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El saber popular ha acuñado una serie de términos adecuados para la diferenciación de los
paisajes, indicadores a la vez de su morfología, su tapiz vegetal, la vida animal que en ellos se
desarrollan y las formas de instalación y actividad humanas1.
De estas asociaciones intuitivas se han derivado principios ecológicos muy precisos que
han esclarecido la aparentemente inextricable relación existente entre el relieve, el clima, el
suelo y la vegetación de un lugar determinado.
Un bioma es una comunidad terrestre que incluye la vegetación y la fauna asociada a ella,
cuya identificación y clasificación se basa en las formas dominantes de la vegetación. Si bien
refleja las características impresas por la temperatura y humedad propias de un determinado
clima, dentro de cada bioma éstas sufren modificaciones locales por efecto de la estructura
geológica, el relieve y los suelos2.
Como en cada bioma se han desarrollado con éxito las especies vivientes mejor adaptadas
a las condiciones imperantes, estos patrones biológicos son muy buenos modelos a imitar por el
hombre en el momento del aprovechamiento de las potencialidades de las regiones naturales.
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Así, cuando se habla de puna, pampa o selva, se evocan imágenes paisajísticas bien distintas. La
puna recuerda altiplanicies frías y secas, con una vegetación rala de pastos duros que sustenta rebaños
de llamas tras de los cuales se mueve pausadamente una pastora que hace girar incansablemente con
manos ágiles el huso y la puiscana. La pampa en cambio suscita la imagen de una llanura sin límites
cubierta de pastizales que, bajo un clima templado y húmedo, nutre incontables cabezas de ganado
mayor; la selva, a su turno, se identifica con el ámbito de los grandes árboles de espeso follaje que
denotan la pujanza de la vida silvestre bajo un clima cálido y lluvioso, en el que las “picadas” abiertas
por el hombre para su explotación dejan al descubierto suelos de color rojo ladrillo.
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El término bioma fue introducido por Clements y Shelford en 1939. Basándose solo en tres
regímenes térmicos (frío, templado y tropical), se definieron una serie de biomas con predominio de
formaciones herbáceas, arbustivas o arbóreas y las respectivas combinaciones distribuidas en fajas
horizontales, denominadas desde los polos hasta el Ecuador: tundra, taiga y bosque (con sus
variedades, perennifolio, caducifolio y mixto), pastizal, sabana y selva, con una amplia faja de
desiertos ubicados en la latitud subtropical. Esta distribución aparece alterada por influencia de las
variaciones climáticas, generadas por los cordones de montaña en el hemisferio Norte, en tanto en el
hemisferio Sur la discrepancia es acentuada por la orientación meridiana de las montañas, el escaso
desarrollo de las tierras y el predominio de las superficies marítimas en las latitudes medias.
La cantidad de biomas existentes en un territorio muestra su heterogeneidad y el abanico
de sus distintas potencialidades productivas. A su vez la heterogeneidad de cada bioma
muestra la magnitud o monto de la oferta natural (temperatura, agua, fertilidad del suelo, etc.).
Si hay un alto número de especies vegetales y animales, la oferta natural es rica y cubre un
amplio espectro de máquinas biológicas.
Por el contrario, en los biomas áridos, cuyo factor limitante es el agua (ya sea porque
llueve poco, la evaporación es intensa, el suelo permeable o la pendiente facilita el
escurrimiento, etc.) el número de especies se reduce drásticamente, es decir que ante la oferta
restringida el espectro biológico es estrecho, la potencialidad productiva está limitada a pocas
máquinas biológicas y la estabilidad del sistema es baja.
En consecuencia el uso y manejo de los recursos naturales renovables debe ser muy
cuidadoso y requiere siempre conocer los umbrales críticos de cada uno para que éstos no sean
superados.
Además de éstas, que responden a lo que podríamos clasificar como “tipos puros”, existen
otras áreas donde la vegetación es un mosaico resultante de la convivencia de distintas formas
en proporciones semejantes; se puede entonces hablar de una “codominancia” ya sea de
arbustos - hierbas o árboles - hierbas.
En otros casos se trata más bien de áreas de transición o “ecotonos”, en los que existe un
gradiente de formas de vida, el más conspicuo de los cuales es la franja del algarrobal que se
extiende desde los Llanos de La Rioja hasta el río Colorado a través del este de San Juan y
Mendoza y el oeste de San Luis y La Pampa.
En lo que hace a las regiones de dominancia arbórea, podemos señalar tres de extensión y
localización contrastadas. Una de ellas, la más dilatada, se ubica al norte del país, abarcando
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A partir del año 1971 la UNESCO desarrolla el Programa Biológico Internacional para el estudio de
los distintos biomas mundiales, con la participación de la mayoría de sus Estados Miembros.
zonas de relieves diversos (montañas, valles y llanuras) pero todas sujetas a la influencia
anual o estacional del anticiclón del Atlántico Sur, proveedor de lluvias bajo climas que oscilan
entre el cálido tropical y el templado cálido, con variables amplitudes térmicas estacionales que
justifican desde la existencia de selvas en zonas de alta pluviosidad hasta la de bosques de
maderas duras donde las precipitaciones son más escasas y la evaporación intensa; La segunda
región, de clima subtropical, menos extensa, se ubica al noreste; Y la tercera al sur del territorio
como una estrecha franja estrictamente adosada a las laderas de los Andes patagónicos y
fueguinos de alta pluviosidad que, por su localización en las latitudes medias, gozan de un
clima templado o templado - frío con las variantes impuestas por la altura. Cabe en
consecuencia esperar grandes diferencias en la composición florística de estas formaciones
selváticas y boscosas.
La región de dominancia arbustiva se asocia al área de clima semiárido que, como una
angosta faja cuya amplitud se acrecienta hacia el sur, se extiende formando un arco desde el
Valle Calchaquí hasta la costa atlántica en las latitudes comprendidas entre las bocas de los ríos
Negro y Chubut.
El área abarcada por las regiones de codominancia de arbustos y hierbas coincide con la
zona más seca de la diagonal semiárida, desde la Puna hasta la costa atlántica austral. El clima
frío de altura o templado frío de llanura es siempre de lluvias escasas, pero las bajas
temperaturas de la zona austral al reducir la magnitud de la evaporación crean condiciones
propicias para un mayor desarrollo del pastizal.
Por último el ecotono se desarrolla en la zona de tránsito de los climas cálidos a los
templados con precipitaciones concentradas en el periodo estival que es también el de máxima
evaporación. En este espacio llano todavía sujeto a la influencia del anticiclón del Atlántico sur
las lluvias disminuyen gradualmente de nordeste a sudoeste y ello va acompañado de cambios
también graduales en la vegetación a veces con imbricaciones de otras dominancias, por
ejemplo donde la emersión de relieves serranos genera otras condiciones climáticas.
El arbustal se halla representado por el monte, que se inscribe, junto con otras formas de
codominancia con el pastizal, en la vasta área de los semidesiertos, que incluye la Puna, el
desierto altoandino y la Patagonia.
A estos biomas continentales (si se entiende como tal al archipiélago fueguino que en
muchos aspectos participa de las características de la tierra firme contigua), hay que agregar los
biomas insulares, distinguiendo por un lado el área abarcada por las Islas Malvinas y las
Georgias del Sur y por otro, un bioma que, teniendo en cuenta el factor vegetación elegido para
la caracterización de los anteriormente citados, se definiría por la manifestación de ésta en su
forma más elemental o por su carencia: nos referimos al bioma antártico que abarca el sector
Antártico, proyectándose a través de las Islas Orcadas del Sur hasta las Sandwich del Sur.
LAS SELVAS
Las estrategias de las plantas son múltiples destacándose las hojas brillosas y anchas de las
latifoliadas, que les permiten competir eficientemente en la captación de luz, el borde entero, la
corteza clara y generalmente delgada, las raíces aéreas y el desarrollo de formas alargadas que
unas veces se apoyan y otras se enroscan alrededor de los tallos de árboles y arbustos para
alcanzar la cima y con ello una mayor disponibilidad de luz.
Las selvas desarrollan sus propios suelos, los forestales ácidos, con existencia de rocas de
diversos estados de desintegración y capa de detritos de espesor variable. En la selva el mayor
porcentaje de nutrientes se encuentra retenido en los organismos vivos. Esto merece destacarse
porque, cuando se explota el estrato arbóreo, la pérdida de fertilidad de los suelos es muy
rápida, ya que se extrae la materia viva con sus correspondientes nutrientes, los que ya no
retornarán al suelo cerrando el ciclo. Por otra parte, cuando se hace tala rasa, dejando el suelo
desnudo expuesto a la acción de lluvias intensas, se facilita el lavado del horizonte superficial,
que es, precisamente, el más fértil por contener mayor cantidad de materia orgánica.
