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Sor Juana Inés dela Cruz 0 Las trampas de la fe ‘Musa ageima en vagas diversidades, reir como el mismo eritico franeés lo subraya a reforma del catoicismo es- safiol €l fendmeno de los autos seria incomprensible. os autos descienden del teatro religioso medieval, impregnado to- jnvia de las antiguas ceremonias y fiestas paganas. Los misterios sagra~ ‘jos, acompafiados de juegos y pantomimas, se representaban en los atrios «clas iglesias, Con frecuencia las procesiones y mascaradas irrumpfan en interior, incluso mientras se celebraban los oficios divinos, En Espafia « tradicién era muy antigua. Las procesiones del Corpus fueron institui- las en el siglo xm, En el siglo xv estos desfiles eran popularisimos; la ran atraceién eran los carr0s, no muy distintos a los carros alegoricos icl carnaval moderno 0 a los de las grandes festividades religiosas de la India. Vefanse en ellos, dice Baaillon, «desde la tarasca de San Jorge hasta ol Area de No». Al lado de las imagenes pintadas y de las esculturas, ha- bia actores y payasos que recitaban, cantaban y bailaban, Durante el feste- wo se coma, se bebia y las mascaras, seguidas de la multitud, penetraban con alborozo en las iglesias. Las procesiones y fiestas espafiolas no eran muy distintas a las del resto de Europa. Pero la Reforma, en los paises bajo su dominto, suprimié estas expansiones populares, reputadas paganas, Impresionada tal vez por el ejemplo de la severidad luterana, la Iglesia Jecidié, ya que no suprimir estas eelebraciones amadas por el pueblo, al ‘menos depurarlas. La procesién se abrevi6, los espectéculos se celebraron fuera de la iglesia y el centro de la festividad fue la representacién de una cobra teligiosa, aprobada previamente por las autoridades. El auto, dice Ba- uillon, «fie una transaccién entre la costumbre de celebrar el Corpus con representaciones teatralesy las exigencias de la reforma catélica» preco- nizada por el Coneilio de Trento. E| municipio de cada cludad importante se encargé de proveer, casi siempre con largueza, alas necesidades de los autores, los eémicos y los scenégrafos. La ciudad de Madrid comisioné a Lope, Tirso, Mira de Amescua y otros famosos poetas para que escribiesen los autos que se ‘epresentaban cada primavera. En la época del apogeo del género Calde- "Sn tuvo la exclusividad. Los mejores actores representaban los autos; los decorados y el vestuario eran fastuosos. Las ciudades pagaban sumas con- Siderables a los directores de las compafias, que eran generalmente dos Se representaban dos autos). Ademds de esta subvencién, las compafias adornan, vanos volantes; pues soy Bolo, del viento, didfana deidad vagante.. La aparicin del Reflejo también es memorable. Lineas cris su claridad pero, asimismo, por el son liquido de las silabas al por el canal del verso. El Reflejo en la transparente superficie de las aguas, ellos rayos refulgentes el Sol se forma, Yentrono de cristales aparece El pasaje del Reflejo es s6lo un ejemplo de las muchas verbales y visuales de esta los. Ademés, es un modelo o embl excelencias y limitaciones de estos juguetes teatrles. Insu frigiles arquitecturas, son como el reflejo que nace del choque contra una superficie: brillan un instante y se desvanecen, by plendor suficiente. 