Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Corbí, M. - Cantos de Eternidad (Rumi y El Mathnawi)
Corbí, M. - Cantos de Eternidad (Rumi y El Mathnawi)
org
Dedicados a preservar el rico patrimonio
cultural y espiritual de la humanidad.
Cantos de eternidad
La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Vol. I
Marià Corbí
Cantos de eternidad
La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Vol. I
Fotografía portada: Sir Cam
Autor: Marià Corbí Quiñonero
Editor: Bubok Publishing S.L.
Depósito Legal:
ISBN O.C.: 978-84-9981-649-4
ISBN Vol I: 978-84-9981-650-0
Epílogo.................................................................................................. 197
Marià Corbí
PRÓLOGO
2. En referencia a la opción de la realización por la vía del conocimiento, desde una perspec-
tiva no dual, característica de la escuela hindú Vedanta Advaita.
16
Marià Corbí
17
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
18
Marià Corbí
19
Marià Corbí
Como la flauta de caña fue separada del cañaveral, así mi ser fue
separado del Ser. Cuando la flauta canta, se lamenta de la separación.
Así mi corazón añora la unión.
La flauta canta porque está vacía. Sólo el corazón vacío presiente
el retorno y habla de él.
22
Marià Corbí
No esperes que “lo que es” tenga el sabor de lo que “parece ser”
24
Marià Corbí
28
Marià Corbí
El conformismo
Quien haciendo camino busca qué comer, está perdido porque será
engañado fácilmente.
Quien caminando busca algo para sí, caerá en miles de trampas.
Quien caminando busca algo que comer es semejante a quien reco-
ge grano, con un agujero en el saco. Lo que reúne por un lado lo pierde
por otro. Todo el esfuerzo que hace por escapar de la egocentración y
entrar en el conocimiento silencioso, lo pierde porque con su trabajo
busca algún tipo de compensación de la que vivir. Intenta hacer morir
al ego por inanición y lo alimenta.
Quien recorriendo la Vía pretende vivir de lo que consiga en ella,
no ha entendido que la tarea es desnudarse por completo de toda
pretensión para sí.
Quien busca comida de sabores sutiles quiebra la primera regla del
camino que es acumular sinceridad sobre sinceridad.
La sinceridad va recta, simple, sin dobleces, sencilla, sin ninguna
segunda intención; busca “lo que es” y sólo “lo que es” no a sí mismo
en “lo que es”.
29
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
30
Marià Corbí
31
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
¿Buscar la salvación?
34
Marià Corbí
35
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
36
Marià Corbí
Hubiera explicado este tema con contención pero temo que alguna mente
tropiece. Sus puntos son afilados como una espada de acero; ¡si no tienes
escudo (capacidad de entender) date la vuelta y huye! No vengas sin escudo
contra este duro metal, pues a la espada no le avergüenza cortar. Por ello he
envainado la espada, para que nadie malinterprete mis palabras.11
39
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
40
Marià Corbí
42
Marià Corbí
43
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Pero ¿cómo hacer para conseguirlo? ¿Es puro don de “el que es”?
Sólo Él es el actor, pero se requiere, dicen los maestros, que “lo que
parece ser”, cada uno de nosotros, haga, una vez y otra, el “intento”
sincero de escapar al destino.
Lo que podemos hacer, sólo tiene la categoría de “intento”, porque
todo lo que hagamos, pensemos y sintamos, procurando escapar del
destino, sólo lo reafirma.
Sin embargo, en el seno del intento repetido, intenso y sincero por
escapar, acaece el don de la libertad. Ese don no es fruto de nuestras
acciones y pensamientos, porque todos ellos, siempre, parten del ego
y vuelven a él.
44
Marià Corbí
45
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
El Espíritu y mi espíritu
46
Marià Corbí
47
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
48
Marià Corbí
La búsqueda de la sabiduría
51
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
52
Marià Corbí
54
Marià Corbí
Podría decirse que los hay más eficaces y menos eficaces, pero
incluso eso es una forma de hablar, porque tampoco tenemos criterio
para medir su eficacia ¿con qué vamos a medir quien nos inicia e in-
troduce más profundamente en el Sin Forma?
Tampoco tenemos criterio para saber si estamos más o menos
dentro del océano sin forma.
Toda expectativa por nuestra parte y toda promesa por parte de las
cosas e incluso de las personas, es falsa, porque es vacía, sin entidad.
Las expectativas jamás pueden realizarse y las promesas jamás pue-
den cumplirse, porque lo que sólo parece ser, no cumple. Lo que no
tiene ser ¿qué puede ofrecer?