Con respecto a los hábitos, el arborícola es predominante, dada la gran oferta arbórea
existente y la dificultad de circulación a nivel del suelo. Por otra parte, las condiciones
térmicas, con pocas variaciones anuales, favorecen el desarrollo de organismos poiquilotermos
(que no controlan su temperatura corporal) como reptiles y batracios.
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En la cúspide de la trama alimentaria encontramos al yaguareté y, entre los mamíferos más
conspicuos, cabe citar a los monos caí y aullador, al anta o tapir americano, pecaríes, carpinchos,
nutrias, al oso hormiguero y melero, el llamativo coendú (semejante al puercospín), el agutí y
numerosas ratas y cuises. No falta tampoco variedad de murciélagos.
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Entre ellas, la perdiz de monte, el chiflón, el mirasol, el pato serrucho, la pava de monte, la charata,
varias palomas y loros, los vistosos tucanes y, entre las rapaces, la harpía, el halcón, el águila, el pájaro
campana, el anambé y otras.
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Ñacaniña, lampalagua, falsa yarará, falsa coral, etc.
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Víbora de coral, yarará y víbora de cascabel.
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Dorados, manguruyúes, surubíes, mojarras, palometas, tarariras, viejas y rayas.
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Entre los insectos, se destacan las hormigas podadoras, las legionarias y las termitas. Hay también
mariposas de variado tamaño y color, de hábitos diurnos y nocturnos, abejas sociales, avispas, moscas
(como la famosa ura, azote de los animales domésticos), barigüies y muchos otros que sirven de
vectores de enfermedades tales como la fiebre amarilla y el paludismo, transmitida por los mosquitos
Aedes y Anopheles, respectivamente.
En síntesis, la selva se caracteriza por la alta diversidad de plantas y animales, con
presencia de todas las formas de vida vegetal (arbórea, arbustiva, herbácea, lianas,
epífitas, musgos y líquenes) organizadas en diversos estratos, con cobertura total del
suelo, alta tasa de reproducción y crecimiento, fundamentalmente en la vegetación. Es el
bioma con mayor número de nichos ocupados y rápido reciclado de nutrientes.
La selva misionera. Este pequeño y rico bioma cubre la meseta central de Misiones y los
relieves colmados que bajan hacia los grandes colectores Paraná, Uruguay e Iguazú. El clima es
cálido, subtropical, con precipitaciones de 1.500 a 2.000 m.m.; aunque la temperatura media
anual excede los 20°C, de mayo a agosto pueden producirse heladas e incluso nevar en los
relieves más elevados (800 mts. en Bernardo de Irigoyen). La vegetación es una masa
impenetrable con tres estratos arbóreos, un sotobosque de cañas y arbustos, un estrato herbáceo
y un estrato muscinal con musgos y líquenes. Se hallan epífitas a distintas alturas y un
entretejido de lianas y enredaderas11.
La trama básica de esta selva incorpora o pierde especies según el lugar. Hacia el nordeste,
a medida que el relieve se eleva y el clima se torna más frío aparece un árbol muy cotizado por
su madera, el pino misionero, curí o araucaria. A él se asocia generalmente una planta de bajo
porte, codiciada por sus hojas, la yerba mate silvestre, específica de la selva misionera. Otras
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La selva misionera es más cálida y húmeda, con clima sin estacionalidad marcada; la tucumano-
oranense se desarrolla, en cambio, bajo un clima con concentración estival de las precipitaciones y un
invierno más frío. Por otra parte tiene un desarrollo altitudinal que la lleva aproximadamente hasta los
2.000 mts., superando en más de 1.000 mts. los puntos más altos del relieve misionero. Esto incide
sobre la vegetación y la fauna. La selva misionera tiene una mayor diversidad porque el medio natural
presenta pocas restricciones y se mantiene prácticamente constante durante todo el año, lo que permite
que la actividad general de los seres vivos se mantenga también constante con una elevada tasa de
crecimiento y reproducción. Esto se comprueba fácilmente pues cuando se abre un claro en la selva la
vegetación lo invade rápidamente y termina cicatrizándola. Por el contrario, en la selva tucumano-
oranense hay una disminución de la actividad biológica durante el invierno, coincidente con la
disminución de las precipitaciones y la temperatura. Ello altera los hábitos de vida y produce una
reducción del número de especies. La altitud, por su parte, genera un gradiente climático y de
vegetación, pasándose de la selva al bosque para rematar, a los 2.500-3.000 m.s.n.m. en pastizales de
altura. Como diferencias notables entre ambas, se pueden señalar las palmeras y cañas, presentes en la
selva misionera, y la existencia de algunos árboles que son exclusivos de una u otra. En cuanto a la
fauna, la selva tucumano-oranense es un poco menos diversificada y presenta algunos ejemplares que
reflejan la influencia chaqueña.
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La asociación vegetal de mayor distribución presenta en el estrato arbóreo, de 20 a 30 mts. de altura,
un predominio de guatambú blanco, laurel negro, cancharana, cedro e incienso y, con cierto grado de
dispersión, la palmera pindó y los gigantescos lapachos. Entre los árboles de porte mediano del
segundo estrato se destacan el laurel amarillo, el peteribí y el aguay. El tercer estrato, de menor altura,
lo forman el cocó, maricá y varios helechos arborescentes que alcanzan su máximo desarrollo en la
húmeda vertiente del río Uruguay. El estrato arbustivo es muy rico. En él dominan las cañas, como la
tacuara brava y el tacuarembó, y arbustos como la ortiga brava. Entre las lianas y epífitas, las más
conocidas son el guaimbé y el agarrapalo, que rodea con sus gruesas raíces aéreas a la planta soporte, a
la que termina por ahogar. También son epífitas las hermosas orquídeas y varios tipos de helechos. En
el estrato herbáceo se presentan gramíneas de hojas anchas y helechos.
variaciones se presentan en el Parque Nacional del Iguazú, enriquecido con palo rosa y palmito.
Hacia el sur, en cambio, se opera un paulatino empobrecimiento en especies, hasta llegar a la
formación dominada por el urunday. Su aparición coincide con la proximidad de un substrato
rocoso que, en ciertas zonas aflora en superficie, describiendo un arco que se extiende entre
Santa Ana y San Javier.
La selva también se modifica a orillas de los ríos, formando la llamada selva en galería,
que acompaña los cursos del Paraná y el Uruguay (así como los de sus afluentes),
prolongándose a lo largo de los mismos hasta alcanzar el río de la Plata, donde su límite austral
parece hallarse en Punta Lara (Bs.As.). En esta selva de ribera aparecen especies exclusivas, en
su mayoría higrófilas como el ceibo, el laurel del río, el laurel negro, inga, sauce, lecherón,
ambay, tacuara, etc.
La selva misionera está siendo objeto de una alteración intensa como consecuencia de
la expansión de la actividad agrícola y de la explotación forestal. Sus suelos rojos
sustentan cultivos de yerba mate, té y tung, entre los perennes, y de tabaco, entre los
anuales. La extracción de especies silvestres se practica en áreas vírgenes, en tanto se
realizan a ritmo acelerado talas masivas para dar lugar a reforestación con variedad de
pinos. En el distrito del urunday, después del fracaso de la agricultura motivado por la
erosión del suelo, la explotación de los campos abiertos se orienta hacia el pastoreo.
Esta selva es muy densa y se encuentra frecuentemente cubierta por nubes durante el
verano y principios de otoño. las lianas y enredaderas son muy abundantes, así como las
epífitas, especialmente sobre laureles y tipas. La selva montana va empobreciéndose de norte a
sur y también entre los 1.200 y los 2.500 m.s.n.m. generando, en rigor. una formación boscosa,
en la que pueden distinguirse tres tipos: bosque de pino del cerro, bosque de aliso y bosque de
queñoa. Por encima de estas alturas los árboles son reemplazados por pastizales.
LOS BOSQUES
En la Argentina los bosques se presentan bajo dos tipos climáticos diferentes. El clima
subtropical con lluvias estivales de moderadas a escasas alberga al bosque chaqueño, y el
clima frío y húmedo de la región cordillerana, los bosques australes12. La diferencia tan
marcada de la fauna de ambos bosques hace imprescindible su tratamiento en forma separada.
La fauna del bosque subtropical es de influencia neotropical, en tanto los bosques fríos tienen
fauna de predominio austral.
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Ambos tienen en común la existencia de una estación durante la cual la actividad de las plantas se
reduce notablemente. En el caso del bosque subtropical, esto se debe a la disminución de las lluvias
durante el invierno, en los bosques australes a la disminución de la temperatura en la misma estación.
