LA REVISTA DEL FOMENT

PRIMAVERA 2016——Nº 2147

LA REVISTA DEL FOMENT

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PRIMAVERA 2016——Nº 2147

IM ÁTI CO

Dossier
NOVELA, ASESINA
DEL LECTOR
---Nuria Amat
CAUSAS Y EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Temas de mañana
LAS ESQUINAS
DEL PODER
---Manel Manchón

2050: SOCIEDAD Y
EMPRESA
---Ramon Adell

Artes&Co.
LEOPOLDO POMÉS:
LA PERSISTENCIA
DE LA MIRADA
---Sergi Doria
CONFUSIÓN DE TÉRMINOS
---Albert Boadella
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 NOTAS DEL PRESIDENTE

—— A lo mejor porque los tiempos están cambiando,

sentimos hoy que somos actores espectadores de un mundo
que se traslada a una velocidad superior a la que conocimos.
Sentimos, tal vez, que el mundo aproxima sus confines al galope
del desarrollo tecnológico a cuya merced hoy parece ya ser ayer.
A través de las expresiones culturales, de las geografías,
de las cuitas humanas y su impacto en lo común pretendemos
leer y luego comprender hacia dónde camina el futuro. Por
lo menos, también esto es lo que pretende nuevamente la
reflexión que propone esta edición de primavera de La Revista
del Foment. La organización que representa a los empresarios
de Catalunya, Foment del Treball, ofrece, así, de nuevo, desde
un humilde impulso, un espacio de reflexión que pretende sea
provechoso y estimulante.
El 2015 que ya dejamos atrás, para Catalunya y España
supuso ciertamente un respiro en lo económico y un reto en
lo social y político. La realidad nos interpela, otra vez, como
actores espectadores de algo nuevo que parece nacer y que
el tiempo, como siempre, dirá si fue tan nuevo, tan distinto
y mejor. Lo cierto es que en el 2015 confluyeron hechos
extraordinarios que quién sabe si deberemos leer como
la luz de una nueva consciencia. Me refiero a los acuerdos,
valorados instantáneamente como históricos, de la Cumbre
del Clima de París; a los Objetivos de Desarrollo Sostenible en
la Cumbre de las Naciones Unidas, o, en otro estadio, a la carta
encíclica del papa Francisco Sobre el cuidado de la casa común,
una propuesta ecológica integral en defensa de la justicia social.
A lo mejor los tiempos están cambiando, pero hasta que el
tiempo no nos explique cómo y qué fue de ese cambio, debemos
darnos la oportunidad de reflexionar calmada y abiertamente.
Con este nuevo número de , desde Foment pretendemos,
aportación a aportación, seguir dialogando.

Joaquim Gay de Montellà

Presidente de Foment del Treball

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 EDITORIAL

—— Al descifrar el nuevo acuerdo de París sobre el cambio cli-

mático queda sellado un consenso, aunque su futura concreción
no carece de incógnitas. El acuerdo de París se ha formulado por
parte de 195 países con carácter de universalidad vinculante. Su
LA REVISTA DEL FOMENT
PRIMAVERA 2016——Nº 2147

LA REVISTA DEL FOMENT

plasmación, con el imponderable de países en la lanzadera del E CT
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crecimiento, tiene lugar tras la crisis del 2008. En este nuevo

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número de , con documentación científica y gráfica de la NASA

PRIMAVERA 2016——Nº 2147

IM ÁTI CO

© Foto de Rod Strachan / Natural Visions

—una contribución impagable—, analizamos las causas y los efec-
tos del cambio climático, con impactos como el deshielo. ¿Qué
medios tiene la comunidad internacional para que se cumplan los Dossier
NOVELA, ASESINA
DEL LECTOR
---Nuria Amat

acuerdos pese al escepticismo climático? Para eso contamos en

CAUSAS Y EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Temas de mañana
LAS ESQUINAS
DEL PODER
---Manel Manchón

con la lúcida aportación del profesor Manuel Arias Maldonado, 2050: SOCIEDAD Y
EMPRESA
---Ramon Adell

quien define la tentación del “decrecentismo” frente a las posibi-

Artes&Co.
LEOPOLDO POMÉS:
LA PERSISTENCIA
DE LA MIRADA
---Sergi Doria

lidades menos utopistas de un capitalismo sostenible. Un tema de

CONFUSIÓN DE TÉRMINOS
---Albert Boadella

nuestro tiempo. 01 F07 Cover_titulars_ESP.indd 1 02/03/16 16:56

Cualquier ocasión es buena, y más en el cuatrocientos aniver-

sario de la muerte de Cervantes, para preguntarse por qué leemos Edita
Foment del Treball
novelas y por qué debiéramos seguir leyéndolas. Entre tanta espe-
Dirección
culación sobre la posliteratura y en plena fase adictiva a las telese- Valentí Puig
ries, el dossier de sobre la novela de pasado mañana contrasta
los pareceres de escritores tan sustanciales como Robert Saladri- Realización
gas, Nuria Amat o Ponç Puigdevall, al tiempo que el sabio Miquel
Barceló explora el futuro de la ciencia ficción y un Carlos Zanón Coordinación
de prosa eléctrica defiende el mundo ambivalente y álgido de la Sergio Escartín
novela negra. Es la novela de ayer, de hoy y de mañana, la ficción Diseño
que proviene de la épica, pasa por Las mil y una noches, se supera Llorenç Perelló Alomar
a sí misma en el siglo XIX y sigue viva para millones de lectores en Contacto
todo el mundo. larevistadelfoment@foment.com
En este número de , el bloque “Temas de mañana” comienza
con el diálogo sobre el poder, mantenido en la Societat d’Estudis Depósito legal: B–17853–2014
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Serrano —jefe de gabinete con Felipe González y con Rodríguez
Zapatero— y Carlos Aragonés —jefe de gabinete de José María Az-
Valentí Puig, director nar—, dos personalidades políticas hondamente conocedoras de las
esquinas del poder, del laberinto de la Moncloa.
¿Vieja o nueva política? Han sido dos poderosos se edita en castellano y catalán
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otra vertiente del tiempo, el profesor Ramon
Adell se adentra en el futuro paisaje empresarial
del 2050, para el que aventura la opción de una
convergencia mucho más sinérgica entre sociedad
y empresa. En el breve ensayo “2050: sociedad
y empresa”, el profesor Adell subraya el poder
de lo simple en un futuro empresarial que será Foment del Treball no se hace
disruptivo por necesidad y que reclamará líderes responsable de las opiniones vertidas
transformacionales. por los colaboradores en sus artículos.
© Foment del Treball. Reservados
Tras la “Carta desde Sídney” y las secciones
todos los derechos. Prohibida su
habituales de “Arts & Co”, Albert Boadella firma la reproducción, edición o transmisión
sección “De autor”. De nuevo el lector de pue- total o parcial por cualquier medio y
de seguir un relato de las transformaciones más en cualquier soporte sin la autorización
escrita de Foment del Treball.
actuales, porque entender lo que nos está pasando
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 Sumario

14 30 48

PANORAMA —— DOSSIER —— TEMAS DE MAÑANA ——

10 Causas y efectos 26 “¿De qué trata?”, 38 Las esquinas del poder

del cambio climático novela y futuro 44 El amanecer de los
14 Climatopías para 28 Futuros de la ciencia robots
el siglo XXI ficción 48 2050: sociedad
18 El calentamiento de los 30 El hogar de los clásicos y empresa
océanos y el derretimiento 32 Oye, negrita.
de las capas de hielo ¿A dónde vas?
34 Novela, asesina del lector
CARTAS DESDE ——

54 Sídney. Los surfistas
y el tiburón toro

ARTES&Co. ——

64 Entrevista Leopoldo Pomés: la persistencia de la mirada / 68 Literatura

¿Quién teme a Michiko Kakutani? / 70 Estética Nausica, el dolor y la vida más
dulce / 72 Lifestyle El arte de las burbujas / 74 Geografías Oaxaca / 76 Cine
Cannes, el escaparate de los sueños / 78 De autor Confusión de términos

7
PORQUE
NOS SENTIMOS
DIFERENTES
 Cómo cambian
los climas
—Cambio climático, energía y crecimiento son tres perfiles de un
mismo futuro. Los riesgos del calentamiento global y su impacto
sobre las variantes climáticas requieren soluciones sólidas,
contrastadas. Ese ha sido el fundamento inicial de los acuerdos
de París en la XXI Conferencia sobre el Cambio Climático, un
encuentro de negociación entre bastidores y transacciones de
última hora. Como de costumbre, habrá quien lo considere un
avance histórico para la pervivencia del planeta Tierra; otros son
menos optimistas sobre el alcance de las fórmulas concertadas.
En una escenografía planetaria no hay propuestas simples ni, por
supuesto, unilaterales. La multilateralidad es, por tanto, un rasgo
decisivo de las iniciativas rubricadas. Es una multilateralidad que
impone tratamientos diferenciales y ritmos distintos por áreas,
con lo que se prefija la fórmula del desarrollo sostenible, uno de
los nuevos “mantras” del orden mundial. Y quedan en el aire las
hipótesis sobre mutaciones tecnológicas y nuevas energías.

10
Causas y efectos del
cambio climático
por National Aeronautics and Space
Administration (NASA)
14 18
Climatopías para El calentamiento de los océanos y el
el siglo XXI derretimiento de las capas de hielo
por Manuel Arias por María José Viñas y Carol Rasmussen
Maldonado NASA Climate Change

9
 CALENTAMIENTO GLOBAL

CAUSAS Y EFECTOS
DEL CAMBIO CLIMÁTICO
¿Quién es el principal responsable del llamado “efecto invernadero”? ¿Qué gases
procedentes de la Tierra están acelerando el calentamiento global? ¿Cuáles serán sus
efectos en las décadas venideras? ¿Y cómo afectarán a nuestra vida diaria?

por National Aeronautics and Space Administration (NASA)

——La mayoría de científicos climáticos coinciden que la prin-
cipal causa del actual calentamiento global es la extensión
humana del efecto invernadero —el calentamiento que resulta
cuando la atmósfera atrapa el calor irradiado por la Tierra
hacia el espacio—. Algunos gases de la atmósfera impiden
que ese calor salga. Los gases de gran longevidad que en parte
permanecen en la atmósfera y no responden física o química-
mente a los cambios de temperatura se llaman “impulsores”
del cambio climático. Los gases como el vapor de agua que sí
responden física o químicamente a los cambios de tempera-
tura se denominan “retroalimentadores”.  Así, los gases que
contribuyen al efecto invernadero son:
• Vapor de agua: es el gas de efecto invernadero más abundan-
te pero, sobre todo, actúa en retroalimentación con el clima. A
mayor temperatura de la atmósfera, más vapor de agua y más
probabilidad de nubes y precipitaciones. Estas son las con-
secuencias retroalimentadoras más importantes del efecto
invernadero.  pero otras no.
• Dióxido de carbono (CO2): es un componente menor pero
muy importante de la atmósfera. Se libera en procesos natu-
rales como la respiración y en erupciones volcánicas, así como
a través de actividades humanas como la deforestación, el
cambio en el uso de suelos y la quema de combustibles fósiles.
Desde el inicio de la Revolución Industrial, la concentración
de CO2 ha aumentado una tercera parte. Es el gas longevo
“impulsor” del cambio climático más importante.  favorablemente al incremento de CO2 en la atmósfera, cre-
• Metano: es un gas hidrocarburo de origen natural y fruto de
actividades humanas como la descomposición de rellenos
sanitarios, la agricultura (en especial el cultivo de arroz), la
digestión de rumiantes y el manejo de desechos de ganado y
animales de producción. A escala molecular, el metano es un
gas de efecto invernadero bastante más activo que el dióxido
de carbono aunque menos abundante en la atmósfera.
• Óxido nitroso: es un gas de efecto invernadero muy poderoso
que se produce principalmente en el cultivo a través del uso
de fertilizantes comerciales y orgánicos, la incineración de
combustibles fósiles, la producción de ácido nítrico y la quema
de biomasa.
• Clorofluorocarbones (CFC): son compuestos sintéticos de
origen industrial que fueron utilizados en varias aplicaciones,
ahora ampliamente regulados en su producción y liberación a
la atmósfera para evitar la destrucción de la capa de ozono. 
En la Tierra, las actividades humanas están cambiando el
invernadero natural. A lo largo del último siglo, la quema de com-
bustibles fósiles como el carbón y el petróleo ha incrementado
la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera.
Esto sucede porque el proceso de quema del carbón y del petróleo
combina el carbón con el oxígeno del aire y forma CO2. En menor
medida, la deforestación para la agricultura, la industria y otras
actividades humanas ha incrementado la concentración de gases
de efecto invernadero. Las consecuencias del cambio en el in-
vernadero natural de la atmósfera son difíciles de predecir, pero
algunos efectos probables son: 
• En general, la Tierra se volverá más caliente. Puede que algu-
nas regiones den la bienvenida a temperaturas más cálidas,
 
• Un clima más cálido probablemente lleve a más evaporación y
precipitación de agua, pero el impacto por regiones será varia-
ble: algunas se volverán más húmedas, otras más secas.  
• Un efecto invernadero más fuerte calentará los océanos y
derretirá parte del hielo y los glaciares, lo que aumentará el
nivel del mar. El agua del océano se expandirá a medida que se
caliente, lo que provocará aún más subida del nivel del mar. 
• Mientras tanto, algunos cultivos y plantas podrían responder
ciendo más vigorosamente y utilizando el agua de forma más
eficiente. Sin embargo, al mismo tiempo, unas temperaturas
más altas y unos patrones climáticos cambiantes podrían
cambiar esas áreas de cultivo y repercutir en la composición
de las plantas locales. 
El papel de la actividad humana
En su Cuarto Informe de Evaluación, el Grupo Interguberna-
mental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), un equipo
de 1.300 expertos científicos independientes de países de todo el
mundo y bajo el auspicio de Naciones Unidas, concluyeron que
existe una probabilidad de más del 90% de que, durante los últi-
mos 250 años, las actividades humanas hayan calentado nuestro
planeta.  En los últimos 150 años, las actividades industriales

10
 El calor y los gases
procedentes de la Tierra
están provocando el
cambio climático
[Foto de Thinkstock]

11
 CALENTAMIENTO GLOBAL

“El rango de evidencias publicadas indica

que el coste neto de los daños causados
por el cambio climático es significativo y se
incrementará en el tiempo”, advierte el IPCC

sobre las cuales se sustenta nuestra civilización moder-

na han aumentado los niveles de dióxido de carbono en
la atmósfera de 280 a 400 partes por millón. El grupo de
expertos también concluyó que existe una probabilidad
superior al 90% de que los gases de efecto invernadero
emitidos por los hombres como el dióxido de carbono,
el metano y el óxido nitroso hayan causado durante los
últimos 50 años la mayoría del aumento en las tempera-
turas de la Tierra.  Según estos expertos, es muy probable
que el índice de aumento del calentamiento global debido
a estos gases sea un hecho sin precedentes en los últimos
10.000 años o más.

La radiación solar
Dado que el sol es la fuente principal de energía que dirige
nuestro sistema climático, es razonable suponer que los
cambios en la producción energética del sol sean la causa
de los cambios en el clima. 
De hecho, varios estudios han mostrado que la varia-
bilidad solar ha desempeñado un papel clave en los cam-
bios climáticos del pasado. Por ejemplo, se cree que una
disminución de la actividad solar desencadenó de 1650 a
1850 la Pequeña Edad de Hielo (PEH), así como el aisla-
miento de Groenlandia y el avance de los glaciares hacia
los Alpes entre los años 1410 y 1720. 
No obstante, varias líneas de evidencias muestran que
el actual cambio climático no se debe a los cambios proce-
dentes de la energía solar:
• Desde 1750, la cantidad media de energía procedente del
sol se mantiene constante o se incrementa ligeramente. árboles florecen más temprano. Así, las Nube lenticular de múltiples
• Si la temperatura fuera causada por una mayor activi- consecuencias del cambio climático capas flotando cerca del Monte
dad del sol, los científicos esperarían ver temperaturas global que los científicos predijeron Discovery en la Antártida. Un
volcán a 70 km tiene un papel
más calientes en todas las capas de la atmósfera. Sin en el pasado ya están teniendo lugar:
central en el clima polar y el
embargo, han observado un enfriamiento en la parte deshielo de los mares, aceleración del patrón global de circulación
superior de la atmósfera, y un calentamiento en la aumento del nivel del mar y olas de oceánica [Foto cortesía de Michael
superficie y en partes bajas de esta capa. Esto es debido calor más intensas y duraderas. Studinger, Operación IceBridge, científico
del proyecto. Tomada por Adam Voiland,
a que los gases del efecto invernadero están atrapando Los científicos tienen la seguridad
Observatorio de la Tierra de la NASA]
calor en la atmósfera más baja. de que la temperatura global seguirá
• Los modelos climáticos que incluyen cambios en la en aumento en las décadas venideras,
radiación solar no pueden reproducir la tendencia de en gran parte debido a los gases de efecto invernadero fru-
temperatura observada durante la última década sin to de la actividad humana. El Grupo Intergubernamental
un aumento de los gases de efecto invernadero.  de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) predice un
aumento de la temperatura de entre 1,4 y 5,5 grados centí-
LOS EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO grados el siglo que viene.
El cambio climático global ya tiene efectos visibles en el Según el IPCC, la extensión de los efectos del cambio
medio ambiente. Los glaciares se han encogido, el hielo climático en las regiones variará a lo largo del tiempo,
en los ríos y lagos se está derritiendo antes de tiempo, así como la capacidad de adaptación de los diferentes
los hábitats de plantas y animales están cambiando y los sistemas ambientales y sociales. Además, el IPCC predice

12

que los incrementos de temperatura global entre uno y
tres grados centígrados por encima de los niveles de 1990
producirán impactos beneficiosos en algunas regiones
y perjudiciales en otras. A medida que la temperatura
global aumente, los costes netos anuales se incrementa-
rán a lo largo del tiempo. “En total, el rango de evidencias
publicadas indica que el coste neto de los daños causados
por el cambio climático es significativo y se incrementará
en el tiempo”, explica el Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Según su
Tercer Informe de Evaluación, algunos de los efectos del
cambio climático a largo plazo serán los siguientes:
El cambio continuará a lo largo de este siglo y más.
Más allá de las décadas siguientes, la magnitud del
cambio climático dependerá fundamentalmente de la
cantidad de gases de efecto invernadero que se emitan a
escala global, y cuán sensible sea el clima de la Tierra a
dichas emisiones.
Las temperaturas seguirán subiendo. Si sumamos el
calentamiento fruto de la actividad humana a un clima
variable por naturaleza, el aumento de la temperatura
no ha sido ni será uniforme y parejo por todo el planeta.
Los periodos de cultivo sin heladas se alargarán.
La duración de los periodos sin heladas (y las corres-
pondientes temporadas de cultivo) se ha incrementado
desde 1980. En un futuro en el que las emisiones de efec-
to invernadero siguen en aumento, el incremento de un
mes o más en los periodos de cultivo sin heladas tendrá
lugar a finales de siglo.
Cambio en el patrón de precipitaciones. La precipi-
tación media ha aumentado desde 1900. A lo largo del
siglo se esperan inviernos más húmedos y más lluvias
primaverales. Las proyecciones climáticas sugieren que
la tendencia actual de crecientes y fuertes precipitaciones
seguirá en aumento.
Más sequías y olas de calor. Se esperan también se-
quías y olas de calor más frecuentes e intensas. Además,
las temperaturas estivales continuarán subiendo y se re-
ducirá la humedad del suelo, lo que exacerbará aún más
las olas de calor. A finales del siglo, los días de extremo
calor registrados antaño cada dos décadas tendrán lugar
cada dos o tres años en zonas como EEUU, por ejemplo.
Huracanes más fuertes e intensos. La intensidad,
frecuencia y duración de los huracanes noratlánticos
así como la frecuencia de los más fuertes (de categorías
4 y 5) han incrementado desde principios de los años
ochenta. La impronta de la actividad humana y de las
causas naturales sigue siendo incierta en dicho incre-
mento. No obstante, a medida que el clima se caliente, se
preven más huracanes con intensas lluvias y tormentas.
El Ártico se deshelará. Se espera que, hacia mediados
de este siglo, el océano Ártico se quede prácticamente sin
hielo durante su temporada estival.
El nivel del mar aumentará en 2100
Desde el inicio de mediciones fiables en 1880, el nivel del
mar ha aumentado cerca de 20 centímetros. Se estima
que subirá entre 30 centímetros y 1,2 metros para 2100.
Este fenómeno se debe al agua de más resultado del
deshielo y la expansión del mar al calentarse.
En las décadas futuras, las tormentas repentinas y
las mareas altas se combinarán con un aumento del nivel
del mar e inundaciones de muchas regiones del planeta.
La subida del nivel del mar no se detendrá en 2100, ya
que los océanos necesitan mucho tiempo para responder
a una superficie de la Tierra más cálida. Por ello, durante
varios siglos más, las aguas oceánicas seguirán calentán-
dose y el nivel del mar subirá hasta alcanzar cuotas igua-
les o superiores que las ocurridas en este siglo.
13
 UN CAPITALISMO SOSTENIBLE

CLIMATOPÍAS
PARA EL SIGLO XXI
Cuanto mayor sea la concordancia entre las soluciones climáticas y el impulso transformador que define a la
humanidad, mayor será su probabilidad de éxito. Somos una especie caracterizada por impulsos contradictorios
y necesitamos hacer la difícil transición entre la adaptación agresiva al medio natural, que caracterizó su historia
premoderna y se intensificó durante la primera fase de la modernidad, y una adaptación reflexiva

por Manuel Arias Maldonado

—— Kim Kardashian es objeto de más
búsquedas en Google que el calen-
tamiento global: este dato definitivo
explica por sí solo que los gobiernos del
mundo no estén dispuestos a abordar
con mayor audacia un problema que
apenas preocupa a sus opiniones públi-
cas. Y de ahí la modestia que, fanfarrias
periodísticas aparte, exhibió el acuerdo
final de la reciente cumbre de París. Esta
indiferencia ciudadana contrasta con la
severidad de las advertencias formuladas
por científicos, movimientos sociales y
demás portavoces de la alarma climática.
De acuerdo con estas, el calentamiento
global nos conduce hacia un escenario
desconocido. Si el sociólogo alemán
Harald Welzer trae noticias de un futuro
marcado por la desigualdad y las guerras
climáticas, su colega británico John Urry
sostiene que la única alternativa a ese
conflicto hobbesiano es un panóptico
digital capaz de ejercer un control dra-
coniano sobre nuestras sociedades. Nos
veríamos así en la tesitura de elegir entre
Mad Max y 1984. Ahora bien, conforme
a la cláusula habitual del catastrofismo,
podemos evitar este futuro si tomamos
medidas urgentes; en este caso, descar-
bonizar la economía y reorganizar por
completo la vida social. Ahora o nunca:
una secuencia recurrente en el discurso
ecologista desde los años sesenta que
ha fracasado, también, de manera recu-
rrente.
Ese fracaso obedece a una paradoja
bien conocida. Si el llamamiento al cam-
bio social radical se basa en una profecía
que nunca llega a materializarse, ¿cómo
apoyarlo? Aun así, existe un llamativo
contraste entre la gravedad de los pro-
blemas medioambientales tal y como
son presentados al público y el desapego
de ese mismo público. Para complicar
las cosas, la reciente crisis económica ha
mostrado que los valores posmaterialis-
tas —como los medioambientales— son
vulnerables a la cíclica reemergencia de
los valores materialistas relativos a la
redistribución y la justicia: últimamente
hablamos más de desigualdad que de
sostenibilidad. Esta jerarquía de valores
se deja sentir con especial claridad en
las economías emergentes, en las que el
cuidado del medio ambiente no es una
prioridad. Diga lo que diga Occidente, las
nuevas clases medias no van a apostar
por el “decrecentismo”: quieren su iPho-
ne. Y lo quieren ahora.
Nada de lo anterior, sin embargo,
implica que el cambio climático deba ser
ignorado: ni mucho menos. Si la ciencia
produce un consenso suficiente, es pre-
ciso tomarse el asunto en serio. Aunque
solo sea porque los costes potenciales de
la inacción son mucho menores que los
que comportarían los escenarios más pe-
simistas. El dilema del cambio social por
razón climática recuerda al planteado
por Pascal en relación con la existencia
de Dios: aunque no podemos demostrar-
la, si uno apuesta por ella nada pierde y
todo puede ganarlo, mientras que quien
apuesta en contra puede perderlo todo si
se equivoca. Análogamente, pudiera ser
que la evolución del clima sea indepen-
diente de las acciones humanas pasadas
o que no podamos ya influir sobre su
desarrollo futuro. Pese a ello, tiene más
sentido actuar “como si” pudiéramos
mitigarlo, al tiempo que nos prepara-
mos para adaptarnos a él. Es la apuesta
más razonable: a la sociedad global le
conviene contratar un seguro para sí
misma. Y ello, dejando espacio para que
el disenso científico pueda expresarse
libremente: necesitamos al menos cien
años más para estar seguros de que el
calentamiento es lo que parece. Pero no
podemos esperar tanto para hacer algo
por si resulta serlo.
Ahora bien, la necesidad de actuar no
siempre indica cómo hacerlo. Entre una
sociedad “decrecentista” y un capitalis-
mo sostenible, por ejemplo, hay una dis-
tancia considerable. Si la primera estra-
tegia consiste en imponer políticamente
unos límites a la actividad humana que
mantengan a la humanidad dentro de un
espacio ecológicamente seguro, la segun-
da tiene por objeto expandir esos límites
planetarios por medios sociotecnológi-
cos. No obstante, quizá esta disyuntiva
sea demasiado tajante y resulte más útil
señalar cuatro grandes estrategias, cada
una de ellas asentada sobre un valor
moral dominante que contiene, implíci-
tamente, una antropología política: una
idea del ser humano y de su relación con
el entorno. Pueden servirnos como in-
troducción general a la sostenibilidad.
1 SUFICIENCIA Si las sociedades
humanas se encuentran en el peligroso
camino de la insostenibilidad y la des-
trucción ecológica, se hace necesario un
completo cambio de valores: los seres
humanos deben dar un paso atrás y aban-
donar el modo capitalista de producción
y consumo para construir una diferente
y más armoniosa relación socionatu-
ral. Se trata de la visión tradicional del
ecologismo clásico: un medio ambiente
moralizado que conduce a una sociedad
radicalmente diferente, en la que se otor-
ga prioridad a la protección del mundo
natural. O sea, una sociedad “decrecen-
tista” que produce solo aquellos bienes y
servicios suficientes para hacer posible

