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DA REFORMA TOMISTA quiera, de la unidad, del bien, de la verdad y de la belle- za. De este modo, e] Dios de la religion se ha convertido aqui, verdaderamente, en el principio supremo de la inte ligibilidad filosofica, pero se puede afadir que este mis. mo principio de inteligibilidad coincide por su parte con el Dios de la religion. Coincidencia que no es realizable sin peligro para la divinidad de Dios ni para la inteligibi lidad del principio mas que en el caso unico en el que, al determinarse todos los problemas a fin de cuentas en el plano del acto de ser, la causa radical de todas las existencias es, al mismo’ tiempo, su principio supremo de inteligibilidad. Tal es, en efecto, el Dios de Santo Tomas de Aquino. No solamente el principio, sino el creador, y no solamen- te el Bien, sino el Padre. Su providencia se extiende has- ta el menor detalle del ser, porque su providencia no es sino su causalidad. Causar un efecto es proponerse obie- nerlo, también debe decirse de todo lo que es y obra que depende inmediatamente de Dios en su ser y en su opera- cién”. Lo que es eternamente en si mismo, el Dios de Santo Tomas lo contimiia siendo en cuanto causa de los acontecimientos. Las criaturas que pasan en el tiempo le dan nombres diversos, pero cada uno de estos nombres indica una relacidn que se extiende de las criaturas a El, no de El a las criaturas. El hombre reconoce a este crea. dor como su supremo dueio: denomina Dios a su Sefior. EI hombre peca y se pierde, pero el Verbo se hace carne para salvar al hombre: éste llama a Dios su Redentor. Toda esta historia se desarrolla segan el tiempo y en un mundo que cambia pero el propio Dios no ha cambiado més que una columna, la cual pasa de derecha a izquier- da segun vamos y venimos delante de ella. Creador para aquellos que crea y a los que su eficacia eterna rescata a cada instante de la nada, Dios es Salvador para aquellos que salva y Sefior para los que profesan servirle; pero creacién y redencién no son en El mas que su accién que, como sut poder, es idéntica a su propio existir®, Para que 31. Sun, theol, I, 22, 13, ad Resp. 38. Sum, theo.” 1! 13,7, ad Resp. ¥ ad Im, Aqui no se trata evidentemenie mas que ile’ definir un tipo de relaciones. unila. terales, cuya existencia debemos afirmar, pero que no podriamos 240 UNA NUBVA ONTOLOGIA rrimer principio de la filosofia se juntara con el Dios fete religion, ¥ para que.el mismo Dios de Ta religion fuese, a la vez, el Autor de Ja Naturaleza y el Dios de Ja historia, habia sido preciso, pues, perseguir el sentido del nombre de Dios én su implicacién existencial més profunda, Yo soy es el tinico Dios de los fildsofos y de Jos sabios, es también el de Abraham, de Isaac y de Tacob. 2. Una nueva ontologia S ha dicho a menudo que su concepeién de lo real y dei ente domina la metafisica de Santo Tomés, y, en Consecuencia, toda su filosofia ” Nada es més exacto: Qui- 74 habria que ir incluso més lejos y decir que es la exis- tencia misma de una filosofia propia en Santo Tomés, lo que esta nocién acusa, Por no haberla comprendido en concer, Esto, que es cierto de la ereacin, lo es infnitamente sere ania dels. Encarnacion, cl milo, de fos mulagros al ‘gus :odos fos demas estan ordénados. (Cont. Gent, 1V, 2). La enn cutcadn a mis qu como un empl pa HSditneme impresionante de lo reduction de un aconteximen tear divine comp x ou cause BaP Aerea Ge ia nowion Ge cnie como piedra angular de Ja fitosata de Santo Tomas, ver Not aang, De vertate fund siesal skiccophigs ghrtrinjee,Trbvoure (ues), Societe Saint Pen oats pacheutarmente: Pntfoductio by; RVISGUR, y cap. Pry. ia Come ymrvatecion general'al problema, cénbultar FaeBca Ouse Lunia dt san Fommaso. sagei0 fosofieo Moma all concécloe tomsta, Milan, Vita © Penslera, sd Gon ntroduccon ala see Nistorea lost. al problems Geir contusion metafisica de los ents, no se podria recomen Gericom ta obra de Aime onsen La siricre mstapiy. oa ae Ooi eet Thomas Aqui, Parks VR, 1551" Acerca del cavdeter “existencial” de Ta-nocién tomista de rent Beye Entemialoe er dete are, renal At ie Bar Manuva Sept long. sur Petre et les premiers Pines dela aon spain, Pars F Teas, Sd. parce ents pp, 2650 9" Pn ‘also, Cour tte Fentence’di des existants, Paris, Hartmann, 197, Ly OEINetb tron Eee ma convert” Seling und Geta ds Grn ae ee a ait orn des hi. Thoms von Again en Ber fader Geschichte dey Philosophie tnd Théotogie des Mittellters, SESH Slater cs 1958 2a LA REFORMA TOMISTA su originalidad y su profunidad, excelentes historiadores creyeron poder decir que Santo’Tomés no hacia sino re- petir a Aristételes, otros, que no habia sabido repetirlo correctamente, otros, finalmente, que solo habia logrado un mosaico de fragmentos heterdclitos, tamados de doc- trinas inconciliables y a los que ninguna intuicién domi- nante acababa de unificar. Reconozcamos, ademas, que sus intérpretes més célebres han deformado, a veces, la nocién tomista del ser, y, al mismo tiempo, toda su doc- trina. Los malentendidos que dificultan este problema tienen su origen, en primer lugar, en la estructura de la raz6n humana, Este es un punto al que tendremos que volver. Esos malentendidos se deben también, en cierta medida, a dificultades de terminologfa que son particularmente molestas en francés. La lengua latina que usaba Santo Tomés ponia a su disposicién dos vocablos distintos, para designar un ente, ens, y para designar el acto mismo de ser, esse, La lengua francesa, en cambio, no dispone més que de un tinico vocablo en los dos casos; un étre y étre significan, a la vez, Io que es, y el hecho de que lo que €5, €8 0 existe, Ahora bien, como tendremos ocasién de cerciorarnos, se trata de dos aspectos de lo real que el andlisis meta. fisico debe cuidadosamente distinguir. Si se vacila ante el inusitado étant, es generalmente preferible no traducir el esse del que habla Santo Toms por el término «étre», sino traducir ens por «étre» y esse por «exister» ®. 