Estas variaciones estacionales tienen influencia decisiva en las adaptaciones morfológicas y funcionales
de las plantas. Las estrategias son variadas pero todas ellas cumplen con un objetivo común: sobrevivir
durante la temporada desfavorable, sea ésta por exceso de frío como por déficit de agua. En estos
bosques un bajo porcentaje de la masa vegetal producida es consumida directamente por herbívoros; la
parte más importante cae al suelo engrosando la capa de detritos (ramitas, hojas secas) dando como
resultado una abundancia de consumidores ligados con la hojarasca. Estos detritófagos pertenecen, en
gran mayoría, a los invertebrados (milpiés, lombrices de tierra). La caída de hojas se concentra al
comienzo de la temporada desfavorable (fines de otoño en ambos bosques), acumulándose en forma de
manto sobre el suelo. Este manto pasa a ser la fuente más importante de alimentos en momentos en que
se reduce la actividad fotosintética y por lo tanto la producción de nueva biomasa. Así los herbívoros
estrictos (animales que sólo se alimentan de partes vegetales vivas) tienen limitada su fuente de
recursos a la estación favorable, en tanto los detritófagos tienen recursos todo el año. Esta es
probablemente la causa de la ya señalada alta proporción de detritófagos sobre herbívoros.
las selvas de transición, el ecotono al sudoeste, el espinal hacia el sur y los parques hacia el
este, donde la isohieta de 800 m.m., al par que define un monto de precipitación, señala también
su acentuada concentración estival a occidente, característica climática que contribuye a la
definición de las formas de vida predominantes, fuertemente adaptadas a un invierno seco y
relativamente fresco. Esto se refleja en la vegetación, en el empobrecimiento en especies y en
la disminución de la cobertura del suelo, especialmente en la faja occidental donde las
precipitaciones pueden descender a 450 m.m. anuales. Este bosque se extiende desde el centro-
oeste de Formosa hacia el sur cubriendo parte del Chaco y la zona colindante de Salta, el este de
Tucumán y Catamarca, el noroeste de Córdoba y San Luis, gran parte de la provincia de
Santiago del Estero y el noroeste de Santa Fe. En los contrafuertes de las Sierras Pampeanas
modifica su riqueza florística y adquiere la fisonomía de un bosque serrano.
El soporte del bosque chaqueño es una gran llanura de acumulación con escaso declive
hacia el sudeste. Los ríos divagan sin formar valles profundos, desbordando con las crecientes.
La mayoría de los que bajan del borde oriental de las sierras se insumen o forman extensos
bañados, sin llegar a un colector. Esto, unido a la alta variabilidad de las lluvias, define un
rasgo sobresaliente del bioma: los pulsos de sequía e inundación a los que está sometido
regularmente.
En la actualidad, a raíz del intenso pastoreo al que fueron sometidas son paulatinamente
sustituidas por arbolitos y arbustos espinosos como el chañar, la tusca, el garabato y,
fundamentalmente, por el vinal, una agresiva leñosa invasora que avanza sobre las abras
graminosas.
En el leñoso bosque chaqueño son también abundantes las palmeras, ya sea difundidas en
él o formando comunidades puras denominadas palmares. En los suelos salinos, especialmente
al oeste y sudoeste, el bosque se transforma en una estepa arbustiva que suele orlar grandes
espacios de suelo desnudo (con sal en superficie) dominando las especies halófilas, resistentes a
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Los topónimos Pampa del Infierno, Pampa de los Guanacos y otros, así lo acreditan.
la sal, como el jume, la zampa y el cachiyuyo. La composición del bosque varia en las zonas
serranas del sector austral. Allí dominan el horco-quebracho, el molle de beber, coco, churqui,
tusca, garabato, manzano del campo, etc. Por encima de los 1.500 mts. de altura toman su lugar
las estepas graminosas estacionales.
El bosque chaqueño es un bioma muy modificado por acción del hombre a través de
dos actividades fundamentales: forestal y ganadera. la tala de especies de valor comercial
(los tres quebrachos, guayacán, lapacho, palo santo, itín, palo cruz, mistol, etc.) se ha
realizado con ritmos de explotación que superan su tasa de renovación, acarreando el
empobrecimiento paulatino del mismo. El manejo racional de estos bosques exige tener
presente que se trata de árboles de madera dura y por lo tanto de lento crecimiento.
Simultáneamente con esta explotación, se hace crianza extensiva de ganado vacuno,
caprino y ovino, que reviste cierta importancia dentro de la economía regional. Su
manejo se basa fundamentalmente en la explotación de los forrajes naturales. En el
verano se alimentan con hierbas en las abras y monte ralo. En mayo junio se internan en
el bosque e ingieren los frutos de las leguminosas especialmente, en particular del
algarrobo, y ramonean los brotes tiernos de árboles y arbustos. Cuando la sequía se torna
crítica se alimentan de la broza (restos de frutos y follaje yacentes sobre la superficie del
suelo), la agricultura se practica solo en las zonas más lluviosas del oriente, y en occidente,
donde es posible la irrigación. Los cultivos varían según la zona e incluyen maíz, alfalfa,
sorgos terrajero y granífero, centeno y hortalizas.
Bosques fríos australes. Ocupan una estrecha franja cordillerana desde el Neuquén hasta
la isla de los Estados, interrumpiéndose varias veces allí donde el limite internacional abandona
la línea de altas cumbres de modo que ésta queda al oeste, incluida en territorio chileno. El
clima es templado frío, con precipitaciones abundantes que decrecen rápidamente de oeste a
este, con registros que en el área del bosque varían entre 3.500 m.m. en Laguna Frías y 800
m.m. en el borde oriental. Las precipitaciones son predominantemente invernales en el sector
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Persiste el hábito arborícola con representantes como los monos caí y aullador, los mismos citados
para la selva misionera, pero los más numerosos son los marsupiales como la comadreja overa, la
colorada y varias marmosas. Hay también numerosos murciélagos, entre ellos el transmisor de la rabia
paresiante, pero la mayoría son inofensivos para el hombre y el ganado. En la formación chaqueña
existen algunos anímales típicos y muy pocos endemismos, como el zorro de patas largas, o aguará
guazú. Otros carnívoros del área son el coatí, dos hurones y el yaguareté. Hay también gran cantidad
de armadillos que minan el suelo con sus cuevas como el pichi ciego chaqueño, el quirquincho bola, el
tatú carreta de tamaño gigantesco cuyo número está disminuyendo rápidamente, muchos roedores,
cérvidos como el ciervo de los pantanos, el venado de las pampas, la corzuela y el guazuncho. Las aves
son igualmente numerosas: chuñas, perdices, jabirú, charata, pava de monte, palomas, patos, loros y
cotorras. No faltan los reptiles y anfibios, cabe citar al yacaré que puebla las aguas de los ríos
Pilcomayo y Bermejo y entre las víboras las de cascabel y yarará, además de la boa de las vizcacheras o
lampalagua, tortugas de tierra y de agua, iguanas, jabutí, ranas y escuerzos. Entre los invertebrados más
característicos están las termitas, constructoras de los grandes termiteros, vulgarmente llamados
tacurúes, que alcanzan metro y medio de altura; también son muy abundantes los hormigueros en forma
de domo, que llegan a medir varios metros de diámetro; otras especies de hormigas viven en cambio en
las espinas del vinal y en las ramas huecas del ceibo. Uno de los coleópteros más abundante es el torito
quebrachero.
septentrional, y de todo el año en el sector austral. Casi no existe período libre de heladas, y la
precipitación ocurre frecuentemente en forma de nieve. Un rasgo notable del paisaje de esta
región son los lagos de aguas profundas que actúan como reguladores térmicos. El ascenso de
los bosques alcanza generalmente hasta el límite de la nieve de verano. la disminución de la
temperatura invernal incide de dos modos sobre la vegetación: de una manera directa porque
disminuye la actividad general de la planta, y de modo indirecto porque inmoviliza al agua bajo
la forma de nieve o hielo hasta el verano, de modo tal que aunque haya una oferta adecuada de
agua, el fluido hacia las raíces es reducido o nulo, acrecentándose por fusión en el verano,
precisamente cuando se incremento la actividad biológica. Las plantas que mejor se adaptan a
este medio son las coníferas (pehuén, ciprés y alerce) y las caducifolias (ñire y lenga). Estas
últimas pierden sus hojas en el período de baja térmica y cuando llega la época favorable
reconstruyen su batería fotosintética (hojas) antes de reiniciar su funcionamiento a pleno.
En la zona septentrional de estos bosques, en la provincia del Neuquén, entre los 900 y
1.800 mts. de altura, se desarrolla una formación casi pura, los pinares, en los que domina una
conífera, el pehuén o Araucaria araucana.
En Tierra del Fuego las abras son áreas deprimidas propicias para la formación de turberas,
antiguas lagunas de aguas someras con vegetación acuática y palustre que bajo condiciones
ambientales específicas se han descompuesto en forma incompleta transformándose en turba.
Predominan en las turberas diversos musgos del género Sphagnum, al cual se asocian líquenes y
otras plantas, fundamentalmente herbáceas.
