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LOS CIELOS

NO SE REPITEN
Veintiséis poemas y una canción
Martinez Lacourt, Constanza
Los cielos no se repiten / Constanza Martinez Lacourt
; comentarios de Maria Belen Corso ; Valentina Caputo ;
editado por Maria Florencia Lopez ; prólogo de Carla Al-
tamirano. - 1a ed. - Córdoba : El Brote Editora, 2022.
80 p. ; 21 x 14 cm.

ISBN 978-987-88-7610-8

1. Poesía. 2. Poesía Argentina. I. Corso, Maria Belen, com.


II. Caputo, Valentina,, ed. IV. Altamirano, Carla, prolog. V.
Título.
CDD A861

ED I TORA
Flor Lopez

PRÓ LO G O
Carla Isabel

D ISEÑ O E D I TO R I A L
Y A RT E D E TA PAS
Flor Peñaloza
LOS CIELOS NO SE REPITEN
De los cielos no se repiten o cómo
encontrar el deseo a través de perderse

Por: Carla Isabel

“Yo pienso que todo es luz, porque nos encendemos y


y después nos apagamos,
luego nos encendemos otra vez, le demos importancia
o no a ese hecho. Porque no. Porque no podemos”

Robin Myers.

De niña una de mis actividades favoritas era salir


a jugar a la vereda y crear ficciones. Esta tarea
podía durar horas. Junto a unos cuantos amigos
desarrollábamos una historia y algunas escenas,
éramos actores, sabíamos cómo iba a empezar
la trama, pero nunca estaba definido qué curso
tomaría aquel instrumento lúdico. Eso me generaba
la sensación de ser parte de una aventura que se
hacía sentir en el cuerpo. La posibilidad de entregarse
a una experiencia y flotar en ella me hacía sentir un
cosquilleo en el estómago parecido al revoloteo de
mariposas. Dicha afectación involuntaria y jubilosa
la he sentido pocas veces en la vida, quizás en
momentos de felicidad intensa al experimentar lo
más alto del amor o en la lectura de libros como éste.

Con esto quiero decir que Constanza Martinez


Lacourt, con su escritura, ha venido a enseñarnos.
Ella entiende que la poesía es una criatura sensible,
portadora de una belleza un tanto rara y poco común,

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hecha ni más ni menos que de la experiencia vital que
nos enciende y nos apaga.

Marguerite Duras o el mismo Borges, decían


que todo lo que acontece puede escribir, que
toda circunstancia o experiencia, incluso la más
desdichada, resulta un instrumento para el que
escribe. En este sentido, Constanza, se vuelve una
poeta sagaz y precisa, observadora de su entorno
(y de divinos detalles). Fotógrafa y hacedora de
profundas imágenes poéticas que aparecen en el
transcurso de este poemario.

Leerla es embarcarse en un viaje. Es convertirse por


momentos en un turista. Perderse en el camino que
la autora propone y dejarse llevar con su escritura
quizá sea una manera de devenir, como dice la poeta,
en una búsqueda del tesoro. Porque está claro que, se
trata de alguien que encuentra cosas que no estaban
antes de ser escritas, al decir de Marguerite Duras.

Constanza dirá “son tan sólo algunas cosas que me


llevo/ ciudades reales, paisajes imaginarios” y éstos,
están ante nuestros ojos. La autora se convierte en
una exiliada de sí misma permitiendo que el paisaje
o el mundo que construye hable por ella. Se genera
una especie de reflejo, como si el paisaje que vemos
en los poemas tuviera una sintaxis parecida a la del
lenguaje, es decir, como si el paisaje fuera capaz de
entender lo que la poeta siente o piensa, “El ruido del
mundo externo silencia el sonido del mundo interno/
los cielos no se repiten/ en la línea musical del envés
del mundo”.

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El detalle y la mirada tienen un lugar fundamental en
la poética de este libro. Al escribir, Constanza elige
todo el tiempo a que parte de la escena le dará luz y
es a partir de allí que es posible que seamos tocados
por una epifanía.

Hay una construcción deliberada de la nostalgia en


la escritura de esté poemario, aquella que resiste la
fuerza del olvido o el paso del tiempo. Una nostalgia
colorida y habitada. Es el fin de la nostalgia gris
y blanca, al decir de Anny Duperey. Hay dentro de
este poemario un tratado de cosas que se niegan a
dejarnos (¡o que no dejamos ir!). Los poemas están
llenos de objetos (reales o imaginarios) destinados a
desaparecer, como el fade out de una canción que no
termina nunca.

