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DULCE CAPRICHO LEYVA

SINOPSIS
"Para Giancarlo D Luca todo lo que se trate de una mujer significa un juego, ¿entregar
el corazón? No está en sus planes, incluso cuando la mujer más noble y hermosa
aparece ante él y le ofrece lo mejor de ella, su amor.
¿Pero sería capaz de doblegar su orgullo y reconocer sus sentimientos entregando el
corazón o ella también será un capricho más en su vida, hasta el punto de obligarla a
marcharse de su vida? ¿Amor o capricho? Solo Cloe podrá descubrirlo."

Capítulo 1. ¿Destino o casualidad?

Giacarlo D Luca observa a su nueva secretaria entrar por la puerta caminando sexy,
sensual, altiva con unos labios más que apetecibles, se remueve incómodo en su silla,
ya que el solo hecho de verla caminar con esa pequeña faldita que apenas le cubre su
voluptuoso culo dejando ver sus blancas piernas, le ha provocado una dolorosa
erección.

—Aquí tiene señor los papeles que me pidió. ¡joder! Con solo escuchar su voz, se le
endureció aún más hasta el punto de que si se levantaba de la silla podría ver la
majestuosidad que escondía debajo del pantalón. Pues la vida le ha dotado de grandes
atributos muy apetecibles para las mujeres.

—Gracias Sheila. Contesta D Luca sonriendo de lado, oscura y perversa pues sabía
muy bien su siguiente jugada, era astuto, audaz y tenaz con las mujeres.
Nadie, ninguna mujer se le resiste ¿Quién lo haría? Tiene todo lo que alguien podría
querer, anhelar de un hombre, es atractivo, millonario, un buen amante.

Haciendo adrede y calculando muy bien sus movimientos lleva su mano a la taza de
café que tenía sobre el escritorio, derramándolo intencionalmente. Se levanta con
rapidéz mientras que su sexy secretaria daba un gritito por el susto.

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DULCE CAPRICHO LEYVA
—¡Oh por Dios señor D Luca! ¿Esta usted bien? Pregunta acercándose a él para
corroborar de que el se encontraba bien, que no se había quemado con el líquido
caliente que hace cuestión de minutos atrás le había traído.
—Se ensució la camisa. Agrega. —Si, maldita sea. Giancarlo finge molestia
comenzando a desprenderse los botones para sacarlo bajo la atenta mirada de su ya
exaltada secretaria quien comenzaba a a ver la piel suave de tu torso bien trabajado,
De Luca no es ningún tonto, sabe cuando una mujer lo desea, lo ve en sus pupilas
dilatadas, en la forma en la que se muerde el labio, en la forma en la que mueve sus
pestañas tratando de ocultar su excitación.
—¿Le puedo ayudar en algo? Pregunta coqueta Sheila. El sonríe.
—Podrias por favor limpiar mi mesa Sheila, en el baño encontrarás un paño limpio con
el que podrás secar el rastro de café antes de que manche mis papeles.
Habla dulcemente, bufaba para sus adentros, uno tiene que ser caballeroso para
meterse entre las piernas de una mujer pensaba, pero todo es aún más fácil cuando la
mujer accede sin tanto drama.

Sheila solo asiente girando sobre sus tacones para dirigirse al baño, ingresa buscando
lo que su jefe le había pedido cuando de pronto escucha la puerta cerrarse seguido del
seguro, voltea rápidamente para observar a su jefe parado con el torso desnudo
sonriendo de lado y de pronto abalanzarse sobre ella sin mediar palabra.

La empujó contra el lavatorio para devorar su boca con hambre e ímpetu. Ella no es
tonta sabe lo que su jefe desea y ella llevaba días deseando lo mismo, ansiando este
momento que llegó más rápido de lo que imaginó. Disfrutaba ver a su jefe todos los días
desfilando con sus trajes a medida, con el cabello un poco largo, con esos profundos
ojos en color azul como los diamantes, esa voz ronca, gruesa y oscura, cuando le
llamaba por teléfono para ordenarle sus deberes, o cuando sonreía despreocupado o
fruncía el ceño cuando algo le molestaba o inquietaba, cada vez que eso sucedía ella
apretaba las piernas. Este ansiado día había llegado, de poder sentirse entre sus
brazos, coqueteando todos los días, usando la falda más corta cada día, pues su jefe la
miraba, claro que la miraba.

—¡jefe! Es lo único que gimió mientras D Luca devoraba su cuello, mientras masajeaba
sus grandes senos dejándola desnuda con una maestría increíble en cuestión de
segundos.

Giancarlo estaba excitado en demasía, desde que la entrevistó supo que la cogería
como sea, podía oler a kilómetros la facilidad de las cosas. Y ella era una de esas cosas
que se consigue muy fácil.

La volteo con rapidéz para apoyarla en el lavado, levantando su falda para dejar su culo
expuesto, para detallar sus ligas con unas medias en color negro con una braga del
mismo color.

Llevó su dedo medio hasta sus pliegues deslizándolo por toda su extensión. Sonrió al
notar lo mojada que se encontraba.

—Lista para mí. Susurro ronco.


—¿Esto es parte del trabajo jefe? Pregunto ella con coquetearía y clara burla en sus
palabras.

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—Oh preciosa claro que sí, con esto haces que tu jefe no esté tan estresado por tanto
trabajo.

Giancarlo tomo un preservativo que tenía en el bolsillo, siempre andaba con uno pues
no sabía en qué momento podría necesitarlo, un hombre precavido vale por dos.
Se introdujo en ella con total descaro y fogosidad, su secretaria solo gemía, él lo estaba
gozando, no es tan apretada, aún así sentía mucho placer.

Amaba a las mujeres, a todas, a todas que podía darle placer, pues como no amarlas
si son las que lo transportaban al cielo cuando se corria extasiado y lleno, eso era vida
en su máxima expresión.

La cogía duro, rico rápido, su pelvis chocaba con el culo de su secretaria, esa acción
era excitante, la tomo por el pelo rojo encrespado y la jalo hacia el para ir más adentro.
¡Más duro! Exigió Sheila. D Luca solo sonrío con descaro y aceleró sus embestidas, el
sabía complacer a sus amantes, no solo él recibía placer, él también quería dar placer,
no sería egoísta, eso no es de caballeros.
Comenzó a sentir como su cuerpo se contraía, como apretaba su duro miembro hasta
el punto de ahorcarlo. Comenzó a convulsionar sujetándola aún más fuerte del cabello
para permitirle tener su preciado orgasmo.
Salió bruscamente de ella, despojándose del preservativo en cuestión de segundos.

—Híncate. Exigió. Ella aún sin recuperarse de su brutal éxtasis de placer, se arrodilló
frente a su jefe, abriendo la boca, él negó.

—Chupa. Exigió nuevamente y así lo hizo ella sin esperar una nueva orden, lo chupo
como queriendo exprimir todo de él, sabía delicioso, su jefe era un verdadero manjar, lo
repetiría una y mil veces, le abriría las piernas cuántas veces él se lo pedía. Claro que
lo repetiría.

Giancarlo comenzó a gruñir ronco derramando todo en la boca de su preciosa


secretaria. Movió y apretó desde el tronco hasta la punta para poder descargar todo.
Una vez acabado, la ayudó a ponerse de pie, él intentaba calmarse, ella solo sonreía,
Giancarlo después del sexo no quería hablar, no quería ninguna muestra de afecto, se
mantenía en silencio higienizándose.

—Estuvo increíble señor. Habló Sheila, Giancarlo la miró por breves segundos para
después de ajustar su pantalón salir con el torso desnudo no sin antes voltear y hablar.

—Por favor arréglate y luego pide que limpien el desastre en mi mesa. Dicho eso salió
cerrando la puerta para dirigirse a un pequeño armario que tenía en el otro extremo de
la oficina para tomar una camisa limpia y volver a estar impecable como si nada hubiera
sucedido.
Pero Sheila había quedado perpleja, sabía de hombres quienes solo buscaban sexo,
no imaginó que el fuera así o peor, su jefe bipolar pensó, luego de haberla tomado su
frialdad congeló el baño.

Rápidamente se arregló la ropa, se limpió un poco el maquillaje corrido, se arregló el


pelo crespo y salió ajustando su camisa.

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Vio a su jefe parado en el ventanal bebiendo un vaso de lo creyó era coñac o whisky o
de lo que acostumbraba a beber.

—Ahora mismo pido que vengan los de limpieza. Hablo Sheila tratando de demostrar
su profesionalismo, algo que hace segundos había demostrado que no tenía, pero su
jefe ni se inmutó, no volteó siquiera a mirarla mucho menos de decir un “gracias”.

Sheila se sentía usada, pero que esperaba si era ella la que por días se le insinuaba,
era lógico que solo buscaría sexo de ella.

Los de limpieza terminaron su trabajo dejando una oficina nuevamente impecable y


reluciente como le gustaba a D Luca, el era regio, pulcro, no le gustaba nada fuera de
lugar.
—Señor, ¿Necesita algo más? Esperaba que le dijera algo sobre lo que había ocurrido.

Giancarlo la miró fijo por unos segundos.


—Nada solo retírate. Exigió sin más. Sheila asintió y se retiró.

Al salir su secretaria, llamó a Arón su jefe de Recursos Humanos.

—¿D Luca? Inquirió al otro lado de la línea. Eran amigos no había necesidad de tanta
formalidad.

—Necesito una nueva secretaria. Escucho una carcajada al otro lado.


—¡Maldición D Luca! Me haces sufrir ¿sabes? Este mes ya has sacado a dos
secretarias.
Giancarlo se recostó en su silla masajeando su frente.

—No me sirven. Confesó, sabiendo que no era verdad, la verdad era otra, la verdad era
que solo le gustaba cambiar de secretaria cada tanto después de cogerselas.
—¿No te sirven o ya no te sirven? Ahora era Giancarlo quien soltaba una carcajada.

—¿Sabes? la nueva secretaria tendrá ahora unos 70 años, para qué no tengas ganas
de mirarla, tal vez así respetarás a una mujer.

—Si aún está buena podría ser. Contesta burlón y descarado como solo el podría llegar
a ser.
—Para esta semana.

—Ya, está bien, ah otra cosa D Luca… Giancarlo escuchaba atento. Entrevistaré una
muchacha nueva para el departamento de informática, Rodrigo me lo pidió y la estará
reclutando.

Giancarlo suspira…—Sabes que no tienes que pedirme permiso Arón confío en ti y en


Rodrigo si quieren contratar gente nueva adelante, sabes que en esta empresa damos
oportunidad a muchas personas.

—Que generoso eres Giancarlo. Bromeó Arón.

—Anda apresúrate a conseguirme una nueva secretaria sexy y con buen culo. Y cuando
la tengas prepara su liquidación a esta otra o cámbiala de puesto, no se pero ya no la
quiero de secretaria es lenta y torpe.

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—Eso no dijiste cuando la estabas follando Giancarlo.

—Nada extraordinario, grita mucho. Contesta jocoso y burlón. —Ya ya, no necesito
saber tus cochinadas. Adiós.

D Luca suspiró hondo, frotó su rostro para luego concentrarse nuevamente en los
asuntos de la empresa, era el presidente de la sede que tenia la familia D Luca en
California aunque extrañaba mucho a su familia en Italia no podía darse el lujo de viajar
todo el tiempo a verlos.

Cloe.

—Mamá tiene que comer mamita anda.— Suplicaba Cloe intentando dar de comer a su
madre quien sufría de parálisis a causa de una enfermedad cerebrovascular.

—Te lo dije Cloe, hoy tu madre no quiso comer. —Cloe observaba a María preocupada.
María era la enfermera de la madre de Cloe. La madre de Cloe había sufrido hace un
año de un ACV y quedo con secuelas graves de ahí Cloe a su corta edad es la que
cuidaba de su madre sola ya que de su padre nunca supo nada, ni siquiera lo llegó a
conocer, su madre le dijo que él le abandonó antes de saber que ella estaba
embarazada después de que le había jurado amor nunca más volvió a verlo.
—Creo que debo sacar una cita nuevamente con el especialista para llevarla.

—Seria lo mejor Cloe.— Cloe bajo la comida en el mesón, se acercó a dejar un beso en
la frente de su madre.

—Debo irme mamá hoy trabajo hasta tarde en el restaurante, vuelvo a la noche, debes
comer mamita, acaricio el suave rostro de su madre. —Nos vemos a la noche mi amor.

Dejo otro beso nuevamente y se despidió de María ya que debía apresurarse para no
llegar tarde al restaurante.

Llegó cinco minutos antes de su hora, gracias a Dios ya que la dueña era muy
cascarrabias.

—¡Cloe!...Apenas llegó, Samanta la esperaba con los brazos cruzados.

—Buenas tardes señora. Saludó presurosa.

—A mi oficina. Es todo lo que había dicho la mujer para voltearse y caminar con pasos
seguros y soberbios hacia su oficina.

Cloe observó a algunos de sus compañeros, saludó sonriendo apenas, agachando la


cabeza para caminar detrás de su jefa.

Ingreso al despacho. —Siéntate Cloe. Exigió Samanta.

—¿Qué ocurre señora? Pregunto ella temerosa.


Su jefa le extendió un papel que ella lo tomo con las manos temblorosas.

—¿Mi liquidación? Pe pero porque, que fue lo que hice mal.

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Parpadeó repetidas veces evitando derramar una lágrima, formándose un gran nudo en
su garganta.—Disminución de personal. Es todo lo que contesto Samanta.

La verdad era otra, la verdad era que el novio de Samanta Eduardo, siempre la
observaba con curiosidad, Samanta lo había pillado varias veces mirándola embobado,
ya que Cloe se caracterizaba por una belleza inigualable.

Su pelo, sus ojos, sus labios todo en ella eran perfectos como si alguien la hubiera
hecho a mano sin prisa y con una exactitud plena. Ella era la belleza en su máxima
expresión.
Su motivo eran celos, celos de Cloe.

Cloe comenzó a llorar secándose sus lágrimas de mala gana, ni siquiera le pagaba lo
que correspondía, pero no estaba ella como para iniciar una demanda, no tenía los
recursos necesarios para hacerlo y ella necesitaba el dinero.

—Esto es tuyo. — Samanta extendió el cheque frente a sus ojos. Ella no dudó en
tomarlos.

—Puedes irte. Es todo lo que le dijo, ni siquiera le agradeció por sus servicios por estos
dos años.
Sin embargo ella si exclamó un “Gracias” antes de retirarse de la oficina.
¿Qué es lo que haré ahora? Se preguntaba mientras caminaba saliendo del restaurante.
Ni podía contárselo a su madre, ella no estaba bien y una preocupación más podría
empeorar su situación.

Al día siguiente Cloe se levantó sin muchos ánimos, con un fuerte dolor de cabeza por
haber llorado tanto.

Se vistió y bajó, saludando a María y dejando un cariñoso beso en la mejilla de su madre,


la amaba, la amaba con todas sus fuerzas, recordaba las veces en que ella la cuidaba,
le hacía la comida, la esperaba fuera de la escuela con los brazos abiertos, cuando de
niña la llevaba al parque para jugar a pesar de que ella volvía cansada de su trabajo, su
madre era el amor de su vida y ahora ella debía cuidar de ella.

—Debo ir a la universidad María, debo gestionar mi beca nuevamente este año.

—Esta bien mi niña, ve. —¿Ha comido algo?— María niega.


—Solo ha bebido líquido. —Cloe solo movió la cabeza afirmando varias veces muy
triste. Más triste aún de lo que ya estaba por todo lo que estaba sucediendo en su vida.

Al llegar a la universidad se dirigió al rectorado para tramitar nuevamente su beca pero


para su desgracia le había negado este año, solo le podían pagar la mitad, era eso o
era nada.

—¿Qué sucedió amiga? Pregunta Esme que se encontraba junto a Jon.

—Me negaron la beca este año. —¿Quee? Pero porque si tu eres la mejor de esta
universidad, eres la de mejor puntaje.

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—El rector solo dijo que este año los patrocinadores eran pocos y solo podían otorgar
media beca y nada más. Y tuve que aceptarla pero lo peor no es eso. Comentaba Cloe
cabizbaja.

—Me he quedado sin trabajo. Agrega.

—¡Joder! Cloe tu sí que tienes mala pata. Ahora es Jon quien hablaba acercándose a
ella para abrazarla.
—Sabes qué, hablaré con mi tío para que te vea un puesto en la empresa D Luca
company. Ahora era Esme quien trataba de animar a Cloe.—¿En verdad podrias hacer
eso por mi? Pregunto Cloe apenada.
—Claro que sí amiga, mi tío es el jefe en el departamento de informática, veré si puede
emplearte en algún lugar, hablaré hoy mismo con él.

—Oh amiga muchas gracias en verdad ojalá consiga algo saben que la situación de mi
madre no es la mejor.

—Claro que si sabemos Cloe por lo menos eso haré por ti ya que no tengo como
ayudarte de otra forma.

—Lo sé chicos pero es más que suficiente para mí me han ayudado mucho en verdad.

En la tarde Cloe llevó a su madre con el especialista y su pronóstico para variar no eran
muy buenos, le aumento sus medicamentos. En verdad estaba pasando por una mala
racha. Después de dejar a su madre nuevamente en la casa fue al banco a cobrar el
cheque que Samanta le había pagado que después de comprarle sus medicamentos a
su madre se había quedado con menos dinero, dinero que debía alcanzarle hasta
conseguir un nuevo trabajo.
Cloe al salir de la farmacia decidió caminar hasta su casa para tratar de pensar y ordenar
sus ideas. Cuando de pronto su teléfono suena avisando la entrada de una llamada.
El corazón de Cloe latía muy a prisa, de nervios, esperando que Esme le diera una
buena noticia.

—¿Esme? Contesto nerviosa.

—Amiga… ya tienes trabajo. Grito al otro lado de la línea.

—¿Qué? Es en serio Esme. Cloe sonreía de oreja a oreja, el alma le volvió al cuerpo.

—Preséntate mañana para las 7 en el edificio D Luca, pregunta por el señor Rodrigo
Miller, ya hablé con él y te pondrá aprueba en el departamento de informática, cosa que
no será nada para ti pues eres una cerebrito Cloe. Ella río al escuchar el mote que
siempre le han puesto sus amigos y compañeros, pues aparte de poseer una belleza
única poseía algo más valioso aún, una inteligencia superior a la normal.

¿Su especialidad? Las computadoras.

—Gracias Esme, en verdad mil gracias no tengo como pagarte. Estoy muy contenta.
—Aprovéchalo amiga. Te lo mereces.

—Adiós Esme. —Cuídate Cloe.

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Cloe comenzó a brincar de alegría en plena calle, parecía una loca a la vista de las
personas que pasaban a su alrededor.

Gracias Gracias Dios. Se repetía una y otra vez.

D Luca Company allí voy.

Capítulo 2. No todo lo que brilla es oro.

Cloe.

Nerviosa, ansiosa con el estómago revuelto así despertó Cloe, hoy era su entrevista en
D Luca Company, ansiaba ese trabajo, era su más grande oportunidad para hacer lo
que le gustaba, le apasionaba pasar horas y horas frente a un ordenador, descifrar
códigos y crear nuevos programas, lo que para muchos era agobiante y trabajoso para
ella era emocionante.

Se duchó y se vistió con una falda tubo en color gris por debajo de la rodilla y una blusa
blanca un poco ajustada, le gustaba vestir bien, le gustaba la elegancia, todavía no
sabía de donde había sacado esos gustos, ya que su madre siempre le inculcó la
humildad y se repite en su cabeza una y otra vez que la ropa o la marca no hacia mejor
o peor a una persona ya que todos terminábamos en el mismo lugar y nos vamos sin
nada así como vinimos al mundo y terminaremos en polvo.
Su madre siempre le enseñó que lo que diferencia a las personas era la educación y la
bondad que habitaba en los corazones, no lo que uno poseía en bienes, Cloe suspiró
mirándose en el espejo.

Su madre era tan sabia, tan hermosa y tan bondadosa, aún no sabía cómo fue que ese
hombre que la engendró pudo abandonar a su madre con un hijo en su vientre.
Aún así Cloe tenía clase, elegancia y belleza, observaba su rostro en el espejo,
ladeando su rostro de un lado a otro, mordiéndose ligeramente el labio inferior,
debatiéndose si se maquillaba o iba así natural como a ella le gustaba andar.

Decidió colocarse un poco de delineador y un poco de labial, terminó de peinar su largo


pelo castaño y lacio para acomodarse dos pequeñas hebillas a los lados de su cabello
recogiéndolo ligeramente.

Miró la hora en su reloj y todavía le quedaba una hora, era una persona muy puntual si
debía estar para una hora ella estaba media hora antes de lo establecido. ¿Acaso había
algo imperfecto en ella?
Tomó su bolso y bajó a pasos lentos hasta la cocina donde encontró a María leyendo el
periódico a su madre.
Sonrío ligeramente al verlas, se acercó a ellas dejando un dulce beso en la cabeza de
su madre.

—Buenos días María ¿Cómo han amanecido? ¿Y la reina más hermosa de la casa
como amaneció? Se hincó hasta la altura de la silla de ruedas de su madre sujetando
suavemente sus manos juntas. Su madre amagó una pequeña mueca en su rostro, el
corazón de Cloe palpitó emocionado ya que esos pequeños gestos o muecas que su
madre lograba hacer la hacían renacer y revivir cada día un poco más.

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Cloe aún tenía la esperanza de que su madre pudiera volver a recuperarse con las
terapias, los medicamentos y con la ayuda de María y el gran amor que le tenía. No
perdía la fé, mucho menos la esperanza.

—Me tengo que ir María. Exclamó.

María la observó de pies a cabeza para elevar una de sus cejas. —¿Y tú mi niña para
donde tan elegante?
Ella suspiró mirando brevemente a su madre.
—Tengo una entrevista de trabajo María, en una empresa muy importante.

—Oh vaya mi niña espero que te vaya muy bien.

—Yo también lo espero María porque estoy realmente nerviosa… —Tonterías Cloe te
irá increíble, porque tú lo eres.

Cloe observa a María con una sonrisa fugaz y luego a su madre.

—Cuídala te llamaré cualquier cosa y tú también llámame por favor. Pidió Cloe a María
para salir de la cocina.

—Adiós mamá. Te amo. No había un día, un momento en el que Cloe no se tomará un


tiempo, así este apurada, para despedirse de su madre y decirle cuánto la amaba, aún
así ella no pudiera responderle ni decirle cuanto también la amaba y la adoraba.
Su madre solo se permitió derramar una lágrima cristalina que rodaba por su mejilla.
Que Cloe ya no alcanzó a ver y que María lo limpió con su pulgar para luego dejar un
leve apretón en su mano.
Cloe salió apresurada para no llegar tarde pues tenía el tiempo justo para tomar el
autobús que la dejaría a tres cuadras de D Luca Company, la noche anterior se puso a
investigar todo, absolutamente todo acerca de esa empresa desde cuántos pisos tenía
el edificio, cuantos minutos la tomaría para llegar si caminaba, si tomaba el autobús o
si iba en taxi hasta quedarse embobada mirando al dueño de D Luca Company, era el
hombre más atractivo, imponente y sexy que jamás conoció en su vida, pero también
tenía en el rostro, en sus gestos, y en su sonrisa, el porte de un hombre sin descaro, sin
escrúpulos, frío y sin vergüenza, Cloe le puso la cruz diciendo que cuanto más lejos se
mantuviera de él era mejor.

Porque las tentaciones existen y son peligrosas, nunca tuvo necesidad de caer en una
pero no podía darse el lujo de caer justamente ahora, no estaba dispuesta a sufrir por
nadie, fue justo hace dos años que desde que su madre enfermó dejo a su novio Josué
por haberle descubierto en plena acción con aquella que hacía llamarse mejor amiga y
¿La excusa? Ella casi no tenía tiempo para él.

Es la excusa más barata que un hombre puede darle a una mujer, sufrió, lloró bastante,
lo amaba, pero ya no más, esta vez solo entregaría el corazón a quien realmente se lo
merecía, ya que cuando ella amaba lo hacía con todo el corazón.
Caminaba cruzando la plaza ya alejada de su casa, estaba apunto de llegar a la parada
del autobús cuando…

—Hola preciosa ¿Te llevo? Un hombre en un auto iba en marcha lenta tratando de
abarcar a Cloe, con palabras insinuantes y poco confiables. Ella no contesto, apresuró
su paso.

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—Anda belleza, estás solita deja que te lleve mami.
Cloe Caminaba más y más rápido, bufaba y gruñía, detestaba a hombres así.

Ya llegaba a la parada, estaba apunto cuando vio el autobús que venía y rápidamente
aparcó en la parada.

¡Maldición! Exclamó rabiosa.

El sujeto inoportuno hizo una maniobra peligrosa obstruyendo el paso a Cloe, ella lo
observó perpleja por lo que acaba de hacer, perdería el autobús por su culpa.
¡Idiota! Grito con todas sus fuerzas, trato de no prestar atención al sujeto cuando quiso
pasar al lado el hombre quien rápidamente se había bajado del auto la sujeto del brazo
obligándola a quedarse.

—Mamacita porque te haces la difícil, estás bien buena.


El sujeto olía a alcohol, es más apestaba a alcohol.
¡Suéltame Idiota! Grito cuando de pronto saco un frasquito de su cartera un desodorante
en aerosol y le roció en el ojo, obligando al hombre a soltarla para frotarse el ojo.

¡Aahh! Maldita desgraciada. Gruño furioso el hombre, Cloe giró la vista para ver que el
autobús ya estaba nuevamente en movimiento y que la estaba dejando.

¡Noo! Espera, espera. Gritaba Cloe, pero ya fue en vano, el autobús ya la había dejado,
furiosa, rabiosa enojada con el sujeto se acercó nuevamente a él para rociarle más
aerosol en sus ojos cubiertos por su mano y doblar la rodilla y darle donde más le
dolería.

—Imbécil bueno para nada, por tu culpa perderé un trabajo. Bramó Cloe rabiosa y lo
dejo ahí tirado retorciéndose de dolor en el suelo.
¡Carajo! Cloe observó su reloj y ya quedaba solo media hora para poder llegar a la
empresa y aunque ya no quedaba lejos, caminar no era buena idea no llegaría a hora y
esperar otro autobús tampoco.

De pronto vio un taxi pasar a velocidad lenta cuando le silbo con todas sus fuerzas como
camionero recién recibido y el taxi frenó, ella corrió y se montó en el.
En quince minutos ya había llegado, nerviosa y presurosa bajo del taxi para entrar en el
imponente edificio D Luca Company.

—Buenos días, saludó a la hermosa recepcionista que se encontraba en el lobby del


primer piso.

—Buenos días, ¿en que la ayudo señorita?

—Tengo una entrevista con el señor Rodrigo… mmmm idiota olvidó su apellido.

—¿Miller? Inquirió la amable recepcionista.

—Si, aha, el mismo.


—Si permítame por favor, revisó algo en su ordenador, él aún no ha llegado pero puede
pasar en el quinto piso, se encontrará con su secretaria puede pasar a esperarlo, este
es su carnet de visitante.

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DULCE CAPRICHO LEYVA
—Es usted muy amable gracias. Cloe si dirigió hacia el ascensor para subir al quinto
piso.

—¡Señorita! La llama nuevamente la recepcionista… ella voltea a mirarla dudosa.

—Es el otro, ese ascensor solo es exclusivo de los jefes.

Su rostro ardió de vergüenza y caminó de lado lentamente para pararse frente al otro
ascensor que le correspondía. Cuando subió al ascensor que se encontraba vacío
golpeó su frente con la palma de su mano por sentirse tonta.

Ella era así, era tan perfeccionista que un paso en falso o un pequeño error ya lo tomaba
como una catástrofe.

El ruidito del ascensor anunciando la llegada al piso indicado sonó de pronto. Bajó con
la piernas temblando y las manos sudadas, se acercó a una mujer detrás de un escritorio
que ella creyó era la secretaria del señor Miller. —Buenos días. Saludó amable.

La mujer levanto la vista para observarla de pies a cabeza.

—¿Qué quieres? Es lo que contesto la mujer con muy poca educación. Cloe se
sorprendió al ver la diferencia en el trato con la recepcionista y esta mujer.

—Tengo cita con el señor Rodrigo Miller.

La odiosa y desagradable secretaria tecleo en su computador.

—¿Tú nombre? Volvió a preguntar a lo que Cloe le contesto.


“Cloe Adams”

—Lo siento no tengo ninguna cita registrada con tu nombre, así que mejor retírate. Cloe
comenzó a temblar, parpadeaba una y otra vez. No podía ser, debía hablar con el
susodicho.

—No puede ser, yo yo tenia una cita, lo esperaré, hablaré con él. Espero ya molesta.
—¿Qué parte de retírate no entendiste? Cloe comenzó a respirar agitada y furiosa.

Cloe giró sobre sus tacones no pudiendo creer el trato que la mujer le estaba dando, ¿
quien se creía la dueña de la empresa?. Al girar chocó con un duro y trabajado cuerpo,
un hombre con un traje gris oscuro alto de pelo negro y una sonrisa amable la observaba
fijamente.

—¿Qué sucede Andrea? Inquirió Rodrigo dirigiéndose a su secretaria.

—Esta mujer dice que tiene una cita con usted pero yo no la tengo registrada. El hombre
volteo nuevamente hacia Cloe quien ya moría de pena. —¿Usted es la señorita Cloe
Adams?

A Cloe se le iluminaron los ojos, sonrío amable y asintió.

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DULCE CAPRICHO LEYVA
—Si, soy yo, la amiga de Esme. Rodrigo la miro por largos segundos fijando esos posos
oscuros en ella. Para luego exclamar un “pase a mi oficina por favor”
Ella feliz giro detrás de Rodrigo, no sin antes dedicarle una mirada de odio a su
secretaria quien la había tratado peor que a un perro, ni a los animales se les debe tratar
así pensaba Cloe.

Rodrigo sostuvo la puerta con la mano puesta en la perilla para dar paso a una nerviosa
Cloe.

Entraron a su oficina, le ofreció tomar asiento mientras que él se sentaba en su escritorio


no sin antes prender el aire acondicionado y encender su ordenador.

Cloe observaba todo con total tranquilidad, ya que ese lugar trasmitía paz.

—Bien señorita Adams, dígame ¿Trabajo antes en esto?


Rodrigo enlazo sus manos sobre la mesa apoyando sus codos sobre ella, para sonreírle
amable a Cloe, ella se sentía tranquila con él y era raro.

—La verdad no señor Miller es la primera vez, estaba trabajando en un restaurante pero
me liquidaron y estoy necesitando urgente el trabajo, tengo a mi madre enferma y en
verdad necesito el trabajo.
—Pero le puedo demostrar que soy muy capaz en esto, amo todo lo que sea las
computadoras, los programas, todo me resulta muy fácil, póngame a prueba una
semana y se lo demostraré señor. Cloe habló con tanta soltura y seguridad que Rodrigo
perturbado por su belleza quedó hipnotizado por la forma tan segura de hablar.

—Claro que si Cloe, ¿Puedo tutearte no es así.?

—Oh por supuesto señor Miller, puede hacerlo con total seguridad.

—Como te decía Cloe, ya el trabajo es tuyo, Esme me había hablado muy bien de ti,
eres la mejor de la Universidad, eso es mucho peso ¿No es así?

Cloe río con delicadeza, asintiendo. —No me considero la mejor eso es demasiado, solo
creo que soy capaz de mucho, no me pongo límites, los límites no existen.
Rodrigo estaba asombrado, perturbado, embobado. Es la primera vez que sentía
nerviosismo ante una mujer, su estómago se le apretujó. ¿Qué carajos estaba
sucediendo?

—¿Cuántos años tienes? Ya no sabía si esa pregunta era profesional o solo porque
quería saber algo más de esta increíble mujer que estaba frente a él.

—23 señor. Rodrigo sonrío.

—Bien, ven conmigo te mostraré donde trabajarás.


Cloe sujeto su bolso muy fuerte y camino detrás de él, pasando un pasillo donde había
otra oficina con muchos cubículos en donde un hombre y una mujer ya se encontraban
trabajando.
—Buenos días Saludó Miller, los dos respondieron a su saludo.

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—Ella es la señorita Cloe Adams estará trabajando desde hoy con ustedes ocupando
el puesto de Carla.
Cloe giró a mirarlo, ya que no quería sacarle el puesto a nadie.
—No te preocupes… contesto Miller al ver la cara de asustada de Cloe. Carla fue
promovida a otro departamento, y ahora tu ocuparas su puesto. Cloe exhaló el aire
retenido, pues no quería quedar en el puesto de nadie, mucho menos sacarle el trabajo,
necesitaba si, pero todos necesitan de sus trabajos también.

—Ellos son Eric y Adara. Son tus compañeros de trabajo.

—Hola Cloe le saludaron amable los dos.

—Bienvenida al departamento de los genios contesto Eric y todos rieron.


—Es un honor para mí estar aquí con ustedes en verdad.
—Bien señorita Adams lo que estamos haciendo ahora es enlazar un nuevo programa
a algunos departamentos aquí Eric te mostrará todo lo que necesitas saber y pues
veremos tu destreza, te pondré aprueba a ver qué tan capaz eres de ser un buen apoyo
a tus dos compañeros.
Eric es ingeniero en informática, y Adara es desarrolladora y hay otro compañero más
que está de vacaciones.
Cloe asintió muy entusiasmada pues ella estaba en su zona se confort.

—Jefe por cierto necesito que vea esto, esta configuración es nueva, un poco
complicada necesito que revises.

Rodrigo se acercó a Eric para ver de qué se trataba apoyo sus manos en el escritorio
arrugando el ceño, mientras Eric le explicaba las cosas. Cloe solo observaba lo que
hacían y escuchaba la amena discusión entre ambos.

Atentamente escuchaba de lo que hablaban sin embargo ambos estaban al parecer en


un embrollo por una mala configuración que a ella ya le hacía conocido, la rapidéz con
que el cerebro de Cloe funcionaba era fascinante, era como si al escuchar de sistemas,
programas códigos y configuraciones, se ponía en modo robot y accionaba un
interruptor.
—¿Me permiten? Hablo de pronto detrás de esos dos hombres, ambos dejaron lo que
estaban haciendo y voltearon a mirarla embelesados pues a Eric no le fue indiferente
tampoco su belleza única.

Adara levanto una ceja interrogante por ver lo que la joven chica diría, dejo lo que estaba
haciendo para prestarle atención.

—Bue…bueno si es que se puede, perdón por la intromisión. Añadió temerosa y un


poco avergonzada por las miradas puesta en ella y el completo silencio que se formó
en la oficina.

Rodrigo sonrío, pero no fue una sonrisa burlona pues él jamás se burlaría de nadie, más
bien era una sonrisa de sorpresa y también de expectativa pues quería ver si realmente
era buena en esto como decían.

Mientras que Eric pensó, si él siendo un ingeniero tenía una duda existencial respecto
a lo que estaba ocurriendo como una simple chica aún estudiante universitaria podría

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saber más que él, pero como no era nada egoísta, era un profesional por supuesto
accedió a darle paso.
—Adelante. Extendió sus brazos para darle paso a ella, mientras que Rodrigo su jefe,
se alejó un poco para darle espacio.

Ante las miradas y la expectativa de todos presentes, le temblaba la mano, comenzó a


sudar frío, pero esta era su oportunidad de demostrar que tan capaz e inteligente era.

—Dices que el problema es que la configuración en la red no encuentra el código de


cifrado para enlazar con el nuevo programa.

—Si, lo he intentado y al parecer algo falla pero solo sucede con un puerto. Ella asiente
y luego como si sus dedos cobrarán vida he hicieran magia comenzó a teclear, era
rápida, veloz, audaz, entró en modo robot.

Rodrigo estaba estupefacto, Eric sorprendido, Cloe no volvió a decir nada, solo se
concentró en lo que hacía.
Adara se posicionó alado de Rodrigo para mirar lo que Cloe hacía, Rodrigo sonreía sin
despegar la vista de ella ni un solo momento.
Eric comenzó a sacarse las gafas más que sorprendido al ver como Cloe con sólo unas
cuantas configuración comenzaba a enlazar perfecta y sincronizada mente una red con
otra.

Ella seguía, sus dedos bailaban al son de las teclas, era maravillosa, sus facciones eran
relajadas, sus ojos y sus labios estaban armonizados unos con otro y su pelo lacio que
caía por su espalda, era lo que Rodrigo observaba y le parecía la mujer más bella del
mundo.

¡Listo! Dijo en cuestión de minutos, dejando a los tres con la boca abierta.

—Pe…pero como, qué fue lo que sucedió. Tartamudeaba Eric, no podía creer como
una chiquilla inexperta le había hecho 10/0 en cuestión de minutos.

Cloe sonrío y comenzó a explicar cuál era el problema, en una de las fuentes de
alimentación.

Rodrigo soltó una carcajada aplaudiendo.


—Bienvenida al barco cerebrito. Es todo lo que dijo Rodrigo quedando encantado con
ella. Adara apoyo ambas manos sobre los hombros de Cloe. Dándole un leve apretón.

—Bienvenida chica, eres todo un cerebro. Cuidado Eric te quitarán tu puesto. Bromeó
mientras que Eric solo se rascaba la nuca.

—Creo que no importa cuánto estudie, siempre vendrá una mujer a pisotearme como le
da la gana. Bromeó y todos rieron.

—Cerebrito a Recursos Humanos ahora. Exigió sonriendo Rodrigo, no tengo porque


ponerte a prueba una semana, con esto hasta podrías pelear por mi puesto. Siguió la
bulla y Cloe estaba emocionada por tanto halago.

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Esto era lo que quería esta era su oportunidad de brillar, y aquí se quedaría. O eso era
lo que ella pensaba.

Giancarlo

—No se qué hago yéndome tan temprano a la empresa, soy el jefe ¿no? Debería llegar
tarde.

Giancarlo hablaba mirando la ventanilla del auto sentado en el asiento trasero mientras
Luke su chófer lo miraba por el retrovisor.
—Después de más de 10 años ¿Vienes a decirme eso? Inquirió su chófer, que más que
eso era su amigo, algo que caracterizaba a Giancarlo D Luca era la humildad que tenía
con las personas, para él a pesar de tener tanto dinero, eso no hacía diferencia entre
las personas, todos eran iguales a él.

—Si eso pienso todos los días.

—Te diré porque no puedes llegar tarde a la empresa.


Primero eres un enfermo con el horario, si dices a las 8 tú estás ahí a las 7 ¿Me
equivoco? Giancarlo negaba.
Segundo, eres un maniático porque las cosas se hagan como tú quieres, si no estás ahí
crees que nadie podrá hacerlo bien
.
—Ya, ya entendí Luke, ya se porque sigo yendo muy temprano al trabajo, pero sabes
necesito vacaciones, necesito viajar a Italia extraño a mi familia. Hablaba Giancarlo
suspirando recostado en el asiento.

—Hay veces que prefiero estar allá, pero ya tengo una vida hecha aquí.
—¿Una vida hecha a que te refieres? Que yo sepa tu vida solo se basa en trabajo y
mujeres, una distinta por noche. Luke conocía tan bien a D Luca, sabía lo mujeriego que
era jamás en estos 10 años que trabajó para él tomó en serio a una mujer, solo lo vio
enamorado una sola vez y luego jamás jamás tuvo una relación seria.

—Eres un idiota Luke, además me gusta mi vida, como a las mujeres que quiera cada
noche. Su chófer y amigo negó mirándolo por el retrovisor, algún día D Luca, algún día
besarás el piso por donde pase una mujer, te volverás loco y ese día me reirè tanto de
ti. Bromeó.

—Espera sentado Luke porque te cansaras mi amigo, te cansaras.

—Oiga jefe creo que aquella señorita necesita ayuda. Comentó Luke de pronto viendo
a una mujer siendo molestada por un hombre. Y era nada más y nada menos que la
hermosa Cloe.

—Vamos acércate para ayudarla. Contesto Giancarlo, Cuando Luke se acercaba vio
como Cloe le rociaba aerosol en el ojo del hombre y luego le pateaba sus preciadas
bolas.
—¿Estás seguro que es ella la que necesita ayuda Luke? Creo que mejor ayudemos al
pobre que se retuerce en el suelo.

Giancarlo y Luke observaban a la mujer como sometió al hombre y luego con un silbido
paró un taxi.

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¡Joder! ¿Qué clase de mujer es esta? Comentó Luke.
—Mejor me mantengo alejada de esta clase de loca, imagínate que me haga lo mismo
a mí. Me dejaría sin descendencia.

Luke soltó una carcajada…—Como si quisieras D Luca, yo creo que una mujer como
esa… señaló con el dedo a Cloe que se acababa de subir al taxi… te hace falta.

Giancarlo soltó una carcajada… — A esa clase yo le pongo la cruz y la mantengo de


lejitos mi hermano de lejitos.
—Para que complicarme con una desquiciada si puedo tener a miles de sumisas a mis
pies.

—Anda Luke llévame a comprar un café de esos que saben delicioso, antes de llegar a
la empresa.
—Vamos que yo también necesito uno.

Capítulo 3. Sin descaro.

Después de comprar un delicioso café de esos que te alegran el día, te levantan el


ánimo y te ayudan a tener un excelente día, Giancarlo llegó a la empresa, al entrar
saludó a todos desde el portero hasta el personal de limpieza, atrayendo la mirada de
todas las féminas que se encontraban en la recepción, sacando y robando suspiros a
su paso, con ese porte elegante, atractivo con su imponente altura y su físico que hace
caer las bragas de quién lo mire al pasar, adentrándose en su elevador para jefes hasta
llegar al último piso que da a presidencia.

—Buenos días, saluda con seriedad a su secretaria que hace un día atrás había follado
en el baño de su oficina con total descaro.

Quien coqueta y divertida caminó resonando sus tacones en el piso de mármol detrás
de su jefe. Giancarlo ingresó a su oficina sin cerrar su puerta, sabiendo que su secretaria
venía detrás de él.
—Buenos días jefe saludo con una sonrisa y jugando con el escote de su camisa que
deja ver gran parte de sus grandes senos.

—¿Qué tenemos para hoy? Inquirió D Luca tomando asiento no sin antes sacar su
chaqueta y colocarla en el respaldar de su cómoda y acolchonada silla.

Su sexy secretaria no dejaba de coquetear ni un segundo y a él ya comenzaba a


fastidiar, lo que antes le parecía excitante y jocoso ahora le fastidiaba en exceso.

Ahora estaba más seguro que nunca de cambiarla lo más rápido posible, necesitaba
una diversión nueva, un culo nuevo.
Sheila comenzó a citarle sus deberes mientras el solo escuchaba encendiendo el
ordenador.

—Bien puedes retirarte. Habló con voz poco divertida, Sheila sin embargo no borraba
su sonrisa de su rostro, esperando que su apuesto jefe la volviera a tomar como lo hizo
ayer, sin permiso y con premura.

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Giancarlo levantó la vista frunciendo el ceño para posarla en ella. —¿Sucede algo?
Inquirió levantando una ceja un poco hastiado.
—¿No necesita nada más señor? Preguntó Sheila en tono seductor, o bueno lo que al
menos ella creía.

—¿Qué parte de retírate no entendiste? Espetó molesto De Luca. Su secretaria lo


observó sorprendida. Asintió dando media vuelta un poco confundida para salir de la
oficina.
—¡Joder! Que mujer más intensa. Gruñó.

Rápidamente marcó el Interno de su jefe de Recursos Humanos.


—D Luca. Contestó rápidamente Arón.
—Necesito con suma urgencia una nueva secretaria, para mañana Arón ni un día más
ni un día menos. Su jefe de Recursos Humanos soltó una sonora carcajada.

—Eres intenso sabías, deberían darte el premio Nobel del año por el mujeriego más
grande de la historia.
—No fastidies. Espetó Giancarlo.

—Bien, tengo dos candidatas, posiblemente ya tengo la indicada, mañana mismo


tendrás una nueva víctima, digo secretaria.
—¿Esta buena? Preguntó Giancarlo en tono burlón, coqueto y sinvergüenza.

—Es mi abuela, y la respetas. Bromeó Arón.

—¿Tomamos un trago hoy? Es Arón quien pregunto ahora, poniendo a pensar a


Giancarlo, la verdad hace unos días que no iba al club, necesitaba una distracción.

—Por supuesto. Nos vemos en el club de siempre, adiós. Sin más cortó la llamada para
sumergirse en su cansador trabajo, revisando cada documento punto por punto que le
entregaban los departamentos. Era tan meticuloso en todo, una pequeña falla era una
catástrofe para él.

Tuvo una reunión con nuevos inversionistas y una vídeo llamada con su hermano Dante
desde Italia, ya que nada hacia sin consultarle.

Al terminar la llamada con su hermano, Rodrigo Miller su jefe de informática y amigo


entró en su oficina no sin antes dar dos toques en su puerta.
—¿Puedo pasar? Giancarlo levantó la cabeza y sonrió al verlo.

—¡Que placer, ¿que te trae por aquí? estás muy lejos de tu departamento. Bromeó D
Luca.

—Te extrañaba baby, siguió con las bromas Miller, sonriendo de oreja a oreja
sentándose frente a su escritorio.

—¿Qué ocurre?

—Nada, solo venía a comunicarte que tu red estará interrumpida por la tarde, como
sabes estamos conectando el nuevo programa.

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Giancarlo asintió —Perfecto, cuanto antes lo terminen mejor, ¿Y que tan confiable es el
nuevo programa?
—Puedo apostar a un ciento diez por ciento seguro. Sabes que mi equipo de informática
es excelente.

—Lo sé Eric es un genio… aseguró, Miller seguía sonriendo de oreja a oreja… —¿Y tú
porque sonríes como un psicópata fracasado?
Rodrigo suspiró hondo… —No me lo vas a creer viejo pero, me he enamorado.
Giancarlo levantó una ceja con una mueca divertida, marcado por su hoyuelo.

—¿Enamorado? Y eso, a que se debe tu repentino amor, ¿Quién es la afortunada?

—Desde hoy estoy reclutando una nueva, mi sobrina me pidió para darle trabajo a una
amiga, pero tremenda sorpresa que me llevé. Giancarlo lo miraba intrigado, ¿de que
hablaba su amigo?

—Si me lo comentó Arón ayer, que estaría de prueba una chica nueva.

—Hu hum Rodrigo negó, a prueba no, contratadisima. Aseguró Rodrigo recordando a
Cloe, estaba fascinado con ella y no solo con su belleza física, si no con su inteligencia
y destreza. Era magnífica en cuestión de horas, demostró que era capaz de pertenecer
a esa empresa y más si quisiera.

—¿Me dices que está contratada solo porque la mujer te gusta? Preguntó Giancarlo ya
en tono serio.
—No, porque es magnífica, deberías verla D Luca, en cuestión de minutos pudo
solucionar algo que a Eric le había tomado una tarde entera descifrar.

Giancarlo despegó su espalda de la silla para apoyar sus codos en la mesa y entrelazar
sus dedos debajo de su mentón.
—¿Y es bonita? Preguntó Gian un poco interesado y descarado como siempre.

Rodrigo negó. —Un poco bonita no, es preciosa. Giancarlo achicó sus ojos para mirar
fijamente a su amigo quien nunca se había expresado así de una empleada y menos
de una nueva, algo debía de tener para que llamara poderosamente su atención, ya que
Rodrigo después de que su antigua novia lo había dejado plantado el día de su boda
para irse con el que el llamaba mejor amigo, nunca más volvió a poner los ojos en nadie,
de eso ya había pasado cinco años, pero aún así el no es de jugar con las mujeres,
simplemente intentaba tener una relación seria con alguien pero nunca funciona, al
parecer seguía enamorado de su ex novia.

—Debo conocerla, si es bonita me la comería de un bocado.

Esa sola mención hizo que Miller borrará su sonrisa y adoptará una postura sería y un
poco molesta.

—No, no lo harás, ella será mía. Confesó Rodrigo intentando bromear y formar una leve
sonrisa en sus labios, pero no pudo evitar sembrar una espinita dentro, esa molestia de
que Giancarlo intente algo con Cloe lo molestó un poco.

D Luca soltó una carcajada al ver el rostro de Rodrigo.

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—¡Joder! Como crees viejo, estoy bromeando, sabes que tus gustos no son los míos,
es imposible que me guste la misma mujer que a ti, además existen miles de culos como
para enemistarme contigo por un coño.
Miller sonrío un poco más aliviado por el comentario de su amigo y jefe.

—Bien Giancarlo solo venía para eso. Habló mientras se ponía de pie para salir de su
oficina.
—Oye Miller, Arón y yo tomaremos un trago hoy en el club de Sebastián, ¿te unes?

—Pensé que irían sin mí… Sonrió Rodrigo sujetando el pomo de la puerta.

—Deja de lloriquear, pareces mi hermana.

—Por cierto mándales saludos a tu hermanita Caro, está preciosa, bromeó Rodrigo solo
para molestarlo, sabiendo que él era muy celoso con su hermana menor.

—¡Púdrete! Espetó. Y Rodrigo soltó una carcajada saliendo de la oficina y cerrando la


puerta detrás de él.

Sin embargo Giancarlo quedó pensando, se le metió en la maldita cabeza esa mujer
misteriosa de quién su amigo había hablado maravillas.
Sí, estaba consciente de lo que le había dicho a su amigo, pero no había certeza de
que a él le gustaría, tal vez Rodrigo solo exageraba y no era bonita, si no una mujer más
del montón, o una tonta nerd.
Y así como había dicho Rodrigo después de una hora su sistema fue interrumpido.
Giancarlo comenzó a teclear su teléfono revisando sus redes sociales, hablando por
WhatsApp con algunas mujeres que tenía a su disposición cuando el quería, con un par
de mensajes se había calentado como una estufa que tuvo que entrar a su baño a
masturbarse para bajar la tremenda calentura que le había dejado una de sus amantes
con fotos y vídeos que le había enviado a su teléfono.

Después de un buen rato estando así y ya calmado sus ansias de follar como actor
porno recién recibido, salió de sus despacho y sin voltear a mirar a su secretaria bajó
hasta el departamento de informática.

Nunca bajaba a ningún departamento, no le gustaba hacer tal cosa ¿Por qué ahora sí
lo hacía? Para controlar que se realice rápidamente los trabajos. Sí era eso o las ganas
inmensas de conocer a esa mujer. Reclamó su conciencia.

Al bajar se encontró con la secretaria un poco desagradable de Rodrigo, que al verlo


comenzó a batir sus pestañas exageradamente, nunca atrajo sexualmente a D Luca por
más que ella intentaba coquetearlo donde sea que lo encontraba en el edificio.
—¿Se encuentra Miller en su oficina? Pregunto con voz gruesa y seria sin demostrar ni
un solo interés en ella.

—No señor, esta en la otra oficina. Respondió mordiendo su labio y jugueteando con su
pelo.

Giancarlo no dijo nada más y agradeció para sus adentros de que Rodrigo estuviera en
la oficina de los empleados así lograría ver a la nueva y conocerla al fin.

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Entró a la oficina y un completo silencio se hizo en ella, Eric hablaba con Rodrigo sobre
el programa, Adara concentrada en sus asuntos pero ¿Y la nueva?
Todos levantaron la vista para ver al dueño de D Luca Company parado en la puerta. Y
rápidamente emitir un “buenas tardes señor”.

—¿Giancarlo que haces aquí? Sonrió su amigo sorprendido de verlo ahí ya que nunca
se tomaba la molestia de bajar y si lo hacía solo llegaba hasta su oficina.
—Pues te busque en tu oficina y tú encantadora secretaria me dijo que estabas aquí.
Rodó los ojos al decir encantadora secretaria que todos soltaron una risita, Giancarlo
paseó su vista por toda la oficina sin embargo no veía a la nueva por ningún lado, arrugó
el ceño.
—Pues vamos, si es que quieres hablar conmigo. Rodrigo dejo su conversación con
Eric a medias para intentar caminar hacia la puerta.
—No, termina y yo te espero. Aseguró Giancarlo, la verdad era que necesitaba verla a
ella. Rodrigo estaba dudoso, algo tramaba su jefe o era solo alucinaciones suyas.

—No, continuaremos luego Eric atenderé a D Luca y luego vuelvo. Se excusó


rápidamente para dirigirse hacia él.
Giancarlo al ver que Rodrigo caminó hacia la puerta giro para salir de ahí antes que él
cuando su cuerpo grande, robusto, bien formado chocó con un diminuto pero exquisito
cuerpo.

Giancarlo quedó embelesado con la mujer que casi tira al suelo si no fuera por la rapidez
con la que la tomó de la cintura evitando que cayera al suelo.

Cloe se perdió en los ojos del dueño de D Luca Company, a quien ya había visto en
fotos y reconoció rápidamente, esos ojos que se juró evitar, y que en menos de lo que
imaginó ya se perdió en ellos.

Giancarlo estaba abrumado, asombrado, hipnotizado, ¿Y porque no? embrujado con la


belleza de Cloe, esos ojos, esos labios, esa pequeña nariz que la hacían ver
verdaderamente encantadora.
Cloe tragó grueso, Giancarlo hizo lo mismo, se obligó a soltarla cuando una voz
carraspeó detrás.

—Giancarlo ella es Cloe Adams la nueva empleada de quién te hablé. Habló Rodrigo
un poco celoso, quería evitar a toda costa ese encuentro pero sus planes salieron peor
de lo que imaginó.

—Bue buenas tardes, Saludo Cloe un poco tímida tartamudeando al estar frente a ese
impresionante adonis. Giancarlo no sabía que decir, por primera vez se había quedado
sin palabras, ¿Desde cuándo sucedía eso frente a una mujer? Hasta que su cerebro
envío una descarga eléctrica y parpadeó repetidas veces para abrir la boca y saludar.

—Buenas tardes señorita Adams un placer. Giancarlo extendió su mano como todo un
caballero para saludar a Cloe, ella dudosa extendió la suya para enlazar con la de él,
quedando por largos minutos tomados de la mano.
El aroma que desprendía Cloe era lo más sensual que Giancarlo olió en su vida.

—Cloe vuelve a tus funciones. Bramó Rodrigo al darse cuenta de la tensión que se
formó entre ambos.

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Fue la misma reacción que tuvo Rodrigo hoy cuando chocó con ella en la mañana y la
vio por primera vez. Y no le gusto para nada ya que él la había visto primero.
Parecía un niño celoso de un juguete nuevo, se sentía patético pero que podía hacer si
se sentía de esa manera.
—Si señor Miller contestó Cloe y pasó alado de Giancarlo para aspirar su aroma varonil
y que incitaba a pecar, todo en él gritaba lujuria y pecado. Aléjate Cloe, aléjate de él
gritaba su subconsciente, sin embargo su cuerpo gritaba móntalo Cloe móntalo tantito.
Ella misma se sorprendió de esos pensamientos impuros que estaba teniendo con el
dueño de una de las empresas más grandes de EEUU.

Al sentarse en sus escritorio observó la ancha espalda de Giancarlo antes de verlo salir
por la puerta acompañado de su jefe más próximo sin voltear más a verla. Ella quería
seguir viéndolo un poco más.

Giancarlo se quedó sin habla, ¿Que le estaba pasando? entro en silencio en la oficina
de Rodrigo, seguía en trance.

—¿Qué sucede viejo? Inquirió Miller.

—¿Es esa la chica nueva? Rodrigo asintió. Si es ella, ¿Algún problema?

Giancarlo negó mirando en un punto fijo, su amigo nunca lo había visto así, jamás,
quedarse callado no era su fuerte y más si estaba hablando con él.

—¿Qué necesitabas? Giancarlo se vio obligado a darse dos cachetadas mentales para
reaccionar, antes de que se diera cuenta de que esa mujer lo había dejado
hechizado. —Nada estaba aburrido sin poder usar el sistema así que vine a ver cuánto
tardaría.

Rodrigo sonrió finalmente más calmado… —Solo dame un hora más viejo y ya tendrás
de nuevo acceso a la red.
—Perfecto, esperaré, eso era todo Rodrigo vuelve a lo que estabas haciendo ya no te
quito más tiempo.

D Luca se puso de pie para salir de la oficina pero antes de salir volteó y habló
levantando la mano haciendo unos pequeños gestos.

—¿La chica nueva ha firmado contrato?

Rodrigo sorprendido asintió… —Si, fue a primera hora junto a Arón. ¿Desde cuándo a
él le importaba que un empleado firmara contrato?

—Perfecto. Es todo lo que dijo antes de salir para dirigirse nuevamente a su oficina en
el último piso.

Esa noche llegó y los tres amigos se reunieron con el club, ninguno de los tres tocó el
tema de la nueva, ya que Arón había conocido a Cloe cuando fue a recursos humanos
a firmar su contrato y no le pasó desapercibido lo hermosa que era.
Giancarlo seguía perturbado, así que esa noche tomó a una mujer la llevó a un hotel y
descargó todo eso que tenia guardado, pero esos increíble ojos azules no salían se su
mente. Ni él se explicaba que estaba sucediendo, era como si ya conocía a esa mujer
de algún lado, su rostro le era familiar. Pudo haber sido una de sus amantes, pensó,

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pero descartó esa idea, ya que a una mujer tan hermosa como ella no podría olvidarla
tan fácilmente.
Los días pasaron la obsesión de D Luca aumentó, aunque había prometido a su amigo
mantenerse alejado no podía necesitaba verla, pidió informe de ella a recursos
humanos, ni siquiera su nueva secretaria despertaba deseo en él, no, la deseaba a ella,
necesitaba probarla, disfrutarla, entrar en ella muchas veces, vaciar en ella su ego de
macho, solo así descansaría y su obsesión menguaría.
Bajaba casi todos los días a informática por cualquier cuestión solo para verla, y le
molestaba bastante las sonrisitas que le quitaba Rodrigo o Eric.
O la mirada sobre ella de sus compañeros.

Cloe estaba feliz en su nuevo puesto, ya estaba completamente desenvuelta, trabaja


en conjunto y armoniosamente con sus tres compañeros. Rodrigo sin embargo cada día
se enamoraba más de Cloe, solo le bromeaba para ver su hermosa sonrisa y con eso y
con escuchar su voz el era más que afortunado.

Pero Cloe solo tenía sus pensamientos en otro lado y era justamente en el dueño de D
Luca Company.
Fue entonces esa mañana que se encontraron muy temprano en el lobby de la
recepción. Ambos habían llegado justo a la misma hora, cuando aún faltaba mucho para
la hora de entrada.
Ella solo saludó un poco tímida agachando la cabeza, Giancarlo la devoró con la vista
de un bocado. Antes de que Cloe pasará de largo y subiera al ascensor de empleados
su jefe habló detrás de ella, dejándola paralizada y con la piel erizada.

—Señorita Adams, necesito que vaya a mi oficina por favor.

Pidió con voz gruesa pero calmada, ella tragó grueso y solo contestó un “si señor”.

Esa palabra, “señor” escuchar de sus labios enloqueció aún más a Giancarlo, quien ya
no pensaba coherente, ya no le importaba nada, él la deseaba y estaba seguro que ella
también y no se negaría a lo que el quisiera.
Giancarlo llegó presuroso hasta su piso, saludando a su secretaria nueva, una bella
morena de ojos verdes.

—Dana, una señorita vendrá junto a mi en un momento hazla pasar inmediatamente.

—Si señor por supuesto sonrío amable la mujer.


Cloe fue primero a su departamento, marcó su entrada, aún nadie había llegado, ni
siquiera la tonta secretaria de su jefe, aún faltaba veinte minutos para las siete.
Ambos eran maniáticos de la hora es por eso que siempre llegaban temprano.

Cloe suspiró aliándose el vestido para luego pensar que era lo que su jefe querría de
ella. Espero que de trabajo pensó, sin embargo comenzó a subir todos los pisos hasta
llegar a presidencia con el corazón latiendo a mil y un nudo atorado en la garganta.

Al llegar la secretaria de D Luca la hizo pasar inmediatamente, como él lo había


solicitado.

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Cloe sintió temblar, el nerviosismo que se formó en ella hacía revolver su estómago
hasta el punto de querer vomitar al entrar a la oficina y verlo parado imponente frente al
gran ventanal.

Ella no se movió se mantuvo pegada a la puerta como un animalito asustado.

El volteó a mirarla, ya que sabía que era ella, pues su aroma había inundado sus fosas
nasales.

—Pasa señorita Adams. Exclamó Giancarlo, totalmente enloquecido, quería tomarla ahí
así indefensa. Lo haría. Estás loco Giancarlo podría demandarte por acoso, en su
mirada no se ve ningún deseo. Exclamó su subconsciente sin embargo él no hizo caso,
continuó con su plan malvado.

Cloe caminó lento por la oficina hasta pararse cerca de su escritorio, Gian hizo lo mismo
hasta posarse frente a ella, la altura y contextura física entre ellos era notable, él era
alto y fornido, ella era pequeña y delgada.Ambos suspiraron hondo. Había mucho más
que tensión entre ellos, era notorio.
Giancarlo observó su perfecto rostro, su piel de porcelana y sus ojos color cielo en un
día radiante.
—¿Por qué quieres trabajar en mi empresa? Preguntó serio de pronto, ella parpadeo
varias veces, sorprendida por la pregunta.

—Necesito el trabajo señor, tengo cuestiones económicas que cubrir. Confesó segura.
Fijando sus ojos en él.
Giancarlo quería morder sus labios y arrancarle un gemido.
—Todos tenemos, se lo aseguro. Contesto Giancarlo. Cloe levantó una ceja, ¿que
sabría el de necesidades?

—Bien… contesto alejándose de Cloe para caminar hasta su escritorio y tomar asiento
sin dejar de mirarla ni por un segundo, eso hacia que los nervios de Cloe aumentara, su
jefe parecía un loco feroz.

Pero Giancarlo tenía ideado un plan y si todo salía como el imaginaba la tendría hoy
mismo desnuda en su cama.
Sería el peor hijo de puta del mundo pero cuando quería algo lo conseguía a cualquier
precio y esta vez la quería a ella.
—¿Qué está dispuesta a hacer señorita Adams para seguir en su puesto? Inquirió de
pronto.

—¿A que se refiere? Contesto Cloe, poniéndose a la defensiva. Giancarlo sonrío


malvado, sin descaro y sin ninguna buenas intenciones.

Capítulo 4. Despedida.

Cloe no podía creer lo que estaba escuchando ¿Acaso su jefe le estaba jugando una
broma?
¿Qué estoy dispuesta a hacer?
—Pues demostrar mi buen desempeño señor. Contestó Cloe siendo muy profesional.
Giancarlo volvió a ponerse de pie sin borrar esa sonrisa descarada de sus labios.

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—No me estás entendiendo. Replicó parándose frente a ella, anclando esos ojos azules
como el mar o el cielo de igual manera eran tan azules que Cloe quedaba fascinada con
él.
—Pongámoslo así, aquí el jefe soy yo y… hizo una mueca con sus labios… se hace lo
que yo digo. Cloe tragó grueso, no era tonta, la vida le había enseñado lo dura que era
y lo miserable que podían llegar a ser algunas personas abusando de otros a través de
su poder.
—¿Qué es lo que quiere señor D Luca? Indagó Cloe ya angustiada dándose cuenta que
ya no era meramente profesional esto que estaba pasando.
—¿Quieres seguir trabajando aquí? Pregunto De Luca ella asintió.
—¿Necesitas el trabajo? Volvió a asentir.
—Mucho señor, lo hago. Giancarlo extendió su brazo y con sus nudillos comenzó a
acariciar el brazo de Cloe subiendo lentamente hacia su hombro siguiendo el recorrido
con su vista.
Cloe tembló y no en el buen sentido, era atractivo sí, pero al juzgar por sus actos ya
sabía hacia donde iba sus intenciones y ella no estaba dispuesta a ser la puta de nadie.
Cloe dio un paso hacia atrás alejándose del toque de su jefe. El arrugó el ceño… —
¿Qué quieres a cambio? Volvió a preguntar pero esta vez ya no tenía ninguna sonrisa
en sus labios.
Algo dentro de Cloe estalló, su rostro denotaba rabia, dolor, coraje, jamás imaginó que
podría llegar a pasar esto, no después de lo bien que le estaba yendo en estos días,
estaba feliz en su nuevo trabajo, sus compañeros la adoraban, Rodrigo la apreciaba y
ahora el dueño de D Luca Company quería follarla.
—No quiero nada señor, solo quiero seguir trabajando como lo he estado haciendo
estos días.
—Eso depende de mí, todo en este maldito lugar depende de mí hermosa Cloe. Hablo
De Luca extendiendo sus brazos para señalar a lo largo y ancho del lugar.
Cloe parpadeo evitando que las lágrimas salieran, un nudo se le formó en la garganta.
—¿Qué es lo que quiere señor D Luca? Se atrevió a preguntar Cloe, ya no quería seguir
con esto, este jueguito estúpido.
El volvió a acercarse Cloe intento huir pero el la sujeto del brazo rápidamente, Giancarlo
inclinó su rostro para mirarla directo a los ojos.
—Te quiero a ti, aquí, en mi cama o donde sea pero te quiero una noche, nada más.
Exigió Giancarlo, una lágrima rodó por el rostro de Cloe quien bruscamente se sacudió
del agarre de su jefe.
—Esta usted completamente demente. Escupió Cloe con rabia, no era virgen, pero
tampoco una cualquiera que le abriría las piernas a todo el mundo por dinero, ella los
conseguía por su esfuerzo y trabajo y esta vez no sería la excepción.
D Luca cambio su rostro completamente a uno serio y oscuro, era la primera vez que
una mujer le hablaba de esa manera, generalmente todas caían ante él o eran ellas las
que se le ofrecían sin ningún pudor.
—Recuerde con quién está hablando. Escupió sin más.
—Eso debió haber pensado antes de hacerme una propuesta tan asquerosa como esa.
—¿Por qué te haces la difícil? Se que quieres, lo veo en tus ojos, eres igual a todas, un
coño más, o ¿acaso lo que tienes entre tus piernas es de oro?
Cloe jadeo indignada, este hombre era un perro de mierda.
—Pues déjeme decirle señor que así es, es de oro, ¿Sabe por que? Porque mi dignidad
vale mucho más que cualquier dinero en el mundo y lamento mucho decepcionarlo pero
no soy igual a todo el mundo, soy solo yo, una simple chica que quiere trabajar y que
no es una cualquiera.
Giancarlo sacaba humo por los ojos, nariz y boca, estaba sorprendido por la respuesta
de esa niña que parecía indefensa que al final no lo era, sabía sacar las garras.

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—Entonces si tanto quiere trabajar vaya a pedir trabajo otro lado porque está despedida,
pase a recursos humanos inmediatamente.
El corazón de Cloe latió desenfrenado, ¿Despedida? Estaba escuchando bien?
—¿Me despide porque no quise acostarme con usted?
Giancarlo le dio la espalda, no le contestó, no habló, solo se limitó a mirar por la ventana,
estaba furioso porque le había rechazado. Cloe solo agachó la cabeza y negó sonriendo
irónica.
—Es usted un maldito imbécil y puede meterse su maldita empresa en lo más profundo
de su ser, por mi vayace a la mierda. Es todo lo que Cloe dijo y salió de ahí dando un
portazo que retumbó en todo el edificio.
Capítulo 5. De mal en peor.
Cloe salió deshecha de la oficina, pasó de largo de la secretaria de Giancarlo quien la
miraba sorprendida ya que iba llorando y se preguntó que había pasado.
Cloe bajó hasta su departamento, se topó con la secretaria de Rodrigo que era bastante
desagradable.
Sin embargo no estaba de ánimos para saludar y recibir su cara de odio así que solo
paso también de largo de ella para dirigirse al baño.
Al entrar lo primero que hizo fue apoyar ambas manos en el lavatorio para intentar
calmarse, en su mente solo venía su madre y comenzó a llorar de nuevo.
De nuevo sin trabajo, si nada, este trabajo era bueno, se repetía una y otra vez en la
mente, jamás imaginó que habría personas que llegarán hasta ese punto abusando de
la necesidad de otras personas.
Es lo que la gente con dinero y poder hacen, gruño enojada con la vida, por ser tan
injusta con ella, se secó de mala gana sus lágrimas con un pedazo de papel, arregló su
cabello y se miró al espejo para ver sus ojos totalmente rojos de tanto llorar, su pequeña
nariz y sus labios estaban igual.
Decidió salir así y caminar hasta la oficina donde encontraría a sus compañeros, debía
buscar sus cosas para poder marcharse. ¿Que les diría a sus compañeros? ¿Qué le
diría a Rodrigo? Se sentía mal, pues no quería dejar el trabajo, se sentía a gusto con
ellos.
Entró y tres pares de ojos se posaron en ella ya que Darius el compañero que estaba
de vacaciones había vuelto a reincorporarse en el trabajo.
—¿Qué sucedió? Adara fue la primera quien preguntó y dejó lo que estaba haciendo
para acercarse a Cloe y ver que sucedía.
Cloe negó y de nuevo no aguanto las lágrimas.
—¡Nena! Exclamó. Tanto Eric cómo Darius la rodearon para descubrir lo que estaba
sucediendo con la bella Cloe.
—Me voy. Exclamó sin más.
—¿Qué? Gritaron los tres sorprendidos. —¿Por qué que sucedió Cloe? ¿Qué te
hicieron?
Ella sollozaba sin parar, no le salían las palabras.
—Me despidieron. Contesto apenas entre sollozos.
—¿Qué? Como que te despidieron Cloe, quien lo hizo, Rodrigo? Adara preguntaba
alarmada y anonadada, los tres estaban en shock, ella negó.
—Fue el dueño.
—¿D Luca? Era Darius quien indignado preguntó.
Cloe asintió…—¿Pero que fue lo que pasó? ¿Cómo se atrevió? Era Erick quien ahora
cuestionaba el accionar de su jefe.
—Solo no pase la prueba, eso es todo lo que me dijo. Cloe mintió al respecto. No quería
problema, no quería profundizar el tema, solo quería huir de ahí, su estómago se
revolvía, su pecho apretaba, estaba desecha.

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—No puedes irte, espera a que venga Rodrigo, tiene que haber una explicación, eres
excelente Cloe. Afirmo Adara también indignada.
—Nadie puede hacer nada Adara, ya él lo decidió, no creo que Rodrigo puede hacer
nada.
—¡Joder! Bramó Darius pasándose la mano por el pelo y lanzando lo primero que
encontró sobre su escritorio, desde que vio a Cloe el primer día que volvió de sus
vacaciones se enamoró perdidamente de ella, le traía regalos todos los días, desde un
chocolate hasta una flor robada del jardín de su madre.
—No puedes irte, hablaré con él. Exclamó rabioso.
—No, no lo hagas, de hecho nadie lo hará, nadie perderá su trabajo por mi culpa, les
agradezco mucho a todos, por su aprecio y su ayuda estas dos semanas que estuve
aquí con ustedes aprendí mucho.
—¡Cloe! Adara la abrazó y ella siguió derramando lágrimas.
—Esto es una mierda, una estupidez. Grito Darius al igual que Eric.
—Eres importante para el departamento, eres un buen elemento. Agregó Eric, todos
asintieron porque era cierto, Cloe era excelente en lo que hacía, era todo un cerebrito.
—Debo irme. Contesto alejándose de ellos y caminando hacia su escritorio para tomar
sus cosas. Los tres solo la observaban indignados.
—No se quedará así Cloe apenas llegue Rodrigo, esta mierda se va a solucionar. Bramó
Darius, no quería que se marchara, quería seguir viéndola todos los días, adorar su
sonrisa, observarla cuando trabajaba concentrada en el ordenador, parpadeando y
mordiendo el lápiz.
Era su mejor vista, se convirtió en su motivo más fuerte de trabajar todos los días en
DLuca Company.
Cloe se despidió de cada uno de ellos con una abrazo, nadie podría hacer nada, solo
tal vez Rodrigo interceder por ella, quien aún no había llegado pues debía atender
algunos asuntos personales antes de llegar a D Luca Company.
Cloe subió a Recursos humanos, un piso antes de llegar a presidencia.
—Buenos días, necesito retirar mi liquidación por favor. Hablo Cloe a la secretaria de
Arón.
Ella la observó cálida…—Un momento por favor.
Cloe esperó…—¿Tú nombre señorita por favor y tu número de documento? Solicito la
secretaria.
Cloe se lo dio y ella tecleo en el computador. —Deberá pasar con la auxiliar y luego con
el jefe para que le firme su liquidación.
—Bien, muchas gracias. Cloe así lo hizo primero fue con la auxiliar quien le preparo sus
papeles y luego paso junto a Arón quien la miro sorprendido cuando ingreso en la
oficina, parpadeo una y otra vez. Esto debía ser una jodida broma.
—¿Qué carajos? Exclamó casi en voz alta.
—¿Quién te despidió? Es lo primero que preguntó, ni siquiera saludó.
Cloe tragó grueso.—El señor D Luca. Contesto seria.
Arón negó, no podía creer conocía a Giancarlo y sabía que fue un hijo de puta con ella,
sabía que Cloe era un As en informática, era imposible que la despidieran por no rendir,
según Rodrigo le había comentado incluso se podría decir que era mejor que Eric, eso
era mucho peso, entonces solo había una explicación Giancarlo era un patán.
Arón suspiró y la invitó a tomar asiento, cuando D Luca ordenaba nadie pasaba sobre
su autoridad aún estando en desacuerdo con las decisiones que tomaba.
—Lo lamento mucho señorita. Es todo lo que dijo al firmar el papel de la liquidación de
Cloe, y también su cheque.
Le hizo entrega de ambos y Cloe quedó sorprendida por la cantidad que le estaban
pagando, era mucho para dos semanas de trabajo.

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—Muchas gracias por la oportunidad. Es todo lo que dijo tomando sus cosas y saliendo
de la oficina. Arón quedó sorprendido, apoyo ambas manos sobre su cabeza y exhaló
fuerte recostándose en su silla.
Tomó el teléfono sabía a quien debía llamar.
—¡Arón!
—Se que no puedo pasar sobre tu autoridad, sé que tú eres el jefe y puedes hacer lo
que se te dé la regalada gana Giancarlo como mi jefe respeto eso, pero como amigo te
digo que eres un grandísimo hijo de puta. Escupió Arón sin ninguna burla en sus
palabras. Giancarlo quien no estaba de buen humor gruño al otro lado del teléfono.
—Exacto, como jefe respetarás mi decisión y como amigo, no te metas en mis asuntos,
no eres el más indicado para hablarme de moral siendo que le eres infiel a Tamara, su
esposa.
—¿Te dijo que no? ¿Es eso, cierto?
—Aquí se hace lo que yo digo y ella no será la excepción, no quiere pues no trabajara
aquí.
—Necesita el trabajo… contesto Arón.
—Pues yo necesitaba que me haga una buena mamada y no quiso… Arón suspiró y
negó.
—Además desde cuando eres defensor de los empleados, ¿O caso a ti también te
gustó? Las palabras de Gian eran amargas, su voz denotaba molestia, y no era solo el
hecho de que Cloe se había negado, si no que todos quedaron prendidos por ella, era
lo que más le jodía, pero si no era de él tampoco sería de nadie.
—Ya, no es para tanto conseguirá trabajo en otro lado, me da exactamente igual, no es
para que me estés crucificando por una estupidez. Contesto Gian la verdad era otra,
una verdad que ni él conocía, seguía enojado con ella, era la primera vez que una mujer
le decía que era un imbécil, la primera vez que le decía que no, ¿Quién se creía ella?
¿Su dignidad? Por favor, con cuántos habrá follado y ¿Por qué con él no?
¿Acaso no le parecía atractivo? Tenia que olvidar a esa mujer y lo haría, lo dejo caliente,
necesitado.

—Deja de molestar Arón mejor trabaja que tengo que hacer una llamada. Arón suspiró
y solo contestó un adiós para luego colgar el teléfono.
Giancarlo marco el número de Natasha una de sus amantes.
—¡Natasha! Exclamó cuando contesto el teléfono en el primer repique, como si hubiera
estado pendiente de esa llamada.
—Hola Giancarlo. Contesto coqueta y seductora.
—Te necesito, quiero que vengas a mi oficina en treinta minutos.
—¡Oh! Claro que si tú solo pide y yo estaré, ¿Algo en especial?
—Si, ven vestida con una blusa blanca y una falda tubo en color negro. Pidió
exactamente como Cloe estaba vestida el día de hoy… con el pelo atado en una cola
alta.
¡Joder! Gruño, cuando se dio cuenta que estaba delirando, era exactamente como Cloe
estaba vestida, estaba alucinado por esa mujer, tanto era su deseo que por lo menos
quería imaginar a otra mujer siendo ella, y magrear su culo por bocona y contestona y
follarla sin piedad imaginando que era Cloe para castigarla.
—Si señor. Contesto Natacha al otro lado, colgando Gian el teléfono. Frotó su rostro y
apoyo sus codos en su escritorio cubriendo su rostro con ambas manos, estaba
frustrado, así se sentía.
Después de treinta minutos Natasha llegó y rápidamente ingreso a la oficina de
Giancarlo, estaba vestida justo como él lo solicitó.
—Hola Gian… saludo sensual pasando sus dedos por la piel desnuda que sobresalía
de su blusa, Giancarlo la observo desde su posición y su miembro salto.

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La llamo con el dedo índice empujando su silla y palmeando su pierna para que se
sentará sobre ella. Era una mujer bella pero ninguna comparación con Cloe que era una
muñeca, Giancarlo la sujeto de la nuca para devorar su boca, cerró los ojos para
imaginar a esa pequeña castañita, pero su aroma no era igual, no era adictivo, no era
embriagador.
Gian quería volver a oler ese aroma, quería volver a ver esos ojos azules, brillantes
como dos diamantes, quería besar esos labios suaves y apetecibles, gruño rabioso por
no dejar de pensar en ella.
Rápidamente desprendió su camisa para hundir su rostro entre sus pechos
mordisqueando sobre la tela de su sujetador.
Su miembro palpitaba, no sabía si era por la mujer que tenía en sus piernas o por la
mujer que había echado peor que un perro de la oficina hace unas horas.
De pronto un furioso Rodrigo ingreso sin siquiera tocar la puerta…
—¿Qué mierda te sucede, cual es tu maldito problema? Bramo rabioso, al entrar, no le
importó que Giancarlo estaba apunto de follar, ignoró a la mujer totalmente.
D Luca arrugó el ceño molesto por la interrupción de Rodrigo, sabía porque estaba así
de molesto.
—Deberias tocar antes de entrar así a mi oficina. Bramó Gian.
—Me importa una mierda. ¿Por qué despediste a Cloe?
—No me gustó. Contesto descarado. Rodrigo sonrío irónico levantando los brazos
hastiado.
—Era buena Giancarlo, muy buena en lo que hacía.
—Y te gustaba. Contesto D Luca, y no sabía que era lo que más le molestaba si la
defendiera o que carajos.
—Eso es aparte yo no mesclo lo profesional con lo personal, independientemente de
que me gustase o no, era buena.
—Volvera. Aseguró Rodrigo.
Giancarlo molesto por su actitud y por atreverse a pasar sobre su autoridad levanto a
Natasha de sus piernas y se dirigió hacia Rodrigo, se posó frente a él Giancarlo lo
sobrepasaba en altura unos diez centímetros.
—Una cosa es que seas mi amigo, otra cosa es que quieras restarme autoridad, aquí
el dueño de toda esta maldita empresa soy yo, se hace lo que yo digo, si quiero despedir
a quien se me de la puta gana lo haré sin dar explicaciones a nadie, y tú no eres nadie
para traer nuevamente a alguien quién yo mismo despedí, así que si te gusta bien y si
no me interesa muy poco.
¡Hasta! Grito Rodrigo enojado, furioso, con cólera.
—¿Por qué Giancarlo, porqué? Sabía que esto pasaría, sabía que la querrías en tu
cama lo sabía.
—Tu no sabes nada y ahora retírate tengo asunto que atender. Rodrigo posó su vista
detrás de Gian para observar a la mujer que se encontraba ahí y negó rodando los ojos.
—Te odio Giancarlo. Espetó antes de salir de la oficina de su jefe.
Giancarlo se mantuvo parado por unos segundos mirando por donde salió su amigo. Al
parecer solo se dejó llevar por su rabia y despidió a Cloe sin motivo, tal vez solo tenía
que persuadirla más y así caería, pero lo hecho hecho está y no hay marcha atrás.
Sintió unas manos acariciar su espalda, sonrío de lado y volteo para encontrarse con
esa sensual mujer, esta vez puso seguro a la puerta para continuar lo que empezó y ya
nadie más podría molestarlo.
*
Cloe llegó llorando en la casa, no podía contenerse estaba muy afectada, la voz de
Giancarlo seguía retumbando en su cabeza.
María salió de la cocina al escucharla llegar.
—¿Qué sucedió mi niña? Que fue lo que te pasó, porque llegas así!

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—Me despidieron María, de nuevo estoy sin trabajo. Sollozo y María la estrecho en sus
brazos.
—Mi niña, pero como… ella negó abrazada a María.
—¿Y mi mamá cómo está?
—Sigue acostada, no amaneció muy bien el día de hoy Cloe.
Cloe se sentó en el sofá de la pequeña sala cubriendo su rostro entre sus manos.
—¿Qué voy a hacer María? ¿Donde conseguiré trabajo?
—Lo harás cariño, tu eres capaz…¿Pero que fue lo que sucedió en la otra empresa
donde trabajabas? Si hace días me dijiste que estabas muy feliz.
Cloe negó sin mirar a María…—El jefe es un patán. Es todo lo que contestó, le daba
vergüenza hablar sobre lo que sucedió. Su teléfono comenzó a vibrar una y otra vez.
Lo saco de su bolso y vio que era su ex jefe Rodrigo, no le quedó de otra más que
contestar, no podía ser descortés con el después de todo lo gentil que ha sido con ella.
—¡Adams! Exclamó al otro lado y ella solo quería volver a llorar, creo que la única vez
que lloro tanto fue cuando su madre sufrió ella ACV.
—Señor… contesto ella en un hilo de voz.
—¿Qué fue lo que ocurrió? ¿Por qué no me esperaste? Acabo de llegar y me acabo de
enterar, por Dios no puedes irte.
—Lo siento señor pero no puedo hacer nada, cuando el mismo dueño de la empresa
me despidió.
—¿Qué sucedió Cloe dime por favor?
—Ya no tiene caso señor, solo resta agradecerle por todo este tiempo, fue muy amable
conmigo.
El suspiro al otro lado, se sentía fatal, quería que Cloe volviera. No sólo por que era
buena en su trabajo, si no porque al igual que Darius, ella era su motivo para ir todos
los días a la empresa, ella era vida, ella era luz, alegría, belleza en su máxima
expresión.
—¡Te necesito! Exclamó sin querer Rodrigo. Cloe parpadeo sorprendida, ¿Escucho
bien? ¿La necesitaba?
—Es decir todos tus compañeros te necesitan, eras buen apoyo Cloe.
—Lo siento señor. De nuevo gracias, debo colgar. El suspiró hondo.
—Gracias a ti por todo y si un día necesitas algo no dudes en llamarme Cloe por favor.
Hablo amable y dulce.
—Gracias señor Miller.
Cortó la llamada con el corazón en la mano, ¿Por qué no era Rodrigo el dueño?
Pensaba, ambos son tan distintos.
¡Te odio Giancarlo de Luca! Bramó Cloe. De pronto escucho el timbre sonar.
—Voy yo María, gritó.
—¿La señora Sara Adams? Pregunto un señor muy bien vestido.
—Es… es mi madre ¿Quién es usted?
—Necesito hablar con su madre. Pidió en extraño.
—Lo siento, mi madre no está en condiciones de recibir a nadie pero dígamelo a mi, soy
su hija.
El hombre la miro fijamente para luego asentir entregándole un sobre. Cloe arrugó el
ceño y tomó el sobre dudosa, lo abrió y al leer las primeras líneas palideció.
—¿24 horas? Exclamó espantada.
—¿Pe… pero de dónde sacaré tanto dinero para cubrir la hipoteca? Exclamó con el
corazón en la mano.
—Lo siento señorita, ya el banco no puede retrasar más, si para mañana no abona la
totalidad de la deuda deberá desalojar la casa, debe más de 5 meses de la hipoteca.
—No por favor, debe haber algo que pueda hacer, se lo suplico no puede dejarnos en
la calla, mi madre está enferma, yo estoy sin trabajo.

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—Lo siento señorita, yo no puedo hacer nada, deberá acercarse el banco y pedir alguna
prórroga o algo.
—Es todo muchas gracias, exclamó el hombre volteando para caminar hacia su auto,
Cloe se quedó mirando en un punto fijo con el papel en su mano temblando, su corazón
probablemente ya no latía…¿Qué haría ahora, de donde sacaría tanto dinero? Su
madre no puede quedarse en la calle, ella está enferma.
Capítulo 6. Destino Caprichoso.
Cloe no podía creer lo que estaba escuchando en verdad se quedaría en la calle,
¿Cómo pagaría cinco meses de atraso? es mucho dinero.
Quedó mirando en un punto fijo…—¿Qué sucedió mi niña? Preguntó María al ver que
seguía parada en la puerta sin mover un dedo, Cloe volteo a mirar a María con los ojos
llenos de lágrimas, con las manos temblando, dejando caer el papel donde constaba la
notificación de desalojo.
María la levantó del suelo y comenzó a leerla abriendo muy grandes los ojos.
—¡Oh por Dios! Cloe esto es mucho dinero, ¿Qué vas a hacer?
—No lo sé María, no lo sé. Negó moviendo la cabeza desesperada.
—Ve a hablar en el banco Cloe pídele una prórroga.
—¿Y de dónde sacaré el dinero María si ahora no tengo trabajo?—Tienes que hacer
algo Cloe tu madre te necesita. Cloe rompió más en llanto era lo único que le
preocupaba, su madre.
—Iré al banco María ahora mismo a ver si me dan una solución.
—Ve por favor, todavía tienes tiempo. Cloe se limpió sus lágrimas, cogió su bolso y salió
corriendo de la casa para llegar hasta el banco, aprovecharía para cobrar su cheque de
liquidación, pensó.
Llegó lo más rápido que pudo, no supo ni como llegó lo hizo, esperó y esperó hasta que
por fin el oficial de cuenta que llevaba la hipoteca de la casa de su madre la recibió.
—Tome asiento señorita Adams. Ella lo hizo con el corazón en la mano.
—Me llegó una notificación de desalojo si no pagaba en 24 horas la hipoteca de la casa
por los cinco meses de atraso.
El agente la miraba fijamente…—Pero es que yo no tengo cómo pagar, mi madre había
hipotecado la casa pero ella cayó enferma y yo estoy a cargo, pido un mes más de
prórroga por favor para poder pagar, se lo suplico.
—Lo siento señorita Adams pero la verdad es que el banco ya no puede esperar más,
de hecho que nuestra política solo espera tres meses y a ustedes ya les dimos dos
meses más y aún así no han cumplido.—Se lo suplico señor mi madre está muy enferma
no tengo donde llevarla y no tengo el dinero para pagar la hipoteca.
—Lamento mucho señorita, no puedo hacer nada por usted, si en 24 horas no paga la
deuda de atraso lastimosamente tendrás que desalojar la casa.
—¿Podría pagar unos meses y el otro mes pago los otros restantes? Pregunto
presurosa y ansiosa de que dijera que si.
—Lo siento mucho las políticas son claras, su madre firmó cláusulas que debía cumplir,
tres meses de atraso y ya se embargaba la casa, a usted se le dio un plazo de cinco
meses, si no cancela los cinco meses de atraso, el banco ya no la podrá esperar,
créeme que lamento mucho su situación pero yo solo soy un empleado más.
Cloe sujetó su cabeza con ambas manos, sintió desfallecer, su pecho apretaba, le dolía
el alma. ¿Cuál era su castigo? ¿Por qué todo esto le estaba sucediendo?
Cloe se levantó con las piernas temblando sujetando muy fuerte su bolso, se dirigió
luego a la caja para desembolsar su cheque, que era buen dinero pero no lo suficiente
para pagar cinco meses de hipoteca.Salió del banco y miró al cielo, una lágrima rodó
por su rostro cayendo hasta el suelo, maldijo una y otra vez al presidente de D Luca
Company y a su padre que la abandonó a su suerte con su madre y ahora se sentía tan

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sola ya que no tuvo la dicha de tener un hermano en quien apoyarse, se sentía tan sola
en este mundo.
Decidió no ir a la casa no quería que su madre la viera de esa manera, por el contrario
caminó y caminó buscando un bendito trabajo, ya no le importaba emplearse en
cualquier cosa, trabajo era trabajo y ella no estaba en condiciones de elegir.
Recorrió kilómetros buscando en cada tienda, supermercado, y nada, nadie tenía nada
para ella, como si el mundo había conspirado contra ella, como si Dios se hubiera
olvidado que ella existía. Cuando y para su mayor desgracia un asaltante le arrebató su
bolso, forcejeó con él pero fue inútil ya el hombre había corrido con su bolso llevándose
todas sus pertenencias incluyendo el dinero que había cobrado de su liquidación.
—¡Ayuda! Gritó, ese hombre se llevó mi bolso, ayuda por favor, pidió pero nadie la tomó
en cuenta.—¿Por qué me haces esto? Es lo único que grito mirando al cielo
recostándose en la pared de un local comercial, llorando desconsoladamente, las
personas que pasaban la observaban, se sentía la persona más miserable de su vida,
que haría sin dinero, sin documentos, sin nada, ahora sí estaba perdida, sollozó por
unos largos minutos en ese mismo lugar, se lamentaba con la crueldad de las personas,
sentía morir un poco más cada día, de pronto fijó su vista en un cartel que decía busco
mesera.
Se acercó y tomó el papel en su mano, se secó las lágrimas y sin perder tiempo siguió
la dirección indicada hasta llegar a un local que parecía un bar.
Ingresó y definitivamente era un bar o un club, Cloe no diferenciaba entre uno o el otro
le daba igual al final de cuentas.
—Bue buenas tardes, vine por el empleo de mesera. Le habló a una mujer que la
observó de pies a cabeza sacándose las gafas, tendría unos cuarenta años
aproximadamente.
—¿Tienes alguna experiencia?
Asintió segura…—Trabaje de mesera en un restaurante por dos años. Afirmó, la mujer
movió su cabeza un poco convencida.—Creo que eres perfecta para el puesto. Aseguró
mientras que un apuesto hombre limpiaba los vasos detrás de la barra observándola
interesado.
—¿Pe… pero de qué se trata exactamente el trabajo? Pregunto dudosa y temerosa…
—Solo de mesera cariño, servir tragos, atender a personas nada más, este es solo un
club de baile. Cloe tragó grueso entendió a que se refería.
—¿Entonces cree que pueda darme el trabajo?
—Si no tienes problema cariño, aquí estamos necesitando meseras, el turno sería por
la noche.
—Si lo sé, entonces pues si acepto, necesito el trabajo.
—Perfecto cariño, ¿podrías empezar hoy mismo? Me urge personal. Aseguró la mujer.
Cloe asintió rápidamente.