40, La raz6n por la que Santo Tomas evité el empleo té- nico de existere, para designar el acto de ser, parece haber sido doble, En primer lugar, esse basta para designar este acto, 1an- to més cuanto que es ia raiz de la'que derivan ens y essentia; ahora len, veremos que Sanio Tomds tiene interés por man tener intacia la unidad de este grupo verbal y las filisciones de sentido que implica. Ademés, se verd que existere no tena en esta época el sentido de exisiencia actual que Ie atribuimos, Se ‘observara que no siempre es necesatio traducir eyts con este Ti gor, pues el propio Santo Tomas empled con frecuencia ens con Ta Connotacion de esse; pero casi nica hay que traducit esse ‘como ens, y todavia menos ipswn esse, pues el empleo de este infinitivo ‘corresponde casi siempre al sentido existencial de ac- to de ser en el pensamiento de Santo Tomas, La Unica excepcisn importante a esta regla de terminologia es el caso en el que, conservando el lenguaje de Aristoteles alli donde su pensamlen: 242, UNA NUEVA ONTOLOGIA Partiendo, con el propio Santo Tomas, de los entia, 0 entes, que estan dados en la experiencia sensible, los desig- naremos por el término «sustancias». Cada sustancia for- ma un todo completo, dotado de una estructura que ana- lizaremos y que constituye una unidad ontoldgica, una unidad de Ser, si se prefiere, susceptible de recibir una de- finicidn, En tanto que la sustancia puede ser concebida como una y definida, toma el nombre de sesencias. La essentia no es sino la’ substantia en tanto que susceptible de definicién. La esencia es, exactamente, lo que la defini- cién dice que la sustancia es. Por esta razén, incluso, Santo Tomés, siguiendo aqui la terminologia de Aristéte- les, introduce un tercer vocablo en su descripcién de lo real. Manifestar lo que una cosa es, es responder a la cuestién guid sit: as{ pues, en tanto que expresada en la definicién, la esencia se denomina la «quididad». Sustan- cia, esencia, quididad, es decir, la unidad ontolégica con- sreta considerada en s{ misma, considerada como suscep tible de definicion, tal es el primer grupo de términos de los cuales habré que hacer uso constantemente. Estén demasiado estrechamente emparentados para que no se produzcan deslizamientos de uno a otro, pero se debe saber, cada vez que sea necesario, levarlos a su sentido primitivo, Puesto que la esencia es la sustancia en tanto que cog- noscible, debe incluir a esta dltima en su ser completo, y no solamente tal o cual de los elementos que la com. ponen. La sustancia se define a veces como «un ser por sf». No es falso, pero no es toda la verdad, y es comple- to Ip supera més decisivamente, Santo Tomés emplea el término fesse pata designar la sustancla, Por otro. lado, tiene. euldad fen precisar cuando, en este aso, este termina no. designa el fesse tomado en absolute, sino solamente accidentalmente. Ver Sion, theot, 1,104, 1, y Cont. Gent, Ul, 21, ad Adhue, cum one ‘quod fit, La tiniea solucién ‘satistactoria ‘del problema. seria te fer coraje para retomar la terminologia probada en cl siglo XVIT por algunos, escolasticas franceses, que traduclan es por état, Yressespor ire. Esto-es lo que harlamos hoy, si pudidramos re. Comenzar. En iodo caso, las iraducclones francesas que’ tradi fen ens. esse por dive, indistintamente, hacen completamente inimeligible cl pensamiento de. Santo Tomas, ‘Baez empleaba a existentia para traducit, en latin, esse, que 0 lo es apenas. ‘Hsu'es nuestra excusa por haber empleado existr. 243 LA REFORMA TOMISTA tando esta formula como es debido como se descubre el sentido propio de la nocién de esencia. Efectivamente, la sustancia no es concebible, y, en consecuencia, no es de- finible, a menos que se la piense como tal sustancia de- terminada. Debido a ello, «un ser por sf», que no fuera Por otro, o bien seria Dios, o bien no podria existir sin determinacién complementaria. Esta determinacién la aporia unicamente la esencia. Hay que definir, pues, Ia sustancia, como una esencia, 0 quididad, que puede ser por si, si recibe su propio esse‘! Esto se comprenderd mejor todavia al examinar el sentido de la formula «ser por sf». Tomemos una sustan- cia cualquiera, un hombre por ejemplo. Se dice que exis- te por sf, porque es una esencia distinta que contiene en sf todas las determinaciones requeridas para su existen cia a condicién, no obstante, de que aquella sea, es de- cir, que tenga el acto de existir. Las otras determinaciones complementarias lo seran al mismo tiempo, y lo serén por ella. En cuanto que es un animal, un hombre debe tener necesariamente un cierto color ¥ una cierta talla, ocupar en el espacio un cierto lugar y una posicién. Se denomina sustancia al sujeto de estas determinaciones complementarias que reciben el nombre de accidentes. En nuestra experiencia, sin duda, existen mas accidentes sin sustancias que sustancias sin accidentes, pero son los accidentes los que pertenecen a Ia sustancia, no Ia sustan- cia a lo accidentes. En este punto puede producirse un equivoco. Se dice que el tomismo consiste en imaginar la estructura de lo eal como andlogo a la del lenguaje humano. Las frases estdn hechas de un sujeto y predicados, Iuego Santo To- ms habria concluido de ahi que lo real esta hecho de sus- tancias, de las que se predica accidentes, y accidentes que son atribuidos a éstas. Esto es equivocarse sobre su pen- samiento y confundir su logica con su metafisica, Plan. tear el problema del ser, y definir este tipo de entes que Dil, Sum, teal, 1 3 5,.ad 1m. Hablando con todo rigor, s6lo ios es un ens per’ sé, és decir, como veremos, Un ser cuya esen- cla sea existir. Tampoco Dios és una sustancia, El término “sus- fancia” designa siempre una esencia o quididad capaz de existir Bor st, siempre que este actualizada por su propio actus essere 248 UNA NUBVA ONTOLOGIA se denominan sustancias, es comprometerse en la densi- dad de lo que existe. El lenguaje analitico que se utiliza para describirlo significa, por tanto, un objeto situado més allé del propio lenguaje, y al cual se esfuerza por ajustarse el lenguaje, Hablar de cosas como de sustan- clas no es concebirlas como grupos de accidentes unidos a un sujeto por alguna cépula; todo lo contrario, equivale a decir que se establecen como unidades de existencia, de las cuales todos los elementos constituivos son, en virtud de un tinico y mismo acto de ser (esse), que es el de la sustancia. Los accidentes no tienen una’ existencia en sf, que se afiadirfa a la de la sustancia para comple- tarla, No tienen, pues, otra existencia que la suya. Exis- tir para ellos es, simplemente, 0, como también se dice, su esse es inesse®. El pleno sen- tido de la expresin «ser por sf» se revela aqui en su profundidad. La sustancia no existe por s{ en el sentido de que no tendria causa de su existencia: Dios, el tinico que existe sin causa, no es una sustancia; existe por sf en el sentido de que 1o que ella es le