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ALVIRA Prisioneros Las Aguas
ALVIRA Prisioneros Las Aguas
Pablo Alvira
Universidad Nacional de Rosario
Resumen
Durante el auge de lo que se conoce como cine clásico-industrial en Argentina, entre las
décadas de 1930 y 1950, una serie de películas constituyeron una tendencia crítica
poniendo en escena la situación de las clases subalternas y sus conflictos, intentando
contrarrestar las representaciones conformistas y complacientes de la sociedad
predominantes en la denominada “época de oro” del cine argentino. En este artículo se
analizan dos de aquellos filmes, Prisioneros de la tierra (1939, Mario Soffici) y Las aguas
bajan turbias (1952, Hugo del Carril), los cuales reconstruyen ficcionalmente las duras
condiciones de vida y trabajo de los mensúes en el Alto Paraná. Partiendo de considerar
que uno de los aspectos más notables que comparten ambas películas es la representación
de la experiencia de los/as trabajadores/as, aquí se intenta situar dicha representación en
un campo de tensiones, tanto en lo que refiere al contexto socio-político como al
específicamente cinematográfico.
Abstract
During the apogee of classic-industrial cinema in Argentina, between 1930 and 1950, a
series of films were part of a critical tendency which showed the situation of the subaltern
classes and their conflicts, trying to counteract the conformist representations of society
predominant in the "golden age" of Argentine cinema. This article discusses two of those
films, Prisioneros de la tierra (1939, Mario Soffici) y Las aguas bajan turbias (1952, Hugo
del Carril), which reconstruct the harsh conditions of life and work of the mensúes in Alto
Paraná region. Whereas one of the greatest virtues that both films share is the
representation of the experience of the workers, this study seeks to put that
representation in a field of tensions, both in terms of the socio-political context and the
specific cinematographic.
Introducción
2 Alvira, Pablo. “Infierno verde: Las aguas bajan turbias y la explotación de los mensúes en el Alto
Paraná, 1880-1940”, Revista Naveg@mérica, nº 3, Murcia, 2009; “Cinema e reconstrução da
experiência: os contratistas de viñas em Historias de un hombre de 561 años”, Revista Brasileira de
História & Ciências Sociais, v. 3 nº 5, Sao Leopoldo, 2011.
3 En este sentido, adoptamos la periodización elaborada por Claudio España y su equipo de
colaboradores, que diferencian tres ciclos o fases del cine argentino: el cine silente, 1896-1932; el
período clásico, 1933-1956; y la irrupción de la modernidad y del cine de autor, desde 1956 al
presente. El estudio fija como fechas límite para el segundo período la aparición de películas
sonoras sin discos -1933- y la sanción de la ley de creación del Instituto Nacional de Cinematografía
en 1956. España, Claudio (Comp.). Cine argentino: Industria y clasicismo, 1933-1956, Buenos Aires,
Fondo Nacional de las Artes, 2000.
4 Véase Burch, Noël. El tragaluz del infinito (contribución a la genealogía del lenguaje
5 Específicamente sobre el período peronista, véase Kriger, Clara. Cine y peronismo. El Estado en
escena, Buenos Aires, Siglo XXI, 2009.
6 La pervivencia del criollismo a través del cine es propuesta por Elina Tranchini, en su texto “El
8 Stella, María Elena. “Trabajo urbano y trabajo rural. Sus representaciones en el cine de los años
30”, Encuentro de Cátedras de Ciencias Sociales y Humanísticas para las Ciencias Económicas, FCE –
UBA, Buenos Aires, 2005.
9 Getino, Octavio y Velleggia, Susana. El cine de las “historias de la revolución”: aproximación a las
teorías y prácticas del cine de “intervención política” en América Latina (1967-1977), Buenos Aires,
Altamira, 2002, p. 45. La expresión “crítico-realista” fue utilizada previamente por Peter Schumann,
en su Historia del Cine Latinoamericano, Buenos Aires, Legasa, 1987.