—Bueno la paga no es demasiado, pasemos a mi oficina, y te explico todo. Cloe suspiró


con un deje de esperanza y siguió a la mujer hasta su oficina.
Después de que la mujer le explicará todo acerca del club y mostrará el establecimiento,
el manejo y algún que otro personal porque de verdad eran pocos Cloe fue a su casa a
cambiarse y hablar con María sobre su nuevo trabajo y de lo sucedido el día de hoy,
que estaba quebrada y esperaba que María no la dejara sola con su madre, buscaría la
forma de pagarle.
Al llegar la hora fue al club para comenzar su nuevo trabajo, nerviosa pero no era nada
nuevo para ella, trabajó de mesera dos años, bueno en un restaurante pero trabajo es
trabajo y ahora mismo nada importaba.
Trabajo durante toda la noche desde las 6 de la tarde hasta las 2 de la mañana, el
problema era como regresaría a su casa, no había autobús y tampoco tenía dinero para

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un taxi, no le quedó de otra más que caminar y caminar orando en el camino para que
nada le sucediera, hasta por fin llegar a su casa.Al llegar a casa durmió poco o nada ya
que no podía conciliar el sueño pensando en como haría con su madre.
Hasta que su peor pesadilla iba a comenzar, llegaron los del banco exactamente 24
horas después, pidiendo el desalojo de la casa, ella lloró y suplicó pero ya no había
solución.
—¿Qué haré María? no tengo dinero para llevar a otro lado a mí madre ahora mismo,
no tengo donde ir.
Maria la miró apenada, observó a su madre quien derramaba una lágrima, sabía que
podía sentir todo lo que estaba sucediendo.
—Cloe hagamos algo, yo puedo llevar a tu madre conmigo en mi casa, pero tú sabes
que no puedo dar alojó a ambas, mi casa es demasiado pequeña y con mi esposo y mis
hijos no puedo.
—¿En verdad harías eso por mi María? ¿Podrías llevar a mi madre contigo hasta que
consiga cómo pagar un cuarto?
—Claro que si Cloe, discúlpame que no pueda hacer más por ti… Cloe niega sujetando
la mano de María.
—Esto que harás María es suficiente para mí, no te preocupes por mi yo veré qué hago
¿bien?—Entonces juntemos nuestras cosas creo que es hora de irnos de aquí…Cloe
suspiró mirando la casa, observó a su madre y comenzó a llorar. Se acercó a ella
hincándose hasta su altura.
—Perdóname mamá te falle como hija, besó sus manos repetidas veces y luego se
dispuso a juntar sus pertenencias para ir hasta la casa de María quien amablemente le
ofreció alojo a su madre, era lo único que a ella le importaba.
Al caer ya la tarde Cloe pudo bañarse y cambiarse de ropa en la pequeña y modesta
casa de María para poder ir a trabajar al club.
Debía nuevamente caminar unos cuantos kilómetros para llegar a su destino, se sentía
tremendamente sola ni siquiera tenía manera de llamar a sus dos amigos ya que había
quedado sin teléfono, sus contactos los había perdido completamente.
Esa noche estaba tremendamente angustiada por todo, servía las mesas pero ella
permanecía en otra dimensión, necesitaba dinero, necesitaba un lugar donde quedarse
pero no tenía a quien pedir ayuda.
Las miradas de varios hombres sobre ella la incomodaba pero ¿Qué esperaba? Si era
un club, pero si alguno de ellos intentaba sobrepasarse los guardias que eran peor que
gorilas los echaban de ahí, eso era lo bueno.—Hermosa, mesa 2 vip contesto el bar
tender. Ella asintió y tomó la botella de whisky y se dirigió escalera arriba, esta noche
vestían un sencillo vestido en color verde musgo ajustado al cuerpo, con una coleta alta
ya que tenía el pelo hasta la cintura, sus perfectas curvas enmarcaban ese delicado y
perfecto vestido, sus hermosas y torneadas piernas lucían perfectas.
Parecía una ninfa, sin que se diera cuenta sacaba suspiros por donde pasaba con su
aroma tan delicado y suave.
—Buenas noches, con permiso les traigo sus bebida. Habló bajando la botella de whisky
en la mesa.
Cuando unos pares de ojos se posaron en ella, uno de ellos era Arón el jefe de recursos
humanos de D Luca Company y el otro era nada más y nada menos que el mismísimo
presidente de esa empresa, Giancarlo D Luca.
Cloe al sentir una mirada pesada sobre ella y antes de marcharse del ahí, levantó la
vista y sus ojos conectaron con los de él. Parpadeó y parpadeó, tragó grueso, sintió sus
piernas temblar, su corazón martillar.
¿Justo tuvo que aparecer en ese lugar? Preguntó Cloe para sus adentros, pensando
que nunca más lo volvería a encontrar. Pero el destino es caprichoso.—Con permiso
exclamó huyendo rápidamente de ahí, bajando las escaleras en un dos por tres, le

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faltaba el aire solo quería salir del club, quería desaparecer de su vista, oh por Dios,
ahora sabía dónde trabajaba, Cloe bajó su bandeja en la barra y se llevó las manos a
su cabeza temblando.
—¿Estás bien preciosa? Pregunto Renato, el bar tender.
—Uhum es todo lo que dijo sin voltear a mirarlo.
—¿Segura? Inquirió nuevamente.
—Si Renato estoy bien, solo creo que me bajo la presión. Mintió.
—Bien hermosa pero tienes pedido, mesa 8. Ella respiró una y otra vez tratando de
tranquilizarse y agarró las copas de champagne y los llevó a la mesa indicada.
Giancarlo por otra parte quedó desconcertado, no habló, no sabía que decir al verla ahí
trabajando en ese club ¿De mesera?
Pero ¡Joder! Que le lleve la mierda si no era la mujer más hermosa y sensual que vio
en su vida.
—¿No es la misma que despediste? Arón preguntó sirviéndose un vaso de whisky.—
Si, es todo lo que contesto mirando a un punto fijo.
—Pues mira que chico es el mundo, donde la viniste a encontrar hermano… —No me
digas. Contesto irónico.
—Pero que deliciosa por Dios. Contesto Arón cuando Gian lo fulminó con la mirada
molesto por hablar de ella así, nadie podía decir que estaba hermosa y mucho menos
deliciosa, algo sintió apretar por dentro.
Bebió un vaso de whisky de golpe y se levantó para buscarla, ¿que es lo que quería de
ella? No tenía la puta idea pero quería verla, quería escuchar nuevamente su voz, oler
su aroma.

La buscó entre la multitud pero no la encontró, la siguió buscando hasta que por fin la
vió de espalda, era imposible no reconocerla, era la mujer más hermosa de la noche.
Caminó hasta ella y se posicionó justo detrás, cuando Cloe giró se topó frente a frente
con él.
Sintió desfallecer aún más, sus piernas ya no respondían, estaba apunto de caer al
suelo.
—Permiso. Bramó rabiosa e intento pasar de él.
—No es lugar para que una mujer como tú este aquí.
—Eso a usted no le incumbe y le recuerdo que usted me orillo a esto, así que mejor
déjeme trabajar en paz y siga disfrutando de su noche. “Idiota” escupió Cloe con la
lengua envenenada.
Giancarlo sintió la ira apoderarse de él, pero era cierto, él la había orillado a trabajar
aquí, ¿Pero que era lo que realmente le molestaba? Se pasó la mano por el pelo furioso
ahora ya no podía hacer nada, ella ya no trabajaba para él.
Volvió a seguirla…—¿Podemos hablar? Pidió el sin saber exactamente que le diría,
¿De que hablarían?—Señor déjeme en paz o pediré a seguridad que lo saque de aquí.
Giancarlo se enfadó más. ¿Pero que esperaba? La corrió como perro después de que
fue el peor hijo de puta con ella, era lo menos que se merecía.
Giró y la dejo ahí envío un texto a su amigo diciendo que ya se iba, no quería seguir
ahí, no quería seguir viéndola.
Salió del club furioso y caliente, jamás imaginó que la volvería a ver tan pronto, y menos
en un club de esta manera.
¿Acaso el destino se había encaprichado?
Llamó a una de sus amantes, necesitaba descargar tanto su frustración de haberla visto
nuevamente y su deseo por verla así tan hermosa o más aún. Sería la envidia de todos
los hombres si lo vieran caminando a él de la mano de esa hermosa mujer.
Giancarlo sacudió su cabeza, que estupidez estaba pensando.

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Cloe por su parte quedó muy mal, tenia miedo que ahora que sabía dónde trabajaba
hiciera algo para que la despidieran, tenía un gran nudo en la garganta.
Terminó su turno y salió del club después de cerrar la verdad no tenía apuro en salir así
que se quedó hasta que el club cerró, no tenía donde ir, hoy no tenía que caminar tan
lejos pues de todos modos no tenía donde pasar la noche, no tenia dinero, no tenía
nada.Era la primera vez que no dormiría en su cama calentita y protegida, no, esta
noche, el manto del cielo oscuro la cubriría. Caminó buscando un lugar donde
descansar, hasta que halló un banco frente a una pequeña tienda. Fue ahí donde
pasaría la noche, tenía miedo de que algún vagabundo intentará agredirla, sin embargo
el cansancio la venció y cayó rendida en el incómodo y duro banco de madera.
Al día siguiente y con las primeras luces que daban paso a un bonito amanecer Cloe se
levantó adolorida y decidió caminar hasta la casa de María para ver a su madre y
ducharse un poco.
Cloe se dispuso ese día en conseguir otro trabajo por la mañana y la tarde, es decir
tener dos trabajos, pero como los otros días caminó sin hallar nada.
Cabizbaja volvió esa noche al club, con el miedo aún de volver a encontrar a D Luca,
sin embargo eso no ocurrió, el no volvió a aparecer por ahí, agradeció a Dios de que
eso no haya sucedido y trabajo tranquila esa noche.
Pero para su mala suerte y desgracia esa noche había caído una tormenta. ¿Dónde se
refugiaría esta vez de la lluvia?
Terminó su turno, el club cerró y ella esperó y esperó que la tormenta cesara un poco
para buscar un lugar propicio donde dormir.La tormenta jamás calmó no le quedó de
otra que correr y resguardarse como podía del fuerte viento y la inmensa lluvia hasta
que vio un techo en la parada de autobuses con un banco, no era el mejor lugar pero
por lo menos ahí podría resguardarse algo.
Corrió hasta ahí pero ya completamente empapada, temblaba de frío, se acurrucó en el
banco abrazándose a si misma. Y lloró a mares, acompañado de la lluvia, ya no podía
seguir así, debía ver la manera de hablar con alguien y pedirle ayuda. ¿Pero a quien?
Intento conciliar el sueño pero no podía ya que moría de frío completamente mojada, y
con el viento soplando muy fuerte que llegaba a salpicar la lluvia.
Giancarlo por su parte iba en su auto con una hermosa mujer después de haber pasado
la noche con ella en algún hotel, iba acariciando la pierna de su amante, cuando de
pronto paró en el semáforo, moviéndose una y otra vez su limpiaparabrisas ya que la
intensa lluvia no le dejaba ver casi nada, pero si para permitirle ver a una mujer
acurrucada en un banco en la parada de autobuses.
El semáforo dió en verde pero él no se movió algo le llamo la atención de esa mujer y
como si una fuerza mayor le obligará a quedarse.—¿Qué sucede Giancarlo? Inquirió la
mujer a su lado, pero él no hizo caso y se aparcó en la acera para mirar aún mejor y ver
de quién se trataba, ya que la lluvia no le permitía ver con claridad. Su corazón se
paralizó completamente cuando vio de quién se trataba.
Capítulo 7. Enmendar errores ¿Será fácil?

Giancarlo no podía creer ¿Qué hacía ella durmiendo en un banco a esta hora de la
madrugada y con esta tormenta?

—¿Giancarlo que pasa? Volvió a reclamar la mujer que estaba sentada a su lado. La
ignoró nuevamente cuando se desabrochó el cinturón para después de un largo suspiro
bajarse del auto y dar la vuelta corriendo hasta llegar al techito donde yacía Cloe.

Al verla temblando de frío y acurrucada en el banco se le oprimió el alma, siempre ayudó


a las personas de escasos recursos, cuando veía personas en ese estado siempre

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trataba de ayudarlos, pero nunca imaginó que sería Cloe la que estuviera en este estado
y en este lugar.
Se acercó más a ella quitándose el saco para cubrirla cuando Cloe de un salto gritó y
se paró del banco aún somnolienta pero muy asustada pues sintió un toque.
Al ver de quién se trataba pensó que estaba alucinando, respirando agitada se miraron
fijamente, y luego reaccionó y temió aún más.
—Aléjese de mi. Bramó asustada estirando la mano. El viento soplaba más fuerte aún,
la lluvia en lugar de cesar caía con más intensidad.
—¿Qué haces aquí, con este temporal y a esta hora?
—Sube al auto te llevaré a tu casa. Cloe negó y las lágrimas ya de nuevo se apoderaron
de ella.
—¡Por favor! Pidió Gian con la voz tranquila tratando de apaciguarla, él se cubría como
podía del fuerte viento y de la lluvia que salpicaba completamente, ni el techo ya los
resguardaba.
—Por favor. Volvió a decir, acercándose un paso mientras que Cloe retrocedía otro
chocando con el banco. Gian levanto su chaqueta que había caído al suelo cuando Cloe
se levantó presurosa al asustarse de su presencia.

Cloe miró atentamente sus movimientos sin dejar de derramar lágrimas.


—No te haré nada, lo prometo solo quiero ayudarte, resguardarte de este mal clima,
esto empeorará por favor, no seas terca.
Cloe moría de frío, tiritaba hasta la punta de su cabello, no estaba preparada para tal
temporal, es asi que se abrazaba así misma frotando su brazo.
Giancarlo de nuevo intentó acercase esta vez Cloe ya no puedo huir pero de la
desesperación comenzó a golpear a Gian con las manos mientras que él no se defendía,
tal vez se merecía esos golpes y más, pero la desesperación lo embargó cuando Cloe
cayó desvanecida, por el cansancio y el estar sin comer un bocado durante todo el día,
rápidamente D Luca la sostuvo en sus brazos y la levantó para meterla en el asiento
trasero del auto, cubriéndola nuevamente con la chaqueta para luego cerrar la puerta y
rodear su auto para adentrarse en el, completamente empapado.

—¿Quién es ella Giancarlo? ¿Porque la subiste a al auto? Inquirió la molesta mujer que
a Giancarlo comenzaba a molestar su voz chillona y quejona.
—Una amiga. Contesto corto.
—Te llevaré a tu casa. Exclamó serio.
—Pe pero pensé que iríamos a tu casa. Protestó la mujer.
—Yo no llevo a nadie a mi casa Delise lo sabes. Refunfuño la mujer echando chispas
por doquier.
—¿Y donde llevarás a esta indigente? Cuestionó rabiosa.
—En primer lugar no es indigente, en segundo lugar no es de tu incumbencia y en
tercero mejor ya no hables o te bajo aquí mismo en esta tormenta.
La mujer abrió muy grande los ojos, sorprendida de ver ese lado de Giancarlo, ese lado
que él no mostraba con sus amantes, ya que él solo era amable, cariñoso y fogoso con
las mujeres. Excepto con Cloe que era la única que ahora le importaba y no sabía
porque.

Dejó a Delise en su casa y sin darle tiempo a decir nada volvió a poner en marcha el
auto, observó a Cloe aun desmayada en el asiento trasero de su auto, se debatía en
llevarla al hospital o a su casa, porque en verdad no sabía donde vivía.
Cuando ella comenzó a moverse lentamente para luego despertar y gritar como loca.
¡Cálmate! ¡cálmate! Exclamó varias veces Giancarlo.

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—¿Dónde me llevas? Quiero bajarme, quiero bajarme, pidió desesperada Cloe
intentando abrir la puerta, pero le fue imposible ya que Gian puso bloqueo para niños.

—Te llevaré a tu casa, ahora necesito que me digas la dirección por favor. Espetó ya
molesto por su actitud, siendo que él no le haría nada malo.
Cloe agachó la cabeza y se mantuvo en silencio… Giancarlo no supo cómo interpretar.
—Señorita por favor. Volvió a pedir.
—Yo…yo… es todo lo que Cloe podía decir, ¿Qué le diría? ¿Que no tiene a dónde ir?
—¿Qué sucede? Pregunto aparcándose nuevamente en la acera para girar y observarla
bien.
—No tengo donde ir. Hablo bajito, casi en un susurro.
—¿Qué dijiste? Pregunto D Luca llegando a escuchar algo pero no sabía si era verdad
lo que estaba escuchando.
Cloe derramó nuevamente algunas lágrimas secándose de mala gana.
—No tengo donde ir. Exclamó ya más fuerte. A él se le oprimió el alma entera, parpadeo
varias veces, no asimilaba tal afirmación.
—¿Es una broma? Escupió molesto, pero no con ella, molesto por lo que estaba
escuchando.
—¿Y tu casa? Ella solo negó moviendo la cabeza. Finalmente Giancarlo entendió.
—¿Te molestaría pasar la noche en mi casa? Preguntó sin ninguna mala intención a lo
que ella lo miró con grandes ojos temerosa.
—No te haré nada Cloe, solo para no estar con este temporal en la calle, te vas a
enfermar y es peligroso.
Cloe pensó y pensó en silencio, ¿Debía decirle que si? Debía guardar su orgullo y
olvidar lo que le pasó para aceptar su ayuda.
De todos modos no fue su culpa que se haya quedado en la calle, de todos modos se
le iba a embargar la casa y eso nadie podría impedirlo.

—Solo hasta que pase el mal tiempo. Contestó con la voz dura pero por dentro se
estaba muriendo, pero por alguna enferma y patética razón ella no sentía miedo de ir
con él a su casa, él podría propasarse con ella, podría hacer lo que quisiera sin embargo
ella solo dijo que sí sin importar nada, estaba cansada.

Él asintió y puso de nuevo el marcha el auto, de vez en cuando la miraba por el retrovisor
y veía unas lágrimas brotar de sus ojos, esos ojos que eran bellísimos, no había
conocido una mujer así, y nunca se había sentido nervioso al estar cerca de una.

Llegaron después de unos minutos, Cloe se cubrió nuevamente con la chaqueta de


Gian, y el aroma que la misma desprendía era exquisito para su olfato.

Subieron en el ascensor en un completo silencio, Gian en una esquina y Cloe en la otra,


ella agachando la cabeza para no mirarlo, mientras que él no dejaba de mirarla
hipnotizado, su vestido estaba empapado y se le pegaba a sus hermosas curvas, se
podía marcar sus pechos redondos debajo de la tela, su pequeño ombligo que
enloqueció a Gian, removiéndose incómodo, sus labios morados por el frío, sin embargo
eran tan exquisitos a su vista, sus largas pestañas que agitaba todo cuando ella los
movía una y otra vez.

De pronto Cloe levantó la vista e hicieron ese contacto íntimo por unos segundos, Cloe
sintió nervios y no podía dejar de mirar esos ojos azules, mientras que Gian quedó
anclado en la profundidad de esas dos esmeraldas.

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La puerta del ascensor se abrió y él extendió su brazo para darle paso primero a ella
demostrando ser un caballero.

Finalmente abrió la puerta de su gran y lujoso departamento para ingresar en él.

—Espera aquí te traeré ropa seca si sigues así empapada te enfermaras. Cloe lo vió
perderse escalera arriba, para luego posar su vista en el lujoso y hermoso
departamento, no se movió de su lugar tenía miedo de romper o ensuciar algo y él
querría cobrárselo después.

En cuestión de segundos el hombre a quien temía o eso creía volvió ya cambiado,


llevaba una remera en color blanco con una chándal en color gris claro, Cloe lo detalló
con absoluta fascinación, sus músculos se le marcaban debajo de la remera ajustada,
era demasiado alto, algunos mechones de su pelo mojado caía en su frente. Era una
verdadera obra de arte por donde lo mires.

—Toma, le extendió una remera en color negro y un bóxer ya que su pantalón le


quedaría demasiado grande y eso Giancarlo lo sabía. Pero también tenía el deseo de
verla vestida con su ropa, imaginaba lo sexy que se vería.
—Puedes usar el baño de invitados. Sugirió señalando el lugar. Ella solo tomo la ropa
y se dirigió al baño.

Al entrar cerró con seguro y se recostó en la puerta, su corazón latía fuerte, muy fuerte,
sin querer llevo la ropa a su nariz y lo olió deleitándose con ese aroma varonil, era tan
sensual pensó, y se maldijo por pensar de esa manera, después de como la había
tratado y ahora se estaba comportando de esta manera, no podía creerlo, ¿Quién era
realmente ese hombre? ¿Por qué cambia tan rápido de parecer? O solo está usando
esa táctica para seducirla.

Cloe sacudió su cabeza para comenzar a quitarse el vestido mojado, su ropa interior y
colocarse la prenda que le había dado. Se colocó el bóxer y la remera que le llegaba
hasta la mitad de sus muslos. Ese hombre era exageradamente grande y alto pensó
Cloe.

Doblo su ropa y lo enrollo en sus manos, con su ropa interior dentro del vestido, y salió
para caminar nuevamente hasta la sala, donde no encontró a Giancarlo, miró por todos
lados y ya que no había rastros de él, solo estiró una silla acolchonada de la mesa del
comedor y se sentó ahí sin moverse, cuando de pronto vió a ese hombre que
comenzaba a acelerarle el pulso cada vez que lo veía, Gian traía en su mano una tasa
humeante de algún té que olía delicioso.
—Toma. Dijo colocando la tasa frente a ella en la mesa.
—Te de vainilla, tómalo te va a calentar, así no te resfriaras.
Parpadeo una y otra vez. ¿El le había hecho un te?
Giancarlo sonrío de lado al ver la cara de angustia de Cloe, sabía lo que pasaba por su
cabeza.

—No te preocupes no soy un psicópata, no intentaré nada contigo es un simple té, es


más si quieres puedes venir a prepararlo tú misma si no confías en mí. Ella solo mordió
ligeramente su labio inferior para luego negar, estaba en un completo shock.

—Gracias. Por fin se permitió emitir una palabra de agradecimiento, al final de cuenta
gracias a él, ya no seguía en la calle con este tiempo.

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—Dame tu ropa la pondré a lavar y a secar ya estará seco para mañana. Cloe moría de
vergüenza, no dejaría que viera su ropa interior, no de ninguna manera.

—Emmm, mejor lo hago yo. Gian negó, —Lo haré yo, dámelo y bebe tu te que lo
necesitas, sin dejarla replicar arranco de sus manos la ropa y se perdió hacia una
habitación, Cloe se apretó la cabeza, vería su diminuta prenda. ¡Mierda! Que
vergonzoso. Nerviosa y sin quitar su vista por donde se fue Gian. , bebió su té y el sabor
delicioso inundó su paladar, continuó bebiendo y comenzó a sentirse un poco más
calentita.
Mientras tanto Giancarlo extendió su ropa para meterla en la lavadora cuando cayó al
suelo una pequeña tanga en color negro de encajes, tragó grueso y se inclinó a
levantarla, observo la diminuta tanga y su miembro despertó al ver esa prenda, Gian
cerro los ojos y llevo hasta su nariz para oler su exquisito sabor, se lamió los labios
deseoso por saber cómo se le vería el color negro en su hermosa y nívea piel. Olía a
ella, olía exquisito, parecía un enfermo olfateando una ropa interior pero era lo único
que podría tener de ella y solo tal vez en esta ocasión. Masajeo su miembro erecto por
encima de su chándal mientras siguió oliendo la prenda, hasta que salió de su letargo y
metió ambas prendas a la lavadora.

Agacho su mirada para observar su miembro duro y erecto sobresaliendo de su


pantalón. Suspiro y negó para luego reprender a su amigo para que bajara. Lo hizo un
poco y se dirigió nuevamente hacia esa hermosa e imposible mujer.

Estiró otra silla y se sentó a su lado, sin dejar de mirarla.

—¿Por qué dormías en la calle? Se atrevió a preguntar, Cloe agachó la cabeza y


comenzó a jugar con la taza de té.
—Mi madre y yo nos quedamos en la calle, el banco nos quito la casa. Cuando escucho
tal cosa, el sintió una rabia apoderarse de él.
—¿y tú madre, en donde está? Cloe lo miró y suspiro.
—Ella está bien, ella está resguardada…Giancarlo sintió aún más rabia al escuchar eso.

—¿Cómo es posible que tu madre esté tan tranquila y su hija durmiendo en la calle, que
clase de madre tienes?
Cloe agachó la cabeza y derramó una lágrima.

—Mi madre está enferma, tiene parálisis cerebral, no puede mover ni un solo músculo
del cuerpo, no habla, nada.
Giancarlo se pasó la mano por el pelo furioso con él, ahora entendió que había sido un
completo animal con ella. Nunca había hecho tal cosa y se dejó llevar por el deseo, la
tentación y el rechazo y terminó haciendo una estupidez. Y para variar está niña tenía
mala pata.
—Perdón, no sabía. Contesto apenado. Ella negó...
— no te preocupes, ya veré cómo conseguir donde quedarme.
—Puedes quedarte aquí hasta que consigas un lugar donde quedarte. Habló Gian sin
pensar en nada, Cloe lo miró más que sorprendida.
—No puedo, ya me ayudó esta noche, le agradezco pero no es su asunto.
—Creo que le debo una disculpa, exclamó finalmente D Luca. Cloe no levanto la vista
en ningún momento sabía a qué se refería. Giancarlo estiro su brazo levantando el
mentón de ella obligándola a mirarlo.

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—Creo que una simple disculpa no borra lo que hice ¿Verdad?
—Creo que usted está acostumbrado a cierta clase de mujeres señor pero yo tengo mi
dignidad como le había dejado claro, no me vendo por nada.

—Ya me dejaste en claro eso y ojalá todas las mujeres fueran como tú, sería maravilloso
este mundo si todas fueran así.

Cloe sintió morir de vergüenza, su rostro le ardía y el toque de Giancarlo la estaba


quemando.
—Dime que puedo hacer para que me perdones. Pidió sincero.
—Solo déje de comportarse como un patán frente a todas las mujeres. Escupió Cloe sin
medir sus palabras, mientras que Gian en lugar de molestarse solo soltó un carcajada.
—Es que eso está en mi naturaleza. Contesto pícaro. Mientras que por fin Cloe sonrío
en una débil mueca que para él fue más que suficiente.
—Vuelve a la empresa Cloe. Pidió él seguro, ella solo lo miró y lo miró, ¿en verdad le
estaba pidiendo que vuelva?
—Prometo que me mantendré alejado, levanta la mano como un juramento.—No lo sé,
lo pensaré contesto Cloe.
—Anda, tus compañeros te extrañan, te necesitan, Rodrigo solo quiere asesinarme ya
no me habla.

Cloe soltó una pequeña carcajada que a Gian le produjo una pequeña emoción al verla
así sonreír, pagaría todo el dinero del mundo por ver esa sonrisa todos los días, ¿que
estaba pasando? ¿Desde cuando le gustaba la sonrisa de una mujer? Ni siquiera la risa
de su hermana Carolina le gustaba, pero vamos a nadie podría gustarle si parecía un
marrano con gripe.
—Lo pensaré, todavía no lo perdono. Contesto haciendo una mueca. No es fácil olvidar.
El asintió.

—Lo sé, pero no me gusta verte trabajar en esa clase de lugar. Confesó sin darse cuenta
pero ya era tarde. Cloe quedó sorprendida, ¿Por qué le importaba donde trabajaba?
—Es lo que conseguí, se encogió de hombros, no a todas las personas nos va bien en
la vida como a usted.
—¿Y tú padre Cloe? Ella negó triste.

—No lo conozco, abandonó a mi madre cuando estaba embarazada… él negó molesto,


eso él jamás haría, no abandonaría a su hijo, de ninguna manera si llegara a tener algún
día por azares de la vida.
—Es bastante tarde debes descansar. Exclamó Gian, ven vamos te mostraré donde
dormirás. Ambos se pusieron de pie para caminar.

—¿No podría solo dormir en la sala aquí? Me iré muy temprano. Él negó.

—No, dormirás en una cama Cloe. Así que vamos. Suspirando y resignada Cloe caminó
hasta la escalera detrás de Giancarlo, donde él le dio paso a subir primero, solo con tal
de mirarle las piernas al caminar y volver a imaginarse como le quedaría esa diminuta
tanga que hace minutos lo volvió loco.

—¿Quiere que me suba para mirarme mientras el trasero? Cuestionó Cloe sin dejar de
subir las escaleras.
Giancarlo sonrío por haberle pillado su fechoría.

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—No me culpes, tienes un trasero que hasta los dioses podrían admirar.
Cloe negó hasta llegar al final de la escalera. Ingreso a una hermosa y amplia habitación
que Gian le indicó.
—Aquí puedes dormir y cualquier cosa mi habitación es la de alado. Ella asintió cuando
de pronto un fuerte relámpago cayó seguido del corte de energía que los dejó en una
completa oscuridad, Cloe instintivamente y del susto salto a los brazos de Gian.

A él se le paralizó el corazón por sentirla así tan cerca, solo escuchaba su respiración y
el aroma que aún seguía en ella. El la sujetó de la cintura y ella al reaccionar intento
alejarse pero él no se lo permitió.

—Quédate quieta no vemos nada, podría haber un fantasma contestó el burlón y Cloe
cual niña pequeña se pegó más a él porque tenía miedo en verdad de los fantasmas ya
que era verdad no veía ni las manos.
Gian aprovechó para sujetarla aún más de la cintura y acercar su rostro al de ella
inclinándose bastante, su respiración chocaba con la de ella, su tibio aliento a vainilla,
moría por besarla pero solo rozo levemente sus labios a los de ella, no quería asustarla.

Cloe cerró los ojos ante tal acción y se dejó sentir en los brazos de Giancarlo, ese
hombre era una locura, pero al mismo tiempo una cruel tentación que ella estaba
dispuesta a evitar a toda costa, ese hombre solo representa juego y dolor.
Se alejó automáticamente cuando la luz volvió, encontrando a ese hombre mirándola
con deseo, ella solo se alejó y el emitió un “Que descanses” para salir de la habitación.
Rápidamente se metió a la cama, tenía miedo de los truenos, recordando la película del
osito Ted cuando cantaba “ puto trueno” pero para ella eso no funcionaba aún tenía
miedo, así que se cubrió con la sábana y cerró los ojos, uno para no ver los truenos y
relámpagos, otro para olvidar lo que hace segundos ocurrió con Gian, su estómago
sintió revolverse, se sentía estúpida, muy estúpida, pero ese hombre la atraía y mucho.

Al día siguiente Cloe despertó, durmió tan bien, tan cómoda esas pocas horas de la
madrugada.

¡Espera! ¿Qué hora son? Observó un reloj que había sobre la mesita de luz y vió que
eran las 10 de la mañana, saltó de la cama alarmada, cuando de pronto fijó su vista en
el sillón que había dentro de la habitación, allí estaba su vestido y ¡Joder! Su ropa
interior, Giancarlo le había dejado ahí junto a una nota.

Sintió nuevamente morir de vergüenza, fijo su vista en la nota y la tomo con las manos
temblorosas.

Cloe.
Fui para la empresa, por favor tómate el desayuno estás en tu casa, ya dejé encargo a
mi ama de llaves, quédate todo el tiempo que quieras, es más sería muy grato volver a
encontrarte en mi casa en la noche.

Cloe sintió arder su rostro, sonrío levemente como una completa idiota. Y siguió
leyendo.
En la mesa alado del sillón te dejé un cheque Cloe tómalo por favor sin ningún tipo de
intención, paga un departamento, no puedes seguir quedándote en la calle, por favor
acéptalo como pequeña retribución a mi desfachatez.

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Pero si quieres quedarte en mi casa estaría más que encantado, piensa también lo de
volver a mi empresa por favor y deja ese club de mala muerte.
Con cariño…Giancarlo.

Cloe rodo sus ojos, ¿club de mala muerte? ¿Y que hacía el también ahí? De seguro
buscando mujer con quién tener sexo. Cloe negó molesta, no sabía ni porque le
molestaba que este con otra mujer. Faltaba más.

Fijó su vista en el cheque y lo tomó, cerró sus ojos negando cuando vió el monto.Era
demasiado, estaba loco. Dejo nuevamente el cheque ahí y se vistió rápidamente
sintiendo vergüenza al mirar su tanga, golpeándose la frente con la mano.
Se quito la ropa y sin dudarlo la doblo para dejarla en la cama.
Después de vestirse bajó apresurada, no quería ver a nadie sabía lo que tenía que hacer
y lo haría en ese mismo instante.
Mientras que Giancarlo llegó más feliz que de costumbre en la empresa, su secretaria
lo observó sorprendida, porque llegó ¿silbando?

Ingreso a la oficina para marcar el número de su abogado y amigo Christian.


—¿De Luca en que problema te metiste ahora? Cuestionó en tono burlón su amigo al
otro lado.
—En nada mi querido amigo, necesito un favor urgente.
—¿Para que soy bueno?
—Necesito que recuperes una hipoteca no tengo muchos datos, Giancarlo comenzó a
teclear en su computador para ingresar en el programa de recursos humanos para tomar
los datos de Cloe.

—¿Madre de Cloe? Susurraba para él mientras su amigo lo escuchaba al otro lado.

—Solo está a nombre de Sara Adams. Más de eso no sé, la dirección es…. Comenzó
a decirle algunas cosas mientras su abogado lo escuchaba atentamente.

—Espero que con eso sea suficiente. Habló De Luca.


—Eso ya me sirve contesto Christian.
—Lo quiero para hoy Christian, para hoy… ¿Suma?
—No importa me envías a mi correo y te hago la transferencia… —Perfecto lo tendrás
para el medio día.
—Gracias. Contestó Giancarlo.
—¿Oye, y que tiene de especial? Preguntó, sabía a lo que se refería. El se tocó los
labios sonriendo recostado en su silla.
Soltando un largo suspiro.
Capítulo 8. Que comience el juego.

Esa mañana Cloe fue a ver a su madre, bajo aún la intensa lluvia que no cesaba pero
amaneció con una nueva esperanza, después de todo la vida le tenía preparado aún
muchas cosas buenas ¿No? No se acaba el mundo por dormir un día, una semana o
un mes en la calle, había cosas peores, y eso sería perder a su madre.
Inventó la excusa de que durmió en la casa de una amiga después de que María le
reclamó que haya pasado sola en la noche con este temporal, por su puesto no le diría
bajo ningún termino que dormía en la calle.
Se despidió de su madre con una gran beso en la frente y un afectuoso abrazo a María
quien era su ángel guardián, a pesar de no tener dinero ella no la abandonó y tampoco

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lo haría, personas como ella son las que debería abundar en este mundo, harían un
mundo mejor.
María es de México pero desde hace 10 años que vive en California, y desde hace 8
años que trabajaba para su madre limpiando la casa en los tiempos que la madre de
Cloe estaba bien de salud y estaban bien económicamente, ya que la madre de Cloe
trabajaba como administradora en una tienda importante, pero eso ya quedó en el
pasado, cuando su madre enfermó lo poco que le habían dado de indemnización Cloe
lo gastó en su tratamiento.
Cloe se cambió de ropa, se puso una ropa más formal y elegante, guardo otro cambio
para la noche para ir al club por supuesto no dejaría de trabajar ahí, pero ahora tenía
algo más importante que hacer y estaba muy decidida.
Por el momento había dejado de lado la Universidad ya que no tenía dinero para pagar,
lastimosamente su beca no se le renovó este año y ella debía ocuparse de su madre,
eso era lo que más le ponía triste ya le faltaba poco para terminar su carrera no quería
dejarlo sin culminar.
Cloe caminó por largos kilómetros hasta llegar al lugar donde había ido, al estar enfrente
al impresionante edificio D Luca Company su corazón se aceleró, de nuevo vería a ese
hombre pero Cloe tenía claro sus convicciones, aquí la única que importaba era su
madre.
Ingresó al edificio, habló a la recepcionista muy amable en el primer piso, le otorgó un
carnet de visitante ya que nuevamente ahí era una desconocida.
Subió al último piso de presidencia, sus manos sudaban, se miraba en el espejo del
ascensor arreglándose su camisa en color rojo y su falda tubo en color gris oscuro, su
pelo alto en una cola, sus mejillas no perdían ese rubor que siempre la caracterizaba, y
más aún que estaba muerta de nervios pero eso no se lo demostraría, no ahora,
necesitaba esa seguridad.
Se abanicó con ambas manos tratando de calmar su ansiedad cuando se le cayó el
bolso en el piso y maldijo por ello, sus manos temblaban, sus piernas también.
El sonido del ascensor anunciando su llegada al último piso hizo que su pulso se
acelerara aún mas, finalmente salió del ascensor y se dirigió a la secretaria de
Giancarlo, firme y con la cara en alto llegó hasta ahí.
—Buenos días, quisiera hablar con el señor D Luca por favor.
La mujer que se encontraba sentada en su escritorio la observo de pies a cabeza,
recelosa de ella, al mirar su impresionante vestimenta y su belleza rara y única,
levantando una ceja.
—¿Tiene una cita previa? Inquirió la mujer de mala forma.
—No, solo dígale que Cloe Adams está aquí, él me recibirá. Contestó Cloe segura de
que Giancarlo la recibiría y no la echaría a patadas de ahí, o eso era lo que esperaba,
como ese hombre era tan bipolar ya no sabía que esperar.
—Ya le dije señorita que si no tiene una cita no la puede recibir así que por favor
retírese.
Cloe refunfuñó, estaba cansada de esa clase de personas tan desagradables. —Mire
señorita yo no me iré sin… y cuando seguía la discusión acalorada con la secretaria
escuchó dos voces rápidamente giró su cabeza hacia de donde provenía para ver a
nada más y nada menos que Giancarlo y a su ex jefe Rodrigo Miller salir de la oficina.
Cuando ambos voltearon a mirar hacia donde Cloe se encontraba discutiendo con la
secretaria.
Giancarlo arrugó el ceño, mientras que Rodrigo sintió cierta emoción al ver a la hermosa
Cloe que no dudó un segundo en sonreír… ambos sorprendidos de verla ahí, aunque
Giancarlo sabía de esa posibilidad. —Con permiso giró Cloe hacía la secretaria con
gesto de grandeza y se dirigió hacia donde de encontraban esos dos hombres que no
dejaban de mirarla de pies a cabeza.

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—Bue…buenos días señor D Luca. Se aclaró la garganta no demostraría nerviosismo.
Y buenos días señor Miller saludó amablemente a Rodrigo con una sonrisa.
—¿Señorita Adams que hace usted aquí? Preguntó un sorprendido Giancarlo.
—Hola Cloe como has estado. Pregunto Miller con una gran sonrisa, le brillaban los ojos
al verla, de hecho no dejaba de pensar un maldito segundo en Cloe desde que se
marchó y ahora verla así hermosa hizo que su corazón palpitara increíblemente… ¿Se
había enamorado de esta impresionante mujer?
Mientras que Giancarlo comenzó a sentir nervios, esos mismos que sintió al estar la
noche anterior con ella.
—Necesito hablar con usted. Contestó segura, ¿Dónde está la niña asustada de
anoche? Pensó.
—Vuelve Cloe no sabes cómo te extraño… digo te extrañan tus compañeros, si ellos.
Exclamó Miller nervioso porque se la había ido la lengua, mientras que D Luca lo fulminó
con la mirada con eso de “te extraño”.
—Pasemos a mi oficina contestó Gian presuroso para que Rodrigo no siguiera hablando
con Cloe dándole paso, hablaremos luego Rodrigo se dirigió a su amigo para despedirlo,
el solo miraba a Cloe embelesado.
Giancarlo abrió la puerta y la dejó pasar cerrando rápidamente detrás de él, con seguro
para que nadie los molestara.
—Tome asiento señorita. Pidió Giancarlo extendiendo la mano. Cloe asintió con
confianza y tomó asiento, sin perder de vista lo que él hacía. Giancarlo marco la línea
de extensión de su secretaria para pedirle que nadie lo molestara y tampoco le pase
ninguna llamada, la secretaria por su parte sintió hervir de rabia al tener esa clase de
preferencia hacia esa mujer, estaba celosa definitivamente de Cloe.
—Bien. Giancarlo apoyó sus codos en la mesa con una sonrisa mirando a Cloe
fijamente.
—¿De que quiere hablar señorita?
Ella se lamió los labios y agacho un poco la cabeza, acto que fascinó a Gian hasta el
punto de hacerlo sentir incómodo o ¿Excitado? Suspiró hondo.
—Usted me dio la oportunidad de volver a la empresa.
—Así es, las puertas están abiertas para cuando quiera volver. Cloe asintió
ligeramente.
—Pues quiero volver. Dijo mientras que a Gian le dio una descarga en el corazón al
escuchar eso, sus sonrisa se amplió se oreja a oreja recostándose en su silla.
—Perfecto, cuando quiera señorita su puesto sigue vacante, puede empezar hoy mismo
si así lo desea.
—Si por supuesto, solo pediré algunas cosas. Cloe habló firme, Giancarlo levantó una
ceja interrogante.
—La primera, quiero respeto señor el mismo que yo le daré a usted. Giancarlo movió la
cabeza afirmando.
—La tendrá por supuesto.
—Segundo, no aceptaré ese cheque bajo ninguna circunstancias, él volvió a levantar la
ceja con una pequeña mueca, él sabía que no lo haría por supuesto que no.
—Por eso solo quiero pedirle un pequeño préstamo para poder ver un lugar decente
donde quedarme con mi madre. Y que me descuente de mi salario.
Giancarlo sonrío burlón…—¿Eso es todo o tiene algún pedido más?
—No eso es todo, por el momento. Agregó. El volvió a reír mientras que ella solo
parpadeaba. Entonces le extendió un folder con unos papeles.
—Tome esto. Ella dudosa lo tomó lentamente.
—¿Qué que es esto? Tartamudeó…—Ábralo y véalo usted misma. Enarcó una ceja y
abrió dudosa.

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Leyó muy en grande la palabra. Cancelado, más abajo un sello de pagado…¿Qué era
esto? Hipoteca.
Abrió los ojos muy grande mirando a su nuevo jefe frente a ella…—¿Cómo, qué, que
es esto? Las palabras no salían de su boca estaba confundida, aturdida.
—¿Acaso?... Pasaba su vista del papel a D Luca y viceversa.
—Puede volver a su casa, Adams...—¿Pe pero cómo? Usted pagó la hipoteca al banco.
El asintió temeroso de que ella lo mandé a la mierda, pero eso no sucedió ella solo
agachó la cabeza y rompió en llanto, lo sorprendió el había imaginado la escena de otra
forma en su mente.
Se levantó de su silla para llegar hasta ella, se hincó a su altura y apoyo su mano en la
rodilla de Cloe, y sin esperarlo y totalmente descolocado, Cloe salto por el en un fuerte
abrazo.
Eso lo dejó totalmente en las nubes, cerró sus ojos para deleitarse de ese calor que
emanaba de su cuerpo, de su exquisito aroma, de su piel, su pelo, su ropa.
—Gracias. Escuchó salir de la boca de la hermosa mujer que tenía abrazada.
Lentamente ella se despegó de él y sus miradas conectaron por breves segundos.
—Pero no puedo aceptarlo. Exclamó finalmente.
—Si puedes y lo harás ya veremos la forma de que puedas pagarme y estoy hablando
de dinero señorita Adams. Se apresuró en hablar antes de que ella malinterpretara sus
palabras, poniéndose de pie rápidamente.
—Entonces haga un contrato con su abogado y le pagaré cada mes una mensualidad.
Exigió Cloe segura. Él se sorprendió por la forma de hablar de Cloe, no era ninguna
tonta eso estaba claro.
—Así será señorita Adams descuide y en su salario mensual estará refrendado ese
descuento. Cloe sonrió, ¿Acaso Dios la había escuchado?
—¿Aun así querrá el préstamo? Pregunto Giancarlo sentándose nuevamente en su
silla.
—¿Y trabajar toda mi vida para usted pagando préstamos? Soltó sin más y luego se
tapó la boca por su imprudencia, esa que a veces tenía cuando su boca no conectaba
con su cerebro.
Giancarlo quiso reír, pero solo se aclaró la garganta.
—Lo tomaré eso como un no, bien señorita pase inmediatamente a recursos humanos
a renovar su contrato y luego vaya a ver lo de su casa.
—¿En verdad puedo hacerlo? Pregunto emocionada.
—Si comience mañana, sea puntual. Exigió Giancarlo serio, pero estaba feliz de ver a
Cloe de esta manera, no sabía porque lo hacía feliz eso, la felicidad de otra persona.
Ella sin más tomó el folder y con una sonrisa agradeció a su nuevo jefe y giró para salir
de la oficina cuando se le cayó nuevamente el bolso que tenía en la mano junto con el
folder, rápidamente se agachó para levantar dando una vista espectacular de su
impresionante culo.
Giancarlo se empalmó al instante al verla así inclinada con el culo levantado, ya que
Cloe hizo su mayor esfuerzo con la vestimenta que traía.
El rememoró la prenda que Cloe traía anoche y se imaginó que ahora traía uno en color
rojo, mismo color de su camisa y maldijo por lo bajo al imaginar cómo se perdía entre
sus pliegues, y como quería tenerla así frente a él para deleitarse de su delicioso coño.
Ladeó la cabeza para apreciarla aún más. Y se relamió los labios bastante caliente.
—¿Esta usted bien, necesita ayuda? Preguntó al ver como Cloe batallaba por levantar.
—No, estoy bien. Contestó Cloe volteando hacia él ya con su bolso y folder en mano,
arreglando su cabello que se le pegó en los labios...Ahora sí con permiso señor DLuca.
El se mordió el labio y asintió levemente para verla marcharse cerrando la puerta, lo
dejó totalmente duro, masajeó su miembro erecto sobre el pantalón y cerró sus ojos
pasándose una mano por el rostro.

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—Cloe preciosa será tan difícil tenerte cerca y no querer devorarte de un solo bocado.
¡Joder! Serás mi mayor tortura, mi gran y deliciosa tortura.
Capítulo 9. Échale más aerosol.
Cloe llegó corriendo a la casa de María, lloraba de felicidad, no cabía en su pecho tanta
felicidad. Tanta fue su dicha que al cruzar la pequeña placita cerca de la casa de María,
se sacó los tacones y comenzó a correr saltando los charcos de agua que se habían
formado por la intensa lluvia que cayó y que ya había cesado, pero el cielo aún estaba
gris pero para Cloe era como si un sol radiante resplandecía en el cielo con una inmenso
arcoiris, así se sentía.
Al llegar a la casa de María lo primero que hizo fue abrazarla muy fuerte.
—Niña, niña que te sucede,¿Por qué llegas así?
—Maria María estoy feliz, comenzó a dar brincos llevando a María con ella y terminaron
riendo.
—¿Y mi madre?
—En la cocina, estábamos cocinando, bueno yo, ella solo me hace compañía, María
sonrío y ella corrió junto a su madre, al verla no dudó en enrollar sus brazos al cuello de
su madre y la llenó de besos.—¿Ahora sí me dirás porqué tan feliz? ¿Ganaste la lotería
o algo? Inquirió María al entrar secándose la mano con el delantal.
—Algo así María, recuperé la casa ¿Puedes creerlo?
—¡Oh por Dios! María cubrió su boca con ambas manos.
—¿Pero cómo Cloe, que hiciste?
Cloe suspiró hondo y comenzó a relatarle parte de lo que había sucedido, no podía
contarle toda la verdad.
Cloe sabía que su madre la escuchaba y sabía que estaba muy contenta de volver a su
casa...—Así que María volveremos hoy mismo a casa.
—Que alegría mi niña, pues vamos a empacar, y cuando venga mi esposo le pediré que
nos lleve en su camión las maletas.
—Oh gracias María eres un sol, que haría sin ti mujer.
—No tienes nada que agradecer Cloe, tu madre y tu han sido muy buenas personas
conmigo y mi familia, ustedes hicieron lo que nadie quiso hacer por nosotros darnos
cobija y trabajo siendo extranjeros. Y esa gratitud siempre estará presente.Cloe
comenzó a derramar algunas lágrimas y volvió a abrazar a María.
Esa tarde estuvieron llevando las maletas nuevamente en su casa, Cloe no dejaba de
sonreír y agradecer a Dios por que le había devuelto todo en muy poco tiempo.
No podía negar que todo fue gracias a ese hombre tan bipolar, en quién ella no dejaba
de pensar ni un segundo.
Ese roce de sus labios la noche anterior, esa cercanía que tuvieron hizo que algo dentro
de ella se encendiera como una llama ardiente.
Hacía tanto tiempo no sentía tal sensación por nadie, desde su ex novio Josué, pero
Josué no se comparaba en nada a este enigmático hombre, Giancarlo D Luca era la
tentación en persona, era el deseo y la lujuria mesclados, era mejor mantenerse al
margen, evitar a toda costa un nuevo contacto con él, ya que con una sola mirada podría
despertar mil cosas en ella, cosas que no debería sentir, su voz tan ronca y particular,
que erizaba la piel de cualquiera, y esa sonrisa lobuna que había visto ya varias veces
en sus labios desde que lo conoció.
Era lo que Cloe se temía cuando vio por primera vez su foto en internet. Cloe acarició
sus labios y se estremeció al recordarlo, y finalmente sacudió su cabeza para seguir
arreglando sus cosas nuevamente en su habitación. De pronto volvió a sonreír y gritar
como loca para después lanzarse en su cama con los brazos abiertos, dormiría
nuevamente en su cómoda cama.
Sin embargo miró la hora en su reloj y vió que ya se hacía tarde debía caminar hasta el
club, porque sí, no dejaría ese trabajo, trabajaría en ambos lugares, la universidad

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esperaría, ahora lo más importante era terminar de pagar a ese hombre la hipoteca de
la casa y que le alcance el dinero para dar una buena vida a su madre, así trabajara 24
horas sin descanso.
Entró a ducharse, esta noche hablaría con la dueña del club para pedirle un adelanto
de su salario ya que necesitaba para su pasaje para el bus y para la comida de la casa,
a Giancarlo D Luca ya no podía pedirle más nada, era más que suficiente haberle
devuelto la casa y su trabajo sin ninguna doble intención, o eso esperaba.
Se vistió con un vestido en color azul Francia esta vez con el pelo suelto que caía hasta
su cintura como una cascada con algunas hondas en las puntas, se maquilló
ligeramente, se observó en el espejo, estaba un poco más delgada y como no estarlo si
no había comido nada prácticamente en dos días, si no fuera por María ya estaría
muerta de hambre. Pero de todas maneras estaba más hermosa aún, sus curvas no la
abandonaban, sus hermosas piernas lucían aún más perfectas. Salió de su habitación
y encontró a María leyendo un libro a su madre. Cloe calzaba unas zapatillas y sus
tacones altos en la mano.
María la verla arrugó el ceño… ¿Irás de nuevo caminando Cloe?
—Pues si María, que le voy a hacer… María negó y se levantó a tomar su bolso de ahí
saco unos pocos dólares para darle a Cloe…—Toma niña ve en autobús, es peligroso
que andes sola en la noche.
—No María por favor ya bastante me ayudas comprando para la comida, yo estoy bien
así además ayudo a mantener mi figura… María río negando.
—Siempre siempre serás hermosa Cloe, no importa el físico que tengas, lo que importa
es lo que uno tiene por dentro y tú mi niña eres la bondad en persona.
Cloe lagrimeó ante las palabras de la dulce María… —Anda toma y me lo devuelves
cuando ya tengas el dinero ¿vale?
—Esta bien María te los acepto porque en verdad en la madrugada tengo miedo de
venir caminando, te agradezco y ya debo irme… —Anda antes de que se te haga tarde.
Cloe asintió dejando un apretón de mano a María y luego se acercó a su madre.
—¡Mami! Iré a trabajar, te portas bien con María ¿eh? Cloe sonrió. Te quiero un mundo
mamá, te amo señora Adams como nadie te amara en esta vida ¿Sabes? Acarició la
mano de su madre y dejó un beso cálido en su frente para luego despedirse de ambas
y salir a tomar el autobús.
Esa tarde noche, había llegado más temprano que de costumbre ya que no fue
caminando, no había nadie aún en el club solo Paul uno de los guardias.

Cloe lo saludó y él la estrechó en sus brazos era un verdadero gorila, Cloe río a
carcajadas, por que la había levantado con tanta facilidad. —¿Paul has visto a Mariana?
La bajó de nuevo en el suelo.
—En su oficina. Exclamó con vos ronca señalando con el mentón hacia el lugar.
—Gracias Paul, nos vemos luego. Cloe le lanzó un beso y Paul lo atrapó, Cloe se sabía
ganar el amor y el cariño de todos, era natural, humilde y bondadosa, era imposible que
alguien no la quisiera.
Se dirigió a la oficina de Mariana y golpeó hasta que escuchó un adelante.
—¿Mariana puedo pasar? Su jefa la miró y dejó lo que estaba haciendo…
—Claro Cloe pasa toma asiento, ¿En que te ayudo? Ella toda nerviosa comenzó a
estrujar sus manos.
—Queria pedirte Mariana si me podrías dar un pequeño adelanto de mi salario, estoy
urgida de dinero para no decir quebrada y pues, no sé tal vez si tú…—Si por supuesto.
Contesto su jefa y ella levantó la cabeza sonriendo. —¿De verdad?
—Claro, me has demostrado ser muy eficiente y me gustaría que te quedes por mucho
tiempo trabajado para mí.

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Su jefa saco dinero del cajón de sus escritorio y le dio el cuarenta por ciento de su
salario. Cloe estaba más que feliz.
—Gracias, mil gracias en verdad, no sabes cómo me viene bien este dinero. Mariana
sonrió, ha demostrado ser buena gente y que no todo el mundo es mal jefe y mala
persona.
—Ahora si con permiso iré a limpiar las mesas antes de que llegue los clientes. Mariana
asintió conforme.
—Cloe por cierto… Mariana habló y Cloe volteó nuevamente a mirarla antes de salir del
despacho…Estás muy bella, creo que por ti han venido más hombres que de costumbre,
eres buena atracción para mí club. Halagó a Cloe mientras que ella se sonrojó hasta los
pies.
—Pues no se si sentirme halagada o avergonzada pero gracias. Exclamó tímida y se
dispuso a salir del despacho con el corazón latiendo a mil. Guardó muy bien el dinero
en su bolso y lo puso bajo llave en su casillero, comenzó a limpiar las mesas, cuando
Renato y Joel ambos bar tender llegaron y se colocaron detrás de la barra después de
saludar y halagar también a Cloe, llegó Susan la otra mesera y otra chica más, ella
rápidamente se cambió las zapatillas por su zapato de tacón aguja para comenzar a
atender a los clientes que ya comenzaban a llegar.
Este club era bastante concurrido, hoy más que nunca, Cloe no paraba ya le
comenzaban a doler los pies de tanto ir de un lado a otro, finalmente se tomó un
descanso y se sentó en uno de los bancos en la barra, Renato la miró y sonrió negando.
—Toma guapa, tómate este tequila y ve a entregar esta botella de whisky en el sector
vip. Renato deslizó un vasito de tequila, ella lo miró con grandes ojos, ella nunca ha
bebido en su vida.
—Anda, tómate de un trago. Renato la ánimo, luego recordó que le había dicho, “botella
de whisky y arriba sector vip” su corazón comenzó a martillar.
No es posible que sea Giancarlo, no, sería una locura si lo viera nuevamente ahí,
parpadeo una y otra vez pensando que le diría si lo encontraba ahí nuevamente después
de que el le exigió que dejara el club, pero ella no dejaría solo porque el se lo pedía, no
señor, ella necesitaba el trabajo. Bebió de golpe el tequila que le quemo toda la boca,
la lengua y la garganta, tosió sin más y escuchó cómo Renato junto con Joel soltaron
una carcajada.
—Anda. Señaló Renato con su mentón para que llevase la botella de whisky arriba. Con
las manos temblorosas tomó la botella y se dirigió escalera arriba, rogaba, no, suplicaba
que no fuera Giancarlo el que se encontraba ahí.
Suspiró hondo y caminó con pasos firmes hasta llegar al sector vip, un área privada
para los más adinerados, pero su corazón, su boca y toda el alma cayó al suelo cuando
no solo el hombre de sus tormentos estaba ahí, no, estaba su jefe inmediato Rodrigo,
junto con nuevamente el jefe de recursos humanos.
Rodrigo reía a carcajadas por algún comentario de Arón o de D Luca cuando fijó su vista
en la impresionante mujer que tenía enfrente y se quedó pálido, automáticamente
Giancarlo volteó hacia donde Rodrigo miraba y la vió ahí, más hermosa que nunca, la
repaso de pies a cabeza y rápidamente sujeto la botella que Cloe dejo resbalar de su
mano sin querer, por la impresión de verlos a los tres ahí.
Ella tembló, todo su cuerpo vibró Giancarlo se puso de pie arrugando el ceño. —
¿Señorita Adams? Inquirió sorprendido. ¡Cloe! Exclamó Rodrigo también al ponerse de
pie para llegar hasta ella.
—¿Qué haces aquí?
—Se…señores buenas noches. Aquí trabajo, contesto la pregunta de Rodrigo.
—Pero… pensé que… habló Miller y volteó a observar a Giancarlo quien con el ceño
fruncido no dejaba de quemarla con la mirada.
—Pensé que de nuevo se reincorporaría a la empresa Giancarlo.

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—Si eso también pensé yo. Escupió molesto D Luca sin dejar de mirarla ni un solo
segundo.
—Y lo haré caballeros pero este es mi otro trabajo, como ven. Necesito el dinero y si
por mí fuera tendría mil trabajos también, así que ya tienen su bebida con permiso.
Intento girarse cuando Giancarlo la tomó del brazo sujetándola antes de que se
marchara.
Ella volteo a observar el agarre en su brazo y sintió una adrenalina correr por su cuerpo
al sentir el tacto de ese hombre del pecado.
—¡Cloe! Bramó con calma. Te dije que no quería que volvieras aquí. Habló apretando
los dientes, no quería montar un espectáculo ahí, pero si fuera por él la cargaba sobre
su hombro y la llevaba a su departamento para azotar ese tremendo culo que tenía.—
Y yo le dije que necesitaba el trabajo, sus miradas estaban fijas, era como un campo de
batalla, donde no existía nadie más que ellos dos, todo el mundo desapareció solo
existía ese hombre para ella.
Mientras tanto Rodrigo no dejaba de mirarla por Dios, era una verdadera obra de arte,
debería ser delito que una mujer como ella estuviera en un lugar así, era la creación
perfecta ante sus ojos.
Por su lado De Luca estaba enloqueciendo de rabia, no podía aceptar verla ahí
trabajando donde miles de hombres la mirarían, la tocarían, un mínimo roce siquiera a
él ya lo enfermaba, quería besarla, de eso ya no había duda, quería acariciar su largo
pelo por horas, tomarla de su pequeña cintura y levantarla en un solo brazo, que con un
mal movimiento estaba seguro la rompería, era tan pequeña y delicada ante sus ojos.
Pero nada podía hacer, ella no era nada suyo, es más prometió respeto, no volvería a
hacer una tontería, no volvería a alejarla, no se privaría de esa oportunidad de verla
todos los días en la empresa.
Finalmente Giancarlo la soltó suavemente y Cloe se sintió vacía quería más, quería más
contacto, más roce entre su piel, estaba volviéndose loca por ese hombre que era su
pesadilla.
Se alejó de ahí bajo la mirada de ambos hombres que no dejaban de mirarla recorriendo
cada parte de su precioso y bien formado cuerpecito.
—Ya, ¿dejarán de devorarla con la mirada y me estregaras esa botella de whisky?
Bromeó Arón quien observó toda la escena con picardía, pues sabía que ambos
hombres estaban interesados en esa preciosa mujer, que a él tampoco le era
indiferente, pero él era un hombre con compromiso. Bueno eso ni él se lo creyó. Ambos
se sentaron en total silencio. Rodrigo observaba a D Luca y él solo miraba en un punto
fijo, Miller podría notar cuando Giancarlo estaba interesado en una mujer para llevársela
a la cama, pero curiosamente esta vez no veía ese deseo en su mirada, veía otra cosa,
¿Qué era? No pelearían por una mujer ¿o si? Eso sería absurdo, son amigos desde la
universidad, nunca han peleado, pero ¿si a él también le gustaba Cloe? Que dilema.
—¿Ahora nos dirás qué sucede con esa mujer Giancarlo? Preguntó Arón bajo la atenta
mirada de Miller.
—¿Qué tiene que pasar? Nada es una mujer más. Giancarlo se sirvió un vaso de whisky
bebiéndola de golpe. Pasándose la mano por el pelo. Esa noche que pensaron que se
distraerían resultó todo lo contrario había cierta tensión entre ambos amigos eso era
notorio, los tres se dieron cuenta, al final se despidieron y cada uno fue por su lado.
Cloe ya no volvió arriba ni por un solo momento, no quería volver a verlos y menos a D
Luca, ese hombre la ponía mal, era lucifer en persona, por todos los cielos.
Cloe terminó su turno, esta vez si estaba contenta pues iría a dormir en su cama
calentita y debía apurarse para así poder dormir unas horas ya que debía estar puntual
a las 7 de la mañana en D Luca Company ese mismo día unas pocas horas después.
Cogió su cartera de su casillero y salió a toda prisa para ver si tomaba algún autobús o
iría en taxi, no quería arriesgarse a que la asaltaran nuevamente y le sacaran todo el

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dinero que tenía, eso sí sería una catástrofe. Se despidió de Paul y salió del club,
comenzó a caminar unos pasos cuando sintió la presencia de alguien detrás de ella,
caminó más aprisa con el corazón en la mano cuando de pronto alguien la tomó por el
brazo y ella sin dudarlo y como siempre preparada tomó de su bolso un aerosol y giró a
rociarle a la persona que la tenía sujeta del brazo.
—¡Haaa! Grito frotándose el ojo nada más y nada menos que Giancarlo de Luca. Cloe
parpadeo tan rápido como si su vida dependiera de eso al ver a su jefe gritando de dolor
por la quemazón y el ardor que seguro estaba sientiendo.
—Ay por Dios ay por Dios, perdóneme por favor. Trató de ayudarlo mientras que el
seguía frotándose el ojo.
—¿Qué te pasa? Gritó él furioso.
—Usted tiene la culpa porque me hace eso, yo pensé que era algún malviviente que
quería asaltarme.
—Tu, Giancarlo abrió uno de sus ojos, señalando a Cloe con el dedo, tú eras la loca del
otro día… Cloe no entendía a que se refería. Levantó una ceja y puso sus brazos en
forma de jarra apoyando sus manos en su cintura.—¿loca? Loca su abuela fíjese.
Contesto desafiante.
—No puedes andar por la vida rociándole a la gente en sus ojos, puedes dejarlos ciegos
por Dios.
—Y usted no puede ir asustando a la gente así puede dar un infarto a alguien o peor
aún puede salir herido.
—¿Más herido que esto? Giancarlo señaló sus ojos frotándose aún con una mano.
—Ay por favor, deje de llorar como nenita, si es apenas un desodorante, tiene suerte de
que está vez no traiga un insecticida.
—Estas loca, definitivamente… —A ver y a todo caso, ¿Qué hace usted siguiendome?
—No la estaba siguiendo… Cloe levantó una ceja…—¿Ah no?
—No, yo casualmente salía del club y pues te vi.
—Si, aha. ¿y que más? Ándele cuénteme.
—Esto mañana me dolerá señorita Adams. Volvió a señalar sus ojos. Ella rodó los ojos.
—Mire no tengo tiempo debo llegar a mi casa es muy tarde así que, hasta mañana señor
D Luca nos vemos en la empresa, giró sobre sus talones.—¡Espera! Cloe por favor.
Pidió… —Eemm, puedo acercarte hasta tu casa si quieres. Ella achicó sus ojos para
mirarlo dudosa. La verdad ese hombre no la asustaba, pero en todo caso si es que se
quería propasar pues le rociaba nuevamente y listo.
—¿Y a que se debe tanta amabilidad de su parte? Giancarlo de acercó más a Cloe y
ella en lugar de retroceder se quedó pegada al piso anhelando su cercanía, su tacto, un
mínimo roce.
—No puedo dejar que una mujer tan hermosa como tú ande sola.
—Aha, ¿si era fea dejaría que me arrolle un autobús y no movería un dedo?
—¡Dios! No, claro que no... —Mire ya, está bien lléveme a mi casa que estoy cansada,
me duelen los pies y tengo unas pocas horas para dormir. Giancarlo abrió muy grande
los ojos. Jamás nadie le había hablado así, mucho menos ordenarle. ¿Qué carajos
pasaba aquí?
Camino detrás de Cloe rápidamente al ver que ella se alejaba.
¡Espera! Grito ¡Te he dicho que esperes!
—¿Qué, que sucede? ¿No dijo que me llevaría? Pregunto Cloe.—Pues si. —¿y
entonces, ya se arrepintió?
—No, es que mi auto está allá y tú vas hacia allá. Gian señaló con el dedo con una
mueca en sus labios. Cloe muerta de vergüenza giró sobre sus talones y caminó hacia
el auto de su jefe, sin esperarlo.
¡Joder! Esta mujer está loca. Le había puesto la cruz ¿Qué pasó caray? Gruñía detrás
de ella. Mientras que Cloe refunfuñaba caminando apresurada.

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—¿Qué pasó Diosito, no me escuchaste cuando te dije que le ponía la cruz a este
hombre? Creo que tú entendiste al revés que este hombre sea mi cruz verdad, si aha
eso fue lo que pasó por que virgen bendita me está enloqueciendo.
Finalmente subieron al auto, Giancarlo estaba solo, no traía chófer, hoy su amigo y
chófer tenía día libre.
—Vaya. Comentó Cloe en voz baja pero Gian logró escucharla.
—¿Qué sucede? Preguntó curioso. —¿Hay algo que usted no tenga de impresionante?
Soltó de pronto sin darse cuenta que de nuevo su boca hizo corto circuito con su
cerebro.
Gian sonrío burlón, pues lo tomó en doble sentido.
—¿Le gustaría averiguarlo señorita? Habló en tono seductor, Cloe ardía de vergüenza,
se limitó a girar el rostro y no volver a hablar.—¿No dejarás de trabajar en el club cierto?
Ella negó moviendo la cabeza repetidas veces sin mirarlo.
—Eres terca… gruño el hombre de sus tormentos.
—Necesito el trabajo. Contesto rápidamente.
—Ya tienes uno… —No me alcanza, usted no sabe todo lo que yo tengo encima señor
D Luca. Él solo observaba sus labios, esos labios tan suaves, tan delicados, moría por
besarlos y morderlos a su antojo.
—Si necesitas algo solo pídeme… ella negó varias veces,..
—Ya es más que suficiente lo que usted hizo por mí señor D Luca.
De pronto el auto paró frente a la casa de Cloe. ¿Tan rápido? Pensaron los dos al mismo
tiempo.
—Muchas gracias señor, lo veré mañana y de nuevo gracias por la casa y por el traba….
Sus palabras quedaron atascadas en su boca cuando Giancarlo asaltó su boca sin
previo aviso, sin miramientos, ya no aguantaba un segundo más. Se volvería loco si no
la besaba. Cuando de pronto Cloe volvió a sacar su aerosol y le roció nuevamente el
ojo.
—¡Haaaa! Grito frotándose el ojo.
—No vuelva a ponerme un dedo encima señor D Luca.
—Buenas noches. Contestó bajándose campantemente del auto contoneando la cadera
y adentrándose en su casa.
¡Carajo! Que le pasaaa. Gritó Giancarlo, totalmente desconcertado por lo que acaba de
ocurrir. Le ardía el ojo, es más todo le ardía.
No era este el escenario que me imaginaba ¡joder! Gritó golpeando el volante de su
auto.
Tenía la esperanza de que me correspondiera el beso.
Miró hacia la casa de Cloe una vez más antes de poner en marcha el auto.
¡Loca! Dijo antes de marcharse de ahí.
Capítulo 10. Más de ti por favor.
Cloe entró a su casa con el corazón en la mano, esperaba que después de esto de
nuevo su jefe no la eche a la calle, Ay Cloe no puedes controlar tu genio por Dios.
Entró presurosa a su casa sin hacer ruido ya que su madre y María ya estaban
durmiendo, entró a su habitación y recién ahí se permitió respirar hondo, su pecho latía
desbocado, se recostó en la puerta cerrando los ojos.
—Me besó. Susurró sonriendo ligeramente. Es un idiota, que le pasa. Volvió a sonreír,
creo que la idiota era ella.
Será tan difícil trabajar cerca de él. Pensó, al mismo tiempo que sentía miles de
revoluciones. Sacudió su cabeza eran las 2:40 de la mañana, se despojó rápidamente
de su ajustado vestido y se lanzó a la cama en ropa interior, no sin antes colocar el
despertador para despertarse constatando de que dormiría solo tres horas.
Apagó la luz y apenas su cabeza tocó la almohada se durmió rápidamente sin pensar
en más nada, ya no quería pensar en D Luca, mucho menos en lo que pasó hoy. Al día

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siguiente su despertador sonó a las 5:40 puntualmente, Cloe gruñó varias veces porque
no quería despertar, había dormido tan poco que solo quería quedarse una hora más
en la cama.
Sin embargo a duras penas y arrastrando sus pies llegó hasta el baño donde tomó una
ducha, se limpió los dientes para luego vestirse con un pantalón de vestir en color negro
y una blusa blanca, su cuerpo era tan perfecto que la ropa le quedaba de una forma
muy armoniosa.
Peinó su largo pelo y agarrando lo poco que tenía, un poco de dinero para su
autobús bajó a la cocina.
María y su madre de seguro seguían dormidas así que se preparó un café, lo tomó
apresurada y dejó un poco de dinero en la mesada de la cocina con una nota para María.
Y salió presurosa de la casa para tomar el autobús y llegar en el tiempo justo y perfecto,
moría de sueño, sin embargo la felicidad no le quitaba nadie. Un nuevo y mejor dia será.
En cuestión de veinte minutos Cloe había llegado a D Luca Company, ya tenía su carnet
nuevamente de empleada ya que el día anterior ya había firmado nuevamente su
contrato. Miró para todos lados antes de subir al ascensor sin embargo no vió a nadie
en particular solo a la recepcionista y algunos pocos empleados que acababan de llegar,
ya que faltaba aún veinte minutos para comenzar el horario laboral. ¿pero a quien
realmente quería ver?
Subió hasta su departamento, aún no habían llegado sus compañeros mucho menos la
desagradable secretaria a quien lastimosamente tenia que seguir viéndola.
Cuando sus compañeros llegaron y la vieron ahí quedaron con la boca abierta,
parpadeando una y otra vez.
—¡Cloe! ¿Qué haces aquí? Pregunto Erick.
—Aah si no me quieren aquí, me voy. Bromeó Cloe y todos se acercaron rápidamente
a donde ella estaba.
Adara muy emocionada la envolvió en un abrazo, mientras que Darius la miraba
enamorado, su sonrisa de oreja a oreja no lo disimulaba.
—¡Hermosa! Volviste. Habló Darius. Ella asintió sonriendo.
—Así es chicos, estoy de vuelta y con muchas ganas de trabajar con ustedes…—¿Pero
que fue lo que pasó contigo mujer? Te llamé tantas veces u tú teléfono me daba
apagado. Era Adara quien reclamaba.—Aah, si lo lamento me pasó de todo, me robaron
el teléfono, así que chicos estoy incomunicada.
—Oh cuanto lo siento cariño. Habló Adara apenada.
—A todo esto Cloe, ¿Qué fue lo que sucedió con el jefe? Pregunto Erick y todos la
observaron intrigantes.
—Nada que contar chicos, malos entendidos nada más, pero solucionado. Explicó Cloe
tratando de zafar el tema, no hablaría mal de Giancarlo, no entraría en más problemas.
—Yo creo que el jefe es un patán. Bramó Darius dirigiéndose a su escritorio.
—¡Darius! Reclamó Adara. El se encogió de hombros.
—¿Estoy equivocado Cloe? Posó su vista en ella. Cloe solo parpadeó, mordió
ligeramente sus labios y negó.
—Lo importante es que estoy nuevamente aquí con ustedes y estoy feliz. Contestó ella
desviando el tema.
—Nosotros también estamos felices guapa. Agregó Adara.—Buenos días. Saludó
Rodrigo posando su vista en Cloe al entrar.
—Buenos días señor Miller contestaron los cuatro.
—Que tengan un buen día. Habló frunciendo el ceño, cosa que era raro en él, ya que el
siempre estaba con una sonrisa.
Señorita Adams puede venir a mi oficina por favor. Pidió amablemente, ella asintió
poniéndose de pie para caminar delante de su jefe quien le había dado paso para que
pasará ella primero.

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—Adelante por favor. Abrió la puerta para darle paso.
—Toma asiento Cloe. Callada lo hizo observando a su jefe como la primera vez que
estuvo ahí.
—Primero que nada, bienvenida de nuevo Cloe.
—Gracias señor Miller. Él sonrío. —Y de lo que le quería hablar es sobre que fue lo que
realmente pasó para que decidieras irte de aquí así sin más. Ella agachó la cabeza
jugando con sus dedos, ¿Qué le diría? Sabía que el no era ningún tonto.—Un mal
entendido señor pero está solucionado, nada de qué preocuparse.
—¿Giancarlo quiso propasarse contigo? Soltó sin más. Cloe abrió grande los ojos
observándolo.
Finalmente negó. —No señor, ya le dije un mal entendido y está todo solucionado con
el señor D Luca. Rodrigo la miraba no muy convencido de todo lo que le decía, pero
sabía que no le quitaría más información así que se conformó con eso.
—Me alegra mucho Cloe, y me alegra mucho tenerte nuevamente trabajando para mí.
La forma en la que Rodrigo la miraba denotaba la atracción que sentía por ella.
—¿Ahora Cloe, que haces trabajando en un club así?
—Eso no puedo responderle señor ya que se trata de mi vida personal, pero solo le diré
que tengo muchos asuntos personales y económicos que resolver. Él asintió.
—Esta bien. Ya no te quito tu tiempo y tampoco soy quien para meterme en tu vida,
pero si necesitas algo solo dímelo por favor.—Muchas gracias señor, y me retiro.
Contestó, él sonrío moviendo la cabeza afirmando.

—Ah otra cosa Cloe… ella giró a mirarlo nuevamente. Se le notaba un poco raro.
—Las otras veces… se mantuvo en silencio por unos segundos…—El otro día, te llamé
y pues me daba apagado tu teléfono. ¿Qué sucedió? Miller se rascó la cabeza, Cloe no
entendía para que él la había llamado.
—Emmm, si lo que pasa es que se me robó el teléfono y estoy incomunicada.
—Oh entiendo. Está bien, puedes retirarte. Cuando abrió al puerta, se topó con el
hombre que no quería ver, con nada más y nada menos que Giancarlo D Luca, Cloe se
asustó al verlo ahí parado, se sorprendió al verlo con unas gafas negras y luego recordó
lo sucedido y se sintió avergonzada.
—Buenos días señor D Luca. Saludó bajito sin volver a mirarlo.
—Señorita Adams, es todo lo que dijo con una voz gruesa y ronca, parecía molesto.
—¿Se encuentra bien? Se atrevió a preguntar, sabiendo la respuesta.
—Mmm, digamos que me duele el ojo porque cierta loca anoche me roció dos veces un
estúpido aerosol. Escucho una pequeña risa detrás, Cloe giró y Giancarlo lo fulminó con
la mirada.—Tenga cuidado señor con qué clase de loca se topa, hoy puede ser sus ojos
mañana quien sabe. Contesta irónica.
—Con permiso. Pide, Giancarlo gruñe dándole paso.
—Me la cobrare señorita. Le susurró al pasar a su lado. Cloe tragó grueso y siguió de
largo, quería alejarse de ahí lo más rápido que podía.
Cloe volvió a sus funciones, sin embargo no dejaba de pensar en ese hombre que la
desesperaba y no en el buen sentido.
Al llegar la hora del almuerzo, Darius invitó a Cloe a comer, ella trató de negarse pero
finalmente aceptó, primero porque se moría de hambre y segundo porque se moría de
hambre. Si así es llevaba muchos días sin comer una buena comida.
Salieron juntos de la oficina, al salir Darius le había contado algo gracioso a lo que ella
río sin contenerse, para nuevamente toparse con Miller y D Luca hablando cerca del
escritorio de su secretaria.
Al ver a ambos, paró totalmente su risa, ambos la miraron con el ceño fruncido y luego
a Darius.—Iremos a almorzar, aclaró Darius antes de caminar hacia el ascensor y para
molestarlos aún más posó su mano en la cintura de Cloe hasta subir al ascensor.

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Rodrigo quería asesinar a Darius, Giancarlo quería enterrarlo vivo, se quedaron en
silencio lo dos al ver como Cloe subía al ascensor con su compañero de trabajo.
—¿Por qué Smith va con Adams? Preguntó Giancarlo. Rodrigo negó serio… —No lo
sé. Contestó ambos morían de celos.
Giancarlo subió a su oficina refunfuñando y pateando todo a su paso cual niño pequeño
cuando quería algo y no se lo daban.
—¡Luke! Llamó a su amigo.
—Mande jefe… Quiero que me compres un teléfono, el más lindo que haya con un
número nuevo.
—¿Desde cuando necesitas otro teléfono para hacer tus fechorías?
—Muy gracioso… No es para mí, es para la loca. Contestó Giancarlo, pues es mañana
Giancarlo había bajado con unas gafas negras y tuvo que relatarle a su chófer lo
sucedido, por supuesto que Luke solo se echó a reír como nunca en su vida. Como
justamente ahora lo está haciendo de nuevo.
—¿Primero te deja casi ciego y ahora le quieres regalar un teléfono? ¡Joder! ¿Qué tiene
la loca? Debo conocerla, es mi héroe.
—Ahórrate tus comentarios tontos Luke, que ya bastante te has burlado de mi ésta
mañana, quiero para la tarde.
—Claro jefe, lo tendrá… Adiós. Es todo lo que Giancarlo dijo al cortar el teléfono.
Giancarlo miraba la hora en su reloj pasándose la mano por el rostro. ¿estaba celoso?
—No, ¡joder! ¿Por qué estaría celoso? Ella no significa nada.
¡Carajo! Exclamó agarrando su chaqueta y saliendo de su oficina. Ni él sabía lo que le
pasaba con esa preciosa niña.
—¡Dana! Exclamó al salir dirigiéndose a su secretaria.
—Dígame señor… —¿Todavía no almorzó verdad? La secretaria sonrío coqueta.
—No aún no señor…—¿Dónde suelen almorzar los empleados de aquí? Preguntó
curioso.—En el restaurante que está aquí a la vuelta. Contestó ella.
—Vamos, la invito a almorzar. Contestó su jefe y a ella se le iluminaron los ojos. Brincó
de sus silla tomando su bolso para caminar a lado de su jefe rápidamente. La verdad
era que Giancarlo solo quería saber si Cloe se encontraba ahí con ese sujeto. De lo
contrario perdería su tiempo yendo a ese restaurante con su secretaria, que estaba más
que feliz ya que bajó a lado se su jefe contoneando las caderas, bajo la atenta mirada
de todos los empleados que se encontraban en el lobby.
Ella creyó que su jefe en verdad quería almorzar con ella por eso el motivo de su
invitación, la verdad era otra, una verdad que no le gustaría saber.
Finalmente llegaron al dichoso restaurante, al ingresar el observó a todos lados
buscando a esa mujer que lo estaba enloqueciendo. Finalmente dio con ella,
efectivamente estaba almorzando ahí.
—Vamos exclamó Giancarlo para tomar asiento en una mesa continúa a la de Cloe y
Darius. Cloe seguía riendo con su compañero cuando posó su vista en su jefe, sus
facciones cambiaron totalmente para convertirse en uno serio y sorprendida.
Darius giró a observar hacia donde la hermosa Cloe miraba y los vio ahí, saludó
cortésmente, mientras que Giancarlo se mantuvo serio.
Era raro verlo comiendo ahí, ¿Desde cuándo iba a almorzar ahí y con su secretaria? Se
preguntó Darius.
Cloe sin embargo sintió una punzada en el pecho al ver a su jefe con su secretaria y
solo se limitó a seguir comiendo en silencio, bajo la atenta mirada de Giancarlo quien
no dejaba de apreciar su hermoso rostro, sus delicados gestos y su hermosa sonrisa.
Al terminar de almorzar rápidamente Cloe pidió a Darius retirarse del restaurante
después de pagar la cuenta.

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Giancarlo hizo lo mismo, se sentía patético por estar así por una mujer que casi lo deja
ciego, sin embargo una fuerza sobre humana lo empujaba para hacer y seguir haciendo
tonterías.

—Por fin llegan. Exclamó Rodrigo molesto, celoso. Apenas pisaron la oficina.
Ambos lo observaron desconcertados, él nunca le hablaba así a nadie… —Todavía
estamos en nuestra hora de almuerzo señor. Contestó Cloe, como tenía tan suelta la
boca y no podía mantenerse callada nunca, y eso a Miller lo único que le provocó fue
querer besarla, se encerró en su oficina dando un portazo y no volvió a salir de ahí.
Cloe no sabía lo que estaba sucediendo, todos actuaban muy extraños.
La tarde pasó rápidamente, no volvió a ver a ninguno de sus jefes, agradeció al cielo y
a todos los ángeles, no quería ver especialmente a Giancarlo. Darius se ofreció a llevarla
a su casa pero ella no iba para allá, ella tenía otro trabajo que cumplir así que se negó
rotundamente.
Bajaron los cuatro hasta la salida y cada uno por su lado, Cloe se apresuró en caminar
para llegar a la parada cuando un auto se atravesó en su camino.
Cloe ya pensaba hacia donde ponerse a correr, mirando para todos lados, cuando
Giancarlo abrió la puerta trasera del auto.—¡Sube! Ordenó. Cloe enarco una ceja. Y
este que le sucede, dice sube y yo subiré así como así. Faltaba más.
—Mire señor D Luca aquí afuera usted ya no es mi jefe, así que no quiera ordenarme.
Luke silbó por lo bajo. Gian gruño molesto.
—Quiero hablar con usted señorita y llevarla a su otro trabajo, eso dijo rodando los ojos.
Cloe pensó por un instante, metió su mano en su bolso para corroborar de que traía su
aerosol y finalmente subió al auto.
Giancarlo en un extremo y Cloe en el otro. Luke la observaba a través del retrovisor, la
otra vez no la había visto de cerca, y ahora que la veía, ya supo porque su jefe andaba
delirando.
—¿Puedo ver tus ojos? Preguntó Cloe un poco avergonzada.
—¿No volverás a rociarme? Negó sonriendo. Gian se quitó las gafas y sus ojos estaban
muy rojos por la quemazón.
Cloe mordió su labio apenada. —Perdóneme señor creo que de me paso la mano. Luke
se carcajeo, Giancarlo lo fulminó con la mirada. Solo se aclaró la garganta y siguió
conduciendo.—Ya se me pasará tranquila, creo que me merecía por… se calló. —Mira,
esto es para ti.
Cloe achicó los ojos mirando el bolso dudosa.
—¿Y esto que es?
—Toma, anda revísalo… Quedó en shock cuando vió de que se trataba.
—¿Qué es esto? Preguntó sorprendida…
—Esto es un teléfono las personas normales lo usan para comunicarse, para llamadas
y mensajes.
—Que simpático señor D Luca, ¿Qué comió está tarde?
—Ah si no me conteste, ya se lo que comió. Gian enarcó una ceja… —¿A que te
refieres?
—Nada, absolutamente nada. Contestó, en verdad Cloe estaba celosa de su secretaria,
pues ella pensó que Giancarlo tuvo sexo con ella o tienen algún tipo de romance.
—Mire señorita Adams, no piense cosas que no son por favor.
—No, yo no… hizo un gesto con su mano cerrando los labios en forma de cierre.—Pero
lo siento, no puedo aceptarlo, así que tome y dese lo a su secretonta, digo a su
secretaria.
—¡Cloe! Por favor, sé que lo necesitas… Oh sí, Giancarlo había escuchado la
conversación que tuvo con Miller esa mañana, escuchó que le habían robado su

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teléfono, pero lo que más le molestó fue que Rodrigo la llamó…¿Para que carajos
querría él llamarla?
—¿Usted lo que quiere es que yo le deba a usted hasta mi alma? ¿Acaso es Lucifer y
me está tratando de persuadir para que le venda mi alma? Giancarlo se carcajeo sin
poder evitarlo.
—¡Dios! ¿De donde sacas tantas tonterías? Ambos se quedaron mirándose fijamente.
Giancarlo se acercó a Cloe para sacar una pestaña que había caído en su mejilla.
Cloe sintió morir ante su tacto, ese tacto que ansiaba sentir a pesar de todo. Lo odiaba
pero también lo anhelaba.
—Acepta por favor, y no me debes nada, solo que pienso que te hace falta pues si tu
mamá necesita algo ¿como se comunicarán contigo? Cloe pensó y pensó, este hombre
si que sabe persuadir. Debe ser algún político o algo por tener tal poder de
convencimiento.—Está bien, acepto solo porque en verdad necesito y no tengo como
comprarlo ahora mismo. Pero apenas cobre mi primer sueldo se lo devolveré.
Giancarlo sonrío afirmando, no le cobraría nada, eso no es de caballeros. Llegaron
hasta el club, Luke bajó para darles privacidad.
—Gracias señor D Luca y discúlpeme por lo de su… señaló los ojos de Gian, él sólo
amago un gesto restándole importancia.
De pronto no lo vio venir cuando Cloe se acercó a él para dejar un dulce beso en la
comisura de sus labios, eso lo dejó totalmente noqueado. Abrió muy grande los ojos
para mirar fijamente a Cloe. Ambos se miraron fijamente, Giancarlo delineó los labios
de Cloe sin poder evitarlo, quedándose en silencio por un instante.
Se colocó rápidamente sus gafas para luego unir sus labios con los de ella. Cloe se
despegó y río por lo que hizo, ella tomó con ambas manos las gafas y se las quitó, Gian
cerró sus ojos automáticamente por temor a que de nuevo le rociara, pero en lugar de
eso lo que sintió fueron unos dulces labios sobre los suyos.
Sin dudarlo la tomó de la nuca para profundizar el beso, Cloe sintió flotar en el aire,
¿que le estaba pasando? Pero en verdad este hombre anulada todos sus sentidos, era
tan estúpida pero pensó dice el dicho mientras llega el indicado disfruta del equivocado
¿o no?Se alejó de él lentamente sonriendo tímida, Giancarlo quedó estupefacto, no lo
podía creer.
—Hasta mañana señor D Luca, que descanse y gracias por la molestia, señaló el bolso
con el teléfono y se bajó del auto, dejando a un completo y totalmente idiota Giancarlo,
la observó hasta que se perdió dentro del club para luego recostar su cabeza en el
asiento trasero del auto.
—Juro que si con esa mujer tú juegas yo dejo de trabajar para ti. Exclamó Luke
mirándolo fijamente después de entrar en el auto... Y no estoy jugando agregó.
Giancarlo sin embargo seguía en las nubes ¿Cómo era posible que un simple beso lo
volviera loco de esa manera?

Suspiro hondo… Anda Luke llévame a casa, pidió acariciando sus labios.
—Pareces un idiota. Comentó Luke para poner en marcha el auto negando y sonriendo
al ver a su jefe en las nubes.
Capítulo 11. Me estás volviendo loco.

Cloe entró al club sonriendo, Paul el guardia enarco una ceja al verla entrar sonriendo
y miró hacia la calle el auto del cual se había bajado.

Cloe dejó un beso en la mejilla del hombre y se adentro hasta los sanitarios para
cambiarse de ropa, ya que aún traía puesta su ropa de oficina.
Ingresó cerrando la puerta detrás de ella, se recostó en la misma y sonrió como tonta
palpando sus labios.