pertenece en virtud de un acto tinico de existir, y se explica inmediatamente por este acto, razén suficiente de todo lo que es. El anilisis de lo que forma el ser de las cosas puede hacer, pues, abstraccién del accidente, desprovisto de ser propio y fijaree en la sustancia. Las dnicas sustancias de las que tenemos una experiencia directa son las cosas sen- sibles cuyas cualidades percibimos. Una propiedad de estas sustancias digna de seftalar es el ser distribuibles en clases, de las cuales cada una es objeto de un con- cepto, él mismo expresable por una definicién. De cual- quier manera como se interprete, es un hecho que pen- samos por ideas generales, 0 conceptos. Para que este he- cho, que es real, sea posible, es preciso que el dato de nuestra experiencia sensible sea al menos conceptualiza- ble, es decir, que su naturaleza se preste al conocimien- “Nam accidentis esse est inesse", In Metaphi, lib. V, lec 9, n, 894; p. 286, Solamente tiene una ‘existencia relativa y to mada: “Esse enim album non est simpliciter esse, sed secun- dum quid’, op. cit, ib, VIL, lect. 1, m, 1256; p. 377. Los acciden- tes no son’ entes, sino los entes de’ un ente; “non dicuntur sim: plieiter entia, sed entis entia, sicut qualitas et motus", Op. cit, ib. XII, lect. 1, n. 419, p. 683. 245 LA REFORMA TOMISTA to mediante conceptos. Designemos, pues, con un término distinto aquello que, en lo real, hace posible su conoci- miento conceptual. Llamemos a este elemento la forma de la sustancia. Diremos entonces que toda sustancia im- plica una forma, y que es en virtud de esta forma como una sustancia s¢ clasifica en una especie determinada °, cuya definicién expresa el concepto. Por otra parte, tam: ign es un hecho de experiencia que las especies no exis- ten como tales; chombre» no es una sustancia; las tinicas sustancias que conocemos son individuos. Debe haber, pues, en el individuo un elemento distinto de la forma, aquel que, precisamente, distingue a unos y otros repre- sentantes de una misma especie. Designemos, a su vez, este nuevo elemento de lo real con un término distinto. Llamémosle materia. Diremos entonces que toda sustan- cia es una unidad de ser que, a la vez e indivisamente, es Ja de una forma y una materia“ Preguntarse lo que auto- iza a decir de esta sustancia que es un ente (ens), es preguntarse si lo que hace que ella sea, debe buscarse en su materia, o en su forma, 0 en el compuesto que cons- tituye su unin, Que la materia no es lo que hace que la sustancia sea, se reconoce en que la materia no es susceptible de exi tencia aparte de una forma cualquiera. Es siempre la ma- teria de una sustancia Ja que, porque tiene una forma, es objeto de concepto y definicién. Por otra parte, por esta raz6n la materia puede entrar en la composicién de la sustancia sin romper su unidad sustancial. Considerada precisamente en tanto que materia, aparte del todo del que forma parte, no existe: «En efecto, el ser (esse) es el acto de aquello de lo que se puede decir: esto es; ahora bien, no se dice de la materia que es; no se dice sino del todo; luego no se puede decir que la materia sea; es la sustancia misma la que es lo que es» ®. No teniendo exis- 43. In Met, lib. IL, lect. 4, n, 320, p. 108. 44. “Relinguitur ergo quod nomen essentiae in substantiis compositis significat id quod ex materia et forma componitu Sto, Tonds De AQuINo, De enve et essentia, cap. II; ed. M. D. Ro: LaNDGosseLin, Paris, J. Vrin, 1926, p. 8, I, 1314. Ct. "Essentia in substantils compositis ssignificat compositum ex materia et for- ma”, CAYETANO, De ente et essentia, cap. Il, n. 26, p. #3. 45. Cont, Gent, lib. Ul, cap. 54, 246 UNA NUEVA ONTOLOGIA tencia propia, Ia materia no podria causar la de la sustan- cia. Ast pues, no es en virtud de su materia por lo que se dice de una’ sustancia cualquiera: es un ente (ens), ¢s. La misma consecuencia se impone del lado de la for- ma y por la misma razén. La forma es, ciertamente, un elemento de la sustancia mas noble que’la materia, pues- to que es ella la que determina y le confiere la inteligibi- lidad. La forma de un individuo humano, Sdcrates por ejemplo, es aquello por lo cual la materia es la de este cuerpo organizado que se denomina cuerpo humano. La materia no es sino una potencialidad determinada. El pa- pel propio de la forma es, pues, constituir la sustancia como sustancia. Como dice Santo Tomas de Aquino, es el complementum substantiae lo que asegura su constitu: cida*. Concebida de este modo, la forma es aquello por To cual Ta sustancia es lo que es. Se ha reconocido en ello Ia distincién, que lego a ser tradicional en los lectores de Boecio, entre el quo est y el quod est °, distincién cuyo papel es considerable en ia doctrina tomista, pero que, por su tendencia mas profunda, esta doctrina intent constantemente sobrepasar. Es importante comprender en qué plano plantea San- to Tomas los problemas cuando los examina desde el pun- to de vista de la sustancia. En el orden de lo finito que ahora consideramos, lo tinico que existe son las sustan- cias. Compuesta de ‘materia y forma, cada una de ellas es «algo que es», un ens especificamente determinado, Todo problema rélativo al orden de la sustancia se plan- tea, pues, con pleno derecho en el plano del ente, pero no podria sobrepasarlo. Explicar un ente como sustan- cia es decir por qué razén este ente es lo que es. Esto es ya mucho y hemos visto a Santo Tomés admirar a Pla- t6n y Aristételes por haberse elevado hasta ahi. Sin em- argo, esto no es todo, pues una vez explicado por qué un ence es Jo que es, queda por explicar lo que hace que exis- ta, Puesto que ni la materia ni la forma pueden existir 46, Loc. cits ad Deinde quia 47, Para la historia de esta distincién ver M.D, Rotann-Gos seu, 0, P. Le De Ente et Essentia de S. Thomas @Aguin, Po- ris, J. Vrin, 1926, If. La distineién real entre la. esencia y el Sef, pp. 137-205 247 LA REFORMA TOMISTA por separado, se ve que la existencia de su compuesto es posible, pero no se ve cémo su unién podria engendrar Ia existencia actual. ;Cémo puede surgir la existencia de lo que no es? Hay que hacer pasar el ser al primer lugar, como el iiltimo término que pueda alcanzar el andlisis de lo real. Cuando se la examina asi, por referencia a la exi cia, la forma deja de aparecer como la ultima determina- cién de lo real. Convengamos en denominar «esencial» toda ontologia, o doctrina del ser, para la cual la nocién de sustancia y'la nocién de ser equivalen