14
Imagen de satélite del
huracán Katrina poco antes
de golpear la costa del golfo
de México
[Foto de Jeff Schmalt/NASA/GSFP]
15

un bienestar humano redefinido por el
nuevo contexto poscapitalista, diferente.
El cambio climático sería a la vez prueba
de que el capitalismo no funciona e ins-
trumento para su superación.
2 CONTENCIÓN Las sociedades
humanas están poniendo en peligro
su propia supervivencia al explotar
sus recursos naturales, sobrecargar el
sistema planetario y amenazar, así, la
capacidad de los ecosistemas para cum-
plir las funciones y proveer los servicios
que nos son necesarios. En la línea de la
conocida perspectiva de los límites del
crecimiento, pero menos radical en sus
implicaciones, esta forma de abordar el
problema medioambiental se asienta
en el señalamiento de unas fronteras
planetarias que no deben ser traspasa-
das. A medida que el sistema terrestre
se aproxima o excede ciertos umbrales,
que podrían precipitar la transición a
un estado de desestabilización fuera de
la zona de confort representada por el
Holoceno, las sociedades humanas han
de construir sistemas más flexibles y
resistentes. En este con-
texto, se haría necesario
El condado de Somerset
un nuevo contrato social
(Inglaterra) sufrió en 2014
las inundaciones más
sobre la sostenibilidad
graves de su historia global que traslade a la
[Foto UIG via Getty Images] acción política e insti-
16
UN CAPITALISMO SOSTENIBLE
tucional la idea de una administración
humana del planeta.
3 ILUSTRACIÓN La reorganización
de las relaciones socionaturales no podrá
ser efectiva a menos que se vincule a una
reconceptualización del lugar humano en
el mundo. La crisis climática es una opor-
tunidad para reorientar la conversación
sobre la buena sociedad y convertirla en
el impulso hacia una ilustración ecológi-
ca. El Consejo Asesor sobre Cambio Glo-
bal del Gobierno alemán advierte, en su
detallado informe del 2011 sobre el tema,
que estas transformaciones no pueden
basarse en una perspectiva de “fronteras
planetarias”, sino que deben fundarse en
una narrativa de “fronteras abiertas” que
enfatice las formas alternativas de vida
que el Antropoceno hace posible. En este
contexto, el ecologismo aparece como
un agente de la Ilustración que continúa
—y refina— la tarea de la modernidad. Se
habla así de “receptividad ecológica” o
“ecología erótica”, nuevos conceptos que
tratan de reconectar a los seres humanos
con la naturaleza. También aquí se plan-
tea la necesidad de reescribir el contrato
social a fin de incluir en ella un mundo no
humano ignorado en las teorías contrac-
tuales clásicas.
4 AUDACIA A pesar de las señales que
indican la necesidad de reorganizar las
relaciones socionaturales, no parece ya
posible que los seres humanos devuelvan
a la naturaleza la relativa autonomía de
que disfrutó antes de la gran aceleración
antropogénica que tiene lugar con la
Revolución Industrial. En consecuencia,
los seres humanos deben ser audaces y
perfeccionar su control de las relaciones
socionaturales por medios científicos y
técnicos. No en vano, la empresa humana
ha continuado expandiéndose más allá
de sus presuntos límites naturales du-
rante milenios, hasta el punto de que la
reducción de la huella ecológica humana
no parece la mejor de las estrategias en
un mundo cuyos habitantes viven, en su
mayoría, vidas modernas que demandan
una notable cantidad de energía. En su
lugar, deben promoverse nuevas técni-
cas —como la geoingeniería del clima o la
clonación de especies— que hagan com-
patible la sociedad liberal con el cambio
climático.
Pues bien, ¿hacia dónde deberíamos
dirigirnos? Sabemos que la ingeniería
social a gran escala es una receta para el
fracaso. Por ello, hay que resistirse a la
tentación del mandarinato ecológico sos-
tenido por un Leviatán verde. Pero sería
ingenuo esperar que los ciudadanos aban-
donen sus existencias urbanas y conecta-
das para abrazar la frugalidad energética
y reencontrarse con la madre naturaleza.
Hay que esperar más bien una mezcla
desordenada de estrategias y actitudes,
coordinadas solo ocasionalmente, me-
diante las cuales gobiernos, ciudadanos,
empresas, investigadores y tecnologías se
adaptarán a las nuevas condiciones crea-
das paulatinamente por el incremento de
las temperaturas. Y lo harán con un em-
peño variable, según cuál sea la presión
ejercida por la opinión pública y los inte-
reses de cada cual: el Reino Unido y Rusia
contemplan con calma un aumento de las
temperaturas que alarma a las islas del
Pacífico. Hablar de hacia dónde queremos
ir tiene acaso menos importancia que
anticipar hacia dónde iremos teniendo
en cuenta los precedentes; entendiendo
como tales no solo las políticas climáticas
de los últimos veinte años, sino la entera
historia de la especie.
Sobre esto, el mismísimo Marx esta-
ría de acuerdo. Por lo general, abrazamos
el lugar común que dice que no pueden
resolverse los problemas creados por la
tecnología con más tecnología; o que las
consecuencias del crecimiento no pueden
abordarse sino renunciando al crecimien-
to. Pero no se ve muy bien cuál es el fun-
damento de estas afirmaciones, más allá
de la convicción de que la tecnología es
alienante por definición. ¡Algo que quien
esto afirma no dice nada sobre las gafas
que le permiten leer su denuncia! Sin em-
bargo, las gafas son también tecnología. A
este respecto, se diría que la industriali-
zación ha creado un problema de imagen,
dada la facilidad con la que identificamos
a la tecnología in toto con la cadena ta-
ylorista de montaje. Precisamente ahora
que la robótica está haciendo desaparecer
tal cadena, creando de paso una ansie-
dad creciente sobre la desaparición del
empleo industrial, quizá el prestigio de
la tecnología pueda restablecerse. Y falta
nos haría, porque el futuro será —igual
que el pasado— tecnológico o no será.
Ahora bien, desde aquella expresión
de ansiedad romántica que fue Frankens-
tein, las innovaciones tecnoambientales
han sido percibidas con ansiedad por la
mayoría de los ciudadanos: de la energía
nuclear a los alimentos transgénicos.
En las próximas décadas, los avances en
inteligencia artificial y biología sinté-
tica pondrán a prueba la capacidad de
las sociedades liberales para combinar
progreso técnico y legitimidad social.
En realidad, como dejó escrito el filósofo
Hans Blumenberg, la tecnología no es
una contingencia, sino una necesidad
humana: una extensión o desarrollo del
cuerpo humano producido de manera
“natural” en el curso del intercambio
socionatural. Y lo mismo puede decirse
de la colonización humana del medio: es
un resultado de nuestro ser-en-el-mun-
do, que transforma ese mismo mundo y
reformula sus límites aparentes. ¿O acaso
el salmón transgénico comercializado en
Estados Unidos, como antes la revolución
verde auspiciada por Norman Burlaug
o mañana las semillas de laboratorio
resistentes a un aumento de las tempe-
raturas no demuestran la plasticidad
de los límites ecológicos? Este punto de
vista debe ser incorporado al análisis de
las posibilidades climáticas humanas.
Sobre todo, porque nos permite descartar
aquellas proposiciones que, basadas en
una concepción estática de la especie,
propugnan una interrupción consciente
de sus potencialidades: Fiat Arcadia et
pereas mundus.
En este sentido, cuanto mayor sea
la concordancia entre las soluciones
climáticas y el impulso transformador
que define a la humanidad, mayor será su
probabilidad de éxito. Hablamos de una
especie caracterizada por sus impulsos
contradictorios, que necesita hacer la
difícil transición entre la adaptación
agresiva al medio natural, que caracterizó
su historia premoderna y se intensificó
durante la primera fase de la modernidad,
y una adaptación reflexiva demandada
por los riesgos ambienta- La mina del cañón de
les y el incremento de la Bingham, en Utah, es una
conciencia ambiental. Para operación de minería a cielo
abierto para explotar un
lograrlo, como sostiene
gran yacimiento de cobre
el manifiesto ecomoder- [Foto Getty Images/EyeEm]
nista promovido por el
Breakthrough Institute,
hay que usar los poderes
humanos como instrumento emanci-
pador: del ser humano respecto de la
naturaleza y de la naturaleza respecto del
ser humano. Se trata de enfatizar la rique-
za de la especie, una riqueza material e
intelectual que nos convierte en eso que
Jean Kersten ha llamado el Homo Luxus
Sapiens. Nada de esto se discutió en París.
Pero si queremos tener un futuro climá-
tico digno de tal nombre, no parece haber
otro camino.
Manuel Arias Maldonado es profesor
titular de Ciencia Política de la Universidad
de Málaga. Su último libro publicado es
‘Environment and Society. Socionatural
Relations in the Anthropocene’
17
 EL NIVEL DEL MAR

EL CALENTAMIENTO DE LOS
OCÉANOS Y EL DERRETIMIENTO
DE LAS CAPAS DE HIELO
El aumento del nivel del mar es una consecuencia
natural del calentamiento de nuestro planeta

por María José Viñas y Carol Rasmussen

NASA Climate Change

—— Es una cuestión de física básica. Cuando el agua se ca- la criósfera en la sede central de la NASA, en Washington.
lienta, se expande. Entonces, cuando el océano se calienta, “Tenemos evidencias de que las capas de hielo se están
el nivel del mar aumenta. Cuando el hielo se expone al calor, despertando, pero debemos entenderlas mejor antes de
se derrite. Y cuando el hielo en la tierra se derrite y el agua asegurar que estamos en una nueva era de pérdida repenti-
se encuentra con el mar, aumenta su nivel.  na de hielo”. 
Durante miles de años, el nivel del mar se ha mantenido
relativamente estable y los humanos se han asentado en HALLAR EL NIVEL. Desde el 1992, la NASA registra des-
comunidades a lo largo de las costas de nuestro planeta. Sin de el espacio la altura de la superficie oceánica. Ese mismo
embargo, ahora los mares de la Tierra están en aumento. A año, la NASA y la agencia espacial francesa CNES lanzaron
escala global, el nivel del mar ha crecido alrededor de veinte la primera serie de altímetros espaciales que desde enton-
centímetros desde el inicio del siglo XX y más de cinco solo ces realizan mediciones continuas. El primer instrumento,
en los últimos veinte años.  Topex/Poseidón, y sus sucesores, Jason-1 y Jason-2, han
Todo indica que este crecimiento se acelera. Mientras registrado una media de cerca 7,4 centímetros en la subida
que la NASA y otras agencias continúan supervisando el global del nivel del mar. 
calentamiento de los mares y los cambios en las masas En el siglo XXI, dos nuevos sistemas de detección han
terrestres, la mayor preocupación reside en qué sucederá demostrado ser complementos inestimables en la medición
con las antiguas capas de hielo que cubren Groenlandia y la satelital. En 2002, la NASA y la agencia espacial alemana
Antártida y que alertan de que el cambio climático pone en lanzaron un sistema de dos satélites idénticos como parte
riesgo su estabilidad.  del Gravity Recovery and Climate Experiment (GRACE)
“Dado que sabemos que el océano se expande al calen- —experimento del clima y recuperación de la gravedad, en
tarse y que las capas de hielo y los glaciares están añadiendo inglés—. Estos miden el movimiento cada 30 días de la masa
agua al mar, es bastante seguro que se produzca un aumento y, por consiguiente, de la gravedad alrededor de la Tierra.
del nivel del mar de cerca de 90 centímetros”, comenta Las masas terrestres se mueven muy poco durante un mes,
Steve Nerem, de la Universidad de Colorado, en Boulder pero sus aguas lo hacen a través de la fusión, la evaporación,
(EEUU), y jefe del Equipo Sea Level Change —cambio del la precipitación y otros procesos. GRACE anota esos movi-
nivel del mar, en inglés—. “No obstante, no sabemos si suce- mientos de agua alrededor del planeta. El otro nuevo siste-
derá dentro de 100 o 200 años”.  ma es el despliegue de la multinacional Argo, una red de más
Si bien la expansión de aguas oceánicas más calientes de 3.000 sensores flotantes dispersos por todo el océano. 
y el movimiento tectónico de masas terrestres tienen un “Jason, GRACE y Argo son los tres grandes sistemas
papel clave en el cambio tanto local como global del nivel del para estudiar el aumento del nivel del mar”, explica el ocea-
mar, son las capas de hielo polar las que determinarán cuán- nógrafo Josh Willis, del Jet Propulsion Laboratory (JLP)
ta costa cambiará en las próximas décadas.  —Laboratorio de Propulsión a Chorro, en inglés— en Pasa-
“Los registros paleoclimáticos muestran que, si las dena, California (EEUU), y científico de la próxima misión
capas de hielo se desprenden rápidamente, es posible que, del altímetro Jason-3. 
en uno o dos siglos, se dé un aumento de tres metros en el Las observaciones desde los satélites Jason han revolu-
nivel del mar”, dice Tom Wagner, científico del programa de cionado la comprensión científica del aumento del nivel del

18
 Todos los años, el océano
Ártico experimenta la
formación y fusión de
grandes cantidades de
hielo que flota en la
superficie del mar. Este
hielo marino tiene un papel
central en el clima polar y el
patrón global de circulación
oceánica
[Foto de USGS/ESA]

19
 EL NIVEL DEL MAR
El glaciar Lyell, situado mar y sus causas. Sabemos que la subida
en el Parque Nacional de actual del nivel del mar es una tercera
Yosemite (EEUU), perdió parte fruto del calentamiento del agua de
casi el ochenta por ciento
los océanos. El resto proviene del deshielo.  Estos avances en la observación de las regiones he-
de su superficie entre 1883
y 2015. Más del diez por Además, han mostrado precisamente
ciento de la pérdida total que, por supuesto, el mar no está nivelado.
del glaciar se ha producido Varía hasta dos metros de un lugar a otro.
durante los últimos cuatro Su nivel tampoco aumenta equitativa-
años debido al clima cálido mente como lo hace una bañera que se
y cada vez más seco
[Foto U.S. National Park Service.
llena de agua. En la actualidad, las diferen-
1883 photo: USGS/Israel Russell. cias regionales en el aumento del nivel del
2015 photo: NPS/Keenan mar están dominadas por los efectos de
Takahashi]
las corrientes oceánicas y ciclos naturales
como el fenómeno de El Niño en el océano
Pacífico y la oscilación del Pacífico (PDO).
Mientras que las capas de hielo continúan derritiéndose,
los científicos predicen que el agua de deshielo superará
los factores naturales como la principal causa de las varia-
ciones regionales y del aumento total del nivel del mar.  satélite CryoSat-2 de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Como asegura Willis: “Aún no hemos visto nada”.
TESTIGOS DEL DESHIELO. No hace tanto, a princi-
pios de los años noventa, los científicos eran incapaces de
determinar si el suelo polar crecía, se encogía o se mante-
nía estable. Diversas misiones satelitales y aéreas, junto
con mediciones sobre el terreno, no solo han respondido a
20
esta pregunta, sino que también han aportado los medios
para determinar los mecanismos que contribuyen al au-
mento y la disminución del hielo polar. 
ladas del planeta han permitido a los científicos estimar
con precisión la pérdida de hielo anual proveniente de
Groenlandia y la Antártida solo en la última década. Ahora
no solo sabemos cuánto nivel del mar está cambiando
—según las mediciones de los satélites en los últimos 23
años— sino que también podemos determinar cuánta
subida del nivel del mar se debe al deshielo. 
Además del lanzamiento en 2002 de los satélites
GRACE, la NASA también desplegó entre 2003 y 2009
las misiones Ice Cloud y Land Elevation Satellite (ICE-
Sat) con el fin de cartografiar con láser los cambios en la
altura de las capas de hielo. Otras agencias espaciales han
recurrido a radares para medir la topografía de la super-
ficie y la velocidad de los glaciares, como es el caso del
Misiones aéreas como la Operación IceBridge de la NASA
complementan estas mediciones con herramientas que
cartografían la topografía del lecho rocoso bajo el hielo,
determinan el grosor del hielo, describen las capas inter-
nas y detectan la profundidad del exceso de nieve. La com-
binación de estas mediciones relativamente nuevas —y sin
precedentes— con registros de satélites a largo plazo y un

análisis de datos climáticos por regiones amplía la infor-
mación de las capas de hielo a más de cuarenta años.  de la NASA. “La siguiente sorpresa fue que esos cambios
Varios estudios han demostrado la conveniencia de
recurrir a diferentes métodos remotos en el estudio de
las capas de hielo. La información de GRACE a lo largo
de una década muestra que el deshielo se está acelerando
en Groenlandia y en la Antártida Occidental. De media,
Groenlandia ha perdido 303 gigatoneladas —una gigato-
nelada equivale a 1.000 millones de toneladas— de hielo
anuales desde el 2004, mientras que la Antártida se ha
desprendido de una media de 118 gigatoneladas de hielo
anuales, en su mayor parte provenientes del oeste. Desde el
2004, el deshielo se ha visto acelerado en 31 gigatoneladas
anuales en Groenlandia, y en 28 en la Antártida Occidental.  aguas oceánicas circulan alrededor de Groenlandia, y para
EL CALENTAMIENTO DEL NORTE. La capa de hielo
de Groenlandia abarca un área de 1,7 millones km2 —es
casi tan grande como Alaska—. Con un grosor de hasta tres
kilómetros en su punto más alto, tiene potencial suficiente
para aumentar seis metros el nivel de los océanos. Situada
en el Ártico, donde el calentamiento se duplica con res-
pecto al resto del planeta, Groenlandia se desequilibró en
los años noventa. Ahora pierde más hielo en verano que el
que recupera en invierno.  de Groenlandia desde su base —y, por lo tanto, predecir
“En Groenlandia, todo se fue calentando al mismo
tiempo: el aire, la superficie del océano, las profundida-
des”, explica Ian Joughin, glaciólogo en la Universidad de
Washington, Seattle (EEUU). “No entendemos muy bien
qué parte de ese calentamiento tiene mayor efecto en los
glaciares”. 
Lo que los científicos sí saben es que las temperaturas
árticas en calentamiento —y una superficie oscurecida en
la capa de hielo de Groenlandia— están causando tanto
deshielo estival que son ya la causa principal del aumento
del nivel del mar. 
La temporada estival de deshielo en Groenlandia aho-
ra dura 70 días más que a principios de los años setenta.
Cada verano, temperaturas más cálidas provocan el des-
hielo de la mitad de la superficie de la capa de hielo —en
2012 se registró un fenómeno extremo, cuando se derritió
un 97% de la capa superior—. 
Los glaciares de Groenlandia también se han acele-
rado. Aunque muchos de los glaciares del sudeste, oeste y
noroeste de la isla que experimentaron un rápido desgaste
del 2000 al 2006 ahora han frenado su deshielo, otros no
lo han hecho. Un estudio del 2014 mostró que la capa de
hielo del noreste de Groenlandia aumentó su deshielo a
causa del calentamiento de la región. 
“A principios del milenio se desvelaron muchos datos
importantes, como cuando vimos el glaciar Jakobshavn de
Groenlandia —el más rápido que conocíamos— duplicar
su velocidad”, asegura Waleed Abdalati, director del Coo-
perative Institute for Research in Environmental Scien-
ces, en Boulder, Colorado (EEUU), y actual jefe científico
podían prolongarse durante una década: Jakobshavn
sigue yendo rápido”. 
“Con el fin de responder a cómo se comportarán esos
glaciares, cuánto contribuirán a aumentar el nivel del mar
y cuán rápido esos cambios ocurrirán, los científicos nece-
sitan mejores datos de la batimetría y geografía del suelo
oceánico que rodea Groenlandia”, subraya Eric Rignot,
glaciólogo con JPL —reconocimientos del Jet Propulsion
Laboratory de la NASA— de la Universidad de California,
en Irvine (EEUU). 
“La batimetría es crucial para comprender cómo las
predecir y entender lo que hemos estado observando en
las pasadas décadas”, dice Rignot. 
Con el despliegue en verano del 2015 de boyas de
sondeo en aguas alrededor de Groenlandia, la NASA
busca responder a estas preguntas mediante una misión
aérea de tres años y una campaña marítima. OMG, si-
glas de Oceans Melting Greenland —océanos fundiendo
Groenlandia, en inglés—, busca comprender el papel de
las corrientes oceánicas y sus temperaturas en el deshielo
mejor la velocidad con la que la capa de hielo aumentará el
nivel del mar—. 
21
 EL NIVEL DEL MAR

CAMBIOS EN EL SUR DEL FIN DEL MUNDO. La

capa de hielo de la Antártida abarca 14 millones km2, un
área mayor que los Estados Unidos de América y la India
juntos, y contiene hielo suficiente para aumentar el nivel
del océano en 58 metros. Las Montañas Transantárticas
dividen la Antártida en dos principales regiones: la Antár-
tida Occidental y la aún más extensa Antártida Oriental. 
Aunque la contribución de la Antártida en el aumento
del nivel del mar se sitúa aún en menos de 0,5 milímetros
al año, varios sucesos acaecidos a lo largo de la pasada
década y media han dado pie a los expertos a alertar sobre
la posibilidad de rápidos cambios en el siglo venidero. 
El cuerno montañoso del continente, la península
Antártica, emitió una de las primeras alertas sobre el
impacto del cambio climático en la Antártida, cuando el
aire caliente y las temperaturas de los océanos llevaron
en 2002 a una rápida y dramática ruptura de la barrera de
hielo Larsen B. En alrededor de un mes, 3.240 km2 de hielo
flotante que había permanecido estable durante 10.000
años se desvanecieron. En los años siguientes, otras barre-
ras de hielo de la península, incluido el último reducto de
Larsen B, se desmoronaron y, con estas, los glaciares que
respaldaban. 
En 2014, la Antártida Occidental se convirtió en foco
de atención después de que dos estudios sobre la acelera-
ción de los glaciares en el mar de Amundsen mostraran
que su colapso ya ha comenzado, y que el resto de la An-
tártida Occidental le seguiría. Mientras que uno de los
estudios asegura que su desaparición podría darse en un
plazo de 200 a 1.000 años, dependiendo de cuán rápido
el océano se caliente, las dos investigaciones coinciden
que el fin es imparable y sumará hasta cuatro metros en el
aumento del nivel del mar. 
En cuanto a la capa de hielo de la Antártida Occiden-
tal, que en su mayor parte reposa sobre una cama bajo el
nivel del mar, la causa principal del deshielo es el océano.
Las aguas el océano Meridional (también llamado océano
Austral) constan de varias capas: en la superior e inferior,
las temperaturas son glaciales, pero la capa intermedia es
caliente. Los vientos del oeste, que hacen girar las aguas
oceánicas alrededor de la Antártida, se han intensificado
durante la última década y han empujado la fría capa
superior lejos de la tierra. Esto permite que las aguas
más calientes y profundas suban y rebosen por encima
de la barrera continental y se derramen después sobre la
base de muchas barreras de hielo. A medida que estas se
debilitan por la parte inferior, los glaciares subyacentes se
aceleran. 
La masiva capa de hielo de la Antártida Oriental, tan
vasta como los EEUU continentales, es la gran descono-
cida en las predicciones sobre el aumento del nivel del
mar. Aunque parece ser estable, un estudio reciente sobre

22
 Imagen de la espectacular grieta en la
isla de Ross, en la Antártida. Las primeras
investigaciones sobre el terreno han obligado
a cambiar las previsiones sobre la verdadera
profundidad de la grieta
[Foto de Rod Strachan / Natural Visions]

el glaciar Totten —el mayor y que sufre el deshielo más

rápido— apunta hacia otra dirección. La investigación
halló dos canales submarinos que permitirían la entrada
de aguas cálidas en la base del glaciar y derretirlo de una
forma similar a lo que está sucediendo con los glaciares de
la Antártida Occidental. Otras zonas con base bajo el nivel
del mar, como la Barrera de Hielo Cook y los glaciares
Ninnis, Martz y Frost también están perdiendo masa. 
“El punto de vista predominante entre los especia-
listas es que la Antártida Oriental es estable, pero no creo
que lo sepamos a ciencia cierta”, dice Rignot. “Algunas de
las señales que vemos ahora mismo en los satélites son
como banderas rojas. Esos glaciares pueden no ser tan
estables como pensábamos en un principio. Los medios
prestan siempre mucha atención a los cambios que vemos
ahora pero, como científicos que somos, nuestra prioridad
siguen siendo los cambios que podrían darse en el futuro”. 
Por otro lado, muestras climáticas y un reanálisis de
los datos meteorológicos han mostrado un aumento de
las nevadas a lo largo de la costa de la Tierra de la Reina
Maud, lo que podría contrarrestar el deshielo de la Antár-
tida Oriental. Pero este cambio podría ser temporal —los
científicos no pueden asegurarlo, ya que obtener sobre
el terreno mediciones precisas de la nieve es extremada-
mente difícil—. Existen algunas estaciones meteorológi-
cas, y puede que no aporten mediciones representativas
ya que las nevadas en la Antártida no se distribuyen
uniformemente. Los fuertes vientos catabáticos sacuden
y limpian algunas zonas y apilan nieve en otras. Además,
la interpretación de los satélites todavía no es suficien-
temente precisa como para detectar pequeños cambios
acumulativos que podrían representar una diferencia en
las gigatoneladas de masa cuando estas se desplazan sobre
la enorme superficie de la Antártida Oriental. 
Como también en el caso de Groenlandia, los científi-
cos que trabajan en la Antártida necesitan mejores datos
sobre la barimetría del océano Meridional y los caminos
que las aguas calientes toman hasta alcanzar el hielo.
“Y este tipo de datos, así como la acumulación de nieve
y otros datos sobre el océano, no pueden remotamente
obtenerse con suficiente precisión”, según Ted Scambos,
principal científico del National Snow and Ice Data Center
de la Universidad de Colorado, en Boulder (EEUU).
“Hemos aprendido tanto de los satélites que durante
los últimos veinte años hemos surfeado la ola de un nuevo
saber”, explica Scambos. “Pero ahora, con el fin de ir más
allá, debemos intentar conseguir herramientas sobre el
terreno y mantener al mismo tiempo nuestra habilidad en
las misiones satelitales y aéreas. Todo ello para ver la capa
de hielo desde una perspectiva global”. 