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Esta vez fue ella la que se atrevió a dar ese pequeño paso, pero le encantó cuando
Giancarlo la besó de esa manera, nunca jamás nadie la había besado así, tuvo un novio
pero jamás la hizo sentir de esa manera, con un beso y en la cama mucho menos.
Hace mucho tiempo que no sentía la caricia de un hombre.
Cloe sacudió su cabeza, intentando borrar esos pensamientos para cambiarse
finalmente de ropa y salir a realizar sus tareas antes de que las personas llegaran. Era
viernes ésta noche estaba segura que el club estaría lleno y efectivamente al pasar las
horas los clientes llegaban unos tras otro, no daban abasto, eran pocos, en verdad el
club necesitaba más personal.
Finalmente al llegar la hora de su salida se dispuso rápidamente a salir del club, estaba
agotada, los pies le dolían como nunca, tener dos trabajos era agotador, sin embargo
estaba más motivada que nunca ya que si juntaba rápidamente el dinero podría pagarle
a Giancarlo lo que le debía y dejar de trabajar en el club.
Al salir se despidió de todos y caminó presurosa para intentar tomar algún autobús o
algún taxi el que fuere más rápido.
Cuando de pronto fijó la vista en un hermoso hombre recostado en su auto con los
brazos cruzados mirando hacia su dirección, ella enarcó una de sus cejas y volteó a
mirar hacia atrás, pensando que miraba o esperaba a alguien más.
El hombre al darse cuenta del rostro confundido de Cloe sonrió de lado negando. Para
descruzar sus brazos y caminar lentamente hasta ella.
—Hola. Saludó sin borrar su sonrisa. —Señor Miller, ¿qué hace usted aquí? Preguntó
dudosa.
—Casualmente pasé por aquí la ví y decidí quedarme, ella achicó sus ojos, ¿Qué
casualidad que justo haya pasado por ahí también él? Cloe no era tonta, es más dudaba
de casi todo y todos.
—Bien, que tenga una buena noche. Exclamó para apartarse de él, pero Rodrigo la
sujetó suavemente del brazo.
—¡Espera! Por favor, déjame llevarte a tu casa, es tarde para que andes sola por la
calle, es peligroso.
Parpadeo una y otra vez. ¿Acaso se han puesto de acuerdo con D Luca para hacer
algún tipo de apuesta o algo? Primero Giancarlo y ahora él. Qué raro.
—Descuide no se moleste por favor señor Miller, yo tomaré un autobús o un taxi, usted
vaya a descansar por favor.
—No podré pegar un ojo sabiendo que estás por la calle Cloe, pudiendo ocurrirte algo.
Habló muy cerca de su rostro, chocando su respiración con la de ella.
Cloe lo miró fijamente, trago grueso, ¿Cuál era su jodida intención? —¿No aceptará un
no por respuesta cierto? Preguntó Cloe sin despegar la vista de él. Rodrigo negó.
—Bajo ningún termino… —Bien, está bien. Pero como que ya se le está haciendo
costumbre ¿no?. Rodrigo arrugó el ceño, no entendía a que se estaba refiriendo.
Abrió las puertas de su auto dando paso a Cloe para luego el rodear y subirse alado.
Cloe se sentía tensa, incómoda, no era igual como cuando estaba con Giancarlo, a
pesar de que Giancarlo era el dueño de D Luca Company con él se sentía más en
confianza.
Sintió la mirada de su jefe, volteó ligeramente su rostro y lo vió sonreír antes de poner
en marcha el auto.
¡Virgen de los calzones! Debería ser delito tener esa sonrisa.
¡basta Cloe! Es tu jefe. Aahh si tu jefe, eso no dijiste hoy cuando besaste a D Luca.
—Eso es punto aparte. Exclamó en voz alta.
Rodrigo la observó interrogante.
—¿Qué es punto a parte?

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—Mmm, nada, nada solo hablaba con mi conciencia. Explicó al punto que volteo hacia
la ventanilla para rodar los ojos por sentirse bruta. —Dime donde te llevo. Pidió Rodrigo
amable.
Cloe le indicó por donde ir, marcando el camino en el GPS.
—¿Tienes novio Cloe? Soltó de pronto Rodrigo, se arrepintió al instante, pero ya lo
había dicho.
—¿Eh? Preguntó Cloe confundida.
—¿Novio? No, no se lo que es eso hace uff mucho tiempo. Contestó ella medio
burlona…
—¿Y usted? Preguntó abriendo grande los ojos por semejante pregunta que acaba de
hacer. El sonrió y movió la cabeza negando.
—No… no tengo novia, esposa, nada. Eso dijo fijando la vista en ella por breves
segundos. Ella parpadeo, se lamió los labios y giró nuevamente, se sentía incómoda
por el rumbo que había tomando la conversación con su jefe.
Gracias a todos los ángeles en cuestión de minutos llegaron en silencio, su casa no
quedaba tan alejado del club.
—Gracias por traerme señor Miller. Agradeció Cloe.
—¿Te molestaría llamarme por mi nombre Cloe? Ella se mordió nuevamente los labios
antes de hablar. —Seria una falta de respeto, usted es mi jefe. El volvió a negar
sonríendo...—No quiero ser tu jefe, dijo agarrando un mechón del pelo de Cloe
poniéndola detrás de su oreja. Cloe sintió agonizar, mentalmen

lenta y dolorosamente pidió dentro de ella. Su rostro era un poema.


—¿Tiene algo que hacer mañana en la mañana? Presuroso cambio de tema al ver el
rostro desencajado de Cloe. Y espero ansioso de que dijera que no para dar su
segundo paso.
—Dormir. Bromeó Cloe. Y cuidar a mi madre. Añadió.
—¡Oh! Dijo agachando la cabeza…—Ya que mañana no trabajamos, ¿te gustaría ir a
un lugar conmigo? Ya está, ya lo dijo, solo esperaba una patada en sus preciosos
tesoros y ya. Sin embargo la patada nunca llegó.
—¿Ir a un lugar con usted? Parpadeo incrédula de lo que estaba escuchando. ¿su jefe
la estaba invitando a salir?

—No lo sé. Contestó avergonzada… —Anda Cloe acepta, sin ningún compromiso o
responsabilidad. Solo como dos amigos, olvida que soy tu jefe, solo como amigos.
Pidió.
Ella pensó y pensó hasta que finalmente sonrió y movió la cabeza en afirmación.
—Esta bien… Rodrigo se llenó de júbilo, no podía dejar de sonreír. —Muy bien pasaré
por ti a las 10 ¿está bien?
—Perfecto. Contestó Cloe… Ah ¿Y cómo debo ir vestida?
—Nada extraordinario, será un simple almuerzo en la casa de un amigo.
A Cloe se le aceleró el corazón, pensó que tal vez Giancarlo estaría, pero ya había
aceptado, no podía echarse para atrás, no podía ser una cobarde. Además ¿De que se
tendría que esconder?
Rodrigo bajo a abrirle la puerta del auto ofreciéndole la mano como todo un caballero
para bajar del auto.
—De nuevo gracias y buenas noches. Rodrigo aprovechó y dejó un beso en la comisura
de sus labios. Ese simple roce y contacto le provocó miles de sensaciones. Ella en

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cambio se ruborizó y sintió vergüenza, quedó parada unos metros de la entrada de su
casa mirando como Rodrigo subía a su auto y se marchaba de ahí.
Se mordió el labio y suspiró hondo. ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué estaba sucediendo?
Era su jefe, pero él dijo como amigos, sí, eso dijo, solo como amigos.
Sacudió su cabeza de un lado a otro negando, y giró su cuerpo para darse de bruces
con un enorme cuerpo fornido parado justo detrás de ella como una estatua.
D Luca la sostuvo rápidamente de la cintura cuando en el choque de cuerpos Cloe casi
cae de espalda.
El pulso de ella se aceleró increíblemente, una brisa fresca soplaba esa cálida
madrugada.
Ella al ver de quién se trataba, tembló en sus brazos, su corazón bombeaba muy fuerte
el oxígeno que sus pulmones necesitaban para seguir respirando.
—¿Se…señor que hace aquí? Tartamudeó. Pero el rostro de Giancarlo lucia tenso,
molesto, con el ceño arrugado, clara señal de que algo le molestaba.
—Veo que estabas muy bien acompañada. Bramó celoso de ver a Rodrigo con ella. —
Si… sí el señor Miller se ofreció a traerme. No sabía porque se encontraba en la
necesidad de explicarle.
—Ya veo. Añadió sin soltarle la cintura, la tenía pegada a su cuerpo, entonces ella se
removió incómoda ante su cercanía.
—Fui a buscarte al club pero ya no estabas. Su mirada estaba fija en ella, no
parpadeaba, ni siquiera respiraba, y no sabía porque sentía ese derecho sobre Cloe de
ser él, quien la busque, la cuide o la proteja. No otro, no Rodrigo.
—¿Por porque fue a buscarme al club? Interrogó sorprendía Cloe y a la vez un poco
ansiosa por su respuesta. D Luca se rascó la nuca desviando la mirada.
—Es que… es que yo… quería… hablaba pausado, como si no sabía que palabras usar
con ella, las palabras más adecuadas.
—Quería invitarte mañana a un evento. Cloe abrió muy grande los ojos. ¿Que estaba
sucediendo? Primero Rodrigo y ahora Giancarlo la estaba invitando.
Cloe no habló palabra alguna, solo lo observó por largos segundos.
—¿Qué dices? Volvió a preguntar con un brillo especial en su mirada ansiando un
preciado sí de sus labios. —Yo…yo no puedo. Contestó ella, no podía por dos motivos,
una era que ya había aceptado la invitación de Rodrigo de salir con él y segundo y el
más importante, no podría salir con el dueño de la empresa donde trabajaba.
¿Qué diría la gente?, estaría en boca de todo el mundo, incluso en los medios. Ya que
él era una figura pública, no había quien no lo conociera.
—Oh. Es lo que salió de sus labios. Esos labios que Cloe saboreó hace un par de horas
y que le tenía dando vueltas la cabeza. Anulando toda emoción que había sentido
esperando que la preciosa mujer que tenía enfrente le dijera que sí.
—Es que tengo un compromiso asumido señor. Contestó rápidamente, él solo agachó
la cabeza.
—Entiendo, entonces, que tenga buenas noches señorita Adams. Es todo lo que dijo
para pasar a su lado y montarse en su auto para irse de ahí, molesto, celoso.
A unas cuantas cuadras estacionó su auto y golpeó el volante una y otra vez. Una mujer
lo rechazaba, era la primera vez que alguien lo rechazaba.
Cualquier mujer pagaría por ser acompañante de un hombre como él, pero ella lo
rechazó. Suspiró hondo y por largos minutos espero para poner nuevamente en marcha
el auto. Giancarlo no había pegado un ojo pensando en esa hermosa mujer que cada
día se convertía más y más en un capricho para él o en algo más, ni el sabía
exactamente qué era lo que le pasaba con Cloe.
Hoy era el cumpleaños de Arón y como cada año él hacia una fiesta en su casa para
celebrarlo.

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Giancarlo tenía el deseo de llevar a Cloe de acompañante y después tal vez seducirla
y llevarla a la cama y follarla como tanto lo anhelaba, nunca había deseado de esa
manera a una mujer.
Esa necesidad superaba cualquier cosa que jamás haya sentido, el deseo cuando la
veía caminar, hablar, sonreír, al mirar sus hermosas piernas, y ese hermoso culo debajo
de su falda que le moldeaba su figura como una sirena.
Gruño fuerte golpeando sus puños en la cama, giró su rostro para mirar en reloj, las
siete de la mañana, aunque fuera sábado y no tuviera trabajo no podía quedarse por
horas en la cama.
Entonces tomó su teléfono y marcó el número de Ángela, una hermosa modelo, una de
sus amantes, para que lo acompañe al dichoso cumpleaños, nunca iba solo a ningún
evento, casi siempre llevaba a Ángela, incluso se llegó a especular de que había un
romance en popa con la hermosa y exuberante modelo de alta costura. —Hola
Giancarlo. Saludó melosa al otro lado, apenas marco el número de la mujer.
—¡Preciosa! ¿Cómo estás?
—Mejor al escucharte cariño…¿Quieres que nos veamos? Pregunto ella rápidamente
ardía por ese hombre.
—¿Estás en la ciudad Ángela? Preguntó Giancarlo esperando un sí. Pero no ese sí que
ansiaba escuchar de la boca de esa pequeña loca que le traía mal de la cabeza.
—Si Giancarlo, estoy y también estoy ansiosa de verte cariño.
—Genial Ángela, paso por ti a las once de la mañana iremos a un acontecimiento.

—Me parece estupendo nene, aquí te espero a esa hora.


Contestó entusiasmada, pues amaba esos momento con D Luca, al ser vista del brazo
de uno de los solteros más codiciados de California, eso le daba fama, y luego terminar
en un hotel siendo follada por el como nadie otro.
—Nos vemos Ángela contento sin muchos ánimos y colgó.
Bajó hasta el gimnasio donde comenzó a correr en la cinta para tratar de sacar de su
cabeza a Cloe, pero por más que intentaba no podía, esa imagen de ella la noche
anterior con Rodrigo lo atormentaba.
¿Sería posible que Rodrigo estuviera interesado en ella todavía o más aún? Sacudió su
cabeza.
Tal vez si les dejo el camino libre, Rodrigo es un buen tipo, pensó, pero imaginar a Cloe
en brazos de otro, siendo besada, tocada y follada por otro, le produjeron tremendo
celos.
Una hora de entrenamiento bastaron para que Giancarlo pudiera despejarse un poco,
después de ducharse subió al despacho a terminar algunos pendientes de la oficina,
habló unos minutos con su madre para luego vestirse al llegar la hora de ir a buscar a
su acompañante. Cinco minutos antes ya estaba esperándola, la puntualidad en
Giancarlo era una de sus más grandes virtudes, sin embargo en su amante no lo era, y
le hizo esperar casi veinte minutos para luego bajar.
—Hola Giancarlo. Saludó melosa dejando un beso en sus labios. El la tomo de la cintura
para dejar otro beso en los de ella.
—¿Vamos? Preguntó extendiendo su brazo, y subieron al auto.
—¿No me dirás qué estoy hermosa hoy? Habló coqueta. Giancarlo volteó levemente
hacia ella para afirmar.
—Tu siempre estás hermosa Ángela, no tienes la necesidad de que te digan a cada
rato. Ella jugueteó con su costoso bolso sobre sus piernas.
—Pero escucharlo siempre de tus labios para mí es muy placentero. Contestó.
Giancarlo solo sonrío un poco, no era como las otras veces donde él siempre la
halagaba y de eso ella se dió cuenta.

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Lo que sucedía era que desde que conoció a Cloe ninguna mujer le parecía más
hermosa y atractiva que ella y es que era verdad, su belleza era única. Llegaron
finalmente a la dichosa fiesta, Giancarlo felicitó a su amigo al verlo. Y río al ver que el
muy imbécil había invitado a su amante en las propias narices de su esposa. Negó y
Arón solo guiño un ojo.
De pronto y como si fuera algo extraordinario se hizo un silencio entre todos los
presentes la gran mayoría amigos de Arón, cuando de pronto Giancarlo giró su rostro
para ver a Cloe entrando de la mano de su amigo.
La boca se le cayó en el suelo a ambos cuando sus miradas se encontraron y el mundo
se paralizó ante ellos.
Cloe tembló al verlo ahí, se maldijo porque su temor se hizo realidad, Giancarlo arrugó
el ceño molesto.
—Buenos días muchas felicidades, saludó y exclamó Rodrigo abrazando a Arón, la
tensión era palpable en el ambiente entre Giancarlo y Cloe.
—Buenos días señorita Adams. Saludó ronco D Luca.
—Buenos días. Contestó ella tímida.
—Que gusto que haya venido señorita. Habló Arón dirigiéndose a Cloe quien se acercó
a saludarlo con un beso y abrazo. —¿Este era tu compromiso? Susurró Giancarlo en el
oído de Cloe y ella tembló, su piel se le erizó por completo. El solo se alejó de ella para
tomar de la cintura a su amante.
—Con permiso. Vamos cariño. Le habló a Ángela y ella se sintió plena. Para girarse con
él y dedicarle una mirada de superioridad a Cloe. Giancarlo solo quería dar celos a Cloe.
Ella parpadeo repetidas veces, sintió un nudo en su garganta al ver a Giancarlo alejarse
con la rubia despampanante que tenía agarrada de la cintura.
La fiesta transcurrió amena pero las miradas entre Giancarlo y Cloe era notoria tanto
que Rodrigo se había dado cuenta y Ángela también.
Rodrigo para evitar esas miradas llevó a Cloe al jardín, intentaba sacarle sonrisas,
hacerle pequeñas caricias, que a lo lejos Giancarlo podía ver y le hervía la sangre, era
su amigo, su mejor amigo sin embargo estaba con la mujer que a él le gustaba, carajo,
sí, le gustaba y mucho.
Giancarlo se dirigió al jardín tenía que hablar con Cloe, tenía que estar cerca de ella
como sea. La veía hermosa, llevaba un ajustado vestido en color morado, su pelo suelo
en hondas hasta su cintura, sus blancas y delicadas piernas, era una hermosura, sus
labios en el mismo color que su vestido.
Llegó hasta ellos para entablar una conversación, cuando también se les unió Arón, ahí
estaban los cinco.
Cloe se sentía incómoda, su cuerpo también anhelaba la cercanía de Giancarlo sin
embargo no aguantó más y se disculpó para irse al baño.
Giancarlo esperó unos segundos para dirigirse detrás de ella disimuladamente dejando
a su acompañante sola.
Eso fastidió a la mujer que ya se había dado cuenta de que algo sucedía entre ellos.
Giancarlo la buscó por todos lados pero no la halló, hasta que por fin la vió salir por un
costado de la casa.
Sonrió y caminó hacia ella.
—Que chico es el mundo. Exclamó al verla recostada en una pared en un rincón del
jardín, ella saltó del susto al escuchar esa voz.
Giancarlo aprovechó para apoyar ambas manos a los costados de su cabeza y su rostro
quedó pegado al de ella.
Cloe tragó grueso, su respiración era un desastre al igual que Giancarlo.
—¿Por qué con él si y conmigo no? Se atrevió a preguntar, Cloe sabía a lo que se
refería. —No…no sabía que era el mismo evento, solo me me invitó y acepté. Contestó
con la voz temblorosa.

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—¡Cloe! Exclamó acariciando su mejilla con su pulgar, ella automáticamente cerró los
ojos ante su tacto.
—¿Por qué eres tan hermosa? Susurró pegado a su oído.
—Se…señor por favor. Pidió con la voz entrecortada. Nos pueden ver y a demás su su
novia la espera.
El sonrió coqueto…—Es solo una amiga, no tengo novia, exclamó acercándose aún
más a su boca, deslizando una de sus grandes manos en la pequeña cintura de Cloe.
Ella se estremeció por completo, sus piernas temblaban al sentir el roce de las fornidas
piernas de Giancarlo.

—No es apropiado… —¿Y que es apropiado para ti Cloe?


—¿Acaso te gusta mi amigo? Preguntó rozando su nariz con la de ella…—¿Qué? No,
no, él es mi jefe nada más.
Esa respuesta bastó para D Luca quien no soportó más y aprisionó aún más la cintura
de la pequeña mujer que tenía pegada a él y le devoró la boca con ímpetu.
Cloe apoyó sus manos en su pecho para intentar sujetarse y calmar todas esas
revoluciones que sentía en ese momento.
Ambos se correspondieron moviendo su cabeza de un lado a otro, se consumían en
ese beso apasionado.
D Luca exploró la dulce boca de Cloe, jugueteando con su lengua, para luego morder
ligeramente sus labios, apoyando su ya dura erección al vientre plano de la mujer que
lo volvia completamente loco. Eso ella lo sintió, sabía de qué se trataba, no era ninguna
tonta, no tenía mucha experiencia sexual pero no era una ingenua.
Cloe de pronto lo empujó…—Esto no puede ser. Es todo lo que dijo huyendo de él como
si le temiera. Giancarlo quedó desconcertado. De nuevo lo había dejado loco. Ese beso
fue más profundo aún y su jodida erección dolía.
Cerró los ojos por un instante para relamer sus labios que quedaron dulces por los besos
de Cloe.
Acomodó el cuello de su camisa y su miembro erecto y se dirigió nuevamente hacia sus
amigos.
Cloe sin embargo huyó como una cobarde, sintió desfallecer por nuevamente dejarse
llevar por ese deseo y volvió a besar a su jefe.
Miró a todos lados buscando a Rodrigo y cuando lo vio al otro lado de la hermosa
piscina, caminó a paso lento por el borde para rodearlo cuando de pronto sintió que
alguien la empujó del brazo y sin poder evitarlo cayó al agua hundiéndose
automáticamente ya que ella no sabía nadar.
Giancarlo lo había visto todo, lo primero que hizo fue correr y lanzarse en la piscina para
sacar a Cloe quien se estaba ahogando, rápidamente la tomó en sus brazos y la sacó
del agua, Cloe comenzó a toser mientras que Rodrigo desesperado llegaba hasta ella.
Ella comenzó a llorar por el miedo que sintió al pensar que se ahogaría. Ni siquiera vio
quien la había salvado. Rodrigo se apresuró en levantarla en sus brazos y llevarla
adentro.
Giancarlo estaba completamente empapado y furioso, volteo a mirar a Ángela con odio,
pues había visto que ella la había empujado pensando que nadie la estaba viendo.
Camino hasta ella, la sujeto muy fuerte del brazo y la sacó casi arrastras de la
fiesta. Estaba molesto con ella por atentar contra la vida de la mujer que lo estaba
volviendo loco y también molesto con su mejor amigo pues él estaba con ella queriendo
estar él en su lugar.
—Giancarlo detente. Pidió la mujer. Sueltamente me estás lastimando.
—¿Te has vuelto loca? ¿Qué carajos te pasa? Pudiste haberla matado. Grito furioso ya
estando solos.
—¿De que hablas? Se intentó defender.

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—No te hagas la estúpida Ángela que vi perfectamente como la empujaste.
—¿Qué? Jadeo haciéndose la indignada. Solo me resbale y quise sujetarme de ella y
sin querer cayó al agua. Se hizo la inocente, pero Giancarlo no era ningún tonto, vio
como se dieron las cosas.
—Súbete. Exigió con la voz ronca.
—Por favor Gian, te juro no lo hice apropósito. Subió al auto pero Giancarlo no la volvió
a mirar solo condujo en silencio y totalmente empapado.
—¿Qué es lo que te pasa Giancarlo, que tienes con esa mujer? El apretó el volante. —
Ah ya, entiendo, te gusta. Bramó irónica y molesta.
—No se que le ves, es una insignificante que no tiene clase.
—¡Cállate! Cierra la boca Ángela, no me hagas bajarte aquí en plena calle.
Ambos ya no volvieron a hablar hasta llegar a la casa de la mujer… —¿Giancarlo
podemos hablar? Pidió ella melosa.
—¡Bájate! Exigió él, se le terminó la caballerosidad. No permitiría que intentara hacerle
daño a Cloe.¿Y tú si? Replicó su conciencia.
Refunfuñando la mujer bajó dando un portazo, para rápidamente Giancarlo alejarse de
ahí.
¡Maldita seas Cloe! ¿Qué me estás haciendo? Gruñó molesto golpeando el volante.
Haré lo que sea por tenerte en mi cama, y estar entre tus piernas, eso te lo aseguro.
Capítulo 12. Deseo y una completa tentación..
Después de lo que sucedió Cloe quedó bastante afectada, no supo exactamente lo que
pasó, pero se sentía apenada de haber montado un espectáculo en el cumpleaños de
su jefe de recursos humanos, se maldijo por haber aceptado la invitación de Rodrigo,
de no haber ido nada de eso habría sucedido.
—¿Te sientes bien? Preguntó Rodrigo un poco preocupado, volteó a mirarla de tanto
en tanto volviendo a fijar su vista enfrente para no chocar.
Cloe temblaba completamente húmeda desde su pelo hasta sus pies, su vestido se
pegaba a su cuerpo por lo mojado que se encontraba. Rodrigo trago grueso al
observarla así tan hermosa.
—Si. Contesto apenas, pero Rodrigo sabía que no era así.
—Perdóname… exclamó finalmente.
—No tienes porque pedir perdón lo que pasó no fue su culpa señor. Habló Cloe sin
siquiera mirarlo. Se sentía aún peor y muy apenado con ella.—¿Tienes frío? Preguntó.
Ella negó pero a la vez temblaba, no era de frío, era por todo lo que sucedió.
—¿Quién me saco del agua? Preguntó de pronto. Su jefe sabía muy bien quién fue y
se lamentó no haber sido él, por no haber sido más rápido. ¿Acaso esto se estaba
convirtiendo en una competencia?
—Giancarlo. Contestó sincero. Ella abrió grande los ojos. En verdad la sacó del agua.
—Fue él que te vio primero y no dudó en lanzarse al agua para sacarte de ahí. Añadió
Miller. Cloe tragó grueso, pero no dijo nada.
Ya le debía tantas cosas a ese hombre que ahora le debía ¿Su vida? ¡Joder! Así no se
va a poder.
De un momento a otro llegaron a su casa…—Muchas gracias señor y disculpe por el
espectáculo. Habló apenada agachando la cabeza mientras que él negó, extendiendo
su brazo y levantando el mentón de Cloe giró su rostro hacia él.
—No digas eso hermosa, más bien fue mi culpa por no haberte cuidado más. Rodrigo
fue acercándose más, Cloe solo lo miraba fijamente. ¿Qué estaba haciendo? Pensó.
Rodrigo miraba los carnosos y rojos labios de la hermosa mujer que tenía enfrente y no
dudó un segundo más para unir sus labios con los de ella.
Ella no se movió, es más parpadeo tantas veces, tan rápido por no creer lo que su jefe
estaba haciendo.

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Rodrigo al sentir que no le correspondía se separó de ella lentamente, ambos mirándose
fijamente sin decir nada, permanecieron por unos segundos así.
—No pediré perdón porque no estoy arrepentido de lo que hice. Exclamó Rodrigo
mientras que Cloe no esperaba tal osadía de su parte.
—¿Ok? Contestó y el rió… Pero creo que no te gustó. Añadió.
—Me tomaste por sorpresa, eso es todo, pero de todos modos no creo que sea correcto,
usted es mi jefe y no se vería bien esto, señor… El se rascó la nuca.
—¿Nunca dejarás de decirme señor no es así? Sonrió levemente.
—Perdón pero yo lo respeto es todo. Asintió pero con unas ganas inmensas de volver
a devorar su boca con hambre, tomarla de esa pequeña cintura y montarla sobre él a
horcajadas para tocar su suave piel, eso que sentía lo estaba matando, hace mucho
que su verga no estaba tan animado, desde que conoció a esta preciosura cada noche
se masturbaba pensando en ella, hasta correrse como un loco y enfermo. La quería
para él, la quería completa, la quería en su cama y en su vida, pero se estaba dando
cuenta que no era correspondido, pero si tal vez procuraba más podría lograr que Cloe
se fijará en él, que lo viera como un hombre y no solo como su jefe.
Rodrigo finalmente bajó rodeando el auto para abrirle la puerta.
—Gracias. Exclamó ella. A pesar de todo fue una fiesta muy amena. El asintió
sonriendo.
—Gracias por acompañarme hermosa, hubiera querido que termine de otra forma pero
no fue así. Rodrigo volvió a extender su brazo para acariciar con su pulgar la mejilla de
ella.
Se removió incómoda y se sentía estúpida, ya se había dando cuenta que su jefe tenía
cierta atracción hacia ella, no era ninguna tonta, ya no era una niña.
Sin embargo en lugar de sentirse halagada de que un hombre tan apuesto y caballeroso
como él se fijara en ella, ella se sentía incómoda junto a él, y se sentía la mujer más
estúpida del planeta ya que con el idiota de D Luca no se sentía así, al contrario añoraba
su cercanía, su toque, sus caricias y besos apasionados, igual al beso que le había
dado hace unas horas y ella huyó como una cobarde. Sabía perfectamente que lo único
que Giancarlo quería era abrirle las piernas y entrar en medio de ellas, ese solo hecho
la hizo estremecerse como nunca.
—Nos vemos el lunes en la oficina señor. Es todo lo que dijo para girarse y caminar
hacia su casa, mientras que su jefe la miraba embobado, era hombre no podía negar
que su tremendo culo lo provocaba mucho.
Se pasó la mano por el pelo y el otro lo metió al bolsillo para quedarse por largo rato
mirando hacia la casa de Cloe donde ella ya había entrado. Negó por lo idiota que se
sentía y caminó hacia su auto para luego conducir hasta su casa.
Cloe sin embargo quedó abrumada por todo lo que había sucedido, primero Giancarlo
se tiró al agua por ella después de que la había besado con pasión y deseo, ahora su
otro jefe la había besado, ¿que estaba pasando?
Cloe compartió un momento con su madre y luego subió a su habitación para usar su
nuevo teléfono que Giancarlo le había obsequiado, localizó a sus amigas de la
universidad a través de sus redes sociales y pasó largas horas contándoles lo sucedido,
no podían creer todo lo que le había pasado a la pobre. Pero ahora ya de nuevo estaban
en contacto. Les había informado que por el momento no iría a la universidad hasta que
solucionará sus múltiples problemas económicos.
Cuando de pronto recibió un mensaje de un número extraño.
Ella dudosa lo abrió.
Cloe, espero que te encuentres bien después de lo ocurrido, y espero que haya pasado
bien en compañía de mi amigo.

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El mensaje no tenía remitente, sin embargo algo se resolvió en su estómago. ¿Era
Giancarlo? Por supuesto quien más, pero como tenía su número, ah claro si fue él, el
que me regaló el teléfono, que idiota soy, pensó.

Negó, y solo bloqueó el teléfono, no entendía que estaba pasando, lo único que sabía
era que cada día ese hombre le gustaba más, pero no podía, eso no, él le había jugado
sucio y ella no caería en sus manos, no sería una más del montón.
Se tiró a la cama intentando descansar un momento ya que a la noche debía ir al club
a trabajar. ¡genial! Exclamó irónica lanzando su teléfono en la cama cubriendo su rostro
con la almohada.
*
Las tres de la mañana y Cloe llegaba a su casa después de pasar una noche agitada
en el club, estaba muerta de cansancio, su madre y María ya estaban dormidas, entró
a su habitación sin hacer ruido, lanzó sus zapatos y se despojó de su ropa para entrar
a ducharse y ponerse su cómoda piyama de dormir.
Cuando se disponía a acostarse escucho ruidos en su ventana, eran como si alguien
lanzaba algo, volvió a escuchar y brincó del susto. Agarro una tijera que tenía en el
cajón de su mesita y se acercó temerosa a su ventana y lo que vió la sorprendió mucho,
abrió rápidamente la ventana para salir al balcón.—¿Qué hace usted aquí? Preguntó
sorprendida.
—¡Cloe! Gritó Giancarlo desde abajo.
—Shh, no grite que despertará a todo el mundo. Pidió Cloe. Escuchando el aullido de
los perros de su barrio.
—Esta bien, voy a subir. Contestó él mientras que Cloe comenzó a desesperarse…—
¿Esta usted loco? Bájese se caerá y se va a lastimar.
—No, no me caeré, contesto él mientras que trepaba una frágil enredadera que tenía
en la pared.
—Oiga eso no es seguro… sin embargo antes de que Cloe terminara la frase D Luca
ya había caído al suelo.
Cloe se cubrió los ojos con ambas manos y luego gruño al escuchar la queja de su jefe.
¡se lo advertí!
—Aaahhh, grito al caer de espalda al suelo. Sin dudarlo ella corrió para bajar y salir
afuera para ver qué no le haya sucedido nada grave a su idiota jefe.
Llegó hasta él y Giancarlo seguía lamentándose en el suelo, lo ayudó a levantarse,
mientras que D Luca se quejaba de dolor.—¿Esta usted loco? ¿Cómo se le ocurre?
—¿Por qué planta árboles tan débiles? Se quejó el sujetando su cintura como un
ancianito.
—Para empezar eso no es un árbol y para terminar ¿Qué hace usted en mi casa y a
esta hora?
—Pues hablar contigo, no me contestaste hoy mi mensaje.
Cloe rodó los ojos…—Ni siquiera firmó el mensaje, como quiere que sepa de quién se
trata.
—¿Se encuentra bien? Preguntó Cloe preocupada al verlo adolorido.
—¿Te preocupa? Preguntó el sonriendo coqueto, Cloe rodó los ojos e intentó girarse
para dejarlo ahí solo, pues se merecía por tonto, cuando él en un rápido movimiento la
sujeto del brazo y la empujó hacia una esquina de su casa pegándola a una pared, Cloe
respiró agitada, de nuevo ese hombre la estaba volviendo loca.
Giancarlo la observó completa, su rostro sus labios, sus ojos y se perdió en ellos.—No
puedo dejar de pensarte. Confesó sincero. Ella entreabrió los labios para que el aire
pudiera entrar a sus pulmones. Su piel se le erizó por la briza de la noche que soplaba
encima de su delgada piyama de seda que consistía en un pantaloncito muy corto y una
blusa de tiras de la misma tela.

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Giancarlo apoyó una de sus manos en su cintura descubierta, y una electricidad recorrió
el cuerpo de ambos.
Cloe sintió morir ante su tacto, Giancarlo acercó su rostro y Cloe se percató de que
había bebido.
—¡Suélteme por favor! Pidió pero no sonó muy convincente.
—No puedo, y más que eso, no quiero. Contestó él.
—¡Señor!. Gimió ella cuando Giancarlo hundió su rostro entre su cuello y acarició su
nariz aspirando su olor.
—Por por favor. Pidió con la voz entre cortada. Giancarlo subió sus grandes manos
introduciendolo dentro de su blusa, acariciando su piel desnuda hasta sus costillas,
bajando nuevamente y apretándola suavemente, para unir sus labios a los de ella. Cloe
no soportó más el fuego que estaba sintiendo y enrolló su mano a su cuello. Giancarlo
sin dudarlo y queriendo ir más lejos la tomo de las nalgas y la levantó a horcajadas a su
cintura. Ella no dudó y enrolló sus piernas a la cintura de él.
Giancarlo la apoyo más a la pared y le devoró la boca con hambre. Ambos gemían y
jadeaban sin poder evitarlo.
—¡mierda! Cloe. Jadeo él totalmente excitado. Su verga pedía a gritos ser liberado, hace
días que no estaba con una mujer. Hace días que quería follar solamente a Cloe, no
sabía cuánto más podía resistirlo. Giancarlo intentó ir más lejos doblo una de sus rodillas
para sujetarla contra la pared, mientras que una de sus manos comenzó a ascender
hasta su pechos. Cloe sintió esa suave caricia, como apretujaba su seno con esa mano
tan grande.
¡Aahh! Gimió sin contenerse. Tenía que parar, su mente pedía a gritos, pero su cuerpo
decía lo contrario. Gian pellizcó su pezón entre su dedo indice y su dedo pulgar. Su
miembro estaba muy duro. Lo volvía loco que Cloe no lo frenara, le gustaba por los
gemidos que soltaban su boca, esos gemidos que quedaban ahogados por sus feroces
besos. Cloe comenzó a mojarse, su pantaloncito ya tenía una marca de su humedad,
ella comenzó a mecerse sobre la rodilla de Giancarlo, buscando esa fricción de su coño
mojado y necesitado con algo duro. Giancarlo apretó más fuerte su seno, y fue más
descarado aún cuando bajó la tira de su delgada blusa de seda dejando al descubierto
uno de sus pechos.
Cloe tragó grueso al ver como el hombre la devoraba con la mirada, su piel se erizaba,
sus pezones se habían puesto duros, Giancarlo apretó con una de sus grandes manos
el pecho de Cloe y sin dudarlo lo llevo a la boca, ella solo echo su cabeza había atrás,
y lo apretó más de la nuca. Giancarlo gruñó al sentir la suavidad de su pezón en su
lengua y mordió ligeramente. Mamo de su pecho como un hambriento, y volvió a subir
a su boca para comerla entera.
Sus labios ya dolían por la brusquedad del beso. De pronto ella paró
completamente…—¿Qué pasa? Preguntó él.

—Nos…nos pueden ver. El sonrió y apoyo su frente a la de ella ambos respiraban


agitados. Cloe acarició la nuca de su jefe, introduciendo sus dedos entre su sedoso
pelo, eso la enloqueció aún más.
—Invítame a tu habitación. Pidió coqueto. Ella negó y se removió de entre sus brazos.
—Perdóneme me deje llevar. Contestó apenada, levantando la tira de su blusa,
temiendo que su jefe pensará lo peor de ella. Nunca se había comportado así pero es
que este hombre anulaba todos sus sentidos.
—Me deje llevar. Agregó y a él solo se le revolvía el estómago, parecía un jodido
adolescentes que había besado por primera vez y es que esta niña de ojos brillantes y
hermosos lo dejaba en las nubes.
—Y me encanta que lo hagas. Habló Giancarlo con voz ronca.

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—Usted solo quiere llevarme a la cama. D Luca cambio toda su expresión al escuchar
eso, no negaría que le gustaría hacerlo pero no de la manera que ella cree.—¿Me lo va
a negar? Volvió a exigir, la voz de Cloe sonó dolida.
—No, pero… ella levantó la mano callándolo.
—Apártese de mi, él no lo hizo… Suélteme por favor. Volvió a pedir levantando el
mentón para demostrarle que ella no sería una más del montón, ella no estaría en su
cama jamás.
Giancarlo le dio su espacio alejándose unos centímetros sin dejar de observarla.—
Deberías darme el beneficio de la duda, sé que me comporte como un idiota al principio
pero eso no significa que sea siempre así, no soy tan malo como piensas. Nunca jamás
imaginó que le doliera que una mujer tuviera esa mala percepción de su persona.
¿Porque ahora si le importaba?
—Yo no sé que pensar de usted señor. Un día es bueno, al otro es otra persona, creo
que ni usted sabe lo que realmente quiere.
Y era verdad en ese entonces ni él sabía lo que realmente quería, nunca se puso a
analizar eso en su vida y menos tratándose de una mujer.
—¿Y que tendría Miller de diferente? Bramó bastante molesto, su voz denotaba
molestia y celos. Cloe abrió grande los ojos, siempre sacaba a relucir el nombre de su
jefe en medio de la discusión.
—No sé a que se refiere señor, él es solo mi jefe y nada más.
—Cuando la ví llegar de su brazo hoy sonriente no parecía eso o cuando la vi ayer
besándola.
—Oiga no diga cosas que no son, él no me beso ayer. Giancarlo rodó los ojos…—Si tu
lo dices.
—Mire es bastante tarde, no sé para que vino y si no tiene nada más que decir le
agradecería que se retirara.
Giancarlo volvió a acercarse a ella peligrosamente. Estaban frente a frente Cloe debía
levantar la vista para mirarlo ya que su estatura era abrumadora.
—Escúchame bien Cloe lo que diré, no te quiero ver cerca de él, no quiero verte cerca
de nadie porque la próxima no respondo. Es todo lo que dijo y antes de girarse dejo un
húmedo y dulce beso en su frente.
—Que descanses nena. Exclamó para alejarse de ella. Cloe quedó perpleja, primero
¿que fue esa amenaza?, segundo ¿que fue ese beso?
¡Dios! No no, este hombre me volverá loca. Cloe entró rápidamente a su casa al verlo
marcharse rápidamente.—¿Desde cuando te crees tarzan? Bromeó Luke al haber visto
todo lo que sucedió, excepto el beso y los manoseos entre Giancarlo y Cloe, pues se
habían refugiado en un rinconcito para que nadie los vea.
—Que simpático eres Luke, ya quisiera verte colgado por una mujer en su ventana.
Su chófer y amigo soltó una tremenda carcajada.
—Jefe, ni loco haría eso por una mujer, aunque pensándolo bien y si se trata de esa
preciosura lo pensaría dos veces.
D Luca gruñó en respuesta.—Es mía. Confesó seguro y sin darse cuenta. Luke lo
observó divertido a través del retrovisor.
—Dios escuchó mis súplicas. Agregó.
—¿A que refieres cabrón? Luke seguía burlándose.
—Pedí que una loca como la del otro día llegara a ti, y mira que cabrón es el destino
que te puso justo a esa loca en tu camino.
—Eres un hijo de perra ¿Sabías? gruñó molesto Giancarlo. Y luego suspiró mirando a
la ventana.—Me das un consejo. Pidió finalmente.
—A ver qué quieres saber. Contestó Luke conduciendo sin despegar la vista del frente.
—¿Qué táctica puedo usar con esa mujer para que caiga? Definitivamente con ella no
funciona el dinero, ella no es de impresionarse con coches lujosos, ni llevarle a

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restaurantes caros. Hablaba Giancarlo pensando en Cloe, su rostro no se le borraba ni
por un segundo, sus besos mucho menos.
—Esa clase mi amigo, huele a patanes como nosotros desde cien kilómetros, no te será
tan fácil, y si tu intención es solo llevártela a la cama, te aconsejaría que mejor la dejes
en paz si no quieres acabar muerto en tu cama un día de estos.
Giancarlo hizo un gesto gracioso es sus labios al escuchar eso.
—Aclara primero que es lo que tú quieres D Luca porque si no te decides mejor deja el
camino libre a otro.
—¿A Miller? Contestó enseguida. Luke sonrió.
—Es un buen tipo. —Si si todos dicen eso, porque no le ponen un pedestal y le rezan a
San Rodrigo. Giancarlo estaba celoso de su amigo eso era más que notorio.—Eso mi
amigo se llama celos, muchos celos. Añadió Luke.
—Cállate y llévame a un bar… —Es tarde, te llevaré a tu casa a dormir…—Es sábado
no duermo temprano. Además lo que menos hago últimamente es dormir.
—¿Ahogarte en alcohol te ayudará?
—Por lo menos me ayuda a olvidar. Luke negó pero finalmente condujo hasta un bar
donde nuevamente sacaría muy ebrio a Giancarlo. Eran pocas las veces que su jefe
tomaba hasta emborracharse pero, sí lo había hecho un par de veces y él estaba ahí
para ayudarlo.
Luke era un buen amigo, un hombre dedicado solamente a su trabajo, no tenía novia,
esposa, nunca lo tuvo y según él, es feliz así sin compromiso alguno.
Y seguiría soltero hasta la muerte, bueno eso es lo que él cree.
Había llegado el lunes, Cloe finalmente hoy después del trabajo iría a su casa, ya que
era su día libre en el club.

Despertó con muchos nervios y mucha ansiedad, no había vuelto a saber de ninguno
de sus jefes ese fin de semana o domingo para ser precisa, pero no sabía con que se
encontraría ese día.
Llegó a la oficina antes que todos como siempre, sus compañeros fueron llegando de a
poco, sin embargo Darius había llegado con una caja de bombones para Cloe, ella se
sonrojó hasta más no poder cuando Adara comenzó a molestarla, el sólo sonrío y dejó
un beso en su mejilla, se le unió a la bulla Erick, entre los dos no terminaban de
molestarlos.
Cuando llegó Miller se hizo un gran silencio, saludó serio y posó su vista en la caja de
chocolates que Cloe tenía sobre su mesa. No dijo nada, solo les dedico una mirada y
volteó nuevamente para caminar hasta su oficina.
Cloe solo quedó mirando en un punto fijo, no entendía lo que estaba sucediendo, no
quería jugar con los sentimientos de nadie mucho menos de Darius quien se notaba una
persona cálida y amable. Pero se daba cuenta que esos regalos no eran por nada, era
porque le gustaba a su compañero pero ella sin embargo no tenía sentimientos hacia
el. Ninguno para ser sincera. La mañana se mantuvo en total tranquilidad, Cloe
trabajaba en conjunto con sus compañeros ya le había agarrado nuevamente el hilo y
estaba muy contenta.
Cuando de pronto Miller apareció en la puerta de la oficina.
¡Adams! Exclamó con voz gruesa y muy seria. Cloe saltó en su puesto poniéndose de
pie automáticamente, pues su voz la había asustado.
—Se…señor. Contestó. —El señor D Luca quiere que le lleves estos papeles. Ella
parpadeo incrédula de lo que estaba escuchando.
—¿Yo…yo? Tartamudeó.
—Si. Contestó seco, pues le molestaba de sobremanera que Giancarlo haya pedido que
sea precisamente Cloe quien le llevará esos papeles, sabía que había algo más en esa
petición.

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—¿A ahora? Afirmo moviendo la cabeza sin emitir palabra. Ella se alisó su vestido
entallado en color negro que traía hoy, se veía perfecta y caminó temblorosa hacia su
jefe tomando los papeles que él tenía en la mano.
—Con permiso. Dijo y salió de la oficina para pasar a su lado, Miller no se contuvo y al
pasar rozó sus nudillos en el brazo descubierto de Cloe, ella sintió ese pequeño roce y
suspiró. Esto se estaba descontrolando pensó, pero lo que más la ponía nerviosa al
borde de un colapso, era que quería evitar a toda costa a su jefe mayor, y ahora se
estaba yendo justo a la boca del lobo.
Subió con el corazón palpitando a punto de salir de su pecho, se peinaba el pelo tantas
veces y se arreglaba el vestido que hasta los papeles que tenía en la mano se le cayó
al piso por su nerviosismo y torpeza.
El ascensor dio aviso de que había llegado al piso indicado, caminó con sus tacones
aguja por el piso de mármol lujoso, hasta su reflejo se podía observar a través de ellos,
todo D Luca Company, demostraba lujo y elegancia como el dueño del mismo.
Llegó hasta el escritorio de la simpática secretaria pero ella no estaba en su puesto.
Cloe volteó a todos lados pero no la vió, no había rastros de ella. Espero por unos
segundos más pero no apareció.
Entonces ella fijo la vista en la puerta del jefe, tragó grueso y exhaló el aire que tenía
retenido y caminó lenta y pausadamente hacia su oficina.
Llegó frente a la enorme puerta doble, llevó sus manos al picaporte. Dudó en abrirlo
unos segundos. Comenzó a contar en su mente como siempre lo hacía para cualquier
cosa, era una manía loca que tenía.
Finalmente giró el picaporte y abrió lentamente, para llevarse una gran y desagradable
sorpresa.
Su jefe parado y recostado en su mesa mientras la dichosa secretaria le practicaba una
mamada, hincada a sus pies. Eso explicaba su ausencia en su puesto de trabajo.
—Perdón por interrumpir. Dijo cuando Giancarlo al verla entrar por la puerta. Empujó a
su secretaria echándola al suelo. Cloe no se atrevió a mirar más abajo ya que tenía el
miembro erecto afuera. Solo agachó la mirada decepcionada, un día antes la estuvo
besando y tocando a ella y ahora follando con otra, era un cínico, un descarado.
—¡Cloe! Es todo lo que dijo con el corazón en la mano al ver el rostro de decepción que
tenía esa mujer que estaba siendo su más grande locura
Capítulo 13. No son tres, son cuatro.
Giancarlo estaba ansioso ese día, ese domingo trato de no pensar en Cloe aunque eso
es algo imposible últimamente en su vida. Sin embargo se decido a ocupar su tiempo
en otras cosas para sacarla de la cabeza.
Sin embargo eso no fue del todo posible ya que no pudo evitar descargar su frustración
esa noche en la ducha, pensando nuevamente en ella.
En lo que había sucedido la noche anterior, como ella se dejó acariciar, se dejó besar,
Giancarlo cerró sus ojos llevando su mano hasta su miembro erguido para darse placer
el mismo, hace días que llevaba haciéndolo, no sabía cuánto más podría aguantar así,
pero se propuso conquistar a Cloe como sea, no la quería enamorar, no eso no, solo
seducir para que juntos disfruten del placer que pueden otorgarse ambos, él no era un
hombre de romance y ésta vez no sería la excepción.
Llegó a la oficina decidido a hacer algo a dar el siguiente paso, ya le había dejado claro
la noche anterior que ella sería suya y de nadie más. —Buenos días. Saludó serio a su
secretaria para ingresar a su oficina.
—Buenos días señor D Luca. Saludó melosa entrando detrás de él a la oficina.
—¿Qué tenemos para hoy?
—Reunión de socios a las 10 señor, al medio día tiene el almuerzo con el posible nuevo
socio el señor Wilson.

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Giancarlo asintió tomando asiento, no sin antes despojarse de su chaqueta y colocarlo
por el respaldar de su silla.
Su coqueta secretaria no dejaba de detallar cada uno de sus movimientos, se mordía
los labios al verlo, hace días que estaba loca por tenerlo entre sus piernas.
Había escuchado rumores de que se follaba a todas sus secretarias, ella quería probarlo
también.
Comenzó a pasarse de forma coqueta sus dedos por la abertura de su ajustada camisa.
Giancarlo no era tonto ya conocía cada movimiento de las mujeres cuando le
coqueteaban, pero la verdad era que la mujer era atractiva pero no lo atraía como para
tener un encuentro sexual con la misma. —¿Es todo? Giancarlo intentó cortar su
coquetería, que lo estaba molestando.
—¿Necesita su café señor? Pregunto ella con una media sonrisa. El asintió, pues aún
no había bebido su café mañanero ese que no podía faltar para alegrar sus días según
él.
—Por favor. Pidió bajando su vista a los papeles que tenía frente a él… su secretaria al
ver que sus intentos de seducción no hacían efecto, refunfuñó por dentro.
—Enseguida se lo traigo. Contestó girándose para salir de la oficina, pero no se daría
por vencida, Giancarlo ya no volvió a levantar la vista hacia ella, seguía sumergido en
los papeles que tenía enfrente.
Miró la hora en su costoso Rolex y luego sonrió, debía dar su jugada y no quería perder
tiempo, quería verla, quería escuchar su voz, y ponerla nerviosa con su cercanía, verla
sonrojarse hasta el cuello era divino.
Levantó el teléfono marcando el interno de su jefe de informática…—Hermano.
Contestó Miller al levantar el tubo.
—Rodrigo que tal tu fin de semana. Se notaba ese sarcasmo en la voz de Giancarlo,
Rodrigo lo notaba, sabía a qué se debía, los dos estaban interesados en la misma
mujer.—Súper bien ¿Y tú? Contestó el otro burlón.
—Lo usual. Contestó Giancarlo…—¿En que te ayudo D Luca?
Giancarlo sonrió…—Quiero que me envíes los informes del nuevo sistema
implementado ya que tengo reunión con los socios hoy.
—En un momento te los llevo…—No, corto Giancarlo.
—Solo envíamelo, envía a la señorita Adams. Rodrigo tragó grueso, sabía su jugada y
sabía que el aprovecharía toda las oportunidades que se le presentaba y usaría su
poder de jefe para conquistar a Cloe. Gruñó por lo bajo.
—Te lo enviaré con mi secretaria. Volvió a atacar Rodrigo.
—Solo cumple mi orden Miller sin objeciones. Espetó D Luca con vos tranquila. Esto se
estaba convirtiendo en una competencia con su mejor amigo.
—Bien, en un momento. Contestó de mala gana colgando el teléfono. Miller maldijo
lanzando el teléfono encima de su escritorio, pasándose la mano por el pelo. Mientras
que Giancarlo se recostaba en su silla, sonriendo y tocándose los labios. En este juego
todo se vale. Exclamó en voz alta sonríendo.
Cuando de pronto de nuevo su molesta secretaria ingresaba con la taza humeante de
café, que inundó sus fosas nasales.
—Con permiso señor, aquí tiene su café. La mujer se acercó a él para bajar la taza en
su mesa cuando de pronto y jugando su última carta que tenía debajo de la manga, lo
derramó intencionalmente en el pantalón de su jefe.
—¡Aaah! ¡Carajo! Gruñó molesto y adolorido ya que el café estaba caliente y le había
caído en el muslo.
—¡Oh señor! Perdóneme. Pidió la secretaria en forma inocente.
—¿Qué le pasa, que mierda le sucede? Le gritó rabioso levantándose rápidamente de
su silla intentando secarse con un pedazo de papel de mano que tenía en el escritorio.
—Le ayudo señor. Sugirió ella. Intentando limpiar el café de su pantalón.

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—No. Lo hago yo, retírese. Exigió con voz gruesa y molesta.
—Perdóneme señor en verdad. Perdóneme no fue mi intención. La mujer tomó más
papel y al segundo y sin que D Luca procesará lo que estaba ocurriendo ella se había
hincado frente a él, y ya tenía sus manos apoyado en el muslo de él. Él estaba
perplejo…—Déjeme recompensarle por mi torpeza. Exclamó ella con un puchero en los
labios, llevando su mano a su miembro que rápidamente se endureció.
—¿Qué hace? No. Intentó alejarse pero ella lo sujeto del cinturón…—Yo sé que lo
quiere señor, solo calmaré este ardor que siente.
El trago grueso y sin darse cuenta la hábil mujer ya tenía desprendido su pantalón y lo
había bajado a la mitad de su muslo.
—¡No, basta! Exigió. Pero con la voz temblorosa, el no coger hace días, ya lo tenía loco,
que ya no procesaba nada de lo que estaba ocurriendo.
La mujer en lugar de calmar el ardor de su pierna llevó directo sus manos a su verga
dura debajo del bóxer, encendiéndolo en otro lugar, ella sonrió, se lamió los labios e
introdujo su mano dentro del bóxer para sacar de su encierro a ese miembro erecto, y
duro como una maldita roca.

Giancarlo tembló al sentir sus manos sobre su piel.


—¡Señorita por favor! Pidió él nada convincente, pero su intrépida secretaria hizo caso
omiso a su petición y se engullo su miembro en la boca todo lo que pudo de una vez.
Giancarlo llevo ambas manos detrás y se sujetó de su escritorio, echando su cabeza
hacia atrás.
¡Joder! Qué rica mamada, pensó mientras la mujer seguía chupando, mamando todo
de él, pasando su lengua por su grueso y largo tronco para escupir en el y volverlo a
chupar, era una puta en toda la expresión de la palabra pensó D Luca pero se había
olvidado de una pequeñísima cosa, un pequeño pedido y cuando reaccionó ya había
sido demasiado tarde, el ruido de la puerta abriéndose y el rostro desencajado y
decepcionado de Cloe, le hicieron empujar a su secretaria cayendo de culo al suelo
totalmente confundida.
—¡Cloe! Exclamó él asustado, se maldijo porque había olvidado el pedido que le había
hecho a Miller, se había olvidado por completo que ella llegaría en cualquier momento
y había caído en su propio juego. Ambos se miraron fijamente, el rostro de Cloe
denotaba tristeza, de pronto el tiempos se detuvo en esa oficina, su secretaria tirada en
el suelo, Cloe y Giancarlo en un duelo de miradas.
—Perdón por interrumpir señor. Ella se recompuso rápidamente para levantar el mentón
y hablar como si lo que vió no le afectó en nada.
—¡Cloe déjame explicarte! Pidió el levantando su pantalón, su secretaria se puso de pie
limpiándose los labios con los dedos, sonriendo victoriosa, ya que nunca soportó a Cloe
pues sabía que entre ella y su apuesto jefe había algo más.
—¿Qué me va a explicar señor? Contestó desentendida.
—Lo que viste noo…! Cloe levantó la mano cortándolo en seco…—No se preocupe
señor que yo sé perfectamente como se hace una mamada, no hace falta que me
explique. Giancarlo abrió grande los ojos al escuchar tremenda osadía.
—No me refiero a eso, lo que pasó aquí.
—Si lo ví no soy tonta pero no sé preocupe yo no vi nada. Movio su mano como restando
importancia al asunto... Mire aquí tiene los papeles que le pidió a mi jefe, se lo dejo.
Cloe caminó hasta el anclando su hermosa mirada en él y le extendio los folios. D luca
seguía sujetando su pantalón desprendido con una mano... —A ver señor, ajustese los
pantalones y tome los papeles que no tengo todo el día, yo si trabajo, eso dijo mirando
a la estúpida secretaria... Giancarlo sujetó los folios con las manos temblorosas,
totalmente mudo.—Continuen, Cloe hizo un gesto con las manos.

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—Continuen con lo que estaban haciendo perdón por cortarle la inspiración, si es viril
y si su amante sabe cómo encender a un hombre seguro que en cuestión de minutos lo
tendrá dura como una roca nuevamente. Cloe hizo puños sus manos para dar más
énfasis a sus palabras...Y si no sabe pues le puedo dar unas clasecitas de cómo
calentar. Exclamó ella mirando a la secrezorra para girarse y caminar hasta la puerta
como una diosa inalcanzable.
—¡Cloe! Gritó él… Ella tomó el pomo de la puerta y antes de abrirla giró hacia él
nuevamente.
Cloe moría por dentro pero no se lo demostraría, si pensó que tendría una oportunidad
con ella estaba muy equivocado, ni por todo el dinero del mundo estaría en su cama,
eso jamás…— Con permiso señor. Fue lo último que dijo saliendo y cerrado la puerta
suavemente, recostándose en ella cerrando los ojos y reprimiendo una lágrima.
Antes de que alguno de los dos saliera huyó de ahí lo más pronto que pudo. Se encerró
entre las paredes del ascensor para bajar a su departamento, con el alma destrozada y
totalmente humillada, hace solo un día se dejó tocar y acariciar por ese hombre, ese no
era un hombre, era una bestia, tenía un nudo en su garganta, esa imagen no se le
borraba de la mente, ver el rostro de excitación y placer al recibir esa mamada, fue lo
peor que pudo ver. Y todavía se había atrevido a decir que no quería verla con nadie,
descarado, cínico eso es lo que era. Cloe estaba molesta, ahora solo quería patearle
en los huevos, y no se arrepentía de haberle rociado tantas veces el aerosol en sus
ojos, y lo volvería a hacer si la volvía a buscar. Le rociaría en sus huevos para que se
les queme. Pensó furiosa.
Llegó a su departamento, entro en silencio agachando la cabeza, no quería que sus
compañeros se dieran cuenta que algo sucedía, Adara y Eric seguían sumidos en sus
computadoras, pero a Darius no le pasó desapercibido el rostro desencajado de Cloe.
De tanto en tanto fijaba su vista en ella, y notó que había llorado y se preocupó porque
algo le haya sucedido.
Giancarlo estaba muy molesto con su descarada secretaria, pero más con él mismo por
haberse dejado llevar de esta manera, una vez más su calentura le hizo cometer una
estupidez, ahora sí jamás podría conquistar a Cloe y era probable que ahora Miller tenga
la oportunidad que él había perdido por idiota.
—Señor, perdóneme por la situación. Exclamó ella haciéndose la inocente. Él se ajustó
bien los pantalones antes de dirigirse a su secretaria.—Pase ahora mismo por recursos
humanos. Espetó serio.
—¿Qué? Jadeo indignada, su jueguito le había costado caro, le había costado su
trabajo.
—Pe…pero señor… —Salga de aquí inmediatamente si no quiere que pida a seguridad
que la saqué, pase a recursos humanos ahora mismo. Volvió a exigir con la voz
totalmente oscura, molesta, furiosa. La osada secretaria respiraba agitada, jamás
imaginó que esto le saldría mal y que se quedaría sin trabajo, y todo fue por culpa de
esa idiota mujer, pensó rabiosa. Molesta camino a pasos apresurados y salió de la
oficina cerrando muy fuerte la puerta.
La diferencia en educación entre ambas era notoria. Giancarlo llamó a Arón y sin mucha
explicación exigió que liquide a la secretaria. Arón quiso bromear pero èl no estaba de
humor, cortando el teléfono rápidamente.
Observó la hora y tomando su chaqueta, los informes y demás, se dirigió a la sala de
juntas, ahora para colmo sin secretaria.

La reunión termino sin muchos contratiempos, sin embargo Giancarlo solo pensaba en
esa niña de ojos cautivadores, debía pensar la manera en como hacer que ella lo
perdone, bueno estaba a mil años luz de eso, debía idear otro plan, otro plan que lo

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ayudará a tenerla cerca y alejarla de todos los que se apuntaban a ser su competencia,
especialmente su amigo Rodrigo Miller.
Después de la reunión Giancarlo salió fuera de la empresa ya que tenía el almuerzo con
el nuevo socio, reunión que no salió bien ya que el nuevo socio no estaba de acuerdo
con las cláusulas y si quería hacer tratos con el debía modificar los acuerdos.
Giancarlo debía tratarlo con su hermano mayor Dante D Luca, ya que en estos casos
era él quien debía dar el visto bueno.
Gruñó enojado, esta vez hasta su chófer entendió que no estaba de humor y solo se
mantuvo en silencio.
—¿Estás bien? Se atrevió a preguntar.
—No Luke, nada, está bien, nada está bien. Gruñó golpeando el asiento con sus puños.
Giancarlo solo quería llegar nuevamente a la empresa sin contratiempo ya que
aprovecharía la salida para hablar con Cloe, ella debía escucharlo, era lo que más
estaba preocupando.
¿Pero que le diría? ¿Qué su secretaria se resbaló y cayó sobre su verga? Giancarlo
llegó rabioso a la empresa, era la primera vez que mandaba al carajo a todo aquel que
se le cruzaba en el camino.
Así lo hizo hasta llegar a presidencia, donde solo estaban el gerente financiero y él.
Giancarlo ya tenía una idea, una idea sensacional y pondría en marcha su plan hoy
mismo.
Cloe ese día sin embargo ni siquiera salió a almorzar solo se limitó a sumirse en su
trabajo y olvidar lo que pasó, pero esa imagen no se le borraba de la mente y no sería
fácil borrarla.
Estaba decidida a dejar de lado esa estúpida atracción que sentía hacia ese polla fácil
y concentrarse solamente en su trabajo, por el momento no quería saber nada de ningún
hombre.
La tarde había llegado al fin, Cloe saldría de ese encierro que la estaba matando,
agradeció a todos los cielos que Giancarlo ni mucho menos Rodrigo le hayan vuelto a
molestar, claro para que Giancarlo la molestaría si ya se descargó en la mañana. ¡Basta
Cloe! ¡basta! Deja de pensar en ese engendro. Bajaron los cuatro, Adara se montó en
su auto con Erick ya que ambos de dirigían en la misma dirección.
—Hermosa, ¿te llevo? Preguntó Darius antes de que Cloe saliera de la empresa.
—Uuumm no te molestes Darius me iré en autobús.
—Para nada preciosa, es hora de que me aceptes un aventón. Cloe sonrió, la verdad
no tenía ganas de entrar en debate con Darius y además hoy era su día libre no tenía
que ir al club, entonces asintió sin discusión.
Ambos se dirigieron al estacionamiento…—Me debes una salida Cloe. Bromeó Darius.
—¿Entonces tomamos un café? Volvió a insistir su compañero sonríendo, cuando de
pronto Cloe fijó su vista detrás de él para ver a nada más y nada menos que su gran
tormento a D Luca y a su jefe Miller caminando hacia ellos.
Ambos la observaban desde lejos. Entonces a Cloe se le ocurrió una descabellada idea.
Perdóname Darius fue lo que balbuceo cuando y lo asaltó en un beso feroz.
Sí joder no fue solo un beso suave, no, fue un beso que dejó en las nubes al pobre
hombre, quien correspondió más que feliz. Para finalmente Cloe despegarse y morir de
vergüenza ya que lo que quería es darle celos a Giancarlo o en todo caso que la dejaran
en paz sus dos jefes, ya que no podía pasar nada con ninguno de los dos. Pero estaba
lastimando a una persona inocente.—¿Eso significa un sí? Darius sonreía de oreja a
oreja, Cloe se sentía terrible por lo que acaba de hacer, darle esperanzas a un buen
hombre, cielos, ella no era de esas.
Giancarlo sintió morir al verla en brazos de otro, Rodrigo hirvió por dentro. Ya que no
era él, no era D Luca, no, era nada más y nada menos que su propio compañero quien
había ganado la partida.

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Darius tomó la mano de Cloe para abrirle la puerta del coche y darle paso a que suba,
para luego rodear el su auto con una sonrisa victoriosa y subir a su lado para marcharse
dejando a ambos hombres totalmente desconcertados y muy furiosos.
Capítulo 14. Tú lo pediste, luego no te quejes.
Giancarlo se había quedado observando a Cloe marcharse con su compañero de
departamento, el coraje que sentía era fuera de lo normal, el beso que había
presenciado lo dejo más loco de lo que ya estaba.
¿Acaso estaba equivocado? ¿Acaso, Cloe estaba enamorada de ese niñato y él
pensando que su competencia era su amigo? Quien también se había quedado
anonadado.
Ambos se quedaron sin hablar por un largo momento. Rodrigo ya había visto los
acercamientos de Darius con Cloe, los pequeños detalles que tenía con ella, la forma
en la que se quedaba mirándola, no pasaba desapercibido, pero jamás imaginó que
Cloe le correspondería.
—¿Acaso, acaso ellos son novios? Preguntó Giancarlo con la voz amarga. Sin quitar la
vista por donde se habían marchado.
—Hasta donde yo sabía, no. Contestó Rodrigo muy seco.—Pues no parece. Bramó
Giancarlo más que furioso, caminando hacia su auto, refunfuñando palabras nada
dulces, ambos irían a tomar una copa después del fin de semana tan incómodo que
habían pasado, Giancarlo, mucho menos Rodrigo querían que haya una enemistad
entre ellos, pues eran amigos de muchos años.
Ambos se dirigieron a un bar, pero Giancarlo no dejaba de pensar en todo lo que había
pasado hoy. En su gran descuido, en su gran metida de pata, y ahora la mujer que lo
tenía loco se marchaba con otro, esto se estaba saliendo de control, algo que el siempre
poseía, pero desde que Cloe apareció lo que menos tenia era control.
—No sé lo que me pasa Rodrigo. Habló D Luca llevando el vaso a sus labios para beber
el coñac quedando su garganta.
Rodrigo lo observaba fijamente…—Es por esa mujer ¿no? Giancarlo sonrió agachando
la mirada, para luego suspirar.
No negó, tampoco afirmó nada, no hacía faltan palabras, ellos se conocían.
—Ella no se merece tipos como nosotros. Exclamó Rodrigo finalmente, bebiendo
también de su vaso.—No, te equivocas. Yo creo que merecemos una mujer como ella
que nos ponga en nuestro sitio. Rodrigo sonrió afirmando.
—Es inteligente… Y muy hermosa añadió Giancarlo.
—No destruiré mi amistad contigo por una mujer Giancarlo, sin embargo tampoco sé
que me sucede con ella. Desde que la conocí quiero acercarme a ella, llamar su
atención, quiero… solo negó.
—Tampoco quiero enemistarme contigo Rodrigo, eres mi mejor amigo, y además no
estoy seguro de lo que quiero realmente.
—Pero nunca te vi así por nadie, excepto… Giancarlo levantó la mano.
—Ese nombre no está permitido, lo sabes. Su amigo asintió.
—Perdón… Dejaremos que ella decida Giancarlo, si quiere estar con uno de nosotros,
ella es la que debe elegir.
—¿Dejarías que esté con el ñoño ese? Exclamó Giancarlo con gestos en el rostro… —
No quiero eso, pero tú ya viste lo que pasó hoy, fue Cloe quien lo besó. ¿Tú piensas
que no quería partirle la cara? ¿Pero que quieres que haga? Cloe no me corresponde,
solo me ve como su jefe.—Yo quiero ser más que eso. Contestó Giancarlo bebiendo de
golpe, yo no me daré por vencido tan fácilmente, ese niñato no me ganará este juego.
Rodrigo negó sonriendo.
—No juegues con fuego Gian, que te vas a quemar.
—Me lleva la mierda hermano, hoy me vio con mi secretaria en plena acción…—¿Qué?

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—Estas enfermo D Luca…—No fue mi culpa caray. La muy facilota de mi secretaria lo
tenía todo preparado y antes de que pudiera reaccionar ya tenía mi polla en su boca.
Rodrigo rodó los ojos levantando las manos al cielo pidiendo paciencia… —Tu problema
es que no puedes mantener tu polla dentro de tu pantalón. Y no creo que puedas
conquistarla de esa manera. Ella no es como las demás a las que estamos
acostumbrados.
—¿crees que no me di cuenta de eso? Suspiró hondo recostándose en el cómodo sofá.
—Desde que esa mujercita apareció en mi vida ya nada es igual, ya ni el sexo es lo
mismo, ya ni recuerdo cuando fue que metí mi verga dentro de un caliente coño. ¡puta
mierda! Exclamó molesto.
—Pues yo te veo mal, pero si realmente te gusta mejor empieza a hacer las cosas bien
Giancarlo.—¿A ti te gusta? Preguntó mirando fijamente a su amigo.
—Mucho, no te lo voy a negar, pero algo que nunca hice y no lo haré es mendigar amor
o atención, me conoces y me voy dando cuenta que ella hace tiempo a puesto los ojos
en ti.
Giancarlo bufa rodando los ojos…¡Estás demente!
—Eres el único que no se ha dado cuenta, la forma en la que te observa, cuando se
sonroja al mirarte o al hablarte si quiera, cuando alguien pronuncia tu nombre, ojalá sus
ojos brillarán por mi de la forma que lo hace contigo.
Giancarlo se quedó pensando en todo lo que su amigo le acaba de decir…¿Es cierto?
¿El le gustaba a Cloe? Claro por eso se dejó besar y tocar de la forma en que lo hizo el
otro día, la forma en que se sonroja cuando están frente a frente.
Y la tristeza y decepción que vislumbró hoy en la oficina, claro, que idiota había sido.
—De todos modos no me daré por vencido mi querido amigo. Bromeó Rodrigo bebiendo
de su bebida.—Pues que gane el mejor. Exclamó Giancarlo sonriendo y ambos
chocaron sus vasos en un brindis, Giancarlo ya tenía un plan, un plan que no podía
fallar, para alejarla de todos esos hombres que querían seducirla, no, ella era suya, y
donde Giancarlo D Luca ponía el ojo, ponía la bala.
Cloe por su parte después de la locura que había cometido se disculpó con Darius una
y mil veces, sin embargo él volaba en una nube de algodón, se sentía de maravillas,
esa increíble mujer lo había besado, tenía la esperanza de ser correspondido en su
sentimientos ese beso se lo había demostrado, pero que equivocado estaba.
Cloe fingió dolor de cabeza para no aceptar la invitación de Darius a tomar el café
finalmente, ya no quería darle falsas esperanzas, y para que alargar la situación, esto
debía parar, se estaba saliendo de control.
Darius la dejó en su casa para marcharse feliz después de haberla dejado, mañana
veria que detalle tendría con ella para conquistarla poco a poco.

Cloe respiró hondo antes de entrar a su casa para no demostrar a su madre que algo le
sucedía. Sabía que su madre podría sentirlo todo por más que no podía hablarle o
mover un solo músculo.
Al llegar a casa la encontró comiendo, se alegró tanto al verla de esa manera ya que su
estado de salud no era la mejor últimamente.
Pero ese día particularmente María le había dicho que su madre estaba mejor que
nunca, incluso con las terapias que hacia con ella, hoy pudo mover su dedo índice
ligeramente.
Cloe saltó de alegría, llenó de besos a su madre y también a María, pues todo se lo
debía a ella, a esa gran mujer.
Después de compartir por unas horas con su madre y María, subió a su habitación y los
recuerdos de lo que sucedió ese día, la golpearon nuevamente.
¡Trágame tierra por favor! Gruñó con pesar cubriéndose el rostro con la almohada.

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Esos tres hombres me volverán loca ¡Dios! Pero el peor de todos eres tú Giancarlo D
Luca, tú eres el que me tiene loca, tuve que tener la mala suerte de toparme
contigo.¡Aaww! Grito rabiosa. Recordando el bochornoso momento en donde vio a su
secretaria con su polla en la boca y su rostro de satisfacción. ¡maldito! Exclamó. Te odio.
Agregó lanzando su almohada.
Pero ¡carajo! Qué polla. Cloe se cubrió el rostro con ambas manos muerta de
vergüenza, sí le había visto el paquete, y en lugar de sentir asco, solo cerraba sus ojos,
deleitándose con el tamaño monumental de su miembro, que está mañana apunto por
un breve segundo hacia ella, cuando quedó al descubierto, duro y erecto.
Ahora se explicaba porque tenía a las mujeres que quería a sus pies, era todo un adonis,
y para colmo muy bien dotado, la vida había sido generosa con él.
Cloe negó una y otra vez para olvidarse de la polla de su jefe y meterse al baño para
ahogarse en su miseria por largos minutos.
Al día siguiente Giancarlo llegó muy temprano a la empresa, debía poner en marcha su
plan y estaba más que decido. Esta vez al no tener secretaria de preparó él mismo su
café, pues de había olvidado de pasar por uno, mientras que Arón había enviado a
Greta una de las señoras más antiguas del departamento de recursos humanos a
ayudarlo hasta que consiga secretaria, Greta era una señora que conocía el manejo
prácticamente de todo, al trabajar en D Luca Company casi desde sus comienzos.—
¿Se le ofrece algo más señor D Luca? Preguntó Greta fijando su vista en la tablet.
Giancarlo sonrió negando…—No Greta por el momento nada más, puedes retirarte, Ahh
una última cosa, cuando la señorita Cloe Adams aparezca hazla pasar inmediatamente.
—¿La del departamento de informática? Preguntó con un deje de sonrisa. D Luca sonrío
recostándose en su silla.
—Que rápido corren los chismes aquí ¿no Greta?
—Yo no sé nada señor. Canturreó la simpática mujer saliendo de la oficina. El echó una
carcajada antes de suspirar hondo.
Cada cinco minutos observaba su costoso reloj ansioso por que Cloe aparezca, pues
debía terminar según Rodrigo un pendiente para luego enviarla a presidencia, Giancarlo
esperó pacientemente hasta que por fin, tocaron la puerta suavemente, el corazón de
Giancarlo se aceleró increíblemente y la mujer de sus tormentos asomaba su hermoso
y delicioso cuerpo en la puerta de su oficina. Cloe cubrió su rostro con ambas manos al
entrar
—¿Me mando llama señor D Luca?. Preguntó Cloe sin descubrir su rostro. Giancarlo
enarco una ceja, no entendía porque se cubría…—¿Qué le sucede señorita, porque se
cubre el rostro?—¿Está solo, dígame qué tiene puesto el pantalón?
Giancarlo gruñó molesto…—¡Cloe! Grito haciendo que ella de un brinco en su lugar
descubriendo automáticamente su rostro.
—Déjese de hacerse la chistosa y pase a tomar asiento que hay un asunto que debemos
tratar. Ella levantó una ceja y dudosa hizo lo que le pidió.
Ambos suspiraron hondo al mirarse, era notorio la atracción que sentían. Sin embargo
Cloe en ese momento lo odiaba más que nada en el mundo.
—Bien señorita Adams. Habló De Luca aclarándose la garganta.
—La mandé llamar porque hay un asunto importante que tratar, como verá el
inconveniente que se presentó ayer, el se rascó la nuca... hicieron que tome ciertas
medidas.
Cloe lo escuchaba atentamente observando sus carnosos labios y de tanto en tanto las
muecas que hacia en su rostro, era demasiado atractivo para su desgracia.
—Despedí a mi secretaria y ahora necesito una, y creo que usted es la indicada para el
puesto. Cloe seguía observando su perfecto rostro, hasta que paró todos los
pensamientos sucios que estaba teniendo con su jefe para rebobinar lo que le acababa
de decir.—¿Qué fue lo que dijo? Cloe abrió grande los ojos, Giancarlo sonrió victorioso.

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—Lo que escuchó señorita Adams.
Cloe lo fulminó con la mirada, en estos momentos solo quería lanzarlo desde la ventana
del edificio.
—Desde hoy usted será mi secretaria. Ladeó una sonrisa.
Cloe no sabía si salir huyendo de ahí o cometer un crimen, nadie sabría, limpiaría muy
bien la escena ¿no?
—Ya no pertenece al departamento de informática, confesó D Luca con un tono burlón,
ahora es toda mía. Y ensanchó una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Es una broma verdad? Cloe saltó de la silla para caminar de un lado a otro en la
oficina…—Si, si es una broma, que divertido es usted señor D Luca, Cloe soltó una
carcajada.
Mire que casi me creí el cuento. Cloe bufó. Giancarlo enarcó una ceja observándola.
—No es ninguna broma señorita, desde este momento cambia de puesto, la señora
Greta le enseñará todo lo que necesita saber, pero no le llevara mucho tiempo, usted
es muy inteligente, lo aprenderá en segundos. Cloe respiraba agitada, sus ojos eran
dos esferas de fuego apunto de incendiar la oficina con su jefe adentro.—¿Lo hace
apropósito verdad, para vengarse de mí? Bramo rabiosa.
Giancarlo se levantó lentamente de su silla metiendo las manos en los bolsillos, le
encantaba ver a Cloe molesta y sonrojada.

—Le vendrá muy bien este puesto señorita, ya que su salario no será el mismo al ser
mi secretaria, asistente, tendrá más responsabilidades y por ende el salario es mucho
mayor.
—No, no no, trabajar con él, porque Dios porque. Cloe balbuceaba cosas caminando
de un lugar a otro.
—¿Por qué yo? Paro de pronto su caminar, —¿Porque no se busca otra?, mire hay
miles de mujeres que quieren estar arrodillada ante usted. Giancarlo abrió grande los
ojos escuchando lo que Cloe había dicho. En verdad es sorprendente como es que su
cerebro hace corto circuito con su boca.
—No quiero tener a nadie de rodillas, bueno si usted quiere señorita Adams no pondré
objeción alguna. Sonrió coqueto.
—Un cínico, descarado, eso es lo que usted es, ¿y ahora se está vengando de mi
verdad? Pero déjeme decirle que jamás, jamás me tendrá de rodillas y mucho menos
haciéndole una mamada. Cloe y Giancarlo estaban frente a frente solo unos centímetros
los separaban. El quería lanzarse sobre ella, ella quería ahorcarlo, besarlo y luego
ahorcarlo. Ningún pensamiento decente tenía con él. Era lo que más le ponía furiosa
con ella misma.
—Cuide su boca señorita Adams, soy su jefe. Giancarlo la sobrepasaba en altura y
contextura, pero ella no se dejaba intimidar, ahora mismo solo quería lanzarlo por la
ventana.
—Y a usted se le olvida eso cuando va a mi casa en plena madrugada a treparse en mi
ventana, creyéndose un gorila.
—Y besarla, tocarla, sentirla. Agregó Giancarlo caminando a paso lento, mientras Cloe
retrocedía hasta toparse con la puerta. El apoyó ambas manos a los lados de su cabeza
inclinando su rostro.
—Trabajará para mí señorita Adams, usted necesita el trabajo, yo una secretaria capaz
como usted.
—No sabes cuánto te odio, desde que llegaste a mi vida solo es desgracia. Escupió
furiosa perdiendo todo tipo de respeto hacia su jefe.
—Pues mira que casualidad porque yo también te odio desde que llegaste a mi vida
solo lo complicas todo, pero por alguna enferma razón solo quiero tenerte a mi lado

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Cloe. Llevó una de sus grandes manos para acariciar el suave rostro se Cloe.—Eres el
hombre más despreciable que conocí en mi vida.
—Y tú una loca enferma, boca sucia, quiero lavarte la boca con agua y jabón. Giancarlo
observaba el carnoso labio de Cloe, moría por comerle la boca.
La aprisionó con su gran cuerpo pegándola más a la dura madera para devorarle la
boca con hambre y deseo, ella no se quedó atrás pues paseó sus manos por el
trabajado y delicioso cuerpo de su jefe.
—¿El niñato ese, te besa así? ¿Te calienta así? Hablaba sin dejar de besarla. Ella sabía
a quien se refería, y logró su cometido, ponerle celoso.
—Mmm, gimió ella… —Solo yo puedo encenderte así Cloe con mis besos, con mis
caricias. Giancarlo sintió morir cuando las manos de Cloe fueron descendiendo poco a
poco hasta posarse sobre su miembro duro y erecto.
—Y no creo que haya mujer que te ponga así en cuestión de segundos. Exclamó
orgullosa…—No, solo tú. Jadeo D Luca con la voz temblorosa al sentir que Cloe
masajeaba su tronco a lo largo y ancho sobre la tela del pantalón. Cuando de pronto
ejerció más y más presión, hasta el punto de causarle dolor.—¡Aah! Grito adolorido, sin
embargo ella no le soltó, al contrario apretó más fuerte.
—Que no se le haga costumbre señor D Luca eso de andar besándome cuando se le
antoja, no soy una de sus amantes, tampoco seré su secretaria facilota, porque le
arrancaré los huevos si lo vuelve a hacer la próxima, se lo advierto.
Exclamó soltándolo mientras que él respiraba y respiraba con un fuerte dolor entre las
piernas, hasta el punto de inclinarse para calmar el dolor.
—Bien si usted me quiere de secretaria, me tendrá, luego no se queje. Diciendo eso
Cloe abrió la puerta y salió de la oficina dejando a un desconcertado y adolorido
Giancarlo.
¡Loca desquiciada! Bramó Giancarlo con un gran calambre en sus partes nobles,
caminando apenas para tomar asiento y seguir masajeando su zona sensible.
Capitulo 15. Latente tentación.
Una semana ha pasado desde que Cloe ha cambiado de puesto, de auxiliar en
informática paso a ser la secretaria del hombre más importante de D Luca Company, el
mismo dueño.
Cloe aunque no muy entusiasmada ya le estaba agarrando al toro por los cuernos,
como lo había dicho Giancarlo ella era muy inteligente y bastó solo un día para aprender
todo lo que hacía una secretaria.
Lo único que le motivaba a seguir ahí era que su salario aumentaría en un cuarenta
por ciento, y estaba más que feliz por ello, ya que era una grandísima oportunidad para
poder mantener a su madre, incluso había pensado en la posibilidad de dejar de trabajar
en el club ya que esto la estaba matando, y su simpático jefe ya le había dicho que
debía acompañarlo a viajes y asuntos que requieran su presencia, Cloe sabía que era
una excusa barata para tenerla las 24 horas con ella pero que podía hacer necesitaba
ese trabajo más que nunca, y además ya sabía domar muy bien a su encantador jefe,
nótese el sarcasmo. Pero tener que verlo cada día, más veces de las que ve a su
madre en todo el día era la muerte para ella, por dos motivos, la primera quería ahorcarlo
y tirarlo por la ventana por idiota y la segunda y la peor era que quería montarse sobre
él al verlo así cada día con su traje a medida, con su pelo tan bien peinado y de cuándo
en cuando un pelito rebelde le caía sobre su frente, con esos hermosos ojos tan
penetrantes cuando la miraba y muchas veces ya le había pillado observándolo
embobada.
Su jefe era demasiado puntual, algunas veces llegaban al mismo tiempo, otras veces
llegaban apenas unos minutos después de ella.

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Como hoy que acababa de llegar diez minutos antes de las siete de la mañana. Cloe
ya le tenía su café listo en la mesa como aprendió a él le gustaba, fuerte con una pizca
de azúcar, fuerte como el, pensaba la descarada.
Al llegar solo paró frente a su mesa le sonrió como solo él lo sabe hacer y saludó a
Cloe.
—Buenos días señorita Adams. Su voz era ronca, su sonrisa brillante.
—Buenos días señor D Luca, ¿como amaneció el día de hoy? La ironía en la voz de
Cloe lo notaba cualquiera. Respiro hondo sin borrar esa mueca divertida, pero es que
Giancarlo disfrutaba ir a la empresa desde que ella se convirtió en su nueva secretaria.
—Exageradamente bien, ¿Y usted señorita? Ella negó levantando ambas cejas. —
Mmmm a ver, apoyó su dedo índice sobre sus labios simulando que pensaba…Hace
aproximadamente una semana odio venir al trabajo, solo lo hago porque mi jefe me
aumentó el salario y lo necesito.
— ¿El dinero o a su jefe? Bromeó Giancarlo…—Ya quisiera que lo necesitará a usted
¿verdad?
D Luca movió ambas cejas divertido. Cloe negó… —Para su información señor yo tengo
quien se ocupe de mí muy bien hasta dejarme bien satisfecha. Contestó altiva.
Giancarlo cambió su semblante a uno serio…—Necesito saber que tengo pendiente
para hoy. Exclamó de pronto y se dirigió hacia su oficina. Cloe soltó una risita.
Cloe dos, idiota cero. Susurró…— ¡Ahora! Grito Giancarlo. Cloe brincó de su silla
para sujetar su iPad y caminar detrás de él con sus tacones de aguja, y su falda tubo
en color gris. Camino regia, Giancarlo abrió la puerta dejo que ella pasara primero. Ella
se embriagó con su aroma tan varonil, el quedó extasiado con su delicioso aroma a
fresas.—Bien señor tiene una vídeo conferencia con su hermano a las 9 de la mañana.
Giancarlo tomó asiento, observando su tasa humeante de café y sonrío feliz, Cloe
siempre ya lo esperaba con su café, ¿Esta mujer tendrá algo de imperfecto? Pensó.
—Al medio día tienen un almuerzo con los señores Smith. El seguía escuchando y al
mismo tiempo observando a su hermosa secretaria, mientras movía sus carnosos
labios.
—Y a las cuatro tiene una cita con la señorita Rebeca Madows eso lo dijo en un tono
medio molesto. Giancarlo se mordió los labios no porque tendría una cita con esa mujer
que era una modelo exitosa y su amante de tanto en tanto, si no por la expresión de
Cloe. Se le notaba el enojo en su voz al mencionar el nombre de la mujer.
— ¿Solo eso? Cloe movió la cabeza sin mirarlo. Giancarlo quería reír en verdad por los
gestos graciosos que ella hacía con su rostro.
—Y ahí le dejé el informe semanal de gerencia financiera, apunto con su lápiz.
—Perfecto. Gracias Cloe. Le dedicó una mirada dulce haciéndola remojar sus labios, se
cacheteo mentalmente por ser tan evidente ante su jefe.—Gracias. Susurró Giancarlo
que en realidad estaba muriendo por dentro, se removió incómodo en su silla detrás de
su escritorio para disimular la notoria erección que tenía al ver a Cloe tan sensual. Con
el pelo atado en una cola alta, con unos anteojos que la hacían ver entre tierna y sexy,
y una camisa de seda en color blanco con una falda tubo en color gris, su hermosa piel
de porcelana, sus labios gruesos y rojos que ya sabían que sabor tenían y esos ojos
que hacen alucinar a cualquiera. Por más que intentaba disimular la atracción que sentía
hacia ella, había veces en que no podía más.
—Con permiso. Giró sobre sus talones paras salir de la oficina cuando de pronto su jefe
habló de nuevo.
—A las once treinta salimos, exclamó a su espalda, ella freno su andar para tensar todo
su cuerpecito. Volteó como un robot nuevamente hacia su jefe. — ¿Iré yo con usted?
—Eres mi secretaria ¿no? Por supuesto que vendrás conmigo. Ella achicó sus ojos para
respirar agitada y sin decir nada volvió a girar y salir refunfuñando.

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Giancarlo soltó una tremenda carcajada al verla salir así, cada día esa mujer le
encantaba más. Su plan había salido de maravilla. La tenía justo donde quería ahora ya
nadie se le acercaba. Pero lo de hace un momento lo dejó pensando. ¿Tenía alguien
que se ocupaba de ella? Gruñó molesto lanzando su lápiz sobre el escritorio para
recostarse en su silla. Ella no está con nadie, no claro que no, si fuera así ya la habría
visto… ¿Si cada noche que la sigues como un enfermo al salir del club verdad? Reclamó
su conciencia.

El rodó los ojos, parecía un loco hablando solo, pero la verdad era que le preocupaba
que anduviese sola por la calle y desde cierta distancia la seguía sin que ella se diera
cuenta.
Luke lo seguía en sus locuras solo para tener con que molestar a su jefe después.
Giancarlo masajeo su dura verga sobre el pantalón, ¡Cloe! Nena eres una tentación
para mí ¡Joder! Gruñó negando, sacudió su cabeza y se dedicó a revisar el bendito
informe de lo contario terminaría haciendo lo que últimamente más hace, masturbarse
como un puberto enfermo.
Al llegar las nueve de la mañana Giancarlo prendió la cámara para conectarse al
vídeo llamado con su hermano Dante.
Al salir la comunicación Dante sonrió al ver a su hermano menor.
— ¡Cabrón! Exclamó al otro lado. ¿Cómo has estado?
—No mejor que tú por lo que veo, ambos soltaron una carcajada.
— ¿Cómo está mamá y papá?—Están bien echándote de menos. —Uff yo también,
ojalá pudiera viajar un día de estos.
—Deberías hermano, deja tu libertinaje por un fin de semana, toma tu bendito jet y
mueve tu trasero para Italia. Tus padres te lo agradecerán.
—Si, lo haré un día de estos. —Bien, ¿Qué tenemos?
—Harrison no quiere negociar si no estás tú presente. Giancarlo observó como su
hermano se recostó en su silla frotando su rostro.
—Bien, estaré la semana siguiente allí. Convoca una reunión por favor. ¿Algún
contratiempo?
—Invertiré en nuevas maquinarias Dante, nuevas líneas.
— ¿Has hecho estudio de campo?
—Por supuesto sabes que no haría jamás algo sin estar seguro, solo quería comentarte.
—Perfecto si te parece bien, hazlo. — ¿Los socios están conformes? Giancarlo
asintió…—La semana pasada fue la reunión mensual y todo salió bien, no hay nada
que agregar.
—Bien es una buena noticia…— ¿Algo más que agregar? Preguntó su hermano desde
el otro lado de la pantalla, ambos se apoyaban en todo, Giancarlo desde California
manejaba a la perfección la compañía, mientras que Dante se ocupaba de la compañía
en Italia, la matriz. —Con permiso señor. Giancarlo levantó la vista para observar a
Cloe ingresar a la oficina.
— ¿Qué sucede? Cuestionó, fijando su vista en la mujer de sus tormentos y cortar por
un rato la conversación con su hermano… —Disculpe que lo interrumpa pero una mujer
llamada Alexa ha estado llamando más veces que un adolescente enamorado cuando
su novia lo dejo por otro. Giancarlo reprimió una risa por tan graciosa comparación.
Dante había escuchado todo al otro lado y reía apagando el micrófono para no ser
escuchado.
—Es intensa la pobre. Agregó Cloe. Giancarlo por su parte solo negó…—No quiero
hablar con nadie Cloe, dile que no estoy, que he muerto, dile lo que se te antoja pero
no quiero saber nada de esa mujer.

