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Title Pag

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Summary

Aclaraciones.

ーPRÓLOGO

Capítulo O1

Capítulo O2

Capítulo O3

Capítulo O4

Capítulo O5

Capítulo O6

Capítulo O7

Capítulo O8

Capítulo O9

Capítulo 1O

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19
ーEPÍLOGO

Nota de la autora.
El dilema de ser gay ー taekook

𝒍𝒍𝒍𝒍 𝒍𝒍𝒍𝒍
Copyright Information

This ebook was automatically created by FicLab v1.0.35 on March 13th, 2021, based on content retrieved from
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This story was first published on August 24th, 2020, and was last updated on January 13th, 2021.

FicLab ID: eJIu3yll/km8ebdz6/d07008


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Cover
Title Page
Copyright Information
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Summary
Aclaraciones.
ーPRÓLOGO
Capítulo O1
Capítulo O2
Capítulo O3
Capítulo O4
Capítulo O5
Capítulo O6
Capítulo O7
Capítulo O8
Capítulo O9
Capítulo 1O
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
ーEPÍLOGO
Nota de la autora.
Summary

title El dilema de ser gay ー taekook


author 𝒍𝒍𝒍𝒍 𝒍𝒍𝒍𝒍
source https://www.wattpad.com/story/134905656
published August 24th, 2020

words 51,904
chapters 23
status Complete
rating Unknown
Angst, Bts, Complete, Gay, Jeon, Jungkook, Kooktae, Ser,
tags Taehyung, Taekook, Taekookawards2018, Vkook,
Wattys2020

Description
Quiero que el mundo se joda. Quiero que se joda mientras estoy en tus brazos, y sonreírle al caos mientras me fundo en
tus labios.

⠀⠀⠀⠀⠀⠀

⇢ship; vkook / kookv ⇢drama, angst ⇢fluff, soft ⇢portada actual hecha por mí

⌦ no es un AU; la historia se desarrolla en el tiempo real, donde son parte de BTS.

[ 2♡18┊ looveever ]

GANADORA DE LA PRIMERA EDICIÓN DE LOS TAEKOOK AWARDS 2018. CATEGORÍA «HISTORIAS ESCONDIDAS».
Aclaraciones.

▔ ▔ ▔ ▔ ▔ ▔ ▔ ▔ ▔ ▔ ▔ ▔ ▔ ▔ ▔ ▔ El dilema de ser gay。 ーvkook/kookv⠀

❛ Quiero que el mundo se joda. Quiero que se joda mientras estoy en tus brazos, y sonreírle al
caos mientras me fundo en tus labios ❜

género | drama, angst

tópico | ignis amoris

otros | fluff, soft

trailer | JunkMochy

Jungkook respira con dificultad.


Se está ahogando. Las voces, los estereotipos, los cánones.Se está hundiendo.

Pero luego siente los dulces labios de Taehyung y de repente todo está bien.

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]

IMPORTARTE𝒍
NO se aceptan comentarios del estilo «ay, de pensar que esto pasa en la vida real…» o «sé que
esto es real», «ojalá la historia sea cierta». NO. Esta historia es FICCIÓN. Hacer ese tipo de
comentarios será considerado una falta de respeto hacia mi trabajo y hacia ellos.

━━━━━━━━looveever 2♡18 ©
ーPRÓLOGO

De nuevo, aquella escena que venía repitiéndose desde hacía dos semanas volvía a ser el
centro de atención para todo Bangtan: Jungkook ahogado en lágrimas envuelto por los
brazos de Taehyung.

No habían llegado a soltar las mochilas al entrar al apartamento cuando los sollozos del
menor se hicieron audibles. Tal vez había estado bajo la presión de las cámaras o el staff todo
el día y no había querido romperse hasta llegar a casa. Pero lo que antes significaba tomar
una gran bocanada de aire para relajarse ahora se había convertido en un completo
desasosiego. Era la tercera vez que Jungkook empezaba a llorar tras cruzar la puerta de la
vivienda de los chicos, y lo más desesperante era el silencio que escondían aquellas lágrimas.

Pues a pesar de todos los llantos desgarradores que llevaban tiempo presenciando, aún no
sabían la causa o el motivo. Y presentían que seguiría así por un tiempo. Lo último que
querían era agobiar más al menor con preguntas insistentes, por lo que dejaban que se
calmase abrazado a Taehyung.

En el momento en el que Tae rodeaba el cuerpo de Jungkook con sus brazos y lo estrechaba
contra su pecho, los párpados del menor se relajaban y los sollozos e hipidos bajaban su
intensidad paulatinamente.

Lo peor de todo era ver el rostro de Taehyung haciéndose espacio en el hombro del maknae,
porque en su cara se reflejaba una sombra que apagaba hasta la mayor alegría que pudiese
tener el chico. Y sus ojos, vacíos y sin brillo, les hacía entender a todos que no eran los únicos
que desconocían la razón de la ansiedad de Jungkook.
Yoongi y Hoseok decidieron llevar las pertenencias de todos a sus respectivas habitaciones.
Los demás se dejaron caer en los sofás del salón, agotados por el día de prácticas. Contaban
también con que esos días en los que Jungkook rompía a llorar era los que más les drenaban
la energía, pues les mataba ver al niño con el que habían crecido durante años de esa forma,
destrozado, con el rostro demacrado por el dolor, hundido en un abrazo desesperante con la
única persona que parecía calmar lo que sea que estuviera sufriendo.

