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El día había amanecido tranquilo, iluminado.

Las calles de Nueva York sentían en


su pecho ese repiquetear de tacones y zapatos de goma blanda y gastada de pasos
apurados, a lo lejos bocinas de los primeros Ford bigote se mezclaban con el grito de
algún niño ¡diario, diario!, el rechinar de los frenos de un tranvía opacaba en parte
ese grito casi desesperado por vender los últimos diarios y la muchedumbre
apretujada se dirigía a su trabajo. Nueva York amanecía tranquila ese 25 de marzo
de 1911 y nada hacía presagiar lo contrario.
Las mujeres venían luchando por sus derechos desde antes de 1911 e inclusive antes
de 1857 que sería el primer antecedente de lucha por sus derechos laborales cuando
miles de trabajadoras en especial textiles tomaron las calles de Nueva York.
En la historia de la humanidad la mujer ha jugado un papel importante dentro de la
misma, pasando por Juana de Arco, Rosa Luxemburgo, Rigoberta Menchú, María
Rosa Oliver, Cecilia Grierson, Julieta Lanteri, Eva Perón o las Madres de Plaza de
Mayo.
Charles Fourier, aseguraba hace más de doscientos años que “los progresos
sociales y cambios de época se operan en proporción al progreso de las mujeres
hacia la libertad”.
Las trabajadoras de la fábrica textil Compañía de Blusas “El Triángulo”, propiedad
de Max Blanck e Isaías Harris venían desde hace varias semanas reclamando
mejores salarios, mejores condiciones de trabajo, defensa de la maternidad libre,
reducción de la jornada laboral a ocho horas, descanso dominical y el fin de la
explotación de los niños. Al gobierno federal le reclamaban el control de las
condiciones de higiene y seguridad y denunciaban que no existían salidas de
emergencia y la falta de elementos para combatir incendios, algo muy frecuente en
el rubro textil. Un reclamo que no tuvo eco en los propietarios.
La mujer desde los orígenes de la humanidad fue menospreciada y muchas veces
ninguneada por la historia misma y por los “grandes hombres”.
Los pensadores más importantes y estudiados de la historia decían de la mujer lo
siguiente: "la mujer es un hombre incompleto" (Aristóteles).
"Los hombres tienen hombros anchos y caderas estrechas. Están dotados de inteligencia. Las
mujeres tienen hombros estrechos y caderas anchas, para tener hijos y quedarse en casa"
(Martín Lutero).
"La mujer es un error de la naturaleza, nace de un esperma en mal estado" (Santo Tomás de
Aquino).
"Las gallinas ponen huevos y las mujeres, cuernos" (Francisco de Quevedo).
En libros muy antiguos, como la Biblia y el Corán, aparecen versículos muy
cuestionados en relación al hombre y a la mujer. Las diferentes interpretaciones
que de estos libros se han hecho, han llevado al hombre, en nombre de la religión, a
manipular y someter a la mujer, durante mucho tiempo.
Cuando en 1942 Imelda Romero, de Aimogasta en la provincia de La Rioja fue
elegida (Interventora del Poder Ejecutivo), “Intendente”, por su primo el
gobernador, hubo descontento en las altas esferas políticas y el principal caudillo
político del pueblo dijo: Encima mujer, como si por serlo no sería capaz de estar al
frente de una comuna. Esto la convirtió en la primera mujer intendente del país.
Cuando falleció Eva Perón escribían en las paredes de las ciudades “Viva el Cáncer”.
Y así hay ejemplos por doquier en la historia y en el pensamiento universal. La
mujer ha tenido que sobreponerse a todas estas dificultades y aún hoy en el siglo
XXI siguen sin bajar los brazos luchando por sus derechos oprimidos.
Lentamente el tiempo transcurre en las fábricas, las agujas de los relojes tienen su
tic tac cansino y la muchedumbre obrera anhela el tic tac de salida. En la fábrica de
confección de camisas Triangle (Triangulo) Waist Co. Las mujeres comenzaban a
reunirse en pequeños grupos que cada vez iban creciendo y a manifestar su
descontento laboral, muchas estaban descalzas y con sus uniformes sucios y rotos,
ni tiempo para lavar y remendar tenían las pobres desdichadas porque en las
habitaciones sin ventilación están sus hijos y sus padres están día y noche cociendo
camisas que algún aristócrata lucirá orgulloso en una fiesta de alta sociedad.
Howard Zynn en su libro, “La otra Historia de Estados Unidos”, cuenta el
testimonio de una obrera y dice: "En esos agujeros malsanos, todos nosotros, hombres,
mujeres y jóvenes ¡trabajamos entre setenta y ochenta horas semanales incluido los sábados y
domingos!". El sábado a la tarde colgaban un cartel que decía "Si no venís el domingo, no hace
falta que vengas el lunes". Los sueños infantiles de un día de fiesta se hicieron añicos. Nosotros
llorábamos porque, después de todo, éramos solo unos niños”.
El mediodía había quedado atrás y las protestas se hicieron más intensas, las
mujeres hartas de tantos oídos sordos, de abandono y de indiferencia iniciaron la
huelga en la fábrica. Las mujeres habían dejado sus puestos de trabajos y daban
fervientes discursos y se les iba sumando cada vez más compañeras y algunos
hombres. Los dueños de la fábrica encerrados en sus oficinas fumaban, caminaban
en círculo y discutían las medidas a tomar ante las protestas de las mujeres. Eran
las 16.40 cuando provocaron un incendio para hacer desistir a las revoltosas y
cerraron todas las puertas de la fábrica, rápidamente el lugar se convirtió en una
gran mole de fuego, humo y gritos desesperados y desgarradores pidiendo y
suplicando ayuda. Murieron 146 trabajadores, entre mujeres, hombre y niños. La
trabajadora más joven 14 años todas calcinadas.
Los diarios se hacían eco del hecho, las mujeres convocaban a marchas por toda la
ciudad para recordar a las víctimas, denunciar a los dueños, pedir justicia y seguir
reclamando por sus derechos. El 2 de abril en el Metropolitan Opera se llevó a cabo
el acto en homenaje a las trabajadoras donde se hicieron presente más de 100.000
personas.
La ONU decretó en 1975, el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, una
propuesta presentada por la líder Socialdemócrata de origen alemán Clara Zetkin
en 1910.

