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N i c o l e Malaret
distintas, sino que además se ven marginados de la sociedad como si estos rasgos
distintos fueran vergonzosos. Los niños de la clase persiguen a Luisito, y en las
oficinas del Ministerio el n o m b r a d o Guillen hace reír a todos sus colegas con las
caricaturas que dibuja de Ramón. Los Miaus son víctimas de u n ostracismo
evidente. Aquí se percibe p o r supuesto el racismo latente que se atribuyó en su
tiempo a las teorías de Darwin. Y con decir que el insulto "Miau" transformado
en marca de infamia designa a la comunidad felina "como el Inri, el letrero
infamante que le pusieron a Cristo en la cruz . . ." (325), la asimilación con el
antisemitismo se hace deslumbrante.
A l contrario, Víctor aparece como un "ejemplar de los que parecen destinados
a conservar y transmitir la elegancia de formas en la raza humana" (131). E s el
"león de la ciudad", el n ú m e r o u n o de los chicos "elegantes". E s también el
águila, rey de las aves: "había nacido Víctor para las esferas superiores de la vida,
como el águila para remontarse a las alturas" (251). Se destaca de los demás por
su belleza y soberbia, belleza por la cual va a seducir y a engañar para mejor
precipitarse sobre su presa. Destacan en estas comparaciones dos aspectos predo-
minantes del personaje: su carácter seductor y embaucador, que domina a las
mujeres con una conciencia aguda y perversa del poder que ejerce sobre ellas y su
carácter peligroso p o r su maldad y su hipocresía, c o m o lo expresa Ramón: "Para
hacerle más temible, Dios que h a hecho tan hermosos a algunos animales
dañinos, le dio a éste el mirar dulce, el sonreír tierno y aquella parla con que
engaña a los que n o le conocen, para atontarles, fascinarles y comérseles
después . . ." (237). Su ingenio es inagotable, sus recursos infinitos; sabe manifes-
tar crueldad y aplastar a los demás en su vida privada y en su vida profesional.
Víctor es el vencedor, el que domina a todos, como lo indica su n o m b r e , en
contraste con R a m ó n , el fracasado, el vencido, y p o r esto asistimos a una
exacerbación de sus rasgos animalescos a la inversa de R a m ó n que recobra poco a
poco sus cualidades de h o m b r e gracias a su preocupación moral.
Éste, R a m ó n Villaamil, jefe de esta sociedad o quizá más bien padre de esta
comunidad, es el tigre. Pero en realidad es el m e n o s salvaje de todos. Su edad y
su situación de cesante hacen de él u n ser amargado, anémico. Es u n tigre "viejo
y tísico" (69), "caduco y veterano" (85) y n o una fiera robusta y viva. E l narrador
nos explica que esta decadencia e invalidez se agravó de m o d o notable cuando
murió Luisa: "fue t o m a n d o su cara aquel aspecto de ferocidad famélica que le
asemejaba a u n tigre anciano e inútil" (161). Su animalización se produjo en una
época de gran turbación psíquica y resalta cuando unos problemas vienen a
perturbar su espíritu. E n particular recobra su ferocidad cuando se reavivan sus
sentimientos de rencor, especialmente contra el gobierno, es decir cuando le
apremia el deseo de recobrar lo que le han quitado injustamente: "a la manera de
lobo en ayunas, que sin reparar en el peligro de muerte se echa al campo y se
aproxima impávido al caserío en busca de u n a res o de u n h o m b r e , así don
R a m ó n se lanzaba otra vez, hambriento de justicia, a la oficina del P e r s o n a l . . ."
(257). Su agresividad n o es innata ni gratuita. Se vuelve más salvaje aún después
del golpe que le asesta su hija en la iglesia al revelarle la colocación de Víctor; y
al final, cuando se entera de que Víctor quiere llevarse a su hijo, se le despiertan
los instintos carnívoros.
R a m ó n Villaamil es la bestia salvaje preocupada p o r su sustento y el de los
suyos, m o v i d o esencialmente por el hambre, aunque sea de orden psíquico o
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comunican entre sí, p o r lo cual Canelo hace resaltar las carencias y defectos de
los que le rodean.
M u n d o animal y m u n d o h u m a n o tienen fronteras imprecisas. Los dos
universos se desdibujan y Luis siente la necesidad de expresar la diferencia,
aunque le parece difícil: "vio en los transeúntes personas naturales, y a Canelo, que
a su lado seguía, le t u v o por verídico perro" (84). A q u í de nuevo la distinción
entre realidad y ficción aparece confusa.
Otra presencia importante y determinante es, al final, la de los pájaros. Esta
presencia real viene inspirada por una referencia bíblica en que Jesús aconseja a
sus discípulos abandonarse en manos de la Providencia sin pensar en el día de
mañana {San Mateo 6.25). R a m ó n , desengañado, se enfrenta con la indiferencia y
el egoísmo de todos y se refugia en el m u n d o de la naturaleza y de los animales
al que quisiera pertenecer: "ser pájaro sí que es c ó m o d o y barato" (375). Los
pájaros hacen surgir en su espíritu todo un contexto religioso y vienen a ser el
receptor involuntario y m u d o del balance de su vida. P e r o la actitud de los
pájaros suscita su rebeldía pues, después de darles comida como lo había hecho
con su familia, de servirlos como lo había hecho con el Estado, los pájaros
vuelan, mostrándose indiferentes e ingratos. Incluso el m u n d o animal le abando-
na y sólo le queda la solución que elige: darse la muerte.
caso de Pez y su familia: "El Jefe de aquel departamento, sobrino de Pez y sujeto
de mucha escama. . ." (257); "Si mi mujer fuera Pez en vez de ser rana, ¡ay!, no
estaría yo en seco" (313).