-¿Quieres agua, Jungkookie? -preguntó Jin cuando comprobó que el menor estaba un poco
más calmado.

Jungkook asintió despacio.

Cuando Jin se fue a la cocina Jungkook se levantó del regazo de Taehyung y rodó hasta quedar
sentado a su lado, entrelazando sus manos por encima de las piernas del mayor y dejando
caer la cabeza en el hombro de este.Jimin suspiró viendo como Jungkook cerraba los ojos y
se apegaba a Taehyung. Aunque hubiese dejado de llorar sabía que aún tenía más que sacar
de su interior.

Jin volvió con un vaso de agua que Jungkook bebió en un instante. Hoseok y Yoongi
aparecieron por el pasillo y tomaron asiento junto a los demás.

Los siete, en silencio, observándose. Y observando a Jungkook y Taehyung, alternativamente.

A Jungkook preocupados por la mueca que aún no abandonaba su rostro y a Taehyung


buscando una respuesta, un atisbo de cualquier emoción, aunque fuera agonía, pero solo se
encontraban con unos serios y cansados ojos que no dejaban de mirar al chico que reposaba
a su lado.

Namjoon se aclaró la garganta, llamando la atención de todos. Las «charlas familiares»


habían quedado en segundo plano desde hacía tiempo, ahora solo tenían cabeza para
centrarse en el maknae.

-¿Quieres hablar del tema, Jungkook? -preguntó el líder.


Los demás contuvieron la respiración cuando Nam dejó caer de sus labios la misma pregunta
de todos los días. La misma, sin modificaciones, sin variar siquiera el tono de voz. Las mismas
palabras que Namjoon procuraba decir suavemente para darle confianza al menor, pero que
sonaba inevitablemente dudosa.

La respiración de los mayores se reguló cuando el menor movió la cabeza de un lado a otro,
negando, mientras que sus cabellos se alborotaban por estar apoyado en el brazo de Tae.

Y un suspiro más. Todos compartieron miradas, rendidos, como siempre.

No había temas de conversación, ni anécdotas del día, ni quejas por el dolor muscular. Solo
una de las personas a la que más amaban en el mundo rota, rota, rota.

Antes de que nadie pudiese decir nada más, Jungkook se levantó casi con pereza. Deshizo el
agarre que le unía a Taehyung y con la cabeza gacha dejó salir una voz que pareció un
susurro.

-Me voy a la cama.

Los ojos negros del menor se conectaron con los marrones de Tae, en una súplica que solo
ellos dos tenían que entender. Taehyung se puso en pie dispuesto a acompañarle cuando fue
detenido.

-Espera, Taehyung, quédate un momento. ¿Te importa, Jungkook? -preguntó Namjoon.

Jungkook volvió a negar sin mirar a ninguno a los ojos y se apresuró a dirigirse a las
habitaciones, no sin antes despedirse con un buenas noches casi inaudible.

Taehyung se quedó en pie, siendo observado por todos. Tenía los brazos caídos a los costados
y no se esforzaba en esconder lo cansado que se veía.
-¿Qué? -preguntó el ahora menor en la sala.

-Qué -repitió Hoseok-. Eso es lo que querríamos saber todos.

Una sonrisa resentida cruzó los labios de los seis.

-Sigue sin querer decirme… -empezó a hablar, sintiendo que tenía que justificarse. A él, a
Jungkook.

Las manos en alto de Jimin detuvieron sus palabras, mostrando sus palmas en señal de que
callara.

-Sabemos que estás tan perdido como nosotros, TaeTae. No te preocupes -Jimin le regaló una
sonrisa cálida que consiguió destensar su rígido cuerpo.

-Pero -prosiguió Yoongi— eres su novio. Y cuando se sienta preparado para hablar, recurrirá
a ti. Por ello, hasta que llegue el momento, cuídalo. Quereos como os queréis vosotros dos,
renacuajos y -una sonrisa cruzó su rostro— apóyalo.

Taehyung asintió, ahora las emociones amargas se mezclaban con otras más dulces. Las
miradas que le dedicaban sus hyungs le llenaban de devoción y un fulgor inundó su pecho,
permitiendo a sus pulmones respirar.

Les devolvió la sonrisa con cariño antes de despedirse también y perderse por el pasillo.

Quedando solo los cinco mayores, el ambiente había quedado cargado. Solo necesitaron
conectar miradas una última vez para dejar claro que todos estaban lo suficientemente
cansados como para caer en la cama y no salir de las sábanas en todo el fin de semana.
Tenían que tener en cuenta los arduos ensayos de baile y las agendas apretadas, que les
dejaban exhaustos, sumándole el problema de Jungkook, que les arrancaba las pocas fuerzas
que le quedaban al final del día.

Y no era solo el caso de los mayores, sino del maknae también, quien yacía en la cama con el
pijama puesto y el pelo húmedo, completamente dormido. Roncando.

Taehyung exhaló todo el aire que retenía mientras le observaba, con los brazos cruzados,
apoyado en el marco de la puerta. Decidió darse una ducha rápida también. Entró en la
habitación que compartía con Namjoon con la bata puesta y tomó su ropa.