entre si. En tal caso habra que decir que, en una «ontologia esencial», el elemento que termina la constitucién de la sustancia es el elemento tiltimo de lo real, lo cual no puede suceder en una «ontologia existencial», en la que el ente se define en funcién de la existencia. Desde este segundo punto de vista, la forma no aparece mas que como un quo est se- cundario, subordinado al quo est primero que es el acto mismo de existir. Més alld de la forma, que hace que un ente sea tal ente perteneciente a tal especie determinada, hay que colocar, pues, el esse, o acto de existir, que hace que la sustancia asi constituida sea un ens. Como dice Santo Tomds: «El ser mismo (ipswn esse) es acto, in- cluso, respecto de la forma. Pues si se dice que, en los compuestos de materia y forma, la forma es principio de existencia (principium essendi), es porque realiza la sustancia, cuyo acto es el ser mismo (ipstim esse)» ®. De este modo, la forma no es principio de existencia sino en tanto que determina el acabamiento de la sustancia, que es lo que existe, pero ella misma sélo existe en vir- tud de una determinacién suprema, que es su acto mismo de existir. En este sentido, el esse es el quo est de la forma, siendo ésta misma el quo est de la sustancia; el esse es, pues, lo que hace que la sustancia sea un ente (ens), en cuanto que tiene el acto mismo de existir: «La forma puede, sin embargo, decirse quo est, en tanto que es principio de existencia (principium essendi); pero el quod est es la propia sustancia total, y aquello por lo que la sustancia se denomina ente (ens), es el ser mismo 48. Cont. Gent, 11, 54. 248 UNA NUBVA ONTOLOGIA (ipsum esse)» ®. En resumen, en las sustancias concretas que son objetos de experiencia sensible, dos composicio- nes metafisicas se escalonan en profundidad: la primera, Ja de la materia y la forma, constituye la sustancialidad misma de la sustancia; la segunda, la de la sustancia con cl acto de existir, constituye a la sustancia como un ens, un ente. Esta doctrina, cuyo lugar es central en el tomismo, me- rece que nos detengamos en ella bastante para captar su sentido y adivinar su alcance. Decir que el ser (esse) se comporia como un acto, incluso respecto de la forma —ad ipsam etiam forman comparatur esse ut actus— es afirmar el primado radical de la existencia sobre la esen- cia. La luz no es lo que es, e, incluso, no es sino porque se ejerce un acto de lucir que la causa; la blancura no es lo que es, e incluso no es sino porque existe un ser gus ejerce el acto de ser blanco; de igual modo, la forma le la sustancia no es tal y no existe sino en virtud del facto existencial que hace de esta sustancia un ente™. A eniendido, el acto mismo de existir se sitéa en el cora- 49. No sucede asi, con esas sustancias intelectuales puras que son los angeles. Puesto que son Inteligencias, y no almas Unidas a un cuerpo, son sustancias. simples, La tinica compo: sicisn en ellas es la de acto y potencia. Los angeles son. for- mas que son por si mismas sustancias, de las cuales el tinico uo est es el existir: “In substantiis autem intellectualibus, quae non sunt ex materia et forma compositae, ut ostensum est. (cf. caps. 50 y 51), sed in eis, ipsa forma est ‘substantia subsistens, forma es quod est, ipsum autem esse est actus et quo est. Et propter hoc in eis est unica tantum compositio actus et. poten- Hae, quae scilicet est ex substantia et esse, quae a quibusdam dicitur ex quod est et esse: vel ex quod est’ et quo est. In subs- fanclis autem compositis ex materia et forma est duplex compo- sitio actus et potentize: prima quidem ipsius substantiae, quae omponitur ex materia et forma, secunda vero ex ipsa substan. fia jam composita et esse; quae etiam potest dici ex quod est cet asse;_vel ex quod est et quo est”. Cont, Gent, I, 54 $0. “Tertio, quia nec forma est ipsum esse, sed’ se habet se. cundim ordinem: comparatur enim forma ad ipsum esse. sicut lux ad lucere, vel albedo ad album esse”. Cont. Gent, II, 34 p. 47. CE. S, ANstimo, Monologivm, cap. V. P. L, t. 158, cl. 133 A, €n donde Ia comparacién se vuelve a encontrar casi en los mis: ‘mos, términos pero con un sentido diametralmente opuesto. Ps- ra San Anselmo, la existencla no es mas que tna propiedad de fa esencia, Acerca de esta doctrina y sis consecuencias ver mas arrba, pp. 5657 249 LA REFORMA TOMISTA z6n 0, si se prefiere, en la raiz misma de lo real. Es, pues, el principio de los’ principios de la realidad. Absoluta- mente primero, aventaja incluso al Bien, pues un ente no es bueno sino én tanto que es un ente, y sdlo es un ente en virtud del ipsunt esse que permite decir de él: esto es! Para comprender este principio en su propia natura leza, hay que recordar que, como todo verbo, el verbo esse designa un acto” y no un estado. El estado en el cual el esse coloca a lo que le recibe es el estado de ens, es decir, de aquello que es un «ente». Continuamente ten- demos a descender del plano del existir al del ente; es nuestra inclinacién natural, pero el esfuerzo del metafisi- co debe tender a remontarla. Conviene, por el contrario, hacer ascender el ente hasta el plano del esse, no para confundirlos, sino para sefialar suficientemente que el ente s6lo es tal por y en su relacién al acto de existir® No es éste el caso dé la mayor parte de las demas filoso- fias, también se ve a menudo a los intérpretes de Santo ‘Tomas pasar al lado del sentido verdadero de su doctrina y enredarse en controversias que le son extrafias 0 cri- barla de objeciones que sélo alcanzan a un fantasma. Es preciso, pues, llegar hasta este punto para entenderla 51. "Omne ens inquantum est ens, est bonum”. Sum. theol, 1, 5, 3, Resp. “Esse est actualitas omnis formae, vel naturae’ on enim bonitas, vel humanitas significatur in actu, nisi prout significamus eam’ esse; oportet igitur, quod ipsum ésse compa: Fetur ad essentiam, quae est aliud ab ipso, sicut actus ad poten. ‘iam, quae est allud ab, ipso, sicut actus’ ad potentiam”. Sum. sheoi, 1, 3, 4, ad Resp. "Intantum nest autem perfectum ‘unum: quodgu, inquantum est in actu: unde manifestum est, quod in: tantum est aliquid bonum, inquantum est ens; esse enim est actualitas omnis rei". Sum, theo, 1, 5,,1, ad Resp. 52, “Esse-actum quemdam nominat”. ‘Cont. Gent, 1, 22, ad Amplius, p. 2 33. “Nam cum ens dicat proprie esse in actu”, Sum. theol, 1, 3, 1, ad-lm, Unicamente en este sentido es. verdad decir, con los ‘platénicos, que Dios esta por encima del ens; pero io