También surgen comparaciones hechas por los personajes mismos con una
voluntad de crítica evidente de los unos sobre los otros y viceversa. Así el cojo
Guillen es "un sapo venenoso que en cuanto ve algo que no es sucio como él, se
irrita y suelta la baba" (240). Pertenece éste a la familia de los batracios. Doña
Pura, indignada por las caricaturas de Guillen, se muestra determinada a echarle
de su casa: "Yo le diré a ese galápago que no vuelva a poner los pies en mi casa"
(240). Más tarde en la oficina un colega suyo advierte su parecido con la tortuga.
Ramón, hablando de uno de sus empleados, dice: "Era tan asno . . . ¡qué hombre
más animal!" (215); de Guillen: "esa garrapata" (323) o "ese piojo" (326); de
Pantoja: "ese mal bicho" (330) o "ese perro" (323). Es decir, no sólo el lector
mira este bestiario sino que al mismo tiempo los animales de este bestiario se
juzgan entre ellos y salen de su papel para echar un ojo crítico sobre el
espectáculo creado, imaginado por el autor, como en la obra leída por Luis, L,w
animales pintados por sí mismos. Este segundo bestiario, creado por los animales del
primero, una vez más hace difícil la distinción entre realidad y ficción. Los
espectáculos se entrecruzan; los diferentes planos se superponen o se combinan
como los juegos de puntos de vista y permiten al novelista poner de relieve su
propia ideología.
El bestiario de Galdós se refleja en su propia representación, revelando así
todos los defectos de los personajes que la componen, como los de los grupos que
componen la sociedad humana. En efecto, la ironía que alcanza a los personajes
también la amplía a los grupos sociales, no a tiavés de una comparación con un
animal, sino a través de un adjetivo, un verbo o un sustantivo que evoca al
animal o la crueldad que impera entre los animales. El Estado es "perro Estado"
(144) y todos los que pertenecen a la Administración son perros y cometen
perrerías, incluso los ministros. Las credenciales son para los que "se las ganan
enseñando los colmillos" (88). La misión de Pantoja, como mediador entre el
contribuyente y el Estado, es "impedir que ambos se devoren, y no quedarían más
que los rabos" (140). Los usureros, como el padre de Posturitas, son como
sanguijuelas: "viven de chuparle la sangre al pobre" (63); los oportunistas que han
conseguido permanecer en la Administración a pesar de los cambios de gobierno
han "mamado en todas las ubres" (258); etc.
La corrupción que reina en todo el país hace surgir la imagen de suciedad, de
porquería y de puercos. "Ese puerco país" o "ese puerco Madrid", dice Ramón
exasperado por la cesantía, y maldice a todos los gobernantes: "Allá se van el país
y el Ministro en los puercos y desagradecidos..." (311), "se han portado
cochinamente" (371), tanto "la muy marrana Administración" (371) como "el
Ministerio del cochino ramo" (380). Y para acabar con esta "puerca tierra" (371),
coge el "cochino revólver" (389) y se da la muerte.
También incluye Galdós clichés o tópicos para intensificar, aunque artificial-
mente, la presencia animal: "tener malas pulgas" (63), "son peores que la filoxera"
(74), Ramón es "incapaz de matar una mosca" (85), Abelarda tiene "cara de
carnero a medio morir" (204), etc. La presencia animal se hace muy densa.
Todos estos procedimientos añaden y mezclan la intención cómica a un
proceso sutil de investigación psicológica. El relato se transforma en un fresco
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Université Lyon 2
NOTAS
1
Ampliamos en estas páginas los estudios que otros ya han dedicado a esta importante
dimensión de Miau (Paradisis, Dolz-Blackbum; véase también Lowe).
2
La primera traducción al español de esta obra es de 1877. A partir de esta fecha menudearon
las obras, conferencias y artículos polémicos sobre las doctrinas de Darwin.
OBRAS CITADAS
Berkowitz, H. Chonon. La biblioteca de Benito Pérez Galdós. Catálogo razonado precedido de un estudio. Las
Palmas: El Museo Canario, 1951.
Darwin, Charles. Origen de las especies por medio de la selección natural o conservación de las razas en su lucha
por la existencia. Trad. Enrique Godfne2. Madrid: José de Perojo, 1877.
Dolz-Blackburn, Inés. "La animalización de personajes en Miau de Galdós." Explicación de Textos
Literarios 10.2 (1981-82): 53-60.
Lavater, Johann Caspar. Elementos anatómicos de osteología y miología para el uso de los pintores y escultores.
Trad. al francés por Gauthier de la Peyronie, y de éste al castellano por Atanasio Echevarría y
Godoy. Madrid: Vega, 1807.
. La Physiognomonie ou l'art de connaitre les hommes d'apres les traits de leur physionomief leurs
rapports avec les divers animaux, leurs penchants, etc. Trad. H. Bacharach. Lausanne: L'Age
d'Homme, 1979.
. Sistema de Lavater, sobre los signos fisiognómicos o medio de penetrar las disposiciones de los hombres
y sus inclinaciones. Barcelona, 1845.
Lowe, Jennifer. "Animal Imagery in Misericordia." Anales Galdosianos 17 (1982): 85-88.
Paradisis, A. G. "La mezcla satírica de características humanas y animales en Miau de Benito Pérez
Galdós." Thesaurus 26 (1971): 133-42.
Pérez Galdós, Benito. Miau. 1.* ed. Barcelona: Labor, 1982.