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Subh

Había una vez una chica llamada Subh. Nació en el reino de Navarra en
el año 938 d.C. de Cristo. Su padre era uno de los mejores jefes de
guerra que se conocían por aquel entonces llamado Alfonso XIV y su
madre se llamaba Ainara y se dedicaba a cuidar la casa y a su hija. Uno
de los generales en los que más confiaba su padre era Hernesto.

Cuando Subh tenía tan solo nueve años, su padre falleció en una de las
batallas más importantes en las que había participado. Hernesto
resultó ser un infiltrado del equipo contrario y fue el que le asesinó.
Ainara, estaba muy triste, ya no solo por la muerte de su marido, sino
que también estaba decepcionada porque ella también confiaba
mucho en Hernesto y se sintió traicionada. En ese entonces la mujer
tenía que estar al mando de un hombre y, debido a que el abuelo de
Subh también había fallecido en una batalla unos años atrás, su madre
se vió obligada a casarse con otro hombre llamado Hermes.
Subh no se llevaba especialmente bien con Hermés porque cuando
Ainara estaba con ellos se portaba muy bien con ella y la trataba como
si fuera su propia hija, pero, cuando Ainara no estaba, la trataba muy
mal como si fuera una esclava. Quería que le hiciera la comida, que
limpiara la casa, quería que le hiciera la cama e, incluso, que eligiera la
ropa que debía ponerse.

Pasaron once años y la madre no se daba cuenta de la actitud que


tenía Hermes con su hija pero, debido a que Subh tenía que estar
casada obligatoriamente con un hombre por su mayoría de edad, unos
años antes había abandonado la casa de sus padres para ir a vivir con
su marido, por lo tanto, ya no tenía tanto contacto con Hermes.

Cuando Subh cumplió veintisiete años empezó a luchar y llegó a ser


una de las gobernantas más importantes de su pueblo. Estuvo
luchando 7 años, ya que tuvo muchas dificultades debido a que, por
aquel entonces, no veían capaz a las mujeres de obtener esos cargos.
Su cargo era uno de los más importantes del momento y muchos no
estaban de acuerdo con que una mujer tuviera un cargo tan
importante.

Juan, el hombre que tuvo su cargo anteriormente, se hizo pasar por un


esclavo cambiando su aspecto y su ropa para que no le reconocieran.
Consiguió ganarse la confianza de la familia para, con el tiempo,
envenenar a la mujer en venganza.
Pasaron un par de años y Subh se quedó embarazada, entonces el
“esclavo” vió la oportunidad perfecta para envenenar a la mujer y que
sufriera, porque ese era su objetivo debido a la rabia que sentía por
dentro.

Juan era el encargado de llevarle el desayuno, la comida y la cena a la


mujer embarazada para que ella no tuviera que hacer el esfuerzo de ir
hasta el comedor. Para desayunar Subh siempre tomaba té rojo con
pastas así que una noche Juan decidió acostarse un poco más tarde
para preparar el veneno que echaría en el té al día siguiente y así
terminar con su venganza.

Llegó el día, el hombre se levantó media hora antes de lo normal y


debido a que no podía dormir porque no estaba seguro de lo que iba a
hacer y se pasó toda la noche pensando en ello. Se dirigió a la cocina
dispuesto a hacer el desayuno envenenado. Preparó todo el desayuno y
justo cuando iba a echar el veneno se lo pensó mucho y se arrepintió,
sintió algo de afecto por la mujer y algo que nunca había sentido antes
con nadie, le pareció extraño e inusual, se lo empezó a plantear y se dió
cuenta de que en realidad no sentía rabia y enfado por la ella, sino que
se había enamorado de Subh.

Él sabía que Subh no estaba enamorado de él y estaba confundido, ya


no sabía si envenenar el desayuno o no, ahora con quien estaba
enfadado en realidad era con el marido de Subh porque él la tenía y
eso era algo que le producía mucha frustración. Decidió pensarlo y
llevó el desayuno tal y como estaba, al igual que todos los días. Cuando
entró en la habitación de Subh se quedó embobado al mirar a la mujer
dormida, relajada y muy hermosa. Ella era perfecta y se imaginó una
vida entera con ella hasta que llegó el marido, abrió la puerta
bruscamente y despertó a la mujer, el esclavo dejó el desayuno y se fue
con pena porque esa mañana no había podido hablar con la mujer
como hacía a diario cuando ella se despertaba.

Se encargó del resto de tareas como hacía todos los días, pero lo hacía
más triste y con desgana. Estuvo pensando en cómo separar el
matrimonio para conseguir estar con Subh y tener un vida con ella. Se
planteó matar al marido, inventar que el marido la había traicionado y
muchas cosas más pero ninguna iba a funcionar.

Unos días más tarde se enteró de que el marido iba a salir de la casa
durante 4 horas aquella tarde, vió la oportunidad de acercarse a ella
sin que hubiera posibilidades de que llegara el hombre a
interrumpirlos.
Llegó el mediodía y le llevó la comida a la cama como hacía a diario y
cuando la mujer terminó de comer Juan se llevó el plato, pocos minutos
después el marido salió de la casa. En cuanto el hombre salió, Juan se
metió en la habitación de la bella mujer y la empezó a seducir pero
Subh estaba desconcertada y confundida, tuvo varios pensamientos,
realmente era un hombre atractivo y apuesto pero, ¿y si su marido se
enteraba? ¿o si no funcionaba?

Finalmente la mujer le siguió el juego a Juan y se pensaban que el


marido no se enteraría porque iba a estar fuera de casa durante un
largo tiempo pero resultó que se había olvidado de unos papeles
importantes y había vuelto a la casa. Tuvieron la suerte que era la hora
de la merienda y en cuanto escucharon las llaves el esclavo se vistió
muy rápido y actuaron como si Juan le preguntaba a Subh que iba
querer esa tarde para merendar. El marido notó una actitud extraña y
tensa pero no le dió mucha importancia, cogió los papeles y se fue.
Hubo un silencio largo y tenso en la habitación hasta que Subh dijo:

- Subh: No podemos hacer esto, han estado a punto de


descubrirnos y si lo volvemos a intentar y nos ve alguien ya sabes
cual es tu castigo

- Juan: Sí, la muerte, pero no me importa mientras pueda pasar un


tiempo de mi vida contigo, prefiero arriesgarme antes que no
poder estar juntos. En realidad, deberías decidir tú, tu castigo
sería aún peor que la muerte, vivirías encerrada en una torre
durante el resto de tu vida es un riesgo muy grande, pero si me
dejas decidir a mi, yo me arriesgo, iremos con cuidado y nadie
nos descubrirá

- Subh: No, no podemos el castigo sería muy duro para los dos

- Juan: Pero yo no puedo guardar lo que siento, como voy a verte


todos los días y saber que no podemos estar juntos por culpa de
un hombre que no te valora ni te quiere y estoy seguro de que tú
a él tampoco

- Subh: Puede que tengas razón, yo ya no quiero a mi marido como


antes pero tengo un bebé dentro de mí y es suyo.

- Juan: Si le dejas yo lo cuidaré como si fuera su padre y lo querré


como tal.

- Subh: No, esto es imposible, tenemos que dejar las cosas tal y
como están.
El hombre salió de la habitación triste y apenado sabiendo que no
podía estar con la mujer que amaba, pero decidió seguir con las tareas
como siempre hacía.

Por otra parte, Subh en su habitación estaba muy confusa y sabía que
hacer, en realidad, Juan tenía razón por una parte, ¿cómo iban a verse
todos los días habiendo pasado eso? ¿tendrían que intentarlo? ¿o
dejarlo pasar? Ella no podía parar de pensar en lo que acababa de
suceder, los pensamientos le estaban comiendo la cabeza hasta que
decidió llamar al esclavo para hablar con él porque no podían dejar así
las cosas.

Tuvieron una larga conversación en la que decidieron intentarlo a


espaldas de su marido y sin que nadie se diera cuenta iba a ser difícil
pero iban a luchar por su amor.

Unos meses más tarde seguían con la relación y aún no habían sido
descubiertos hasta que un día su marido llegó mucho antes de lo
previsto porque tenía sospechas de que algo malo estaba sucediendo.
Al llegar a la puerta de la habitación se quedó escuchando a través de
la puerta antes de entrar y escucho conversaciones que no eran
usuales en una relación entre un sirviente y su ama. Entró bruscamente
en la habitación y les descubrió. La mujer sorprendida gritó
fuertemente y el esclavo salió de la habitación lo más rápido posible.

Les aplicaron los castigos que les corresponden por esa infidelidad.

Tras unos años, la mujer seguía encerrada en la torre, no podía


soportar la presión de estar encerrada y acabó perdiendo las
esperanzas de salir algún día de aquella torre oscura, fría y solitaria.
Un día, ya no le quedaban fuerzas para seguir viviendo aquella vida
amarga. Todos los días eran igual y no sabía qué día ni que hora era.

Así que se cansó de esa vida aburrida y decidió suicidarse tirándose


por la pequeña ventana que tenía aquella torre.

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