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“Parece raro que todavía sigamos pidiendo respeto por la mujer, algo que debería estar en
nuestra concepción desde que nacemos, y nacemos de una mujer”.
8M
Hoy es un día en el que
conmemoramos a todas
las mujeres que con su
fuerza y dignidad han
cambiado la historia
Así reza una copla popular sobre el coraje de la mujer del Caudillo riojano Ángel
Vicente, (el Chacho) Peñaloza. Victoria tenía una herida de batalla, la que ocultaba
con un pañuelo. Nació el 2 de abril de 1804 en un caserío cercano a Tama, pueblo del
interior de La Rioja. Por la situación económica de sus padres no tuvieron la
posibilidad de brindarle educación en alguna escuela por lo que desde niña trabajó
en el campo, entre corrales, carneadas y doma de caballos. A la edad de 18 años
contrae matrimonio con el Chacho con quien tuvo tres hijas, las dos primeras
fallecieron muy jóvenes. La sobreviviente se llamaba Ana María.
Doña Victoria era más conocida como “La Chacha”, acompañó a su esposo en las
mayorías de las batallas luchando hombro a hombro con el Chacho. Mujer de gran
coraje que no se resignaba al yugo de Sarmiento, Mitre y sus “Coroneles”,
sanguinarios y asesinos. En Tucumán en la batalla de “El Manantial” sufre esa
herida en la frente. Aún así siguió peleando como una leona y varias veces arriesgó
su vida para salvar la de su marido. Con voz de mando reclamó a sus soldados
acompañarla en una carga a “Lo macho” para liberar a su marido que era atacado
por varios frentes por sus enemigos. Sus hombres volvieron en torbellino y lograron
sacar airoso al Chacho, doña Victoria con su rostro ensangrentado sonreía
satisfecha.
Luego del escandaloso crimen de su marido por orden del civilizador, el gran
educador “El padre del aula” el gobernador de San Juan Domingo Faustino
Sarmiento, la llevó hecha prisionera a San Juan y por ser la mujer del Chacho
Peñaloza, fue engrillada y sufrió todo género de vejaciones y víctima de los tratos
más indignos, en calabozo le pusieron una barra de grillos remachada, lo mismo
que años anteriores el general Lamadrid hiciera con la madre de Facundo Quiroga.
Engrillada, herida y dolorida. Sarmiento la hizo barrer las calles de San Juan para
que los vecinos se burlen, le den escupitajos y la insulten.
Cuando regresó a los Llanos riojanos encontró su casa devastada y sus tierras y
hacienda arrasada. Vivió de la pobreza hasta su fallecimiento ocurrido el 21 de
noviembre de 1889.
María Magdalena Dámasa Güemes (Macacha), era hermana del gran Martín
Miguel de Güemes. Nacida en una de las Familias más tradicionales y patricias de
Salta, Macacha al igual que Martín no hacían diferencias con sus peones y ese trato
les valió lealtad y respeto. En tiempos de la independencia, ella y su hermano
jugaron un papel preponderante y muy importante para defender la causa ante el
avance realista. Mujer de gran carácter. Organizó talleres de mujeres para
confeccionar las vestimentas para los hombres de su hermano y se constituyó en la
más sagaz salteña para conocer todo aquello que pudiera servirle a su hermano en
la lucha. Cuando llegó a Salta la expedición al Alto Perú comandada por Castelli y
Balcarce, Macacha y Martín organizaron milicias de apoyo, quienes luego en las
luchas de independencias serían los famosos “Infernales de Güemes”.
Martín, la idolatraba y la tenía por oráculo en todo aquello que le interesaba
resolver con madurez y acierto. Se habían opuesto tenazmente al gobernador
salteño Nicolás Severo de Isasmendi durante la revolución.