Leer a Constanza es estar en un viaje continuo pero


único y determinante, en el que no sabremos a dónde
llegaremos hasta terminar el libro.

La poeta pareciera decirnos que la poesía como


toda experiencia del cuerpo, es algo que sucede por
única vez, es un cielo que no se repite. Por más que
tengamos la posibilidad de pasar por esa experiencia
de nuevo, ya será otra cosa y así cada vez que nos
toque.

Constanza Martínez Lacourt nos muestra que la


poesía opera, como lo inesperado que llega de
repente. Esa contingencia preciosa igual que el
deseo cuando acontece mientras estamos perdidos
buscando otra cosa.

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La espuma del agua

Su forma espesa
arrinconada en las piedras
permanece
algunas burbujas se le suman
crece
flota con la tierra hundida
que busca hacerse barro
salir a la superficie nunca fue igual,
de repente
parece que el sonido del agua
chocando con las piedras
se lleva lo que dejaste imantado
que parecía unirnos
un día de verano en pleno invierno
cómo lo inesperado que llega
de repente
invento tu figura
dándole calor al frío que me hace temblar
en el silencio también
construímos montañas para no volar,
algunas hojas secas envuelven la pared de aire
hacen tiempo para que entre
una capa invisible sobre la orilla
dejando aparecer
la espuma del agua.

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Baldosas

La idea se esconde detrás de la máscara


el miedo a tocar el fuego y quemarse
se asemeja a cantar en voz alta
y que te tilden
de loca por la calle, mirar y contar
1.el cielo
2.los pies
3.pasos por la vereda
4.líneas rectas,
y desviarse
desviarse tiene una suerte de efecto mariposa

Algún tiempo atrás


jugaba a saltar las baldosas
y no pisar las líneas, la superficie
se ablandaba y la tierra volaba lejos

Cuando se asoma la luna


las huellas se borran y
los pies soló hablan un idioma
caminan y bailan siempre
de distinta manera
a veces se hinchan tanto
que parecen un globo a punto
de explotar, inocentes entregados
andan sin reloj
divagando como azares que signan
toda búsqueda.

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Los cielos no se repiten

Hay un circuito que dinamita la atmósfera y regenera


el ambiente que hace que la naturaleza sea
un testigo silencioso de la intuición,
el ruido del mundo externo
silencia el sonido del mundo interno
roces acalorados de palabras
nos invaden incendiando los momentos
en fogatas las voces nos encuentran
acampando en el surco de la tierra, donde
crecen raíces por debajo y brotes a lo alto, donde
el reflejo se fusiona con otros dialectos
del placer

Cuando la calma dentro


invada el tiempo, y no quede más
margen para el suspiro, bastará pegar un estirón y
recordar
que los cielos no se repiten
en la línea musical del envés del mundo.

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Despacio

Son tan sólo algunas cosas que me llevo


ver un abrazo en una esquina
escuchar tango en un bar
son tan sólo algunas cosas que me llevo

Ver cómo se bifurcan los deseos


dibujos de recorridos de insectos,
movimiento impreso en un pentagrama

Escuchar un sueño que alguien le cuenta


a otro alguien que no conozco
en una librería

Son tan sólo algunas cosas que me llevo


ciudades reales, paisajes imaginarios

La recompensa es haber tenido el coraje de resistir


/todo
el proceso, despacio
hacia ese lugar donde no sabía a donde
iba pero que siempre
estuve yendo.

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Lemon pie

Una tapa cae al piso,


las flores con el viento se agotan
y ¡Cómo no temblar!
la mirada que me regalaste,
un truquito que
tiene sensación de calidez

Tu perfume entorpece la calma que guardo

Te debo un secreto,
un recuerdo feliz con sabor a lemon pie,
una nueva regla para nuestro juego.

