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1era Lectura.
En aquel día, dijo el señor Dios: "No es bueno que el hombre esté
solo. Voy a hacerle a alguien como él para que lo ayude". Entonces el
señor Dios formó del suelo todas las bestias del campo y todos los
pájaros del cielo y los llevó ante Adán hombre para que les pusiera
nombre y así todo ser viviente tuviera el nombre puesto por Adán.
Así, pues, Adán les puso nombre a todos los animales domésticos, a
los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no hubo ningún
ser semejante a Adán para ayudarlo.
Entonces el señor Dios hizo caer al hombre en un profundo sueño, y
mientras dormía, le sacó una costilla y cerró la carne sobre el lugar
vacío. Y de la costilla que había sacado al hombre, Dios formó una
mujer. Se la llevó al hombre y este exclamó:
Salmo Responsorial
Pues recta es la palabra del Señor, y verdad toda obra de sus manos.
El ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su gracia.
Respuesta
Por su palabra surgieron los cielos, y por su aliento todas las estrellas.
Junta el agua del mar como en un frasco, y almacena las aguas del
océano. Respuesta
Sean dóciles los unos a los otros por consideración a Cristo: las
mujeres a su marido, como si fuera el Señor, porque el varón es la
cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la
Iglesia, que es su Cuerpo. Así como la Iglesia es dócil a Cristo, así
también las mujeres deben ser dóciles en todo a su marido.
Maridos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó
por ella, para santificarla. Él la purificó con el bautismo del agua y la
palabra, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha
ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada. Del mismo
modo, los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El
que ama a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su
propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida. Así hace Cristo por la
Iglesia, por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo. Por eso,
el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los
dos serán una sola carne. Este es un gran misterio: y yo digo que se
refiere a Cristo y a la Iglesia. En cuanto a ustedes, cada uno debe
amar a su mujer como a sí mismo, y la esposa debe respetar a su
marido.