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EL CAMINO HACIA
LAS SOCIEDADES INCLUSIVAS
Coord.
SANDRA OLIVERO GUIDOBONO
2022
EL CAMINO HACIA LAS SOCIEDADES INCLUSIVAS
ISBN: 978-84-1122-373-7
LA GLOBALIZACIÓN DE LA BIOGRAFÍA:
LA (RE)TRADUCCIÓN IDENTITARIA
EN LA MODERNIDAD LÍQUIDA
1. INTRODUCCIÓN
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que la traducción nos permite, en última instancia, llevar un texto a la
otra “orilla”.
No obstante, y a pesar de que la traducción implica, como acabamos de
argumentar, una traslación del mensaje es preciso hacer hincapié en el
hecho de que nuestra disciplina nunca va a ser inocua, sino, muy por el
contrario, asimétrica, oposicional y marcada por los choques y los en-
frentamientos. Por consiguiente, puede considerarse un terreno propicio
para estudiar cuestiones que se caracterizan por los conflictos (Bandia,
2018). En este sentido, tanto los exiliados como los traductores tienen
mucho en común, pues “[t]he pain of exile can result in extraordinary
creativity, and is also a means of writing differently, because exiles, like
translators view their world from more than one perspective” (Bielsa y
Bassnett, 2009). O en palabras de Benedetti:
El exilio, cualquier exilio, es el comienzo de otra historia. Es dolor y a
la vez descubrimiento […] Quizá porque de todos modos sobrevivimos
en la diferencia y llenamos la soledad con otras soledades que tratan de
entendernos.
El exilio tiene algo de abandono y de espantos diminutos, de expectati-
vas inalcanzables, de la flor de un día. La claridad se va poniendo oscura
y nos extrañamos a nosotros mismos hasta que la oscuridad se vuelve
clara. No es fácil acostumbrarse a los cambios de ruta; menos aún a dia-
logar con los que están.
Las fronteras, el humo, las aduanas, los sabios que no saben, la esperanza
dormida. Obligado o voluntario, el exilio tiene también algo de patria;
de segunda patria, claro. Y cuando nos propone su alrededor de próji-
mos, entramos en su gracia. Y damos gracias (Benedetti, 2007, p . 106).
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[…] Las opciones que podrían ser consideradas como meramente lin-
güísticas siempre implican asimismo modelos éticos, lo cual ha hecho
de la actividad de la traducción misma el vehículo de valores tales como
la integridad, la responsabilidad, la fidelidad, la osadía y la humildad
[…] Traducir es trasladar, es llevar al otro lado […] La traducción es el
sistema circulatorio de las literaturas del mundo. La traducción literaria,
me parece, es sobre todo una tarea ética, una tarea que refleja y duplica
el papel de la propia literatura, que consiste en extender nuestras simpa-
tías; educar nuestro corazón y entendimiento; crear introspección; afir-
mar y profundizar nuestra conciencia (con todas sus consecuencias) de
que otras personas, personas distintas de nosotros, en verdad existen
(Sontag, 2007, p. 165, 167, 184).
2. OBJETIVOS
3. METODOLOGÍA
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por considerar al Otro igual y distinto al mismo tiempo. Del mismo
modo, aboga por fomentar el desarrollo de solidaridades múltiples, la
creación de actores políticos no estatales y movimientos mundiales que
luchen contra el globalismo.
4. RESULTADOS
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creciente convergencia entre las distintas culturas y civilizaciones que
provoca, puede acarrear en el peor de los casos nuevos conflictos, polí-
ticas reaccionarias y brotes xenófobos. De hecho, la globalización se ha
empleado a menudo como vía para ejercer el poder sobre quienes jamás
han dispuesto de él. Por eso, se le añade frecuentemente el apellido ne-
gativa. Del mismo modo, este fenómeno se entiende habitualmente en
un sentido unidimensional: es decir, como globalización económica, lo
que, a su vez está íntimamente ligado al concepto del globalismo.