Sin embargo, cuando de las cosas, personas y situaciones no se
espera nada, entonces cumplen. ¿Qué cumplen? Una plenitud ines-
perada, inconcebible y vacía.
55
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
56
Marià Corbí
57
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Determinismo y libertad
58
Marià Corbí
Debemos partir del ego para desplazar al ego del centro de la es-
cena de nuestro propio interior y de nuestro propio vivir.
Sin embargo, es desde el ego que hay que desplazar al ego. Pero el
ego para cumplir su función al servicio de la vida, tiene que permane-
cer en el centro de la escena.
Con la luz del testigo, el ego “intenta” desplazarse a sí mismo. Pero
al hacer ese intento, vuelve a situarse en el centro.
Por ello, los intentos tienen que ser astucias, procedimientos de casi
engaño que el ego debe hacerse a sí mismo, hasta que el león mate al
león, hasta que desde el ego se desplace al ego del centro de la escena.
El camino lo inicia el ego con la luz del testigo.
Las astucias e intentos continúa haciéndolos el ego, siempre con
la luz del testigo, hasta que, gracias a esos intentos del ego y a la in-
59
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
vas y angustias. El ego es un telón espeso que impide filtrar la luz del
testigo. Sin la luz del testigo la vida humana tiene la oscuridad de una
fosa profunda a la que no llega la luz.
El inicuo construye su propio infierno. Es para sí mismo su peor
enemigo.
Dice Rûmî, no sin humor: Estás excavando un pozo para ti, cava
con moderación.19
“Los sabios son como los espíritus, porque están ocultos al mundo” 22
63
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Él es el presente-ausente
64
Marià Corbí
65
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Sacrifica tus manos y tus pies y aprenderás que “nadie” hace nada
ni va a ninguna parte.
El que es “vacío” puede comer y hacer lo que quiera, todo le es lícito.
El que está lleno tiene que aprender a ser sólo oreja para aprender
de quien no es su semejante a ser vacío. Tiene que hacerse mudo para
poder arrancarse a hablar.
El camino es recibir la Palabra del maestro. Sólo Dios no necesita
apoyo; fuera de Él todos necesitamos un guía y un diseño del camino;
un diseño que después no se seguirá.
Si sabes de tu impotencia y de la ausencia, llora como Adán cuando
le expulsaron del paraíso.
Consigue la luz, como Adán, por el fuego del corazón y las lágrimas.
¿Sabes el sabor de las lágrimas? Es el sabor del don de la ausencia.
No llenes esa ausencia con cosas que no son Él. Mantén en tu corazón
la ausencia y se llenará de perlas.
La ausencia no puede ponerte sombrío, enojado y melancólico. Si
te ocurre eso, no es por su ausencia, sino porque quieres llenarte de lo
que no es Él.
Juzga de lo adecuado de tu actitud por sus consecuencias:
Si crees que echas aceite y apaga tu lámpara, no es aceite, es agua.
Si lo que comes te da conocimiento y sabiduría, amor y ternura, es
verdadero alimento.
Recogerás lo que siembres.
Siembra pensamientos de los que, como del mar, surjan perlas.
Siembra el pensamiento de tu completa ausencia y resplandecerá
su completa presencia.
Tu presencia es su ausencia y su ausencia es el don a tu ignorancia
para que te ausentes de tí mismo y te desplaces a tu “no-lugar” que es
su “no-lugar” y su presencia.
67
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
La acción y el olvido
Las palabras que pronuncian nuestra boca, o las acciones que rea-
lizan nuestras manos son como una flecha que sale del arco y no da
vuelta atrás. Esas acciones y palabras producen los efectos que pre-
tendíamos y otros muchos que no se ven.
Pero los resultados de las palabras y de las acciones son sólo obras
de Dios, aunque se nos imputen a nosotros. Sólo Él es el actor, sin
ningún socio. Todos los efectos de nuestras palabras y acciones, los
patentes y los ocultos, son obra suya.
Sólo los sabios tienen el poder, que es de Dios, de cambiar el curso
de la flecha que ya ha sido disparada.
¿Cómo?
Comprendiendo que son “nadie”, abren las puertas al “no-lugar”.
En ese “no-lugar” en el que habita “nadie”, desaparecen las palabras,
las acciones y sus efectos manifiestos y ocultos.
Con su vaciedad, el sabio abre las puertas del vacío. El vacío pro-
voca el olvido de todo lo que se cree lleno. El olvido obstruye, así, el
camino de la percepción, del objeto y de la acción.
El olvido es el reino de “nadie” en el “no-lugar”. Quien reside ahí
puede tener un corazón que reine sobre los corazones, porque nada
de él se interfiere en el amor.