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—Bien, le diré que solo fue una noche y que no quiere nada más con ella, que solo
fue un acostón. Contestó Cloe mirándolo fijamente sin inmutarse. ¿Acaso ésta mujer
solo sabe ser sarcástica?
Giancarlo negó mirándola…—No es lo que piensas.
—Sí, seguro da igual. Solo quería decirle eso, siga usted con su reunión…—No
espere. Contestó antes de retirarse para caminar hasta él para mirar el ordenador. —
¡Joder! Qué guapo es su hermano. Exclamó Cloe divertida. Giancarlo gruñó celoso. —
Señorita puede volver a sus funciones por favor que estoy en una importante reunión.
—Ya ya, me voy, deje de ser gruñón, por Dios se le arrugara los huevos. Contestó
caminando hasta la puerta.
Él se pasó la mano por el pelo, era increíble lo que esa mujer era capaz de hacer y
decir en cuestión de segundos, definitivamente está completamente tocada de la
cabeza.
— ¿Quién carajos es esa hermano? Preguntó Dante sonriendo. Gian rodó los ojos.
—Mi nueva secretaria. Contestó rodando los ojos.
— ¡Vaya! Creo que está un poco… Dante hizo un gesto con su mano afirmando que
Cloe estaba loca. Gian soltó una carcajada y luego suspiró…—Pero hermosa por lo que
pude ver. Agregó Dante.
— ¿Seguimos en lo que estábamos por favor? Pidió celoso ante la situación. Dante
se carcajeo y luego continuaron la reunión.
Al llegar el medio día D Luca tomo su chaqueta para salir de la oficina debía asistir al
almuerzo con los empresarios que le venderían las nuevas maquinarias. Cloe ya estaba
lista, esperándolo, nerviosa por tener que ir y pasar tiempo con él. — ¿Lista?
—Nací lista. Contestó tomando su bolso para caminar frente a él, dirigiéndose hacia
el ascensor de empleados, Giancarlo la sujetó del brazo antes de que subiera al
ascensor.
Cloe miró su agarre mientras que D Luca negó, haciendo un gesto con su cabeza
señalando el otro ascensor.
—Acostúmbrate a usar este ascensor nena. Exclamó con voz ronca. Cloe se mordió
el labio inferior, ese toque suave y esa voz ronca pero sexy acompañado de esa mirada
azulada y más que preciosa la dejó atontada.
Sin decir nada caminó a su lado, Gian dio paso a Cloe y subieron al ascensor, ella
rezaba en su interior para que nada pasara, no quería estar encerrada mucho tiempo
con su jefe, él era un peligro y ella era una alma pura que estaba con ganas de pecar
con el diablo, el aroma de su jefe inundó de pronto sus fosas nasales, era exquisito ese
aroma tan varonil, ella lo observaba de reojo, él estaba a pocos centímetros de ella, el
aroma dulce de su hermosa secretaria también lo abrumaba, ambos se tenían unas
ganas inmensas. El ascensor se abrió y Cloe salió corriendo de allí, la presencia de
Giancarlo la desesperaba y en el mal, muy mal sentido.
Su jefe suspiró, sonrió y se ajustó la chaqueta para caminar detrás de ella, bajaron al
estacionamiento y Giancarlo la guió hasta su auto, como todo un caballero le abrió la
puerta y ella sin mirarlo subió.
Él hizo lo mismo para poner en marcha el auto, Cloe sentía una ansiedad que la
ahogaba, Giancarlo al tomar la palanca de cambio, rozó intencionalmente la piel
desnuda de Cloe, ella solo se removió incomoda mientras que su miembro de su jefe
palpitaba por ese solo contacto.
De pronto volvió a intentar rozar su piel y Cloe rápidamente le sujeto la mano, enarcó
una ceja volteando hacia él…
— ¿Puede mantener las manos quietas señor por favor? D Luca hizo una mueca de
sonrisa pero aprovechó para enlazar sus dedos con los de ella sujetándola fuerte para
que no se escape.

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—Por favor suélteme. Pidió Cloe totalmente sonrojada. Negó y en lugar de soltarla
llevo hasta sus labios para dejar un beso en sus nudillos, ese gesto la enloqueció por
completo, perdiendo la poca cordura que le quedaba para mirarlo embobada.
— ¿Te han dicho que eres una mujer fascinante? Lentamente soltó las delicadas
manos de Cloe y ella solo agachó la mirada. — Por favor mantengamos esa línea de
jefe y empleada. Pidió sin volver a mirarlo. El asintió no muy convencido.
—Cuéntame algo de ti. Pidió y ella volteo a mirarlo sorprendida, — ¿Qué quiere saber?
—Por ejemplo, ¿Por qué dejaste la universidad? Ella lo miro sorprendida, ¿Cómo
sabía que ya no iba a la universidad? Bueno eso era obvio pero aun así le parecía
extraño. — ¿No es obvio? Contestó un poco triste. Él se mantuvo en silencio.
—No me renovaron la beca esta año, y no estoy bien económicamente para poder
pagarlo así que me daré un tiempo hasta que pueda pagarle toda mi deuda. Giancarlo
condujo en silencio, miles de cosas le pasaron por la cabeza, no sabía porque después
de todo lo que esta mujer ya le había hecho él seguía queriéndola cuidar y proteger. Ya
no era esa estúpida obsesión por cogerla solamente no, era más que eso, quería ser su
amigo, su paño de lágrimas si así lo quisiera, pero conociéndola no aceptaría nada de
él, mucho menos su amistad.
Llegaron al conocido y lujoso restaurante, al entrar ya los dos empresarios los
esperaban, uno de ellos era Aron Smith padre y el otro el hijo que nada más al ver a
Giancarlo llegar con la hermosa Cloe toda su atención se centró en ella.
—Buenos días, disculpen la tardanza. Exclamó D Luca saludando a ambos.
Cortésmente se saludaron hasta que el Louis Smith hijo posó sus ojos nuevamente en
Cloe.
—Buenos días ¿y esta hermosa señorita quién es? Exclamó sonriendo. Cloe sonrió
mientras que Giancarlo estaba hirviendo de celos. Louis tomó la mano de ella y dejó un
suave beso. Acto que enfureció más a D Luca… —Mucho gusto señor, soy Cloe Adams
la secretaria del señor D Luca. — ¡Vaya Vaya! No sabía que tenía una secretaria tan
hermosa. Giancarlo se aclaró la garganta furioso…
—Por favor si tomamos asiento, es que tengo muchos pendientes, mintió fulminando a
Louis Smith con la mirada, él hombre sonrió y estiró la silla para que Cloe tomara
asiento.
Giancarlo estaba molesto ese debía ser él. —Bien, ya habíamos hablado en otro
momento sobre los precios de las maquinarias, también he visto las imágenes y
características. Aron asintió.
—Así es señor D Luca, la maquinaria aún no ha llegado, si llegamos a un acuerdo
hoy, la otra semana ya estaría trayendo.
Siguieron hablando de los negocios mientras Cloe escuchaba atentamente todo lo
que decían para luego dar sus pequeñas acotaciones al respecto, almorzaron
armoniosamente hasta que decidieron dar por terminada la pequeña reunión, todos se
pusieron de pie para despedirse cuando Louis sacó su tarjeta de su bolsillo para dársela
a Cloe.
—Señorita Adams nada me complacería más si es que acepta un día de estos tomar
un café conmigo o una cena. Ella abrió grande los ojos, Giancarlo respiró agitado,
estaba más que molesto, le estaba coqueteando en sus narices, ella era suya y de nadie
más. —No creo que sea correcto que invite a mi secretaria. Bramó colérico, Cloe
achicó sus ojos para finalmente hablar.
—Muchas gracias señor Smith…—Por favor dime Louis…Volvió a regalarle una
sonrisa. —Por supuesto que sí Lousi me encantaría. Contesto solo para enojar más a
su jefe. —Es hora de irnos. Exclamó.
—Hasta luego señores un gusto. Afirmó Cloe despidiéndose. Giancarlo le dio paso
para que caminara delante hasta llegar nuevamente al auto.
— ¡Louis, Louis! Balbuceó Giancarlo detrás de ella, dame esa tarjeta. Dijo finalmente.

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— ¿Perdón? Cloe giro para enfrentarlo levantando una ceja. — ¿Acaso lo llamarás?
Cuestionó molesto.
—Es mi vida personal, a usted no le importa, Giancarlo se acercó peligrosamente a
ella acorralándola contra el auto.
—Te equivocas Cloe, todo de ti me interesa, todo lo que se trate de ti es mi asunto.
— ¿De nuevo en plan novio celoso? Sus respiraciones chocaban al estar muy cerca,
él miraba sus labios, solo quería besarlos, sin más unió su frente a la de ella. Cloe
parpadeo sorprendida ante ese acto tan extraño. —Haz lo que quieras conmigo,
trátame mal si quieres, golpéame cuantas veces se te antoja nena, rocíame el ojo pero
no salgas con él por favor. Pidió sincero, y a ella se le removió el estómago.
—No puede decidir sobre mi vida señor D Luca, habló suave muy cerca de sus labios,
algún día debo estar con alguien y usted también, Gian cerró los ojos negando.
—No quiero estar con nadie que no seas tú. Confeso sin más, Cloe no espero
tremenda confesión, cuando abrió la boca para hablar sonó su teléfono, rápidamente lo
tomó para ver quien la llamada, arrugó el ceño al ver el nombre de María en la pantalla,
nunca la llamaba ¿Qué habrá pasado?
— ¿María, que ocurrió?
—Cloe ven rápido por favor, tu madre no reacciona, por favor. Cloe sintió una
opresión en su pecho y una lágrima rodó por su mejilla.
—Voy para allá ahora mismo María.
Capítulo 16. Nunca te vayas.
— ¿Qué sucedió Cloe? Preguntó un alarmado Giancarlo al verla así de pronto al recibir
esa llamada.
Ella sollozó sin siquiera poder emitir una palabra.
—Mi mamá. Es todo lo que salía de su boca…—Shhh tranquila, respira, respira nena
por favor me estás asustando.
—Mi mamá se desmayó y no reacciona. — ¡Joder! Exclamó Giancarlo pasando la
mano por el pelo.
— ¿Dónde está?
—En mi casa, en mi casa. Cloe contestó desesperada sin dejar de llorar.
—Me tengo que ir, tengo que verla.
— ¡Vamos! Te llevo Cloe. Ella solo afirmó llorosa, él le abrió la puerta del auto para
dejarla subir, casi corriendo rodeó el auto para subirse y acelerar todo lo que pudo. —
¡Mi mamá no! Es todo lo que Cloe podía decir sin dejar de llorar.
—Tranquila nena, a D Luca se le partía el corazón verla así. La tomó de la mano para
apretujarla entre la suya, Cloe se aferró a ese apretón sin pensar en nada, solo quería
un apoyo en estos momentos, ese apoyo que nunca tuvo.
De pronto sonó nuevamente el teléfono de ella, rápidamente lo tomó con las manos
temblorosas y contestó la llamada.
— ¡María! ¿Qué sucedió?
—Cloe, mi niña la estamos llevando al hospital central, la ambulancia ya llegó ve
directo ahí por favor, no vayas a casa.
—Bien María llego en nada. Cortó la llamada para observar a su jefe.
— ¿Podrías llevarme al hospital central por favor? Giancarlo asintió y cambio el rumbo
de su destino. Su corazón latía a prisa. Este día le tocaba conducir ya que a Luke estaba
en su día libre. Y agradeció que así fuera ya que podría estar a solas con ella, y hacer
todo por ella. Porque ya no le quedaba dudas, quería hacer todo por ella. En cuestión
de nada llegaron al hospital, rápidamente el aparcó y subieron juntos, apenas llegaron
en el área de urgencia Cloe visualizó a María desde lejos corriendo hasta llegar a ella.
Gian solo la seguía detrás.
—María, ¿Qué sucedió? ¿Dónde está mi madre?

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—Ay mi niña mi niña, estábamos leyendo el periódico cuando de pronto comenzó a
convulsionar, la pude socorrer pero se desvaneció y ya no despertó.
— ¿Pero aún tiene pulso? Preguntó muy angustiada de que su madre esté muerta.
—Si llegaron los paramédicos y dijeron que aún tenía pulso y la trajimos
inmediatamente. María observó a Giancarlo parado un poco detrás de Cloe.
—Ay María no quiero que le pase nada a mi mamá. Cloe se echo a llorar a los brazos
de María.
—Tranquila mi niña, todo estará bien, ya verás. Decía eso consolándola.
Cuando Cloe se había recompuesto un momento se acordó que su jefe seguía parado
ahí alado observándola. Negó por un momento…—Perdóname María, el es Giancarlo
D Luca mi jefe, Giancarlo ella es Maria.
—Descuida Cloe. Exclamó Giancarlo comprendiendo perfectamente su estado.
—Mucho gusto señor D Luca saludó María muy amablemente.
—El gusto es Mío señora María. Contesto con una leve sonrisa.
—Familiares de la señora Sara Adams. De pronto exclamo el médico.
—Sí, si soy yo doctor, soy su hija. ¿Qué tiene mi madre doctor? El doctor suspiró
hondo antes de hablar.
—Su madre volvió a sufrir otro ACV señorita. Cloe se cubrió la boca con ambas
manos negando. —No mi mamá no por favor.
— ¿Cómo está doctor? Dígame cuál es su estado real de salud por favor.
—No le voy a mentir señorita, su madre está muy delicada.
— ¿Qué se puede hacer? Preguntó Giancarlo con voz ronca mirando fijamente al
doctor. El hombre giró a mirarlo. —No hay mucho que hacer señor, solo esperar su
evolución. — ¿Podemos trasladarla a otro hospital? Cloe giró a observarlo con los
ojos muy abiertos.
— ¿A qué te refieres, como que trasladarla? Giancarlo la observó y luego volvió a
mirar al doctor.
— ¿Se le puede trasladar o no? Preguntó serio, cualquiera se sentía intimidado por
él, por su forma de hablar, su porte, su seriedad, esa seriedad que poseía cada vez que
se trataba de cosas importantes.
—Sí señor, si tienen los recursos necesarios puedo darle las indicaciones, su historial
médico y ser trasladada a otro centro médico.
—Bien, preparen todo, la señora será trasladada al sanatorio Cedars
inmediatamente. El doctor asintió para retirarse. Cloe jadeó sorprendida por lo que
acababa de escuchar.
— ¿Giancarlo estás loco? Ya en estos momentos había perdido todo profesionalismo
con su jefe…—Yo no puedo pagar un sanatorio privado, parpadeaba repetidas veces
con lágrimas en los ojos.
—Yo en ningún momento pretendí que tú lo pagaras. Ella jadeo indignada
negado…—No Giancarlo no puedo aceptarlo, es demasiado, no eso no. —Nena tu
madre necesita un especialista urgente, tratamiento especializado, deja de pensar en ti
por un momento o en el dinero y piensa en su vida, tal vez si no la trasladamos no
sobreviva aquí, ¿Eso es lo que quieres? Ella negó moviendo la cabeza.
—No, no quiero que mi madre muera, ella no puede dejarme sola. Giancarlo afirmó
tomando el rostro de Cloe con ambas manos. —Entonces aceptaras mi ayuda Cloe y
haremos que tú madre recupere con los mejores especialistas, te lo prometo. Sus ojos
se llenaron de lágrimas, y él lo intentaba secar con su pulgar.
—Gracias, no sé cómo pagártelo.
—No necesito que me pagues nada nena, yo lo hago con gusto y sin ninguna
intención, ¿Ahora me crees cuando te digo que todo de ti me interesa? Todo lo que te
pase me importa Cloe, más de lo que imaginas.

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Ella tragó grueso su corazón pálpito frenéticamente. ¿Quién era este hombre? No
era el mismo patán que había conocido, no, era otro, y le gustaba aún más.
Giancarlo besó suavemente su frente para atraerla a él y envolverla en un abrazo,
ella no refutó al contrario se dejo abrazar y envolvió sus brazos en la cintura de du jefe
aspirando su delicioso aroma y sintiendo la suavidad de su fina camisa.
El por su parte sentía que su estomago se revolvía, tenerla así en sus brazos era la
más grande de las satisfacciones, no la estaba besando, mucho menos la estaba
cogiendo, solo la estaba abrazando y era mejor que cualquier otra cosa en este mundo.
Aspiró el aroma de su pelo con olor a fresas, ese olor que era tan embriagante y cerró
los ojos por un momento, guardando en su memoria este momento tan intimo.
María observaba la escena con ternura, sabía que ahí había algo mas, pasaba algo
mas, era imposible que solo por ser su jefe se comportara de esa manera. La ternura
con la que la miraba decía mucho más que eso.
En un momento el doctor volvió con su historial médico que se la entregaría al
paramédico que la trasladaría al sanatorio, con el papel de traslado, avisando que ya
seria trasladada inmediatamente sin perder tiempo y que ya había llamado para
asegurar su ingreso, Giancarlo asintió pero rápidamente marcó el numero del director
del sanatorio, un buen amigo que Giancarlo tenía, avisándole que llevarían a una
paciente grave y pidiendo inmediatamente uno de sus mejores neurólogo. En cuestión
de minutos habían llegado al nuevo hospital donde ya habían ingresado a la madre de
Cloe, Giancarlo se encargó completamente de que se realizara su ingreso y
rápidamente su amigo el doctor Girao había llegado junto a ellos.
—Su madre está en las mejores manos señorita, el neurocirujano Dawson es el mejor
en esto, el sabrá perfectamente cómo tratar esto, ahora solo resta esperar, no se puede
ser nada mas por ella. Cloe solo tomó asiento en el cómodo y lujoso sofá en la sala de
espera, apretándose la cabeza.
- —Iré por un café para que te tranquilices nena. Hablo Giancarlo, acariciando la
mejilla de Cloe para bajar a la lujosa cafetería que poseía el centro médico. María se
acerco y se sentó a lado de Cloe para envolverla en un cálido abrazo, ella recostó su
cabeza en el hombro de María sollozando y buscando consuelo.
—No puede dejarme María, no puede dejarme ella también.
—No lo hará mi niña, ella se va a recuperar, ella es fuerte, aquí harán todo para que
se recupere, y todo gracias a ese apuesto joven. Cloe levantó la cabeza y sonrió
levemente. — ¡Ay María! No es lo que piensas, ese hombre es mi cruz, rió débilmente.
—No parece, hasta parece enamorado, Cloe jadeó al escuchar eso. —María estás loca
mujer, ese hombre no se enamora, además solo es mi jefe. —Humm, podré ser vieja
pero sé de estas cosas Cloe y ese hombre se nota que está completamente enamorado
de ti. Cloe solo negó una y otra vez.
Apareció nuevamente y ambas guardaron silencio, venia con dos vasos de café,
uno se lo entregó a Cloe y otro a María, tomó asiento frente a Cloe en otro sofá y solo
la observó fijamente, ella se sentía intimidada por el ya que su mirada era muy
penetrante. De pronto su teléfono sonó, el lo revisó arrugando el ceño.
—Con permiso exclamó para levantarse, alejarse y contestar la llamada, Cloe sintió
un sabor amargo, María se disculpó en ese instante para ir al baño, Cloe jugaba con el
vaso de café mirando hacia su jefe que permanecía de espalda hablando por teléfono,
Cloe moría de celos al imaginarlo hablando con otra mujer, de pronto volteó caminando
nuevamente hacia ella. Ella giró su rostro para que Giancarlo no se diera cuenta de que
lo estaba mirando para finalmente sentarse a su lado al verla solita. —Cancelé la cita
que tenía con la señorita Madows. Habló de pronto dándole explicaciones a Cloe sin
que ella se lo pidiera.

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Ella miró su vaso jugueteando con el dedo. —No debería hacerlo señor, mejor
vuélvase a la oficina tiene muchos pendientes. El negó para tomar su mentón y obligarla
a que lo mirara.
—No me moveré de aquí Cloe por más que tú no me quieras aquí. Ella se levantó
rápidamente su cercanía la abrumaba. Su corazón latía muy fuerte. Giancarlo se levantó
detrás de ella posicionándose a su espalda.
— ¡Cloe! Susurro chocando su respiración en su pelo ya que era bastante alto, ella
volteó a mirarlo, quedando frente a frente a escasos centímetros, ambos sentían el
calor que emanaba el cuerpo del otro. Giancarlo levantó su mano para llevarla hasta
los labios de su hermosa secretaria.
— ¿Qué es lo que quieres Giancarlo? No comprendo tu actuar. De pronto susurró
Cloe. D Luca delineó con su pulgar los labios de ella, observándola con fascinación.
—Quiero cuidarte, protegerte, adorarte, escuchar tu voz cada día, ver tu sonrisa
iluminando mis malditos días, escuchar tu sarcasmo y tus hermosos ojos cuando lo
ruedas. Quiero secar tus lágrimas, quiero… Solo quiero una cosa Cloe… ella estaba
aturdida por lo que acaba de escuchar, respiro hondo antes de hacer esa pregunta. —
¿Qué cosa? Preguntó con el estómago revuelto y los nervios golpeando su cabeza.
—Que nunca te vayas.
Capitulo 17. Saliendo de control.
¿Qué nunca me vaya? No sé que bicho le picó a este pero me estoy muriendo por
besar esos labios tan carnosos. En su mente Cloe ya lo había violado una y mil veces
y de distintas formas. Sin embargo su orgullo no le permitía ir más allá.
Giancarlo acarició el labio inferior de Cloe pasando su dedo pulgar por ellos, mientras
que su mirada verdosa casi azulada lo miraban expectantes a dar el segundo paso, ella
entreabrió sus labios intentando tomar aire, entonces todo sucede Gian inclina su
cabeza para pegar sus labios a los de ella lentamente, ella cerró sus ojos esperando
ese momento que su mente decía, no no lo hagas, pero su cuerpo decía, hazlo pendeja.
Cuando ambos escucharon un carraspeo que los hicieron separarse rápidamente,
Cloe solo se apartó de él para caminar hacia María quien los miraba con una mueca de
sonrisa.
Cloe achicó sus ojos en su dirección y ella reprimió una sonrisa. —María ve a
descansar por favor, ve a la casa o a tu casa, yo te avisaré cualquier novedad. ¿Está
bien?
—Como se te ocurre que te voy a dejar sola niña…—No se quedará sola. Contestó
con voz ronca su apuesto jefe, Cloe sintió morir de vergüenza.
—Vaya a descansar señora María, yo me quedaré a hacerle compañía a la señorita.
María sonrió.
—Si es así me iré, contestó ella pícara Cloe apretó los dientes y abrió muy grande
los ojos intentando hacer señal a María pero ella solo se divertía al ver el rostro de Cloe
y la situación fan divertida que se había formado entre estos dos. Pero definitivamente
la atracción entre ellos era innegable, María y todo el mundo lo notaba.
Entonces María tomó su bolso y abrazó a Cloe dejando un beso en su mejilla.
—Vendré mañana mi niña, tú debes descansar también.
—Está bien María, gracias. —Hasta mañana señor D Luca.
—¿Tiene como irse señora? Preguntó él muy caballeroso. Luego recordó que no traía
chófer. —No se apene por ello yo iré en autobús. Giancarlo negó. —No señora, saco
dinero de su billetera y se lo dió a María. —Tome ande, vaya en taxi por favor.
—No, no por favor no se moleste. Él volvió a negar.
—No es molestia señora, por favor acéptelo.—Oh muchas gracias entonces.—Lo
tomo como un préstamo bien, María guardó el dinero en su bolso. —Un préstamo que
aquí mi niña Cloe sabrá cómo pagarte. Cloe quiso entrar diez metros bajo tierra por el

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comentario tan descabellado de María, mientras que Giancarlo se mordió los labios
intentando no reír y María sonriendo se despidió con la mano y se alejó de allí.
—Perdónala por favor. Ella es… Cloe negó rascándose la frente.
Giancarlo se acercó nuevamente a ella sujetándola de la cintura. Cloe se sorprendió
ante su acto tan descarado.
—Creo que hace un rato nos interrumpieron. Ella tragó grueso e intentó alejarse.
—Señor por favor. Giancarlo sonrío de lado. —Te prohíbo que me vuelvas a decir
señor, Cloe. —No es lugar. Volvió a reclamar ella, entonces el sonrío, volteó su rostro
de un lado a otro, y vió el cartel que decía prohibido el ingreso, solo personal autorizado.
Pensó por un segundo y sin dudarlo un segundo más, jaló a Cloe del brazo para meterla
en esa habitación, que no era otra cosa que una habitación de insumos para el
hospital. Cloe quedó perpleja ante ese acto nuevamente descarado.
—¿Qué, que hace? Giancarlo la acorraló contra la pared apoyando ambos brazos
a los lados de su cabeza.
—Dijiste que allí no era lugar. Cloe rodó los ojos. —Vaya que convincente ¿y le
parece que este si es lugar? Enarco una de sus hermosas cejas.
—Ya cállate Cloe, solo quiero… acarició sus labios por un segundo con sus dedos,
ella quedó atontada cuando le hizo callar, y esta vez sí unió sus labios con los de ella.
Cloe no pensó más en nada y rodeó sus brazos en el cuello de Giancarlo y se fundieron
en un exquisito beso.
Él sintió morir al comenzar a endurecerse muy rápido. Y no disimuló en pegar su
erección al vientre de Cloe. Ella no era tonta sabía muy bien de qué se trataba, su
cuerpo se tensó pero aún así no podía alejarse de él. —Debemos parar. Susurró ella
aún besándose. Giancarlo no hizo caso, y comenzó a tocar su cuerpo por encima de su
ropa, bajando sus besos al cuello de Cloe. Ella solo echó su cabeza hacia atrás
recostándolo en la pared, se dejaba hacer. Giancarlo de pronto se dio cuenta que la
excitación y la lujuria comenzaban a nublar su mente y decidió parar aún en contra de
su voluntad. Cloe abrió los ojos, no supo en qué momento lo había cerrado.
—¿Por qué paras? Preguntó sin darse cuenta. Luego al reaccionar quiso golpearse
hasta romperse la cabeza por tal brutalidad dicha.
Gian sonrió al escuchar que Cloe no quería parar, de hecho si quería podría
hacerla suya en ese mismo instante. Pero suspiro hondo, tomó una bocanada de aire
antes de hablar.
—Porqué no será así y no será aquí. Cloe parpadeó una y otra vez. ¿No será aquí ni
así? Levanto una ceja.
—¿Muy seguro no señor D Luca? Intento alejarse pero él la sujeto de su cintura y la
pegó nuevamente a la pared, con una mano en la cintura de Cloe y otra en la pared al
lado de su rostro Giancarlo inclinó su rostro para hablar muy pagado Cloe, chocando su
respiración con el de ella.
—Será como tú quieras, cuando quieras y donde quieras Cloe. Pero será en mi cama
desnudos los dos disfrutando de tu cuerpo y tu del mío. Ella se mordió el labio inferior
por tal confesión. —Pues fíjate que no quiero nada contigo. Exclamó para zafarse de
su jefe y salir de esa pequeña habitación antes de que haga una locura, miró a todos
lados pero gracias a Dios nadie la vió salir de ahí. Se alisó la falda y busco el sanitario.
Entró y se encerró en uno de los cubículos.
Golpeo su frente una y otra vez con su mano. Por más que lo negaba sentía
demasiada atracción hacia su jefe, y sintió que su sexo palpitaba, echo su cabeza hacia
atrás recostándose en la puerta del pequeño cubículo, levantó su falda y llevó a las tiras
de sus finas bragas y se lo deslizo hasta sus rodillas, estaba empapada. Suspiró cuando
mordiendo su labio llevó una de sus manos hasta su vagina y la humedad era
demasiada.

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Nunca jamás se había mojado de esta manera, esto era realmente nuevo, deslizó
uno de sus dedos entre sus pliegues y sintió morir temblando completamente.
Estaba loca por estar haciendo esto pensó. Negó moviendo su cabeza varias veces,
sacó su dedo y observó cómo brillaba su humedad, y todo por ese hombre que era su
tormento. Tomó un trozo de papel y se limpió su excitación. Y volvió a ponerse su braga
para salir del baño nuevamente.
Al salir lo vio sentado en el sofá de la sala de espera se acercó a él sentándose a
lado.
Pero ninguno de los dos dijo nada. Ella suspiró al no saber nada de su madre aún,
pero si eran malas noticias ya se lo habrían dicho.
Después de una hora apareció el neurocirujano para hablar con Cloe sobre el
estado de salud de su madre.
— ¿Se va a recuperar doctor? El médico solo suspiró. —Esperemos que sí
señorita, tuvimos que operarla ya que tuvo un ACV hemorrágico y debíamos drenar la
sangre. Cloe se cubrió la boca con ambas más mientras que Giancarlo la sujetó de los
hombros. —Veremos cómo evoluciona señorita ya todo queda en manos de Dios.
Ella asintió con lágrimas en los ojos y se permitió llorar aún más cuando el doctor se
retiró. Giancarlo la abrazó a él consolándola, ahora era su mayor consuelo.
Un mes después
La madre de Cloe había recuperado satisfactoriamente, después de más de dos
semanas internada volvió a la casa pero con estrictos cuidados y medicamentos, sin
embargo esta vez ya ni siquiera podía estar sentada en la silla de ruedas, ahora solo
permanecía acostada todo el tiempo en su cama, solo María junto con Cloe la movían
para bañarla una vez al día.
Cloe dejó de trabajar en el club, no podía seguir ya que todo este tiempo ella la
cuidaba en el hospital alternándose con María para que Cloe pudiera ir a trabajar.
Giancarlo se había portado de maravillas con ella, había pagado absolutamente
todos los gastos que tuvo su madre en el sanatorio, Cloe debía aún más a su jefe de lo
que ya lo hacía, sin embargo estaba muy agradecida con él. También le parecía extraño
que no la había molestado para nada. Entre ellos no volvió a pasar nada más desde
aquel día, Cloe trató de mantener distancia para no cometer una locura, Gian lo hizo lo
mismo, esperaría que sea Cloe la que diera el siguiente paso, pero al parecer nunca lo
haría y eso lo estaba matando.
Giancarlo había salido muy temprano y no había vuelto aún, generalmente solía
llevarla pero ésta vez no la llevó y se estaba muriendo de celos.
Hoy no tenía nada en su agenda, ninguna reunión, de seguro a follar con alguna
lagartona. Pensaba Cloe furiosa.
Seguía tecleando en su computador como si las teclas tuvieran la culpa de sus celos.
De pronto una notificación sonó en su teléfono. Lo revisó y río al ver que le habían
agregado a un grupo integrado por Adara, Erick y Darius. Rápidamente llegaron varios
mensajes donde le decían que hoy había fiesta. Ella negó riendo.
Cloe: ¿Fiesta? Escribió una mensaje.
Cloe: Yo no salgo en fiestas. Agregó.
Darius: Pues ésta noche lo harás bombón. Pasaré por ti a las nueve. Adara: Cloe irás,
estás obligada, además celebramos algo.
Cloe: ¿Qué celebramos? Un adelanto por favor.
Darius: Celebran que Adara y Erick se están comiendo.
Cloe: ¿Qué?
Erick: Ya ya deja de ser tan específico.
Erick: Si somos novios. Ya.
Cloe soltó una carcajada al leer los mensajes y no pudiendo creer que este par
andaban de enamorados.

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Cloe. Bien Darius te espero puntual a las nueve.
Sonreía leyendo los mensajes cuando escuchó el ruido del ascensor de su jefe
anunciando que alguien había subido, y al ver de quién se trataba Cloe literal abrió la
boca y se le cayó el celular en la mesa.
Es el mismo hombre, es el otro D Luca. Susurró bajito para ella, cuando los dos
iban acercándose hasta el escritorio de ella.
Dante el hermano de Giancarlo observó a Cloe con una sonrisa coqueta y ella
estaba petrificada, le parecía realmente demasiado atractivo para su desgracia. —
Buenos días. Saludó. ¡Madre de los calzones! Qué voz, que boca, que ojos, que
cuerpito. Cloe lo repasó con la vista. Dante enarcó una ceja burlona.
— ¿Podría dejar de babear señorita Adams? Habló Giancarlo serio. Ella reaccionó
de pronto a su letargo.
—¡Oh! Perdón señor. Buenos días mucho gusto soy Cloe Adams, ¿usted es de
seguro el señor Dante D Luca, no es así? Le extendió la mano y el lo tomó apretándolo
por largos segundos sin dejar de observarla. Giancarlo se aclaró la garganta celoso.
—Mucho gusto señorita. Le regaló una de sus perfectas sonrisas.
—Vaya Giancarlo si sabía que tenías una hermosa secretaria hubiera venido hace
tiempo. El rodó los ojos y Cloe solo quería reír.
—Pasemos a mi oficina Dante por favor tenemos mucho de que hablar. Gruñó
celoso y molesto.
Se lamió los labios asintiendo. Cloe solo quería pasar su lengua por esos labios tan
carnosos y deliciosos.
—Cloe no quiero interrupciones, por favor, nada de llamadas, mucho menos
visitas. Ella asintió. —Si jefe. Contestó burlona mientras que Dante solo río al
escuchar. Ambos caminaron uno alado de otro para adentrarse a la oficina, Cloe
miró embobada a esos dos machos alfas.
Se atrevería a decir que Giancarlo era más alto que su hermano, pero ambos
eran exageradamente deliciosos.
Ningún pensamiento decente le vino en ese momento a la pobre de Cloe, ¿Por
qué debían ser tan idiotas estos hombres tan hermosos? Pensó.

Mientras que Giancarlo entró junto a su hermano Dante a la oficina pasando a la


salita, Giancarlo se sirvió un trago y otro a su hermano.
—¡Vaya hermano! ¿Esa es la misma loca de hace semanas atrás? Giancarlo
sonrío afirmando. —Si esa misma loca.
—¿Y porque te brillaron los ojitos cuando la mencioné?
—No sé de qué hablas. Contestó Giancarlo bebiendo de su vaso. Dante echo una
carcajada.
—Yo solo digo. Pero lo que tiene de loca lo tiene de hermosa ¡Joder!
— ¿Puedes cerrar la boca? Gruñó molesto. Dante solo lo quería molestar, sabía
que había alguna atracción de su hermano hacía su secretaria. Siempre que hablaban
por vídeo llamada, el hablaba de ella con tanta fascinación, cosa que nunca sucedió
con ninguna mujer.
— ¿Te quedas unos días?
—Dante asistió. Claro mañana es la reunión con Harrison, hoy quiero divertirme
en la noche y mañana llamar a alguna de mis amantes de aquí, hace tiempo no lo hago.
Dante río moviendo las cejas divertido. Su hermano menor negó. Iremos al club
hoy entonces. Contestó y brindó levantando su vaso. Ambos continuaron la plática ya
que había bastante tiempo no se veían.
En la noche Cloe esperaba a Darius que pasara a por ella. Había estado leyendo
a su mamá unas horas, siempre le leía un libro para pasar tiempo con ella. Hasta que

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su madre se dormía. Era la primera vez en todos este tiempo desde que salió del
hospital que la dejaría sola, solo lo haría porque ya había quedado con sus amigos.
Se vistió demasiado sexy para la desgracia de muchos, comenzando por el pobre
de Darius. Quien después de aquel beso ya no volvió a pasar más nada, Cloe trataba
de evitarlo y él se daba cuenta de ello, entonces él dejo de insistir, se veían casi nada,
era la primera vez en mucho tiempo que saldrían juntos nuevamente.
Cloe Lucía un vestido en color plata brillante, no muy ajustado pero enmarcaba
cada una de sus curvas, el pelo suelto hasta la cintura en hondas y unos tacones de
aguja.
Darius llegó por ella a la hora fijada y al verla quedó más que enamorado, quedó
alucinando. —Dios Cloe. Qué hermosa estás nena. Besó ambas mejillas.
—Gracias Darius. Él le abrió la puerta del auto y subieron para dirigirse al club,
Darius no dejaba de mirar la pierna desnuda de Cloe, la miraba de reojo y se removía
incomodo al causarle una erección, ya que el vestido era bastante corto. Ninguno de los
dos habló hasta llegar al club.
—¡Dios Darius! Ese club es muy lujoso, ¿Cómo cuanto costara la entrada? Darius
solo le guiño un ojo.
—Tranquila nena, este club es del amigo de mi hermano, entramos gratis siempre.
La sujeto de la mano e ingresaron sin ningún problema.
Al ingresar Cloe observó todo el lugar, era demasiado lujoso por dentro, allí
encontraron a Adara besándose con Erick. Cloe abrió grande los ojos al verlos, jamás
imaginó que estos dos terminarían juntos.
—Hola Chicos. Saludó ella y el par de enamorados se despegaron. Erick se frotó
en rostro avergonzado mientras Adara abraza a Cloe.
—¿Qué tomamos chicos? Preguntó Darius gritando un poco por la música alta.
Cloe negó. —Ah no querida, ésta noche vas a beber con nosotros. Exclamó Adara.
—Trae una botella de whisky pidió Erick, Darius se acercó a la barra pidiendo una
botella de whisky para luego volver junto a ellos.
Comenzaron a beber haciendo fondo blanco, Cloe no sabía beber cada trago le
quemaba la garganta, sin embargo en medio de la euforia ya comenzó a agarrarle el
gusto, haciendo rondas y rondas de bebidas.
—Hora de bailar nena. Exclamó Adara quien tomó a Erick de la mano arrastrándolo
a la pista de baile mientras que Darius hacia lo mismo con Cloe. Comenzaron a bailar y
a seguir bebiendo más de la cuenta, Cloe sabía que mañana se arrepentiría de lo que
estaba haciendo.
Por su parte Giancarlo por coincidencias de la vida iba llegando con su hermano
Dante al mismo club.
Las mujeres los miraban al pasar, era imposible no causar efecto en las mujeres,
eran dos hombres extremadamente altos y atractivos en demasía. Esta vez no
querían una mesa vip simplemente ambos se sentaron en la barra, Dante tratando de
captar una mujer para llevársela a la cama.
Giancarlo solo acompañó a su hermano, no quería ni tenia ganas de estar con
ninguna mujer, a no ser que esa mujer sea su secretaria.
Pidieron para beber un whisky, ambos bebieron manteniendo una conversación a
pesar de la música fuerte, Giancarlo volteó para mirar hacia una pista de baile, arrugó
el ceño cuando vio a una mujer de espalda. Dante al ver a su hermano mirar hacia un
punto giró también su rostro. Al ver a la mujer soltó un silbido.
—Uff, que mujer. Lástima que está acompañada de lo contrario ya me la llevaba a algún
hotel. Giancarlo gruñó y no supo porqué le molesto el comentario de su
hermano. Cuando de pronto la mujer giró en dirección a Giancarlo y palideció al
instante.
—¿Qué ocurre? Preguntó Dante arrugando el ceño.

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¡Carajo! Gruñó Gian. Es ella maldita sea. — ¿Es quien? Volvió a preguntar Dante
ignorando lo que pasaba. —Es mi secretaria. Contestó cuando Dante fijo su vista en
ella y la repasó de pies a cabeza relamiéndose los labios.
—¡Puta mierda! Exclamó. Y bebió de golpe su vaso de whisky.
Cloe bajó de la pista de pronto y caminó en dirección a Giancarlo, ella no se
percataba de que su jefe la estaba devorando con la mirada. Pasó a su lado ignorando
la situación. Era por las luces opacas, la gente del lugar y porque estaba demasiado
ebria como para darse cuenta quien estaba ahí y quien no.
—Discúlpame un momento. Pidió Giancarlo a su hermano, mientras que este río ya
que sabía que lo había perdido esa noche. Giancarlo caminó apresurado detrás de su
secretaria para interceptarla.

Pero ella ya había ingresado al baño rápidamente. Se quedó parado esperando que
saliera. Cuando lo hizo el cubrió el paso y ambos se miraron fijamente. Cloe lo
reconoció inmediatamente a pesar de su ebriedad.
—Se. Señor. Tartamudeó.
—¿Qué haces aquí Cloe? Ella río ebria emitiendo sonidos por la nariz. Y de pronto
jugueteo con la fina camisa de su jefe.
—¿Qué hace usted siguiéndome? Bromeó traviesa ella.
—Estas completamente ebria Cloe. Habló Giancarlo.
—Siii. Volvió a reír sin negar. Giancarlo negó una y otra vez.
—Nos iremos de aquí inmediatamente. Exigió el.
—¿Me llevarás a tu casa para follarme toda la noche? Preguntó ella. Y Giancarlo
palideció nuevamente por su boca suelta.
—No, nena te llevaré a tu casa, no esta bien que estés en estas condiciones. —Pero
yo vine con…. Mmmm, con… no le salía el nombre de Darius. —Haa, no importa
vamos mi hermoso príncipe. Exclamó Cloe abriendo los brazos para que Gian la cargue,
él negó y la tomo del brazo para sacarla de ahí. Al pasar en dirección a la barra observó
a su hermano ya muy contento con una pelinegra. Entonces solo se apresuró en sacar
a Cloe del club.
La llevó hasta su auto, le colocó el cinturón y ella lo jaló del cuello de su camisa
para plantarle un beso, ni siquiera pudo procesar lo que acaba de hacer. ¿Quién es esta
mujer y que le había pasado? Pensó D Luca.
Rodeó el auto para subirse a su lado, puso en marcha el auto sin dejar de mirar a
Cloe, quien sólo se pasaba las manos por sus piernas desnudas como si estuviera
excitada, el tragó grueso.
—Mmm Giancarlo D Luca quiero polla. Dijo llevando su mano hasta el bulto de su
jefe. Un escalofrío recorrió su comuna vertebral. Y corazón de D Luca latió errático.
Tuvo que aparcarse en la acera para calmarse y procesar lo que estaba ocurriendo.
—Nena por favor. Pidió sujetando la delicada mano de Cloe quien seguía
masajeando ya el duro miembro de su jefe. —Mmm, hizo un puchero con sus labios
acercándose a su jefe, Giancarlo no supo ni en qué momento ella se quitó el cinturón.
—¡Cloe para por favor! Suplicó con la voz ronca, cuando de pronto ella se sentó
nuevamente en su asiento y comenzó a bajar las tiras de su vestido dejando al
descubierto sus hermosos pechos.
— ¡Joder! ¿Qué haces? Exclamó Giancarlo totalmente en shock.
— Si tú no quieres darme placer lo haré yo sola, dijo masajeando sus pechos y
apretando la punta de ambos con sus dedos. D Luca la miraba embobado, estaba
completamente loco, Entonces suspiró hondo el dolor que sentía era exagerado, el dolor
en su miembro. La tomó rápidamente de la cintura y la hizo sentarse a horcajadas sobre
su duro amigo. Cloe gimió al sentir su dureza y Giancarlo no dudó un segundo en
sujetarla de la nuca y besarla con deseo, con morbo.

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Cloe se mecía hacia atrás y hacia delante para frotar su coño sobre el pantalón de
su jefe, buscando esa fricción. El no dudó en apretar sus pechos con sus grandes
manos.
—¿Quieres polla nena? Preguntó el totalmente excitado. —Si quiero, quiero tu
gran polla. Pidió ella jadeante. Giancarlo volvió a devorarla con hambre. Ella comenzó
a cabalgar sobre él. Giancarlo estaba muriendo sin embargo era consciente de que no
estaba bien, ella estaba totalmente ebria, mañana ni lo recordaría.
—Nena debemos parar por favor. Pidió a duras penas. Ella mordiendo el labio de
su jefe, negó.
—No quiero parar, quiero que me claves con esta espada que tienes señor D Luca,
lo deseo, no sabe cuánto, sueño con usted día y noche, me masturbo pensando en
usted.
¿Qué carajo había dicho? ¿Qué se masturba pensando en él?
Exhaló todo el aire que tenía y la sujeto del rostro con sus dos manos.
—Cloe y yo te deseo nena como no tienes una puta idea, pero no puedo tomarte
así ebria, quiero que cuando lo haga estés consciente y que recuerdes cada embestida
que te doy.
—Créeme que con semejante bestia lo recordaré muy bien señor D Luca. Volvió a
decir Cloe riendo y masajeando el miembro de su jefe por encima del pantalón a lo largo
y ancho y era una majestuosidad. —Nena por… ambos quedaron quietos cuando
una patrulla estaciono detrás de ellos anunciando con su sirena que eran ellos los
infractores.
—¡Joder! Exclamó Giancarlo, cuando vio al policía golpear su ventanilla.
Levanto rápidamente los tirantes de Cloe para que no viera sus pechos desnudos.
La devolvió en su asiento y bajo la ventanilla.
—¿Qué sucede oficial?
—Están cometiendo un acto inmoral en la vía pública. Deberán acompañarme a la
estación de policía.
Giancarlo se frotó el rostro. —Escuche oficial no está… de pronto escuchó cómo
Cloe bajó del auto cerrando la puerta.
—No sea agua fiesta señor oficial. Giancarlo no dudó en bajar rápidamente cuando
escuchó a Cloe desafiar al oficial, llegando hasta el rápidamente.
—¡Cloe nena! Pidió Giancarlo. Métete al auto.
—¡No nena nada! No estábamos haciendo nada malo, solo estábamos dándonos
cariñitos. Se excusó arrastrando las palabras. —¿Están conduciendo ebrios?
Preguntó el oficial haciendo señas a su compañero en la patrulla.
Giancarlo se maldijo porque sí había bebido un par de copas. Rápidamente el otro
oficial caminó hasta ellos para hacerle la prueba.
Primero le haría a Giancarlo y entonces Cloe comenzó a golpear al policía con su
bolso. Rápidamente pusieron a Cloe contra el auto esposándola.
—¡Hey! Suéltela. Exigió Giancarlo y automáticamente también fue esposado por el otro
oficial.
Cloe seguía gritando que los suelten mientras fueron metidos a la patrulla.

—Ambos están detenidos, por conducir ebrio, por falta a la moral en la vía pública y
por golpear a un oficial.
Giancarlo gruñó molesto, solo quería zurrarle el culo a su secretaria, nuevamente hizo
de las suyas la condenada.
Capítulo 18. Indiferente.
—Tienen derecho a una llamada. Es lo que dijo el oficial al llegar a la jefatura.
—No estábamos haciendo nada malo oficial de verdad. Se lo prometo, seguía hablando
Cloe sin callarse un segundo, solo empeoraba la situación. Giancarlo se frotó el rostro,

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Cloe ebria es otra en verdad. Le había dado un buen calentón y lo había dejado más
morado que jamás en su vida.
—Si quiero hacer la llamada. Contestó Giancarlo.
—Yo también quiero mi llamada. Exclamó Cloe, los que estaban ahí estaban apreciando
un gran espectáculo. Giancarlo molesto giró hacia ella enarcando una ceja.
—¿A quien llamaras Cloe? Déjate de tonterías, llamaré a mi abogado para que nos
saque de aquí. Ella comenzó a reír.
—Ok, exclamó arrastrando las palabras.
Giancarlo llamó a su amigo y abogado personal para estos casos, sabía bien que era
él más indicado para estos casos. —Dejen aquí sus partencias. Exigió el policía, y
ambos dejaron sus documentos, celulares y todo lo que tenían para luego ser
encerrados juntos en la misma celda.
Giancarlo estaba demasiado molesto por todo y más por Cloe, nunca podría dejarla
sola, si volvía a beber de esa manera habría graves consecuencias, incluso si él no
hubiera coincidido con ella en el mismo club, era probable que terminara en la cama de
Darius.
¡Joder! Eso sí no lo permitiré. Exclamó paseándose por toda la celda, y luego observó
cómo Cloe se acomodaba en el duro banco de madera para dormir. Él se mordió
los labios al verla, el vestido se le había subido dejando ver demasiada piel para su
desgracia.
Se acercó a ella para jalar todo lo que había subido y taparla un poco más, aunque
su vestido era demasiado corto.
Giancarlo gruñó nuevamente. Ya mañana hablaría con ese idiota de Darius por
haberla conducido a esto, tal vez lo había planeado al dejarla beber de esta manera,
pero ya se lo dejaría en claro para que nunca más se le ocurra algo así, ella era de él y
de nadie más.
Cloe se había dormido profundamente y balbuceaba cosas. En cuestión de minutos
Cristián su abogado había llegado.
Al verlo sonrió. —¿Qué fue lo que pasó, porque estás aquí metido? Posó su vista en
Cloe quien yacía dormida en el banco. Giancarlo se rascó la nuca.
—Larga y vergonzosa historia mejor sácame de aquí.
Su abogado sonrío negando. —Si tú no te metes en problema Giancarlo no eres tú
verdad.
—Te lo juro Cristian que ésta vez no tuve nada que ver, esa mujer de ahí, esa que
parece un angelito durmiendo como si nada pasara, esa es la causante de todo, esa
mujer está loca, esa mujer es el demonio. Créeme. Su abogado y amigo soltó un
carcajada.
—Bien iré a hablar con el teniente y pagar la fianza para que salgan de aquí. Giancarlo
asintió mientras veía como su amigo se alejaba de ahí, entonces solo tomó nuevamente
asiento alado de la mujer que se estaba convirtiendo en su tormento.
Al cabo de un rato volvió nuevamente Cristian, rápidamente Giancarlo se puso de pie
para llegar hasta él. —Tengo buenas y malas noticias. Giancarlo tragó grueso, no
quería problemas en verdad, si no llegaba mañana a la reunión con Harrison, Dante lo
degollaría.
—Dime que pasó Cristian por favor. Pidió cansado, lo que pensaba sería una noche
relajante terminó en desastre.
—Ya pagué la fianza, me debes 6000 dólares por ambos. Giancarlo sonrió.
—¿Y la mala? Preguntó D Luca.
—El teniente dispuso que se quedarán esta noche encerrados para no cometer más
infracciones ya que ambos se encuentran en estado de ebriedad. ¿Acto inmoral en la
vía pública Giancarlo? ¿En verdad hermano? Inquirió riendo su amigo.
—Ya te dije que no fue mi culpa, es ésta mujercita que me volverá loco.

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Cristian la observó detalladamente para exclamar un ¡uff! D Luca enarcó una ceja
hacia él. Cristian levantó la mano en señal de paz.
—Ya entendí es tuya. Pero la próxima por favor utiliza un hotel viejo o en todo caso
un callejón oscuro donde nadie los vea. Soltó una carcajada. —Que chistosito me
saliste. Giancarlo suspiró.
—Esta bien Cristián, muchas gracias por pagar la fianza.
—De nada hermano. Ah otra cosa tu auto lo trajeron hasta aquí. Giancarlo asintió
aliviado.
—Llámame cualquier cosa. Confesó su amigo, sincero, era aparte de su abogado un
buen amigo. Toda una historia detrás, enamorado de una mujer casada, es más es su
amante hace ya un año. Giancarlo no entendía como un hombre como él puede estar
tan ciego por una mujer que solo lo usa nada más. Pero creo que así es el amor te
vuelve ciego e idiota, volteó a observar a Cloe.
Al final volvieron a quedar solo los dos. Giancarlo cerró su ojo tomando asiento
nuevamente alado de Cloe recostando su cabeza en la pared y se había quedado
dormido profundamente por el cansancio.
—¡Ay por Dios! Gritó Cloe al despertarse al día siguiente. Lo que despertó
automáticamente a Giancarlo poniéndose en alerta ya no entendía lo que pasaba.
—¿Giancarlo que hacemos aquí? Preguntó una desesperada Cloe mirando a todos
lados. Él se levantó enarcando una ceja muy serio, sabía que no recordaría nada de
lo que había sucedido.
—Esto, esto es una de las consecuencias de tu inconciencia señorita Adams. Cloe abrió
grande los ojos…—¿Qué fue lo que pasó? Preguntó con el rostro totalmente
desencajado.
En eso llegó uno de los oficiales a abrirles la reja para que puedan irse de ahí.
—Ya pueden irse. Exclamó pero Giancarlo volvió a cerrar la reja.
—Deme un minuto por favor. Pidió girando había la mujer de sus pesadillas. —¿Qué
haces Giancarlo vamos a salir de aquí.
—¡No! Gritó y ella brincó del susto por su voz tan gruesa y molesta.
Se acercó a ella intimidante a paso firme, Cloe retrocedió con miedo, su cabeza le
dolía como nunca, tenía un malestar insoportable y su jefe estaba ahí acorralándola
furioso.

Pegó su espalda a la pared ya no tenía donde huir, él apoyó ambos brazos en la


pared, la tenía aprisionada.
—No volverás a beber de esa manera, por culpa de tu inconciencia vinimos a parar
aquí o podría haber sido peor Cloe. —Yo… intento hablar sin despegar sus ojos de su
jefe.
—¿Tú que Cloe, que hubiera ocurrido anoche si no te sacaba del club? ¿Hubieras
follado con Darius? Cloe jadeo indignada.
—Claro que no. —¿Ah sí? ¿Y qué te lo iba a impedir señorita quiero polla?
Cloe abrió grande los ojos ni siquiera recordaba lo que hizo la noche anterior, mucho
menos lo que haya dicho.
—¿Qué? Preguntó avergonzada.
—Que anoche suplicabas por mi polla, te desnudaste y me pediste que te follara como
perra en celo. Su pulso se aceleró. ¿Eso era cierto? No no, negaba una y otra vez.
—Déjeme. Pidió ella con los ojos aguados. —¿Ahora pides que te deje? ¿Ahora quieres
que me aleje de ti, después de que suplicabas porque te tomara?—Estaba, estaba ebria,
no sabía lo que hacía. Fue un error.
—Si de seguro fue un error, un error que pudiste haberlo hecho con cualquiera.
—Y que quiere que le diga señor D Luca si no recuerdo nada de lo que pasó, ¿quiere
que me disculpe por algo? Pues lo lamento ¿bien? Lamento si anoche lo metí en

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problemas, si tuvo problemas por mi culpa. Pero yo no le pedí que me sacara del club,
yo no le pedí que me siguiera a donde yo vaya.
Giancarlo río irónico alejándose de ella.—¿Piensas que yo te sigo? ¿Qué no tengo
otra cosa más interesante que hacer que seguirte? Cloe parpadeó un poco dolida, las
palabras de su jefe estaban siendo un poco hirientes. De pronto pensó en su mamá y
comenzó a desesperarse.
—Déjeme salir señor. Quiero ir a ver a mi madre y también hoy es la reunión con el
señor Harrison.
—¿Ahora si le importa su madre?
—¿Qué es lo que le pasa señor? Gritó Cloe desesperada. —¿Qué es lo que le molesta
tanto? Giancarlo se giró hacia ella respirando agitado, estaba molesto con ella por su
inconciencia y por las ganas inmensas de estrecharla en sus brazos y decirle cuánto
quería estar con ella, cuanto la necesitaba.—¿Sabes que es lo que me molesta Cloe,
en verdad quieres saber? Bramó hastiado.
—Si, si por favor dígame qué es lo que quiere porque me está volviendo loca. Cloe gritó
cansada.
—Eres tú la que me está volviendo loco Cloe, loco por querer ser más que tú estúpido
jefe, loco por ser yo quien te haga el amor hasta el amanecer, loco por que despiertes
en mis brazos, loco por que seas mia, loco por ser yo quien camine de tu mano. Loco
por… me estás volviendo loco y tengo tanta rabia hacia ti que no te das cuenta…
Cloe no podía asimilar tanta sinceridad, esa confesión que la dejó hecha trizas.
—¿Cuenta de que?
—De nada, de nada Cloe, tu no sabes nada. Bramó furioso abriendo la reja y saliendo
de ahí dejando a Cloe mirando en un punto fijo. De pronto reaccionó y corrió detrás de
él, con miedo de quedarse un segundo más ahí.
Al salir recogieron sus cosas, Cloe no sabía que hacer. Giancarlo abrió la puerta del
auto, pero del asiento de atrás para que Cloe subiera. Ella observó por largos segundo
y entonces entendió que Giancarlo estaba muy molesto con ella. Subió finalmente. D
Luca subió enfrente, revisó su teléfono y encontró miles de llamadas de su hermano
Dante.
Lo llamó rápidamente diciendo que en cuestión de minutos llegaba a su
departamento. Ya que faltaba solo dos horas para la reunión.
Sin decir nada condujo hasta la casa de Cloe, aparcando luego enfrente.
—Tómese el día, no se preocupe por la reunión yo sabré como organizarme, dijo sin
mirarla si quiera.
Ella sintió un dolor en su pecho, la frialdad en la voz de su jefe le erizaba la piel, entonces
solo bajó sin decir nada, apenas lo hizo Giancarlo arrancó el auto a toda marcha. Cloe
tragó grueso y no iba a negar que si le dolió.
¿No querías eso Cloe que Giancarlo te dejara en paz? Negó entrando en su casa. Al
entrar encontró a María en la cocina.
—Mi niña, por fin llegas ¿Dónde pasaste la noche? Preguntó preocupada.
—Tranquila María estoy bien ¿y mi mamá cómo está?
—Todo sigue igual Cloe. Ella exclamó un ¡Ah! Tristemente agachando la cabeza.
Cuánta falta le hacía su madre.—¿No irás a trabajar?
—Si María ahora voy a ducharme para cambiarme e irme al trabajo.
—Te prepararé un café para la resaca ¿bien? María sonrió pues sabía que Cloe había
bebido. Ella solo sonrió vagamente para afirmar y dirigirse hasta su habitación.
Entró a la ducha quedándose ahí por largos minutos, recostó su frente en la baldosa,
golpeándose una y otra vez por haber sido tan estúpida la noche anterior.
Nunca pasó algo así, ¿como pudo dejarse llevar y hacer tantas tonterías? ahora su
jefe estaba decepcionado de ella. Por más que Giancarlo le había dado el día libre, no

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podía darse el lujo, ella no era así, era una chica responsable, tenía obligaciones que
cumplir terminó se vestirse, peinarse quedando regia como siempre.
Bajó a tomar el café que María ya le tenía preparado, antes de salir subió a ver a su
madre quien yacía dormida casi todo el tiempo. Dejó un beso en su frente y
despidiéndose de María salió a coger un taxi llegando rápidamente hasta D Luca
Company. Al llegar notó que aún faltaba media hora para la junta.
Así que alisó su vestido, respiró hondo y se dirigió hasta la oficina de su jefe.
Encontrándose con dos pares de ojos más que hermosos que la miraron fijamente al
entrar.
Giancarlo al verla ahí se tensó ya que de nuevo había desobedecido su orden de
tomarse el día libre. Al verla negó moviendo la cabeza.
—¿Necesitan algo señores? Preguntó Cloe muy profesionales con su iPad en la
mano. Dante reprimió una sonrisa pues Giancarlo le había comentado lo que ocurrió.
—Revisa que todo esté en orden en la sala de juntas señorita Adams, exclamó su jefe
con voz fría y distante.

Giancarlo había decido alejarse de Cloe, comenzaba a sentir cosas demasiado


fuertes por ella, y él sabía que ella no le correspondería por los errores que había
cometido en un principio, que nunca lo perdonaría. Decidió entonces mantener distancia
y su relación meramente laboral.
Y una semana después así seguía siendo, Giancarlo ignoraba a Cloe todo el tiempo,
solo se refería a ella como señorita Adams, la relación era meramente laboral, Cloe
comenzaba a desesperarse pero tampoco decía nada. Con Darius todo seguía igual,
eran amigos y nada más.
—Hola hermosa. Su antiguo jefe estaba parado frente a ella con una hermosa sonrisa.
—Señor Miller ¿Como le va? Saludó una sonriente Cloe.
—Ahora al verte mucho mejor. Ella avergonzada agachó la mirada.
—¿Se encuentra tu malhumorado jefe? Ella asintió sonriendo.
Rodrigo le guiñó un ojo y paso a la oficina de Giancarlo. Al parecer ya le había pasado
el enamoramiento con Cloe. O eso parecía al menos. De pronto Cloe recibió una
llamada en su celular, arrugó el ceño al ver el número de la universidad, contestando
rápidamente.
—¿Señorita Cloe Adams? Escuchó la voz de una mujer al otro lado.
—Si, soy yo. —Señorita soy la secretaria de la universidad, la estaba llamando para
decirle que puede retomar sus estudios ya que su beca fue renovada.
—¿Qué? Preguntó abriendo muy grande los ojos.
—¿Pe pero como? Dijeron que este año no me darían la beca ya que no había
patrocinadores.
—Pues está de suerte señorita Adams pues un patrocinador nuevo cubrió la totalidad
de su beca por los dos años que aún le quedan de carrera.
—¿Qué que? ¿Cómo es posible? ¿Dos años? Se levantó de su silla de un salto
asombrada por lo que estaba escuchando.
—¿Quién es el patrocinador?
—Esos detalles no podemos darle señorita pues la universidad se reserva el derecho.
Solo llamaba para avisarle que puede pasar hoy mismo o mañana a firmar los papeles
de su beca, y retomar cuanto antes para no seguir perdiendo clases. El corazón de Cloe
latió frenético, no podía creer lo que estaba escuchando.
¿Quién querría pagar por ella su beca y por toda su carrera? Sin embargo era la mejor
noticia que le podían dar en estos momentos.
—Muchas Gracias estaré ahí hoy mismo. Contestó feliz, ya que podría retomar
nuevamente su carrera y terminarla. Colgó y apretó el teléfono a su pecho, exclamando
un ¡Gracias Dios! Mirando hacia arriba.

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Los días pasaban otra semana sin que Giancarlo se acerque a ella, no había ese
acercamiento de siempre, es más la evitaba todo el tiempo. La estaba matando, quería
decirle algo, ¿Pero qué le diría?
Sin embargo había retomado las clases ya más de una semana, en cuestión de días
ya se había puesto al corriente estos dos meses que había dejado de ir, eso no era
nada para ella con la capacidad intelectual que poseía.
Y por más que insistió en la universidad para que le dijeran quien era su benefactor,
nadie le supo decir nada.
Ese día Darius se ofreció a llevarle a la universidad, ella aceptó sin mayores
miramientos ya que eran buenos amigos, hablaban todo el tiempo, almorzaban juntos,
y eso a cierta persona le estaba molestando un poco. Al bajar al estacionamiento,
Darius le había hecho un chiste a Cloe y ella río a carcajadas para luego cerrar la boca
rápidamente al ver a su jefe saliendo del ascensor para dirigirse hacia su auto, ambos
cruzaron miradas, para luego D Luca agachar la cabeza y negar.
Cloe suspiró hondo, quería decirle tantas cosas, cuando lo veía su corazón se
alteraba, su pulso se aceleraba, ella ya sabía lo que estaba sucediendo, y eso la traía
mal. Pues no era nada bueno y más ahora que su jefe se había vuelto indiferente.
Giancarlo subió a su auto perdiéndose al instante, Cloe quedó mirando en la dirección
donde él se había marchado.
Y ahora más que nunca sabía lo que estaba pasando, se había enamorado de su jefe
¿Y él? Él no quería saber nada más de ella.
Capítulo 19. Debemos hablar.
Ésa semana Giancarlo no tuvo la mejor semana ya que uno de sus mayores socios,
Thomas Michael quería retirarse del proyecto si no aumentaba el margen de sus
ganancias, no era tonto y sabía que en el rubro hotelero tenías cada vez mayores
ganancias.
Después del último informe mensual había estado disgustado ya que el último
proyecto incluía uno de los hoteles más grandes en California, que le dejaría miles y
millones de ganancias de D Luca Company, su socio mayoritario era justamente el viejo
Thomas. Y para rematar no quería negociar con él, lo quería hacer con su hermano
Dante.
Trató por todos los medios negociar con él pero el viejo no dio su brazo a torcer, no le
quedaría de otra más que llamar a su hermano nuevamente para darle una mala noticia.
Después de lo de Harrison, ahora sería Thomas pero Giancarlo estaba seguro de que
esto era obra de su hija caprichosa, la modelo Sara Michael que desde hace tiempo
echó el ojo a Dante, Giancarlo también tuvo sus encuentros con la modelo pero
particularmente no le había gustado para nada. Y para colmo estaba su secretaria que
lo estaba matando ya hacía tres semanas que se estaba aguantando no besarla, no
abrazarla como tanto quería y para colmo verla todos los días con el hijo de perra de
Darius lo enfermaba.
Quería despedir a ese idiota, pero ¿bajo que excusa? Le estaba robando a la mujer
que le gustaba, no no le gustaba, le encantaba, lo estaba volviendo loco verla todos los
días con su faldita ajustada, su blusa ligeramente desabotonada, esas gafas que la
hacían ver tan inocentes pero al mismo tiempo tan sexi, tan sensual, la forma en la que
mordía el lápiz escuchando lo que él le decía, sin darse cuenta lo provocaba física y
mentalmente.
Y su pelo atado en una cola alta que lo único que le provocaba era imaginarla hincada
frente a él, mamando de su polla y el sujetándola de esa cola guiándola hacia atrás y
hacia delante. Su boquita sería el cielo y el infierno al mismo tiempo, de tan so
imaginarla comenzar a endurecerse nuevamente.
Eso quería, eso lo estaba matando. No sabía cuánto más podría resistir, prometió
mantenerse alejado de ella, pero era tan difícil aquello. La seguía cada día como un

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enfermo, la seguía hasta la universidad y luego al salir de clases ya estaba nuevamente
asechándola, porque sí él era su maldito benefactor, él había pagado absolutamente
toda su beca de este año y el siguiente hasta terminar su carrera.
Quería darle eso, quería darle todo lo que ella quisiera, solo con verla sonreír, con tal
de no dejar de ver ese brillo en sus hermosos ojos.
Pero todo esto lo estaba haciendo desde las sombras, porque sabía que Cloe no
aceptaría su ayuda.
Pero ese día había sido el peor de todos, verla subirse nuevamente con el imbécil
ese, y ser él quien la llevara a la universidad. Pero era su culpa en partes por querer
alejarse de ella.
Giancarlo se encontraba bebiendo en un bar, solo ya que Luke no lo quería
acompañar porque según él era el chófer. Giancarlo bufo negando, cuando una
hermosa mujer se le acercó a coquetear con él.
Hacía demasiado tiempo que no estaba con una mujer, su mano era su única
compañía y las fotos que guardaba en su galería robadas desde la red social del Cloe.
—¿Estás solito guapo, necesitas compañía? Giancarlo sonrío al repasarla con la
mirada era muy guapa sin embargo no se comparaba con Cloe y es que ese era su
mayor adicción ahora, comparar a cualquier mujer con su secretaria y lo peor es que no
había punto de comparación. —No preciosa, está noche no estoy interesado. Contestó
sonriendo de lado llevado su vaso de coñac a los labios. La mujer se sorprendió.
—¿Eres gay? Preguntó y el solo negó.
—No preciosa, me gustan las mujeres, de hecho me gusta una mujer en particular.
—Tu te lo pierdes. Exclamó alejándose moviendo las caderas al compás de la música
suave que sonaba en el bar. Giancarlo miró la hora en su reloj y se frotó el rostro era ya
un poco tarde pero tenía que llamar a su hermano así que sacó su teléfono y lo llamó
de una vez sin alargarlo más.
—A que debo tu llamada hermano. Habló Dante al otro lado apenas contestó.
—Dante tenemos un problema.
—¿Qué ocurre? — Necesito que viajes a California. Suspiró hondo mientras que Dante
guardó silencio, sabía que cuando lo llamaba era solo porque algo importante estaba
sucediendo.
—¿Cual es el problema?
—Es Thomas. —Quiere retirarse del proyecto. —¿Qué carajos has dicho? Bramó
Dante al otro lado.— ¿por qué, cómo ocurrió?, ¿Por qué carajos recién me avisas
Giancarlo?
—Traté de solucionarlo por mi cuenta Dante, pero quiere negociar contigo, dice que no
negociará nada si no estás tú presente y te quiere mañana aquí.
—Está bien saldré ahora mismo estaré ahí para el amanecer.
—Bien hermano. Es todo lo que había dicho. Giancarlo colgando el teléfono, lo guardó
en su bolsillo bebiendo lo último que quedaba de su bebida para pagar la cuenta y
retirarse de ahí.
Ésa noche solo quería descansar, quería dejar de pensar en Cloe, quería dejar de
pensar en todo y solo dormir.
—Hermano, que gusto tenerte aquí, me recibe con un abrazo al cual correspondo.
Giancarlo había ido a buscar muy temprano a su hermano Dante en el hangar donde
aterrizó su jet privado.
—¡¡Giancarlo!! ¿A qué hora es la junta? Se rascó la nunca haciendo un gesto con su
boca. —A las diez hermano.
—Bien vayamos a tu casa me daré una ducha y luego vamos a la empresa.
Después de que Giancarlo le había puesto al tanto de todo lo que estaba ocurriendo
con el proyecto Thomas ambos se dirigieron a la empresa.

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Al llegar Giancarlo se mantuvo serio, misma seriedad que mantuvo todas estas
semanas. Dante por el contrario al ver a Cloe sonrió. —Buenos días señores. Saludó
Cloe cortésmente con una sonrisa más que preciosa.

—Buenos días Cloe. —¿Señor D Luca como está?


—Bien Cloe ¿y tú?
—Bien también, ya había más confianza entre ellos
—Por favor Cloe prepara la sala de juntas y avísanos cuando llegue el Sr Michael, y
llévanos dos tazas de café por favor, le dijo Giancarlo a lo que ella asintió. Después de
tanto tiempo la había llamado nuevamente por su nombre.
Giancarlo voltea a ver a su hermano con una sonrisa nada más ingresar a su oficina.
—¿Qué ocurre? Preguntó tomando asiento en su silla.
—¿Cuándo se dirán lo que sienten y se darán una oportunidad?
—¿De qué hablas? Levantó una ceja mientras que su hermano negaba sonriendo.
—¿De qué hablo? Cuando están uno frente a otro parece que se lanzaran encima en
cualquier momento ya estaba por huir de ahí, Dante se carcajea. —No seas imbécil, no
sé de qué hablas.
—Sigue negando idiota, pero sé lo que pasa.
—Aahh si ¿y según tu qué pasa?
—Te vuelves loco por ella y no eres capaz de admitir, Giancarlo se frota el rostro
suspirando frustrado.
—No es tan fácil. Contesto admitiendo lo obvio.
— ¿Aahh no y por qué?
—Está saliendo con alguien, lo miro sorprendido. Giancarlo pensaba que Cloe tendría
algún romance con Darius por eso tanto acercamiento entre ellos y eso lo estaba
matando.
—¿De verdad?
—Si un imbécil que trabaja en informática estoy a punto de despedirlo, brama rabioso
D Luca, mientras que Dante se echa una sonora carcajada.
—¿Estas celoso? Eso es digno de ver hermano.
—No estoy celoso, solo no lo soporto. —Si ahora solo es eso. Pero estoy seguro que
ella siente algo por ti, solo que por hacerte el tonto otro se te ha adelantado. —Ya cállate
Dante. Bramó furioso, últimamente todo le molestaba.
Entró Cloe de pronto con las dos tazas de café, le entregó una tasa de café a Dante
y el otro lo puso frente a su jefe. Mientras que Giancarlo no dejaba de detallarla. Era
como si sus ojos eran un imán que lo atraía a ella.
—Con permiso señores. Exclamó ella sería, no tenía esa alegría que la caracterizaba,
Giancarlo ya extrañaba su sarcasmo. Dante por su parte observó como su hermano la
seguía con la mirada, para que negarlo, es una mujer exageradamente bella, aunque
Dante estaba hechizado con una mujer en Italia no podía negar que Cloe poseía una
belleza única y natural.
Giancarlo siguió hablando con Dante hasta que finalmente Cloe les avisó que ya el
señor Thomas había llegado.
Después de una larga discusión habían llegado a un acuerdo y nuevamente Thomas
había decidido seguir invirtiendo en D Luca Company.
Dante había ido a comer con la modelo e hija del señor Thomas, Giancarlo le había
hecho una mala jugada y salió riendo de la sala de juntas. Dirigiéndose a su oficina
nuevamente. Antes de entrar a su oficina quedó mirando fijamente a su secretaria. Ella
levantó la vista y ambos quedaron anclados mirándose. Giancarlo sonrío levemente en
una débil mueca y se adentró a su oficina. El corazón de Cloe latió precipitadamente
al ver esa mirada y esa pequeña sonrisa, se mordió los labios, sacudió su cabeza y
siguió trabajando.

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Sus pies no dejaban de moverse, sus manos le sudaban, miraba el teléfono una y otra
vez, pero su jefe no la había llamado para nada. Entonces observo su reloj y vió que
era hora de almorzar, saco de su bolso de comida un emparedado de atún y se lo comió
acompañado de un jugo. Ella no tenía ganas de salir a comer.
Cuando terminó fue al baño a cepillarse los dientes, lavarse la cara, retorcerse en
maquillaje. Se echó un poco de perfume. Y suspiró hondo.
Llegó hasta su escritorio mirando fijamente la puerta de Giancarlo, miro había arriba
por breves segundos y sus pies comenzaron a moverse hacia esa gran puerta de
madera finamente tallada.
Golpeó una vez e ingreso sin mucho preámbulo. Giancarlo salía del baño con una
pequeña toalla de mano secándose el rostro. Al verla en su oficina quedó paralizado.
—¿Sucede algo señorita Adams? Preguntó con la voz temblando al verla tan hermosa,
ésta vez con el pelo suelto hasta la cintura. Una falda tubo en color negro y una blusa
en color rojo que resaltaba el color de su ojo y su piel de porcelana. —Necesitamos
hablar Giancarlo. Confesó de pronto Cloe y a él se le estremeció el cuerpo entero pues
lo había llamado por su nombre, significaba que no quería hablar de trabajo.
—¿De qué? Es todo lo que pudo preguntar. Cloe fue acercándose a él, Gian comenzó
a temblar. Era la primera vez que una mujer lo ponía de esa manera.
—Quiero saber si le sucede algo. Preguntó tartamudeando, ambos estaban apunto de
desmayarse o lanzarse como había dicho Dante.
—¡Cloe! Exclamó Giancarlo llevando su mano hasta el delicado rostro de esa mujer que
lo tenía hechizado. Acarició de pronto su mejilla y ella cerró los ojos ante ese tacto
exquisito.
Entreabrió los labios para poder respirar, ya que el aire se le había escaso.
—¡Gian! Susurró ella apenas. El sonrió de lado.
—Quiero besarte. Confesó él. Ella lo miró fijamente.
—¿Que te lo impide? Preguntó descarada. El delineó con su pulgar los delicados labios
de su secretaria.—Nada mi amor. Exclamó y unió sus labios a lo de ella, sujetándola de
la nuca. Ella no dudó en rodearlo con sus brazos apenas alcanzando el cuello de
Giancarlo. ¡joder! Era demasiado alto. Pensó Cloe aun con tacones le quedaba muy
alto.
Giancarlo comenzó a avanzar con ella hasta su escritorio donde la sujeto de la cintura
y sin despegarse de ella la sentó en su mesa, adentrándose el entre sus piernas.
El beso siguió, los labios dolían, las manos quemaban por tocar cuanto rastro de piel
había. Gian bajó sus besos hasta el cuello de Cloe aspirando ese dulce aroma a fresas
que lo volvía loco. Bajó más y más sus besos hasta llegar a sus pechos, besó en medio
del escote y enloqueció más con su fragancia.

—¡Giancarlo! Gimió ella de pronto y él sintió morir de dolor entre las piernas.
Desabrochó uno de los botones de la camisa de Cloe y sonrío, ella respiraba agitada
pero no lo detuvo en ningún momento. La sujetó nuevamente de la nuca y profundizó
más el beso, cuando de pronto esa burbuja de rompió cuando su inoportuno hermano
irrumpió en esa oficina donde ambos se profesaban amor, deseo, pasión.
—Perdón perdón no vi nada. Exclamó Dante soltando una carcajada. Cloe sintió morir
de vergüenza se bajó de la mesa acomodando su ropa prendiendo el botón desprendido
de su camisa y con el pelo alborotado caminó hacia la puerta pasando frente a Dante.
—Debería tocar la puerta señor De Luca. Contestó indignada. Saliendo de la oficina.
Dante volvió a reír.
—Serás imbécil, ¿Por qué no tocas? Bramó Giancarlo con un tremendo problema en
su pantalón que Dante al fijar su vista hasta ahí comenzó a reír más.
—¿Por qué no ponen seguro? ¿Y que fue eso? ¿No que tenía novio? —Cállate, solo
se dio y ya., Dante levantó una ceja ah sí ¿solo se dio?

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—Si fue un desliz, no debió pasar, eso ni él se creyó, no fue desliz, no fue un error, es
más solo esperaba que Dante se marchara para retomar lo que habían empezado.
Finalmente después de algunas horas Dante se había despedido de su hermano
para volver a Italia. Giancarlo estaba más que ansioso. No volvió a hablarle a Cloe, solo
sonreía como tonto al recordar lo que pasó y como Cloe estaba dispuesta para él.
Giancarlo observó su hora en su costoso Rolex, es hora, exclamó porque ya no
aguantaba más está agonía. Apagó su computador, tomó su chaqueta y caminó hasta
la puerta.
Al salir posó su vista en Cloe y ella también lo hizo mordiendo su labio nerviosa.
Fue acercandose hasta quedar frente a su escritorio, rodeo su mesa y se paró frente
a ella, Cloe nerviosa levanto la vista y observó la mano de su jefe extendida hacia ella.
Parpadeo repetidas veces, trago grueso y se debatió en lo que haría. Finalmente sonrió
levemente y le dio también su mano. Giancarlo lo tomó y la levantó de su silla. —
¡Espera! Mi bolso. Exclamó ella. Giancarlo río emocionado. Estaba feliz.
Para luego tomarla de la cintura y adentrarse juntos en el elevador.
Capítulo 20. Mía
Cloe tomó de la mano a su apuesto jefe e ingresaron al ascensor apenas esa pequeña
y lujosa caja metálica se cerró Giancarlo aprisionó a Cloe con su gran cuerpo
sorprendiéndola y haciéndola vibrar, ella de aferró a su cuello y se fundieron en un
delicioso y fogoso beso.
—¡Ah!— Gimió ella de pronto sin poder evitarlo, mientras que Giancarlo sintió una
descarga directo en su hombría, sintió desfallecer.
Sus labios se fundían como si estuvieran hechos el uno para el otro, D Luca con una
mano la sujeto de la cintura y con la otra paró el ascensor.
—¿Qué, que haces?—balbuceo Cloe, pero el no le permitió replicar y siguió besándola,
ambos estaban en una nebulosa gigante y no querían bajar de allí.
Finalmente se despegaron, Gian apoyó su frente en la de ella mordiéndose los labios,
sus respiraciones eran aceleradas. —Quiero hacerte mía.—confesó sincero. Cloe
entreabrió los labios para poder respirar mejor.
Se mordisqueó su labio inferior atrapándolo entre sus dientes, ella también quería,
sentía morir de necesidad, y no era precisamente por estar con un hombre ya que eso
ella nunca necesitó, no, era la necesidad de estar con él, con Giancarlo DLuca.
—Pero quiero sentirte segura, quiero que lo hagas porque quieres no por el momento
de calentura.—ambos se miraban fijamente, él perdido en el verde azulado de sus ojos
y ella perdida en sus brillantes ojos azules.
—Quiero—confesó finalmente.
—Lo deseo Giancarlo, necesito que me hagas tuya, como quieras. El tragó grueso ante
semejante sinceridad. Sonrío travieso.
—Muero por comerte Cloe. Confesó descarado, pero lejos de molestarla solo la excitó
más.—Pero te quiero en mi cama, en mi habitación, en mi casa.—su estómago se
revolvió, su pulso de aceleró, realmente iba a pasar, algo que tanto se negaba, algo que
no quería que pasara, ahora lo estaba anhelando, lo estaba necesitando como el agua
para saciar su sed. —¡Vamos!—pidió ella temblando, Giancarlo no estaba mejor, todo
su cuerpo vibraba, era una sensación nueva, extraña, jamás sentida, jamás vivida.
Jamás se imaginó que esa loca quien le había rociado un aerosol en sus ojos, le estaría
volviendo loco de deseo.
Puso en marcha de nuevo el ascensor y bajaron hasta el estacionamiento tomados
de la mano hasta, a él no le importaba nada, quien los veía, quien murmuraba, solo le
importaba ella.
Le abrió la puerta trasera del auto ya que De Luca traía a chofer.

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Al subir de nuevo le devoró la boca con hambre, Luke no podía creer lo que veía a
través del retrovisor, abrió los ojos lo más grande que pudo al ver como su jefe le comía
la boca a esa pequeña y frágil mujer.
Finalmente Luke carraspeó y a duras penas se separaron la pareja que iba en el
asiento trasero del auto.
—¿A dónde señor?—preguntó Luke intentando disimular su rostro de satisfacción al
ver a su jefe con su secretaria, con esa mujer que tanto él juro no tendría nada,
tachándola de loca. —A mi casa Luke.— habló sin más con la voz totalmente ronca sin
dejar de mirar a Cloe. Ella por su lado agachó la mirada apenada de que el chofer la
haya visto en esa situación.
—Eres hermosa nena.—susurró Giancarlo muy cerca de su rostro, acariciándola con
sus nudillos.
—Me lo voy a creer señor.— intentó bromear ella mientras que Giancarlo enarcó una
ceja sonriendo de lado.
—¿Señor?—Cloe sonrió apenada, entonces el se acercó a su oído.
—Guarda lo de señor para más tarde cuando te tenga debajo de mí gritando una y otra
vez mi amor.— susurro mordiendo el lóbulo de su oreja, automáticamente ella apretó
las piernas y se miraron fijamente, en los ojos de Cloe había un poco de miedo pero a
la vez deseo, y en los ojos de Gian había pasión, deseo y una inmensa ternura, jamás
la lastimaría, la trataría como lo que es, una reina.
Luke observaban disimuladamente a través del retrovisor los mimos de su jefe hacia
su secretaria, los besos robados, las caricias insinuantes y el claro deseo en ambos
entonces apresuró el andar antes de que su jefe se corra en sus pantalones. Rió en su
interior. Llegaron finalmente sin dudar Giancarlo bajó para abrirle la puerta a Cloe para
sujetarla de la mano y poder subir en el ascensor pero antes de eso se volteó hacia su
chofer.
—Luke tomate la noche libre.—exclamó sonriendo y arrastrando a Cloe hasta el
ascensor.
Luke echo una carcajada recostando su cabeza en el asiento del auto.
Apenas subieron al ascensor se fundieron nuevamente en un beso, está vez Cloe ya
sabía que estaba cerca y la ansiedad la estaba ganando, comenzó a tocar a su jefe por
encima de su camisa palpando su musculatura, esa que tantas veces soñó tocar, besar,
morder si fuese posible.
Giancarlo no se quedó atrás y llevó sus grandes manos hasta el impresionante culo
de Cloe para apretarlos como dos pelotas de goma.
Agradeció que el ascensor estaba vacío. Una vez llegado a su piso, abrió rápidamente
con las manos temblorosas el departamento, se le cayó las llaves.
—¡mierda!—Gruñó y Cloe echó una carcajada que le produjo tanta ternura que también
se echó a reír. Abrió finalmente la puerta dejándola pasar, encendió la luz y ella miró
todo el lugar, ese lugar que ya le era conocido, ese lugar que ya había visitado hace
meses atrás, cuando él la encontró esa noche. El se posicionó detrás de ella sin hacer
ningún movimiento solo se escuchaba su respiración.
Cloe giró hacia él y lo observó por largos segundos, era el hombre más atractivo que
jamás conoció, sus ojos eran del color del océano.
El elevó su mano rozándole la mejilla, fue bajando poco a poco hasta sus pechos
acariciando con tanta parsimonia su delicado cuello.
—¡Te deseo!—confesó él.
—¡Tómame!—contestó ella.
D Luca la tomó de la cintura con un brazo para elevarla y sentarla en un mueble.
Se hincó y comenzó a sacarle los zapatos besando sus pies primero uno, luego otro.

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—¡Gian!—exclamó ella en un susurro.
—¡Déjame adorarte!—pidió el mirándola con adoración, subió sus besos húmedos por
su pierna acompañado de sus grandes manos, acariciándola, fue subiendo su falda
poco a poco arrollándolo hasta sus caderas, Giancarlo observó su blanca y nívea piel y
se deleitó de tanta belleza.
Asaltó su boca con ímpetu nuevamente y con sus manos comenzó a desprender los
botones de su camisa, ella comenzó a temblar se sujetaba de los fuertes brazos de ese
exquisito hombre que la enloquecía con su fragancia.
—¡Hueles tan bien!—confesó ella.
—No más que tú mi princesa.— contestó el. Dejando a la vista sus pechos, su vientre
plano, su pequeño ombligo, él vió como se le erizaba la piel. Hundió su rostro entre el
cuello de Cloe comenzando a dejar un reguero de besos en toda su piel.
Fue entonces que la tomo de la cintura y la elevó para que ella lo rodeará con sus
piernas y así ella lo hizo.
—Te dije que te quería en mi casa, en mi habitación y en mi cama.—Cloe se mordió
los labios y solo asintió, subiendo con el las escaleras. Al entrar en su habitación la
bajo suavemente en el suelo como una muñeca de porcelana que podía romperse,
jamás imaginó que un hombre como él sería tan tierno, tan delicado, era todo un
caballero.
—Hora de que esto desaparezca.—habló sonriendo desprendiendo la falda ajustada
de Cloe. Con su ayuda logro quitárselo para luego pararse frente a ella y mírala
detalladamente, un conjunto de encajes en color gris, suspiró hondo pasándose la mano
por el pelo. Sin poder creer que esa hermosa diosa estaba ahí frente a él y sería suya.
Se acercó nuevamente a ella para acariciar sus brazos llegando hasta sus hombros,
cuello, labios.
—Que afortunado soy.— ella le sujeto las manos.
—Tócame por favor.—pidió ella presa de la excitación que sentía.
Comenzó a desprender su sostén y dejar sus pechos al descubierto.
—A estos ya los conocía.—Confesó el burlón y ella murió de vergüenza, sabía que se
refería a esa noche tan vergonzosa. Giancarlo llevo su boca hasta sus pezones sin
dudarlo comenzó a mamar de ellos como un bebé. Cloe sintió morir, sintió flotar. Nunca
en su vida sintió esto ni con su ex novio Josué, jamás sintió tal cosa tan maravillosa. El
sonrío elevando la vista con los pezones de Cloe entre sus labios, ella estaba entregada
a él, con los ojos cerrados y mordiendo sus labios.
Giancarlo fue bajando sus besos por su vientre hincándose en una pierna frente a ella.
Cloe abrió los ojos y lo miró fijamente, solo asintió entendiendo lo que Gian quería hacer.
Entonces llevo sus manos a las finas tiras de su braga y lo deslizó hasta sus pies, ella
quedó totalmente desnuda para él. El solo observo por largos segundos esa preciosa
vulva con apenas unos pequeños vellos rubios en el centro. Tragó grueso, no podía
creerlo, pensó que era un sueño, observo su braguita en el suelo y vio la humedad en
ellos.
No dudó un segundo más para llevar la mano hasta allí palpando la humedad de Cloe.
Enloqueció al sentir lo caliente y húmeda que estaba y al escuchar el pequeño gemido
al deslizar su dedo medio entre sus pliegues.
—¡Gian!—gimió desesperada.
El corazón de Giancarlo latía muy aprisa llevó su nariz hasta el sexo de Cloe
aspirando su aroma y deslizó su lengua entre sus pliegues, ella trató de alejarse pero él
la sujeto fuerte de las caderas y hizo que ella elevará su pierna derecha en uno de sus
hombros. Giancarlo quería disfrutarla, quería probarla, comerla y saborearla.
Así lo hizo sin dudar, comenzó a lamer todo de ella, chupando cada labio de su vulva
que palpitaba y con cada lamida chorreaba más y más.

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Giancarlo lamió y chupó sin parar hasta que Cloe comenzó a convulsionar entonces
el entendió que estaba haciendo un buen trabajo.
Ella se corrió gritando escandalosamente, el se bebió todo de ella sin desperdiciar
nada. Cloe sintió morir de vergüenza al haberse corrido en la boca de su jefe, pero no
era momento de arrepentimiento, esa noche se dejaría llevar por el deseo.
Giancarlo la bajo nuevamente en el suelo aún sin soltarla.
—¡Primer round!—confesó burlón.
Cloe sonrió coqueta.—Quiero verte.—pidió ella y él comenzó a desabrochar su camisa
lentamente, Cloe lo devoraba con la mirada sentándose al borde de la cama, con las
piernas abiertas, Giancarlo alternaba su mirada entre el rostro de Cloe y su hermoso
coño que se abría para él. Al sacarse completamente la camisa Cloe sintió morir al
verlo así, tenia un increíble torso, su perfecto y musculoso abdomen nada fuera de lugar,
sus fuertes y grandes brazos y un hermoso tatuaje de un gran puma.
Ella quedó maravillada al ver semejante obra de arte.
—¡wow!—exclamó caminando hasta él para comenzar a pasar sus pequeñas manos
sobre su hermoso tatuaje. Giancarlo tragó grueso pues Cloe no se daba cuenta de lo
que causaba en el esas pequeñas caricias, esos suaves toques.
—¡Qué hermoso!—exclamó ella. Entonces vio como el llevo sus manos hasta su
cinturón para desprenderlo y ella lo detuvo.
—¡Déjeme a mi señor!—Jugueteó coqueta llevando sus manos hasta el cinturón de
su jefe. El apretó sus manos en puños y maldijo.
Al desprenderlo Cloe se hincó frente a él, Gian la miraba desde su altura y se
endureció aún más pues sabía lo que haría.
Cloe llevó sus manos a la cinturilla del bóxer y comenzó a bajarlo lentamente, quedó
con la boca abierta, perpleja al ver semejante monstruosidad, lo había sentido un par
de veces pero jamás se imaginó que verlo en vivo y a todo color sería magnífico. —Ese
tatuaje si que hace honor a esto.— Bromeó Cloe y Gian echo una carcajada.
—¿Te gusta mi amor?—preguntó provocándola.
—Papito me gusta el café por las mañanas, me gustan las computadoras, me gusta
cantar, esto no me gusta, esto me fascina.—confesó.

—¡Nena!—gruño Giancarlo al sentir las suaves manos de Cloe abrazar su tronco.


—¿Puedo comérmelo señor?— jugueteó nuevamente traviesa y Giancarlo gruñó y la
sujeto de la nuca.
—¿Quieres jugar nenita? pues juguemos.—Abre la boca.— exigió y Cloe no sabía lo
que le sucedía pero en lugar de molestarla que le ordenará solo se mojó más y más
abriendo la boca para tratar de comerse todo ese capullo.
Giancarlo apretó y apretó la cabeza de la inexperta mujer. Pero ni siquiera pudo
meterse la mitad a la boca.
Ella sacó el enorme miembro de su boca, jadeando por la falta de aire, por los hilos
de saliva, y por la brusquedad de su jefe.
—Quiero confesarte que nunca he hecho sexo oral ¿Y tú me quieres matar la primera
vez?—habló bromeando, Giancarlo solo sonrió al escuchar que por lo menos era su
primera vez en eso.
—¿Ahora me dirás qué eres virgen? Bromeó él. Ella negó riendo. —Casi virgen.—
confesó con una mueca divertida.
—Calla y vuelve a chupar.— Ordenó él y ella siguió con su labor. No sabía cómo
hacerlo pero no era tonta y a juzgar por los gruñidos de Giancarlo lo estaba haciendo
bien hasta que el la sujetó del cabello y la apartó bruscamente.
—¿Qué pasó, te hice daño?—preguntó asustada. Él solo negó con la respiración
hecho mierda.
—No quiero acabar en tu boca, quiero hacerlo dentro de ti.