No le sorprendió ver a Nam ya metido en la cama, listo para dormir. Parecía que había tenido
la misma idea que él de la ducha rápida. Tenía en sus manos un grueso libro que llevaba
leyendo algunas semanas.

Intercambió una breve mirada con el mayor, quien le sonrió desde detrás del libro
transmitiéndole toda la comprensión que pudo. Él le respondió con una sonrisa recta y salió
de allí, cerrando la puerta tras de sí.

Anduvo por el pasillo hasta llegar a la habitación de Jungkook. Apagó la luz y dejó encendida
solo una lamparita que iluminaba tenuemente el lugar.

Se quitó la bata y empezó a ponerse la ropa interior y el pijama. Colgó la bata en una silla y
no perdió tiempo en arrodillarse frente al rostro dormido del menor.

Despegó un mechón del cabello húmedo de su frente y dejó un beso con suavidad.

-Eres un fracaso intentando no despertarme -la voz pastosa de Jungkook le pareció lo más
hogareño que había oído en todo el día.
-¿Quién ha dicho que no intentara despertarte? -unos ojos felinos y divertidos le devolvieron
la mirada a Jungkook, quien estiró los brazos para pedirle a Taehyung que volviera a
abrazarlo.

Pronto los dos estuvieron enredados entre el edredón de la misma cama con los rostros muy
juntos, sintiendo la respiración templada de ambos en sus labios.

-Sabes que te quiero muchísimo, ¿verdad? -habló Taehyung, perdiéndose en los ojos de aquel
chico que le robaba la respiración, tanteado entre las sábanas para buscar su mano y
entrelazarla fuerte con sus dedos.

Jungkook dejó caer sus párpados y frotó la nariz con la de Tae, acercándose a él hasta
ocultarse en su pecho y sentir los acompasados latidos del mayor.

-El problema es que yo también te quiero muchísimo, Kim.

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looveever©, 2O18
Capítulo O1

Taehyung abrió los ojos sin prisas. Notó el hormigueo en su brazo izquierdo, la cabeza de
Jungkook reposaba en él, impidiéndole el flujo correcto de su circulación. Se estiró como
pudo en la estrecha cama sin desentrelazar sus piernas con las del menor.

A su lado, un reloj digital marcaba las 9.00 a.m. Demasiado temprano para un sábado.

Volvió su rostro al de Jungkook. Sus labios estaban entreabiertos, pero sonrió ante la
expresión relajada de su rostro. Desde siempre, dormían juntos muchas veces, incluso la
siesta si sus horarios se lo permitían. Dormir junto a otra persona mejora las horas de
descanso y provoca una reconfortante sensación de calidez.

Pero desde que empezaron los episodios de los llantos de Jungkook no había podido pasar
una noche sin él.

Lo comprobaron la primera vez, cuando ingenuos creyeron que el maknae había cesado sus
lágrimas y podría dormir tranquilo. Pero el instinto protector de Taehyung lo levantó de la
cama hasta arrastrarlo a su habitación, encontrando al niño de sus ojos abrazando a la
almohada mientras sollozaba en silencio. Desde aquel día decidió no dejarlo solo ninguna
noche.

Ni siquiera les importaba que la habitación de Jungkook solo tuviera una cama, pues así se
habían distribuido al instalarse en aquel apartamento. Yoongi y Jin en una habitación, Jimin
y Hoseok en otra, al igual que Nam y él, y por último Jungkook que había ganado en piedra,
papel o tijeras el lujo de tener habitación propia.
El resto en parte lo agradecía, hubieran agradecido tanto si hubiese ganado él como si
hubiese ganado Taehyung. Preferían que ambos tuvieran un rincón de privacidad. Y ninguno
se quejaba.

Aunque ahora era Nam quien se sentía como el ganador de aquel juego, disfrutando de una
gran habitación para él solo mientras Taehyung y Jungkook roncaban a gusto entre las
mismas mantas.

De repente, los ojos negros de Jungkook chocaron con los ojos de Tae. Su mirada había
recuperado el brillo que le habían quitado las lágrimas y su rostro lo surcaba una sonrisa de
oreja a oreja, que dejaba ver sus dientes.

-Tae -fue lo primero que dijo al despertar, sin dejarle de sonreír, sin dejar de dedicarle esa
sonrisa boba de enamorado solo a él, a Taehyung.

Y Tae sabía lo que significaba lo que acababa de decir. Para Jungkook, era como una
confirmación, de que su novio se había quedado allí toda la noche y que le había recibido por
la mañana de la misma manera, acurrucado junto a él.

Jungkook empezó a repartir pequeños besitos por el rostro de Taehyung. En cada beso le
dedicaba su admiración y su amor.

-Quédate.

-No voy a ninguna parte, tranquilo.

-Acurrúcate más a mí, tengo frío. Dios, tienes los pies congelados -Jungkook rozó sus pies con
los de Tae, que en efecto estaban más fríos que el Polo Norte, según la conclusión a la que
llegó.
-¿Te has despertado demandante hoy o qué? -preguntó mientras se aferraba más a él, con su
caderas en contacto y sus narices pegadas.

Las manos de Jungkook reposaban en su pecho.