Para ese sabio, el hombre con todas sus palabras y obras son pura
ilusión. Quienes le escuchan, aprenden esa lección.
El recuerdo de las santas palabras y el olvido de lo que no es Él,
dependen del sabio. El sabio vacía el saco de los corazones de cien mil
pensamientos, buenos y malos, y lo llena de perlas.
Gracias a la vía, todos los pensamientos y acciones pasadas vuelven
a su fuente. Todo vuelve a la fuente, excepto tus habilidades y oficios
se quedan contigo, para que puedas mantenerte.
68
Marià Corbí
El amor, como el conocimiento, tiene frutos sin fin más allá de los
estados de ánimo.
Quien sabe del ausente-presente, se sabe también ausente-presente.
73
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Hay que arañar y rascar, esforzarse, intentar una y otra vez, hasta
el último aliento, sabiendo que todo intento es vano porque nuestras
manos son demasiado pequeñas para alcanzarle; pero Él ve, acepta y
se aproxima.
75
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Primavera, otoño
Un día Israfil producirá un sonido agudo que dará vida al que lleva
cien años de putrefacción.33
El aliento de vida
80
Marià Corbí
81
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
En el reino del alma hay cielos que dominan al cielo de este mundo 36
Este mundo tiene otra visión posible. Parece ausente, pero está
presente.
Hay otros cielos, otras nubes y otra agua que los elegidos pueden
ver; el resto dudan de esa otra dimensión.
Lo mismo que la lluvia primaveral da vida, y el aguacero otoñal
36. Rûmî: Mathnawî. Madrid, 2003. Editorial Sufí, Tomo I, pg. 163.
83
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
puede ser dañino, también en el mundo del espíritu el don puede ser
para vida o para muerte.
El aliento de los amigos de Dios es beneficioso como la lluvia
primaveral.
Si quienes reciben ese aliento son como árbol seco del otoño, no
eches la culpa al amigo de Dios. Él hizo su trabajo.
El aliento del santo es como un viento vivificante; quienes lo pre-
fieren a su alma, reverdecen; quienes prefieren su alma a recibir ese
viento sutil vivificante, se secan como árboles muertos.
84
Marià Corbí
Necesitamos unas gotas de luz del otro mundo para que este mundo
funcione y no se convierta en una guerra de todos contra todos. Hay
que meditar esto largamente.
Si la lluvia es abundante, no queda dualidad en este mundo, el
mundo se vacía de su realidad.
Rûmî cierra el párrafo diciendo “este tema no tiene fin”. Y es así,
porque de estas afirmaciones se siguen varias cuestiones:
¿Es imprescindible un alto grado de ignorancia para que el mundo
funcione? Si echamos la vista atrás en la historia, parecería que sí.
Pero tiene que ser una ignorancia con ciertos límites. ¿Dónde
están los límites?
En el pasado se pensó que los límites los ponía la religión. La reli-
gión toleraba una ignorancia que permitía funcionar al mundo, pero
ponía ciertos límites a esa ignorancia; rociaba a los hombres con el
hisopo para que les llegaran algunas gotas de la lluvia del cielo.
¿Podría funcionar el mundo de la dualidad y de la necesaria depre-
dación, con un cielo sin las nubes de la ignorancia? Eso han predicado
todos los maestros del espíritu y los profetas de todos los tiempos.
¿Podría soportar nuestra condición de vivientes necesitados la llu-
via de inteligencia de los cielos? Eso sería el reino de Dios en la Tierra,
un reino de equidad, de justicia, de paz y de amor.
Todo perece, menos las palabras de los sabios, porque sus palabras
no están sometidas a la muerte sino que levantan de la muerte. Llegan
desde la no individualidad, desde la no existencia, que es la fuente de
todas nuestras existencias, y llevan más allá de la muerte.
85
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
86
Marià Corbí
87
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
del alma” alude a dimensiones del existir que se sitúan más allá de la
localización espacio-temporal del ego.
Ese modo de hablar en imágenes, y en imágenes que se contradi-
cen entre sí, es una forma acertada de referirse a los niveles del propio
existir que no se pueden nombrar.
88
Marià Corbí
89
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
90
Marià Corbí
91
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Los sabios son los que poseen el saber sutil, los que viven en una
dimensión que los faltos de sabiduría ni ven ni, muchas veces, sospe-
chan que exista.
Por eso los sabios pasan desapercibidos, viven ignorados.
Tampoco pretenden ser conocidos.
37. Rûmî: Mathnawî. Madrid, 2003. Editorial Sufí, Tomo I, pg. 174.
92
Marià Corbí
Saben que no podrían serlo, ni les interesa que les tengan por
sabios.
¿Para qué, si residen en el no-lugar y en el sin nombre?