5- BL CARROY EL SANTISIMO Piezas teatrales en un acto que se representaban durante la fiesta Pus, los autos sacramentales son una de las creaciones més sing Ia eivilizacign ‘ramento de la Eucaristia pero, en la mayoria de los casos, su re este misterio era tangencial y postiza, Los eriticos ¢ historiadot literatura espafiola han estudiado la evolucisn de este género, d del siglo xv hasta la mitad del xvutt, como un fenémeno estético tuna manifestacidn del fervor religioso del pueblo espafol. Pero aspecto de los autos: la organizacién financiera que hizo posible su id durante mas de dos siglos y que, a su vez, es la manifestaci politica de la Iglesia y de la monarquia. Marcel Batallon, hace ya afios, revelé el revés del tapi2: sin la Contrarreforma, que fue Maree Batallon, y otros. Lo usa en suis tres autos y en las cada loa contiene, como las muflecas rusas, un auto que a su Vea ne escenas que son vistas de otras realidades ¢ historias. Alegorias’ tacién, Es la perspectiva pictsrica transplantada ala escena teatral da de movimiento: el cine antes del cine, f En El cetro de José el arte del trompe-toeilliterario es consta afortunado, La accién se despliega en dos planos. Uno sigue la biblica de José, vendido por sus hermanos y que tras de la aventura mujer de Putifar y otras desventuras, se convierte, por su prudenciay dones proféticos, en el consejero y el ministro del Faraén. El otro; puesto al primero, ¢s un comentario de la accién, a cargo de Lu inseparables acompariantes y confidentes: Inteligencia, su esposa, tura y Envidia, Lucero es el diablo; Inteligencia, Conjetura y Envidia las proyecciones en que se desdobla. Los comentarios de Lucero ¥' quito,a veces refutados por Profecia y Ciencia, son verbales y vis espectador ve con los ojos aquello que dicen los perspicaces y demonios. El comentario descubre en los actos de José una poco a poco los espititus diabélicos se dan cuenta del verdadero de la historia del joven hebreo: es una prefiguracién de la de Ci primer aviso es el significado del nombre de José. Inteligencia, José quiere decir aumento de Dios: «No es raro? Acaso en esas hay un misterio», Con aplomo filos6fico Lucero rechaza la insi 1 h h 840 Musa décima Dios es infinito y lo infinito ni crece ni decrece. Inteligencia replica: bien estd, mas recelo» y, antes de que termine, Conjetura se adelanta: Digo que temo, en fin, que aunque infinita es la esencia divina, en ellaadmita otra naturaleza, ‘que (aunque no erezea nada en su grandeza), por no haberlatenido antes de ahora, pueda llamarse aumento, Quién lo ignora? Extraordinaria suileza, para su mal, del diablo: en el nombre de José ie el de Cristo y descifra sus futuras derrotas. En otro pasaje, que mues- 2 también los signos del futuro en los episodios del pasado, aparecen Adin y Eva. Esta dltima, aunque engafiada en cl comienzo por la serpien~ 1, vencerd después al demonio por una de su progenie: Maria. Lucero se cspanta ante este presagio pues, dice, los egipcios hicieron de la serpien- .c«eljetoglifico mas temido» de la libertad: nueva aparicién del herme~ smo «egipcio». Y asi, paso @ paso, los demonios van descubriendo en la historia de José la prefiguracin alegética de la encarnacién de Cristo en hombre. Fue un gran hallazgo de Sor Juana haber convertido a los de~ monios en intérpretes de la historia sagrada. En la escena final los espi- ritus malignos ven a Jacob tendido, agonizante y rodeado de sus hijos. Fl patriarca se despide y, antes de morit, besa la vara de José, que lleva una torta de pan en la punta. Es un signo que anuncia al futuro sacra- ‘mento de la Eucaristi, instaurado por Cristo para redimirnos. Prodi- gioso alimento. Pues si el mani tv saboresdistintos, éste un sabor tiene, pero es infinito. Las loas pata El cetro de José y EI divino Narciso son gemelas por st 4sunto y por su intencién. En ambas la poetisa se enfrenta al tema de las relaciones entre la religién prehispénica y el cristianismo. Las loas ponen. de manifesto los visas o signos que, aunque cifrados