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Es otra oportunidad e inquietud más de escribir y apoyar a los estudiantes de este curso,
atreviéndome a proponer y desarrollar cada uno de los imperativos jurídicos procesales que se
desarrollan en el proceso y se pueden manifestar en las diferentes etapas procesales; los que se
describen más adelante.
a) Definición
Por imperativos jurídicos procesales se extienden a todos los deberes, obligaciones y cargas
impuestas que hay que cumplir dentro del proceso, ya sea por voluntad propia de las partes
procesales o de los sujetos procesales o por disposición legal.
Es la función con la que el Estado por medio de órganos especialmente instituidos, en este
caso, tribunales, realiza su poder y deber de dirigir el proceso y de hacer que se cumpla el fin de
protección jurídica del mismo, aplicando las normas de derecho objetivo a los casos suscitados por el
ejercicio de una acción.
Por lo que se infiere anteriormente, el deber es un mandato u orden dada por alguna persona o
autoridad competente, por el cual, existe cumplimiento de algún acto que debe de realizar el ser
humano.
Deber jurídico. Lo define Dourado Gusmáo diciendo que, en sentido lato, constituye un
comportamiento obligatorio impuesto por una normal legal, por un contrato o por un tratado, a una
persona a favor de otra, que tiene la facultad de exigir su cumplimiento, cuando no fuese
espontáneamente observado, diferenciándolo así del deber moral.
A su vez, Radbruch, afirma que, de la validez del Derecho para la vida de los hombres en
común, se sigue que su contenido debe estar constituido por las relaciones jurídicas fundamentadas
en deberes jurídicos y en derechos subjetivos.
Ramírez Gronda, expresa que Von Kirchmann y Von Fernck pretendieron explicar la existencia
de deberes jurídicos en el influjo motivador que sobre la conciencia humana ejerce la amenaza de la
sanción.
Para Bierling, lo demuestra así, constituye un acto de reconocimiento tácito de las normas por
los individuos que componen la sociedad.
Recanséns Siches, estima que el deber jurídico y el deber moral son distintos, aunque se den
superpuestos y como coincidentes; y añade que la existencia del deber jurídico se determina porque
la infracción de la conducta en aquél señalada constituye el supuesto de una acción jurídica, pues
donde no hay posibilidad de coacción inexorable al sujeto, no hay deber jurídico, aunque pueda haber
lo moral, social o lo religioso.
Para Kelsen, en la cita de Ramírez Gronda, el deber jurídico es la norma misma en relación
con un sujeto determinado en tanto que le obliga a aquel comportamiento, cuya oposición
contradictoria constituye la condición del acto coactivo establecido en el precepto jurídico.
Entonces desde el punto eminentemente jurídico, se puede establecer, que el deber jurídico
nace de la imposición de una norma, disposición legal o artículo, que regula el comportamiento de la
persona, por lo que está debidamente legislado y amparado en un cuerpo legal (código).
Los deberes procesales, no pueden ser objeto, a diferencia de las obligaciones y de las
cargas, de ejecución forzosa, a pesar de la efectividad en el cumplimiento de los deberes procesales
se obtienen, normalmente, mediante sanciones, ya sean de carácter físico o personal, pecuniario,
funcional, o de cualquier otra índole, estas son formas de coacción moral o de intimidación, pues en
vedad no hay forma material de hacer cumplir por la fuerza esta clase de deberes.
Jurídicamente, puede decirse que las obligaciones admiten la siguiente división: a) de hacer; b)
de no hacer; c) de dar cosas ciertas; d) de dar cosas inciertas; e) de dar sumas de dinero. La simple
enunciación de esas obligaciones resulta suficiente para comprender su contenido. En Derecho Civil,
dan a conocer ésta división (obligaciones), y tras que aplican legalmente.
Divisibles, cuando también lo sea la cosa, el hecho o la abstención que ha de ser cumplida y
siempre que tal fraccionamiento se encuentre permitido legal o convencionalmente.
Civiles, que, contrariamente a las naturales, son aquellas cuyo cumplimento puede ser exigido
por vía legal.
Solidarias, cuando su cumplimiento puede ser íntegramente exigido por cada uno de los
acreedores o de cada uno de los deudores.
Facultativas cuando, no teniendo por objeto sino una sola prestación, el deudor tiene la
facultad de substituir por otra.
En síntesis las obligaciones exigen al menos dos sujetos: el que puede exigirla: el acreedor, y
el sometido al cumplimiento: el deudor.
Aunado a lo enunciado, en qué consiste la obligación legal. Aquella que se impone por ley u
otra disposición equivalente; decreto, orden de autoridad, ordenanza o bando. Las obligaciones
legales, en la primera de las acepciones, no se presumen; han de estar expresamente determinadas
en un texto o artículo.
c) Obligaciones procesales, son aquellas prestaciones impuestas a las partes con ocasión
del proceso, estas son instituidas en interés de un acreedor.
En el contexto de derecho, una definición de obligación procesal, podría ser, conducta procesal
impuesta legalmente con fines de tutela de un interés ajeno o actividad jurídica ejercida en el proceso,
obligaciones evidentes, entre ellas, la de cooperación, o sea la de coadyuvar a una rápida y justa
decisión, la de la probidad, la de la buena fe y la de pagar las costas.
Qué es una obligación procesal, existe cuando la ley ordena a alguien tener determinado
comportamiento para satisfacer un interés ajeno, sacrificando el propio.