-Sí, dame caricias. Quiero besos, quiero que me abraces toda la mañana. Hoy no tenemos que
hacer nada, TaeTae. Quedémonos en la cama, solo quiero que me mimes.

Taehyung podía derretirse en aquel instante, no se le ocurría mejor plan que ese para pasar
un sábado. Y con tal de que estuviese feliz y sin preocupaciones ese día, aceptó cumplir todas
sus peticiones. Aunque ya era algo que acostumbraba a hacer.

Besó sus mejillas, por debajo de sus ojos. Las manos del menor pasearon con timidez por sus
brazos hasta abrazarlo por debajo de estos.

Admiró los labios de Jungkook entre beso y beso en ellos. El menor con los ojos cerrados solo
se dejaba hacer, y Taehyung disfrutaba de sentir la tibieza de los carnosos labios del
pelinegro fundirse con los suyos. Con besos castos le saco una sonrisa y su corazón dio un
gran vuelco.

Todavía era imposible, entender y razonar -al menos para Taehyung— lo que la felicidad de
Jungkook significaba para él, y que fueran sus acciones las que provocaran su alegría. Sin
duda, se sentía maravillado, admirando su rostro aún adormilado tan cerca del suyo,
esperando por la atención de él y nada más que de él.

Jungkook se lanzó a sus labios al notar que demoraba en seguir besándole. Le hizo ver al
mayor que quería solo un poco más de contacto cuando movió sutilmente los labios
estampados con los suyos.

Él solo correspondió, atrapando el labio inferior del maknae, luego el superior inclinando
levemente la cabeza para tener mejor acceso a él, Jungkook deslizándose hacia abajo en la
cama, el apresándolo en un abrazo.
Con el dorso de su mano acarició la mejilla del maknae delineando su mandíbula.

Se separaron del beso conectando miradas al momento.

-Nadie sabe lo mucho que te quiero, de verdad -susurró el menor, lleno de admiración.

-Sí, lo sé yo. Con eso basta. Y porque te quiero tanto me preocupas, cariño. Me preocupa que
llores tanto.

Taehyung atrajo el cuerpo de Jungkook hacia sí y giró para reposar en su espalda, con el
menor tumbado encima de su pecho, aún manteniendo aquella mirada profunda.

Jungkook desvió la mirada ante los profundos ojos de Taehyung. A veces no sabía como
mantenerle la mirada sin sentirse atravesado por ella. Pero Taehyung le tomó del mentón y
le hizo mirarle, mirale a los ojos centelleantes de preocupación. Las cejas de Tae caían en sus
ojos en señal de apuro.

-¿Por qué no me cuentas? -le pidió con su voz dulce y grave.

-Porque no hay nada que contar.

-Y, ¿por qué me mientes?

-No me siento preparado para deciros. Además -respondió acomodándose mejor, dejando
algo más de distancia entre sus rostros-, soy consciente de que es algo que me estoy tomando
muy a pecho. Quizá no sea para tanto, pero me supera.

-Jungkookie, ¿cuál es el sentido de que sea tu compañero de trabajo, amigo y pareja si no me


dejas apoyarte?
Apoyar. Las palabras de Yoongi resonaron en su cabeza.

Aun si no sabía qué asolaba el corazón de Jungkook estaba ahí para él, para lo que fuera,
estaba dispuesto a brindarle todo lo que necesitase. Y Taehyung estaba decido literalmente
a todo.

-Quizá algún día se me pase.

-¿Quizá?

-Quizá.

Jungkook había terminado cerrando los ojos, no sentía fuerzas suficientes para mantener sus
miradas conectadas.

-¿Está todo bien con tu familia?

Aquello le asustó más al pelinegro que al propio Tae. ¿Tan preocupado le tenía? ¿A que
conclusiones habría podido llegar?

-Sí, sí -se apuró en responder acariciando la mejilla del chico debajo suya-. No te preocupes,
que no es por eso.

Taehyung se inclinó hacia delante, sentándose en la cama y haciendo que Jungkook quedase
en su regazo. De la impresión, el menor se aferró a los hombros del mayor.

-Al menos dime cómo te sientes -le suplicó el mayor con una voz apagada-. Si no te sientes
capaz de hablar del problema, déjame saber por lo menos cómo te sientes, para poder
ayudarte, ¿sí?
Los labios de Jungkook se habían separado, prestando suma atención a las palabras del
peligrís. Le sabía mal pensar que el mayor creyese que no tenía confianza en él para contarle,
pero luego le venía con aquellas palabras tan bonitas que su mente se ponía en blanco. No
había sensación en el mundo más idílica que sentirse protegido en los brazos de Taehyung,
tal y como sabía él. ¿Era posible que cada día le enamorase más y más?

Con el pulso disimuladamente tembloroso Jungkook agarró la muñeca del contrario, la alzó
ante la mirada expectante de Taehyung. Miró a sus ojos, una mezcla de miedo y ansiedad.
Tiró de su muñeca hasta llevarla a su garganta y ayudándose de su propia mano, cerró los
dedos de Taehyung alrededor de su cuello. Mantuvo su mano y la de Tae en aquella posición.

Jungkook no tuvo que hablar, ni hacer un gesto por pequeño que fuese. Taehyung había
recibido la respuesta que buscaba. Jungkook se sentía asfixiado.