lo estaen tanto que bonum, o unum, lo esta en tanto que esse: “Causa autem prima secundum Platonicos quidem est supra ens, in quantum essentia bonitatis et unitatis, quae est causa prima, excedit etiam ipsum ens separatum.... Sed secundum rel. vert tatem causa prima est supra ens inguantum est ipsum esse in- Finitum® ens autem dicitur id quod finite participa esse et hoc est proportionatum intellectui nostro". In {0b. de causis, lect. VIT; con Oposeula Onnitia, ed. P. Mandonnet, tI, pp. 230 250 UNA NUBVA OWTOLOGIA correctamente, y, una vez ahi, hay que saber mantenerse. Mis all de lo més perfecto’ y profundo que hay en lo real, no hay nada. Lo mas perfecto que hay es el existir (ipsum esse) «puesto que se comporta respecto de todas Jas cosas como su acto. Efectivamente, nada tiene actuali- dad sino en tanto que existe. El existir (ipsum esse) es la actualidad de todo lo demés, comprendidas las formas. Su referencia a las demas cosas no es, pues, la de lo que recibe a lo que es recibido, sino, més bien, la de lo que es recibido a Jo que recibe. En efecto, cuando digo de un hombre, 0 de un caballo, o de cualquier otra cosa: es0 existe, el existir (ipsum esse) es considerado como formal y recibido, y no como aquello a lo que pertenece el exis tir>, Santo Tomds hace aqui, de modo visible, un es fuerzo extremo, y un esfuerz0 tal que el sentido hace casi estallar las formulas, para expresar la especificidad del ipsum esse y su trascendencia; pero, precisamente porque es la cima de lo real, es también su corazén: «El ser (esse) es mas intimo a todo que aquello que lo determina» ®, Apenas se podria concebir una ontologia més plena y conscientemenie centrada sobre el ser actual que la de Santo Tomas de Aquino. Esto es, inclusive, lo que hace tan dificil ensefiarla sin traicionarla. Se la'traiciona, en primer lugar, demasiado a menudo al presentar como ocupada principalmente de esencias una filosofia que nunca habla de ellas sino para situar existentes. No esta ahi, sin embargo, lo més grave, pues se la traiciona més cominmente todavia al hacer de lo que el propio Santo Tomas ha concebido como una doctrina del acto de ser, una doctrina del ente en tanto que ente. En ninguna par 54, Sum. theol, 1, 4, 1, ad 3m, CF. *Hoe quod dico esse est inter omnia perfectissimuim- Unde patel quod hoc quod ico Give est actuslitas omnium scluuim, et propter hoc et perlec: fio omnium perfectionum. ‘Nee intelligendum est quod ef quod digo esse, aliguid addatur quod sit co formalius, ipsum determ hans siout actus potentiam; case enim quod hujusmodi est (scl el'aeto de existiy el cual és cuestiOn aqui) est allud secundum essentiam ab eo cai additur determinandum™ Qu. disp. de Po fentlg qu, Vil, art. 2, ad 9m. Se observard. aqui la energia de 1ePexprdln Ht ex em cucsion eg esenlagnte dst fue aduello a Jo que se aflade para ser determinado" tnd Sent,, dist. I, q. 1, art. 4, Solutio; ed. P. Mandonnet, wR pes 21 LA REPORMA TOMISTA te es mds sensible esta falta que en el punto que nos ocupa. Han pasado siglos tras la distincién tomista entre la esencia y la existencia y jamés doctrina alguna fue mas Asperamente discutida y menos comprendida. El titulo mismo bajo el que se ha hecho célebre esta controversia explica por qué. Hablar de la distincién de esencia y de ser, es expresarse como si la existencia fuera ella misma una esencia: Ia esencia del acto de ser. Es, pues, empe fiarse en tratar como una cosa lo que es un acto, por Io cual se est casi infaliblemente condenado a representar- se la composicién de esencia y existir como si se tratara de una especie de preparacién quimica, en la que un ar: tifice muy poderoso, Dios por ejemplo, tomara por una parte una esencia, por otra un acto de ser y efectuara la sintesis bajo la accién del rayo creador. Se trata de algo muy distinto y, por lamentable que esto sea, de algo dificil de pensar. Si se quisiera usar la imaginacion, lo que es mejor evitar en metafisica, se de- beria simbolizar, mas bien, el existir por un punto de energfa de intensidad dada, engendrando un cono de fuer- za cuya cima seria él y cuya base seria la esencia, Sin em- bargo, esto serfa sélo una aproximacién muy tosca. El inico'camino que puede conducir al fin es también el més dificil, pues penetra de golpe en el corazén mismo del acto de existir. Establecer un acto semejante sin otra determinacién es determinarlo como puro, puesto que no es sino el Ipsum esse, pero es también determinarlo como absoluto, puesto que es todo el acto de existir, y es, fi- nalmente, establecerlo como tinico, puesto que nada pue- de ser concebido como ente, sin’ que el acto puro de existir sea. Si es de este acto de existir del que se habla, no podria plantearse ningin problema de esencia y exis- tencia. Es el que llamamos Dios. Los existentes de los que aqui se trata son de muy distinta especie. Son, ya lo hemos dicho, las sustancias concretas, objetos de’la ex- periencia sensible. Ninguna de ellas nos es conocida como ‘un acto puro de existir. Cada una de ellas se distingue de las demés, en lo que respecta a nosotros, en cuanto que es «un Arbol existente», 0 «un animal existentex, 0 «un hom- bre existente». Esta determinacién especifica de los actos de existir, que sittia a cada uno de ellos en una especie definida, es precisamente lo que llamamos su esencia Ahora bien, si se trata de un arbol, un animal, o un hom- 252 UNA NUEVA ONTOLOGIA bre; en ningiin caso su esencia es ser. El problema de la relacién de la esencia con su acto de ser se plantea de un modo inevitable a propésito de todo aquello cuya esencia no es existir. Tal es, también, el alcance de la composicién llamada de esencia y existencia, que seria mejor, sin duda, llamar composién de esencia y ser (esse). Que esta compo- sicién sea real, no hay por qué dudar de ello, pero se plantea en el orden metafisico del acto y la potencia, no en el orden ffisico de la referencia de las partes al intere- sado de un todo material ®, Siendo real, esta composicién lo es en el mas alto grado, puesto que expresa el hecho de que un ente, cuya esencia no es el acto de ser, no tiene por si mismo con qué existir. Que tales entes existen lo sabemos por experiencia, puesto que, incluso, sélo cono- cemos entes de este tipo. Son, pero sabemos también que no son con pleno derecho. Puesto que les es congénito, este déficit de necesidad existencial acompafia necesaria- mente el curso entero de su duracién; en tanto que exis- ten, contintian