El 5 de mayo de 1815 Martín fue elegido gobernador, a pesar de la oposición de la
elite salteña, la misma a la que los Güemes, quienes pertenecían a esa clase, venían
enfrentando. En 1819 sus opositores organizaron un partido llamado “Patria
Nueva”, Macacha no se quedó atrás y organizó a los suyos y lo llamo “Patria Vieja”.
Sus adversarios utilizaron mil artimañas para el engaño y la traición. Un supuesto
llamado de ella para su hermano Martín, falso fue la causa que el general fuera de
noche a visitarla a una cita con ella y allí fue cuando recibió las graves heridas que
causaron su muerte ocurrida el 17 de junio de 1821 en el lugar conocido como
“Cañada de la Orqueta”.
Macacha, siguió al frente de la causa, acompañando y ayudando a quienes estaban
desamparados, aquellos que tenían la protección del “padre de los pobres”, como
llamaban a Martín. Finalmente fallece el 7 de junio de 1866, dejando el recuerdo de
una mujer que cumplió con su patria en tiempos de la independencia.
Nació en 1780, a la edad de 7 años quedó huérfana y fue criada por unos tíos
paternos. En 1805 se casa con Manuel Ascencio Padilla con quien tiene cuatro hijos.
Como lo fue su suegro, Juana junto a su marido apoyaron la causa revolucionaria.
En 1809 apoyaron a los “indios” de Chayanta en las revoluciones de Chuquisaca y La
Paz.
Luego de la derrota de Huaqui, los realistas rodearon su casa y Juana junto a sus
hijos resistió todo lo que pudo hasta que Manuel, su marido demostrando coraje
logró poner a salvo a su familia. Juana ya venía desde hace tiempo al frente de su
gente cuando su marido tuvo que vivir en la clandestinidad debido a las contantes
persecuciones.
Juana estuvo siempre presente en las luchas de independencia enfrentando a las
fuerzas realistas, siempre al frente de sus hombres, con coraje y valentía. Su
condición de mujer no era obstáculo para imponer su patriotismo.
Vestida con chaquetilla roja con franjas doradas y sombrerito con plumas azules y
blancas, mirada penetrante y desafiante, enfrentó batallas en defensa de la patria
sin importar las consecuencias. En 1814 pudo rescatar a su marido prisionero en
una operación que fue admirada por sus adversarios. Por sus constantes batallas y
por sus enemigos, el matrimonio fue perdiendo todo. Casa, tierra y sus cuatro hijos
y en medio de esas batallas dio a luz a su quinta hija en 1815.
Nunca traicionó sus ideales, no se dejó sobornar ni doblegar y siempre puso el
interés de su pueblo antes que el suyo. El 14 de septiembre de 1816, Manuel, su
marido cae abatido luego de salvar a Juana de los realistas. Vestida de negro se puso
al frente de sus soldados y continuó dándoles dolores de cabeza a los enemigos en
las batallas. Belgrano reconoció su valentía y la nombró teniente coronel de las
Milicias de los Decididos del Perú.
Luego, junto a su gente se unió a las fuerzas de Güemes. Cuando éste es asesinado,
continuó un tiempo más en Salta, sin provisiones ni dinero consiguió ayuda para
volver a su lugar de nacimiento a reencontrarse con su hija, la única que le quedó
viva. Tiempo después se reunió con Sucre y con Bolívar, quien le otorgó una
pensión que muy pocas veces pudo cobrar. Murió muy pobre y olvidada en sucre en
1862, tenía 81 años.
María nació en 1767 y falleció el 8 de enero de 1847, aunque otros historiadores
afirman que nació en 1756 y falleció en 1884, sería imposible que tuviera 127 años
cuando muere. La cuestión es que María tuvo una vida intensa y sacrificada y como
pasó con la mayoría de nuestros héroes y próceres que murieron pobres y olvidados
y muy tarde les llegó el reconocimiento. Remedios del Valle no iba a ser la
excepción, y su condición de mujer y negra iba a posibilitar ese olvido porque para
los intelectuales y civilizadores una mujer negra no puede ser la madre de la patria,
así como el padre de la patria no puede ser de origen mestizo, según un muy buen
trabajo del historiador Hugo Chumbita sobre el origen indio de San Martin.
