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sastreciUo del cuento.

El lector se inclinará siempre a re-


prochar al autor que malgaste sin motivo su ingenio; pero
quien haya hecho la experiencia en sí mismo tomará mejor
consejo.-*
Por otra parte,"^ no puedo refrendar la tesis que H. Sil-
berer"" fue el primero en sostener, según la cual todo sueño
—o al menos muchos sueños y ciertos grupos de ellos— re-
clama dos interpretaciones diferentes, que incluso manten-
drían entre sí una relación fija. Una de estas interpretaciones,
la que Silberer llama psicoanalítica, atribuye al sueño un
sentido cualquiera, la mayoría de las veces infantil-sexual; la
otra, más importante y que él llama anagógica, enseña los
pensamientos más serios, a menudo profundos, que el tra-
bajo del sueño tomó como material. Silberer no demostró es-
ta tesis comunicando una serie de sueños que él hubiera
analizado en esas dos direcciones. Debo replicar que no hay
tal hecho. Es que la mayoría de los sueños no demandan so-
breinterpretación y, en particular, son insusceptibles de in-
terpretación anagógica. En la teoría de Silberer, no menos
que en otros empeños teóricos de años recientes, hay una
inequívoca tendencia a velar las condiciones básicas de la
formación del sueño y a desviar el interés de sus raíces pul-
sionales. Para una cantidad de casos pude corroborar las
indicaciones de Silberer; el análisis me mostró entonces que
el trabajo del sueño había emprendido la tarea de mudar en
un sueño, tomándolos de la vida de vigilia, una serie de pen-
samientos muy abstractos e insusceptibles de figuración di-
recta, y procuró solucionar esa tarea apoderándose de algún
otro material de pensamiento que mantenía una relación laxa
(que a menudo ha de llamarse alegórica) con aquel pen-
samiento abstracto, y que ofrecía menores dificultades a la
figuración. La interpretación abstracta de un sueño así na-
cido es dada directamente por el soñante; la interpretación
correcta del material deslizado debajo tiene que buscarse con
los' medios técnicos que nos son conocidos.^^
Si se nos pregunta si de todo sueño puede obtenerse in-
terpretación, hemos de responder por la negativa."^ No debe

-•' [Cf. supra, 4, págs. 304-5«.]


25 [Este párrafo se agregó en 1919.]
-8 [Cf., por ejemplo, Silberer, 1914, parte II, sección 5.]
-^ [Freud trató también este punto en una extensa nota al pie
de su «Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños»
(1917¿), AE, 14, pág. 227, y en «Sueño y telepatía» (1922a), AE,
18, págs. 207-8.1
-^ [Este problema es considerado con mayor extensión en «Algu-
nas notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto»
(Freud, 1925:), AE, 19, págs. 129-32.]

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olvidarse que en el trabajo de interpretación se tiene en
contra a los poderes psíquicos responsables de la desfigura-
ción del sueño. Será asunto de la relación de fuerzas el que
alguien pueda, merced a su interés intelectual, su capacidad
para vencerse a sí mismo, sus conocimientos psicológicos y
su ejercitación en la interpretación de sueños, doblegar las
resistencias internas. Siempre es posible dar un paso más, al
menos hasta el punto de convencerse de que el sueño es una
formación plena de sentido y aun, las más de las veces, hasta
entrever este sentido. Es harto frecuente que un sueño sobre-
venido a continuación de otro permita asegurar y proseguir
la interpretación adoptada tentativamente para el primero.
Una serie de sueños que se arrastra por semanas o meses sue-
le brotar de un terreno común y debe entonces someterse a
la interpretación como una urdimbre.-" En sueños que se
siguen el uno al otro, puede observarse a menudo que uno
toma como centro lo que en el siguiente es indicado sólo en
la periferia, y a la inversa, de suerte que los dos se comple-
mentan entre sí también respecto de la interpretación. Ya
he demostrado con ejemplos que los diversos sueños de una
misma noche deben ser tratados en general como un todo
por el trabajo interpretativo.^"
Aun en los sueños mejor interpretados es preciso a menu-
do dejar' un lugar en sombras, porque en la interpretación
se observa que de ahí arranca una madeja de pensamientos
oníricos que no se dejan desenredar, pero que tampoco han
hecho otras contribuciones al contenido del sueño. Entonces
ese es el ombligo del sueño, el lugar en que él se asienta en
lo no conocido.^' Los pensamientos oníricos con que nos
topamos a raíz de la interpretación tienen que permanecer
sin clausura alguna y desbordar en todas las direcciones den-
tro de la enmarañada red de nuestro mundo de pensamien-
tos. Y desde un lugar más espeso de ese tejido se eleva luego
el deseo del sueño como el hongo de su micelio.

Volvamos a los hechos del olvido del sueño. Es que aún


no alcanzamos a extraer de ellos una importante conclusión.
Si la vida de vigilia muestra el inequívoco propósito de ol-
vidar el sueño que se formó por la noche, sea como un todo
inmediatamente tras el despertar o fragmento por fragmento
en el curso del día, y si hemos reconocido en la resistencia
que el alma opone al sueño la principal responsable de ese

-'" [Cf. supra, págs. 367 y sigs., y 4, pág. 208.]


:<" [Cf. supra, 4, pág. 338.]
:'i [Cf. supra, 4, pág. 132, n. 18.]

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