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La angustia que atraviesa el otoño

Envuelta por una especie de delirio


pienso si
los cien mililitros que tiene el vaso
bastarán para saciarme
la angustia que atraviesa el otoño,
afuera las hojas no paran de moverse y caer
me susurran la distancia
que hay
desde la copa de un árbol hasta
el pliegue de las raíces que unen, dos perros
jugando desentierran
treinta y cinco huesos
cavan hondo, buscan algo
abren paso al monte
que aúlla a lo lejos en lo agreste
del paisaje
encontraron restos
de dinosaurios
los miro de cerca, me tocan
Yago y Menta
sus nombres, a los huesos los cargo
en la espalda junto a los míos
para llevarlos
desde acá hasta allá
me distrae la música
coloca de nuevo en eje al viento,
las cuerdas invitan a dejarse caer

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como las hojas que planean
desde los árboles sintiéndose libres las notas
suenan, mientras tanto la tierra
sobre la mesa va dejando la marca
de las cosas cuando se corren, como en la
/imaginación
duerme la siesta la expectativa
de todos los tal vez
que nunca verán la luz tal y como lo planearon
los hechos que cruzan
los deseos queriendo
dejar rastro, escapar
por algún rincón y cantar
piedra libre.

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A fin de mantener el equilibrio

Las coincidencias no alcanzan


para sostener tu ausencia
charlo a veces con vos
mi cabeza saca una ficha
se encapricha con el detalle
supongo que la naturaleza
respeta sus propios límites
a fin de mantener
el equilibrio
tragarme el impulso
dejar de consumir tu recuerdo
no aparezcas si no vas a quedarte
el cielo rosa choca
contra la pared dibujando
el amanecer para
recordarme la belleza
de las cosas
al final los colores vuelven
a los árboles donde mueren de pie,
no me frenes ahora.

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Fade out

No está cerca el desierto


si la laguna
dentro de las cosas
que erizan la piel
una cuerda puede magnetizarte
seducirte sin ponerte
sobre aviso
sacudirte desde el principio
exiliarte en el medio
mantener la excitación
del instante sosteniendo
la atmósfera
con el cuerpo
entero
ponerlo al servicio de
la idea
puede terminar
de dos maneras
en seco o yéndose
de a poco.

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Ochenta lunas

Se te ocurrió inventar un secreto


para dejarlo guardado
dijiste que querías que fuera algo entre vos y yo
mientras me hacía la tonta
pasó una estrella fugaz
le pedí un deseo
algo que no puedo ni quiero manejar
me acordé de cuando tenía ocho años
íbamos de campamento con el cole y
lo que más divertido me parecía era salir de noche
con la linterna a jugar a la búsqueda del tesoro
los relámpagos adentro de las nubes
estaban esperando su turno
pensaba en que no le tengo miedo a la oscuridad,
se que querías darme un beso
Saturno tiene ochenta lunas,
todo empezó cuando te dije que
hay secretos que guarda la noche, que están
escondidos en rastros livianos,
en guaridas inocentes
“la noche tiene mucho por decir
aunque le tengan miedo”
Cuando paso mucho tiempo sola
tiendo a empezar a hablar en voz alta
mirar para arriba,
buscando entender
Ayer hizo diez años que no estás
cada vez que como fideos moñitos
me acuerdo de vos.

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En el quiebre del silencio

Cuando prolongamos un acorde


más allá de su tiempo, el ritmo se destruye
como una vela que se derrite
por completo y queda sólo
el pabilo que usa de tronco y sostén
en un plato, ahogándose
en parafina queriendo mirar por encima del hombro
las tristezas que se rompen
en el quiebre del silencio
se juntan a rayarse teniendo
que salir de las formas
buscando resolver el conflicto viendo
cómo lo sólido entra en pánico
se vuelve líquido
y vuelca.

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Un cliché

Un cliché
cómo la desactivación de una bomba
en el último minuto o el beso al final
de una película cualquiera
cerrando la historia
el abrazo apasionado de unos
amantes que juegan
a encontrarse en la fantasía
creyendo que siempre hay algo
más, después
y que nunca llega

A veces sueño con vos.

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Dejar nacer

Demoramos las risas,


llegaron tarde a la orilla
donde marca tarjeta el silencio
entre la sal y el mar
las cosas no se quedan
quietas,
flotan
dejando suspendido
el después del día que siempre
llega con la noche
nos arrojamos completos
al vacío confiando
en el calor del aire
que conmueve todo alrededor
Lucy besa el piso
tres y cuatro abrazan palmeras
ocho y nueve cocinan recuerdos
nunca se hace tarde
para amar
como el sentido ama
al vacío, con la ternura de la quietud que
detiene a todos los pensares que
sobran y alejan a la hondura
de su calma.

