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La Soledad en San Juan de la Cruz

“Y no sólo por eso se llama secreta, sino porque también esta sabiduría mística tiene propiedad de
esconder al alma en sí. Porque demás de lo ordinario, algunas veces de tal manera absorbe al alma y
sume en su abismo secreto, que el alma echa de ver claro que está puesta alejadísima y remotísima de
toda criatura; de suerte que le parece que la colocan en una profundísima y anchísima soledad, donde no
puede llegar alguna humana criatura, como un inmenso desierto que por ninguna parte tiene fin; tanto
más deleitoso, sabroso y amoroso, cuanto más profundo, ancho y solo, donde el alma se ve tan secreta
cuanto se ve sobre toda temporal criatura levantada. Y tanto levanta entonces y engrandece este abismo
de sabiduría el alma, metiéndola en las venas de la ciencia de amor, que la hace conocer, no solamente
quedar muy baja toda condición de criatura acerca de este supremo saber y sentir divino; sino también
echa de ver cuán bajos y cortos y en alguna manera impropios son todos los términos y vocablos con que
en este vida se trata de las cosas divinas, y como es imposible por vía y modo natural, aunque más alta y
sabiamente se trate en ellas (…)

Que esta propiedad tienen los pasos y pisadas que Dios va dando en las almas que Dios quiere llegar a sí,
haciéndolas grandes en la unión de su Sabiduría, que no se conocen.”

(San Juan de la Cruz, Noche Obscura, lib. II, cap. 17)

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