siendo entes cuya existencia no encuentra en su sola esencia ninguna justificacién. La composicién de esencia y ser es esto mismo, y, justamente porque es profundamente real, obliga a plantear el problema de la causa de las existencias finitas, que es el problema de la existencia de Dios. Cuando se la plantea asi, en el plano del existir, esta composicién deja de excluir la unidad de la sustancia; por el contrario, la exige por la razén que aqui se va a exponer. La naturaleza conceptual de nuestro conocimien- to nos inclina de un modo natural a concebir el existir como un valor indeterminado al cual se afiadiria la esen- cia desde fuera para determinarlo. Que la razén aleanza aqui su limite, se ve bien por la dificultad que experi- menta Santo Tomés para encontrar en nuestro lenguaje conceptual con qué formular una relacién semejante. Bs una regla general que, en toda relacién de determinante %. La formula més usada habla de distincién de esencia y de existencla, pero el propio Santo. Tomas emplea més a. gusto Js palabra composcian in duda porque de hecho, ia esdentia "st esse no pueden arse jamas aparte, Componen juntos. sin haber extstido nunca en estado separado 253 LA REFORMA TOMISTA a determinado, lo determinado permanece del lado de la potencia y el determinante del lado del acto. En el caso presente, por el contrario, no podria aplicarse esta regla. Cualquier cosa que pueda imaginarse que determina el existir, la forma o la materia por ejemplo, no puede ser una pura nada, pues es parte del ente y no puede ser parte del ente més ‘que en virtud de un acto de existir. Es, pues, imposible que la determinacién de un acto de exis- tir Ie venga desde fuera, es decir, de otra cosa que de si mismo. En efecto, la esencia de tn acto finito de existir consiste en no ser mds que tal o cual esse”, no el esse puro, absoluto y tinico del que hemos hablado. El acto de existir se especifica, pues, por lo que le falta, si bien aqui es la potencia la que determina el acto, en el senti- do, al menos, de que su grado propio de potencialidad esta inscrito en cada acto finito de existir. El vigor de las, formulas que usa Santo Tomés, y que, en cierto modo, delimitan con perfeccién estos pensamientos, muestra de modo suficiente que los limites del lenguaje se han al canzado con el limite del ser. Cada esencia es puesta por 57, Ver la, continuacién det texto que acaba de ser citado, P, 176, nota 54: *Nee intelligendum eat; quod el quod dico esse! Biiquid‘addatur quod sit co formalius, ipsum deferminans sicut actus potentiam:; esse enim quod hujusmod! est, est allud secun- dum essentiam ab eo cul additur determinandum. Nihil autem Potest addi ad esse quod sit extrancum ab ipso, cum ab co nil Sitextraneum nisi non ens, quod non potest este nec forma nec tnateria, Unde non’ sic determminatur esse. per alud sieut poten. tia per actum, Sed magis sicut actus per potentiam, Nam In de tinitione formaran ponuntur propriae maicriae loco. differentise, sicut cum dieitur quod anina est actus corporis. phisict orgs: nicl. Et per hune modum foc esse ab illo esse. distingultur, in uanium’ est talls vel tals natura”. Qu. disp. de Potentia, Qu VibMart 3 ad’ Sm. Puesto que el exstir incluye todo. fo real incliaye necesariamente st propia determinaciin, Por esta raz ancl Yodo neki se dining de hy que Ta ‘ersa, tomada en si misma, no inchuve el exstit. No basta, pues con desir que fa esencia posible es distinia dela existencia sc: {al es en'el propio existente actual donde Is esencia continia Siendo distinta del exisir. Negar que se’ distinga de el, es. afir ar que este” acto eminentemente positivo devexistit (pues. 10 5, por -modesto. que sea su grado de set) es del mismo orden uie'To que le limita, en resumen, que el acto sea, de Ta misma Raturaleza que la potencia, Esto’ ¢s'lo que Santo Tomas rehusa beeptar 254 UNA NUBVA ONTOLOGIA un acto de existir que ella no es y que la incluye como su autodeterminacién. Fuera del Acto Puro de existir, nada puede existir sino como tal o cual existir; es, pues, la Jerarquia de los actos de existir la que fundamenta y're- gula la de las esencias, pues cada una de ellas solo ex presa la intensidad propia de un cierto acto de existir. Otros filésofos habfan precedido a Santo Tomas en este camino y todos le ayudaron a continuarlo hasta su término, pero, de modo particular, aquellos para los que el problema de Ja existencia se habia planteado de una manera clara. Alfarabi, Algazel, Avicena entre los arabes, Moisés Maiménides entre los Judios, habian observado ya el lugar verdaderamente excepcional, y, por asi decir- lo, fuera de lo habitual, que ocupa la existencia por re- lacién a la esencia. No nos preguntaremos aqui en qué medida fue atraida a este punto su atencién por los pro- blemas que planteaba la nocidn religiosa ‘de creacton. Cualquiera que haya sido su génesis, su doctrina marcaba muy fuertemente la diferencia que hay, para una cosa, entre el hecho de ser y el hecho de ser lo que es. Lo que parece haber impresionado sobre todo a estos filésofos es que, por lejos que se lleve el anilisis de la esencia, la existencia jamas esta incluida en ella. Es preciso, pucs, que, alli donde la esencia existe, la existencia se afiade a ella en cierto modo desde fuera, como una determina. cidn extrinseca que le confiere el acto de existir. Nada mas natural que una conclusién semejante. Estos filéso- fos partian de la esencia; intentando discutir en ella por via de andlisis la existencia, no la encontraban, de donde coneluian que era extrafia a la esencia en tanto que tal. La esencia del hombre, o la del caballo, cuando se les atribuye 0 no la existencia, continiian siendo para el pen- samiento exactamente lo que son; como los cien téleros que Kant iba a hacer oélebres, estas esencias no cambian en absoluto de contenido se las concibe existiendo o no, Ser‘a muy distinto, observa Alfarabi, si la existencia en: trara en la comprensién de la esencia: «Si la esencia del hombre implicara su existencia, el concepto de su esen- cia seria también el de su existencia y bastarfa saber lo que es el hombre para saber que el hombre existe, de suerte que cada representacién deberfa entrafiar una air macién... Pero de ningiin modo esto es asi, y dudamos de la existencia de las cosas hasta que tenemos una per- 255 LA RBFORMA TOMISTA cepcién directa por el sentido, o mediata a través de una prueba». En ese caso, se impone también la formula que define la exterioridad de