Grata fue la sorpresa de Belgrano cuando vio entre las “Célebres niñas de
Ayohuma” a María cuidando a los heridos. Ella venía desde 1810 participando en las
batallas de la independencia. La llamaban la “parda” María, acompañó al riojano
Ortiz de Ocampo, general de la Nación al Alto Perú, luego en 1811 participó en el
combate de Huaqui, en el éxodo jujeño, en las batallas de Tucumán y Salta, en
Vilcapugio y Ayohuma sufriendo las derrotas. Siempre al lado del general Belgrano
quien debido a su entrega en el campo de batalla la nombró capitana. En una de sus
tantos enfrentamientos fue tomada prisionera pero antes de ser azotada en público
pudo escapar. En toda su carrera militar recibió seis tiros graves de bala y su grado
de capitana no le fue fácil reconocer por parte de las autoridades porteñas quienes
con mala gana le pagaban su salario correspondiente al grado militar pero esto solo
fue hasta que terminó la guerra de independencia.
Poco a poco el nombre de María fue quedando en el olvido hasta que Viamonte la
encontró en la calle mendigando. Desde la legislatura porteña trató junto a otros
que se le reconociese su grado y reciba su pensión que nunca cobró y murió pobre y
olvidada.
Cuando en 1801 Mariquita se enamoró de su primo segundo Martín Thompson,
nunca imaginó que sus padres se iban a oponer tenazmente a la relación. Su padre
Cecilio tenía, según su olfato, al candidato ideal para ella: un pariente de su madre
Magdalena, que era un comerciante rico.
Con 14 años ella estaba dispuesta a casarse con Martín, recordemos que en esos
años era común que las mujeres a esa edad fueran ya casamenteras. Una joven de 19
años soltera era considerada una solterona. Mariquita era la heredera más rica de
Buenos Aires y lógicamente un buen partido para cualquiera.
María Josefa Petrona de Todos los Santos Sánchez de Velazco y Trillo, tal era el
nombre completo de Mariquita, llevó a cabo uno de los actos más escandalosos para
la época, al encerrarse en su habitación y luego al irrumpir en el salón y anunciar
que no podía casarse con su primo De Arco porque ya estaba comprometida con su
primo Thompson. Esta fue una situación nunca vivida y menos en la aristocracia
porteña. Era imposible que una joven desobedezca a sus padres y menos con
semejante acontecimiento. Simplemente agachaban la cabeza y aceptaban
cualquier imposición por parte de los progenitores. Mariquita, sin embargo, fue
una pionera.
Su padre de gran influencia envió a Mariquita de castigo a un convento y movió
sus influencias para que Thompson, que era marino se fuera cada vez más lejos de
la ciudad.
Luego de unos años, Thompson regresó y si bien don Cecilio había fallecido, su
esposa Magdalena seguía oponiéndose a la relación, por lo que los novios
decidieron iniciar una causa judicial y el que debía resolver la misma era el Virrey
De Sobremonte quien autorizó el casamiento el cual se produjo el 29 de junio de
1805.
Mariquita fue sin dudas una adelantada a su época, tuvo acceso a la educación y las
lecturas sin tener que ir a un convento, las demás jóvenes obedecían e iban al
convento y se convertían en monja. Allá por 1854 le expresaba a su hija su visión
sobre el matrimonio “¿Quién diablos inventó el matrimonio indisoluble? […] Es una
barbaridad atarlo a uno a un martirio permanente”. Tuvo cinco hijos, Thompson murió
en 1819 pero hacía varios años que estaba en el exterior. Desde antes de 1810 en casa
de Mariquita se realizaban las famosas tertulias donde la clase alta se reunía para
hablar de moda, política y de lo que sucedía en el viejo continente. También las
personalidades de la época concurrían al lugar. El himno nacional se tocó por
primera vez en su casa según algunos historiadores.