y de modo alegéri- o, anunciaron en los ritos precolombinos al Evangelio, Es un tema que preocup6 a los Padres de la Iglesia desde el siglo u y que mas tarde fue objeto de discusiones y especulaciones entre los filésofos y tedlogos del Ba Sor Juana Inés de Is Crus 0 Las trampas de l fe Renacimiento, La edad barroca lo recogié y lo convirtis en objeto: lémicas teolégicas. Ein Espafia inspiré autos y comedias devotas, cubrimiento y la conquista de América le dio extraordinaria sobre todo cuando los espafioles comenzaron a advertirextrafas plicables semejanzas entre ciertos ritos indigenas y los misterios tianismo, tales como el bautismo, la confesién, la comunién y el cio, Algunos, como Sahagin y los primeros misioneros, encontrato esos parecidos eran trampas ¥ aftagazas del demonio; otros, especial te los jesuitas, se inclinaron por la antigua interpretacién de dres de la Iglesia: en las antiguas religiones habia visos y an verdadera religién. La Compafia de Jess adopts esta interpt ‘China y en el sur de la India, en México y en el Perd. En la segund el siglo xvt este género de explicaciones alegéricas se convit las orglas especulativas de Duarte y de Sigtienza y Géngora sobre Q ‘eéatl como Santo Tomis y de Neptuno como un cauaillo indio. ‘con moderacién y sobriedad intelectual, Sor Juana siguié en estoy ‘en tantos otros aspectos de su pensimiento, a los jesultas. El de interpretacién de las loas es semejante al de El cetro de José, con una gean diferencia: no es lo mismo ver un anuncio de la en los ritos de unos idélatras antropéfagos que en un epi Biblia La oa para EI cetro de José tiene por personajes a Fe, Ley de @ Ley Natural, Naturaleza e Idolatria. Hay una relacién simétrica en imeras: Fe es a Naturaleza lo que Ley de Gracia a Ley Ne accién pasa en América, recién convertida al cristianismo. Fe q memorar «gloria tan sefialaday; en seguida, Naturaleza y Ley. pproponen que se restablezca el orden natural del principio, pervert olatria. La primera juzga que, ante todo, deben demolerse las aras de su sangre tantas veces fue derramada>; la segunda pide abolit {gamia de los indios, que viola el contrato natural. Interviene Ley. cia: es ade mayor importancia quitar de los altares las estatuas d falsos dioses» y colocar sobre ellos la Cruz. Fe va mas alli: sobre donde se derramé la sangre humana deben levantarse los si ‘cuatro misterio de la Eucarisia el eiliz y la hostia. En esto irrumpe 146 ‘plenipotenciaria de todos los indios» y defiende los antiguos final aceede a que se adore a un solo Dios pero insiste en cor sacrifieios, por das causas: B42 Musa décima Ja primera es el pensar que las deidades se aplacan con la victima mis noble; yylaotra, queen las viandas es el plato mis sabroso la carne sacrificada, de quien cree mi macién, no sélo que es la substancia. mejor, mas que virtud tiene para hacer la vida larga. Las razones de Idolatria son las tradicionales, salvo que la-carne bu~ nana fuese, para los indios, «el plato mas sabroso». Ningin texto lo con- ema: comian, sin sal, una porcién minima del cuerpo de lavictima. Una verdadera comunién religiosa. Fe y Ley de Gracia, ante las razones de \dolatria, acuden a su arsenal teolSgico y le explican el sentido secreto de la alegbrica idea de los sacrificios humanos» y su nexo sobrenatural ‘on el misterio de la Eucarstia. Convencida a medias, Idolatria replica cso de hacerse Cristo vianda es dura proposicién». Fe entonces la invita 1 que veaelauto sacramental EI cero de José, wen cuya vida s hallan s6lo nisterios de pan y trigo. El asunto de la loa para El divino Narciso es sustanclalmente el ‘mismo, Sor Juana sigue al historiador Juan de