“Parece raro que todavía sigamos pidiendo respeto por la mujer, algo que debería estar en
nuestra concepción desde que nacemos, y nacemos de una mujer”.
8M
Hoy es un día en el que
conmemoramos a todas
las mujeres que con su
fuerza y dignidad han
cambiado la historia

DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER


Cuando Américo Vespucio llegó a estas tierras se cuenta que quedó muy
impresionado con las mujeres “salvajes”, a las cuales las consideraba superiores a las
europeas y agregaba: “las mujeres, como te he dicho, aunque andan desnudas y son
libidinosas, no tienen nada defectuoso en sus cuerpos, hermosos y limpios, ni tampoco son tan
groseras, porque aunque son carnosas, falta a la par en ellas la fealdad. Una cosa nos ha
parecido milagrosa, que entre ellas ninguna tuviera los pechos caídos, y las que habían parido,
por la forma de vientre y la estrechura, no se diferenciaban en nada de las vírgenes”. Misma
versión prácticamente tiene Fernández de Oviedo: “Andan desnudos en vivas carnes
hombre y mujeres, y agrega (en las bodas otro es el novio que así es costumbre usada y
guardada), si el novio es Cacique, todos los Caciques convidados prueban la novia primero que
no él”.

Los conquistadores llegaron y obviamente no solo les interesaba el oro y demás,


sino también adueñarse de las mujeres que habitaban en este nuevo continente.
Fueron varias las que no quisieron ser dominadas y se convirtieron en feroces
guerreras que defendieron su honor, sus hijos, sus maridos y a su pueblo.
Originaria de la isla “LA Española”, que en la actualidad se llama Santo Domingo,
Anacaona acompañó a su esposo Caonabó en el que es considerado el primer
levantamiento de los pueblos originarios en 1493 y que se prolongó por
aproximadamente una década. Cuando su marido fue tomado prisionero por los
españoles, Anacaona se puso al frente de la resistencia hasta que fue capturada y
obligada a ver la ejecución de cientos de sus hombres en la hoguera para luego ser
ahorcada por orden del gobernador Nicolás de Ocando en 1504.
La historia de la “Malinche”, está plagada de contradicciones, de ser la amante de
Cortés a ser entregada por éste a otros españoles. Si bien ella estaba enamorada de
Cortés, no así él de ella. La mayoría de los guerreros fueron igualmente traidores
como Malinche porque permitieron que los conquistadores pudieran hacerse de la
ciudad de México-Tenochtitlán y así de esta manera destruir el imperio de
Moctezuma. Estos pueblos que estaban sometidos al poder de los aztecas creyeron
ver en los conquistadores un aliado, pero no fue así.
Mujeres que lucharon junto a sus esposos, hermanos y todo aquel que se
enfrentaba a los poderosos. Mujeres que con distintos roles y comportamiento
asumieron los acontecimientos bélicos que protagonizaron. Defendiendo causas e
ideales, siempre por el bien de un mundo mejor. Estas mujeres fueron
protagonistas y dejaron su impronta.
“Doña Victoria Romero
Si usted quiere que le cuente
Se vino de Tucumán
Con un hachazo en la frente”