La respiración del menor se sintió sofocada, su pecho se movió con irregularidad. El peligris
quiso apartar la mano de su cuello, inquieto. Pero Jungkook se dejó caer en sus labios a la vez
que él mismo apartaba ambas manos de su cuello. Envolvió sus brazos alrededor de su cuello
y le besó con fuerza, moviendo sus belfos con parsimonia, demasiado pasional para solo un
instante. Ninguno evitó cerrar los ojos.

-Así me siento -aclaró el menor-. Hasta que me fundo en tus labios.

Cuando el apartamento se convirtió en un revoltijo de voces roncas recién levantadas y


cuerpos entumecidos por haber recuperado gran parte de las horas de sueño que habían
perdido, lo primero que les vino a la cabeza a todos fueron las lágrimas del menor del grupo
con las que le despidieron la noche anterior.

Namjoon intercambió miradas rápidas con los que parecían más despiertos en la cocina, sin
necesidad de palabras, todos tenían el mismo tema en mente.
Yoongi aún dormitaba en la mesa del comedor, desde que había caído allí hacía cinco
minutos. Y aunque todos estaban poco lúcidos debido al extremo agotamiento, notaban la
tensa atmósfera entre los cinco miembros mayores que ya habían salido de sus habitaciones.

Ni una palabra.

Hasta que todos soltaron el aire retenido en sus pulmones, cuando escucharon la risa de
Jungkook provenir del interior del apartamento.

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looveever© 2O18
Capítulo O2

Depresión, leve, pero depresión.

Ese había sido el diagnóstico de los hyungs al cuarto día consecutivo de los llantos de
Jungkook, en el cual él no fue el único que rompió en lágrimas, porque a todos les destrozaba
verle así.

Por otra parte, tampoco estaban completamente de acuerdo en que la padeciese. Podía ser
ansiedad, demasiada presión por algún tema familiar, o el trabajo mismo. Ellos trabajaban
bajo un peso de crítica insoportable, esa podía ser la respuesta.

Pero dicha hipótesis se desintegraba en cuanto Jungkook volvía a hundirse y una sombra
cruzaba el rostro de Taehyung.

Esa era la objeción que invalidaba cualquier opción: ni el propio Kim Taehyung, pareja formal
-secreta pero formal— de Jeon Jungkook tenía todos los datos de aquel dilema.

Y eso se veía en sus palabras arrastradas, en sus ojos caídos de pasar las noches observando
a Jeon, su sonrisa forzada cuando solo su novio ocupaba el cien por cien de sus pensamientos.

Y el ánimo se contagiaba al resto. Brillantes ante las cámaras, pero cuando volvían a casa,
solo eran tenues destellos.

Y claro, nadie se atrevía a mencionar el tema cuando estaban bien. Porque lo último que
querían era hacer sentir mal al maknae cuando no parecía tener preocupaciones. Se habían
metido en un círculo vicioso en el que él lloraba por las noches y los demás se hacían los
indiferentes por las mañanas.

Y aunque en parte les dolía mucho a todos, era un descanso. Ver que había momentos del día
en el que el maknae sonreía como solía, sin quejas ni penumbras.

-Míralo -susurró Jin tras soltar la taza de café en la mesa.

Namjoon levantó la vista del móvil para ver hacia donde indicaba el mayor. Lo que vio fue
una dulce escena que le sacó una sonrisa: Jungkook estaba sentado en el sofá del salón con
Yeontan en su regazo, acariciándolo.

-Me hace bajar la guardia -suspiró Jin.

-Se le ve tan tranquilo -corroboró el líder.

-A veces pienso que trata a Yeontan mejor que a nosotros -una risa estridente pero
disimulada de Jin inundó el comedor, que conectaba con el salón.

Namjoon ladeó la cabeza sonriendo, mientras volvía su atención al móvil.

-¿Ya te has rendido? -Jin consiguió llamar la atención de Namjoon de nuevo. Hablaban casi
en susurro-. De buscar una respuesta a lo de Jungkook, digo.

-No, no. Quiero pensar que ninguno de nosotros va a parar hasta hallar una solución. Él es
como… nuestro hermano pequeño -Nam dejó el móvil sobre la mesa, conectando su mirada
con la de Jin, que bebía de su café-. Y sea lo que sea lo que le atormente, nos tiene a nosotros.
Y nos tendrá siempre.
Jin asintió, completamente de acuerdo con sus palabras, con los ojos brillantes de
anticipación. Simultáneamente volvieron a mirar al menor, quien no se había movido de su
sitio y miraba la tele desinteresado, más centrado en darle cariños a Yeontan que en saber
de los preparativos previos de los Juegos Olímpicos del telediario.

El apartamento estaba muy tranquilo puesto que era uno de los pocos días libres que los
chicos aprovechaban durmiendo o relajándose cada uno a su manera, en las habitaciones o
charlando, como era el caso de Jin y Nam.

Jin, ahora que saboreaba ese remanso de paz entre el caos de su día a día, observaba que
Jungkook no parecía al borde de un ataque de nervios como cuando los llevaban de un lugar
a otro, entre cámaras y más cámaras. ¿Podría ser verdad que al final el problema de Jungkook
se limitaba al estrés laboral?