Los que se dicen sabios en ese ser y saber sutil, que son reconocidos
por los ignorantes, no son sabios, sino que sólo lo parecen serlo.
Sólo quienes poseen la luz de Dios, reconocen la Luz.
Sólo los que, de una forma u otra, ya viven en la dimensión sutil
del existir, reconocen esa dimensión en el sabio.
El sabio queda oculto en las tinieblas luminosas del inefable.
93
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
94
Marià Corbí
Usa tu razón, que es una razón parcial, hasta que las olas sucesivas
de la razón universal te ahoguen.
Comprende lo que te rodea hasta que la intensidad de la indaga-
ción te aproxime al océano y te sumerja en sus aguas.
Tu razón es razón del cosmos, úsala intensamente hasta que te en-
cuentres sumergido en la razón universal, que todo lo es y todo lo rige.
Para llegar a ese fruto, hay que apostar el alma para reencontrar la
novedad de este viejo mundo.
38. Rûmî: Mathnawî. Madrid, 2003. Editorial Sufí, Tomo I, pg. 176.
95
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
La verdadera generosidad
96
Marià Corbí
El falso maestro
Hay que ser huésped de quien confiere beneficios. Eres discípulo y hués-
ped de uno que, vilmente, te roba cuanto tienes.39
39. Rûmî: Mathnawî. Madrid, 2003. Editorial Sufí, Tomo I, pg. 181.
97
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
La pobreza de espíritu
¿Para qué vivir para las riquezas, si la vida pasa como un torrente?
No tengas tus ojos puestos en los bienes, ponlos en la vida, que
dura un momento.
Ocúpate de las cosas del espíritu, y “el que es” proveerá a tus nece-
sidades como cuida del alimento de la paloma, del ruiseñor y de todos
los animales, desde el más pequeño al mayor.
Tú, como los animales, eres de la familia de Dios y ¡qué excelente
proveedor de nutrición es “el que es”!40
40. Rûmî: Mathnawî. Madrid, 2003. Editorial Sufí, Tomo I, pg. 184.
98
Marià Corbí
100
Marià Corbí
101
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Tanto lo que parece ser, como lo que es, sólo pueden anhelarle a
Él, porque no hay nada frente a Él.
Pero ese amor de todo ser, explícito u oculto por la ignorancia, es
a nada; a nada que pueda ser nombrado, a nada que pueda ser obje-
tivado.
Esa la manera de ser “del que es”, como si fuera nada para unos
vivientes como nosotros; esa su forma de ser es la que posibilita que,
con mucha frecuencia, no sepamos qué estamos buscando cuando
buscamos.
Porque es “nada”, nos confundimos en la búsqueda.
Buscarle es ya confundir con un “Otro” al que no es “otro” de nada
ni de nadie.
103
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
106
Marià Corbí
El sabio escucha los lamentos callados de los que han sido aban-
donados a sí mismos, por no escuchar su mensaje.
Son gemidos y lamentaciones inaudibles para quienes los emiten,
-tal es el grado de su ignorancia-, pero audibles y desgarradores para
el sabio.
El sabio se siente menospreciado, olvidado y herido por la ingra-
titud. Pero su propio interior, desde las vastas regiones del espíritu, le
reclama paciencia con la iniquidad.
El amor que brota de sus entrañas, que son las entrañas de Él, le
suaviza y venda las heridas.
La piedad que brota desde el hondo del su ser, empuja al sabio a
reanudar las admoniciones y las advertencias con mayor dedicación
y ternura si cabe.
Pero la mayoría de las veces, el agua de vida que reparte, se con-
vierte en amargo veneno para quienes lo reciben.
Los ciegos obstinados son una carga pesada y, en ocasiones, apenas
soportable para el sabio.
107
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Pero siente compasión por sus depravaciones, por sus fraudes, por
sus odios, por sus corazones oscuros, por sus lenguas venenosas, por
sus actos perversos, por sus caminos torcidos. Incluso su paz es muchas
veces perversa.
Siente piedad por la conformidad ciega que algunos tienen con la
tradición, una conformidad que contradice la razón.
Pero la compasión del sabio es involuntaria; su compasión es una
gota sin causa del océano de la bondad.
Los que oyen las palabras de los sabios, y los que son sordos a ellas;
los que gracias a los sabios ven, y los ciegos; los que viven para sí mis-
mos, y los que han abandonado su egoísmo y se han vuelto a “Eso que
es”, están enfrentados y separados por una poderosa barrera.
Rûmî los compara a dos mares, uno de sabor azucarado y color
brillante como la luna, y otro de sabor acre y color negro como la brea.