La zona de bosques tiene reducida aptitud para la agricultura, tanto por condiciones
de suelo, fácilmente erosionable, como porque el relieve dificulta las tareas agrícolas, que
se concentran en valles y zonas de relieve poco pronunciado. Son siempre áreas muy
reducidas en las que se siembran trigo, avena, cebada, alfalfa, trébol rojo y pasto ovillo.
Entre los cultivos que han demandado menores extensiones, pero siempre en áreas de
desmonte, cabe citar hortalizas y frutales como el cerezo y el guindo. La ganadería,
orientada hacia la ovinicultura, tiene escasa significación, aunque al norte cobra
importancia el ganado lechero, naturalmente en zonas de desmonte peridomésticas.
SEMIDESIERTOS
Puna. Ubicada en el noroeste, desde Jujuy hasta el norte de San Juan, ocupa las
altiplanicies y zonas de montaña por encima de los niveles del monte y es parte de una unidad
mayor que se extiende también por la zona colindante de Bolivia y Chile.
Como bioma no coincide con la región geográfica del mismo nombre pues este
semidesierto de altura excede los límites de la misma. Desde Jujuy hasta Catamarca y aún
hasta el norte de la Rioja, la puna presenta un paisaje de altiplanicies longitudinalmente
surcadas por serranías, con volcanes, lagunas saladas y salares. Hacia el sur se estrecha hasta
desaparecer ante el predominio de la cordillera.
El clima es frío y seco, con gran amplitud térmica diaria y lluvias estivales que disminuyen
paulatinamente hacia el sur y también de este a oeste hasta hacerse casi nulas. Estas diferencias
generan prácticamente dos zonas: al noreste la llamada puna seca y al sudoeste la puna
desértica.
plantas prosperan solo cuando están a suficiente distancia la una de la otra como para no interferir en el
aprovisionamiento de agua. La fauna, que es escasa, se adapta desarrollando, hábitos que les permiten
protegerse de las fuertes vacilaciones de temperatura entre el día y la noche, la intensa radiación solar
durante el día y la extrema aridez. Son muy frecuentes los hábitos cavícolas y nocturnos, los tupidos
pelajes, tegumentos impermeables y los excrementos secos.
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Entre los más conspicuos se encuentran los camélidos como la vicuña, guanaco y llama domesticada.
Entre los carnívoros más importantes encontramos el puma, gato de los pajonales y el zorrino. Los
roedores son abundantes siendo muchos de ellos endémicos: chinchillón, rata andina, rata chinchilla y
muchos ratones y ratas. Entre los edentados es común el armadillo. Las aves están representadas por
algunas perdices, macás, flamencos, zuri o ñandú petiso, cóndor, cuervos, caranchos y águilas. los
invertebrados han sido poco estudiados, hay coleópteros, hormigas, avispas, etc.
Las condiciones ambientales muy limitantes hacen de la puna una región de escasa
actividad humana. Sólo se desarrolla agricultura de subsistencia con cultivos de papas y
habas y ganadería de cabras, llamas y ovejas.
El relieve es de alta montaña con laderas escarpadas, rellanos más suaves y mesetas. El
clima es frío y seco, con precipitaciones en forma de nieve o de granizo, en cualquier estación
del año y con alta frecuencia de vientos fuertes. Los suelos son rocosos, pedregosos o arenosos,
sueltos e inmaduros.
Por su gran extensión latitudinal presenta por lo menos tres áreas diferentes: el altoandino
quichua hasta La Rioja, el altoandino cuyano hasta el norte del Neuquén y el altoandino austral.
El semidesierto altoandino quichua es el más seco y tiene nieves poco duraderas; la vegetación
dominante es la estepa graminosa de iros, formando matas amarillentas aisladas que en las
laderas adoptan la forma de anillos o semilunas. En lugares de suelos permeables como en la
Corrida de Cori, la vegetación desaparece por completo llegándose al desierto absoluto. El
semidesierto altoandino cuyano y el semidesierto altoandino austral son más húmedos y la
nieve persiste casi todo el invierno. Son dominantes las estepas de coirón y las estepas
arbustivas de leña amarilla, pingopingo y calafate, entre otras. Las vegas se desarrollan en el
fondo de valles, cercanías de vertientes o manantiales y cauces de algunos ríos o arroyos donde
se acumula agua; la vegetación es baja y densa, de juncáceas, ciperáceas y gramíneas tiernas.
Los suelos son pedregosos o arenosos y con escasa materia orgánica. La vegetación
dominante es la estepa de arbustos bajos que es suplantada hacia el oeste por un manto
graminoso a medida que aumentan las precipitaciones. Presenta adaptaciones muy eficientes al
déficit de humedad y vientos, son frecuentes las espinas y la presencia de pelos, resinas y ceras
protectoras. Las plantas en cojín y los arbustos pigmeos como la leña de piedra, el neneo y el
colapiche son una constante en la Patagonia que, además presenta una particular abundancia de
especies endémicas que hacen de ella una región única, típicamente argentina. En la estepa
arbustiva se destacan el quilemel duraznillo, mata mora, colapiche, malaspina, llaullín, solupe,
neneo, calafate y mata guanaco. En las regiones más húmedas como el norte de Tierra del
Fuego Y los primeros contrafuertes subandinos, la estepa arbustiva se ve suplantada por un
manto graminoso en el que predomina el coirón fueguino y coirón dulce, gramíneas perennes
que son la principal fuente de alimentos para la ganadería de la zona. En la región subandina y
en las proximidades de vertientes o manantiales, cursos de agua o fondos de valles, se
desarrollan praderas cenagosas, llamadas localmente mallines, que forman céspedes bajos y
densos de intenso color verde oscuro que contrasta con el resto de la vegetación pardusca.
Dominan el pasto de mallín, el unquillo, el trébol blanco y la achicoria. Los suelos salinos
presentan en cambio zampa y pastos salados.
En la fauna predominan los animales con hábito corredor y cavícola, además de especies
adaptadas a la vida debajo de las plantas como forma de protección contra los fuertes vientos18.
Las aves son numerosas19. Además de culebras e iguanas se hallan víboras venenosas como la
yarará ñata. En la zona costera se encuentra una fauna específica20
18
Los mamíferos más comunes son la marmosa, la comadreja overa, varios murciélagos y los guanacos,
muy disminuidos numéricamente estos últimos; hay también carnívoros como el zorro gris y colorado,
los hurones (mayor y menor), el gato montés, el de los pajonales, el puma y el zorrino. los roedores son
abundantes en especies y número de individuos: la mara, la vizcacha, varios tuco-tucos, ratones y ratas,
cuises, etc. También son comunes los armadillos. La fauna íctica autóctona que puebla ríos y lagos se
encuentra representada por bagres u otunos, perca criolla y pejerreyes. Hay además variedad de
invertebrados y entre los insectos más comunes se hallan los coleópteros, además de dípteros e
himenópteros.
19
Se encuentran representadas por patos, cisnes de cuello negro, gaviotas, gallinetas, gráciles
martinetas, palomas, tapacolas y variedad de pájaros, además de una considerable cantidad de rapaces.
En este bioma son importantes las cuatro especies de caiquenes o cauquenes, conocidos También como
avutardas. Son aves de hábitos migratorios que, en invierno, llegan hacia el norte hasta la Provincia de
Buenos Aires, donde son conocidas por el daño que provocan a la agricultura y a los campos de
pastoreo. Solo el cauquén blanco frecuenta las orillas del mar y se alimenta de algas. El cauquén de
El principal factor de alteración de la estepa patagónica es la ganadería ovina, cuyos
enormes rebaños se alimentan casi exclusivamente de vegetación natural. La agricultura
se instala en las escasas tierras irrigadas, que abarcan una superficie proporcionalmente
pequeña en los grandes valles septentrionales, en los que, bajo riego, se cultivan
principalmente frutales de pepita y vid, además de hortalizas y alfalfa.
Monte. Ocupando una larga franja longitudinal, el monte (semidesierto cálido), se instala
en bolsones, valles y laderas de las Sierras Pampeanas y de la Precordillera, sube por los
piedemontes cordilleranos hasta la frontera altitudinal de frío con los biomas altoandino y
puna, y al sur ocupa las mesetas patagónicas hasta alcanzar el valle inferior del Chubut. Pese a
su extensión en sentido latitudinal (desde la quebrada del Toro y la Poma en Salta hasta los
44°20’ en Chubut) presenta condiciones climáticas con pocas variaciones, sobre todo en las
temperaturas. Las precipitaciones se acumulan en una estación (la estival) presentando montos
promedios que no superan los 200 m.m. anuales. En el sector septentrional, la aridez del monte
tiene mucho que ver con su posición geográfica entre dos cordones montañosos, los Andes por
el oeste y las Sierras Pampeanas por el este, que interceptan los vientos húmedos del Pacífico
y Atlántico respectivamente. las nubes descargan su humedad en las laderas occidental de la
cordillera y oriental de las sierras Pampeanas, quedando una especie de gran bolsón interior
donde la radiación es muy alta y por lo tanto las pérdidas de agua por evaporación son
importantes. Estas condiciones hacen que el balance hídrico del monte sea siempre negativo.