Torquemada que, en st Monarquia indiana, describe un rito que eelebraban los aztecas el 3 de diciembre de eada afio: con granos y semillas —entre elas las inocentes dlegrias que-comemos en dulce los mexicanos— mezcladas y amasadas con sangre de nifos sacrificados, hacian los sacerdotes una: gran figura il dios Huiteilopochtli, ala que después flechaban hasta derribarla. En~ tonces se repartian su cuerpo y cada uno de los participantes coma un pedacito, La ceremonia se lamaba Teocualo: «Dios comido.Las semejan- tas de este rito terrible con la comunién catélica y el misterio de la Buca la Religin, vestida de dama es ristia son evidentes. Como en la otra loa, ymida paitola, promete a América, ataviada como «india bizarra», una co ‘mejor que la del dios de ls semillas. América, convencida, canta: {Wamos, que ya mi agonia quiere ver emo eset Dios ‘que me han de dar en comida Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe Para situar en su verdadera perspectiva estas dos obritas de Sor —y también como introduccién a El divino Narciso— debo volver Lorigen de esta clase de interpretaciones. Desde el principio los de la Iglesia se enfrentaron a las religiones pagans y a la flosofia g Hubo un fenémeno de atraccién y de repulsién, un impulso por asi y.simulténeamente, por combatir esas ideas y creencias. El siglo paz y prosperidad pero también de esterilidad filoséfica y de gr quietudes religiosas. Quiebra final del racionalismo griego que, des Ia antigua piedad, se muestra incapaz de reconstruir sobre bases mente racionales la vida civilizada. El racionalismo pagano, dice Fe cn la obra célebre que ha dedicado a esos siglos, termina «por devo si'mismop y desemboca en el escepticismo o en el eclecticismo y la dicién.! Renace el pitagorismo y se buscan las ereencias de los viejos bos: Judea, Caldea, los druidas, los gimnosofistas de la India, los de Persia y, sobre todo, la sabiduria egipcia Para el mundo grecor Egipto fue la: Antigiiedad. Astrologia, magia, misticismo; aparec escrituras sincretistas, surgen los movimientos gndsticos y, entre este rumor de sectas y doctrinas, se difunden las revelaciones de ‘mes Trismegisto, el dios egipcio Thot. Sus ensefianzas eran la en 2a original, de las que derivaban el platonismo, el judaismo y las doctrinas. la existencia de los textos herméticos y su supuesta antig planteaban un problema: si s6lo el pueblo elegido, el hebreo, habia do la revelacidn precristiana, entonces el conjunto de escritos ari Hermes y a los otros tedlogos paganos eran interpretaciones: del judaismo —algo en manifiesta contradiccién con la antigiie esas doctrinas. Asi se abria la posibilidad de aceptar la existencia de laciones parciales precristianas, independientes de la revelacién bi Asta opiniGn se inclinaron algunos Padres dela Iglesia, como y Clemente de Alejandrla. Los jesuitas,siglos después, la adopta ¢s la doctrina que, sustancialmente, expone Sor Juana en sus dos (367:y 371). ¥ éste es, finalmente, el origen de las antiguas listas «primeros tedlogos», recogidas més tarde por los neoplaténicos del cimiento, en Jas que se mencionan indistintamente a Adin, Enoch, roastro, Moisés, Hermes Trismegisto, Orfeo, las sibilas, Platén, La Media conocié esta tradicién aunque debilitada por los ataques de ALJ, Festugitre, La Révéaton dHermés Trismégite (cuatro volimenes), 950-1954 on Agus ; “tgmo el hermetismo regres6,a fines del siglo xv, y c6mo, através de Fic- on Pico della Miranda y otros, se convirti en la creencia intelectual de ros humanistas, los poetas y los artistas del Renacimiento. use décima que veia en ella reminiscencias de astrolatria. Ya he referido ‘Un testimonio que confirma