Estos dos mares se enfrentan uno contra el otro; sus aguas chocan.
Los que dan como real el mundo de sujetos y objetos, se enfrentan
con quienes sostienen todo eso es “sólo parece ser”, porque sólo es “el
que es”.
Quienes viven para sí mismos, se oponen a quienes afirman que
hay que abandonar el egoísmo y vivir sólo para “Eso que es” y en “Eso
que es”.
Los que ven el mundo en que viven como el mundo de lo real, se
enfrentan con quienes no ven en ese mundo más que a Él.
108
Marià Corbí
Has oído este discurso, ¡que todo tú, pelo a pelo, seas una oreja! 45
110
Marià Corbí
de Dios sobre Adán, hecho de barro, sobre la disputa del ángel con
Dios por causa de ese mismo barro. Adán es la figura de todo hombre,
hecho de barro.
Pero Dios le enseñó a Adán todos los nombres, le dio su sabiduría,
de forma que los ángeles se maravillaban y alababan a Dios. Por el
reconocimiento de esa sabiduría en el barro, los ángeles adquirieron
una santidad que antes no tenían.
La sabiduría de Dios en el barro de Adán no la contenía la
amplitud de los cielos. La amplitud del espíritu en el barro de Adán
no cabía en los cielos.
Recordó que el Profeta mencionó que Dios dijo:
113
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
115
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
116
Marià Corbí
por los calores del ego y se vuelva impuro por el agua salobre del deseo,
es difícil tarea.
La perla es la generosidad, es el Sol y la Lluvia, el paraíso que no
diferencia entre fieles e infieles, buenos y malos.
La perla es el don sin condiciones, es el amor universal. En su
proximidad todo revive.
Dice Rûmî que quienes entran en la proximidad de la perla, si son
seguidores de la forma, quedan cubiertos de joyas; si son seguidores
de la realidad, hallan el mar de la realidad; si carecían de aspiración se
tornan aspirantes, y los aspirantes logran lo que ansían. 49
Rûmî es tolerante con los que se ligan a la forma, pero expresa tres
grados en el desarrollo interior: los seguidores de la forma, la religión,
se verán cubiertos de perlas; los que buscan la Realidad, la encontra-
rán. El último estadio es el vacío de sí mismo. Sin aspirar a nada, esos
son los verdaderos caminantes. Ellos llegan a la unidad.
118
Marià Corbí
119
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
120
Marià Corbí
No te enamores del muro que se ilumina con la luz del Sol, sino del
Sol
No hay fronteras entre los bienes que persigues y “el que es”.
No hay fronteras, pero tu deseo las pone.
121
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Cuando creas fronteras, te quedas con las espinas y con las som-
bras; vacías la realidad de sus tesoros.
La misión de los profetas es eliminar las fronteras.
“No hay fronteras” es la perla.
Hablar de que no hay fronteras, dice Rûmî, no tiene fin. ¡Así es!
Sólo podemos ofrecer un jarro de agua caída del cielo, en el arenal del
desierto
122
Marià Corbí
como los canales de conducción de agua. Por los canales corre el agua
de los maestros.
¡Discierne a qué maestro te acercas!
El mejor maestro, es el que, a la luz de la muerte, da el mejor cono-
cimiento, que es la pobreza absoluta del espíritu.
123
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
De la boca del enamorado brota vacío, y del vacío brota el aroma del
Amor
El sabio, hable de lo que hable, sus palabras salen del Amor y con-
ducen a la morada del Amor.
Sus palabras expanden el perfume del amor porque vacían.
En el Vacío está el amor. Sin Vacío no hay Amor.
Este asunto es clave.
125
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Hablar del Amor no tiene pies, porque es hablar del Vacío y hablar
del Vacío es hablar de la Unidad; ni el Vacío ni la Unidad tienen inicio;
ni tienen cabeza, porque no tienen final. Todo se asemeja a una gota
de agua que tanto es cabeza como pies, porque no tiene ni una cosa
ni otra.
Hablar de la unidad en la diversidad y de la diversidad en la unidad
es como dar vueltas a una noria.
Pero hay que tomar en serio esa forma de hablar de Aquello para
lo que no hay palabras.
Advierte Rûmî: ¡Atención, no es una historia! ¡No lo quiera Dios!52
La resurrección es la discriminación
128
Marià Corbí
Hay que partir el pan para que alimente; hay que pisar las uvas para
que se transformen en vino.
La discriminación es la resurrección.
La resurrección es que el capullo, muriendo, se convierta en fruta.
131
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
133
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Dar algo a Dios, aunque sea mucho, y reservarse algo para sí, para
subsistir, es proceder como un asno.
En presencia del León, del “que es”, ¿cómo hablar de yo y tú?