Así reza una copla popular sobre el coraje de la mujer del Caudillo riojano Ángel
Vicente, (el Chacho) Peñaloza. Victoria tenía una herida de batalla, la que ocultaba
con un pañuelo. Nació el 2 de abril de 1804 en un caserío cercano a Tama, pueblo del
interior de La Rioja. Por la situación económica de sus padres no tuvieron la
posibilidad de brindarle educación en alguna escuela por lo que desde niña trabajó
en el campo, entre corrales, carneadas y doma de caballos. A la edad de 18 años
contrae matrimonio con el Chacho con quien tuvo tres hijas, las dos primeras
fallecieron muy jóvenes. La sobreviviente se llamaba Ana María.
Doña Victoria era más conocida como “La Chacha”, acompañó a su esposo en las
mayorías de las batallas luchando hombro a hombro con el Chacho. Mujer de gran
coraje que no se resignaba al yugo de Sarmiento, Mitre y sus “Coroneles”,
sanguinarios y asesinos. En Tucumán en la batalla de “El Manantial” sufre esa
herida en la frente. Aún así siguió peleando como una leona y varias veces arriesgó
su vida para salvar la de su marido. Con voz de mando reclamó a sus soldados
acompañarla en una carga a “Lo macho” para liberar a su marido que era atacado
por varios frentes por sus enemigos. Sus hombres volvieron en torbellino y lograron
sacar airoso al Chacho, doña Victoria con su rostro ensangrentado sonreía
satisfecha.
Luego del escandaloso crimen de su marido por orden del civilizador, el gran
educador “El padre del aula” el gobernador de San Juan Domingo Faustino
Sarmiento, la llevó hecha prisionera a San Juan y por ser la mujer del Chacho
Peñaloza, fue engrillada y sufrió todo género de vejaciones y víctima de los tratos
más indignos, en calabozo le pusieron una barra de grillos remachada, lo mismo
que años anteriores el general Lamadrid hiciera con la madre de Facundo Quiroga.
Engrillada, herida y dolorida. Sarmiento la hizo barrer las calles de San Juan para
que los vecinos se burlen, le den escupitajos y la insulten.
Cuando regresó a los Llanos riojanos encontró su casa devastada y sus tierras y
hacienda arrasada. Vivió de la pobreza hasta su fallecimiento ocurrido el 21 de
noviembre de 1889.
María Magdalena Dámasa Güemes (Macacha), era hermana del gran Martín
Miguel de Güemes. Nacida en una de las Familias más tradicionales y patricias de
Salta, Macacha al igual que Martín no hacían diferencias con sus peones y ese trato
les valió lealtad y respeto. En tiempos de la independencia, ella y su hermano
jugaron un papel preponderante y muy importante para defender la causa ante el
avance realista. Mujer de gran carácter. Organizó talleres de mujeres para
confeccionar las vestimentas para los hombres de su hermano y se constituyó en la
más sagaz salteña para conocer todo aquello que pudiera servirle a su hermano en
la lucha. Cuando llegó a Salta la expedición al Alto Perú comandada por Castelli y
Balcarce, Macacha y Martín organizaron milicias de apoyo, quienes luego en las
luchas de independencias serían los famosos “Infernales de Güemes”.
Martín, la idolatraba y la tenía por oráculo en todo aquello que le interesaba
resolver con madurez y acierto. Se habían opuesto tenazmente al gobernador
salteño Nicolás Severo de Isasmendi durante la revolución.
El 5 de mayo de 1815 Martín fue elegido gobernador, a pesar de la oposición de la
elite salteña, la misma a la que los Güemes, quienes pertenecían a esa clase, venían
enfrentando. En 1819 sus opositores organizaron un partido llamado “Patria
Nueva”, Macacha no se quedó atrás y organizó a los suyos y lo llamo “Patria Vieja”.
Sus adversarios utilizaron mil artimañas para el engaño y la traición. Un supuesto
llamado de ella para su hermano Martín, falso fue la causa que el general fuera de
noche a visitarla a una cita con ella y allí fue cuando recibió las graves heridas que
causaron su muerte ocurrida el 17 de junio de 1821 en el lugar conocido como
“Cañada de la Orqueta”.
Macacha, siguió al frente de la causa, acompañando y ayudando a quienes estaban
desamparados, aquellos que tenían la protección del “padre de los pobres”, como
llamaban a Martín. Finalmente fallece el 7 de junio de 1866, dejando el recuerdo de
una mujer que cumplió con su patria en tiempos de la independencia.
Nació en 1780, a la edad de 7 años quedó huérfana y fue criada por unos tíos
paternos. En 1805 se casa con Manuel Ascencio Padilla con quien tiene cuatro hijos.
Como lo fue su suegro, Juana junto a su marido apoyaron la causa revolucionaria.
En 1809 apoyaron a los “indios” de Chayanta en las revoluciones de Chuquisaca y La
Paz.
Luego de la derrota de Huaqui, los realistas rodearon su casa y Juana junto a sus
hijos resistió todo lo que pudo hasta que Manuel, su marido demostrando coraje
logró poner a salvo a su familia. Juana ya venía desde hace tiempo al frente de su
gente cuando su marido tuvo que vivir en la clandestinidad debido a las contantes
persecuciones.
Juana estuvo siempre presente en las luchas de independencia enfrentando a las
fuerzas realistas, siempre al frente de sus hombres, con coraje y valentía. Su
condición de mujer no era obstáculo para imponer su patriotismo.
Vestida con chaquetilla roja con franjas doradas y sombrerito con plumas azules y
blancas, mirada penetrante y desafiante, enfrentó batallas en defensa de la patria
sin importar las consecuencias. En 1814 pudo rescatar a su marido prisionero en
una operación que fue admirada por sus adversarios. Por sus constantes batallas y
por sus enemigos, el matrimonio fue perdiendo todo. Casa, tierra y sus cuatro hijos
y en medio de esas batallas dio a luz a su quinta hija en 1815.
Nunca traicionó sus ideales, no se dejó sobornar ni doblegar y siempre puso el
interés de su pueblo antes que el suyo. El 14 de septiembre de 1816, Manuel, su
marido cae abatido luego de salvar a Juana de los realistas. Vestida de negro se puso
al frente de sus soldados y continuó dándoles dolores de cabeza a los enemigos en
las batallas. Belgrano reconoció su valentía y la nombró teniente coronel de las
Milicias de los Decididos del Perú.