10 Kriger, Clara. Cine y peronismo, op. cit., p. 173.
11 Casale, Marta y Kelly Hopfenblat, Alejandro. “La formulación del espacio en el cine clásico-
industrial: el cine social y las alternativas al modelo hegemónico”, en Lusnich, A. L. y Piedras, P. Una
historia del cine político y social…, op. cit., p. 190.
torno a lo que pensaban debía ser el camino a seguir para el cine argentino. Según
Ana Laura Lusnich, tanto en Soffici como en Del Carril (y en Lucas Demare, agrega)
lo primero que se destaca es el énfasis y la creencia en un “cine nacional”. Y en
segundo lugar, la reflexión creciente sobre el lugar que ocupan los cineastas y sus
películas en un contexto específico histórico-cultural, “aspecto que traza una
cercanía notable de estos directores y las nociones de ‘testimonio’ y ‘compromiso’
legitimadas en textos posteriores”.12 De modo que aún en lo heterogéneo de sus
respectivas filmografías, sus realizaciones y las de sus equipos de trabajo –
guionistas, sobre todo- estuvieron orientadas por la pretensión de retratar
problemáticas sociales, muchas veces en espacios marginales y casi siempre
protagonizadas por grupos sociales subalternos, programa del cual tanto
Prisioneros de la tierra como Las aguas bajan turbias son dos de las mejores y más
conocidas manifestaciones.
En agosto de 1939 se estrenó Prisioneros de la tierra con gran expectativa,
tanto por la temática como por las características de su producción, en cuanto a
costos y dificultades del rodaje. Precedida del éxito de Viento Norte y Kilómetro
111, el nuevo film de Soffici prometía mostrar, según el diario La Nación, la dura
realidad de hombres y mujeres “en aquel olvidado pedazo de patria, castigado por
los hombres y la naturaleza, adormecido en lluvias y en sol”, al que “por primera
vez las cámaras vuelven sus lentes” (18/08/39). Rodado una parte en estudios en
Buenos Aires, y los exteriores en Oberá y Posadas (Misiones), el filme es hoy uno
de los más presentes en la memoria colectiva y uno de los más destacados por la
historiografía. Ulyses Petit de Murat y Darío Quiroga, fueron los responsables del
guión de Prisioneros de la tierra, basado en cuentos del escritor uruguayo Horacio
Quiroga, principalmente en “Los destiladores de naranjas”, “Un peón” y “Una
bofetada”, incorporando elementos de “Los desterrados”, “Los precursores”, “Los
mensú” y “Tacuara-Mansión”.13 En los cuentos de Quiroga, el ambiente de la selva
misionera con su clima agobiante y sus peligros constantes son deliberadamente
sobredimensionados, y sus personajes se ven casi siempre enfrentados al fracaso,
la soledad y la muerte. Aunque el film introduzca un elemento clave en las
preocupaciones del equipo realizador, la explotación de las personas en un
régimen social injusto, la temática y el estilo de Horacio Quiroga permean el guión
de Petit de Murat y Darío Quiroga.14
La acción del film transcurre en Misiones, hacia 1915. Korner (Francisco
Petrone), encargado de la explotación de unos yerbales silvestres, viaja a Posadas
en busca de mensúes. Luego de reclutarlos en un bar los embarca hacia el obraje.
12 Lusnich, Ana Laura, “Los antecedentes del cine político y social en el marco de un cine
institucional y un modelo industrial. Las tensiones generadas por algunos directores disidentes”, en
Lusnich A. L. y Piedras, P. Una historia del cine político…, op. cit., p. 80.
13 Todos los cuentos están incluidos en Quiroga, Horacio. Cuentos Completos, Buenos Aires, Seix
Barral, 1997.
14 Darío Quiroga era hijo del escritor uruguayo. Ulyses Petit de Murat, columnista de Crítica y
miembro de la revista Sur, fue un colaborador frecuente de Soffici, además de haber escrito guiones
para filmes de otros directores, como La guerra gaucha (1941, Lucas Demare) y Su mejor alumno
(1944, Lucas Demare), ambos coescritos con Homero Manzi.
15 Sala, Jorge. “La revolución está en otra parte. La representación de los conflictos del interior del
país en el cine clásico-industrial argentino”, en Lusnich, Ana Laura. Representación y revolución en el
cine latinoamericano del período clásico-industrial: Argentina, Brasil, México, Fundación Carolina,
2012, p.62.
16 Borges, Jorge Luis. “Prisioneros de la tierra, film”, Sur nº 60, 1939.
2. Estrategias críticas
17 Alfredo Varela fue miembro del Partido Comunista Argentino y formó parte desde muy joven de
la AIAPE (Agrupación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores), fundada en 1936 y
dirigida por Aníbal Ponce. A fines de la década de 1930 viajó a Misiones y recorrió varios meses la
provincia junto con el dirigente comunista de los trabajadores yerbateros Marcos Kaner. La
investigación que realizó fue publicada en forma de crónicas y entrevistas en el periódico del PC
Orientación, la revista La hora y el diario Crítica. Aquella investigación fue la materia para la
escritura de El río oscuro.