¿Cómo hablar de Él y de nosotros?
Si la visión del León no te transporta fuera de ti, las zarpas del
León te destruirán.
El que todavía decía “yo” en este relato, tuvo que viajar durante un
año, abrasado por la ausencia y purgando su hipocresía.
La ausencia le coció hasta que ya no buscó nada y volvió a llamar a
la puerta del amigo, lleno de temores de que alguna palabra incorrecta
se escapara de su boca.
La experiencia del vacío de sí mismo y de la lejanía “del que es”
le coció.
Volvió a llamar a la puerta del amigo. Y el amigo respondió: ¿Quién
llama a la puerta? Respondió el cocido: Tú llamas a la puerta.
Ahora, puesto que tú eres yo, entra, oh yo mismo: no hay sitio en la casa
para dos “yos”.57
La dualidad y la unificación
Si le entregas al León todo lo que caces, todas sus presas serán tuyas
136
Marià Corbí
Noé dijo: “Oh tercos, yo no soy yo: estoy muerto para el alma animal,
vivo a través del Alma de almas”.58
139
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Dios dirá en el día del juicio: ¿qué me has traído de tu paso por la
tierra?
Dicho con lenguaje menos mítico: el día que adviertas con claridad
la realidad de tu ser ¿qué tendrás en las manos?
El día del juicio no es el día de un juicio externo, es el día de un
implacable juicio interno.
¿Creías que no llegaría el día de esa toma de conciencia, el día de
la advertencia completa, el día del juicio interno?
Si ese día no tienes una ofrenda en tus manos, todo será para ti
polvo y ceniza.
Prescinde, mientras puedas, del sueño y la comida; deja de
desaprovechar tu tiempo y deja de alimentarte de aire.
Come y duerme escuetamente para poder advertir tu ser.
Ora para advertirlo a tiempo.
Muévete, intenta una y otra vez que tus sentidos contemplen la
Luz, para que puedas salir de este mundo, como de un útero, a la vasta
extensión de la tierra.
La vasta extensión de la tierra es el rostro de Dios.
141
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
“Al que es” sólo le puedo ofrecer un espejo. El espejo del Ser es el no-
ser
¿Qué podemos ofrecer los humanos “al que es”, a lo único que
realmente es?
¿Qué podemos ofrecer que Él no posea, que Él no sea?
Sólo podemos ofrecerle un espejo para que en Él pueda ver su
bello rostro.
El espejo sólo puede ser la pureza vacía de nuestro corazón y de
nuestra mente.
Nuestro corazón y mente, vacíos por el profundo silencio interior,
es el lugar en el que Él se mira.
Cuando Él se ve en mí, puede acordarse de mí, porque me da
realidad; la suya.
Sólo se puede ver a Él en mí; así puede acordarse de mí, porque
¿qué hay en mí si no Él?
Así soy imperecedero, porque en mí, fuera de Él no hay nada,
En mí sólo está su rostro, y ese es imperecedero.
142
Marià Corbí
Dice Rûmî: Trae no-ser como tu regalo, si no eres un necio. El ser sólo
se puede ver en el no ser.61
El ser sólo puede verse cuando se es capaz de reconocer el propio
no-ser.
Reconocer el propio no-ser es la única y verdadera ofrenda que
podemos hacer a Dios, porque es arrancar el velo de la ignorancia de
nuestro propio rostro para que aparezca lo único que en nosotros es,
Él, su rostro.
144
Marià Corbí
145
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
146
Marià Corbí
147
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
148
Marià Corbí
149
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
151
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
153
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
155
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
156
Marià Corbí
158
Marià Corbí
¿Cómo te liberarás del egoísmo que hace mal uso hasta de lo más
noble?
Sólo el sabor del vino te liberará de ti.
No confundas el nombre del vino con llevarlo a la boca.
El nombre no tiene poder para liberar; es más, incluso puede
ponerse al servicio del ego.
Pero si usas bien el nombre, el nombre te cogerá de la mano y te
llevará a su proximidad. Pero, insiste Rûmî, no se corta una rosa de las
letras que la nombran.
Que el nombre te lleve al nombrado, porque la luna no está en las
aguas del arroyo.
Pero el nombre no te llevará al nombrado a menos que reconozcas
tu desnudez. Mientras te asientes en tu ego, el que es “nada de todo”,
el “Único que es”, no podrá mostrársete.
Si te libras de ti mismo contemplarás su esencia, que es tu esencia
inmaculada y, observa Rûmî, verás en tu corazón todas las ciencias de
los profetas, sin libros, sin preceptor ni maestro.