Luego, junto a su gente se unió a las fuerzas de Güemes. Cuando éste es asesinado,
continuó un tiempo más en Salta, sin provisiones ni dinero consiguió ayuda para
volver a su lugar de nacimiento a reencontrarse con su hija, la única que le quedó
viva. Tiempo después se reunió con Sucre y con Bolívar, quien le otorgó una
pensión que muy pocas veces pudo cobrar. Murió muy pobre y olvidada en sucre en
1862, tenía 81 años.
María nació en 1767 y falleció el 8 de enero de 1847, aunque otros historiadores
afirman que nació en 1756 y falleció en 1884, sería imposible que tuviera 127 años
cuando muere. La cuestión es que María tuvo una vida intensa y sacrificada y como
pasó con la mayoría de nuestros héroes y próceres que murieron pobres y olvidados
y muy tarde les llegó el reconocimiento. Remedios del Valle no iba a ser la
excepción, y su condición de mujer y negra iba a posibilitar ese olvido porque para
los intelectuales y civilizadores una mujer negra no puede ser la madre de la patria,
así como el padre de la patria no puede ser de origen mestizo, según un muy buen
trabajo del historiador Hugo Chumbita sobre el origen indio de San Martin.
Grata fue la sorpresa de Belgrano cuando vio entre las “Célebres niñas de
Ayohuma” a María cuidando a los heridos. Ella venía desde 1810 participando en las
batallas de la independencia. La llamaban la “parda” María, acompañó al riojano
Ortiz de Ocampo, general de la Nación al Alto Perú, luego en 1811 participó en el
combate de Huaqui, en el éxodo jujeño, en las batallas de Tucumán y Salta, en
Vilcapugio y Ayohuma sufriendo las derrotas. Siempre al lado del general Belgrano
quien debido a su entrega en el campo de batalla la nombró capitana. En una de sus
tantos enfrentamientos fue tomada prisionera pero antes de ser azotada en público
pudo escapar. En toda su carrera militar recibió seis tiros graves de bala y su grado
de capitana no le fue fácil reconocer por parte de las autoridades porteñas quienes
con mala gana le pagaban su salario correspondiente al grado militar pero esto solo
fue hasta que terminó la guerra de independencia.
Poco a poco el nombre de María fue quedando en el olvido hasta que Viamonte la
encontró en la calle mendigando. Desde la legislatura porteña trató junto a otros
que se le reconociese su grado y reciba su pensión que nunca cobró y murió pobre y
olvidada.
Cuando en 1801 Mariquita se enamoró de su primo segundo Martín Thompson,
nunca imaginó que sus padres se iban a oponer tenazmente a la relación. Su padre
Cecilio tenía, según su olfato, al candidato ideal para ella: un pariente de su madre
Magdalena, que era un comerciante rico.
Con 14 años ella estaba dispuesta a casarse con Martín, recordemos que en esos
años era común que las mujeres a esa edad fueran ya casamenteras. Una joven de 19
años soltera era considerada una solterona. Mariquita era la heredera más rica de
Buenos Aires y lógicamente un buen partido para cualquiera.
María Josefa Petrona de Todos los Santos Sánchez de Velazco y Trillo, tal era el
nombre completo de Mariquita, llevó a cabo uno de los actos más escandalosos para
la época, al encerrarse en su habitación y luego al irrumpir en el salón y anunciar
que no podía casarse con su primo De Arco porque ya estaba comprometida con su
primo Thompson. Esta fue una situación nunca vivida y menos en la aristocracia
porteña. Era imposible que una joven desobedezca a sus padres y menos con
semejante acontecimiento. Simplemente agachaban la cabeza y aceptaban
cualquier imposición por parte de los progenitores. Mariquita, sin embargo, fue
una pionera.
Su padre de gran influencia envió a Mariquita de castigo a un convento y movió
sus influencias para que Thompson, que era marino se fuera cada vez más lejos de
la ciudad.
Luego de unos años, Thompson regresó y si bien don Cecilio había fallecido, su
esposa Magdalena seguía oponiéndose a la relación, por lo que los novios
decidieron iniciar una causa judicial y el que debía resolver la misma era el Virrey
De Sobremonte quien autorizó el casamiento el cual se produjo el 29 de junio de
1805.
Mariquita fue sin dudas una adelantada a su época, tuvo acceso a la educación y las
lecturas sin tener que ir a un convento, las demás jóvenes obedecían e iban al
convento y se convertían en monja. Allá por 1854 le expresaba a su hija su visión
sobre el matrimonio “¿Quién diablos inventó el matrimonio indisoluble? […] Es una
barbaridad atarlo a uno a un martirio permanente”. Tuvo cinco hijos, Thompson murió
en 1819 pero hacía varios años que estaba en el exterior. Desde antes de 1810 en casa
de Mariquita se realizaban las famosas tertulias donde la clase alta se reunía para
hablar de moda, política y de lo que sucedía en el viejo continente. También las
personalidades de la época concurrían al lugar. El himno nacional se tocó por
primera vez en su casa según algunos historiadores.
Al frente de la Sociedad de Beneficencia llevó a cabo acciones múltiples en materias
educativas y sociales como la de mantener escuelas separadas para niñas blancas y
pardas. Pero también ideas avanzadas para la época en cuanto a la familia y al papel
de la mujer. Defendió con vehemencia la independencia y colaboró con los
principales protagonistas de la misma aportando lo necesario para la causa. Fue
una mujer que de alguna manera rompió con los estereotipos de su tiempo, una
feminista cuando esta palabra no existía, hasta su muerte en 1868. La defensa de la
educación para las mujeres la llevó a enfrentarse con Sarmiento, desde la Sociedad
de Beneficencia trabajó con orfanatos, hospitales y escuelas. Aunque también hay
que aclarar que esa Sociedad estaba destinada a la parte “Decente” y no a los
sectores pobres en sus acciones mayoritarias.
Una época políticamente bastante convulsionada es la que vivió Camila. En ese
contexto entre unitarios y federales, se desarrolló su trágica historia de amor.
Nació en 1828 y pertenecía a una de las familias más distinguidas de esos tiempos.
A la edad de 19 años se enamoró del sacerdote de la iglesia del Socorro. Ulasdilao
Gutiérrez de 24 años, quien le correspondió con su amor.