la difusién y la preeminencia del her~ etismo neoplaténico en el siglo xvr es la dedicatoria al papa Grego- vro xv del libro Nova de universi philosophia (1591) de Francesco Patri v} aconsejando que la Iglesia deseche Ia flosofia escolistica y adopte en. su hugar la hermética: Santisimo Padre, Vuestra Santidady todos los futuros papas deberin dar 6r= denes para que de ahora en adelante los libros que he citado (se refiere al ‘Corpus hermeticm) sean explicads en todas partes, como yo lo he hecho cen Ferrara durante catoreeafios. Asi conquistaréis amigos para la Iglesia en= ire los hombres intligentes de Italia, Espafia y Francia; 0 quizd incluso los protestants alemanes seguir su ejemplo yregresarn al seno de a Iglesia: Es mucho mis fécilatraerlos con estos medios que obligarios con excomu- riones por la fuerza de las armas. Vuestra Santidad deberia ordenar que ‘esta doctrina (el hermetismo] sea ensefiada en las escuclas por los jesuitas, {que relizan un trabajo tan meritrio y excelente! {Los jesuitas no adoptaron el hermetismo neoplaténico pero si se sit- vieron del método de interpretacién sincretista utilizado por Lactancio y Clemente de Alejandria, Ademds, muchos jesuitas —entre ellos y sobre todo el padre Kircher— insertaron ciertas nociones herméticas en el cuerpo doctrinal de la excoistica, El siglo xv1t novohispano fue un siglo tmareado por la influencia intelectual de los jesuites. El sineretismo de la tradicién hermética, segin expliqué en la primera parte, se adaptaba ad rmirablemente a su proyecto de conversaeién espititual por arriba. Este ‘ineretismo permitia la revalorizacién o, més bien, la «redencién> de las ‘antiguas religiones nacionales, ya fuese lade los druidas para los descen dientes de los galos, la de Confucio para los chinos o la de Quetzaledat! para los mexicanos. Dentro de esta corriente se inscriben las obras hist6- Ticas de Siglenza y Géngora sobre Quetzaledatly las dos los de Sor Juana {que tienen por tema la relacin sobrenatural entre los acrficios humanos y el misterio dela Eucarsta. \ettado por Frances A.Yetes en Gardeno Bruno and he Hermetic Traian. 845 ener Sor Juana Inés dela Cruz 0 Las trampas dela fe El tema de EI divino Narciso viene de las Metamorfosis, Fuente racién de tantos poetas. Narciso, hijo de la ninfa Litiope y del ria era un joven de gran belleza, amante de la caza y desdefioso de las Entre sus enamoradas la mas ardiente era Eco. Castigada por J lenguaraz y correveidile de Jipiter, la ninfa habia sido cor repetir sino el final de las frases que ofa. Eco se enamors tanto de que se consumié hasta los huesos y no quedé de ella sino su vox, $0, en sus correrias, lleg6 a una fuente pura, se contemplé en el fenamors de su imagen. Incapaz de tocar y besar su reflejo, hasta morir. Entonces se transformé en la flor que llamamos Eco, la Fuente, Narciso: el mito ha sido tema de la Antigiicdad, el ‘miento, la edad barroca, el neoclasicismo y la edad moderna. Af Ovidio y de innumerables poemas con el tema, Sor Juana se ins rectamente en una comedia mitolégica de Calderén, Eco y Na ‘embargo, su auto ¢s més complejo y de mayor riqueza intelectual que la obra del poeta espafiol. También adopt6, de la Vulgata, vari mentos del Cantar de los cantares, de otros libros (Jeremias sobre de los Evangelios, como el pasaje de San Mateo que relata la ter Jestis en la montafia (IV, 8-1). Los versos finales son una traduc tun himno de Tomés de Aquino. Otros ecos: Garcilaso, San Juan. Cruz y Lope. La pieza es un ejemplo del arte exquisito del mosaico 0, se dice ahora, del collage literario, en el que sobresalen Eliot y divino Narciso reiine varios estilos y maneras sin que