159
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Quieres recorren ese camino, ven con la luz de los profetas, porque
beben el mismo vino y se sumergen por completo en las Aguas de la
Vida.
El conocimiento, oculto a los que viven de la opinión, hace de un
kurdo un árabe; hace de un niño que toma lo que no es por lo que es,
un sabio que comprende que nada es, sino “el que es”.
Los chinos y los griegos disputaban sobre quienes eran los mejores
pintores. El sultán les puso a prueba.
Empezaron disputando, hasta que los griegos se retiraron del de-
bate. La Verdad, que no es una formulación, no se dirime en el debate.
El sultán asignó una habitación a los chinos y otra a los griegos,
separadas por una cortina. Los chinos pidieron, cada mañana, al sultán
mil colores. Los griegos dijeron que no necesitaban colores sino sólo
quitar la herrumbre. Su trabajo les volvió claros y puros como el cielo.
Cuando los chinos terminaron su trabajo lo enseñaron al sultán,
que quedó encantado. Los griegos retiraron la cortina que les separaba
de la pintura china. Las pinturas chinas se reflejaron en la pared purifi-
cada. Todo lo que estaba pintado en la pared de los chinos se reflejaba
en la pared de los griegos de forma más bella y sutil.
Esta es la historia que narra Rûmî.67 Siguen sus reflexiones.
Los griegos son los que han pulido sus pechos de toda codicia, ava-
ricia, odio. No es que hayan perfeccionado su ego hasta llegar, si fuera
posible, a ser perfectos. Quien pule su corazón de codicia, avaricia y
161
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
162
Marià Corbí
Se condena a los negadores de los signos “del que es”; porque negar
“lo que es”, es precipitar la propia mente y el propio corazón en el
vacío; en el vacío del propio ser, sin poder reconocer, sino negando, lo
que es el propio ser.
Esa tensión de querer ser y no ser, eso es la condenación.
164
Marià Corbí
Quienes se creen ser, se les llevan las aguas; quienes saben que no son,
pero son testigos del ser, se salvan de las aguas y ven que todo es bello.
A los etíopes los arrastran los etíopes; a los anatolios les llevan los
anatolios. El sabio los conoce por sus rostros; sabe quienes están vacíos
y quienes están llenos de sí mismos.
Las mentes, los corazones y las obras de los ignorantes son la
corriente central de las aguas.
No es una corriente de entidades reales, es sólo una corriente de
representaciones, de falsos supuestos y de sus terribles consecuencias.
La corriente es una corriente de irreflexión, de ignorancia, de falta
de reconocimiento de “lo que es”, de tomar “lo que sólo parece ser”,
por “lo que es”.
¿Quién es el ignorante?
Nadie es el ignorante, aunque se cree ser. Hay una corriente de
ignorancia en la que “nadie” es ignorante.
Si la ignorancia es de “nadies”, ¿será real la ignorancia?
Tampoco la ignorancia es real. Sólo Él es, y no hay velo que pueda
cubrirlo.
Sólo Él es el actor y nada puede engañarle. Todo es un “parecer
ser” que causa dolor, que puede ser un infierno, porque en él se vive
queriendo ser sin poder serlo.
Como dice Rûmî, este discurso no tiene fin.
165
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
166
Marià Corbí
167
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
168
Marià Corbí
169
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
El presente-ausente
171
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Cuando Dios se muestra como “el que es”, en sus signos y en sus
sabios, todas las dudas desaparecen.
Mientras Él está ausente, hay ansiedad porque se busca lo invisible.
En su ausencia, la mente y el corazón imaginan y fantasean.
En cuanto está presente, la imaginación y la fantasía desaparecen.
Pero el que es el Sol radiante, no aleja las nubes de nuestras imá-
genes y fantasías sobre el ausente.
Y esas imágenes y fantasías sobre él son como lluvia. Así a nuestra
tierra oscura no le falta fertilidad.
Nuestro sentir necesita de imágenes y fantasías, aunque finalmente
puede vivir y debe vivir sin ellas.
172
Marià Corbí
No hables, no interpretes.
Todo, signos y sabios están aliados para manifestarlo.
Las cosas, que hablan como si fueran ángeles, y los sabios testifican
que no hay Señor salvo Él, que nada es, sino Él.
Dios mismo habla en cosas y sabios.
Es como si se asociaran a Él para que podamos soportar su res-
plandor.
El canto claro de las cosas y las palabras de los sabios derivan la luz
del Sol; y están ahí para no abrasar los ojos débiles.
Los signos, como ángeles, tienen diversos grados de luz. Pero todos
esos diversos grados de luz provienen del único Sol.
173
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
175
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Cuando para los sabios llega la noche, cuando deben volver a las
tareas, los que se habían ocultado vuelven al trabajo.