Asimismo, la globalización trae consigo la “diferenciación inclusiva”
(Beck, [2004] 2005), que busca las formas de vida transnacionales y la
superación de la división que existe entre las sociedades organizadas a
nivel nacional. Por eso, la globalización puede, al mismo tiempo, nublar
la percepción de la diversidad y ejercer su poder homogeneizador, que,
en última instancia, deja tras de sí un río de desechos que Beck ha deno-
minado “los perdedores de la globalización” ([1997] 2000) y Bauman,
“vidas desperdiciadas”, “ellos”, “residuos humanos”, “superfluos” y
“vagabundos” ([2004] 2005, [1998] 1999). En la era globalizada el ca-
pital, deslocalizado y descentralizado, ya no tiene la obligación forzosa
de cargar con las consecuencias localizadas, de modo que todo apunta a
que los procesos globalizadores acarrean una diferenciación, una segre-
gación y una marginación social progresiva.
Además, la época de la modernidad líquida (Bauman, [2000] 2017) se
caracteriza por la sociedad de consumo. En palabras de Lipovetsky
([1983] 2003): “estamos destinados a consumir, aunque sea de manera
distinta, cada vez más objetos e informaciones, deportes y viajes, for-
mación y relaciones, música y cuidados médicos. Eso es la sociedad
posmoderna”. Para Bauman ([2004] 2005), la espera denota un estigma
de inferioridad, una “vergüenza” en la actualidad, dado que la posición
en la jerarquía social se mide en función de la posibilidad de reducir o,
incluso, llegar a suprimir por completo el lapso que existe entre el deseo
y su satisfacción. Además del consumo, Lipovetsky añade el narcisismo
como rasgo diferencial de la posmodernidad. Una de las consecuencias
de la sociedad de consumo son los “consumidores fallidos” (Bauman,
[1998] 1999).
‒ ‒
La globalización se caracteriza también por aspectos como la volatili-
dad, la vulnerabilidad y la fragilidad que pesan sobre las identidades.
Todo ello supone que quienes tratan de construir su identidad deben de-
dicarse diariamente a lo que Bauman ha denominado “tareas de identi-
ficación” ([2008] 2009). Por consiguiente, la identidad humana se con-
vierte en una tarea: es un proceso continuo de autoconstitución identita-
rio en el que debemos hacernos cargo de las consecuencias y ser capaces
de tejer y mantener lazos con otros individuos autoconstituidos. Asi-
mismo, las tareas de identificación son acciones continuas e inacabadas:
de hecho, se (re)actualizan día tras día. Asimismo, Bauman ([1973]
2014) apunta a que tener una identidad es una de las necesidades huma-
nas más universales. Esta necesidad se debe, por un lado, a que la iden-
tidad personal dota de significado al “yo” y, por otro, a que la identidad
social construye, a partir de la inclusión, aceptación y confirmación, el
grupo de “nosotros”. Para que se considere segura, la identidad social
debe disponer de creadores y autoridades. Por lo tanto, cabe diferenciar
entre las masas y las élites ilustradas, que se convertirán en agentes so-
ciales y ejercerán su capacidad de acción sobre las primeras (id.).
El efecto inmediato de la autodefinición de la identidad es el “desplome
de la confianza en la conducta de los otros, al que pronto seguirán las
dudas de los yoes, cada vez más desorientador respecto a su propio po-
der para diseñar y controlar el curso de sus vidas” (Bauman y Tester,
[2001] 2002, p. 109). Se desecha, pues, la idea de vivir y actuar en los
espacios delimitados por las fronteras espaciales y las sociedades de los
Estados nacionales y se apuesta, por el contrario, por la supresión de
fronteras entre los distintos planos, lo que obliga a los agentes a adap-
tarse a la globalización.
