones subsidiarias

Especificidad Existe el intelectual radicalizado (que no abanadona sus practicas especifica):


paco urondo, Walsh, glayzer, gelman, Haroldo conti.

Consideraciones finales

-Proceso teleológico: de la politización a la radicalización: como si fueran estadios de un


tránsito necesario y no pudiera haber marchas y contramarchas (emparenta con Carassay).
Los conceptos están vinculados, si bien un proceso de radicalización, implica uno previo de
politización y previamente otro de activación, es decir que se subsumen uno en otro, este no
es un transito necesario. Usualmente pensado este itinerario de modo teológico para el
período, es necesario contemplar la posibilidad –e indagar empíricamente- procesos de
activación social que no llevaron a la politización; o bien procesos de politización –de
diversas modalidades- que no llevaron necesariamente a la radicalización.
Cada uno de esos términos lleva implícita la idea de una gradación, probablemente por aludir
a dinámicas sociales que implican procesos (de allí, seguramente también, que buena parte de
los estudios del campo apelen al estudio de trayectorias e itinerarios de sectores y grupos en el
tiempo). Al igual que se ha hecho con los estudios sobre Actitudes sociales en dictadura: sería
necesario analizar distintos grupos, distintas actitudes en el tiempo y en distintos aspectos. En
parte por la dinámica de la época se piensa como un increscendo, pero para ciertos grupos
puede haber sido así o no, en determinados aspectos y no en otros (objetivos y/o prácticas)
incluso de modo paralelo (institucional y armado en Montoneros)
-Impronta normativa tanto de politización como radicalización: como si fuera una vara
valorativa en sentido positivo, quien es más radical que quien, justificando la relevancia del
objeto. O bien en sentido negativo: Vezzetti, cuanto más radical más desvariado.
En ensayo de definición
Activación
-Recuperar la pertinencia de los conceptos asociados a los movimientos sociales para cierto
tipo de fenómenos de los sesenta-setenta
Compromiso/militante/línea francesa: Vecchioli, sobre el período, ligar con ensayo de
definición, fructífero pensar el período con esas categorías.

Gradación de la politización y la radicalización, distintos grados de compromiso (línea


francesa, Benjamin). Es una cuestión comparativa. Gradación de actitudes sociales (igual que
bajo la dictadura)

Vezzetti_ para radicalizados de izquierda y derecha. Debate hobswam tipo revolución y


fascismo.
Ansaldi: para mirar dimensiones
Radicalización: Para prácticas se podría retomar gradaciones de tipos de acción colectiva
(desde la institucional a la contenciosa/disruptiva –ver Tarrow, Benjamin, González Calleja)

Corpus
odonel/cavarozzi/portantiero
, Vasco y libritos del equipo, Benjamin,

Hilb y Lutzky
cristina
Sigal y Terán: plotkin
romero
Vera
Pittaluga
Ollier: vida privada y vida publica, ver si define politización y/o radicalización

Ver González Callejas, el Vasco, Benjamin, Tarrow, libritos del equipo

Terán/Vezzetti/Vera: actores capturados por la fuerza de las ideas. Radicalización: dimensión


subjetividad revolucionaria, ideas. Vera: subjetividad ahistórica, formas teleológicas de las
derivas al desastre y casi causales de la dictadura.
-Altamirano: o para ver como usa politización (para el caso de los intelectuales) o para cómo
piensa la cuestión del cambio para izquierda y derecha, en conexión con el término
radicalización (en intro a documentos)
-Pozzi//Schneider
-Ver campos y slipak para ver si hay algo.

Nayla
Sin dudas estos temas estaban en debate. Lo que se observa, no obstante, es que
aquellos señalamientos se enmarcan en una compleja afirmación que supone para estos
años, una cuestión académica y universitaria tan predominante como tibiamente unida a
otra política. Nuevamente, afirmaciones de este tipo oscurecen el hecho de que los
acontecimientos y procesos de la esfera política también impactaron en la vida
universitaria en este período, con momentos donde incluso, las fronteras entre ambas se
volvieron realmente porosas. Una visión procesual y más compleja de esta cuestión nos
obliga a repensar aquella articulación, corriéndonos incluso de visiones casi celebratorias
de una época y peyorativas hacia otra. La importancia de este trabajo radica en que,
mediante una perspectiva orientada “hacia atrás y hacia lo social”, propone esclarecer
aquello que ha quedado “doblemente oscurecido” en cuanto a la politización de la sociedad
argentina, particularmente, del actor movimiento estudiantil.
Ahora bien, creemos que este proceso no se entiende sin articular las esferas
política y universitaria o académica, ámbitos centrales de actuación del movimiento
estudiantil.