Eran tiempos de Rosas, la Mazorca y las vicisitudes de la política estaban a la orden
del día y, una historia de amor entre una joven de la alta sociedad y un cura ponía
incómodo a más de uno. La iglesia alegaba que todo era culpa de Camila por el
hecho de ser mujer y eso implicaba tener la “tentación del Demonio”, toda la gente
estaba horrorizada y exigía castigo para que esta situación no sea un ejemplo para
las jovencitas. El padre de Camila pedía a gritos un castigo ejemplar para su hija ya
que él no iba a tolerar semejante deshonor en su familia, ¿Qué iban a decir sus
amigos? ¿Qué iban decir los de su clase social?, era una situación que lo dejaba mal
parado en su círculo social y no quería perder el prestigio en la sociedad. En
especial en la sociedad pacata del gran Buenos Aires. Cuando la relación se hizo
pública, los novios huyeron a Corrientes y con nombres falsos lograron
establecerse.
Mientras tanto los actores políticos pedían que Juan Manuel de Rosas busque a los
enamorados y accione contra ellos con todo el peso de la Ley. Su padre en una
enmienda a Rosas le suplicó que tome cartas en el asunto y exigía que se logre
capturar a su hija “Suplico a V.E. dé orden para que se liberen requisitorias a todos los
rumbos para precaver que esta infeliz se vea reducida a la desesperación y conociéndose
perdida se precipite en la infamia”.
Rosas hizo repartir por todo el país la filiación de la pareja, patria, edad, estado
civil, color de ojos etcétera.
Luego de unos meses de vivir “tranquilamente” en esa provincia, estando a cargo
de una escuela en Goya, fueron descubiertos por el cura de origen irlandés y los
denunció al Juez de Paz. Fueron trasladados por separados a Buenos Aires y
colocados en calabozos también por separados. Camila estaba embarazada.
Ni las súplicas de su hija Manuelita, amiga de Camila pudieron conmocionar a
Rosas. Sarmiento que estaba exiliado criticaba a Rosas porque no castigaba a
Camila y su amante por “Monstruosa inmoralidad”, pero luego de la derrota de Rosas
en Caseros dijo, “Bárbaro tirano que hizo fusilar a la bella Camila O´ Gorman de
una distinguida familia, estando ella en cinta, por el delito de amar a un hombre.
Las contradicciones del padre del aula.
Camila mía, acabo de saber que mueres conmigo, ya que no hemos podido vivir en
la Tierra unidos, nos uniremos en el cielo ante Dios. Te abraza tu Gutiérrez,
escribió en un papel Ulasdilao.
El 18 de agosto de 1848 Rosas los hizo ejecutar. Camila en sus últimas palabras dijo
“Voy a morir, y el amor que me arrastró al suplicio seguirá imperando en la naturaleza toda.
Recordarán mi nombre, mártir o criminal, no bastará mi castigo a contener una sola
palpitación en los corazones que sientan”.
Nació el 26 de febrero de 1846, fue considerada la mujer más bella de la Argentina.
Joven, millonaria y muy bella, esas consideraciones tenía Felicitas en la época. A la
edad de 18 años su padre Carlos Guerrero arregló su matrimonio con Martín de
Álzaga de 50 años de edad, hombre muy rico. Los Álzaga eran una familia
influyente en esa época. Si bien la joven no consentía su casamiento, nada pudo
hacer y se casó el 2 de junio de 1864. En 1870 quedó viuda, su marido había muerto
aparentemente no pudo superar la muerte de su hijo de tres años víctima de la
epidemia de fiebre amarilla que azoló Buenos Aires en 1869. Un día después de
fallecer Álzaga murió su hijo recién nacido, era el 2 de marzo.
Joven, viuda y rica Felicitas, tenía varios pretendientes que no solo eran atraídos
por su belleza sino también por la fortuna de hasta ese momento considerada la
mujer más bella de Buenos Aires. En 1872, un 29 de enero Felicitas anunció su
compromiso con Sáenz Valiente, la noticia rompió corazones a varios muchachos.
Entre ellos a Enrique Ocampo. Se cuenta que durante un paseo por sus campos
Felicitas fue sorprendida por una tormenta y se perdió en esa inmensidad y es ahí
cuando apareció Sáenz Valiente y le ayudo a regresar a su estancia y dieron
comienzo a esa relación.
Dicho anuncio se realizó en casa de los Guerreros en Barracas, la clase alta porteña
estaba presente y entre ella, Ocampo. Para algunos solo eran amigos, para otros,
ellos fueron amantes. Ocampo pedía hablar con ella pero no accedía Felicitas a su
reclamo. En un momento la joven se dirige a su dormitorio a cambiar su vestuario
cuando Ocampo la intercepta y le suplica hablar en privado. Este momento tuvo dos
testigos, uno de sus hermanos y su primo quienes se quedaron cerca de ellos
temiendo algún peligro para Felicitas.
Entraron en la habitación y Ocampo le pedía que no se case, al negar su pedido
Felicitas Ocampo sacó un arma que llevaba en su bolsillo, “O te casas conmigo o no te
casas con nadie” le dijo. Asustada corrió para salir de la habitación y es ahí cuando
Enrique Ocampo le dispara, la bala ingresó por el omóplato derecho y felicita cae al
piso agonizando. Antonio y Cristian entraron, pero ya era tarde. Ocampo también
estaba muerto de un disparo. Hay versiones que hablan que se suicidó, otras que
fue muerto por estos dos hombres, se rumoreaba que Ocampo tenía dos orificio de
bala. El juez Ángel Carranza sentenció que fue suicidio y cerró el caso.
Felicitas estuvo agonizando varias horas para finalmente cerrar sus ojos
definitivamente en la madrugada del 30 de enero.
Sus restos fueron trasladados al cementerio de la Recoleta, en ese momento
coincidió con el cortejo fúnebre de Ocampo. Sus padres mandaron a construir una
iglesia en su memoria y el 30 de enero de 1879 nació frente a la plaza de Barracas, la
“Iglesia de Santa Felicitas”. En el lugar se encuentra una estatua de Felicitas y de su
marido Martín de Álzaga. Hay una tradición popular que cuenta que las jóvenes que
desean casarse deben atar un pañuelo en las rejas de la iglesia. Si éste por la
mañana siguiente aparece húmedo es por las lágrimas de Felicitas. Se dice que el
fantasma de la joven se pasea durante las noches de tormenta por la iglesia y
también que si una joven toca las rejas, recuperará su amor para siempre.