Asimismo, vivimos en un mundo de cambios permanentes en el que ya
no hay lugar para la inmovilidad, pues ser “local en un mundo globali-
zado es una señal de penuria y degradación social” (Bauman, [1998]
1999, p. 9). Vivimos en un estado de movimiento permanente: tanto si
cambiamos de lugar al viajar, emigrar o mudarnos de casa, como si físi-
camente permanecemos en reposo porque, como afirma Vidal (2012),
también cabe viajar con un libro, con una traducción. Para moverse, en-
tonces, cambiar de lugar no es un requisito porque también nos
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movemos cuando navegamos por internet o vemos la televisión. Tanto
es así que puede suceder que “personas que viven aisladas de sus vecinos
estén inmersas al mismo tiempo en espesas redes sociales que traspasan
los continentes” (Beck, [2004] 2005, p. 144). Al hilo de internet y el
tercer espacio cibernético del que habla Bauman, no conviene olvidar
que éste no está a disposición de todos los seres humanos del plantea,
por lo que “no es una puerta sino apenas una grieta estrecha en un grueso
muro” (Bauman, [1998] 1999, p. 95)
A pesar de lo anterior, el término globalidad no implica únicamente la
creación de espacios supranacionales y mercados mundiales, sino tam-
bién la ausencia de barreras para el desplazamiento de personas y bienes,
lo que supone, al fin y al cabo, la consolidación de un sistema de comu-
nicación a escala mundial que difunde textos e imágenes que necesitan
pasar por el tamiz de la traducción para conseguir arribar al otro extremo
del mundo. Sin embargo, la idea de la comunicación instantánea que
impera actualmente ha invisibilizado la traducción, de modo que parece
que los textos se vierten sin problema alguno de una lengua a otra sin
que haya que tener en cuenta aspectos fundamentales como la mediación
y la negociación entre culturas, que siempre deben estar presentes en
cualquier ejercicio de traducción ética (Berman, [1984] 2006).
En relación con esta cuestión, Cronin (2003) ha acuñado el término neo-
Babelian, que alude a un deseo de inteligibilidad mutua e instantánea
entre hablantes de diferentes lenguas, lo cual no implica la terminante
desaparición de la traducción, sino que esta recaiga sobre quienes no
hablan la lengua dominante y, por eso, están obligados a traducir(se)
desde y hacia ella.
En este sentido, Bauman también diferencia entre los “globalmente mó-
viles” y los “locamente sujetos”. Para los primeros, los habitantes del
primer mundo, el espacio ha perdido su carácter restrictivo; los segun-
dos, los habitantes del segundo mundo, están atados a la localidad y sus
consecuencias, puesto que en ningún caso podrán desplazarse (Bauman,
[1998] 1999). En definitiva, y retomando la idea de la fluidez como me-
táfora de la etapa actual de la “segunda modernidad” (Beck, [1997]
1998, p. 30):
‒ ‒
[L]os líquidos […] no conservan fácilmente su forma. Los fluidos […]
no se fijan al espacio ni se atan al tiempo […] los fluidos no conservan
una forma durante mucho tiempo y están constantemente dispuestos (y
proclives) a cambiarla; por consiguiente, para ellos lo que cuenta es el
flujo del tiempo más que el espacio que puedan ocupar: ese espacio que
después de todo, solo llenan “por un momento” […] en la descripción
de los fluidos, se cometería un error grave si el tiempo se dejara de lado
[…] Los fluidos se desplazan con facilidad. “Fluyen”, “se derraman”,
“se desbordan”, “salpican”, “se vierten”, “se filtran”, “gotean”, “inun-
dan”, “rocían”, “chorrean”, “manan”, “exudan” […] (Bauman, [2000]
2007, p. 8).
‒ ‒
Cada vez resulta más evidente que el ser humano vive glocalmente, dado
que su vida se ha tornado una realidad forzosamente abierta y, como tal,
es el lugar de lo glocal. Retomando la teoría de la topopoligamia, este
fenómeno puede producirse entre dos ciudades de un mismo país, entre
distintas culturas, entre distintos continentes o, incluso, en una sola ciu-
dad que aglutina habitantes de todos los rincones del mundo. No obs-
tante, no conviene identificar la topopoligamia con cualquier pluriloca-
lidad, sino que la primera solo se produce en aquellos casos en los que
se traspasan fronteras de mundos separados: en otras palabras, cuando
la movilidad es de carácter transnacional, transcontinental, transétnica,
etc. “Las formas de vida topopolígamas son biografías exageradas, tra-
ducidas, biografías de la traducción que se deben traducir para sí mismas
y para otros sin solución de continuidad para que puedan existir como
vidas ‘entre medias’” (Beck, [1997] 1998, p. 112). Quienes viven ‘entre
medias’, en la diáspora son, entonces, seres traducidos, como diría
Rushdie ([1991] 1992). De hecho, la movilidad interna de la propia vida
les permite a quienes viven traducidos estar aquí y allí simultáneamente,
y, por consiguiente, les permite afrontar y valorar las contradicciones
que envuelven su biografía y que acaban por complementarse entre sí.