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La levantó del brazo poniéndola de pie y la besó con hambre.
La levantó de la cintura con un solo brazo y caminó así con ella hasta la cama donde
él se sentó y la hizo quedar a ella a horcajadas sobre su duro miembro.
Cloe acarició el rostro de Gian con tanta ternura, mientras que el besó sus manos una
y otra vez.
—¿Has estado con alguien alguna vez?— preguntó él ya fuera de las bromas. Cloe
movió la cabeza asistiendo débilmente.—Solo una vez y no fue nada comparado a esto,
así que tomaré esto como si fuera mi primera vez, pero no sangraré.— bromeó y el
asintió sonriendo también.
—Quiero comerte sin barreras Cloe, estoy limpio nena. Acunó su rostro.
—Me dejarás preñada.— dijo ella, él negó.
—Yo uso un inyectable anticonceptivo.—confesó y Cloe abrió grande los ojos.
—¡Vaya! Eres precavido. El asintió sonriendo.
—Entonces no tengo objeción.— contestó Cloe sincera.
—Pero tu anaconda me partirá en dos ten cuidado.
—¿Mi qué? —preguntó Giancarlo y soltó una carcajada que retumbó en toda la
habitación.
—¡Por Dios! Cloe de dónde sacas tantas cosas para decir.—la observaba con mucha
adoración al verla achicar sus ojos para reír.
—No te lastimaré nena, tendré cuidado, es más serás tú la que lleve las riendas.— Ok
ahora me siento toda una vaquera.— Giancarlo masajeo su tronco de arriba abajo
tentando la entrada de Cloe, ella tragó grueso y comenzó a temblar. —Shh, tranquila
nena.— Giancarlo, besó los labios de Cloe, sus mejillas, sus ojos y por último su nariz
tratando de tranquilizarla.
—Lo haremos despacio ¿Bien?—Cloe afirmó.
Poco a poco fue sentándose sobre el duro y grueso miembro de su jefe haciendo una
mueca de dolor al sentir la intromisión de semejante cosa.
Hace bastantes años que no tenía sexo y menos con un hombre como él.
Pero sentía tanto deseo, tanta calentura y estaba tan excitada que facilitó la entrada
de la verga de Giancarlo dentro de Cloe, al tenerlo completamente dentro ella sintió que
era partida en dos.
Él cerró sus ojos y la apretó demasiado fuerte de las caderas.
—¡Cloe! Serás mi muerte nena.—Ella gimió y comenzó a moverse una y otra vez,
bajando y subiendo.
Giancarlo nunca imaginó que sería tan estrecha, era malditamente deliciosa, era un
manjar.
Comenzó a penetrarla lento sin llegar a lastimarla, aunque quería joderla duro, fuerte,
hondo, pero estaba tomando todo su maldito auto control para no follarla como quería
a diestra y siniestra. Comenzaba a escucharse los fuertes gemidos de los dos. Cloe
ya comenzaba a sentirse aún más excitada la peor parte había pasado y ahora quería
solo una cosa, montarlo como tanto lo había deseado.
—Por favor señor D Luca, folleme duro.—pidió totalmente desquiciada sin darse cuenta
de que estaba pidiendo que la llevara directo a su tumba. Él rápidamente la acostó en
la cama sin salir de su interior y comenzó a penetrarla cada vez que salía y volvía a
entrar llevaba a Cloe por delante y sentía morir un poco más dentro de ella.
Cloe abrió muy grande las piernas para recibirlo completamente, se aferraba a sus
duros brazos y el devoró su boca con hambre.
—¡Eres la puta gloria!—exclamó él demasiado excitado.
—No sabes cuánto te deseaba Cloe.
—Y yo a ti Giancarlo, soñaba contigo, me masturbaba pensando en ti.— confesó una
vez más y el se maravillo al escuchar semejante confesión y ahora no estaba ebria.

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—Quería tenerte así hace tanto tiempo. —Mas duro pidió ella. Él comenzó a bombear
más y más hasta que Cloe volvió a gritar escandalosamente su nombre corriéndose
como una desquiciada.
—Sé mía Cloe.—pidió él.
—Soy tuya.— confesó ella y él explotó dentro de ella, descargando todo lo que tenia
guardado para ella.
Capítulo 21. Perdiéndome en ti.
Se habían fundido en cuerpo y alma porque por más que no quieran aceptar lo que
sienten el uno por el otro están ahí al borde de la locura, ese deseo que estaba latente
desde el primer momento en que se miraron.
Giancarlo seguía redimiendo sus errores, Cloe seguía luchando en su interior por no
dejarse llevar por el momento, no quería sufrir, y menos por un hombre tan enigmático
como Giancarlo D Luca sin embargo ahora estaba en su cama, desnuda siendo
acariciada por sus grandes manos, besada lentamente por esos carnosos y deliciosos
labios.
—¡Gian!—susurro en sus labios mientras el mordía uno de ellos jalándolo entre sus
dientes.
Una de sus manos se paseaban desde los senos de Cloe hasta su intimidad, su dedo
medio se deslizaba tan fácilmente porque de nuevo Cloe estaba chorreando y él
nuevamente listo con su gran miembro erecto y duro para entrar dentro de su glorioso
cuerpo. —¿A cuántas has traído aquí?— se atrevió Cloe a preguntar, quería saber con
cuántas mujeres había cogido en su cama pero al mismo tiempo no quería saber la
respuesta, la contradicción jugaba con su mente.
Giancarlo hizo una mueca con sus labios.—Una— contesto y a ella se le oprimió el
pecho.
—¡Oh!— contestó y el sonrió.
—Eres la primera.— contestó y el corazón le palpitó.
—Eres un mentiroso.—ella le regaló una sonrisa y el se maravilló con ese pequeño
gesto.
Rápidamente la aprisionó con su cuerpo subiéndose sobre ella, el miembro de
Giancarlo palpitaba al sentir el roce de su intimidad.
—Eres la única Cloe, aprisionó las manos de Cloe encima de su cabeza sosteniéndola
con una mano y con la otra tomó su verga gruesa, dura, y venosa para introducirse
nuevamente dentro de ella.
—¡Ah!— gimió ella al sentir la intromisión de ese ejemplar, Giancarlo mordió el mentón
de Cloe cuando ella echo la cabeza hacia atrás sintiéndose partida en dos.
—Me abres toda.—confesó gimiendo. Eso lo calentó aún más embistiéndola muy duro.
—No se que me excita más nenita, tu apretado coñito, tu rostro lleno de placer o tu
boquita que dice miles de morbosidades.—Jadeo excitado al llevarse uno de los
pezones de Cloe entre sus dientes.
—Con solo verte me excito.— confesó ella riendo. Siendo clavada nuevamente por
Giancarlo muy duro.
—¿Alguna vez has dejado en silla de ruedas a alguien?—bromeó ella y Giancarlo
sonrió de lado.
—No, también serás la primera.—contestó morboso.
—¡Virgen Santísima!— exclamó al sentirlo tocar lo más profundo de su ser.
—¿Puedes hacerlo más duro?— preguntó ella con una mueca traviesa, a lo que D Luca
soltó una carcajada, elevó una de las piernas de Cloe sobre su ancho hombro y salió
completamente de ella volviendo a entrar.
—¡Joder! Gritó ella.

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—¿Así o más duro loquita?— jadeo sin dejar de mirarla a los ojos. —Estoy segura que
sí me das más duro me sacarás mi cerebro.— Gian gruñó y siguió penetrándola firme,
duro. Entrando y saliendo de ella como un puto maestro del sexo.
Giancarlo salió de ella en un movimiento rápido la tomó de la cintura y ella enrolló sus
piernas en su cintura.
—Sujétate fuerte de aquí.— pidió el ensartándola nuevamente. Ella rodeó sus brazos
al cuello de él, mientras que Giancarlo la tomó de su culo para cogerla como una
muñeca inflable.
—¡Joder, joder! Gritó ella al sentir que la partía en dos por tal brusquedad, eso sí era
follar, eso sí era una buena cogida.
Giancarlo atrapó la boca de Cloe y la siguió empalando duro.
Sus gritos la escuchaba todo el edificio ya que no podía contenerse, Giancarlo era un
verdadero macho con todas las letras y ella era una hembra sedienta de más polla.
—Eres preciosa Cloe.— confesó él observándola como se sonrojaba, como el sudor
resbalaba por su frente.
Ella asalto su boca, sus labios no querían soltarse, hasta el punto de causarse
dolor. —Eres una maldita droga.— él jadeaba, ella gemía.
Ella sabía que esto solo pasaría una vez, ya que Giancarlo ya había conseguido lo
que quería, sin embargo si sería solo una vez lo disfrutaría y ya luego lloraría a mares
antes de dormir sin que nadie la vea, pero este momento nadie le robaría.
—Córrete para mí nuevamente amor.— Pidió el, era la cuarta o quinta vez que le decía
amor, ya había perdido la cuenta, y ella se sentía flotar al escuchar eso, pero sabía que
solo era un apelativo que no tenía ningún significado especial, sin embargo para
Giancarlo significaba muchas cosas, nunca había pronunciado esas palabras con tal
facilidad, pero Cloe le hacía romper sus esquemas, Cloe le hacía ver las cosas
diferentes, nunca había disfrutado tanto al estar con una mujer.
Ella era insaciable, era jocosa, ella era la lujuria hecha mujer.
Ella se corrió gimiendo y saltando sobre la verga de su jefe y él la empalmaba con
todas sus fuerzas, las venas de sus fuertes brazos se le marcaba, el sudor corría por
todo su cuerpo mezclado con el aroma de su costosa colonia. La terminó pegando a
la pared para seguir comiéndola así, ahí, sus testículos chocaban contra el culo de Cloe
y su vagina era completamente abierta por la gran verga de su querido jefe.
Hasta que el comenzó a gruñir descargándose nuevamente en ella.
Ambos trataban de recuperar de tan brutal cogida. Giancarlo levantó la vista se
miraron fijamente por largos segundos.
—Te quedas a dormir conmigo.— eso no fue una petición eso fue una orden. Cloe se
mordió los labios.
—No puedo, debo llegar a casa.— susurro despacio, suave, a él su voz lo enloquecía.
—¡Por favor!— rogó.
—Llamaré a María.— terminó cediendo tan fácilmente. El sonrió besando su frente.
Giancarlo la miró nuevamente mordiéndose ahora él los labios, para finalmente negar
sonriendo.
—¿Qué, que pasó?— preguntó ella dudosa.
—Nada Cloe, absolutamente nada.— susurró detallando el rostro de la hermosa mujer
que tenía sujetada.
—Al baño señorita, hora de una rica ducha.— dijo él y ella se removió de sus brazos
para que la bajara.
Cloe había llamado a María diciéndola que tenía trabajo y se quedaría con su jefe,
María soltó una carcajada, ella no era tonta, como dice el dicho más sabe el diablo por
viejo que por diablo.
Finalmente se ducharon entre risas y caricias para meterse a la cama.

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Giancarlo sirvió un vaso de jugo de naranja a Cloe ya que no habían comido nada pero
era demasiado tarde como para cenar, se metieron a la cama y finalmente durmieron al
instante complacidos y satisfechos.
Al día siguiente eran las seis de la mañana, Cloe había despertado, giró su rostro para
ver a Giancarlo dormir plácidamente alado, suspiró hondo pues sabía que todo había
acabado, ahora volvería a ignorarla y si no es peor perdería su trabajo, ya que él había
conseguido lo que tanto quiso desde que la conoció, follarla.
Se levantó lentamente buscando su ropa para ponerse, prefería huir de ahí antes de
que él la despachara y le dijera que solo fue una noche que no quería nada más y así
ella se sentiría peor, pero no había tiempo de arrepentimiento, la paso genial, follo rico
y era lo que importaba. Terminó de vestirse, tomó sus zapatos en la mano, busco su
bolso con sus pertenencias y salió lentamente de ahí mirando por última vez a su
querido jefe. Bajo por el ascensor y saldría por la entrada del edificio para pedir un taxi
e ir directo a la empresa.
Al salir cogió el taxi y media hora más tarde llego a la oficina con el corazón en la
mano.
Giancarlo había despertado estirando los brazos en la cama, al no sentirla a su lado
abrió rápidamente los ojos, arrugó el ceño y se levantó buscándola primero en el baño,
no estaba, luego bajo a la cocina, tampoco nada, se dio cuenta que su ropa y sus cosas
no estaba y pego un golpe la pared con la palma de la mano.
Buscó su teléfono y llamó a Luke para preguntarle si la había visto, el acababa de
llegar y le dijo que no.
Giancarlo estaba furioso, ¿Por qué carajos se fue sin mí? ¿Qué le sucede a esa loca?
Froto su rostro, marco su número y daba apagado ya que el teléfono de Cloe se había
quedado sin batería.
—¡Mierda!— rabioso entro al baño se duchó lo más rápido que pudo se vistió con su
elegante traje como siempre y bajó al estacionamiento.
Luke lo miró reprimiendo una sonrisa. —¿Qué, tengo algo en la cara, algo chistoso
que quieras contar para reírnos juntos?— dijo Gian enarcando una, ceja Luke no soportó
y se echó a reír a carcajadas.
—¿Ahora eres tú al que follan y abandonan? ¿Se te dio la vuelta? —seguía riéndose a
carcajadas.
—Ay pero que simpático eres.— dijo Giancarlo irónico.
—Llévame a la oficina que tengo asuntos que solucionar con una loca.
Subieron al auto y Giancarlo recordó lo que sucedió anoche, recostó su cabeza en
el asiento trasero y sonrió como un completo idiota.
Luke lo observaba de tanto en tanto en el retrovisor.
—Que bruto te ves sonriendo así.—dijo Luke burlándose de su jefe.
Giancarlo arrugó el ceño nuevamente para fulminarlo con la mirada.
—Deseo con todo el corazón que cuando estés con una mujer no se te pare por
cabrón.— dijo Giancarlo serio. Luke solo negó riendo. —Espero que la hayas pasado
bien anoche jefe.— bromeó. Giancarlo volvió a sonreír como tonto.
—Fue mi mejor noche.— diciendo eso suspiró.
Al llegar a la empresa se bajó rápidamente para adentrarse en su elevador, saludó
en recepción pasando como un rayo, solo quería llevar arriba para pedir explicaciones
a una mujercita.
Cloe por su lado estaba en la sala de café preparándose uno, apretando su pierna por
el terrible ardor que sentía, si Cloe anda pídele más duro a semejante anaconda, anda
si más más duro Giancarlo. Balbuceaba en voz alta, mientras que sin darse cuenta su
jefe estaba recostando en el marco de la puerta observándola con una sonrisa y
escuchando lo que decía.

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—¿Y ahora que te dirá Cloe? Aahh si fue una buena noche la pasé bien pero no quiero
más nada, ¿y tú qué le dirás? Ah claro si lo entiendo yo también la pasé bien pero tienes
razón solo fue una noche, y tú de idiota irás a llorar a tu casa por horas debajo de la
ducha.—hablaba sin parar Giancarlo arrugó el ceño al escucharla hablar sola, sonreía
negando, no hacía falta pedirle ninguna explicación ya la había oído todo, todo lo que
él quería saber. Cloe revolvía su café una y otra vez, refunfuñando en contra de su
jefe.
—¿Y ahora como lo verás Cloe? ¿Cómo harás para verlo todos los días y no querer
saltarle nuevamente encima? ¿Cómo harás para olvidar sus besos, sus caricias?
Suspiró hondo.
Volteó de pronto dando un susto, el café se le derramó casi la mitad, su corazón
comenzó a palpitar, su jefe estaba parado frente a ella, escuchando de seguro todo lo
que dijo. ¡mierda!
Giancarlo fue acercándose a ella lentamente, Cloe tragó grueso.
—¿Y si te dijera que no quiero que olvides nada? Si te dijera que anoche fue la mejor
noche de mi vida y que me hubiera encantado despertar y verte en mi cama?
Giancarlo tomó la tasa de café de sus manos y sujeto sus manos entre las suyas.
—Cloe pequeña, me gustas más de lo que pueda admitir, anoche me di cuenta que
encajamos tan bien juntos, que tú cuerpo me hizo delirar pero tu forma de ser me tiene
enloquecido.— ella tragó grueso relamiéndose los labios. —Giancarlo yo…— apoyó su
dedo sobre los labios de Cloe.
—No quiero que solo sea una vez, no quiero que solo sea una noche, quiero que sean
muchas más, quiero que seas mía, que tus besos sean para mí, que tus caricias sean
mías, sé que suena posesivo pero que hasta tu sonrisa sea mía.
Giancarlo sujetó su rostro entre sus manos haciéndola mirarlo a los ojos.
Por las mañanas eran aún más bellos pensó Cloe al mirar el azul intenso de los ojos
de Giancarlo.

—Cloe, quiero que seamos más que jefe y secretaria.


Capítulo 22. Un poco de felicidad ante tanto dolor.
Cloe parpadeaba asustada, temblando, ni siquiera el dolor de la quemadura
provocada por el café que se había derramado le importaba, solo no dejaba de mirar a
su jefe con quién la noche anterior tuvo sexo desenfrenado, de pronto sintió dolor en las
mano, D Luca arrugó en ceño y vio que las delicadas manos que estaba sujetando
estaban muy rojas.
—¿Estás bien Cloe? Te quemaste.
—¡Auch!— exclamó ella.
—Ven vamos a mi oficina ahí tengo pomada para el dolor.— ella no dijo nada solo se
dejó guiar por su jefe y cuando escucho la palabra pomada lo único que se le vino a la
mente fue algo perverso, imaginando se el semen de su jefe derramándose en ella,
sacudió su cabeza e ingresaron en la oficina.
—Siéntate aquí.— indicó D Luca para que Cloe tomará asiento en la salita. Ella lo
miraba parpadeando, como se movía por la oficina ingresando en un pequeño cuartito
que ella ni sabía que existía para salir nuevamente con algo en su mano, y
efectivamente era una pomada.
Se hincó a sus pies.—A ver déjame ver eso.— tomó la mano de Cloe y comenzó a
pasarle la pomada con leves círculos en su mano y dedos.
—Gracias.— exclamó ella mirándolo fijamente.
—No tienes nada que agradecer.— Giancarlo elevó una de sus manos para acariciar la
mejilla de Cloe.
—Todavía no me has dicho nada.
—¿Sobre qué?— preguntó ella.

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El solo sonrío moviendo la cabeza de un lado a otro.
—Sobre lo que te dije, quiero que seamos más que jefe y secretaria.
—Giancarlo yo…—Escucha Cloe, sé que he sido un imbécil, sé que la que cagado
muchas veces contigo, y que tú piensas que lo que pasó anoche fue pura calentura y
era para sacarme las ganas que te tenía, pero ¿Adivina qué? Ella solo lo miró fijamente
sin decir nada.— No me he saciado las ganas y ¿Sabes porque?
—¿Por porque?— pregunto Cloe quedándose muda por primera vez no sabía que decir.
—Por que no quiero solo una noche, no quiero solo sexo, quiero más, mucho más Cloe,
quiero que seamos…— se calló por un momento.
Cloe tragó grueso.— Quiero que seas mía, que seas mi mujer, que seas mi novia.—
ya está, ya lo había dicho, esa palabra que nunca pronunció en su vida cuando de una
mujer se trataba ahora lo dijo.
Cloe se relamió los labios, mordiéndolos ligeramente.
—¿Podría pensarlo?— inquirió ella haciendo una mueca. El sonrió negando,
levantándose nuevamente.
Cloe de pronto sintió ese vacío, que estaba pasando, tenían miedo, ¿miedo de que?
¿De enamorarte de él? No seas estúpida si ya estás irrevocablemente enamorada.—
reclamó su conciencia.
—Te daré todo el tiempo que quieras Cloe, no soy un psicópata acosador.— si como
no.— ahora era Giancarlo el que hablaba solo.— si la sigues a todos lados.—¿O es que
acaso tienes algo con Darius y lo de anoche solo fue un desliz para ti?
—¿Qué?— Cloe salto como un resorte del sofá.
—Entre Darius y yo no hay nada, somos buenos amigos nada más, y lo que pasó
anoche significa mucho para mí, no es que ando saltando de cama en cama.
Giancarlo volvió a acercarse a ella como un maldito depredador.
—Te deseo Cloe, te necesito nena.—acarició su mejilla, no te das cuenta que parezco
un idiota detrás de ti.
Ella río levemente agachando la mirada, es verdad, ha hecho muchas más cosas de
las que otros harían por ella.
—Eres tú mi padrino verdad?— preguntó ya sabiendo la verdad, Giancarlo se rascó la
nuca agachando la mirada.
—Si te lo hubiera dicho no hubieras aceptado. Ambos estaban muy cerca sus cuerpos
hacían una perfecta combinación como si el estuviera hecho para ella, para cuidarla de
todo y de todos.—Si.— contesto de pronto, Giancarlo arrugó el ceño.
—¿Si que? — ella sonrió y su corazón comenzó a latir demasiado rápido.
—Eso significa que¿si si?— ella movió la cabeza repetidas veces, él soltó una carcajada
desde lo más profundo de su ser.
No dudó un segundo en tomarla del rostro y consumirla en un delicioso beso, un beso
como el que le había dado la noche anterior.
—¡Cloe! — jadeo D Luca bajando sus besos a su cuello.
—¡Gian!—jadeo ella.—alguien puede entrar.
El siguió sin hacerle caso la necesitaba.
—¿Duerme conmigo esta noche nuevamente Cloe?— no sabía que le estaba pasando
pero estaba suplicando por una mujer, por Dios que bajo había caído, pensó.
—No…no puedo.— tartamudeo echando su cuello hacia atrás dándole paso a que el
siguiera con sus besos, comenzó a desprender la camisa de Cloe, ella se dejó hacer.
—Di que sí.— replicó.— ella estaba flotando.—Debo llegar a casa Giancarlo, no puedo
dejar sola a mi madre por mucho tiempo.
Saco uno de los pechos de Cloe fuera de la copa de su sujetador y lo llevó a su
boca.—¡Ah! Gimió ella, presa del deseo cuando escucharon que alguien tocaba la
puerta.

109 DULCE CAPRICHO GABY LEYVA


DULCE CAPRICHO LEYVA
Giancarlo dejó de mamar del seno de Cloe y se miraron los dos, ella rápidamente
reaccionó y se ajusto la ropa. Por su parte Giancarlo ajusto su erección dentro del
pantalón y comenzó a prenderle los botones de la camisa de Cloe. Cuando ya estaban
recompuestos, grito un adelante.
Dejando ver a un sorprendido Rodrigo quien los miraba a ambos pasando de el a ella.
Se formó un silencio incómodo en la oficina hasta que Rodrigo carraspeo.
—Buenos días.— saludó, Giancarlo asintió.
—Buenos días señor Miller.— saludó Cloe. Rodrigo sabía que algo había pasado por el
rostro sonrojado de Cloe, el cabello un poco alborotado y la notable erección de D Luca.
—Los dejo, con permiso.— dijo ella, y Giancarlo como el maldito posesivo que era se
acercó a ella sujetándola del brazo, sujetándola de rostro para plantarle un beso
posesivo en sus labios, ella se dejó hacer olvidando a Rodrigo completamente. Por su
lado Miller no podía creer lo que veía, sintió una opresión en su pecho pues esa
atracción hacia ella aún no había desaparecido, es más cada vez que el subía era solo
con la excusa de verla. Solo agachó la cabeza.

—¿Comemos juntos amor?— preguntó Giancarlo, Miller levanto la vista rápidamente al


escuchar lo que D Luca había dicho.
¿Amor?
Cloe parpadeó mirando a Rodrigo para posarla nuevamente en su jefe y ahora novio,
para asentir suavemente.
Giancarlo sonrío feliz porque al fin Cloe era suya, suya y de nadie más y eso se lo
había demostrado a su amigo también.
—¿Qué fue eso?— se atrevió a preguntar Miller caminando para tomar asiento al ver a
Giancarlo hacer lo mismo, se encogió de hombros ante la pregunta.
—Es mi novia.— confesó sonriendo de oreja a oreja. Miller endureció sus facciones
mirándola fijamente, le latía el corazón, le quemaba todo el cuerpo, esos celos que
sentía.
—¡vaya!— hasta que por fin lograste tu cometido.— D Luca enarcó una ceja cambiando
su rostro a uno serio.
—No se que insinúas con tu comentario Miller.— bramó un poco molesto.—Vamos
Giancarlo, cuánto te va a durar esto, los dos sabemos que tú no eres hombre de una
sola mujer.— Gian apretó los dientes furioso.
—Con ella las cosas son diferentes.— Miller enarcó una ceja.— ¿Ah sí?, ¿Tan rico
estuvo la follada?
—Mira Rodrigo, eres mi amigo pero no te voy a permitir que digas estupideces, y si tanto
quieres saber, si estuvo demasiado rico y ¿adivina qué? No la dejaré tan fácilmente,
ella es mía.
—Solo espero que cuando la despaches tengas la decencia de mantenerle el trabajo.
—dijo Miller eso molesto bastante a D Luca.
—¿Qué carajos te pasa?— grito levantando la voz. Miller levanto ambas manos.
—¿Tanto te molesta que me haya elegido a mí y no a ti?— lo hubiera hecho si no te
metías en medio.
Giancarlo sonrío negando.— No hiciste nada para ganártela Miller.
—¿Y tú si?— ambos estaban en un duelo de miradas.
—Eso es algo que a ti no te interesa, y dime a lo que viniste que tengo mucho que
hacer.—Solo traerte esto. — le lanzó un folio.
—Quiero que veas para invertir en nuevas máquinas, algunas están obsoletas. — Lo
voy a mirar.— dijo Giancarlo poniéndose de pie para mirar en la ventana.
Miller se levantó para caminar hacia la puerta sin decir nada. D Luca no pensó que
Rodrigo se pondría de esa manera, era su amigo no quería pelear con él pero no sé la
ponía fácil, ¿Qué debía hacer entonces?

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DULCE CAPRICHO LEYVA
Se frotó el rostro y volteó cuando escucho abrirse la puerta dando paso a su hermosa
secretaria y ahora novia con un café en sus manos, entonces solo sonrío acercándose
a ella.
—¿Esto es para mí?— ella se mordió ligeramente el labio asintiendo.
—Supuse que aún no has bebido tu café mañanero.— supones bien amor.
Ella aún no podía hacerse la idea de que era la novia de nada más y nada menos que
el hombre más apuesto y codiciado de California y para colmo millonario. Pero a ella
nada de eso le importaba, solo como la estaba tratando.—Pero justo ahora solo quiero
un beso de tus ricos labios nena.— no le dio tiempo a replicar y asaltó su boca con
hambre.
—¿No fui muy brusco contigo anoche?— preguntó el acariciándole la mejilla.—No, me
encantó.— contestó ella un poco sonrojada, solo que mantén alejada de mi un buen
tiempo a tu anaconda porque de lo contrario estaré sin caminar unos meses. —
Giancarlo soltó una carcajada.
—Giancarlo… el apoyó su dedo en los labios de ella…—¿No puedes decirme amor, o
tesoro, cariño o papi por lo menos? Cloe soltó una carcajada al escuchar lo que
Giancarlo le estaba pidiendo.
—Es que somos novios y pues no sé, digo.— a ella le pareció eso tan tierno.
—Esta bien, lo intentaré dame tiempo ¿sí? Necesito asimilar todo esto es, es
demasiado, uff, no se rápido y… Gian sonrió afirmando.
—Tranquila, no te presionare a nada Cloe. —Ya, me me hiciste desviar del tema.—
replicó Cloe y el soltó una carcajada. —¿Qué necesitas mi amor?
—Quiero saber si puedo retirarme hoy más temprano, quiero irme a casa antes de ir a
la universidad, a ver a mi madre. —claro que si Cloe no tienes que pedírmelo nena, es
más iremos a almorzar y luego te llevo a casa ¿bien? Cloe negó.—No hace falta Gian,
no te tomes tantas molestias conmigo.
El sonrió travieso de pronto.—¿Qué? Que tengo en la cara por eso te ríes como un
muñeco diabólico.
—Solo, algunas imágenes de anoche vinieron a mi cabeza Cloe.— Ella tragó grueso.
—¡Basta!— me provocas, eres un pervertido.
D Luca soltó una carcajada.— Follame con tu anaconda, fóllame duro.¿Quién es la
pervertida señoría Adams?
Giancarlo solo rió al verla sonrojada y el la estrujó entre sus brazos.
Cloe salió de la oficina para seguir trabajando antes de que cometa una locura más,
su jefe la estaba volviendo loca en verdad, debía calmarse porque ella no era así,
después de tanto tiempo había estado nuevamente con un hombre y jamás imaginó que
sería así su nueva experiencia.
Al llegar el medio día ambos se fueron a almorzar, Giancarlo no dejaba de decirle lo
hermosa que era hasta el punto de hacerla sentir avergonzada. Después de almorzar
Giancarlo la llevó a su casa.
—¿irás a la universidad hoy?— preguntó Giancarlo al tomarla de la cintura fuera del
auto, frente a la casa de Cloe, ella moría de vergüenza por si alguien la estuviera viendo.
Ella se mordió los labios y asintió levemente. —Pasaré por ti entonces.— acarició sus
labios para luego besarla.
La apretó de la cintura a su gran cuerpo, ella sintió mojarse al instante nuevamente
tan solo al sentir su duro cuerpo pegada a la suya.
—Me vuelves loco Cloe.— tengo algo que proponerte pequeña.— dijo separándose de
ella uniendo su frente.
—¿Qué?— ella seguía en una nebulosa totalmente aturdida por semejante beso.
—Este fin de semana viajaré a Italia, prometí a mi madre, quisiera que me acompañaras.
—ella lo miro fijamente para luego negar.

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DULCE CAPRICHO LEYVA
—No puedo Giancarlo, no puedo dejar a mi madre, María ira a su casa este fin de
semana, yo debo cuidar a mi madre, lo siento. — Gian suspiró hondo, no quería
separarse de ella, pero también había prometido a su madre que iría este fin de semana
ya que hace tiempo que no iba.
—Esta bien nena, no me gustaría alejarme de ti ahora que somos novios pero que
puedo hacer, ¿secuestrarte?
—Mmm… Cloe apoyó su dedo sobre sus labios…—No sería mala idea señor D Luca.—
coqueteó riendo.
—Anda entra amor, más tarde pasaré por ti para llevarte a la universidad.
Ella se despidió de él y se adentró a su casa.
Los días pasaron las cosas estaban mejor de lo que Cloe esperó, Giancarlo era todo
un caballero, no ha vuelto a tener sexo porque Cloe quería calmarse y Giancarlo llevar
las cosas tranquilas ya que no querían basar la relación solo en sexo.
Giancarlo a diario la buscaba de su casa para ir juntos a la empresa, almorzaban
juntos y la llevaba a la universidad, lo hacía todo por ella aunque ella le pedía que no lo
hiciera el estaba encantado.
Ese viernes por la tarde Giancarlo viajo a Italia, muy a su pesar ya que no estaba en
sus planes dejar a Cloe. Pero no podía ser tan ingrato con su familia, su mamá ya lo
está por asesinar, eso se lo dice casi día de por medio en que hablan por teléfono.
Cloe en cambio estaba preocupada por su madre, la notaba muy débil, María había
ido a su casa por ese fin de semana.
No se despegó de su madre ni un segundo, le leía libros, le cantaba alguna que otra
canción y le contaba respecto a Giancarlo, ella no sabía si ella la escuchaba, ya que no
movía nada, ni siquiera un dedo.
Cloe le dijo que estaba muy feliz que Giancarlo la estaba haciendo feliz y de su ojo
brotó una lágrima, la abrazó muy fuerte y se recostó a su lado esa noche, dejo un beso
en su frente y le dijo cuanto la amaba, y es que esa noche iba a ser la última vez que le
decía que la amaba y ella la escucharía.
Al día siguiente Cloe despertó alado de su madre que aún dormía o al menos es lo
que ella pensó.
Cloe se levantó pensando que su madre aún dormía sin hacer ruido.
Cuando pasaron las horas Cloe se preocupó por su madre y la trato de despertar,
pero fue en vano.—¡Mamá! Mamá despierta.
—¡Mamá!— Cloe la movía para que ella abriera sus ojos, pero fue en vano, ella
comenzó a llorar, suplicando que despertara, palpó su pulso y fue ahí cuando se dio
cuenta que su madre había muerto y ella sintió morir también junto con ella.
Capítulo 23. No podría dejarte jamás
Las nueve de la mañana, Cloe intentaba despertar a su madre, pensando que tal vez
solo tal vez estaba en un profundo sueño.
—¡Mamita por favor! No me dejes, no lo hagas por favor.— lloró sin consuelo
recostándose sobre ella, pidiendo a gritos que la escuchara, que volviera a la vida.
—¡Te amo mamá!— exclamó en llanto y dolor.— no es justo, no tú no puedes dejarme,
Cloe estaba en shock no asimilaba la situación, solo se quedó ahí besando las manos
de su madre, acariciándola, diciéndole cuánto le amaba y cuánto la extrañaría.
—Perdóname mamá por no haber hecho más por ti.— se culpaba de su muerte, odiaba
con todo su ser a ese hombre que las abandonó.
Más de media hora ella seguía sin reaccionar, hasta que comenzó a sentir la frialdad en
las manos y cuerpo de su madre y fue ahí que reaccionó, lo primero que hizo fue tomar
su teléfono. Encontró una llamada de su novio Giancarlo y dos mensajes de buenos
días y donde le pedía que lo llamara.

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DULCE CAPRICHO LEYVA
Cloe lo hizo marco su número pero el no contesto, lo volvió a llamar pero nada, desistió
porque ella sabía que el estaba lejos y nada podía hacer por ella, llamó rápidamente a
María.
Ella si cogió el teléfono y le contestó, Cloe le había dado la más tristes de las noticias,
María solo se echó a llorar amargamente.
—Cloe no te muevas de ahí llego en segundos.— replicó María y ella solo se echó en
el suelo llorando amargamente, estaba sola, muy sola.
Más de veinte minutos había pasado cuando María llegó y vio a Cloe tirada en el suelo
y a su madre quien yacía en su cama, al fin descansando en paz.
María se hincó hasta Cloe y la abrazo tan fuerte para darle consuelo y reconfortarla
aunque ahora mismo nada le podría dar ese consuelo que ella necesitaba.
Pasaron las horas, María realizó las gestiones para que la madre de Cloe tuviera un
digno velorio, se había encargado de todo, ya después verían como pagaban.Mientras
tanto en Italia Giancarlo temprano había llamado a Cloe pero ella no contesto de seguro
sería dormida pensó. Entonces envío un mensaje pidiendo que lo llame apenas podía.
Compartió la mañana con sus padres dejando su teléfono cargando en el mueble, y
como estaba tan a gusto con su familia se olvidó por completo, ese día conocería a su
nueva cuñada Paula, la nueva novia de su hermano Dante, a quien se pasó molestando
en el almuerzo.
Sin embargo Giancarlo tenía un presentimiento, buscó su teléfono y encontró las
llamadas de su novia, rápidamente marcó su número pero ella no le contesto
nuevamente, le pareció extraño.
Al terminar el almuerzo su hermano Dante junto con su nueva cuñada se despidieron
de él quedando en que Giancarlo iría en la noche al departamento de Dante.
Pero Giancarlo seguía preocupado tomó nuevamente su teléfono marcando el número
de Cloe una vez más pero nada, entonces decidió llamar a María, quien le había dado
su número por cualquier emergencia, aunque sabía que ella se había tomado el día libre
ese día.—Maria, cómo estás, soy Giancarlo D Luca, disculpa la molestia pero quería
saber si sabes algo de Cloe… de pronto se le heló la sangre a Giancarlo al escuchar la
noticia que María le había dado, su corazón comenzó a palpitar, sintiendo una fuerte
opresión en el pecho, pensando solo en Cloe, en lo destrozada que seguro estaba y el
no estaba ahí con ella para consolarla.
Una efusiva Carolina, la hermana menor de Giancarlo había saltado por el desde atrás
abrazándolo pero el había quedado en shock.
—Ahora mismo salgo para California.— es todo lo que el contestó colgando el teléfono.
—¿Qué pasó hermanito?— preguntó Carolina al ver el rostro descompuesto de
Giancarlo.
—Debo irme.— es todo lo que dijo corriendo escalera arriba para buscar su maleta y
salir inmediatamente.
—Prepara el jet ahora mismo.— pidió a su piloto en una rápida llamada sin perder
tiempo.
Tomo así mismo su maleta que aún no había deshecho ya que había llegado apenas la
noche anterior.
Tanto su madre como su padre y su hermana Carolina lo esperaban al final de la
escalera.—¿Hijo, que sucedió amor? ¿A dónde vas? Preguntó una amorosa Catalina.
—Mama surgió un problema debo regresar a California ahora mismo.— dijo ansioso,
nervioso y dolido.
—Pe pero hijo que sucedió, acabas de llegar amor.— volvió a replicar su madre,
mientras que Antonio el padre de Giancarlo apoyó su mano sobre el brazo de su madre
y solo le hizo un gesto con los ojos.

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DULCE CAPRICHO LEYVA
La preocupación que veía Antonio en los ojos de su hijo era algo que nunca había visto
y el comprendía que no se trataba de la empresa, no se trataba de él, se trataba de
alguien más, Antonio era y fue siempre un padre compasivo y muy intuitivo.
—Ve hijo.— es todo lo que le contestó su padre, el envolvió a su madre en un abrazo y
luego a su padre en un fuerte abrazo.
—Adiós hermanita, te quiero, volveré muy pronto. — dijo Gian y ella solo sonrió,
extrañaba a su hermano y sintió no poder compartir más tiempo con él.
—Ignacio te llevará al hangar.— dijo su padre y el solo asintió.—Gracias papá.—
exclamó el saliendo presuroso de la mansión de sus padres con el corazón en la mano,
subiéndose en el auto para dirigirse el hangar.
Solo pensaba en su dulce Cloe, solo quería llegar para verla, abrazarla, consolarla.
Maldijo no estar ahí para ella, justo tuvo que suceder semejante desgracia y el estaba
muy lejos, maldijo porque eran más de 13 horas de vuelo.
Cloe sin embargo no se despegaban del féretro de su madre, solo se quedó ahí y sollozó
una y otra y otra vez, sintiéndose sola, vacía.
Acariciaba el rostro de su madre y le repetía cuanto la amaba, solo habían pocos
amigos, sus vecinos y la familia de María que le tenía un gran aprecio a Cloe y a su
madre.
—Mi niña, debes comer algo, tomar agua por lo menos, te harás daño cariño.— María
se sentó a su lado acariciando su espalda, ella solo miraba a su madre sin decir nada.
Las horas pasaron y ella se olvidó de todo, incluso hasta de Giancarlo, nada le
importaba, ya ni siquiera tenía fuerzas para vivir, ¿Ahora que le quedaba? Nada, por su
madre vivía, para ella hacía todo y ahora, ¿Qué le quedaba?
Giancarlo había llamado nuevamente a María pidiendo la dirección del velatorio, por fin
el jet había tocado tierra, estaba desesperado, fueron las 13 horas más largas de su
vida.
Cuando al fin había llegado al lugar, ingreso al salón donde había unas pocas personas,
una corona de flores y posó sus ojos en Cloe, su corazón se le rompió en mil pedazos
al verla así tan desecha, sin vida junto al féretro de su madre.
María quien la estaba consolando, levanto la vista para ver a Giancarlo, ella sonrió
levemente y se levantó para darle su espacio alejándose de ellos.
Cloe de pronto inhalo el dulce aroma ya conocido volteando su rostro para observar a
la persona que quería ver en ese momento, el se sentó a su lado y no dudó un segundo
en abrazarla muy fuerte.
Cloe hundió su rostro en el pecho de Giancarlo y lloró amargamente.
—Mi amor, aquí estoy corazón, perdóname mi nena por no estar contigo. Besó su
cabeza repetidas veces mientras acariciaba su espalda.—Me dejo, mi madre me dejó
Giancarlo, ahora estoy sola, muy sola.
—No Cloe no es cierto me tienes a mí, yo no te dejaré sola, estoy aquí para ti, para ser
tu consuelo para sostenerte cuando lo necesites, no estás sola. Sujeto el delicado rostro
de Cloe entre sus manos.
—Aquí estoy pequeña, no te dejaré sola, tu madre ahora descansa.— dejo un suave
beso en sus labios para abrazarla nuevamente.
Giancarlo pasó las notas consolando a Cloe, sin dejarla ni un solo momento, solo para
darle un poco de agua.
Al día siguiente se realizó el funeral donde enterraron a la madre de Cloe, Giancarlo
tuvo que sacarla a rastras del cementerio, la llevó a su departamento, porque sería peor
si Cloe iba a su casa.
—No me dejes tu también.—pidió ella haciéndose un ovillo en la cama de Giancarlo, él
le acarició su cabeza, bajando a su rostro y tocó delicadamente sus labios.

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—No podría amor.— contestó sincero, Cloe cerró sus ojos quedándose dormida
después de haberse tomado un calmante.Giancarlo la seguía acariciando sin dejar de
detallarla y adorarla un segundo.
—No podría dejarte amor, por que me he enamorado de ti cómo no tienes idea.—
susurró el, sabiendo que Cloe no lo escuchaba.
Capítulo 24. Solo un capricho.
Cinco meses ha pasado desde la muerte de la madre de Cloe, aunque todavía había
veces que se deprimía Giancarlo hacía todo por verla sonreír.
Cloe pasó una semana entera sin querer ver a nadie, solo lloraba sin consuelo, no
quería salir del cuarto de su madre, se sentía sola y vacía, pero poco a poco fue dándose
cuenta que la vida debía continuar y que estaba siendo egoísta con Giancarlo ya que él
hacía todo por ella, cada día le llevaba un ramo de rosas distinta y una caja de
bombones de esos que a ellas le gustaban tanto. Se quedaba a dormir con ella
consolándola, acariciando su piel, su pelo, su delicado cuerpo, queriendo sentirla más,
pero no era el momento para eso.
En cuanto a María, Giancarlo le había dado trabajo en su empresa en el departamento
de limpieza, estaba más que feliz pues tras la muerte de la madre de Cloe había
quedado sin trabajo.
—Cloe puedes venir un momento.— pidió D Luca a través del teléfono, sacandola de
sus pensamientos, ella suspiró hondo pues cada vez que él la llamaba pidiendo que
vaya junto a él, su pulso se aceleraba, su corazón y algo más abajo le palpitaba, ese
hombre la afectaba demasiado con solo mirarla, hablarle o siquiera rozarle la hacia
vibrar como nadie jamás. Se mordió ligeramente el labio inferior, alisó su ajustada falda
y ese día solo traía unas ligas en color negro, y no traiga bragas. Entró lentamente a
la oficina de su jefe, y él levantó la mirada, repasándola de pies a cabeza, sonriendo de
lado.
—Me llamo señor.— preguntó ella bajito.
—Ven aquí.— Giancarlo estiro su silla hacia atrás y palmeó su pierna para que Cloe se
sentará ahí, caminó nerviosa y temblando, ese hombre la ponía mal.
—¿Qué te sucede?— preguntó él con la voz ronca, sabía lo que provocaba en ella,
como la hacía temblar, porque él también se sentía así por ella.
—Nada.— contestó ella bajito mientras él le acariciaba el cuello con la punta de su
nariz.
—Eres tan receptiva a mí pequeña.— susurró ronco y sensual.
—¡Gian!— gimió ella clavando sus uñas en la palma de su mano.
Giancarlo giró el rostro de Cloe con una mano para comerla en un apasionado beso.
Hacía más de una semana que no tenían un encuentro sexual porque Cloe había
estado con su periodo mensual y Giancarlo se estaba muriendo, sin embargo Cloe ya
había finalizado su periodo y estaba más caliente y deseosa que nunca es por eso que
ni rompa interior quiso ponerse ese día. —¡Te deseo mi amor!— susurró Giancarlo sin
dejar de besarla.
—Yo también.— contestó ella sin ningún pudor.
El comenzó a tocarla sobre la ropa, ella no se quedó atrás e hizo lo mismo
desprendiendo con las manos temblorosas los botones de la impecable camisa de su
jefe, sin dudarlo llevó sus labios al cuello de su él y comenzó a dejar besos y mordiscos
ahí.
—Nena.— gruñó él, al sentir los mojados y carnosos labios de su secretaria recorrer su
cuello.
Giancarlo introdujo sus dedos entre el cabello de Cloe y jaló de ella para ahora ser el
quien atacaba su cuello con hambre y deseo.

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DULCE CAPRICHO LEYVA
Cloe estaba completamente mojada, Gian sin dudarlo comenzó a meter la mano por
debajo de su falda, y ella comenzó a temblar, pues se daría cuenta de que no traía
bragas, llegó hasta las ligas y se miraron fijamente.
—¿Qué es lo que traes puesto pequeña traviesa?— él sonrió de lado y ella se mordió
los labios.
Siguió metiendo más la mano hasta llegar a su depilado y suave coño, Gian apretó
los dientes y gruñó ronco al descubrir que no traía nada. La sujeto muy fuerte del pelo
obligándola a mirarlo a los ojos.
—¿Estuviste toda la mañana sin ropa interior?— ella asintió coqueta y tímida a la vez
el sintió morir un poco más.
La levantó muy rápido poniéndola contra el escritorio, Cloe apoyó ambas manos en la
mesa y él no dudó el levantar su falda hasta su diminuta cintura.
—¡Mierda!— gruñó al verla totalmente desnuda solo con las ligas negras sujetas en un
portaligas de encajes, era hermoso, glorioso, tenía un culo majestuoso. Acarició el culo
de Cloe pasando de uno luego a otro.
—Este culo es mi debilidad Cloe, ¿Lo sabías nenita?— ella solo se mordió los labios
tratando de callar sus gemidos. Giancarlo inclinó su cabeza de un lado para ver el coño
de Cloe, se veía una hermosa vulva completamente mojada, brillando por el efecto de
su excitación.
Sin dudarlo llevó su dedo medio hasta el coño rosa y carnosa de Cloe, su corazón
pálpito y su verga también al sentir como su dedo se perdía en medio de sus pliegues. —
Espera aquí no te muevas mi amor.— exigió él, alejándose, ella lo observó totalmente
perdida en el placer, vio como pasó seguro a la puerta y comenzó a desatarse el nudo
de la corbata se dejó colgando en su cuello comenzando a remangarse su camisa hasta
los codos, primero uno, luego el otro con una parsimonia única que a Cloe la estaba
matando, era demasiado sexy.
Giancarlo era consciente de eso y lo hacía con el propósito de causar mayor deseo y
excitación en su hermosa novia. Pero él no se quedaba atrás, su erección estaba apunto
de hacer un hueco en su pantalón, dolía, y dolía mucho.
Llegó hasta ella nuevamente y le pidió sus manos, Cloe arrugó el ceño y se mantuvo
quieta sin hacer ningún movimiento.
—Nena, las manos.— exigió nuevamente.—¿Qué que harás Giancarlo?— preguntó
ella dudosa.
Él solo volvió a meter su dedo entre sus pliegues y ella gimió.
—Las manos nena.— ella apretó los dientes y llevo sus manos atrás.
Las amarró con su corbata y ella intento moverlas y no pudo. —Desátame estás
loco.— dijo ella y el solo rió ronco.
—Estoy loco por ti Cloe, pero lo vas a disfrutar mi amor, solo relájate y siente.— ella
respiró agitada y trató de calmarse.
D Luca se hincó detrás de ella, abrió sus nalgas con sus grandes manos y hundió su
boca en ellos.
—¡Ah!— gimió extasiada ella al sentir la intromisión de la lengua de su delicioso jefe en
su ano bajando hasta su húmeda, caliente he hinchada vulva, Giancarlo recogió con su
lengua los jugos de su vagina, cerró los ojos al probar lo exquisita que era.

—Abre más las piernas.— ordenó y ella se estremeció al sentir el aliento de él sobre
su carne.
Ella abrió las piernas como el se lo pidió y el siguió comiendo con gula, era su sabor
favorito, ella era un manjar que jamás se cansaría de disfrutar.
Ella movía su pelvis hacia atrás buscando más fricción entre la boca de Gian y su
coño, con las manos atadas se estaba muriendo.

116 DULCE CAPRICHO GABY LEYVA


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—Por favor!— gimió ella deletreando cada letra de esa palabra, el solo siguió
chupando, lamiendo a lo largo y ancho, mordisqueaba como un hambriento, hasta que
sintió como vibraba el cuerpo de Cloe sabiendo que ya estaba llegando a la cúspide que
explotaría en cualquier momento.
Y comenzó a sentir la dulzura en su boca y escuchar como gemía como perra en celo
era lo máximo para él.
Se bebió completamente todo de ella y siguió lamiendo hasta dejarlo seco si fuera
posible.
Cloe se desplomó sobre el escritorio, mientras que Giancarlo desprendió su camisa
dejando al descubierto su torso superior. Para llevar su mano hasta su cinturón y
desprenderlo liberando a su anaconda como lo llamaba Cloe.
Giancarlo sujetó a Cloe del pelo he hizo que pegara su espalda al pecho de él.—
Quiero romperte Cloe.— dijo el totalmente oscuro.
Ella solo quería sentirlo dentro, su duro miembro bien dentro de ella.
—Rómpeme todo lo que quieras señor.— contestó ella sin darse cuenta si quiera de lo
que estaba diciendo, Giancarlo giró el rostro de Cloe y comenzó a besarla, quería
comerla completa, hacerla suya de todas las formas posibles.
Volvió a acostarla sobre la mesa y se hundió en ella sin aviso ni miramientos.
—¡Joder!— gruñó ella al sentirlo tocar lo más profundo de ella.
—Eres demasiado para mi cuerpecito.— jadeo sin contenerse.
—Eres pequeña Cloe pero tu coño se traga toda esta verga que tengo sin ningún
problema, mira como se pierde dentro. —El cuerpo de él temblaba, ella era exquisita
como ninguna otra, comenzó a bombear dentro de ella, duro, bien duro. La giró de
pronto y la elevó a la mesa sentándola con toda la brusquedad le volvió a abrir las
piernas y se hundió dentro de ella nuevamente. —¡mierda!— exclamó.— Tu boquita
nena.— bromeó él.
—No puedo más Gian.— dijo ella.
—Eres solo mía Cloe, no hay nadie como tú, no quiero a nadie más que tú.— confesó
él demasiado caliente mordiendo el pecho de Cloe sobre su camisa.
—Córrete nena, quiero ver tu carita mientras te corres.— pidió el sin dejar de follarla,
aceleró aún más sus embestidas y se corrió gritando el abecedario.
Giancarlo no se contuvo más y se corrió dentro de ella, tanto semen retenido ahí lo
tenía al borde.
—Desátame Gian quiero tocarte. Pidió ella. Gian llevo rápidamente sus manos hasta
el nudo de su corbata y le desató las muñecas. Ella lo abrazó rodeando sus brazos a su
cuello.
—Quiero decirte algo y Cloe.— ella lo beso suave, rozando sus labios a los de él.—
Dime lo que quieras.
Suspiro hondo antes de hablar.
Primero quiero decirte que eres muy importante para mí nena, que nunca he sido tan
feliz como lo soy ahora al tenerte conmigo. Ella sintió tanta ternura, ambos se miraron
a los ojos fijamente. —Te amo Cloe.— ella parpadeó una y otra y otra vez. No podía
creer lo que estaba escuchando. Y de pronto comenzó a llorar. —Shh nena, ¿Qué
sucede?¿Dije algo malo?— ella negó agachando la cabeza.
—Gracias Giancarlo por haber estado conmigo cuando más necesité, por darme tu
apoyo, tu comprensión, jamás imaginé que fueras así.
Giancarlo sonrío achicando los ojos.
—Pues como dice mi chófer, necesitaba a una loca como tú en mi vida para cambiar.—
Cloe soltó una carcajada.
—Y lo otro que quería decirte es que… se mantuvo en silencio por un momento. —Ya
conseguí comprador para tu casa.—¿Qué hiciste que?
Cloe molesta lo empujó bajándose de la mesa.

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—¡Nena!— reclamó él.
—No, nena tu abuela, ya te dije que no venderé mi casa y te dije que no viviría contigo
y tu sigues con eso.
—¿Por qué Cloe, porque? Yo vivo solo, tu vives sola, yo quiero estar contigo.— El
intentó acercarse a ella, mientras que Cloe retrocedió bajando su falda
acomodándola. —No ya te dije que no, necesito mi espacio, además era la casa de mi
madre no la quiero vender.
—Bien Cloe, está bien, ya entendí, entendí que al parecer para ti soy solo un juego, un
capricho ¿eso es lo que soy verdad? Y siempre seré.
—¿Qué? Por supuesto que no Giancarlo, no eres un juego, mucho menos un capricho.
—Pues no aparece, te amo pero tú no, quiero que avancemos, pero tú no, entiendo
que sigas teniendo miedo, pero creo que ya te he demostrado todo estos meses que
eres demasiado importante para mí, que no quiero a nadie más en mi vida que no seas
tú, ¿Por qué no comprendes eso?
Cloe solo se mantuvo en su lugar observando en un punto fijo.
—Sabes que, está bien tienes razón ya no te obligare a nada, eres libre de hacer lo
que quieras Cloe.
—¿Qué me quieres decir con eso?— pregunto ella con el corazón latiendo a mil.
—Que dejaré de ser tu sombra, dejaré de preocuparme tanto por ti, si quieres vivir sola,
hazlo, si no quieres vivir conmigo esta bien, lo respetaré, solo te pido una cosa Cloe, no
juegues conmigo, sé sincera, si no sientes nada por mí más que deseo, házmelo
saber. —¡Gian!— dio dos pasos intentando llegar a él, pero él la frenó.
—Solo piensa bien las cosas, y si crees que no eres capaz de tomar esta relación en
serio dímelo para no hacerme falsas ilusiones. —No es… el levanto la mano.
—Prepara la sala de juntas Cloe en un rato es la reunión con los socios y que todo esté
listo.— pidió girándose para irse al baño.
—¿Quieres pasar a limpiarte?— preguntó, ella asintió levemente y caminó hasta el
baño, estando ahí adentro escucho que la puerta principal se cerró de un portazo.

Su corazón se le oprimió, apretó su cabeza con ambas manos.


—¿Qué estas haciendo Cloe? ¿Lo quieres perder, eso es lo que quieres?
No estoy preparada para vivir con el.
—¿Qué más quieres Cloe? Te ha demostrado que te quiere, hasta te dijo que te amaba.
Ella sacudió su cabeza y terminó de limpiarse para salir del baño y efectivamente el ya
no estaba.
Observó el lugar donde hace minutos la había hecho suya, se mordió los labios y abrió
la puerta para salir, y lo que vió no le gustó para nada, Giancarlo hablando con la jefa
de Marketing muy sonriente, mientras ella apoyaba su mano en el brazo de Gian, hirvió
de celos, caminó hasta su escritorio, resonando con fuerza sus tacones para hacerse
escuchar.
Giancarlo la miró por breves segundos y se despidió de la mujer sonriendo para
caminar nuevamente hacia su oficina, sin voltear a mirar a su secretaria.
La mujer miró a Cloe en forma despectiva mientras que ella enarcó una de sus
cejas. Estaba celosa, muy celosa de ver a su novio hablando sonriente con otra.
Recordó que tenía que preparar la sala de juntas y caminó rápidamente hasta ahí,
colocó las botellas de agua mineral, vasos de jugo, las carpetas de los informes para
todos los socios, encendió el proyector.
Se retiró de la sala y en cuestión de minutos Cloe comenzó a recibir a los socios y
entre ellos estaba Louis, aquel que hacía meses atrás había invitado a salir a Cloe.
—Buenos días señorita, que placer volver a verla.
—Buenos días señores, pasen por favor a la sala de juntas. Ella los guió hasta la sala
de reuniones, mientras que Louis no dejaba de verla, lo tenía fascinado.

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—Nunca me llamó señorita, pasé día esperando su llamada.— ella se sonrojó cuando
vio de pronto a su jefe entrando por la puerta, los miro fijamente arrugando el ceño.
—Buenos días Smith.— saludó con voz gruesa, calcinándolo con la mirada.
—Puede tomar asiento comenzaremos la reunión.— indicó molesto al ver que estaba
hablando con su novia, estaba celoso no lo negaría y más molesto aún estaba por que
no sabía si Cloe realmente lo quería o solo era un capricho para ella. —Con permiso.—
dijo ella intentando salir de la sala de juntas cuando de pronto Giancarlo la llamó.
—Quédese por si necesite de su ayuda.— ella lo miró perpleja era la primera vez que
le pedía tal cosa, ¿Qué haría ella en una reunión tan importante?
Ella asintió mientras que su jefe le colocaba una silla a su lado.
La reunión comenzó y el gerente financiero comenzó a exponer las cifras del mes,
pero Giancarlo solo se perdía en el hermoso rostro de su secretaria y hermosa novia,
no escucha a nada de lo que decían, solo pensaba en lo preciosa que era verla
sonrojada perdida en el placer cuando llega a su orgasmo.
Sacudió su cabeza cuando la reunión estaba llegando a su fin y los socios exponían
sus dudas y sugerencias, Giancarlo contestó todo y la junta terminó bien como cada
mes.
Todos comenzaron a salir de la sala de juntas, uno de ellos se acercó a hablarle a D
Luca, mientras que Cloe nuevamente estaba siendo abarcada por Smith, Giancarlo ya
no podía concentrarse en lo que Generado Montes le estaba diciendo, solo observaba
como Cloe sonreía con el idiota ese. Hasta que finalmente Montes se despidió de él,
saliendo de la sala, Giancarlo como el maldito posesivo que se había vuelto, llegó hasta
ellos y tomó a Cloe de la cintura. Smith parpadeo una y otra vez mientras que Cloe sintió
volar al sentir el agarre de su querido jefe en su cintura y la forma tan posesiva que la
pegó a su cuerpo.
—¿Necesitas algo con mi novia Louis?— preguntó él haciendo una mueca con sus
labios.
—¿Tu novia?, No sabía que era tu novia Giancarlo.
—Si Louis es mi novia.— Cloe se mordió el labio agachando la cabeza.
—Oh entonces discúlpame no sabía.— contestó Smith perplejo. Cloe le regaló una
sonrisa y el salió de la sala despidiéndose de Giancarlo.
—¿Celoso?— bromeó Cloe. Giancarlo la miró serio pero no dijo nada, solo la dejó ahí
sin decirle nada. Ella se sintió fatal.
Al terminar la jornada ella solo salió del edificio mientras que D Luca no volvió a salir
de su oficina en toda la tarde. Cloe fue para la universidad, no se pudo concentrar en
toda la clase, observaba su teléfono una y otra vez debatiéndose si le escribía un
mensaje o no, el tampoco le había escrito nada, sabía que estaba molesto con
ella. Cloe debía decidir que era lo que realmente quería y ésta noche platicaría con su
almohada. Salió de la universidad, su amiga la llevó hasta su casa, extrañaba mucho a
Giancarlo, el siempre la recogía a la salida.
Las diez de la noche, recién llegaba a su casa, pero en realidad ni quería llegar ahí,
se sentía tan grande y vacía, tal vez Giancarlo si tenía razón y debía venderla, pero es
que era la casa de su madre el único recuerdo que tenía de ella.
Subió a su habitación, despojándose de toda su ropa para meterse a la ducha, su
coño le ardía por la follada de ese día, Giancarlo la tenía demasiado grande y aunque
le encantaba como la comía no podía evitar sentir después una incomodidad. Salió de
la ducha colocándose su bata de seda, Cloe amaba todo lo que era lencería, ropa sexy
y las batas de seda, bajo descalza hasta la cocina para comer algo cuando de pronto
brincó del susto al escuchar que alguien tocaba la puerta.
Llevo su mano a su pecho debatiéndose si abría o no. Se ajusto la bata que era casi
transparente, y se dirigió a la puerta. Cerró los ojos y abrió lentamente la puerta.

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Cuando lo hizo quedó sorprendida al ver a Giancarlo parado ahí con el pelo revuelto,
la misma ropa que tenía en la oficina pero con la camisa fuera del pantalón y se nota en
los ojos que estuvo bebiendo. —Giancarlo. — susurro ella.
—Dime Cloe, dime si soy solo un capricho para ti, si es así juro que te dejo libre, juro
que me alejaré de ti y no te volveré a molestar, incluso volverás a tu puesto antiguo,
solo quiero saber que es lo que quieres.
Capitulo 25. Una mezcla fascinante
Giancarlo no hizo otra cosa que pedirle a Luke que lo llevará a un bar para pensar las
cosas, no quería presionar a Cloe, no quería hacerlo en verdad, pero lo que sentía por
ella era demasiado fuerte, quería tenerla para él, quería dormir con ella en su cama, en
sus brazos.
— ¿Problemas de amor?— el hombre detrás de la barra, quien limpiaba los vasos
mientras atendía a los clientes.
—Sí, aquí mi amigo está perdido por una mujer. — contesto Luke sentado a su lado en
la barra.
— ¿Quieres una copa?— preguntó el barman. — Luke sonrió negando.
—Estoy en mi hora laboral, otro día.
— ¿Sabes Luke? Creo que Cloe en verdad es mi cruz, Dios me la mandó sabes, para
hacerme pagar todo lo que había hecho con las otras mujeres.
Luke lo señaló con el dedo índice moviéndolo en señal de afirmación.—Exacto mi
hermano, ahí está la compresión de todo esto, menos mal que tú solito te diste cuenta
y no tuve que intentar explicártelo, porque así tomado no creo que entiendas mucho.
— ¿Tú crees que ella me ama?— Giancarlo no levantaba la cabeza, se mantuvo en esa
posición jugando con su vaso, mientras Luke lo miraba y el barman también quien
escuchaba atentamente la conversación de los ambos hombres.
—Sí pero te tiene miedo, eres un gilipollas Giancarlo, por lo menos lo eras, y esa mujer
te está haciendo ver tu suerte.
—Es que me vuelve loco Luke, en verdad lo juro por Dios que me trae mal, celo hasta
del gato del vecino. — Luke soltó una carcajada.
—Eso querido jefe se llama amor, se llama estar enamorado.
—Tú que sabrás de eso. — contestó Giancarlo bebiendo de golpe su coñac pidiendo
otro más.
—Demuéstrale lo que sientes caray hombre, dile que la amas.
—Se lo dije. — Gian movió su mano intentando explicar a Luke que si lo había hecho.
— pero ella nada, ni siquiera un te quiero idiota, nada.—Idiota eres, en eso no te discuto.
— Gracias no me ayudas en nada ¿Sabes?
Giancarlo miró su reloj, para ver si es que Cloe ya había salido de la universidad.
—Estoy loco por ir a buscarla, pero no quiero ser pesado, no quiero sofocarla, pero no
quiero que ande sola en la noche. — Ya sé. — D Luca señala con el dedo índice.
—Le regalaré un carro. — eso mismo, ahí está, que gran idea Luke. — su chófer levanto
una ceja haciendo una mueca chistosa.
—No dije nada pero ¿gracias?
—Anda vamos, llévame a su casa, necesito que me diga que me ama, necesito que me
diga.
— ¿Y si no te dice?— dejaré de molestarla. — Luke levantó una ceja.
— ¿En verdad?— D Luca todo sus ojos.
—No, para nada, no la dejaré en paz es más la acosare hasta que me diga que me ama.
— Uy que genial idea tuviste Giancarlo por Dios, no puedes ser más bruto por falta de
tiempo ¿Verdad?
Luke pidió un agua para salir no sin antes pagar la cuenta. Giancarlo se montó al
auto y Luke condujo hasta llegar a la casa de Cloe, era bastante tarde.

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—A ver Luke dame una menta. —Giancarlo pidió antes de bajar, Luke lo miró a través
del retrovisor.
— ¿Y eso como para qué?— su jefe rodó los ojos. — Huelo a alcohol no quiero llegar
así.
—Aha, ¿y un par de mentiras será la solución?, Yo creo que la solución es ir a bañarte,
dormir y luego mañana hablan.
—Tonterías, dame una mentita, deja de llorar por tus mentitas que mañana te mando
traer en un conteiner.
Luke se lo dio y metiéndolo en su boca bajo del auto.
—Hey jefe, ¿Lo espero o puedo irme a descansar?— grito Luke en la ventanilla. —Gian
hizo un gesto con sus manos diciéndole que se fuera.
—Ven a buscarme mañana a las 7. — contestó D Luca.
— ¿Cómo que muy seguro jefe?— se echó una carcajada.—Por si acaso le dejo una
manta, por si Cloe te deja dormir afuera.
Giancarlo le saco el dedo medio y Luke arrancó el auto con una tremenda carcajada.
Giancarlo respiró hondo antes de tocar la puerta de Cloe. Esperó un momento hasta
que escuchó pasos y luego el seguro de la puerta, su corazón comenzó a palpitar.
—Giancarlo. — susurro Cloe al verlo ahí parado, él la detalló completamente con
apenas su bata casi transparente, luego hirvió de celos al saber que si no hubiera sido
él, otro vería lo que es de él.
—Dime Cloe, dime si soy solo un capricho para ti, si es así juro que te dejo libre, juro
que me alejaré de ti y no te volveré a molestar, incluso volverás a tu puesto antiguo,
solo quiero saber qué es lo que quieres.
Giancarlo fue muy directo, pero todo lo que le había era mentira, jamás la dejaría ir.
Cloe parpadeó una y otra vez al verlo así, aún con el pelo desaliñado, la camisa afuera,
remangados hasta los codos, y oliendo a alcohol y ¿menta? Mezclado con el aroma
normal de su colonia, quedó idiotizada mirándolo. Giancarlo dio dos pasos adentro y
ella no puso resistencia, hasta que el cerró la puerta.
—Dímelo Cloe, estoy esperando, si es que quieres me voy ahora mismo, bueno no tan
ahora, espero no me eches de tu casa ya que he quedado sin chofer. Cloe se mordió
sus labios intentando no reír, pero a la vez estaba feliz de verlo, después de que él
estuvo molesto todo el día con ella.
Se acercó a él, arregló uno de sus mechones de pelo que caía sobre su frente
levantado el rostro todo lo que pudo para verlo bien ya que era demasiado alto.
Gian acunó su rostro entre las delicadas manos de Cloe.
—No quiero irme a ningún lado Giancarlo, seguiré siendo tu secretaria hasta que me
despidas. — el sonrió y ella delineo sus labios con su pulgar.
—No juegues conmigo nena por favor.
Pidió él con una mueca triste. — Sería incapaz de hacerlo amor. — susurró ella y el
sonrió al escuchar esa palabra.
Él le repasó con la mirada y ella se mojó al instante por la mirada tan lujuriosa que le
dio, Gian dio dos pasos hacia ella y ella retrocedió dos más, rápidamente y antes de
que huya de él rodeó su cintura con sus grandes manos y lo atrajo hacia él.
— ¡Cloe!— susurro en su rostro.
—Bebiste. — afirmó ella.
—Un poquito, pero el idiota de mí chófer me dio una mentita.
—Cloe soltó una carcajada. — ¿Quieres saber mi respuesta?— dijo ella de pronto, él
negó.
—No quiero presionarte, creo que estaba siendo muy egoísta contigo solo no te alejes
de mí, no quiero perderte. — ella se mordió el labio inferior, jamás imaginó que
escucharía eso de sus labios.

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—De todos modos te la daré, quiero vivir contigo Gian, tienes razón está casa es muy
grande para mí, pero no la quiero vender.
Giancarlo hundió su rostro entre el cuello de su amada. —Es la mejor noticia que
podrías darme nena.
— ¿Qué quieres hacer con la casa mi amor?
—Quiero que María y su familia vivan aquí, María vive en una casa rentada y aquí viviría
sin pagar nada. — A Gian le brillaron los ojos al escuchar semejante idea. — ¿Sabes?—
eres la bondad en persona Cloe y soy tan afortunado en tenerte.—Lo sé, eres muy
afortunado. — Giancarlo ríe llevando sus manos hasta el nudo de la bata de Cloe,
mientras se miraban a los ojos.
—Quiero hacerte el amor aquí por última vez porque desde mañana te lo haré cada
noche y cada mañana en mi cama, en nuestra cama. —susurro mordiendo el labio
inferior de Cloe jalándolo un poco, para luego abrir la bata dejando ver su hermoso
cuerpo.
Giancarlo se relamió los labios intentando calmar esa sed y esas ganas que le tenía.
—No sabes cuánto te deseo. — confesó ronco y excitado.
Ella llevó sus manos hasta el pecho de Giancarlo acariciándolo por sobre la comisa,
bajando y bajando su mano hasta posarla en su cinturón.
Comenzó a desprenderlo, Giancarlo enarcó una de sus cejas sonriendo curioso ante
la osadía de la pequeña mujer que tenía enfrente, de pronto sacó completamente su
cinturón y el la miro aún más sorprendido, haciendo una mueca curiosa.
—Hoy me encantó cuando me amarraste las manos. — dijo sensual y Giancarlo tragó
grueso y entreabrió los labios dejando pasar aire a sus pulmones.—Así que señor. —
le extendió el cinturón, mientras que él lo tomo con las manos temblorosas y sonrío
morboso, rápidamente tomo a Cloe de la muñeca y la hizo girar pegando su espalda al
pecho de Giancarlo.
— ¿Quieres jugar nenita? ¿Estás con ganas de que papi te castigue?— susurró en el
oído de Cloe y a ella se le erizó la piel cuando sintió una de sus grandes manos acariciar
su abdomen desnudo.
—Ah!— gimió recostando su cabeza en el pecho de Gian, y solo la estaba acariciando
una partecita de su cuerpo.
— ¡Jugaremos!— brama con la voz ronca y oscura. — Las manos atrás mi amor. —
susurro en su cuello, lamiéndolo.
Gian le saco completamente la bata mientras que Cloe llevó ambas manos detrás de
su espalda, y el comenzó a atarle con el cinturón, ajustando a sus muñecas sin
lastimarla pero si para imposibilitar que mueva las manos.
—Voltéate. — ordenó y a ella le pálpito completamente el cuerpo, sus pezones se
pusieron duros, su vagina estaba empapada, su piel estaba erizadas, se relamió los
labios, porque ella en su vida cotidiana era todo menos sumisa y jamás lo seria y menos
de un hombre, pero en la intimidad jamás se le pasó por la cabeza que ella disfrutaría
de eso y le encantaba que Giancarlo le ordenara con esa voz ronca y sexy.— ¿Tienes
hielo?— pregunto de pronto y ella enarcó una ceja, pero sin replicar solo asintió
temblorosa.
—Ve a tu habitación y espérame ahí. — volvió a ordenar y ella se lamió los labios, sin
dudarlo mas camino hasta su habitación con las manos atadas, todo su cuerpo vibraba
por lo que estaba sintiendo y lo que Giancarlo haría.
Entro a su habitación y quedo parada en medio, hasta que escucho abrirse la puerta
y cerrarse en segundos, sintió los pasos de su jefe detrás y suspiro hondo, no volteo se
mantuvo en esa posición esperando que el diera el siguiente paso y sí que lo hizo, ya
que Giancarlo llego hasta ella, colocándose detrás y sintió un frio en su cuello que la
estremeció completa, era la boca de Giancarlo sumado el hielo que tenia entre los
labios, ella hizo su cabeza a un lado para darle acceso a que hiciera lo que quisiera,

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una de las manos de Gian llego hasta el culo redondo y respingón de Cloe y la fue
metiendo entre la línea del medio para deslizar su dedo medio hasta su mojada vagina.
— ¡Ah! — gimió ella presa de la excitación. Giancarlo desato lentamente sus manos y
Cloe no sabía porque, ella no quería parar, pero él tampoco y no pensaba hacerlo.—
Ven aquí hermosa. — ordeno nuevamente y ella camino hasta la cama, observando el
cinturón enrollado en la mano de él.
—Acuéstate. — ella sin replicar lo hizo, mientras que Giancarlo subió en la cama y jalo
ambos brazos de ella para amarrarlos a la cabecera de la cama, el pecho de Cloe subía
y bajaba por la adrenalina que sentía.
—Abre las piernas. — dijo una vez ajusto el cinturón a la muñeca de Cloe en el
respaldar.
—Mas. — exigió el mientras que se levantaba de la cama desprendiéndose la camisa,
dejándolo abierto completamente, Cloe miraba curiosa todo lo que hacía, observo como
tomo un pedazo de hielo y con una sonrisa sensual camino hasta la cama subiéndose
en ella.
Entro entre las piernas de Cloe y sonrió coqueto. —Ahora gritaras nena, quiero que lo
hagas por mí. — dijo antes de llevar el hielo hasta la hinchada vulva de Cloe, ella sin
dudar grito al sentir el frio del hielo.
—Eso mi amor, grita para mí. —Giancarlo por favor. — pidió Cloe y el sonrió
agachándose en la cama para meter el hielo en su boca y hundir su rostro entre las
piernas de Cloe, la sujeto fuerte de las caderas, ya que ella se movía desesperada.—
Quieta, te amarrare las piernas. — dijo el burlón, escupió el hielo de su boca y chupo
uno de los labios de Cloe y ella grito al sentir semejante acción, lo hizo con el otro
también.
Giancarlo gozaba con el sabor de Cloe, era dulce, exquisita, mordió su clítoris y eso
fue todo para que Cloe explotara gritando como una posesa.

Volvió a bajar Giancarlo de la cama, sonreía al ver a Cloe así tan entregada al placer,
y el tan duro por ella, le dolía todo su cuerpo y más aun sus 25 cm de carne que tenía
entre sus piernas.
Volvió con un pedazo de hielo sentándose alado de Cloe en la cama, donde ella
recuperada lo miraba extasiada, sudada, complacida, el sonrió y dejo caer el hielo en el
ombligo de Cloe, acto que le hizo dar un grito, presiono el hielo y comenzó a subirlo por
su abdomen hasta llegar a sus pechos, donde comenzó a pasar por sus duros pezones
uno por uno.
— ¡Ah! — gimió ella completamente loca. —Bésame Gian. — pidió cerrando los ojos,
se inclino sobre su rostro para hacerlo pero solo le rozo los carnosos labios y bajo su
boca a uno de los pezones de Cloe, volvió a jadear por tal acción, la estaba volviendo
loca, estaba completamente mojada nuevamente, tanto que hasta mojaba su cama.
—No me tortures más por favor. —jadeo desesperada, ansiosa, loca por él. — ¿Qué
quieres Cloe? Pídemelo Cloe y te lo daré.—Mmmm — contesto ella sin querer decirlo,
el volvió a mamar de su pezón y ella mordió demasiado fuerte su labio inferior.
—Follame, follame como solo tú lo sabes hacer. — pidió ella desquiciada, Gian solo
sonrió de lado y comenzó a desprenderse el pantalón, lo hizo lenta y tortuosamente,
mientras Cloe ardía observándolo, intentando zafarse para tocarlo.
—Quiero tocarte Giancarlo. — pidió ella lloriqueando, cuando lo vio totalmente desnudo
con la verga parada, dura y gloriosa, una majestuosidad que lo adornaba apuntando
hacia ella.
Masajeó lentamente bajo la atenta mirada de Cloe y se fue incorporando a la cama
para acercarlo al necesitado coño de Cloe.

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Ella suspiró hondo por lo necesitada que estaba de él, de sentirlo dentro, masajeo su
duro tronco por la hincada vulva de Cloe para luego introducir poco a poco, Cloe se
permitió abrir más las piernas, sintiendo la verga de Gian abrirse paso bien adentro.
— ¡Ah! — eres…eres tan grande amor. — dijo Cloe mientras que el empujo con todas
sus fuerzas dentro de ella, arqueando la espalda de la frágil y delicada mujer.— ¿Me
sientes pequeña?
—Como no sentir semejante cosa. — bromeo ella riendo los dos. — ¿Te follaron alguna
vez así? Pregunto el saliendo lento y entrando muy fuerte.
—Na…nadie jamás, solo tú, solo tú puedes tener semejante animal entre tus piernas
señor D Luca. — Gian soltó una carcajada.
—Quiero hacértelo por atrás. — dijo de pronto Gian y Cloe se removió como loca.
—Ni lo intentes Giancarlo porque juro que te lo cortare mientras duermes. — dijo seria
y el echó una carcajada.
—Te amo. — le dijo mientras la seguía follando. — Algún día Cloe, algún día tendré tu
culo y me lo follare como quiera.
—Mientras tanto cállate y sigue dándome duro. — Gian se inclinó sobre Cloe para
comerla a besos mientras la penetraba sin compasión. Sintió el cuerpo de Cloe vibrar
debajo de él y sabía que estaba cerca, comenzó a bombear más rápido y juntos viajaron
al espacio exterior y mas allá.
—Te amo señor D Luca. — confeso sincera respirando ambos agitados, mientras que
el apoyo su frente en la de ella. — Y yo te amo a ti pequeña.Giancarlo desató a Cloe de
la muñeca y ella rápidamente lo envolvió entre sus brazos, para besarlo.
—Mmm delicioso.— dijo el sobre sus labios.
—Moría por tocarte.— el soltó una carcajada.— Pero si tú pediste que te amarre amor,
ven aquí mi amor.
Giancarlo lo atrajo sobre su pecho y ella lo abrazó sintiéndose plena junto a él.
—¿Entonces mi jefe me dará el día libre mañana para hacer la mudanza?
El rió ronco y Cloe se estremeció al sentir el movimiento de su pecho, fue una risa
súper sensual.
—Tu jefe te ayudará con la mudanza, recuerda que él es el más interesado en que te
mudes.— contestó burlón.
—Mi jefe quiere comerme cada noche.— sonrió traviesa levantándose de la cama para
correr hasta el baño.
—No solo cada noche nena, casa segundo, cada minuto, quiero comerte casa maldito
microsegundos y ven aquí pequeña condenada que aún tenemos mucho que
conversar.Sonrió negando y caminó desnudo hacia el baño.
Dos días después Cloe ya estaba instalada en la casa de Giancarlo donde viviría con
él, cuando Cloe le ofreció la casa a María, ella lloró de emoción y aceptó con gusto pues
sería de gran ayuda para ella y su familia, además de que la casa de Cloe era muy linda
y espaciosa. Esa casa la había comprado su madre cuando estaban bien
económicamente.
Cloe estaba trabajando más bien tratando de concentrarse ya que no dejaba de
pensar un segundo en su jefe. Cada día estaba más enamorada de él, y él le
demostraba lo mismo, el día de hoy le había enviado un ramo de rosas con una nota
que no dejaba de leer una y otra vez, mordía sus labios releyendo.
Mi amada Cloe.
Ésta noche quiero mostrarte un mundo, uno que te va a encantar, quiero descubrir tus
sentidos, quiero descubrir que tanto estás dispuesta a dar y recibir, quiero llevarte la
cielo y al infierno al mismo tiempo.
Con amor Giancarlo D Luca.

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No sabía a qué se refería, bueno si se hacía una idea, pero ¿Descubrir sus sentidos?
No sabía exactamente qué tramaba pero no negaría que le gustaba mucho, su vagina
se inundó de su excitación al leer la nota y sus pezones se endurecieron como rocas.
De pronto brincó del susto al escuchar el teléfono que la saco de su ensoñación, era
el interno de su jefe, se relamió los labios y con las manos temblorosas contesto.
—¿Señor?— contestó con voz apenas audible.
—Cloe.— exclamó con voz ronca.— estoy al tanto de que hoy no tienes clases, quiero
que vayas a casa ahora, hay un paquete sobre la cama, quiero que uses todo lo que
hay adentro y espérame que ésta noche quiero hacer una noche inolvidable para ti.
Ella tragó grueso parpadeando una y otra vez.

—¿Qué…que haremos Gian?


—Sorpresa señorita Adams, haga lo que le ordeno, de lo contrario recibirás castigo por
desobediente.
—¿A…ahora?— tartamudeó, todavía falta una hora para mí salida.
—Si ahora Cloe, ni más ni menos, ve a casa, haz lo que te digo y espérame amor. —
Esa última palabra lo dijo acariciando las letras de la palabra.
Ella suspiró hondo antes de hablar.
—Esta bien señor, como ordene.— dijo y todo el cuerpo se le estremeció.
—¡Cloe!.
—¿Señor?
—No olvides que te amo.— ella sonrió y colgó sin decir nada, quería saber, ansiaba con
todas sus fuerzas, saber que estaba planeando Giancarlo y ella estaba encantada por
descubrirlo.
Capítulo 26. Explorando fantasías.
Giancarlo cortó la llamada con su amada Cloe y sonrió recostándose en su silla.
—Quien iba a imaginar que a mi tierna no tan tierna y salvaje novia le gustaría lo rudo,
con ese menudito cuerpo aguanta más que muchas.— dijo Giancarlo en vos alta,
tocándose la barbilla.
Estaba ansioso porque llegue la noche y poder mostrar a Cloe parte de algo que siempre
le gustó y disfrutó más bien le gusta observar, no practica mucho esos gustos pero si le
gusta mirar y excitarse, pero ésta noche con Cloe quería disfrutar y también probar.
Siguió concentrado en su trabajo mirando cada tanto la hora en su reloj, y todo su cuerpo
y su mente ansiaba por verla a Cloe, no le había dicho nada, ni un solo mensaje, el
sonrió al imaginar el rostro desencajado de Cloe al ver lo que le tenía preparado al llegar
y encontrar en su casa el paquete que le había dejado.
Ya no soportó más y apagó completamente su ordenador, tomó su chaqueta y bajo
hasta el estacionamiento. Al subir Luke no le saludó como de costumbre de forma
burlona, Gian enarcó una ceja ya que le resultaba extraño.
—¿Y a ti que sucede?— preguntó Giancarlo viendo cómo Luke ponía en marcha el auto.
—Nada, ¿Por qué tendría que pasarme algo?— Gian enarcó la ceja.
—Te conozco hace años Luke, se que algo te pasa.
—¿Por qué algunas mujeres son tan tontas?— Luke observó a través del retrovisor a D
Luca quien lo miraba sorprendido.
—¿Por qué lo dices?— su chófer negó moviendo la cabeza varias veces.
—¿Cómo puedes dejarte pisotear por alguien, excusándose con la estupidez de que lo
amas y que cambiará?— volvió a mover la cabeza en negación.
—Si no me dices lo que sucede amigo no puedo comprenderte.— respondió un
Giancarlo inquieto por saber que le sucedía, no era propio de Luke.
—Nada, no me hagas caso es una tontería. —Si tienes algún problema solo debes
decírmelo, ¿Lo sabes verdad?—Lo se jefe, pero en verdad no pasa nada, solo estoy
sorprendido por la estupidez de la gente.

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Giancarlo bufó recostado en el asiento trasero de su lujoso auto.
—Hay veces que no nos damos cuenta de nada Luke y solo pensamos que lo que
hacemos esta bien, como dices excusándonos en la estupidez de que así somos y ya,
sin pensar en lo mal que nos hacemos a nosotros mismos.
Luke asintió sin despegar la vista del frente. —¿Llevaste a Cloe a la casa como te
pedí?— Luke sonrió y afirmó.
—Claro la bella ya está en la casa de la bestia.— dijo Luke soltando una carcajada, a lo
que Giancarlo le dio un golpe en la cabeza desde atrás.
—Tomate la noche libre Luke hoy no te necesitaré. — su chófer lo miro por breves
segundos en el retrovisor para luego asentir.
—Gracias. — contestó pero no era el mismo aunque trataba de disimular, algo le pasaba
era notorio ante los ojos de Giancarlo.
Llegaron al edificio adentrándose en su estacionamiento privado donde Luke dejaba su
auto estacionado también.—Me llamas si necesitas algo estaré en mi departamento
solo.— dijo Luke antes de que Giancarlo bajara.
—Luke eres un buen amigo, te aprecio pero me gustan las mujeres y siempre lo haré.—
contestó burlón y Luke soltó una carcajada.
—¡Idiota!— exclamó ante de que su jefe bajara del auto.
Gian subió presuroso al ascensor para llegar hasta su piso, estaba con el pulso a mil,
ver a Cloe como tanto quería.
Entro entusiasmado y subió a pasos gigantes hasta su habitación, abrió lentamente la
puerta asomándose con duda de lo que podría ocurrir, pero al entrar se llevó la sorpresa
de su vida, Cloe parada frente al gran espejo pegado a la pared detallándose, cuando
giró su cabeza ambos se quedaron anclados en la mirada del otro.
Giancarlo embobado y asombrado por la espectacular mujer que tenía enfrente se
relamió los labios y la detalló de pies a cabeza.
Fue acercándose a ella lentamente quedando detrás, su grana altura sobrepasaba a
Cloe.
—Hola.— saludó ella bajito mirando al espejo.—¿Te gustó la sorpresa?— ella se mordió
ligeramente los labios.
—Giancarlo dime qué no saldremos de aquí no puedo ir así a ningún lado.— él no hizo
otra cosa más que gruñir apretándola muy fuerte de la cadera.
—El cuero combinado con el negro es fascinante verlo en tu piel Cloe.
Ella sintió mojarse más aún sintiendo el cuerpo partirle hasta el alma metido entre sus
nalgas y apretando demasiado su vulva.
—Este conjunto es demasiado provocador.— dijo Cloe casi gimiendo, ardiendo de
calentura, deseo, lujuria.
—Te queda magnífico.— jadeo Gian mordiendo el lóbulo de la oreja de su encantadora
novia, que tenía puesto una ropa de dos piezas en cuero negro, unas diminutas bragas
de cuero hundido entre sus preciosas nalgas, apretando su coño y cubriéndolo
ligeramente con un pequeño sostén que dejaba ver parte de sus suculentos senos.
—Estos son más grandes aún de la lencería que usas Cloe.— susurró en su oído,
apoyando su duro miembro en la espalda baja de Cloe.—¿Dónde iremos?— preguntó
en susurros, estaba locamente excitada.
—A un lugar Cloe donde no tendrás vergüenza de mostrar tu hermoso cuerpo. Ella
volteo para mirarlo fijamente.
—¿Qué sería ese lugar?— pregunto dudosa y un poco temerosa.
—¿Confías en mí Cloe?— ella hizo una mueca y el echo una carcajada.
—Tomare eso como un sí.— No saldré así desnuda amor.— su corazón y algo más
palpitó cuando escuchó esa palabra todavía le causaba una especie de emoción cuando
lo oía de sus labios.

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—No permitiré que salgas así a la calle amor, Giancarlo se alejó de Cloe entrando en el
clóset para sacar de allí una gabardina que le llegaba hasta la rodilla, ella enarcó una
ceja.
—Es nueva nena, lo compré ayer con todo esto.— contestó al ver el rostro de
circunstancias de su novia.
Se acercó a ella y le colocó el gabán, levantó la mano para posarlas en el rostro de
Cloe.
—Quiero mostrarte cosas nuevas Cloe, quiero que disfrutes pequeña, dejo un chupón
en sus labios alejándose de ella para caminar hasta la cama, donde observo los demás
juguetes que había en la caja.
—Eso, no sabía que era Gian.— señaló Cloe por el vibrador que tomó Gian de la caja.—
Pero lo busqué en internet.— Gian levantó la ceja sonriendo.
—¿Y qué encontraste nena?— susurró ronco y suave a la vez acercándose a ella
peligrosamente, ella tragó grueso.
—¿Dónde van?— preguntó coqueto, ella se mordió los labios.
—Van en mi vagina.— dijo sin titubear, él solo movió varias veces su cabeza afirmando.
—Pero no se lo que hacen.— Sonrió de lado hincándose frente a ella arrodillado en una
pierna.
—Ya lo sabrás hermosa Cloe.— dijo levantando la pierna de Cloe sobre un poco sobre
su pierna doblada e hizo a un lado su braguita de cuero, para introducir el objeto muy
dentro de su vagina.
—¡Carajo!— gruñó él al sentir como chorreaba, al introducir pasó uno de sus dedos por
la vagina de Cloe y ella sintió morir de placer, volvió a acomodar su braguita para que
no se vea su vulva y llevo su dedo hasta su boca probando la excitación de Cloe.Ella
solo se estremeció por completo al sentir la intromisión de un objeto extraño por primera
vez dentro de ella.
Gian se puso de pie tomó el pequeño control y comenzó a regular la velocidad.
—¡Ah!— gimió Cloe sin contenerse al sentir que algo vibraba dentro de ella, Giancarlo
dibujo una sonrisa oscura en sus labios, esa sonrisa que te había vibrar.
—Vamos nena que la noche espera por nosotros.— Gian la tomó de la mano pero antes
de salir la pegó a la pared de forma brusca aprisionándola cubriéndola con todo su
enorme físico para devorarla en un beso apasionado y húmedo.
Volvió a gemir ella en respuesta.
—Me vuelves loco.— susurró Giancarlo despegándose de ella a duras penas.— Vamos
porque de lo contrario arruinare mis propios planes.— Cloe no dijo nada, no podía, todo
su cuerpo temblaba, necesitada, excitada. Solo se dejó guiar por su novio y salieron del
lujoso penthouse.
Al subir al auto la tensión era notoria, en el aire se aspiraba el olor a sexo y lujuria, esa
lujuria que sería desatada esa noche. Antes de bajar del auto al llegar al club, Giancarlo
tomó la mano de Cloe dejando un beso en el.
—No te asustes nena por lo que verás, todo allí adentro es consensuado, nadie obliga
a nadie, ¿Bien?— Cloe abrió grande los ojos, no sabía a qué se refería con eso, ¿A
dónde la trajo? De pronto saco un collar de su bolsillo para ponérselo a Cloe.
—¿Qué carajos estás haciendo?— exclamó ella asustada.
—Shh tranquila mi amor.—¿Esto es un collar de perros?¿Me pondrás eso?
—Es como una pulsera así todos sabrán que…—¿Que soy tu perra?— dijo Cloe
aturdida.— el solo negó sonriendo levemente.
—No eres eso amor, ¿Bien? Por eso te pregunté si confiabas en mí.
—Lo hago Gian pero esto…— señaló el collar.— esto es algo nuevo no esperes que
acepte así como si nada.
—No pasa nada mi amor, solo es para que sepan que tú estás conmigo, aquí todas las
mujeres que viene con pareja lo usan, solo será para entrar al club.—¿Se verdad, no

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será una especie de collar con algún chip rastreador que luego ya no podré sacarme y
tú por medio de un control manejaras a tu antojo?— Gian soltó una carcajada.
—¿Qué clase de películas ves Cloe? Mi amor, no, podrás sacarte apenas salgamos del
club, el único control que podré manejar a mi antojo será éste.— dijo apretando el control
del vibrador y Cloe se retorció en el asiento del auto.
—¡Mierda! Gian, porque me haces esto.— dijo ella respirando agitada sintiendo como
su cuerpo vibraba por dentro.
—Está bien hazlo ponme el collar de perros y entremos al maldito club que este mini
pene me está haciendo estragos.— Giancarlo volvió a reír a carcajadas colocándole el
collar y dejando un beso en la frente de Cloe.
—Te amo, lo sabes pequeña traviesa.
—Lo sé y yo te amo y también amo tus 25cm. Giancarlo río sin parar bajándose del auto
para abrirle la puerta a Cloe y juntos caminar tomados de la mano hasta la entrada.
Ahí el encargado les dejó pasar sin mucho preámbulo ya que conocía a Giancarlo
perfectamente. Cloe abrió los ojos en demasía cuando ingresaron al lugar, la luz era
tenue tirando a oscuro, hombres y mujeres, las mujeres semi desnudas, se relamió los
labios al ver todo eso.
Giancarlo se posó a su espalda sujetándola de la cintura. —¿Qué, que es este lugar
Gian?
—Es un club donde uno puede venir a cumplir sus fantasías sexuales, desde lo más
básico hasta lo más fuerte mi amor. — le susurró al oído y ella sintió morir.
—Vamos.— dijo el guiándola para caminar hacia un sector vip que tenía reservado.
Al llegar ahí pasando entre varios hombres y mujeres que veían a Cloe como vicho raro
ya que tenía la gabardina puesta. Cloe sin embargo parpadeaba perpleja al ver las
escenas que se desarrollaban frente a sus ojos.
Mujeres semi desnudas paseándose por todo el salón, mujeres follando con tres
hombres, incluso con 5 o más, otra siendo azotada por otros hombres, otro haciendo
sexo oral.
Entraron al privado pero ella no decía nada, Giancarlo se mantuvo callado, dejaría que
Cloe asimilara todo esto que era completamente nuevo para ella.Se sirvió una copa y
ofreció otro a Cloe, ella bebió de un solo trago intentando asimilar todo esto.
—¿Qué tal si nos deshacemos de esto nena?— dijo Giancarlo sacándole la
gabardina.— Ella se cohibió por un momento, el se dio cuenta de ello y la sujetó del
rostro.— No te avergüences de nada Cloe, eres demasiado hermosa, tienes un cuerpo
que cualquiera mataría por tener y hablo de ambos sexos.
Ella se mordió los labios, y el no dudó en besarla como tanto quería, ya no soportaba
más tenerla así, tan exquisita. La sujetó de la cintura para comerla completa, devorando
toda su boca.
—Cloe te amo, te amo como nunca ame a nadie pequeña, me vuelvo loco por ti daría
mi maldita vida por ti, no dejaré que nadie te ponga un puto dedo encima, aquí
disfrutarás conmigo y solo conmigo, lo que yo amo, no comparto jamás. — ella respiró
hondo sonriendo en sus labios.