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Después de una siesta

Siete cajas para explicar el desamor,


un deshoje voluntario

La flor que posa delicada se marchita


y no puedo hacer nada más que
contemplar su belleza, verla secar
sus pétalos caer
su tallo teñir y esperar
a qué incluso seca con un aliento de aire
pueda darme notas del aroma
de un viejo amor

Los sentidos que se despiertan


y me hacen recordarte, no son más
que otra prueba que tengo
de que aún puedo sentir
de que aún puedo querer
de que aún no estoy demasiado rota
como para bancar la tristeza
y hacerle pose de héroe al dolor
que se despide cuando te nombro
que se destiñe al pensarte y
espera algún abril
dejarte ir.

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Selva

“Regla número uno: si te enfrentas a un puma


nunca te agaches
siempre erguida, de pie
tus ojos clavados en los ojos del puma
nunca le des la espalda ni corras
siempre de frente, dando pasos lentos para atrás.
No te subas a una roca, a un árbol
no te subas a ninguna parte
si se pone agresivo y zigzaguea caminando hacia vos
te haces gigante, gritas fuerte y crecés.”

Sin buscar demasiado, encontré tus lentes


me los medí para ver cómo mirabas
estaban junto a
algunos papeles ya amarillos

Hay que querer de manera sobria lo que se desea


con la lucidez suficiente, la avaricia
de la honestidad y
la cordura del abandono,
como asteroides todo queda levitando
por un tiempo
No existen terremotos sin sacudidas,
las reglas gritan algunas cosas que
las verdades no.

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Corte y confección

Regaste intentando que el repique del pasto


resuelva con la tierra
el fracaso de las flores que se marchitan
en primavera
la nieve en la cabeza
los árboles a los pies
en el medio el monte
de trechos violeta, grita
el cielo mi techo
el lago piso, bayas blancas
delimitan el espacio
entre vos y yo
hay una soga atada al costado del barco
tiene tres nudos
la miro y pienso
cómo amarrar el paisaje
cómo detener el tiempo
sabiendo que el nudo
no puede volver
a hacerse
de la misma manera
y que ya nada
nos ata

Una aguja fina que enmienda cosas


sabe que las roturas no son
todas iguales, y que las costuras
no quedan perfectas.

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El centro de gravedad de la música

Un rollo de papel se despliega


por el suelo como una invitación
a dejarse caer
pero no hacia cualquier caída,
una caída dulce como las hojas
cuando caen en otoño
que mientras caen, planean y
van sintiéndose libre
para recordarme en punto que las pausas
ameritan el tono y que
hay que darle respiro a la nota,
esperar pacientemente a que baje
conforme armonía
la melodía va haciendo
una pieza de arte acompañando
la caída

El oído afina notas que no existían


ante la pérdida. Te miro sonreír,
parece que estás parado justo en
el centro de gravedad de la música.

Te miro y sigo.

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El mejor show

Un fetiche al que le gusta guardar


gritos libres pero olvidados, suele
mirarme de frente cuando lloro
y empujarme al vacío
cuando tengo problemas

A veces es ciclotímico, me hace reír


cuando me gusta alguien
y puede
desde que tengo cinco, darme el mejor show
seducir el tempo que
se mide en beats por minuto,
bailando
hay poses y pasos
metidos ahí, dentro,
del espejo.

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Caucho

En la palma de mi mano, el paso del tiempo


en las arrugas de mis huellas
en la piel lisa dispuesta a cicatrizar
en las marcas donde entra alcohol y arde

Duramos lo que duró la banda estirada


que empujaba y resistía
con los dedos
entre el lunar de mi pierna
mis manos caen vencidas al costado
sin nada más que ofrecer
vuelven a intentarlo
se cierran de paso, se acarician,
se abren al cierre.