esta di daiie su unided y a su originalidad. Elauto convierte a la fabula de Ovidio en una alegorfa de la Cristo y de la institucién de la Eucaristia. La interpenetracién de tradiciones, la mitolégica y la biblica, era Constante; también las de caballeria se trasladaban a lo divino y Jests aparece en un auto como Amadis y sus doce apéstoles como los doce pares. Caldersn abus6 del recurso: El divino Orfeo, El verdadero dios Pan, El diving iquis y Cupido. Estos precedentes sittian el auto de Sor Juana det ‘una tradicién pero no significan una influencia directa, como en el de Beo y Narciso. Hay, en in, otro antecedente: en unos versos de tola de Aldana a Arias Montano he encontrado una posible fuente divino Narciso. Aunque después fue olvidado, Aldana goz6 de gi rmerecido prestigio durante los Siglos de Oro —Cervantes, Gil Polo, vedo y Lope de Vega lo alabaron— y sin duda Sor Juana lo leyé. dice que Dios es «un Narciso sobrecelestials y compara al alma 86 via de Sor Juana es s ‘pty humana sino el demonio. Acierto extraordinario /fumana, que fue antes trasunto de E ad de Sor Juana consiste en haber transformado el mito pagano® Cristo no se enamora de su imagen, como Narciso, Narciso moriré «cuando se conozca a si mismo: el conocimiento eq Musa décima a Boo, que en un lugar apartado repite el dulce son» divino, [a ale sas compleja: Dios es Narciso pero Eco no es el ylleno de sentido: el simio de Dios, que repite lo que dice la divi Jemonio es el imitador, sad s6lo que convirtiendo su sabidurfa en ruido vacio ‘Sor Juana conserva los tres elementos centrales de la fabula: Narciso, yy laFuente. Afade a la Natualeza Humana ya la Gracia. Dios ere al <* pre au semejanza pero la Fuente, enturbiada por la falta original rimenes de los hombres, no lava el rostro de la Naturaleza Ja divina, La Gracia muestra a la Na- ia e inocente. taleza Humana un temanso puro, donde puede verse limpia einocen se remanso alude a Maria que, siendo humana, seria concebida libre de . Es la naturaleza an= ica eaida: Satin. La acompafian Soberbia y Amor Propio. La origina- Jos otros ef sino de la Naturaleza Hu= nana, que es él y no es él. En. Ovidio, el adivino Tiresias profetiza que Je a la muerte. En el auto de Sor Juana el conocimiento-no mata: re cen verdad ex- La alegorfa central de la poetisa ofrece una sernejanza, sondinarta, eon un passe del tratado primero el Pimandro, del Corpus hermeticum, Es imposible saber si ley6 ese texto, muy popular y comen tado en su época, versién de Valeriano, en la traduccidn de Ficino, o si se inspird en alguna Moya, Kircher o algin otro. El pasaje, resumido, Nous, Padre de todos los seres, ered un Hombre semejante asi mismo (-] 1 Hombre, muy hermoso, era la imagen de ss Padre. (Este hombre esencal demargo creado tenia plenos posers sobre el mundo de lox sere ot tales y lon animales sin rnin En. una cass ncn a rvs de as feras y most ala Naturaleza de abajo su bella forma de Dios. Al velo, a Naturaleza sonrié, enamorada, pues habia visto la forma maravillosa del Hombre esencial reflejarse en el agua. ¥ él al percibir en la Naruraleza est forma semejante & la suya, refljada en el agua, la amé y quiso habitara ‘Apenas To quis, lo reali y ents en a forma sin raz. Entoness la Natu raleza, habiendo recibido en ella a su amado, se enlazé a él Asi se unieron y se encendieron con amor [.