Al hilo de lo anterior, resulta relevante señalar también el término pai-
sajes étnicos o etnoscapes (Appadurai, 1997), que alude a aquellas per-
sonas que están en constante movimiento —turistas, inmigrantes, refu-
giados, exiliados, trabajadores extranjeros…— y dejan su impronta en
el mundo actual.
De hecho, parece que en la actualidad ya no existen las ciudades mono-
lingües (Simon, 2012a), dado que se han convertido en lugares de en-
cuentro en el que la mezcla y la convivencia de idiomas desempeñan un
papel de todo punto reseñable. Por consiguiente, hoy en día las ciudades
son multilingües, traslativas y translacionales (Simon, 2012b; Simon,
2018). Por su parte, Simon prefiere el término ciudades translacionales
porque considera que refleja mejor la asimetría que existe entre las len-
guas y el proceso de negociación que garantiza la coexistencia.
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5. DISCUSIÓN
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cosmopolitismo considera que el ser humano tiene responsabilidades
que exceden su entorno más inmediato y afectan al resto de grupos e
individuos del mundo (Appiah, [2006] 2007; Delanty, 2014; Brock,
2009). Este fenómeno defiende la existencia, asimismo, de una serie de
principios relacionados con la justicia que deberían compartir todas las
sociedades. No obstante, este cierto universalismo que reviste al cosmo-
politismo no atañe a ningún valor concreto que deban tener en común
todas las sociedades, sino que tiene que ver con aquellos principios que
permiten resolver problemas y aplicar la justicia (Appiah, [2006] 2007;
Delanty, 2014).
Así las cosas, parece que la cosmovisión occidental debería someterse a
una revisión exhaustiva por tres motivos principales: primero, porque la
globalización ha intensificado la interconectividad global; segundo, por-
que ha aumentado el reconocimiento de las críticas poscolonialistas so-
bre el pensamiento político occidental y se han planteado caminos alter-
nativos hacia la modernidad; y tercero, porque los cambios de gran ca-
lado que se han producido en el orden político internacional han provo-
cado que hayamos devenido en un mundo posoccidental donde han sur-
gido nuevos centros de poder político (Delanty, 2009). Por consiguiente,
ya no cabe considerar el mundo global eminentemente occidental (De-
lanty, 2003). En este mismo sentido, Said ([1994] 2007, p. 14) asevera
que las culturas “están demasiado entremezcladas, y sus contenidos e
historias son demasiado interdependientes e híbridos, para someterlas a
operaciones quirúrgicas que aíslen oposiciones a gran escala, básica-
mente ideológicas, como ‘Oriente’ y ‘Occidente’”.
Por todo lo expuesto a lo largo de la presente investigación, cabe subra-
yar que el cosmopolitismo se postula como un firme candidato para su-
plir las deficiencias de la globalización y la cosmovisión occidental, es-
pecialmente en lo que a la teoría social y política se refiere.
Cosmopolitanism has become one of the major expressions of moder-
nity today due to the extent and speed of globalization. It follows, then,
that the solutions to the problems of globalization do not come from
globalization itself but from the immanent cosmopolitan possibilities
within modernity itself (Delanty, 2009, p. 72).
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6. CONCLUSIONES
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7. AGRADECIMIENTOS/APOYOS
8. REFERENCIAS
‒ ‒
Bhabha, H. ([ ] ). The Location of Culture. Routledge.
Bielsa, E. y Bassnett, S. ( ) Translation in Global News. Routledge.
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Lipovetsky, G. ([ ] ). La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo
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Simon, S. ( a). Cities in Translation: Intersections of Language and Memory.
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Vidal, A. ( ). La traducción y los espacios: viajes, mapas y fronteras.
Comares.
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