Está en la página 1de 1

"Hay que conseguir desarmarse.

Yo he hecho esta guerra.


Durante años y años.
Ha sido terrible.
Pero ahora estoy desarmado.
Ya no le tengo miedo a nada, porque "el amor ahuyenta el miedo".

Estoy desarmado de la voluntad de prevalecer,


de justificarme a expensas de los demás.
Ya no estoy alerta, celosamente aferrado a mis riquezas.
Acojo y comparto. No me importan especialmente mis ideas, mis proyectos.
Si me proponen otros mejores, los acepto de buen grado.
Es decir: no mejores, sino buenos.
Lo sabéis, he renunciado al comparativo...
Lo que es bueno, verdadero, real, esté donde esté, es lo mejor para mí.
Por eso ya no tengo miedo.

Cuando ya no se posee nada, ya no se tiene miedo.


"¿Quién nos separará del amor de Cristo?" [...]
Pero si nos desarmamos, si nos despojamos,
si nos abrimos al Dios-hombre que hace nuevas todas las cosas,
entonces es Él quien borra el pasado malo
y nos devuelve un tiempo nuevo donde todo es posible"

(ATENAGORA, Chiesa Ortodossa e futuro ecuménico. Dialoghi con Olivier Clément,


Brescia 1995, pp. 209-211).

También podría gustarte