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Maxim P.A.M.

Kerkhof
Radboud Universiteit Nijmegen

LA HISTORIA DE LA VOZ ‘ESNOGA’ EN EL PORTUGUÉS


DE LA COMUNIDAD SEFARDITA DE AMSTERDAM

Este artículo estudia la historia de la voz esnoga = sinagoga en el portugués


de los sefardíes de Amsterdam. El autor demuestra que este vocablo ya está
documentado en el portugués del siglo XVI y antes. Contra lo que se ha
afirmado, la presencia de ‘esnoga’ en el portugués de los sefardíes de Ams-
terdam no es atribuible a la influencia del judeoespañol, sino al contrario,
‘esnoga’ debe considerarse como un lusismo incorporado al judeoespañol.

La mayoría de los conversos y criptojudíos ibéricos que a partir del siglo XVI
se fueron estableciendo en Amsterdam era de origen portugués. Eso explica
por qué, cuando se fundaron las congregaciones judías (Bet Jacob, Nevé
Salom y Ben Israel, que en 1639 se unieron en una sola comunidad, llamada
Talmud Torah), se predicaba en la sinagoga en portugués, y por qué están
redactados en esa lengua la mayor parte de los sermones [sermões], los
reglamentos de las instituciones caritativas –como aquella que De Barrios
llama “Sancta Hermandad de las huérfanas” (“Santa Companhia de dotar
orfans e donzelas pobres”)–, los libros en que se registraron las decisiones
tomadas por la Junta de la comunidad sefardí, los llamados Livros dos
Acordos, los Livros de Pregões (en los se escribían los anuncios que los
parnassim [administradores] hacían a los miembros de la comunidad), y
muchos de los epitafios de las sepulturas del siglo XVII (y probablemente
también de las del siglo XVIII), del Bet Haím, el cementerio de la comunidad
sefardí de Amsterdam en Ouderkerk aan de Amstel.
Aunque con el tiempo el neerlandés llegó a ser la lengua de uso cotidiano,
se mantuvo el portugués como lengua utilizada en la sinagoga (por
portugueses y españoles) y como lengua familiar (naturalmente, en las
familias de origen portugués) hasta bien entrado el siglo XIX. El español,
además de ser la lengua de los sefarditas españoles, y hablada también por
muchos portugueses, era en la comunidad judía sefardí –llamada la ‘nação
portuguesa’–, la lengua literaria por excelencia y la lengua de las traducciones
literales (‘palabra por palabra’) de la Biblia y de textos litúrgicos.
Fuks y Fuks-Mansfeld (1975: 174), los editores de las Memorias do
estabelecimento e progresso dos judeos portuguezes e espanhões nesta
famosa cidade de Amsterdam (hasta 1775) de David Franco Mendes,

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atribuyeron la presencia del vocablo esnoga en el portugués de los judíos
amsterdameses a la influencia del ladino, empleado por estos editores como
sinónimo de judeoespañol.
En este breve estudio quiero demostrar que, a mi juicio, esta hipótesis
resulta muy dudosa, por no decir insostenible. Pero antes de entrar en la
materia principal, conviene que definamos los términos judeoespañol y
ladino, para evitar malentendidos.
El término judeoespañol (‘español sefardí’, ‘sefardí’ o ‘judezmo’) es
usado por la mayoría de los especialistas para recoger bajo un denominador
común las variedades diferenciadas del español (con toda clase de diferencias
diatópicas, diastráticas y diafásicas), que se habían desarrollado a partir de la
segunda mitad del siglo XVI, pero sobre todo en el XVII (cf. Lleal, 1992: 26)
en las comunidades de los judíos sefarditas, aisladas de España, en el imperio
otomano (Yugoslavia, Grecia, Rumania, Bulgaria y Turquía), y en Egipto y el
Norte de África (Marruecos). Hasta la Segunda Guerra Mundial fue hablado y
escrito todavía por un gran número de judíos sefarditas.1
La cosa se complica al hablar del ladino, porque este vocablo se usaba y
sigue usándose todavía con diferentes significados. Por ejemplo, Pieterse
(1970: XV), Fuks en Fuks-Mansfeld (1975: 174, 176, 178, 180,
respectivamente s.v. ‘esnoga’, ‘judesmo’, ‘parassa ladino’2, y ‘tálamo’),
Pascual Recuero (1977, II: 89)3, Bodian (1997: 106) y muchos otros, emplean
ladino como sinónimo de judeoespañol. Como se sabe, ladino significaba en
la Edad Media ‘romance’, por oposición al ‘árabe’ (cf. Corominas-Pascual
1980, s.v. ‘ladino’).4 Las “Letras Ebraycas E Ladinas”, a las que se refiere en
el Termo do ymventario da ympresão ebrayca quetem o noso Talmutora de
seu cabedal (1621) (apud Paraira y Da Silva Rosa, 1916: 23), son desde luego
las letras hebraicas y las latinas. En la cláusula 37 de los estatutos de 1639 de
la congregación sefardí de Amsterdam, donde figura la decisión de que sin
permiso del mahamad no pueden ser impresos ‘livros ladinos’, se refiere
claro está, a libros escritos en portugués o español (GAA, 334, 19/25; véase
también Bodian, 1997: 116). En 1648 un tal Samuel de Casseres fue
nombrado traductor y escribano para traducir “todos os papéis que ao
mahamad viereim em ebraico [...] em ladino”, y para copiar “em ebraico e
ladino todas as kitubot [contratos matrimoniales] que as partes quizerem se
reziste” (GAA, 334, 19/245). Es evidente que en este caso ladino equivale a
portugués, la lengua oficial de la comunidad (cf. Pieterse, 1968: 59, nota 1, y
151). En la portada del libro de oraciones intitulado Orden de oraciones de
mes arreo sin boltar5 de vna a otra parte... (ROS. 19C8), la primera obra que
en 1618 salió de la propia prensa de la asociación Talmud Torah de la
comunidad Bet Jacob, se lee entre otras cosas: “Y las Bakassot al principio en
ladino con la pronunçiaçion Hebrayca escrita en Hespannol. Aquí se hace una
clara distinción entre ladino y hespannol. Se trata de una traducción al
español ‘palabra por palabra’ (texto en ladino) de las ‘baqasot’ [oraciones de
petición de perdón], y el texto en hebreo va representado en caracteres
españoles (Hespannol). Otro ejemplo ilustrativo en que se distingue
claramente entre ladino y español se encuentra en la portada de una edición

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