La oferta de agua superficial no es más pródiga. Los ríos son intermitentes, con cursos que
luego de un corto trayecto superficial se insumen en sus propios lechos o en los conos de
acarreo. Los pocos ríos permanentes que existen nacen en las montañas del oeste,
alimentándose en sus cabeceras de precipitaciones y deshielos. Los suelos pedregosos,
arenosos y muchas veces salinos añaden un nuevo elemento de aridez a este paisaje.
Las estrategias de los vegetales frente a condiciones tan estrictas son múltiples. Están las
que evaden la sequía bajo la forma de semillas; son las plantas de ciclo de vida anual que al
llegar la época favorable germinan llegando a cubrir hasta un 60 por ciento del suelo. Son las
más eficientes pues la semilla es la forma vital mejor protegida; las gramíneas en general
cabeza gris y el cauquén común son los que nidifican más al norte, pero siempre al sur del río Negro,
relegándose a la zona austral el cauquén de cabeza colorada.
20
Allí arriban ocasionalmente distintos géneros de pingüinos. Solo el pingüino de Magallanes anida en
ellas, encontrándose pingüineras en las costas de Tierra del Fuego, en cabo Vírgenes (Santa Cruz), cabo
Dos Bahías (Chubut), etc. El pingüino de pico rojo o el de penacho amarillo, que visitan estas costas,
nidifican en las islas Georgias del Sur y los archipiélagos antárticos. Los pingüinos son predadores de
peces planctófagos, cumpliendo una importante función reguladora de la trama trófica cuando sus
poblaciones son muy abundantes. El número de individuos ha disminuido considerablemente por haber
sido objeto de caza despiadada, pero un estricto control ejercido en los últimos tiempos está
permitiendo su recuperación. También habitan en las costas patagónicas los cormoranes de cuello
negro, gris y real, cuyas deyecciones dan lugar a la formación de las guaneras, explotadas para la
obtención de abono, ya que son ricas en nitrógeno, ácido fosfórico y calcio. Intensamente explotadas
en el pasado, hoy tienen escaso valor comercial. Entre los mamíferos anfibios se destacan los lobos
marinos, de uno y dos pelos, y los elefantes marinos. La explotación desmedida para la obtención de
pieles y grasas ha provocado la destrucción de muchas de las grandes colonias, especialmente del
cotizado lobo marino de dos pelos, refugiado hoy en las más inaccesibles zonas australes. Las medidas
adoptadas para su protección parecen estar dando resultados efectivos y comienza a observarse un
aumento de sus poblaciones en los apostaderos de cría.
pertenecen a este grupo. Otras estrategias adoptan las plantas perennes, que resisten la sequía a
través de adaptaciones morfológicas y funcionales. Los patrones más generalizados son: la
afilia (ausencia de hojas o reducción a escamas], donde la función fotosintética es asumida por
el tallo; también la microfilia o reducción de las hojas; en ese caso las hojas presentan capas
protectoras de ceras o resinas que evitan las pérdidas de agua. Otra estrategia es la de las
suculentas, que no sólo resisten la sequía sino también acumulan agua en tallos y hojas; un
ejemplo típico son las cactáceas.
La formación típica del monte es un matorral o estepa arbustiva con grandes manchones de
suelo desnudo. No hay pastos perennes ni árboles: los pocos bosques que se presentan están
junto a ríos permanentes o salares. Son bosques de algarrobos, sauces, maitén o arca según la
zona. En el verano el monte septentrional se cubre de herbáceas efímeras y gramíneas anuales,
es la época de las lluvias; en la zona, austral esta revitalízación de la vegetación se acentúa en
invierno. La estepa arbustiva tiene como dominantes arbustos que no superan los tres metros
de altura, se ramifican casi desde la base o tienen tronco muy corto. Dominan las jarillas, el
retamo y varios algarrobos arbustivos; también son comunes: atamisqui, pichana, albaricoque,
palo sebo, chañar, brea, molles, etc. En el estrato herbáceo hay diversas flechillas, coirón
amargo y pastos de hoja. En la profusión de salinas y suelos salitrosos se desarrolla una
vegetación resistente con jume, zampa, vidriera y pichana. En los suelos de médanos abundan
el tupe o ajo macho, el olivino y el simbol.
En cuanto a la fauna, los mamíferos más característicos son los siguientes: la comadreja
overa y el ratón de palo entre los marsupiales; algunos murciélagos, zorros, hurones, zorrinos,
gato montés, el yaguarundi, el gato de los pajonales y el puma. los roedores son numerosos, se
pueden citar la mara en la zona austral, algunas subespecies de vizcacha de la sierra, cuises,
tuco-tucos, ratas pericotes. Entre los armadillos el más típico y endémico de la región es el
pichi ciego, además del mataco y el piche llorón. Entre las aves predominan especies del bioma
bosque chaqueño a los que se agregan algunos tipos patagónicos y endémicos. Se pueden citar
como representativos perdices, algunas martinetas, el loro barranquero, catas serranas, el
monterito, etc. Hay varios reptiles como boa de las vizcacheras, víbora de coral, yarará y
algunas culebras; lagartijas, iguanas, y tortugas; entre los batracios, ranas y sapos. Las formas
más características de la fauna íctica son los bagres, viejas y la trucha criolla. Los invertebrados
son numerosos, encontrándose coleópteros y avispas con representantes endémicos.
SABANAS Y PARQUES
Estos biomas se caracterizan porque en una misma área coexisten en forma equilibrada dos
formas biológicas: los pastos y los árboles. En un parque el elemento arbóreo se presenta
agrupado ocupando en general las zonas altas, mientras el pastizal ocupa las áreas planas y
bajas, donde se produce mayor acumulación de agua.
En la sabana los árboles aparecen diseminados en forma de puntos aislados en una trama
de pastizal.
Los biomas sabana y parque presentan una dinámica que resulta una integración parcial
de la del bosque y el pastizal. Con respecto a las cadenas alimenticias, por ejemplo, coexisten
dos sistemas tróficos que, además, se encuentran interrelacionados: el dominado por los
herbívoros (propio de pastizales) y el dominado por detritófagos (propio de bosques).
Desde el punto de vista de las actividades económicas, este tipo de bioma ofrece la
posibilidad de la integración agro silvo pastoril. Las tres aptitudes se presentan juntas en un
espacio utilizable como unidad de manejo.
En términos generales puede decirse que las sabanas y los parques se encuentran
formando un arco que, aproximadamente, se extiende por el oriente de las provincias de
Formosa y el Chaco al norte, el centro-sur de Corrientes y el norte de Entre Ríos, y el norte de
Santa Fe, el oriente de Córdoba y San Luis, el centro de La Pampa y el extremo austral de la
provincia de Buenos Aires. En este bioma pueden distinguirse dos grandes subunidades: por un
lado los parques y sabanas subtropicales, que ocupan la zona septentrional y, por otro, el
espinal.
Parques y sabanas subtropicales. Este bioma se desarrolla al este de las provincias de
Formosa y el Chaco, el norte de la de Santa Fe y el noroeste de la de Corrientes, llegando hasta
el estero de Santa Lucía y la depresión del río Corrientes. Su límite occidental coincide
aproximadamente con la isohieta de 800 m.m., pero su limite sur es difícil de precisar, ya que si
bien el relieve y el tipo de substrato geológico es el mismo que se prolonga hacia la llanura
pampeana, cambian el clima y la vegetación, presentándose una franja de transición. Se trata de
una dilatada llanura con suave pendiente hacia el río Paraná, que presenta cursos de agua
divagantes los que bañan importantes superficies, con profusión de esteros y cañadas.
Desde el punto de vista de los biomas parece pertinente separarla, pues presenta un patrón
de vegetación único que muestra bosques en los altos pastizales en las áreas más planas y
pajonales y esteros en las cuencas de acumulación de agua. En rigor se trata de un mosaico en
el que alternan espacios con dominancia arbórea, otros herbáceos y el particular de esteros, con
su vegetación herbácea acuática. Pese a su heterogeneidad, el hábitat presenta una fauna
asociada y un funcionamiento global característico.
Son formaciones típicas de este bioma los camalotales y principalmente los embalsados.
los camalotales se forman en los esteros y en las orillas de los ríos y lagunas y están compuestos
por plantas flotantes como el irupé, el aguapey, el repollito de agua y las lentejas de agua. Los
embalsados, en cambio, son verdaderas islas flotantes, con suelo y vegetación: frecuentes en los
esteros correntinos constituyen un elemento único en el país21.
El Chaco oriental posee elementos faunísticos comunes con el Chaco occidental, pero
presenta una cantidad mayor de organismos relacionados con el ambiente acuático, porque la
vegetación acuática es la que presenta mayor proporción de materia verde para el consumo.