Costas: Gastos que se ocasionan a las partes con motivo de un procedimiento judicial,
cualquiera que sea su índole. En ese sentido, se dice que una de las partes es condenada en costas
cuando tiene que pagar, por ordenarlo así la sentencia, no solo gastos propios, sino los de la
contraloría, por el hecho de haber sido derrotada la parte procesal en el juicio que se ventilo, siempre
y cuando el juzgador lo condene, aunque hay diversidad de criterios jurídicos vertidos por los
estudiosos del derecho.
Acerca de la condena en costas, las legislaciones mantienen criterios disímiles; para unas solo
procede cuando la parte que pierde el pleito ha actuado con temeridad o con mala fe; mientras para
otras partes se aplica siempre al pernicioso, salvo que el juez le exima de su pago por
consideraciones especiales, que debe determinar.
A criterio personal, el pago de las costas procesales, se tienen que solicitar al órgano
jurisdiccional cuando se presentar la demandada o en la contestación u oposición de la demanda, ya
que en caso contrario, sino se requieren no podrá condenar al malicioso o a la parte que actúa de
mala fe en el proceso; el pago de las costas procesales tiene que ser a requerimiento de parte y no de
oficio, ya que el juez no puede extralimitarse de su función jurisdiccional.
Las cargas procesales son una situación jurídica en la ley, consistente en el requerimiento de
una conducta de la ley, de realización facultativa y que se halla normalmente establecida para el
interés del sujeto y cuya omisión trae consecuencias gravosas para él.
Son aquellas que se determinan en razón de nuestro propio interés. La carga es entonces, una
condición o compulsión para que ejerza un derecho y en su caso probarlo.
El procesalista uruguayo Eduardo J. Couture nos expresa acerca de las cargas procesales:
“En tanto que el derecho a realizar un acto de procedimiento es una facultad que la ley otorga
al litigante en su beneficio (faculta de contestar la demanda, de producir prueba, de alegar de bien
probado), la carga es una conminación o compulsión a realizar el acto.
“Desde este punto de vista, la carga funciona, diríamos ‘a doublé face’; por un lado el litigante
tiene la facultad de contestar, de probar, de alegar; pero tiene al mismo tiempo algo así como el riesgo
de no contestar, de no probar y de no alegar. El riesgo consiste en que si no lo hace oportunamente
se falla el juicio sin escuchar sus defensas, sin recibir sus pruebas o sin saber sus conclusiones.
“Así configurada, la carga es un imperativo del propio interés. Quien tiene sobre sí la carga se
halla compelido implícitamente a realizar el acto previsto; es su propio interés quien le conduce hacia
él. La carga se configura así como una amenaza, como una situación embarazosa que grava el
derecho del titular. Pero él puede desembarazarse de la carga, cumpliendo.
Cabe indicar que esta libertad queda implícita a las partes procesales de cumplir o no en cada
actuación procesal, sin embargo, va en contra de sus intereses para aquella que no cumpla en la
etapa procesal que se trata. Por consiguiente se entiende que toda persona es libre de obrar o de no
obrar, asumiendo así todas las consecuencias de sus propios actos. En otro punto de vista, el
contenido de una orden emanada por el órgano jurisdiccional competente, trae consigo una
abstracción de su imperatividad coactiva, por lo tanto no tendrá que ser así.
Si se enmarca dentro del derecho procesal, podrá concluirse que se asume la consecuencia
del resultado del juicio, por sus acciones u omisiones, en cada etapa procesal oportuna.
La relación del concepto de carga con el impulso procesales (es un principio procesal), se
manifiesta en que el proceso planteado o juicio avanza mediante cargas impuestas a las partes
procesales.
Y otro elemento más, la carga funciona impeliendo a comparecer, contestar, probar, concluir,
bajo la amenaza de no ser escuchado y de seguir adelante.
Es necesario concluir con un concepto de cargas procesales, sin menoscabo de las anteriores
que están fundamentadas en criterios de jurisconsultos muy conocidos en el campo del derecho.
Se entendería que cargas procesales, son los requerimientos determinados en la ley o normas
y la jurisprudencia, a alguna de las partes procesales dentro del juicio, y a ambas, con la observancia
de alguna conducta señalada, entendiéndose que si no se realizan ciertas actuaciones procesales el
resultado podrá ser contraproducente a tal extremo que el juicio se podrá perder, porque se va a emitir
una sentencia en contra de los intereses de alguna de las partes procesales.
Sobre el concepto de cargas procesales, los destacados procesalistas mexicanos José Castillo
Larrañaga y Rafael de Pina, consideran que la “palabra carga expresa, en el derecho procesal, la
necesidad de desarrollar una determinada actividad, dentro del proceso, si se quiere obtener un
resultado favorable, y supone el peligro de ser vencido, si no se obra con la diligencia necesaria,
según las circunstancias del caso.”
Carga de iniciativa procesal mediante la demanda (carga de demandar), está a cargo del
demandante, por lo que el presunto actor puede demandar o no, quién tiene la opción de hacerlo o no,
si realiza la acción habrá cumplido con la carga procesal.
Carga del impulso procesal, está a cargo de las partes, demandante y demandado, en los
procesos donde no prevalece el principio inquisitivo en que se de oficio o por facultad del juez, la parte
interesada en que el proceso continúe, tiene la carga de darle el impulso necesario al proceso.
Carga de los alegatos. No se obligará a parte alguna, en el proceso, a alegar pero, quien no lo
haga, es sabedora de que voluntariamente ha perdido una oportunidad de esgrimir sus argumentos
que pudieran haber tenido influencia en el resultado del juicio.
En la carga procesal, la ley fija la conducta que debe asumir quien quiera conseguir un
resultado favorable a su propio interés.
O se podría decir que la carga procesal es en ese sentido, un derecho que la ley nos otorga
para realizar un acto dentro de un procedimiento que a través de él consigamos ciertos beneficios a
nuestro favor.