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FÁBULA

Era un día cualquiera de 1978; el día, era un día bueno, si los días
buenos existen, en la vida real nada es como en los libros acá no
existen finales felices, esto parecería una historia de amor pero
advierto antes de que se desilusione usted lector o oyente, esta es
una historia de guerra, por ese día yo estaba inmerso en una
partitura, interpretaba el Tom wingfield de Tennessee Williams, ella
estaba ahí sentada mirándome, pero estaba cansada, tenía dolor de
estómago, vómito, dolor de cabeza, decidí parar un instante y
decirle que se fuera a la casa, que cuando saliera le llevaría algo
para el dolor.

Pasaron las horas y la noche llegó, me puse mi abrigo y salí en


busca de medicinas, caminé por la séptima y llegué a la esquina de
la casa de ella. De pronto, algo me pasó por el cuerpo, me entró
como un presentimiento, algo más allá de lo que alguna vez había
sentido me poseyó las entrañas de mi cuerpo, ví la puerta del
edificio abierta.

Subí los 6 pisos de aquel frío pero colonial edificio, era un típico
edificio de esos antiguos que suele haber por todo el centro de la
ciudad, fatigado con un dolor en el pecho tal vez, culpa de este
sentimiento o del cigarrillo, ví la puerta del apartamento abierta.

Mi presentimiento se hizo más grande, con un nudo en el pecho y otro


más fuerte en mi alma, tome la perilla de la puerta, allí comprobé
que mi presentimiento tal vez podría ser real, los muebles de la
sala que eran de tela estaban completamente destruidos, nuestros
cuadros, nuestros libros tirados por todo el piso, en ellos se
reflejaban pequeños vidrios de unos cuantos platos rotos.

En mi desconcierto entré al cuarto y allí la vi, tendida en la cama.


sus brazos le abrazaban, estaba completamente desnuda, intenté
acercarme pero ella no quiso que le tocase, me senté en una orilla
de la cama. Allí, en silencio, sin decir una palabra, no entendía
muy bien lo que pasaba, pero tampoco quería preguntar, solo me senté
ahí. En ese cuarto. Con el espejo del tocador roto. Los cajones
fuera de su sitio. Papeles por todas partes. En ese oscuro y lúgubre
lugar me puse en la labor de recoger lo que pudiera ser arreglado,
desgraciadamente lo que está profundamente roto hasta el alma no se
arregla con babas o un abrazo. no soportaba ver todo roto.

Así permanecimos por unas horas hasta que su llanto cesó y casi
quedándose dormida dijo "Vinieron", " ¿vinieron quienes?", Eso fue
lo único que pude decir, yo sabía quiénes eran, no conocía sus
caras. Pero sabía de quién me estaba hablando. Los siguientes días
fueron una constante entre subidas y bajadas. Ese lugar tierno,
lindo en donde las horas acostados en el cuarto se pasaban con una
película y una taza de café, mientras caía el atardecer se había
convertido en un mar de llanto. De pesadumbres, como si la alegría
del mundo se hubiera escapado, pero lo peor para mi vida amorosa
pronto llegaría.

A la semana su padre le llama y le dice que apenas tiene 1 día para


empacar sus maletas y llevar lo más importante, pues se irían de
refugiados a otro país, esos días que pasamos en luto sin saberlo,
serían nuestros últimos días juntos, yo lo acepté. En mi inocencia
romántica creía que tal vez el tiempo nos volvería a encontrar. Yo
la espere, en serio la espere, pero como dije en un principio la
vida no es como en los libros, ella se fue y nunca más la volví a
ver. Las llamadas para saber de ella se fueron cada vez dilatando
más y más, hasta que un dia dejamos de hablar, ni siquiera me di
cuenta cuando nos volvimos tan lejanos, encontrar a alguien se me
hizo más difícil, es difícil cambiar un cuerpo por otro diferente,
acostumbrarse a un olor extraño, abrazandonos a ellos por las noches
con el mismo deseo de calor humano. Parece que no buscamos amor , ni
siquiera humanos, sino tan solo madrigueras de piel y huesos para no
morir de frío abrazados a otros labios.

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