18 La decisión de filmar El río oscuro, no obstante, implicó serios obstáculos de para el equipo. La
Hugo del Carril declaraba que Soffici “Era un hombre que amaba profundamente nuestra
cinematografía y Prisioneros de la tierra me convulsionó. Dejó en mí huellas muy importantes, como
otras películas de don Mario (…) Cuando leí El río oscuro, me deslumbré y mi mente corrió
enseguida a Prisioneros de la tierra. Eran temas bastante similares, sólo que a mi juicio, Prisioneros
no refleja el tema con toda la necesaria crudeza.” España, Claudio. “Prólogo”, op. cit., p. 14.
Pasado y presente
[Prisioneros de la tierra]
Sobre el fondo de un plano general de un río, sobre el que se ve un cielo de pesadas
nubes, se lee un cartel: MISIONES, retazo alucinado de la tierra argentina, abre su
mágico encanto a la vera de los bosques sin fin y ríos profundos, en el extremo
norte del país. Allí levanta cada vez más resonante su cántico a la PAZ y el
TRABAJO. No siempre fue así. Antaño cruzaron las rojas encrucijadas de las
picadas abiertas a punta de machete en el corazón de la selva hombres de rostros
marcados por el destino que muchas veces vivieron una epopeya de sangre y de
alcohol. A esos días turbios y extraños, nos lleva nuestra historia.
Las películas están separadas por trece años (1939 y 1952), sin embargo los
avisos se expresan en términos muy similares. Esta es una característica de
muchas películas del período clásico: su propósito es fijar la perspectiva del
meganarrador y, a la vez, de la instancia narrativa propiamente dicha, que incluye
al grupo realizador pero que lo excede, mediante procedimientos como la voz over
20 Más amplio que la historia entendida como trama, el universo diegético o diégesis comprende la
serie de acciones en la que se ven involucrados los personajes, así como el marco (histórico,
geográfico, social) y la estructura de sentimiento que las condicionan. Véase Aumont, Jacques;
Bergala, Alain; Marie, Michel y Vernet, Marc. Estética del cine. Espacio fílmico, montaje, narración,
lenguaje, Barcelona, Paidós, 1996, p. 114.
21 En su estudio del drama social folclórico, Lusnich denomina a esta operación como “construcción
de relatos enmarcados”. El drama social folclórico, op. cit., p. 170.
22 De Sagastizábal, Leandro. La yerba mate y Misiones, Buenos Aires, CEAL, 1984, p. 11.
He tenido ocasión, sobre todo, de comprobar la violación de las leyes del trabajo;
he podido apreciar en pueblos cercanos a Posadas los hechos que voy a señalar y a
probar. No hay descanso dominical. La ley de accidentes del trabajo no se aplica, ni
tampoco la que reglamenta el trabajo de las mujeres y menores, ni de la jornada
legal del trabajo, ni la de contralor de las agencias particulares de territorios, ni la
número 11.278, de pago del salario en moneda nacional (...) Los que están todo el
año en la misma empresa, se refugian en ranchos bajos y destartalados con sus
mujeres e hijos; he visto viviendas semejantes en uno de los establecimientos que
se presentan como modelo, a media hora de Posadas. En la época de cosecha los
obreros son destinados a un largo galpón con techo de cinc –todo un progreso-,
pero a cuyos costados ni una miserable lona los cubre de la intemperie; allí, en una
forma lamentable, se hacina a los trabajadores.24
25 Varela, Alfredo. El río oscuro, Buenos Aires, Capital Intelectual, 2008, p. 254.
26 Lattuada, Mario. La política agraria peronista (1943-1980), Buenos Aires, CEAL, 1986, p. 51.
27 Abínzano, Roberto. Procesos de integración en una sociedad multiétnica: la provincia argentina de
Misiones, Tesis doctoral, Universidad de Sevilla (Inédito), 1985; Rau, Víctor. “Los mensú o la
prehistoria de la fracción obrera rural yerbatera”, en IX Jornadas Interescuelas/Departamentos de
Historia, Córdoba, 2003. Más aún, en las décadas posteriores al peronismo las condiciones laborales
y de vida de los trabajadores de la yerba mate volvieron a niveles muy bajos en términos relativos,
lo que durante la dictadura de 1976-1983 fue agravado por el ataque directo a las organizaciones
gremiales, entre ellas las obrero-rurales de la provincia nucleadas en FATRE.