Al frente de la Sociedad de Beneficencia llevó a cabo acciones múltiples en materias
educativas y sociales como la de mantener escuelas separadas para niñas blancas y
pardas. Pero también ideas avanzadas para la época en cuanto a la familia y al papel
de la mujer. Defendió con vehemencia la independencia y colaboró con los
principales protagonistas de la misma aportando lo necesario para la causa. Fue
una mujer que de alguna manera rompió con los estereotipos de su tiempo, una
feminista cuando esta palabra no existía, hasta su muerte en 1868. La defensa de la
educación para las mujeres la llevó a enfrentarse con Sarmiento, desde la Sociedad
de Beneficencia trabajó con orfanatos, hospitales y escuelas. Aunque también hay
que aclarar que esa Sociedad estaba destinada a la parte “Decente” y no a los
sectores pobres en sus acciones mayoritarias.
Una época políticamente bastante convulsionada es la que vivió Camila. En ese
contexto entre unitarios y federales, se desarrolló su trágica historia de amor.
Nació en 1828 y pertenecía a una de las familias más distinguidas de esos tiempos.
A la edad de 19 años se enamoró del sacerdote de la iglesia del Socorro. Ulasdilao
Gutiérrez de 24 años, quien le correspondió con su amor.
Eran tiempos de Rosas, la Mazorca y las vicisitudes de la política estaban a la orden
del día y, una historia de amor entre una joven de la alta sociedad y un cura ponía
incómodo a más de uno. La iglesia alegaba que todo era culpa de Camila por el
hecho de ser mujer y eso implicaba tener la “tentación del Demonio”, toda la gente
estaba horrorizada y exigía castigo para que esta situación no sea un ejemplo para
las jovencitas. El padre de Camila pedía a gritos un castigo ejemplar para su hija ya
que él no iba a tolerar semejante deshonor en su familia, ¿Qué iban a decir sus
amigos? ¿Qué iban decir los de su clase social?, era una situación que lo dejaba mal
parado en su círculo social y no quería perder el prestigio en la sociedad. En
especial en la sociedad pacata del gran Buenos Aires. Cuando la relación se hizo
pública, los novios huyeron a Corrientes y con nombres falsos lograron
establecerse.
Mientras tanto los actores políticos pedían que Juan Manuel de Rosas busque a los
enamorados y accione contra ellos con todo el peso de la Ley. Su padre en una
enmienda a Rosas le suplicó que tome cartas en el asunto y exigía que se logre
capturar a su hija “Suplico a V.E. dé orden para que se liberen requisitorias a todos los
rumbos para precaver que esta infeliz se vea reducida a la desesperación y conociéndose
perdida se precipite en la infamia”.
Rosas hizo repartir por todo el país la filiación de la pareja, patria, edad, estado
civil, color de ojos etcétera.
Luego de unos meses de vivir “tranquilamente” en esa provincia, estando a cargo
de una escuela en Goya, fueron descubiertos por el cura de origen irlandés y los
denunció al Juez de Paz. Fueron trasladados por separados a Buenos Aires y
colocados en calabozos también por separados. Camila estaba embarazada.
Ni las súplicas de su hija Manuelita, amiga de Camila pudieron conmocionar a
Rosas. Sarmiento que estaba exiliado criticaba a Rosas porque no castigaba a
Camila y su amante por “Monstruosa inmoralidad”, pero luego de la derrota de Rosas
en Caseros dijo, “Bárbaro tirano que hizo fusilar a la bella Camila O´ Gorman de
una distinguida familia, estando ella en cinta, por el delito de amar a un hombre.
Las contradicciones del padre del aula.
Camila mía, acabo de saber que mueres conmigo, ya que no hemos podido vivir en
la Tierra unidos, nos uniremos en el cielo ante Dios. Te abraza tu Gutiérrez,
escribió en un papel Ulasdilao.
