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Una noche estaba Camile en su cama pensando en todos los deberes que

tenia que hacer al día siguiente, se sentía cansada y no podía dormir de


tanto pensar, decidió ir a la cocina y prepararse un té, pero no encontró su
taza preferida y tomo una de las demás.
A la mañana siguiente se levantó muy temprano, se preparó para ir a
trabajar, de camino hacia allá se preguntaba donde estaría su taza que
tanto le gusta. Cuando llego a su oficina se dio cuenta de que estaba ahí
así que la puso en su bolsa, ella tenia que preparar varias cosas porque iba
a tener una junta, se puso a hacer una balanza de comprobación, estuvo
acomodando las cuentas, los movimientos y los saldos para tener una
suma igual, pero surgió un pequeño problema y era que no le cuadraba,
así que lo reviso y lo reviso pero no encontraba la falla así que como ella
era fan del té decido ir a hacerse uno en su tacita preferida de té, mientras
se lo hacia pensaba en que estaría mal su balanza, regresando a su
escritorio de inmediato se dio cuenta del error y dijo que si acaso su tacita
de té le dio suerte, sin pensar mas en el tema termino sus deberes en la
empresa y se fue a casa con su taza.
Ya en casa quiso probar su teoría, la de la tacita de té de la suerte, ella
pensaba en algo que había perdido dentro de su propia casa tomaba un
poco de té y mágicamente la llevaba al lugar del objeto. En el trabajo hizo
lo mismo, cada que tenia que hacer algo de suma importancia y que su
contabilidad debía ser exacta le daba un trago a su té.
Un día de repente por un descuido la tacita se le cayó y se rompió en mil
pedazos, ella creyó que su suerte hasta ahí había llegado, pero realmente
todo era mental, era una contadora capacitada para realizar todo lo
relacionado con su carrera, así que siguió siendo muy fan del té y no le
volvió a ameritar sus capacidades a nadie ni nada.

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