Iglesia Santa Felicitas en Barracas, Buenos Aires


Nacida el 22 de noviembre de 1859 en Buenos Aires. Sus padres eran de origen
escosés y tuvo cinco hermanos. Cecilia desde pequeña era una niña inquieta y
curiosa, gran apasionada por la lectura. Se recibió de maestra normal en 1878 y
luego ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
Tuvo muchas dificultades en la Facultad por el solo hecho de ser mujer. Sus
profesores, médicos, todos varones menospreciaban su capacidad y no les agradaba
que una mujer fuera médica, la mujer solo era para el hogar. Contra todos los
pronósticos Cecilia se doctoró en 1889 convirtiéndose así en la primera mujer
médica nacida en el país. Si durante sus años de estudio le fueron difíciles, sus años
como profesional de la salud lo iban a ser aún más. No podía ser jefe de sala, ni
directora de algún hospital mucho menos profesora, simplemente por ser mujer.
Sin bajar los brazos siguió trabajando y llevando a cabo acciones que pasaron a la
posteridad. Fundó la primera escuela de enfermería del país, creó la Sociedad
Argentina de Primeros Auxilios en 1892. También en ese año fue colaboradora en la
realización de la primera cesárea hecha en el país. También fue pionera en los
tratamientos de niños con discapacidades. A la par de todo esto, Cecilia venía
desempeñando una intensa actividad feminista.
Trabajó incansablemente por los derechos de la mujer, y gracias a un estudio que
realizó se aprobó cambios en la ley que incluye derechos muy importantes para la
mujer casada. Fue obstetra y kinesióloga, Cecilia fue médica cirujana, la primera
del país y nunca pudo desempeñarse, solo por ser mujer. Falleció en buenos Aires el
10 de abril de 1934.
Julieta, fue de esas mujeres que nunca se dan por vencidas ni aún vencidas. De
origen italiano, había nacido en 1873 y llegó con sus padres y hermana y como
tantos inmigrantes en busca de un porvenir. En nuestro país se convirtió en la
primera mujer en recibir el título de bachiller en el Colegio Nacional de la Plata. Se
graduó de farmacéutica en la Universidad de Buenos Aires en 1898 y en 1907 se
doctoró de médica, siendo la quinta mujer en conseguir ese título en Argentina.
Fundó la Liga Argentina de mujeres librepensadoras, integró el Centro Feminista,
en 1910 logró realizar el Primer Congreso Femenino Internacional en Buenos Aires,
el cual lo venía trabajando desde hacía dos años. Al ser una militante sobre los
derechos de la mujer, en 1911 fundó junto a su amiga Raquel Camaña la Liga pro
Derechos de la Mujer y del Niño. Luego de obtener la Nacionalidad Argentina y con
los debates de la Ley Sáenz Peña, Julieta vio la oportunidad de hacer valer sus
derechos, en especial los políticos y presentó un reclamo para que se le
reconocieran sus derechos ciudadanos. Tuvo éxito y fue agregada al padrón
electoral del país y fue la primera mujer en Sudamérica en votar.
Pero con la sanción de la Ley Sáenz Peña (8871) en 1912 Julieta ya no pudo ingresar
en el padrón porque éste estaba basado en el empadronamiento del servicio militar.
Sin darse por vencida logró que le reconocieran su derecho a presentarse como
candidata a diputada en las elecciones de 1919 y sobre un total de 154.302 sufragios
emitidos, ella obtuvo 1,730. Debo recordar que fueron hombres quienes la votaron,
y que su candidatura no podía ser tenida en cuenta. Sin embargo siguió luchado
por sus derechos y el de todas las mujeres y niños.
De manera sospechosa un automóvil que iba marcha atrás la atropelló en la tarde
del 23 de febrero de 1932.
Considerada la primera persona en nacer oficialmente en las Malvinas y la primera
descendiente de argentinos antes de la ocupación inglesa en el territorio en 1833.
Matilde nació el 5 de febrero de 1830.
Era hija del gobernador de las Islas, Luis Vernet, primer gobernador. Era un
comerciante de origen alemán, su esposa era de Montevideo. María Sáez Pérez,
quien en su diario describe la vida en Malvinas desde 1829, y también el embarazo
de Matilde.
Cuando los ingleses usurparon las Islas, Matilde con su familia, encabezada por su
padre se mudaron a Brasil y a Uruguay, posteriormente en Montevideo, Matilde
(Malvina) porque así la llamaban su familia, conoció y se casó con un capitán
estadounidense, fueron a vivir a EE.UU y tuvieron dos hijas.
Ante el mundo, Matilde siempre defendió la soberanía de las Islas y llevó ese
reclamo a todas partes. Por generaciones en su familia una integrante de la misma
debe llevar por nombre de las Islas. En 1924 Malvina, “Matilde” falleció el 24 de
noviembre en Buenos Aires. Tenía 94 años de edad.
Nació en el interior riojano, en un pueblito llamado Atiles, en la navidad de 1873.
Sus padres fueron Eloy Vera Paredes y Mercedes Peñaloza Jáuregui. Rosarito, que
así la llamaban todos, era el cuarto hijo del matrimonio. Al poco tiempo de nacer
muere su único hermano varón, y durante la escuela primaria fallece su padre. La
infancia de Rosarito se tornaba poco feliz.
En 1883, fue a estudiar a San Juan, en el colegio de Villascuse donde al año
siguiente, con 11 años de edad regresó a La Rioja para continuar sus estudios en la
recientemente creada Escuela Normal, cuyas fundadoras fueron las maestras
traídas por Sarmiento, Annette Haven y Bernice Avery, donde egresó en 1892.
Luego decidió estudiar en Entre Ríos en el profesorado de maestras jardineras en la
Escuela Normal de la ciudad de Paraná. Rosario Vera Peñaloza obtuvo en Paraná el
Título Superior de Enseñanza, según consta en los archivos de la Escuela Normal
“José María Torres” de la ciudad Paraná.
Rosarito siempre se inclinó por estudiar la realidad de las escuelas y aportar
mejoras al sistema educativo del país, y dedicó su vida a elaborar proyectos y
ensayos que aportaran a la modificación de algunos lineamientos con los que no
estaba de acuerdo, estudiando y difundiendo el pensamiento de pedagogos como el
alemán Federico Froebel, quien estudió la enseñanza preescolar y creó el primer
jardín de infantes en 1837.
Las preocupaciones de Rosarito se centraron en cuatro áreas de reflexión: La
Reforma Educativa, los Jardines de Infantes, la Formación Docente y la Pedagogía y
la Didáctica.
También creía que los educandos debían aprender a amar a su Patria y dedicó
algunos escritos al respecto. “Creo en el amor a la patria, que inspiró a nuestros próceres a
darnos independencia y libertad y en la bandera celeste y blanca… que no será abatida
mientras palpite un corazón argentino”.
Realizó estudios sobre pintura, dibujo, corte y confección, artes decorativas,