El 18 de agosto de 1848 Rosas los hizo ejecutar. Camila en sus últimas palabras dijo
“Voy a morir, y el amor que me arrastró al suplicio seguirá imperando en la naturaleza toda.
Recordarán mi nombre, mártir o criminal, no bastará mi castigo a contener una sola
palpitación en los corazones que sientan”.
Nació el 26 de febrero de 1846, fue considerada la mujer más bella de la Argentina.
Joven, millonaria y muy bella, esas consideraciones tenía Felicitas en la época. A la
edad de 18 años su padre Carlos Guerrero arregló su matrimonio con Martín de
Álzaga de 50 años de edad, hombre muy rico. Los Álzaga eran una familia
influyente en esa época. Si bien la joven no consentía su casamiento, nada pudo
hacer y se casó el 2 de junio de 1864. En 1870 quedó viuda, su marido había muerto
aparentemente no pudo superar la muerte de su hijo de tres años víctima de la
epidemia de fiebre amarilla que azoló Buenos Aires en 1869. Un día después de
fallecer Álzaga murió su hijo recién nacido, era el 2 de marzo.
Joven, viuda y rica Felicitas, tenía varios pretendientes que no solo eran atraídos
por su belleza sino también por la fortuna de hasta ese momento considerada la
mujer más bella de Buenos Aires. En 1872, un 29 de enero Felicitas anunció su
compromiso con Sáenz Valiente, la noticia rompió corazones a varios muchachos.
Entre ellos a Enrique Ocampo. Se cuenta que durante un paseo por sus campos
Felicitas fue sorprendida por una tormenta y se perdió en esa inmensidad y es ahí
cuando apareció Sáenz Valiente y le ayudo a regresar a su estancia y dieron
comienzo a esa relación.
Dicho anuncio se realizó en casa de los Guerreros en Barracas, la clase alta porteña
estaba presente y entre ella, Ocampo. Para algunos solo eran amigos, para otros,
ellos fueron amantes. Ocampo pedía hablar con ella pero no accedía Felicitas a su
reclamo. En un momento la joven se dirige a su dormitorio a cambiar su vestuario
cuando Ocampo la intercepta y le suplica hablar en privado. Este momento tuvo dos
testigos, uno de sus hermanos y su primo quienes se quedaron cerca de ellos
temiendo algún peligro para Felicitas.
Entraron en la habitación y Ocampo le pedía que no se case, al negar su pedido
Felicitas Ocampo sacó un arma que llevaba en su bolsillo, “O te casas conmigo o no te
casas con nadie” le dijo. Asustada corrió para salir de la habitación y es ahí cuando
Enrique Ocampo le dispara, la bala ingresó por el omóplato derecho y felicita cae al
piso agonizando. Antonio y Cristian entraron, pero ya era tarde. Ocampo también
estaba muerto de un disparo. Hay versiones que hablan que se suicidó, otras que
fue muerto por estos dos hombres, se rumoreaba que Ocampo tenía dos orificio de
bala. El juez Ángel Carranza sentenció que fue suicidio y cerró el caso.
Felicitas estuvo agonizando varias horas para finalmente cerrar sus ojos
definitivamente en la madrugada del 30 de enero.
Sus restos fueron trasladados al cementerio de la Recoleta, en ese momento
coincidió con el cortejo fúnebre de Ocampo. Sus padres mandaron a construir una
iglesia en su memoria y el 30 de enero de 1879 nació frente a la plaza de Barracas, la
“Iglesia de Santa Felicitas”. En el lugar se encuentra una estatua de Felicitas y de su
marido Martín de Álzaga. Hay una tradición popular que cuenta que las jóvenes que
desean casarse deben atar un pañuelo en las rejas de la iglesia. Si éste por la
mañana siguiente aparece húmedo es por las lágrimas de Felicitas. Se dice que el
fantasma de la joven se pasea durante las noches de tormenta por la iglesia y
también que si una joven toca las rejas, recuperará su amor para siempre.