María José Viñas y Carol Rasmussen son miembros del

equipo de Ciencias de la Tierra y la Criósfera. NASA

23
 estas son
herramientas
de trabajo

y estas
también
Miles de millones de personas en el mundo trabajan en sectores vinculados al agua.
El agua es empleo, innovación, investigación, salud y equidad.
El agua y el empleo interactúan para transformar la vida de las personas.

#todoesagua
22 de marzo, Día Mundial del Agua

Únete a los que quieren cambiar las cosas

Únete en Aquae Fundación

 La novela de
pasado mañana
—La novela se adapta constantemente a la realidad cuando no es
el caso de que, como ocurre con la ciencia ficción, se le adelanta
con ventaja. Esa capacidad de adaptación de la novela tiene que
con ver con la capacidad narrativa —“Y ahora, ¿qué?”—, con una
indagación sobre la experiencia humana y con un relato prismático
de la historia, desde El lazarillo de Tormes hasta La princesa de
Clèves, las novelas filosóficas del siglo XVII y el big bang del siglo
XIX, cuando Tolstoi o Balzac retratan toda una sociedad, del mismo
modo que posteriormente Proust, Henry James o Thomas Mann
logran vencer al tiempo y pasar a ser parte indiscernible de la
conciencia humana, para satisfacción de sus millones de lectores.
Pero, ¿leemos hoy más o menos novelas? ¿Seguiremos leyéndolas?
La novela es un género sobre cuya supervivencia se está debatiendo
constantemente, pero siguen habiendo novelistas y lectores de
novelas. Don Quijote o Sherlock Holmes son personajes que
transitan por nuestras vidas, reales como la novela misma.

26 28 30
“¿De qué trata?”, Futuros de la El hogar de
novela y futuro ciencia ficción los clásicos
por Robert Saladrigas por Miquel Barceló por Ponç Puigdevall

32 34
Oye, negrita. Novela, asesina
¿A dónde vas? del lector
por Carlos Zanón por Nuria Amat

25
 FICCIONES UNIVERSALES

“¿DE QUÉ TRATA?”,

NOVELA Y FUTURO
La novela reinventa un hecho real y, transformándolo en
ficción mediante la escritura, lo convierte en una verdad
propia. Es el prodigio del género: la creación de un
universo superior, independiente, que hacemos nuestro
de una forma instintiva y nos inspira al menos la ilusión
de ser inmarcesible al efecto destructor del tiempo

por Robert Saladrigas

——Me siento obligado a comenzar con una confidencia que no

exige que baje el tono de voz sino todo contrario, que lo eleve em-
pujado por el orgullo: leo novelas de todo tipo desde que aprendí a
juntar las letras y descubrí que las palabras podían tener un sen-
tido de carácter “narrativo”. Pasé de los tebeos de la época (TBO,
Hombre Enmascarado, Roberto Alcázar y Pedrín, Hazañas Bélicas,
Flash Gordon…) a leer novelas que me fascinaban de autores como
José Mallorquí, Alejandro Dumas, Verne, Grey, Stevenson, Defoe,
Vicki Baun, Pearl S. Buck, Maxence van der Meersh y un largo
etcétera, casi infinito. Todavía no he dejado de leer invenciones,
miles de ficciones por placer y también por imperativo profesional
—al menos hace cuarenta años que escribo un artículo semanal en
La Vanguardia sobre narrativa del mundo—, y de 1965 a esta parte
he publicado dos docenas de libros entre novelas y cuentos, o sea,
lo que los anglosajones etiquetan como fictions. Toda mi ya exten-
sa vida dominada por las historias que nos contamos unos a otros
desde que el mundo es mundo. Fabuloso, ¿verdad? Nunca me he
cansado de leerlas; mi curiosidad de lector es insaciable. Calculo
que mucha gente piensa lo mismo ya que todavía hoy, en sus nu-
merosas variantes, la novela es el género comercial por excelencia.
Una vez, hace unos años, el sarcástico Josep Pla afirmó todo virales que pondrían en riesgo su supervivencia? Es
un despropósito: sentenciaba que cualquier ciudadano de media- sencillo. Atended: todos los que de vez en cuando
na edad que leyera novelas era un imbécil rematado. ¿De veras? hacemos novelas, cuando nos sentimos empujados
¿Tal vez es que la “decadencia” del género provoca la imbecilidad a ello, podemos contar una anécdota significativa: al
de sus adeptos? En el diecinueve, el llamado “siglo de la novela”, comentar el proyecto de una novela o cuando ya tra-
narradores de la talla de Flaubert y Tolstoi reflexionaban sobre bajamos en esta, la otra persona, sea quien sea, ine-
la “crisis” de la novela y temían por su futuro. En el veinte, Proust vitablemente se apresura a preguntarnos sin rodeos,
creía haber llevado la novela a su límite, mientras que Sainte- con una curiosidad muy natural y nada fingida: “¿De
Beuve pronosticaba una agonía inminente y el irlandés James qué trata?”. Dicho de otro modo: se da por supuesto
Joyce extendía el certificado de defunción de la llamada “novela que nuestra obra versará sobre una historia y lo que
burguesa”. Sin embargo, nada se destruyó con la aparición de nos piden de antemano son los detalles de la trama.
Ulises. ¿Qué hubiera sido de los Kafka, Mann, Virginia Woolf, Wi- Es inútil argüir que la historia elegida —o que nos ha
lliam Faulkner, Pavese y tutti quanti? ¿Y del legado de Cervantes elegido— será exitosa o fallida según la estructura y la
y sus epígonos? ¿Y de Dostoievski, Musil, Robert Walser, Clarín, forma verbal por las que optemos. Esto, pues, debería
Céline, Camus, y nombres y más nombres y obras y más obras quedar claro: con una historia por sí sola no es sufi-
que hay en el trasfondo de la memoria del lector de hoy? ciente para crear una novela perdurable, una obra de
Opino que en este siglo XXI la novela conserva afortunada- arte con ambición de llegar a ser única.
mente su sentido primigenio. ¿Qué sentido es este que le garantiza Se ha intentado establecer de mil maneras la
la perdurabilidad con independencia del instrumento de difusión? definición de la novela. En vano. Al cáustico Camilo
¿En qué consiste el misterio que la inmuniza contra los ataques José Cela se le ocurrió simplificar el asunto espetando

26
que “novela es todo lo que luce en la cubierta la pala-
bra novela”. También dijo que si pudiera condensar
una historia en pocas palabras no llenaría doscientos
o trescientos folios. He aquí una constatación de lo
más lógica. Aquí, sin embargo, nos topamos con la
obviedad que al mismo tiempo es una paradoja: la
condición inexcusable que identifica una novela es
que, a la fuerza, tiene que relatar una historia al lector.
La novela reinventa un hecho real y, transformándolo
en ficción mediante la escritura, lo convierte en una
verdad propia. Es el prodigio del género: la creación
de un universo superior, independiente, que hacemos
nuestro de una forma instintiva y nos inspira al menos
la ilusión de ser inmarcesible al efecto destructor del
tiempo. Esa es la sensación que en diferentes fases de
mi vida me ha producido leer obras como Ana Kareni-
na, Los Buddenbrok, El ruido y la furia, por citar a tres
referentes claves de la narrativa moderna.
Llego al meollo de la cuestión. ¿Tiene futuro la
novela tal y como la conocemos hoy? Se me ocurre
formular una pregunta que es a la vez una reflexión y una apuesta
de futuro: ¿alguna vez nos comunicaremos los unos con los otros
sin intercambiar historias pequeñas o grandes, banales, divertidas,
dramáticas o trágicas, de vida, muerte, sufrimiento, amor, odio,
celos, avaricia, lujuria o maldad, relatos orales, cotidianos, que solo
la literatura, específicamente la narrativa, ya sea en formato libro,
audiovisual o quién sabe con qué soporte hoy no catalogado —el ins-
trumento transmisor no me parece determinante—, insisto en que
solo la literatura puede transformar en ficciones universales más allá
del tiempo convencional, de nuestro tiempo y de los conflictos que
conlleva? ¿No es plausible aventurar que mañana o pasado alguien
diga que tiene una novela en mente y quien lo escuche pronuncie
un incontenible y expectante? “¿De qué trata?”. Como si no pudiera
esperar a leerla una vez escrita, o como si con la respuesta le fuera
la vida. Imaginemos el murmullo de una voz sugerente: “Había una
vez...”. Y de repente tengo la certeza absoluta de que la rueda que
hasta ahora no ha dejado nunca de girar, continuará girando, girando,
mientras haya una historia que contar. Así que: ¡aleluya!
Robert Saladrigas es escritor
27
 FICCIONES DE FUTURO
FUTUROS DE
LA CIENCIA FICCIÓN
La especificidad de la ciencia ficción respecto a la novela como género
literario la tenía recluida en un nicho bastante cerrado. Pero, ahora,
la temática de la ciencia ficción está ya al alcance de todo el mundo,
posiblemente gracias a las películas de superhéroes y a la mayor presencia
de la temática más propia de la ciencia ficción en el cine actual
por Miquel Barceló
28
——Normalmente, cuando se habla del futu-
ro de la novela, pocos piensan en la ciencia
ficción. Y es lógico, el imaginario popular de
la ciencia ficción lo da el cine con esas pelícu-
las llenas de efectos especiales y con guiones
a menudo ridículos que los productores de
Hollywood fabrican pensando, sobre todo,
en un público adolescente. Pero la ciencia
ficción es algo más. Nació con la narrativa
escrita y obras capitales como Un mundo fe-
liz (1932) de Huxley o 1984 (1948) de Orwell
son claros ejemplos de su temática. Después,
a mediados del siglo XX, autores como Isaac
Asimov (Fundación, 1950), Arthur C. Clarke

(El fin de la infancia, 1953), Frank Herbert
(Dune, 1965), Robert A. Heinlein (Historia
del futuro, 1967) y otros construyeron la for-
ma de la ciencia ficción clásica. Esta ciencia
ficción era muy interesante en sus ideas
pero pobre en estilo literario.
Afortunadamente, en la década de los
sesenta, el movimiento de la New Thing,
pidiendo una mayor atención a la calidad
esencialmente literaria de la narración,
consiguió que la ciencia ficción llegara a
su madurez. Hoy obras como Hyperion
(1989) de Dan Simmons destacan incluso
entre la literatura general (mainstream).
De hecho, esta novela, que reconstruye en
clave de ciencia ficción los famosos Cuentos
de Canterbury de Chaucer, no tiene nada
que envidiar al resto de la literatura. Y Dan
Simmons no es el único; Neal Stephenson,
Connie Willis, Nancy Kress, Orson Scott
Card y tantos otros dan hoy en día la imagen
de una narrativa de ciencia ficción madura,
con ideas pero, también, con una calidad
literaria superior.
No digo nada aquí de la ciencia ficción
catalana —bastante más “catalana” que
ciencia ficción...— ni de la española puesto
que, a pesar de que hay autores interesantes,
no dejan de ser personas que se dedican a
otras profesiones y que escriben a menudo
tan solo como hobby, con la carencia de de-
dicación completa y las dificultades que ello
supone. Normalmente se dice de la ciencia
ficción que responde a una voluntad clara-
mente especulativa (literatura de ideas), una
narrativa que intenta contestar a lo que se ha
denominado el condicional contrafáctico al
querer responder una pregunta como: “¿Qué
pasaría si...?”, y aquí hay que añadir una hipó-
tesis que los hechos todavía no hayan hecho
realidad: viajes en el tiempo, encuentros con
civilizaciones extraterrestres, exploración
espacial, clonación, convivencia con robots
e inteligencias artificiales autoconscientes y
un largo e inagotable etcétera.
Otra particularidad que caracteriza a la
buena ciencia ficción es el llamado sentido
de la maravilla, algo que comparte con las
novelas históricas y los libros de viajes.
Cuando se nos describen mundos, socieda-
des, situaciones y personajes nuevos y di-
ferentes a los que estamos acostumbrados,
nos puede interesar por la novedad, por las
nuevas posibilidades y para investigar nue-
vas maneras de ser u organizarse socialmen-
te. Esta novelística de ciencia ficción se ha
mantenido durante mucho tiempo cerrada
en un tipo de gueto y limitada a ser conocida
por unos cuantos aficionados, aquellos que
podríamos considerar los frikis de la ciencia
ficción. Afortunadamente ya no es así.
La calidad literaria lograda por los
buenos autores de la ciencia ficción hace ya
que el género no desmerezca en absoluto
de otras literaturas. La especificidad de la
ciencia ficción la tenía recluida en un nicho
bastante cerrado. Pero, ahora, la temática de
la ciencia ficción está ya al alcance de todo el
mundo, posiblemente gracias a las películas
de superhéroes y a la mayor presencia de la
temática más propia de la ciencia ficción en
el cine actual, sin olvidar éxitos televisivos
inesperados como El ministerio del tiempo
de TVE, que trata del viejo tema de la policía
del tiempo (con un registro muy carpetove-
tónico, eso sí...), como las clásicas El fin de la
eternidad de Isaac Asimov o La patrulla del
tiempo de Poul Anderson, ambas del 1955.
La otra novedad que tiene que marcar el
futuro de la narrativa de ciencia ficción nace
con los grandes cambios que nos proporcio-
nan las novedades surgidas de la ciencia y la
tecnología. Nuestra realidad ha cambiado
tanto en los últimos veinte o treinta años
que ahora resulta ya muy difícil especular
pensando en centenares de años en el fu-
turo. Por eso, muchos buenos autores de la
ciencia ficción de la actualidad se limitan
a especular sobre un futuro cercano (near
future) que, como efecto colateral, hace más
fácil seguir la narración por parte de lectores
no acostumbrados a este tipo de temáticas.
A menudo esta ciencia ficción moderna,
obligada por las circunstancias, puede
confundirse con el thriller tecnológico más
habitual puesto que especula también con
nuevos hallazgos en el campo de la investi-
gación biotecnológica o infotecnológica.
El último aspecto destacable sobre el
futuro de la ciencia ficción es el nuevo papel
que tienen en ella las mujeres, las nuevas
escritoras. Hace años, cuando una mujer
escribía ciencia ficción, a menudo intentaba
disimular su género con pseudónimos que lo
escondieran. Afortunadamente ya no es así.
Y, además del reconocimiento que se me-
recen, las nuevas escritoras aportan al con-
junto de la ciencia ficción nuevos puntos de
vista y curiosos planteamientos. A menudo
imaginan especulaciones sobre sociedades
donde el papel de la mujer y el reparto de
poder entre los géneros es diferente o com-
plementario al que se da en nuestra socie-
dad. En este sentido, destacaré obras como
La mano izquierda de la oscuridad (1969) de
Ursula K. LeGuin, o La puerta al país de las
mujeres (1988) de Sheri S. Tepper, sin olvidar
a autoras como Joana Russ, Vonda N. McIn-
tyre, Nancy Kress y un largo etcétera que
demuestra de manera fehaciente la madurez
real lograda por la mejor ciencia ficción
de ahora y del futuro inmediato. Sea como
fuere, la ciencia ficción escrita tiene futuro.
Un buen futuro.
Miquel Barceló es especialista en
ciencia ficción, autor de ‘Ciencia ficción:
nueva guía de lectura’
29

EL HOGAR DE LOS CLÁSICOS
Leer novelas demuestra que no hay nada que estimule más que vivir otras vidas a través de unas
sensibilidades y unos estados de ánimo iguales a los de uno mismo: no hay nada que sorprenda tanto
como encontrar los embriones de los propios pensamientos ya expresados y confirmados
——Cuando en Un buen partido, la monu-
mental novela de Vikram Seth publicada en
1993, la señora Rupa Mehta dice a su hija “Tú
también te casarás con quien yo diga”, desco-
noce que lo que hace realmente es secuestrar
la atención del lector. No hay ningún héroe,
no puede calificarse nunca de excéntrico el
comportamiento de los personajes, los acon-
tecimientos se alejan de lo extraordinario y la
única violencia que aparece —los disturbios
políticos y religiosos en la India de los años
cincuenta— se describe con un tono neutro
y distante que rehúye cualquier morbo. Y el
lector no puede dejarse de sorprender de que
un pretexto tan nimio, saber con cuál de los
tres candidatos acabará casándose la prota-
gonista, consiga que se considere como una
molestia imperdonable cualquier obligación
que la aparte de la lectura: E. M. Forster ya
decía que todos los lectores son como el ma-
rido de Sherezade, porque siempre quieren
saber qué pasa a continuación. Del mismo
modo, es difícil que haya algún lector que re-
nuncie, por ejemplo, al placer de saber cómo
termina el suspense psicológico que traza
Eça de Queirós en El primo Basilio, la masca-
rada de Nabokov en Risa en la oscuridad, o la
tragedia provinciana que describe Simenon
en El viajero del día de Todos los Santos.
Eça de Queirós decía que había escritores
para los que la sonoridad de un adjetivo era
más importante que la exactitud de un siste-
ma y que a veces el esfuerzo para completar
adecuadamente la cadencia de una frase
suponía perspectivas inesperadas para una
idea. Se podría creer que El primo Basilio
transcurre dentro de los parámetros de la no-
vela de adulterio del siglo XIX: la llegada del
primo permite que la protagonista, resignada
lectora de novelas románticas, encuentre el
camino para escapar de la insatisfacción. Pero
tal y como aparece, el primo Basilio se va.
Es entonces cuando Eça de Queirós hace un
juego de magia y transforma el relato en una
obsesionante novela de chantaje que se lee
como un thriller psicológico. Existe el retrato
de las clases ociosas de Lisboa a finales del si-
glo XIX, está el espectáculo de una melancolía
30
EFECTO ESPEJO
por Ponç Puigdevall
tan solo susurrada, pero lo que se impone es
el frenesí del suspense psicológico cuando el
mal domina la paz de la pequeña burguesía.
Vladimir Nabokov era un maestro en el
arte de narrar simulacros y arabescos, el artí-
fice de una elocuencia lírica y cómica incadu-
cable, y un cazador de minucias inextingui-
bles: todo ello se ve en Risa en la oscuridad,
pero el lector sabe que la trama se sustenta
en un material folletinesco y que el objetivo
de esta tragedia trivial —un hombre rico
abandona su familia por una mujer joven—
debe ser tan solo el placer de la narración y la
transparencia de unos detalles precisos que
coronen la lectura. Nabokov construye pistas
falsas con la rapidez de un prestidigitador,
hace que el trazo seguro de la línea recta de
una frase se convierta de repente en una
curva mortal gracias a la precisión de una
adjetivación tenaz, y deben reconocerse sus
virtuosos juegos de manos cuando se pone
la indumentaria del narrador omnisciente.
Nabokov se centra gélidamente en unas pe-
ripecias crueles, y el lector solo puede com-
padecer al protagonista, reo de una grotesca
espiral de codicia y engaño. Pero el descenso
impasible a lo más profundo del dolor no im-
pide que haya por todas partes una ardorosa
exaltación de la maravilla de vivir.
No se sabe si Georges Simenon también
creía que la novela es la historia privada de
las naciones, pero sí fue un novelista tan au-
téntico como Balzac. Mientras otros asedia-
ban al ideal de Flaubert de escribir un libro
sobre la nada, Simenon poblaba su literatura
de personajes, chismes, vulgares pasiones
desenfrenadas y descripciones de atmósferas
que eran al mismo tiempo un catálogo de la
mezquindad y la avaricia, el aburrimiento
y la fatiga de sentirse solo. En El viajero del
día de Todos los Santos, después de hablar
con uno de los prohombres de La Rochelle,
el protagonista cruza diferentes barrios y,
con una ligera pincelada, el arte de Simenon
dibuja el conflicto latente en la ciudad: obser-
va casas con jardines pequeños y con venta-
nas pintadas ilusionadamente, ve como los
palacios al modo de fortalezas de las familias
de siempre rompen la monotonía urbana
y, de vez en cuando, encuentra unas casas
señoriales que no acaban de mostrar la solera
que buscan: viven en ellas los que han osado
romper su destino y se han involucrado en
unos negocios que no les correspondían.
Es difícil no caer en la red persuasiva
de estas tres novelas, pero también debe
ser verdad que si hay lectores que no sacan
ningún provecho de las novelas es que aún
no han descubierto a los novelistas que ven y
entienden el mundo igual que ellos. La reco-
mendación sería que continuaran buscando
porque no hay nada que estimule más que
vivir otras vidas a través de unas sensibilida-
des y unos estados de ánimo iguales a los de
uno mismo: no hay nada que sorprenda tanto
como encontrar los embriones de los propios
pensamientos ya expresados y confirmados.
Y si la pregunta fuera dónde se localizan
estos escritores, la respuesta sería que en el
gran hogar de los clásicos: aunque provengan
de otros siglos, escriben siempre en el eterno
presente, y, además, lo hacen sobre el mundo
entero, como si todos sus habitantes fueran
parientes suyos: leer a Stendhal aumenta la
dulzura de estar enamorado, Gógol explica
cuáles son los males de la sociedad que no
pueden cambiarse nunca, y no son pocas las
mujeres entusiastas que han comprobado
que La prima Bette, de Balzac, es el mejor re-
galo que puede hacerse a un marido díscolo.
Stendhal, Gógol, Balzac, Eça de Queirós,
Nabokov, Simenon, Vikram Seth: los grandes
novelistas son grandes novelistas no porque
enseñen cosas, o porque buena parte de lo
que se sabe del mundo sea gracias a ellos,
sino porque hacen la vida más placentera,
como pasear, beber, comer bien o amar mu-
cho. Después de todo, la literatura no habla
del lenguaje, sino de la vida, no de los soni-
dos de las palabras, sino de su significado, y
los escritores más importantes son los que
representan la humanidad del modo más
significativo.
Ponç Puigdevall es crítico de libros
y novelista
El escritor ruso Vladimir
Nabokov (1899-1977)
leyendo en su suite del
Hotel Palace Montreux,
en Suiza en 1963
[Foto de Horst Tappe
/Getty Images]