grabados, modelado y tejido en telar, para poder emplear mejor el material
didáctico y llegar de la forma más clara a los niños y así obtener mayores resultados
en la enseñanza.
En 1900 fundó el primer Jardín de Infantes en la Escuela Normal de la capital de La
Rioja. El primero de una serie de instituciones que puso en marcha en Buenos
Aires, Córdoba y Paraná. Escribió libros y ensayos sobre variados temas como
historia, geografía, pedagogía entre otros temas.
El Consejo Nacional de Educación le encargó la creación del Museo Argentino en el
Instituto Bernascosni, basado en la teoría pedagógica del riojano Joaquín Víctor
González, quien decía que la geografía se podía tomar como base de toda la
enseñanza.
En 1927 le confesaba por cartas a su amiga Juana Brizuela “Cuando fui inspectora de
escuela no conseguí ningún puesto para las personas que quise ayudar, ya se cambiaron los
tiempos en que el maestro era oído, cansada de esa impotencia me he retirado con jubilación
extraordinaria, perdiendo la mitad de mi jubilación. Cuando pedí en la Inspección de
Escuelas Nacionales por una sobrina mía me trataron tan mal que realmente me
acobardaron”. En otro párrafo de la misiva agrega: “Aunque tengo el convencimiento de
que son los políticos los únicos a quienes atienden en estos casos. La reciben a una con palabras
de buena crianza, prometen hacer lo posible y nada hacen”.
Falleció en La Rioja el 28 de mayo de 1950. Ese día, en su homenaje, se conmemora
el Día Nacional de los Jardínes de Infantes.
Sabemos que en la Argentina de 1940 las mujeres aún ni soñaban ejercer el derecho
de elegir y ser elegidas, pero Imelda Romero fue designada por el gobernador
riojano de la Concordancia, Héctor de la Fuente, como interventora de la
intendencia de Aimogasta (Pueblo del interior de La Rioja).
Imelda descendía de una de las familias con más influencia social, política y
económica en Aimogasta. Era hija de don Segundo Romero, político respetable y de
Rosario Chumbita, hija del célebre Caudillo Severo Chumbita. En La Rioja, Imelda
egresó como docente pero su vocación de servicio la llevó a estudiar medicina en la
ciudad de Córdoba donde lamentablemente enfermó de tuberculosis y debió
abandonar los estudios y regresó a su pueblo natal.
Por cuestiones políticas entre los miembros de la comisión municipal, el
gobernador decidió intervenir el ejecutivo y nombró a su prima Imelda como
interventora convirtiéndose así en intendente. Si bien Imelda no tuvo una
actuación activa por los derechos de la mujer como si lo tuvieron las mujeres antes
mencionadas, si sufrió los embates despectivos de la política y de los políticos de la
época como los del político fuerte del lugar Oscar de la Fuente que al enterarse de su
designación exclamó “Y para el colmo mujer”. No fue una tarea fácil la llevada a cabo
por la Intendente, tuvo que dedicarse a tiempo completo para solucionar las
necesidades de su gente, enfrentarse a los hombres de la política del pueblo y
además sin recursos porque su primo el gobernador Héctor no le dio ningún apoyo
económico y debía ingeniárselas para conseguir ella misma y el hecho de ser la
intendente no le posibilitaba ninguna facilidad ya que pesaba más ser mujer y eso le
costaba el doble conseguir recurso.
Doña Imelda Romero falleció el 11 de abril de 1960 a los 81 años de edad.
María Eva Duarte de Perón más conocida como “Evita”, nació en un humilde hogar
en el año 1919, un 7 de mayo, en Los Toldos, Provincia de Buenos Aires. Una vez que
Perón llegó al poder, Eva tuvo una destacada e intensa actividad social,
principalmente por los más humildes, los trabajadores en general. Desde el partido
peronista femenino, pudo poner a la mujer en el panorama político y logró
promulgar varias leyes en favor de las mujeres como por ejemplo el voto femenino,
tantas veces postergado y tan anhelado desde hacía muchas décadas por ellas.
Es sin dudas una de las mujeres más importantes del siglo XX, no solo en
Argentina si no en el mundo, la figura de Eva traspasó las fronteras del ´país. Su
nombre despierta amores y odio. Están los que la consideran una santa “Santa
Evita” y están los que cantan y gritan “Viva el Cáncer”.
El 9 de enero de 1950 durante la inauguración de una escuela para los hijos de
inmigrantes italianos que llevará el nombre de “Eva”, la primera dama siente un
fuerte dolor en la ingle. El día 10 de enero a las 11:30 el doctor Oscar Ivanissevich la
opera de apendicitis. La sorpresa fue que cuando extirpó el mismo estaba sano y
que sus dolores no eran por inflamación de este órgano.
Ivanissevich le recomendó nuevos estudios y en lo posible una nueva operación del
útero. “usted a mí no me toca, porque yo no tengo nada. Lo que pasa es que me quieren
eliminar para que no me meta en política. ¡Y no lo van a conseguir! Contestó Eva. Cuando
el médico sacó el apéndice a Evita, dice que tocó algo raro en el útero. Pero nadie
tuvo el coraje en ese momento para poner un espéculo vaginal.
A fines del año 1949, Eva tenía una fuerte anemia y tuvo que hacerse varios
tratamientos. El 21 de septiembre de 1951 el doctor Albertelli recibió un papel con el
diagnóstico de Eva. “Epitelioma espino-celular con acentuada infiltración del
estroma. Se observan células con activa mitosis y en los vasos del tumor, múltiples
embolias de células neoplásicas”. Con todo este panorama, días después le
realizaron una revisación ginecológica los doctores Albertelli y Dionisi bajo
asistencia general. Los médicos tuvieron coincidencias en las conclusiones.
La enfermedad de Eva fue un secreto de estado, así como la de su operación llevada
a cabo por el prestigioso medico norteamericano George Pack.
El 6 de noviembre es operada por el médico Pack pero ya era tarde, el cáncer había
avanzado mucho. Durante las elecciones Eva votó desde la cama del hospital.
Afuera llovía intensamente, la cientos de personas afuera del mismo, cuando
salieron las autoridades con la urna, las personas tocaban la misma y se
persignaban. La consideraban una santa. Muestras de cariño y fe por la abanderada
de los humildes.
Finalmente Evita murió el 26 de julio de 1952. Todo un pueblo la lloró, se sentían
desprotegidos. ¿Ahora quién iba a enfrentar a los poderosos?, sus descamisados
estaban huérfanos.
Su cuerpo fue ultrajado, violentado y robado. Fue la mujer que les devolvió la
alegría a los más humildes y sin dudas no habrá nadie como Eva Duarte de Perón.
PROPUESTAS PARA EL AULA
1) Leer el texto y responder:
a) ¿Qué reclamaban las mujeres?
b) ¿Quiénes eran los dueños de la fábrica?
c) ¿Cómo trabajaban?