la existencia a la esencia: todo Jo que no pertenece a la esencia como tal, y, sin embargo, se afiade a ella, es un accidente de ella; asi pues, concluye Alfarabi, «la existencia no es un cardcter constitutivo, no es sino un accidente accesorio» * Esta doctrina de la accidentalidad de la existencia es la que, siguiendo a Averroes, Santo Toméds atribuye a menudo a Avicena. De hecho, el propio Avicena parece no haberla aceptado mas que con muchas reservas. La expresién «accidente» apenas es para él otra cosa que un mal menor. No expresa suficientemente la intima apropi cién de la existencia por la esencia. No obstante, Avicena la acepté igualmente™, y era preciso que fuera asi, pues 58, Tomamos este texto del libro de D. Sutin, Etude sur ta métaphysigue dAvicenne, Paris, Presses Universitaires, P84. Ct en el mismo sentido, el fexto de Maiménides (Guide des Egarés, trad, S, Munk, Pars, 1896 tT, p. 230) ellado en el mismo ibro, pp. 8687 58. D. Sauim, op. cit, pp. 828, v pp, 8587. Se observaré, no gbstante, que, aunque set Correcto’ aibuir a Avicena tess de que ia exitencia ‘es un accidente de In esencia, €1'no 1a S03: tuvo en Un sentido fan ingemuo como llevaria a suponer el escuc- to resumen de su doctring por Averroes. Lo-que de modo incon testable se encuentra en Avicena, es la tesis de que Ta. esencia de los entes compuestos no incluye su existencia. Nas atin, en el como en Santo. fomds, Ia distincion de esencin y_existencia ex presa fa falta radical de necesidad de ln que las sustancias com- Duestas estan afectadas; el paso de ia esoneia de un ser posible Zila existencia. actual no puede efectuarse més auc por via. Ge Greacign. Finalmente, Avicena. se dio cuenta de que fa. existem ia no era un aceldente cualquiera, comparable a los nucve ac identes, sino que derivaba en cierto modo de la esencia, desde el'moménto en que esta estaba afectada ce ella: Lo que’ separa 4 pesar de todos Avicens de Santo Tomas es que aguel no s0- Brepasé Ta nocién de wna esenein cuya existencia se sequiia en wire una accion reader extvage, pear clevarse at hocion fomista de una esencia cava existencia cresda. seria Goran ay nto’ 1a realidad mn, profunda, Et Pat dela eseneia, que. Avicena.lepara’'a Dum Seoio, ‘no. perm Sigh metafnca consttuir ta gntologia rancamente oueens cia la cual no obstante tendia. Aesrca de este punto, ver los muy tiles andifeis de A. M. Gotenton, La dismerion de Pessence ft de Fexistence dapres lon Sina (Avicenne), Paris, Deselée De Brouwer, 1987, particularmente, pp. 120131 y pp. 136148. Los tex 256 UNA NUBVA ONTOLOGIA si se define, como hace ¢1, la existencia en funcién de la esencia, al no ser aquella la esencia misma, sélo puede ser un accidente de ella. Con su habitual lucidez, Algazel resumi6.esta doctrina en su capitulo sobre los acciden- tes. Lo que le sorprendia sobre todo era el hecho de que las sustancias no son con el mismo titulo que los acci- dentes, y, que, entre las nueve categorias de accidentes, no hay dos de ellos que existan del mismo modo, La exis- tencia no puede ser, pues, un género comiin a las diver- sas categorias de accidentes, y menos todavia un género comiin a los accidentes y a la sustancia. Esto es lo que ‘Algezel denomnina la ambigiiedad de la nocion de ente y lo que Santo Tomas Hamard su analogia. De cualquier modo como se denomine, no se puede establecer este ca- ricter del ser a partir de la esencia sin obligarse a con- cebir la existencia como un accidente. Es asi como con- cluye Algazel: Manifestum est igitur quod ens accidentale est, es, pues, manifiesto que el ente es del orden del acci- dente ®. tos del mismo Avicena mks tdlimente accesbles se encuentran 1 Ee atte tt compen, rads Nennetallah Cara. Sore ie ar stical ae estaon onentales, 16, Ver me, ome, nett Foun L, trac 3 cape & DP. He en cl arteulaney sige, unto con ia_exuteacig somo un acer dene’ de la esencia); y también el curioso texto detract, 1V, dente, 4s caene) Yeu tl ue se expresn de maravili el cw bar Ni Peencia ode sputraidad de In evcneln respecto ee te caren nas por opostedn a la ordenacisn pox fen steal on ene, BOF a doratna de Seo, Toma Fee ac ote crvaconcy de le, AM. COE Shige op cy pads “ Path" w, anecets Megphisis,o Medal Translation, St. Michael's Coliege Toronto, 1983, p. 26, lineas 10 TyeRe a a stn deena ye entitle (ams 1 deer ee ie tbs He aul in concusion qui) ve oe tp 2 ens 24S. He age a conlnlon Sted ae ulddades po tt para or stata In inst at St ent fens) sll orenadi, ce eee er oie estan gunero, para ning Ine‘guididades. ¥ este mismo aceidente (se. exter) conviene. a Has quldidades egizements ai istna mane, En efeco ee cen eee a en Petie doko aujeos SS Bree anna | come’ ao‘atedent ls convene Sa aoe en eee deca Traducida dal tr To hating de la op. cit, p26. Algazel extiende @ continuacion este 287 LA RBFORMA TOMISTA Habfa en esta doctrina algo seductor para Santo To- més de Aquino, sobre todo, el agudo sentido de la es- pecificidad del orden existencial que se afirma en ella. Estos filosofos tenian, al menos, el mérito de comprender que el acto de existir no puede’ser concebido como algo incluido en la esencia, y que, en consecuencia, debe afia- dirse a ella. Por otra parte, parece que Santo Tomas, en un primer momento, siguié de bastante cerca el método de demostracién que habfan usado Alfarabi y Avicena, y alguna influencia suya estard presente en toda su obra. En la época del De ente et essentia las formulas se resien- ten todavia fuertemente del método aviceniano de anéli- sis de las esencias: «Todo lo que no pertenece al concep- to de la esencia le viene de fuera y forma composicién con ella, En efecto, ninguna esencia puede ser concebida sin que forme parte de la esencia; ahora bien, toda esen- cia, 0 quididad, puede ser concebida sin que sé la conciba en el sujeto de su existencia. Por ejemplo, puedo concebir hombre, o fénix, e ignorar, sin embargo, si existen en la naturaleza, Estd claro, pues, que la existencia (esse) es otra cosa (aliud) que Ia esencia 0 quididad> *. Asi pues, una gran parte de la doctrina de Avicena, y del grupo filoséfico del que formaba parte, ha pasado a la de Tomas de Aquino, y, sin embargo, Tomas no la cita apenas mas que para criticarla, Efectivamente, en el terre- no que les era comtin, jqué radical oposicién! Tal como la comprendia, la doctrina de Avicena estaba abocada a hacer del existir nada mas que un accidente de la esen- cia, mientras que el propio Santo Tomas hacia de él, el acto y