31
 EL DÍA DE LA MARMOTA
OYE, NEGRITA.
¿A DÓNDE VAS?
El escritor de novela negra puede ser un artista —debería aspirar a serlo al menos—, un
aventurero —lo agradeceríamos y mucho—, pero lo que no puede dejar de ser nunca es un
artesano, del mismo modo que una novela negra se puede permitir ser mala pero no aburrida
por Carlos Zanón
——A la fuerza regeneradora y actual vigencia de la
novela negra le ha ayudado su ascendencia bastarda,
su sangre mestiza, su falta de respeto a oráculos y
formatos: le ha bastado con lectores. Novela enigma,
policial, psicológica, social, de aventuras, serial, no-
vela de tramas, de ambiente, de diálogos, de violentos
y de héroes por accidentes, de buenos chicos malos,
de malas chicas buenas, de abusones y corruptos, de
listos y puros héroes en la basura, de gente sin suerte,
víctimas y solo la inteligencia, la fuerza o el azar para
restablecer un cierto equilibrio poético, amargo o
placebo según los gustos. Pero por encima de todo, la
novela negra es un género evasivo, de entretenimien-
to violento que puede ser algo más, literario, pellizcar,
incomodar, hundir las manos en lo profundo de lo hu-
mano y lo social —el miedo, la aberración, lo divino—
sin dejar de ser popular. El escritor de negra puede
ser un artista —debería aspirar a serlo al menos—, un
aventurero —lo agradeceríamos y mucho—, pero lo
que no puede dejar de ser nunca es un artesano, del
mismo modo que una novela negra se puede permitir
ser mala pero no aburrida.
Seré arbitrario. Resurrección durante los años
setenta. Situacionistas franceses escupiendo verda-
des maniqueas sobre el colonialismo y el capitalismo
feroz. Llegada de una serie de autores que de resultas
del cataclismo punk entienden que la guardia está
cansada. No habrá zarinas asesinadas esta vez pero sí
algo peor para la aristocracia: el asalto de las cocinas y
las bibliotecas del Palacio de Invierno. Así se estable-
ce que lo popular es lo auténtico, la irresistible belleza
del salvaje criado a base de calle y libros. Novela
negra de denuncia que no exhibe el libro como una
pretensión arribista, sino como un ladrillo con el que
romper escaparates. Dictaduras, desaparecidos, co-
rrupción en todos los estamentos del poder. Máquina
polaroid bajada a la calle esta mañana para enfocar,
disparar y revelar: bang.
Patricia Highsmith y Hitchcock. Porque de ahí
viene la actual negra y también algo de Manchette y
algo del hardboiled de toda la vida, pero somos más
Ripley que nunca. Su nihilismo corroe más que el ci-
nismo que no deja de ser una manera de salvaguardar
32
en vinagre las esencias de lo intachablemente correc-
to. Gente cayendo por escaleras sin fin, expuesta en el
supermercado, abandonados: anonimato o vertedero.
Sociedades, ciudades, esquemas relacionales más que
saber quién mató, cómo y por qué. Por ahí llegan los
vientos negros. Ripley una vez más: somos capaces de
cualquier cosa para conseguir la pureza de la que nos
hemos ido alejando. Nuestros padres fueron esta-
fados. El Estado se sustenta sobre muerte, abuso y
desigualdad. Dios no existe. Nadie nos espera en casa.
Nadie nos defenderá de los malos. Los abuelos están
encerrados en residencias, los locos por las calles
fritos de medicación, los pobres fuera de sus casas y
los poderosos, donde siempre. Esto es el maldito Día
de la Marmota.
Capítulos como episodios. Ritmo, tensión, todas
las argucias posibles para plantar cara a series, al cine,
a la Red. La violencia ha sido asimilada extirpando
dolor y culpabilidad. El respeto al cuerpo violado,
asesinado, descuartizado es solo levantar la pierna y
no pisarlo. Y eso la televisión lo ha hecho atrozmente
bien. Los libros han de dar algo más. Lo visual recrea
la novela de Harris al cine por parte de Jonathan
Demme para servir dos personajes que, clonados y
regurgitados, nos han llegado hasta nosotros y han
regenerado la sangre en el cadáver. Annibal Lecter
es Ripley con una dieta más rica en carne. Lestat, el
dandi por antonomasia, Moriarty, el más que humano
nietzscheano de una sensibilidad extrema que con-
sidera la empatía, la compasión o el amor como una
debilidad de seres inferiores. De Lecter nos llegan to-
dos los psicokillers y los tipos pirados, obsesionados,
poseedores de una verdad atávica y aria que el resto
de los mortales no entendemos. El otro personaje es
la detective del FBI Clarice Sterling. Atormentada,
sin vida privada, abocada al trabajo, un ser incapaz
de desarrollar cualquier vínculo con nada que no sea
el crimen, el mal o el malvado Sterling, ciclostilada
en series de asesinatos, abogados y forenses. Scully y
X-Files no son sino una mutación.
Mankell, literato, golpea las puertas y abre los
suficientes centímetros para que se cuele de un
patadón Millenium. Mankell nos sirve novelas en el
que la trama desaparece bajo el peso del vínculo de lo
novelado con su entorno, con las fuerzas magmáticas
de debajo de las aceras, el pasado oculto y el miedo a
un futuro incierto de las comunidades. Larsson no
es un buen escritor pero tiene el acierto de crear a
Lisbeth, que no es sino Sterling-Scully pasada por
Marvel, posmoderna, posfeminista, posapocalíptica,
conspiranoica, fantasía de adolescentes, impresoras
brother y altos ejecutivos japoneses. Pero el mayor
acierto es aceptar que ese personaje que nace con un
rol claramente secundario, se te coma al protagonista
y después la novela. Larsson de la mano de Sallan-
der y sus hackers —internet negro, Anonymous, Lex
Luthor revisitado— lleva la novela negra de denuncia
—periodística— paranoica al siglo XXI y arrastra a
millones de lectores con él.
Hoy por hoy la novela negra es un género conso-
lidado. Tendrá mejores y peores épocas pero siempre
hubo y habrá talento en ella, al lado de mediocridad,
pestiños y ghost writers escribiendo libros de éxito. La
novela policial clásica existirá y será un placer volver
a ella las tardes de lluvia. Pero en los márgenes del
género pronostico un desplazamiento hacia ambien-
tes, situaciones, sociedades, personajes que hagan,
en ocasiones, casi irrelevante el quién y el porqué.
Estamos en una guerra mundial, en sociedades cada
vez más desiguales, injustas y conservadoras. El Reich
colándose por los respiraderos del aire acondiciona-
do e ISIS en YouTube. Necesitamos libros que, con
la excusa de entretenernos, nos digan lo cobardes,
hipócritas y conservadores que somos y lo valientes,
sinceros y justos que nunca fuimos.
Carlos Zanón es escritor
33
 LA NOVELA COMO ESPACIO

NOVELA,
ASESINA
DEL
LECTOR
No son tiempos propicios para
la labor de crear novelas que,
por suerte, sigue entusiasmando
a muchos lectores, teniendo en
cuenta que para escribir novelas
hacen falta muchos años de lectura
inmersa en la tradición literaria.
Y que leer o escribir textos
literarios obliga a un cierto grado
de sensibilidad con el lenguaje
utilizado. En definitiva, requiere
pertenecer a la tradición humanista
de la literatura secular

por Nuria Amat

——Desde hace años tengo la impre-

sión de haber estado todo ese tiempo
escribiendo a propósito de la novela, su
futuro, su enfermedad, su muerte y su
constante resurrección impresa o tec-
nológica. Llegué, incluso, a dedicar una
época importante de mi vida a la inves-
tigación y docencia sobre cómo la inte-
ligencia artificial podía llegar a escribir
novelas o sucedáneos de novelas. Desis-
tí del tema cuando empecé a sospechar
que cabía esta posibilidad, junto a mu-
chas otras más interesantes y prósperas
que podrían llegar a hacer de la novela
y de la literatura un artefacto de quita y
pon, un producto de supermercado o un
alimento basura del cerebro.
He sido profesora de una asignatura
que llamé Cultura y Nuevas Tecno-
logías. Mi tesis doctoral, en aquellos
períodos aciagos, llevaba por título De
la información al saber. También he
escrito artículos y libros a propósito de
lo que, por un lado, parece una defun-
ción del género narrativo y, por otro, un
nuevo florecimiento —El libro mudo,
La enfermedad de la novela, Escribir y
callar, etc.—. Sin embargo, el problema

34
sobre la buena o mala salud de la novela
que se me presenta ahora es de otra
índole. Más filosófico o realista, por así
decir. ¿Importa de verdad al mundo
la supuesta desaparición de la novela?
Y por extensión, ¿estamos viviendo la
muerte anunciada del libro impreso?
Precisamente, hoy, momento histórico
en el que todos nos sentimos aptos
para ser autores de libros y escribir
novelas gracias a que disponemos de un
programa procesador-editor de textos
y una fábrica de producción de datos
novelables, llamada internet, gigantesco
monstruo, productor y devorador de
narrativas. Y, de hecho, las escribimos
a mansalva como es patente en nuestro
entorno.
Cuando el gran mercado editor,
una vez comprobado el éxito super-
sónico de la novela como producto de
masas, dispone de un equipo óptimo
y fabuloso para crear —es un decir—
novelas a mansalva, formado por unos
cuantos buenos expertos —guionistas
literarios— en escribir novelas a partir
de las ideas que pueden darles algunos
escritores, y convertirlas en best sellers.
Cuando la novela se ha convertido en el
pasaporte de entrada al reino de la feli-
cidad de ser escritor o escritora. Cuando
escribir novelas es algo tan normal,
cotidiano, casi como alimentarse, jugar
al ajedrez, al fútbol, bailar o viajar en
avión, hoy, hablar sobre el presente y el
futuro de la novela, a mí, que casi no he
hecho otra cosa en mi vida que escribir
novelas y libros sobre esta recreación
estética, me parece fastidioso y super-
fluo.
Es así porque amo la literatura. Y
de igual modo que a un enamorado le
molestaría encontrarse en la obligación
de tener que buscar palabras para de-
nominar los sentimientos de su amor,
sin conseguir dar con las apropiadas
para definirlo, porque el mal uso de
estas ha desvirtuado aquella intensa
inclinación emocional hasta adulterar
el nombre, me incomoda encontrarme
en la disyuntiva de tener que averiguar
si soy escritora, novelista, poeta, pro-
ductora de ideas de novelas u ociosa
recreadora de historias y palabras. Si en
tanto que escritora puedo encontrarme
en la alternativa de vender una idea de
novela, que escribirá un equipo editor,
De un libro malo se puede
sacar una gran idea para
escribir un libro bueno porque
las ideas, a diferencia de los
libros, no tienen dueño
magnífico, sin duda, preparado para el
éxito inmediato, o, en su defecto, es-
cribirla yo, de principio a fin, como he
hecho siempre, día a día, durante años
de trabajo constante, pues, la verdad,
siendo así, preferiría la opción de tener
que competir con una máquina inteli-
gente de fabular historias y palabras.
De lo que sí sigo completamente
segura es de haber sido lectora de libros
buenos. Consciente de que el adjetivo
bueno puede herir susceptibilidades,
voy a tratar de determinar el asunto
del cual soy lectora de obras literarias.
Este es mi campo de cultivo físico e
intelectual. Mi territorio. Y dichas obras
literarias requieren de una lectura len-
ta y, también, caso de escribirlas, una
escritura pausada y espaciosa. No son
tiempos propicios para esta labor estéti-
ca que, por suerte, sigue entusiasmando
a muchos lectores, siempre teniendo
en cuenta que para escribir novelas
resultan obligados muchos años de
lectura inmersa en la tradición literaria.
Y que leer o escribir textos literarios
obliga a un cierto grado de sensibilidad
con el lenguaje utilizado. En definitiva,
requiere pertenecer a la tradición hu-
manista de la literatura secular. Ni que
decir tiene, en ocasiones, también leo
y disfruto de la lectura de libros menos
buenos, perdón, quiero decir: fuera de
mi campo de acción. Apuntaba Umberto
Eco, y en este caso con razón, que de un
libro malo se puede sacar una gran idea
para escribir un libro bueno. Las ideas, a
diferencia de los libros, no tienen due-
ño. Pero el placer, el conocimiento y la
emoción que proporciona esta clase de
literatura es comparable, hoy —cuando
la restauración-cocina está ocupando
un rango superior al estado doméstico
de toda la vida—, a la diferencia que
existe entre una hamburguesa fast food
y un plato cocinado con la sabiduría y
el goce de la tradición y la modernidad
estilista.
La tecnología, arma cargada de
futuro, nos ha traído una revolucionaria
alfabetización que asume también sus
desilusiones. El gran tecnólogo, experto
y erudito en su especialidad, no está
obligado a entrar en la secta de literatos
y humanistas que le dará acceso a leer
grandes autores clásicos o contemporá-
neos y emocionarse con ellos, sencilla-
mente, porque sus emociones pueden
ser otras. Y se las puede proporcionar
cualquiera de los éxitos de sus nuevos
lenguajes, idiomas, frases digitales,
científicas, en los cuales ha investigado
exitosamente. Sin embargo, los libros
se venden. Y se publican aún más que
se venden. Amazon es el otro monstruo
devorador-generador de cadenas libres-
cas. Cierran librerías. Y, las pequeñas,
sobreviven gracias a sus actividades
literarias con las que movilizan a auto-
res con lectores que, a su vez, quieren
ser escritores. Y, como decimos los de la
secta literaria, ha llegado un momento
en que hay más escritores que lectores.
En definitiva, que la buena literatu-
ra, la de toda la vida, siempre será mi-
noritaria. Y hay que añadir al caso que
muchas de las satisfacciones que antes
ofrecía esta clase de lectura, el placer
del texto del cual no puedo despren-
derme, ahora, que la prisa y la ligereza
intelectual están a la orden del día, el
cine las facilita con gran clarividencia y
despliegue de medios. Magníficas series,
películas, documentales, se muestran
capaces de competir en el campo de la
satisfacción muda, solitaria, lectora, con
muchas de las novelas de ahora, en las
que la palabra, el estilo literario, la voz
y la originalidad del autor no son sus
principales ingredientes. El nuevo lec-
tor de iPad o equivalente se sienta en su
sofá, cama, tren o sala de visita a disfru-
tar del placer de su pantalla. Como yo
misma, sin ir más lejos.
Nuria Amat es escritora
35
 Este número es indicativo del riesgo Bankinter SA se encuentra adherido al Fondo de Garantía
del producto, siendo 1/6 indicativo de de Depósitos de Entidades de Crédito de España. La cantidad
menor riesgo y 6/6 de mayor riesgo. máxima garantizada actualmente por el mencionado Fondo
es de 100.000 euros por depositante.

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bruta: 1er semestre 72,86€, 2º semestre 72,86€, 3er semestre 9,36€, 4º semestre 29,36€. Para acceder y conservar las ventajas de nuestra Cuenta Nómina
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Bankinter. La Cuenta Tú y Yo no está remunerada (0% TAE).Una misma persona podrá ser titular de un máximo de dos cuentas No-Nómina O de una cuenta
No-Nómina y una cuenta Nómina/Pensión/Profesional, si bien únicamente se retribuirá la cuenta de mayor antigüedad, sin perjuicio de que la cuenta de menor
antigüedad conserve el resto de beneficios. Esta limitación aplicará también a cualquier otra cuenta remunerada, bonificada o con condiciones especiales que
Bankinter pueda comercializar en el futuro. En las retiradas de efectivo a débito, con independencia del importe extraído, Bankinter no le repercutirá ninguna
comisión siempre que sea retirado en cualquiera de los cajeros Bankinter o de alguna de las siguientes Entidades: Grupo Popular, Grupo Cajas Rurales, Deutsche
Bank, Grupo Cajamar, Laboral Kutxa y Banca March.
 Temas de
mañana
—Con la crisis del 2008 nadie supo ver lo que ocurriría y ahora
mismo nadie sabe a ciencia cierta lo que puede ocurrir. Somos
profetas del pasado. Solemos explicar con gran claridad las
causas de lo que pasó ayer, pero seguimos siendo incapaces de
predecir con acierto el futuro. Son reflexiones del profesor Ramon
Adell para “Temas de mañana”. No en vano, Galbraith califica
irónicamente a los economistas de grandes especialistas en el
análisis de lo ya evidente. También el poder político se define a
menudo por el azar, por lo imprevisto. De eso hablan, en la crónica
“Las esquinas del poder”, Carlos Aragonés, jefe de gabinete
de Aznar, y José Enrique Serrano, jefe de gabinete con Felipe
González y Rodríguez Zapatero. Son los elementos permanentes
y cambiantes del poder, un poder político cuyos actuales giros van
a ser uno de los temas acuciantes de mañana mismo. El shock del
futuro está determinando ampliamente lo que podríamos calificar
de shock del presente.

38 44 48
Las esquinas del poder El amanecer de los robots 2050: sociedad y empresa
por Manel Manchón por Valentí Puig por Ramon Adell

37

LAS ESQUINAS DEL PODER
Las exigencias de la sociedad de las pantallas y de los nuevos canales de comunicación
dificultan la estrategia a largo plazo, y obliga a los presidentes de gobierno a una presencia
constante sin que puedan transmitir, si lo tienen, su propio proyecto
—— El salto. El cambio de paradigma.
Los que analizan el fenómeno discrepan
sobre el causante de esas diferencias.
Pero en España la mirada hacia la políti-
ca ha experimentado una mutación sus-
tancial. En todos los países occidentales
ha ocurrido, pero con distintos ritmos.
Los nuevos canales de comunicación
han provocado que el poder se diluya,
se fragmente y cree nuevos actores que
rompen los esquemas conocidos. Por-
que, ¿qué buscamos en la política? ¿Qué
le pedimos?
“La lectura requiere soledad, con-
centración en las páginas, capacidad
de apreciar la claridad y la distinción”,
asegura Franco Ferrarotti, uno de los
pioneros en el análisis del paso del hom-
bre formado en la cultura impresa al
homo sentiens, el equivalente del homo
videns, que describiera de forma brillan-
te Giovanni Sartori. Con visión, en 1997
Ferrarotti describe al homo sentiens en
su libro sobre las premisas y los proble-
mas de la revolución digital: “La lectura
le cansa (...) Intuye. Prefiere el significa-
do resumido y fulminante de la imagen
sintética. Esta representación le fascina
y lo seduce. Renuncia al vínculo lógico, a
la secuencia razonada, a la reflexión que
necesariamente implica el regreso a sí
mismo (...). Cede ante el impulso inme-
diato, cálido, emotivamente envolvente.
Elige el living on self-demand, ese modo
de vida típico del infante que come
cuando quiere, llora si siente alguna
incomodidad, duerme, se despierta y
satisface todas sus necesidades en el
momento”. La sociedad se transforma,
y los políticos con ella, pero la idea pri-
38
POLÍTICA
por Manel Manchón
migenia, la de cómo utilizar el poder,
cómo atender la doble velocidad de la
gestión de lo urgente, con la obligada
visión de la estrategia, se mantiene,
aunque es cada vez más complicado.
Esas exigencias las conocen bien
José Enrique Serrano, jefe del gabinete
de los presidentes Felipe González y
José Luis Rodríguez Zapatero, y Carlos
Aragonés, jefe de gabinete del presiden-
te José María Aznar, que pusieron en
común sus experiencias en un encuen-
tro organizado por la Societat d’Estudis
Econòmics, en la sede de Foment del
Treball, días antes de las elecciones
generales del 20 de diciembre.
La propia presencia física de los dos
explica muchas cosas. Se trata de dos
personas poco conocidas. Solo los inicia-
dos los identifican. Serrano se dejaba ver
en los pasillos del Congreso, en la etapa
de Zapatero. Y algunos periodistas aca-
baban intercambiando unas pocas frases
con él. Poco más. El caso de Aragonés
es similar. Los dos conocen de primera
mano cómo se toman decisiones, cómo
se llega a conclusiones sobre los princi-
pales problemas del país, pero forman
parte de la política que algunos califican
ahora de antigua. Entendían que su
trabajo era más valioso si permanecían
siempre en un segundo plano. Su homó-
logo, con el presidente Mariano Rajoy, ha
sido Jorge Moragas, que aparece siempre
detrás de él, en todas las fotografías, y
que tiene una actividad pública de pri-
mer orden. A Rajoy también le califican
de ser la imagen de esa política vieja,
pero Moragas ha considerado que debía
exponerse más públicamente.
MIRAR LEJOS. Serrano y Aragonés
representan las estrategias de dos pre-
sidentes, los únicos hasta ahora que sí
quisieron “mirar lejos”, como recordó
Serrano. Representaron dos concep-
ciones del mundo, con el objeto de que
España se posicionara más allá de la
urgencia que obliga la gestión diaria.
A pesar de ello, y teniendo en cuenta
quien lo sustancia, Serrano sorprendió
a los miembros de la Societat d’Estudis
Econòmics —o no tanto— cuando ase-
guró que “se gobierna como se puede”,
en una alusión a las enormes dificulta-
des por las que pasa un Ejecutivo.
Puede haber mirada larga, aliento
en el proyecto, e interés sincero por el
conjunto del país, pero en la oficina de
un presidente se debe hacer frente a
los imponderables. Un dato muestra
hasta qué punto la figura del presidente
del Gobierno necesita contrastar in-
formación, más allá de los integrantes
del colegio de ministros que integra un
Ejecutivo: “En casi ocho años, en los go-
biernos Zapatero, se elaboraron 15.000
informes, que incluyen estudios sobre
todos los asuntos que se tratan en el
Consejo de Ministros”, recordó Serrano.
Con esas exigencias, las de estar
preparado para todo y en cualquier
momento, aparece la dificultad extrema
de conducir el país con una estrate-
gia precisa, de saber qué se quiere en
realidad, y de atender las carencias de
tipo estructural de una sociedad. En
ese debate, crucial para España tras
las elecciones generales del 20 de di-
ciembre, que dieron como resultado
un reparto de diputados nunca visto,
 Adolfo Suárez y Felipe
González, durante una
conversación en el palacio de
la Moncloa
[Foto de Rafa Samano
/Getty Images]

39
 POLÍTICA

la reflexión sobre el poder choca una y

otra vez con las características de una
sociedad transformada por las nuevas
tecnologías, por la inmediatez de los
nuevos canales de comunicación. Car-
los Aragonés insistió en esos cambios,
porque condicionarán a los próximos
presidentes: “Se debe estar en la come-
dia del entretenimiento, pero también
hay que tener soltura con el expediente
en el consejo de administración que
representa el Consejo de Ministros, y
combinar esas facultades será complejo,
exigirá un tipo de presidente diferente
al que hemos conocido”.
Porque, ¿qué penaliza más el con-
junto de los ciudadanos, la traición al
programa político o la traición al país?
¿Se necesita un presidente con mucha
cintura o un firme defensor de princi-
pios? España ha vivido en carne viva esa
disyuntiva, con los gobiernos de Zapate-
ro y con Rajoy. Ocurre con la experien-
cia de mayo del 2010, en la que Zapatero
aborda un recorte violento, marcado
por la Comisión Europea, y a lo largo
de los primeros meses del 2012, cuando
Rajoy no se decide a tomar medidas, y
cuando las ejecuta echa por la borda su
programa electoral de noviembre del
2011.