Hay, por lo tanto, una rica fauna herbívora que se alimenta de ella: la cadena trófica, que en el
bosque chaqueño toma el camino de la hojarasca y los detritos, se inclina aquí por la vía de la
masa verde (hojas, tallos tiernos, flores y frutos). Entre los mamíferos son comunes la
comadreja overa y colorada, las marmosas, varios murciélagos. el zorro de crin o aguará guazú,
el coatí, hurones, el yaguareté, los monos, ratas, nutrias, carpincho y ratones, el ciervo de los
pantanos, el venado de las pampas, la corzuela, el pichi ciego y el quirquincho bola. Las aves
son numerosas y abundan las chuñas, perdices, pava de monte, jabirú, garzas, cotorras, loros,
palomas, patos, rapaces y pájaros. Entre los reptiles se puede mencionar al jabutí, la tortuga de
agua y el yacaré; hay además numerosas culebras, boas, lampalaguas y víboras venenosas. Los
anfibios son abundantes, aunque pocos sean endémicos, es decir, exclusivos del área. En los
ríos y arroyos de este bioma se desarrollan numerosos peces, entre ellos uno pulmonado, éste sí
endémico. Muchos otros tienen interés económico, como el dorado, las bogas, el manguruyú,
el surubí y el patí, además de rayas, viejas, mojarras, tarariras y pirañas. Entre los invertebrados
son comunes los termitas, las hormigas, los coleópteros y lepidópteros también dípteros
(moscas y mosquitos), que pueden causar problemas sanitarios, e himenópteros.
21
Según Schulz (1961) los embalsados tienen su origen en los camalotales, sobre cuyo entretejido
vegetal se deposita tierra aportada por el viento y arrastrada en suspensión por el agua, formando así
una primera capa que posibilita el arraigo y crecimiento de distintas especies de plantas, incluso
árboles.
Este bioma es un buen ejemplo de compensaciones ecológicas; las mayores lluvias en el
norte son compensadas por una mayor evaporación, y los suelos de textura más fina que no
dejan penetrar fácilmente el agua limitan su disponibilidad para las raíces; en el sur, en cambio,
a la menor temperatura corresponde menor evaporación, y los suelos son de textura más gruesa
con capas de tosca en profundidad que actúan a manera de capa aislante acumulando agua en el
perfil del suelo.
En cuanto a la fauna, es difícil caracterizara, pues es una zona de transición que posee
elementos chaqueños al norte, y del monte al sur y oeste.
EL PASTIZAL
El pastizal es un bioma en el que domina el estrato herbáceo, con formas vegetales que
incluyen especies que crecen en altura formando manojos o fascículos y otros pastos del tipo
césped que crecen en superficie. Un pastizal bien desarrollado presenta grupos de pastos que
crecen en invierno y otros en verano, manteniendo de esta forma el suelo permanentemente
cubierto por un tapiz vegetal y la producción de materia verde durante todo el año. La
presencia de arbustos y/o árboles solo se registra en franjas a lo largo de ríos y arroyos.
El suelo de los pastizales, como el del bosque, recibe gran cantidad de materia orgánica en
forma de hojas, tallos, frutos maduros, etc., pero, a diferencia de éste, la hojarasca se transforma
rápidamente en humus; este material, rico en nutrientes, queda en superficie y es una de las
causas de la fertilidad de los suelos del pastizal.
El pastizal es el bioma que presenta mayor proporción de materia verde, ya que en los
biomas con dominante arbustivo o arbóreo una parte importante de la cobertura vegetal tiene
forma leñosa (ramas, troncos y raíces). Se ha calculado que, en términos de masa verde
disponible para herbívoros, el pastizal presenta cerca de un noventa por ciento de su producción
en forma de hojas. Esa proporción decrece en la estepa arbustiva, y en el bosque la mayor parte
de la producción se halla claramente concentrada en las partes leñosas. Lo mismo sucede con
flores y frutos, que son una importante fuente de alimentos, especialmente los frutos, los que
tienen el mayor porcentaje de proteínas y otros compuestos nitrogenados.
El hombre ha hecho y hace manejo de los pastizales naturales utilizando su alta capacidad
de sustentación para herbívoros y así ha sustituido los herbívoros naturales por domesticados,
fundamentalmente vacunos y ovinos. En la República Argentina existen dos tipos de
pastizales, los de la llanura pampeana y los de altura o serranos.
Los pastizales pampeanos. Se extienden por el sur de las provincias de Entre Ríos, Santa
Fe y Córdoba, una pequeña porción del sudeste de San Luis, el extremo oriental de La Pampa y
la provincia de Buenos Aires. El paisaje es una dilatada llanura, por momentos plana, por
momentos suavemente ondulada a ondulada, como ocurre en el reborde sudoeste de Entre Ríos
y noreste de Buenos Aires. En su sector austral se ve interrumpida por dos sistemas
montañosos paralelos (las sierras de Tandilia y Ventania). En esa llanura se presentan zonas
arreicas, ríos de curso divagante y numerosas lagunas de agua dulce o salobre. Su clima es
templado, con precipitaciones que oscilan entre los 1.000 y los 600 m.m. anuales, decreciendo
de noreste a sudoeste; intensas en otoño y primavera, disminuyen en invierno y verano.
Durante el invierno y a comienzos de primavera se registran heladas, restringiéndose el período
libre de ellas a medida que se distancia la costa atlántica. Sus suelos son pardos o negros,
profundos y ricos en nutrientes, a medida que se avanza hacia el oeste predominan los suelos
arenosos, mientras que en el sudoeste se adelgazan y aparece una gruesa capa de calcáreo en
profundidad.
Primitivamente este bioma presentaba una cobertura gramínea con ausencia de árboles
autóctonos, salvo en las fajas boscosas de las riberas de ríos y arroyos, vegetación esta última
que, junto con la de las islas del Delta, conferirían una unidad diferenciada del conjunto de la
región (la selva de ribera correspondiente al bioma de la selva misionera). Mucho se ha
especulado sobre las causas de la inexistencia de árboles en la pampa, en especial teniendo en
cuenta que se desarrollan muy bien cuando son implantados. Del análisis crítico realizado por
Frenguelli (1941) se puede concluir que la pampa presenta condiciones óptimas para la
vegetación graminosa, frente a las cuales las plántulas de las especies arbóreas no pueden
competir exitosamente: solo cuando se extrae la vegetación herbácea de alrededor de las
leñosas implantadas éstas logran arraigar y crecer. La formación vegetal más importante que se
puede reconstituir son los flechillares, estepas formadas por distintas gramíneas que tienen en
común un fruto muy especial denominado flechilla, de punta aguzada y fácil diseminación por
el viento. En algunas áreas aparecen arbustos dispersos como la brusquilla, la yerba de la oveja,
el ojo de perdiz, el romerillo, etc. Hay también diversas especies exóticas. que se han
naturalizado y diseminado abundantemente, algunas de ellas de gran valor forrajero como el
raigrás, el trébol blanco, las gramillas y los tréboles de carretilla; también han sido introducidos
por el hombre el cardo de Castilla, el sorgo de Alepo, etc. La aparente homogeneidad de la
vegetación pampeana se ve frecuentemente interrumpida por formaciones vegetales asociadas a
distintos tipos de suelos. Así, en los terrenos salitrosos hay estepas de pastos salados, mientras
que en los médanos se presenta el ajo macho, el olivillo, el pasto amargo, el unquillo, el té
pampa, etc. En las áreas inundables y en las cañadas y proximidades de la bahía Samborombón
hay pajonales de cortadera, carrizo y espartillo, espadañas, totora, carda y muchas otras hierbas
acuáticas y palustres. Los juncales son típicos de los bordes de las lagunas. Una variación
interesante de este bioma se presenta en la zona atlántica bonaerense, donde se desarrolla un
conjunto de dunas litorales que forman una faja de algunos kilómetros de ancho que se desplaza
continuamente por acción del viento y donde se desarrolla una vegetación adaptada a los suelos
arenosos semejante a la descripta para los médanos. Bosques puros de tala aparecen sobre
cordones de conchilla, y son particularmente significativos los que se distribuyen contorneando
la costa del río de la Plata22.
Este bioma, el pastizal pampeano, es el que presenta el mayor grado de modificación por la
acción del hombre: prácticamente no quedan áreas que mantengan su composición primitiva;
sólo en los bordes de las vías férreas en los campos abandonados durante muchos años es
posible reconstituir la vegetación original. También se han visto poco alteradas las
comunidades que se desarrollan en suelos poco aptos para la agricultura (salitrosos, con
médanos o muy anegadizos).
22
La fauna de mamíferos más numerosa está representada por la vizcacha, marsupiales y marmosas.