la raiz de la esencia, lo mAs intimo y profundo que hay en ella, Esta diferencia, ademis, estaba unida a la que mismo cardcter de accidentalidad del ente al uno: ibid, p. 26, ineas 2730, Acerca del paralelismo de los dos problemas de Ia accidentalidad de la existencia y de la accidentalidad del uno, ver A. Forest, La structure métaphysique du concret, pp. 3945. No OSSELIN, Gh Dev enie. er cosentta, cape 4) eb Med. Rota p. $4 La ekpresiin ‘se est adventens extra age ase Eu el enstir se anade’ desde fucra a la events com haga ua Scie. peo‘ vee denn cous fete seen ala csena, luego exterior a ela, que es Dios Cl Op. ei, 9S lines et ape caoado po’ Box en ia esac cx Id gue hay en ella de mas intimo, pucsto que, aunque venido de fuss, Ja eonstituye no obstante desde dentro’ 258 7 UNA NUBVA oNTOLOGIA separa toda ontologia de la esencia de una ontologia del ser tal como la de Santo Tomds de Aquino, Para un l6sofo que parte de la-esencia y procede por via de con- ceptos, la existencia acaba por aparecer, necesariamente, como un apéndice extrinseco a la esencia misma. Si, por el contrario, se parte del ente concreto dado cn la ex periencia sensible, hay que trastocar esta relacién necesa- riamente, Incluso entonces, la existencia no aparece como algo incluido en la esencia y contintia siendo verdad el decir que la esencia no existe en virtud de si misma; pero en seguida aparece que es el ente el que incluye a la esencia, y que, sin embargo, ésta se distingue en el seno del ente, del ser (esse), porque el acto de existir y su determinacién esencial dependen uno del orden del acto, el otro del orden de la potencia, que son dos érdenes dis- tintos. El contrasentido fatal que acecha al intérprete de esta doctrina, es concebir en ella la relacién de la esencia a la existencia como la de dos cosas. Se llega entonces a distinguirlos como dos ingredientes fisicos de un mismo compuesto, que seria el existente concreto. El pensamien- to de Santo Tomés contradice absolutamente esta actitud en lo que de més profundo tiene. El ser (esse) no es, por él existe el ente. Es aquello sin lo cual no seria lo demés. Por esta raz6n, la distincién de esencia y existencia no debe ser concebida jams a parte de Ia oira tesis, que la funda mas bien que la completa, la union intima de la esencia y del esse en el existente concreto. Tal es el sen- tido de’su critica a Avicena sobre este punto. Esse no procede de essentia, es essentia quien procede de esse. No se dice de un objeto cualquiera que es porque es un ente, sino que se dice, o debiera concebirse asf, que es un ente porque es“. Por esto, el existir no es, propiamen- rei_quamvis sit aliud ab ejus essentia, non endum quod sit aliquod superadditum ad mo dum accidentis, sed quasi consituitur per principia essentiae. Et ideo hoc noinen ens, quod imponitur ab tpso esse, significat idem cum nomine.quod iimponitur ab ipsa escentia’. in IV. Me- taph, lect. 2, n. 558, p, 187. La expresion quast corstituitur in. ica que, proplamente hablando, el esse no esta constituido por los principios de la esencia; no’'lo es porque el esse es siempre el de un ens, luego de una esencia. Es en tanto que acto de esta esencia por lo que esta constituido por sus principios, 259 LA REFORMA TOMISTA te, un accidente de la esencia: «El ser es lo mas intimo que hay en cada cosa y:lo més profundo que hay en to- das, puesto que se comporta, como forma respecto de todo lo que hay en la cosa»®, Entre el «extrinsecismo» aviceniano del acto de ser y él «intrinsecismo» tomista del acto de ser, no es posible ninguna conciliacién. No se pasa de uno a otro por via de evolucién, sino de revo- lucion. Esto es lo que ha hecho creer a numerosos intérpretes que Santo Tomés simplemente habia tomado partido por Averroes contra Avicena en este punto importante. Ilusién tanto més excusable cuanto que Santo Toméds, siempre propenso a formular su pensamiento en el lenguaje de otro, utilizé muy a menudo los textos de Averroes para rebatir la posicién de Avicena, Averroes efectivamente critieé en muchas ocasiones esta doctrina, en la que pa- rece no haber visto mas que una ingenuidad y la expre- sion técnica de una creencia popular. Si hemos de creer- le, la palabra arabe que quiere decir «existir», procederia de una raiz que significa primitivamente «encontrado». EI hombre comin parece, pues, haber imaginado que, para una cosa cualquiera, existir consiste poco mas 0 me- nos en la existencia, no la significa, a menos, pre- cisamente, que use de la segunda operacién del entendi- miento y ponga por obra todos los recursos del juicio. EI sentimiento, tan justo en si, de que ei concepto uni- versal del ente es lo contrario de una nocién vacia, en- contraré ahi con qué justificarse, Su riqueza esté forma- da, en primer lugar, por todos los juicios de existencia que resume y connota, pero mas atin por su permanente referencia a la realidad infinitamente rica del acto puro de existir. Por esta razén, la metafisica de Santo Tomas persigue, a través de la esencia del ente en tanto que ente, aquel supremo existente que es Dios. En una filosofia en la que el existir no es conceptuali- zable de otro modo que en y por una esencia, pero en Ia que toda esencia sefiala un acto de existir, las riquezas coneretas son practicamente inagotables. Bero la razon no gusta de lo no conceptualizable y como la existencia lo es, la filosoffa hace todo lo posible para evitarla. Es 80, A. LiPii, P. P., De ente generalissimo prout est aliquid psyehologicum, logicwin, ontologisurn, Placentia, 1. ‘Tedeseh Ts8i, Es ia perfecta exposicion ce una’ ontologia tomistainegr menie “esoneializada” SL Esvla tess que hemos intentado sacar a la luz en The Unity of Philosophical Experience. Scribner's, New York, 193 Ver tambien, Petre et essence, Librairie Philosophique 3, Vri, Paris, 1988; 32 ed, 1962 20 UNA NUEVA ONTOLOGIA inevitable que esta tendencia natural de la razon afecte a nuestra interpretacién del tomismo. Aquel, incluso, ue la deruncia con mas fuerza sabe bien que va a sucumbir a ella. Incluso hay que saber que esta tentacién nos inclina a la falta. Mantenido en el plano de los conceptos, el to- mismo agotaré sus fuerzas en recomenzar indefinidamen- te el inventario de aquellos que ha heredado. Elevado al plano del juicio, el tomismo volvera a tomar contacto con el corazén mismo de la realidad que interpreta. Volver. a ser fecundo, podra de nuevo crear. mm

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