Dios restituye los sentidos y la mente a quienes los habían perdido,
para que vuelvan a la faena.
Pero sus sentidos danzan en alabanza de quien habiéndoles dado
la Vida, les devuelve a la vida.
176
Marià Corbí
¿Quién es el enemigo?
El fuego del deseo, que es la raíz de todas nuestras desviaciones y
de todos nuestros errores.
El fuego del deseo no es un fuego externo, no son llamas que pue-
dan apagarse con agua. Tiene la naturaleza del infierno. Es el infierno.
¿Cuál es el remedio para el fuego del deseo?
La luz “del que es”.
El fuego de las pasiones abrasa todo lo que toca, abrasa las ciuda-
des.
Ese fuego no se apaga con agua; hasta el agua huye de ese fuego.
Ese fuego es un signo de Dios para quien reflexiona, porque llega
a comprender de donde proviene ese fuego y cómo se apaga.
Ese fuego se apaga dando pan, no con ostentación y orgullo, nor-
ma o costumbre, sino por amor a Dios, temor, piedad y súplica, dice
Rûmî.72
¿Por qué dando pan se apagan las llamas?
Porque quien socorre a los menesterosos, sin buscar nada a cambio,
sino por amor “al que es”, por reverencia y piedad por todo lo que es,
se aleja del propio ego, que es el horno de donde brotan las llamas.
Ese acto de generosidad es una súplica para liberarse del fuego.
Abrir las manos para dar es soltarse del ego.
179
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
180
Marià Corbí
Hemos de ser como Alí, todo él mente y todo ojo, para ver al que
mata sin espada.
Que nuestra inteligencia pruebe los vinos que ni nuestros ojos, ni
nuestro olfato detectan, pero que están ahí.
Los ojos de los sabios han aprendido a ver lo que es invisible para
otros ojos.
Sin hablar ya relucen como la luna, pero cuando la luna habla, los
viajeros se orientan con mayor rapidez.
Señalan el camino, aun sin hablar; pero si hablan, es luz sobre luz.
181
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
182
Marià Corbí
El sabio es como el halcón del Rey que puede hacer presa en nues-
tras almas.
Él puede hacer presa en nuestra alma porque practica la misericor-
dia en lugar de la venganza.
183
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
Los vientos sólo se llevan las basuras. Vientos como los de la cólera
o la lujuria barren a todos los que no reconocen.
El sabio es una montaña, un edificio que es Su edificio.
Todos los vientos de su espíritu son vientos de Él.
En él no hay otro viento que el anhelo de Él.
El que guía su caminar es nadie, salvo el amor del Uno.
La cólera es su esclava, la ira está embridada. Está sumido en la luz,
aunque su choza se hunda.
Si en su actuar aparece un pensamiento que no sea Dios, tiene que
envainar la espada.
El sabio es el que ama por causa “del que es”, odia por causa “del que es”,
da por causa “del que es” y retiene por causa” del que es”.
Pertenece a Él y a nadie más.
Ya no busca, ni se esfuerza, he atado mi manga a la falda de Dios,
dice Rûmî.73
Es puro testigo de todas sus acciones, tanto si vuela, como si planea
en círculos.
Es como la luna, que toda su luz es la del Sol.
Enseña que somos agua, pero de río; y en el río no cabe el mar.
Bella manera de decir que somos agua del agua, y no otra cosa; pero
en el agua del río no cabe todo el agua del mar.
Al hablar del mar inmenso a los que no somos más que ríos, sólo
cabe decir que el mar no cabe en el río.
Los sabios y los profetas pueden ser enviados como testigos porque
están completamente libres de existencia.
Sólo los libres de existencia propia son verdaderos testigos.
Por el testimonio de los sabios y profetas, los esclavos son liberados,
las piedras son convertidas en joyas, las zarzas florecen en los jardines
de Él.
El que recibe el testimonio de un sabio se hace uno con él. El sabio
no existe; cuando habla, habla Él.
185
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
El Profeta susurró a los oídos del escudero de Alí, que Alí moriría
por su mano.
Ante este anuncio del Profeta, el escudero dijo a Alí que le partiera
en dos para que el mal de tal crimen no pesara sobre su alma.
Alí contestó que el Cálamo que escribe el destino está ya seco,
186
Marià Corbí
187
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
188
Marià Corbí
Pero esa dura manera es una gran misericordia, porque nos arrastra
por los pelos, de lo que creemos ser a lo que realmente somos.
189
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
191
Cantos de eternidad. La sabiduría de Rûmî en el “Mathnawî”
192
Marià Corbí
195
Marià Corbí
Epílogo
197