—Mmm que lástima me hubiera gustado unirme al trío de allá.— dijo bromeando
mientras que Giancarlo gruñó y la apretó más a su erección.
—Te jodere Cloe como no tienes idea, pero ahora daremos un paseo quiero que
alimentes tus ojos, quiero que te deleites de los placeres, alimenta tus fantasías, y luego
dime qué quieres y yo te los cumpliré, y no, no incluye tríos. — ella río traviesa.
Se tomaron de la mano y volvieron a caminar por el gran salón, Cloe ya comenzaba a
sentir calor, las miradas de los hombres sobre ella le comenzaba a excitar, jamás
imaginó hacer semejante cosa, pero también jamás se imaginó que sentirse deseada la
excitaría demasiado.

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Comenzó a ver en una jaula como tres hombres penetraban a una mujer por todos
lados, ella echo la cabeza hacia atrás recostándose en el pecho de Giancarlo cuando
el encendió el vibrador y su cuerpo comenzó a hacer combustión.
Ella se mordía los labios intentando callar sus gemidos. —No te contengas Cloe, gime
mi amor, gime que aquí eso es lo que más hacen.Ella extendió sus brazos rodeando el
cuello de Gian mientras el pegaba su dura erección a su espalda.
—Ya no puedo más dijo al sentir todo lo que estaba sintiendo, al ver la escena enfrente
como la mujer gemía y se volvía loca al ser penetrada por esos tres hombres y por la
vibración que estaba sintiendo en su chorreado coño.
—Quiero que te corras mi amor, aquí así y ahora.— No.— lloriqueó ella.
—No te pregunté Cloe, eso fue una orden.— Bramó el totalmente duro y loco por ver a
Cloe de esa manera. Observando como algunos hombres y mujeres se relamían los
labios al verla así a ella.
Giancarlo para torturarla más introdujo una de sus grandes manos dentro de la braga
de cuero de Cloe y comenzó a masajear su clítoris y eso fue todo comenzó a gritar como
perra en celo bajo la atenta mirada de algunos espectadores.
Él la sostuvo fuerte para que no cayera, hasta que Cloe se recuperara.
—Mi amor.— jadeó Giancarlo en el oído de Cloe.—Esto es una locura.— dijo Cloe para
después girarla y besarla con locura con frenesí.
—Vamos Cloe, la noche aún no termina.— dijo él guiándola de la mano para caminar
hacia otro lado.
Cloe no sabía a donde la llevaba hasta que llegaron a una habitación, Giancarlo era
cliente vip de ahí pagaba mucho dinero cada mes para acceder a todo en el club.
—Entra.— pidió él dando paso a Cloe.
Ella entró dudosa caminando dentro de la habitación, y lo que vió ya no la sorprendió,
definitivamente ese lugar no era para jugar a la casita feliz, era para que el lobo coma a
la princesa.
Desnúdate exigió él, cuando iba a abrir la boca para replicar el levanto una ceja y ella
solo se mantuvo en silencio.
Comenzó a desnudarse sin tardar mucho ya que no traía casi nada.
—Déjate los tacones.— ordenó él al ver la intención de Cloe.
Giancarlo mientras tanto se sirvió un trago jugando con el líquido que contenía el
vaso.—Ven aquí.— exclamó dejando el vaso sobre el mueble y ella temblando dio unos
cuantos pasos hasta quedar justo frente a él, levantó la cabeza para mirarlo a los ojos.
—Que hermosa nena.— dijo el sonriendo de lado, ella tragó grueso.
—Abre la pierna.— ordenó nuevamente llevando su mano hasta la vagina mojada he
hinchada de Cloe para sacarle el vibrador, ella sintió un vacío al sentir que eso salía de
su cuerpo.
—Siéntate en el sofá.— exigió con la voz ronca y excitada. — Ella lo hizo sin dudar, esto
le gustaba demasiado, le gustaba que le ordenara, le gustaba sentirse deseada por él,
le gustaba todo eso que estaba sucediendo.
Giancarlo se acercó a ella sujeto sus muñecas y las llevo arriba, Cloe no se había fijado
que había unas esposas de cuerpo incrustadas en la pared, solo lo hizo cuando el sujeto
sus manos ahí sin que ella pudiera moverlas. Giancarlo bajó sus caricias a lo largo de
sus brazos hasta llegar a sus pechos, donde los apretó y pellizco sus pezones muy
fuertes haciéndola soltar un gemido audible.
—Ahora viene lo más divertido.— el sonrió de lado y Cloe no entendía a que se refería,
comenzó a sujetar sus tobillos elevando ambas piernas de Cloe llevándola hacía
arriba.—¿Qué harás?— pregunto pero ya fue tarde cuando Gian sujeto uno de sus
tobillos en unas esposas de cuero también incrustada a la pared e hizo lo mismo con el
otro, dejando la pierna se Cloe totalmente abierta, su coño se partía en dos, se podía
ver hasta su ano.

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—¿Giancarlo que harás?— preguntó bella temblando.
—Primero te comeré este delicioso coño y luego te follare ese hermoso culo que tienes.
—Estas demente, no.— dijo ella pero sin darle tiempo se inclinó hasta la altura de su
coño, en esa posición toda su vagina está muy abierta y expuesta para él, podía hacer
lo que quería con ella ahora mismo, y comenzó a pasar su lengua por medio de sus
pliegues, Cloe comenzó a gritar y a gemir como perra en celo.
—¡Por favor.— es lo que más suplicaba, pero Giancarlo no le daba tregua, chupaba y
comía todo de ella disfrutando de su postre favorito.
Hasta que ella no aguanto más y se volvió a correr gritando desesperada.
Sin dudarlo ni un segundo más Giancarlo se incorporó, se desprendió el pantalón y bajo
hasta su rodilla sin sacarse nada más la penetró de una sola estocada hundiéndose en
ella como un demente. La deseaba, demasiado para su maldita desgracia, sentía que
tocaba lo más profundo de su interior.
—Te dije que te cogería Cloe así.
—Por el culo no por favor.—pidió ella, y el solo sonrío malvado.
—No será hoy pero iré preparando tu culo para mí, porque serás completamente mía
Cloe.— bramó ronco totalmente enloquecido por ver así a Cloe expuesta para él, para
comerla como quería.
—¿Me amas Cloe?— preguntó él.
—Demasiado Giancarlo, demasiado.— confesó ella y eso bastó para que el bombeara
más rápido y ella volviera a correrse como una loca al igual que él gruñendo como un
animal enjaulado.

Adrenalina, deseo y lujuria fue la mezcla perfecta para que esa noche sea una noche
inolvidable, la primera noche de muchas.
Con el corazón latiendo a mil por hora, el pulso retumbando en su oído y aún con mucho
deseo después de haberse corrido tres veces esa noche Cloe salía del club tomada de
la mano de Giancarlo, quien no borraba la sonrisa de satisfacción de sus labios.
Pero Giancarlo solo tenía una cosa en su mente, y era que para él la noche aún no
había llegado a la cúspide y de eso Cloe también era consciente y ambos solo querían
llegar a la casa para seguir “jugando” y explotando el placer.
Capítulo 27. El amor te vuelve idiota.
Giancarlo estaba furioso no entendía lo que pasaba, que había ocurrido con Thomas
para que quiera retirarse del proyecto.
—¡Dante!, ¿Me puedes explicar que carajos sucedió con Thomas?. Esta furioso, no
seguirá con el proyecto ya me dejó en claro.
—Espero que haya sido realmente grave Dante, tú sabes cuándo trabajamos por esto.
Si entiendo está bien, te espero avísame.
—¡Mierda!— bramó rabioso lanzando su teléfono sobre el escritorio. Debía hacer un
motivo muy grande por eso Dante está muy tranquilo, Giancarlo conocía a su hermano
sabía que solo algo grave lo llevaría a dejar de lado a uno de sus mayores inversionistas.
De pronto Cloe entró por la puerta arrugó el ceño al ver a su jefe caminando rabioso
de un lugar a otro.
—¿Qué sucedió amor? —Se acercó a él acortando todo espacio entre ellos para
sujetarlo de su cintura, Giancarlo suspiró hondo calmándose pues Cloe lo hacía en
verdad calmarse, ella era como su droga, su medicina. Giancarlo la abrazó por la
cintura y la pegó a él.—Es solo un proyecto, uno de nuestros mayores inversionistas se
quiere retirar y mi hermano no quiere decirme cuál es el problema pero mañana mismo
está aquí.
—¿Vendrá de nuevo tu hermano?— preguntó Cloe divertida, Giancarlo enarcó una
ceja.

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—Si y si intentas siquiera mirarlo Cloe te castigaré pequeña, te amarrare a la cama y
te cogeré un mes entero para que no se ocurra siquiera intentar mirar a otro hombre.
—Uy señor posesivo, solo fue una pregunta.— ella rió divertida mientras que el la tomó
del cuello para besarla con hambre.
—Nena también estuve pensando mucho y quiero hacer algo.— Cloe la miró fijamente,
se le notaba un poco nervioso, se alejó un poco de ella rascándose la nuca.
—¿Qué sucede Gian?— él suspiro hondo antes de hablar.
—Me gustaría que viajes conmigo a Italia, quisiera que conozcas a mi familia.— Cloe
quedó sorprendida, quedó estupefacta al escuchar lo que le estaba diciendo.
—¿A Italia?— Giancarlo movió la cabeza afirmando, parecía una niño pequeño
asustado. —¿Qué dices amor?— la observó sonrojarse tan tiernamente.
—Y tu crees que…¿Tu crees que tú familia me aceptará?— Giancarlo se acercó
rápidamente a ella tomándola del rostro.
—Te van a adorar mi amor, claro que sí. — Cloe volvió a sonrojarse.
—Esta bien amor, sí iré contigo cuando tú lo digas. —El sonrió de oreja a oreja.
—Veré en la semana siguiente o cuando se logré solucionar esto te parece. —Como
tú digas amor.— contestó ella amorosa.
—Mmmm…— Cloe se mordió el dedo pulgar nerviosa. —¿Qué sucede Cloe?—
preguntó Giancarlo conociéndola ya muy bien, cuando ella estaba nerviosa por algo se
mordía el dedo.
—Quería decirte que hoy en la noche después de mi examen iríamos con los chicos de
informática a tomar algo.
Giancarlo arrugó el ceño.—¿Con el tipejo ese?— Cloe rodó los ojos, sabía que se
refería a Darius.
—Es mi amigo Gian.— No me gusta que este cerca de ti.— Bramó molesto alejándose
de Cloe. —Pues lo siento señor si le molesta, ellos son mis amigos, y solo eso, amigos
nada más.
—Darius tiene interés en ti.— Cloe no movió la cabeza repetidas veces.
—Si, pero yo no tengo ningún interés Giancarlo y deberías confiar en mí, recuerda que
acepte vivir contigo pero también tengo mi vida, mi libertad, no puedes prohibirme nada,
yo no te prohíbo que salgas con tus amigos.— Cloe puso sus brazos en forma de jarra
en su cintura mirando al celoso de su novio comportarse como un niño.
—Giancarlo sabes que te amo, te elegí a ti amor.— el siguió sin hablarle y sin voltear
hacia ella, Cloe suspiró molesta girándose para salir de ahí, el volteó rápidamente
llegando junto a ella en dos grandes zancadas tomándola del brazo.— Eres mía Cloe,
mía y de nadie más.
—¿Así o más posesivo?— dijo Cloe un poco molesta por su actitud.
—Entiéndeme Cloe, yo sé que Darius está interesado en ti y hará cualquier cosa por
tenerte. —Deja de ser tan desconfiado Giancarlo nadie me alejará de ti, te amo
demasiado ya te lo demostré.
—¿No llegaras tan tarde?—Gian hizo un puchero con sus labios, mientras que Cloe se
echo a reír. —No amor solo será un momento.— Giancarlo gruñó molesto alejándose
nuevamente de Cloe para sentarse en su silla.
—Bien, vete. —Cloe negó varias veces saliendo de la oficina de su querido jefe celoso.
Cloe salió molesta de ahí, Giancarlo debía entender que ella tenía su vida, ambos lo
tenían y aunque amaba estar con él todo el tiempo también debía tener vida social.
De pronto escucho el ruido que anuncia que alguien había subido y escucho el
golpeteo de un tacón en el piso de mármol, ella levantó rápidamente la vista para posarla
en una exuberante mujer, alta, rubia muy hermosa.
—Buenos días.— tengo una cita con el señor D Luca.— dijo la mujer sin borrar su
sonrisa, Cloe hirvió por dentro de celos.

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—Buenos días.— saludó sin mucha cortesía, no debía comportarse así pero Cloe podía
oler el olor a zorra a mil kilómetros. —¿Tu nombre?
—Dana Pierce.— Cloe tecleó y efectivamente tenía una cita reservada, quería sacarle
de los pelos pero se mordió la lengua y levantó el teléfono.
—Señor, la señorita Dana Pierce está aquí.— indicó Cloe, a lo que Giancarlo contestó
que la haga pasar inmediatamente, eso la enfureció más, no sabía quién era la mujer. —
Acompáñeme. — pidió Cloe caminando hacia la oficina y la mujer detrás de ella.
—Adelante.—indicó Cloe abriendo la puerta, y observo cómo Giancarlo se levantó de
su silla ajustando los botones de su fino traje y con una sonrisa la saludó acercándose
a ella.
—Hola Dana.— dejó un beso en su mejilla.
—Giancarlo cómo estás. — saludó ella bajo la atenta mirada de una muy celosa Cloe.
—Déjanos solos Cloe por favor. — pidió él, Cloe parpadeó repetidas veces y con el
rostro hecho furia cerró la puerta un poco más fuerte de lo normal, se dirigió a la sala
de café para tomarse uno para intentar calmarse, su cuerpo dolía.

¿Así que así se sienten los celos?


Cloe puedes dejarnos solos.— ella imitó la voz de Giancarlo muy molesta, salió de la
sala dirigiéndose hacia su escritorio golpeando más fuerte de lo normal sus tacones en
el suelo.
Ya que no tenía muchos pendientes intento estudiar para su examen de la universidad
pero no podía concentrarse, jugaba con su lápiz observando cada tanto la puerta de la
oficina, mordiendo el lápiz.
Después de más de media hora escucho la puerta abrirse saliendo ambos muy
sonrientes.
—Muy bien Giancarlo entonces estaremos en contacto, muchas gracias.— dijo la mujer
melosa.
Giancarlo sonrío asintiendo.— Gracias Dana estaremos en contacto.— se despidieron
no sin antes Giancarlo dejar un beso en la mejilla de la joven y hermosa mujer.
Cloe bajó la cabeza molesta, celosa, llena de rabia, si Giancarlo quería verle la cara
de estúpida estaba muy equivocado.
Giancarlo volteó hacia el escritorio de Cloe apoyando ambas manos sobre el. —¿Qué
sucede?— pregunto con una mueca de sonrisa.
—¿Tendría que suceder algo?— dijo ella sin levantar la vista, simulando leer su libro.
—¿Sabes que eres hermosa cuando te pones celosa? — dijo el en tono burlón.
—¿Quién te dijo que estoy celosa? Puedes hacer lo que se te antoja Giancarlo, afín de
cuenta. — Cloe guardó silencio.
—¿A fin de cuentas que?— preguntó Giancarlo serio.
—Nada, se le ofrece algo señor D Luca, si no déjeme que estoy tratando de estudiar.
— el levantó la ceja, rodeo el escritorio de Cloe, giró su silla rápidamente, y ella dio un
grito cuando la levantó de sus piernas para colocarla sobre su hombro.
—¡Bájame! ¡Bájame Giancarlo!— pero él no hizo caso a sus peticiones ingresando a
su oficina cerrando la puerta con seguro.
La llevó hasta su silla y la sentó ahí mientras que el apoyo su trasero en el escritorio
cruzando los brazos, mirándola fijamente.
Cloe estaba completamente sonrojada, por muchos motivos, motivos que Giancarlo
ya sabían cuales eran y uno de ellos eran celos. —¿Por qué estás celosa Cloe?.
Piensas que te seré infiel con esa mujer. — negó sonriendo levemente.
—Los vi muy sonrientes cuando salieron. — dijo ella girando su rostro hacia un costado
evitando mirarlo.
—Ella es la modelo de nuestra compañía Cloe, hace tres años trabaja para nosotros.—
Cloe parpadeó varias veces girando su rostro para mirar a Giancarlo.

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—¿No…modelo?— afirmó Giancarlo moviendo la cabeza.— su rostro representa
nuestra marca, nuestra compañía, aunque estoy pensando cambiarla.— Cloe levantó
una ceja. — Hay otra mujer más hermosa aún que sería perfecto, ella es perfecta.
Cloe más molesta y celosa aún intentó levantase de la silla pero Gian fue más rápido
y la sujetó de la cintura.
—Estoy hablando de ti amor.— dijo el sobre sus labios.— Jamás te sería infiel Cloe, te
amo, y jamás tuve ningún romance con Dana, y menos ahora que te tengo a ti, así como
tú pides que confíe en ti, yo también te pido mi amor.
Cloe se mordió los labios rodeando sus brazos al cuello de su jefe. —Ya imaginé
cualquier cosa Gian, que estés encerrado aquí con una mujer muy hermosa.— hizo un
puchero con sus labios.— Es solo trabajo amor, lanzaremos una nueva línea de
maquinarias, lo sabes pequeña y vino a ultimar detalles conmigo, si yo no soy el último
visto bueno no sé hace nada, y ella trata directo conmigo antes que con la gente de
marketing.
—Esta bien.— dijo ella mientras que Giancarlo abría la camisa de Cloe.
—¿Qué haces?— no le respondió si no siguió abriendo los botones uno por uno hasta
dejarlos completamente desprendidos.
Giancarlo ladeó su cabeza para detallar sus hermosos senos en ese hermosos sostén
blanco de encajes.
Pasó sus dedos por la piel sensible de Cloe haciéndola estremecerse.
—¡Gian!— susurró levemente, él se inclinó hasta llegar a su pechos dejando besos
húmedos en ellos, subiendo hasta su cuello, donde siguió dejando más besos que
enloquecían a la bella Cloe.
Giancarlo bajó una de sus grandes manos desde la diminuta cintura de Cloe
pasándola por sus nalgas y fue subiendo su falda, introduciendo su mano por debajo de
ella, erizando completamente la piel de Cloe. —¡Ah!— gimió presa del placer que estaba
comenzando a sentir.
—Hoy si trajiste braga.— susurró Gian en el cuello de Cloe quemándola con su tibio
aliento.
—Mmm.— balbuceó ella echando la cabeza hacia atrás.
Giancarlo introdujo su mano dentro de la braguita de su hermosa novia y fue
deslizándola entre sus pliegues.
Cloe abrió más las piernas por instinto y el aprovecho para meter dos dedos dentro,
aprisionado con su mano la carne de la vagina de Cloe.
—¡Deliciosa!— exclamó, mientras que ella no soportó más y asaltó la boca de su jefe
con hambre y frenesí, ambos comenzaron a besarse desaforados, Giancarlo seguía
tocándole el coño hinchado, mientras Cloe ahogaba gemidos en los labios de él.
De pronto todo paró, Giancarlo retiró su mano de entre las bragas de Cloe y se alejó
de su boca sonriendo.
—¿Qué, que pasó?— pregunto una Cloe excitada, al borde del abismo. —Hora de
trabajar señorita Adams.— dijo su jefe sonriendo divertido.
—¿Y me dejarás así, sin darme mi orgasmo?— el apretaba los labios para no reír, el
rostro de Cloe era un poema, ahora no solo estaba excitada estaba furiosa, molesta.
—Pe...pero. — ¿Pero que Cloe?
—Eres… eres un un… Uy.— comenzó a refunfuñar abotonando su camisa con las
manos temblorosas bajo la mirada divertida de Giancarlo, en realidad la intención de él,
era que ella lo desee como tanto el lo hacía, pero le encantó verla celosa a Cloe, jamás
imaginó que se pondría de esa manera, pero el no le sería infiel, conocía a Dana y por
más que ella siempre intentaba insinuarse, él nunca tuvo interés en ella, nunca tuvieron
nada y así se mantendría siempre y más ahora que estaba enamorado perdidamente
de Cloe.

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—Me las pagarás Giancarlo D Luca, te dejaré con los huevos azules.— bramó rabiosa,
mientras que el echo una tremenda carcajada al verla salir echando humos, y cerrando
la puerta de un portazo.
—Pero si ya estoy con los huevos azules mi amor.— susurró.
Al llegar la tarde Cloe se retiró una hora más temprano para irse a la universidad, ya
que hoy tenía examen, Luke la había llevado por órdenes expresas de Giancarlo, quien
se estaba muriendo de nervios al saber que más tarde iría con el idiota ese a tomar
unos tragos, bueno no irían solos pero de todos modos estaba molesto y celoso.
De pronto se le prendió una pequeña lamparita, sonrió marcando el número de su
amigo.— Rodrigo, ¿Qué harás ésta noche?— inquirió cuando su amigo le contesto el
interno.
—Nada divertido, ¿porque?
—¿Quieres salir a tomar algo?
—Ya tu novia te dejo libre?— bromeó soltando una carcajada. —¿Quieres o no?—
bramó molesto Giancarlo.
—Si, si bien vayamos, ¿en el bar de siempre?
—Emm, no en otro bar, te enviaré la ubicación.
—¿Qué estás tramando D Luca?— pregunto Rodrigo.
—¿Por qué tendría que tramar algo?— dijo Gian arrugando un papel tirándolo sobre su
escritorio.
—No lo sé, solo digo.—Bien envíame la ubicación.— dijo Miller finalmente.
Giancarlo observó su reloj marcando las siete de la tarde, bajó hasta el
estacionamiento donde Luke lo esperaba.
—Hola jefe, ¿vamos a buscar a la princesa?— Giancarlo gruñó en respuesta.
—No Luke la princesa irá a tomar un trago con sus amigos.— contestó arrugando el
ceño.— Luke soltó una tremenda carcajada. —¿Celosito cariñito?
—Entonces, ¿llevo al señor a su casa a llorar por los rincones?
—Chistosito Luke pero no haremos algo más interesante. —¿Qué cosa, iremos a un
club a ver putas?
—Eres un puto ¿sabías?, No, iremos hasta la universidad, espiaremos a Cloe hasta
que salga de ahí la seguimos hasta el bar donde estará con sus amigos e iremos a
tomar un trago.
Luke lo miró perplejo por lo que le acaba de decir.— ¿Estás hablando en serio?—
preguntó levantando una ceja.
—Si Luke es una magnífica idea ahí veré que el idiota ese de su amigo no intente algo
contra mi mujer.
—¡Dios!— exclamó Luke.— a ti el amor te volvió tarado ¿verdad?
—¿Y que crees que pensará la dulce doncella cuando te vea en el mismo bar? Ah ya
que casualmente coincidieron.
Giancarlo chaqueó los dedos y luego lo apunto con el dedo moviéndolo varias
veces.— Eres un genio Luke, claro si me reclama algo diré que coincidimos.
—Yo no lo haré, yo no me meto en tus asuntos, allá tú si quieres morir joven, porque
esa mujer hermano está desquiciada. —No lo está.—contestó Giancarlo, Luke enarcó
una ceja.
—Bueno, si lo está pero, tendré una buena coartada, invite a Rodrigo y solo diré que el
me invitó y que no sabía que llegaríamos al mismo lugar.
—Oh si que brillante idea.— Luke negó moviendo la cabeza para poner en marcha el
auto para dirigirse a la universidad.
—Cuando Cloe te deje dormir ésta noche fuera del edificio ni se te ocurra ir a mi casa
Giancarlo, que estaré ocupado.
—¡Idiota! Eso no pasará, Cloe me ama.
—Nada de eso te salvará mi amigo ya lo verás, y luego no digas que no te lo advertí.

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Capítulo 28. No puedo vivir sin ti
Cloe había salido de la universidad enviando un mensaje a Adara que ya estaba
saliendo para el bar que le enviaran la ubicación, también envió otro a Giancarlo
avisando que ya había terminando el examen e iría con sus amigos al bar, Giancarlo
solo contesto con un “cuídate mi amor” sin que Cloe sospeche que él la estaba
siguiendo.
Media hora más tarde Cloe había llegado al bar donde ya se encontraban Adara junto
con Eric y Darius quien no podía faltar.
Al llegar Cloe pidieron la ronda de tragos y comenzaron a hablar de todo un poco
poniéndose al día con los chismes de la empresa, le bromeaban sobre Giancarlo y ella
solo reía.
—No sabes cuánto te extraño Cloe.— dijo Darius de pronto poniendo un brazo en el
hombro de Cloe abrazándola, ella se sintió un poco incomoda y trato de removerse para
que quitará sus brazos pero no lo hizo, y su boca cayó al suelo cuando vio entrar nada
más y nada menos que a su jefe y novio celoso junto con su ex jefe Rodrigo Miller.
Giancarlo arrugó el ceño al ver que Darius la tenía abrazada, sin embargo no digo nada
y paso de largo tomando asiento en otra mesa para dos en el fondo del no muy
espacioso bar.
Cloe sintió su rostro arder y sin dudarlo tomó el brazo de Darius para sacar de su
hombro, Adara le lanzó una mirada a Cloe diciéndole que su novio estaba ahí y ella
entendió la referencia y solo negó.
—¿El novio celoso te está siguiendo o es coincidencia?— susurró Adara en el oído de
Cloe para luego reír traviesa.
—Lo mataré Adara, lo juro, estoy segura que lo hizo apropósito. — gruño molesta Cloe
y volteó a mirar hacia ellos. Darius al ver la insistencia de Cloe al mirar hacia un lugar
giró su rostro para mirar en la misma dirección y al ver a Giancarlo ahí sonrío malicioso.
—¿Invitamos a tu novio a la mesa también?— preguntó Darius burlón mientras que Cloe
lo fulminó con la mirada.
Saco su teléfono de su bolso para escribir un mensaje a su querido novio.
—¿Qué se supone que haces aquí, me estás siguiendo Giancarlo? Volteó hacia él
nuevamente para observar como él negó mirando su celular, tecleando algo que al rato
supo que era un mensaje que le había enviado.
—Rodrigo me invitó, jamás pensé encontrarte aquí, no te estoy siguiendo Cloe no tengo
necesidad de hacerlo, pero dile a tu amiguito que no vuelva a ponerte una mano encima
porque no respondo.
Cloe jadeó sorprendida al leer el mensaje, trato de ignorando sacudiendo la cabeza y
siguió hablando con sus amigos como si nada.
Reía y hacían bromas hasta que de pronto Darius para molestar a Giancarlo le hizo una
caricia en la mejilla a Cloe, bajo la atenta mirada del ya bastante molesto Giancarlo
quien hirvió de rabia, furioso y de eso Miller se había dado cuenta e intentó calmarlo un
poco hablándole de cosas sin sentido.
Cloe solo alejó su rostro de Darius y le dijo que no vuelva a hacer eso, en verdad ella
ya se sentía incómoda porque Darius se estaba pasando con ella.
—Una más Rodrigo, una más y le rompo la cara a ese imbécil.— es lo que le dijo
Giancarlo furioso. Darius por el contrario ya estaba medio pasado de copas y además
de molestar a Giancarlo quería coquetear con Cloe, quien ya estaba un poco cansada
de sus insinuaciones y se corrió más hacía Adara.
—Tu novio está furioso creo que quiere matar a Darius.— susurró Adara en el oído de
Cloe y ella giró levemente sus cabeza para observar a Gian con el ceño fruncido
observando fijamente hacía ellos.
Cuando de nuevo Darius bebió de golpe de su vaso de tequila y se acercó a Cloe
nuevamente abrazándola, y eso fue todo para que en cuestión de segundos y sin que

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Rodrigo pudiera hacer nada Giancarlo caminara hacia ellos furioso tomando a Darius
del cuello para estampar su puño en su cara tumbándolo en el suelo al instante.
El grito de las chicas y las miradas de las personas no se hicieron esperar.
Darius se levantó rápidamente intentado golpear a Giancarlo cuando él lo esquivo y lo
volvió a tumbar de un derechazo tirándolo nuevamente al suelo, las horas de
entrenamiento de boxeo y su gran altura no lo hace para nada un buen contrincante a
la hora de pelear ya que es imposible que pudiera vencerlo.—¡Basta Giancarlo!— gritó
Cloe asustada cuando vio que lo volvería a golpear.
Rodrigo lo sujetó del brazo para que no siga golpeando a Darius quien no podía
levantarse por estar ebrio y por el fuerte golpe que le había dejado casi noqueado.
—¿Lo defiendes?¿Defiendes a este imbécil quien te manoseaba frente a mis narices?
—No me estaba manoseando Giancarlo.— gritó ella.
—¿Ah no, y que estaba haciendo entonces?
—¿Te gusta acaso, te gusta que te toque?— ella jadeo indignada mirando a todos lados
para ver a las personas mirándolos.
—Vamos a casa.— ordenó él furioso y ella enarcó una ceja cruzándose de brazos.
Observó cómo Eric levantó a Darius para sacarlo del bar, mientras que Rodrigo se
pasaba la mano por el pelo.
—Ya bastante escándalo estamos armando.— dijo Rodrigo mientras que Giancarlo
sacaba humos por la nariz, la boca por todos lados.
—Está bien Cloe, haz lo que se te dé la maldita gana.— dijo al ver que ella no iría con
él, saliendo furioso del bar dejándola ahí, Cloe observó cómo se alejaba de ella sin mirar
atrás, Rodrigo solo movió la cabeza despidiéndose de las dos damas para salir
finalmente detrás de su amigo. Cloe no aguantó las lágrimas y se sentó de nuevo
mientras que Adara se mantuvo en silencio.
—¿Quieres que te lleve Cloe?— preguntó acariciandole el brazo consolándola.
—Se fue Ada, me dejo aquí.
—Es que él no se caracteriza por tener mucha paciencia cariño, lo sabes y además tú
no quisiste ir con él.
Ella negó jugando con sus manos sobre su regazo.
—Me estaba siguiendo por celoso, estoy seguro Adara.
—Celoso o no cariño Darius estaba pasado de copas, se estaba pasando contigo y
tarde o temprano alguien lo iba a poner en su lugar.
—No sé que le sucede, es mi amigo.
—El está enamorado de ti Cloe, eso lo ve hasta un ciego, se muere por ti, todo el tiempo
dice que Giancarlo no te merece, que tú eres mucho para él.
—Pero lo amo.— contestó Cloe.
—¿Y te digo algo Cloe?, Ese hombre está muy enamorado de ti también, estaba furioso,
estaba que reventaba de celos.
—Pero debe darme mi espacio Ada, no puede andar siguiéndome a todos lados.
—Si en eso tienes razón pero que se puede hacer cuando los hombres se vuelven unos
idiotas cuando se enamoran.
—Bien, vamos te llevo a tu casa cariño ve a arreglar las cosas con tu hombre.
Cloe asintió y salieron juntas del bar ya que Adara traía su coche y Eric había llevado a
Darius a su casa enviando un mensaje a Adara.
Después de veinte minutos Adara bajó a Cloe en el edificio donde vivía con Giancarlo,
se despidió de ella y Cloe suspiró hondo antes de subir. Lo que pensó sería una noche
de relax terminó en una noche desastrosa.
Entró al penthouse, no vio a Giancarlo por ningún lado entonces subió a la habitación,
ahí tampoco vió nada, solo su ropa sobre el sofá y el ruido de la regadera.
Suspiró hondo y comenzó a sacarse la ropa quedando totalmente desnuda para entrar
al baño, al hacerlo vio a Giancarlo de espalda desnudo bajo la ducha, detalló su perfecta

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anatomía, y se acercó lentamente a él abrazándolo por detrás sintiendo como el cuerpo
de él se tensó al sentir las manos de Cloe, no volteó hacia ella, solo cerró la ducha para
finalmente sacar las manos de Cloe liberándose de su agarre.
Volteó mirándola por breves segundos con el rostro totalmente serio para luego sin decir
nada dejarla ahí nuevamente tomando la toalla para envolverse en el y salir del baño.
Cloe quedó sorprendida, jamás se comportó así con ella, jamás la rechazó, pero es
obvio que está más que molesto y en partes le daba la razón.
Pero si él se hacía del rogar ella tampoco daría su brazo a torser porque en la terquedad
nadie la ganaba. Se duchó y salió envuelta en una toalla, al salir vio que Giancarlo salía
del clóset solo con un bóxer, era un manjar de los dioses porque aún con la verga
durmiendo se le notaba debajo de su ajustada ropa.
Ella se quitó la toalla quedando desnuda ante él, comenzando a secarse lentamente
provocándolo mientras que Giancarlo intentaba no mirarla peinando su pelo mojado con
sus grueso dedos temblando.
Observó el diminuto pero bien formado cuerpecito de Cloe desde sus piernas sus
caderas anchas, sus coñito depilado y su cinturita, llegando a sus pechos grandes y
deliciosos.
Cloe comenzó a pasarse crema por toda su piel y Giancarlo tragó grueso.
Su miembro comenzó a palpitar al verla así elevando una de sus piernas en la cama
para pasarle la crema abriendo su vagina, dándole una vista espectacular de sus labios
rosados y carnosos.
El se relamió los labios negando, pero finalmente tomó una almohada y salió de la
habitación dando un portazo, estaba molesto, muy molesto porque si él no la hubiera
seguido tal vez ese imbécil se hubiera propasado con ella. Sabía que sus celos no eran
infundados.
Cloe quedó perpleja pensó que podía seducir a Giancarlo pero se equivocó, se colocó
su pijama de dormir y se metió a la cama.
Al día siguiente ella despertó temprano para ir antes que Giancarlo a la empresa, si el
haría la ley del hielo ella también lo haría, se duchó y se vistió muy sexy ese día, cuando
escucho la puerta abrirse para ver a Giancarlo aún somnoliento entrar a la habitación.
Ambos se miraron por largos segundos.
—Hola.— saludó él.
—Hola.— contestó ella sin muchos ánimos terminando de maquillarse.
—Oye Cloe.— dijo Giancarlo pero ella no le hizo caso, tomó su bolso y salió dando un
portazo, quería jugar pues ella también sabía jugar.
Bajó rápidamente hasta el estacionamiento dirigiéndose hasta el auto de Gian donde
Luke ya esperaba, Luke volteó a mirar cuando Cloe cerró de un portazo el auto.
—Buen día Luke.— Cloe le dedicó una sonrisa.— Anda, llévame a la empresa.—¿Y el
tarado de mi jefe?— preguntó él extrañado, Cloe se encogió de hombros.— No irá hoy,
amaneció con dolor de cabeza.— mintió con una sonrisa maliciosa.
Luke enarcó una ceja.—¿Cómo estoy seguro de que no le hiciste nada anoche?— Cloe
siguió riendo.
—Anda, llámalo que te diga él mismo, sería incapaz de hacerle algo a tu querido jefe
retrasado.
El dudó por un segundo para finalmente poner en marcha el auto para dirigirse a la
empresa.
Cuando llegaron Cloe bajó presurosa y en eso suena el teléfono de Luke, rápidamente
lo tomó y observó en la pantalla el número de Giancarlo.
—¿Jefe, como te sientes?
—¿Dónde carajo estás Luke?— Bramó rabioso al otro lado del teléfono.
—En la empresa, traje a la dulce princesa, ella dijo que te sentías mal y no vendrías a
trabajar.

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—Condenada mujer.— gruñó Giancarlo al otro lado.— ven ahora mismo a buscarme
pero ya.— gritó cortando el teléfono. Luke negó poniendo en marcha el auto.
—¡Joder! Estos dos me van a volver loco, mi jefe por idiota y ésta mujer por loca,
desquiciada, creo que no solo es la cruz de mi jefe, también la mía, que hice para
merecer esto Dios.
Dijo Luke conduciendo hasta llegar al edificio de D Luca donde él ya lo esperaba en la
entrada con el teléfono en mano, y el ceño fruncido. —¡Oh oh!.
—Súbele jefe.— bromeó Luke mientras que Giancarlo entró furioso cerrando el auto
más fuerte de lo normal.
—En primera no me dirás nada Giancarlo porque le temo más a Cloe antes que a ti,
cuando ella sonríe de esa manera que parece la novia de Chucky me da pavor, si tienes
que reclamar algo reclámale a ella y de una vez te digo que yo anoche te lo advertí.
—Sabes que Luke cierra el maldito pico y aprieta el acelerador que tengo que solucionar
ciertas cosas con esa diminuta y diabólica mujer y además llega mi hermano Dante hoy,
por cierto necesito que vayas a recogerlo porque no se la hora exacta que llegará, ese
cabrón nunca me avisa pero calculo que llegaría como a las diez, tú solo ve al hangar y
espera ahí toda la mañana si es posible.
—Si jefe como digas.
De un momento a otro llega a la empresa, saluda a todos pasando por recepción
mientras que las mujeres se le quedan mirando por mucho tiempo hasta que se pierde
dentro de su lujoso ascensor, no era tonto sabia lo que provocaba en las ellas, pero
justo ahora solo le provoca una sola mujer, una pequeña duendecilla endemoniada que
le sacará canas de todos los colores.
Se abrió el ascensor y su corazón comenzó a latir muy rápido al saber que la vería en
cuestión de segundos, la anoche anterior tuvo que contenerse para no lanzarse sobre
ella y devorarla completa, pero su molestia pudo más que su calentura, y hoy ya más
tranquilo y calmado quiso hablar con Cloe pero como sabía que ella era más terca que
él no lo consiguió.
Al verla ahí tan hermosa se acercó a ella lentamente.
—Buenos días.— dijo parado frente a su escritorio.
—Buenos días. — contestó sin levantar la vista.—La que está molesta soy yo por
seguirme como un demente, déjame trabajar o renuncio.
—No puedes, no aceptaré tu renuncia.— levantó la cabeza enarcando una ceja.
—Pruébame Giancarlo.— Él hizo una mueca burlona.
—Vamos a mi oficina para probarte.— ella parpadeó varias veces intentando contener
una sonrisa.
—Cloe mi hermano vendrá hoy y se quedará en la casa.
Ella se encoje de hombros.— Perfecto así deleitaré mis ojos.— Giancarlo gruñó molesto
caminando hacia la oficina, mientras que Cloe sonrió victoriosa.
Al pasar las horas ninguno de los dos, dió el brazo a torcer, Cloe se moría de ganas por
entrar en esa oficina y besarlo, lo necesitaba quería olvidar todo y solo saltar a sus
brazos, observaba cada tanto la puerta, y Giancarlo no estaba mejor cada tanto
observaba la puerta también o el teléfono, quería llamarla pedirle que fuera a su oficina
para tomarla ahí, besarla como tanto lo deseaba, ninguno de los dos podía trabajar en
paz, se necesitaban. De pronto ella decidida pero temerosa a la vez caminó hasta la
puerta lentamente, mientras que él al otro lado se levantó también caminando hacia la
puerta, cuando él giró el pomo de la puerta ella también lo hizo al mismo tiempo,
quedándose sorprendidos los dos al estar frente a frente sin decir nada.
—Giancarlo podemos hablar.— pidió ella jugando con sus manos.
—Emm, sí.— contestó él rascándose la nuca, sostuvo la puerta dejándola pasar.
—Escucha Cloe lo que pasó ayer...— Estoy molesta Giancarlo pero...
Él se acercó a ella para quedar frente a frente a escasos centímetros uno del otro.

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—También estoy molesto, ese tipo no tiene porqué ponerte una mano encima.
—Exageraste al golpear al pobre.— él negó.— tiene suerte que no lo mandé al hospital
o que todavía mantenga su trabajo Cloe, y quiero que te mantengas alejada de él.
—Creo que en eso no discutiré Giancarlo porque su actitud no me gustó y pues yo solo
lo veo como un amigo y él en verdad no y tampoco respeta eso.—Pero dame mi espacio
mi amor por favor.— él sonrió levantando la mano para acariciar el rostro de Cloe.
—Soy un celoso posesivo, lo sé pero no puedo controlarlo Cloe, lo intentaré, lo prometo.
—Bien ahora que todo está claro, puedes darme mi beso de hoy.— dijo ella sonríendo,
Giancarlo también sonrío de oreja a oreja y la tomó en sus brazos para besarla como
tanto quería, la llevó hasta el escritorio sentándola ahí para comenzar a besarla.
Comenzó a desprender el botón de su camisa introduciendo su mano bajo de su falda,
gruñó al sentir la humedad entre sus piernas.
Ella comenzó a tocarlo desesperada sobre la ropa besándolo, Giancarlo no lo soportaba
más sacando uno de sus suculentos pechos del sostén para llevarlo a su boca y mamar
de él como un hambriento.
Ella llevó sus manos a mi cinturón y lo desprendió liberando a su juguete favorito, gruñó
al sentir su suave mano masajeando su miembro de arriba abajo.
—Necesito sentirte por favor.— pidió ella desesperada. Giancarlo la sujetó de las
piernas jalándola más hacia él introduciéndose entre sus piernas para enfocar su verga
en la entrada de su coño y penetrarla sin compasión. Ella arqueo su espalda sintiéndolo
dentro de ella, Cloe se había vuelto adicta a la enorme verga de Giancarlo y quien no
con semejante armamento.
Giancarlo comenzó a bombear dentro de ella una y otra vez, chupando uno de sus
pezones para mordisquearlo y volverlo a chupar.
—Te amo Cloe.— susurró.
—Yo también te amo señor posesivo.— Ambos estaban al borde del abismo, apunto de
explotar cuando de pronto y para vergüenza de los dos, la puerta fue abierta, dejando
ver a un Dante sonriendo de oreja a oreja al pillarlos en una situación tan embarazosa
junto a su mujer quien miraba la escena perpleja y sonrojada.
¡Carajo!
Capítulo 29. Mi novia
—Creo que interrumpimos. ¡¡Carajo!! Grita Giancarlo al escuchar la voz de su hermano
en la puerta, cubrió a Cloe con su cuerpo mientras ella escondía su rostro en el pecho
de su jefe.
—Hola cuñadito.— saluda Paula en tono burlón.— Le damos un minuto.— dijo su
hermano cerrando nuevamente la puerta.
—Dios Mío Giancarlo porque no me dijiste la hora que vendría tú hermano y para colmo
vino con su novia.—reclamó Cloe bajando rápidamente del escritorio acomodando su
ropa, su cabello, nerviosa y presurosa.
—Bueno tampoco yo sabía la hora.— se excusó Giancarlo abotonándose la camisa y
ajustándose el pantalón.
—Ay que convincente.— Cloe rodó los ojos negando.
—Hubieras puesto seguro Cloe cuando entraste a seducirme.— bromeó Giancarlo y
ella lo golpeó con un folio antes de salir de la oficina sonrojada hasta el cuello. Salió
totalmente sonrojada y con el pelo ligeramente revuelto con cara de recién follada,
cualquiera se daría cuenta de ello.
— Buen día señor disculpe el bochornoso momento y por favor para la próxima tenga
la decencia de tocar.
— Dante soltó una sonora carcajada al ver el rostro de indignación de Cloe por haber
interrumpido su sesión se sexo delicioso con su hermano.
—Por lo menos pongan seguro— bromeó Dante.
—¿Y esta mujer tan hermosa? —Preguntó Cloe sonriendo ya recuperada del momento.

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—Cloe te presento a mi mujer, Paula Ricci y la madre de mi hija que viene en camino.—
Cloe parpadeó sorprendida ya que la última vez no tenía novia y ahora ya hasta será
padre.
—¡¡Vaya Dante!! Que rápido eres.— bromeó Cloe para acercarse a Paula y dejar dos
besos en su mejilla.
—¡Hermosa! soy Cloe la secretaria de Giancarlo…
— Mucho gusto Cloe.— Contestó Paula sonriendo tierna. —Bien ahora si ya podemos
entrar.— Dante siguió molestando mientras que ella rodó los ojos negando para
caminar hasta su escritorio.
Dante y Paula ingresaron a la oficina con una gran sonrisa al ver a Giancarlo
acomodando el escritorio.
—Si serás imbécil.— gruñó su hermano.
— ¿Este era el pendiente que tenias por eso no pudiste ir a buscarnos? ¿Ya no se
cansan de follar todo el tiempo en su casa como para venir a follar aquí también? Es
una pérdida de tiempo. —Bromeó Dante riendo.
—Créeme amor, que lo que menos estaban haciendo es perder el tiempo. —Agregó
Paula y ambos solo rieron sin parar.
—¡¡Vaya!! Cuñadita hermosa a que debo el honor de tenerte aquí.— Giancarlo se
acercó a dejar un beso en la mano de Paula mientras que Dante rodó los ojos celoso.
—Ya suéltala, no seas imbécil.— Ahora era Giancarlo que soltaba una carcajada…
—¿Celosito hermanito?
—Sí, ¿algún problema con eso?— Paula solo los miraba con ternura a ambos por la
forma en la que se trataban, se notaba lo bien que se entendían los dos y el amor que
se tenían. —Bueno ahora vamos a lo serio ¿Qué sucede Giancarlo?
Giancarlo tomó asiento en su silla para suspirar antes de hablar. —Y como te comenté,
el imbécil de Thomas se quiere retirar del proyecto.
—Pues si se quiere retirar adelante.— contesto Dante haciendo un gesto con las manos.
—Estás loco, ¿acaso te volviste un demente?— Espeta furioso Gian.— ¿Se te olvida lo
mucho que trabajamos por este proyecto?
—Mira hermano, sé que trabajamos mucho, lo sé perfectamente, pero no me dejaré
chantajear por un hombre que cumple todos los caprichos de su hija.
Gian observó a Dante sorprendido, — ¿Qué ocurrió Dante, ahora me contaras todo?
—No hay mucho que contar Gian, solo que eche a Sara de mi empresa cuando se
apareció ahí queriendo seducirme y hacer creer y aparentar algo que no es, y jamás
será.— habló Dante sujetando las manos de su mujer.— Y más ahora que le tengo a mi
mujer a mi lado y tendremos un hijo.— Gian no podía creer lo que escuchaba, ¿su
hermano será padre? Parpadeó sorprendido. —¿Qué dijiste? — ¿Un que, un hijo? —
Dante sonríe emocionado mirando a su mujer. —Así es hermano seré papa.—Vaya,
wow eso si es una sorpresa y una gran noticia ¿y cuando pensabas decírmelo?.
Giancarlo rápidamente se paró para dirigirse hacia ellos para envolver a Dante en un
fuerte abrazo.
—Esperaba decírtelo en persona hermano.
—Felicidades a los dos, en verdad me alegro mucho por ustedes. —Giancarlo sonrió
feliz. — Seré tío.— agregó emocionado.
—Así que Gian, ya sabes convoca una reunión mañana mismo con Thomas y si sigue
con la absurda idea de retirarse, puede irse por donde vino, porque tengo muchas
personas que quieren invertir con nosotros así que no te preocupes por eso, que éste
proyecto lo hacemos con o sin Thomas.— Gian asintió más tranquilo… — Está bien
hermano, como tú digas
—Bien, entonces mi mujer y yo nos retiramos, iremos a que Paula conozca la cuidad.
—Dante se despidió de Giancarlo para finalmente salir de la oficina.

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—Ya te dejamos cuñadito, para que sigan ocupando su valioso tiempo.— bromeó Paula
mientras que Gian rodó los ojos al escuchar la burla. —¿Ya no dejaran de molestarme
cierto? — negaron ambos riendo.—¿Salimos a cenar hoy?— Preguntó Giancarlo.
Dante afirmó moviendo la cabeza.
— Nos veremos más tarde hermano.— agregó Dante antes de salir.
Caminaron hasta el escritorio de Cloe donde quedaron ambos a despedirse de ella.
—Ahora si cuñadita puedes entrar a terminar lo que empezaron.— bromeó Dante.
—Gracias señor D Luca, gracias por ser tan inoportuno e interrumpir ese momento
glorioso con su hermano.— dijo Cloe riendo y guiñando un ojo a Paula quien ríe
sonrojada.
—Nos vemos luego Cloe.— se despidió Dante para caminar junto a su mujer hasta el
ascensor.
Cloe los miró hasta perderse dentro del elevador para luego brincar del susto al
escuchar sonar su teléfono.
—Hola.
—Señorita Adams venga a mi oficina que tiene algo urgente que solucionar.— bromeó
Giancarlo al otro lado de la línea, ella se sonrojó al instante y sintió su rostro arder, pero
no de vergüenza, más bien de excitación.
—Voy inmediatamente.— contestó colgando la llamada y ponerse de pie rápidamente
alisando su falda para caminar decidida hasta la oficina.
Suspiró hondo antes de girar la perilla de la puerta e ingresar lentamente.
—Me mando llamar señor.— dijo coqueta desde la puerta mordiendo su dedo pulgar.
—Ven aquí.— dijo Giancarlo serio palmeando su pierna, Cloe caminó hacia él
deteniendo su paso abruptamente.
Giancarlo enarcó una ceja observando lo que si novia hacia, mientras que Cloe levantó
su dedo índice.
—Pondré seguro, alguien podría entrar nuevamente y arruinarnos la acción.—Gian
echó una carcajada ronca para ver cómo Cloe después de poner el seguro corrió hasta
él sentándose en sus piernas a horcajadas y sin dudarlo ni un segundo y totalmente
empalmado Giancarlo desprendió su pantalón haciendo a un lado la braga de Cloe y
sin mediar palabra introducirse en ella como tanto lo estaba deseando.—¡Ah!— gimió
ella sujetándolo de sus anchos hombros.
—¡Nena!, Como me gustas mi amor.— jadeó Giancarlo abriendo la camisa de Cloe para
liberar uno de sus pechos y llevarlos a la boca.
Ella lo montaba sin parar, gimiendo como dos locos, pegó Gian su boca a la de Cloe
para consumirla en un feroz beso con hambre, el deseo y la lujuria flotaba en el aire.
—Eres mía Cloe, mía y de nadie más creo que te pondré un cartel en la frente para que
todos sepan quién es tu dueño.— aseguró D Luca.
—Y yo tendré que tatuar tu polla con mi cara para que si algún día te atrevas a meterla
en otro coño, mi cara sea lo primero que la estúpida vea.— Giancarlo en plena acción
soltó una carcajada por la tontería que Cloe había dicho.
—Joder y yo decía que el posesivo era yo.
—Follame más duro Gian y cállate que no necesitas decirme que eres completamente
mío, eso lo sé.
—¡Carajo! Cloe.— gruño él, levantándola sin salir de su interior para colocarla sobre el
escritorio y penetrarla como solo él sabía hacerlo.—Te amo.— jadeó mordiendo el
hinchado pezón de Cloe, quien comenzó a convulsionar sintiendo el orgasmo llegar y
unas embestidas más fueron necesarias para que ambos llegarán a la cúspide del
placer dejándose ir increíblemente.
Giancarlo siguió bombeando dentro de ella hasta derramar la última gota.
—Giancarlo dime qué sigues con tu inyección mensual porque si quedo preñada juro
que te descuartizo.

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DULCE CAPRICHO LEYVA
—Joder Cloe que romántica eres nena.— Gian río achicando los ojos.
—¿Y que pasaría si quedarás embarazada?— Cloe lo empujó molesta pero no lo movió
ni medio centímetro.
—Estas loco Giancarlo no estoy preparada para ser madre, no, no, eso no, de ninguna
manera.
—Ya tranquila nena, claro que sí, no te haría eso, el día que demos ese gran paso va
ser porque los dos así lo queremos no porque sólo uno lo quiere.— Dijo Giancarlo
acariciando el rostro de Cloe.
—¿En verdad?— preguntó Cloe mordiéndose los labios parpadeando e hipnotizando a
Gian con sus hermosos ojos.—En verdad mi amor, quiero todo contigo, con nadie más
Cloe, eres la dueña de mi jodido mundo.
Ella enredó sus brazos en el cuello de él y se fundieron en un apasionado beso.
—Mi amor hoy saldremos a cenar con mi hermano y su mujer.
—Mm por mí está bien amor, ver a Dante no me desagrada.
—¡Cloe!— dijo Gian en tono cauteloso, mientras que ella rió bajándose del escritorio
acomodándo su ropa.
—Te amo Gian, estoy bromeando tu eres el más guapo de los dos y el hombre a quien
amo.
—Te daré tu castigo pequeña si me sigues provocando.— gruñó Gian acomodando su
camisa dentro del pantalón.
Cloe mordió su dedo pulgar y echo una carcajada antes de salir de la oficina de su jefe.
En la noche fueron a cenar con su hermano Dante y su mujer Paula, donde pasaron
una noche muy agradable los cuatro.
Un mes después del incidente con Thomas donde Dante y Giancarlo solucionaron el
problema que tuvieron con él solo por cumplirle el capricho a su hija consentida,
Giancarlo y Cloe estaban en el jet rumbo a Italia, Cloe se encontraba muy nerviosa ya
que conocería por fin a sus suegros.Cloe caminó por lo largo del pasillo del jet, bajo la
atenta mirada de Giancarlo, quien sonreía al verla así tan nerviosa.
—Mi amor, harás un hoyo en el jet y caerás.
—Dios Giancarlo y si no le agrado a tu mamá y si me ve con mala cara.
El soltó una carcajada dejando de lado su teléfono. —Mi amor, ven aquí, palmeó su
piernas para que Cloe se sentará encima.
—Aquí lo único que importa es que yo te amo con locura y nadie podrá separarme de
ti. —dijo el besando la mejilla de Cloe suavemente.
—Si yo sé, pero ¿y si no le agrado?
Giancarlo frotó su rostro suspirando hondo.
—No entiendo porque le temen tanto a la suegra, ni siquiera es al suegro, los hombres
somos peores.
—Es que las mujeres somos las que llevamos el control de todo y de todos, si nosotras
decimos blanco tiene que ser blanco aunque sea de tono gris, ¿Entiendes cariño?—
dijo Cloe tomando el rostro de Gian en sus manos.
—Me das miedo Cloe.— afirmó él serio, mientras que ella se cruzó de brazos, y él se
echó a reír nuevamente.—Claro tu te ríes pero soy yo la que tengo que enfrentarme a
tu mamá. —¿Enfrentarte? Ni que fuera una guerra Cloe.
—Mi amor, mi amor, calma, mi mamá es la mujer más amorosa del mundo, ella no se
fija en una mujer si tiene dinero o clase ni nada de eso.
—Hey, que dices si yo tengo clase.— replicó Cloe.—Claro que si mi amor.— contestó
Gian apretándola de la mejilla con una de sus manos para dejar un beso en sus labios.
—Haré algo para que te sientas mejor y calmes esos nervios.— dijo Gian metiendo la
mano bajo el ajustado vestido de Cloe.
—Mmm, basta Gian.— se quejó Cloe pero mojándose al instante en el que él había
llegado hasta su braga introduciendo su dedo entre sus pliegues.

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—Nos verán amor.— jadeo ella cerrando los ojos.— Mmm nadie vera nada nena, solo
relájate y siente corazón, siente el placer que te doy.

Giancarlo comenzó a meter dos de sus dedos dentro de ella y comenzó a follarla con
esos dedos, mientras ella lo apretaba.
—¡Mírame Cloe!— pidió él.— no quiero que cierres tus ojos, quiero que me mires y veas
quien es tu hombre, quien te vuelve loca, quien te lleva al cielo mi amor.
Ella solo gimió mordiéndose los labios muy fuertes anclándose en los ojos de Gian.
—Me voy a correr en tu mano.— jadeó ella desesperada.
—Hazlo Cloe, córrete en mi mano grabate en la mente quien es el único que te pondrá
de esta manera, quien es el único que te haré gritar de placer solamente con sus manos.
—¡Ah Gian!—
—Solo tu amor, eres mi hombre.— confesó ella, mientras que Giancarlo sintió su
miembro palpitar.
Aumentó sus movimientos follandola con maestría, sujetándola del rostro con la otra
mano para obligarla a que lo mire fijo.
Y se corrió finalmente moviendo su pelvis desesperada contra la mano de él.Ya no
soporto tanto placer y se desplomó sobre el hombro de Giancarlo, quien retiró
lentamente sus dedos del coño súper mojado de Cloe y lo llevo a sus labios.
—Exquisita Cloe, una delicia.— jadeó ronco en su oído y ella solo se limitó a respirar y
a reponerse del tremendo orgasmo.
Para después quedarse dormida en los brazos de Giancarlo a quien el corazón le palpito
como nunca al sentirla así tan indefensa en sus brazos, estaba completa e
irremediablemente enamorado de ella.
Dos horas más tarde el jet aterrizó en el hangar de la familia D Luca, Cloe nuevamente
nerviosa bajó agarrada de la mano de Giancarlo quien se sorprendió al ver a su padre
esperándolo.
Quién al ver a Giancarlo sonrió de oreja a oreja para acercarse a él y recibirlo con un
gran abrazo.
—Bienvenido hijo, que alegría tenerte aquí.
—¡Papá! Que alegría para mí verte aquí.— el señor Antonio rodó los ojos.
—Es que tu madre desde que amaneció me obligó a venir personalmente a buscarte y
a llevarle a su preciosa nuera.— dijo el padre de Gian ladeando su cabeza para mirar
detrás de Giancarlo y así poder ver a una diminuta pero bellísima mujer.El padre de
Giancarlo estaba sorprendido al ver semejante belleza natural acompañando a su hijo.
Giancarlo sonrió nervioso pero feliz a la vez.
—Papa, ella es Cloe Adams, mi novia.
Cloe respiró alterada y agitada, más nerviosa aún.
— Cloe el es Antonio D Luca, mi padre.
—Mucho gusto señor D Luca.— extendió su brazo para saludarlo pero el señor Antonio
en lugar de tomar su mano, la envolvió entre sus brazos dejando un beso en su cabeza,
Cloe estaba sorprendida ante tal recibimiento.
—El gusto es mío Cloe, Dios Giancarlo donde conseguiste semejante belleza.
Cloe se sonrojó y murió de vergüenza al escuchar a su padre referirse a ella de esa
manera.
Giancarlo la rodeó de la cintura para dejar un beso en su mejilla.
—Y ya ves padre, este pobre hombre tuvo mucha suerte.— bromeó.
—Bien que esperamos, vayamos ya que tú madre me ha llamado quinientas veces para
saber si ya han llegado.— Giancarlo rodó los ojos pues conocía a su madre, era super
intensa cuando quería, desde que le dijo que llevaría a alguien a presentarle, ella se
volvió loca de la emoción.Después de un largo trayecto llegaron finalmente a la casa,

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Cloe apretaba la mano de Giancarlo nerviosa, ya que era la hora de conocer a su
suegra, la persona más importante según ella.
Cuando entraron a la casa y llegaron en la entrada una Catalina ansiosa los esperaba,
Giancarlo bajó rápidamente del auto abriendo la puerta de Cloe para que ella bajara
también.
—Hola mamá.— saludó Giancarlo adelantándose él, pero su madre pasó de lado solo
para ver a Cloe, Giancarlo miró a su padre enarcando una ceja mientras que el señor
Antonio solo negó riendo.
—Por Dios Giancarlo, de donde sacaste a esta princesa.— exclamó Catalina mientras
que Cloe quiso que la tierra la tragara, nunca recibió tanto halago de parte de nadie.
—Mamá, ella es Cloe Adams mi novia, Cloe ella es mi madre, Catalina D Luca.
—Mucho gusto señora.
—Cariño, nada de señora, dime solo Catalina apenas si somos de la misma edad y
bienvenida mi amor a tu casa.—Cloe observó a Giancarlo riendo levemente mientras el
solo sonrió guiñándole un ojo, Catalina la estrujó en un abrazo muy fuerte.—Dios que
alegría que mi hijo por fin sentara cabeza y con una mujer tan maravillosa. —¡Mamá!—
reclamó Giancarlo, mientras que Catalina hizo un gesto con su mano restando
importancia.
—¿Y a mi no me darás un abrazo mamá?— replicó sonriendo.
—Ay Claro que sí mi corazón ven aquí cariño, deja que mamá te de un poco de cariño,
Dios, ¿cuando creciste tanto Giancarlo?, cuánta pena siento por ti querida de seguro
este te destroza en la cama.
—¡Mamá! —Jadeo Giancarlo, el rostro de Cloe ardió de vergüenza.
—¡Catalina por Dios!— reprendió Antonio a su mujer.
—Ay, ya ya exagerados, no me dirás qué eres virgen ¿o si?
—Mamá por Dios.— reclamó Gian frotándome el rostro.
—Ya pasemos adentro cariño, están armado escándalo por nada. — dijo tomando del
brazo a Cloe para jalarla dentro de la casa.
Giancarlo suspiró hondo, mientras que Antonio le palmeó la espalda caminando detrás
de ellas.—Lo que te espera con tu madre Giancarlo.— el hizo una mueca con sus
labios.—¿Aún tengo tiempo de huir verdad?— dijo mientras que su padre echo una
carcajada caminando.
—Tarde Giancarlo, ya es demasiado tarde.
Capitulo 30 Consecuencias.
—Bienvenida a tu casa cariño no sabes lo feliz que estoy porque hayas venido, ya mi
hijo te tenia bien escondidito. — dijo Catalina volteando a mirar a su hijo guiñándole un
ojo.
—No es eso mama, teníamos muchos compromisos ella está con exámenes finales en
la universidad y pues yo con la empresa, era imposible viajar.
—Es cierto señora, perdón Catalina.
—Tonterías, siempre tienes abandonada a tu madre, eres un ingrato. —Dijo la madre
de Giancarlo reprendiéndolo y tomando asiento en el sofá de la gran sala de la casa de
la familia D Luca.
Catalina no soltaba el brazo de Cloe, estaba encantada con ella, mientras que Giancarlo
junto a su padre tomaron asiento enfrente.
—Y ahora necesito nietos, muchos. — Cloe jadeo indignada mientras que Giancarlo se
froto el rostro pues sabía que su madre haría ese tipo de comentarios.
—Es muy pronto para eso Catalina, apenas llevamos meses. — dijo Cloe mirando a
Giancarlo quien la observaba con una ternura sonriendo levemente.—Cuando yo conocí
a Antonio aquí presente, apenas llevamos dos meses de conocernos y ya concebimos
a mi hijo Dante en el asiento trasero del auto en una gasolinera.
Cloe no pudo evitar soltar una carcajada.

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— ¡Mama por el amor de Dios!
—Es verdad cariño, fueron los mejores años. — contesto coqueto el padre de Giancarlo
mientras el solo moría de pena al escuchar a sus padres hablar de esta manera.
—Mama no creo que Cloe quiera escuchar sus aventuras sexuales. — En fin el punto
es que Antonio y yo necesitamos muchos nietos antes de morirnos, ya estamos viejos
y por lo menos ahora Dante y tú ya me dan esperanzas.
—Y hablando de Dante mama, ¿no sabes si vendrá esta noche? — Antonio movió la
cabeza afirmando.
—Quedo en venir.
—Genial ¿iremos a ver chicas bailar papa? — bromeó Giancarlo mientras que Catalina
los fulmino con la mirada y Cloe solo se mantuvo sonriente aunque un poco celosa, pero
sabía que Giancarlo solo estaba bromeando.
—Hola familia. — entro Carolina la hermana de Giancarlo, como siempre armando
escándalo, que al ver a su hermano corrió para tirarse a sus brazos.—Hola enana como
estas.
—Hermanito viniste.— dijo Carolina sentándose en la pierna de Giancarlo llenándolo de
besos, sin duda era su hermano favorito.
—Enana mira quiero presentarte a alguien.— Carolina volteo a mirar levantándose de
la pierna de Giancarlo mientras que el tomó la mano de Cloe para levantarla y
presentarla a su hermana.
Carolina enarcó una ceja porque en verdad no le cayó bien Cloe.
—Ella es Cloe, mi novia.— Carolina la repasó con la mirada de pies a cabeza.
—Cloe ella es mi única hermana y la más mimada de la casa, Carolina.
—Un gusto conocerte Caro.— saludo Cloe amable extendiendo su mano.
—Carolina para ti, no somos amigas para que me llames así.— ¡Carolina!— dijo en tono
amenazante el señor Antonio, no seas descortés.
—¿Cuánto tiempo te quedas hermanito?— giró nuevamente hacia Giancarlo ignorando
y dejando la mano de Cloe en el aire.Cloe apretó los labios, tensando su mandíbula y
recogió su mano. Giancarlo estaba sorprendido por la actitud de Carolina, como es que
Paula le caía tan bien.
—Deberías ser un poco más educada Carolina, así te no fue la manera en que se te
educó.— Bramó Giancarlo molesto.
Cloe apretó el brazo de Giancarlo para que no siga diciendo nada, ya que no quería
problemas.
—Carolina saluda a Cloe, ¿Cuál es tu problema?— dijo Catalina mirándola con
reproche.
Solo giró sobre sus talones altiva dándole la espalda y caminando fuera de la sala.
—¡Carolina!— gritó Antonio molesto.
—Avísame cuando la vas a traer a ella para desaparecer de aquí.— le dijo a Giancarlo
volteando a mirarlo sobre su hombro, Cloe jadeó indignada.
—Discúlpala mi cielo, no se que le pasa a esa jovencita.
Cloe tomó asiento en el sofá agachando la cabeza.—No se preocupe Catalina,
entiendo, uno no puede agradar del todo a todas las personas, pierda cuidado, estoy
acostumbrada.— contestó ella un poco dolida, mientras que Giancarlo llevó una de sus
manos a sus labios dejando besos suaves en él.—Hablaré con ella amor.—No, no lo
hagas Giancarlo, déjala no pasa nada.— pidió ella, lo que menos quería era crear
discordia entre sus hermanos.
—No, no es así, no tiene porqué ser maleducada contigo si no le has hecho nada.—
Cloe suspiró hondo solo quería volver a California de donde no debió haber salido.
—Bien por favor instálense están en su casa, mi amor lleva a la preciosa Cloe a tu
habitación para cambiarse de ropa si quiere y bajen vamos a ir al jardín, ¿Les parece?—
dijo Catalina intentado calmar las aguas.

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—¿Quieres amor?— preguntó Giancarlo, ella asintió levemente sonriendo.
—Si claro vamos.
—Sus maletas ya están en su habitación.— dijo Catalina.

—Gracias mamá.
—Nos vemos en un momento.— agregó Cloe.
Giancarlo la tomó de la mano para guiarla por la gigantesca mansión y caminar escalera
arriba, Cloe observaba todo con absoluto asombro al ver el lujo y la belleza de la casa.
—¿Te gusta?— preguntó Giancarlo observando como brillaban los ojos de su novia
mirando expectante todo a su alrededor.
—Mucho, la casa de tus padres es hermosa.
—Vamos amor.— Giancarlo la guió hasta llegar a una de las habitaciones donde
ingresaron, y ella quedó enamorada, es mucho más amplia de la suya en California.
—¿Es tu habitación?— volteó hacia él sonríendo, él solo asintió moviendo la cabeza
con las manos en los bolsillos.
Fue acercándose a ella hasta quedar a escasos centímetros.— Mi amor perdona a mi
hermana, no sé que le sucede.
—Tranquilo mi amor, no pasa nada.— Cloe levantó los brazos para posar una de sus
manos en la mejilla de Giancarlo para acariciarlo suavemente.—Seguro está celosa
nada más.— él negó moviendo la cabeza.— Aún así no debió tratarte de esa manera,
fue muy descortés.
—No importa Gian en verdad, ya veré cómo me gano a tu hermana ¿Bien?
—Eres muy dulce ¿sabías?
—Y tu eres muy sexy ¿Sabias?
Giancarlo levantó a Cloe de las nalgas haciéndola dar un grito y rodeando sus piernas
en la cintura de él.
Para devorarle la boca con hambre, su vestido subió hasta su cintura y él llevo una de
sus manos hasta su coño y comenzó a tocarla.
—Esto será rápido amor, porque me dejaste muy caliente en el jet.— jadeó Giancarlo
apunto de explotar, la volvió a dejar en el suelo.
—Arrodíllate.— pidió él y ella como una fiel sumisa fue hincándose.
Giancarlo comenzó a desprenderse el cinturón bajo su atenta mirada.
Liberando su gran falo, ella se relamió los labios cuando Giancarlo levantó su mentón
con una mano haciéndola mirar hacia arriba.
Acarició sus labios con el dedo pulgar, mientras ella se relamía los labios.—¿Quieres
comerte esto?— Giancarlo sujetó su polla entre sus manos masajeando lo de arriba a
abajo, ella movió la cabeza asintiendo.
—Eres una pequeña golosa ¿Sabías?
—Si señor, y estoy hambrienta.— contestó ella totalmente empapada y deseosa de
recoger con su lengua esa gotita que salía del miembro de Giancarlo.
—Comételo Cloe, completa.— ella llevó su boca para tragarse toda esa verga gruesa y
venosa pero él no se lo permitió.
—¿Cómo se pide Cloe?— Giancarlo ladeó su cabeza sonriendo mientras sujetaba el
mentón de Cloe un poco fuerte, ambos sabían jugar, a él le encantaba como ella entraba
en el papel de sumisa, sabiendo que es toda una fiera y ella le fascinaba comportarse
como una sumisa cuando era totalmente lo contrario.
—¿Me da de comer de su polla señor, por favor?— suplicó y eso fue todo para que él
se volviera loco, la sujetó de su cabello sujetándolo en puños y le metió su polla hasta
el fondo produciéndole arcadas pero ella estaba encantada, nunca imaginó que el sexo
rudo le produciría tanta satisfacción.
—Dios Cloe, que bien lo haces pequeña.— jadeó ronco, preso del placer y comenzó a
bombear y a follarla rudo.Ella se sujeto con ambas manos de las piernas de Giancarlo,

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para metérselo hasta la garganta, para sacarlo y volverlo a meter, escurriendo hilos de
saliva en abundancia.
—Lo mamas muy rico mi amor.— gruñó ronco moviendo su pelvis de atrás hacia delante
sin ninguna delicadeza, de pronto tenso el cabello de Cloe sacando su duro falo de la
boca de su amada rápidamente.
—Abre la boca mi amor y saca la lengua.— pidió él y ella lo hizo sin dudar para recibir
eso que tanto le gustaba, Giancarlo comenzó a masajear su verga de arriba abajo y
comenzó a gruñir lanzando chorros de semen en la lengua de Cloe.
—¿Quieres tragarlo?— preguntó aún totalmente excitado después de dejar su corrida
en la lengua de Cloe, ella movió la cabeza afirmando.
—Hazlo, es tu premio por ser buena niña.— la levantó y sin esperar nada sin importar
que recién se había corrido en la boca de Cloe la besó rudo.— Me vas a matar Cloe.—
Gruñó Giancarlo sobre sus labios.
—El que me va a matar eres tú amor, pero luego continuamos amor, bajemos junto a
tus padres.— el suspiró hondo jugando con la punta de su nariz, rozando la de Cloe.—
Te amo Cloe eres una mujer maravillosa y sin importar lo que digan las personas jamás
me alejaré de ti.
—Conocí en ti a un gran hombre Giancarlo, empezamos mal, con el pie izquierdo, fuiste
un patán conmigo.
—Ni me lo recuerdes Cloe en verdad lo fui, pero desde que te vi por primera vez me
volviste loco, tu belleza me dejó hipnotizado y que me rechazaras despertó mi lado malo.
—Pero eres la segunda persona que estuvo conmigo en mi peor momento, y eso jamás
lo olvidaré Giancarlo, porque la primera fue María.— Cloe sonrió mientras tenia sus
brazos rodeando la cintura de Giancarlo, y él la tenía a abrazada igualmente.

—Quiero darme una ducha amor y bajo, ¿Te parece?


—Me parece bien amor, te espero abajo, en el jardín, baja y gira a la derecha camina
por un pequeño pasillo y saldrás afuera, ¿Podrás?
—Sabré encontrarlo amor, te amo.
—Yo a ti mi nena. — Dejó un beso en la frente de Cloe saliendo de la habitación, ella
suspiró hondo, acercándose a la ventana para ver la maravillosa vista, un hermoso y
amplio jardín con flores y árboles frondosos, personas regando el césped, el cantar de
los pájaros, era en verdad una belleza.
Sacudió su cabeza, tomó su cambio de ropa y entró al lujoso y gigantesco baño para
dedicarse un momento a ella misma, lavándose todo el cuerpo.
Se miró al espejo, delineando sus labios y recordando los besos de Giancarlo, sonrío
mordiendo su labio inferior, lo amaba en verdad y él le había demostrado que también
la amaba.
El sexo era alucinante con él, cada día era algo nuevo, su forma brusca la enloquecía,
en su habitación cada noche era una explosión de pasión, probaban muchas cosas,
Giancarlo la amarraba a la cama, la follaba duro, le cubría la boca, los ojos.Miles de
perversiones que jamás imaginó que le iban a producir tanto placer a la hora del sexo,
y todo eso solo lo quería vivir a lado de él, de Giancarlo D Luca.
Salió del baño, comenzó a vestirse y peinar su largo pelo y cuando estuvo lista, bañada
y relajada salió de la habitación.
Al salir no había nadie por el largo pasillo, caminó por donde vinieron y se encontró con
la hermosa escalera bajando y observando maravillada todo el lugar, sus hermosos ojos
se paseaban por toda la casa, era la primera vez que estaba en un lugar así y le
encantaba, al menos el lugar
—¿Es obvio?— dijo una Carolina molesta mirándola de pies a cabeza con los brazos
cruzados al final de la escalera, Cloe enarcó una ceja llegando hasta ella.
—¿Es obvio qué?— preguntó Cloe ya cansada del mal trato de su cuñada.

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—Eres una interesada que se metió entre las piernas de mi hermano para sacarle
dinero.
—No me conoces, no me difames.
—Ay por Dios que cinismo.— dijo Carolina riendo sarcástica moviendo sus brazos.—Yo
solo digo lo que veo, ¿eres su secretaria no?, no eres más que una cualquiera que
busca enredarse con hombres millonarios para sacarles dinero.— Cloe se estaba
conteniendo lo más que podía, respirando agitada, si era otra ya le hubiera arrancado
los pelos.
—Mírate no eres más que una golfa.— eso fue todo lo que Cloe necesitó para explotar
de rabia y levantar su mano llevando hasta el rostro de su cuñada, para darle una
tremenda bofetada, quien jadeo sorprendida llevado su mano hasta su mejilla golpeada.
—¡Cloe!— escucho de pronto una voz ronca y molesta a su espalda.

Capítulo 31. Extra Luke


Giancarlo mi jefe me había dado unos días libres ya que viajó con su pequeña pero
diabólica y hermosa mujer a Italia a visitar a sus padres, la verdad veo muy enamorado
a mi jefe y estoy feliz por él, porque en verdad lo veía muy solo, es un poco retrasado
pero igual lo aprecio y se merece una buena mujer como lo es Cloe, es un gran tipo en
verdad, me ha dado la mano incontables veces, es un hombre generoso en verdad pero
algunas veces un hijo de puta con las mujeres y solo espero que el mal nacido no lo
eche a perder con sus estupideces con la hermosa Cloe, en fin todos tenemos una
historia que contar, una vida complicada, un día solo vivimos para uno mismo y al día
siguiente todo puede cambiar y querer dar tu vida por otra persona, así de simple y
complicada a la vez es la vida.
Y yo estoy aquí como un maldito enfermo esperando que el idiota, hijo de puta del novio
de la mujer que me trae mal, salga de su casa para poder hablar con ella, hace días
que me ignora y necesito que me diga que sucede, aún no entiendo cómo puede estar
con un hombre tan despreciable como ese sujeto.Estoy en mi auto un poco alejado de
la entrada de su casa para que no se de cuenta nadie que estoy vigilándola.
Mariana, ese es su nombre, una pequeña mexicana de 21 años que me tiene loco desde
que coincidimos hace unas semanas atrás por casualidad en una plaza cuando salí a
correr y ella caminaba presurosa sin mirar la calle y la tire al suelo sin querer.
Desde ese día la acecho como un loco enfermo, pero que puedo hacer cuando lo que
quiero es protegerla de ese maldito, un novio que al parecer la golpea aunque ella lo
niegue y lo justifique.
Y por fin lo veo salir subiéndose a su motocicleta, es un ser despreciable, observo a
través del retrovisor cuando acelera y se pierde en la avenida.
Es ahí donde bajo del auto, pero no sé que haré, me había dicho que vive con su padre,
pero no sé si estará en la casa o se encuentra sola.
Aún así camino hasta la entrada, indeciso vuelvo a dar la vuelta para caminar hacia mí
auto.
—¡No seas cobarde Luke, anda!— lo que más hago últimamente es hablar solo, volteo
nuevamente caminando hasta su casa.Llegando hasta la entrada y me mantengo quieto
por unos segundos, recuesto mis manos en la pared debatiéndome en tocar o no, podría
salir su padre, y que le diré, claro preguntaré por cualquiera y diré que me equivoque
de casa, lo que menos quiero es causarle más problemas.
Maldita sea, lo haré, toco una dos veces esperando que alguien me abra.
Escucho unos pasos acercarse y luego unos pequeños ojos grises me miran a través
de la abertura de la puerta
Lo abre pero agachando la cabeza, levanto su rostro con mi dedo esperando lo peor, y
ver su mejilla golpeada con un moretón, comencé a temblar, apreté los dientes muy
fuertes hasta el punto de querer romper mi mandíbula.

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DULCE CAPRICHO LEYVA
—Ahora mismo me dirás dónde está ese maldito infeliz Mariana.— bramo furioso
porque lo único que quiero es matarlo con mis propias manos, a golpes por ser un
maldito, por atreverse a tocarla.
—No, Luke no pasa nada, no es nada.— contesta desesperada.
—¿No es nada, te parece que esto no es nada? Es un maldito hijo de puta como de
atreve a tocarte.— grito rabioso, fuera de mí.—Por favor, por favor. — suplica con
lágrimas en los ojos, cuando no lo soporte y la abracé a mi cuerpo, escondiendo su
rostro en mi pecho.
Sujeté entre mis manos su delicado, angelical y aniñado rostro secando sus lágrimas
con mi dedo pulgar.
—No puedes seguir aguantando esto, ¿Mariana que es lo que te ata a él por Dios, que
carajos es dímelo?
Ella solo negaba repetidas veces.
—¿Tu padre donde está?— gruño molesto, no sé como un padre puede permitir esto.
—Todavía no ha llegado, Luke debes irte por favor, nadie puede verte aquí.
—Vamos conmigo Mariana por favor, te suplico nena por favor, no puedes seguir aquí,
ven que yo quiero cuidarte.
Ella abre sus enormes ojos parpadeando, mirándome.
—¿Por qué te preocupa tanto lo que me pase? —Acaricié su mejilla lentamente para no
lastimarla más.
—Por que a una niña tan hermosa como tú no deberían tocar ni con el pétalo de una
rosa.— no soporte más y pegue mis labios a los de ella, dulces como ella, una
princesa.—Tienes que irte Luke.— se despegó de mi y sentí un gran vacío, quería
llevarla conmigo.— Mi padre podría llegar y no puede verte aquí.
—Me voy Mariana pero una cosa te voy a dejar en claro.— levante mi dedo índice
señalándola.— una más pequeña, una más y ese tipo es hombre muerto, y no me
importa lo que pase después.
Me acerqué nuevamente a ella para dejar otro beso en sus labios.
—No huyas más de mí Mariana, porque no te dejaré en paz eso grábatelo en la cabecita
y mañana te espero en el mismo lugar de siempre.
—No por favor.— pidió ella temerosa y yo solo quería besarla más, delinee sus labios
con mi pulgar sujetando su pequeño rostro entre mis manos.
—¿Irás?— pregunté con el corazón latiendo a mil porque diga que sí, necesito tenerla
en mis brazos.
—Si iré.— contestó tímida y sentí mi cuerpo y mi alma vibrar.
—Buenas noches Mariana que descanses y sueña conmigo.— sonrió levemente
mordiendo su labio despacito.—Ya vete.— dijo empujándome fuera de la casa para
cerrar la puerta, sentía mi cuerpo con una irá incontrolable.
Moví la cabeza negando, si te encuentro maldito en mi camino juro que te mato, gruñí
ronco caminando hasta mi auto para irme de allí preocupado por ella, por esa pequeña
morenita de ojos grises.
¿Qué es lo que te ata a él Mariana, que es? —Golpeo el volante para poner en marcha
y marcharme de ahí.

Capítulo 32. Noche de amigos.


—¡Cloe!— escuchó esa voz detrás pero por más parecida que era a la de su novio no
lo era, giró para posar sus ojos en unos ojos grises y era nada más y nada menos que
Dante D Luca su cuñado que en esta ocasión venía solo al parecer.
La mano le ardía por la tremenda bofetada que le había dado a su nada simpática
cuñada.
—¡Hermanito!— Carolina corrió hacia su hermano apretando su mejilla intentando
causar lástima, pero Dante no despegó la vista de Cloe, sabía que algo había pasado,

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sabía que Cloe era una mujer que no se dejaba por nadie según siempre le comentaba
su hermano cada vez que hablaban y sabía que no se quedaría sin hacer nada al
escuchar a su hermana ofenderla de esa manera.
—¡Dante! Ésta mujer se atrevió a ponerme la mano encima.— Carolina sollozó al pensar
que Dante no había escuchado lo que había sucedido y aunque no había escuchado
toda la conversación alcanzó a escuchar cuando Carolina le había llamado golfa y eso
enfureció a Dante.—Ahora mismo te disculparas con ella Carolina.— espetó con voz
ronca y molesta ya que algo que no toleraba y menos en su familia eran los insultos
aunque él había cometido alguna vez un error al haber llamado puta a Paula sin
conocerla, hasta ahora se maldecía por ello.
—Pe…pero ella.— intentó replicar.
—Pero nada, no tienes porqué insultar de esa manera a la señorita, ella no te ha hecho
absolutamente nada.
Cloe se mantuvo quieta, tensa, con la mandíbula apretada pero sin bajar la cabeza no
lo haría ante nadie y menos frente a una niña caprichosa que siempre lo tuvo todo y se
creía con derechos de tratarla como quería, eso jamás.
Nadie se atreve a llamarla golfa y salir bien librado.
—No tengo porque disculparme con esa.— escupió nuevamente Carolina más molesta
aún porque Dante también la defendía.
—No te preocupes Dante, no puedes pedir al mono que ladre.— dijo Cloe en modo
burlón.
—Eres una estúpida.— gritó Carolina cuando Giancarlo y su madre llegaron presurosos
al escuchar los gritos y sorprendidos al ver a Dante.—Dante, hermano, ¿Qué
sucedió?— indagó Giancarlo con el ceño arrugado paseando su vista desde su
hermana hasta la mujer que lo traía loco.
Se acercó rápidamente a Cloe sin dudarlo.
—¿Nena que sucedió?— pregunto a Cloe.
—La estúpida de tu novia se atrevio a golpearme, ¡Mira!— gritó Carolina intentado hacer
quedar mal a Cloe, mientras que Catalina jadeó sorprendida al no creer lo que su hija
estaba diciendo, Dante negó moviendo la cabeza y Giancarlo solo miraba a Cloe.
—Y se atrevió a llamarme mono.
—¡Basta!, ¡Basta Carolina!— gruñó Dante molesto.
—Cloe no te hubiera golpeado si tú no la hubieras insultado primero, déjame decirte
señorita que bien merecido te lo tienes y segundo no te dijo mono a a ti, solo fue una
metáfora aprende a diferenciar.
Carolina jadeo indignada.—¿Qué hiciste que señorita?— cuestionó su madre molesta
mirando con mala cara a su hija.
—Ella empezó, ella…—Te callas Carolina, cierra la boca.— grito Giancarlo.—Mira una
cosa te diré.— Giancarlo levantó el dedo índice en modo de advertencia.— A Cloe la
respetas porque la respetas y si no te gusta que ella sea mi novia, lo siento mucho,
porque lo es, aunque a ti o cualquiera le moleste.— dijo mirando hasta a su madre.
—Y si ella no es bienvenida aquí en la casa es mejor irnos.— Catalina abrió la boca
perlpleja negando.
—No mi amor, no es así, Cloe es bienvenida aquí en nuestra familia, así que Carolina
discúlpate con ella.
—No te preocupes Catalina no pasa nada, no tiene importancia.— exclamó Cloe porque
ya no quería seguir causando molestias en casa ajena.
—Lo harás Carolina.— dijo Dante levantando una ceja furiosa con su hermana.
—Discúlpame.— contestó ella muy poco sincera desviando la mirada, ni siquiera la miró
y aunque Cloe supo que no fue sincera ya no quiso darle importancia.
—Disculpa aceptada.— contestó la pequeña Norteamericana que no solo sabía hablar
inglés si no otros idiomas más, y los aprendió sin mucho esfuerzo, incluso sabía hablar

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español y francés, algo que Giancarlo no lo sabía.Carolina pasó de largo subiendo
furiosa las escaleras, donde todos voltearon a mirarla hasta perderse escalera arriba.
—Hermano, viniste.— dijo Dante con una gran sonrisa para acercarse a Giancarlo y
darse un gran abrazo entre ellos, para Cloe fue un espejismo erótico verlos a ambos
machos darse un abrazo así con sus alturas y sus gruesos brazos, se mordió
ligeramente el labio sin darse cuenta y murió de vergüenza cuando vio que estaba
siendo observada por Catalina quien río al verla sonrojarse por ello.
—Cuñadita, que placer verte aquí.— exclamó Dante al despegarse de su hermano
tomando la mano de Cloe para dejar un beso en ellos, le tocaba poner celoso a
Giancarlo como él lo había hecho con Paula la vez que fueron a California.
Giancarlo gruñó y atrajo a Cloe hacia él mientras Dante soltaba una tremenda carcajada.
—Ya celosito.— bromeó Dante.
—Tu tienes tu mujer.— dijo Giancarlo intentando mantenerse serio pero con Dante
nunca podía, era aparte de su hermano, su mejor amigo.
—Hola mamá.— saludó Dante dejando un beso en la frente de su madre.— Hola cariño
cómo estás.—Bien mamá, ¿y donde está papá?
—En el jardín como siempre ya que a él nada le inmuta.
—Vayamos al jardín por favor, vamos a disfrutar del día y olvidemos esto.— dijo Catalina
agarrando del brazo a Dante adelantándose hacia el jardín.
Gian volteó hacia Cloe para sujetar sus manos.—¿Qué sucedió amor?
Ella solo negó moviendo la cabeza.
—No pasa nada amor dejemos de lado el tema en verdad porque no se qué le ocurre a
tu hermana.— dijo ella un poco apenada.
—¿Le diste una cachetada?— pregunto Giancarlo enarcando una ceja, ella se mordió
los labios apenada.
—Es que no tolero los insultos Gian, lo sabes, y no me importa quien sea ni dónde estoy
para hacerme respetar.

Giancarlo sonrío de lado.— Mi pequeña loba.— dijo besando sus labios.