DEMOCRACIAS ENEMIGAS DE
LOS LIDERAZGOS SÓLIDOS. En
2013, Felipe González señaló en su libro
—volvemos siempre a la cultura im-
presa— En busca de respuestas que las
democracias mediáticas e irreflexivas
que tanto abundan son enemigas natu-
rales de los liderazgos sólidos: “En ellas
priman los sondeos de opinión sobre
las convicciones, y los líderes políticos
se dejan arrastrar por las tendencias
diarias de esos sondeos. Impera la sim-
plificación de los mensajes para ajus-
tarse al minuto de que se dispone en los
informativos, aunque ello vaya en detri-
mento del razonamiento y la pedagogía
necesarios para convencer y movilizar a
la ciudadanía”.
El gobernante, sin embargo, el que
“mira lejos”, siguiendo a Serrano, que
cita a Homero, debería ser capaz de
mantener a flote el proyecto político,
modificando lo que entienda que es
necesario para el beneficio del con-
junto del país. González y Aznar, y sus
dos jefes de gabinete lo corroboraron,
mantuvieron el pulso, a riesgo de equi-
vocarse —para una parte de la sociedad
los dos cometieron graves errores—,
con la convicción de que era lo mejor
para España. El propio González razonó
sobre su posición en el referéndum de

40

la OTAN, cuando pidió el sí, a contra-
corriente, en contraste con otras dos
figuras políticas como Manuel Fraga y
Jordi Pujol, que, pese a ser fervientes
atlantistas, jugaron políticamente con
el voto para desgastar a los socialistas.
Fraga apostó por la abstención, y Pujol
dio libertad de voto a los suyos, negán-
dose a decir lo que él mismo iba a votar.
Felipe González ha dicho que cuando se
tiene una gran responsabilidad política,
no se hace lo que a uno le gustaría hacer,
sino lo que cree —equivocadamente o
no— que favorece a los intereses ge-
nerales de su país. Es como Churchill
decía: “No es suficiente que hagamos lo
mejor; a veces tenemos que hacer lo que
se requiere que hagamos”.
José Enrique Serrano,
jefe del gabinete de
Felipe González y José
Luis Rodríguez Zapatero,
y Carlos Aragonés, jefe
de gabinete de José
María Aznar, durante la
charla que mantuvieron
en la biblioteca de la
sede de Foment del
Treball [Foto de Jordi Play]
EXPLICACIÓN VERAZ PARA
CAMBIAR. Los presidentes de gobier-
no se adaptan a las circunstancias, claro,
pero los cambios que un gobernante
deba aplicar respecto a su programa
exigen explicaciones veraces, sin culpar
a terceros. Y en ese terreno un gober-
nante debe contar con el mejor equipo
para no caer ni en un exceso gestual —el
factor Sarkozy, con su obsesión por el
movimiento— ni en el atrincheramiento
frente a los medios de comunicación,
que, gusten o no, han copado la interme-
diación entre el ciudadano y la política
y no pueden ignorarse. Tanto Serrano
como Aragonés, piezas del tablero polí-
tico español, defienden ese difícil equi-
librio. Los jefes de gabinete están, en
feliz expresión de Carlos Aragonés, para
“evitar el solipsismo de los sultanes”.
El lamento de la vieja política —si-
guiendo una aseveración muy discutible
de los partidos emergentes— es que el
cambio tecnológico, como apuntaba
Sartori antes que nadie, ha provocado
un tipo de político nuevo. Conectado
con las redes sociales, ese dirigente
invierte un tiempo desmesurado, y
adapta su lenguaje a esas exigencias.
Está vigilado continuamente, y ya no
puede permitirse “encerrarse en la
Moncloa”, como le acusaban en su épo-
ca a González. Conocedor de que Rajoy
se había resistido hasta el límite, Jorge
Moragas le incitó a soltarse el pelo en
los últimos meses de la legislatura, y el
presidente del Gobierno acabó en todos
los platós televisivos de programas de
entretenimiento y con su cuenta de
Twitter sirviendo mensajes a todas
horas. Pero el cambio tecnológico no es
el único responsable de la degradación
del poder, de la aparente incapacidad de
los gobernantes para plantar cara a los
problemas más serios de cada país. O, al
41

El gobernante debería ser capaz de mantener a flote el
proyecto político, modificando lo que entienda que es
necesario para el beneficio del conjunto del país
menos, no lo es para algunos expertos
que han profundizado en la esencia del
poder.
Para Moisés Naím, que fue ministro
de Fomento en Venezuela, aceptando
que internet, las redes sociales y otras
herramientas están transformando la
política, el activismo, la economía y, por
supuesto, el poder, ese papel, impor-
tante, se exagera y malinterpreta con
demasiada frecuencia. Pero —añade
Naím— existen otros factores mucho
más determinantes, como la realidad
demográfica, tan decisiva en las revo-
luciones de los últimos años en países
como Túnez, Egipto y Siria, “con jóvenes
más sanos y preparados que nunca, pero
sin trabajo y profundamente frustrados”.
Esa realidad no es exclusiva de los
países árabes. En buena medida ha
ocurrido en España desde el inicio de
la crisis económica que comienza en
2007-2008, con el presidente Rodríguez
Zapatero en el Gobierno. La capacidad
de organización no se improvisa, pero
acaba llegando, como se ha comprobado
con los grupos sociales, y con reivindica-
ciones diferentes, que se han agrupado
alrededor de Podemos, y de Ciudadanos,
aunque con características distintas.
GOBERNAR LOS IMPREVISTOS.
Porque, ¿cómo se gobierna cuando
llega lo inesperado? En el debate en la
sede de Foment surgió la cuestión. José
Enrique Serrano, con voz serena, des-
cribió una coyuntura compleja: “Nadie
en septiembre del 2007 conocía lo que
estaba llegando”, en alusión a la terrible
crisis financiera, dejando claro que los
poderes económicos llegaron a tranqui-
lizar al propio presidente. En diciembre
se comienza a ver todo lo que podría
comportar. Pero el programa electoral
para las elecciones del 2008 ya estaba
elaborado. Pese a ello, “la realidad se
42
POLÍTICA
impuso, dijese lo que dijese el progra-
ma”. Y, cuando se adoptaron medidas
serias, en mayo del 2010, “se meditó
todo muy bien, no se improvisó —a
partir de la advertencia de la Comisión
Europea—, desde la convicción de que
puedes llegar a traicionar el programa,
pero nunca a tu país”. Rodríguez Zapa-
tero podía haber tomado una decisión,
que algunos de los suyos le reprochan:
convocar elecciones, y explicar abier-
tamente qué le pedía la Unión Euro-
pea y en qué situación se encontraba
España. Se optó por cambiar las cosas,
por aprobar en el Congreso un paquete
de medidas duro, asumir el cambio, y
también interiorizar que difícilmente se
podrían ganar las elecciones siguientes.
¿Quién se equivocó, Zapatero o quien le
reclamó que convocara a los ciudadanos
a las urnas?
De aquella experiencia surge otro
reto, que apareció en la misma noche
electoral del 20-D, con vistas a las nego-
ciaciones para formar gobierno. En una
situación complicada, cuando el poder
se divide, cuando ya no hay mayorías
claras, en otros países se opta por las
grandes coaliciones. Existe un claro
riesgo, pero se entiende que los bene-
ficios son más altos que los costes. Con
dos jefes de gabinete que callan y obser-
van, que han ayudado a tomar impor-
tantes decisiones a tres presidentes del
Gobierno, esa posibilidad se descarta
por completo. No en España.
LOS TÉCNICOS, AL LADO DE
LOS POLÍTICOS. A la escuela de
nuevos pensadores y expertos que creen
más en las políticas que en la Política,
siguiendo la distinción de los anglosajo-
nes entre politics y policy, esas grandes
proclamas les causa sorpresa. “Se piensa
en ganar las elecciones, porque si no
ganas no gobiernas y no puedes aplicar
lo que crees que es bueno para el país”,
sentencia Serrano. Para economistas y
politólogos como Luis Garicano, Víctor
Lapuente o Benito Arruñada, que han
realizado importantes aportaciones en
los últimos años, el poder debería cen-
trarse en las políticas, en los aspectos
más técnicos para resolver, tema a tema,
lo que no funciona en un país, siguiendo
siempre la experiencia comparada. Y,
siendo conscientes de la batalla par-
tidista, abogan por buscar puntos de
encuentro sin pensar en exceso en las
siglas.
Con una buena parte del mundo
económico clamando por grandes
acuerdos reformistas, las palabras de
José Enrique Serrano fueron clari-
ficadoras: “El problema de una gran
coalición es que el pequeño de los dos
lo paga en los años siguientes”. Y, ci-
tando a Ralf Dahrendorf, apuntó que
lo recomendable en una democracia es
que haya “el máximo consenso” sobre
algunas cuestiones esenciales que se
reflejan en una Constitución, “y el máxi-
mo disenso” en el resto, para asegurar
siempre una alternativa. En caso con-
trario, la democracia corre el riesgo de
desaparecer. En la misma línea se situó
Carlos Aragonés, que siempre recuerda
el poso cultural de España y la huella
de las batallas ideológicas. Y es que el
consenso en la Constitución solo estuvo
a punto de romperse una vez. El PSOE
abandonó la Comisión Constitucional
cuando se abordó la cuestión de la
educación, aunque, afortunadamente,
pudo reconducirse, pero sigue siendo
imposible una reforma educativa pacta-
da. La democracia precisa ese disenso, y
hasta el más virtuoso gobernante acaba
gobernando “como se puede”.
Manel Manchón es director
de ‘Economía Digital’
 Imagen interior del
Parlamento español
durante una votación
[Foto de Anadolu Agency/
Getty Images]

43
 CUENTA ATRÁS

EL AMANECER
DE LOS ROBOTS
¿Qué futuro le queda al año 2016? Macrotendencias y microtendencias trazan sus perfiles en nuestra vida,
simultaneando el acceso a Marte, la poscrisis, la carrera hacia la Casa Blanca, las consecuencias trágicas
del despotismo de Al-Assad o la ilusión de una energía de bajo coste y limpia. Entre augurios que fracasan e
hipótesis que se aproximan a la realidad, el futuro se inventa al minuto

por Valentí Puig

—— En 1996 Garry Kasparov todavía
pudo ganarle una partida de ajedrez a
su oponente robótico Deep Blue, pero
al año siguiente la supercomputadora
batió al maestro. Dos décadas después, se
anuncia una mutación tecnológica por la
que los robots ya están sustituyendo a los
animales domésticos en Japón. Ponga un
gato virtual en su vida. Vamos a perder
cada partida si jugamos al ajedrez con el
smartphone. Los prodigios del algoritmo
permiten diseñar robots que recojan los
frutos de la huerta y labren los campos, lo
que contribuye a mejorar la producción
agrícola. Pronto vamos a encontrarnos
robots humanoides en el ascensor de casa.
¿Hasta dónde hemos llegado respecto a
la prueba de Turing? Dice: existirá inteli-
gencia artificial cuando no seamos capaces
de distinguir entre un ser humano y un
programa de computadora en una conver-
sación a ciegas.
En el trasfondo de un nueva fase más
avanzada de la inteligencia artificial va a
aparecer ineludiblemente el discurso sobre
el eclipse del ser humano y los límites de
una tecnología prometeica, de una tecno-
utopía en la que las mentes individuales se
fusionen, del mismo modo que cambien
la experiencia humana relativa al nacer
y morir, a la identidad del hombre, a su
naturaleza propia. Ya con más margen de
tiempo, Stephen Hawking dice ahora que,
con sus propias creaciones, la humanidad
va a aniquilarse durante los próximos cien
años. Ese gran desastre puede ocurrir antes
de que tengamos tiempo para instalarnos
en otros planetas. Y, a menos que se pro-
híban, los robots con inteligencia artificial
acabarán con la humanidad y se sumarán
a la amenaza destructiva de unos extrate-
rrestres muy hostiles.
A finales del año pasado, en su número
especial sobre cómo sería 2016, el sema-
nario Newsweek daba poca importancia a
que Donald Trump optase a la candidatura
presidencial republicana, recientemente
incentivada por el respaldo de aquella
Sarah Palin que prendió fuego a la mecha
del tea party y capaz de lograr una derro-
ta de los republicanos manteniéndoles
indefinidamente fuera de la Casa Blanca.
Lo cierto es que a finales del 2015, Trump
no estaba en pantalla. Los imponderables
superan toda previsión racional. Ponga-
mos por caso: el 11 de Septiembre, si los
pasajeros del cuarto avión secuestrado
para estamparse en la Casa Blanca no lo
hubiesen desviado de su rumbo, probable-
mente estaríamos hablando de un 2016
muy distinto, dominado por los choques
apocalípticos entre el orden y el caos.
En una guía del pesimista para el año
2016, la revista Business ha hecho sus au-
gurios: por ejemplo, el precio del petróleo
se dispara si Estado Islámico destruye las
instalaciones petrolíferas en Oriente Me-
dio; Angela Merkel se ve obligada a dimitir
y dejar a la Unión Europea al pairo; el dólar
se hunde mientras los hackers iraníes y
rusos atacan los bancos de Norteamérica.
En fin, todo tiene su envés. Otra hipótesis
de futuro escasamente halagüeño anuncia
el fin de la globalización, derrotada por
el nacionalismo y las nuevas tensiones
proteccionistas, del mismo modo que la
Primera Guerra Mundial puso fin a casi
medio siglo globalizador.
Algún futurólogo ha dicho que los es-
pecialistas en prospectiva no aciertan más
en sus predicciones que un chimpancé
lanzando dardos. La comparación puede
parecer abusiva y desproporcionada pero
queda sin respuesta clara el porqué de
una crisis expansiva de lideratos, no por
anunciada menos determinante. De he-
cho, está enquistándose en el sistema de
gobernanza, sea nacional, supranacional
o global. En otra latitud, el nuevo califato
que predicaban los imanes radicales tiene
su propio ejército, ejecuta a prisioneros
occidentales ante una cámara y pone
la grabación en YouTube. Es el califato
digital. Según algunas predicciones que
no aprecian la experiencia de una Europa
que se refuerza con las crisis, toda la trama
institucional y económica de la Unión
Europea va a acabar contra las cuerdas, de
cada vez más débil, con menos voluntad
política, más atemorizada y con un declive
demográfico imparable. Robert K. Kaplan
habla del nuevo mapa medieval de Euro-
pa, un panorama equiparable al anterior
a la revolución industrial, un mapa muy
fracturado, fragmentado, generador de un
gran vacío de poder.
Quién sabe si Gran Bretaña va a seguir
siendo parte de la integración europea.
Y quién sabe si el nacionalismo escocés,
al desvincularse Londres de Bruselas,
optará por su propia desconexión del eje
británico. De nuevo, hablaremos mucho
de las dos Europas, de un núcleo duro y
una periferia. Los socios europeos habrán
comenzado el año con el atentado de
París, seguido por la crisis inmigratoria y
la urgencia para equilibrar el pacto por la
seguridad con el pacto por la estabilidad.
Previsiblemente, los gastos en defensa y
seguridad van a incrementarse en toda
Europa, con la amenaza jihadista y la
llegada aparatosamente masiva de un
contingente de inmigrantes que va en
aumento inquietante.
La balcanización bélica de Oriente
Medio afecta dolorosamente a sus pobla-

44
 Un robot humanoide es el
encargado de atender a los
visitantes en la recepción del
Hotel Henn na en Sasebo,
prefectura de Nagasaki (Japón).
Un centro con todo tipo de
robots situado en el interior del
parque temático Huis Ten Bosch
[Foto de Akio Kon / Getty Images]

45

ciones y a la vez sitúa el caos a las puertas
de Europa, hasta el punto de que buena
parte de la opinión pública preferiría
cerrar fronteras antes que seguir con el
experimento de asimilar una inmigración
no siempre dispuesta a integrarse y que,
de otra parte, dispara los costes sociales en
el recodo crucial de una poscrisis. En rea-
lidad, en el panorama de un mundo glo-
balizado, el primer trimestre del 2016 ha
sido abundante en conflictividad y emer-
gencias totalmente imprevisibles. Para
la Unión Europea, la solución de la crisis
de inmigración siria podría acabar siendo
una fórmula integrada de equilibrio entre
seguridad y sistema de asimilación des-
pués de los años del multiculturalismo. Y,
en general, deberemos asumir que en el
caso de Estado Islámico el coste de inter-
venir, si se considera con realismo, será
más elevado que no intervenir. Otro frente
limitado está abierto con Rusia. Moscú no
quiere desistir de aspirar al rol de super-
potencia, por lo que es imperativo acotar
al máximo su capacidad de intervención.
Su apoyo al régimen sirio evoca aquellos
tiempos en los que la Unión Soviética
dictaba el rumbo de Oriente Medio. En
general, la historia enseña que con bom-
barderos pilotados por drones no habrá
suficiente como para detener a Estado
Islámico. Por su parte, Turquía prosigue
con su doble juego, como si Erdogan se
hubiese propuesto rehacer el imperio
otomano y de paso aniquilar a los kurdos.
La hipótesis de una dislocación todavía
más beligerante de Oriente Medio intro-
duce el riesgo de proliferación nuclear.
En contraposición, más clase media y más
crecimiento inusitado en África.
Circularán más coches eléctricos, el
imperio de Net Flix puede trastocar algu-
nas de nuestras costumbres, Disney lanza-
rá la nueva versión de El libro de la jungla
—un triunfo de la virtualidad al servicio
de los grandes relatos— y en unos meses
estará en las pantallas un remake de Tar-
zán. Quedan tres trimestres del 2016 para
sorprendernos y no siempre divertirnos si
consideramos los riesgos de la cibergue-
rra, el ciberterrorismo, el ciberespionaje
y el cibercrimen. Más dilemas para los
equilibrios entre seguridad y libertad. Por
ahora ya hemos constatado que la capaci-
dad de cálculo de un procesador es mucho
más rápida que la del cerebro humano.
Eso se refiere al hemisferio izquierdo de
46
CUENTA ATRÁS
nuestro cerebro, porque el 85 por ciento
de la inteligencia humana —dicen los
expertos— proviene del otro hemisferio,
que es el intuitivo y emocional. ¿Qué
avances avalarán en este 2016 la teoría
de que acabaremos desconectando de la
biología y todo será inteligencia, incluso
inmortal?
A estas alturas del año, los indicios
apuntan a una victoria de la demócrata
Hillary Clinton en las elecciones presi-
denciales americanas, en buena parte por
incomparecencia de la línea moderada
del Partido Republicano. Obama se irá
con un balance controvertido, aunque es
argumentable que en política internacio-
nal ajustó su liderato a los cambios tanto
sociales como geopolíticos. Deja en el aire
la incógnita de Irán. Aún no sabemos si la
distensión entre Washington y Teherán ha
sido un triunfo de la añeja diplomacia per-
sa o un logro de la presión internacional.
¿Funcionan o no las sanciones? ¿Ha sido
Obama únicamente un gran retórico en
una época de poslideratos? Europa aplau-
dió la aparición de Obama pero al final la
Casa Blanca mira más hacia el Pacífico,
del mismo que la primavera árabe —tan
mal interpretada— también confió en un
Obama que no quiere implicarse más en
la confrontación con Estado Islámico. Así
Oriente Medio queda fraccionado por cau-
sas que se remontan al reparto posterior
a la Primera Guerra Mundial y la atávica
confrontación entre chiítas y suníes.
Alemania duda a la hora de ejercer
como líder de la Unión Europea para
convertirla en uno de los protagonistas
determinantes de un mundo multipolar
en el que los Estados Unidos y China
preservan hoy por hoy su preponde-
rancia. No es menos cierto que China,
como los países emergentes, ralentiza
su crecimiento económico en un mundo
de tanta interdependencia —implícita o
explícita— que puede que el crecimien-
to mundial pierda empuje sin dejar de
mantenerse en términos razonables. De
todos modos, en una visión de conjunto,
en 2016 el mundo sigue avanzando por la
vía de una mejora de los niveles de vida,
con notable reducción de la pobreza en
términos globales. 2016 seguirá siendo
un año de ajustes, de vuelo precavido,
con los cinturones abrochados, de alerta
a los big bangs políticos y económicos,
al azar y a los ciclos ocultos. Persiste la
erosión de los contratos sociales e inter-
generacionales. No sabemos si los nuevos
populismos van a irse aquietando o si son
cambios sistémicos en la gobernanza y la
vida pública.
El mantra de esta etapa económica
es el raudal de las desigualdades. Existen
escuelas de pensamiento muy opuestas
al deliberar si vivimos en un mundo más
o menos desigual. Puede argumentarse,
por ejemplo, que tales desigualdades
conducirán a un revival de las políticas
redistributivas. Desde esta perspectiva, la
nueva circunstancia puede despertar al
socialismo de su letargo dogmático a pe-
sar de que, en más de un aspecto, esa no
sería una versión realista. Lo que ocurre
es que —salvo el populismo sin políticas
verosímiles— no está a la vista un susti-
tuto factible del capitalismo, por más que
tengamos en cuenta tantas imperfec-
ciones. Para algunos, el problema tal vez
sea que no hay una alternativa al sistema
capitalista. Ahí la cuestión es saber hasta
qué punto el capitalismo democrático
puede mantener su vitalidad sin el prin-
cipio dinámico de competitividad con
otros sistemas. Pero es evidente que por
sí mismo sigue siendo suficientemente
competitivo.
La revista Fortune predijo para este
año, y gracias a la cooperación entre
gobiernos y el sector privado, un avance
muy positivo en la tecnología de fusión
nuclear, una energía barata, inagotable y
no contaminante. Otro vaticinio de espe-
ranza se refiere a un venturoso 2016 en el
que se logre un nuevo fármaco contra el
mal de Alzheimer. Los futurólogos coin-
dicen en predecir un salto cualitativo en
la exploración espacial. Se habla del año
de Marte, de propuestas para una posible
colonización del planeta rojo. China va a
acabar la construcción del telescopio más
grande del mundo. Precisamente en Nue-
va Zelanda está al caer un referéndum
para cambiar la bandera nacional. Y, en
agosto, Río de Janeiro celebra los Juegos
Olímpicos en un Brasil en recesión. El
año comenzaba con el cambio de estilo de
Lady Gaga y podría acabar con más selfies
y tatuajes que nunca. Tal vez acudamos
a criptomonedas como el bitcoin para
pagar peaje en nuevas fronteras. Todas
las incógnitas y acechanzas de un mundo
interpretable en clave poscapitalista
caben en lo que queda del 2016.
Fuerzas del gobierno de Siria
visitando a pie el dañado
mercado Khan al-Wazir de la
ciudad norteña de Alepo. El
conflicto bélico sirio ofrece
un futuro imprevisible
[Foto de George Ourfalian
/AFP/Getty Images]

47
48
 CREACIÓN DE VALOR

una sociedad en la que a veces parece que

lo único que importa es el movimiento, y
en la que el éxito y el fracaso pueden suce-
derse en breves espacios de tiempo.
Lo cierto es que en la crisis del 2008
nadie supo ver lo que ocurriría y ahora
mismo nadie sabe a ciencia cierta lo que
puede ocurrir. Somos profetas del pasado.
Solemos explicar con gran claridad las
causas de lo que pasó ayer, pero seguimos
siendo incapaces de predecir con acierto
el futuro. Y en los últimos años la realidad
nos ha golpeado, confirmando que es pre-
cisamente cuando reaparece la parte más
oscura de los ciclos económicos, cuando
más echamos de menos que la economía
no sea una ciencia cierta y predecible.
Valorar, en sentido amplio, implica pre-
ver el futuro, establecer un pronóstico
certero de la evolución de un precio en
el mercado. Y ahí surge el gran problema
y el gran reto para los economistas, a los
que Galbraith define irónicamente como
grandes especialistas en el análisis de lo
ya evidente.
Una organización americana, deno-
minada “One Hundred People”, publica

2050: SOCIEDAD cada año un informe sobre la realidad

del mundo. Y lo hace de una manera
muy gráfica. Reduce el mundo —con

Y EMPRESA sus 8.000 millones de habitantes— a la

escala de un pueblo de 100 personas.
La empresa del futuro será disruptiva por necesidad y sus líderes Las 100 personas serían las siguientes:
habría aproximadamente 50 hombres y
deberán ser transformacionales, más respetados que obedecidos, y 50 mujeres, y de los 100 habitantes, 60
tendrán que gestionar equipos con un enfoque más emprendedor, serían de origen asiático, 15 africanos, 11
que combine la explotación de lo conocido con la exploración de lo europeos, 9 latinoamericanos y 5 de Esta-
desconocido dos Unidos y Canadá. Tan solo 33 serían
cristianos. Habría 22 musulmanes, 14
hindús, 7 budistas, 12 creyentes de otras
por Ramon Adell religiones y 12 personas no creyentes.
Si pensamos en la lengua, 12 hablarían
chino, 5 español, 5 inglés, 3 árabe, 2 ruso
—— Mes de abril del año 2050. Foment del lo que había que hacer. Era una soberbia y el resto otros idiomas, con un francés
Treball celebra su asamblea anual y repa- evidente. Ya en nuestros días, la cultura y un alemán a la baja. Solamente 7 de los
sa la situación del entorno empresarial. de la estabilidad se ha transformado en 100 tendrían estudios universitarios y 22
Para entonces, ¿cómo habrá evolucionado una cultura de la adaptabilidad, en la que tendrían acceso a un ordenador. Y lo que
el mundo? ¿Qué características definirán el éxito consiste en transformar el des- es más importante: de los 100, 48 vivirían
a la empresa? ¿Estaremos en una socie- asosiego en oportunidad. Esta será una de con menos de 2 dólares al día y 1 de cada 2
dad dominada por la tecnología o una las claves del empresario de los próximos niños previsiblemente vivirá toda su vida
concepción humanística del servicio de la años. Jack Welch decía que “si el índice de en la pobreza. Cuando decimos que las
empresa a la sociedad habrá conseguido cambio dentro de una empresa es menor próximas décadas vendrán marcadas por
crear valores más sólidos? Si nos atene- que el índice de cambio de su entorno, la globalización, esta es la realidad de ese
mos a los hechos, los economistas tene- su final está a la vista”. La flexibilidad y la mundo al que la empresa del futuro ac-
mos poca fuerza moral para hablar del capacidad de adaptación serán los gran- cederá con una inmediatez desconocida
futuro. Hace años, creíamos que decíamos des activos de las nuevas generaciones en hasta ahora.