Entonces fue cuando por la mente de Jin cruzó un recuerdo, un Jungkook de 15 años,
ensayando hora tras horas, con un sueño y un puñado de esperanzas, determinado como
ningún adolescente para conseguir lo que después de tanto tiempo estaban consiguiendo
ahora, en ese presente. Su gloria, su fama. Su sueño.

En el pecho Seokjin notó como su corazón daba un vuelco. Jungkook, aunque había sido por
pocos años de diferencia, había disfrutado menos que los demás de su adolescencia, de esa
fase de cambios. ¿Tendría algo que ver?

-Jin, ¿Jin? ¿Me escuchas?

La voz de Nam desenfrascó al mayor de sus profundos pensamientos. El café ya estaba frío.

-Voy a bajar a mirar con Hoseok un track de su mixtape. ¿Vienes?

-Mm, no, entre raperos os entendéis mejor. Yo creo que, ¿creo que debería hablar con
Taehyung?
-¿Eso es una pregunta o una afirmación?

-Es un no tengo ni idea de qué hacer, por favor, dime algo.

Namjoon alzó los brazos y los dejó caer estrepitosamente a sus costados, soltando todo el
aire de sus pulmones. Él tampoco sabía qué hacer.

Jin, en algún lugar recóndito de su ánimo, encontró las fuerzas para ir al cuarto del segundo
menor, que compartía con el líder.

Dio tres toques en la puerta y la abrió lentamente, esperando no despertarlo en el caso de


que estuviese durmiendo. A penas eran las seis de la tarde, pero sabía que en especial a la
maknae line le encantaba aprovechar esos días siendo perezosos.

Se encontró al peligris sentado de piernas cruzadas en la cama, con el portátil encendido en


ellas. Alzó la vista un segundo al notar la presencia de Jin.

-Hola, hyung -saludó sonriente.

-¿Te interrumpo? ¿Estás trabajando en algo?

Jin se acercó hasta Tae, sentándose detrás suya. El menor tenía abierto YouTube, viendo uno
de los últimos desfiles de Gucci.

-¿Nueva temporada? -preguntó el mayor alzando una ceja, divertido.


Taehyung se ruborizó un poco, pero no podía evitarlo. Se desvivía con los desfiles de su
diseñador favorito.

-Ah, quiero el dragón de una de las modelos, hyung. Necesito ese dragoncito -Taehyung
apoyó la cabeza en su manos mientras seguía viendo el desfile.

Jin se atragantó cuando vio a las modelos paseando con réplicas de sus cabezas entre los
brazos y a una de ellas en concreto, con la figura de un dragón extremadamente realista. Tan
excéntrico como Taehyung.

Pero bueno, Taehyung disfrutaba mucho viendo aquellas pasarelas de moda. Parecía un
estilo hecho para él. O se habían acostumbrado a que así lo pareciera.

-Hm, Tae. En realidad he venido para comentarte algo.

Taehyung detuvo el vÍdeo y se giró para ver de una forma más cómoda al mayor.

-Te escucho.

-Tiene que ver con Jungkook.

-Lo sé.

-Sé que ya te he preguntado esto, pero, ¿de verdad él no te ha dicho nada? ¿No tienes alguna
idea de lo que le pueda pasar? Por favor, Tae…

Taehyung frunció los labios. Miró a Jin a los ojos.


Y Jin respiró pausadamente, analizando los ojos suplicantes del menor, aún más que los
suyos propios.

-Ya veo…

-Hyung, de verdad, que si yo supiera algo—

-No te preocupes por eso, lo sabemos todos, y te lo digo en serio. Pero quiero pedirte un
favor.

Jin acarició alguno de los mechones rebeldes del más pequeño. Vio que no se había peinado
en todo el día y tenía el cabello muy alborotado.

-Habla con él.

-Ya lo he hecho. Lo hago todos los días.

-No, Taehyungnie. Habla con él -enfatizó la orden.

Los ojos de Tae se movieron nerviosos, por todo el rostro de Jin.

El mayor siguió acariciando los cabellos de su nuca.

-A ti te escucha -el peligris fue a replicar, pero no le dejó-. Te escucha mejor que a nosotros,
eres su compañero, su cómplice y su pareja. Y si no consigue abrirse contigo, vamos a tener
que recurrir a otras medidas. Y no es conveniente. Tae, no queremos rumores de Jungkook
yendo al psicólogo ni cosas del estilo.
La mano de Jin se había detenido en la parte posterior de su cuello, deteniendo las caricias.
Le mantuvo la mirada con los labios sellados.

Jin se levantó, dispuesto a irse incluso si no recibía respuesta alguna de él. Antes de cerrar la
puerta dijo:

-Y dile que siempre estamos aquí para apoyarle.

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looveever© 2O18
Capítulo O3

-¿Podemos hablar?

Jungkook observó la situación. Ahora no solo tenía a un adormilado Yeontan en su regazo,


sino también la barbilla de Taehyung apoyada en uno de sus mulsos, de rodillas en el suelo.

Mierda. Pensó Jungkook.

-¿Hablar? -cuestionó Jungkook.

Taehyung le respondió asintiendo como pudo con la cabeza, observándole desde abajo.
Incómodo, por la posición de su cuello, pero no se quejó.