2) Sensibilizar y cuestionar a través del dialogo.

3) Mesa debate en grupos para una puesta en común.

4) Trabajar con afiches o cartulinas dejando plasmado los derechos conquistados y


los que faltan.

5) Investigar sobre las distintas mujeres de la historia que aparecen en el texto.

6) Investigar sobre mujeres que en la ac (desde 1950 hacia

6) Buscar canciones sobre el tema y reflexionar sobre la misma.

7) Pegar en las paredes del aula o de la escuela frases alusivas.

8) Realizar un collage con imágenes conmemorativa y exponer en el aula.

9) Concientizar a través de videos sobre el rol de la mujer en sociedad.

10) Debatir como cada mujer quiere conmemorar este día.


BIBLIOGRAFÍA

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Norma.2007.
Castro Nelson “Los Últimos Días de Evita, historia de un engaño”. Vergara Editor.
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Galeano, Eduardo “Los hijos de los Días”. Editorial Siglo XXI. 2012
López, Ariel “Insólitas Historias Riojanas”. Nexo Ediciones. 2016
López, Ariel “Aimogasta en el Siglo XX, 100 años de historia” Nexo Ediciones.2012.
Pigna, Felipe “Mujeres tenían que ser”. Planeta. 2011
Molina, Enrique “Una Sombra Donde Sueña Camila O’ Gorman y otros textos”
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Robledo, Víctor Hugo “Riojanas”. Nexo Grupo Editor 2016.
Robledo, Víctor Hugo y Rojo, Roberto “Victoria Romero”. Nexo Grupo Editor 2012.
Rojo, Roberto “Queridos Maestros”. Nexo comunicaciones. 2003.
#8M
Ariel López, nació en Capital Federal, en el barrio de la Boca. Actualmente reside en
Aimogasta, Provincia de La Rioja. Es Profesor de Ciencias Sociales e Historiador,
autor de los libros "Historia de Machigasta", "Aimogasta en el siglo XX" e "Insólitas
Historias Riojanas". Coautor de los libros "Inmigrantes de Aimogasta", "Efemérides
Riojanas" y "Línea de Ocupación del Espacio Riojano 18.000 a.c a 2010 d.c".
También es colaborador de diarios y revistas, columnista en radios y programas de
TV. Conferencista en congresos regionales, provinciales, nacionales e
internacionales. Capacitador. Charlas y conferencias en ferias del libro, asesor de
Secretaría de Cultura, Dirección de Cultura y de organizaciones culturales.

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