49

La empresa está en el umbral de una revolución, de una nueva era
en la que los directivos van a constituir cada vez más un punto de
referencia con sus decisiones
EL PODER DE LO SIMPLE. Ante los
nuevos desconciertos y complejidades,
parece necesario un ejercicio de humil-
dad, volver a los orígenes releyendo la
historia, recuperando el “poder de lo
simple”. Moverse en el mundo de la em-
presa en los próximos años requerirá de
los inversores la capacidad y la actitud
de desaprender permanentemente para
aprender de nuevo. Hay que aprender a
convivir con la incertidumbre. Vivimos en
una época de cambios constantes. Previs-
tos e imprevistos. Buscados o inespera-
dos. Antes las cosas eran para siempre: el
empleo, la casa, la ropa, la familia, los ami-
gos… Ahora no. Y esos cambios nos hacen
sentir inquietos. Pensamos que rompen
nuestra estabilidad, tenemos miedo de
perder la comodidad de la rutina, nos
parece que todo se escapa de nuestro con-
trol, que muchas cosas son nuevas y des-
conocidas, sin que acertemos a encontrar
modelos estables que enmarquen nuestra
actuación y la de nuestras empresas. Hace
ya más de diez años, The Washington Post
advertía en un editorial: “La ambición
de los economistas les ha llevado a crear
complejas soluciones matemáticas para
los problemas teóricos que, pese a su ele-
gante formulación, tienen poca o ninguna
importancia para los problemas sociales”.
En efecto, parece existir una profunda
falta de sintonía entre los modelos econó-
micos y la realidad. ¿Pudo algún modelo
prever el boom de las empresas tecnológi-
cas? ¿Alguien conoce algún estudio teórico
solvente que plantee la posibilidad de que
empresas relacionadas con el consumo, o
incluso con la moda, alcancen un valor en
bolsa equivalente a más de cincuenta años
de su beneficio estimado? ¿Por qué no se
pudo predecir el largo ciclo de crecimiento
de la economía americana, la crisis del
2008 o el brutal descenso del precio del
petróleo? Los ejemplos son múltiples y, en
todos ellos, es constatable que la realidad
financiera de los últimos años ha modifica-
do las reglas de juego y ha derrumbado con
su inapelable desarrollo la efectividad de
muchos principios teóricos.
50
CREACIÓN DE VALOR
INSTRUMENTOS DE INFORMA-
CIÓN. Resultará vital utilizar instru-
mentos de información que no busquen
la sofisticación, sino la simplicidad y el di-
namismo, sobre la base de que no siempre
es cierto que los grandes principios que
han enmarcado la historia de los merca-
dos se transforman en obsoletos ante un
cambio de ciclo o de entorno económico.
Las grandes corporaciones, los mercados,
las pymes, no son estructuras rígidas,
sino personas que opinan y deciden con
objetivos cada vez más interrelacionados.
Vamos a vivir cambios económicos y
políticos de relevancia, pero seguramente
los cambios fundamentales más significa-
tivos tendrán una raíz sociológica, y son
los que más nos tienen que preocupar.
Decir que el mundo es global es ya mucho
más que una evidencia. El mundo siem-
pre ha sido global. Cosa distinta es que
ahora cualquier cosa que ocurre en el más
recóndito lugar es compartida en tiempo
real, online. Esta inmediatez sí que supone
un auténtico cambio de paradigma social
que nos hace creer que todo el mundo
está cercano y que la facilidad en el acceso
a la información nos proporciona hori-
zontes más amplios. Ciertamente, tene-
mos más información, ¿pero tenemos
más conocimiento? Posiblemente, no. El
aceleramiento de nuestras vidas a menu-
do no predispone al estudio sosegado de
las cuestiones, a la reflexión, a ser capaces
de pensar antes de actuar. Construimos
nuestros objetivos vitales desde la nueva
velocidad del día a día, casi al tiempo que
los vivimos, sin dejar que la reflexión
construya un poso de pensamiento sólido
y estructurado. Tenemos conciencia de
que nuestro mercado es el mundo, pero
con frecuencia desconocemos las carac-
terísticas de ese universo que creemos
tener al alcance a través de un simple
ordenador.
Una de las características de la sociedad
que llega es su vocación de incorporar
el derecho al conocimiento como algo
indisociable del derecho a la felicidad. Y
en ese sentido la empresa del futuro no
podrá dejar de afrontar el trascendental
cambio de las sociedades modernas en el
último siglo: el paso de una sociedad divi-
dida en clases irreconciliables, en la que
una gran mayoría era condenada por los
poderosos a la ignorancia, a una sociedad
en la que el conocimiento y la cultura es-
tán —en grados diferentes— al alcance de
todos, y se sustituye la tradicional lucha
de clases por los conflictos de intereses.
Esa es la realidad que se esconde tras
un escenario donde las finanzas em-
presariales y los mercados financieros
se han erigido en los abanderados de la
economía moderna. Sofisticadas ope-
raciones empresariales de fusión y con-
centración protagonizan un escenario
en que el tamaño parece constituir por
sí solo una oportunidad de negocio. Ese
complejo mundo de conceptos económi-
cos, aparentemente distintos, se ha visto
cohesionado en los últimos años por una
idea común: la “creación de valor”. Las
empresas modifican sus sistemas de ges-
tión para buscar su maximización y los
mercados, a su vez, convierten el análisis
de valor de las empresas en un factor
clave para acertar en el rendimiento de
cualquier inversión, que debería seguir
atendiendo al principio clásico de com-
prar los activos infravalorados y vender
los sobrevalorados.
EXCELENCIA EMPRESARIAL. En esa
encrucijada, el directivo asumirá un papel
trascendental en la definición del para-
digma de los próximos años. Las nuevas
tecnologías están perfilando un escenario
mundial en el que las grandes corpora-
ciones conformarán el poder real de la
sociedad del siglo XXI. La empresa está en
el umbral de una revolución, de una nueva
era en la que los directivos van a constituir
cada vez más un punto de referencia con
sus decisiones. Si el siglo pasado fue el
siglo del empresario, el actual será el siglo
del directivo emprendedor.
El camino perenne hacia la excelencia
empresarial que el directivo responsable
recorre en su andadura profesional, ven-
51
52

Las nuevas tecnologías definirán una forma de trabajar distinta
y vertiginosa, en la que el intercambio de conocimientos, de
productos o de servicios será transparente y rápido
drá marcado por una fuerte responsabi-
lidad social, que va más allá de la simple
maximización de un beneficio. El direc-
tivo “excelente” asume que es un eslabón
dinamizador del capital y del trabajo que
hoy, más que nunca en la historia econó-
mica reciente, ejerce un doble papel: por
un lado, debe responder a la confianza
del capital económico y obtener una
adecuada rentabilidad; por otro lado, debe
ganarse la confianza del capital humano,
motivando su participación y asegurán-
dole una justa retribución.
Y eso va a ocurrir en una sociedad que
experimentará numerosas mutaciones
y que tendrá una composición distinta.
Muchos científicos actuales afirman que
los niños que hoy nacen vivirán un pro-
medio de cien años y que la expectativa
de vida aumentará progresivamente
sin límite conocido. La muerte tiende
a aparecer casi como una enfermedad
cronificable. Las consecuencias de esta
evolución demográfica, sobre todo en una
Europa envejecida y con bajas tasas de
natalidad, modificarán las estructuras y
las organizaciones sociales, y afectarán a
la empresa del futuro. La demografía será
el viento en contra que más puede frenar
la economía mundial en los próximos 20
años. La esperanza de vida ha crecido en
los últimos 140 años a un ritmo constante
de 6 horas por día. Es evidente que esta
realidad objetiva modificará los equili-
brios económicos, especialmente en Es-
paña. Tenemos una de las esperanzas de
vida más elevadas y una de las más bajas
tasas de natalidad europeas, si excluimos
el Vaticano. En 2020 la edad media de los
españoles será de 50 años, diez más que
en los Estados Unidos. Podemos ser el
país de la pirámide invertida, y sabido es
que las pirámides invertidas tienen poca
base, aguantan mal las inclemencias y
corren riesgo de derrumbarse.
Si atendemos pues a los datos de fuerza
laboral futura, el futuro no es esperanza-
dor. Pero no es menos cierto que al lado de
la realidad demográfica, la evolución de la
CREACIÓN DE VALOR
inteligencia artificial, que crea máquinas
que empiezan a sustituir a los humanos
en tareas que requieren un cierto grado de
“inteligencia”, el internet de las cosas, con
su posibilidad de transformar más y más
objetos en sistemas de objetos inteligen-
tes conectados, y el mundo de las redes
complejas, que optimizan e interrelacio-
nan mercados e infraestructuras, modi-
ficarán el perfil de nuestras empresas. La
empresa del futuro será disruptiva por
necesidad y sus líderes deberán ser trans-
formacionales, más respetados que obe-
decidos, y tendrán que gestionar equipos
con un enfoque más emprendedor, que
combine la explotación de lo conocido
con la exploración de lo desconocido.
REINVENTAR LA EMPRESA CADA
DÍA. Cómo equilibrar esa innovación
sistemática con la necesidad de ofrecer
más y mejor trabajo a todo el mundo será
el gran reto del mundo occidental. Hoy
desconocemos qué capacidad disruptiva
pueden tener los nuevos descubrimientos
cuando se incorporen al mundo indus-
trial, pero los cambios serán radicales en
los próximos años. En el fondo, nada de
eso es absolutamente nuevo. La huma-
nidad ha vivido cambios importantes en
muchas épocas, y del mismo modo que
cuando miramos atrás apreciamos los
avances de nuestra sociedad, posible-
mente dentro de unas décadas quienes
analicen los inicios de este siglo nos vean
como generaciones atrasadas y desinfor-
madas. Esa es la historia de la vida y de
un mundo que no deja de mejorar desde
que es conocido. Las nuevas tecnologías
definirán una forma de trabajar distinta,
la era digital impondrá ritmos de avance
vertiginosos, en la que el acceso a los mer-
cados globales se simplificará y el inter-
cambio de conocimientos, de productos
o de servicios será transparente y rápido.
Pero al lado de todo ello, la excelencia
empresarial seguirá estando liderada por
empresarios y directivos que sigan siendo
capaces de reinventar su función diaria-
mente contando con las personas como el
principal activo. En el nuevo entorno de
las tecnologías dirigir seguirá siendo, bási-
camente, la capacidad para liberar talento
humano al servicio de un objetivo justo.
Ser empresario reclamará, todavía con
más fuerza, lograr una síntesis adecuada
entre la razón y el sentimiento, entre la
capacidad de abordar el estudio analítico
de los problemas y el convencimiento de
precisar la colaboración de voluntades
humanas para superarlos.
La nueva economía, nacida de la
sociedad del conocimiento, parece en
ocasiones una exclusiva de las nuevas
tecnologías. Se nos dice que prácticamen-
te todo se resolverá mediante la técnica, y
algunos llegan a pensar que las personas
pasarán a un segundo plano. Todo eso no
es más que un espejismo. Si en la llamada
“vieja economía”, el diseño del equipo y
el método de producción eran únicos y la
gente era sustituible, en la “nueva econo-
mía”, la gente es única y es precisamente
el entorno tecnológico el que, mediante
internet, se está haciendo sustituible.
No resulta fácil mantener ese necesario
equilibrio entre humanismo y tecnología
que definirá la excelencia empresarial del
próximo siglo y que conviene estimular
con ejemplos permanentes. Si es cierto
que las palabras mueven a la gente, no es
menos cierto que es la constatación del
ejemplo lo que arrastra las voluntades.
Afortunadamente, tenemos la suerte de
contar en España con excelentes empre-
sarios y directivos que nos aportan puntos
de referencia permanentes. Apelemos a
sus valores, mantengamos viva la capaci-
dad para aprender de sus éxitos, compar-
tamos su tenacidad en la superación de
las equivocaciones, para que, desde una
permanente actitud de trabajo honesto, y
movidos por un ideal, seamos capaces de
generar ilusiones colectivas.
Ramon Adell es catedrático de Economía
de la Empresa (UB) y vicepresidente de
Foment del Treball
53
 Carta desde
Sídney
—La prodigiosa vitalidad de Sídney es una de las fascinaciones
del viajero de nuestros días, mientras que el resto de los
mortales sabemos que cada año nuevo comienza ya con la
imagen de los fuegos artificiales sobre el edificio espectacular
de la Ópera. Australia es una gran desconocida por cuyas
carreteras del futuro circula Mad Max en busca de venganza.
Pero Sídney es una premonición del futuro urbano, con
su vida atlética, su dispersión, el culto al cuerpo vigoroso
y la proximidad tan creativa del mundo asiático. A futuro
imponente, política frenética, como cuenta el escritor
John William Wilkinson para los lectores de . El término
encrucijada es poco para describir la vigencia de Sídney en los
nuevos ejes globales, con su cinematografía tan potente, sus
escritores y ese mundo de magnates expatriados que celebran
sus fiestas en las mansiones desmesuradas de la vieja bahía
a la que hace relativamente poco que arribaron los primeros
colonos.

54
SÍDNEY

55
 CARTA DESDE SÍDNEY
LOS SURFISTAS
Y EL TIBURÓN TORO
Australia es un país próspero, donde el nivel de vida es muy alto y la tasa de desempleo es casi anecdótica. Pese a
los cambios políticos entre laboristas y conservadores, su economía va camino de cumplir un cuarto de siglo de
crecimiento sostenido, toda una proeza que ninguna otra economía avanzada ha conseguido
por John William Wilkinson
—— Por lo general, de Australia se sabe bien poco. Hasta los pro-
pios australianos andan flojos en esta asignatura. Y sin embargo
su historia como nación es tan corta, poco más que un suspiro.
Razón de más para asombrarse ante lo mucho que se han cons-
truido en tan solo un par de siglos en lo que era el último confín
del mundo. Los casi 24 millones de australianos conforman
una de las sociedades más urbanas —90%— y heterogéneas del
mundo. Aún predominan los ciudadanos de ascendencia an-
gloirlandesa, pero los continuos flujos de inmigrantes a partir de
la Segunda Guerra Mundial han convertido la antigua colonia
británica en un hervidero multicultural. Más allá de las urbes, no
vive casi nadie. El corazón de Australia es un inmenso desierto
en el que cada tanto tiempo alguien descubre un descomunal
yacimiento de algún mineral o un pozo de petróleo. Es un país
próspero, el nivel de vida es muy alto; la tasa de desempleo es
casi anecdótica, la inflación, baja. Es cierto que ha perdido fuelle
en el último lustro, pero ¡la economía va camino de cumplir
un cuarto de siglo de crecimiento sostenido! Es lo nunca visto;
jamás ninguna otra economía avanzada ha logrado semejante
proeza.
Cualquiera diría que con estas cifras los australianos deben
estar encantados con sus gobernantes. De eso nada. Si bien supo
zafarse de la recesión financiera y económica desatada en 2008,
Australia no se ha librado en cambio de la crisis política que
recorre la mayor parte de las democracias occidentales. Basada
en el sistema británico pero con algún que otro retoque estadou-
nidense, desde su fundación en 1901, en la Commonwealth of
Australia —su nombre oficial— la política siempre ha sido domi-
nada por una lucha a muerte entre conservadores y laboristas.
Pero si la defenestración de Margaret Thatcher a manos de su
propio partido fue algo inusual en Gran Bretaña, en Australia
cualquier excusa sirve para que los partidos echen a sus líderes,
la mayoría de las veces de mala manera.
En tiempos recientes, el premier laborista Kevin Rudd —en
el poder entre 2006 y 2010 —, un tipo que se distingue por do-
minar el chino y el mandarín, le quitó la silla a su ministra de
Educación, Julia Gillard, la primera y única mujer en ocupar el
cargo, entre junio del 2010 y junio del 2013, cuando el inefable
Rudd logró por fin echarla entre deplorables escaramuzas par-
lamentarias y una espesa nube online de repugnantes mensajes
misóginos. Esta gente no se anda con chiquitas a la hora de apar-
tar a un adversario, máxime cuando se trata de un colega. Al cabo
de tres meses, en septiembre del 2013, Rudd perdió en las urnas
56
frente al conservador Tony Abbott, quien, tras las mentadas
legislaturas laboristas, ocupó el puesto proclamando urbi et orbi:
“!Business as usual!’”. Sería, a su vez, cruelmente defenestrado
por su propio partido solo dos años después, en septiembre del
2015. Es pronto para saber qué futuro le aguarda al actual titular
conservador, el “defenestrador” Malcolm Turnbull.
¿Cómo ha podido avanzar la economía australiana de forma
sostenida durante tanto tiempo con tan desastroso elenco po-
lítico en escena? El sociólogo Donald Horne dio la respuesta en
1964 en The lucky country, un libro que levantó —y sigue levan-
tando— ampollas. “Australia es un país con suerte, gobernado
principalmente por gente de segunda que comparte su suerte”,
sentenció. Las razones que da para explicar la buena marcha del
país son estas: “La democracia, la exigua población indígena y
las instituciones heredadas de los británicos; como asimismo
por ser generosamente dotado con riquezas naturales, y grandes
espacios por conquistar y explotar”.
Se teme ahora que la buena racha esté a punto de acabar.
Porque más que crecimiento lo que en los últimos años padece
la economía —por así decirlo— es un estancamiento sostenido.
El cuarto de siglo de prosperidad lo debe todo al milagro chino.
Así que la actual deceleración de la economía china, junto con
el desplome de los mercados de materias primas, puede hacer
estragos en la hacienda australiana. Pero aún hay más: las inver-
siones de Pekín en África, Latinoamérica o Rusia podrían dañar
de forma considerable la hasta ahora lucrativa —y cara—minería
australiana. Y vendría en la estela del hundimiento de su indus-
tria automovilística.
Al parecer, pintan bastos para el futuro de Australia a medio
plazo. Aunque cabe la posibilidad de que se trate tan solo de un
susto. De todos modos, para realmente saber qué se cuece en las
antípodas, es imprescindible acercarse a Sídney. Aterrizas justo
antes de las 23.00 horas. Al otro extremo del finger y una vez ha-
yas recorrido unos larguísimos pasillos, te adentras, cegado por
las luces, en un inmenso emporio de mal gusto repleto de perfu-
mes, tabaco y alcohol. Se trata del portal duty free que conduce al
robotizado control de pasaportes. ¡Bienvenido a un país business
friendly como la copa de un pino!
Como no podía ser de otra manera, el taxista resulta ser
turco; el GPS le guía a la dirección que le has dado en el barrio
de Randwick. Luego, desde los ventanales de un apartamento
en la planta 14, contemplas las luces de la inmensa ciudad dor-
mida. Miras a ver si ves pasar algún coche, y ni uno. Randwick,
 El Puente de la Bahía de
Sídney, que atraviesa la
bahía, y el famoso edificio
de la Ópera de Sídney
al atardecer [Foto de Walter
Bibikow 2014]

57
Vistas sobre el extremo
sur de la playa de Bondi,
conocida mundialmente
y siempre abarrotada al
estar situada a solo diez
kilómetros del centro
de la ciudad [Foto de Getty
Images/AWL Images RM]

58
 CARTA DESDE SÍDNEY
Veinticuatro millones de australianos conforman una de las sociedades más urbanas y
heterogéneas del mundo, mientras que el corazón de Australia es un inmenso desierto
de noche, parece un barrio deshabitado. Concluyes que debían
haber dejado encendidas las luces al abandonar los habitantes
sus hogares.
Sídney es una ciudad diseñada exclusivamente para los
coches. Ahora bien, tanto si te desplazas en coche como a pie, la
tiranía de las distancias es lo que se sufre irremediablemente en
un lugar en el que todo el mundo vive en una casa unifamiliar
con jardín. Sídney es del tamaño de una provincia.
Hay espectaculares árboles centenarios por doquier… y
flores tropicales, frutales y césped, un montón de césped, incluso
a lo largo de las franjas que dividen las aceras de las calzadas. El
mantenimiento de tanto verdor es otra historia. La jardinería es
un sector en alza: se ven por todas partes cuadrillas de jóvenes
uniformados que se dedican al mantenimiento de ese tan vistoso
como vigoroso mundo vegetal. De una u otra manera, la belleza
siempre se paga. Una caminata de kilómetro y medio —¡pero
si te han dicho que está aquí al lado, a cuatro pasos!— te lleva a
una especie de cafetería que, a las 6.30 h, ya está a tope. Un mac-
chiato; el café, excelente. Gente joven, tipos sanotes. La mayoría
—tanto los hombres como las mujeres— va ataviada como para
participar en un maratón. Muchos llevan en el brazo, el muslo o
el pecho algún chisme de esos que supuestamente te regula las
calorías, las pulsaciones o vete tú a saber qué. Esta es tu primera
exposición al extraordinario culto australiano al cuerpo. En los
días siguientes irás comprobando hasta qué punto las gentes de
Sídney dan prioridad al cuidado corporal en detrimento del inte-
lectual. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que los australia-
nos sean tontos, pero digamos que es ilustrativo en lo referente a
sus prioridades.
Como no sea un despistado recién llegado con jet lag, casi
nadie se pasea por esas hermosas calles. El que no va en coche o
bien practica el running —¡y cómo!— va en bici o montado sobre
algún tipo de monopatín. Ir acompañado de un perro es opcio-
nal, aunque bastante frecuente. Los parques están provistos
con salas de máquinas de fitness al aire libre, dignas de cualquier
gimnasio de pago. Y hablando de parques, solo en Randwick,
hay una cantidad insólita de parques y campos de rugbi, fútbol o
hockey, perfectamente cuidados, por no hablar de un hipódro-
mo, un estadio de criquet, un nada despreciable campo de golf,
y, además, todo esto está a cuatro pasos —es un decir— de unas
playas de ensueño, como la de Bondi, la más famosa, comunica-
das entre sí por un camino que sigue la costa y por el que corren
a todo trapo con sus perros tus nuevos vecinos del barrio que de
noche duermen a pierna suelta con las luces encendidas.
Mientras apuras el segundo macchiato, lees en el Sydney
Morning Herald —vetusto rotativo que tiene la particularidad de
no pertenecer a Rupert Murdoch— la crónica de un joven surfis-
ta que ha sido atacado por un tiburón toro. Esto ha sucedido en
una playa ¡a cuatro pasos de donde tú estás! Estas escalofriantes
historias son el pan de cada día en la prensa local. Te entran ga-
nas de comentarlo con uno de los atletas que te rodean, café en
mano, pero todos, absolutamente todos van a su bola, con unos
sofisticados auriculares bien metidos en los oídos. Una y otra
vez aprenderás que por estos pagos hasta muy avanzada edad la
gente se toma muy en serio aquello de nunca hablar con extra-
ños. Porque tú deberías disponer de un aparato como los suyos,
capaz de contarte hasta el año de nacimiento del bisabuelo del
tiburón toro asesino de marras.
Aún es pronto, pero notas cómo te quema el sol. En Austra-
lia, o te pones protector factor 50 o te quedas despellejado. Una
curiosidad: la enorme popularidad de los deportes al aire libre
en un país en el que prolifera el cáncer de piel. Y una observa-
ción no enteramente libre de bienintencionada maldad: el cere-
bro de los simpáticos koalas es tan diminuto que a veces se caen
de los árboles sin darse cuenta. Para esos pequeños mamíferos
marsupiales, como ositos de peluche, es así por razones de su-
pervivencia. La actividad cerebral gasta más energía de la que, en
esas tórridas tierras, los koalas pueden permitirse. Gracias a este
proceso evolutivo, han sobrevivido. ¿Se podrá decir lo mismo
en años venideros de estos australianos tan entregados al culto
al cuerpo y tan descuidados con el intelecto? Claro que existe el
mismo fenómeno en California o Salou, pero allí, que se sepa, no
hay koalas.
El downtown de Sídney es como Manhattan en bajito. Las
boutiques y las marcas son las que todos conocemos. Sin em-
bargo, notas que hay algo distinto. ¿Será la vestimenta? Muchos
jóvenes llevan el mismo uniforme que el de los jardineros en
Randwick, que se asemeja al de los barrenderos de Barcelona
pero en plan deportivo, rematado con pantalón corto y botines.
Descubrirás que no se trata de ningún uniforme, sino que es la
misma ropa barata que compran los jóvenes no cualificados —o
con tres másteres— que escasamente ganan para más. Acuden
de esta guisa a los sitios más inverosímiles, incluyendo restau-
rantes, teatros o fiestas. En cuanto a los white collar, las mujeres
parecen haber abrazado con fervor la estética masculina —¡qué
bíceps, qué pantorrillas!—, mientras que los hombres lucen pei-
nados inspirados en el rococó y ropa muy ajustada —¡que todo el
mundo se rinda ante esos cuerpos escultóricos!—. Tanto múscu-
lo no deja ni un resquicio para la sensualidad. Se lanzan directos
al porno físico sin siquiera probar el roce del erotismo.
Caminando por las ajetreadas calles del centro te asalta la
sensación de estar pisando el futuro. Es un país tan joven, tan
atrevido, pero, bien mirado, en muchos aspectos sigue siendo
una sociedad escasamente moderna, algo provinciana, demodé.
Son tan felices y contentos allí, en su inmensa, próspera e infra-
poblada isla-continente. Y sería estupendo que pudiesen conti-
nuar largo tiempo alegremente entregados al culto al cuerpo que
tantas satisfacciones les proporciona, si no fuera porque no solo
la naturaleza aborrece el vacío, sino también esos 3.000 millones
de asiáticos, sus vecinos al norte, loquitos por conquistar nuevos
espacios.
El famoso puerto de Sídney no defrauda:“¡Ay, ese puente!
- ¡Oh, la Ópera!...”. Pero es tan solo un recodo de una inmensa
e intricada bahía a lo largo de cuyas orillas se va hinchando sin
59
descanso desde hace años una burbuja inmobiliaria que ríete
tú de la de España. ¿Se pinchará? Es la pregunta del billón de
dólares australianos. Realmente merece la pena cruzar la bahía
en uno de los pequeños transbordadores que surcan sus aguas,
sin nada más para ver que algunas de las mansiones: “Esa es de
Nicole Kidman; esa otra de Mel Gibson…” o presenciar cómo los
turistas dan la espalda a los monumentos que de tan lejos han
viajado para ver y se matan a selfies.
Más allá de Randwick y el puerto se extiende una megaló-
polis se diría que infinita. Suele predominar en cada uno de los
suburbios una etnia, sea china, india, vietnamita, senegalesa o
turca, que son algunas de las más numerosas. No es nada extraño
toparse en cualquier parte con una mezquita que en absoluto
desentonaría en Rawalpindi, una iglesia ortodoxa o un templo
budista. También hay barrios enteros entregados a la droga y la
degradación. La convivencia es harto difícil, sobre todo cuando
escasean los medios necesarios para vivir con un mínimo de
dignidad, y en eso tampoco se diferencian en nada los australia-
nos del resto de la humanidad. Ha habido disturbios y atentados
terroristas. La calidad de vida decrece a medida que se aleja uno
de la costa. El transporte público adolece de falta de inversiones
cuando no abandono. “¡Que se compren un coche!”, parece des-
cribir la actitud de los políticos. Los que pueden se pasan el día
en los pubs, donde nunca falta un casino en miniatura, un sinies-
tro lugar en el que “los olvidados” beben como cosacos y pierden
hasta la camisa. Las carreras de caballos son muy populares.
Una pareja de pájaros preciosos llenos de colores vivos
acaba de posarse en la barandilla al otro lado de los ventanales.
Vienen todos los días. La televisión informa de que ha habido
otro ataque de tiburón. Bueno, al cabo de una semana la noticia
ya no impresiona tanto. Es domingo y sales a dar un último
garbeo por Randwick. El vuelo de vuelta sale a las 6.00 horas.
Está todo a tope: bares, terrazas, restaurantes. No hay quien se
salte un copioso brunch. Eso sí, una vez acabado, se levantan de
la mesa y salen disparados: toca ardua sesión de running, a fin
de eliminar las calorías recién ingeridas. Tranquilos: el aparato
ceñido al muslo se ocupará de todo. Es un día laboral más para
los comercios, lo que significa una verdadera bendición para los
jóvenes sin trabajo, pues les brinda la oportunidad de ganarse
unos dólares y adquirir experiencia. Además, por ser festivo
cobran hasta el doble por hora. Ningún estudiante se resiste a la
tentación. Las cifras españolas de desempleo son inconcebibles
en las antípodas.
Contentos en su aislamiento, muchos australianos viven
como si el mañana no existiese. El único que se inquieta es el que
ha acudido desde el otro lado del mundo, porque él sí ha pisado
el futuro y, por tanto, sabe cuáles son las consecuencias cuando
la economía —política— cede el paso a la pura especulación. Es
decir: banca + bolsa. Si la burbuja estalla, ¿estará Australia pre-
parada para capear la tormenta? Claro que no. En 1976, Donald
Horne publicó otro polémico libro: Death of the lucky country, en
el que culpa a la política de la muerte de Australia. Se anticipó.
Ha pasado medio siglo y el país sigue con vida, más próspero y
musculoso que nunca. La racha no parece tener fin. O tal vez sí.
Al cabo, Pekín dirá.