Ahora bien, creemos que este proceso no se entiende sin articular las esferas
política y universitaria o académica, ámbitos centrales de actuación del movimiento
estudiantil. Como se dijo, las universidades de estos años atravesaron una suerte de edad
dorada que, a pesar de sus matices y límites, es reconocida por la modernización de las
estructuras académicas y científicas. Ocurre que el lugar del movimiento estudiantil en esto
es frecuentemente ignorado. Pugnas en torno a la composición del co-gobierno
universitario, al examen de ingreso para la carrera de Medicina, a la posibilidad de recibir
financiamiento extranjero, a las orientaciones de la actividad científica y de las carreras
profesionales, marcaron este período, siendo el estudiantado un claro motor de
transformaciones y debates que, o bien cuestionaron el sentido de aquellas
transformaciones, o bien profundizaron su contenido. Contrariamente a lo que se cree,
debemos decir que dichos cuestionamientos no supusieron simplemente un rechazo u
abandono de los reclamos corporativos, clásicos del estudiantado reformista. Si bien esto
pudo haber sucedido se articuló también, y de una forma novedosa, con aquellas ideas de
revolución, antiimperialismo y liberación nacional.
Relativiza la autonomía previa, asumiendo que parte de los avances de la d[ecada dorada
tambi[en tuvieron al movimiento estudiantil como motor.
Rechazando el mito de la “campana de
cristal”, buscamos visibilizar aquellos tempranos procesos de rupturas ideológicas y
organizativas del estudiantado, cuyas proyecciones, sin dudas, van a acelerarse y
masificarse en los años siguientes
Y presuponiendo los presupuestos bourdianos >es decir, sin abandonar el presupuesto de la
separaci[on de esferas/ recupera una distinci[on interesante del sociólogo francés que se
volver[a clave en su tesis>

Bourdieu (2000) dirá que más que hablar de “autonomía” o “determinación” a secas, es conveniente
advertir que la acción de los sucesos sociales y políticos sobre cada espacio particular no se ejerce sino a través
de la lógica específica de cada uno, la que da su propia forma a todos esos efectos. En términos de Halperín
Donghi (1998), podemos decir que la vinculación de la universidad argentina con el mundo de la política estuvo
desde principios de siglo XX atravesada por la lógica interna de dichas instituciones, la que a su vez se
encontraba determinada por aquellos espacios y dinámicas paralelas: la educativa y la política.

proceso de politización y radicalización

En términos muy generales, podemos decir que al utilizar el término politización la


bibliografía alude a un proceso a través del cual los actores inscriben sus demandas y el
sentido de las prácticas que desarrollan en un campo específico en la trama de un proyecto
político global, de la orientación que sea. Una primera disquisición alude entonces a esta
articulación entre lo específico y lo general y a la indeterminación respecto de la orientación
del proyecto político en cuestión; es decir, que cualquier actor podría politizarse en sentido
(de derecha o de izquierda, conservador, reaccionario, liberal, peronista o socialista)

Dicho de otra manera, un interés creciente por la lucha política se articula con (o en algunos
casos, acaba subsumiendo) la lucha sectorial o corporativa. La idea de radicalización política
alude, en cambio, tanto al contenido como al modo extremo que adquiere la politización de
diversas prácticas y discursos. La radicalización política hacia la izquierda que tuvo lugar
entre los
años cincuenta y setenta en nuestro país y en el continente latinoamericano, supone tres
transformaciones extremas en torno al compromiso y la ética revolucionaria, a la estrategia (el
debate en torno al “etapismo”) y los métodos o las vías (que llevó a un
cuestionamientos hacia las formas legal-democráticas y una incipiente aceptación del uso de
la violencia y la lucha armada). A pesar de que no fueran debates nuevos para la izquierda del
siglo XX, ninguna de estas tres notas puede pensarse por fuera de la influencia de la
Revolución Cubana y la forma como este acontecimiento las articuló y redefinió.

Bibliografía

Sarlo B. (2007), La batalla de las ideas (1943-1973). Buenos Aires: Ariel.


Sigal S. (1991) Intelectuales y poder en la década del sesenta. Buenos Aires: Puntosur.
Terán, 1991.
Sigal, Terán: debate, 1991

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