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Título: “La Quemada”

Obra de: Gustavo Hernández Meza,


alumno de Ing. Mecánica.
y
Milagro Carolina Gil Tua,
alumna de Ing. Diseño Gráfico Digital.
(Colaboración de ambos alumnos)

Cuentan, hay una casa embrujada por el malecón de San Felipe. Si le


preguntas a cualquier persona del poblado, te contará la historia de una
pareja de enamorados que llegó allí a pasar su luna de miel. Unos dicen, fue
una fuga de gas; otros argumentan: la mujer pudo haber dejado algo en el
horno, pues las cenizas que quedaron tras el incendio del lugar tenían un
olor dulzón muy peculiar. A las pocas semanas la reconstruyeron. Los
primeros días nadie notó algo raro. A las semanas, empezó a correr la voz
de que a través del cristal de la puerta se veía la silueta de una mujer de
cabellera larga. Los curiosos, iban a comprobarlo y volvían aterrorizados.
Decían que la mujer estaba ahí, de pie en la oscuridad, mirando a la nada
con sus cuencas vacías.
La noche del Día de Muertos, unos muchachos fueron a visitar la casa.
Se adentraron hasta lo más profundo, revisando cuartos, armarios,
techos… Entonces la miraron. Vieron cómo salía del suelo; echaba humo y
estallaba en gritos desenfrenados. El gritar de los muchachos alertó a los
vecinos. Cuando llegaron a la escena, los encontraron en el patio frontal,
pálidos, inmóviles, con la mirada vacía, como si les hubieran robado el
alma.
Tras aquel incidente, nadie más se acercó a la casa. Pasaron los años, y
la historia se fue descomponiendo. Se olvidaban los detalles del aspecto
delgado y moreno de aquella mujer, su faz perfilada, sus ojos abismales, y
se les reemplazaba por descripciones imprecisas: una mujer tenebrosa, o
una señora de aspecto salvaje. Cuando los turistas preguntaban por la casa
de La Quemada, solo les decían estaba embrujada por el espíritu de una
señora que murió incinerada. Eventualmente, la vivienda fue reabierta
como casa vacacional. Los huéspedes, decían escuchar por las noches
cómo unas pisadas subían por las escaleras de madera lentamente hasta la
recámara principal. Luego, se abría la puerta. Una mujer sin ojos se
asomaba al interior; escrutaba la habitación y luego desaparecía.
Se volvió a escuchar de La Quemada cuando, una noche, resonaron los
gritos de una mujer por todo el poblado. Salió corriendo al patio de la casa,
donde la encontraron los vecinos envuelta en una bata blanca, manchada
de sangre y tizne. Les dijo que había visto una mujer horrible con el cabello
ardiendo en llamas. Seguido, les contó su historia a los vecinos que no lo
podían creer.
–Entró empujando la puerta, lanzándole injurias a mi marido:
“¡Malnacido! ¡Te atreves a traerla al mismo lugar donde me dejaste morir!”
¡Se lo decía mientras le clavaba un puñal en el pecho! Intenté detenerle los
brazos, y me volteó a ver de súbito con sus ojos huecos que chorreaban
lágrimas. De pronto se detuvo, se miró las manos ensangrentadas, y se
esfumó. Entonces miré a un lado: él aun sangraba. Pensé que lo podía
ayudar, pero no, era demasiado tarde, ya había matado a mi marido.

Taller de Creación literaria – CETYS Mexicali – Ciclo 2020-2.


Instructor: Lic. Javier Fernández.
Producción de textos para el Día de Muertos.

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