Los carnívoros son pocos (zorrinos, zorro y gato montes), pero abundan los roedores como la mara, los
tuco-tucos, los cuises, las ratas y los ratones. Las aves (cotorras, perdices, martinetas, etc.), son muy
abundantes; también existen diversas aves acuáticas como el pato de cabeza negra, el pato picazo, las
pollas de agua y el chajá entre otras, a las que habría que sumar el cisne de cuello negro, que parece
retornar a lo que fue su hábitat. Entre los pájaros se destacan el hornero, el cabecita negra, las tijeretas,
el benteveo, los tordos, el pecho colorado y los zorzales, mientras que entre las rapaces cabe citar al
chimango y al carancho. Típica del bioma es la lechuza de las vizcacheras. Las serpientes venenosas
son pocas, y las culebras se hallan medianamente representadas. Entre los anfibios se encuentran ranas,
sapos y escuerzos. Respecto de la fauna ictícola se pueden citar el sábalo, bogas, pejerrey, lampreas,
anguila criolla, tararira, palometas, viejas, etc. Los insectos son variados y abundantes (hormigas,
mariposas, abejas, avispas) como así también las arañas y los opiliones, fácilmente confundibles con las
primeras, salvo por su cuerpo hexagonal. Algunos ejemplares de la fauna ribereña, como la rata de
agua, el lobito de río, el ciervo de los pantanos y las tortugas acuáticas, penetran desde el norte hasta
Buenos Aires.
En los pastizales pampeanos se produce una amplia gama de productos de origen vegetal y
artificial, muchos de ellos de particular importancia para el abastecimiento del mercado interno
y para el ingreso de divisas a través de las exportaciones. La actividad agrícola presenta tres
tipos de producción: la cerealera (trigo, maíz, sorgo granífero, girasol, lino, centeno, avena,
cebada, arroz, soja). la hortícola (papa, tomates, legumbres) y la frutícola (cítricos, frutas de
carozo, durazno, damasco, ciruelas- y frutillas).
23
En los pastizales altoserranos predominan las pajas, el aibe, el coirón, y también la cebadilla y la
gramilla, y hierbas como el quiebra arado y la pichana blanca; existen además algunos arbustos como el
piquillín, el espinillo, la sombra de toro y el poleo. En ciertas áreas donde hay afloramientos rocosos,
el suelo que se desarrolla en los espacios intermedios acumula más humedad: en estos terrenos la
vegetación graminosa se enriquece con varias especies, en especial leguminosas, que tienen un mayor
porcentaje de nitrógeno.
mesetas patagónicas, con algunas praderas graminosas y turbales. La fauna es semejante a la
patagónica24.
Este bioma constituye una franja de superposición de dos biomas (ecotono) presentando
caracteres intermedios derivados de una y otra formación. En nuestro país este bioma de
transición se encuentra en el área de frontera entre el monte y el bosque subtropical chaqueño,
que entran en contacto directo a la altura de las llanuras intermontanas. Dicha zona comprende
el sudoeste de Santiago del Estero, sur de Catamarca, noroeste de Córdoba, los Llanos de la
Rioja desde el Velasco al este, sudeste de San Juan, y parte del sector noreste de Mendoza. Al
sur se continúa cubriendo el este de Mendoza y oeste de San Luis en una franja ecotonal
monte-espinal que algunos autores prolongan inclusive hasta el Atlántico atravesando la Pampa
y parte de Río Negro.
Siendo todas estas áreas con condiciones deficitarias de agua, tienen un delicado equilibrio
que puede ser roto fácilmente por tala rasa, sequías periódicas y pastoreo intensivo de animales
domésticos. Estas han sido y son las actividades dominantes, con intensa cría de cabras y
fabricación de carbón o utilización de leña. En este caso la estepa arbustiva del monte, que
tiene menor valor de uso, ha avanzado sobre el bosque de quebracho blanco.
El ecotono o franja de transición fue en el pasado una faja más angosta, pero la
sobreexplotación la ha ido ampliando, hecho fácilmente detestable, pues se encuentran grandes
áreas con vestigios de quebrachos y algarrobos pero con dominancia de jarillal, por ejemplo,
en las Travesías del río Bermejo en San Juan, en los Llanos de La Rioja y en las del este
mendocino.
BLOMA ANTÁRTICO
24
Son muy numerosas las aves, entre las que se destaca el cauquén blanco de las Malvinas, la lechuza
de las Malvinas, el piloto negro de las Malvinas y otras que forman un total de trece subespecies
endémicas. Son lugares elegidos para nidificar o como apostadero por muchos de los animales del
bioma antártico.
En las áreas polares la temperatura es el factor de mayor importancia para el desarrollo de
la vida, que se ve limitado también por la cobertura de hielo o nieve durante la mayor parte del
año y un período fotosintético desequilibrado, que en los casos extremos llega a 6 meses de
noche invernal y otro tanto de día estival. Igualmente limitante es el viento, que alcanza alta
intensidad y frecuencia. Las especies vegetales que pueden vivir bajo tan rigurosas condiciones
son escasas. Hay pocas plantas superiores, adquiriendo mucha importancia las briófitas y los
líquenes. Las primeras son vegetales sencillos, sin tejido vascular, cuyos representantes más
conocidos son los musgos. Los líquenes son asociaciones simbióticas de algas y hongos, con
especies muy resistentes que pueden llegar a soportar temperaturas de 80° C bajo cero.
El paralelo de 60° S parece ser un límite significativo desde el punto de vista biológico: al
norte subsisten la estepa y la tundra en las Georgias del Sur; al sur prácticamente desaparecen
las plantas superiores, de las cuales solo se han encontrado dos especies.
Tres grandes regiones fitogeográficas ocupan la totalidad del territorio nacional, ellas son:
la neotropical, la austral y la oceánica: cada una a su vez, abarca diversos dominios
compuestos por sus respectivas provincias y distritos florísticos que caracterizan las diferentes
adaptaciones del tapiz vegetal que ocupa desde los escalones altitudinales del eje cordillerano
andino, pasando por los relieves serranos y por los tabulares patagónicos, hasta las dilatadas
llanuras del país; los cuales a su vez congregan diversidad de climas (desde subtropicales
húmedos hasta polares) y suelos de condiciones ambientales contrastadas para el desarrollo de
la vegetación.
25
Lobos marinos, foca común y cangrejera, foca de Weddell y, entre las aves, variedad de pingüinos,
albatros, petreles, cormoranes y gaviotas. Existen algunos invertebrados asociados a la escasa
vegetación. Hay también representantes de los artrópodos, entre ellos insectos como los colémbolos y
parásitos de otros animales mayores.
26
Durante más de una centuria diversos intentos de ordenar la cobertura vegetal de la superficie de
nuestro país en territorios fitogeoráficos dieron lugar a distintos sistemas de clasificación entre los que
se destacan por su renombre los pertenecientes a Holmberg (1898), Hauman (1920, 1931) Frenguelli
(1941), Castellanos y Pérez Moreau (1945), Parodi (1945, 1964) y los sucesivos de Cabrera (1951, 53,
58, 1971 y 1973) que han servido de base al presente análisis.
Región neotropical
Las selvas tropicales y subtropicales del “dominio amazónico”, a pesar de ocupar una
reducida superficie representan el territorio fitogeográfico de mayor riqueza florística del país.
En la provincia de las yungas predomina la selva nublada, acompañada por formaciones
selváticas transicionales, bosques montanos y praderas, con abundancia de géneros y especies
comunes que se distribuyen altitudinalmente: en las llanuras pedemontanas y cerros bajos
abundan el palo blanco y el palo amarillo, guayaibí, cebil colorado, tipa blanca, quina, cedro,
urundel, lapacho rosado y diversas especies secundarias; sobre las laderas montañosas (550 a
1.200 m.s.n.m.) la selva densa e impenetrable con centenares de especies distribuidas en
estratos de acuerdo a sus requerimientos lumínicos: laurel, cedros, robles, bambúseas, lianas,
enredaderas, herbáceas rastreras; y, por último, los bosques de pinos, alisos y queñoa (1.000 a
2.300 m.s.n.m.). La provincia paranaense abarca las selvas mixtas multiestratificadas con
formas biológicas: laurel, guatambú, palo rosa, pino, urunday, seibo, sauce, etc., que han sido
objeto de secular explotación por sus maderas valiosas. Los campos graminosos son bordeados
por la selva en galería. La mayor parte del territorio nacional está cubierto por las formaciones
vegetales polimorfas del “dominio chaqueño”, compuesto por bosques xerófilos caducifolios,
estepas arbustivas, palmares, sabanas, praderas, estepas y pajonales. El predominio de los
bosques caducifolios xerófilos (quebracho colorado y blanco. algarrobo negro, churqui, tala,
etc.), palmares, pajonales, bosques de aliso y sauces, estepas halófilas, etc., caracterizan a la
provincia chaqueña. La prevalencia de las especies arbóreas del género Prosopis (ñandubay,
algarrobo y caldén) intensamente explotadas por maderas y frutos define a la provincia del
espinal, donde también se hacen presentes los talares sobre conchillas, palmares de yatay,
estepas de espartillo, flechillar y pasto amargo, pajonales de "paja colorada", praderas
graminosas y comunidades psamófilas y halófilas. La comunidad clímax de la provincia de la
prepuna es la estepa arbustiva, a la cual acompañan cardenales, bosquecillos de churqui y de
arca, matorrales de molle y chilca y cojines de bromeliáceas. También en la provincia del
monte prevalece la estepa arbustiva, especialmente del género Larrea (jarillal), de netos
caracteres xerófilos, que depende de la cantidad de agita pluvial, que acumulan en bulbos,
tubérculos y raíces subterránea, o en tallos y hojas suculentas; existe paralelamente una
vegetación adaptada a suelos salinos (jume, pichana) y arenosos (olivillo, unquillo) y solo en las
márgenes de ríos y lagunas se desarrollan especies mesófilas o higrófilas. En la provincia
pampeana domina la estepa de gramíneas, profundamente alterada por la acción humana
(cultivo. pastoreo), cuya comunidad clímax son las praderas de flechilla, existiendo también
numerosas especies herbáceas primaverales no graminiformes, estepas halófilas (pasto salado,
salicornia, spartina), psamófilas (olivino, espartillares, pajonales) y de terrenos deprimidos
(juncales, pajonales de cortadera, espadaña, totora, carda, duraznillo, etc.).