—Hablaré con Caro, no me gusta que se comporte así y menos que insulte al amor de
mi vida.— Cloe extendió su brazo llevando una de sus manos hasta el rostro de
Giancarlo.
—Te amo Giancarlo.— acarició suavemente sus labios y él se relamió los labios para
luego dejar un apasionado beso en los labios de su amada.
Pasaron parte de la tarde muy a gusto riendo, la señora Catalina contando sus
anécdotas a Cloe de sus hijos, mientras que Dante hablaba con Giancarlo de negocios,
de la empresa y demás.
Al día siguiente Cloe y la señora Catalina fueron de compras ya que Cloe no había traído
traje de baño y quería nadar en la hermosa piscina que tenían en la casa, así que juntas
fueron de compras, mientras que Giancarlo aprovechó para visitar la empresa en Italia
y saludar a sus amigos, Leonardo e Iam a quien no veía hace tiempo.
Giancarlo llamó a Cloe un par de veces en el día para saber de ella diciéndole que
estaba en la empresa con Dante, ella despreocupada paso el día entero con la señora
Catalina.De Carolina no volvió a saber nada, no se cruzó con ella en todo el día y
agradeció en verdad aquello, después de llegar a casa Cloe moría por ponerse el traje
de baño y meterse a la piscina. Compró un traje de baño de dos piezas en color rojo y
estaba segura que Giancarlo infartaría cuando la vea.
—Dios mujer que hermoso te queda el traje, mmm, estás divina cariño.— dijo Catalina
moviendo sus brazos al verla tan hermosa, quien también se había puesto un traje de
una pieza más recatada, y aunque Catalina era una mujer hermosa para su edad,
todavía conservaba una fina figura, a pesar de sus años se seguía conservando de
maravilla.

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—A ver quítate eso.— le arrancó a Cloe la tela que la cubría.— Cielo tienes una cuerpo
hermoso, divino espectacular, si yo tuviera tu edad y ese cuerpo de infarto créeme
andaría desnuda.— Cloe echó una carcajada al escuchar a su suegra decir eso, la
verdad era un persona increíble le recordaba mucho a su madre quien también era una
mujer muy divertida.
—Que va Catalina si usted es una mujer hermosa mírate por Dios ya quisiera llegar a
tener tu edad y lucir así. — Catalina dio una vuelta simulando que modelaba y ambas
se echaron a reír.—Toma cariño brindemos por nosotras.— Catalina le ofreció un vaso
de margaritas y se sentaron a beber un rato charlando de muchas cosas, conociéndose
aún más, Catalina estaba encantada con Cloe, con su elocuencia, con su belleza y su
simpatía.
Luego después de un momento se metieron al agua que estaba exquisita para nadar
un rato, ya cayendo la tardecita casi la noche, Catalina salió de agua sentándose en
uno de los sillones para seguir bebiendo su margarita mientras Cloe seguía nadando,
hasta el fondo de la piscina para luego salir del agua de golpe y llevarse la sopresa de
su vida, vió a Giancarlo parado al borde de la gigantesca piscina pero no estaba solo
para su desgracia, se encontraba con su hermano Dante y dos hombres más, uno de
tez blanca pelo castaño tirando a rubio y el otro de tez más o menos tostada con unos
imponentes ojos de color azul.
Todas las miradas estaban puestas en ella, solo tenía la cabeza fuera del agua y ahora
como carajos hacia para salir de ahí si estaban todos mirándola.
—Mi amor.— dijo Giancarlo sonriendo y ella solo paso saliva.—Cariño sal del agua y
ven a conocer a estos sementales que vinieron a conocerte.— gritó Catalina desde su
cómodo sillón un poco entonadita.
—¡Mamá!— la reprendió Giancarlo, pero lo que ellos no sabían era que Cloe tenía un
diminuto traje de baño, donde se le veía la mitad de sus senos y su biquini se le perdía
entre sus hermosas nalgas.
Se había comprado para que Giancarlo la vea, no para que su hermano y sus dos
amigos la vieran.
—Amor ven sal del agua te vas a enfriar .— dijo Gian y uno de ellos dijo algo y
comenzaron a reír.
Cloe tragó grueso y no le quedó de otra más que nadar hasta la orilla y comenzar a
subir temblorosa y no precisamente de frío por la grada de la piscina donde fue saliendo
como una hermosa sirena del agua, con su pelo largo mojado y su escultural cuerpo
bien definido y proporcionado.
Giancarlo se había quedado con la boca abierta al verla así, jamás imaginó encontrarla
de esta manera, y no solo él, Dante la miraba embobado junto con sus amigos Leonardo
e Iam.—¡Carajo! — gruñó Leonardo mientras que Giancarlo gruñó celoso y Dante
soltaba un silbido, Iam se removió incómodo para no decir que la sola imagen de un
pecado hecho mujer estaba frente a sus ojos, era diminuta ante ellos pero era más que
preciosa, unas piernas blancas y gruesas con una cintura pequeña y su piel blanca y
unos hermosos ojos que la habían ver realmente como una muñeca.
—Buenas noches.— saludó ella un poco intimidada ya que cuatro machos alfas la
miraban de pies a cabeza y no lo hacían inocentemente, Leonardo se mordió los labios
al verla así.
—Pueden dejar de mirar así a mi novia.— gruñó Giancarlo molesto sacándose la camisa
rápidamente para cubrirla con ella, quedando con el torso desnudo.
—¿No es divina Giancarlo?— dijo desde atrás Catalina, mientras que su hijo hervía de
celos.
—Dios Giancarlo si sabía que tendría esta vista hubiera venido ya hace un buen rato.—
Bromeó Leonardo.

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Cloe enarcó una ceja hacia él.— ¿Y como para que sería eso señor…? Alargó la r…—
Leonardo Greco a tus órdenes hermosa.— dijo el intentando acercarse a Cloe
descarado pero no pudo hacerlo de Giancarlo.—Deberia cuidar más su boca señor
Greco de lo contrario podría quedarse sin descendencia.— ella parpadeo un par de
veces con las manos en la cintura en forma de jarra.
Dante echo una sonora carcajada, e Iam soltó un silbido.
—Amor, te presento a mis amigos ellos son Leonardo Greco e Iam Ricardi.
—Muchachos ella es Cloe Adams mi novia.— se apresuró a presentarla, antes que en
verdad Cloe patee a Leonardo en sus pelotas.

Iam se acercó a saludarla con un beso en la mejilla y Cloe suspiró al inhalar su aroma,
después fue el turno de Leonardo quien también dejó un beso en su mejilla y Cloe se
perdió en sus ojos.
—¿Son naturales o son lentilla?— preguntó Cloe de pronto, Giancarlo enarcó una ceja
y Leonardo sonrío de lado.
—Son naturales hermosa y puedes descubrirlo cuando quieras, deja al idiota de mi
amigo y ven conmigo.— bromeó mientras que Giancarlo dejó una fuerte palmada en su
espalda y Cloe solo rió, cuando Leonardo se quejó adolorido.
—Tal vez lo pensaré.— dijo Cloe siguiendo con las bromas, Giancarlo sin dudarlo más
la levantó de las piernas y la cargo sobre su hombro para llevarla arriba, dejó una fuerte
palmada en sus nalgas y caminó a pasos apresurados hacia la casa.
—En seguida vuelvo.— es todo lo que dijo para perderse dentro de la casa.
Subió las escaleras de dos en dos hasta llegar a la habitación, al entrar solo bajó a Cloe
en el suelo para cerrar la puerta y quedarse de espalda a ella, apoyando la mano en la
madera, Cloe enarcó una ceja mirándolo.—¿Esto es obra de mi madre verdad?
Preguntó girando hacia ella, ella solo negó moviendo la cabeza.
—Ella sabía que hoy vendrían mis amigos a la casa y aún así te dejo usar esto.— la
señaló con la mano y fue ahí donde Cloe cayó en cuenta del porque Catalina había
insistido tanto en que se compre precisamente ese traje de baño.
—Ella no me dijo nada de eso.— lo sabía mi madre es todo un caso.— dijo el sacándole
la camisa que traía puesta.
—Lo hizo apropósito para matarme de celos.— dijo sujetándola abarcando una parte
de su nuca y parte de su rostro con su gigantesca mano.
—No tienes nada que celar amor, yo solo me vestí así para ti, solo tengo ojos para ti.—
El rodó los ojos.— Si ajá. ¿Son naturales o lentillas?— bromeó él un poco celoso.
Cloe echó una carcajada sin poder evitarlo.
—¿Tus amigos se quedarán?
—Si mi amor, cámbiate y baja por favor no quiero que nadie te vea así, si puedes por
favor ponte un pantalón y mi camisa y luego encima una bata.Cloe golpeó a Giancarlo
en su pecho por ser un exagerado.
La sujeto muy fuerte de la cintura y la beso con pasión apretándola a su cuerpo.
—Mmm mi amor si seguimos así no bajaremos nunca.— dijo Cloe y él solo asintió.—
Es tu culpa por tenerme todo el tiempo caliente nena.
—¿Te parece si luego cuando subamos a la habitación te pones nuevamente ésta
ropita?— preguntó el rozando sus labios a los de Cloe.
—Que travieso es señor D Luca, pero si mi amor me pondré todo lo que tú quieras.—
contestó ella traviesa y recibió una gran nalgada de parte de Giancarlo.
Se alejó de Cloe entrando al clóset para buscar una camisa seca y luego finalmente
salir de la habitación y dejarla que se cambiara. Cloe se duchó y se colocó un vestido
en color negro que le quedaba muy sexy y bajó para dirigirse nuevamente hacia el
jardín, donde escucho algunas voces.

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Caminó hasta ahí y lo que vió no le gusto para nada Giancarlo abrazando a una chica
elevandola en el aire y a su lado su cuñada Carolina, una punzada de celos se le clavó
en el pecho al ver la escena, fue acercándose a ellos y Giancarlo al verla soltó a la
jovencita en el suelo.—Buenas noches, interrumpo— dijo ella con mala cara mientras
que Carolina sonreía burlona y la muchacha la observó de pies a cabeza para levantar
una ceja en su dirección.
—¿Gian quien es ella?— preguntó la muchacha y Cloe enarcó una ceja mirando a
Giancarlo quien la observó fijo.
—Ella es mi novia. — contestó Giancarlo.
Capitulo 33. La quiero lejos
—Ella es mi novia.— Giancarlo se acercó a tomar de la mano a Cloe para presentarla
ante la amiga de Carolina.
—Cloe ella Ángela la amiga de Carolina. —Ángela siempre estuvo enamorada de
Giancarlo desde que era una jovencita y eso Carolina lo sabía, Giancarlo la conocía
desde pequeña, sus padres son muy amigos de la familia D Luca.
—Mucho gusto. — contestó Cloe sin muchos ánimos para no ser descortés.
—Hola. — dijo Ángela de mala gana sin prestarle mucha importancia.
—Te extrañe Giancarlo. — dijo nuevamente volteando hacia él ignorando rotundamente
a Cloe, quien negó solamente y se dirigió hasta sus suegros y cuñado, de lo contrario
armaría un escándalo que no era propio de ella.
Giancarlo observó a Cloe desde lejos pero ella lo ignoro solamente, en realidad se moría
de celos pero lo último que le demostraría era eso, además sabía que esto era obra de
su cuñada, quien la odiaba sin motivo alguno.—Preciosa, ¿Qué te parece Italia?—
preguntó de pronto Leonardo sonriendo divertido, mientras Cloe tomó el vaso de vodka
que le ofreció su suegra.
—Hermosa. — dijo bebiendo de golpe.
Giancarlo no prestaba atención a Ángela quien hablaba sin parar, solo miraba como su
novia reía y hablaba con sus amigos y con su hermano y los celos se apoderaron de él.
—Discúlpame Angi un momento. — pidió el levantando el dedo índice dejándola con la
palabra en la boca.
—No deberías beber Cloe. — Susurró Giancarlo en su oído, desde atrás.— recuerda
que tú y la bebida no son buenos amigos.
Ella sólo se mantuvo en silencio.
— ¿Estas molesta por algo?— le susurró hundiendo su rostro entre el cuello de Cloe.
—No. — dijo seria. —hablaremos luego Giancarlo porque mejor no vuelves con tu
amiguita y me dejas compartir aquí con tus padres y amigos. — escupió molesta,
mientras Giancarlo tensó su cuerpo al instante y sintió un sabor amargo, los dos estaban
celosos.
— ¿Qué sucede Giancarlo, quieres mimitos?— bromeó Iam y el solo gruñó. — ¿Ya no
te cansas de estar todo el día pegado a la pobre de Cloe? Déjala respirar. —Agrego
Dante.—Ven hermano siéntate aquí. — Dante le ofreció un asiento a su lado.
El sonrío y tomó asiento tomando una botella de cerveza que le ofreció su hermano,
mientras observaba como Cloe hablaba sonriente con su madre sin prestarle a él la más
mínima atención.
Giancarlo no volvió a prestar atención a la amiga de Carolina por más que ella insistía
en llamar su atención.
Cloe se daba cuenta de ello y estaba apunto de arrastrarla de los pelos por toda la casa
pero se estaba conteniendo para no armar un espectáculo en la casa de sus suegros.
La noche dentro de todo transcurrió divertida conociendo más a su cuñado y a los
amigos de éste quienes la hicieron sentir muy bien.

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— ¿Por qué estás molesta mi pequeña gruñoncita?— Giancarlo sujetó del brazo a Cloe
cuando la vio entrar al interior de la casa, ya que todos se habían marchado, excepto la
odiosa de Carolina junto con su amiga, quien se quedaría a dormir.
—Mmm, tal vez porque te extrañe mucho Giancarlo. — dijo ella irónica recordando lo
que le había dicho Ángela hace unas horas y el río sujetándola de la cintura.—No te
pongas así amor, ella es solo una amiga la conozco desde pequeña, conozco a sus
padres.
—Eso no le quita lo resbalosa. — Giancarlo sonrío sujetándola de la cintura pegándola
a su cuerpo.
—Tú eres la única a quien amo mi amor, no tienes nada que celar, no existe otra mujer
para mí, te amo.
Sujeto su rostro para dejar un dulce beso en sus labios cuando en ese preciso momento
pasó a lado de ellos Carolina acompañada de su amiga Ángela.
—No deberían hacer esto aquí. — dijo Carolina molesta subiendo las escaleras.
Giancarlo negó y sujetando la mano de Cloe subieron también arriba hasta su
habitación.
Después de una rica sesión de sexo ambos cayeron rendidos uno a lado de otro, Cloe
recostada en el pecho de Giancarlo y el abrazándola quedando dormidos al instante.
Unas horas después Cloe despertó sola en la cama, todo estaba oscuro, buscó a
Giancarlo con la mano pero no lo encontró, prendió la lámpara y vio la cama vacía. Se
colocó su bata y lo busco en el baño, pero no estaba, extrañada salió de la habitación y
caminó por los pasillos llegando hasta las escaleras, bajó en la planta baja y vio una luz
que provenía de la cocina. Se acercó al no escuchar nada y lo que vio fue como un
balde de agua fría para ella, Giancarlo besando a la amiga de Carolina.
Las lágrimas picaban por salir pero no le dio el gusto, Giancarlo al verla apartó a la
muchacha rápidamente.
— ¡Cloe!— exclamó asustado. Ángela sonrió mirando a Cloe.
Ella solo dio media vuelta y salió de ahí rápidamente antes que Giancarlo pudiera
alcanzarla pero eso no fue así ya que él llegó rápidamente hasta ella sujetándola del
brazo.
— ¡Suéltame!— exclamó dolida y molesta sacudiéndose bruscamente.
—Cloe déjame explicarte, no es lo que tú piensas.
— ¿Ah no? ¿y que se supone entonces?
—Suéltame que es bastante tarde como para estar gritando aquí, déjame y vuelve junto
a esa mujer a terminar lo que estaban haciendo y perdón por interrumpir.— Cloe corrió
escalera arriba entrando a la habitación y ya no pudo aguantar las lágrimas.
Giancarlo entro detrás de ella, se le partió el corazón verla llorando en la cama.—Cloe
mi amor, no pienses mal, ella me besó, yo bajé por un vaso de agua y ella estaba con
Carolina en la cocina hasta que ella nos dejó solos.
—Sí, los dejo solos para que hicieran lo que querían ¿verdad?— replicó ella
levantándose de la cama al ver como Giancarlo se acercaba a ella.
—No es así Cloe, ella fue la que me besó y tú apareciste en ese momento.
— ¿Y que hiciste tú para evitarlo?— acotó Cloe y el se sintió mal por lo ocurrido, no
había tenido la culpa de que la osada muchachita había saltado por el para besarlo en
el preciso momento en que Cloe apareció y los vio en tan incómodo momento.

—Por favor Cloe, por favor. — rogó Giancarlo con el corazón latiendo a mil.
— ¿Para que me trajiste aquí Giancarlo eh? ¡Contéstame!— lo golpeó en el pecho
varias veces y él no puso objeción alguna al ver a Cloe con lágrimas en los ojos, hace
mucho no la veía de esa manera.
—¿Me trajiste para que Giancarlo?
—Eres el amor de mi vida Cloe, nunca te cambiaria por nadie. — río irónica.

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—No quiero dormir contigo Giancarlo, ve a otro cuarto o me iré yo, pero no compartiré
nuevamente la cama con un hombre que no me respeta.
—No Cloe por favor. — suplicó dolido.
—Escúchame pequeña por favor. — intentó sujetarla nuevamente de la mano pero ella
se sacudió. —Mañana mismo vuelvo a California Giancarlo, no pienso quedarme un
segundo más aquí y menos ver a esa mujer, tu quédate si quieres con ella, pásala bien,
pero no esperes que yo siga a tu lado.
— ¿Qué quieres decir Cloe?— ella lo miró con lágrimas en los ojos.—Que tú ni nadie
se burlara de mí. — Jamás me burlaría de ti nena, eres muy importante para mí,
deberías saberlo. — dijo el saliendo de la habitación muy dolido porque Cloe no creyó
en su explicación.
Ella se acostó nuevamente en la cama y lloró desconsoladamente como hace tiempo
no lo hacía de hecho aprovecho ese momento para descargar todo lo que tenía
guardado, que ni ella misma sabía.
Esa mañana Cloe despertó decidida a marcharse, estaba empacando su maleta
nuevamente cuando Giancarlo entró a la habitación. Ambos se miraron fijamente sin
decir nada.
—No dejaré que te vayas sola Cloe iré contigo así no quieras saber nada de mí. — dijo
con los ojos hinchados y ojeroso, era obvio que tampoco había dormido nada al igual
que Cloe.
—Mandaré preparar el jet. — dijo saliendo sin esperar respuesta dando un portazo al
salir.
Cloe no quería salir de la habitación, no quería ver a nadie, se sentía mal, traicionada,
hasta que escucho que alguien tocó la puerta y Catalina asomó su cabeza por ella.—Mi
amor, ¿Puedo pasar?— dijo suavemente, Cloe solo movió la cabeza asintiendo.
— ¿Qué pasó mi amor?— Catalina tomó asiento a su lado en la cama sujetándola de
mano, ella solo mantuvo la cabeza agacha con lágrimas.
—Me dijo Giancarlo que te quieres ir. — volvió a hablar Catalina al no obtener
respuestas.
Ella negó moviendo la cabeza. — No debí venir aquí.
—Oh cariño ¿porque lo dices?
—Encontré a Giancarlo en la noche besándose con la amiga de Carolina. — Catalina
se cubrió la boca con una mano sorprendida. — Pero eso no puede ser.
—Pues sí, y lo hizo en mis narices y no pienso quedarme un segundo más aquí, no sé
para que me trajo si quería besuquearse con otra.
—No, no, no cariño debe haber una explicación, Giancarlo te ama, te adora. El me lo
dijo cariño, jamás vi a mi hijo de esta manera, está enamorado de ti.
—Pues no se nota. —Esa muchachita me va a oír. —No. — dijo Cloe sujetándola de la
mano.— No quiero problemas por favor, no quiero montar un espectáculo, yo
simplemente me iré y que Giancarlo haga libremente lo que quiera hacer.Catalina volvió
a negar. — El conoce a esa muchacha hace años, desde pequeña, nunca le vio con
otros ojos, nunca pasó ni pasará nada entre ellos y más ahora que el te ama.
—Piensa bien las cosas Cloe no te apresures por favor mi vida. — Catalina acaricio el
pelo lacio de Cloe, la quería mucho, desde que la conoció quedó maravillada con ella,
por su forma de ser tan sencilla, ella podía oler a kilómetros las intenciones de las
mujeres y ella era sin duda una muchacha decente.
—Piensa bien cariño, no tomes las cosas a la ligera y luego te arrepientas. — Catalina
dio un apretón de mano a Cloe levantándose y dejándola nuevamente sola.
Ella pensó por largos segundos, era verdad Giancarlo la amaba, se lo había
demostrado, si no la amaba no la traería con su familia. Tal vez Catalina tenía razón y
debía hablar con él.

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Decidió salir de la habitación en busca de Giancarlo, bajando las escaleras, buscándolo
por toda la casa, ya que no sabía dónde podría estar, hasta que escuchó risas y unas
voces que ya le eran conocidas.
No quería hacerlo pero sus piernas la obligaban a quedarse a escuchar lo que decían.—
Juro que no soporto a esa estúpida, pensé que Giancarlo vendría solo y que ibas a tener
la oportunidad con él, pero verla llegar con esa idiota que dice ser su novia me dio tanto
coraje. — Cloe escuchaba atentamente lo que su cuñada Carolina estaba diciendo.
— ¿Y cuéntame qué pasó anoche con mi hermano?
—Uy la verdad solo lo besé aunque él se resistió e intento apartarme pero no se lo
permití y no pasó gran cosa porque la mustia esa apareció y arruinó todo y el tonto de
tu hermano corrió detrás de ella. — Carolina echo una sonora carcajada.
— ¿Ella vio el beso? Eso es genial, de seguro se ira de aquí, espero que si.
—Si. — Contestó la muchacha riendo. — y al parecer estaba muy molesta, pero luego
Giancarlo se molestó conmigo y me reprochó lo que hice.
—Haa, tonto, no le hagas caso, ya veremos cómo hacemos para que caiga porque lo
quiero ver contigo no con esa idiota.— dijo Carolina y a Cloe se le oprimió el pecho, y
luego sintió una tremenda rabia recorrer su cuerpo, por eso Carolina la odiaba porque
quería a su hermano con su amiga. Apretó los dientes furiosa alejándose de ahí, ya no
quería escuchar nada, ya no necesitaba, todo estaba claro.Caminó buscando con más
ansias a Giancarlo para hablar con él, hasta que lo vio entrando a la casa con los ánimos
por el suelo, el rostro totalmente desencajado y con los ojos hinchados como si hubiera
estado llorando.
Levantó la vista posando en Cloe y la miró fijamente, ella caminó a paso lento hasta
quedar frente a él.
— ¿Podemos hablar?— preguntó bajito. El no dijo nada, se mantuvo mirándola en
silencio.

—El jet está listo para volver. — dijo con la voz descompuesta.
—Podemos hablar. — Volvió a repetir Cloe. — el solo asintió levemente, Cloe giró sobre
sus talones y caminó escalera arriba, el la siguió embelesado, toda ella lo volvía loco y
aun no entendía como eso podía ser posible. Entraron a la habitación y el cerró la puerta
detrás de él.
— ¿Puedes ponerle seguro?— pidió Cloe, el extrañado la observó pero finalmente lo
hizo.
—Te escucho. — dijo Giancarlo impaciente por saber lo que Cloe le diría esperando lo
peor, con un gran nudo en la garganta.
—Discúlpame. — dijo soltando el aire que tenía, el la miró sin mover un solo músculo.
—Discúlpame por haberte acusado y no darte el beneficio de la duda, pero entiéndeme,
te vi ahí besando a esa, esa… — Cloe apretó los labios para no insultar a Ángela.
Giancarlo caminó a paso lento hasta posarse frente a ella, sin decir nada solo mirándola
hasta que llevó su mano hasta su nuca y en forma brusca la pegó a su boca sin
más.Giancarlo gruñó en sus labios pero la siguió besando.
—No te sería infiel jamás Cloe. — Susurró en sus labios.— Ángela fue la que me
sorprendió con ese beso y en ese momento llegaste tú y no me dejaste que te explicara,
esa niña no me gusta, jamás lo ha hecho, jamás lo hará.
—Lo sé, lo sé. — balbuceó Cloe.
—Y no, no te disculpo Cloe, me has hecho mierda anoche. — dijo y ella abrió grande
los ojos.
Se alejó de ella y Cloe sintió una opresión en el pecho. Observo como tomó asiento en
el borde de la cama.
—Ven aquí. — exigió Giancarlo, ella mordió su dedo pulgar caminando lentamente.

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Cloe intento entrar entre sus piernas pero el bruscamente sin nada de delicadeza la
sujeto de la cintura y la recostó sobre sus piernas dejando su culo al aire.
—No vuelvas a hacerme esto Cloe porque cada vez que intentas dejarme me haces
mierda. — Levantó el vestido de Cloe hasta su cintura, dejando su culo al descubierto.
Giancarlo gruñó al ver la pequeña tanga que Cloe tenía y se le perdía entre sus blancas
y bien formadas nalgas.
—Pequeña recibirás tu castigo porque estoy furioso contigo ¿Sabes? Por dudar de mi
amor por ti, por poner en duda todo lo que siento por ti, nena.
Cayó la primera palmada y Cloe gimió despacito mordiendo su labio.
Cayó otra nalgada más fuerte escuchándose el golpe de la mano de Gian con la ya
sonrojada nalga de Cloe y apenas iban dos azotes.
Así siguió con las nalgadas hasta contar ocho, en ambos redondos culo de Cloe.
Ella podía sentir la dureza de Gian debajo de su vientre, lo sentía a punto de explotar
debajo de su pantalón y ella completamente empapada.
— ¿Te gusta esto pequeña? ¿Te gusta como te magreo el culo?
—Ujum. — jadeó ella totalmente excitada, jamás pudo imaginar que le placería tanto
que le azotaran el culo pero ahí estaba ella, recibiendo gustosa las nalgadas, que más
que castigo eran un premio para ella.—Levanta más el culo. — exigió él y ella lo hizo
subiendo y exponiéndolo más para él.
Cayo dos palmadas más y ya no puedo aguantar gemir fuerte. — Vamos a ver cómo
estás por aquí. — dijo Giancarlo sonriendo de lado y hundiendo su dedo entre los
pliegues de Cloe haciendo a un lado su pequeña braguita.
—Mira cómo estás amor, estás empapada. — ¡Gian!— gimió moviendo su culo hacia la
mano de Giancarlo.
— ¡Joder Cloe!— primero me tiras al suelo y me haces mierda y luego me llevas al cielo
mi amor. — dijo acariciando su culo redondo y dejando un mordisco en ellos.
Cloe dio un gritito en respuesta a su acto tan descarado.
—Gian por favor. — pidió ella y la levanto rápidamente sentándola sobre sus piernas a
horcajadas para devorarle la boca, ella se movía descarada sobre su verga tiesa y dura
mojando todo el pantalón de Giancarlo por la humedad de su vagina.
Giancarlo hundió nuevamente su dedo en el coño mojado de Cloe follandola con dos
de sus dedos, ella se empujaba contra la mano de su novio pidiendo más.— ¿Aun no
me vas a disculpar?— bromeó ella pero gimiendo a la vez.
—Estoy apunto nena, apunto de disculparte, falta un poco, solo un poco más.
Ella llevó sus manos en el broche de su cinturón para desprenderlo junto con su
pantalón para sacar su duro y grueso miembro de su encierro.
Saltando en todo su esplendor frente a Cloe, sin dudarlo Gian sacó sus dedos
levantando un poco a Cloe para encajarse en ella.
—¡Ah!— gimió fuerte y comenzó a saltar sobre él.
Giancarlo con toda la brutalidad del mundo rompió el ligero vestido que Cloe traía
puesto, liberando sus pechos.
—Hey era mi vestido favorito. — Cloe sonrió pero rápidamente borro su sonrisa al sentir
la boca de Giancarlo en sus pezones, que los mordía y chupaba como se le antojaba.
Ella lo sujeto de la cabeza y lo apretó a su pecho para que siga alimentándose más y
más de ella, mientras ella presa del placer que estaba sintiendo lo montaba como
loca.—No vuelvas a intentar dejarme Cloe porque juro que te amarro a la cama y te
follare por un mes para que ni siquiera se te pase por la cabeza dejarme. — jadeo Gian
mordiéndole el labio inferior.
—Y yo no quiero verte más cerca de esa tipa ni de nadie Giancarlo, porque yo te voy a
cortar los huevos y los tiraré bien lejos para que nunca más lo uses con nadie.—
Giancarlo la penetro muy fuerte en respuesta.
— ¿Aún si tú ya no lo volverás a usar?

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—Aun así. — gimió al sentir que Gian aumentaba sus embestidas para correrse juntos
ella gritando y el gruñendo ronco.
—Te amo amor. — ella se desplomó sobre su hombro.
— ¿Ya estoy disculpada?
—Con creces amor. — Cloe sujeto el rostro de Giancarlo con una de sus pequeñas
manos para que la mirara fijamente, sus ojos eran de un color precioso que la volvía
loca.
—La quiero lejos de ti Giancarlo, no quiero que se acerque a ti a medio metro, porque
juro que la ahogare en esa hermosa piscina. El soltó una sonora carcajada. — Que
violenta mi amor, pequeña pero salvaje.
—Ella no sabe que soy peor que la muñeca Anabel si es que quiere tocar lo mío. —
Giancarlo sonrió divertido.
—Eso sonó posesivo mi amor. — ¿No has escuchado eso que dicen que el alumno
superó al maestro? Pues así es cariño, soy peor que tú, así que o se mantiene alejada
de ti o cuida tus preciadas bolas de lo contrario sufrirás las consecuencias.
Giancarlo le mordió el hombro a Cloe ganándose un gritito.
— ¿Todavía quieres irte a California?
Ella movió la cabeza sonriendo. — No amor quedemos unos días más.
—Bien, bajemos amor a desayunar. — ella asintió y luego de cambiarse salieron de la
habitación para bajarse al comedor.
—Giancarlo que bueno que bajas para desayunar. — exclamó con la voz chillona la
amiga de Carolina al verlos entrar al comedor.
—Pensé que la mustia ya se iba. — Bramó molesta su hermana, el ya estaba cansado
de los desplantes de su hermana y ya no toleraría ni una mas y mucho menos los
jueguitos que hacía con su amiga para molestar a Cloe.—La que se va ahora mismo de
mi casa es Ángela, no quiero verla aquí durante mi estadía y la de mi mujer.
Capitulo 34. ¿Esto es para siempre?
Todos en el comedor quedaron atónitos al escuchar la voz gruesa y molesta corriendo
a Ángela de la casa.
Su madre Catalina quien entraba junto con su padre se habían quedado mudos pero
Catalina ya entendía porque y no discutiría la decisión de su hijo.
Cloe quedó perpleja al mismo tiempo, jamás imaginó que Giancarlo fuera capaz de eso
pero mentiría si dijera que no le alegraba que le diera su lugar.
Ángela no podía creer lo que el amor de su vida estaba diciendo, la estaba echando de
la casa, pero no puso objeción y se levantó lentamente de la mesa para marcharse.
—Tú no vas a ningún lado. — ladró rabiosa Carolina mirando con odio a Cloe a quien
odiaba aún más.
La tensión en el aire era tensa.— ¡Basta Carolina!— ahora fue el señor Antonio quien
levantó la voz caminando hasta posarse frente a ella.
Carolina se mantuvo en silencio ya que al único que le tenía miedo y respeto absoluto
era a su padre y Antonio casi nunca levantaba la voz si lo hacía era porque la situación
estaba fuera de control y necesitaba poner orden ya que era el hombre más tranquilo
y correcto.
—Ya fue suficiente, tu hermano y ésta muchacha vinieron a pasar un buen rato aquí
con la familia y tú solo has causado molestias desde que llegaron y ya fue suficiente,
Ángela solo te pido que te marches y vuelve cuando mi hijo y su novia se hayan
marchado, no es que no seas bienvenida pero este es un momento para la familia y te
agradecería que lo respetaras. — Pidió Antonio muy serio.
Todos guardaron silencio al escuchar al dueño y señor de la casa dar sus órdenes,
Ángela sin más camino saliendo del comedor seguido de Carolina quien echaba humos
por todos lados bajo la atenta mirada de sus padres y hermano.

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—Estoy tan apenada Dios Mío con ustedes, lo que menos quería era causar tantas
molestias, no sabía que mi visita causaría todo esto. — dijo Cloe realmente apenada.—
No cariño no digas eso, para nada, tu no causaste nada, es esa niña que no se que le
ocurre, algunas veces creo que es porque se le ha malcriado tanto que se comporta de
esa manera. — habló Catalina con una gran pena por Cloe. — Ay que ponerle limites
madre. — gruño molesto Giancarlo.
—Mi amor no te sientas mal por nada como dijo mi padre vinimos hasta aquí para pasar
un buen momento y es Carolina quien realmente está causando problemas. —
Giancarlo dejó un cálido beso en la frente de Cloe para reconfortarla un poco, la verdad
todo esto la ponía un poco mal, ya que jamás imaginó que su cuñada la odiaría de esa
manera sin ningún motivo.
—Bien, vamos a sentarnos en la mesa a compartir el desayuno. — habló Antonio
sonriendo mirando a Cloe con ternura, todos tomaron su lugar en la mesa y
compartieron un desayuno agradable.
—Cloe sabes, tú rostro me es familiar.— exclamó Antonio mirándola por unos
segundos, Giancarlo arrugó el ceño y Cloe lo miró sorprendida.
—¿De verdad?— preguntó ella curiosa.
—No sé de dónde pero he visto tu rostro en alguien más. — ella metió un pedazo de
pan a su boca parpadeando sin decir nada, no sabía a qué se refería.Giancarlo enarcó
una ceja en dirección a su padre.
—Ha, no me hagan caso, he conocido a tanta gente cuando me hacía cargo de las
empresas solo tal vez por eso.— exclamó Antonio sonriendo haciendo un gesto con la
mano restándole importancia al asunto, sin embargo una espinita se le clavó a Cloe en
el pecho.
—Cloe nos alegra tanto que estés con nuestro hijo, ahora estoy más tranquila al saber
que ya no está solo en ese país tan lejos de nosotros, de su familia. — dijo Catalina con
mucha ternura mirando a Cloe, amos se miraron con Giancarlo a los ojos sonriendo.
—Así es mamá no tienes nada de qué preocuparte, ahora tengo a ésta hermosa mujer
a mi lado y soy muy feliz. — confesó Giancarlo muy sincero mirando a Cloe a los ojos.
**
Dos meses había pasado desde que pisaron tierra italiana, dos meses que Cloe había
conocido a la familia de Giancarlo, después de haber pasado una semana compartiendo
con sus suegros que la recibieron afectuosamente, también su cuñado Dante y su mujer
Paula quien estaba a punto de tener a su bebé, de Carolina no volvió a saber nada,
esos últimos días ya ni siquiera se había cruzado con ella, le hubiera encantado
solucionar las cosas con ella antes de volver a California pero no fue así.Todo había
vuelto a la normalidad, Cloe sumergida en el trabajo y en el estudio cursando ya el último
año de la carrera de informática, solo un poco más, un poco más de esfuerzo y ya
tendría en sus manos ese título por el cual ha luchado tanto, y que a su madre le hubiera
encantado verla convertida en toda una profesional, pero ahora ella la cuidaba desde
el cielo.
—Cloe puedes venir un momento. — bramó con voz gruesa al otro lado del teléfono su
jefe Giancarlo, ya que las cosas en estos días no estaban de lo mejor, ya que al parecer
estaba habiendo un robo según Giancarlo y eso traía los humores muy alterados.
Ella caminó regia como siempre hacia la oficina de su jefe.
— ¿Qué necesitas D Luca?— preguntó ella entrando rápidamente a la oficina.
—Toma, mira esto. — Giancarlo le extendió unos cuantos papeles que ella lo tomó con
la ceja enarcada.
Comenzó a hojear y a revisar en silencio mientras Giancarlo lo hacía con los demás.
—No hay que ser muy inteligente para darse cuenta de que algo no anda bien. —
Giancarlo levantó la cabeza mirando a Cloe.—Así es y es lo que me temía Cloe, están
robando y no sé desde cuando, tendré que llamar a mi hermano para que envíe personal

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de confianza para que puedan revisar todos los papeles de por lo menos un año atrás
y ver desde cuando están desviando fondos y el monto exacto en número.
—Esto es grave Gian. — Lo sé mi amor, lo sé, lo están haciendo en mis narices, gente
que yo creí de mi confianza, pero ahora me doy cuenta que no puedo confiar ni en mi
propia sombra. — Giancarlo suspiró recostándose en su asiento.

—En mi puedes confiar cielo. — Dijo Cloe caminando hasta quedar frente a él recostada
en el escritorio, lanzando los papeles sobre la mesa.
Giancarlo la sujetó de las caderas metiéndola entre sus piernas.
—Y por eso te amo nena. Y discúlpame si ésta semana te he prestado poco o nada de
atención, pero esto me tiene tenso.— la sentó en sus piernas.— No te preocupes Gian
que yo entiendo, no tienes porqué excusarte solo que la falta de sexo en estos días me
tiene un poco…— ella jugó con la corbata de Giancarlo.—¿Un poco que, hermosa?
—Un poco caliente. — Gian sonrió acariciándole sus piernas.
—Te prometo que ésta noche te recompensaré mi bella Cloe. — ella inclinó su cabeza
besándolo en los labios acto que el profundizó al ver que ella se separaba de sus labios.
—Te amo. — exclamó ella y el sonrió con júbilo al escuchar esas dos palabras.
—Y tú no te imaginas cuánto. — le acarició los labios, sintiendo morir por dentro, lo que
Giancarlo la hacía sentir era increíble con solo besarla o acariciarla ella ya estaba
sumergida en un profundo éxtasis y quería más, más de él.Quería sentir sus grandes
manos recorrer su cuerpo, siendo tocada, besada, penetrada por su gran miembro. Se
mordió los labios al sentir como se mojaba completamente y solo fue un pequeño beso.
—Te dejaré seguir trabajando Giancarlo. — habló con la voz temblorosa, el la
observaba con adoración, sabía lo que le estaba sucediendo, sabía cuándo Cloe estaba
caliente por él, su rostro y su cuerpo la delataba, la forma en la que apretaba sus piernas,
o como se mordía ligeramente los labios o como se le marcaba la punta de su pezón
debajo de su vestido aunque llevará sostén la delataba.
Ella se levantó de sus piernas y caminó hasta la puerta no sin antes girar nuevamente
y observar a Giancarlo quien la miraba embobado.
Dio un suspiro hondo y salió finalmente dejando a Giancarlo empalmado. Se frotó el
rostro aturdido por todo lo que estaba pasando, se quedaba por horas a trabajar en la
oficina para poder ver las irregularidades que ahora eran notorias y cuando llegaba a su
casa ya Cloe se había dormido después de llegar de la Universidad.Ésta noche decidió
irse temprano a su casa para prepararle una sorpresa para compensar todo lo que le
había hecho faltar esta última semana. El siguiente día era sábado y por lo tanto podían
quedarse en la cama hasta tarde. Pero ahora tenía una cosa muy importante que hacer.
Suspiró hondo pasándose la mano por el pelo varias veces antes de marcar el número
de su hermano.
Esto no le iba a gustar a Dante.
— ¡Dante!
—¿Cómo estas hermano, que sucede?
Dante sabía que Giancarlo solo lo llamaba cuando había problemas, si era por otras
cuestiones personales solo intercambiaban mensajes.
—Tenemos problemas, serios problemas. — dijo Giancarlo mirando en la ventana
desde la altura de su imponente edificio.
—Si lo sé, de lo contrario no me llamarías, ahora dime sin rodeos.
—Nos están robando Dante. — dijo sin más.—¡Carajo!— escucho gruñir a Dante al otro
lado.— ¿Por qué lo dices Gian?
—Te enviaré ahora mismo los documentos Dante lo estuve analizando por días y ahora
ya no hay dudas, pero no sé quién, no sé desde cuándo y mucho menos puedo hablarte
de cifras.
—Envíamelos Giancarlo, lo revisaré y luego te volveré a llamar.

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—Está bien hermano.
— ¿Giancarlo?— dijo Dante cauteloso.
—Dime.
—No menciones esto con nadie, se discreto por favor.
—Sabes que sí, solo Cloe está al tanto de esto y ella es de confianza.
—Perfecto, espera mi llamada.
—Adiós Dante. — al cortar la llamada envío rápidamente al correo de su hermano todos
los informes mensuales y anuales, algunas facturas y notas de crédito que no
cuadraban, esperando que Dante le tenga una solución cuanto antes.Siguió trabajando
sin siquiera almorzar, Cloe le había llevado comida pero no probó bocado alguno, la
preocupación no lo dejaba estar tranquilo, solo quería que llegue la noche porque sabía
que su único calmante era esa pequeña mujer a quien quería hacer el amor hasta el
amanecer y decirle cuánto la amaba.
Como cada día Luke había llevado a Cloe a dejarla a la Universidad y luego pasaba por
D Luca a la empresa para llevarlo a su casa.
— ¿Dónde lo llevo dulce príncipe?— bromeó Luke nada más Giancarlo entro al auto.
Exhaló todo el aire que tenía. — ¿Cuándo será el día que dejaras de burlarte de mí?—
preguntó Giancarlo recostado un poco cansado en el asiento del auto.
—Nunca. — contestó el riendo para poner en marcha el auto.
—Anda Luke llévame a una florería y luego a comprar comida. — su chófer enarcó una
ceja mirándolo a través del retrovisor.
—¿Se puede saber qué hiciste ahora?
Giancarlo rodó los ojos bufando. — Nada no he hecho nada solo que tengo muy
abandonada a mi mujer y necesito consentirla.—Oh vaya, estás romántico hoy.
— ¿No puedo estarlo de vez en cuando Luke?— el movió la cabeza mientras manejaba.
—A las mujeres hay que tratarlas con amor, con paciencia, ellas son el aire de la vida,
las que le dan sentido a nuestras miserables vidas, por ellas se sufre, se llora, se muere
si es necesario.
—Wow Luke, que poeta resultaste, para no estar enamorado de nadie eso fue muy
profundo. — Luke sonrió de lado mientras Giancarlo lo miraba a través del retrovisor
achicando sus ojos.
—Lo voy a descubrir Luke, debo saber quién es esa mujer tan misteriosa que te trae
así. — su chófer echó una carcajada. —No hay nadie D Luca.
—Eso ni tú te lo crees hermano, yo creo que estás igual o peor que yo.
Luke suspiró alto, Giancarlo sabía que algo le pasaba pero si él no quería contar no lo
presionaría, respetaría su provacidad.
Llegaron de pronto a una florería Giancarlo compró dos ramos uno de rosa y otro de
tulipanes amarillos que a Cloe le encantaba.Pasó por una tienda de comida Italiana ya
que a Cloe le había encantado la comida que habían preparo en Italia y quedó fascinada
especialmente con el rissoto y un postre de chocolate porque a ella le encantaba el
chocolate blanco.

Al comprar todo lo que necesitaba Luke lo llevó a su casa y se dispuso a preparar todo
para lo que sería una cena romántica a la luz de la vela en el balcón de su penthouse.
Se duchó colocándose un chándal en color blanco con una remera sin cuello en color
negro ya que a Cloe le fascinaba es color en él y desde que Giancarlo supo los gustos
de ella comenzó a usar más esos colores todo para que Cloe lo viera cada día más
atractivo.
Descalzo caminó por el suave piso de Parquet de su lujoso departamento para terminar
de arreglar la mesa antes de Cloe llegara.
Luke la había ido a buscar, ella lo tenía idea de que Giancarlo había preparado todo eso
para ella y que la estaba esperando.

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Giancarlo con el ramo de tulipanes en sus manos la esperaba recostado en un mueble
que daba a la entrada, apenas ella se asomó por la puerta, lo vio y sonrió al instante.
—Hola. — saludó ella.
—Hola. — contestó él repasándola con la mirada, traía puesto un vestido en color negro
muy ajustado que lo había vuelto loco desde que la vio con esa ropa en la mañana.Ella
bajo su bolso y maletín en el mueble mientras él se acercó a ella lentamente.
—No son tan bellas como tú, pero sé que te gustan. — ella sonrió y en su interior miles
de emociones la hacían vibrar cada fibra de su cuerpo.
—Son hermosas. — contestó ella tomándolo en sus manos.
Giancarlo la sujetó del rostro y la besó como tanto anhelaba en toda la tarde.
—Ven. — exclamó el sujetándola de la mano para llevarla hasta el balcón donde ella
quedó maravillada con el ramo de rosas rojas en medio de la mesa de vidrio junto con
velas, una botella de vino blanco y la cena.
— ¿Lo hiciste tú Gian?— volteó hacia él sonriendo.
—Si me preguntas por la cena, mi respuesta es no, no herviría el agua sin que se me
queme.— dijo y Cloe soltó una carcajada.— Pero el resto sí, bueno esto de las velas y
todo si, pero las flores tampoco las hice yo, no me veo cortando flores del vecino o
juntándolo de algún campo, de hecho no estaría aquí aún si hubiera hecho eso, aunque
hubiera enviado a Luke a juntarlas mientras yo lo esperaba en el auto mientras veía
como le comía los mosquitos y las abejas.— sonrió de lado mientras que Cloe rió
nuevamente para enrollar sus brazos al cuello de él.—Te amo Giancarlo D Luca.
—Yo te amo a ti princesa. — Ahora déjame ir a bañarme cinco minutos me pongo una
ropa cómoda y bajo. — el hizo una mueca con los labios porque quería tenerla así toda
la noche, pero si ella se sentiría mejor así no pondría objeción.
—Eres la que manda mi reina. — exclamó mordiéndole las orejas acto que la hizo gemir
y apretar las piernas, robándole un beso corrió escalera arriba para ducharse
rápidamente y colocarse apenas una bata de seda negra sin nada de bajo, ella estaba
ardiendo de deseo por él, llevaba tres días sin tener sexo, ya que cuando él llegaba ella
ya estaba dormida, pero esto que había hecho reemplazaba cualquier cosa.
Ella estaba súper mojada y no era por la ducha, su intimidad estaba empapada
queriendo sentir a Giancarlo entre sus piernas, untó crema por todo su cuerpo, se había
lavado bien su sexo pero aún así no dejaba de mojarse, y sus pezones erectos como
una roca, moría por que la hiciera suya hasta olvidar hasta su nombre.
Giancarlo mientras tanto había servido dos copas de vino bebiéndose el suyo lento, sin
prisa y disfrutando el momento mientras admiraba las luces de la hermosa ciudad desde
su balcón en el décimo piso del edificio.Cuando sintió unas calidad manos abrazarlo
desde atrás rodeando su cintura, el aroma que desprendía su cabello y el shampoo de
baño lo volvía loco. Giró hacia ella para observarla y su respiración se cortó al instante
al verla con la pequeña bata que transparenta a su cuerpo, sus pezones se miraban
duro bajo la bata de seda, su pequeña cintura amoldada al pequeño cintillo que ataba a
su cintura y sus piernas suaves y gruesas totalmente descalza al igual que él, con el
pelo aún húmedo por la ducha.
Suspiró hondo quedando a centímetros de su rostro.
—Mi pequeña Cloe, me haces feliz. — confesó y ella se estiró de puntitas para besarlo.
Giancarlo de pronto con un pequeño control en la mano encendió una ligera música.
(Ed Sheeran, Thinking out Loud) ofreciéndole la mano para danzar junto a él, mientras
Giancarlo se aferraba a su cintura pegándola a su cuerpo y se movían al compás de la
música.
—Gracias. — dijo él de pronto extrañando a Cloe.
—¿Por qué?— pregunto ella sonriendo.
—Por haberme elegido entre tantos hombres, por haberme dado la oportunidad a pesar
de que fui un maldito idiota.A ella se le arrugó el corazón al escuchar eso, de hecho

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hace tiempo lo había perdonado para solo limitarse a amarlo como él lo hacía, porque
lo bueno que había hecho hy había superado todo lo malo del pasado.
—Te elegiría mil veces Giancarlo.
— ¿Esto es para siempre nena?
Ella afirmó moviendo la cabeza. — Siempre que tú lo quieras, esto es para siempre. —
dijo ella para luego Giancarlo tomarla de la cintura y ella por instinto propio enrolló sus
piernas en la cintura de él, mientras que él la bajó de golpe sobre su duro miembro lo
que la hizo gemir al sentir la dureza y la grandeza de él.
Giancarlo comenzó a besarla con hambre abarcándole toda la boca.
—Por favor, tómame. — pidió ella.
—No. — dijo él despegándose a duras penas, ella jadeo decepcionada.
—Quiero que comas bebé. — dijo besando su cuello mientras Cloe echaba su cabeza
hacia atrás.
Ella meneaba su pelvis sobre el duro miembro de él. Giancarlo la sujetó fuerte de la
cadera para parar sus movimientos.— ¡Vamos a calmarnos amor!— pidió jadeando. —
Quiero que la cena sea como planeé, tendremos toda la noche, la madrugada y la
mañana para amarnos. — Ella se mordió muy fuerte los labios asintiendo. Así como
estaban Giancarlo se sentó en la mesa con ella a horcajadas.

—Te daré de cenar. — ella tragó grueso mientras él se estiró sobre la mesa para tomar
el tenedor y un poco de rissoto para llevar a la boca de su novia.
Ella abrió la boca lentamente muerta de deseo y saboreo el delicioso sabor de esa
exquisita comida.
— ¿Te gusta?— preguntó ronco, en realidad ya no sabía porque preguntaba, si era por
la comida o por todo esto que estaba pasando.
—Tengo hambre. — confesó ella casi gimiendo.
—Giancarlo volvió a meterle el rissoto en su boca para luego empujar con su dedo
pulgar metiéndolo a la boca. — Te voy a alimentar mi amor, quedarás bien satisfecha
con el postre.— dijo y ella comenzó a moverse sobre su hombría. Ambos hablaban en
doble sentido y la tensión sexual entre ellos era demasiado.
Giancarlo abrió la bata de Cloe sin poder aguantarlo más y ella recostó su espalda en
el borde de la mesa así con las piernas a cada lado de la silla de Giancarlo
permaneciendo en sus piernas, sentada a horcajadas.—Yo también tengo hambre
Cloe. — dijo acariciándola desde el cuello bajando por sus increíbles pechos hasta su
abdomen y más abajo hasta su sexo húmedo donde introdujo dos dedos de golpe, esos
dedos que casi la llevaron al cielo.
Giancarlo rápidamente se puso de pie con Cloe colgada en su cintura. Y lentamente la
bajo sobre la mesa de vidrio haciendo a un lado los platos que casi no se había usado
para recostarla ahí, así como lo lo estaba deseando.
Cloe sintió el frío tocar su espalda, mientras observaba como Giancarlo tomaba el pote
de chocolate.
— ¿Qué harás Giancarlo?— preguntó con la respiración acelerada, él sonrió de lado
sacándose la remera por la cabeza.
—Me voy a alimentar mi amor. — dijo riendo oscuro, travieso y Cloe sintió morir un
poco más.
Capitulo 35. Secretos
Giancarlo tomó el pote de chocolate y comenzó a untarlo y a extender por toda la vagina
de Cloe mientras ella permanecía recostada sobre la mesa de vidrio y la bata dejaba al
descubierto su hermoso cuerpo, Giancarlo la admiraba desde su posición, era una
verdadera obra de arte con las piernas abiertas, los talones apoyados en la mesa
dejando bien abierta sus piernas.

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Su vagina estaba completamente cubierta por ese delicioso postre, dulce y amargo y D
Luca no dudó en pasar su dedo por sus pliegues recogiendo un poco ese delicioso
chocolate para llevarlos a la boca que chupo su dedo con vehemencia.
Cerró sus ojos disfrutando de la mezcla de los fluidos de Cloe con el amargo del
chocolate.
— ¡Deliciosamente adictiva!— dijo sonriendo mientras Cloe se mordía los labios
observándolo desde su posición recostada en la mesa.
—Giancarlo, estás jugando con mi cordura. — gimió presa de la calentura que sentía.—
No solo jugaré con tu cordura nena, jugaré con todo lo que me pertenece por derecho.
— gruñó hundiendo su rostro entre las piernas de Cloe y lamió toda su vagina de arriba
abajo deleitándose con tanta delicia de coño.
Mientras ella se retorcía de placer al sentir semejante lengua y labios que hacían
estragos en su interior con una maestría única y salvaje.
Movió su pelvis contra el rostro de ese hombre que la estaba volviendo loca, al chuparle
y mordisquearle su parte más sensible, hasta que ya no soportó tanta excitación y se
corrió con ganas en la boca de Giancarlo quien no le daba tregua chupando y comiendo
todo de ella. Deleitándose de su increíble sabor que lo prendía mucho.
Giancarlo se levantó lamiéndose los labios con una sonrisa lobina en su rostro viendo
cómo Cloe aun se recuperaba de tremendo orgasmo.
Ella levantó medio cuerpo apoyando las palmas de sus manos sobre la mesa para mirar
con descaro y coquetería a Giancarlo quien Lucía exageradamente apetitoso.
—Mi turno de comer mi postre. — canturreó la traviesa Cloe levantando sus cejas y
aunque Giancarlo estaba muy empalmado no pudo evitar echar una carcajada ante
semejante descaro.— ¿Que me harás pequeña golosa?— preguntó él repasándola sin
vergüenza alguna.
Saltó de la mesa caminando hasta él, Giancarlo sonrió de lado al ver a Cloe tan pequeña
ante su gran tamaño y le excitó aún más saber que cuando la rumaba la podía partir en
dos si se lo proponía pero ella aún siendo tan pequeña, podía adaptarte a él y soportar
su tamaño y su brutalidad.
Ella se pegó al cuerpo de Giancarlo para besarlo y toquetearlo como tanto quería
hacerlo ayudándolo a despojarse de su remera para dejar al descubierto su majestuoso
abdomen, ese abdomen duro y trabajando que la había delirar, y más cuando había
días en la que ella lo observaba o más bien espiaba al entrenar a muy tempranas horas
antes de la mañana antes de ir a la oficina, una hora de entrenamiento al día era su
rutina casi diaria y ella alucinaba al verlo sudar y ejercitarse de esa manera.
Llevó una de sus pequeñas y traviesas manos al tronco duro de Giancarlo masajeándolo
de arriba abajo, deleitándose con su tamaño, un tamaño majestuoso que la hacía delirar
cuando estaba dentro de ella.
Tomó el pote de chocolate en su mano para introducir su dedo en él y llevarlo hasta el
pecho desnudo y suave de Giancarlo y pasearlo por él bajando a su abdomen, el sonrió
de lado al verla a ella jugando traviesa. Y ella sin esperar más deslizó su dedo hasta
llegar a la cinturilla de su chándal.—Quiero que te lo comas todo nena y no quiero ser
suave. — exclamó Giancarlo, ronco y con ganas de joderla muy duro.
—No quiero que lo seas. — contestó ella poniéndose de rodillas ante él bajando su
chándal hasta su rodilla y dejando ver su duro y gran miembro apuntando hacia ella.
Cloe se relamió y mordió sus labios al ver como su verga chorreaba emocionado, llevó
su dedo índice hasta la punta recogiendo la gotita que salía de él, llevándosela a la
boca.
El grupo al ver semejante osadía formando puños con sus manos para no tocarla aún.
Cloe comenzó a pasar el chocolate por el duro tronco de Giancarlo hasta cubrirlo por
completo, para luego llevar deseosa su lengua hasta allí y comenzar a lamerlo y
chuparlo con glotonería.

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Giancarlo jadeaba y gruñía en respuesta, nunca se sintió tan maravillado con lo que ella
le estaba provocando.
—Eres magnífica, única mi amor. — confesó excitado.
Mientras la llevaba y traía hacia delante y atrás guiándola , sujetándola de la nuca para
que se tragase toda su polla.El chocolate había desaparecido en la boca de Cloe ahora
solo quedaban hilos de saliva escurriendo de sus labios por tan feroz cogida.
Apunto de correrse Giancarlo la sujetó del pelo y la levantó rápidamente sin medir su
fuerza y apoyándola en la mesa acostándola medio cuerpo sobre el vidrio ahí la penetró
sin compasión, hundiéndose en ella sin pena, sin culpa, sin remordimientos.
Ella entregada al placer solo gemía una y otra vez sin importar que alguien desde otro
balcón de otro edificio la viera siendo follada por ese hombre tan impresionante y saber
que existía esa pequeña posibilidad la excitaba aún más. Últimamente en cuanto al sexo
era más desinhibida.
D Luca la sujetó del pelo arqueando su espalda, entrando y saliendo de ella con absoluta
maestría, él estaba enloqueciendo por la estrechez de su coño y ella estaba alucinando
por el grosor de su increíble miembro que la estaba partiendo en dos, en tres, ya no
sabía ni a qué número llegaba, solo sabía que lo estaba sintiendo como nunca jamás
pensó.
Con un ágil movimiento la levantó de la mesa la sujetó de su culo con ambas manos y
la llevó consigo haciendo que Cloe rodee con sus piernas su cintura, para ensartarla
nuevamente con locura y frenetismo y salvajismo.Esa noche recién comenzaba, esa
noche la haría suya de todas las formas posibles como nunca, como a nadie,
fundiéndose en cuerpo y alma, olvidándose de los problemas de la empresa,
olvidándose del mundo entero, esa noche solo existían ellos en ese hermoso balcón
donde sus bocas gritaban cuanto lo estaban disfrutando y que amanecerian fundidos
amándose, entregandose en un acto de lujuria y pasión.

El fin de semana habían decido no salir del departamento pues sería un momento para
ellos, querían dedicarse tiempo uno al otro, y lo hicieron, y disfrutaron de sus cuerpos,
gozándose y entregándose mutuamente como hace tiempo no lo hacían.
Giancarlo en ese placentero y relajante fin de semana recibió la llamada de su hermano
para avisar que Leonardo su gerente financiero iría a California para investigar el fraude
que estaba sucediendo en la compañía, era el más indicado en esto.
Leonardo Greco era un hombre preparado, recibido de la universidad con honores en
su carrera.
Giancarlo sonrió satisfecho pues sabía que no había otra persona más idónea para el
trabajo.
Dante pidió a su hermano que lo hospedará en su casa hasta que dure la investigación
y Giancarlo por supuesto jamás negaría nada a sus amigos.
Llegaría el martes para comenzar con el trabajo.Giancarlo D Luca estaba esperando a
muy tempranas horas de la mañana a su querido amigo Leonardo Greco, quien llegaria
en unos minutos y así lo hizo y sonrió al verlo bajar del jet de su hermano, inclinó su
cabeza para mirar detrás de él, y así apreciar a la diminuta pero coqueta mujer que
bajaba detrás de él.
Negó agachando la cabeza una y otra vez, pues imaginó a Cloe de esa manera tan
pequeñita a su lado.
—Leonardo Greco que placer tenerte aquí amigo. — saludó acercándose a él para
envolverlo en una abrazo con palmadas en la espalda.
—Caray Giancarlo tengo que venir de tan lejos para cuidar tu culo. — bromeó Greco, y
ambos rieron hasta que Giancarlo posó su vista detrás de Leonardo.

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Entonces Leonardo giró su rostro y observó a Isabela su secretaria quien miraba con
absoluta admiración a Giancarlo cosa que molestó de sobre manera a Leonardo hasta
el punto de sentir celos.
—Giancarlo te presento a Isabela, mi secretaria.—Isabela, él es Giancarlo D Luca el
hermano de Dante.
Giancarlo detalló a Isabela de pies a cabeza para luego sonreír, sabía que Leonardo
tenía interés en ella, no era solo su secretaria, entonces tenía que molestarlo de alguna
manera para ver su reacción.
—Mucho gusto señor D Luca. — saludó Isabela mientras que él extendió su mano para
saludar a la pequeña mujer abarcándola por completo.
—Mucho gusto Isabela. — habló Giancarlo en un tono seductor, solo para molestar a
Greco, mientras que su amigo arrugaba el ceño al ver la escena mientras gruñía y D
Luca reía divertido.
—Vaya Leonardo, la última vez que me fui tu secretaria era otra, pero déjame decirte
que ahora tienes una secretaria hermosa. — Isabela se sonrojó agachando la cabeza
ya que al estar frente a ese impresionante hombre la ponía nerviosa y un poco deseosa,
no todos los días se veía a un hombre como él.
—Cuida tus palabras viejo si no quieres que Cloe te corte los huevos. — bromeó
Leonardo ya que meses atrás había conocido a Cloe en la casa de la familia D Luca.—
¿Celosito Leoncito?— bromeó Giancarlo.
—Déjate de tonterías. — gruñó su amigo palmeandole la espalda a Giancarlo.
—Me dijo Dante que no quisiste quedarte en mi casa.
—No descuida Giancarlo ya reservé una habitación en el hotel. — D Luca al escuchar
eso soltó una carcajada y se dispuso a caminar hasta el auto, mientras que Leonardo
tomó las maletas de su secretaria para caminar también hasta el auto para dirigirse al
hotel.
Al subir al auto Leonardo dio las indicaciones a su amigo para llevarlo al hotel y veinte
minutos después habían llegado a destino.
—Te enviaré un chófer Leonardo. — añadió Giancarlo antes de que bajarán del auto.
—Gracias Gian, estaré para las ocho, tomaremos una ducha y nos vamos para la
empresa.
—Perfecto, ya te preparé una oficina para que puedas trabajar a gusto y tranquilo, nos
vemos Isabela. — agregó Giancarlo con una sonrisa.
Leonardo negó celoso y D Luca echó una carcajada antes de poner en marcha el
auto.Ahora pasaría por Cloe a su casa para ir juntos a la empresa, hoy era el día libre
de Luke por tanto enviaría a uno de los choferes de la empresa a buscar a Leonardo y
su sexy secretaria.
Cloe ya lo estaba esperando en el estacionamiento privado, al ver el auto de Giancarlo
se montó en él sin perder tiempo.
— ¡Mi amor! — exclamó al verla.
Cloe dejó un beso en sus labios acariciándolo suavemente en el rostro.
— ¿Ya llegó?— Giancarlo achicó sus ojos mirándola antes de poner en marcha el auto.
—Sí y tienes prohibido mirarlo, todavía no me olvido de “son naturales o lentillas”. —
Cloe echó su cabeza hacia atrás carcajeándose al escuchar a Giancarlo gruñir celoso
de su amigo.
—No tienes nada que envidiar querido, tus ojos y algo más abajo también son
impresionantes. — canturreó Cloe.
Giancarlo pinchó suavemente a Cloe en su muslo en tono de burla, pero en realidad si
estaba un poco celoso ya que no quería que su mujer mirara a otro hombre que no sea
él. Si así de posesivo era.—Pero no vino solo, trajo a su sexy secretaria. — bromeó
Giancarlo para ahora el causar celos en Cloe.

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Ella enarcó una ceja. — No creo que sea más bonita que yo. — dijo sonriendo levemente
mirando sus uñas.
—Oh si es muy bonita. — volvió a repetir.
—Ah entonces podríamos hacer un cambio. — dijo ella para seguir con las bromas, a
lo que Giancarlo apretó fuerte el volante frenando de golpe en el semáforo, volteando
hacia Cloe para fulminarla con la mirada.
—No juegues con eso. — Bramó molesto apretando los dientes.
Cloe rodó los ojos, Giancarlo no soportaba sus propias bromas. El resto de camino ya
ninguno de los dos siguió bromeando porque Giancarlo quedó serio después de lo que
dijo Cloe.
Las horas transcurrieron aprisa hasta que Leonardo Greco junto con su secretaria
Isabela llegaron a empresa.
Leonardo al ver a Cloe en su escritorio sonrió acercándose a ella, y ella levanto la mirada
para ver de quien se trataba y sonrió igualmente poniéndose de pie para saludarlos.
—Señor Greco que placer tenerlo aquí. — Lo saludó con dos besos en su mejilla y
Leonardo la abrazo con cariño. —Que gusto verte nuevamente Cloe, ya paso un poco
de tiempo. — Dijo Leonardo sin borrar su sonrisa, en verdad no podía negar que Cloe
era demasiado bella y que Giancarlo tenía suerte al tenerla.
—Si así es Leonardo. — Cloe sonrió para posar su vista en la mujer que lo acompañaba.
—Oh mira Cloe ella es Isabela, mi secretaria. —Oh mucho gusto querida, soy Cloe la
secretaria de Giancarlo. — Saludó ella con una sonrisa.
—Y novia, completa la frase Cloe. — bromeó Leonardo a lo que ella sonrió negando.
—Si Isabela soy novia de Giancarlo. — Un placer conocerte Cloe. — Isabela se acercó
a dejar un afectuoso abrazo saludandola, Isabela quedó maravillada al ver lo hermosa
que era Cloe, parecía una obra divina, su sonrisa, sus ojos, su color de piel, su pelo que
caía tan sedoso y lacio por su espalda. Ni Paula la mujer de Dante y mejor amiga de
ella le parecía tan hermosa como lo era Cloe.
— ¿Cloe se encuentra Giancarlo? — Preguntó Leonardo después de la cariñosa
bienvenida.—Si por supuesto ya te está esperando, puedes pasar. — Indicó Cloe a lo
que Leonardo asintió y caminó hasta la puerta de la oficina de Giancarlo adentrándose
ahí, mientras que Isabela había quedado esperándolo en la recepción.
—Querida por favor toma asiento. — Le indicó Cloe con la mano para que tomara
asiento en el cómodo sofá en la pequeña salita de estar mientras esperaba.
—Muchas gracias Cloe eres muy amable. — Cloe se encogió de hombros y resto
importancia con la mano. — ¿Quiere agua, café o algún sumo?— Preguntó Cloe
amable.
—No te molestes. — Tonterías, no es molestia cariño, te lo traigo en un momento.
—Está bien agua nada más. — indicó Isabela a lo que Cloe asintió caminando hacia la
sala de refrigerios. Después de un momento Cloe volvió con el vaso de agua y tomó
asiento junto a Isabela con una taza de café en su mano.
— ¿No crees que tu jefe o el mío necesitaran algo? — Preguntó Isabela dudosa, Cloe
solo se encogió de hombros sin darle mucha importancia.
—Si quieren algo que busquen ellos mismos para eso el creador les dio dos manos. —
contestó burlona soltando una carcajada junto con Isabela.— ¿Oye y tu eres solo
secretaria del ojiazul o son algo más? —Preguntó Cloe curiosa porque podia notar que
había algún tipo de tensión, Isa sintió el rostro arder.
—Solo soy su secretaria, bueno y algunos que otros roces y besos, tu sabes. — Habló
Isa agachando la cabeza un poco avergonzada.
—Deberías comértelo querida, está buenísimo. — dijo Cloe e Isa abrió los ojos muy
grandes, no pudiendo creer lo que escuchaba. Cloe volvió a reír al ver el rostro
desencajado de Isa.

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—Pero cariño a juzgar por tu rostro creo que si ya pasó algo más que solo besos. —
Cloe empujó su hombro contra el hombro de Isa moviendo las cejas divertida.
—Buenooo, si podría ser. — contestó ella mas desinhibida.
—Eso cariño disfrútalo pero no se lo pongas fácil, los hombres cuando lo tienen todo
fácil ya se creen los dueños del mundo, haz que se retuerce por el dolor de huevos.
—Parece que tú si sabes mujer. — replicó Isa, mientras Cloe echó su cuerpo en el
respaldar del cómodo sofá.
—Te hablo por experiencia hermosa, no creas que la he tenido fácil con el semi Dios.
— Isabela echó una carcajada al escuchar como lo llamaba.— ¿Fue un idiota? — Cloe
negó moviendo la cabeza. — No no fue un idiota, peor, fue un perro, un hijo de puta
un… — cuando iba a seguir insultándolo ambas voltearon hacia la puerta para verlos
salir como dos machos alfa.
— ¿Decías? — le dijo Isabela a Cloe sonriendo.
—Un delicioso hijo de puta y muy bien dotado. — dijo moviendo las cejas mientras Isa
la observaba y las dos rieron antes de ponerse de pie.
—Buenos días Isabela. — saludó Gian en tono seductor, mientras que Leonardo gruñía
celoso y Cloe rodaba los ojos. —Buenos días señor D Luca.
—Por favor Isabela dime Giancarlo. — Isa solo asintió sonriendo.
—Ya señor Don Juan, deja de coquetear con Isa frente a mis narices. — Lo reprendió
Cloe, Leonardo se carcajeó mientras que Giancarlo se acercó a ella tomándola de la
cintura.
—Mi amor, tu sabes que solo tengo ojos para ti, mi pequeñita, no te pongas celosita. —
dejó un apasionado beso en sus labios al que Cloe no pudo resistir a corresponderle.
—Bien Leonardo vayamos a tu oficina para instalarte de una vez y comenzar con el
trabajo. — indicó Giancarlo una vez despegado de su mujer y se dirigieron a la oficina
casi cerca de presidencia.
Al día siguiente Leonardo junto con Isabela seguían con la revisión de papeles, hasta
que Giancarlo irrumpió en la oficina sin aviso encontrando a ambos en una escena
comprometedora. Giancarlo carraspeó llamando la atención de la parejita quienes se
separaron al instante. —Perdón, ¿interrumpo algo? — preguntó Gian en tono burlón sin
borrar la sonrisa de sus labios.
—No interrumpes nada, pasa. — Buen día Isabela. — Giancarlo volvió a dirigirse a
Isabela en tono seductor pero burlón al mismo tiempo, caminando hasta tomar asiento
frente al escritorio de su amigo.
—Buen día, con permiso iré a traerles café si desean. — Agregó Isabela.
—Por favor. —pidió Giancarlo volteando levemente su cabeza para mirarla a lo que
Leonardo lo fulminó con la mirada. —Si harán algo pongan seguro. —D Luca sonrió
travieso.
—Cállate imbécil que no pasa nada. —Sí, aja, no pasa nada, pero no fue eso lo que vi.
—Si ya entendí, a ver pregunta lo que quieras saber porque estoy seguro que no me
dejaras en paz. — Giancarlo echó su cabeza hacia tras soltando una tremenda
carcajada.—Nada, lo que está a la vista no necesita anteojos, se como la miras, te
pones posesivo von ella, para no decir celoso, la devoras con la mirada Leonardo y sé
que son más que jefe y secretaria. ¿O me equivoco?

Leonardo se frotó el rostro, suspirando hondo. —Hay algo más. — confiesa Greco. —
Pero es solo sexo y nada más.
— ¿Sexo y nada más? Vaya pensé que eras más inteligente. — Reclama D Luca.
— ¿Perdón?- — Pregunto Leonardo casi ofendido.
—A ver Leonardo si fuera tú no perdería mi tiempo con esa mujer, dejaría de hacerme
el tonto y la haría mi novia. — D Luca lo señala con el dedo. — Esa mujer vale la pena,
vale los riesgos.

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— ¿Tu dándome consejos después de todo lo que le hiciste pasar a la pobre de Cloe?
— Si Giancarlo e había contado todo a sus amigos lo idiota que había sido con Cloe en
su última visita a la empresa, cuando fue a Italia meses atrás.
─Justamente por eso hermano, fui tan perro con ella, la hice sufrir tanto que cuando la
vi en brazos de otro ahí me di cuenta que estaba enamorado de ella y la estaba
perdiendo, le, jugué sucio y de la peor forma y me arrepiento tanto de haberlo hecho,
pues es una mujer sensacional, no creo encontrar otra que me ame como ella, pero
tarde mucho en darme cuenta y tú Leonardo vas por ese mismo camino…─No, lo
nuestro está claro, ni ella ni yo tenemos sentimientos, es solo sexo ya está
aclarado…─¿Estás seguro que no hay sentimientos? Es decir ¿de parte de ella por lo
menos?—Leonardo lo miró fijo.
─Ni siquiera lo sabes Leonardo, tú solo piensas en ti y no piensas en ella, solo espero
que no la lastimes, de verdad se le nota que es una buena chica, no como tus demás
secretarias.
─Lo es Giancarlo es una buena mujer y muy eficiente, D Luca asiente sonriendo…─Te
propongo algo, vayamos hoy al club a beber y a estar con nuestras mujeres, vayamos
los cuatros a divertirnos ya que después de tanto tiempo has venido a California.
─Me parece bien viejo, iremos al club esta noche a divertirnos un poco…─Perfecto y
dime ¿Cómo vas?— preguntó D Luca preocupado por el robo que estaba ocurriendo en
la empresa.
─Esos hijos de puta hicieron bien su trabajo, pero siempre dejan cabos sueltos Gian, a
mi nada se me escapa ya estamos revisando todos los informes y por lo que me he
podido dar cuenta es que solo lo están haciendo desde este año, algunos meses, no es
tanto el desvío de dinero, pero si una suma considerable al parecer, por eso auditoria
no lo había detectado tiempo atrás porque esto que están haciendo es apenas unos
meses…─Con permiso.— entró Isabela con las dos tazas de café se la entrega a
Giancarlo y otro a su jefe.Isabela vuelve a su lugar volviendo a concentrarse en su
trabajo, Giancarlo guiñó un ojo a Leonardo para molestarlo mientras que él solo negó
sonriendo.
─ ¿En que estábamos?
─Si, como te decía Giancarlo, esto será más rápido de lo que pensé, en unos días
tendrás mi informe final en tus manos y tengo entendido que Iam estará viniendo luego
para proceder según me indicó Dante…─Si me lo ha dicho también…─¿Pero no han
sospechado nada con nuestra presencia?
─No lo sé, pero por el momento todo se mantiene en orden, se habrán preguntado de
tu presencia pero solo lo sabemos yo y Cloe, nadie más, así que es imposible que lo
sospechen algo.
─Perfecto, así será más rápido agarrar a los culpables, pero a juzgar por lo que estoy
encontrando, gerencia financiera junto con Contabilidad deberán dar serias
explicaciones y devolver el dinero si no quieren que Dante deje en la calle hasta a sus
mascotas.
─Si conozco a mi hermano, es más me ha llamado estos dias más veces que en toda
mi vida. — Giancarlo rueda los ojos mientras que Greco soltó una carcajada, ambos
conocen muy bien a Dante D Luca y sabe lo vengativo que puede ser si se meten con
lo que es suyo.─Bien Leonardo, quedamos en la noche.— habló poniéndose de pie.—
Isa muchas gracias por el café estuvo delicioso.— bromea nuevamente. ─Ya ya entendí,
ya me voy.— Giancarlo soltó una carcajada saliendo de la oficina para dejarlos solos
nuevamente.
Esa noche los cuatro irían al club donde ya Cloe había ido en una ocasión y ya sabía
de qué se trataba el club.
Giancarlo se adelantó con Cloe donde ya esperaban a sus amigos en un palco vip,
desde donde podrían ver todo lo que ocurría en el club, hombres y mujeres follando y

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satisfaciendo ese deseo carnal, esa lujuria que estaba latente en el aire. Cloe llevaba
puesto un ajustado vestido en color plateado sin ropa interior con el pelo alto en una
cola y un collar con la inicial de Giancarlo, era para que los demás dominantes sepan
que ella ya tiene dueño.
Giancarlo no despegaba la vista de Cloe quien se mordía los labios apretando las
piernas, sonrió de lado al notar que ella estaba muy excitada, jamás imaginó que estás
prácticas le gustaría y la calentarla de esta manera.—¿Siempre te gusto esto Gian?—
preguntó ella sentandose en sus piernas, el le acarició su rostro detallándola,
apreciando lo hermosa que era.
—Hace bastante tiempo.— exclamó.
—¿Como descubriste que te gustaban estas cosas, alguien te metió a esta mundo?
Giancarlo se tensó tragando grueso y solo miró fijamente a Cloe sin emitir ni una sola
palabra.
Capitulo 36 . Pasado latente
Giancarlo había quedado perplejo ante la pregunta de Cloe, no estaba preparado para
responderlo y tampoco quería recordar el pasado, no quería recordar momentos tan
desagradables y dolorosos para él.
Esos recuerdos y esa persona, él los había enterrado en lo más profundo de su ser, y
no quería remover ninguna fibra dolorosa. Por que eso es pasado y se debe quedar
como lo que es “pasado”.
—Solo lo practiqué y me gustó un día. — contestó él acariciando el rostro de Cloe. Sin
embargo esa chiquilla no era tonta y sabía que algo había pasado por la reacción tan
repentina de Giancarlo por su rostro tenso. Había entrado a un terreno peligroso y al
parecer no muy agradable para él.
En ese momento en que ninguno de los dos volvió a hablar solo mirándose a los ojos,
llegó Leonardo junto con Isabela al club.
—Pensé que ya no vendrían. — bromeó Giancarlo sonríendo al igual que Cloe, mientras
Leonardo saludó a Cloe y tomó asiento en el sofá frente a ellos con Isabela a su lado.—
¿Has venido alguna vez a un lugar como este Isabela?— Preguntó Giancarlo con una
sonrisa pícara llevando su bebida a sus labios sosteniendo a Cloe sobre sus piernas.
Isabela negó moviendo la cabeza.
—No nunca Giancarlo, esto es algo nuevo para mí. — confesó la rubia un poco tímida.
— ¿Van a jugar?— Giancarlo posó su vista en su amigo, quién negó moviendo la
cabeza.
—No, solo vamos a observar un poco.
Diciendo eso apareció Orlando, el dueño del club quien saludó a Giancarlo y Cloe a
quien ya conocía.
Y luego posó su vista en Leonardo y en su acompañante, entablando una conversación
un poco subido de tono que molestó bastante a Leonardo.
Mientras tanto Leonardo seguía hablando con Orlando, Giancarlo sujetó a Cloe del
rostro para devorarla de un solo bocado como tanto le gustaba, esa noche estaba
demasiado hermosa para su desgracia y solo quería hacerle mil cosas sucias.
Cloe alucinaba cuando Giancarlo se comportaba de esa manera, en todo el tiempo que
llevaba con él se había dado cuenta que le excitaba el sexo duro, lo tosco y bruto que
era Giancarlo con ella en la intimidad, pero sin dejar de hacerle el amor. La posesividad
con la que la tomaba la volvía loca de placer.Cuando se despegaron ya no había rastros
de Leonardo ni de nadie, solo estaban ellos dos en el salón vip.
—Nunca te pregunté esto mi amor pero…— Giancarlo sonrío travieso pasando su dedo
índice por el escote de Cloe tocando parte de sus pechos, esos pechos que lo volvían
loco, erizándola completa.
— ¿Sabes orar?
Cloe enarcó una ceja, porque no entendía a que se estaba refiriendo.

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Giancarlo sin borrar la sonrisa tomó la mano de Cloe para levantarla de sus piernas.
Ella aún seguía sin entender a qué se estaba refiriendo Giancarlo.
—Contesta mi amor, ¿Sabes orar?
— ¿En un club me preguntas eso?— contestó ella enarcando una ceja.
—Es el lugar indicado, practiquemos a ver qué tanto sabes hacerlo. — dijo señalando
con su dedo el suelo y fue ahí donde cayó en cuenta a que se estaba refiriendo, ella
sonrió negando.
—Sé una buena chica y arrodíllate. — ordenó Giancarlo excitado, su miembro latía
debajo de su pantalón, duro, tieso, caliente.Ella sin dudarlo fue doblando las rodillas
hasta quedar frente a él entre sus piernas, esas piernas largas y gruesas que poseía
Giancarlo por su increíble altura, y su verga le hacía honor.
Sonreía con travesura y excitación al ver a Cloe tan dispuesta para él y es que ella se
estaba muriendo por tenerlo en su boca, había aprendido tanto de él.
No podía controlar su cuerpo cuando de él se trataba.
Con las manos temblorosas comenzó a desprender el cinturón y el broche del pantalón
y fue sacando ese increíble mástil para sonreír golosa al ver semejante miembro.
—Mi anaconda. — dijo Cloe antes de llevarse a la boca, cuando Giancarlo soltó una
tremenda carcajada y morir en su boca al sentir los suaves labios de Cloe abarcar y
acariciar todo su miembro.
Al compás de la música que sonaba en el club, y con las luces opacas del lugar
Giancarlo movía una y otra vez la cabeza de Cloe, guiándola hacia adentro y hacia
afuera, cerrando sus ojos, disfrutando del momento.
Giancarlo la sujetó del mentón levantándole el rostro para que lo mirase, Cloe se
desprendió de su miembro y él aprovecho para introducirle el dedo pulgar a su boca.Ella
chupó sin dudar y ambos se miraban con fascinación absoluta, para luego ella volver a
su ardua labor de chuparle la verga una y otra vez, hasta que él ya no soporto más y
se corrió en su boca, sin previo aviso, y ella lo recibió con gusto, tragándose todo su
néctar.
Poco a poco Giancarlo fue abriendo su ojo y despertando de ese momento glorioso para
rápidamente tomarla de la cintura y sentarla a horcajadas sobre él, donde Cloe no dudó
un segundo en encajarse su miembro entero en ella.
Ambos se fundieron en un increíble éxtasis de placer y sin importar donde estaban o
quién los veía no dejaron de amarse hasta que fue tiempo y quedando satisfechos
volvieron a su casa, sin volver a saber de Leonardo e Isabela en toda la noche.
*
—Si no devuelven hasta el último puto centavo que me robaron esos dos y sus
cómplices se refundirán en la cárcel. — gritaba Dante caminando furioso de un lado a
otro en la oficina de Giancarlo, mientras que el abogado Iam Ricardi y Giancarlo su
hermano lo miraban en silencio.Después de más de una semana y haber recibido el
informe del minucioso trabajo de Leonardo junto a Isabela su secretaria, Dante voló a
California junto con el abogado de la empresa para poner fin al robo, los cuatro
implicados ya estaban tras las rejas, y Dante no tenía ninguna intención de negociar.
—Deja a mi cargo Dante, lo voy a solucionar. — asegura Iam.
— ¡Cálmate hermano!
—Por lo menos ya tenemos a los culpables y por suerte no fue mucho lo que han robado.
— Agrego Giancarlo intentando calmar el humor de Dante.

—Devolverán hasta lo último, de lo contrario no volverán a salir de la cárcel, haz lo que


tengas que hacer. — exclamó Dante furioso.
—Organiza una reunión con cada jefe de cada maldito departamento de esta empresa,
quiero dejarles en claro a todos y a cada uno de ellos que conmigo no se juega y que si

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alguno de ellos intenta nuevamente robarme les irá peor. — amenazo Dante, y
Giancarlo sabía que él no estaba jugando.
Giancarlo marco el número de Cloe para pedirle que organice la reunión
inmediatamente en la sala de reuniones a lo que ella rápidamente obedeció al ver que
los humores no estaban de lo mejor.
Después de terminar la reunión Dante había volado nuevamente a Italia ya que Paula
su mujer estaba en sus últimos días de embarazo y no quería estar lejos cuando llegue
la hora del parto.
— ¿Tomamos algo hoy en la noche?— preguntó Iam caminando hacia la puerta para
salir fuera de la oficina, Iam se había quedado para tratar el caso del robo.Giancarlo
sonrió asintiendo. — Por supuesto, te espero en mi casa. — indicó Giancarlo.
Iam movió la cabeza afirmando. — ¿Estás seguro que no molestaré Giancarlo? Mejor
me hospedo en un hotel. — habló Iam un poco apenado en verdad no quería causar
molestias con Cloe.
—Tonterías Iam, eres más que bienvenido.—Giancarlo palmeó la espalda de su amigo
y ambos salieron fuera de la oficina.
Cuando D Luca fijo su vista de pronto en Cloe quien conversaba muy a gusto y sonriente
con Rodrigo y borro su sonrisa al instante. Aunque sabía que Cloe lo amaba no podía
evitar sentir celos de su amigo.
Al acercarse Giancarlo se aclaró la garganta y Rodrigo se dirigió hacia él.
—Iam Ricardi, que placer verte por aquí.— Saludó Rodrigo a lo que Iam le ofreció la
mano sonríendo igualmente.
—Miller tanto tiempo, pensé que ya te habías jubilado. — bromeó.
—Si fuere ese el caso tú te hubieras jubilado antes, con eso de la edad entiendes. —
Ambos soltaron una carcajada mientras que Giancarlo se mantuvo en silencio y serio y
Cloe solo agachó la cabeza concentrándose en sus cosas.— ¿Necesitas algo
Rodrigo?— preguntó Giancarlo. El asintió.
—Quiero que revises esto. — le ofreció un folio.
—Bien, me voy nos vemos en la noche. — indicó Iam despidiéndose de todos ellos.
Giancarlo asintió en su dirección despidiéndolo.
—Rodrigo a mi oficina. — Exigió Giancarlo. — el sonrió guiñando un ojo a Cloe y caminó
detrás de D Luca.
—No me gusta que coquetees con Cloe en mis narices. — Bramó furioso apenas
entraron a la oficina. Rodrigo echó una carcajada en respuesta que molestó aún más a
Giancarlo.
—No estaba coqueteando con ella D Luca no digas tonterías y no seas un celoso
enfermo, respeto a tu mujer.
—Pero todavía te gusta. — dijo el mirando hacia la ventana con las manos en los
bolsillos mientras que Rodrigo solo suspiro hondo agachando la cabeza.
—Deja de ser inseguro Giancarlo, eres mi amigo, aunque estamos un poco distanciados
no me gustaría que nuestra amistad termine, yo respeto a Cloe, te respeto a ti, ella te
eligió por sobre todos nosotros. Giancarlo volteó su rostro mirándolo.—Discúlpame todo
esto me tiene muy tensionado, llevamos semanas en este tema del robo, no he tenido
tiempo para nada.
—Lo se Giancarlo pero puedes confiar en mí, soy tu amigo siempre lo he sido.
Giancarlo asintió seguro. — Lo eres Rodrigo.
— ¿Ah por cierto, ya te enteraste de lo nuevo?
D Luca enarcó una ceja en su dirección negando. — No, que sucedió. — preguntó
curioso.
—Aron se separó de su esposa, lo echo a la calle como perro después de que lo había
visto con su amante. Giancarlo echó una sonora carcajada.
—Se merece por cabrón, yo se lo advertí muchas veces y él seguía y seguía.