Jungkook maldijo mentalmente. Pero entonces, mostró una sonrisa juguetona. Alzó su mano
hasta el rostro del mayor, deslizando el labio inferior de Tae hacia abajo con su pulgar.

Taehyung tenía todo el discurso preparado, un par de frases de ánimo y cuatro achuchones
para crear una atmósfera agradable mientras oía lo que tenía que decir Jungkook, pero de
repente las palabras no salían de su boca. Con los labios despegados -lejos del amago de
hablar-, solo se dejaba hacer por sus dedos que le acariciaban desquiciadamente, con suma
delicadeza, los bordes de su boca.

-¿Vamos a… vamos a tu cuarto? -Tae sentía que su mente se había desconectado por
completo de su cuerpo. Estaba sucumbiendo a Jungkook sin siquiera saberlo.
Yeontan, sintiendo el aura que se había creado al rededor de sus dueños, se alejó para
recostarse en un cojín de la otra punta del sofá.

Jungkook escondió una sonrisa vencedora, enfocando sus ojos en los del mayor para que este
no apartara su mirada de ellos. Tiró de su mano para poner de pie al chico que aún estaba de
rodillas entre sus piernas, sin romper el contacto visual.

Sin soltar su mano lo arrastró a su cuarto. La respiración de ambos estaba agitada por
motivos diferentes.

El apartamento de repente estaba en sumo silencio, ni siquiera se veía a Seokjin.

Jungkook cerró la puerta de su habitación cuando ambos entraron. Cerró los ojos con fuerza
un instante antes de volver a encarar a Taehyung, que le recibió con las manos en su cintura.
Un jadeo mudo.

Jungkook apoyó sus manos en los antebrazos del peligris.

-¿Decías que querías hablar…? -su voz, demasiado suave, acariciaba sus oídos.

Taehyung se acercó a su rostro sin responder, ensimismado, rozando las puntas de sus
narices, con los ojos fijos en los labios contrarios, con el aliento de los dos mezclados a
centímetros de sus bocas.

Jungkook tiró de Taehyung, sus labios casi chocaron por un momento, pero había un
pequeño espacio entre ellos.

Empezaba a hacer calor. Las manos de Taehyung masajeando su cadera no ayudaba.


Mantenían sus miradas conectadas. Jungkook se estremeció con la última caricia cerca de su
espalda baja y se dejó caer en los brazos ajenos. Sus pelvis juntas, la temperatura de sus
cuerpos adormeciéndoles, sus ojos entrecerrados, mirándose mutuamente.

-H-hablar de… -intentó articular una frase completa— de ti.

Oh, cierto.

Habían ido allí para hablar.Jungkook pensó que a comerle la boca a su hyung sería mucho
más práctico y menos dañino.

Y lo intentó.Pero el mayor se alejó.

Hablar.

Taehyung se despegó lo suficiente de Jungkook, sin perder la distancia, pero negando otras
intenciones. El agarre en su cintura se suavizó, convirtiéndose en tenues toques con sus
yemas. La pupilas de ambos dejaron de estar tan dilatadas.

Taehyung estaba un poco desconcertado.

-¿Estabas… seduciéndome?

Jungkook frunció el ceño. Rompió el semi-abrazo y se sentó en la cama.

-No quiero hablar.

-¿Estabas seduciéndome? -volvió a preguntar Taehyung.

-Ni siquiera me has dado un beso hoy. Y aún así quieres hablar de ya sabemos qué.
-¿Estabas seduciéndome?

-¡Joder, sí, Kim! ¡Estaba seduciéndote! Quería evitar que sacaras el tema a toda costa, ¿vale?

Jungkook apretó los puños en las mantas de la cama. Desvió la mirada al puff de la bandera
de Inglaterra que estaba tirado en el suelo. Sentía la sangre correr con fiereza, ardiente.

Taehyung, aún ensimismado en un mundo de placeres al que había sido conducido gracias a
Jungkook, pronunció un “wow” mudo, se acarició sus propios labios con la vista perdida.
Cuando reaccionó, se fijó en el rostro serio del azabache.

Dio dos pasos al frente, casi chocando sus rodillas con las del menor, le levantó la cabeza por
el mentón, con un dedo, y besó sus labios lo más delicadamente que se permitió. Hundiendo
las texturas aterciopeladas de sus bocas, la una en la otra. Un beso casto, que le arrancó un
suspiro; suspiro que se perdió en el espacio inexistente entre sus bocas.

-Esto por no haberte besado antes.

-Pero… -murmuró Jungkook, con los ojos cerrados, las cejas fruncidas y los labios separados,
dispuesto a protestar.

-Shh… -Tae tomó su rostro entre sus manos. Subió una rodilla a la cama, dejándola al lado de
su cadera y parte de su peso apoyado en el colchón.

Volvió a besarle, esta vez separando los labios de los dos en el proceso, empapándose del
sabor del otro, atrapando los labios de Jungkook entre los suyos evitando que hablase.

-Esto por intentar seducirme.


Y atacó una vez más los labios -cada vez más rojos debido a la fricción— de Jeon.
Introduciendo su lengua en el proceso, encontrándose con la del menor y girando una al
rededor de otra. Jungkook dio un apretón a la ropa de Tae cuando un gemido salió de su boca.

-Y esto por intentar hacerte hablar, a pesar de que me has dicho muchas veces que no te
sientes preparado.