John William Wilkinson es escritor. Su último libro

es ‘De hipster a hacker’

60
 CARTA DESDE SÍDNEY

Sídney, con un centro histórico marcadamente británico, es una ciudad

diseñada para los coches debido a las distancias, al tiempo que alberga
miles de árboles centenarios y césped por todas partes

King Street es la calle central del

barrio de Newtown, zona colorida
y cosmopolita que destaca por
el bullicio y por sus numerosas
tiendas de la era victoriana [Foto de
Getty Images/Lonely Planet Images]

61
6
 Artes&Co.
64 Entrevista
Leopoldo Pomés: la persistencia
de la mirada
por Sergi Doria

68 Literatura
¿Quién teme a Michiko Kakutani?
por Valerie Miles

70 Estética
Nausica, el dolor y la vida más dulce
por Enric Boluda

72 Lifestyle
El arte de las burbujas
por Jordi Melendo

74 Geografías
Oaxaca
por Norbert Bilbeny

76 Cine
Cannes, el escaparate de los sueños
por Manuel Hidalgo

78 De autor
Confusión de términos
por Albert Boadella

63
 ENTREVISTA

LEOPOLDO POMÉS:
LA PERSISTENCIA DE LA MIRADA
“Obrero de la luz y la mirada”, Leopoldo Pomés (Barcelona, 1931) gusta más de
los atardeceres que del ciego sol que adultera la realidad con reverberaciones. El
fotógrafo nos habla a los ojos con la avidez del cazador de imágenes

texto Sergi Doria

—— La memoria de Leopoldo Pomés (Barcelona, 1931)
es un álbum de instantes decisivos: la persistencia de la
mirada. Años de posguerra en una Barcelona cenicien-
ta. Una mujer con abrigo negro acampanado irrumpe
en el bar de debajo de casa. Un Pomés veinteañero y el
amigo con el que comparte bebida no la pierden de vis-
ta. A pie de barra, la mujer —cabello azabache, pestañas
tupidas sobre unos ojos azules con tonalidades verdo-
sas— toma café y apura un cigarrillo tras otro: “Tenía
el perfil completamente helénico, con aquella nariz
característica que comienza casi en la frente con una li-
gera curva que coronaba la singularidad de su rostro...”.
Pomés evoca así a su primer —e imposible— amor: una
mujer casada con hijos. El fotógrafo no olvidaría aque-
lla historia “densa, con altos y bajos, oscura y luminosa
a la vez, llena de emociones, de tristeza y de momentos
de una felicidad inolvidable, desproporcionada para
mi corta edad”. Ella se fue a Sudamérica legando a su
enamorado la dulce nostalgia de la posibilidad. Poemas
de ausencia agavillados en Vidre de nit seguit de Polvo
de sombras (Quaderns Crema, 2015): “He vist com tan-
cava els ulls la mare / però no coneixia l’absència de tu”.
“Obrero de la luz y la mirada”, Leopoldo Pomés
gusta más de los atardeceres que del ciego sol que
adultera la realidad con reverberaciones. Nos habla
a los ojos con la avidez del cazador de imágenes.
Escolar indolente de los Maristas, prefería el arte y la
literatura a las matemáticas. Mientras sus compañe-
ros hacían las tareas, él dedicaba las tardes a recorrer
exposiciones y librerías. La influencia de un padre
comprensivo y amante de la cultura fue providencial:
“Le gustaban los toros, asistíamos a los conciertos
dominicales del Palau de la Música que costaban tres
pesetas, venía de una familia de pintores y temía que
yo cayera en el mundo bohemio...”. Eran los tiempos
de Dau al Set: Tàpies, Cuixart, Ponç, Brossa... “Brossa
era a quien trataba más, a Cuixart solo le interesaba
su obra y Tàpies, el más prometedor del grupo”.
En 1955 exhibió sus fotografías en las Galerías
Layetanas. La exposición tuvo tan buena acogida que
fue prorrogada: “Me etiquetaron de expresionista y
Néstor Luján y Alexandre Cirici escribieron sendas
reseñas para Destino y La Revista... Me creía el rey del
mundo, pero no era para tanto: en Destino pagaban

64
 © Leopoldo Pomés

65
© Pablo Hojas
cincuenta pesetas por una imagen de portada...”. Para
no depender del dinero paterno, Pomés probó con la
publicidad para ganarse la vida: la primera imagen
publicitaria, un anuncio de Meyba con una premoni-
toria mujer junto a un caballo en un bosque wagne-
riano. Trabajos para Seix Barral: título inaugural de la
Biblioteca Breve, La conciencia de Zeno, de Italo Sve-
vo. El editor Barral le encargó un libro de fotografías
sobre la Barcelona del 57 que no vería la luz hasta cin-
cuenta y cinco años después. “A Víctor Seix no le gus-
tó, decía que retrataba una ciudad muy triste”. Pero
nadie como Pomés ha hecho color como del blanco
y negro. En 1961, junto con su primera mujer, Karin
Leiz, funda el Studio Pomés donde nos encontramos.
Fotografías y cuadros de Modest Urgell como el que
enmarca la presencia poderosa de nuestro interlocu-
tor: un atardecer con un solitario ciprés. Paréntesis
para otro momento decisivo: “Era el día de mi santo,
15 de noviembre; fui a ver una colectiva en la galería
Syra de la Casa Batlló y me topo con este cuadro.
Impresionado, pregunto el precio: no es una cantidad
desorbitada. Le digo a la dueña que salgo a dar una
vuelta y me lo pienso. A los cien metros me vuelvo a
la galería. ¡Me lo quedo! Una pareja muy pija observa
el cuadro mientras un empleado le pone la etiqueta
de vendido... ‘¿Quién puede ser el descerebrado que
compre esto?’, exclama ella. ‘El descerebrado soy yo’,
66
intervengo. ‘Claro... como es un artista’, añade ella
para salir del paso”. Desde que se instaló en el estudio,
el Urgell lo ha acompañado. “Pero ahora viene lo bue-
no”, añade Pomés: “En aquella época yo me dedicaba
a la fotografía industrial... Subieron una nevera y el
señor del taller de abajo me cuenta que aquí vivió un
artista que pintaba cementerios... ¡Modest Urgell!”.
La admiración por el hacedor de crepúsculos solo es
comparable a la que Pomés profesa hacia otro pintor,
Xavier Valls, el padre del primer ministro francés:
“Para mí, el mejor de su tiempo: irrepetible. Las di-
vertidas tertulias en su casa de Horta y la tortilla de
pan con tomate, otra de mis obsesiones”.
Años sesenta. El cuarteto fotográfico de la Gau-
che Divine: Leopoldo Pomés, Colita, Oriol Maspons,
Xavier Miserachs... La escuela cinematográfica de
Barcelona y Teresa Gimpera como icono, Tuset
Street y Bocaccio: “Yo traté a los de la Gauche Divine
pero no iba al Bocaccio. En el estudio hacía mucho
calor y trabajaba de noche...”. Es el momento de tara-
rear “Conillet de vellut: i abans d’un mes seré millor
que en Pomés... No conocía a Serrat y unos amigos
me dijeron que la canción hablaba de mí. Compré el
disco y me sentí orgulloso”.
El hombre de negro pintando de colores el úl-
timo tramo del franquismo. 1966, fértil conjunción
con su compañera y socia Karin: Margit Kocsis,
 ENTREVISTA
melena rubia al viento, sobre un caballo blanco en el
inolvidable anuncio de Terry. Las doradas burbujas
Freixenet, un lujo al alcance de todos los españoles.
Pomés fotógrafo, publicista, además de poeta, dibu-
jante, gastrónomo y cineasta. Año 78, Ensalada Bau-
delaire se estrena casi al unísono con Bilbao de Bigas
Luna, otro publicista volcado en el séptimo arte:
“Bigas merecía triunfar en el cine más que yo”. Otro
Leopoldo, Rodés, le propuso dirigir la película de la
candidatura de Barcelona en los Juegos Olímpicos:
“Competíamos con París y Glasgow y teníamos una
hora para convencer a los señores del COI. Yo aposté
por una película en Cinemascope, nada de vídeos: los
niños de blanco que se van sumando a la carrera. Una
ciudad que pide los Juegos con ilusión y sin prepo-
tencia”, recuerda con orgullo.
Elegido Ramblista de Honor en 2015, Pomés
quiere devolver la dignidad a una ciudad devenida en
Gran Encisera de los turoperadores. “Añoro aquellas
tertulias de La Rambla”. Fotografía barcelonesa de
1960: un hombre con traje, sombrero y bastón vis-
to de espaldas desde la fachada de la catedral: “He
aquí el genuino senyor de Barcelona... Ya no quedan
senyors de Barcelona”, lamenta mientras acaricia
la empuñadura plateada del bastón. Más instantes
decisivos: visita al Mas Pla junto a Luis Bettonica:
“Íbamos en un Seat 1400 negro, casi siciliano”. El
© Pablo Hojas
Pla más irónico. “Le dijo a Bettonica que yo era de
izquierdas porque llevaba melenas...”.
El fotógrafo coge un cigarrillo. Un rostro femeni-
no tapa el “Fumar mata” de la cajetilla: “Cuando dejé
el tabaco no paraba de dibujar: tengo doscientas car-
petas con dibujos...”. En la pared, a nuestra derecha,
la mujer tendida sobre la arena: traje de baño, piernas
cruzadas y caderas ondulantes... Es bella sin necesidad
de mostrarnos su cara. “Para juzgar una foto ha de
pasar tiempo”, apunta. Y al enfrentarse a un retrato,
nunca hay que perder el respeto por el oficio de mirar:
“He trabajado con montadores, iluminadores... y lo
que más me fastidia es cuando dicen que no hay que
preocuparse porque son muy profesionales... ¡No bas-
ta con ser profesional porque se cae en la rutina: hay
que ser artista!”. Pomés es un hedonista, pero subraya
que el dinero no hace, necesariamente, la belleza. “Me
gusta el agua. Sentir la copa en los labios. Si podemos
disfrutar de algo bueno... ¿Por qué no?”. Y de entre
todos los instantes, el más decisivo: la imagen revelada
en la penumbra roja del laboratorio. Como no puede
alzar la voz por una operación reciente, el fotógrafo
multiplica el poder de su mirada: “Al fin y al cabo, uno
hace las cosas para que le quieran”, susurra.
Sergi Doria es periodista cultural y
autor de la novela ‘No digas que me conoces’
67

¿QUIÉN TEME
A MICHIKO KAKUTANI?
¿Por qué Michiko Kakutani es una de las críticas más temidas del mundo literario? Una de sus
reseñas favorables en ‘The New York Times’ puede conseguir la venta en estampida de un libro,
una desfavorable lo puede matar. Es una iconoclasta feroz, el cancerbero más poderoso de la
cultura literaria norteamericana
—— En la obra teatral de Edward
Albee ¿Quién teme a Virginia Woolf ?,
el personaje Honey confiesa haber
arrancado la etiqueta de una botella de
coñac, a lo que George responde que
todos arrancamos etiquetas, querida, y
cuando atraviesas la piel, los órganos y el
músculo hasta el hueso, todavía no has
alcanzado el fondo. Dentro del hueso
hay algo, el tuétano, y es ahí a dónde
tienes que llegar. Arrancar etiquetas y
extraer el tuétano de la literatura no es
nada menos que la vitalicia y cruenta
práctica de la más misteriosa de todas,
Michiko Kakutani. Crítica eminente
de The New York Times desde 1983, la
fuente de noticias de referencia en los
Estados Unidos, la señorita Kakutani
es una iconoclasta feroz y el cancerbero
más poderoso de la cultura literaria
norteamericana. Pero sabemos menos
de ella que incluso de J. D. Salinger.
Una reseña favorable en The New
York Times puede conseguir la venta en
estampida de un libro, una desfavorable
lo puede matar. “Se necesitan por lo
menos tres reseñas exaltadas para
compensar el daño”, explicó Norman
Mailer en una carta iracunda al
director de The New York Times. “Es
una kamikaze”, rabió, diciendo que
“alguna mosca le ha picado en su culo
nipón”. Kakutani había escrito que
su obra era “necia, engreída y a ratos
involuntariamente cómica”. David
Foster Wallace reconoció que a los
veinticuatro años de edad se había
encerrado en su habitación y llorado
dos días enteros tras leerle a la señorita
Kakutani una reseña positiva pero con
tropezones de su primera novela, La
escoba del sistema.
¿Qué se sabe de ella? Según los
68
SOBRE LA CRÍTICA
por Valerie Miles
registros públicos nació en 1955, hija
única de un matemático japonés de Yale,
donde ella misma se graduó en Filología
Inglesa en 1976. Comenzó como reportera
para The Washington Post y en 1979
acabó en The New York Times antes de ser
nombrada crítica literaria en jefe. En 1998
mereció un Premio Pulitzer. Las reseñas
seleccionadas para el premio incluyeron
una de Mason y Dixon de Thomas
Pynchon —“una novela tan emotiva
como intelectual, tan conmovedora como
osada”—, de Submundo de Don DeLillo,
que describía como “una obra de arte
deslumbrante”, una sólida de Noticia de
un secuestro de García Márquez —“todo
el drama y la resonancia emocional de
su narrativa más vigorosa”—, así como
otras en las que censura ferozmente
Hapworth 16, 1924 de J. D. Salinger,
a la que consideró “una historia
agria, inverosímil, y por desgracia,
completamente desprovista de encanto”,
o Hacia el fin del tiempo de John Updike.
Se preguntaba: “¿Cómo puede un escritor
tan dotado escribir un libro tan malo?”.
Y la inevitable bofetada a su bête noire, El
evangelio según el hijo de Norman Mailer:
“El Jesús del señor Mailer suena como
un invitado al programa de televisión de
Oprah Winfrey”.
El único rumor sobre su vida
amorosa es una relación con Woody
Allen. Le entrevistó para The Paris
Review durante una larga cena en
un famoso restaurante de la época
conocido por su clientela estrella,
Elaine’s. Quedan frases como, “tímido
al principio, una vez expresó un
deseo intenso de volver al útero; al de
cualquiera”, o “lo que más me gusta
hacer es lo que no estoy haciendo ahora
mismo”. La señorita Kakutani también
se ocupa de libros preeminentes, de
las biografías de máximo interés y
los volúmenes políticos que hierven
en los medios y precisan de un pulso
firme: Bush, Obama, el Papa. Sus
reseñas nunca son ambiguas, están
llenas de ingenio, son incisivas y
microscópicamente precisas. Su
veteranía le permite contextualizar una
obra dentro de la trayectoria creativa
de un escritor, inexorablemente, pues
ella también estuvo ahí. Sus análisis
definen los gustos, todo el mundo
tiene que saber lo que piensa Michi.
Se cierne sobre todo sin ser vista, es
temperamental, un misterio, casi una
diva. Es el Oráculo de Matrix, tan
intocable como Eliot Ness y ha sido
comparada con Keyser Söze.
Constan dos únicas amigas, una
suerte de rat pack del Times: la temida
comentarista política Maureen Dowd,
que obtuvo un Pulitzer en 1992, y cuyo
primer libro fue ¿Son necesarios los
hombres?: “Si algo temen los hombres
—escribió Dowd— es a una mujer que
usa sus facultades críticas”. Se cuenta
que la señorita Kakutani la llamó al
ganar su Pulitzer para lamentar que ya
le sería imposible tener ninguna cita
con nadie. La tercera Bruja de Eastwick
—la novela epónima de John Updike
fue kakutaniada como “jerigonza
vergonzosa”— es la todopoderosa
excrítica de televisión Alessandra
Stanley, que actualmente cubre en
la prensa a los ultrarricos de Estados
Unidos, al uno por ciento del uno por
ciento.
“Sus críticas de mis libros son
estúpidas y frívolas”, replicó Susan
Sontag cuando la señorita Kakutani
cuestionó su ensayo Contra la
interpretación. Cuando definió la simpatía; no son acaso los enemigos
biografía de Jonathan Franzen, Zona más insidiosos de la sociedad, dañinos,
fría, de “odioso retrato del imbécil corruptores, los escritores de falsos
adolescente”, él la calificó de “la persona libros, libros falseados, libros que
más estúpida de Nueva York”. Perro infectan el ambiente de decadencia y
callejero de Martin Amis “se parece a la enfermedad? Seamos severos, pues, con
mejor narrativa de Amis como un mal nuestros criterios; comparemos cada
cantante de karaoke se parece a Frank libro con el mejor de su categoría”.
Sinatra, o como un imán de nevera
Valerie Miles es escritora y editora.
del Grito de Munch se parece a la obra Colabora en ‘The New York Times’
original”. Se puede imaginar cómo
se desayunó Amis aquella mañana.
Nicholson Baker comparó una de sus
reseñas a una extirpación de hígado sin
anestesia.
Imaginemos esto: la señorita
Kakutani sonriendo y replicando como
Martha en ¿Quién teme a Virginia
Woolf ?: “Oh, me gusta tu ira. Creo
que es lo que más me gusta de ti. Tu
ira”. Todo se aúna al misterio de la
mujer más desconocida de las letras
estadounidenses, todopoderosa y,
francamente, muy graciosa. De hecho,
para entretenerse ha llegado al extremo
de escribir reseñas remedando las voces
de Holly Golightly, Holden Caulfield,
Austin Powers o incluso Brian Griffin,
el perro de la serie Family Guy. ¿Cuál es
el secreto? La libertad de escribir lo que
piensa gracias a que sus jefes le cubren
las espaldas pase lo que pase. Rushdie
la definió como “una mujer extraña que
al parecer necesita repartir caricias y
azotes”, después de que ella considerara
que La encantadora de Florencia
“carecía de magia”. Y ahí tenemos a la
Srta. Kakutani, replicando como Martha
de nuevo: “No soy un monstruo. No lo
soy”. Sonrisa.
Acaso la escritora Margaret
Atwood da en el clavo, pese a que su
novela Oryx y Crake fuera adjetivada
de “batiburrillo grumoso”. Michiko
Kakutani es un mal necesario. “Te elogia
una vez y a la siguiente te destroza para
que no seas complaciente”. Un crítico
libre desempeña una labor higiénica.
Los escritores saben que hay alguien
que espera que den lo mejor de sí.
Siempre. Virginia Woolf insta en su
ensayo ¿Cómo debería leerse un libro?
a pensar cómo nuestros criterios y
juicios infunden el ambiente que los
escritores respiran mientras trabajan.
“¿No son delincuentes los libros que han
malgastado nuestro tiempo y nuestra

69

NAUSICA, EL DOLOR Y
LA VIDA MÁS DULCE
Nausica es la joven más dulce, el alma pura e indómita que conoce que la vida puede ser
ilimitadamente intensa, como dijo Maragall. Cada sociedad reformula su Homero. Goethe
ve a Nausica como un espíritu turbado y punzado per el amor, sublevado contra su trágico
destino de ser lugar de paso del camino épico de Ulises
—— “Acuérdate de mí cuando estés en
tu patria”, pide Nausica a Ulises, que se
siente listo para volver a casa. Y a quien
hemos conocido como Homero, el pri-
mero de los poetas, lo relata en La Odisea
ocho siglos antes de la era cristiana. Este
recuerdo épico de más de 12.000 versos
se vuelve raíz en el ánima de la literatura
occidental, de la cultura y del espíritu.
“Saludos, huésped, acuérdate de mí
cuando estés en tu patria, pues es a mí la
primera a quien debes la vida”, rememo-
ra Nausica a Ulises, quien emergiendo
de su baño restaurador ya mora dentro
de los ojos de la joven. A través de Nau-
sica, Ulises ha reencontrado la vida al
reencontrar su propia ánima. El azote de
Troya, el héroe, el astuto y divino Uli-
ses derribado en un violento naufragio
sobre las costas que señorea el padre de
Nausica: devastado, reducido, viejo, con
el corazón vencido de tristeza, desnudo,
topa con la chica, quizá la niña, desnuda,
que extiende sus brazos blancos y lo am-
para. A ras de un río que viene a desaguar
en el mar: él no sabe si ve a una dea o a
una mortal y se maravilla. Ella remarca
que es mujer, hija de mortal, que ve a un
andrajoso forastero, temible y se ampara
en él.
Nausica restaura a Ulises. El baño,
los ungüentos, los vestidos donosos,
el alimento, la calidez de las puertas
abiertas del palacio son el conforte que
horada el muro que lo separa del ánima.
I la mesa dispuesta para la compañía de
los invitados y el vino en las copas y el
pan y los manjares y la lumbre y el canto
de un bardo ciego que relata las gestas
de Ulises y Ulises que recuerda. Y Ulises
que llora y lágrimas adentro navega hacia
70
ANTIGUAS PATRIAS
por Enric Boluda
sí mismo. Y el amor de Nausica, que lo
querría suyo y que ha hecho posible para
Ulises un barco y una tripulación, un
retorno a la patria. El retorno a la propia
ánima como la más antigua patria, según
la idea del poeta romántico Novalis.
Es la joven más dulce, el ánima pura
e indómita que conoce que la vida puede
ser ilimitadamente intensa. Nos lo dijo
Maragall. Cada sociedad reformula su
Homero y Goethe clava su ojo romántico
en Nausica y ve en ella a la doncella ino-
cente, vaporosa, extremadamente sensi-
ble: un espíritu turbado y punzado por el
amor, sublevado contra su trágico desti-
no de ser lugar de paso del camino épico
de Ulises. Goethe quiso, con ello, sustan-
ciar “un concentrado dramático de La
Odisea” en cinco actos, pero no culminó
nunca esta obra de teatro que Nausica
debía finalizar abismando su dolor en el
mar. El ánima de Ulises llevaba ya cua-
tro centurias ardiendo condenada en el
infierno de Dante y Nausica legaba un
dolor que al final del siglo romántico, que
aún no es ayer, se transmutaba en bron-
ce, un bronce semejante al de las picas
con las que tres mil años atrás Ulises des-
membraba al enemigo. Un bronce, ahora,
trémulo, con el que Maria Bashkirtseff
esculpió Douleur de Nausicaa (1884): con
el gesto vencido, las palmas de las manos
presionan los ojos para sostener el llanto
que, lágrimas afuera, la va deshaciendo.
Nos lo dijo Maragall que, retomando el
testigo de Goethe, él sí que culminó una
obra de teatro para Nausica, estrenada
en 1912, póstumamente. “Dioses, nada os
pido: nada más guardadme / viva la clara
fuente de la alegría...”.
“Non capisco. Non si sente”. De La
Odisea de Homero hemos sabido que
compendia relatos épicos de tradición
oral que sirvieron para levantar un ima-
ginario común, una identidad. El valor
del recuerdo y la palabra viva, como la
del bardo ciego que transporta a Ulises
hasta sí mismo. “Toda la poesía —dijo
Carles Riba a propósito de su segunda
traducción al catalán de La Odisea—,
incluso la que parece entornada más
adentro del ánima y de sus silencios, es
en la voz y únicamente por ella que se
comunica plenamente”. Y es precisa-
mente la voz lo que le falta al encuentro
último de Nausica y Ulises en la playa
final de La dolce vita (1960) de Federico
Fellini. En esta película de posguerra
mundial, Nausica y Ulises se transmutan
en una camarera y un periodista: Paola y
Marcello. Marcello, devastado, reducido,
viejo, con el corazón vencido de tristeza,
topa con Paola al amanecer en la última
playa. Les separa un riachuelo que mue-
re en un mar que ruge. Marcello, solo
entre tanta gente, al final de una odisea
que no ha de traerle ninguna redención,
cree sentir remotamente a la joven, quizá
la niña, que lo llama: se acerca de rodillas
mientras ella, gesticulando, le extiende
sus brazos blancos y le ruega que se
acuerde de ella, que un día bailaron, que
huyan juntos. “Non capisco. Non si sente”
y Marcello con un gesto de resignación
acerca la mano a su sien y mueve los
dedos mientras se evapora el recuerdo
del amor, de Paola, de la vida más dulce.
Nausica lo mira fijamente con una cuasi
sonrisa fatigada y al cabo fija su mirada
en nosotros.
Enric Boluda es periodista y poeta
 El Museo de Orsay de París
conserva la escultura de bronce
'El dolor de Nausica' (1884),
obra de Marie Bashkirtseff
[Foto © RMN-Grand Palais
(musée d’Orsay) - © Hervé Lewandowski]

