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Villahermosa, Tabasco; 28 de noviembre de 2022.

V,

Tus versos, tus primeros versos, estos a los que me diste acceso y que tengo junto a mí, mientras
te escribo, producen en mí una abrasadora inquietud, por al menos dos motivos: la melancolía
que encierran y que, sin el menor temor a equivocarme, incitaron su gestación, la cuidadosa
disposición de tu alma joven e inquieta, en un afán por ordenar el caótico torbellino de ideas y
sentimientos que te envuelven; segundo, la responsabilidad que siento de animarte a que sigas
escribiendo, porque tienes una fuerza y una pasión para la poesía que he descubierto en pocas,
muy pocas personas de mi entorno.
Sobre la melancolía puedo decir que la entiendo de la manera sesgada y parcial en que
todos los seres humanos la comprendemos. Somos su presa favorita, hace de nosotros sus tres
comidas, casi a diario. Suele ser interrumpida por esporádicos lapsos de felicidad, la mayoría de
las veces poco duradera, e invade las manifestaciones más triviales de la felicidad, a tal grado que
a veces hasta cuando sonreímos “lo hacemos melancólicamente”. Hay que aprender, por tanto, a
convivir con ella, y la poesía, la literatura en general, perderse en la lectura y la escritura de
versos o textos, me parece siempre un buen medio para conseguirlo. Por esto mismo, en parte,
también intento escribir con los pobres recursos y las aún más pobres cualidades que poseo.
Considero mucho más delicada la responsabilidad de animarte a seguir escribiendo. La
escritura es ingrata en tanto que medio de subsistencia. Son pocos los que consiguen vivir de ella;
sin embargo, no debe ser el objetivo que anime a escribir la remota posibilidad de sacarle algún
provecho económico, sino el abrigo espiritual que suministra la palabra escrita a todo aquel que
se sumerge plenamente en ella. Porque sólo a través de la palabra he llegado a obtener una
plenitud que no consigo ni en compañía de mis seres más amados, ni a través del ejercicio de
ninguna otra profesión. Me parece que tu sientes el anhelo de esta misma plenitud, y, de hacer
así, te incito a que no desistas de tu intento: habrá en tu porvenir momentos de angustia y de
tribulación, pero también la gratísima recompensa de fogonazos de la alegría más pura.

JRL

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