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La crisis del régimen

En el siglo xx México experimentó grandes cambios también en el aspecto demográfico. En el transcurso


de la Revolución la población mexicana no creció, sino que disminuyó aproximadamente un millón de
habitantes, como resultado del impacto de enfermedades, la escasez y, por supuesto, por la lucha armada.
Sin embargo, a partir de la década de los veinte creció de manera acelerada.

Entre 1910 y 1980 la población mexicana se cuadruplicó. Este acelerado ritmo de crecimiento implicó un
enorme reto para los distintos gobiernos en estas décadas, ya que debían proveer educación, servicios de
salud, electricidad, agua, vivienda y trabajo para todas las familias mexicanas.0
Por supuesto, el crecimiento de la población influyó en la distancia que había entre los habitantes que
contaban con los servicios fundamentales y, por tanto, con una mejor calidad de vida, y los que no tenían
acceso a beneficios básicos. Esta desigualdad se convirtió en un indicador fundamental de justicia social
que sigue vigente hoy en día.

A partir de 1976 el sistema económico consolidado durante el régimen presidencialista comenzó a dar
muestras de agotamiento y, a partir de entonces, las crisis económicas comenzaron a ser recurrentes.
Durante los años setenta los gobiernos del país se empeñaron en aumentar el gasto público para atender
las necesidades de una población que crecía cada año, un proceso que los críticos del sistema político
veían como una expresión más del populismo. Durante los gobiernos de Luis Echeverría y José López
Portillo aumentó el número de empresas pertenecientes al Estado y se recurrió a la deuda externa para
financiar obras públicas, lo que originó una fuerte crisis económica que se agravó con la caída de los
precios del petróleo a principios de los años ochenta.
 
Mientras que el peso se devaluaba en relación con el dólar, el campo mexicano dejó de suministrar los
productos que el mercado interno necesitaba; la industria nacional —protegida durante muchos años por
el régimen político— comenzó a mostrar signos de ineficiencia y poca competitividad. La crisis
económica condujo a un aumento de la deuda externa, que crecía año con año; como respuesta a esas
crisis, a partir de los años ochenta comenzó a aplicarse un nuevo tipo de política económica desde el
gobierno. Influenciados por las teorías neoliberales, los gobernantes comenzaron a llevar a cabo una serie
de reformas profundas, como vender muchas de las empresas que pertenecían al Estado (proceso
conocido como desestatización), y proclamar una apertura económica que consistía en dejar de proteger a
la industria nacional y fomentar la integración de la economía nacional al mercado global. ¿Recuerdas el
tema de la soberanía nacional que estudiaste en la unidad 1? La desestatización y la entrada de nuestro
país a una economía global son procesos que han modificado profundamente la condición soberana de
México.
 
Durante la segunda mitad del siglo xx creció la oposición al sistema presidencialista. Después del
movimiento estudiantil de 1968 se multiplicaron en distintos sectores de la sociedad mexicana las
demandas por una democracia efectiva, imposible en un régimen en el que el partido oficial ganaba
prácticamente todas las elecciones locales y federales. A pesar de que los partidos políticos estaban
permitidos, se les negaba el acceso al ejercicio del poder político (por ejemplo, en las gubernaturas de los
estados de la república y en los municipios) y a los puestos de representación política (como las cámaras
de diputados y senadores). En 1977 el gobierno propuso una reforma política que fortaleció a los partidos
políticos al otorgarles financiamiento y espacio en los medios de comunicación masiva, al tiempo que se
establecía una representación proporcional para que se asegurara su representación en la cámara de
diputados.
A lo largo de los años ochenta, los partidos políticos de la oposición crecieron, en buena medida alentados
por la crisis económica, al punto de disputar la presidencia de la república en las elecciones de 1988. Un
año después, en 1989, el gobierno admitió el primer triunfo de un gobernador de oposición.
 
En 1990 se fundó una nueva institución independiente del gobierno para organizar las elecciones: el
Instituto Federal Electoral (IFE), que preparó el campo para una competencia equitativa de los partidos
políticos. En 1997 el partido oficial perdió el control de la cámara de diputados, y en 2000 un candidato
de oposición por primera vez ganó las elecciones para presidente de la república.

En lo que va del siglo XXI la vida política de México ha estado marcada por la alternancia en el poder y
por la existencia de varios partidos políticos con representación nacional.

El camino recorrido desde los días de la Revolución Mexicana ha sido muy largo. El levantamiento
armado inició por una serie de demandas políticas y sociales concretas, como la democracia y el reparto
de tierra y, aunque la guerra terminó y provocó cambios profundos en la sociedad mexicana, las
exigencias sociales continuaron. Aún hay grandes problemas que resolver, como el acceso de toda la
población a servicios básicos y un reparto más equitativo de la riqueza que ayude a disminuir la distancia
entre ricos y pobres. Muchas de las ideas y objetivos de la lucha revolucionaria siguen vigentes y son
asumidos, hoy en día, por ciudadanos comunes y una gran cantidad de movimientos sociales que
continúan en la búsqueda de un México más justo, democrático y libre.

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