28 Kelly Hopfenblatt, Alejandro y Trombetta, Jimena. “Características de la censura entre 1933 y
1956. Continuidades y rupturas de la identidad nacional”, en Lusnich, A. L. y Piedras, P., Una historia
del cine político y social, op. cit., p. 256.
29 Entre ellos Carlos Alberto Pessano, que de influyente cronista cinematográfico de Criterio y
Cinegraf pasó a ser en 1936 en el primer Director del Instituto Cinematográfico Argentino creado
por Sánchez Sorondo. Véase Spadaccini, Silvana. “Carlos Alberto Pessano, de la opinión a la gestión”,
Imagofagia nº 5, 2012.
30 Kriger, Clara. Cine y Peronismo, op. cit., p. 249.
31 Varios films sufrieron algún nivel de censura, pero por motivos morales o religiosos y no
“políticos” en sentido estricto, como Apenas un delincuente (1949, Hugo Fregonese), Se llamaba
Carlos Gardel (1949, León Klimovsky) y Esperanza (1949, Francisco Mugica y Eduardo Boneo).
36 Rau, Víctor. “La Formación de una Fracción Obrera Rural en la Provincia de Misiones”, en actas de
Terceras Jornadas Interdisciplinarias de Estudios agrarios y agroindustriales, Buenos Aires, 2003, p.
5.
37 Rau, Víctor. “Los mensú…”, op. cit., p. 426.
última escena, vemos la huida final de Santos y Amelia, y las llamas devorando el
Central, mientras se oye la voz over:
Este epílogo de Las aguas bajan turbias contiene expresiones que remiten
fuertemente al discurso peronista, como “‘una patria más grande y más justa”, “un
mañana mejor”. Pero el final es problemático. Es feliz desde el punto de vista de los
estándares del cine clásico, en tanto la pareja protagónica logra la libertad: Santos
y Amelia huyen en una balsa salvándose juntos del infierno verde. Pero claramente
el conflicto social no se ha resuelto, no hay ningún indicio -más allá de los slogans
mencionados- de que el violento y perturbador final haya desembocado en un
cambio del orden existente, ni sugiere que los eventos se incardinan en una
coyuntura de conflictividad que ha sido cerrada, perteneciendo al pasado.
Es posible, como sostiene Clara Kriger, que la abrupta aparición de la
rebelión final “sólo es eficaz para hablar simbólicamente de la destrucción del
sistema laboral que se denuncia, pero no resulta verosímil si se la intenta leer, con
una lente realista, como parte de un proceso de lucha”38. En términos históricos no
es totalmente inconsecuente con lo que sucedía en el frente extractivo, que como
hemos visto en el capítulo anterior, si bien con menor frecuencia que las fugas, se
habían producido esporádicas revueltas o motines. Pero más allá del ajuste con el
proceso histórico, es en esa eficacia para simbolizar la destrucción del régimen
donde a nuestro juicio radica el carácter perturbador de la secuencia de la
revuelta, insertándose problemáticamente entre las imágenes aceptadas tanto por
la industria como por el ideario político dominante.
A priori, podría decirse que el film parte de una confrontación entre el
presente, la etapa peronista, y un pasado inmediato caracterizado por la
explotación y la injusticia. Sin ser totalmente incorrecta, es una afirmación
demasiado simplista, ya que las estrategias visuales y narrativas a través de las
cuales la película plantea el contraste, lejos de menguar su potencia narrativa o
ideologizar su denuncia, más bien le otorgan actualidad.
En Prisioneros de la tierra la resolución del conflicto (el social y el
dramático) es trágica, tanto en la línea narrativa sentimental como en la que
enfrenta al explotador Korner con el mensú Podeley: luego de que Podeley mata al
patrón, Andrea muere a manos de su padre alcohólico, y habiendo asistido al
entierro de su amada Podeley es capturado y asesinado por los capangas que lo
perseguían. El anticlímax y el desenlace fatal de la historia coloca al film en abierta
ruptura con los patrones del cine clásico asumidos en la mayoría de filmes del
período, incluso si se la compara con Las aguas bajan turbias. La incomodidad de
las últimas escenas fue resaltada favorablemente por Borges en su conocida crítica
de la película:
3. Variaciones
La narración
cumpliendo con una serie de rasgos generales en lo que respecta a la estructura del
relato: criterio casi único en el desarrollo de la narración (linealidad y causalidad
en los acontecimientos) y una estructura estándar compuesta por comienzo,
desarrollo y desenlace, cuyo proceso dramático se puede desglosar casi
invariablemente en las fases de presentación, giro inicial, punto de ataque, crisis,
giro segundo, clímax y resolución. Sin embargo varias películas del período
industrial introducen, progresivamente, variaciones en este diseño narrativo y
dramático.
