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LEYENDA 6

Un jugador ladronzuelo.
El pequeño Felipe de tres años, fue un niño diferente; desde pequeño veía cosas y
personajes supuestamente imaginarios.

Doña Lolita casada, con tres hijos pequeños de tres a siete años, niños muy inquietos, con
un esposo con una jornada de trabajo y en sus tiempos libres hacía trabajos particulares,
no podía ayudarla con la atención y educación de éstos. Ella debía atender y solucionar
cualquier problema del hogar.

Los inocentes jugaban normalmente en el patio, el primer árbol cerca de la casa


aproximadamente cuatro metros era de aguacates, estaba suficientemente amplio y
ofrecía una rica sombra para sus juegos y cerca una pequeña bodega, más atrás un fruto
típico de tabasco llamado “choch”, que se extendía a todo lo ancho del patio, al fondo una
de naranja agria, y en una esquina otra de limón agrio.

Un día observando a sus hijos mientras jugaban, se dio cuenta que los niños tenían
pintada la pared de la pequeña bodega donde jugaban, con pintura de zapato una cruz, y
le llamó la atención y les preguntó, quién había dibujado aquello; y contestaron los tres al
mismo tiempo: Felipito dijo: yo. Y sus hermanos respondieron Felipe.

Se me hizo rara la respuesta y cuestioné: ¿El por qué lo dibujó? Y me respondió: para que
Diosito nos cuide mientras jugamos y los niños no nos molesten. ¿Y qué te hacen? le
pregunto la madre afligida: Me quitan mis juguetes y se los llevan y no me lo quieren
regresar.

Desde entonces tengo la costumbre de poner “guanos benditos” en mi patio y los amarró
en los árboles.

Se dice que así como existe el bien; existe el mal…. Y que los niños por ser angelitos
inocentes ven a los espíritus buenos y malos.

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