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Estructura:
La atmósfera de la Tierra tiene una estructura en capas. Enumerando desde el suelo hacia el
cielo, las capas de la atmósfera son: la troposfera, estratosfera, mesosfera, termosfera y
exosfera. Otra capa, llamada ionosfera, se extiende desde la mesosfera a la exosfera. Más allá
de la exosfera está el espacio exterior
Composición:
Está compuesta mayoritariamente (99,95%) por nitrógeno (78,08%), oxígeno (20,94%) y argón
(0,93%). CO2, neón y helio están presentes como trazas (0,04%).
Características:
La atmósfera terrestre está compuesta por diversos tipos de gases, cuyo mayor
porcentaje de masa se acumula en los primeros 11 km de altura (95% del aire se
encuentra en su capa inicial) y cuya masa total ronda los 5,1 x 1018 kg.
Los principales gases que la integran (en la homósfera) son el nitrógeno (78,08%),
oxígeno (20,94%), vapor de agua (entre 1 y 4% a nivel superficial) y argón (0,93%). Sin
embargo, otros gases se hallan presentes en cantidades minoritarias, como el dióxido de
carbono (0,04%), neón (0,0018%), helio (0,0005%), metano (0,0001%), entre otros.
Por su parte, la heterósfera se compone de capas diferenciadas de nitrógeno molecular
(80-400 km), oxígeno atómico (400-1100 km), helio (1100-3500 km) e hidrógeno (3500-
10.000 km).
La presión y temperatura atmosféricas disminuyen con la altura, por lo que las capas
exteriores son frías y poco densas.
Energía solar: Para transformar la luz del sol en energía hacen falta unas láminas
metálicas semiconductoras: las células fotovoltaicas. Estas células tienen una o varias
capas de un material semiconductor y están recubiertas de un vidrio transparente que
deja pasar la radiación y minimiza las pérdidas de calor. Los rayos solares están
compuestos por fotones que llegan a las células fotovoltaicas de la placa, generando un
campo de electricidad entre ellas y, por tanto, un circuito eléctrico. Cuanto más intensa
sea la luz, mayor será el flujo de electricidad. Las células fotovoltaicas convierten la luz
solar en electricidad en forma de corriente continua y con una graduación que varía
entre los 380 y los 800 voltios. Para mejorar el resultado obtenido se utiliza un inversor
que trasforma esta energía en corriente alterna, que es la que utilizamos en nuestras
casas. Finalmente, esta corriente alterna pasa por un contador que la cuantifica y la
suministra a la red general de electricidad.
Energía eólica: La fuerza que ejerce el viento sobre los molinos de tres hélices crea una
energía mecánica que se transfiere a una serie de alambres de cobre, donde se
genera, ahora sí, la energía eléctrica. Y más concretamente, quienes transforman el
viento en energía son los llamados aerogeneradores o turbinas eólicas, al articular en
su interior un generador eléctrico con sus sistemas de control y de conexión a la red.
Fuentes: