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No.17/18
Esta revista contó con el patrocinio y auspicio del Departamento de
No.17/18
Revista de los
estudiantes de Teoría
e Historia del Arte
Equipo Editorial
Catherina Campillay
Sergio Soto
Gastón Muñoz
Danae Díaz
Isidora Sims
Vania Montgomery
Fernando García
Diseño
Adolfo Álvarez
Impresión
lom
Presentación 8
Catalina Urtubia
Gastón J. Muñoz J.
Fernando García
Diego Maureira
Resúmenes de tesis 62
El giro estético del pasamontañas. Reflexión a partir del caso del Ejército Zapatista de 66
Liberación Nacional (1994-2014).
Amapola Cortés Baeza
6 Índice
Presentación IX Encuentro de Estudiantes de Historia del Arte y Estética 72
Mesa 1
Narrativas historiográficas y construcción de discursos desde lo 74
latinoamericano y lo local.
Mesa 2
¿Dónde está la crítica? 92
Arte y crisis social en la obra de Enrique Lihn: construir identidad en medio del desastre. 94
Alexis Acuña
Definiendo naciones, escenas, artistas y estilos: los textos de catálogos y los contextos de 102
la escena institucional del arte de Chile durante los sesenta.
Sergio Soto Maulén
Mesa 3
Reflexiones sobre identidades e imaginarios locales. 116
118
De fachadas y desvíos del monumento.
Oficina Futuro
¿Agitación u opio? El devenir político del arte en Chile de los últimos 60 años. 138
Neto
8 Presentación
a veces acarrea, como en todo proyecto de este calibre, algunas
ineficiencias); otros, en cambio, son de factor externo, entre
los cuales el principal es la morosidad de los procesos de
licitación propios a nuestra universidad. Todo ello lo decimos
sin el ánimo de culpar a nadie. Al contrario, pues nos parece
que evidenciar esto ante nuestro público lector es antes bien
un acto de sinceridad más que una excusa. Que lo sepan
quienes se aprestan a voltear de página: somos estudiantes
y hemos aprendido a pulso a escribir, seleccionar, editar y
corregir todo el material que aquí y en otras oportunidades
hemos presentado.
encuentros y desencuentros
entre posmodernismo y
políticas feministas desde
Latinoamérica en el arte.1
El desarrollo del pensamiento feminista ha tenido varios devenires desde sus 1 Texto realizado en el marco del
orígenes. Entendiéndolo como una postura cuyo núcleo es la oposición al pa- Seminario de Historia del Arte “Arte
y Feminismo” a cargo de la profesora
triarcado, se puede definir como un movimiento que no se cohesiona en una
Soledad Novoa.
lista de demandas unificada o total. Esto significa también que las alianzas, a
nivel teórico y político, difieren en una serie de posturas que dan cuenta de una
gran diversidad de líneas de pensamiento que se encuentran en ciertos puntos
pero divergen en otros. Sin embargo, es posible definir una corriente impor-
tante del feminismo como feminismo posmoderno. Siendo ya la definición de
dicha etiqueta bastante compleja, sería posible explicarlo como la reflexión del
problema de género desde una perspectiva a contrapelo del discurso moderno
(o modernista), que posibilita la desarticulación de las estructuras que subal-
ternizan el lugar de la mujer en el patriarcado inaugurado con pensamiento
ilustrado europeo. Así, se tejen una serie de alianzas teóricas con los pensado-
res posmodernos en sus tendencias deconstructivistas.
Sin embargo, dichas alianzas no son simples y suponen una serie de proble-
mas extensos y difíciles de abarcar. Desde la factibilidad política del movimien-
to feminista en un contexto posmoderno o deconstructivo, hasta el problema
de cómo entender el derecho y la posibilidad de políticas feministas que no se
basen en sistemas de pensamiento que en su base generen diferentes tipos de
opresión, alimentan un debate constante en el seno del mismo movimiento.
Este problema, al ser llevado a los diferentes sectores geopolíticos poscolonia-
les, suscita una serie de nuevas interrogantes, en el cruce de la realidad política
local y los discursos feministas escritos desde los centros geográficos hegemó-
nicos y sus correspondientes academias.
Esto tiene por consecuencia uno de los giros más significativos que da el fe- 4 Marián López, “Arte, feminismo y
minismo y que implica un quiebre con la tradición feminista de los años 60 posmodernidad: apuntes de lo que
viene”, En: Arte, Individuo y Sociedad,
y 70: la crítica que aparece en contra de las políticas identitarias. Se empieza
nº 4. Madrid: Editorial Complutense,
a asumir que la experiencia es parte de un artificio construido como montaje 1992, p. 104.
representativo, no un dato natural. De esta manera “las teóricas o las artis-
tas feministas interesadas en el debate posmoderno no están preocupadas en
construir un nuevo modelo de ‘identidad’ femenina (modelo según el cual la
feminidad sería un valor fijo o un contenido predefinido), ya que dicha preo-
cupación seguiría asociada a una filosofía confiada en las esencias-verdades, y
desmentiría el tono posmodernista de la búsqueda.”4 Así surgen feminismos
no identitarios, como los propuestos por Donna Haraway al adoptar el concep-
to de cyborg, que rechaza las ilusiones de unidad a través de la identidad.
Ahora bien, este tipo de análisis en el feminismo, influenciados por el poses- 5 Joan Scott, “Historia de las
tructuralismo, se les critica ser desmovilizadores políticos. Seyla Benhabid, mujeres”, En: Peter Burke (ed.)
Formas de hacer historia. Madrid:
en “Feminismo y Posmodernidad: una difícil alianza”, explicita que pensar al
Alianza Editorial, 1996.
sujeto desde el lenguaje y su artificialidad no permite reflexionar sobre su rea-
lidad y alterarla, proponiendo que el proyecto político del feminismo, en este
caso la emancipación, no puede ser pensado sin los conceptos de acción, auto-
nomía e identidad, los cuales son socavados desde los feminismo no-indenti-
tarios al revelar las redes de poder que están detrás de dichos conceptos. Así,
responde a la pregunta “¿Puede la teoría feminista ser posmoderna y mantener
un interés en la emancipación?” negativamente. Sin embargo, desde la lectu-
ra de Joan Scott, es posible ver en esta postura la comprensión del binomio
teoría/práctica política como imposible de resolver, enfrentando la producción
teórica con la posibilidad de estrategias de efectividad política.5
En este caso, el concepto que más problemas nos presenta es el de identidad. 6 Janet Wolff, “Teoría postmoderna
Aquel, asociado a la unidad y lo homogéneo, puede entenderse como intrínse- y práctica artística feminista”, En:
Karen Cordero & Inda Sáenz, Crítica
camente violento, en la medida en que se define como monolítico, integrado e
feminista en la teoría e historia del
indivisible. En la práctica, esto se traduce en que los feminismos identitarios arte. Ciudad de México, Universidad
replican el universalismo de la idea de sujeto en la idea de mujer, deshisto- Iberoamericana, 2007, p. 97.
rizando su quehacer y omitiendo otras marcas tales como la clase o la raza.
Así, se pueden hacer entrar otras diferencias al feminismo, como el afro o el
lésbico, sin que suponga una amenaza para el movimiento. De esta forma, el
posmodernismo le plantea una promesa al feminismo:
Sin embargo, para Craig Owens, la obra de arte feminista es capaz de socavar 8 Janet Wolff. Op. Cit.
la representación, por lo que sería posmoderna en la medida en que lleva a
cabo una acción deconstructiva en el marco del arte. Esto, para Wolff8, permite
definir una serie de prácticas culturales críticas que intentan subvertir la tra-
dición de la misma manera que el feminismo desmantela lo patriarcal en el
esquema de lo moderno. Hace la diferencia, entonces, de las prácticas neoex-
presionistas o neoclásicas, definidas por lo general como posmodernas, en las
cual el pastiche y la cita funcionan más que nada como un juego despolitizado,
con las prácticas artísticas feministas, que en una relación más estrecha con
la teoría desde la posmodernidad permiten la desestabilización de la imagen
a favor de una búsqueda política desidentitaria. Esta desestabilización es una
característica fundamental: mientras el modernismo vanguardista utilizaba la
cita, la ironía, el collage y el pastiche como herramientas, el posmodernismo lo
hace relacionándose con las imágenes dominantes de la cultura, como las de
los medios masivos, desestabilizándolas desde una postura crítica.
Este tejido de relaciones se puede ver en la exposición “Difference: On Repre- 9 Griselda Pollock, Op. Cit., p. 264.
sentation and Sexuality” de 1985, que es analizada tanto por Pollock como por
10 Janet Wolff, Op. Cit., p. 105.
Wolff, realizada en el Institute of Contemporary Arts de Londres. Rompiendo
con el proyecto crítico de los años setenta, la exposición se propuso explorar “el
complejo terreno triangulado por los términos de sexualidad, el significado y
el lenguaje”9 . En palabras de Wolff:
A pesar de aquello, para la autora, la estrategia artística feminista será más 11 Id.
productiva en la medida en que entienda al posmodernismo como un moder-
nismo modificado: a diferencia de las estrategias del modernismo, el posmo-
dernismo ha de rechazar la gran teoría unitaria, lo que define como “inconsis-
tente y al final indefendible”11 . Su última conclusión es que ciertos elementos
del posmodernismo le son útiles a la práctica artística feminista, mientras se
mantenga una distancia crítica con el relativismo radical y el escepticismo to-
tal, los cuales son incompatibles con cualquier práctica política.
La modernidad en Latinoamérica no pareciera ser una categoría tan evidente 12 Rosalva Aída Hernández. Op Cit.
como en los centros geopolíticos hegemónicos. El posmodernismo no deja de
13 George Yúdice, “Puede hablarse
suscitar aún más interrogantes al respecto, ya que siendo pensado como mo- de postmodernidad en América
mento histórico, es posible poner en cuestión la posibilidad de un posmoder- Latina?” En: Revista de Crítica
nismo en sectores que nunca se han integrado completamente a la moderni- Literaria Latinoamericana, nº 29.
dad o en los cuales aquella ha sido incompleta. Conceptos como la modernidad celacp, 1988.
A pesar de la multiplicidad de puntos de vista en torno al tema, es posible iden- 14 Chandra Mohanty, “Bajo los ojos
tificar un problema que subyace a la mayoría de las reflexiones en torno a la de occidente. Academia Feminista
y discurso colonial.”, En: Liliana
posición de Latinoamérica en las cartografías del poder: el colonialismo como
Suárez & Rosalva Aída Hernández
marca indeleble en nuestro origen, desarrollo y futuro. Para nuestro análisis, se (ed.) Descolonizando el Feminismo:
vuelve necesario recurrir a la idea de colonialidad del poder de Aníbal Quijano, Teorías y Prácticas desde los
que nos permite pensar el colonialismo no solo como una serie de relaciones Márgenes. Madrid: Editorial Cátedra,
políticas y económicas, sino que también conforma un discurso colonial a 2008.
través del conocimiento y sus categorías, que al ser universales, crean periferia
y margen. Así, las teorías feministas también pueden ser observadas desde sus
alianzas con la colonialidad, y en muchos de los casos, la crítica es la misma:
el feminismo que universaliza la categoría mujer de manera esencialista es
colonial en la medida que invisibiliza la experiencia específica de las mujeres
del “Tercer Mundo”, las cuales deben ser enseñadas por y en el feminismo
occidental para poder ser “liberadas”, ya que la mujer del margen se analiza
como un bloque monolítico e identitario14 .
Es así como en contra de aquel pensamiento feminista, por ejemplo, aparecen 15 Rosalva Aída Hernández. Op. Cit.
los feminismos chicanos, que proponen una des-identidad desde la escritura y
el testimonio que hace explícita la raza y la clase, como en la recopilación “Esta
puente, mi espalda” de Cherrie Moraga y Gloria Anzaldúa, la última utilizando
conceptos como lo queer, proveniente de la academia norteamericana, para dar
cuenta de su experiencia de lesbiana, chicana y feminista.
Para Hernández, por lo tanto, el cruce entre la teoría posmoderna y el feminismo 16 Rosalva Aída Hernández. Op. Cit.
pensado desde Latinoamérica, enfocándose especialmente en las mujeres indí-
17 Paul O’Neill, “La emergencia del
genas, es positivo desde la perspectiva de la política de alianzas y el cuestiona- discurso curatorial desde el final
miento del pensamiento esencialista, aportando “elementos para renovar nues- de los años sesenta hasta nuestro
tros imaginario políticos y construir un nuevo feminismo multicultural.”16A presente”, En: EXIT BOOK, Nº 17.
pesar de que podamos poner en entredicho el uso de la idea de multiculturali- Madrid, 2012.
Colectivo Zunga es un colectivo de arte colombiano que se funda el año 2007, y 18 Texto extraído de la página
que, en sus propias palabras, se propone «transgredir los cánones de represen- web de Colectivo Zunga: http://
colectivozunga.blogspot.com
tación del cuerpo femenino.”18 Presentan en el marco del 14° Salón Regional de
Artistas Zona Centro, en el Parqueadero, Bogotá, la obra Pintura de castas, una 19 Julia Antivilo, “Arte feminista
performance en la cual, haciendo referencia a la historia colonial de Latinoa- latinoamericano. Rupturas de un
arte político en la producción visual”.
mérica a través del género pictórico de las cuadros de casta pintados durante el
Tesis para optar el grado de Doctora
siglo XVII, las artistas “utilizan todo el pantón de colores de las bases faciales en Estudios Latinoamericanos.
existentes para maquillarse. En la acción se presentan cuatro mujeres, de las Universidad de Chile, 2013.
cuales resulta difícil decir a cuál de estas taxonomías de las castas pertenecen;
paralelamente van recitando las mezclaturas racionales de los cuadros, con el
fin de deconstruir los matices de las discriminaciones raciales.”19
A la luz de lo que hemos desarrollado en torno al tema, podemos ver en esta 20 Laura Catelli, “Pintores criollos,
obra una estrategia deconstructiva a través del actuar de la performance, corpo- pintura de castas y colonialismo
interno: los discursos racionales de
ralizando la política cruzada tanto por el feminismo, desde la lectura crítica de
las agencias criollas en la Nueva
la industria de la cosmética femenina, como por la raza, ineludible en nuestro España del periodo virreinal tardío”,
contexto latinoamericano, en la medida en que es el colonialismo que instala En: Cuadernos del cilha, Nº 17.
un sistema racializado. La pintura de castas, ilustrando las diferentes mezclas Mendoza: Universidad Nacional del
raciales que se dieron en la colonia con sus respectivos nombres, nos revela Cuyo, 2012, p. 3.
Este orden, reforzado por agencias criollas y mestizas, es lo que Mignolo de-
fine como colonialismo interno, ya que muchas de estas pinturas reflejan el
imaginario criollo que dio pie a la formación de las naciones latinoamericanas,
reflejando en ellas las jerarquías de los cuerpos racializados. En este sentido,
se negocia el sentido de las representaciones a nivel visual, lo que explicita un
efectivo discurso de la clasificación racial, reforzando estereotipos que, por su
misma efectividad, se reinventan continuamente hasta hoy.
Retomando el análisis que realiza Julia Antivilo sobre esta obra y una serie de 21 Julia Antivilo, Op. Cit., p. 214.
otras obras latinoamericanas en las cuales el cuerpo racializado es nuclear, cito:
O’neill, P. (2012) “La emergencia del discurso curatorial desde el final de los
años sesenta hasta nuestro presente” En: EXIT BOOK, nº 17. Madrid.
Scott, J. (1996) “Historia de las mujeres” En: Burke, P. (ed.) Formas de hacer
historia. Madrid: Alianza Editorial.
Desde que comenzaron a agitarse las aguas de la segunda ola del feminismo 1 El presente artículo fue escrito
hacia fines del siglo xx, el problema del género comenzó a abrirse camino en la basado en las conclusiones
obtenidas de mi tesis de pregrado,
esfera artística. Varias generaciones de artistas se hicieron oír en los circuitos
titulada de la misma forma y
instalando una serie de problemáticas y consignas hasta entonces inéditas en acompañada del subtítulo “Apuntes
el arte occidental. Sin embargo, y como suele suceder con los movimientos sobre la relación entre el activismo
artísticos que emergen a partir de consignas políticas, el desarrollo del arte de de género y las artes visuales
género se desenvolvió ante distintos escenarios y coyunturas, dependiendo del durante la Dictadura Militar”. Esta
tesis fue defendida en enero de 2015.
contexto geográfico y cultural en el que se instaló simultáneamente.
Así, hablar de arte de género en singular resulta tan problemático como asegu-
rar que hay una sola forma de practicar el feminismo. Y, si bien este problema
se multiplica tan rápido como se multiplican los testimonios personales, al
abordarlo desde la historia del arte nos encontramos ante conflictos muy simi-
lares a los que se enfrenta el feminismo como ideario político: se atraviesan en
su discurso la raza, la época y la contingencia.
Para los fines propuestos para este artículo en particular, me referiré rápida- 2 Cuando hablo de “arte de género”,
mente a algunos elementos que reconozco como fundamentales a la hora de me refiero a manifestaciones
artísticas que contienen un discurso
intentar articular una cartografía del “arte de género”2 en Chile. Para ello, se
consciente sobre el problema
hace necesario identificar la génesis de dicho discurso en el circuito artístico, del género, donde a partir de una
con el interés de instalar un punto de inicio a la hora de articular una historia postura feminista o queer, se pone
del arte de género en el escenario local. en cuestión la representación
tradicional de lo masculino y lo
femenino.
II
Para comenzar, cabe destacar que el enunciado intrínseco que contiene lo di- 3 Algunos ejemplos podrían
cho hasta ahora a modo de introducción, donde se sostiene que el arte de gé- ser Laura Rödig, Sara Malvar o
Henriette Petit, todas artistas
nero emerge como tal en el contexto chileno durante la década de los ochenta,
chilenas que trabajaron durante
no está exento de imprecisiones. Al indagar en la historia del arte chileno, es la primera mitad del siglo XX.
posible encontrar numerosos casos de artistas mujeres cuya obra puede ser Vid.: Gloria Cortés, Estéticas de
leída desde la perspectiva del género3 . Sin embargo, lo que nos hace afirmar resistencia: Las artistas chilenas y
que la emergencia del arte de género ocurre en la década de los ochenta es la la vanguardia femenina [En línea],
Artelogie, (consula: 29/09/2014)
articulación de una escena, en la que un grupo de artistas trabajó simultá-
http://cral.in2p3.fr/artelogie/IMG/
neamente con problemáticas y recursos similares, impulsados por el mismo article_PDF/article_a261.pdf
contexto político, social y artístico.
24 Catalina Urtubia
Cuando hablo de esta “escena”, me refiero principalmente a las obras de Car-
los Leppe, Juan Domingo Dávila, Diamela Eltit, Paz Errázuriz y del colectivo
Yeguas del Apocalipsis, conformado por los poetas Francisco Casas y Pedro
Lemebel. La producción de estos artistas aborda temáticas que vinculan el
problema del género con los conflictos sociales y económicos sufridos por la
sociedad chilena durante el período de la Dictadura Militar.
Por ello, vale la pena ponerle atención —en primer lugar— al contexto en que
se desenvolvieron estos artistas, antes de abordar las características particu-
lares de su producción. En este sentido, nos encontramos con dos elementos
fundamentales que podemos reconocer como gatillantes del desarrollo de esta
escena; el primero, los cambios sufridos por el circuito artístico durante el pe-
ríodo que corresponde a la Dictadura, y el segundo, el estado del movimiento
feminista durante el mismo período.
III
En la década de los ochenta se vivirá lo que hoy es conocido como la “re-arti- 4 Vid.: Julieta Kirkwood. Ser política
culación” del feminismo en Chile, el cual, según varios autores, se encontraba en Chile. Los nudos de la sabiduría
feminista, Cuarto Propio, Santiago,
desarticulado desde la disolución del memch en 1953, a pocos años de logrado el
1990.
objetivo bajo el cual se conformó: la legalización del sufragio universal, en 1949.
En los ochenta, en cambio, el movimiento feminista tomará un cariz diferente,
asociado a los problemas sociales específicos de la mujer, tales como la prostitu-
ción (donde encontrarán cabida también los primeros agentes del movimiento
homosexual), la discriminación laboral, el acceso a la educación, entre otros4.
Este interés del feminismo chileno en este período por la conexión que se evi-
dencia entre la marginación social y la discriminación sexual, se hace presente
también en la obra de los artistas que hemos mencionado como parte de esta
Ahora, si nos referimos a los casos particulares ya mencionados, nos encon- 6 Linda Nochlin. “¿Por qué no ha
tramos con varios elementos transversales que nos permitirán caracterizar de habido grandes artistas mujeres?”
[en línea], Crítica feminista en
alguna manera la producción de esta primera escena del arte de género en
la Historia y Teoría del Arte,
Chile. Podemos identificar tres elementos principales, los cuales sin embargo (consultado: 29/09/2014). http://
no son excluyentes y ven sus límites permeados constantemente. www.mnba.cl/617/articles-8671_
archivo_05.pdf
El primer elemento que me parece fundamental mencionar es la relación que
7 Podríamos mencionar, a modo
tendrá el arte de género con la emergencia del arte corporal y la performance. de ejemplo, “La refundación de
Este elemento resulta interesante puesto que, al revisar la emergencia del arte la Universidad de Chile”, donde
de género en la gran mayoría de los lugares del mundo, ésta se ve potenciada Lemebel y Casas ingresaron al
por el arte corporal. La razón, según muchos autores que seguirán las palabras campus Juan Gómez Millas de la
Universidad de Chile desnudos,
de Linda Nochlin5, residirá en el encuentro del discurso feminista con la críti-
montando una yegua; haciendo
ca a la institución que dio nacimiento a la performance. emerger una visualidad vinculada al
deseo homosexual, históricamente
Según Nochlin, las primeras artistas feministas reconocieron al museo y a la censurado por el arte tradicional.
historia del arte como agentes reguladores de la Institución artística, donde las Vid.: Fernanda Carvajal, 2011.
“Yeguas”, En: Ensayos sobre artes
Bellas Artes eran reconocidas como artes “mayores” ante las artes decorativas,
visuales: Prácticas y discursos de los
a las que —como es bien sabido— se delegó sistemáticamente a las mujeres años 70 y 80 en Chile. lom, cedoc,
artistas. La performance, en este contexto, constituye un arte nuevo, que no está Santiago, pp. 17-49.
marcado por la tradición patriarcal presente en la jerarquía de las Bellas Artes,
8 Asociado a lo mencionado hasta
lo que la hace fuertemente atractiva para las artistas feministas que buscaban aquí, podríamos destacar “La biblia”
criticar dicha tradición6 . de Carlos Leppe, performance
realizada en el Instituto Chileno-
Por otro lado, el cuerpo es el lugar donde acontece el género, y por lo tanto, Francés en 1982 donde el artista
se auto-representa como un sujeto
es la materialidad idónea para poner en crisis su binarismo. Eso puede verse
que transita entre lo femenino y lo
claramente en la obra de varios de los artistas mencionados como parte de la masculino. Vid.: Ibídem.
escena que da motivo a este artículo. Un ejemplo claro podrían ser algunas de
las performances realizadas por las Yeguas del Apocalipsis, donde el cuerpo 9 Otro ejemplo similar podría
se vuelve motor de una crítica generalizada a la representación de los cuerpos ser “La biblia de María Dávila” y
“Liberación sexual = liberación
sexuados en el arte tradicional7.
social” de 1982, una serie de
fotomontajes en los que Dávila
El segundo elemento tendrá que ver con la recurrencia al travestismo como se auto-fotografía simulando
gesto político y visual, asunto que podemos identificar claramente en la obra estereotipos femeninos asociados
de artistas como Carlos Leppe8 y Juan Domingo Dávila9 . Según Nelly Richard, a la religión. Vid.: Fernanda
Carvajal, “Feminismos, estudios de
cuando nos enfrentamos al travestismo en el arte, debemos estar conscientes
género y sexualidades. Prácticas
que no nos enfrentamos sólo a una artimaña visual, sino que también esta- artísticas de disidencia sexual y
mos ante un procedimiento cultural10 . La aparición del travestismo en el arte perturbaciones sobre los signos
supone evidenciar una condición social, económica y sexual, donde el travesti de la izquierda” [en línea], Jornadas
es constantemente asociado al mercado sexual y a cierta condición de margi- de Jóvenes Investigadores. Instituto
de Investigaciones Gino Germani,
nación social.
(consultado: 30/09/2014). http://
jornadasjovenesiigg.sociales.uba.
Así, este último punto nos lleva a un tercer elemento que caracterizará a esta ar/files/2013/10/eje8_carvajal.
escena: la evidencia del problema de género como un problema social, en con- pdf2013.
cordancia con el ideario del movimiento feminista durante este período. Gran
10 Nelly Richard, 1993, Masculino/
parte de estos artistas mostrará un interés por evidenciar el problema de gé- Femenino: Prácticas de la diferencia
nero como un problema de clases, lo que supone una triple crítica: se pone en y cultura democrática, Fondo de
cuestión la marginación social, la violencia de género, y el sistema que sostiene desarrollo de la Cultura y las Artes,
y potencia ambos problemas, encarnado en la Dictadura misma. Santiago.
26 Catalina Urtubia
Bajo este cariz vale la pena recordar obras como “La Manzana de Adán” de
Paz Errázuriz o las “Zonas de Dolor” de Diamela Eltit, donde el cuerpo de la
artista, o de los fotografiados, no sólo critica los estereotipos del género en el
arte tradicional, sino que también denuncia una condición social a la que los
disidentes sexuales están sometidos.
Para finalizar, cabe mencionar que la lectura que se le está dando a estos ar-
tistas se vuelve un tanto conflictiva al caer en cuenta que la mayoría de ellos
fueron considerados por Nelly Richard como parte de la Escena de Avanzada.
Y cuando digo conflictivo, me refiero particularmente a lo problemático que
resulta “ir en contra” de un discurso institucionalmente instalado con tanta
fuerza como lo es la Avanzada como eje del arte político durante la Dictadura.
Aquí, sin embargo, no estamos instalando una propuesta que niegue el dis- 11 Un caso particular que podría
curso de Richard, sino más bien, estamos instalando una nueva lectura, desde servir para ejemplificar a lo que me
refiero en este punto es cómo son
otra perspectiva, a los artistas y período mencionados. Pues, si bien Richard
abordadas las obras de Carlos Leppe
mencionó y destacó innumerables veces la crítica al género presente en estos y Juan Domingo Dávila en Chile,
artistas, los ejes bajo los cuales se caracterizó a la Avanzada se centraron más Arte Actual, escrito por Milan Ivelic y
bien en la renovación de los modos, más que en los discursos en común. Esto, Gaspar Galaz. En esta publicación,
paralelamente, provocó que desde la lectura oficial, el problema del género se omite constantemente la palabra
“homosexualidad”, o se eufemiza
en esta escena de artistas se leyera como algo accesorio, secundario, ante la
para dar paso a lo que se considera
renovación de los modos de producción que trajo consigo la Avanzada11 . Según más importante: renovación en la
Fernanda Carvajal: técnica, novedad del arte corporal,
etc. Vid.: Gaspar Galaz & Milan Ivelic,
El intento de abrir una “zona de inteligibilidad” para estas 2004. Chile, arte actual, Ediciones
prácticas, se enfrenta al problema de que no siempre estuvieron Universitarias de Valparaíso,
acompañadas de una producción de discurso crítico en el momento Pontificia Universidad Católica de
de su irrupción y que en ocasiones, han tendido a ser leídas re- Valparaíso, Valparaíso, p. 195.
trospectivamente a partir de categorías propuestas por las teorías
post-feministas que han surgido principalmente en la academia 12 Op. Cit.: Fernanda Carvajal, 2013,
norteamericana. Se abre entonces la pregunta por cómo leer y p. 13.
poner a trabajar desobedientemente aquellas teorías, evitando una
recepción acrítica y deslocalizada de aquellos acervos, para no con-
vertir las prácticas surgidas en la periferia en casos que “ilustren”
los conceptos surgidos en el centro12 .
28 Catalina Urtubia
BIBLIOGRAFÍA
Carvajal, F., 2011. “Yeguas”. En: Ensayos sobre artes visuales. Prácticas y
discursos de los años 70 y 80 en Chile. lom, Centro de Documentación de Artes
Visuales Centro Cultural Palacio La Moneda, Santiago, pp. 17-49.
Galaz, G. & Ivelic, M., 2004. Chile, arte actual. Ediciones Universitarias de
Valparaíso, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso.
Kirkwood, J., 1990. Ser política en Chile. Los nudos de la sabiduría feminista.
Cuarto Propio, Santiago.
Nochlin, L., 2001. “¿Por qué no ha habido grandes mujeres artistas?”. En: K.
Cordero & I. Sáenz, edits. Crítica feminista en la teoría e historia del arte. Fondo
Nacional para la Cultura y las Artes, Gobierno de México, México DF, pp. 17-44.
Richard, N., 2007. Márgenes e Instituciones. Arte en Chile desde 1973. Metales
Pesados, Santiago.
vvaa., 2013. Perder la forma humana. Una imagen sísmica de los años ochenta en
América Latina. Museo Nacional Reina Sofía, Madrid, pp. 92-98.
y fracaso en la obra
de A. Zegers1
Para quien vive ante la muerte sin consuelo religioso o sin un sen-
tido natural de la misma (ni de nada), la muerte es el misterio
obsceno, el ultraje supremo, lo no gobernable. Sólo puede negarse.
30 Gastón J. Muñoz J.
El origen del arte, el comienzo del fracaso
La operación artística está ligada a toda acción que el ser humano realiza con 4 Si bien son varios los teóricos
sus manos; la fabricación o el artificio son el sustento material para la vida.4 Sin que han indagado sobre el arte
como acontecimiento ligado al
embargo, estas mismas acciones comienzan a definir la existencia. El ímpetu
desarrollo de la motricidad y de
creador tiende a resultar en productos materiales, o bien en cosas. Con el paso las herramientas, en este caso
del tiempo, estas cosas se acumulan y generan lo que se ha definido como reparamos sobre el concepto de vita
nuestra cultura material. El mundo de las cosas está estrechamente ligado a los activa empleado por Hannah Arendt,
límites de nuestro entendimiento y las capacidades del lenguaje se miden en vid.: La condición humana, Paidós,
Argentina, 2013.
cuanto a la apropiación consciente de un mundo cosificado.
Se podría vincular el ingreso del humano en el espectro de las cosas con dos
procesos: tanto el origen del arte como el comienzo del fracaso. Si bien, la sub-
sistencia exige que la mayoría de las cosas que produce el humano con sus
manos estén destinadas a conservar la salud, ya sea en cuanto a la nutrición o a
la infraestructura que protege y se apropia del entorno hostil, existen ciertos ob-
jetos que no parecen cumplir ninguna función específica. Se podría decir que
el arte comienza con este tipo de producción que no está destinada a preservar
la salud, sino más bien cumple una función del pensamiento y de la percepción.
De cierta forma, estas cosas inútiles que reclaman ser vistas anuncian algo que 5 Ibid., p. 191.
podría pensarse desde el fetichismo, tal como lo plantea la teoría crítica: tienen 6 Id.
un doble valor, el valor de producto y luego una suerte de sombra agregada:
la perdurabilidad del material en conjunción con la finitud del autor, la falsa
trascendencia autoral. La obra de arte tendría un «sentido no biológico»5 , un
ímpetu de sobrevivencia a través del cual el humano se hace autoconsciente de
su mortalidad, amparándose en «la ayuda del artista, de poetas e historiógra-
fos, de constructores de monumentos o de escritores»6 para obtener una falsa
conciencia de trascendencia ante la futilidad de la vida. De esta forma, el arte
anuncia el fracaso de la existencia, exhibiendo la imposibilidad del humano de
prevalecer más allá de su propia obra.
Figura 1 De la serie Firma del padre, A . Zegers, junio-agosto 2014, fotografía digital.
Podemos percibir cómo por lo menos dos factores analíticos se desprenden 7 Desde otros marcos de reflexión
de la serie en cuestión, particularmente al considerar cómo ciertas marcas ajenos a este texto, este efecto
artístico anteriormente planteado
de uso en los objetos capturados —marcas de erosión por el uso cotidiano,
podría leerse desde lo cósico de la
suspendidas— se vuelven a hacer presentes (se re-presentan para el escruti- cosa en la obra de arte.
nio del espectador) a través del soporte fotográfico, el cual monumentaliza la
escala de los objetos de captura en relación a los objetos originales, a través
del corte inherente al recuadro fotográfico. En primer lugar, se observa la idea
del origen del arte elaborada anteriormente, al comentar la condición de cosa
de aquellos objetos, en algún momento empleados por el padre artista como
herramientas o medios para la praxis7. En segundo lugar, el uso y el desuso a
manos del artista difunto sugiere la idea del fracaso de la existencia frente a la
obra, herencia apropiada a su vez por A. Zegers: ¿será que el gesto irónico de
presentar los materiales del artista como la obra de arte —no así el resultado de
sus procesos— podría repetirse una vez fallecida le artista? ¿Sus cámaras, sus 8 El sinfín fotográfico es una
vestimentas o sus mismas obras registradas nuevamente en el arte venidero? herramienta que consiste
normalmente en un rollo de papel
ancho de un color o diseño sólido
Sin la presencia de su propietario, la suma de los objetos se transforma en hue- y neutro, el cual es dispuesto por
lla de un cuerpo ausente, lo «no biológico» de la obra de arte según Hannah detrás del objeto fotográfico como
Arendt. Estos objetos obtienen una segunda vida en el registro fotográfico, fondo. Suelen encuadrarse las tomas
donde le artista propicia un montaje sobre sinfín8 , el cual suspende su someti- de tal forma en que no se logre
percibir el espacio que queda por
miento a la fuerza gravitacional. En este simulacro de estudio, poner en flote a
fuera del sinfín. Más recientemente
los objetos podría interpretarse como una alegoría del duelo, un constante jue- se ha recurrido a eliminar este
go de le artista con la dualidad pesado-liviano. Así, la conciencia de la muerte espacio exterior a través de la
venidera es alivianada a través de un flujo de memoria. posproducción. La finalidad de
esta herramienta es el producir una
ambientación estandarizada para
La inscripción simbólica del pasado irreversible permite ingresar en la memo-
distintos objetos, para así poder
ria y en el perdón, en el olvido activo 9 . Entonces, la operación artística de A. someterlos a distintos tipos de
Zegers es un ejercicio de memoria concebido desde la plástica. El problema iluminación. Esta herramienta es
está en considerar desde qué enfoque de estudio debemos abordar el problema común en varios tipos de fotografía,
de la memoria. Inicialmente atraídos por la postura sicológica, o más especí- ya sea en la más autoral o la de corte
publicitario.
ficamente el marco metodológico de la teoría de la significación —la cual ha
sido un fundamento para la reflexión de las artes en el contexto chileno desde 9 Es importante notar cómo este
1973—, donde es común el empleo de conceptos como memoria y olvido, pare- concepto empleado por Jean-Louis
Déotte se desprende directamente
ce demasiado riesgoso ingresar en problemas humanístico-representacionales
de la nomenclatura «vita activa»
a través de una rama de estudios la cual tiende, en la contemporaneidad, a re- según Arendt. Vid.: Catástrofe y
ducir estos procesos en normas justificadas por la lectura biológica. El enfoque olvido: las ruinas, Europa, el Museo,
más indicado, para efectos de este texto, queda en suspenso solipsista. Cuarto Propio, Chile, 1998.
32 Gastón J. Muñoz J.
no-salud. La idea de muerte no solamente constituye la base de la existencia,
sino que también es la principal herramienta del sujeto para acceder a la me-
moria: el deceso ocasiona un antes y un después, una presencia y una ausencia
que, en conjunto, generan la conciencia de lo inexorable.
La obra de A. Zegers está en constante negociación con lo inexorable, busca 10 En oposición, el duelo es algo
hacer visible la relación fundamental que mantienen las cosas con la memoria. mayormente personal. Esta postura
sin embargo es rebatida por la
Propicia un espacio de luto, el cual es un estado tanto cívico como personal.10
sicología social, la cual no constituye
Desde la cognición privada, la propuesta plástica planteada se rige mediante su el enfoque de este texto.
condición pública, considerando el acto plástico en relación a su puesta en so-
ciedad. Así, la operación artística supera el registro biográfico e ingresa en una
reflexión en torno a la inexorabilidad de la muerte y sus efectos cognositivos.
La posibilidad alojada en la memoria de pensar en nuestros seres queridos, 11 Respecto de este y otros
incluso después de muertos, permite también representar su recuerdo sim- conceptos de la filosofía griega
empleados comúnmente en el
bólicamente. No resulta arbitrario recurrir al particular concepto griego de
análisis de la huella fotográfica, se
eidõlon11, el cual se podría definir como la copia o proyección de los muertos. recurrió al trabajo de Paul Ricoeur
La representación se impone como simulacro de la existencia finita, y, de ese en La memoria, la historia, el olvido,
modo, el arte y su capacidad de poner en jaque a la muerte se convierten en Trotta, Madrid 2003.
una afrenta no solamente a la idea de irreversibilidad, sino también al binomio
presencia-ausencia.
Se debe reconocer el trabajo de Susan Sontag como precursor de esta teoría de la 12 Susan Sontag, La enfermedad y
muerte en gestación, no desde el estudio del arte en general sino desde la teoría sus metáforas, Taurus, Buenos Aires,
2003, p. 26.
literaria. Al pensar en el cáncer, la autora se percata de cómo «nuestra época
tiene predilección por las explicaciones psicológicas [sic], de las enfermedades o
de cualquier otra cosa. Psicologizar [sic] es como manejar experiencias y hechos
(enfermedades graves, por ejemplo) sobre los que el control posible es escaso o
nulo.»12 En una cultura visual donde las estructuras de poder ejercen y dosifi-
can la violencia bajo el arbitrio del miedo, es importante que consideremos de
qué manera las instituciones —tanto artísticas como fármaco-clínicas— eva- 13 Susan Sontag, «En la caverna
den a la muerte inexorable. de Platón» En: Sobre la fotografía,
Alfaguara, México, 2006, p. 23.
Figura 2 Instalación de los ladrillos, A . Zegers, junio 2015, medidas variables, 137 ladrillos
envueltos en visillo sobre dos planchas de zinc. Registro por Esteban Vargas Roa.
19 ladrillos para 19 meses de luto fue una instalación performática montada por
A. Zegers el año 2014 en la sede Abu Dhabi de la Universidad de Nueva York.
La pieza escultórica, a grandes rasgos, consiste en la estrategia del objet trouvé:
durante días le artista busca ladrillos en la vía pública hasta encontrar la can-
tidad correspondiente a cada mes desde la muerte de su padre; los carga hasta
34 Gastón J. Muñoz J.
su taller y ahí los cubre con una delgada capa de tela chifón blanca: lo pesado
y lo liviano. Más allá de esta primera instancia en donde le artista emplea la
estrategia de los ladrillos en su obra —los diecinueve ladrillos intervenidos son
reinsertados en distintos puntos de la ciudad después de un mes de exhibición
y de su minucioso registro— el concepto detrás de esta obra consiste en que
el proceso de incorporación de un ladrillo hallado se repita cada nuevo mes,
continuamente. Es un compromiso que vincula la fecha del deceso del padre
con la muerte de le artista, con la cual se clausura el monumento. 19 Sobre esta y otras acepciones
sobre el uso de la obra de arte
como medio de memoria, se refiere
De cualquier forma que se le vea, los 19 meses de luto nunca constituyen un
al trabajo de Déotte antes citado
monumento en estricto rigor. Sin buscar definir ni esclarecer la definición respecto de lo inmemorial.
de monumento (tópico para otro escrito), si bien la idea del monumento siem-
pre ha sido el hacer perdurable la inscripción de la memoria19, el homenaje 20 Esta muestra, de título 136, 137,
de A. Zegers parece más bien definirse por la transitoriedad, por su carácter 138, corresponde al período entre el
5 y 19 de junio del año 2015, junto al
incompleto. En una exposición de la obra de le artista, la cual he curado en
colectivo Cuerpos subyacentes, en
Galería Metropolitana20, le propuse el obstáculo de que incorpore proporcio- la galería dirigida por Luis Alarcón
nalmente21 los lapsos semanales a la cuenta de los ladrillos en la obra, para así y Ana María Saavedra, ubicada en
darle mayor peso visual a esta: de cierta forma, mediar la idea del luto con el la comuna de Pedro Aguirre Cerda,
espectador a través del soporte híbrido (escultura, instalación y performance). Santiago de Chile.
21 1:1
Sobre un soporte rectangular de zinc reflectante, mi amige demuestra su auto-
ría al colocar cada uno de los ladrillos22 dulcemente, generando un perímetro 22 En acorde con las semanas de
ortogonal entrecortado por leves adiciones y desfases, crecidas y descensos. exposición, esta instalación habría
de culminar con 138 ladrillos.
El resultado de la composición, de carácter horizontal y plano, transmite una
visualidad iónica (vaginal). No se plantea erguir un mero homenaje monolítico 23 Lo inmemorial podría definirse
carente de inscripción23 , sino más bien se plantea una inscripción plástica con como lo carente de inscripción
simbólica, evitando el olvido
un sentido monádico del tiempo (y de la inexorabilidad que le es inherente), la
activo. Es preciso notar cómo
instalación incorpora su propia definición de temporalidad, su propia inaugu- este concepto se contrapone
ración y clausura. con la noción de eidōlon, la cual
precisamente se basa en la imagen
El tiempo es un fenómeno inmaterial, sólo puede ser percibido en los efectos de los muertos, sin considerar su
inscripción simbólica o artística.
que va ocasionando en las cosas y en nosotros mismos. Sin embargo, el arte
tiene la capacidad de representar el paso del tiempo a través de metáforas, ya
sea al congelar un instante pasado utilizando la fotografía, o bien al prestarle
forma material al tiempo transcurrido desde una experiencia trágica. Gracias
a la memoria, lo irreversible en el tiempo pasa a ser menos irreversible, tal
como la representación simbólica del tiempo pasado puede acceder a cierta
corporalidad en lugar de un cuerpo ausente.
En la etapa más reciente de Rosalind Krauss, quien es recordada como deser- 26 Entre otro trabajos, en “A Voyage
tora de la lógica del monumento en mérito de las prácticas artísticas de finales on the North Sea” Art in the Age of
the Post-Medium Condition, Thames
de la década de los setenta, la historiadora aborda el problema de la memoria
& Hudson, Italia, 1999 y Under Blue
en el arte otorgándole un papel central en el paradigma del arte posmedial.26 Cup, mit Press, España, 2011.
Aborda la autonomía estética de la obra moderna como el período del medio
27 Ibid., p. 17.
artístico, el cual ha sido suplantado por un arte reciente donde las nuevas tec-
nologías digitales y las contaminaciones y desfases mediales estrenan la pos-
medialidad. Recogiendo los binarios según la lingüística estructural, binarios
apropiados por Roland Barthes tras la figura del paradigma27, para Krauss el
paradigma del «arte posmedial» se rige en la oposición binaria entre la ma-
terialidad de la obra de arte y la memoria del medio artístico. En este caso, la
memoria se incorporaría como una ontología del arte, al regirse dentro de la
constante experimental que recuerda u olvida ciertos soportes mediales del
pasado en la obra presente.
Es así como se vincula el luto con el volumen plástico, con lo escultórico, con
el monumento: señala el deceso de aquellos lenguajes a favor de una teoría de
la muerte, el flujo que interrumpe aquel binarismo de obra y memoria. Si la
lógica del miedo requiere de la muerte para acceder a la sicopatologización de
los cuerpos —ligado al miedo de la norma hacia la disidencia productiva y la
reproductiva—, entonces la respuesta de desprenderse del cuerpo biológico no
le deja medios a las políticas significantes hegemónicas para operar. Pues el
deseo no es siempre tan emancipador como se le cree, en cambio desprenderse
del cuerpo es un compromiso que paraliza efectivamente la distribución de la
violencia, o bien al menos del dolor que produce el sistema nervioso.
36 Gastón J. Muñoz J.
BIBLIOGRAFÍA
Déotte, J.L., Catástrofe y olvido: las ruinas, Europa, el Museo, Cuarto Propio,
Chile, 1998.
Guattari, F., Líneas de fuga. Por otro mundo de posibles, Cactus, Buenos Aires,
2013.
Krauss, R.,“A Voyage on the North Sea” Art in the Age of the Post-Medium
Condition, Thames & Hudson, Italia, 1999
el criterio museológico en
espacio de masas.
Lucien Febvre
Sólo unos días antes de la enloquecedora Copa América, en junio del 2015, 1 Informe Valech consigna siete mil
tuve la oportunidad de visitar los siete memoriales que se están construyendo detenidos. Versiones extraoficiales
tales como la Cruz Roja Internacional
en el Estadio Nacional. Usualmente los chilenos vamos allí a pasar un buen
indica cifras mayores a veinte mil.
rato, desde el deporte hasta las actividades culturales, pero a la historia no se le
puede dar la espalda: “durante 58 días de sus 73 años de existencia, el Estadio 2 Valentina Rozas, Ni tan elefante ni
Nacional fue utilizado como campo de concentración. En los primeros 58 días tan blanco. Arquitectura, urbanismo
y política en la trayectoria del Estadio
del régimen militar no se jugaron partidos de fútbol ni se celebraron reuniones
Nacional, Santiago, ril Editores,
culturales en el recinto ñuñoíno, sino que se sellaron sus puertas para encerrar 2014, p. 210.
a más de diez mil1 prisioneros políticos en su interior”2 .
En octubre de 2003 se declaran Monumento Histórico las 62 hectáreas del 3 Wally Kunstmann, Carlos
Estadio Nacional, con 7 sitios de protección especial, hoy transformados en Durán, Claudio Guerra, Alexandra
Buzhynska & Marcel Coloma,
memoriales3 . El Monumento Histórico se compone por tres áreas: el Museo
Proyecto Estadio Nacional: Memoria
Abierto, el Sitio de Memoria y el de Homenaje, donde convergen presencia, re- Nacional. Contenido: Masterplan y
lato y reflexión. Dentro de ellos se reparten el Memorial de Grecia, el de Pedro sitio escotilla N8, Santiago, 2007, p. 1.
de Valdivia, el Camino de la Memoria con Esculturas, la Plaza Ciudadana, el
4 Se entiende la Escotilla Ocho
Camino a la Piscina, el Sector del Velódromo, el del Coliseo, el Camarín Norte,
siempre como la escotilla junto con
el Museo de la Memoria Nacional y la Escotilla Ocho4 . sus graderías adyacentes.
Esta “fue una de las 8 escotillas utilizadas como celdas colectivas (pasillo de 6 Wally Kunstmann, Carlos
acceso al coliseo) donde se albergó entre 300 y 400 detenidos.”6 Esta escotilla Durán, Claudio Guerra, Alexandra
Buzhynska & Marcel Coloma, Op.
representa a los otros espacios, en tanto la tortura y la muerte habitan todas las
Cit., p.2.
escotillas del Coliseo Central, pero se decidió conservar la Octava como sím-
bolo representativo en función de la memoria. El criterio de selección radica
en que era esa escotilla desde donde la temerosa mirada de los presos salía al
exterior del Estadio en búsqueda de la de sus familiares.
“El flamante proyecto Bicentenario viste butacas rojas y fachada pulcra, pero 7 Valentina Rozas, Op. Cit., p. 228.
en su interior se mantienen intactos unos cuantos metros cuadrados de pasa-
do doloroso.”7 El tiempo se detiene en la octava escotilla, mientras que en las
otras los minutos corren: los asientos se cambiarán, las murallas se pintarán,
el graffiti se borrará... hasta los hinchas saltarán. En el año 2009 se modifica
el Nacional para cumplir con los estándares de la fifa, allí se reemplazaron las
graderías comunes antiguas por las rojas individuales de plástico.
Hace no más de un mes, se levantó una frase que da hacia el Coliseo Central,
desde la Escotilla Ocho, que dice: “Un pueblo sin memoria es un pueblo sin
futuro”. Estas letras hacen un guiño a las barras bravas, a los espectadores de la
cultura o el deporte. El visitante no tenderá a sentir que ese espacio no alcanzó
a remodelarse, pues la señalética es directa y elocuente, nos enseña y nos invita
a reflexionar, dejando en evidencia que se trata de un lugar de memoria. La
oración es directa gracias a su carga social e histórica, ya que al ser Chile un
país atravesado por una dictadura, esta frase sensibiliza a —casi— cualquiera.
El mensaje es, por lo mismo, cliché, sin significar esto algo negativo. Es más,
lo cliché en este caso lo conduce a la elocuencia. Se entienden las letras inme-
diatamente como algo externo, como algo del presente que nos ayuda a sentir
y a entender, sin la posibilidad de confundirlo con un elemento del pasado.
Las letras fueron oxidadas por parte de los re-creadores de este espacio, para
evidenciar el paso del tiempo. La señalética entonces juega un rol muy impor-
tante por su capacidad de convertir un espacio histórico en un memorial que
reconstruye la historia.
Otro interesante caso es el de la reja que divide y crea el límite entre las butacas
y la cancha, pues en las fotografías de la época del Golpe de Estado se evidencia
que era más baja de lo que se encuentra actualmente. Los re-creadores de este
espacio optaron por bajarla un poco, sacándole una adición superior para no
sobre intervenir el espacio, haciendo un guiño a los cambios de la historia del
Estadio desde el día 59 después del Golpe en adelante y así no forzar el cambio.
Hubo otras dos opciones, que consistían en: o dejarla igual a como estaba en
1973, acto imposible frente a las normas de la fifa, o dejarla más alta de lo que
está ahora, que se encuentra menos cercano a su forma en 1973. Se entiende la
reja alta como metáfora del olvido, en tanto que debemos comprender la transi-
ción a la democracia como un proceso largo e intenso, en el que la reja alta sim-
boliza no haber considerado el espacio del Estadio como un sector de memoria
de parte del Estado antes de la declaratoria de Monumento Histórico, ya que no
se había conservado nada, sino desde el año 2003 cuando se toma conciencia
del tema y se comienza a trabajar por lo que hoy comienza a concretarse. Por lo
tanto, la reja delata el proceso de comprensión de nuestra propia historia como
país. Aun así esta conservación es polémica, ya que se privilegia lo teórico
—respetar lo históricamente acontecido— ante lo estético, donde visualmente
se quiebra el diálogo entre la reja actual y la reja de la fotografía central de la
puesta fotográfica del recorrido interno en el cual se puede ver la línea baja
de la reja, que juega un rol fundamental en la imagen y así en el imaginario
popular. Lo polémico es entonces dicho quiebre en tanto que el imaginario que
llevan las personas al ver esta fotografía —o cualquiera de la época— no tiene
consonancia con lo que verán al subir las escaleras y arribar al coliseo central.
De todos modos, la decisión es la mejor y más coherente, dentro de lo viable.
Más allá de las decisiones que ya se hayan tomado y que constituyan el actual
memorial, la puesta en valor merece protección y mantención a lo largo del
tiempo, pues de nada valdría inaugurarla, si en diez años más no se manten-
dría dicha restauración como hoy se ha determinado. A esto se le debe incluir
un complejo proceso de participación ciudadana con los variopintos usuarios
del Estadio. Debemos pensar el Coliseo más allá de un espacio meramente de-
portivo, apuntando así a lo estructural y no solamente al —no menor— espacio
materializado de memoria y homenaje a los caídos y torturados. En consecuen-
cia, el trabajo ciudadano debe llegar a Ñuñoa, a Santiago, a Chile, pero por
sobre todo a los niños y jóvenes, pues son ellos quienes constituirán el futuro
de nuestra historia: el memorial no ha de bañarse en polvo. Cuando se hable
menos de memoria en Chile, significará que finalmente la “memoria popular”
habitará en nuestras mentes, por lo que ya no será necesario buscarla en espa-
cios, ministerios o programas. Hoy por hoy debemos seguir avanzando, lim-
piando el polvo, para no olvidar y no caer en los mismos errores de la historia.
Kunstmann, W.; Durán, C.; Guerra, C.; Buzhynska, A. & Coloma, M.,
Proyecto Estadio Nacional: Memoria Nacional. Contenido: Masterplan y sitio
escotilla N8, Santiago, 2007.
Torres, V., “Los escritos de los presos políticos del Estadio Nacional: El
pergamino, la lápida y la canción de Bebo”, En: The Clinic, 2010.
conjeturas respecto a
las categorías estéticas
de América Latina
La pregunta por el arte latinoamericano, lejos de ser una cuestión resuelta, 1 Pablo Oyarzún, “La cifra de lo
es indisoluble al aire reivindicativo que acompaña su inscripción dentro de lo estético: Historia y Categorías en el
arte latinoamericano” En: Jiménez,
universal. Ciertamente, hablar de una intencionalidad estética respecto a las
José (Ed.) Hacia una teoría del arte
prácticas artísticas latinoamericanas, se traduce en el juego de las dislocacio- desde América Latina. España, Tuner
nes que acompañan al régimen de identificación entre el pensamiento y los libros, 2011, p. 95.
modos de producción artísticos. En este respecto, si atendemos al discurso de
las prácticas artísticas y estéticas en América Latina, como afirma Pablo Oyar-
zún, la discusión estética del arte latinoamericano ha estado marcada, de una
u otra manera, por auscultar rasgos propios y signos de reconocimiento dentro
de este nivel regional1 . En otras palabras, la pregunta por el sentido de un arte
latinoamericano que conductualmente lleva a interrogarnos por la existencia
de categorías estéticas subyacentes a sus mecanismos de producción y repre-
sentación simbólicos. Trazada en los intentos particulares de representar una
determinada experiencia local ante una condición hegemónica.
Problematizando de este modo, las cuestiones del arte latinoamericano se tra- 3 Pablo Oyarzún, Op. Cit., p.101.
ducen en los procesos de desplazamiento del corpus dentro del cual se ins-
cribe. Se trata de dar cuenta de los necesarios y respectivos órdenes de cir-
culación de forma constante, pues, la lógica colonial o de occidentalización
requiere que, en su propio funcionamiento, no se “agote”. En otras palabras, la
dominación o subordinación no se perfila, ni lo hará jamás, como un proyecto
consumado o acabado sino que, para su propio —correcto— funcionamien-
to y subsistencia, necesita emerger inacabado, siempre regenerado. De dicho
modo, la sensibilidad de la subjetividad en Latinoamérica invariablemente se
entenderá como un llegar a ser o posibilidad de ser, pero nunca como sentada
en sí misma sino dislocada: “no hay nada que pudiera llamarse ‘propio’ sobre
suelo Latinoamericano, sino que esto ‘propio’ es precisamente una ajenidad
constitutiva: constitutiva pero no localizable, sino siempre dislocada, incluso
respecto de sí misma”3.
2 Geopolítica y desterritorialización
Figura 1 Graciela Carnevale, Acción del encierro, 1968, Ciclo de Arte Experimental,
Rosario, Argentina.
Cildo Meireles, artista conceptual brasileño, en 1970 escribió sobre una con-
siderable cantidad de botellas de Coca-Cola retornables la frase “Yankees go to
home”, volviéndolas a poner en circulación. Fuera de una insinuada —y prime-
ra— lectura política sobre los imperativos procesos hegemónicos de la econo-
mía capitalista, nos encontramos con una obra que ya no intenta representar un
determinado orden de lo real, sino dar cuenta de la representación misma como
soporte y fundamento de lo real. El envase que vuelve a “circular” en el territo-
rio brasileño ya no lo hace bajo su misma intensidad inicial, en un sentido radi-
cal, se podría afirmar que ya no “circula”. Pues, su desplazamiento no pretende
mantener un orden ni marcar territorio —deja de ser soporte o domicilio de la
realidad—. El proceso de desterritorialización o la línea de fuga, a diferencia de
las líneas de segmentaridad, consiste en ser la misma huida de la sociedad y,
por ende, los procesos de descontrol que tocan su propia superficie. La botella se
reinscribe en espacios inhabilitados, de forma clandestina, en las zonas donde
el poder se legitima. En ese sentido, la intencionalidad del objeto dispuesto a la
circulación se insubordina, por medio de la inscripción en el envase que man-
tiene una doble función: transcribe y desmonta al dispositivo (envase).
Sergio Rojas, respecto a la inscripción de la literatura latinoamericana en la 7 Sergio Rojas, Escritura neobarroca.
historia de la literatura universal, especifica: “Latinoamérica es, pues, un mo- Chile, Palinodia, 2010, p. 263.
En cierta medida, si la discusión respecto a las categorías estéticas en Latinoa- 8 Pablo Oyarzún, Op. Cit.,
mérica tomó el curso correspondiente a un reivindicación de sentido origina- pp. 107-108.
¿Cómo reacciona la alteridad frente a la distancia crítica de la identidad? Una 9 Gilles Deleuze & Félix Guattari,
práctica que opere desde la desolación de la catástrofe repliega la distancia Kafka: por una literatura menor.
México, Ediciones Era, 1978, p. 32.
crítica como correlato de su intencionalidad de inscripción. En otras palabras,
ya no se trata de dar una identidad a la minoría, sino expresar su descontento
por medio de su imposibilidad de sentido integrador. La imagen minoritaria,
marginal o bastarda sólo adquiere sentido en la medida que rompe con su
intencionalidad de integración respecto a la sociedad que la subalterna, pues,
esta experiencia marginal transcurre en su irrealización. En esta línea, resulta
plausible comprender los vestigios de alteridad en América Latina que supedi-
tan una suerte de “arte popular”. Gilles Deleuze y Félix Guattari proponen una
lúcida imagen de los modos de producción minoritarios que insurreccionan
los órdenes mayores: “Lo único que permite definir la literatura popular, la
literatura marginal, etcétera, es la posibilidad de instaurar desde dentro un
ejercicio menor de la lengua incluso mayor”9.
Supongamos el caso de otra materialidad artística, los conflictos entre las 10 Carolina Santamaría, “El
manifestaciones musicales folclóricas en contraposición a la institución de la Bambuco y los saberes mestizos:
academia y colonialidad del
musicología europea, en el marco del cual el folclore mantiene una inmanente
poder en los estudios musicales
estructura relacionada a la “oralidad” y el aprendizaje corporal, la cual ha esta- latinoamericanos” En: Castro-
do en conflicto con la lógica de transcripción musical europea: Gómez, Santiago & Grosfoguel,
Ramón (eds.) El giro decolonial.
La métrica se usa para marcar una temporalidad regular, que jerar- Reflexiones para una diversidad
quiza los tiempos en fuertes y débiles; cada uno de estos tiempos epistémica más allá del capitalismo
se subdivide de manera regular, repitiendo las mismas jerarquías. global. Colombia, Siglo del Hombre
La métrica de la música europea funciona con temporalidades Editores, 2007, p. 211.
simétricas, […] Tratando de no caer nuevamente en las interminables
controversias acerca del posible origen étnico del ritmo del bambu-
co, es posible afirmar que su lógica métrica se aproxima bastante
a la superposición de diferente niveles rítmicos, característica de
muchas tradiciones musicales africanas. Concentrémonos ahora en
el problema mismo de la trascripción de una música de tradición oral
dentro del sistema europeo de la escritura musical. Desde los años
sesenta, los etnomusicólogos han venido observando que la trascrip-
ción, especialmente en el caso de músicas no europeas, es siempre
una descripción subjetiva del evento musical […] la hegemonía de las
maneras escritas de conocer, sobre las orales, y el menosprecio que se
tiene del cuerpo como vehículo para conocer. 10
BIBLIOGRAFÍA
Estudiante de la Licenciatura
El sueño de la mercancía
produce monstruos:
en Artes con mención en Teoría
e Historia del Arte, Universidad
de Chile.
A.R. Ammons
Es realmente difícil a día de hoy —como quiso Francis Ponge alguna vez— 1 Ocuparemos, por motivos
tomar partido por las cosas1 . Es deseable, sin duda, pero difícil. Si tomamos más que nada prácticos (y no así
teóricos), el concepto de “cosa”
en serio esa metáfora política y aceptamos la idea de ese “partido”, habría que
como sinónimo de “objeto”,
sospechar entonces de su programa; en principio preguntarse: si la mayor par- suponiendo que siempre el objeto
te de las cosas con que vivimos son a su vez objetos de consumo modernos: y la cosa son, en tanto existen, para
mercancías, o como decía Baudrillard: formas-signos, es decir, no ya tan solo alguien o para algo.
una cosa, sino una imagen de la cosa hecha cosa, ¿cómo y en qué medida
ellas podrían cargar con una promesa de cambio? La producción moderna y
el triunfo de la serialización, la estandarización y la especialización funciona-
lista ¿no ha acaso incorporado en las cosas mismas el designio represor que
uniforma nuestras relaciones efectivas y afectivas con ellas? Y asimismo, como
también planteó Baudrillard, si las cosas que consumimos están asociadas a
un complejo sistema de signos que las funcionalizan dentro de un conjunto
cultural más amplio, habría que preguntarse por último: ¿queda algo en las
cosas, algún reducto simbólico o trans-simbólico —no determinado por su uti-
lidad ni por los signos culturales que las mediatizan— que se ofrezca para el
juego abierto del sentido, que nos invite a sostener una relación indeterminada
con ellas para reconocerles así una cualidad vital irreductible? La dialéctica
en este caso pareciera ser inexpugnable: mientras mayor es la producción de
mercancías, mientras mayor es la renovación de sus flujos, mientras más efec-
tiva es su mecánica deseante, más muertas llegan las cosas a nuestras manos.
Tomar partido por las cosas tal vez consista en insuflarles un poco de vida.
50 Fernando García
***
“El sueño ya no abre una azul lejanía. Se ha vuelto gris. La capa de polvo sobre 2 Walter Benjamin, “Kitsch onírico:
las cosas es su mejor componente. Los sueños son ahora un camino directo a glosa sobre el surrealismo”, en El
surrealismo, Casimiro, Madrid, 2013,
la banalidad”2, escribió Benjamin en Kitsch onírico: glosa sobre el surrealismo,
p. 55.
ensayo en el que postula la existencia de lo que llama “el hombre amueblado”,
un curioso prototipo de sujeto moderno de se codea y rodea, casi por costum-
bre, de cosas. Ahora bien, quedémonos con ese gris del sueño, imagen colorea
de resonancias goetheanas que marca un bello contraste con el azul perdido
(el infinito), pero que, a pesar de ese acierto, no deja de ser una metáfora algo
desafortunada si consideramos el destino efectivo de la banalidad que enun-
cia. Pues, ¿son grises las cosas que produce la técnica moderna, e indistintas
por esa “capa de polvo”? Al contrario, las cosas se nos aparecen con demasia-
da luz. Son claras, llamativas, contorneadas, bien formadas, dinámicas: cada
una pretende ser distinta, especial, y además combinable. De hecho, algunas
cosas cumplen funciones combinatorias que solo ellas pueden satisfacer; un
ejemplo común: los protectores de celular (que, por cierto, son verdes, mora-
dos, rosados, rojos, a veces negros, y rara vez grises). Tienen demasiada luz: la
mercancía es esplendente, y, claro, sus sueños también, tanto que enceguecen.
Pero, para nuestro sosiego, las cosas se ponen grises, se gastan, se rayan, les
dibujamos encima, les pegamos stikers, las desarmamos, las volvemos a ar-
mar, y cuando más nuestras son, cuando más huellas tienen de nosotros, ya es
tarde: se echaron a perder. Pronto serán basura.
***
***
La basura y los desechos urbanos, ese rostro opaco del consumo, son un viejo
tópico del arte. Baudelaire, a mediados del siglo xix, reconocía en ella una
cualidad alegórica notable y sobre todo en aquellos que la recolectaban, en los
que, como el cisne cubierto de polvo perdido en la ciudad, veía una proyección
de la condición heroica (y patética) del poeta moderno: “Aquí tenemos un hom-
bre encargado de recolectar los restos de una ciudad. Todo aquello que la gran
ciudad ha tirado, lo que ha perdido, todo lo que ha despreciado, todo lo que ha
roto, él lo cataloga, él lo colecciona. Él compulsa los archivos del derroche, la
52 Fernando García
leonera de los desechos. Hace una clasificación, una elección inteligente; él 5 Charles Baudelaire, “El vino y el
reúne, como un avaro su tesoro, la basura que, rumiada por la divinidad de hachís”, citado por Walter Benjamin
en: El París de Baudelaire, Eterna
la Industria, se convertirá en objetos de utilidad o de placer.”5 Tenemos aquí
Cadencia, Buenos Aires, 2013, p. 153.
una bella caracterización en prosa del “trapero” (conocido comúnmente como
“recolector”), escrita un año antes del poema Le vin des chiffonniers (“El vino 6 Ibid., p.154.
de los traperos”). “Trapero o poeta: a ambos les importan los desechos”6, dice
Benjamin, quien supo reconocer en esta singular figura moderna una de las
tantas máscaras que Baudelaire ocuparía en el escenario de su teatro urbano.
Al alero de la figura del trapero podríamos hacer todo un recorrido del arte 7 “El Assemblage está compuesto
objetual del siglo xx. Una imagen de la cantidad de basura acumulada durante de materiales o fragmentos de
objetos diferentes, desprovistos
todo este periodo de tiempo podría sin duda rebasar los límites mismos de
de sus determinaciones utilitarias
la imaginación. Traperos, entonces, recorriendo la escombrera objetual de la y no configurados obedeciendo
historia, pensemos por ejemplo en Kurt Schwitters, identificado como uno de a unas reglas compositivas pre-
los precursores de las prácticas objetuales en el arte, quien desde 1914, para la establecidas, sino agrupados de un
elaboración de sus ensamblajes7 Merz (cuyo significado podemos identificar modo casual o aparentemente al
azar. Puede subrayar más la herencia
con la idea de “utilización de lo viejo”), vagabundea por las calles de Hannover
de Duchamp, De Schwitters o
en busca de objetos arruinados, alegorizando así la ruina material y espiritual del surrealismo. Suele preferir los
de la Alemania de la pos-guerra. Podríamos seguir con un Rauschenberg aún fragmentos u objetos industriales
desconocido dando vueltas por el SoHo marginal de los 50, buscando majama- destruidos o a medio destruir, en lo
mas tiradas a su suerte en la calle, en los basureros o en los terrenos baldíos, que el origen y la finalidad no saltan
siempre a la vista. Así pues, está
encontrando todo tipo de materiales con los que “hacer arte”. O Arman en
compuesto de partes heterogéneas,
el París de los 60 en pleno desarrollo de la sociedad de consumo europea, apropiadas para estimular una
acumulando objetos técnicos estropeados y disponiéndolos, uniformados, en significación singular en el artista o
cajas de plexiglás para exhibir su aceitosa descomposición. Este trayecto tiene en el espectador con independencia
varias estaciones y hay varios traperos que se nos escapan y en lo que sería sin de su papel funcional respecto al
todo”. Simón Marchán Fiz, Del arte
duda interesante indagar, sin embargo, tal vez fueron los surrealistas los que
objetual al arte conceptual, Akal,
mejor o más conscientemente formalizaron la práctica exploratoria del trapero, Barcelona, 1987, p. 164.
especialmente en cuanto a sus facultades simbólicas se refiere.
Es conocido el gusto que tenían los surrealistas por el vagabundeo sin más 8 André Breton, “Crisis del objeto”,
guía que la arbitrariedad del deseo. Uno de los lugares en donde se sumergían en Antología (1913-1966), Siglo xxi,
México d.f., 1973, pp. 114-119.
con recurrencia era precisamente en los mercados o ferias de antigüedades,
lugares en los que más que buscar objetos atractivos, buscaban objetos que en 9 “[R]evolución total del objeto:
su puro hallazgo o vinculación con otro generasen asociaciones inesperadas. acción de contraponerlo a sus
Estas prácticas formaban parte del programa surrealista de la “revolución total fines, dándole un nuevo nombre
y firmándolo… mostrándolo en el
del objeto”8 invocada por Breton, cuya variante llamada objet trouvé nos es aquí
estado a que lo han reducido los
de vital importancia. Como lo indica su nombre, el objet trouvé es un ensam- agentes exteriores, tales como los
blaje de objetos encontrados azarosamente por el artista durante sus vagabun- terremotos, el fuego y el agua…
deos, un artefacto cuya construcción está regida por el principio onírico de la Los objetos de este modo reunidos
conjunción de elementos heterogéneos, los cuales, en su encuentro, genera- tienen en común que difieren de los
objetos que nos rodean por simple
rían en la conciencia burguesa aletargada un chispazo o iluminación psíquica
mutación de papel”, Ibíd., p. 115.
tal que reconducirían al sujeto a la ensoñación de una realidad maravillosa,
mágica, contenida en estado de latencia hasta en las cosas más banales. Ahora 10 Walter Benjamin, El surrealismo,
bien, el objet trouvé debe pensarse ante todo como un método de exploración Casimiro, Madrid, 2013, p. 39.
más que como objeto en sí mismo, por lo tanto, a partir de él se desprende todo
un repertorio de operaciones. A veces, sin más pretensiones, un único objeto,
aislado y despojado de sentido, podía generar asociaciones oníricas y libidina-
les por sí mismo: bastaba con que pudiese concentrar la pasión subjetiva del
deseo y el azar. Estos objetos solitarios y despojados, anticuados y en desuso,
disparadores del psiquismo y del sueño en la vigilia, cargarían con el peso
poético y político de la historia, cuya sola exhibición tendría un papel revolu-
cionario9. Benjamin, comentando la estrategia surrealista, lo plantea así: “La
treta que domina este mundo de cosas (es más oportuno hablar aquí de treta
que de método) consiste en cambiar la mirada histórica sobre lo que ya ha sido
por la mirada política”.10
***
La imagen es conocida: para Benjamin, el Angelus Novus de Paul Klee ha mira- 11 Walter Benjamin, “Sobre el
do hacia el pasado y ha quedado, por ello, trastornado, desbocado, desorbitado. concepto de historia” En: Escritos
políticos, Adaba, Madrid, 2012,
Ahí donde nosotros vemos solo datos sucediéndose unos tras otro, él ve cómo
p. 173.
ruinas se despliegan a sus pies. Una tempestad que sopla desde el Paraíso no le
deja reparar en lo pasado: “Esta tempestad lo empuja incontenible hacia el fu-
turo, al cual vuelve la espalda mientras el cúmulo de ruinas ante él va crecien-
do hasta el cielo. Lo que llamamos progreso es justamente esta tempestad.”11
La imagen, decíamos, es conocida, tanto y tan citada que, dado su uso infla- 12 Es curiosa la resonancia
cionario, sería tiempo ya de cambiar uno de sus términos: si somos rigurosos, benjaminiana que tienen los slogans
publicitarios de ciertas empresas
habría que decir que hoy en día ya no se acumulan ruinas (para ello tenemos
demoledoras. Por ejemplo, la
grandes empresas demoledoras que hacen el sucio trabajo de limpiar la escom- empresa Voladuras y Demoliciones
brera de la Historia12); lo que tenemos más bien es una ingente acumulación Chile, cuyo slogan reza: “Reciclamos
de basura que, si seguimos la metáfora de Benjamin, bien podría llegar hasta el pasado, preparamos el futuro”.
el cielo13. Gran parte de la memoria histórica de nuestro acelerado modo de
13 Se sabe a día de hoy que existe
vida jalonado por el progreso, va a parar a un vertedero de basura. Ahí el ciclo una inmensa acumulación de basura
debiese renovarse sin dejar huella alguna de su paso: el ideal racional de la inorgánica sumergida en medio
modernidad capitalista es optimizar los recursos a plenitud, reciclar comple- del océano Pacífico, compuesta
tamente los excedentes para así mantener en línea y equilibrio el crecimiento, principalmente por materiales
plásticos; la prensa internacional ha
tal como la racionalidad instrumental supone que hace la naturaleza. Pero he
llamado esta aglomeración como
ahí su error: la naturaleza no es ni equilibrada ni tampoco crece. Menos aún el “El séptimo continente”. El hecho
capitalismo logra controlar su excedente. Pensar, en ese sentido, la economía no deja de ser paradigmática: en
desde el principio de la escasez no deja de ser una pasmosa contradicción. La efecto, si Benjamin hablaba de un
lógica del capitalismo es más bien la del exceso, el derroche, el despilfarro, y cúmulo de ruinas que llegaba hasta
el cielo, nosotros podemos hablar
tan solo éticamente se quiere ascética14. Y ese exceso, rumas y rumas de basura
literalmente de un cúmulo de basura
incontrolable, genera “monstruos”. que llega hasta el fondo del mar.
Hace falta una teoría de lo monstruoso para pensar la basura desde ahí. Habría 14 “[L]a ética protestante del
que comenzar con el Kant de la “Crítica del Juicio”, y la analítica de los juicios ascetismo y el ahorro siempre fue
afín a la ontología capitalista del
de gusto. Kant delimita, como sabemos, dos tipos de experiencias sensibles de
derroche”. José Luis Pardo, “Nunca
las que se derivan juicios de gusto puros: lo bello y lo sublime. Si por un lado fue tan hermosa la basura”, en: Nunca
lo bello es aquello que provoca placer en la tranquila y desinteresada compla- fue tan hermosa la basura, Galaxia
cencia, donde la imaginación establece un libre juego con el entendimiento, Gutenberg, Barcelona, 2010, p. 167.
en lo sublime la situación se vuelve amenazadora: el sujeto, desbordado en su
imaginación por un objeto de tamaño o fuerza tal (sublime matemático o su-
blime dinámico) e incapaz de generar una síntesis espacio-temporal suficiente
como para aprehenderlo, siente un displacer que pone en entredicho sus capa-
cidades; sin embargo, gracias al uso de su razón y el ejercicio de su libertad, le
resiste, y esa resistencia es de suyo placentera. Notamos entonces que la expe-
riencia sublime remite siempre —pese a “casi superarla”— a una legalidad, a
una acción del sistema, a un agenciamiento trascendental de la razón, sin el
cual el sujeto no podría resistirle al objeto. Sin embargo, ¿qué hay más allá del
54 Fernando García
límite de la legalidad? Precisamente, “lo monstruoso” (Ungeheure). Dice Jacob 15 Jacob Rogozinski, “Al límite de
Rogozinki comentando este asunto: lo ungeheure: sublime y monstruoso
en la crítica de la facultad de juzgar”,
en Revista de Teoría del Arte, N°8,
Cuando la imaginación, arrobada por su mira excedente, sobrepasa
Santiago, 2003, pp. 136-137.
el límite, cuando llega a no poder terminar la síntesis temporal
de lo diverso, a comprenderlo como un todo, se le hace imposible
efectuar la Bewirkung, la puesta-en-obra sublime de nuestra
destinación, de nuestro respeto por la Ley. Sin esta forma de la
conformidad-a-Ley, sin la posibilidad de la obra que llama y ofrece
la ‘sublimación’ de la imaginación, su catarsis sublime no puede ya
operarse: ningún goce supera el dolor y el terror, ningún atractivo
sucede a la repulsión inicial por el objeto. Quedan puros senti-
mientos negativos…15
BIBLIOGRAFÍA
Marchán Fiz, Simón, Del arte objetual al arte conceptual, Akal, Barcelona, 1987.
Pardo, José Luis, “Nunca fue tan hermosa la basura”, En: Nunca fue tan
hermosa la basura, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2010.
En el ensayo titulado Sobre lo nuevo (2002), Boris Groys aborda el problema del
arte contemporáneo tomando como punto de partida aquella perspectiva que
concibe al tiempo presente como uno en que el quehacer artístico ha alcanzado
su más honda libertad productiva. En otras palabras: aquel momento en que
se ha librado de las restricciones y exigencias impuestas por los aparatos que
históricamente han posibilitado su existencia, refiriéndose particularmente a
la institución del museo. Esta nueva dinámica se traduciría en una completa
liberación de su carga histórica, donde el arte, en consecuencia, habría llega-
do a una instancia en que prescindiendo de la exigencia de “lo nuevo” al fin
podría convertirse en algo vivo y presente, es decir, podría ingresar en la vida.
Esta asociación entre el fin de la colección museográfica –como proscripción 1 Me refiero a los dispositivos
del arte respecto al mundo real y sitio donde van a morir las obras– y el co- que desde su autonomía como
rama abocada a la contemplación
mienzo de la vida artística, está íntimamente ligada a aquella frase de Theodor
estética, han validado al arte como
W. Adorno, donde señala que “museo y mausoleo son palabras conectadas por campo autónomo de la cultura.
algo más que la asociación fonética. Los museos son los sepulcros familiares
de las obras de arte”. El problema radica justamente en lo siguiente: ¿es posible
la sustentación de una producción artística “actual” que prescinda de los dis-
positivos que históricamente han legitimado su carácter tanto material como
temporal?1 O propuesto de otro modo: ¿es posible que el fin o la exclusión de
la historia del arte dé comienzo a algo así como una forma viva y presente del
mismo? Dichas preguntas y otras que desde allí se desprenden, nos ponen
inmediatamente ante la cuestión de la historia y las prácticas historiográficas.
Si bien bajo esta propuesta el problema de la historia se ha parcelado a una
fracción específica del contexto artístico, no deja, por dicho motivo, de estar en
sintonía con los debates en torno a la labor histórica y menos aún con las inci-
dencias en las cuales la vida de cada individuo, pueblo o nación, se ve deman-
dada, influenciada o condicionada por dichas decisiones de orden constitutivo.
56 Diego Maureira
finida en este contexto como una suma de todas las cosas que aún no han sido 2 Boris Groys, Sobre lo nuevo, fuoc,
coleccionadas.”2 A partir de esta cita es posible articular diferentes entradas al Barcelona, 2002, p. 2.
Si por otro lado pensamos esa “realidad” desde la perspectiva de un presente 3 Jean-Louis Déotte, Catástrofe y
que se puede transformar en recuerdo, la idea tramada por Groys dice relación Olvido, Editorial Cuarto Propio, Chile,
1998, p. 29.
con una construcción institucionalizada de este y por lo mismo, con una cons-
trucción política. Cuando consentimos un recuerdo común, necesariamente
ocurre un proceso paralelo de olvido, no obstante, el olvido dentro de determina-
das instancias no funciona de manera estrictamente pasiva (la administración
del recuerdo, de hecho, actúa frente a determinado olvido, reactivándolo en fun-
ción de un proyecto político mayor), como lo plantea Jean-Louis Déotte al tratar
el tema de la conformación de la nación en su texto Catástrofe y Olvido (1998),
sosteniendo la idea de un “olvido activo” por parte de las naciones europeas en
su periodo de conformación, de manera que la labor historiográfica desempe-
ñaría una función primordial para dichos países, que se constituían bajo el
nuevo orden que emanaba de la idea de nación. Su función sería la de legitimar
determinados momentos históricos, moldear una memoria común y estable-
cer un recuerdo social que favorecería la marcha del nuevo orden político que
se instauraba. La fundación en un principio político, que Déotte ejemplifica
con la conformación de la nación francesa, posibilitaría la ejecución de aquel
“olvido activo” desde el cual se armoniza la relación de la totalidad de ciuda-
danos que conforman el nuevo estado nacional. “La esencia de una nación es
que todos los individuos tengan muchas cosas en común, y también, que todos
hayan olvidado muchas cosas”3. La contraparte de esta unificación es explicada
a través de la nación alemana, que a diferencia de la francesa, encontró sus
fundamentos no en la política sino en la raza, religión, lengua, etc. Esta razón
está supeditada, en última instancia, a la ciencia (la indagación que busca iden-
tificar un origen incuestionable de dichos aspectos), y por tanto, el principio
a partir del cual ha de regirse se vuelve inestable, pues los descubrimientos
científicos (la genealogía de sangre, credo, lengua), a diferencia de la política
–que funciona bajo el consentimiento de quienes componen la nación–, varían
constantemente y corren el riesgo de eventualmente desembocar en instancias
perjudiciales para la estabilidad del esquema nacional que se buscaba impo-
ner, de manera que las bases se volverían completamente inseguras.
Ahora bien, si ponemos en relación la tesis propuesta por Boris Groys con los
postulados de Walter Benjamin y Jean-Louis Déotte, podemos comprobar a
partir de aquel vínculo de qué manera habita el tiempo materialista articulado
por Benjamin sobre la construcción histórica (un tiempo latente que es preciso
activar: “hacer saltar la linealidad histórica”) y cómo jugaría un papel central
el potencial de olvido y la administración del pasado planteada por Déotte. Las
prácticas del arte contemporáneo y su desenvolvimiento anclado siempre al
régimen de “lo nuevo”, son posibles sólo desde el condicionamiento que les
impone el pasado. Dicha fórmula no tendría coherencia en la perpetuación
misma de la producción visual que ha desarrollado el hombre a lo largo su
historia –heredada y conservada en los museos como una suerte de archivo
de los objetos del pasado–, sino que sólo adquirirá sentido en la articulación
histórica de un trazado temporal que brinde una determinada noción a aquel
cúmulo material que compone la producción histórica de las artes visuales.
Sólo en este sentido será posible la legitimación de algo que no ha sido inscrito
en dicho relato (este, por supuesto, comporta todavía la unicidad propia del
legado moderno).
Por otra parte, la conformación de una historia para el arte basada en un prin-
cipio asociado fundamentalmente a la selección, actúa del mismo modo y sin
ninguna distinción que las demás prácticas históricas construidas por los ven-
cedores. En general, aquello que ha vencido se convierte en una naturalización
dentro de las lógicas historicistas y por tratarse de un ámbito de la vida que
determina prácticamente a cabalidad nuestro presente, se impone como una
verdad indiscutible, la historia en sentido estricto se convierte en la verdad de
todo lo que “ha sido” y por tanto condiciona lo que en el tiempo contemporáneo
“es”. Sobre aquello que aparentemente ha sido vencido, allí donde podemos lo-
calizar una derrota: una clase social, un discurso de cualquier tipo, un modelo
de producción, una forma de pensar o valorar el arte, etc., en todos estos casos
no habría más que una derrota parcial, pues su existencia misma también
estaría constituida por lo vencido. Se trataría de la fracción desfavorecida de lo
vencido, que en el mismo levantamiento de sus discursos albergaría todos los
códigos instaurados por un orden de hegemonía absoluta. Así, de cierta forma
también constituirían buena parte de lo que ha vencido y la derrota radical
sería, por consiguiente, precisamente aquello que no está, una ausencia que
prácticamente no puede ser pensada, puesto que no ha dejado inscripción al-
guna, siendo todos aquellos objetos no archivados en el museo.
58 Diego Maureira
comprender como arte contemporáneo, de modo que la gran diferencia, por 5 Friedrich Nietzsche, Sobre la
ejemplo, que separa a los acontecimientos sociales que configuran la historia utilidad y el perjuicio de la historia
para la vida. Editorial Biblioteca
de un pueblo en relación a la fórmula según es planteado el arte hoy en día, es
Nueva, Madrid, 1999, p. 37.
que si bien los hechos que determinan a una nación o a un conglomerado se
hallan enraizados a un constante devenir, este no responde necesariamente a
una consciencia sobre el pasado. La historia es necesaria para la vida, pero no
por esta razón debe ceñirse a esta y comportarse lúcidamente respecto a ella.
“Es cierto que necesitamos la historia –dice Nietzsche–, pero la necesitamos
de un modo distinto a la del ocioso maleducado en el jardín del saber.”5
Siguiendo a Groys: “si un artista dice (como dicen la mayoría de los artistas) 6 Boris Groys, Op. Cit., p. 2.
que quiere escapar del museo para ir hacia la vida en sí, para ser real o para
7 Id.
crear un arte verdaderamente vivo, esto no significa sino que el artista quiere
que se le coleccione.”6 Esta línea que formula el autor tiene como referencia,
por supuesto, el arte oficial, que es el discurso legitimado y oficializado de
la historia del arte. Si ubicamos bajo dicha concepción (bajo dicho relato) la
producción artística actual, probablemente adquiera total sentido lo propuesto
por Boris Groys, pero esto ocurrirá tan sólo en la medida en que aceptemos
aquella visión como válida, es decir, para quienes pretendan creer que la his-
toria del arte es nada más que una y la misma. El argumento que defiende y
da coherencia a los enunciados de Groys no escapa del trazado histórico que
dicha construcción particular ha constituido: “El museo no dicta cómo debe
ser este nuevo arte, sólo indica cómo no debe ser”7 siendo el punto medular de
sus postulados sobre “lo nuevo”. La existencia del museo (pensado aún como
un respaldo desde el cual hacer historia) crearía un determinado panorama
del pasado, que nos mostraría todo cuanto se ha hecho en este y abriría, por
tanto, los caminos a través de los cuales el arte ha de transitar en lo sucesivo.
Por consiguiente, el arte contemporáneo se sustentará en los hitos que han
modelando su historia.
Para Groys, sólo un arte “nuevo” estaría “vivo”, puesto que cobraría un valor
distintivo respecto a lo obsoleto, a lo que ya se ha hecho y por tanto ha pasado al
60 Diego Maureira
BIBLIOGRAFÍA
62
RESÚMENES
DE TESIS
Apollinaire
Para construir la hipótesis que le da forma a esta tesis, fue necesario dar un
rodeo histórico en la conformación de la disciplina estética propiamente tal.
Esta reconstrucción, aunque histórica, se resuelve como una recolección de
conceptos y propuestas más que una lectura historiográfica. Digamos que
desde esta vereda, si pensamos en una discusión contemporánea —aunque
extrañamente no tan actual en los medios académicos—, nos encontramos
con las lecturas pro-modernas de Jürgen Habermas, en su conocido discurso
Modernidad: un proyecto incompleto (1980), donde mira con recelo aquello que
comienza a nombrarse como posmodernidad —concepto enunciado a propó-
sito de la bienal de Venecia el mismo año—, ya que en aquella sólo es posible
hallar animosidad contra el progresismo inherente al proyecto moderno. Hay
escepticismo, cinismo, espíritu de resignación al fracaso de lo moderno. Ha-
bermas no desea afirmar nada parecido. El proyecto moderno, hasta el día de
hoy y en lo sucesivo, debe seguir en pié con ánimo incansable, y para esto pen-
64 David Parada
samos la racionalidad comunicativa —concepto acuñado por Habermas para
combatir la sedición que integran las especializaciones de las esferas autóno-
mas a la completud de lo moderno, como el caso de la estética—. “La Historia
debe continuar”, diría Habermas.
Una corta respuesta a esta lectura fue hecha por el catalán Rubert de Ventós en
su artículo Kant responde a Habermas (1982). La idea de la modernidad como
una unidad de proyecto es minada desde sus orígenes, lo cual aparece ya en
los textos kantianos que dan cuerpo a lo moderno. No por nada la modernidad
comienza como la era de la independencia y autonomía, reflejándose esta idea
sobre todo en la división interna de las disciplinas. Nace, en mente y pluma de
Kant, la razón pura como metafísica posible, la moral como necesidad última
de todo sujeto, y posteriormente germina la autonomía de la estética como la
posibilidad de “hacer cualquier cosa en nombre del arte”. ¿No es esta división y
especialización el gesto primero de la fragmentación del todo moderno?
En el intento por articular un escrito en torno a la idea de una estética del ros- 1 Fue ayudante de las cátedras
tro cubierto (digamos del encapuchado) surge la tesis titulada “El giro estético de Arte prehispánico, Arte
Mesoamericano y Arte de
del pasamontañas”. En este texto se propone un estudio de las imágenes de en-
Teotihuacán a cargo del profesor
capuchados a partir de una mirada hacia el discurso neozapatista, por medio Zoltán Paulinyi en la misma casa de
de los comunicados desde el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (ezln). estudios. Trabajó como ayudante
de investigación del proyecto
Este interés personal por las imágenes de encapuchados, comenzó a gestarse Fondecyt "Estudio del sentido, uso y
circulación de categorías mágico-
en las oleadas de manifestaciones desencadenadas en Chile para el año 2011.
carismáticas en los discursos
Bajo esa mirada teatralizante del oficialismo y de los personajes enmascarados antropológicos y políticos referidos
que en él actuaban, llegué a las imágenes de los indígenas de las tierras mexi- al mundo mapuche en Chile entre
canas sureñas. Lo potente de este encuentro para el desarrollo de esta temática 1880 y el presente" a cargo del
es la clara conciencia que residía en el discurso zapatista en torno a la cuestión Profesor André Menard.
del ocultamiento del rostro. Conciencia que hace posible una reflexión y con Actualmente es becaria conacyt
ello un desarrollo estético-poético, con el que era posible defender ese estatuto y realiza la maestría en Estudios
Latinoamericanos en la Universidad
de (in)visibilidad. Pero, ¿por qué una defensa? Recordemos las cargas morales
Nacional Autónoma de México.
asociadas al rostro y su identidad, dado que en occidente, desde hace varios
siglos, la identidad reside fundamentalmente en la portación de rostro, y por lo
tanto, cubrirlo transgrede las lógicas de convivencia sociales.2
Cabe interrogarse sobre cómo una imagen asociada históricamente con el te-
rror, con el mal y con la violencia se resignifica y se reivindica como símbolo
de la insumisión y la rebeldía. Ante esta pregunta surgida al comienzo del
escrito, se vuelve necesario pensar contextualmente la aparición de la palabra
zapatista, este es el de las nacientes páginas webs, plataforma fundamental
para la inversión de la hegemonía de los discursos, donde la palabra del otro
toma relevancia. Por lo tanto, estos discursos contrarios a los históricamen-
te hegemónicos se alzan potentemente y son difundidos en distintas partes
del orbe. Además en la inversión de los sentidos se vuelve relevante el uso de
distintos procedimientos de connotación en la construcción de las imágenes,
tanto fotográficas, como de pinturas.
procesiones religiosas
xviii y principios del siglo xix.
De manera reciente es posible encontrar estudios que han apuntado a develar 1 Cfr. Paulina Zamorano, Lo
la gran circulación de imágenes, que superan con creces a aquellas que se Decente e Indecente: Prácticas
Religiosas en el Mundo Material
encontraban en las paredes de las iglesias y conventos, conservadas por per-
y Doméstico 1730–1800, Tesis
sonas de diversas clases sociales, las cuales forman parte fundamental de sus para optar al grado de Doctora en
posesiones, ya que pasan a conformar el inventario de bienes que heredan a Historia con mención en Historia de
sus familias1. Chile, Departamento de Ciencias
Históricas, Facultad de Filosofía y
Humanidades, Universidad de Chile,
Si bien estos estudios se centran en el dominio privado, el foco en esta investi-
Santiago, 2009.
gación se encuentra en lo público, de manera que se busca identificar las regu-
laciones, transformaciones y transgresiones producidas en torno las prácticas
devocionales sobre las imágenes en los siglos xvii y xviii, entendiendo que es
en este período donde es posible constatar una serie de cambios que apuntaron
hacia un fuerte control de las manifestaciones públicas de la fe, que buscan im-
plementar el decoro y la austeridad como parte sustantiva del culto religioso.
El siglo xvii, se desarrollará bajo una reconocida estética barroca, en donde las 2 Jaime Valenzuela Márquez,
imágenes y el espectáculo adquieren un rol esencial en las formas en que la Las liturgias del poder: Celebraciones
públicas y estrategias persuasivas en
Iglesia conducirá a sus fieles. Estos rasgos tomarán fuerza en territorios ame-
Chile colonial (1609–1709), dibam /
ricanos donde se presentarán variaciones locales en aras del mestizaje y las lom, Santiago de Chile, 2001, p. 140.
que serán determinantes en el proceso de evangelización. Así el Barroco “se
presentará entonces, como una cultura destinada a crear admiración, orienta-
da a la persuasión por la vía del asombro. Una estrategia que procurará conmo-
ver e impresionar directamente, interviniendo en las pasiones y los afectos”2.
Como antes se mencionó, hacia el siglo xviii se producen una serie de cambios
económicos y políticos, que conducen a transformaciones en la manifestacio-
nes de la religiosidad del pueblo; es por ello que resulta necesario determinar
las normativas jurídico-eclesiásticas que intervienen en estos procesos, de ma-
nera que la comparación entre las regulaciones sinodales, así como el análisis
normativo de cabildo nos da claras luces de aquello que se encuentra permitido
y sus variaciones entre siglos.
Ahora bien, más allá de las normas vigentes en el periodo, existen manifes-
taciones que encuentran clara resistencia al cambio. La afianzada estética y
ritualidad barroca del culto supera la censura ilustrada del siglo xviii, produ-
ciendo entonces un interesante fenómeno relacionado con las imágenes y las
prácticas profanas, las que se mantienen y que, en nuestra opinión, han sido
poco estudiadas: la posición tensionante que ocuparon las imágenes entre la
norma y la transgresión de las restricciones eclesiásticas. En este sentido nos
preguntamos ¿cuál o cuáles fueron las estrategias que implementó la Iglesia
para controlar los excesos profanos y hasta qué punto afectaron estas estrate-
gias al uso social de las imágenes? ¿Fueron efectivas las nuevas normas para el
control de la religiosidad popular o fueron ciegas a los requerimientos cultua-
les populares? Y finalmente ¿cuáles son los atributos de la imagen que permi-
ten los fenómenos señalados?
Es así que cada uno de los capítulos de esta investigación apunta a indagar
en las regulaciones existentes en el siglo xvii, las variaciones introducidas en
el siglo xviii y cómo estas dan paso a la transgresión, en la medida en que se
hace latente y progresiva una “resistencia” por parte de los creyentes a dichas
normativas, las cuales nos ayudan a entender el lugar que ocupan las imágenes
en la sociedad santiaguina de la colonia chilena.
ARTE E IDENTIDADES.
REFLEXIONES DESDE
LO LOCAL
70
71 Punto de fuga xvii-xviii
La convocatoria a la que responden los
textos que presentamos en este número, y
que fueron presentados en el ix Encuentro
de Estudiantes de Historia del Arte y
Estética, fue generada por nuestro equipo
editorial. Lo titulamos “Arte e identidades.
Reflexiones desde lo local” y partió desde la
observación de nuestro entorno académico,
en el cual vimos que se repetían
ciertas inquietudes, ciertas preguntas,
que pudimos relacionar con lo que se
denominan “políticas de la identidad”.
72 Presentación IX Encuentro
Estas políticas nos permitían visibilizar muchas interrogantes
en torno al momento, que pedían ir en contra de los discursos
de universalidad que aún hegemonizan las discusiones teóricas.
Para ello surgían particularidades, permitiéndonos ver desde
dónde se articulan esos discursos y abriendo espacio para que
aparezcan nuevas voces para pensar las artes y las humanidades.
Género, raza, clase y geopolítica cuestionan esos lugares ya
cristalizados, por lo que se vuelven fundamentales para pensar
en cómo generamos conocimiento y las consecuencias políticas
de aquello.
74
NARRATIVAS
HISTORIOGRÁFICAS
Y CONSTRUCCIÓN
DE DISCURSOS
DESDE LO
LATINOAMERICANO
Y LO LOCAL
Matías Marambio
de la Fuente El prisma de las
bienales: Mário Pedrosa
Estudiante del Doctorado en
Estudios Latinoamericanos,
Universidad de Chile. Becario
conicyt.
mmarambio@ug.uchile.cl
y la modernización del
arte brasileño
La presente ponencia tiene como objetivo examinar algunos de los textos es- 1 Mário Pedrosa, Mundo, homem,
critos por el crítico brasileño Mário Pedrosa a propósito de la Bienal de São arte em crise, Editora Perspetiva,
Sao Paulo, 1975. [la traducción es
Paulo, contenidos en una de sus compilaciones editadas por Aracy Amaral:
nuestra].
Mundo, homem, arte em crise (1975)1. Mi interés es pesquisar los argumentos
de Pedrosa en sus revisiones de la Bienal, sobre todo en lo relativo a las rela- 2 Se trata de una reflexión
ciones entre esta iniciativa y las líneas generales de reconfiguración del campo actualmente en curso referida a
la historia de la crítica cultural
artístico brasileño del siglo xx. La presentación se ofrece como una primera
brasileña del siglo xx, y que
entrada2 a la producción teórico-crítica de un autor poco conocido en nuestro incorpora textos de ensayo
medio, a pesar de su importancia tanto en Brasil como en Chile en cuanto al interpretativo, crítica literaria y
impulso de las diversas manifestaciones del arte moderno en América Latina3. crítica de artes. El objetivo es
Hay que reconocer, sin embargo, que la “invisibilidad” de la obra de Pedrosa reconstruir cierta imagen de
conjunto de los hitos más relevantes
es una situación relativa: en las últimas décadas ha habido estudios críticos y
del pensamiento brasileño sobre la
un impulso a la reedición de su obra, sobre todo de la mano de Otília Beatriz cultura entre 1933 (publicación de
F. Arantes4. Por lo tanto, la necesidad de revisitar su obra responde, aquí, al Casa-Grande & Senzala, de Gilberto
interés por construir un mapa más amplio sobre la crítica artística en América Freyre) y la década de los noventa.
Latina, sobre todo aquella que se desempeña con anterioridad al momento que
3 Junto con ser parte del jurado de
podríamos denominar como “más contemporáneo”5; vale decir, la crítica que las dos primeras bienales de Sao
se mueve en la constelación que ve el despliegue más sostenido de la produc- Paulo, Pedrosa integró la Asociación
ción de arte moderno en el continente. Se trata de una crítica que acompaña Internacional de Críticos de Arte
tanto escritural como institucionalmente las apuestas visuales que emergen, —cuyo congreso de 1959 se realizó
en Brasil, por gestiones suyas y
primero, con las vanguardias y luego, en el concierto de la postguerra, siendo
de Sérgio Milliet— y fue director
algunos de sus exponentes más reconocidos el mismo Pedrosa y Sérgio Milliet del Museo de la Solidaridad en
(Brasil), Jorge Alberto Manrique (México), Marta Traba (Argentina y Colom- Chile. Sobre el congreso de 1959,
bia), Jorge Romero Brest (Argentina) y Damián Bayón (Argentina y México). ver Mário Pedrosa, Dos murais de
Portinari aos espaços de Brasília,
Editora Perspetiva, Sao Paulo, 1981.
A modo de itinerario, estructuraré la presentación en torno a cuatro momen-
pp. 345-381.
tos. En un primer lugar intentaré ofrecer un panorama somero de los principa-
les debates del campo intelectual brasileño entre los años treinta y setenta, mo- 4 Otília Beatriz F. Arantes, Mário
mento en que Pedrosa escribe los textos que analizaré. Asimismo, desplegaré Pedrosa: itinerario crítico, Scritta
algunos puentes adicionales con la crítica artística latinoamericana del perío- Editorial, Sao Paulo, 1991.
Someramente, creo que pueden fijarse al menos dos procesos que permiten
situar la obra de Pedrosa, en general, y los textos sobre la Bienal en concreto:
A) La emergencia, esplendor y crisis de las ideologías asociadas al desarrollis- 6 En lo que sigue me guío, en gran
mo6 . Aunque generacionalmente correspondería ubicarlo en el grupo que ha medida, por las propuestas de
Carlos Guilherme Mota, Ideologia da
sido identificado como el de los intérpretes de Brasil7 —Caio Prado Júnior,
cultura brasileira (1933-1974), Editora
Gilberto Freyre y Sérgio Buarque de Holanda—, los textos de Pedrosa realizan Ática, Sao Paulo, 1985.
una operación que es difícil de localizar. En efecto, no se trata de la alternativa
por la que apuestan los desarrollistas, esto es, los intelectuales vinculados al 7 Cf. Antonio Candido, “El
Instituto Superior de Estudos Brasileiros (iseb), quienes apostaban por poner significado de Raíces del Brasil”,
Crítica radical, Biblioteca Ayacucho,
fin a la alienación cultural del país mediante el fomento de una cultura que
Caracas, 1991, pp. 288-298.
expresase la pujanza de la burguesía nacional industrializadora. Al mismo
tiempo, Pedrosa se desmarca de las tesis usualmente asociadas al Partido Co-
munista Brasileño (pcb), tanto en lo referido a sus opciones estéticas como por
su concepción misma de situación económico-social de Brasil (volveré sobre
esto más adelante cuando aborde la categoría de desarrollo desigual y combina-
do). En efecto, su filiación trotskista se expresa mediante la distancia respecto
de la opción populista que adoptó el pcb como eje programático en los años
cuarenta y con más énfasis, tras la caída de Gétulio Vargas.
Quisiera agregar, a riesgo de sonar redundante, que es en este momento histó- 8 Sin pretender agotar esta
rico, también, que emerge y se difunde la propia categoría de arte latinoame- discusión, creo que puede
conceptualizarse este ejercicio a partir
ricano. Por cierto, esto no es mérito de un solo crítico, artista o institución, ni
de los presupuestos mismos que
tampoco responde a un esfuerzo coordinado de manera sistemática por parte la crítica artística del período tiene
del campo intelectual. Antes bien, la consolidación del concepto de arte la- respecto de los objetivos últimos de
tinoamericano respondería a un ejercicio doble: 1) de organización de mate- su práctica, lo mismo que de aquellos
riales históricos que constituirían una genealogía de la producción presente principios teórico-metodológicos
que la orientan. La consolidación
(i.e., la de los cincuenta y sesenta); 2) de orientación valorativa de las artes
del arte como práctica cultural
visuales en su capacidad de articular proyectos identitarios8 . Propongo que es definida a partir de su autonomía y la
a partir de lo que se entiende —proyectualmente— como arte moderno que se emergencia de lenguajes artístico-
pueden leer un conjunto de debates que atraviesan la crítica artística entre la visuales capaces de entablar entre sí
postguerra y los sesenta: el tipo de lenguaje que mejor articularía lo moderno, relaciones diacrónicas y sincrónicas
serían dos de las expresiones de lo
la relación con la política, el lugar de los referentes identitarios al interior de la
que menciono.
práctica artística, el rol de las vanguardias, etc.
Algunas palabras sobre los textos que sustentan el presente análisis: se trata 9 Ver Pedrosa, Dos murais, pp. 35-54.
de un conjunto de seis ensayos escritos por Pedrosa en Brasil (Cabo Frio) en
10 Pedrosa, Mundo, homem, p. 251.
1970. No son ni los primeros ni los únicos dedicados al tema de la Bienal de
São Paulo9 y de hecho, no son —con mucho— textos enteramente dirigidos a
las bienales. Por el contrario, Pedrosa inicia su reflexión a partir de la pregunta
por “la marcha del arte en Brasil en su conjunto, hasta la apertura de la Bienal
de São Paulo”10. En términos convencionalmente narratológicos, comienza in
medias res, estableciendo un itinerario que luego nos lleva desde la Semana de
Arte Moderno de 1922 hasta el momento de la escritura, posterior a la x Bienal
(1969). De ahí que haya optado por titular mi presentación a partir de la figura
del prisma: con la excusa de la Bienal —o, más bien, recurriendo a ella como
medio—, Pedrosa logra refractar su mirada al conjunto del campo artístico
brasileño moderno.
La estrategia de escritura de Pedrosa nos lleva a pensar, en una primera lec- 11 Ibid., pp. 260-261.
tura, que la Bienal sería o bien una causa directa de las transformaciones de
12 Ibid., p. 262.
la plástica brasileña, o bien un concepto-metáfora que sintetizaría el devenir
del arte. Sin embargo, al llegar al final de la serie constatamos que el recorrido
es más intrincado y está menos regido por un afán de explicaciones causales.
Antes bien, Pedrosa discurre por la historia con saltos entre la mirada de con-
junto al campo artístico (denominación que usa de forma poco sistemática) y
el comentario más o menos detallado de figuras, grupos, tendencias y ocasio-
nalmente, de obras. De este modo, combina el juicio de valor con la impresión
plástico-visual y el tono sentencioso de la crítica cultural. Por ejemplo, sobre
Lasar Segall: “No fue, con todo, Segall un pintor cultural, existencialmente
brasileño […] Su arte, decididamente sombrío y pesimista, no es a la manera
brasileña, temperamental o sentimental, ingenua o extrovertida, sino interio-
rizada, profunda, nutrida en una concepción filosófica de mundo […] Su pin-
tura, a base de tierras, es de tonos bajos, de quien mira las cosas de cerca”11. O,
sobre Cândido Portinari: “Tenía, en el fondo, el gusto coloquial del narrador,
de comentador de temas en boga. En el plano, por tanto, de las realizaciones
pictóricas, son los aspectos técnicos particulares que le interesan: una mag-
nífica fusión ética de tonos que obtiene en esta o aquella de sus telas, y nos
muestra con un placer mixturado de cierto orgullo artesanal”12.
Una de las preguntas instaladas por Pedrosa al inicio de su reflexión es de 13 Ibid., p. 256.
formulación simple, no obstante, entraña una serie de complejidades: ¿cuáles
14 Id.
fueron las consecuencias del proyecto de la Bienal de São Paulo para el arte
moderno en Brasil? En primer lugar, significaría un momento crucial en el
quiebre de las actitudes provincianas respecto de la producción artística en el
país: “[…] su primer resultado fue el de romper el círculo cerrado en el que se
desenvolvían las actividades artísticas del Brasil, arrancándolas de un aislacio-
nismo provinciano. Ella [la Bienal] proporcionó un encuentro internacional
en nuestra tierra, al facultar a los artistas y al público brasileños el contacto
directo con lo hacía de más ‘nuevo’ y audaz en el mundo”13. Asimismo, la Bie-
nal habría logrado la articulación de un sistema artístico de alcance nacional
y regional: “Tornándose centro de atracción para todos los artistas del Brasil,
la Bienal pudo, por su vez, despertar un movimiento interno de aproxima-
ción artística entre las diversas provincias culturales del país, y notoriamente
entre los dos principales centros, Rio y São Paulo. Los localismos regionales
obstinados [renitentes] de este o aquel centro comienzan a ser vencidos en la
inmensidad continental del Brasil”14.
Lo anterior, sin embargo, presupone un modelo de internacionalización que, 15 “La primera Bienal, en 1951, fue
sobre la base de la experiencia de Venecia, es visto por Pedrosa en una tra- un acto que pareció en la época,
a los ojos de su propio creador,
yectoria que va desde la génesis de continuación incierta15, a principios de los
Francisco Matarazzo Sobrinho,
cincuenta, a la sucesión de versiones de la Bienal sin mayores consecuencias como un gesto, una iniciativa
para el desarrollo del arte16. Bajo este diagnóstico, juzga como positiva la actua- del momento, que no obligaba
lización de lenguajes que se produce a partir del contacto entre los brasileños necesariamente a seguimientos”.
—tanto artistas como público— y la producción de nombres consagrados a Ibid., p. 251.
nivel internacional, especialmente en el momento de emergencia y consolida- 16 “Sus premios terminan por
ción del arte concreto. perder cualquier significación,
tornándose un juego de marchands
En lo que se refiere a las transformaciones económico-sociales de Brasil, pro- o de combinaciones políticas en
función de rivalidades nacionales
pongo leer las reflexiones de Pedrosa a partir de su singular propuesta de aná-
que se compensan recíprocamente,
lisis sobre el desarrollo desigual (y combinado). La premisa fundamental de cuando no explotan en conflictos
este modelo explicativo la expone para comprender la inserción de Brasil en el y escándalos en el plano
proceso más general del capitalismo: internacional”. Ibid., p. 300.
Las formas más actualizadas hacen su ingreso por medio de las bienales y 19 Ibid., p. 256.
dislocan las relaciones internas de manera análoga a cómo el proceso de in-
dustrialización remueve y transforma la estructura social brasileña en el trans- 20 Ibid., p. 273.
curso del siglo xx. Puede decirse que la secuencia de fases modernizadoras
reconocida por Pedrosa es, a su modo, una manera de leer dicha historia. La
Semana de Arte Moderno de 1922 representaría, a su juicio, un primer agru-
pamiento de quienes se autodenominan modernos, con el objetivo de “llevar
al público, a través del escándalo o de la terapia de shock, especímenes de la
revolución modernista que va por el mundo”20. Se trata del momento de la
República velha, de la hegemonía trazada entre Minas Gerais y São Paulo que
comienza a resquebrajarse con la segunda fase modernizadora: la revolución
de 1930, el Estado Novo, la industrialización y en el plano artístico, el salto
cualitativo de la arquitectura moderna.
Sin embargo, el arte moderno no se presenta a sí mismo, en Brasil, de forma 24 Muy en la línea de lo que al
espontánea, sino por intermedio de las bienales. A este respecto, el auge y la mismo tiempo, Antonio Candido
identificaba como “causalidad
consolidación del concretismo vendría a articular parte importante de la narra-
interna”. Cf. Candido, “Literatura y
tiva de Pedrosa, pues permite la afirmación de un punto de partida24 para una subdesarrollo”, Crítica radical, p. 310.
tendencia a la vez moderna y “propia” del Brasil: “El movimiento concretista
fue el primer movimiento brasileño en presentar resistencia a los vientos in-
ternacionales entonces predominantes”, pues respondería a un cambio que “se
traducía en una necesidad imperiosa, por así decir, del orden contra el caos, del
Un último aspecto de la reflexión de Pedrosa sobre lo moderno podría relevar- 26 Ibid., p. 302.
se en esta lectura rápida y es la contradicción que supone la institucionalidad
27 Ibid., pp. 306-307.
artística de la Bienal con el desarrollo de un proyecto modernista que encarne
“un esfuerzo perenne de superación de la conciencia desgarrada”26. La Bienal 28 Ibid., p. 308.
no sería un terreno neutro para la actualización de lenguajes, sino un “portón
inmigratorio” de las tendencias internacionales, capaz de provocar contra-mo-
vimientos que resisten o se pliegan a dichas tendencias27. Sea la persisten-
cia concreta contra el expresionismo tachista, las múltiples exploraciones del
neo-concretismo o la ambientación alejada de la racionalidad abstracta, el cam-
po artístico brasileño elabora, según Pedrosa, respuestas que testimonian una
dinámica que no se deja subsumir ni por el provincianismo ni por la adscrip-
ción a la moda. Sin embargo, el reverso de este proceso es una aceleración ver-
tiginosa de los cambios artísticos, en especial en el contexto de una sociedad
de masas, lo que lleva a la experimentación y el virtual agotamiento (o crisis)
de los supuestos del arte moderno28 .
4 Afinidades electivas
Candido, Antonio, “El significado de Raíces del Brasil”. En su: Crítica radical,
Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1991, pp. 288-298.
Fiori Arantes, Otília Beatriz, Mário Pedrosa: itinerario crítico, Scritta Editorial,
Sao Paulo, 1991.
Mosquera, Gerardo (ed.), Beyond the fantastic. Contemporary art criticism from
Latin America, Institute of International Visual Arts, Londres, 1995.
Pedrosa, Mário, Mundo, homem, arte em crise, Editora Perspetiva, Sao Paulo,
1975.
conceptualismos y arte de
acción latinoamericano.
La ponencia que presento en esta ocasión tiene como motivo hacer visibles
ciertos momentos del arte en Latinoamérica relacionados con el arte de acción
y que tienen en común un señalar que tiene que ver no tanto con lo que podría
partir del land-art, como con el gesto corporal de señalar algo. Sin embargo,
no me interesa sólo mostrar ciertos momentos que se pueden emparentar en
el gesto, sino que hacer emerger, tentativamente, ciertos lugares para pensar el
arte de acción y su surgimiento en nuestro continente, fuera de un modelo de
irradiación del “centro” a la “periferia”.
Uno de estos lugares fue América Latina, cuya investigación estuvo a cargo de
Mari Carmen Ramírez, que en el catálogo de la exposición publica un ensayo
Es en el marco de esta articulación de lo que serían los conceptualismos la- 4 Ibid., p.60. Traducción de la
tinoamericanos que la autora sitúa la obra de Alberto Greco como uno de los autora.
Es en la obra de este artista que me quiero detener. Alberto Greco nace en 1931,
en Argentina, y se instala en París el año 1954 gracias a una beca del gobierno
francés, en donde entrará en contacto con el informalismo que se estaba de-
sarrollando en Europa. A su regreso a Latinoamérica, se mueve entre Buenos
Aires, Rio de Janeiro y Sao Paulo, introduciendo el informalismo que había des-
cubierto en sus viajes. En Buenos Aires, participa de muestras colectivas del con-
junto de artistas que confluyen en el informalismo, tales como “Informalismo”
en Galería Pizarro en 1959 y “Movimiento Informalista” en Galería Van Riel.
Sin embargo, este anhelo de impulso de vida no vería su realización en el ca- 4 S/A., “Alberto Greco” [en línea],
mino que tomaría el informalismo en Buenos Aires luego de su conformación Colección de arte argentino
contemporáneo, Museo de Arte
como grupo: en 1960, Greco tapiza el centro de la ciudad bonaerense con car-
Contemporáneo de Rosario
teles con frases tales como “Greco, que grande sos” y “Greco: el pintor infor- (consulta: 17/05/2015). http://www.
malista más grande de América”. Andrea Giunta, al referirse a este episodio, macromuseo.org.ar/coleccion/
lo describe como una forma de ironizar “sobre el informalismo local y su falta artista/g/greco_alberto.html#top
de radicalidad.”5
5 Andrea Giunta, Vanguardia,
internacionalismo y política. Arte
Esta falta de radicalidad tendría que ver con que el informalismo local llega- argentino en los años sesenta.
ría a una especie de callejón sin salida, en el cual el impulso vanguardista Editorial Paidós, Buenos Aires, 2001,
de aquellos artistas se vería sistematizado como una serie de exploraciones p. 170.
En el año 1962, Greco viaja nuevamente a Europa. Ese mismo año, y en aquella
misma ciudad, realiza su primera obra de Arte Vivo-Dito, “Treinta ratones de
la Nueva Figuración”, que consistió en presentar en la exposición “Pablo Cura-
tella Manes y 30 artistas argentinos de la Nueva Figuración” una caja de vidrio
con el fondo pintado negro y treinta ratones blancos en su interior, nombrados
como los artistas de la exposición. La obra fue expulsada de la muestra.
Ese mismo año, realiza la “Primera Exposición de arte Vivo Dito”. “Vivo-Dito”
sugería, en su primera mitad, la idea de un “arte vivo” que luego, además, es
“dito”, palabra que viene del italiano y significa “dedo” y, por lo tanto, hace
referencia al acto de señalar o apuntar. Esta primera exposición tenía como
plataforma el espacio público urbano, y consistía en la idea de que la obra ya
se encuentra hecha, por lo que la tarea del artista es señalarla. Así, Greco traza
círculos de tiza alrededor de personas que habitan el espacio urbano y firma
las “obras” con su nombre. También, en 1962, realizará una intervención en
la exposición “Antagonismos 2” de Yves Klein, César y Arman, la que titula-
rá “Greco, obra fuera de catálogo”, que consistió en asistir a la inauguración,
pidiéndole un bolígrafo a Klein y firmar dos obra de arte vivo, una duquesa y
un mendigo.
El acto de señalar del artista es suficiente para hacer surgir la obra, despla- 7 Alberto Greco, Manifiesto Vivo-
zando la idea de creación de la tradición moderna del arte hasta el siglo xx. Dito del Arte-Vivo. Manuscrito
mecanografiado con notas a mano,
Extendiéndose en el gesto duchampiano, Greco hace del espacio público pla-
Fundación Espigas, Buenos Aires,
taforma de la obra, siempre señalada a través de precarios materiales: tiza en 1962.
algunos casos, carteles con su nombre y otras frases escritas en otros. El de-
sarrollo de su obra en la apropiación de la realidad a través del gesto artístico, 8 Giunta, Andrea, Op. cit., p. 195.
Una de sus obras vivo-dito más relevantes es la que realiza en 1963 en Piedrala-
ves en España, una pequeña comunidad rural. Este pueblo, que es denomina-
do por el artista como la “Capital Internacional de Grequismo”, fue intervenida
a través de “Gran Manifiesto Antimanifiesto Rollo Vivo-Dito”, un rollo de pa-
pel de 200 metros con dibujos y escritos, fotos de infancia, noticias del pueblo,
e incluso la letra de una canción de tango escrita por el artista. Este rollo fue
pasando por todo el pueblo, con la ayuda de la población local, bautizando así el
lugar entero como obra viva. Además, durante la misma jornada, Greco realizó
vivo-ditos con diferentes personas de la localidad, las cuales portaban carteles
con frases como “Obra de Arte señalada por Alberto Greco”.
Ahora propongo un salto temporal y espacial: de vuelta a Argentina, pero en 9 Fernando Davis, “Prácticas
1968. El año revulsivo por excelencia. El artista Edgardo Antonio Vigo pu- ‘revulsivas’. Edgardo Antonio
Vigo en los márgenes del
blica en un diario y en la radio de la provincia de La Plata una invitación que
conceptualismo.” En: Freire, C. &
consiste en proponerle a todo el mundo reunirse en una esquina a la ciudad Longioni, A. (eds.) Conceitualismos
a contemplar, a cierta hora y cierto día, un semáforo. En esta obra, conocida do Sul/Conceptualismos del Sur,
como “Manojo de semáforos”, según Fernando Davis “el señalamiento supone Annablume, Sao Pablo, 2009.
una mirada extrañada de los objetos y del entorno corrientes, mediante una
operación reflexiva orientada a desacostumbrar el orden naturalizado, a ‘revul-
sionar’ la cotidiana adecuación a prácticas y normas instituidas.”9
En esta misma línea, Vigo publica en la revista de poesía “Diagonal Cero” 11 Id.
otro tipo de señalamiento. En la última página de la publicación, asociada a la
experimentación del momento en el campo de la poesía, Vigo reproduce una
hoja suelta con un agujero calado en el centro, con instrucciones: “Concrete
su poema visual/ pintura/ objeto/ escultura/ paisaje/ naturaleza muerta/ des-
nudo/ (auto)retrato/ interior y todo otro tipo y género de arte.”11 Así, trastoca
la relación con el lector y hace un llamado a la acción, a utilizar este material
precario para alterar la relación con un afuera, un soporte real que se ve revul-
sionado por la posibilidad de este actuar. Vigo desplaza el señalar desde el acto
El trabajo de Vigo luego girará hacia el arte correo. Si bien este excede lo que 12 Zanna Gilbert, “Genealogical
podemos ahondar en esta instancia, no puedo dejar de recalcar que esto con- Diversions: Experimental
Poetry Networks, Mail Art and
tinúa el proceso de desmaterialización, ya que el arte correo propone una red
Conceptualisms”, Caiana. Revista de
en su base, de interesantes implicancias políticas, al entender su circulación Historia del Arte y Cultura Visual del
como elemento fundamental. Continúa, así, siendo revulsivo: “el arte correo Centro Argentino de Investigadores
es vehementemente anti-categorización, siendo su apertura definida por sus de Artes (CAIA). núm. 4 (2014) p. 10.
medios más que por algún estilo programático o principio. (…) Para otros, la
red de arte correo puede ser interpretada como un trabajo conceptual en sí
mismo; una continua performance y proposición para redefinir parámetros
estéticos.”12
Esto también permite otro proceso, que es explicitado por el investigador Fer- 12 Fernando Davis, “Dispositivos
nando Davis en un artículo titulado “Dispositivos tácticos. Notas para pensar tácticos. Notas para pensar los
conceptualismos en Argentina los
los conceptualismos en Argentina en los 60/70”12. La revisión de las carac-
60/70” [en línea], Revista Territorio
terísticas de los conceptualismos latinoamericanos le asignan a éste, por lo Teatral, núm. 4 (2009), (consulta:
general, una identidad asociada a un plano ideológico, mientras que el con- 17/05/2015). http://territorioteatral.
ceptualismo metropolitano se identifica en un plano analítico y lingüístico. org.ar/html.2/dossier/n4_02.html.
Esta dicotomía, que permite una diferenciación, sin embargo insiste en una
13 Id.
dicotomía fuerte entre centro y periferia:
A partir de este recorrido, las preguntas que rondan siempre son las mismas:
¿cómo entender y narrar estas experiencias, históricamente situadas, sin dejar
que las nociones centralizadas sobre el conceptualismo las despojen de sus
potenciales críticos? ¿Cómo definir su lugar, si en sus propias definiciones se
sitúan en lugares límite de la práctica artística, sin circunscribirlas a la pura
anécdota? ¿Cómo activar? ¿Cómo no desactivar?
92
¿DÓNDE ESTÁ
LA CRÍTICA?
Alexis Acuña
Estudiante de Literatura
Arte y crisis social en
la obra de Enrique Lihn:
Hispánica, Universidad de Chile.
construir identidad en
medio del desastre
En este sentido nos centraremos en la labor crítica y poética de Enrique Lihn. 1 Ana María Risco, Crítica Situada:
La resonancia de Lihn como poeta ha relegado, en términos generales, su la- la escritura de Enrique Lihn sobre
artes visuales, Colección Tesis,
bor como crítico de arte, la que ejerció por más de 30 años, desde 1955 hasta
Magíster en teha, Universidad de
1988, año de su fallecimiento. Vínculo con las artes visuales chilenas que se Chile, Santiago, 2004.
acrecienta si consideramos que en 1942 ingresó a la Escuela de Bellas Artes y
pese a no obtener un título profesional, nunca perdió contacto con el ambiente
artístico, siendo secretario de redacción de la revista editada por el instituto
de Extensión de Artes Plásticas, dirigida por Enrique Bello, de la que en 1961
sería director. En conjunto a ello Lihn vive intensamente la vida cultural que se
desarrollaba en el Parque Forestal, mientras aparecían sus primeros escritos
críticos y, en 1952, su primer libro de poemas. Por lo tanto el discurso crítico
de Enrique Linh está sustentado en su conocimiento directo del desarrollo
histórico del arte chileno de la segunda mitad del siglo xx. Su obra crítica se
extiende durante toda su vida activa como escritor; para nuestros fines nos
centraremos en los escritos posteriores a 1972. Esta división no es arbitraria,
ya que siguiendo a Ana María Risco1, se producen dos momentos en la labor
crítica del poeta. El primero se extiende hasta 1964 vinculado a las publicacio-
nes académicas en Revista de Arte y los Anales de la Universidad de Chile. Risco
establece un intermedio marcado por sus viajes a Europa y su consagración
literaria al recibir el Premio Casa de Las América por su libro Poesía de Paso,
otorgado por la homónima institución cultural cubana. El segundo momento
se desarrollo desde 1972 en adelante y tiene a Lihn como profesor del Departa-
mento de Estudios Humanísticos de la Universidad de Chile. Este periodo nos
resulta relevante, por cuanto el discurso crítico de Lihn incorpora las dimen-
94 Alexis Acuña
siones teóricas en boga en Europa y, principalmente, la relación entre política
y arte que empieza a dominar sus escritos.
Este segundo momento de la obra crítica de Lihn muestra una mayor preocu- 2 Ibid., p. 22.
pación por la construcción de nuevos lenguajes en el texto, como dice Risco:
3 Nelly Richard, Márgenes e
“Su mirada sobre el arte es igualmente atenta a lo que éste expresa en cuanto Instituciones, Metales Pesados,
lenguaje. Valora el poder deconstructivo de la imagen, frente a los códigos Santiago, 2013.
visuales que la atraviesan”2. Pese a recibir la influencia de las corriente es-
tructuralista y las nuevas perspectivas semióticas de Roland Barthes y Jacques
Derrida, Enrique Lihn se mantuvo hasta cierto punto reticente de lo que Nelly
Richard llamara la Escena de Avanzada3 del arte chileno. Las búsquedas esté-
ticas de los artistas de la Escena de Avanzada pretendían revitalizar ese vínculo
inherente que las vanguardias artísticas del siglo xx europeo hicieron propio:
el vínculo entre arte y praxis. En este sentido la nueva concepción del arte hacía
necesario el hallar nuevos soportes y técnicas en pos de, por un lado, ser una
respuesta estética a la realidad social en crisis, y por otro, erigir un discurso
crítico. Pese a que en ambos la nueva batería teórica es fundamental, Lihn se
distancia del discurso rupturista con la tradición artística precedente, tradi-
ción en la que él se formó, y por otro lado duda del real impacto social de las
propuestas de la escena de avanzada. Insistimos en que no existe un rechazo
visceral a estos artistas, ya que Lihn escribe acerca de sus exposiciones, como
las de Paz Errázuriz y Eugenio Dittborn, por nombrar algunos, y comparte de
manera íntima con ellos.
Por el contario, proponemos que de la lectura que hace Lihn de diversas mani-
festaciones artísticas en dictadura, se desprende una problemática que resulta
central para comprender tanto su crítica como su poesía, y lo vincula con las
preocupaciones centrales de la escena de avanzada, concretizadas en el gesto
subversivo frente a la crisis social chilena.
El régimen dictatorial de Augusto Pinochet se impuso la tarea de reconstruir 4 Cf. Luis Hernán Errázuriz,
la sociedad chilena, atacada, según su discurso, en sus valores morales fun- “Política Cultural del régimen militar
chileno (1973-1976)”, En: aisthesis,
damentales por el proyecto de la Unidad Popular, y para ello el arte fue un
N°40, Universidad Católica de Chile,
instrumento político de vinculación colectiva. En efecto, el discurso ideoló- Santiago, 2006.
gico de la dictadura apuntó a la exaltación de un carácter nacional específi-
co, entendido desde la decencia y la moralidad. Para ello el régimen emitió
un documento: “La Política Cultural del gobierno de Chile»4, el cual contiene
los principios culturales y la normalización de la responsabilidad moral y
cívica como principios de identidad a resguardar. En este sentido el arte debe
96 Alexis Acuña
Enrique Lihn se mostrará escéptico respecto al real impacto de estas «acciones 6 Enrique Lihn, Textos sobre arte,
de arte». Así lo expresó en su artículo «Notas sobre la vanguardia» publicado Ediciones UDP, Santiago, 2008,
p. 489.
en la revista Convergencia. El principal problema que estos trabajos artísticos
presentan es el resultar incomprensibles para la mayoría del público. La cau-
sa de ello es la utilización de un lenguaje especializado al que tuvieron que
recurrir para sortear la censura. Pero el análisis de Lihn profundiza más al
considerar que las condiciones sociales no eran las adecuadas para este tipo de
propuestas, ya que en eeuu y Europa la vanguardia reaccionó contra la cultura
burguesa, pero en cambio en Chile en realidad: «podrían haberse opuesto al
modelo de sociedad (improductiva, pero de consumo) que la dictadura preten-
día establecer en el país, desde la trinidad ofrecida a cada ciudadano -casa, tele-
visor en color y auto- hasta la obra de arte tradicional»6. Es más, la instituciona-
lización de este arte al presentarse en galerías e incluso en el Museo de Bellas
Artes marcaría su fracaso. Además, propone una revisión del valor mercantil
del arte durante el Boom económico de los ´80. Pero en última instancia lo que
Lihn constata es que este arte en el ocultar su intención social, en realidad la
invalida, al tampoco haber en el público una tradición que le permitiera «leer»
los nuevos códigos y lenguajes del arte.
Pese a estas divergencias, al estudiar en profundidad la obra de Enrique Lihn 7 Ana María Risco, Ibid., p. 16.
podemos constatar que su pensamiento crítico apunta a la misma problemati-
8 Ibid., p. 17.
zación que hizo el arte de la Avanzada, a saber, la construcción de una realidad
social oficial por parte del régimen, que excluye y censura todo tipo de discurso
disidente. En este sentido la obra de Lihn, tanto crítica como poética, rebasa el
ámbito artístico para conformar un discurso que impugna el campo cultural
de su tiempo. Como señala Risco: «Ya en los textos de este período (se refiere al
primero) se visualiza lo que será una característica de la crítica de arte de Lihn:
su instalación en la amplitud de lo cultural»7, y más adelante concluye: «El
tipo de crítico que Lihn comienza a ser no juzga sólo la pertinencia de la línea
o el color en la obra: juzga el discurso de quien se vale de estos medios, para
adoptar una posición al interior de la cultura»8 . Esto es capital, ya que sitúa la
labor crítica de Lihn en su contexto social, integrando la dimensión estética
en su correlato cultural. Por cultura, claro está, no se entiende la posición que
como crítico y artista él asuma según sus inclinaciones estéticas, sino que el
concepto se enriquece enormemente al entenderlo como el conjunto de acti-
vidades inscritas en el seno de las relaciones sociales. Por tanto, como señala
Risco en la cita, Lihn toma una determinada posición en el campo cultural en
el que está situado. Esta toma de posición apunta a cuestionar los modos de
representación de los actores sociales, y la utilización de la palabra (actores)
no es casual, pues el discurso oficial se erige a partir de modelos sociales o
tipos ideales. En Lihn existe una cierta obsesión por lo oculto, lo encubierto
bajo representaciones y estereotipos sociales. Al utilizar la palabra actores, la
vinculamos con la condición de personaje que cada sujeto representa en la
sociedad. La palabra personaje, a su vez deriva de griego prospora, que signi-
fica máscara. De esta manera consideramos que la sociedad construida por
el discurso oficial de dictadura propende al ocultamiento, por un lado, de su
realidad más brutal (tortura, secuestros, asesinatos) y por otro, se enmascara
bajo construcciones sociales artificiales.
