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La historia de las personas lesbianas, gais, bisexuales y transgénero (LGBT) en Islandia se

diferencia de la de otros países escandinavos por la baja visibilidad que las personas
pertenecientes a la diversidad sexual tuvieron hasta mediados del siglo XX. Esto se debió a que la
población de Islandia era mucho menor a la de sus análogos nórdicos y que durante gran parte de
su historia fue principalmente una sociedad agraria en la que la mayoría de personas vivía en áreas
rurales. Sin embargo, desde finales del siglo XX, Islandia se ha convertido en uno de los países más
incluyentes del mundo para las personas LGBT y eventos como el Orgullo de Reikiavik reúnen de
forma anual a alrededor de la tercera parte de la población total del país. La rápida evolución de la
aceptación social hacia las personas LGBT se explica por la tradición de Islandia como una
sociedad igualitaria, que habitualmente ha estado a la vanguardia en temas como la
implementación de leyes a favor del bienestar social y la emancipación de la mujer.
Islandia se independizó del Reino de Dinamarca en 1944, aunque desde mucho antes contaba con
leyes propias. El primer Código Penal islandés fue aprobado en 1869 y criminalizó
la homosexualidad en su sección 178, que fijó una pena de «trabajos forzados en un correccional»
para las personas que tuvieran «relaciones sexuales contra la naturaleza». No obstante, la
homosexualidad era un tema rara vez discutido y casi no existieron condenas en base a esta ley. El
único caso importante fue el del deportista Gordon Sigurjonsson, que en 1924 fue condenado a
ocho meses de prisión por tener relaciones sexuales con otros hombres. En 1940, el Alþingi aprobó
un nuevo Código Penal que despenalizó la homosexualidad, aunque aprobó una edad de
consentimiento superior para las relaciones entre personas del mismo sexo y prohibió la prostitución
homosexual.

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