-) Por esto el hombre, entre todos los seres que Bar ————————E—————<—<——— Sor Juana Inés de la Cruz © Las trampas de la fe viven sobre la terra, es doble: mortal por el cuerpo e inmortal por et bre esencial! Este fragmento no carece de sublimidad y es comprensible q no lo haya leido con admiracién y que haya impresionado, mds t Sor Juana. Las semejanzas son turbadoras: Cristo y el Hombre és no se enamoran de su sombra, como el ignorante Narciso que quién es; al contrario: siendo la sabiduria misma, al enamor imagen divina también se enamoran de algo que no es ella y que t cién entre el hermetismo neoplaténico y el cristianismo: el cesencial del Pimandro cae en la Naturaleza, mientras que Cristo ‘me. Pesimismo gnéstico y opti ismo cristiano, EL divino Narciso es un maravilloso mosaico de formas post ‘étricas. Ala profundidad y complejidad del pensamiento corresp belleza del lenguaje y la perfecciGn de la concepcién teatral. A pe Ja complejidad det tema y del pensamiento, no se abusa del leng terano como en Amor es més laberinto. La escena de la tentacién d ‘ranspuesta en un romance al modo erético-pastoril, posee una fu que, dice con acierto Méndez Plancarte, hace pensar en el Lope barquillas que navegan en el mar de los amores y los celos. Este es una adaptacisn de otro de Calderén con el mismo tem; Sor J gra el milagro de aligerar los pesados versos del elocuente don volverlos agua. Eco muestra a Narciso sus riquezas: ‘Mira en eandidos copos laleche que, al cuajarse, afrenta los jazmines de Mira, de espigas rojas, en los eampos formarse pajizos chamelotes? las olas del aire. ora que nace, * Pimandro (raado primero, 12-18) Me sive de a edie del Corps hermet A.D Nock y A.J Festuglre, Paris, 1945-1954 * Chamelo tea de sede prensa con ta arte que sle ondeands el coor y form gu como ls que usar ls pintres para expresat las onda. (Dicionrio de A 848 "Naturaleza, Pero hay una diferencia capital, la gran linea de ‘Musa déctma Laescena en que la Naturaleza Humana, guiada por la Gracia, descu- bela fuente en donde seré Maria concebide sin pecado, es otro pasaje de poesia transparente, Reaparece la lira de seis versos, usada por Sor Juana fen otras composiciones, con un endecasflabo final que se bfurea en cua 10h, siempre crstaina, clara y hermosa fuente: tente,tente: reparen mi rina tus ondas presurosas, claras,impias, vivificas, lustrosas! La Naturaleza Humana, que no ha perdido enteramente la me- moria de su origen y de su primer amor, a pesar de la larga historia de sus infidelidades y traiciones, anda errante por los montes en busca de su amado, La parifrasis del Cantar de los eantares es menos pura € intensa que la de San Juan de Ia Gruz pero, en su opulencia suntuosa, es ‘memorable la descripcién «de las sefias del amado», osada combinacién die Ovidio y de la Biblia: los ojos de paloma que enamora yen los raudales transparentes mora; ‘mirra olorosa de su aiento exhala; las manos son al torno y estin lenas {de acintos, por gala, ‘0 por indicio de sus graves penas {que sel jacinto es Ay, entre sus brillos ‘ostenta tantos Ayes como anillo. La cancién de Narciso en busca de la oveja perdida es otra parifrasis biblica. Bs un fragmento que hace pensar en Lope de nuevo, més que ce San Juan de la Cruz. La mencién de las «cisternas viejas» introduce, en lun paisaje abstracto, un elemento conereto, Sor Juana consigue lo mas unit, sin esfuerzo, lo realy loalegérico: Ovejuel perdida de tu duefio olvidada, aadinde vas errads? 849 Sor Juana Inés de la Crus o Las trampas de la fe ‘Musa décima Mira que divi de mi, también te apartas de tu vida. Por las cistermas viejas bbebiendo curbias aguas. Después de esta escena, el divino Narciso se tiende junto a la Fuente yexpira, Al morir dice un soneto que, de nuevo, es una parifrasis del ‘vangelio. EL soneto tiene una particularidad: el «encabalgamientox de ‘muchos versos, un recurso no muy favorecido por los poetas del xvi. Sin

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