Región austral
Las especies arbóreas dominantes y muchas de las arbustivas y herbáceas del “Dominio
Subantártico”, pertenecen a géneros de distribución austral, pudiendo diferenciarse la
provincia fitogeográfica Subantártica, con predominio de los bosques de Araucaria (Pehuén)
y Nothofagus (lenga y ñire), en asociación con los bosques de ciprés, raulí, roble pellín, coihue,
urmo, alerce, guindo y de arrayán, de la provincia insular, sin árboles. Las turberas cubiertas
por diversas asociaciones vegetales son frecuentes en Tierra del Fuego, y las praderas, estepas,
matorrales y tundra se extienden por las islas Malvinas y del Atlántico Sur. La escasísima
vegetación (cojines de musgos y líquenes) del “Dominio Antártico” se distribuye
puntualmente por el litoral marítimo.
Región oceánica
Abarca el mar Epicontinental Argentino, desde la boca del río de la Plata hasta la
Antártida. Sus costas ricas en algas (clorofíceas, feofíceas y rodofíceas) son objeto de una
recolección e industrialización que ha cobrado gran auge.
TERRITORIOS ZOOGEOGRÁFICOS
En el distrito pampásico la fauna ha sufrido una intensa modificación por la acción del
nombre, y muchas especies características, especialmente entre los grandes animales, se han
extinguido. En las riberas del Paraná y en el Delta es posible reconocer un subdistrito
caracterizado por la presencia de ejemplares del distrito subtropical.
El subdistrito cordobense presenta un zorro exclusivo de la Sierra Grande: entre las aves
se destacan el tuyuyú o cigüeña, el águila escudada, la chuña de patas negras, los loros
barranquera y hablador, las catitas y variedad de pájaros. Son frecuentes especies de la región
subtropical asociadas al bosque serrano, y algunos elementos del área subandina, como el
zorzal isma. Típicos son el pecho colorado y el rey del bosque. Los reptiles están
representados por la boa de las vizcacheras y víboras comunes con otros distritos, además de la
yarará de rabo blanco; hay también culebras, como la falsa yarará y las falsas corales, y son
típicos la iguana y el chelco clinudo. Entre los batracios se destaca el diminuto sapito
multicolor, mientras que escorpiones, arañas y vinchucas representan a los invertebrados.
El distrito subandino abarca un área suficientemente extensa como para presentar zonas
de contacto con otros distritos de los que recibe influencias que permiten establecer cuatro
subdistritos. En el subdistrito jujeño-tucumano existen dos comadrejitas endémicas y
numerosos roedores como la ardilla roja o nuecera y el cuis andino. Aparecen también el hurón
mayor, el gato montés, el de los pajonales, el moro, además del huemul del norte o taruca, gran
variedad de edentados y, entre las aves, el ñandú gris, muy perseguido, lo mismo que perdices y
martinetas. Los principales reptiles son culebras, pero existe también la boa de las vizcacheras,
la víbora de coral, la yarará de rabo blanco y la víbora de cascabel. Dada la estacionalidad de
los ríos los peces son escasos. Insectos, avispas, abejas, hormigas y tucuras, en cambio, son
numerosos. El subdistrito riojano presenta una fauna más adaptada a las condiciones de
desierto. Entre los marsupiales se destacan la comadreja overa y el ratón de palo; hay
murciélagos, el hurón menor, y zorrinos además del gato montés, el gato moro y el puma y
múltiples roedores, como la vizcacha y, en las zonas de altura, la rata chinchilla. El pichi ciego,
el mataco bola y el pichi llorón representan a los edentados, mientras que las aves
características son el loro barranquero, perdices, martinetas, garzas, palomas, picaflores, el
martín pescador mediano, diversos carpinteros y no menos de 140 pájaros. Además de otros
ofidios venenosos existe una víbora de coral y la yarará ñata. Se pueden citar también la tortuga
terrestre. varios lagartos e iguanas, el chelco y el chelco clinudo. Los peces característicos son
los bagres y abundan artrópodos y arácnidos. En el subdistrito cuyano se acentúan las
condiciones de desierto. No faltan los marsupiales ni los quirópteros, y entre los carnívoros
endémicos, un huroncito y dos zorros, varios gatos y el puma. Entre los numerosos roedores se
encuentran el ratón negro, la rata lanuda, varios cuises y vizcachas de la sierra, así como la
vizcacha pampeana, los tuco-tucos, específicos del linde entre San Juan y Mendoza. No faltan
los edentados (varios pichis, el peludo y la mulita), mientras que el guanaco es ya una rareza en
el distrito. entre las aves, que suman más de un centenar, se destacan las grandes rapaces, pero
hay también gallináceas y paseriformes. Aparecen la boa de las vizcacheras, la víbora de coral
y la yarará ñata, que penetra desde la Patagonia, hay además culebras y varias iguanas, con una
subespecie exclusiva de la víbora de dos cabezas. De los peces cabe citar varios bagres. con
dos especies exclusivas, y también la perca, que se relaciona con la Patagonia. Entre los
mamíferos del subdistrito neuquino una comadreja habita en los montes ralos, llegan hasta
este subdistrito dos murciélagos propios de distritos más septentrionales. Hay también zorros
(gris y colorado), un zorrino específico y varios roedores. Tanto el guanaco como el huemul se
hallan en retroceso, pero abundan el peludo y el piche, El número de aves es más reducido que
en otros distritos, destacándose el cauquén de cabeza gris y el cisne de cuello negro. El único
ofidio venenoso es la yarará ñata y entre los peces aparecen dos Galaxias, emparentadas con la
fauna notoandina, y dos truchas criollas. La fauna del distrito notoandino se halla adaptada a
los bosques húmedos y muestra rasgos de parentesco con la de Chile austral, Nueva Zelandia y
el sur de Australia. Son exclusivos el monito del monte (un marsupial), una nutria, el gato
huiña, un zorro gris y un ciervo enano. Las aves son muy abundantes y hay 12 pájaros
exclusivos (tapa cola, zorzal mero, bandurria negra, etc.) Faltan los ofidios venenosos, aunque
hay culebras. Los peces han sufrido el impacto de la introducción de las especies de cultivo;
son autóctonas la perca o trucha criolla y los numerosos puyenes, del género de las Galaxias.
El distrito antártico se caracteriza por la falta de mamíferos terrestres, que contrasta con
la abundancia de los acuáticos. Son endémicos la foca cangrejera, la de Weddell, el leopardo
marino y el elefante marino. Habitan además el lobo de dos pelos y la foca común. Entre las
aves hay variedad de pingüinos: el de Adelia y el emperador son los que más se acercan al polo
Sur, en tanto otros, como el de pico rojo, se desplazan al norte. Hay albatros que nidifican en el
distrito (errante, de dorso y vientre gris) y también petreles migratorios. Otras aves habitan
además en las costas patagónicas, como la gaviota cocinera; típicas son las gaviotas pardas o
skuas. No se conocen peces de agua dulce, pero sí numerosos invertebrados, varios ácaros que
parasitan animales mayores y un colémbolo áptero, la pulga de los glaciares.
Del distrito oceánico se pueden citar diversos delfines (del Plata, falso, liso, blanco). la
orca, la falsa orca, la ballena austral, así como los lobos marinos de un pelo y de dos pelos, el
elefante y leopardo marinos, y las focas cangrejera y de Weddell. La variedad de peces y la
riqueza de krill atraen diversos rorcuales y ballenas de dispersión mundial, lo que atrae a su vez
a las principales flotas pesqueras del mundo.