Precisamente Richard en el capítulo «La escena de la escritura» de su libro ya 9 Nelly Richard, Ibid., pp. 55-56
citado, propone que la Avanzada supuso una nueva forma de hacer crítica en
Chile, donde la escritura también se volvió un espacio de experimentación,
renovando la relación obra-texto. La imagen gráfica no sólo «ilustra» el texto y,
a su vez, el texto no es un mero comentario de la obra, sino que adquiere cuali-
dades estéticas propias al usar, por ejemplo, un lenguaje metafórico. De hecho,
Richard menciona a Lihn entre los nuevos colaboradores del discurso crítico,
ya que «La ausencia de figuras capaces, en el ámbito de la crítica oficial o bien
universitaria, de readecuar sus instrumentos de lectura crítica a las nuevas
problemáticas artísticas de las obras hizo necesaria la incorporación de otros
productores de textos que, en su mayoría, provienen del campo literario donde
se disponía de un instrumental teórico más complejo por el contacto sostenido
con la lingüística y el estructuralismo que se había dado en la academia»9.
En este sentido Lihn integra, por ejemplo, en el artículo crítico titulado «Arte
disidente en Chile: Eugenio Dittborn, por el ojo del rodillo», las reflexiones
acerca de la nueva concepción del arte con la aparición de la fotografía que Wal-
ter Benjamin elaboró en su ensayo «La obra de arte en la época de su reproduc-
tividad técnica». Estas reflexiones son utilizadas como marco referencial para
comprender la exposición de Dittborn en el sentido que el propio artista hizo
la relación entre los procedimientos técnicos de la fotografía y el uso de instru-
mentos como el rodillo en su pintura para obtener un modelo técnico para una
serie de seis telas. Esta reproducción en serie lleva a Lihn a elaborar una crítica
social entorno a la elaboración de estereotipos sociales, los cuales son tomados
por Dittborn del mundo del hampa y del deporte, ámbitos que para Lihn son
representativos de una sociedad de trabajadores cosificados y pauperizados.
Por lo tanto la obra crítica de Lihn apunta a hallar en el arte de su tiempo las
formas en que el discurso oficial, que es el discurso hegemónico de la dictadu-
ra, es desestabilizado en función de mostrar la realidad en sus fisuras.
98 Alexis Acuña
ofrecen en la forma del deseo y a los que imitan a través de sus actos fallidos.»10 10 Enrique Lihn, Ibid., p. 330.
En definitiva, la realidad, «esa máquina de codificar» como la llama Lihn, ha
levantado estereotipos a través del cine comercial, que en el caso chileno son
los estereotipos rígidos de la sociedad, los cuales, en un ejercicio de indaga-
ción, son presentados a través de la cámara y problematizados.
BIBLIOGRAFÍA
Avalos, Katherine & Quezada, Lucy, «Reconstruir e itinerar. Hacia una escena
institucional del arte en dictadura militar”, En: Ensayos sobre Artes Visuales III,
lom, Santiago, 2014.
Errázuriz, Luis Hernán, “Política Cultural del régimen militar chileno (1973-
1976)”, En: Aisthesis, N°40, Universidad Católica de Chile, Santiago, 2006.
Risco, Ana María, Critica Situada: la escritura de Enrique Lihn sobre artes
visuales, Colección Tesis, Magíster en teha, Universidad de Chile, Santiago,
2004.
I. Nacional e Internacional
Hace poco más de un año, en esta misma mesa, junto con Catherina Campi-
llay, en un texto de doble autoría sobre la Bienal de São Paulo, rescatábamos el
comentario de Federico Morais con respecto a las primeras versiones de dicho
evento. Dábamos cuenta del descontento del crítico. De cómo el proyecto de
la Bienal de São Paulo, según las lógicas que imperaban, no era más que una
decoración casi “exótica” al circuito del “arte internacional” que, de naturaleza
—para nada sorpresiva— contradictoria en su conceptualización, se definía
sólo por la perspectiva trazada desde el centro.
En esa oportunidad, y de forma muy acotada, nos referíamos a esto específica- 1 Catherina Campillay & Sergio
mente para hacer un esbozo de lo que podrían ser las vías de internacionaliza- Soto, “De bienales y curatorías:
internacionalización del arte
ción del arte chileno de los últimos años. Luego de que el funcionamiento de la
chileno a través de la Bienal de
bienal cambiase de envíos oficiales al llamado de los polémicos curadores, así São Paulo”, En: Revista Punto de
también, del rol que por consiguiente estos estaban adquiriendo en los eventos Fuga, Departamento de Teoría de
de esta naturaleza. Nos preguntábamos sobre la existencia de condiciones que las Artes, Universidad de Chile,
fuesen tomadas en cuenta a la hora de imaginar una nación desde fuera de ella Santiago, núm. 15/16 (2016),
pp. 157-161.
“Características que claramente no solo significan un enlace con lo anterior-
mente descrito [el problema de lo internacional], sino también evidencias de lo
que se busca al instalar arte de Latinoamérica [y de Chile] en un evento de ca-
rácter internacional que piensa ‘lo latinoamericano’ como una categoría artís-
tica.”1 O sea, qué elementos tenían en común las Yeguas del Apocalipsis con el
proyecto Ciudad Abierta más allá del lugar geográfico en donde acontecían. La
respuesta era más o menos desoladora, igual que el diagnóstico del comienzo.
Menciono esto, porque considero indispensable una vuelta atrás, al igual que
lo hago ahora, para entender cómo se constituyen estas políticas de circulación
y cómo estas van definiendo de forma muy sutil los trayectos por los que se
desplaza lo que en palabras simples se podría denominar un “arte nacional”.
Ahora bien, en este escenario pareciera que las obras quedan en un segun-
do plano. Que todo se resolviera entre paquetes, envíos, cartas, solicitudes y
papeleo institucional. Este trabajo se propone como proceso de activación de
pequeños focos de discusión en distintos niveles, manteniendo la atención en
cierta institucionalidad artística, en ciertos nombres que se repiten, y en la es-
Existen numerosos debates que han acontecido con respecto a las cuestiones 2 Cf. Ángel Rama. Rubén Darío y
estilísticas del arte en Chile y que se alojan bajo el alero de la crítica. Como se el Modernismo, Alfadil Ediciones,
Caracas, 1985.
ha dicho, en parte por la evidente carencia de historias del arte ha sido difícil
confrontar o al menos hacer dialogar distintas versiones y visiones respecto al
tema. Por otro lado la crítica de arte, no solo en sus espacios comunes como lo
son periódicos, revistas o boletines, dígase en su práctica “profesional”2 sino
también en catálogos, textos de exposiciones, manifiestos, etc., se ha encarga-
do de dar cuenta de confrontaciones, proyectos y una orgánica con respecto a
los modelos de apreciación y circulación del arte nacional.
Los sesenta parten con bastante ritmo. Además del agitado contexto social pro-
ducto de la Guerra Fría; las transformaciones del sistema mundo, entre nu-
merosas cosas, se encargarán de visibilizar proyectos nacionales y una trans-
ferencia en el espacio global difícilmente antes vista. En la “esfera” del arte,
que denominaremos “académico”, centrada hasta esa época en la Universidad
de Chile, una seguidilla de eventos artísticos fueron solicitando la presencia
de un país que pudiese notificar el desarrollo artístico local. En esta lógica, el
Instituto de Extensión de Artes Plásticas se hará cargo de la mayoría de estas
instancias principalmente expositivas.
Esta escena estaba conformada entre otros, por el español Antonio Romera y 3 Se resalta este último artista ya
Jorge Elliot, quien también desempeñaba cargos institucionales en la Univer- que es el encargado de escribir un
texto fundamental para el catálogo
sidad de Chile, además de los artistas, teóricos o filósofos que aportaban con la
del envío chileno a la Primera Bienal
escritura de manifiestos o con los textos presentes en catálogos: Luis Oyarzún de Quito en 1968.
o Sergio Montecino3. Todos los anteriormente mencionados ensayaban bajo
premisas más bien generales, como por ejemplo, la oposición de “identidades 4 Dato no menor, y por el cual se
sustentan de algún modo ciertas
artísticas” que confluyen para efectos de una definición de “lo moderno” (a
hipótesis implícitas en este trabajo,
propósito de las opciones artísticas de la abstracción, ya sea de vocación “cons- es que a pesar de lo tajante que
tructiva” o “lírica”) y por otro lado la respuesta a este flujo internacional y esta será la crítica de la época a la
imagen país de un campo artístico amplio, activo e incluso “diverso”4. hora de iniciar este debate, y
de ir estableciendo identidades
estilísticas a modo de oposiciones,
De este modo, lo que se ha escrito en torno a las artes “oficiales” en Chile du-
estos discursos como veremos,
rante los sesenta y en el contexto de la Universidad de Chile, se centra en este bajo el amparo de la “diversidad”,
debate anteriormente descrito entre la abstracción geométrica 1) de naturaleza sí logran convivir en su circulación,
“lírica” y 2) de rasgos más constructivos. Debate que se traducirá al problema ya sea en eventos de naturaleza
del formalismo versus el informalismo5. colectiva en contextos nacionales
o bien, en bienales y envíos al
extranjero.
Ahora bien, tenemos un panorama al menos organizado: un debate local espe-
cífico, directo, con nombres y apellidos recordados en manifiestos, comenta- 5 Acá me valgo de las
adjetivaciones utilizadas dentro de
rios de la crítica y por supuesto, en las primeras páginas de cualquier catálogo
los comentarios de Pablo Oyarzún
de la época hecho por el Instituto de Extensión de Artes Plásticas. Como he
en su famoso ensayo “Arte en Chile
mencionado, estas discusiones buscan la definición de lo moderno o la iden- de veinte, treinta años” publicado en
tidad moderna del país. Cuestiones que se irán resolviendo casi a modo de el año 1989.
Según los estatutos de la década del 30, la Universidad de Chile se presentaba 6 Como indican Pablo Berrios, Eva
como organismo fundamental para el desarrollo cultural del país6 , además Cancino & Kaliuska Santibañez
en “La construcción de lo
de funcionar como modelo para las otras instituciones de educación superior.
contemporáneo. La institución de
Así, la creación de institutos cumpliría con funciones distintas a las facultades, arte en Chile 1910–1947”, p. 175.
funciones más centradas en la investigación y divulgación de conocimientos.
El Instituto de Extensión de Artes Plásticas se había conformado por decreto 7 “Junta directiva: Director, don
de la Universidad de Chile en 1945 y estaba dirigido por Marco Bontá acompa- Marco A. Bontá C.; Delegado
de la Facultad de Bellas Artes,
ñado de una junta de distintas personalidades representantes de instituciones
don Romano De Dominicis;
públicas u otros estamentos7. Se indica en el catálogo del Salón oficial núme- Representante de la Federación
ro lvii–lviii de 1946 (el mismo año de la creación del Grupo de estudiantes de Artes Plásticas de Chile, don
plásticos): Isaías Cabezón; Representante de
la Asociación Chilena de Pintura
y Escultura, don Camilo Mori;
El Instituto de Extensión de Artes Plásticas de la Universidad de
Representante de la Sociedad
Chile, fue creado por Decreto N° 5168, de 27 de Junio de 1945,
del Ministerio de Educación, con el objeto de estudiar, difundir Nacional de Bellas Artes, don
y estimular las Artes Plásticas Nacionales. Atiende, además, al Gustavo Casali; Director del Museo
intercambio artístico con el extranjero y es un organismo técnico Nacional de Bellas Arte, don
consultivo al servicio de la Universidad y demás organismos oficia- Luis Vargas Rozas; Director de la
les que soliciten su colaboración. 8 Escuela de Bellas Artes, don Carlos
Humeres S.; (finalmente) Director
de la Escuela de Artes Aplicadas,
don José Perotti” Catálogo Salón
Además de los Salones oficiales, publicaciones, exposiciones, el Instituto de
lvii-lviii, 1946.
Extensión de Artes Plásticas estará encargado de organizar los envíos que de-
mandaba este nuevo circuito producto del surgimiento de las Bienales, concur- 8 Artículo 1° del Reglamento,
sos y otros eventos internacionales que irrumpieron de forma más sistemática Decreto N° 425 de Abril de 1946, de
la Universidad de Chile.
en los sesenta.
Fermín Fevre recuerda: “sabido es que durante muchos años, los países lati- 9 Fermín Fevre en Damián Bayón
noamericanos han vivido profundamente incomunicados entre sí”9 . Ante este (Comp.): América Latina en sus artes,
Siglo xxi, Méxco d.f., 1974, p. 45.
problema son las bienales los principales momentos que comenzaron a sacar
a flote estas incomodidades generales con respecto a la imposibilidad de un 10 Id.
“intercambio artístico” continental sistemático. Para fines de los sesenta cuan-
11 Damián Bayón (Comp.): América
do ya al menos siete bienales eran realizadas en América (São Paulo, Córdova, Latina en sus artes, Siglo xxi, México
Cali, Puerto Rico, Santiago, Quito y Montevideo, agregando el rol de la Unión d.f., 1974.
Panamericana en Washington que rescata el mismo Fevre), a pesar de que
“mejoraban de algún modo este estado de cosas”10 (o sea, el de la mala comu-
nicación) abrieron nuevas inquietudes con respecto al acontecer continental.
Solo como anotación: este problema se discutirá en las reuniones realizadas
por la unesco agrupadas luego, a principios de los setenta, en una edición de-
nominada “América Latina en su cultura”, como lo fue el caso de la versión nú-
mero dos dedicada a las artes plásticas titulada “América Latina en sus artes”,
compilado por el crítico Damián Bayón. Todo esto en la búsqueda de entender
a “América Latina como un todo, integrado por las actuales formaciones polí-
ticas nacionales”11 y focalizado en la discusión sobre el mestizaje, la existencia
de una crítica y el concepto de estilo para nuestro contexto.
IV. Catálogos
logo, Luis Oyarzún da a entender que el lenguaje de la abstracción plástica per- 13 Id.
tenecía exclusivamente al arte europeo y norteamericano, donde los artistas
chilenos habían frecuentado, “influenciándose y rindiéndose directamente”13
a estos estilos. Cuestión que nos obliga a pensar sobre el cómo estas figuras
intelectuales, o articuladores del discurso artístico local entendían el arte na-
cional. El paradigma que impera, al parecer, es el de un estilo influenciado,
o más claramente “rendido”, ajeno a cualquier propuesta de estilo personal
/ nacional / continental. Definiciones relevantes a la hora de considerar que
el lugar donde se realizaría la Bienal correspondía a París (Europa) y no São
Paulo (Sudamérica).
Es necesario agregar entonces, que cuatro años más tarde se organizará por
el mismo instituto la exposición de “Pintura Instintiva”. En el texto del catá-
logo, Tomás Lago advertía sobre una “crisis”, advertía de “modas”, de “éxitos”
y que este arte lograba reivindicar ciertas reflexiones estéticas más genuinas
que estaban siendo desplazadas por estos artistas casi rendidos al estilo “in-
ternacional” (entre comillas, porque de alguna forma, en su constitución de
“lo internacional” era difícil despojar las presiones culturales que ejercían las
hegemonías de poder).
Entre 1959 y 1960: Nemesio Antúnez, Ivo Babarovic, José Balmes, Roser Bru, 13 Antonio Romera, Texto catálogo
Gracia Barrios, Ricardo Yrarrázabal, Juana Lecaros, Carmen Silva, exponían artistas chilenos en mnba Buenos
aires 1959-1960.
en conjunto en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, Argentina,
y luego en la sala de exposiciones de la Universidad de Chile. En el catálogo,
Antonio Romera nos dice “Son modernos sin convertir la obra en una fría
ecuación plástica. Siguen muchos caminos”13 evidentemente tomando partido
y configurando una matriz de gusto vinculada al desarrollo de las subjetivida-
des individuales expresadas en cuestiones formales como la mancha, el mate-
rial (pone en un mismo lugar al grabado y a la pintura), el tema, etc.
El mismo año 1960 Jorge Elliot participaba en una exposición realizada en el 14 Enrique Lihn, Texto catálogo
MAC de la Universidad de Chile. No como curador, sino como artista, mos- exposición “Jorge Elliott”. mac, 1960.
traba sus pinturas. En el documento/catálogo realizado por el Instituto de 15 Enrique Lihn, Texto catálogo
Extensión de Artes Plásticas, era presentado como un artista que se lograba exposición “Jorge Elliott”. mac, 1960.
“escapar” del gusto europeo, de los estilos que preponderaban en la escena
marcada por la tradición “montparnassiana” y que culmina en “concretismo,
expresionismo abstracto e informalismo” como indica Enrique Lihn que en
ese entonces tenía 31 años. Quien también nos habla de un Jorge Elliott “que
se empeña en la revalorización del ‘gran tema’”14 como su gran identidad ar-
tística. Rescata también el rol que Elliot había desempeñado como un crítico
“en abierta beligerancia con los abstraccionistas de última hora a quienes ha
fustigado en elocuentes artículos”15. Palabras importantes a la hora de revisar
la labor crítica e institucional de Elliot, miembro ya en esa época de la junta del
Instituto de Extensión de Artes Plásticas, ya que queda implícita su incomodi-
dad en torno al desarrollo de las artes y lo que acontecía con Grupo Rectángulo,
Grupo Signo y quienes adscribían a estas ideas.
Tres años más tarde Jorge Elliot, para ocasión del envío de la Bienal de São
Paulo en su versión número vii del año 1963, escribía un texto que evidencia
la dificultad para especificar una cierta vocación artística chilena, o al menos
tomar partido en la escena “antagónica” que años atrás había prestado tanta
atención. Ya que las fronteras entre ellos, a su parecer, se estaban diluyendo.
Pero según él, esto no establecía ningún tipo de identidad, al contrario, mani-
festaba que existían “dificultades” en la selección. Bueno, luego a través de El
Mercurio, Elliot tendrá que responder las críticas de administración y financia-
miento (problemas que ya había manifestado en su cuenta anual de 1962 por
Instituto de Extensión de Artes Plásticas de la Universidad de Chile).
V. Internacional y Nacional
Podríamos decir que para entonces, durante los sesenta, el Instituto de Exten-
sión de Artes Plásticas comenzaba a formar con dificultades ciertas impresio-
nes definitorias del arte chileno que respondieran a los códigos que exigía el
circuito internacional y su proyecto para definir criterios de gusto. Si la ins-
titución en Argentina durante los sesenta concentra sus energías en figurar
dentro del circuito internacional del arte y en Brasil por acallar las cuestiones
de la dictadura, la presencia de Chile en todo este “circuito” al parecer respon-
de a constantes emergencias en búsquedas de una matriz que pudiese definir
“lo chileno” no desde las obras, sino desde lo que se dice de ellas. O bien,
simplemente respondiendo al llamado “internacional” bajo un mismo lengua-
je determinado, por ejemplo, por una Bienal Latinoamericana, a la espera de
proyectos propios que encontrarían su punto más elevado en un futuro no muy
lejano con la Unidad Popular.
Bayón, Damián (Comp.), América Latina en sus artes, Siglo xxi, México d.f.,
1974.
CATÁLOGOS
Entre las cincuenta y cinco ciudades hay una que nos llama profundamente la
atención: Zenobia y su aparente distribución caótica. Ella debe esta fama a sus
construcciones asentadas sobre construcciones anteriores, a infinitas galerías,
miradores y puentes que conectan y recortan una superposición de distintos di-
seños que la van configurando incesantemente. ¿Cómo leer esta difícil madeja
de arquitecturas, corrosión y creación, si es que es posible incluso tal empresa?
En el ejercicio cartográfico de una ciudad en perpetuo devenir, la mirada del 1 Italo Calvino, Las Ciudades
forastero debe ser negligente consigo misma, olvidar las reglas de la tierra na- Invisibles, Minotauro, Barcelona,
1974, p. 38.
tal, intentar acallar esa voz que, al nombrar, clausura y devuelve las cosas in-
quietas al transparente e inmóvil espacio trascendente de las palabras. Cuando
el sobrevenir de un territorio es el despliegue de una escritura y deseo ha-
ciéndose cuerpo, poco tienen que aportar las descripciones categóricas. Y, en-
tonces, para que este pensamiento cartográfico pueda realizarse, Marco Polo
sostendrá: “es inútil decidir si ha de clasificarse a Zenobia entre las ciudades felices
o entre las infelices. No tiene sentido dividir las ciudades en esas dos especies, sino
en otras dos: las que a través de los años y las mutaciones siguen dando su forma a
los deseos y aquellas en las que los deseos bien logran borrar la ciudad o son borrados
por ella”1. Más allá de la felicidad, del bien y el mal: el deseo, las líneas que traza,
los territorios que habita, construye o destruye.
Desdoblar el pensamiento no para hacer una apología del caos, sino para vis-
lumbrar la multiplicidad de órdenes, como por allí se escribe: sus encuentros,
pugnas y complicidades en un cambiante plano territorial.
Luchar por construir una sociedad mejor, más justa, es para muchos un ho-
rizonte que resalta por su obviedad; de lo que se trataría, oímos a menudo, es
cómo lograr esto. El vértigo de esta abismante pregunta suele tentar a los más
diversos espíritus: en un extremo, la fe en que todo acto mínimo tendrá, en su
momento, una repercusión en el cuerpo social, quién sabe cuándo; y, en el otro
extremo, el atisbo fatalista de que cualquier acción es, se quiera o no, estéril
frente a tan ambicioso proyecto. En las páginas que siguen, poco importa la
justeza en la articulación de estas respuestas, más bien se trata de buscar las
reglas, momentos y desplazamientos que hacen posible y dan autoridad a esta
sacra pregunta.
La pregunta por la sociedad, su origen y desarrollo, tiene lugar de emergencia 2 Michel Foucault, “¿Qué es la
en aquel período histórico en que surge, de modo inédito, la pregunta por la Ilustración?”, En: Ética, estética,
hermenéutica, Paidós, Buenos Aires,
historia: la Ilustración. Para Foucault, la Ilustración establece un nuevo tipo
1999, p. 346.
de relación entre voluntad, autoridad y razón, a manos de un “conjunto [que]
comporta elementos de transformación sociales, tipos de instituciones políti-
cas, formas de saber, proyectos de racionalización de los conocimientos y de
las prácticas, mutaciones tecnológicas que resulta muy difícil resumir en una
palabra”2. Más allá de los contenidos específicos de las teorías zanjadas en este
periodo, la singularidad radica en inaugurar la discusión acerca del tiempo en
cuanto tiempo histórico: el lugar que acontecimientos tan importantes como
las revoluciones sucediéndose reclaman al pensamiento de la época. La pre-
gunta por el decurso de estos episodios es indisociable de la teorización acerca
del rol que los hombres, en cuanto género, cumplen en él.
La sociedad, como lugar de pertenencia de los hombres, es un estado de civi- 3 Comité Invisible, “Nuestra única
lización que se opondría a un estadio anterior similar a una naturaleza ani- patria: la infancia”, En: A nuestros
amigos, Pepitas de Calabaza,
mal; y el desarrollo conceptual de este tema a mano de sus filósofos, al alero,
España, 2015, p. 180.
claro está, del desarrollo de la gubernamentalidad y la economía política, irá
naturalizando rápidamente este concepto en los hombres, sus instituciones y
territorios. La sociedad, que de manera inédita entra al espacio del saber, de un
momento a otro se posiciona como evidencia de la Razón, “evidencia de que los
humanos formarían, en todas las manifestaciones de su existencia, una gran
familia, una totalidad específica. A finales del siglo xvii, todo se volvió social:
la vivienda, la economía, la reforma, las ciencias, la higiene, la seguridad, el
trabajo, e incluso la guerra —la guerra social.”3
Significativo acá será el aporte de Kant, pensador que nos ayuda a dimensionar
la magnitud de esta relación voluntad-autoridad-razón: por un lado, leer en
cada acontecimiento histórico el signo de un progreso en las facultades racio-
nales de los hombres a través del inacabable tiempo de la historia, encami-
nándose como género, universalmente, hacia un bien mejor. Por otro, ver en
este movimiento (pretendidamente) universal de la socialización de los hom-
bres, la necesidad de un orden mundial cosmopolita que aseguraría una “paz
perpetua”, en un tipo de asociación que desplaza la hostilidad radical de los
La naturaleza racional del hombre le exige velar por el otro, él asume una res-
ponsabilidad por su género, y él debe obrar, íntima y públicamente, como un
colegislador de esta ciudadanía universal. El hombre de razón debe velar por
los otros hombres: debe integrarlos, volverlos a su lugar, cueste lo que cueste. La
tierna pregunta filosófica por la sociedad encuentra en este momento histórico
un paralelo con todos los saberes, dispositivos y tecnologías que se planteaban
la pregunta por la integración de los otros, aunque de un modo más tosco: ges-
tionar poblaciones y territorios.
La sociedad, el luchar por ella o contra ella, encuentra su apogeo en este es- 4 Íbid., pp. 181-182.
pacio histórico donde ella viene a significar, ya sea para reyes o conscientes
ciudadanos, el objeto del gobierno. Volviendo a los comentarios del Comité
Invisible acordaríamos que “lo que hay de retorcido en la idea de ‘sociedad’
es que siempre ha servido al gobierno para naturalizar el producto de su ac-
tividad, de sus operaciones, de sus técnicas; ha sido construida como aquello
que esencialmente le preexistiría”4. El entramado de instituciones y saberes
que posibilitan esto mantendrá su cohesión hasta al menos la primera mitad
del siglo xx. Margen y territorio se encuentran calibrados por proyectos de
industrialización a nivel nacional, la disputa política por el poder estatal, ho-
mogenizadores programas de educación escolar (salvo para las élites, claro),
movimientos por la hegemonía cultural, etc.