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—Si y ahora anda arrepentido, pero creo que su ex mujer ya no quiere saber nada de
él.
Ambos rieron. — Molestaré a Arón. — dijo Giancarlo riendo.
—Bien, revisa eso, es importante y luego me lo pasar por favor. — Giancarlo asintió
sentándose en su silla viendo cómo Rodrigo salía nuevamente. Suspiró hondo
frotándose el rostro, estaba agotado, hacia días que no dormía bien, ni siquiera comía
bien, si no fuera por Cloe su vida seria un caos, pero era ella la que mantenía su mundo
de pie y en orden. Sin embargo algo lo tenía inquieto todos los días y eran los repentinos
sueños que tenia últimamente, esos sueños que parecían tan reales, desde que Cloe
toco el tema en el club, de nuevo al parecer los recuerdos lo atormentaban.
Ya en la noche Giancarlo se encontraba bebiendo con Iam después de un largo día,
Iam terminaba contándole los pormenores a Giancarlo sobre el caso. Ambos hablaban
y reían de las cosas hasta que de pronto Iam fijo su vista en un punto fijo,
Giancarlo al darse de cuenta de ello volteo a mirar, para ver a una sexy Cloe bajar por
las escaleras, apenas tenía puesto un piyama de satín en color negro muy corto
caminando descalza pasando frente a ellos para dirigirse hasta la cocina.
Iam abrió la boca literal al ver a esa hermosa mujer con esa diminuta ropa, mientras que
Cloe gruño desde lo más profundo de su garganta.
— ¿Cómo se atreve a salir así? — Bramo Giancarlo, al verla perderse en la cocina.
—Creo que quiere castigo. — Bromeo Iam llevando su bebida a su boca.
— ¡Iam! — gruño Giancarlo.
— ¿Qué? Si tú no quieres voy yo. — dijo Iam riendo, cuando Giancarlo se puso de pie
bebiendo de su copa rápidamente de un solo trago para irse detrás de Cloe. —A esa
mujer le encanta recibir azotes. — dijo Giancarlo caminando hacia la cocina.—Por favor,
préstame unos tapones para el oído, me van a traumar — gritó Iam riendo de su amigo.
Capítulo 37. Feliz aniversario
Cloe llevaba puesto unos auriculares escuchado música meneando su culo de un lado
a otro, mientras se servía un vaso de leche.
Giancarlo la observó de pies a cabeza parado en el marco de la puerta de la cocina con
los brazos cruzados.
—¿Por qué bajas así?— gritó D Luca molesto, sin embargo ella no prestó atención y
siguió en lo suyo ya que la fuerte música no le permitía escuchar nada.
Giancarlo negó caminando hasta ella para sacarle los auriculares desde atrás con las
dos manos. Cloe brincó del susto y volteó rápidamente hacia Giancarlo.
El enarcó una ceja repasándola con la mirada.
—¿Qué se supone que estás haciendo?— volvió a decir nervioso.
—Tomando leche.— dijo ella moviendo su vaso inocentemente.
—Me refiero a por qué bajas así.— la señaló de pies a cabeza con el mentón.—¿Y que
tiene de malo?— preguntó ella llevando el vaso de leche a los labios despreocupada.
—Que mi amigo Iam casi te come con los ojos.— Bramó y Cloe sin querer le escupió
en la cara toda la leche que tenía en la boca, para cubrirse luego con la mano
avergonzada por lo que acaba de hacer.
—Ay perdón amor, perdóname.— dijo ella intentando limpiarlo, mientras el solo tomó
unas servilletas limpiándose el rostro, suspirando hondo, esa mujer lo iba a matar,
todavía se preguntaba que le gustaba de ella, sin contar lo deliciosa que era haciendo
el amor, lo cariñosa y atenta sin contar lo hermosa que era, en fin si sabía lo que le
gustaba de ella, la respuesta era, todo.
—No los vi, lo juro.— Giancarlo rodó los ojos.
—Eres una despistada y por andar con estas cosas no escuchas nada. Señaló los
auriculares.
—A ver señor yo mando en esta casa, no porque tienes la verga gruesa, grande y
deliciosa y por estar como estás, un manjar, me dirás lo que tengo o no que hacer o

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cómo vestir y ya te dije que no escuché ni lo ví, además que tiene mi ropa, no se ve
absolutamente nada, sí es sexy lo admito pero no tengo la culpa de que tú tengas una
novia tan sensual y sexy.— ella movió las cejas divertida riendo.El la sujetó rápidamente
de la muñeca pegándola a su cuerpo, hundiendo su rostro entre su cuello.— Si tengo
una novia muy sensual, pero ella es solo mía y muero de celos cuando te vistes así y te
ven. — Cloe rodó los ojos al separarse de él.
—Eso no dices cuándo me llevas al club con esos vestidos sin ropa interior.— comenta
ella volteándose nuevamente hacia el refrigerador.
Giancarlo nuevamente la tomó de la cintura pegándola a su duro cuerpo, Cloe sintió el
duro bulto refregarse contra su espalda mientras unas fuertes manos la sujetaban muy
fuerte de las caderas.
—Eso es distinto, en ese caso los dos queremos y nos gusta. — Giancarlo comenzó a
mordisquear la oreja de Cloe y ella se estremeció completa.
—Ahora toma tu vaso de leche pequeña y sube nuevamente arriba que te iré a dar en
un momento tu otra ración de leche.— dijo el completamente excitado palmeándola en
su redondo y bien formado culo.
Cloe se mordió el dedo índice coqueta girando hacia él.— Lo estaré esperando con
ansias señor.— poniéndose de puntitas y dejando un pico en los labios de Giancarlo
salió corriendo de la cocina con una sonrisita traviesa.El se pasó la mano por el pelo
masajeando su duro miembro sobre el pantalón para luego negar y caminar
nuevamente hasta la sala para despedirse de su amigo y subir a su recámara donde
una rica noche lo esperaba.
*
—¿Ya tienes nuevos jefes tanto para contabilidad como para gerencia financiera?—
pregunta Arón sentado frente al escritorio de Giancarlo, y alado Rodrigo, los tres
estaban en la oficina conversando sobre lo ocurrido recientemente.
Giancarlo afirmó moviendo la cabeza.
—Para el nuevo jefe de contabilidad sí, un viejo amigo de confianza, y para el gerente
financiero lo enviará Dante, me lo ha dicho.
—¿Y se ha podido recuperar parte del dinero, Giancarlo?— pregunta Rodrigo
mirándolo.
—No todo, pero sin gran parte.
—¿Y entonces tanto Esteban cómo Genaro no saldrán muy fácil de esta verdad?
Giancarlo negó rotundamente.— Conocen a mi hermano, él es implacable cuando se
trata de estas cosas, por más que hayan devuelto el dinero estarán mucho tiempo tras
las rejas. No es precisamente el dinero, es que nos hayan traicionado y robado en
nuestras propias narices.—Jamás imaginé que en mi propio departamento estaba uno
de los cómplices.— Rodrigo se sentía fatal al saber que Darius, uno de sus mejores
empleados, había ayudado a desviar los fondos utilizando su destreza en informática.
—Así es Rodrigo y aunque no creas, te sorprendes al enterarte que la traición vino de
donde menos esperabas. — todos asintieron.
Una semana estuvo el abogado Iam intentando recuperar todo el dinero, no se pudo
solo se logró un cincuenta por cierto, ahora los culpables ya estaban tras las rejas y sí,
Darius quien parecía una buena persona resultó ser uno de los cómplices junto con otro
personal de contabilidad en el desvío de fondos junto con el jefe de informática y el
gerente financiero.
El caso seguiría, Iam no dejaría tan fácilmente hasta que saliera la sentencia para los
cuatro responsables del hecho, pero por el momento Dante estaba bastante satisfecho
con el resultado que realizaron sus amigos y empleados al actuar rápidamente en el
caso.
—¿Y tú Arón ya volviste a tu casa?— bromeó Giancarlo mientras que Arón rodó los ojos
cuando tanto Rodrigo cómo Gian soltaron una carcajada.—Yo te lo advertí muchas

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veces Arón y sin embargo seguías en tus andanzas.— Arón se pasó la mano por el
pelo.— Si la verdad estoy arrepentido, ahora que Patricia no quiere saber nada de mí
sé lo que es perderla.
—Quiere el divorcio.— agregó Arón y los tres hicieron silencio.
—¡Caray! Pensé que podría haber reconciliación.— Arón negó moviendo la cabeza.
—Intenté varias veces hablar con ella por nuestros hijos pero ella no quiere saber nada
de mí, es como si me odiara, solo me deja ver a los niños pero ella no quiere ni verme
a la cara y le entiendo fui un cobarde y me arrepiento pero ya no hay nada que hacer.

—Seguir con tu vida.— dijo Rodrigo.


—Si supongo.— contestó él cabizbajo.
—Permiso señor.— dijo Cloe entrando para dejarle su taza de café a Giancarlo.
—Buenos días señores.— saludó amable, Giancarlo la miraba con amor al igual que
Rodrigo que por más que no había intentado más nada con ella al respetar la relación
que tenía con su jefe, él seguía enamorado de ella, cada vez que la veía su corazón
latía un poco más fuerte y cuando tenía la oportunidad le encantaba sacarle una que
otra sonrisa, pero solo se quedaría ahí como un bonito secreto bien guardado.
Rodrigo solo agachó la cabeza hasta que Cloe volvió a salir de la oficina.
Giancarlo notaba eso siempre que Cloe estaba cerca de él, pero el también la amaba y
ella lo había elegido a él.
—Bienvenido al club de la soltería.— bromeó Rodrigo palmeando la espalda de Arón,
burlándose de él.—¿Y has dejado a tu amante o ahora es la titular?— preguntó Gian
con una sonrisa.
—La dejé, de hecho hace tiempo quería hacerlo y antes de que eso llegará a pasar
Patricia me descubrió y pues ahora quiero estar solo, un tiempo, si Patricia no me
perdona no quiero estar con otra.
—La verdad deberías darle tiempo al tiempo y…— Giancarlo cortó sus palabras al
escuchar sonar su teléfono, pidió permiso levantando el dedo hacia sus amigos que
guardaron silencio y él arrugó el ceño al ver el nombre de su hermano en la pantalla,
rápidamente contestó al pensar lo peor, Dante no lo llamaría si fuera una tontería.
—¡Dante!
—¡Giancarlo!— contestó eufórico su hermano al otro lado del teléfono.
—¿Qué ocurre?
—Ya eres tío.— contesto su hermano y Giancarlo se levantó de un salto de su silla,
sonriendo.
—¿Ya nació, la princesa ya nació?— preguntó muy emocionado al saber que su sobrina
había nacido.—Si y está perfecta, mi Valentina es más hermosa de lo que imaginé.
—Felicidades hermano me alegro tanto por ti , ¿Paula cómo se encuentra?
—Perfectamente bien, ambas están muy bien.
—Vaya que alegría escuchar eso Dante, ya tendré la oportunidad de ir a conocerla,
envíame fotos por favor y dale muchos besos de parte de su tío favorito.
Escucho una carcajada al otro lado.
—Lo haré Giancarlo, solo llamaba para eso, espero no haberte molestado.
—Para nada Dante muchas gracias por avisarme, te quiero hermano.— dijo Giancarlo
en un momento muy emotivo para ambos.
—Yo también hermano, dale mis saludos a Cloe y espero verlos pronto por aquí.
—Claro organizaré todo para viajar a Italia en unas semanas, dale mis saludos a la
hermosa Paula.
—Adiós Giancarlo.— se despidieron los dos cortando la llamada.—¿Sucedió algo?—
preguntó Rodrigo al ver sonreír a su amigo.
—Así es, Dante ya es papá, su mujer dio a Luz.
*

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—Feliz aniversario mi amor.— exclamó Giancarlo desatando la venda que cubría los
ojos de Cloe.
Ella dudosa abrió los ojos despacio para ver delante de ella un lujoso Mercedes-Benz
en color negro y del año, con un moño gigante.
—¿Qué es esto Giancarlo?— preguntó con la boca abierta.
—Lo que hace tiempo quería regalarte mi amor.
—Giancarlo esto es increíble, pero no puedo aceptarlo.— dijo ella desconcertada.
—¿Y eso porqué?— él se cruzó de brazos enarcando una ceja.
—Porque es demasiado, esto es… esto es maravilloso.
—Esto es lo que tú te mereces y más Cloe y yo encantado de poder darte todo lo que
esté en mis manos.— la abrazo desde atrás rodeando su cintura.Cloe comenzó a
derramar algunas lágrimas de felicidad volteando hacia él.
—Gracias amor, gracias por ser tan atento conmigo.
—Todo por ti mi amor.— la besó con ansias, con esa pasión desenfrenada de siempre.
—Entonces, ¿Te gusta?— Preguntó con una sonrisa pegando su frente a la de ella,
mientras que Cloe bufó.
—¿Gustarme?
—De gustarme, me gusta cantar, me gusta las computadoras, esto me fascina.—
contestó ella sonriendo y acariciando el auto con la yema de sus dedos.
—¿Podemos estrenarlo?— Cloe movió sus cejas repetidas veces de forma coqueta a
lo que Giancarlo soltó una sonora carcajada.
—Mi amor hacer esas cosas en un auto es de mala suerte, ya te olvidas donde fuimos
a parar un día cuando tú quisiste abusar de mi en el auto en plena calle.
Cloe se sonrojó hasta más no poder recordando algunas cosas de ese momento tan
vergonzoso.—Ni me lo recuerdes Giancarlo que ese día ese policía tuvo suerte de que
no le di con mi bolso.— Giancarlo enarcó una ceja.
—Cloe si le diste con tu bolso, por eso fuimos esposados como criminales y llevados a
la jefatura.
—Oh mi Dios, ¿Yo hice eso, y porque lo permitiste?
—Cloe ese día parecías poseída, no quería que me patearas o peor me rociaras
nuevamente tu famoso spray.
Cloe soltó una carcajada enrollando sus brazos en el cuello de Giancarlo.
—Feliz aniversario mi amor, en estos dos años juntos fueron los mejores.
—Los mejores Cloe y estoy seguro que vendrán días mejores para nosotros. —dijo
Giancarlo y ella sonrió.
—Y ve pensando que me vas a regalar cuando reciba mi título de ingeniera.— bromeó
Cloe abriendo el auto para montarse en él.
Giancarlo soltó una carcajada.
—Aun falta unos tres meses, ya pensaré en algo para ese día.— se montó en el lado
del copiloto.—¿Me seguirás amando como el primer día Cloe?— preguntó el mirándola
fijamente. Ambos se miraron con amor, y Cloe sintió una extraña sensación en su pecho.
—Te amo y te amaré pase lo que pase.— La tomó de la mano estrechándola entre las
suyas.
—Pase lo que pase serás la única mujer que me enseñó lo que es amar Cloe, el
verdadero significado del amor, eres esa luz que me saco de la oscuridad.
—Y tú fuiste mi sostén en los momentos más difíciles Giancarlo, eso nunca lo olvidaré.
—Te amo.
—Yo te amo.— contestó Giancarlo sincero mirándose a los ojos transmitiéndose todo
eso que estaban sintiendo. De ser un dulce capricho se había convertido en mucho más
que eso.
Capítulo 38. Viejos recuerdos

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Cloe se sentía feliz había ido a visitar esa mañana la tumba de su madre para platicar
con ella un buen rato, contándole todo lo que le estaba pasando, estaba apunto de
terminar su carrera, esa que tanto sacrificio y lágrimas le había costado, y no hubiera
sido posible sin ese hombre, ese que al principio fue su peor pesadilla, pero ahora era
su más grande amor.
Extrañaba mucho a su madre, había días en las que le había mucha falta pero lo había
sobrellevando de la mejor manera, sabía que su madre la cuidaba desde el cielo y la
había bendecido para que todas sus metas fueran cumplidas.
Unas hora amas tarde llegó a la empresa dirigiéndose directamente a la oficina de su
jefe para ver si se le ofrecía algo.
Golpeó la puerta dos veces para escuchar un adelante antes de pasar.
—¿Puedo pasar?— asomó su cabeza sonríendo, Giancarlo al verla hizo lo mismo,
sonreír y echar su silla hacia atrás para llamarla con las dos manos.Ella caminó cerrando
la puerta detrás y él la sentó en sus piernas.
Cloe dejó un mojado y apasionado beso en sus labios, esos labios que tanto le
gustaban.
—¡Mi amor!— dijo él con una sonrisa, aspirando el aroma de su perfume, ese aroma
que le encantaba y que nunca la abandonaba.
—Quiero hablar contigo de algo nena.— dijo Giancarlo y ella lo miró fijamente dudosa
y un poco asustada.
—¿Qué sucede Gian?
—No te asustes nena, no es nada malo, tú sabes que te amo verdad.— ella asintió
moviendo la cabeza. —Y que no tienes ni tendrás nada que celar de nadie.— volvió a
mover la cabeza asintiendo.
—Pero tendré nueva secretaria.— Cloe arrugó el ceño, no entendía a que se estaba
refiriendo.
—¿Y eso, que acaso yo no soy tu secretaria?
—Si lo eres, pero no creo que puedas tener dos puestos en la empresa ¿o si?
—¿A que te refieres Giancarlo?— su corazón comenzó a latir muy fuerte.Él sonrió de
oreja a oreja.—¡Giancarlo!— exclamó golpeándolo levemente en el pecho.
—¿Qué sucede?
—Sucede, que hablé con mi hermano Dante y que no hay nadie más idónea e inteligente
para ser la futura gerente financiera de D Luca Company.— ella jadeó cubriendo su
boca con ambas manos. Parpadeó tan rápido poniéndose de pie. No podía creer lo que
estaba escuchando.
Unas lágrimas rodaron por su mejilla sin poder evitarlo.—Es una broma verdad
Giancarlo, me estás jugando una broma de mal gusto.— él sonrió poniéndose de pie
acercándose a ella.
—Para nada mi amor, no quiero a nadie más y no creo que encuentre otra más leal y
de confianza que tú, sin contar lo inteligente y lo rápida que eres para encontrar solución
a las cosas.
—Pe…pero. —Pero nada mi amor, ¿No te sientes capaz? — Giancarlo la sujetó de su
rostro con ambas manos inclinando la cabeza para mirarla a los ojos.
—Solo no puedo creer, esto, esto es increíble para mí, Giancarlo.—Si, es una gran
oportunidad para ti amor y Dante está más que de acuerdo.
—¿En verdad?— tenía los ojos totalmente aguados por la felicidad que no cabía dentro
de su pecho. Esto sin duda era una bendición más de su madre que estaba segura la
cuidaba desde el cielo, era su ángel.
—¿Entonces pequeña, aceptas ser la nueva gerente financiera?
—Pero aún no terminé mi carrera me falta unos pocos meses.
—Lo que importa es lo que tienes aquí amor.— levantó el dedo señalándole la cabeza.
Y además como dices solo serán unos pocos meses, ya te queda muy poco.

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—¿Entonces qué dices amor, aceptas?
Ella movió su cabeza sin contener el llanto, estaba muy feliz. Giancarlo la sujetó de la
cintura abrazándola y la elevó en el aire haciéndola girar.
—Gracias Giancarlo, gracias a ti y a Dante por confiar en mí.
—Te lo mereces amor, creo que el puesto de secretaria te queda muy chico, tu te
mereces el mundo.—Este puesto solo me diste tu para conquistarme.— bromeó ella
riendo.
—Y bien que funcionó mi amor.— la pegó a su cuerpo haciéndola estremecer al
instante, al sentir sus duros brazos apretarla a su duro cuerpo, y sentir su duro miembro
ahí abajo.
—¿Quieres ir hoy al club?— preguntó Cloe sonriendo pícara.
—Si tú quieres si mi amor, haremos todo lo que tú quieras Cloe.— ella se mordió el
dedo pulgar coqueta.
—Me encantaría, además quiero darte mi agradecimiento.— Jugueteó coqueta con la
camisa de Giancarlo.
—Eres una pequeña traviesa, ¿Sabías?
—Esta noche quiero follarte duro Cloe, que no puedas sentarte en un mes si quiera. —
Cloe casi gimió al escuchar semejante confesión.
—Es que cada vez que follamos no puedo sentarme por días amor.— dijo ella moviendo
las cejas, y el sin dudarlo la tomó de la nuca para besarla con hambre, con esas ganas
locas que siempre le tenía y que cada vez que la tenía cerca solo pensaba en una cosa
y eso era enterrarse en ella tan profundo y no salir de su interior por días, meses si fuera
posible.—Ahora debo buscarte una secretaria de mas o menos 70 años o más y que
use bastón.— dijo Cloe poniendo su dedo sobre su mentón como pensando. —
Giancarlo soltó una carcajada.
—No tienes nada de qué preocuparte amor, yo soy y seré sólo tuyo.
—También pediré a Arón que te consiga una secretaria amor.
—¿Podría ser secretario?— bromeó Cloe a lo que Giancarlo celoso gruñó y la sujeto
muy fuerte de la cadera.
—Es broma, es broma.
—¿Cuándo estaría ocupando el puesto Giancarlo?— Cloe se puso seria porque en
verdad era una cosa muy seria.
—Cuando antes Cloe, hay mucho trabajo que hacer ahí, hace tiempo que está
desocupado. Hay mucho que hacer preciosa.
—Si tienes razón.— dijo ella mirando en un punto fijo.
—Así que mañana mismo pediré a Arón reorganice todo y consiga la secretaria para
ambos. Y ya podrás tomar tu lugar Cloe.— habló muy serio y ella solo asintió.—Wow
esto será increíble Giancarlo pero sé que puedo, sé que puedo con esto. —Lo harás
más que bien amor, de eso no hay duda.
El día transcurrió muy rápido entre trabajo y trabajo, Cloe organizándose en su nueva
oficina y también para dejar todo en orden para la que ocupará el puesto de nueva
secretaria de Giancarlo, tenía una pizca de celos pero confiaba en Giancarlo, sabía que
la amaba igual que ella a él y no había nada que desconfiar.

Sin embargo la felicidad que sentía era inmensa, jamás imaginó que a esa corta edad
ya podía llegar a ocupar un puesto como ese, en una empresa tan grande como lo es
D Luca Company, sabía que su cerebro daba para eso y para mucho más.
—¿Lista mi amor?— Giancarlo la miró a través del espejo de su habitación, ella llevaba
puesto un vestido negro muy corto con un gran escote, sin ropa interior, como cada vez
que iban al club, sentía ese nerviosismo en su interior, eran miles las emociones que
sentía y una de ellas era la inmensa felicidad al tener todo sin pedir nada, tenía el amor

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de un hombre que jamás imaginó, apunto de ser una ingeniera, y ahora era nada más
y nada menos que Gerente en planeación financiera.
—Lista.— dijo ella cuando sintió la mano de Giancarlo deslizarse debajo de su vestido.
—¡Ah!— gimió echando su cabeza hacia atrás, recostándola en el duro pecho de
Giancarlo al sentir la intromisión de un dedo deslizarse dentro de su coño.
—Perfecta como siempre, lista para mí.— exclamó Giancarlo al sentirla completamente
húmeda.—Así me tienes todo el tiempo.— confesó sincera y excitada.
—Siente como me tienes tú Cloe, siente ésta dureza y sabrás cómo me tienes, como
me puedes.— dijo el apoyando su duro miembro en la espalda baja de Cloe.
—Hola de irnos pequeña, hora de divertirnos, nos espera una larga y excitante noche.—
confesó él sacando su dedo y llevándolo primero a su nariz para oler ese aroma que lo
volvía loco y luego meterlo a la boca bajo la atenta mirada de Cloe por medio del espejo,
eso la excitó aún más.
—Nunca me cansaría de esto.— dijo con una sonrisa de lado, oscura y lobuna.
Ambos salieron de su penthouse para dirigirse al club, la noche estaba hermosa Cloe
estaba ansiosa y Giancarlo nervioso y no sabía porque, no era como cada vez que iban
al club donde él estaba seguro y solo quería disfrutar de Cloe, no, esa noche había una
ansiedad que lo embargaba, esa noche definitivamente era distinta.
Llegaron al club ingresando rápidamente como siempre.
—¿Vamos a donde siempre?— pregunto Giancarlo sujetándola muy fuerte de la cintura
marcando su territorio, con esa posesividad que siempre lo acompaña, a Cloe la
excitaba mucho, ya que por más que venían a un club donde se practican miles de
perversiones, ella solo era de él, y el solo de ella.—Vamos a mirar un poco.— Cloe
sonrió traviesa, y Gian solo movió la cabeza afirmando, ambos caminaron tomados de
la mano observando los distintos juegos sexuales, tríos, dos mujeres teniendo sexo y
miles de cosas más, Cloe comenzaba a excitarse aún más apretando sus piernas
cuando ella quedó quieta mirando como sometían a una mujer dos hombres que la
follaban de distintas formas y ella gritaba y gemía sin parar, pues estaba gozando como
nunca.
—¿Eso te excita ver nena?— Giancarlo mordió la oreja de Cloe, susurrándole palabras
morbosas que la prendían al instante y refregándole su duro miembro haciéndola saber
cuánto lo excitaba.
—Esa mujer grita porque dos hombres la están empalmado, tu gritaras aún más nena
ésta noche y solo bastará mi verga para hacerte gemir en todos los idiomas.— ella jadeo
mordiendo su labio inferior observando al trío que no paraban de follar.
—Sabia que eras tú Giancarlo D Luca.
El comenzó a temblar, esa voz, ese aroma inigualable, tensó su cuerpo y en un instante
toda excitación que sentía desapareció por completo.Cloe también escucho esa voz y
lentamente ambos giraron hacia donde provenía esa voz.
—Adieu bébé, mon Dieu, comme tu es attirante… (Tanto tiempo nene, Dios que
atractivo estás) habló la mujer en un perfecto francés con una sonrisa en esos
impresionantes labios cubiertos por un labial rojo y unos ojos azules hipnotizantes.
Sonrío altiva posando su vista en Cloe mirándola despectivamente para volver a mirar
a Giancarlo.
—¿Qué sucede bebé, te comió la lengua el ratón, no te gusta verme?
—¡Charlinne!— es todo lo que pudo pronunciar al verla ahí después de tantos años
sonriendo como si nada.
—¿Tu m'as manqué Giancarlo? (Me extrañaste Giancarlo?)
Un sudor frío recorrió su columna, la respiración se le cortó y la boca se le había secado,
no podía creer que la mujer que tanto amó, la mujer que lo volvió loco por muchos años
y burlándose de él, enamorándolo usándolo a su antojo para después abandonarlo
como si él no valiera nada, estaba frente a él, después de diez años. Sin embargo la

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edad no había pasado por ella, seguía hermosa y sensual ante los ojos de Giancarlo.—
¿Quién es ella Giancarlo?— preguntó Cloe con unos celos incontrolables al ver como
su novio se había quedado mudo frente a la mujer mucho mayor que él, eso era notable,
sin embargo era una mujer despampanante y a juzgar por lo que dijo en un perfecto
francés que Cloe lo había entendido, estaba segura que no era una extraña.
—Cloe ella es… —hizo un silencio por un largo segundo.— ella es Charlinne, una vieja
amiga.— dijo Giancarlo apretando los dientes.
La mujer sonrío coqueta y oscura.
—¿Una vieja amiga?— cuestionó sin borrar la sonrisa.
—Yo diría mucho más que eso, o es que te olvidaste de todo lo que pasamos juntos
amour.(amor)
: Capítulo 39. Desconfianza.
Giancarlo temblaba por dentro jamás imaginó que verla después de tantos años todavía
le produciría cosas y no debería ya que tenía al lado a una mujer hermosa, su mujer.
El tiempo de Charline ya había pasado dijo para el mismo.
—Con permiso Charline seguiré disfrutando con mi novia.— dijo tomando a Cloe de la
cintura para girar y caminar hacia otro lado del amplio salón. Cloe sabía que algo
sucedía y también la excitación había desaparecido.
—Espero volver a verte Giancarlo, vine para quedarme.— dijo y el paró su caminar,
tensando todo si cuerpo aún más, un escalofrío recorrió su cuerpo completamente.
Caminaron los dos alejándose de la mujer. Giancarlo no decía nada y Cloe también se
mantuvo en silencio.
—¿Estas bien Giancarlo?— ella se posó frente a él para no seguir caminando. Giancarlo
la miró pero estaba perdido y eso Cloe lo había notado y sintió un malestar que le
oprimía el pecho.—Si estoy bien nena.
—¿Quién es esa mujer Giancarlo?— se atrevió a preguntar porque no se había creído
el cuento de la vieja amiga.
El solo mordió sus labios mirando a Cloe a la cara.
—Una amiga del pasado.— ella enarcó una ceja.
—¿Novia o amante?— preguntó Cloe sin titubeos.
—No es nadie Cloe, nadie importante.
—Quiero ir a casa.— exigió ella ya molesta y sin esperar a Giancarlo comenzó a caminar
a pasos apresurados hacia la salida.
—¡Cloe!
—¡Espera!
Sin embargo ella no se detuvo ni por un segundo, estaba molesta, celosa, nunca se
había sentido así y sabía que sucedía algo y lo que más odiaba era que Giancarlo no le
dijera la verdad.
Salió afuera rápidamente y él la sostuvo del brazo sin lastimarla.—Espera nena, ¿Qué
te sucede?— ella volteó con los ojos llenos de rabia.
—¿A mí? A mí no me pasa nada, más bien es a ti a quien le sucede algo, ¿Es por esa
mujer verdad?
Suspiró hondo pasándose la mano por el pelo.— Vamos a casa, aquí no quiero
hablar.— pidió arrugando el ceño, caminaron hasta el auto sin que ninguno de los dos
dijera nada hasta que subieron.
—Nena…— ella solo negó mirando hacia la ventanilla, no todo podía ser tan perfecto.
Pensó.
—Cloe mírame.— pidió casi suplicando, ella solo volteó para mirarlo parpadeando y
evitando derramar algunas lágrimas.
—Esa mujer no es nadie para mí, esa mujer es mi pasado y se quedará ahí.
—Pues ella no piensa eso mi amor.— dijo ella irónica y Giancarlo abrió grande los ojos.

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—Hablaremos en casa aquí no, y no así, vamos a calmarnos.— dijo Giancarlo
poniéndose en marcha el auto. —Yo estoy calmada no sé tú.— Cloe giró su rostro
mirando nuevamente hacia la ventanilla en tanto Giancarlo solo negó suspirando.
Condujo en silencio no dejaba de pensar en Charline, ¿Qué hace en Italia, para que
volvió después de tantos años?
Llegaron al edificio, Cloe no dudó en bajar rápidamente, estaba molesta y más vale a
Giancarlo que le diera una explicación porque no se creía el cuento de la vieja amiga.
El subió rápidamente detrás de ella hasta el penthouse.
—Ahora sí, hablemos.— Cloe puso sus manos en su cintura en forma de jarra mirándolo
con una ceja enarcada.
—¿Qué quieres saber?— preguntó él bajando sus cosas en el mueble de al lado.
—¿Quién es y porque te afectó tanto verla?
El suspiró hondo caminado hasta la sala donde tomó asiento colocando sus codos sobre
sus rodillas y frotando su rostro con ambas manos.
—Ella era mi ex novia, la única que tuve. — Cloe tragó grueso porque pensó que él
nunca había tenido novia.
—Ella era modelo, es francesa la conocí aquí en un evento social, empezamos a salir
yo era mucho más joven que ella, yo tenía 23 y ella 30 años. En ese entonces mi padre
aún manejaba la empresa aquí en California pero yo estaba por tomar la presidencia
por tanto me había mudado aquí definitivamente.—¿Cuándo te pregunté un día quien
te había llevado al club y te hizo inclinarte por esos gustos y me dijiste que solo lo
descubriste y ya era mentira verdad?
—¿Fue ella no?
Giancarlo observó a Cloe fijamente para finalmente mover la cabeza afirmando. Ella
solo negó.
—Hubieras sido sincero.— Bramó ella molesta.
—No tenía sentido recordarla.— él se levantó enojado, enojado con esa mujer que
volvió a aparecer como si nada, tan campante.
—¿Qué sentiste al verla?— Giancarlo giró su rostro para mirar a Cloe como si hubiera
dicho algo descabellado.
—Nada.— contestó seco.
—¿Estás seguro?
—Si Cloe, estoy seguro.— caminó hasta ella tomando sus dos manos para besarla una
por una.
—Yo te amo y eso nada ni nadie lo va a cambiar, eres mi presente y mi futuro, eres todo
para mí Cloe en verdad.—Juntos para siempre ¿recuerdas?
Ella sonrió levemente y llevo una de sus manos para acariciarle el rostro.
—Si.— dijo ella no muy convencida, algo le decía que esa mujer solo traería problemas
entre ellos.
—Giancarlo la tomó de sus rostro para besarla con amor y con pasión, la tomó en sus
brazos y la llevo hasta la habitación donde lentamente la depositó en la cama donde fue
despojándola de su vestido lentamente dejándola completamente desnuda para
apreciarla y adorarla como siempre lo hizo.
Parándose frente a la cama fue sacándose la camisa lentamente bajo la atenta mirada
de Cloe quien se mordía los labios deseosa por tenerlo sobre ella y dentro de ella.
Giancarlo sonrió de lado mirando el hermoso cuerpecito de Cloe.
En tanto llevaba sus manos al broche de su cinturón y desprendiendo su pantalón
sacándolo junto con su bóxer quedando desnudo ante Cloe.Ella lo miraba embobada,
era hermoso, su cuerpo era majestuoso, tenía sus abdominales marcados, sus brazos
fuertes, esa v que se perdía abajo donde terminaba su gran miembro.
Giancarlo masajeó su verga de arriba abajo para subirse sobre Cloe.

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—Te amo.— confesó antes de devorarle la boca con hambre, ella lo abrazó tocando su
dura y ancha espalda, paseando sus manos por su piel suave cubierta por pequeñas
pecas en color marrón que lo hacía ver más sexy de lo que ya era.

—Eres y serás siempre mi mujer.— dijo el hundiéndose dentro de ella. Cloe gimió
extasiada y llena, llena de él, se aferró a su duro cuerpo mientras era embestida por él
lento pero duro.
Giancarlo mordió su mentón cuando ella echó su cabeza hacia atrás.
A él le encantaba la forma en la que se entregaba completa y disfrutaba ese momento
tan íntimo porque en verdad en cada encuentro los dos dejaban su vida en el otro.
Así terminaron los dos exhaustos, Cloe dormida sobre el pecho de Giancarlo y el
recostando su cabeza sobre ambos brazos sin poder dormir.
No dejaba de pensar en Charline, esa mujer que tanto dolor le causó.
Tenía tanto rencor hacia ella, nunca la perdonó.
Cloe se removió y giró su cuerpo hacia un lado, Giancarlo aprovechó ese momento para
levantarse de la cama, colocarse el bóxer para caminar hasta el minibar y servirse un
trago, lo necesitaba, esa noche no era la mejor.Se sentó en el sofá al lado de la cama
observando a Cloe totalmente desnuda durmiendo en su gran cama y lo feliz que era a
su lado, ahora no vendría esa mujer a arruinar nuevamente su vida, eso no lo permitiría,
conocía a Charline sabía hasta que punto podía llegar y si vino para quedarse lo mejor
era alejar a Cloe de ella.
*
Una semana había pasado, Cloe ya ocupaba su nuevo puesto en gerencia financiera,
y como era de esperarse no le costó absolutamente nada para adaptarse al cambio,
tenía nueva oficina un piso debajo de presidencia.
Giancarlo tenía una nueva secretaria que personalmente Cloe se había encargado de
contratar, era una mujer casada de 35 años, una mujer normal, ya no permitiría que su
novio tenga una secretaria parecida a una Barbie operada, a Giancarlo le daba igual
porque estaba muy enamorado de Cloe como para tener aventuras con una secretaria
o con alguna otra mujer.
Cloe subió hasta presidencia para llevar algunos informes y de paso usar de excusa
para ver a Giancarlo ya que no se veían mucho en todo el día.Al subir no tuvo necesidad
de anunciarse pues la secretaria sabía quién era ella y la respetaba mucho.
Al entrar en la oficina se encontró a un Giancarlo furioso, molesto de mal humor.
—¿Qué sucede amor?
—Nada.— contesto sin levantar la vista.
—Ok, toma.— Cloe le lanzó el papel sobre sus escritorio para caminar nuevamente
hacia la puerta, algo que no toleraba era el mal humor de la gente.
Giancarlo al ver eso salto prácticamente de su silla llegando hasta ella para impedirle
que saliera de la oficina, cerrando la puerta con su mano aprisionándola con su cuerpo.
—¡Perdóname!— susurro en su oído.
—He tenido un día de perros, eso es todo.
—No tengo la culpa.— Bramó dolida por su actitud.
—Lo sé Cloe, sé que no tienes la culpa, discúlpame amor. La volteó para besarla.
—¿Te puedo ayudar en algo?— el solo negó.—No amor, no es nada tú tienes mucho
trabajo déjame a mí con mis desastres.— sonrió levemente.
—Esta bien, nos vemos en la noche.— dejó un beso en los labios de Giancarlo y salió
de ahí con una espinilla clavada en su pecho.
Giancarlo estaba furioso pues le había llegando una invitación de la agencia de
modelaje donde trabajaba Charline invitándolo a una de sus galas que se organizaría
aquí en California.

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No entendía la intención de esa mujer. Obviamente no iría pero le molestaba el hecho
de que era una descarada después de todo.
Ésta tarde había salido más tarde que de costumbre, Luke ya lo estaba esperando.
Subió al auto molesto y eso su chófer lo había notado.
—¿Qué ocurre?
—Nada, llévame a tomar un trago lo necesito. Luke lo miró a través del retrovisor.
—No hasta que no me digas que sucede.
Giancarlo solo negó con el ceño arrugado para luego mirar en la ventanilla.—¿Qué
harías si una mujer que tanto daño te hizo apareciera como si nada después de tantos
años?
Luke puso en marcha el auto y suspiró hondo.
—Solo te diré una cosa Giancarlo y no como tú chófer si no como tú amigo, no eches a
la basura todo lo que tienes con Cloe, ella es una buena mujer no se merece una traición
ni más dolor.
—Jamás lo haría Luke ella es todo para mí.— el asintió.
—Entonces no hay nada que hablar mucho menos que pensar Giancarlo.
Pensó en las palabras de Luke y afirmó dándole la razón, Cloe era su presente, la
amaba y no permitiría que nada ni nadie arruine lo que habían construido juntos.
En la noche Giancarlo se encontraba en la ducha cuando Cloe llegaba de la universidad,
comenzó a sacarse la ropa para hacerle compañía en la ducha observó la ropa de
Giancarlo tirado en el suelo, Cloe negó levantando su pantalón para ponerlo sobre el
mueble cuando de pronto de su bolsillo había caído un pedazo de papel que parecía
una tarjeta. Arrugó el ceño inclinarse a levantarla volteó la tarjeta y sintió una punzada
de celos nuevamente invadir su cabeza cuando vio el nombre de Charline Dubois. Y el
nombre de una agencia de modelaje.
Tragó grueso y se sentó en la cama, sus piernas y sus manos le temblaban, le dolía el
pecho al saber que Giancarlo tenía en sus manos el número de esa mujer y no sabía
cómo lo había conseguido ni para qué.
¿Cuál era el motivo? Cloe se hizo miles de preguntas, solo guardo la tarjeta en su bolso
sin decir nada, no quería pensar mal de Giancarlo, debía confiar en él, en su amor.
Capítulo 40. Celos y desconfianza.
Las cosas para Giancarlo no estaban bien, andaba con un humor de perros todos los
días, incluso había peleado con Cloe y era lo que más le hacía mal y todo había sido
porque Cloe había encontrado una tarjeta con el nombre de esa mujer que había vuelto
para poner el mundo de Giancarlo de cabeza.
—Necesito que transcribas esto y me lo pases a mi correo en veinte minutos.— ordenó
a su nueva secretaria extendiendo su brazo para ofrecerle unos documentos sin siquiera
levantar la mirada hacia ella.
—Si señor, por supuesto.— contestó amable la secretaria tomando los papeles.
—¿Necesita algo más señor?— levantó finalmente la cabeza mirándola fijamente.
—De hecho sí, por favor quiero que pidas un ramo de flores para la señorita Adams y
que se lo envien a su oficina.
—¿Alguna tarjeta en especial señor?
Volvió a mirarla fijamente para luego escribir en una pequeña nota una dedicatoria.
Sonrió levemente extendiéndole el pedazo de papel a la mujer.—Permiso señor.— la
secretaria salió de la oficina y él solo se recostó en su silla pensando en Cloe, en esa
niña que lo cautivó por completo y él estaba siendo un idiota con ella, debía solucionar
las cosas cuanto antes.
La secretaria había cumplido con el pedido de Giancarlo sin embargo no había recibido
respuesta de Cloe en todo el día, lo estaban esperando pero nada ni un solo mensaje,
era seguro que seguía molesta, pero como le había entender que él no pensaba hacer
nada con la dichosa tarjeta, su error fue haberlo guardado.

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Siguió en lo suyo, ya en la noche hablaría con Cloe sobre el tema, ella debía entender
que ella era la única mujer, de pronto sonó su teléfono, suspirando hondo contestó.
—Dime Ángela.
—Señor una mujer solicita verlo.— Giancarlo arrugó el ceño.
—¿Tiene una cita?
—No señor, pero ella insiste en que usted lo va a recibir.— Giancarlo estaba intrigado,
nadie iba sin una cita previa.
—¿Quién es?— volvió a preguntar curioso.—Su nombre es Charline.— Giancarlo brincó
de su silla al escuchar su nombre, su pulso comenzó a acelerarse, no entendía porque
se ponía de esa manera y mucho menos que hacía esa mujer ahí.
—¿Señor la hago pasar?— volvió a preguntar la secretaria al no obtener respuesta
alguna, ya que Giancarlo había quedado mudo observando en un punto fijo, su cabeza
era un embrollo en ese momento.
—Hazla pasar.— dijo con voz gruesa, arrugó en ceño bajando el teléfono, para luego
suspirar hondo, ésta era su oportunidad de dejarle en claro a esa mujer que ella ya no
era nadie en su vida y que no lo volviera a molestar. Ya no era un crío, era un hombre,
un hombre con poder y con una novia que lo amaba y ella no era más nadie.
—Hola Gian.— saludó coqueta entrando a la oficina con una sonrisa, con un vestido
ajustado y muy corto en color rojo, con su pelo largo y ese porte sexy y elegante que
siempre la caracterizó.
—¡Charline!— es todo lo que él dijo mirándola.
—¡Nene!— dijo caminando dentro de la oficina acercándose a él, sin borrar su sonrisa,
Giancarlo se mantuvo serio sin mostrar ninguna emoción en el rostro.—Nunca me
llamaste.— dijo ella.
—¿A que viniste Charline?— Bramó serio con la voz gruesa alejándose de ella.
—Solo quería verte.
—¡No! ¿A que viniste a California nuevamente?
La mujer volvió a sonreír.—Después de tanto Charline.¿Que es lo que buscas?
—Tengo una propuesta de trabajo con una importante agencia y obviamente no lo iba
a rechazar.— habló suave y sexy como siempre lo hacía, sabía envolver muy bien a los
hombres, era una mujer astuta.
—Aja.— contestó él, caminando hacia la ventana con las manos en los bolsillos, sabía
que algo se tramaba, ella no era una mujer tonta, algo quería nuevamente de él.
—Que guapo estás Giancarlo.— habló con voz seductora, el giró a mirarla
manteniéndose muy serio.
—¿Qué pretendes Charline? ¿Volver después de diez años y encontrar al mismo niño
con quién jugaste tantos años? Ella borró su sonrisa de pronto para cambiar su rostro a
uno de lástima.
—No Giancarlo fue un error, yo te amaba, fue un error lo que hice y cuando me di cuenta
fue muy tarde.
Giancarlo sonrió irónico.
—¿Un error?— caminó acercándose a ella, para posarse en frente, ella debía levantar
la cabeza para mirarlo ya que era sumamente alto.
—Yo te amaba Charline, estaba dispuesto a todo por ti, hubiera dado mi vida por ti, y te
burlaste de mí, follando con otro en mis narices, te pedí matrimonio solo te burlaste de
mí diciéndome que yo jamás te daría lo que tú querías porque apenas era un niño.
—¿Y ahora que quieres de mí, dinero?
—Perdóname Giancarlo, en verdad pasé años arrepintiéndome, me he divorciado
Giancarlo, te he extrañado tanto estos años.
—Es tu maldito problema.— escupió con rabia. Ella levantó la mano para posarla en el
rostro de él.

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—Yo sé que todavía sientes algo por mí Giancarlo sé que pasaste años buscándome,
preguntando por mi, sé que todavía quieres algo de mí.— Charline llevó su dedo pulgar
delineando el labio de Giancarlo. El respiraba agitado.—¿Pudiste olvidar todo lo que
pasamos juntos, todo lo que te hice gozar mon amour? — el corazón de Giancarlo latía
frenético, era increíble lo que esa mujer después de tanto tiempo todavía podía causarle.
Tragó grueso recordando como antes la hacia gemir. Pero ya no caería en su juego.
—Lo nuestro quedó en el pasado porque así tu lo quisiste, decidiste irte con el, lo
preferiste a él, hiciste tu vida con él y yo hice la mía Charline, estoy muy enamorado de
una increíble mujer, así que estás sobrando, vuelve con tu vida así estaba perfecto.
Ella volvió a sonreír enarcando una de sus cejas.—¿De verdad?
—¿Tu sumisa? Por favor Giancarlo, esa mujer no me llega ni a los talones.
La sujeto muy fuerte de las muñecas.
—Jamás te atrevas a compararte con ella, porque siempre saldrás perdiendo Charline,
eres tú la que no le llega ni a los talones. Ella se soltó de su agarre rodeandolo en el
cuello sus brazos

—Quiero volver a ser tuya Gian, quiero volver a sentirte, me mojo solo con verte, y jamás
imaginé verte así, cuando te vi en el club sentí mil cosas por ti, Giancarlo pruebame una
vez más y verás como lo disfrutaremos nuevamente. — susurró acercando su boca a la
de él, ella era astuta sabía jugar, había vuelto por él y haría lo que fuera por recuperarlo.
Lo había visto hace meses en las revistas, en la televisión, lo había estado siguiendo
por medio de las redes sociales, sabía que Giancarlo ahora tenía mucho dinero, poder,
era un hombre extremadamente atractivo e imponente, hace tiempo se había divorciado
y ahora estaba dispuesta a reconquistar a Giancarlo y lo lograría a cualquier precio y
haber firmado contrato con una agencia de modelaje italiana le vino a la perfección,
quería devuelta a Giancarlo a él y todo su dinero y prestigio y nada ni nadie se
interpondría en su camino.
—Quiero que te vayas y no vuelvas Charline.— Bramó Giancarlo pero ella aprovechó
su vulnerabilidad para pegar sus labios a los de él.
Por un segundo él se mantuvo quieto para luego separarla bruscamente.—Quiero que
te vayas de aquí y no vuelvas Charline.— bramó furioso alejándose de ella lo más que
pudo.
—Tu tiempo ya pasó, ya no quiero nada contigo quiero que te quede claro eso.
—Suplicarás por mi Giancarlo, eso te lo aseguro, volverás a mí, yo sé que aún te mueres
por comerme, por tenerme en tu cama, por hacerme tu mujer. Aquí te dejo nuevamente
mi tarjeta, llámame Giancarlo, tengo mi departamento cerca de aquí.— bajó el pedazo
de cartón sobre el escritorio para lanzarle un beso al aire y salir de la oficina bajo la
atenta mirada de Giancarlo quien respiraba agitado.
Quedó parado mirando fijamente la puerta por donde esa mujer había salido. No podía
creer su descaro.
Giancarlo estaba molesto consigo mismo por sentirse debíl ante ella después de todo
lo que había hecho esa mujer y volver como si nada hubiera pasado.
Cloe por su parte había recibido las flores, sonrío al ver quién las mandaba, ya que la
noche anterior habían discutido por la tarjeta que había encontrado de esa mujer en el
bolsillo de su pantalón. Olfateó una de las flores y tomó una pequeña tarjeta que venía
con el ramo.
Mi dulce Cloe.
Perdóname por ser tan idiota, sé que cometí un error y quisiera redimirme, no me
juzgues por favor.
Hablemos. Te amo.
Tu idiota.

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Sonrío después de leer la tarjeta, si era un idiota en verdad, pero amaba a ese idiota,
de eso no había dudas, y tal vez ella se había exaltado y exagerado un poco las cosas.
Guardo la tarjeta, subiría más tarde junto a él ya que debía terminar urgente unos
pendientes que no podía descuidar.
Observó la hora en su reloj y moría por ver a Giancarlo, así que dejó lo que estaba
haciendo y subió hasta presidencia.
Al llegar al piso observó a la secretaria de Giancarlo sumergida en su trabajo y recordó
cuando ella era la secretaria de Giancarlo en sus inicios, sonrío acercándose para luego
llevarse una desagradable sorpresa al fijar su vista en la mujer que salía de la oficina.Si
boca cayó al suelo cuando vio a la misma mujer, a esa mujer que estaba siendo motivo
de pelea entre ella y Giancarlo, y para colmo salir de la oficina de su novio.
¿Qué hacía ella ahí? Preguntó Cloe para sí misma furiosa.
Caminó hasta el escritorio de la secretaria.
—Hola Ángela.— saludó sin dejar de mirar a la mujer. La misma que caminó hasta ellas.
El rostro de Cloe lucia desencajado mirando de pies a cabeza a la mujer que tenía frente
a ella, sin asimilar su presencia.
—Buenas tardes.— saludó seria.
—Hola, ¿Cómo estás?—dijo la mujer mientras sonreía ampliamente mostrando sus
perfectos dientes, en tanto Cloe temblaba de celos y rabia al verla ahí.
—¿Así que tú eres la novia de Giancarlo?— preguntó sin borrar su sonrisa.
Cloe enarcó una ceja.— Sí, ¿y tú eres?
La trató con indiferencia, no demostraría que su presencia le afectaba.
—Por qué no le preguntas a Gian, quien soy para él.— contestó burlona.—Porque mejor
no me lo dices tú, y de paso dime qué buscas de mi novio.— atacó Cloe sin dejarse
intimidad.
—Mmm, soy una amiga especial cariño, Gian y yo tuvimos digamos…— apoyo su dedo
índice en sus labios.— momentos muy especiales.— aseguró altiva.
—Ah mira qué bien, pero de seguro eso ya quedó en el pasado porque no creo que
Gian...— Cloe estaba siendo irónica con ella.— quiera recordar contigo absolutamente
nada.
—Mmm y eso tendrías que preguntarle a él, porque te digo un secreto.— la mujer habló
bajito sin borrar su sonrisa.— cuando me besó recién demostró lo contrario.
—Que tengas una linda tarde querida.— agrego pasando a su lado caminando
contoneando las caderas hasta el ascensor. Dejando a Cloe desconcertada por lo que
acaba de escuchar no pudo evitar sentir una punzada dolorosa de celos y rabia.
¿Giancarlo la besó? Eso no podía ser posible, esa mujer estaba mintiendo eso era
seguro. Cloe quedó mirando un punto fijo por un instante.
—¿Señorita se encuentra bien?— preguntó la secretaria al verla así, ella sonrió
levemente asintiendo, caminando luego hasta la oficina.Al entrar observó a su novio
parado mirando en la ventana con una vaso de alguna bebida en su mano.
Giancarlo volteó cuando escuchó nuevamente la puerta abrirse.
—Hola.— dijo ella bajito.
—Hola.— contestó él sintiéndose terriblemente mal por haber dejado que esa mujer lo
besara teniendo a su novia aquí muy cerca de él.
—¿Qué quería esa mujer?— preguntó Cloe sin pelos en la lengua, algo que a ella no le
gustaba era alargar las cosas y mucho menos las mentiras.
—No lo sé.— contestó Giancarlo, porque en verdad ni el sabía cual era el propósito de
Charline.
Cloe sonrió triste agachando la cabeza.
—Amor yo…— dijo él caminando hasta ella.— ¿Qué está sucediendo Giancarlo? Dime
por favor, explícame para poder entender porque lo único que estás logrando es que

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saque mis propias conclusiones. Y más ahora que veo a esa mujer aquí en la empresa,
saliendo de tu oficina. ¿Para que vino Giancarlo?—No pasa nada Cloe, en verdad.
—¿Quién es ella? Y basta de decirme una vieja amiga porque es obvio fue más que
eso, era tu ex novia, eso era ¿Verdad?
—Si Cloe.— afirmó finalmente agachando la cabeza.
—¿Y que es lo que quiere Giancarlo, porque nunca me hablaste de ella?— Cloe se
sentía mal, muy dolida porque Giancarlo no estaba siendo sincero.
—Es pasado Cloe, no tiene importancia.
—¿En verdad es pasado?¿Eso pensaste cuando la besaste?
—¿Qué?— Preguntó sorprendido, como supo que ella lo había besado.
—No lo niegas.— dijo ella. Sintiendo aún más dolor al recibir solo silencio de parte del
hombre que más amaba. Sonrío triste girándose para marcharse.
—¡Espera nena!— la sujetó del brazo rápidamente impidiendo que saliera de la
oficina.—¿Qué quieres Giancarlo, que es lo que te sucede?— gritó y ya no pudo evitar
las lágrimas.
—Dices pasado y que no te importa sin embargo la besas.
—No la besé, ella lo hizo.— se excusó con pesar.
—Ah ¿y tú no pudiste detenerla?
—Sabes que Giancarlo, si ya no me quieres, si esa mujer apareció como si nada y volvió
a mover tu mundo, solo dímelo por favor, porque yo no estaré mendigando amor a nadie.
—Cloe, amor por favor, no siento nada por esa mujer, tienes que creerme, yo te amo
como no te imaginas, no sé lo que quiere pero la única que me importa eres tú, créeme
por favor, no saques ideas equivocadas.
—No lo hago, sin embargo tú te encargas de que ya no confíe en ti.
—Nena no me hagas esto.— pidió él triste.
—Tu mismo te haces esto Giancarlo.— diciendo eso Cloe salió se la oficina con el
corazón destrozado, vino para una cosa, solucionar el problema de la noche anterior sin
embargo solo empeoraron las cosas y agregó otra leña más al fuego. Llegó hasta su
oficina donde se encerró y se echó en su silla llorando por horas, intentaba confiar en
Giancarlo pero luego hacia cosas que lo único que lograba era poner en duda sus
sentimientos. Y al parecer esa mujer no era el pasado como Giancarlo intentaba hacer
creer y creerse el mismo ese cuento, al contrario esa mujer había vuelto para ser
nuevamente el presente en la vida de Giancarlo.
Esa tarde sin volver a ver a Giancarlo, Cloe salió de la empresa para conducir
rápidamente hasta la universidad eran sus últimos exámenes, ya faltaba muy poco para
recibir su título profesional, ahora más que nunca estaba más motivada y no
descansaría hasta lograrlo.
Muy tarde había llegado esa noche a su casa, ya que se había demorado más de la
cuenta, había recibido varias llamadas de Giancarlo y ninguna contestó.
Al entrar al penthouse lo vio sentado en la sala con un vaso en la mano con la ropa de
todo el día aún puesta.
—¿Por qué recién llegas?— habló molesto un poco celoso.
—¿Perdón?— Cloe enarcó una ceja sorprendida por el reclamo de Giancarlo.—Nunca
te demoras tanto.— volvió a reclamar.
—Se me hizo tarde en el examen, ya estoy aquí.— contestó ella bajando su bolso sobre
el mueble, podía notar que Giancarlo estaba un poco pasado de copas.
—¿Segura que es eso?— Cloe ya molesta por su desconfianza giro hacia el
enfrentándolo.
—Mira Giancarlo cuida muy bien tus pensamientos porque el que está en tela de juicio
no soy yo.— replicó ella molesta. —No me dejes.— pidió el abrazándola muy fuerte.
Ella solo parpadeo una y otra vez, estaba cansada, amaba a Giancarlo con toda su alma
pero él estaba complicando las cosas.

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—Estoy cansada Giancarlo es tarde y quiero dormir, deberías hacer lo mismo.— lo dejó
ahí solo observándola marcharse y subiendo las escaleras hasta perderse dentro de la
habitación.
Los días habían transcurrido casi igual Cloe seguía un poco molesta con Giancarlo y él
la extrañaba, ella se encontraba sumergida en el trabajo y en sus exámenes finales, él
le estaba dando su espacio ya que ella necesitaba de eso ahora más que nunca.—
Hola.— Giancarlo saludó desde el marco de la puerta de la oficina mirándola sin que
ella se percatase de su presencia.
Ella levantó la cabeza para observarlo, su corazón latía muy fuerte, cada vez que lo veía
aún sentía nervios como si fuera la primera vez.
—¿Puedo pasar?— pidió el suavemente sin moverse de ahí. Ella le sonrió levemente
dándole a entender que podía pasar.
—¿Qué sucede?— preguntó ella en tanto Giancarlo se iba acercando.
—Nada, solo quiero ver si mi novia se encuentra bien y necesita algo.
Se posó detrás de ella para comenzar a dejar un rico masaje en su hombro.
—Mmm amor, tengo mucho trabajo.— replicó ella en un susurro.
—Yo también pero te extraño Cloe.— habló casi suplicando.
Giancarlo tomó el rostro de Cloe levantándola hacia arriba para besarla. —No sabes
cuánto te deseo Cloe y te juro que estoy por explotar.— confesó sobre sus labios, ella
solo sonrió traviesa.—Lo siento por tenerte abandonado, te recompensaré, lo juro.— no
la dejó terminar pues asaltó su boca con hambre.
—¿No vas a contestar?— preguntó Giancarlo de pronto escuchando sonar un celular.
—Es el tuyo amor.— aseguró Cloe.
Giancarlo se despegó de ella tomando el teléfono de su bolsillo mirando la pantalla
fijamente sin contestar.
—¿Qué sucede amor?— preguntó Cloe al ver que Giancarlo se había puesto pálido.—
¿Nos vemos en casa nena?— preguntó de pronto, ella sintió un hueco en su estómago,
no quería pensar mal pero de nuevo esos celos la invadían. De nuevo Giancarlo se
comportaba extraño como hace días.
—Si seguro.— es todo lo que dijo ella, desapareciendo en un instante esa magia entre
ellos.
Giancarlo salió de la oficina si más dejando a Cloe totalmente confundida, ¿Quién lo
había llamado para que se ponga de esa manera?
Intentó ya no pensar en lo que había sucedido, tenía mucho trabajo y un importante
examen encima, los días volaban y el tiempo era crucial para ella. Esa noche de nuevo
Cloe había llegado tarde pero su sorpresa fue grande cuando no encontró a nadie en el
departamento, subió hasta la habitación y nada, Giancarlo tampoco había llegado.

Sin embargo no había recibido ni una llamada de él, su corazón latía muy fuerte, dolía
mucho, Cloe solo pensaba una cosa, Giancarlo estaba con esa mujer. Giancarlo le
había sido infiel, ¿Por qué otro motivo no estaría en la casa a esta hora de la noche? Y
tampoco la había llamado.
Capítulo 41. Nuevas oportunidades
—¿De dónde vienes?— preguntó Cloe con lágrimas en los ojos sentada en el sofá, en
la penumbra de su habitación, solo una luz tenue alumbrada desde la ventana.
Giancarlo encendió la luz para mirarla sin decir absolutamente nada.
—¡Amor!— exclamó.
—Te hice una pregunta.— volvió a replicar Cloe.
—Salí a tomar unos tragos con Rodrigo y Arón se me hizo tarde, perdón no me di cuenta
de la hora.
Cloe asintió no muy convencida, intentaba de verdad confiar en él pero cada día que
pasaba hacía cosas que lo único que provocaba era desconfianza.

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—¿No pudiste avisarme?— estaba preocupada, te llamé.
—¡Cloe! No estaba haciendo nada malo como para que desconfíes de mí.— aseguró
comenzando a desabotonar su camisa.
—Bien.— dijo Cloe molesta saliendo de la habitación, no quería comenzar una pelea
con él pero se estaba comportando extraño con ella y da la casualidad que desde que
esa mujer apareció se está comportando como si ella ya no le importara. Media hora
había pasado y Cloe decidió volver a la habitación y al entrar esperó encontrar otra cosa
pero solo vio Giancarlo durmiendo boca para abajo tirado en la cama.
Un sabor amargo y una dolorosa punzada sintió en el pecho, era como si a Giancarlo
ya no le importara que Cloe estuviera ahí. En verdad me estaba siendo infiel.
Observó su ropa tirada en el suelo como siempre y lo levantó, llevo a su nariz para
deleitarse de su aroma, ese aroma que siempre le gustaba, pero grande fue su sorpresa
cuando no fue solo su olor sino el olor de un perfume diferente, específicamente de
mujer.
Pasó saliva y un dolor se instaló en lo más profundo de su ser. Dejó la camisa sobre el
mueble y solo se acurrucó a un lado de la cama haciéndose un ovillo para derramar
algunas lágrimas.
No quería sentirse patética en verdad pero su desconfianza era tan grande que no podía
aguantarlo más.
No podía dormir, sus pensamientos no le dejaban cerrar sus ojos, su mente le estaba
jugando una mala pasada, cuando de pronto sintió unos fuertes brazos rodearle la
cintura. Suspiró hondo al sentir el duro cuerpo de Giancarlo pegarse a ella, en tanto él
hundía su rostro en el cuello de ella, susurrando un te amo.
Su corazón latía tan rápido que sentía explotaría, intentó tranquilizarse cerrando sus
ojos para entregarse al cansancio y al sueño. Ya que su actitud y sus palabras la
estaban confundiendo aún más.
En la mañana despertó muy temprano al escuchar el sonido del despertador.
Giancarlo hizo lo mismo observando como Cloe entraba al baño.
Se levantó de la cama para entrar al baño junto a ella, observándola desnuda, mojada,
con la piel suave y pálida, el agua cayendo por su hermoso cuerpo, y ese pelo largo que
le fascinaba.
Ingresó en la ducha pegando su gran cuerpo al de ella, llevando sus grandes manos al
abdomen de Cloe, acariciándola. Ella se estremeció al sentir su tacto.
—¡Cloe!— susurró excitado inclinando su cabeza para comenzar a besarla en el
hombro, en el cuello, en la espalda. Comenzó a excitarse eso no lo iba a negar pero
estaba molesta con él por la actitud que adoptó anoche y esa espinita de dudas seguía
ahí, lo que hizo que Cloe se alejara de él en ese instante.
Giancarlo la miró confundido.
—¿Qué sucede nena?— ella solo negó.
—No hagas como si nada hubiera pasado Giancarlo.— refutó ella molesta.
—A ver Cloe, ¿Qué crees que sucede?—ella levantó los brazos para bajarlos
rápidamente…—No lo sé dime tú Giancarlo, porque te estás comprando muy raro
últimamente desde que…
—¿Desde que Cloe? Termina lo que ibas a decir.
—Desde que apareció esa mujer.— bramó con rabia y dolor. El solo negó moviendo la
cabeza varias veces.
—No digas cosas que no sabes Cloe, tú no sabes nada.—gritó señalándola con el dedo
furioso saliendo del baño.
Cloe no pudo evitar derramar unas lágrimas golpeando la pared con el puño hasta el
punto de doler. Cerró la ducha tomando una toalla para secarse el agua de su cuerpo y
salió del baño enrollando otra toalla en su pelo, al salir observó que Giancarlo se estaba
vistiendo rápidamente.

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—El sábado es el casamiento de mi hermano.— Dijo Giancarlo abotonando su camisa
sin mirar a Cloe.
—¿Irás?— preguntó Cloe porque no sabía si la estaba invitando o la estaba informando.
Giancarlo levantó la cabeza para posar su vista en ella dejando de hacer lo que hacía.
—Iremos.— afirmó.
—¿Cuándo?— preguntó ella Cloe cortante mientras se terminaba de secar para
ponerse la ropa.
—El viernes.— Cloe giró a mirarlo.
—Yo no podré ir el viernes, tengo un examen importante.
—Es la despedida de solteros, de ambos.
—Ve tú y yo tomo un avión ese mismo día después del examen.— informó ella
colocándose una ropa interior muy sexy en conjunto color negro, Giancarlo la repasó
con la mirada relamiéndose los labios.—No, te dejaré el jet, iré yo el viernes temprano
en un vuelo comercial y ve tú en el jet.— afirmó Giancarlo.
—No hace falta, es tu jet no el mío.
—¡Basta Cloe!— gritó con enfado.
—¿Qué es lo que te pasa?— la enfrentó caminando hasta ella.
—A mi nada, y no me preguntes que me pasa a mi siendo que eres tú el que se comporta
raro.
—¿Por qué llegué tarde anoche? Ya te expliqué lo que sucedió, ¡joder!— bramó furioso
y cansado de todo lo que estaba ocurriendo.
—Haremos como tú quieras.— aseguró finalmente Cloe.
Ese día cada uno fue por su lado a la empresa, Cloe muy dolida porque Giancarlo solo
zanjaba el tema para no hablar y eso ya estaba llegando a su punto máximo, una cosa
que Cloe no perdonaría era una traición.
Giancarlo tampoco quería hablar y actuaba raro, eso era lo que ponía en duda su
palabra.
Ese día no volvieron a hablar, Cloe se marchó a la Universidad para gestionar algunos
documentos ya que estaba a solo un mes de recibir su título ya solo le faltaba un
examen.—Señorita Adams, que alegría encontrarla justamente con usted quería hablar.

—Director Anderson, ¿qué se le ofrece?— Preguntó ella dudosa ya que no sabía que
podría querer el director de la Universidad.— Acompáñeme a mi oficina por favor es un
tema delicado que no podemos hablarlo aquí.
Un poco preocupada caminó al lado del director hasta llegar a su oficina donde ocupo
un asiento frente a su escritorio observando como el director la miraba con una sonrisa
cálida.
—Señorita Adams, como sabrá usted es nuestra alumna condecorada y sobresaliente,
recibirá su título con honores. — Cloe sonrió agachando la cabeza.
—Si me he sacrificado mucho en verdad.
—Y además es una alumna muy inteligente, señorita Adams, y por lo mismo como sabrá
cada año varias empresas ponen sus ojos en los alumnos sobresalientes.—Cloe abrió
los ojos muy grandes, tragó grueso y entre abrió los labios.
—¿A que se refiere con eso?— el director volvió a sonreír, entrelazando sus manos con
los codos apoyados en la mesa.—Una empresa multinacional ha puesto los ojos en
usted señorita Adams por su proyecto en redes, es algo único.—¿Una multinacional?—
trago grueso nuevamente, con el corazón latiendo a mil.
—Así es señorita Adams una empresa en redes, una multinacional que trabaja para
miles y miles de compañías en el mundo, quiere que trabaje para ellos.
—¿Pe…pero porque yo?
—Ya se lo dije señorita Adams, el proyecto que presentó sobre una nueva configuración
de red llamó y captó la atención de muchas empresas pero la que más estaba

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interesada es la Dmc Network.— Cloe jadeó sorprendida, no podía creer que esa
compañía estuviera interesada en ella. Es una de las mejores compañías en redes del
mundo.
—Pero eso implicaría tener que mudarme, la matriz principal se encuentra en México.
—Así es señorita Adams pero créame, esta es una oportunidad única para usted, y no
le ofrecen cualquier puesto, le ofrece el puesto de jefe en desarrollador de redes.— Cloe
se cubrió la boca. — Mire aquí tengo todo lo que necesita saber respecto a eso, la
empresa, el puesto, y el número de contacto del gerente general quién es el que puso
los ojos en usted.—Quise hablar primeramente con usted antes de hacer algo, porque
al final de cuenta usted tiene la última palabra. Sé que trabaja para D Luca Company,
es una gran compañía en California, eso lo sé, pero no es su rubro señorita Adams,
usted tiene un potencial increíble, tiene una inteligencia que sobre pasa lo normal, no
se estanque en un puesto donde no explotará todas sus capacidades. Tiene mucho
para dar más de lo que imagina.
Cloe tragó grueso escuchando al director, miles de cosas comenzaron a pasar por su
cabeza. Una oportunidad como esa era la que toda la vida estuvo esperando, pero el
peso de las cosas comenzaba a caer sobre ella, estaba Giancarlo que por más que las
cosas no estaban bien, ellos tenían una relación de dos años.
Giancarlo la había ayudado mucho a terminar la carrera, le había dado un puesto
importante en la compañía, y ahora esto, era demasiado para ella.
—¿Qué opina señorita?— preguntó el director sonriendo, paso saliva apretando el folio
en sus manos, ese folio que contenía toda una nueva vida, un cambio. Suspiró hondo,
parpadeando una y otra vez.—Esto es increíble, jamás imaginé tener esta oportunidad,
pero no le puedo decir que declino la oferta director porque le estaría mintiendo, más
bien le diría que lo pensaré.
El director asintió con una sonrisa amable.— Está en su derecho señorita Adams pero
sea lo que sea que decida, quiero darle las gracias por dejar en alto el nombre de la
universidad, la multinacional no solo puso los ojos en usted si no también su apoyo para
nuevas becas para los estudiantes de escasos recursos, así que solo me resta decirle,
gracias.
Cloe emocionada comenzó a derramar lágrimas, extendió su brazo ofreciéndole la
mano al director.
—Muchas gracias director Anderson. Tenga por seguro que lo pensaré.
—Que tenga una buena noche.— ella caminó hasta la puerta, antes de abrirla giró
nuevamente hacia él.
—Usted también.— es todo lo que dijo saliendo de ahí con el corazón en la mano. Sus
piernas temblaban, esa noticia la había dejado en un estado de shock, caminó hasta su
auto bajando el folio en el asiento de al lado observándolo. Suspiró hondo poniendo en
marcha el auto, todavía era temprano, no iría a su casa aún, tenía que hacer algo más.
De pronto llegó a ese lugar donde fue muy feliz por mucho tiempo, ese lugar que no
visitaba hace mucho, su casa.
—¡Cloe!— exclamó María al verla parada en la puerta.
—¡María!— exclamó envolviéndola en un abrazo.— Mi niña, que placer que vinieras a
visitarme. — Pasa por favor.— Cloe entró a su casa observando todo el lugar sintiendo
una profunda nostalgia al recordar a su madre que estaba más presente que nunca.
—Las malas lenguas han dicho que ahora eres gerente en la empresa, ¿es cierto?—
pregunto María sonriendo tierna.
—Así es, María.— sonrió moviendo la cabeza…— Y a ti también te va bien.
Maria movió la cabeza.— Me va muy bien mi niña, y todo gracias a ti.— María la observó
triste, sabía que algo le estaba pasando.
—Y yo quiero saber qué es esa nostalgia que te aqueja Cloe, tus ojitos ya no brillan y
tu rostro denota tristeza, ¿Qué sucede? Cloe suspiró hondo y comenzó a contarle lo

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que estaba sucediendo ya que siempre tuvo confianza con María, era como su segunda
madre.
Le comentó lo de la nueva empresa y María estaba muy feliz. Le dijo que pase lo que
pase, lo que ella decidiera ella estaría para apoyarla y que si decide irse para México,
María tenía una hermana que le podía dar alojo.
—Pero piensa bien las cosas Cloe, habla con Giancarlo, él te ama, tal vez todo esto sea
un mal entendido y él está confundido.
—¿Tú lo amas?
—Lo amo María, lo amo mucho y es lo que me tiene así, que tal vez yo solo fui un
capricho y que ahora que apareció su ex novia se haya dado cuenta que no me amaba
realmente que es a ella a quien ama.

—¿pero sabes que es lo más triste? Que no sea sincero María, que no me diga en la
cara que ya no me ama o que nunca me amó, que no me diga en la cara que la dueña
de su corazón es esa mujer y no yo.
María dejó un suave apretón en la mano de Cloe dándole consuelo.
—Espero estés equivocada Cloe, pero si es cierto lo que dices lo mejor será que tomes
ésta oportunidad única que la vida te está ofreciendo. — Cloe se lanzó a los brazos de
María llorando desconsolada, porque estaba más confundida aún, amaba a Giancarlo,
pero temía que él ya no sintiera nada por ella, y que esa mujer sea realmente la dueña
de su corazón.
Después de más de dos horas conversando con María, Cloe se marchó de allí hasta
llegar a su casa.
Al entrar lo primero que vio fue el rostro de Giancarlo quien lucia molesto.
—¿De dónde vienes? Porque solo fuiste un rato a la universidad.— bramó rabioso.
Cloe suspiró hondo porque en verdad se sentía mal y la cabeza le dolía.—Si me estabas
siguiendo porque no terminaste tu trabajo de detective y te asegurabas en donde
estaba.
—No me tomes el pelo Cloe.— intentó ignorarlo y pasar de largo, pero Giancarlo fue
más rápido y la tomó del brazo deteniéndola.
—¿Qué te pasa, ya dejaste de quererme Cloe?— sonrío irónica.
—Eso te tengo que preguntar yo Giancarlo, ¿dejaste de amarme?
—¿Qué? ¿De dónde sacas eso? Claro que no, eres tú la que parece que dejó de
amarme.
—No Giancarlo, no deje de amarte, solo deje de confiar en ti.
—¿Otra vez con lo mismo?— Giancarlo se alejó de ella pasándose la mano por el pelo.
—Yo te amo Cloe, nena no tienes nada que desconfiar. — se acercó a ella sujetándola
de la mano.
—Cloe, ya no quiero pelear nena por favor.— Cloe suspiró hondo, era verdad tal vez
esta exagerando y Giancarlo no la estaba engañando.
Giancarlo la besó tomándola del rostro y ella solo cerró sus ojos entregándose a ese
beso suave y apasionado. Pero justo en ese momento nuevamente sonó el teléfono de
Giancarlo, se separaron a duras penas en tanto el tomó su teléfono del bolsillo. El rostro
de Giancarlo se puso pálido como si hubiera visto un fantasma al observar su teléfono.
Solo desvío la llamada sin mirar a Cloe. —¿Quién es?— preguntó Cloe volviendo esa
espinita de desconfianza.— No sé número extraño, no contesto números que no
conozco.— contestó volviendo a guardar el teléfono en su bolsillo.
—Fui a visitar a María.— dijo ella de pronto mirando en un punto fijo.
Giancarlo solo la miró y asintió.—¿Todo bien con María?— ella tragó grueso y le dedicó
una mirada cargada de dudas, dolor, celos y por sobre todo mucho amor, lo amaba, en
verdad lo hacía, pero ella no sería sincera con él si el no lo era tampoco.
—Todo bien.

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—¿Quieres bañarte conmigo?— preguntó Giancarlo acercándose a ella nuevamente,
ella le dedicó una tierna sonrisa y subieron juntos a la habitación para pasar una noche
juntos después de tanto tiempo.
Esa noche Cloe había entregado no solo el cuerpo, sino el alma, sintiendo algo extraño,
Giancarlo se había entregado también de una forma extraña como si los dos supieran
que esto sería una despedida. Tal vez Cloe solo estaba alucinando y pensando cosas
que no debería, tal vez él si la amaba y ella se estaba haciendo una película.
El viernes había llegado, Giancarlo se adelantó a viajar a Italia para la boda de su
hermano Dante, ya que el viernes en la noche sería su despedida de soltero en tanto
Cloe viajaría en la noche, ya que tenía su último examen, no podría participar en la
despedida de soltera de Paula por más que ella la haya llamado e invitado, ella se
excusó pues tenía algo mucho más importante que hacer, su destino estaba en ese
último examen.
Giancarlo había viajado en un vuelvo comercial, dejando el jet privado para que Cloe
viajará sin ningún contratiempo, como lo había dicho.
El sábado había llegado rápidamente, la boda se realizó en una ceremonia íntima y
hermosa, Cloe soñaba con que un día llegase a casarse con el hombre que ama
también, esperando que ese hombre fuera Giancarlo.
—¡Mi amor!— Giancarlo se acercó a Cloe dejando un beso en sus labios.
—Estás hermosa.— confesó mirándola de pies a cabeza.
—Tu también estás muy guapo.— aseguró ella besando sus labios.—Vamos a saludar
mi amor, allí están Leonardo e Isabella.— Cloe giró tomada de la mano de Giancarlo
para caminar hasta ellos con una sonrisa.
—Pueden buscar un hotel, no es bueno que den un espectáculo aquí.— Bromeó
Giancarlo saludando con una abrazo a Leonardo y con un beso a Isabela.
—¿Cómo estas Isa?— la novia de Leonardo sonrío asintiendo.
—Muy bien, que bueno que hayan venido.
—No me perdería por nada ver a mi hermano joderse la vida.— Bromeó y Cloe solo le
dió un golpecito en su brazo negando.
Leonardo soltó una carcajada en el acto.— A ver si te llega también el turno.— dijo
Leonardo siguiendo con las bromas.
—El casamiento no es lo mío.— afirmó de pronto sin darse cuenta a lo que Cloe sintió
morir un poco más, un dolor profundo se instaló en su pecho e intentó sonreír pero eso
solo empeoró las cosas, más de lo que ya estaba, Giancarlo solo observó a Cloe y se
produjo un incómodo silencio entre los cuatro. Sabía que había dicho algo que no debía,
el problema era, ¿si lo había dicho en verdad o solo lo dijo sin pensar?—Perdón, me
acompañas Isa al tocador por favor.— pidió Cloe queriendo salir de ahí.
Isa asintió acompañándola al baño, Isa podía notar la tristeza en Cloe, algo le sucedía,
no era la misma mujer que conoció hace meses atrás, la veía apagada.
—¿Qué sucede Cloe? ¿Pasó algo con Gian?— Entraron al baño en tanto Cloe solo
apoyó sus manos en el lavatorio agachando la cabeza sin poder evitar derramar unas
lágrimas, era lo que más hacía últimamente.
—No lo sé Isa, no sé que sucede con él, siento que ya no me ama.
—No digas eso Cloe claro que te ama, si yo los vi muy enamorados en California.

—Hace dos semanas apareció una mujer, comenzó a buscarlo, a llamarlo, fue a la
oficina, hasta que días atrás llegó muy tarde a casa, me dio una excusa pero yo pude
oler perfume de mujer en su ropa.— soltó sin más en tanto Isa abrió muy grande los
ojos escuchándola sin decir nada.
—No le reclamé sabes Isa, no lo hice porque él me aseguró de que estuvo con unos
amigos, que no tengo porqué desconfiar de él, pero no sé Isa que pensar, no lo sé. —
Cloe secó sus lágrimas de mala gana mientras Isa la observaba con pena.

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—Lo averigüe y se trata de su ex novia una mujer mayor, que volvió después de muchos
años y él ha cambiado conmigo.
—¿Y que piensas hacer Cloe? enfréntalo o déjalo.
—Te diré una cosa Isa, y solo te lo diré a ti, me inspiras confianza, voy a dejar la
empresa, voy a dejar a Giancarlo, estoy decidida, si él me oculta cosas esto no puede
seguir así.
—¿Estás segura?— La mujer rubia la miraba apenada, en verdad sentía una pena muy
grande al saber que Giancarlo pudo haberla engañado, siendo una mujer tan hermosa
y tan buena.—Si Isa, ¿Qué más me queda? En California no tengo a nadie, y ver como
el hombre que amo se revuelca en la cama con otra, no podría soportarlo, si el no es
sincero conmigo prefiero dejarle el camino a su ex.
—Lo lamentó mucho nena.— Isa la envolvió en un fuerte abrazo para consolarla.
—Te entiendo nena, creo que eres demasiado hermosa como para sufrir por un hombre
que no te valora.
—Así es Isa, lo amo, Dios sabe cuánto lo amo, pero estoy destrozada por todo esto, por
su actitud, su indiferencia y sus mentiras, lo amo pero me amo más a mí como para
dejar que alguien juegue conmigo o me mienta.
Isabela intentó calmar a Cloe, y después de un momento volvieron a la fiesta.
Cloe buscó a Giancarlo pero no lo halló por ningún lado, camino hacia el jardín hasta
que lo vio en un rincón de espalda, caminó a paso lento para sorprenderlo, pero la
sorprendida fue ella al escuchar hablar con alguien por teléfono sin que él se diera
cuenta que Cloe estaba detrás.
—Ya basta Charline, no vuelvas a llamarme, cuando regrese a California hablaremos.—
Es todo lo último que Cloe esperó escuchar y ahora sí ya no había dudas Giancarlo le
era infiel con esa mujer, con su ex novia.
Capitulo 42. Final
Una semana habia pasado desde la boda de Dante y Paula, Cloe andaba muy nerviosa
en esos días, Giancarlo seguía extraño, definitivamente algo sucedía con él, pero era
momento de aclarar lo que estaba sucediendo, Cloe lo amaba y quería la verdad, ya no
más mentiras, no más secretos.
— ¿Te sucede algo nena?— preguntó él mirándola por breves segundos mientras
estaban desayunando.
—Mmm no lo sé hace días que me siento extraña. — Cloe se encogió de hombros, no
era aún el momento ni el lugar.
— ¿Extraña?— Giancarlo enarcó una ceja mirándola mientras bebía su café.
—No me hagas caso de seguro es el estrés del trabajo, los nervios por lo de la
universidad. — aseguró Cloe jugando con la cuchara dentro de su taza.— ¿Cenamos
hoy?— Cloe lo sujetó de la mano sobre la mesa, acariciándolo, Giancarlo sonrió
llevando la mano de Cloe a sus labios dejando un dulce beso en ella.
—Si preciosa, claro que sí.— Esos pequeños gestos que tenía con Cloe la reconfortaba
como no se imaginaban.
—Prepararé algo especial. — dijo ella mirándolo con ternura, Cloe tenía mucho que
contarle, había decidido declinar la oferta de la compañía en México, un motivo muy
fuerte la obligaba aquedarse con Giancarlo, además que lo amaba con locura. Cloe
quería solucionar sea lo que sea que estuviera pasando entre ellos, no se daría por
vencida, él era el hombre con quién quería pasar el resto de sus días. —Si amor,
tenemos mucho de qué hablar. — aseguró Giancarlo con una media sonrisa.
—Yo creo que sí Giancarlo, tenemos mucho que contarnos. — Giancarlo la miró por
largos segundos detallándole el rostro, admirando lo hermosa que era. —Tengo algo
que decirte Cloe. — soltó de pronto, ella tragó grueso. Estaba segura que era el
momento de la verdad.—Podrías decírmelo ahora. — pidió con un hueco en el
estómago, el negó sonriendo para beber un poco más su café.

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—Lo haré en la noche Cloe. — ella sintió su corazón latir precipitado, los nervios le
estaban jugando en contra, ¿Qué era lo que Giancarlo tenía para decirle?
¿Acaso le diría que ya no la ama y que todo se había terminado entre ellos? Estaba
realmente preocupada, tal vez solo debía calmarse y esperar que llegue la noche y
escuchar lo que ella tenía que decirle.
—Yo también tengo algo que decirte Giancarlo. — ambos se miraron a los ojos
fijamente, era verdad Giancarlo tenía algo importante que decirle y Cloe también.
—Bien, ya tenemos que irnos.— dijo Cloe de pronto poniéndose de pie recogiendo su
taza y llevándola a la cocina. Giancarlo imitó su acto.
— ¿Te vas conmigo o en tu auto?
—Me voy en mi auto. — contestó segura, Giancarlo la sujetó de la cintura para pegarla
a él y dejar un dulce beso en sus labios. Ella suspiro hondo y él, le acarició el rostro.
—¿Segura que está todo bien?— pregunto nuevamente Giancarlo sin soltarle el
rostro.—Si mi amor todo está bien.— aseguró ella mientras llevaba una de sus manos
para acariciarle el rostro.
Luego cada uno se marchó en su auto, primero había llegado Cloe para subir
directamente a su oficina.
Estaba muy nerviosa con un nudo en el estómago, esta noche le diría la verdad a
Giancarlo y éste podía ser el momento decisivo para la relación, no sabía cómo lo iba a
tomar, pero ya no había vuelta atrás.
Ya los exámenes en la universidad habían culminado y como el director había dicho,
Cloe terminó los exámenes con los mejores puntajes, ya todo estaba listo, solo esperaba
el día de su graduación para recibir su título, eso sería en menos de un mes. Eso la
emocionaba bastante.
De pronto Cloe escuchó sonar su teléfono, levantó la vista para mirar desde su posición
quien la estaba llamando, arrugó el ceño al ver un número que no conocía. Extendió su
brazo tomando el teléfono para contestar dudosa.
—¿Hola?
—¿Cómo estás?— un frío recorrió su cuerpo al escuchar esa voz, y esa pregunta, solo
una persona podría ser. —¿Quién habla?— pregunto con las manos temblorosas, pero
ya tenía una idea de quién era.
—Soy Charline.— Cloe se levantó de un salto de su silla al escuchar ese nombre y esa
voz burlona como siempre.
—¿Qué quieres y quien te dio mi número?— escupió con rabia apretando los dientes y
el teléfono con la mano.
—Eso no fue difícil, solo te diré una cosa y escúchame muy bien maldita estúpida, quiero
que te alejes de Giancarlo, quiero que lo dejes ser feliz conmigo, él fue y será siempre
mío, tu eres muy poca cosa para él.
—¿Quien te crees tú para decirme eso? Giancarlo es mi novio, nos amamos y ni tú ni
nadie va a destruir lo que tenemos.— escuchó una risa amarga y oscura al otro lado
que la llenó de ira.
—Giancarlo nunca fue tuyo maldita estúpida, el siempre fue mío y si quieres
comprobarlo ve al lugar que te diré y vas a saber que Giancarlo siempre estuvo
enamorado de mí, que jamás fue tuyo y que siempre será mío, Giancarlo me ama y te
miente, pero tú puedes sacarte la venda de los ojos y verlo tú misma sin que nadie te lo
diga.—Déjanos en paz, solo llegaste para destruir mi vida.— Cloe cortó la llamada
apretando muy fuerte el teléfono, una rabia se apoderó de ella y una lágrima comenzó
a rodar por su mejilla cuando de pronto sintió vibrar su teléfono anunciando la llegada
de un mensaje. Lo revisó con las manos temblando y era la dirección de un edificio que
ella conocía, con un mensaje debajo. " es la dirección de mi departamento, comprueba
tu misma que tú novio te miente" , su corazón retumbada en su oído, su pulso se había

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acelerado, sintió sus piernas temblar y tuvo que sentarse en su silla para no caer, en
tsnro apoyó sus codos sobre la mesa y apretó su cabeza entre sus manos.
No, no iba a desconfiar de Giancarlo, ella estaba mintiendo, esa mujer solo quería que
ella dudará de Giancarlo.— susurró Cloe.
Pero la duda pudo más con ella, que llamó a Luke rápidamente. Ellos se habían vuelto
buenos amigos en todo este tiempo.
—¡Luke!— exclamó nerviosa.

—Cloe, ¿Sucedió algo?— pregunto el chófer dudoso.


—Quiero pedirte un favor.— escuchó un suspiro hondo al otro lado.—Sabes que puedes
pedirme lo que quieras.— afirmó el seguro.
—Quiero que me avises cuando Giancarlo salga.
—¿Qué sucede Cloe?— preguntó preocupado.
—Solo hazlo Luke por favor, y te pido que no menciones nada, sé discreto por favor.—
de nuevo un silencio se formó entre ellos.
—Asi será Cloe, descuida, te avisaré cualquier movimiento.— con un nudo en la
garganta agradeció a Luke cortando la llamada.
Cloe ya no podía concentrarse en nada, no dejaba de mirar la hora, era un poco más
del medio día. Ya no podía trabajar de los nervios, su estómago daba vueltas y su boca
se había secado.
De pronto el vibrar de su teléfono la saco de sus pensamientos, esos pensamientos que
solo le hacían doler el alma.—D Luca, bajándose.— solo eso decia el mensaje
proveniente de Luke, Cloe tomó su bolso y salió corriendo de la oficina sin dar
explicaciones ni siquiera a su secretaria, no tenía tiempo de procesar nada, cuando bajó
al estacionamiento el auto de Giancarlo se movía saliendo del estacionamiento, sin que
la vieran subió a su auto presurosa, con el corazón latiendo a mil por hora, con lágrimas
en los ojos y las manos temblorosas metió la llave para poner el marcha el auto,
secándose las lágrimas de mala gana.
Salió presurosa de la empresa para lograr seguir el auto de Giancarlo manteniendo una
distancia prudencial.
Debía secarse las lágrimas, para poder ver, esas que salían por montones sin permiso
alguno.
Después de conducir quince minutos aproximadamente Cloe se llevó la peor sopresa
de su vida, y tenía razón, esa mujer tenía razón, era la misma dirección que le había
pasado, era su departamento.
Ella estacionó escondiéndose detrás de otro auto para ver cómo bajaba Giancarlo de
su auto ajustando su chaqueta, en tanto miraba a los lados para luego observar el
edificio y caminar hacia la entrada. Cloe comenzó a llorar desconsolada, agachando su
cabeza en el volante desgarrándose la garganta y el alma.
Giancarlo le estaba siendo infiel, le mintió todas estas semanas, se veía con esa mujer
y no fue capaz de decirle que ya no la amaba, pensó Cloe sin dejar de llorar
amargamente.
Cloe con las manos temblorosas tomó el teléfono para llamar a Luke nuevamente.
—¿Cloe?
—¿Ya has traído a Giancarlo alguna vez a este lugar?
—¿Cloe que sucede?
—¡Contéstame!— gritó sin consuelo.
—Una vez...— Cloe apretó muy fuerte el teléfono, gritando con rabia y dolor.
—¿Cloe?— cortó el teléfono, ya no quería hablar, ya no quería saber absolutamente
nada, todo estaba claro para ella, Giancarlo le estaba siendo infiel, y lo que ésta noche
le diría tal vez era que ya no la amaba y que terminarían la relación, eso pensaba Cloe
y no pensaba quedarse para averiguarlo.

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Sacó de la guantera de su auto el folio que le había dado el director de la universidad,
dentro de ella había unos papeles con números y direcciones. Secó sus lágrimas
apretando los dientes, sus labios temblaban y sus dedos también al marcar el número.
—¿Hola?
— una voz masculina se oyó al otro lado.
—¿Señor Daniel Hernández?
—Si soy yo, ¿Quién es usted?
—Soy Cloe Adams...— Cloe suspiró hondo antes de hablar...— Acepto su propuesta de
trabajo.
Un silencio se hizo al otro lado, para finalmente...
—Cuanto me alegra escuchar eso señorita Adams, bienvenida a bordo de esta
compañía.
—¿Cuándo podríamos tener una entrevista?
—Si es por mi hoy mismo.— contestó el hombre.
—¿Le parece bien mañana? Ya que aún me encuentro en California, viajaré hoy mismo
para reunirnos mañana.
—Es la mejor noticia que me ha podido dar, la espero mañana, en el folio que le deje al
señor Anderson se encuentra mi dirección y el de la compañía, llámeme apenas esté
aquí en México y coordinamos la entrevista, ¿Que le parece?—Me parece bien, señor
Hernández muchas gracias por la oportunidad.
—La espero señorita Adams.— Cloe cortó la llamada, todo su cuerpo vibraba, volvió a
ver en la pantalla el número de Luke, paso saliva y contestó.
—Luke, solo te pido que no digas nada de esto a tu jefe por favor...—Necesito saber si
estás bien.— dijo él, Luke se sentía mal al escucharla así, sabía que su jefe había hecho
algo malo y lo estaba odiando por eso.
—Luke muchas gracias por todo, eres un gran amigo.
— Siento que esto es una despedida ¿Cloe que harás? Por favor no hagas una tontería.
—Por supuesto que no Luke, ¿Por quién me tomas?
—¿Cloe?— la llamó por última vez.
—¿Dime?
—Eres una mujer increíble, sea lo que sea que harás tendrás tus motivos, recuerda que
siempre podrás contar conmigo y que te aprecio mucho.— Cloe volvió a llorar
deshecha...—Gracias Luke, cuídate mucho. — colgó la llamada poniendo en marcha el
auto, mirando por última vez el edificio y luego marcharse de ahí. Todo estaba claro,
Giancarlo había tomado su decisión, Giancarlo había jugado de la peor manera y eso
jamás Cloe se lo perdonaría, le dejaría el camino libre a los dos para que sean felices,
así una parte de ella muriera completamente.
Gestionó rápidamente todo lo que tenia que hacer sin perder ni un segundo de su
tiempo, desde un pasaje a México, hablar con María, hasta presentar su renuncia en D
Luca Company, cuando lo hizo Arón quedó perplejo, no podía creer lo que estaba
escuchando, ella solo entregó su renuncia al cargo marchándose de ahí y por primera
vez no le importó dejar un trabajo sin dar explicaciones.
Sin perder tiempo hizo su maleta juntando todas sus pertenencias, no quería pasar más
tiempo en el departamento, todo le recordaba a él, no quería recordarlo más, su cuerpo
entero dolía, no había llorado tanto desde la muerte de su madre.
Salió del penthouse dejando un pedazo de su corazón allí, pidió un taxi y se montó en
el yéndose al aeropuerto. Apagó su teléfono para que nadie pudiera localizarla, todo,
absolutamente todo lo había hecho en cuestión de minutos, no quería perder tiempo
porque lo que menos quería era encontrarse con Giancarlo y que se siga burlando de
ella.

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Su vuelo salía en dos horas, pero prefería esperar ahí así Giancarlo no la encontraría.
En México la estaría esperando al llegar Ángela, la hermana de María, todo estaba
perfectamente resuelto como si el universo estuviera a su favor.
Y de ahí ya vería que hacía, pero ya no había vuelta atrás, en California ya nada le
ataba, ya no tenía absolutamente nada que hacer allí. Una nueva vida la esperaba en
México, Giancarlo quedaría en el pasado así llevara una parte de él grabado en el alma.
—Pasajeros con destino a México por favor abordar por la puerta C.— Cloe suspiró
hondo al escuchar el llamado de su vuelo.
Observó por última vez su boleto y con las piernas temblando tomó sus maletas para
caminar hacia la puerta de abordaje.
—Adiós Giancarlo, adiós para siempre.

Fin.

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