Un aspecto disruptivo tiene que ver con tendencias que le dan complejidad
a la trama, complicando la o las líneas de acción principales. Estas complicaciones
que interrumpen, desvían o postergan el desarrollo de la acción principal,
perturban la homogeneidad y estandarización en la organización de los textos
fílmicos del modelo institucional. Esta estrategia adquiere centralidad en el
desarrollo de la intriga sentimental en Prisioneros de la tierra y en Las aguas bajan
turbias. Para los/las protagonistas de estas dos historias, en un entorno tan hostil,
la relación amorosa es no sólo contención sino también futuro, cuyo resolución
positiva está ligada, sobre todo en la película de Hugo del Carril, a la liberación de
la explotación. Principalmente en Las aguas bajan turbias, como en sucede también
en su contemporánea Deshonra (1952, Daniel Tinayre), se yuxtaponen dos líneas
argumentales: la melodramática y la vinculada a la denuncia de la explotación, y
ambas se interpenetran volviéndose imposible desligar a una de las líneas de la
suerte de la otra.
También complejiza la trama, pero por el camino del hiato, la introducción
del “sintagma descriptivo”, forma narrativa que dilata el desarrollo del relato y
retrasa la resolución del conflicto, pero que además suele presentar información
vital acerca de la experiencia de los sujetos de la historia contada. Presente en gran
parte las producciones argentinas, el sintagma descriptivo aparece, de acuerdo a
Lusnich, en una serie de “escenas y/o secuencias que, intercaladas en distintas
secciones del relato, se dedican exclusivamente, a través de situaciones de canto,
baile, juego y trabajo cotidiano, a la presentación del entorno, los hábitos y el estilo
de vida rural”.40 En Las aguas bajan turbias se apela a esta estrategia, con los actos
musicales del propio Hugo del Carril. Más allá de sus escenas de trabajo cotidiano,
que son consustanciales al desarrollo de la acción, en Las aguas bajan turbias las
canciones cumplen las funciones de solidarizar y concientizar a los mensúes.
La alteración más notable del proceso dramático estándar se produce en
Prisioneros de la tierra, que reemplaza de forma extraordinaria el clímax (y su
resolución positiva) por el anticlímax: “En estas ocasiones, los protagonistas no
sólo fracasan en su encuentro con el oponente sino que este enfrentamiento
implica la muerte y el aislamiento”.41 Rompiendo con lo prescripto por el modelo
institucional y desafiando las expectativas del público de la época, la huida del
yerbal por parte del mensú Podeley y su compañera se ve frustrada por la muerte
El espacio diegético
Personajes
49 Colaizzi, Giulia. “El acto cinematográfico: género y texto fílmico”, Lectora nº 7, Universidad de
Valencia, 2001, p. 9.
50 Mulvey, Laura. Visual and Other Pleasures (Language, Discourse, Society), London, Palgrave
Macmillan, 1989.
51 Pérez Villarreal, Lourdes. “Visiones e imágenes de la mujer en la historia del cine
53 (Barrancos, 2008)
54 Manzano, Valeria. “Trabajadoras en la pantalla plateada. Representaciones de las trabajadoras en
el cine argentino, 1938 – 1942”, La Ventana nº 14, México, 2001, p. 272.
55 En el mismo sentido, Julieta Di Corleto observa que durante el período industrial del cine
argentino las representaciones de las mujeres delincuentes operaron como modelos antagónicos
para la construcción de un ideal de mujer como esposa y madre, aún cuando existiese una mirada
crítica sobre la falta de oportunidades de quienes delinquían. Di Corleto, J. “Flor de fango: La mujer
delincuente en el cine argentino (1930-1950)”, Imagofagia nº 6, 2012.
56 Manzano, Valeria. “Trabajadoras…”, op. cit., p. 289.
4. Consideraciones finales