El territorio, como se mencionaba, adquiere su sentido desde que el capitalis- 5 Gilles Deleuze & Félix Guattari,
mo dejó de desplegarse como un proyecto social íntegro, y dispuso de otros “Micropolítica y segmentaridad”, En:
Mil Mesetas, Pre-textos: Valencia,
modos de selección y asignación de afectos, sentidos, sensibilidades entre los
2014, p. 214.
cuerpos y territorios. Deleuze y Guattari indican que los “Estados neolibera-
les” subsisten por la segmentaridad que establecen y los modos en que ésta se
impone: “Estamos segmentarizados por todas partes y en todas direcciones.
El hombre es un animal segmentario. La segmentaridad es una característica
específica de todos los estratos que nos componen. Habitar, circular, trabajar,
jugar: lo vivido está segmentarizado espacial y socialmente. La casa está seg-
mentarizada según el destino de sus habitaciones; las calles, según el orden de
la ciudad; la fábrica, según la naturaleza de los trabajos y de las operaciones”5.
No obstante, los territorios se componen y diseminan de forma invariable se-
gún la situación. El territorio pasa a ser la distancia crítica entre las situacio-
nes. ¿Desde y hacia dónde opera el arte y sus juegos de representaciones? ¿Qué
ampara el movimiento de las dislocaciones entre la inscripción de la represen-
tación en la universalidad y la figura del (su) juez?
Foucault, Michel, “Más allá del bien y el mal”, En: Microfísica del poder,
Ediciones de La Piqueta, Madrid, 1979.
116
REFLEXIONES
SOBRE IDENTIDADES
E IMAGINARIOS
LOCALES
Oficina Futuro
I Oficina Futuro
Oficina Futuro es un espacio sin lugar, se ve a sí misma como un laboratorio > A ellas se suma un equipo variable
móvil de investigación teórica y plástica. Por lo general deambula filtrando de que está sujeto a la investigación y
producción que se propone realizar.
acuerdo a lo que su organismo dicta. Su cuerpo, siempre inquieto por detalles
En ocasión de la residencia “Nuevos
materiales incoherentes, tergiversados o fútiles, tiene una aprehensión albo- monumentos, Nuevas urbanidades”
rotada por los incidentes que suceden en la ciudad. Se detiene por estancias a en Cancha, 2015, el equipo variable
especular, relacionar y buscar formas prácticas de evidenciar los dobleces que estuvo compuesto por: Domingo
articulan el fenómeno con que se ha tropezado, localiza sus energías en com- Martínez (Egresado en Artes
puc), Andrés Señoret (Sociólogo
prenderlo y reprenderlo. Su método es el de ingerir el objeto y lo que está a su
puc), Ives Sepúlveda (Músico y
alrededor. Oficina Futuro no contempla, mastica el ambiente, junta las impre- compositor) y Rodrigo Gallegos
siones que arrastra con las composiciones que examina, reconociendo en esta (fotógrafo y realizador audiovisual).
unión un valor casual basado en la modulación de un contexto local y preciso.
Este texto tiene su origen en el desarrollo de la residencia “Nuevos Territo- 1 Cancha es un espacio que
rios, Nuevas Urbanidades” realizada en cancha1, en la cual nos propusimos funciona como lugar de exposición
y de residencia desde el año 2014.
investigar y vislumbrar el estado actual de los monumentos en la zona del
Busca acoger proyectos artísticos
casco histórico de Santiago, y especialmente en el lugar mismo donde la resi- que estén enfocados en la ciudad y
dencia estaba emplazada, esto es, un edificio de estilo neoclásico convertido y especialmente en el espacio real e
reconvertido en vivienda, galería comercial, oficina y últimamente, espacio de histórico donde Cancha toma lugar.
investigación sobre la ciudad. http://canchasantiago.wix.com/
cancha.
Figura 1 Cielos falsos (cielos actuales) en Monumento Nacional: ‘Casa del presidente
Mont t ’. Fotografía por Oficina Futuro.
Y es aquí donde se ubica nuestro interés por la “fachada”, puesto que al en-
tender y ampliar este concepto arquitectónico, podemos advertir la operación
discordante que, en su defecto, pone en práctica el patrimonio: el cuidado de la
primera capa visible, de lo exterior, de las vestiduras, de una superficie, de una
imagen que interactúa sobre la ciudad. La fachada, como metáfora, revela la
fragilidad de los conceptos identitarios adosados a ella, poniendo en evidencia
su artificialidad.
Figura 2 Pedazo de alfombra polvorienta parte de la historia reciente del edificio Monumento Nacional: ‘Casa
del presidente Mont t ’. Fotografía por Oficina Futuro.
Para distinguir aquello que hemos nombrado ‘el desvío del monumento’ es 2 Néstor García Canclini, “Arte e
preciso, antes, deslizarse a través de ideas y aparatos que van determinando identidad en la época de las culturas
postnacionales”, en: Visión del Arte
las anécdotas consagradas en monumentos y, a la vez, van modificando o am-
Latinoamericano en la década de
pliando el formato de estas consagraciones. En primera instancia, el historia- 1980, Centro Wifredo Lam, 1994,
dor del arte Alois Riegl define que el monumento: Publicación del Proyecto Regional
de Patrimonio Cultural, Urbano y
En el sentido más antiguo y primigenio, se entiende una obra reali- Natural-Ambiental pund/unesco,
zada por la mano humana y creada con el fin específico de mante- Lima, Perú en colaboración con
ner hazañas o destinos individuales siempre vivos y presentes en la División de Artes y Vida Cultural
conciencia de las generaciones venideras. Puede tratarse de un mo- de unesco y Centro Wifredo Lam,
numento artístico o escrito, en la medida en que el acontecimiento p. 53.
que se pretende inmortalizar se ponga en conocimiento del que lo
contempla sólo con los medios expresivos de las artes plásticas o 3 Alois Riegl, El culto moderno a los
recurriendo a la ayuda de una inscripción. 3 monumentos. Caracteres y origen,
Visor, Madrid, 1987, p. 23.
Estos aspectos generales, relativos a la base del problema del monumento, se 5 Alfonso Salgado, “Escultura
vuelven evidentes al tomar en cuenta las construcciones, discusiones y propo- pública e identidad nacional: Chile,
1891-1932”. En: Cid, Gabriel &
siciones que tuvieron lugar a principios del siglo xx en Chile. Como una forma
San Francisco, Alejandro (eds.)
de validar la edificación de estatuaria pública se recalca el carácter transtem- Nacionalismo e identidad Nacional
poral que el monumento otorga. Por ello, Alfonso Salgado comenta y cita la en Chile. Siglo xx, Vol. 1, Centro de
opinión del periodista costumbrista Ángel Pino en el marco de la celebración Estudios Bicentenario, Santiago de
del Centenario: “los monumentos conmemorativos miran el pasado y al futuro Chile, 2010, p. 162.
El incipiente desvío aquí conjugado es aquella incoherencia o contradicción 10 El primer artículo ha seguido
que dialoga en la ciudad, pugna representada por los mismos actos institucio- vigente hasta hoy. Ley Nº 17.288 de
Monumentos Nacionales y Normas
nales que se suceden; la museificación de la historia, la división entre arqui-
Relacionadas, 6ª Edición, Ministerio
tectura y urbanismo, el cuestionamiento sobre la perdurabilidad de los monu- de Educación y dibam, Santiago de
mentos, las dicciones sobre su protección. La fragilidad de los objetos ante los Chile, 2015.
intrincados cambios de la ciudad debe ser contestada con vigilancia. En 1925 la
Constitución legisla por la “tuición y protección de los monumentos”10 .
Esta actitud puede ejemplificarse en lo que más tarde Robert Smithson llama- 11 Damian Ortega (Ed.), “Entropía y
rá los “Nuevos Monumentos”: los nuevos monumentos”, En: Robert
Smithson selección de escritos, Ed.
Alias, 2009. La publicación original
En vez de hacernos recordar el pasado como los monumentos
“The New Monuments and Entropy”
antiguos, los nuevos monumentos parecen hacernos olvidar el
es en el año 1966, a través de
futuro. En vez de estar hechos con materiales naturales como el
Artforum.
mármol, el granito u otro tipo de roca, los nuevos monumentos
están hechos con materiales artificiales como plástico, cromo y luz
eléctrica. No están construidos para las épocas, sino en contra de
ellas. (…) Pasado y futuro son reducidos a un presente objetivo.11
Si en el aniversario del Centenario hubo un estallido de esculturas y placas 13 Liisa Flora Voionmaa Tanner,
conmemorativas, una verdadera “estatuomanía”13, una ciudad agujereada como Ibid., p. 150.
menciona una nota de prensa en el diario El Mercurio, el Bicentenario de la 14 La prensa no fue esquiva, dijo
primera junta de gobierno se encargó de espectacularizar el patrimonio y mo- con claridad que el espectáculo
numentalizar, insistiendo en proporciones colosales, los símbolos nacionales. “representa lo que significa ser
chileno”. Palabras de la periodista
Por lo menos en Santiago, el escenario de tales hazañas institucionales tuvo
Consuelo Saavedra en “Pura energía,
sitial de honor en los perímetros del Palacio de la Moneda. La bandera del bi- Puro Chile” Link: Youtube https://
centenario, izada con el rigor del protocolo militar, fue escoltada por desfiles, www.youtube.com/watch?v=4Y0-
himnos, estandartes y aeroplanos, que decoraban a la vez que consagraban la Qb8MIKs) .
vigencia de tales representaciones. Siendo sus mismas murallas soporte del
show “Pura energía, puro Chile”, que proyectó hitos e iconos de la chilenidad.
Fuegos artificiales y poemas acompañados de un mix musical mayoritariamen-
te ambiental, dieron la entrada a lo que después se convertiría en un despliegue
de archivos frecuentes del “exotismo” y la “valentía” chilena, que no dejaban de
sucederse delante de los ejes verticales del Palacio convertidos en Moais. Nue-
vamente hicieron desfilar a fueguinos y mapuches ante los símbolos religiosos,
que luego del catecismo, dieron paso a la diablada norteña representada en for-
ma de holograma. Así se configura un mapa de Chile desde donde emergen,
sucintamente, imágenes de la independencia, tomando prominencia la figura
de Bernardo O’Higgins que reverberaba a través del retrato realizado por el
pintor José Gil de Castro. Al final de este primer acto se escribe con los colores
de la bandera viva chile14.
Para quienes no tenemos ni el control del espectáculo ni el corazón comprome- 15 Información tomada de la
tido en él se impone, luego de la sorpresa, una frialdad distante que permite su Corporación Patrimonio Cultural de
Chile. Disponible vía web en: http://
evaluación. El vaporoso show atiende a nuevos formatos de representación de
www.patrimonio.cl/pura-energia-
un mismo discurso oficializado. Esta vez a través del mapping se logra modelar puro-chile
la fachada de La Moneda en 3D, el uso de una producción altamente tecnoló-
gica en manos de Icardi Producciones se suma a la pirotecnia lumínica de la
compañía francesa Les Petit François. El acto culmina en el Museo Nacional de
Bellas Artes donde Fundación Futuro otorga su premio Ciudad 2015 al grupo
financistas del proyecto gce (Compañía General de la Electricidad de Chile).
Su presidente, Jorge Marín, enlaza coherentemente las intenciones detrás del
espectáculo con el artificio realizado: “«Pura Energía. Puro Chile» entregó a
los chilenos un espectáculo nunca antes visto en Chile y al que tuvieron acceso
miles de personas, lo que representa un hito que quedará en la memoria co-
lectiva nacional”15 .
“La ‘¡identidad!’ ―Dice Koolhaas― es la nueva comida basura de los desposeí- 16 Rem Koolhaas, “Acerca de la
dos, el pienso de la globalización para los privados de derechos… Si la basura ciudad”, Gustavo Gili, Barcelona,
2014, p. 71.
espacial son los deshechos humanos que ensucian el universo, el ‘espacio ba-
sura’ es el residuo que la humanidad deja sobre el planeta.”16
La alusión y el comentario al pasado, al presente y a nuestros grandes lugares co- 19 R. Venturi, D. Scott Brown & S.
munes o nuestros viejos clichés, y la inclusión de lo cotidiano en el entorno sa- Izenour, Aprendiendo de Las Vegas.
El simbolismo olvidado de la forma
grado y profano es lo que justamente le falta a la arquitectura moderna de hoy.19
arquitectónica, Ed. Gustavo Gili,
Barcelona, 1998, p. 97.
Volviendo sobre la maleabilidad del monumento el camino topa con una bi-
furcación, dos prácticas del desvío que se distancian e incluso se contraponen.
Justamente en este último punto está el otro lado del camino. Los otros desvíos Figura 8 Ibid., p. 194: Los autores
del monumento no se condensan en fachadas, al contrario, se desparraman elaboran esta imagen para
referirse de forma irónica a las
en acciones escurridizas, difíciles de clasificar por su espontaneidad. Los mo-
megaestructuras y al diseño total
numentos se transforman en referencias espaciales, puntos de encuentro en emprendido por la última ola de la
la ciudad, un artefacto parco que se vuelve lúdico: niños trepando, borrachos, arquitectura moderna. Nosotras nos
el personaje autóctono de una foto turística, lugar de perros, de palomas, de sentimos en la libertad de usarla
evangélicos con micrófonos, soporte de anuncios y protestas, superficies agrie- como elemento gráfico que ilustre la
idea de monumento como un “rótulo
tadas, rayadas, transformadas… La actividad cotidiana lleva consigo el desacato
de historia”.
gratuito o deliberado del civil, su apropiación del espacio corresponde a ese
desvío que está inserto en el flujo del tiempo, el desvío que resignifica, sin
necesariamente quererlo, los íconos designados de la ciudad.
Figura 9 Plaza de Armas de Santiago, Monumento a Pedro de
Valdivia. Fotografía por Oficina Futuro.
Canales Toro, C., Canción Nacional de Chile, Ed. Andrés Bello, Santiago de
Chile, 1960.
Olalquiaga, C., El Reino artificial. Sobre la experiencia del kitsch, Ed. Gustavo
Gili, Barcelona, 2007.
Ossa, C., “Santiago: tejido desgarrado por una subjetividad fugitiva” en:
Estética de la intemperie. Lecturas y acciones en el espacio público, Sanfuentes,
F. (Ed.), Ed. AV (Ediciones Departamento de Artes Visuales Facultad de Artes
Universidad de Chile), Santiago de Chile, 2009.
Riegl, A., El culto moderno a los monumentos. Caracteres y origen, Ed. Visor,
Madrid, 1987.
Venturi, R.; Scott Brown, D & Izenour, S., Aprendiendo de Las Vegas. El
simbolismo olvidado de la forma arquitectónica, Ed. Gustavo Gili, Barcelona,
1998.
propósito de la Colección
de Valparaíso. Actualmente
cursando el programa de
Magíster en Artes mención
Teoría e Historia del Arte
Popular Iberoamericano
En este marco, los esfuerzos desde las universidades, galerías, museos y cen-
tros culturales han proliferado nutriendo de sinuosas propuestas las preguntas
por lo local. Si bien la Colección del Departamento de Fomento a la Cultura del
Banco Nacional de México explora de forma rigurosa y extensa las diversidades
en torno a la producción popular iberoamericana, hemos decidido invertir la
lectura propuesta por la curaduría liderada por Cándida Fernández de Calde-
rón, o más bien, abarcamos de modo exploratorio a aquellas zonas no men-
cionadas, invisibles, que el discurso curatorial e investigativo de la colección
ilumina someramente desde el margen. Este ejercicio reflexivo, se detendrá
en destejer la idea de comunidad sugerida por el programa y, las tensiones
y posibilidades investigativas que se presentan desde el punto de vista de un
episteme decolonial.
Al constatar el impacto que tuvo el programa en México, la organización de- 2 Ibid., p. 13.
cidió extender la iniciativa a toda Iberoamérica. Los procedimientos a seguir
fueron la investigación, dirigida por la historiadora y directora del fcb, Cándi-
da Fernández de Calderón, y la posterior selección de “las mejores expresiones
del arte popular de la región y llevar a cabo una exposición itinerante por el
continente”.2 En un segundo momento, se impulsó una publicación que conte-
nía las piezas destacadas del trabajo artesanal de veintidós países de la región.
Finalmente, el programa pretende, en un corto plazo, construir una red de
apoyo directo a los talleres mediante el concurso de múltiples instancias in-
ternacionales. Originalmente, el proyecto contaba con 160 grandes maestros,
pero en 2012 se suman 290 personalidades especialistas en el trabajo con ba-
rro, madera, fibras vegetales y textiles, entre otras materialidades. En total, la
muestra suma 2200 piezas realizadas por 450 maestros y maestras artesanas.
El fcb considera que para la selección, el perfil del gran maestro fue abierto y 3 Ibid., p. 26.
variado. Desde un punto de vista comercial, algunos de los maestros venden
4 Ibid., p. 21.
en su casa o en un puesto de mercado y otros han “profesionalizado” sus ven-
tas inscribiéndose en circuitos de mayor escala de producción y circulación.
Pueden dedicarse tiempo completo o trabajar por temporada. La función de
las piezas va desde lo utilitario, la ornamentación y/o ceremoniales. Desde el
punto de vista étnico, hay creadores indígenas, mestizas y criollas.3 La intro-
ducción del catálogo de la colección afirma: “La creatividad que los grandes
maestros son capaces de transmitir es innegable; sus obras sobresalen porque
ellos se erigen en impulsores e inspiradores del arte tradicional de sus co-
munidades; ellos conservan las técnicas que heredaron, las enriquecen y las
hacen evolucionar. Un gran maestro destaca de entre un grupo de artesanos
y se convierte en ejemplo por la belleza y la fuerza de sus piezas, la excelencia
de su manufactura, su trayectoria en la creación artesanal y el reconocimiento
de la comunidad”.4
Cándida Fernández de Calderón, sostiene que “la solidez de su tradición, le- 5 Id.
jos de restarles carácter, aviva un proceso que nunca trastoca ni abandona su
sentido estético. Dicen que el arte popular cambia para permanecer, y estos
creadores son dueños de un arte en movimiento, de una maestría que fluye
y que transmiten a las siguientes generaciones. Por ello, hay que llegar a un
equilibrio entre quienes defienden la tradición y quienes se pronuncian a favor
de la modernidad; hace falta ofrecer soluciones que respeten la creatividad del
artesano y le aseguren una mejor calidad de vida”.5 En este sentido, el texto, y
la exposición en general, insiste en la idea de que los grandes maestros son ca-
paces de unir, preservar, adaptar y transmitir su quehacer a lo largo del tiempo.
Tanto la publicación, como la exhibición, aspiran a invitar al espectador a invo- 6 Ibid., p. 13.
lucrarse en las tradiciones más significativas de Iberoamérica, “a los que une
7 Ibid., p. 15.
la similitud de sus vivencias, pero que tienen cada uno su propia personalidad,
resultado de su particular experiencia histórica. En estas páginas, la región
iberoamericana se revela como una gran comunidad cultural, enriquecida por
individualidades únicas e irrepetibles”.6 Del fragmento citado, nos queremos
detener en el concepto de comunidad. La curaduría de la muestra, y del pro-
grama en general, sugiere un particular interés por definir aquella comunidad
excepcional donde destaca su multiculturalidad y cohesión dentro del panora-
ma mundial:
A nuestro parecer, y siguiendo los planteamientos de Jacques Rancière, el arte, 8 Ibid., p. 15.
independiente de su clasificación, tiene la posibilidad de articularse política-
mente a través de sus inquietudes de producción y reafirmando diferencia cul-
tural. Es por ello que advertimos una tensión inicial en la definición de comu-
nidad que sugiere la muestra. Si bien, subrayamos los criterios que consideran
las interacciones y relaciones en torno a lo latinoamericano -particularmente,
las desigualdades históricas y el pasado/presente indígena-, el vínculo con los
centros de la Colonia —España y Portugal— son presentados de manera ro-
mántica y pasiva, omitiendo aquel pasado marcado por la violencia, el trauma y
el desencuentro, iniciados en la Conquista, desarrollados en el periodo colonial
(e, incluso, la “poscolonialidad”), que agrupa a la región en cuestión. Dicho
quiebre se sostiene en la actualidad a través de procesos de asimilación formal
en el arte, respecto a los procesos de apropiación de los modelos culturales
hegemónicos. Lo anterior se ve ejemplificado en el siguiente fragmento del
catálogo: “Es quizá por esta razón, así como por la fuerza de las tradiciones
recibidas de Europa —transformadas por un mestizaje cultural sin paralelo
en el mundo— que, entre los muchos rasgos comunes de esta vasta geografía
multicultural de naciones hermanas, destacan el talento y la creatividad que
hay detrás de su arte popular”.8 Dado lo anterior, la noción de comunidad que
promueve Banamex presenta ciertas contradicciones con los fines que declara
como objetivos de la muestra, si pensamos en la idea de una comunidad que
defina lo latinoamericano en la actualidad.
El antropólogo chileno José Bengoa señala que “la diferencia principal y quizá 9 José Bengoa, La comunidad
fundante de nuestra sociedad respecto de otras, es la ausencia primigenia de reclamada. Identidades, utopías y
memorias en la sociedad chilena
una comunidad de iguales”.9 Desde una revisión acotada a nuestra historia,
actual. Catalonia. Santiago de Chile,
la tesis del autor tiene sentido en dos niveles: la comunidad indígena, que era 2006, p. 45.
asociación de iguales —de acuerdo al pensamiento de Bengoa—, fue destrui-
da por la Conquista y la Colonia. Desde entonces, el Reino de Chile se cons- 10 Ibid., p. 47.
Visibilizar dicha diferencia y desigualdad fundante en las prácticas artísticas 11 Ticio Escobar, El mito del arte y
populares, permite la reflexión crítica sobre cómo las relaciones que se estable- el mito del pueblo. Cuestiones sobre
el arte popular. Metales Pesados.
cen en las prácticas y discursos del arte popular transgreden la especificidad
Santiago de Chile, 2008, p. 13.
del campo artístico, cuestión que le permite al espectador indagar en aquellas
subjetividades e imaginarios específicos de los territorios. El arte popular, de
acuerdo a la lectura de Ticio Escobar, al ser inscrito en el lugar de lo no hege-
mónico, crece marcado por el estigma de lo que no es. Por ello sugiere caracte-
rizar el término “no solo desde la exclusión y la falta, sino recalcando un mo-
mento activo suyo: el arte popular moviliza tareas de construcción histórica,
de producción de subjetividad y de afirmación de diferencia”11 (Escobar 2008:
13). Si invertimos lo anteriormente señalado, es posible pensar que existe un
arte popular hegemónico; el mismo hecho de que exista la exposición y que
ella misma se sustente creando un círculo mercantil con los artesanos alude al
hecho de que se está abriendo un espacio de arte popular. Este canon visibiliza
ciertos temas y fuentes, pero deja en la sombra a otros. La cooptación de la
idea de comunidad —de la diferencia— por parte del mercado o el estado en
la actualidad, situada en cada contexto, comparte la idea del arte y su función
social, enmarcada en un giro ético en las formas de organizar y pensar el arte.
Por ello advertimos que aquellas sombras, donde lo político y lo estético con-
viven y difieren, aparecen en la muestra reforzando un colonialismo interno
al momento de crear categorías de arte y legitimarlas. Aquel “poder chiquito”
como diría Silvia Rivera Cusicanqui, construye y renueva dominaciones. Los
grandes maestros y, los otros, ¿los pequeños? En definitiva, un “poder chi-
quito” que, a veces, disfrazado de multiculturalismo despolitiza y neutraliza
prácticas que conscientemente han desarrollado discursos estéticos populares
descolonizadores.
III
Siguiendo la reflexión del punto anterior, algo que visibiliza la muestra, sobre
todo su exposición en Chile, es el interés de las instituciones políticas y cultu-
rales (o ambas), en torno a las políticas de articulación de diversos formatos de
identidad. Los gobiernos democráticos liberales, después de la caída del Muro
de Berlín, adoptaron aquellas tendencias intelectuales respecto a la diversidad
y la preocupación por los Derechos Humanos. Si bien comulgamos con dicho
discurso en sus ejes centrales, es necesario indagar en aquellas zonas que los
tensionan, y que dado el marco de la muestra, se instalan en la atención ética
sugerida por las instituciones.
