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El dióxido de azufre, es un óxido cuya fórmula molecular es SO2.

Es un gas incoloro
con un característico olor irritante. Se trata de una sustancia reductora que, con
el tiempo, el contacto con el aire y la humedad, se convierte en trióxido de
azufre. La velocidad de esta reacción en condiciones normales es baja.

En agua se disuelve formando una disolución ácida. Puede ser concebido como el
anhidruro de un hipotético ácido sulfuroso (H2SO3). Esto —en analogía a lo que pasa
con el ácido carbónico— es inestable en disoluciones ácidas pero forma sales, los
sulfitos y hidrogenosulfitos.

El dióxido de azufre tiene propiedades desinfectantes, por ello fue utilizado


durante siglos en la desinfección por ejemplo de las cubas de vino quemando azufre
en su interior. También se utiliza en la industria alimentaria como conservante y
antioxidante (E220) generalmente de zumos, frutos secos, mermeladas, vino etc.

Es un intermedio en la fabricación del ácido sulfúrico. Por reacción con cloro


produce cloruro de sulfurilo (SO2Cl2), un importante intermedio en la industria
química. Si se hace reaccionar con el cloro y compuestos orgánicos se pueden
obtener en una reacción de clorosulfonación directa, los clorosulfonatos como
precursores de detergentes y otras sustancias. En estado líquido es un buen
disolvente. Es un reductor usado en la potabilización del agua, que permite ayudar
a eliminar metales pesados como el cromo hexavalente, mercurio y plomo.

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