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A ti, mujer

Existen dos tipos de belleza: Una te destaca y la otra te cosifica. Con la primera das lo que eres,
con la segunda, lo que tienes, pero “para ver lo justo hay que mirar dos veces, y solo una vez
para ver lo bello”.

Cuando te sumerges en cánones y sacas de estos tus proporciones, dejas de decidir libremente
y te vuelves débil, porque aquello que es convencionalmente hermoso en nada se relaciona con
estar empoderada; lo que te exige, te oprime.

El poder femenino emerge del carácter con el que determinas tu posición, no tu nivel. El nivel
te cataloga, pero la posición te califica. Podrá parecer muy poderosa el arma de la belleza, pero
no solo a este recurso deberías atribuir tus triunfos. Ningún tipo de apariencia externa dará
honor a tu puesto por muy alto que esté.

No existe en el planeta un maquillaje que logre embellecer un corazón sin gracia.

La belleza sin carácter es buena para atraer, pero el carácter con belleza te permite conquistar
lo atraído.

Al descubrirlo, sabrás que la verdadera belleza proviene de una brújula espiritual, no mental,
porque la segunda te dice cómo verte, pero la primera te da la certeza de que eres bella sin
tener que subyugarte. Recuerda: La mente te da estrategias, mas el espíritu te guía.

Conviene la sabiduría que añada lo justo para ser dignamente bella, y no solo la astucia que te
destaque, pero deshonre.

Que la belleza de ustedes no sea la externa, sino la incorruptible, la que procede de lo íntimo
del corazón. Esta sí que tiene mucho valor delante de Dios.

1 Pedro 3:3-4

¡Feliz Día, mujer!

MSc. Ileana Velásquez.

Periodista y escritora.

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