Si consideramos que una de las definiciones que se entrega respecto a la cons- 16 Ticio Escobar, La identidad en
trucción creativa de las piezas, manual y artesanal, vinculada a la geografía lo- los tiempos globales. Ponencia del
autor facilitada para el programa
cal y heredera de un pasado indígena, mestizo o criollo, la visión de la otredad
de Estudios de Contingencia,
propuesta por la colección se desplaza a otro lugar común del arte latinoame- Seminario Espacio/Crítica. 2009,
ricano: el orientalismo o la exotización. Si nos detenemos a explicar lo anterior p. 25.
desde el arte, la declaración de la inclusión de la diferencia multicultural, el
arte popular tiende a ser valorado desde su alteridad más radical: lo exótico,
original, incluso, lo kitsch. En este sentido, Escobar crítica el macondismo y el
frikahilismo, pues se posicionan como interpretaciones que asocian lo latinoa-
mericano a lo pintoresco. Si bien no es el foco en ningún caso de la muestra,
existe cierta tendencia a flirtear con dicho posicionamiento que observamos
en cómo la historiadora de la colección resume la investigación como un viaje
digno de un relato de García Márquez. Esta visión construida desde el norte
académico (euro-estadounidense), mantiene así:
Conclusiones
Los peligros de una aplicación casual y liviana de conceptos del norte a sujetos 17 Jacques Rancière, El reparto de
del sur decantan en la construcción de un simulacro de lo popular. Aquella lo sensible. Estética y política. lom
Ediciones. Santiago, 2000, p. 7.
sensibilización de las elites, frente al pobre, la indígena o el inmigrante (al-
gunos inmigrantes), adopta un discurso retórico y esencialista, estableciendo 18 Ticio Escobar, Ibid., p. 1.
un reconocimiento —condicionado— que se justifica en un pasado quieto,
estático y arcaico, en temporalidades y espacialidades diferentes en el reparto
de lo sensible, es decir, aquella articulación entre maneras de hacer, formas de
visibilidad de esas maneras de hacer y modos de pensabilidad de sus relacio-
nes; estableciendo un régimen específico de identificación y de pensamiento
de las artes.17 El crítico de arte y curador paraguayo, Ticio Escobar, sostiene que
“la reemergencia del tema de la identidad en el debate crítico contemporáneo
se basa en el repliegue de grandes figuras que lo legitimaban en clave esencia-
lista (Nación, Pueblo, Clase, Territorio, Comunidad, etc.)”.18 Pero no solo es el
pasado, sobre lo que hemos reflexionado hoy se ajusta al presente del mundo
popular latinoamericano, los grandes maestros y los que no alcanzaron a serlo.
Este presente parece ser también quieto, estático y arcaico. Aquellas nociones
de original y origen, destacadas en la presentación del catálogo, sugieren la
recuperación estratégica de las demandas indígenas y la neutralización de su
pulsión decolonizadora. Al hablar de pueblos situados en el “origen” se niega
la contemporaneidad de estas poblaciones y se las excluye de las lides de la
modernidad. Se les otorga un status residual, y de hecho, se las convierte en
minorías, encasilladas de estereotipos indigenistas del buen salvaje guardián
de la naturaleza.
El término “arte popular”, desplegado desde la construcción de una idea de 19 Silvia Rivera Cusicanqui, Ibid.,
comunidad iberoamericana, afirma y reconoce, pero a la vez invisibiliza y ex- p. 60.
cluye a gran parte de la población. El multiculturalismo oficial descrito más 20 Jacques Rancière, Sobre
arriba ha sido el mecanismo encubridor por excelencia de las nuevas formas políticas estéticas. Editado por
de colonización. Las elites adoptan una estrategia de travestismo y articulan la Universidad Autónoma de
nuevos esquemas de cooptación y neutralización. Se produce así una «inclu- Barcelona. Barcelona, 2005, p. 15.
Se podría creer, hasta aquí, que la crítica realizada a la colección de gmapi se 21 Catálogo Exposición Gmapi,
detiene en aquello que no aparece en el relato de la exposición. Pues bien, ese México, 2011, p. 22.
era nuestro fin: traer a colación reflexiones e ideas que subyacen a la presen-
tación del arte popular latinoamericano que ofrece la muestra. No obstante,
es elemental destacar el aporte que ha hecho el equipo liderado por Cándida
Fernández de Calderón, en torno a la visibilidad y cuestionamiento sobre el
arte popular iberoamericano. Principalmente celebramos la rigurosidad inves-
tigativa y la promoción de instalar la discusión estética en torno a lo latinoa-
mericano, que hoy hemos querido profundizar. Por otra parte, es notable que
la historiadora declare en el texto que el espectador no debe detenerse solo a
admirar la colección desde el punto de vista artístico, sino reconocer el trasfon-
do económico y social determinante en la producción de estas obras. Sumado
a ello, al insistir sobre la noción de arte, sin prefijos ni sufijos, el interés de los
organizadores pretendía igualar a la categoría de artistas aquellos maestros y
maestras artesanos. Este propósito tendría un correlato simbólico y práctico en
función de la legitimación de la producción artesanal latinoamericana:
Bishop, Claire; Artificial hells: participatory art and the politics of spectatorship.
Verso. Londres, Inglaterra. 2012.
Escobar, Ticio; El mito del arte y el mito del pueblo. Cuestiones sobre el arte
popular. Metales Pesados. Santiago de Chile, 2008.
Van Rooden, Aukje; "La comunidad en obra. Jean Luc Nancy en diálogo con
Maurice Blanchot: un desacuerdo tácito". Revista Pléyade. Vol. 4, N° 1. Enero-
Junio 2011. [Consulta 02/06/2015] Dialnet-LaComunidadEnObra-3978561.pdf
últimos 60 años.
diversos medios, así como en
catálogos de exposiciones.
Quebrantahuesos 1950-1970
En los años 80 Enrique Lihn miraba con rapidez las artes de la izquierda y de 1 Enrique Lihn, Textos sobre arte.
la derecha, los deshilachaba como trapos sin peso. “—la izquierda dominante Recopilación, edición y anotaciones:
Adriana Valdés y Ana María Risco,
y la derecha dominadora—, se valen del arte. Una, como medio de agitación,
Ediciones Universidad Diego
y la otra como opio”. También miraba con preocupación lo que estaba pasando Portales, Santiago, 2008, pp. 431.
en la esfera de las disidencias: “La censura ha diversificado la “sutileza” del
discurso artístico, pero perpetuar un estado de censura, y un abuso de la am-
bigüedad, es bloquearse.”1
Para Lihn el asunto político del artes iba de la mano con la cocina, de entender 2 Enrique Lihn, Ibid., p. 432.
el quehacer artístico como un espacio de creación contaminado y desde allí
plantear procesos que develarán el presente. “Es cosa sabida que el arte no se
hace cargo de lo que vendrá. Adivina más bien el presente, incluso en la pers-
pectiva del futurismo: Lo muestra desde un ángulo inesperado. Lo inventa.
La palabra invención combina creación y revelación, la del que investiga. La
política del arte (no confundir con el arte de la política) consiste en efectuar,
rigurosamente, esa tarea”2
Esta particular forma de entender el flujo artístico como un espacio para in- 3 Francisca García, “Puesta
ventar nuevos presentes, ya lo podemos encontrar en sus inicios como poeta. en valor de una tradición
invisible: Guillermo Deisler y la
El joven Lihn participó durante los años 50 en colectivo “Quebrantahuesos”,
poesía visual chilena” [en línea]
grupo conformado por él, Nicanor Parra y Alejandro Jodorowsky. Las obras http://revistalaboratorio.udp.
producidas por este grupo instalaron por primera vez en Santiago3 un modo cl/num3_2010_art8_garcia/
de, que consistía en realizar collages con recortes de prensas, para plantear (consultado el 1/06/2015)
expresiones humorísticas como “Alza del pan, produce otra alza del pan”. Estos
juegos literarios eran instalados en espacios públicos como la calle Bandera
frente al Palacio de Tribunales y en las vitrinas del restaurante “El Rincón
Naturista”.
138 Neto
En una segunda capa de lectura, aquellos trabajos eran lenguaje público re-ar-
ticulado, y así, eran puestos en el espacio público para ser intervenidos. Tanto
forma como contenido lograban unirse y sortear la compleja relación que tiene
el arte de izquierda, con la natural tendencia a la historia de la pintura, de bus-
car la ilustración de las imágenes. No eran murales, no eran cuadros, no eran
dibujos, no eran estatuas; eran palabras de varios otros y que además tenían
un significado.
La operación resume muy bien los postulados de Lihn: utilizar el espacio co- 4 vvaa, Revista Manuscritos,
mún, un lugar de tráfico de sentidos oficiales (como lo son el diario, los medios Departamento Estudios
Humanísticos, Universidad de Chile,
de comunicación, la calle), como sustrato y cancha para la creación. En la pa-
Sede Occidente, 1975, p. 28.
labras de Ronald Kay: “No tan solo descubrirlos por sus modos y condiciones
de producción, sino principalmente por los efectos que genera su salida a la
calle: su inscripción en el cuerpo social vivo: multitud en tránsito (…) Utiliza
los procedimientos provocativos de afiches, letreros luminosos, vidrieras, es-
caparates y vitrinas.”4
Esta atención al lenguaje no romántico, no bello, no espectacular; puede verse 5 Jacques Rancière. Sobre
resumida como una constante en el arte chileno, que en el devenir de los años políticas estéticas, ed. Museu
d’art contemporani de Barcelona,
ha pasado por grupos y escenas, manteniéndose como un leitmotiv. Es más
Barcelona, 2005, p. 15.
bien el gesto que en los nombres de los artistas donde hay que poner el foco;
es la aparición de la palabra por un lado y del mundo real por otro. Nace la
preocupación por el territorio común, por el hábitat; comienzan a ingresar los
residuos banales de la aldea al mundo ficcional del arte. Un ejercicio político
sin duda, en cuanto a lo que Jacques Rancière define como político: “la polí-
tica consiste en reconfigurar la división de lo sensible, en introducir sujetos
y objetos nuevos, en hacer visible aquello que no lo era, en escuchar como a
seres dotados de la palabra a aquellos que no eran considerados más que como
animales ruidosos”.5
Los artistas y poetas en el siglo xx, en medio de los movimientos sociales que 6 Este concepto es tomado
comienzan a surgir en aquella época, empiezan a cuestionar su quehacer y de Enrique Lihn, se refiere a lo
“artístico”.
buscar nuevas formas de producción, que fueran coherentes con postulados
de una ciudad igualitaria. Se comenzó a cuestionar la belleza, el estatuto de
genio, y los medios de circulación de la experiencia estética; comenzaron a
inaugurarse nuevas formas de artisticidad6.
Próximo en el tiempo de los Quebrantahuesos encontramos el gesto de José 7 Milan Ivelic; Gaspar Galáz, Chile
Balmes, donde pega un recorte de diario —una noticia de la matanza de Santo Arte Actual, ed. Universidad de
Valparaíso, Valparaíso, 1988, p. 165.
Domingo— en una tela, para lo luego volcar sobre esta imagen la materia bru-
ta pictórica, el color vuelto cosa; el cuerpo de hombre por sobre el cuerpo de
la imagen. Le siguen a Balmes en cuanto a avance de la historia, el grupo Los
Diablos: jóvenes muchachos que en la primera mitad de la década del sesenta,
empezaron a mirar a y utilizar los desechos urbanos, overoles, objetos domés-
ticos, juguetes plásticos. Materiales externos al arte comenzaban a ingresar y
salir del cuadro. Estas operaciones surgidas en esa década se inspiraban en la
contingencia política y buscaban aportar esas otras imágenes, esas imágenes
que no estaban permitidas en el panteón de lo bello: “Las obras de los años
sesenta y comienzo de los setenta estaban íntimamente relacionadas con los
grupos sociales postergados; los significantes seleccionados vinculaban men-
sajes denotativas que apuntaban, sin rodeos ni retóricas elípticas, a situaciones
de vida concretas y reales”7.
La obra presentada por Vicuña en 1970 “Salón de Otoño” podría ser visto como
un buen ejemplo de este proceso, el trabajo consistió en la recolección de las
hojas caídas en otoño de los árboles del parque Quinta Normal y Forestal, para
luego ser depositadas en una sala del Museo Nacional de Bellas Artes. Esto
viene a cerrar prácticamente dos décadas de una producción experimental del
arte chileno. Por un lado la incorporación de la apropiación, del uso de lo mun-
dano para darle estatuto de arte; por otro la preocupación por lo que pasa afue-
ra del mausoleo de las obras, por el espacio público, la calle, la involucración
sensorial del espectador y finalmente la aparición de la gráfica, de lo reprodu-
cible, del documento como obra más que del objeto, la experiencia por sobre la
mercancía; la anulación de la obra como cosa de valor.
1973-1990
Surge el tav, un taller de artes visuales que funcionaba a nivel “oficial” como
lugar de producción de grabado, pero que paralelamente permitió generar un
espacio de diálogo donde los artistas que no habían salido al exilio podían
mantener un proceso de diálogo y de crítica. No es menor que se arme un
taller de gráfica, precisamente para generar resistencia. La tradición del graba-
do emparentado técnicamente con la imprenta, se impone como espacio para
poder establecer una producción artística sin recursos, dada la posibilidad de
la serialidad, lo cual permite una alta circulación de significados gracias a la
multiplicación de significantes.
Paralelamente al tav, el Departamento de Estudios Humanísticos de la Fa- 9 Justo Pastor Mellado, Revista
cultad de Ciencias de la Universidad de Chile lleva a cabo la publicación de Manuscritos y la Coyuntura Catalogal
de 1975 [en línea] http://www.
la revista Manuscritos a mediados del año 1975, la cual dedicaba su primer
justopastormellado.cl/gabinete_de_
único número al grupo Quebrantahuesos; a esa experiencia que 20 años antes trabajo/articulos/2003/20030714.
había irrumpido en Santiago. Qué otras razones podían tener sus autores sino html (consultado el 1/06/2015)
traer de vuelta, aquel gesto realizado en los 50, que operaba como desacato a la
norma de la lengua oficial. Esta publicación no solo tenía un valor simbólico
en el contexto de su lanzamiento, si no que grafica muy bien el estado anímico
de las cosas, de las relaciones entre poesía y visualidad. Como bien plantea
Justo Pastor Mellado, la operación se inscribe en un espacio entre visualidad
y crítica literaria; los contenidos de la revistas son diagramados por Catalina
Parra a modo de “libro de artista”, aunque la revista nunca se asuma como tal
públicamente.9
Entonces tenemos dos frentes, por un lado el tav, que encuentra en la gráfica
una posibilidad de mantener una producción artística, en un contexto adverso
y aprovechar los recursos de estas operaciones para mantener una resistencia
a la voz oficial; por otro lado tenemos la aparición del libro como soporte, como
espacio de trafico visual y textual a la vez, que además ya hace eco de las pri-
meras apariciones públicas de Quebrantahuesos.
140 Neto
Estamos asistiendo al refugio de la visualidad en la palabra, algo que años
más adelante será trabajado por Nelly Richard en la instalación de la Esce-
na de Avanzada; las imágenes deberán esconderse en su categoría de código,
encriptándose: el significante será travestido para poder ocultar y mantener
el significado crítico. Estos procesos “editoriales”, preparan el terreno para la
instalación de esta “escena”: momento altamente estudiado por la academia
chilena contemporánea. Por la misma razón no me detendré en ella en su
totalidad ya que sería imposible abordarla en este artículo. Sí podemos hablar
de algunos trabajos donde visualidad, texto y “lo público” siguen apareciendo
como una triada poderosa.
Gonzalo Díaz, por su parte, desarrolla la obra “La historia sentimental de la 10 Federico Galende. Filtraciones I.
pintura”, haciendo aparecer la silueta de la conocida mujer del detergente Klen- Conversaciones sobre Arte en Chile,
Cuarto Propio, Santiago, 2007.
zo. El artista asegura que este trabajo fue producto más bien de una urgencia,
la imagen la tenía en la retina de niño, lo acompañaba a todas partes. El gesto
consciente o inconsciente de Díaz, puede tener una segunda lectura; la re-
vuelta en escena del gesto de Los Diablos, vuelve aparecer lo popular, aquellos
que están en todas partes. Esta obra y “Pintura por encargo”, surgen de preo-
cupaciones semánticas con respecto a la creación de una obra, pero también
revisten de un carácter político; Díaz vuelve a traer a la palestra el mundo de
la aldea, el mundo externo de las bellas artes; el mundo del cartel publicitario,
del afiche. En sus propias palabras:
Pero si vamos hablar del devenir político del arte en Chile, es necesario de este
periodo establecer aquí los gestos de c.a.d.a (Colectivo Acciones De Arte). Este
grupo irrumpió a finales de los 70 con una serie de acciones de arte, usando
nuevamente la calle y los lugares de público tránsito como soporte.
Esta dos operación pueden plegarse, y ver como desembocan en el acto que ter-
mina por cerrar la experiencia c.a.d.a, con el famoso no+ (1983-1984). Acción
que consistió en salir a escribir en las calles el símbolo gráfico/textual “no+”
para que en los días posteriores fuera completado por transeúntes anónimos,
“no+ Tortura” “no+ Muerte” “no+ Dictadura” etc... La genialidad y economía
de medios de esta operación fue el clímax del colectivo. Pasaron al anonimato
de la masa entregando una herramienta visual, textual y operacional que per-
mitía que cualquier ciudadano fuera un artista político. Las aspiraciones de
Cecilia Vicuña, que cualquiera pudiera hacer arte, se estaban cumpliendo, al
igual que los deseos de Los Diablos de poder permear más allá del mausoleo de
las obras: que es el museo, el arte. El lenguaje estaba pudiendo expresar otras
configuraciones de la realidad (acabar con la dictadura) de una forma tal, que
era imposible reprimir.
1990-2010
Pareciera ser que las aguas se calman, el arte visual se repliega en su propio
parnaso; los artistas jóvenes formados en los noventa buscan distanciarse de
sus predecesores de la avanzada; el retorno a la pintura de finales de los 80
también incentiva una producción artística primeramente formal y el deseo
de internacionalización de muchos artistas hace ingresar el siempre complejo
lenguaje del “arte contemporáneo” o posmoderno.
Las únicas que levantaron la voz en ese momento, fueron las Yeguas del Apo-
calipsis que ya venían de finales de los 80’, marcando el pulso y poniendo el
grito de rechazo necesario a la tibia despedida del dictador. La intervención
“Tu Dolor Dice:Minado” es un buen ejemplo, obra realizada en un ex centro de
tortura y que consistió en la declamación de los nombres consignados en el in-
forme de la Comisión de Verdad y Reconciliación. Los nombres de las víctimas
de la dictadura que pasaban por el anonimato institucional eran vociferados.
142 Neto
Francisco Casas y Pedro Lemebel descosen la boca, abandonan el críptico len-
guaje escrito, vuelven a las raíces de la lengua madre de Sudamérica, que es
oral y rompen con esa “sutileza” del lenguaje de los años 80 que Lihn miraba
con preocupación. En la esfera de las “disidencias”, las Yeguas sacan las obras
de su escondite en la palabra escrita, para volver la palabra gritada el soporte
mismo de la obra.
Las Yeguas del Apocalipsis y Caja Negra, lograron revitalizar las artes que esta-
ban anémicas después de la dictadura; realizaron lo que se llama un “destape”
y así canalizar las energías necesarias para sublimar la pulsión obvia de que
el dictador había desaparecido. Pusieron el ojo en el pudridero, en la mancha
opaca, supieron dar la cara en un momento donde las bondades del capitalismo
tardío, parecían ser maravillosa para las artes nacionales.
Claro que también hay otros indicios, como las intervenciones callejeras, reco-
piladas en el libro calle y acontecimiento, que operan como depositario natural
de la contracultura intelectual de los años 80. Proyecto artístico que vuelve a
revisitar la ciudad, ahora sin la censura, con la libertad del deambular noctur-
no. Operaciones artísticas que se instalan como signos que sólo serán recibi-
dos por algún transeúnte azaroso, pequeñas marcas como el “cuadrado azul
sobre el plano de Santiago”: intervención de un mapa de la ciudad conformado
por nueve cuadros azules, que marcaban intersecciones de calles, donde el ar-
tista luego realizará una intervención con un cuadrado de tierra de color azul,
con la inscripción 1/9, durante una noche.
2011
Es con toda esta historia de lo político, de la forma de hacer aparecer en las artes
el lenguaje que nos constituye y sus posibles desmembramientos, que tuvimos
que “vérnosla” los que ingresamos a la escuela de artes después del terremoto
del año 2010. Llegamos sin tener idea de todo esto, de hecho cuando llegó el
2011, con toda su conciencia panfletaria pudimos ver reflotar una historia que
solo hablaba del c.a.d.a y bueno, algunas intervenciones urbanas prolongadas
en estéticas de la intemperie del dav. De Lihn ni hablar, era poeta y los poetas
en las escuelas de arte aparecen en el tráfico de pasillo, en la conversación
nocturna, no en las salas académicas (exceptuando el taller Masturbatorio 19).
Ya han pasado casi cinco años desde el 2011, ¿y qué hemos conseguido como
generación? Bueno creo que hemos conseguido el hecho de la inflexión, por-
que desde esos días hasta hoy, no han parado de caer una tras otra las institu-
En los días del 2011 volvió a reflotar aquello del arte político, los afiches, los
panfletos, los papelitos y las asambleas. Las noches en Santiago como la del
4 agosto, convencieron hasta al más incrédulo que el sonido de las cacerolas
traían consigo algo más que una moda pasajera. ¿Cómo hacer arte en ese con-
texto? Complejo, ya que muchas veces las intervenciones más delirantes, o
con mayor nivel del humor que tanto le preocupaba a Lihn, surgieron fuera
de las escuelas de artes. Happenings como el “Thriller por la Educación” o las
puestas en escena en las marchas, fueron obras artísticas que surgieron desde
el inconsciente colectivo y se organizaron por internet, trabajos por lo demás
que hacían directa alusión a la penetración del imaginario norteamericano y
así como su subversión para fines políticos. Intervenciones como “Las 1800
horas por la educación”, que consistió en trotar alrededor de la moneda por una
cantidad desconmensurada de horas continuas: puede ser vista para cualquier
teórico avezado, como una metáfora a la toma Sodoma y Gomorra del mito bí-
blico. O bien, los memes que pueblan las redes sociales operan perfectamente
como ejercicios de los Quebrantahuesos.
Desde aquellos días hemos sido varios los artistas que hemos incorporado el 11 Concepto acuñado por la
problema de lo político a nuestras obras, dejando de lado el cliché “de que todo teórica del arte Lucy Quezada en el
catálogo de la exposición de Cristian
arte es político”. Fue el quiebre del aquel año que remeció una buena parte de
Inostroza “Estrategias Múltiples”,
la producción artística de mi generación; en algunos casos abordando temas Galería Metropolitana, 2014.
directamente políticos en cuanto a las imágenes representadas y en otros en
los medios de producción. La obra de Melisa Rodriguez “Agua Bajo Tierra”,
que consistió en una video-performances donde la artista se desplaza cargando
una boya de metal por los distintos puntos de plan de Valparaíso, por aquellos
lugares donde ocurrieron a largo de la historia de la ciudad enfrentamientos
entre los movimientos populares y los statu quo. Los trabajos de Cristian Inos-
troza, como “Re-composición Periférica”, presentado primeramente Galería
Metropolitana y luego en diversos espacios de comunas de Santiago; el trabajo
consistía en una acción de “escucha colectiva”11, de pedirle a los diferentes ve-
cinos de Santiago, que graben algo que quieran decir, para luego amplificar
estos comentarios hacia la calle.
144 Neto
También pienso en la obra exhibida por Sebastián Calfuqueo en Galería Me-
tropolitana, “You well never be a weye”, videoperformances donde el artista
se viste con el disfraz típico de una Machi comprado en el barrio comercial
Meiggs de Santiago. Mientras realiza esta acción va narrando la exclusión de
la historia de la figura del Weye y cómo esto se proyecta en su propia biografía,
donde ha sido discriminado por ser homosexual y de ascendencia mapuche.
La intervención desarrollada por Cristian Rodríguez, en la galería “Cueva del
Conejo” denominada “El problema es que aquí no hay fractura” consistió en
una caja de luz con la frase del título de la obra, de la cual se desprendía un
cable eléctrico que si uno le seguía el rastro, llevaba a una casa demolida por la
mitad, a unas cuadras de distancia de la galería. Rodriguez restaura las ruinas
de dicha casa e instala un mobiliario quirúrgicamente fraccionado en la mitad;
planteado así un ficción de una vida que es fracturada por la expansión inmo-
biliaria que ha poblado este Santiago neoliberal.
Las máquinas deseantes siguen bramando por un otro orden del lenguaje, del
mundo, de la realidad. Un orden que no sea patriarcal, monárquico, republica-
no o disciplinario. Un orden que permita el flujo, la disgregación natural de la
tribu, la repartición infinita de lo sensible. Un orden que esté en armonía con
el mundo que no es bello, la necesidad de escribir otras historias y que estas
no sean escritas en piedras, descoser la boca, darle a esta Sudamérica una
imagen que no sea impuesta por los latifundios y sus esquizofrénicos deseos
de control.
Hacer del arte una posibilidad para la vida, para que la vida pueda acontecer
con toda su inabarcable realidad.
García, F., Puesta en valor de una tradición invisible: Guillermo Deisler y la poesía
visual chilena [en línea] http://revistalaboratorio.udp.cl/num3_2010_art8_
garcia/ (consultado el 1/06/2015)
Ivelic, M. & Galáz, G., Chile Arte Actual, ed. Universidad de Valparaíso,
Valparaíso : 1988.
Lihn, E., Textos sobre arte. Recopilación, edición y anotaciones: Adriana Valdés y
Ana María Risco, ediciones Universidad Diego Portales, Santiago, 2008
146 Neto
148
Nº 17 Nº 18
El problema de la historia en el arte contemporáneo. Definiendo naciones, escenas, artistas y estilos: los textos
Diego Maureira de catálogos y los contextos de la escena institucional del
arte de Chile durante los sesenta.
Sergio Soto Maulén
El giro estético del pasamontañas. Reflexión a partir De fachadas y desvíos del monumento.
del caso del Ejército Zapatista de Liberación Nacional
Oficina Futuro
(1994-2014).
Amapola Cortés Baeza La comunidad inconclusa.Relatos invisibles a propósito
de la Colección Grandes Maestros del Arte Popular
Norma y transgresión. Prácticas en torno a la imagen Iberoamericano.
devocional en las procesiones religiosas santiaguinas Gabriel Hoecker Gil
de los siglos xvii-xviii.
Daniela Villagrán Vega ¿Agitación u opio? El devenir político del arte en Chile de
los últimos 60 años.
Neto
Imagen portada:
Elías Adasme, A Chile (Registro fotográfico de
performance), 1979-1980. Cortesía de Artishock Revista.
© Elías Adasme.
www.revistapuntodefuga.com