29
El último recuerdo

Cuando ya no quede más margen


y el cielo se vuelque
en mis manos
las gotas que caen se van a colar
entre las finas líneas de los dedos y
la hendidura de cada uno de ellos,
no podré agarrar el agua
no podré ya mas tocarla
sin fin se posará la mesa, será
el último recuerdo
la primera bienvenida para irme
y luego volver con otra piel
otros ojos
otra boca
otro pelo
otra hoja con savia se me enredará
en las yemas, jugaré a enrollarlas
hasta hacerlas un rulo

Me guardo las noches


de luna llena en el patio
acampando con mi hermano, los cuentos
de terror antes de dormir
las risas en las paredes y el llanto
que canta en los rincones

La mesa es de vidrio y siempre anda

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con un mantel por encima
como si el paño cubriera todo
lo que pasa alrededor.

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Hebras

Se reduce, se achica, se atonta


se ceba, se siente, se escucha
que hablan voces y entre paredes tiritan
las miradas

Una selección de canciones destinadas a servir


una selección de posibilidades

Puedo seguirte la mirada hasta el final


sentirla decir basta
cómo los pájaros buscando al sol
en un día de lluvia que no cesa
todo se reduce al destello
se achica, se atonta, se ceba,
se deja de escuchar
y por último se deja
de sentir.

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Si tan solo no hubiera estado la
distancia clara entre nuestras bocas

La noche guarda lo que se desabotona,


la bajada de un cierre mantiene todo detrás
de una puerta con llave,
te silencio para no consumirte

Me pellizco de vez en cuando


no sólo cuando parece un sueño,
sacar la traba tiene un costo
saludar y decir nos vemos
caminar sintiendo algo único
también

Si tan solo no hubiera estado la distancia clara


entre nuestras bocas…

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Nueve horas y siete segundos

Me puse un hielo en el pecho,


lo agarré entre mis manos
apoyándolo sobre la piel
un ardor tiene lumbre
apunta hondo, late dentro

Todo lo que busco lo tuve alguna vez,


a veces te doy lugares
en los que no estás
lugares que oprimen el pecho que
son un laberinto con salida

El corazón sólo resiste


nueve horas y siete segundos
fuera del cuerpo,
si desaparezco del mapa
dejás de existir
y el círculo,
el círculo se cierra.

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En algún lugar

Cuando el por las dudas


no le sirve al mientras tanto
un pergamino se despliega
y revela que hay
un tú y un yo en algún lugar
cantando una canción que aún no existe
pero suena,
cuece con sal las aberturas
para qué bremen y salpiquen
un rocío que atañe los delirios
obituados en el mástil del presagio más cercano
que llega
con el mañana.

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Más acá seríamos vapor, más allá
seríamos hielo

Estoy acá,
vos pensaste que me había ido
pero me quedé encerrada
pensando en que si
afuera hay truenos
cómo puede ser éste
el único espacio seguro
donde puedo estar sin que nadie
me pregunte cosas que no quiero
responder, en un esmerilado choca
mi imagen se estalla
pidiendo salir
entra el cuerpo para entender
que quiere

Sacarlo del medio, volverlo


a poner en su lugar

Me adelante un capítulo
y decidí invitarlo a tomar un helado
alter ego dice que los delirios
con el azúcar, se llevan bien.

36
Todo lo que pasa, pasa

Y aunque, las palabras dichas mueren,


es menester
ponerle punto final a la antigua narrativa
para seguir, ¿Para seguir?
para seguir bailando cuando las luces se apagan

La velocidad se fragmenta

Me gusta pensar que el fuego cuando se expande


se hace ánima y
pinta un lienzo en blanco
compensando el desafío mientras que
el aire, ligero, se posa en las pieles de todo lo que
/alguna vez tocamos.

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¿Vendrías conmigo?

Sólo tengo una pregunta para hacerte


ir contra la corriente nunca me salió bien
llevo en la piel tatuado el éter para recordarme
que lo que nace también muere

Las palabras siempre encuentran la manera


de escaparse y salir de mí
un ardor por el cuerpo simboliza
la inconsciencia de tu caricia

Aumenta el calor en mi espalda,


son algunos rastros de los miedos
que guardamos dentro y que todavía
no nos permitimos iluminar

Sólo tengo una pregunta para hacerte


me llevo lejos
las secuelas de ir contra la corriente
y el viento de frente que agota

Aumenta el calor en mi espalda


son algunos rastros de los miedos
que guardamos dentro y que todavía
no nos permitimos iluminar

Sólo tengo una pregunta para hacerte,


¿Vendrías conmigo?

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Se terminó de imprimir en Córdoba Argentina,
diciembre 2022

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