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 LOS PLACERES ESPUMOSOS

EL ARTE DE LAS BURBUJAS

Procurador de la abadía de Hauvillers desde su llegada en 1668, Dom Pierre Pérignon dirigió
gran parte del viñedo y la producción del vino de Champagne, que se elaboraba en las diferentes
abadías locales. El célebre monje comprendió que el ensamblaje de diferentes vinos era la base
de un buen vino final. Así comenzó todo

por Jordi Melendo

—— En su gran poema sobre Don Juan,
Byron le atribuye el amor por estar junto
a la lumbre, con una ensalada de boga-
vante, champán y buena conversación. La
alegría de vivir de los vinos espumosos se
trasladaría a la pintura impresionista y a
la música del placer. Es un buen augurio
que la primera referencia escrita a un
vino espumoso sea de Virgilio, en la Enei-
da, escrita por encargo del emperador
Augusto. Dice Virgilio: “Luego se la pasó
a Bicias, provocándole a beber; él, nada
perezoso, apuró la espumante copa de
oro y se bañó en vino toda la cara”. Parece
ser que el banquete que ofreció Dido se
celebró en Cartago, y la uva de origen
africano que utilizaban no era apropiada
para la elaboración de vinos espumosos,
originarios de Mantua, en la Galia Cisal-
pina, región en la que todavía hoy se pro-
duce el Asti Spumante. Desde siempre se
tiene constancia de que los vinos tienen
una tendencia natural a producir espu-
ma, a causa de la acción del gas carbónico,
que puede estar presente en mayor o en
menor medida. Los agentes responsables
de esta efervescencia son el azúcar, las le-
vaduras y la temperatura. El azúcar nace
en la uva, como las levaduras, que son las
que provocan la fermentación.
EL CHAMPÁN. El champán no fue
inventado por nadie, sino que es el fruto
de un proceso empírico en el que, en cada
una de las épocas y generaciones, diver-
sos personajes y avances científicos han
aportado sus conocimientos. La orden
cisterciense, más austera que la orden
benedictina, nace en 1155 fundada por
san Bernardo. Los conflictos de reinos y
los tratados que emanan conllevan los
primeros recortes del viñedo desde el
siglo IX. Las explotaciones vitícolas ya
son compartidas y administradas por los
poderes. También las invasiones perió-
dicas de bárbaros y la hambruna del final
del milenio perjudican el desarrollo de
la viticultura. Los condes de Troyes se
convierten en condes de Champagne, el
sistema feudal se consolida y el clero y la
nobleza unen poder y riquezas en causas
comunes, como las Cruzadas, con la con-
siguiente disputa por la explotación de las
tierras. Durante los primeros siglos de la

72
Edad Media, el vino local es consumido
por la nobleza y su comercialización es di-
fícil debido a un mal sistema de transpor-
te. Hacia el siglo XV los pueblos vitícolas
más importantes son Reims y Châlons.
EL GRAN SIGLO. La catedral de Nues-
tra Señora de Reims, del siglo XIII, era el
lugar de la consagración de los monarcas
de Francia. El último rey coronado fue
Carlos X, el 28 de mayo de 1825. De ahí
viene que el champán comenzara a ser
“vino de reyes”, y pasó a ser el vino de los
grandes festejos de la Corte en Versalles.
Como decía Madame de Pompadour, es
el único vino que deja a una mujer siendo
bella después de beberlo.
Del siglo XIII al siglo XVII, Cham-
pagne vive el cambio de varias dinastías
reinantes, y sufre el azote de conflictos,
pestes y hambruna. Habrá que esperar
la llegada del Gran Siglo para que Cham-
pagne se convierta en una región vitícola
próspera y con identidad propia. Enton-
ces se comprende en la región que los
racimos vendimiados deben llegar fres-
cos e intactos hasta la prensa. El canónigo
Godinot dejó tratados explícitos respecto
al período de las vendimias.
Sin embargo, el vino blanco de
Champagne, que todavía no hace espu-
ma, es más frágil y se oxida fácilmente en
las cajas de conservación y de transporte.
Ante la necesidad de envasarlo, hacia
1670 aparecen las primeras botellas,
frágiles e inestables, enfundadas con
mimbres para protegerlas mejor. Y el
corcho se descubre gracias a los monjes
de la península Ibérica. Procurador de la
abadía de Hauvillers desde su llegada en
1668, Dom Pierre Pérignon dirige gran
parte del viñedo y la producción del vino
de Champagne, elaborado en las dife-
rentes abadías locales. Descubre que el
ensamblaje de diferentes vinos es la base
de un buen vino final. Así, el champán
entraría en las páginas de la literatura
universal.
APARECE EL CAVA. En el siglo XIX,
varias familias de Sant Sadurní d’Anoia se
inician en la producción de vinos espu-
mosos con las pautas del método tradi-
cional, el méthode champenoise. En aque-
lla época, el Instituto Agrícola Catalán de
Sant Isidre tiene una especial trascen-
dencia en la viticultura catalana y desem-
peña un papel principal en el impulso del
cava como vino espumoso de calidad. En
1872, se elaboran en el municipio de Sant
Sadurní d’Anoia las primeras botellas
de cava siguiendo el método tradicional
de segunda fermentación en botella. Así
comienza la industria del cava. Estudios
más recientes demuestran que fue Justo
Vilanueva —Cavas Mont-Ferrant— quien
hacia 1860 se anticipó a la familia Raven-
tós —Cavas Codorníu— en los ensayos
para la elaboración de vino espumoso. En
los años veinte el cava consigue afianzar-
se en el mercado y en los ochenta supera
los 220 millones de botellas consumidas
en todo el mundo. Es la cultura del buen
gusto por la estética y por unos vinos
cuyas burbujas han sido y son capaces
de alimentar nuestro espíritu y alegrar
nuestros corazones. Unas amigas de
Casanova le escriben para contarle lo
alegres que se han puesto con un punch
de vino de Champagne. Finalmente, la
estética de los vinos espumosos ha logra-
do universalizarse. Sigue siendo el placer
de la efervescencia dorada.
Jordi Melendo es escritor y periodista espe-
cializado en vinos espumosos. Ambassadeur
du Champagne en España 2011
73
 GEOGRAFÍAS

LLEGADA A OAXACA
El cielo de Oaxaca es alto y su luz es única. El elemento simbólico de México es el aire.
Su héroe, Quetzalcóatl, es una serpiente con plumas. En la sierra de Juárez
vive el puma, el único felino que se molesta en luchar con el hombre

por Norbert Bilbeny

—— Miércoles, 16 de junio de 1999. Aterrizo en Oaxaca. Me re-
coge Miguel Bartolomé, catedrático de Antropología en el pres-
tigioso INAH de México. Es alto y fuerte, tiene unos cincuenta
años y viste como un explorador. Oaxaca es la parte más vario-
pinta del país. En su capital se hablan una quincena de idiomas.
Benito Juárez, famoso presidente, nació aquí. Era un indígena
zapoteca, de los más antiguos en Centroamérica. Conocí a Miguel
en Sitges en una reunión de la Unesco. Me lleva a San Felipe del
Agua, donde vive. Es un pequeño valle con casas acomodadas.
Atravesando el centro urbano —la ciudad tiene un cuarto de mi-
llón de habitantes— hemos pasado por delante de la Universidad
Autónoma, algunos centros son como barracones: Odontología,
Veterinaria, Magisterio...
Nos recibe Antonio, el jardinero. Piel morena, sombrero
de paja. El jardín hace pendiente, es grande y exuberante. Una
palmera tiene el tronco recubierto de hojas secas donde anidan
guacamayos y loritos. Miguel me señala un par de colibríes. Se ve,
a lo lejos, azul y nebulosa, la Sierra de Juárez, tres mil metros de
altura. Allí vive el puma, el único felino que se molesta en luchar
con el hombre. Alguna vez se ha acercado a los pueblos. El cielo
de Oaxaca es alto y su luz es única. El elemento simbólico de
México es el aire. Su héroe, Quetzalcóatl, es una serpiente con
plumas. En la parte más baja de la casa hay una pequeña taberna
con la imagen sagrada de la Guadalupana.
El poyo está lleno de cientos de escarabajos boca arriba. Pisas
alguno. Salen la cocinera y Alicia Barabas, antropóloga también.
Le afecta el sol, lleva una ancha pamela. Han recorrido Europa y
Sudamérica aprovechando un año sabático. La casa tiene muchas
piezas etnológicas. Me instalo en el cuarto de invitados, a pie de
jardín. Tiene biblioteca, cocina, aseo. Flores frescas sobre la me-
sita de noche. Pero la puerta no encaja: ¿y si entra un puma? ¿O
los escarabajos? Miguel me ha dicho que ayer, con el terremoto,
todo eso se movió y se colocó bajo el marco de una puerta.
Vamos a la sede del INHA. Saludamos a Benjamín Maldonado,
que me regala su libro sobre el anarquista Flores Magón. Paseamos
por el centro colonial, Patrimonio de la Humanidad. Cuidado con

74

los coches: no se detienen. Entramos en la plaza, el Zócalo, y co-
memos en la terraza superior de El Asador Vasco, de vascos exi-
liados en 1939. De aperitivo chapulines, grillos secados, con salsa
guacamole y chile, que “pica y repica”, o “pica al entrar y pica al
salir”. Desde arriba vemos a unos indígenas que se dirigen hacia el
ayuntamiento. “Lo ves, Norbert: andan en hilera, como en la mon-
taña. Por eso decimos ir en fila india”. Me llevan al centro cultural
Santo Domingo, convento dominicano restaurado donde está el
tesoro mixteca de Monte Albán. La nave de la iglesia es blanca con
nervaduras y relieves dorados. Ahora realizamos un refresco en el
Museo de Artes Gráficas, fundado por el pintor Francisco Toledo.
A media tarde volvemos a casa. Cenamos pollo con chayotes, una
fruta con sabor a patata. Hablamos de política: PRI, FMI, neolibe-
ralismo. Postre de mango e higos chumbos.
Al día siguiente, jueves 17, desayuno con mi pareja. Ella me
acompaña al centro. Llamo a casa, voy al banco, compro recuer-
dos. Entro en la catedral. Paseo por el mercado Benito Juárez,
cerca del Zócalo. Se ve de todo: asadura, hierbas, ponchos. La
gente come en mesas de colores llamativos y rodeados de humo.
Hay mostradores con chapulines, los grillos, de diferentes ta-
maños. Sobre las paradas de dulces y frutas vuelan las moscas.
Pasan mujeres descalzas con fardos de ropa, bandejas de fruta o
cubos de agua en la cabeza. Como solo en un céntrico restauran-
te. Bebo agua de frutas.
De vuelta a casa, a primera hora de la tarde, escribo bajo la
palmera, con una perra haciendo la siesta y el colibrí que sorbe,
orgulloso, las flores. El día se ha tapado y empieza a llover. Me
refugio en el porche. Es un día tequiloso: para encerrarse y be-
ber tequila. Me llega el olor del jazmín. Por la noche volvemos
al centro, a la Biblioteca Burgoa, para la primera conferencia.
Vista panorámica
de la ciudad de Oaxaca
[Foto de Getty Images/iStockphoto]
Está en una capilla del centro Santo Domingo que tiene mucha
actividad. Cenamos en una pizzería instalada en el viejo palacio
episcopal. El patio hace ahora de comedor. Una veintena de jóve-
nes cantan a una chica las Mañanitas mientras sopla las velas de
un pastel. A la salida nos cruzamos con Francisco Toledo, mito
viviente de la ciudad. Miguel me lo presenta.
Al día siguiente, vamos a las ruinas de Monte Albán. Dos
mil metros y un sol que quema. El aire es húmedo; comienza la
estación de las lluvias. La Sierra Madre del Sur muestra nubes
negras en las cimas. La ciudad, fundada por los zapotecas, tiene
2.500 años. Eran 40.000 habitantes bajo una teocracia basada
en la explotación rural. Los sacerdotes vivían en casas sobre las
pirámides escalonadas, desde donde veían todos los valles de
Oaxaca. Abajo tenemos la gran explanada de Zaachila, teñida de
verdes suaves y ocres calientes. Vemos correr pequeñas iguanas
por el suelo. Los campesinos se las comen a la brasa. Miguel dice
que saben a pollo. También me señala los cactus de donde se
extrae el potente mezcal. Luego me presenta a Nelly, directora
de las excavaciones. Conversamos en la caseta de los operarios.
Visitamos el museo. Contemplo embelesado el valle central de
Oaxaca y la Sierra Juárez, al fondo.
Se ha acercado volando un zopilote. He recordado la novela
de Malcolm Lowry. Un avión pasa a ras para mostrar Monte
Albán a los pasajeros. “Los pilotos solo lo hacen cuando están
de humor”, comenta Miguel. Por la tarde repaso en el jardín mi
segunda conferencia. Mi amigo se acerca, sorprendido: “Norbert,
estás rojo tomate. Te ha dado el sol en la cara. ¡No vas a hablar
con mucha autoridad, esta noche!”. ¡Dios mío, tiene razón!
Norbert Bilbeny es catedrático de Ética en la Universitat de Barcelona
75
La actriz francesa Audrey
Tautou, durante la
ceremonia inaugural de la
66ª edición del Festival de
Cine de Cannes
[Foto de Antonin Thuillier/AFP/
Getty Images]

76
 CINE
CANNES, EL ESCAPARATE
DE LOS SUEÑOS
Cannes es el sueño del éxito para esos sueños que son las películas, sueños de los cineastas, de la
difusión, del conocimiento, de la venta a todo el mundo y, por supuesto, de ganar la Palma de Oro
que un día diseñara en esbozo, dicen, Jean Cocteau y que se entregó por vez primera en 1955
por Manuel Hidalgo
—— Llegué a Cannes por primera vez al atardecer del 13 de mayo
de 1982, tras casi veinticuatro horas de viaje en tren. Para ser
exactos, en tres (nada tristes) trenes. Mi claustrofobia descarta el
avión. Mis colegas españoles se reían de mí. Un vuelo Madrid-Niza
dura menos de dos horas. Después, autobús o taxi, según posibles,
entre la Niza de Matisse y el Cannes de Picasso, pasando por el
Antibes de Graham Greene. Menos de media hora. Perfecto para
ellos. En los años sucesivos seguí yendo en tren a Cannes. Incluso
recluté a algún cineasta amigo —Mario Camus, cuando hizo Los
santos inocentes—, renuente a volar. Coche-cama a Barcelona
—¡desaparecido, ay!— con cena, copa, cigarrillos y charla en el
vagón-restaurante. Talgo a Ginebra, de mañana, con transbordo
en Nimes y comida en el asiento, mientras se contemplan los
paisajes del Languedoc, la Camarga y la Provenza. Tren final a
Cannes, con destino en Ventimiglia, entre las delicias de la Costa
Azul. ¿Algún problema?
En aquella primera estancia, a la que seguirían varias más,
comencé a almacenar recuerdos imborrables. No soy mitómano,
pero…: el alojamiento en una pensión con pinta de burdel; las
sesiones multitudinarias en el Ancien Palais, donde Carlos Saura
se había colgado de una cortina, con otros, para detener el festival
en mayo del 68; las comidas en el Magali con amigos españoles;
los Kyr Royal —casis y champán— en la terraza del Carlton, tal vez
con Jerry Lewis en la mesa de al lado; las cervezas en el Blue Bar;
los paseos a toda hora —incluyendo algún imprudente amanecer
playero— entre las palmeras de La Croissette…
Aquel año vi en Cannes el estreno mundial de E.T., asistí a una
memorable rueda de prensa de Jean-Luc Godard; cené en La Mère
Besson —gracias a Pilar Miró— con Gabriel García Márquez, que
era miembro del jurado presidido por Giorgio Strehler; entrevisté
a Werner Herzog (Fitzcarraldo), a Alan Parker (El Muro), a los her-
manos Taviani (La noche de San Lorenzo) y, entre varios más, a los
dos ganadores ex aequo de la Palma de Oro, el turco Yilmaz Güney
(por Yol) y Costa-Gavras (por Missing). Es posible que viera, en
doce días y sin exagerar, unas cincuenta películas, con la emoción
y la tensión de enviar cada día a mi periódico de entonces —Diario
16— una crónica con la recién estrenada credencial de “enviado
especial”. ¡Y por teletipo!
¿Un sueño? ¡Desde luego! Pero no solo para un crítico vein-
teañero. Ha fraguado en tópico el título que Ilya Ehrenburg dio
en 1931 a su libro sobre Hollywood, La fábrica de los sueños. Si
Hollywood es la fábrica de los sueños, Cannes, desde hace casi 70
años, es su escaparate. De esos sueños que son las películas y de
los sueños de los cineastas que las han hecho: el sueño del éxito,
de la difusión, del conocimiento, de la venta a todo el mundo y, por
supuesto, de ganar la Palma de Oro que un día diseñara en esbozo,
dicen, Jean Cocteau y que se entregó por vez primera en 1955.
En 1983, me tocó estrenar el Nouveau Palais, esto es, el inmen-
so Palacio de Festivales y Congresos —¡dieciocho salas!— junto al
viejo puerto de pescadores, al que llamamos sin clemencia y sin
imaginación “el búnker”. Parecía que la pequeña ciudad de 70.000
habitantes iba a ser incapaz de acoger a las decenas de miles de
asistentes cuya presencia el nuevo edificio propiciaba. No solo
productores, actores, directores, distribuidores, exhibidores y
críticos. No solo agentes, agregados de prensa, publicistas, guar-
daespaldas, fotógrafos y equipos de televisión. De todo el planeta,
hablando todos los idiomas, vistiendo todos los trajes típicos y
atípicos. El Festival Internacional de Cine de Cannes es el aconte-
cimiento que más visitantes congrega después de los Juegos Olím-
picos, pero se celebra cada año y no cada cuatro.
Para perseguir su sueño y su objetivo acuden también fans
y aficionados, vecinos de los pueblos cercanos, manifestantes y
huelguistas en busca de repercusión para su protesta, starlettes
indescriptibles, comerciantes de diversas especialidades, prostitu-
tas de lujo y de trapillo, camellos y traficantes, loquitos disfrazados
y, por supuesto, ladrones de todo nivel dispuestos a dar el golpe de
su vida. O sea, que también seguratas y policías.
Televisiones, cazanoticias y revistas ilustradas (pero poco)
distorsionan cada año más la realidad de Cannes: estrellas, ropa y
joyas de diseño, fiestas a toda hora, la vida alegre. Alfombra roja,
pasarela, negocio. Sí, desde luego. Pero, sobre todo, centenares de
películas, en distintas secciones, que vienen marcando el rumbo
del cine desde hace décadas, sean las grandes producciones del
cine norteamericano del año —Cannes, si hay calidad suficiente,
no desdeña el gran impacto, al contrario—, sean, sobre todo, las
que representan al cine de autor más arriesgado y minoritario de
cualquier país del mundo.
Cannes cuida sus descubrimientos desde que los detecta
en “La semana de la crítica”, “La quincena de los realizadores” o
“Una cierta mirada”, que son las principales secciones paralelas al
concurso. Luego, los va acompañando hacia la gloria de la Palma
de Oro. Por no ir más atrás, en los últimos años, Cannes ha impul-
sado hacia adelante, y no cito a todos, a Jane Campion, Quentin
Tarantino, Emir Kusturica, Mike Leigh, Abbas Kiarostami, Lars
von Trier, Nanni Moretti, Gus van Sant, los hermanos Dardenne,
Cristian Mungiu, Terrence Malick y Michael Haneke. Ah, amigo,
esa es la fiesta que cuenta, la del talento diverso. Por eso vale la
pena viajar a Cannes, incluso en tres (nada tristes) trenes.
Manuel Hidalgo es periodista, columnista, novelista, crítico y
guionista de películas. Su último libro es ‘El banquete de los
genios. Un homenaje a Luis Buñuel’
77
 DE AUTOR
Albert Boadella
Confusión de términos
—— Contemporáneo y vanguardia. Dos eti-
quetas empleadas hoy incesantemente en
el mundo de las artes, para intentar así des-
tacarse por encima del resto de expresiones
del mismo género. Sin embargo, los usuarios
de tales títulos desconocen la
inexactitud del término en
relación con su empeño. En
artes plásticas —y tampoco
me seduce el epígrafe— al-
guien que clasifica su arte
como contemporáneo
está expresando sin la
mínima vacilación
una solemne pero-
grullada. ¿Qué otro
arte puede hacerse si
uno está vivo? No obstante,
el supuesto artista, empleando
tales términos, trata de indicarnos
subrepticiamente que no hace
pintura de caballete, bodegones o
paisajes. No desea ser confundido
con quien considera retrógrado o
reaccionario, aunque viva en su
misma época. De paso, designán-
dose contemporáneo, pretende
alejarse del mismo oficio que Ve-
lázquez o Maillol para no inducir a
comparaciones molestas.
Pasados unos instantes de la
Foto del autor por Durán Espasa/ Ilustración de Robbie Porter
declaración de contemporaneidad,
el artista proclama siempre su arte
como vanguardia. Y aquí surge otro
vocablo mucho más inadecuado para
definir cualquier obra. Nadie puede
avalar de sí mismo que representa
alguna forma de vanguardia. En primer
lugar, este calificativo es artísticamente
irrelevante. En segundo lugar, existe
posibilidad humana de distan-
ciarse suficientemente como
78
para establecer que una obra actual pueda
significar algo decisivo en la línea evolutiva
de las artes. La evolución del arte es pendu-
lar. Los pintores de la casa de los misterios
de Pompeya no tenían conciencia alguna de
vanguardia a pesar de que, 1.500 años después,
la innovadora explosión del Renacimiento
hizo que Rafael pareciera el pintor de
aquella misma casa. Supongo que en
semejante analogía podríamos incluir
Altamira.
El artista actual, concentrado
exclusivamente en su “yo” obsesi-
vo como centro del universo, no
se siente ligado ni al territorio
ni a tradición alguna. Da lo
mismo que sea de Nueva
York o de Cáceres. Son re-
fractarios a cualquier maes-
tro. Solo cuenta la invención
y la novedad incesante. Para-
dójicamente, con semejante
abundancia de opciones y
libertades, todo parece obra del
mismo. Justifican el exterminio
de códigos y referencias utili-
zando otra terminología clave
con la que avalan su función en el
mundo de hoy: creación. Cientos
de miles de creadores. Bajo tan
ostentoso rótulo se han colado
hasta los cocineros.
El diccionario de la Real
Academia Española de la lengua
define así el vocablo: “Crear: pro-
ducir algo de la nada”. Conclusión:
diez mil años de arte inteligente
e ilustrado le resultan inservibles
al artista contemporáneo que
pretende empezar de la nada.
¿Estamos ante una nueva invasión
iconoclasta?