Jungkook abrió sus ojos aguados, aunque no sabría decir por qué emoción. Tiró de la cadera
del peligris obligándole a sentarse en sus propias piernas.

Levantó la barbilla para verle, y se perdió en él. Derrotado, escondió su cabeza en el pecho
del mayor, agarrando los laterales de sus muslos con sus manos, juntando más sus cuerpos
si era posible.

-Lo siento. Soy un desastre -su voz sonó amortiguada en la camiseta de Tae.

-No, no, no. Tú no eres ningún desastre. Estás pasando por un mal momento y yo solo quiero
dejarte claro que todos estamos para apoyarte. Y que sea lo que sea, podemos afrontarlo.
Juntos.

Esta vez, con la nariz hundida en su cuello, Jungkook asintió, mas no respondió. Otra batalla
en empate.

Aspiró el aroma de su cuello.

-Hueles a Hugo Boss, ¿qué tienes con las marcas?

-Un fetiche. Ponte una de mis corbatas de Gucci mientras lo hacem-ay.

Recibió un golpe en el pecho acompañado de risas.


-Suena genial, Hobi -Namjoon acompasaba el ritmo haciendo ruidos con el pie.

-Espero que a ARMY le guste, he trabajado durante muchísimo tiempo en el mixtape.

-Con todo lo que les has hecho esperar todavía siguen emocionados, les encantará. ¿Has leído
tweets al respecto?

-Demasiados, y más estos días -Hoseok clickeó sobre algunas pestañas donde abrió Twitter.
Escribió algunos hashtags relacionados con el Hixtape en el buscador.

Nam, sentado en una silla a su lado, tenía la vista fija en el techo. Se mordía una uña
inconscientemente.

-Namjoon, ¿en qué piensas? Llevas toda la hora en las nubes.

-Antes hablé con Jin. Sobre Jungkook.

-Ya veo.

-Y no sé qué hacer.

Hobi parpadeó varias veces seguidas, mirando a su líder. Nam tenía la cabeza echada hacia
atrás en el asiento, mientras jugaba con sus dedos.

Hoseok se arrastró hasta él con la silla, olvidando el mixtape por un momento.


-Sabes que tú no tienes que hacer nada, ¿verdad? Y que no eres el encargado de dar con una
respuesta. Si crees que toda la responsabilidad cae en ti—

-Es que toda la responsabilidad cae en mí.

-Te equivocas.

El zumbido de los altavoces se hizo molesto por primera vez en todo el rato que llevaban allí.

-Jungkook siempre ha sido el más cerrado para mostrar sus sentimientos. No es que sea una
persona fría, pero su personalidad es menos abierta. Tal vez le cueste expresar cómo se
siente esta vez.

Nam siguió mirando al techo, escuchando atentamente.

-Dale tiempo.

Unas horas más tarde, Namjoon se detuvo a varios metros de una de las puertas de las
habitaciones cuando escuchó una voz bailando y meciéndose lentamente sobre el aire. Una
voz aterciopelada.

Jungkook estaba cantando.

Abrió la puerta tras llamar, asomando la cabeza.

-Namjoon-hyung, pasa.
Jungkook se quitó un auricular de su oreja. Estaba tumbado en su cama con una libreta y un
bolígrafo en las manos, el móvil desbloqueado a su costado.

Namjoon se sentó a sus pies, mirándole sonriente.

-¿Escribías?

-Cantaba, escribía, intentaba componer algo. No sé, demasiadas cosas a la vez. No me estaba
centrando en nada, en realidad.

-¿Puedo ver?

La mano extendida de Namjoon hacia él preguntaba por su libreta. A penas tenía cuatro
frases y dos o tres garabatos.

-Estoy en blanco.

-Bueno, pues has escrito bastante para estar en blanco.

Los dedos de Namjoon pellizcaron la cintura de Jungkook, que evadió su mirada riendo, con
las mejillas rojas.

Feliz por haber hecho reír a su maknae, Nam siguió leyendo las demás frases. Aunque en un
principio temía encontrar letras más oscuras, terminó leyendo un puñado de frases que
podría haber escrito cualquier muchacho enamorado pensando en su chica. O chico, claro.

Alegre ante los versos que parecían estar dedicados al menor de los Kim, el líder descubrió
un garabato peculiar. Lo que parecían ser rayones sin sentidos en una esquina de la hoja,
pronto tomaron forma en una palabra. Una palabra que había sido tachada repetidas veces.
Una palabra de tres letras.

Gay.

Namjoon pensó que hacía mucho frío en la habitación de repente. Le devolvió la libreta al
castaño que aún yacía tumbado, revisando su teléfono, desinteresado en que Nam hubiera
leído o no un simple garabato en una hoja de papel.

-Voy a preparar algunas cosas para mañana -se levantó.

El mayor sintió que su voz había sonado más seria de lo que hubiera querido. Dudó antes de
tirar del pomo de la puerta.

-Jungkookie.

-¿Qué pasa? -la expresión curiosa y tranquila del menor le echó para atrás, no podía.

-Nada, se me ha olvidado.

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looveever© 2O18
Capítulo O4

-¿De dónde sacas tantas figurillas, Jimin? Eres un friki del anime.

-No lo niego -sonrió el mencionado.

Namjoon se enterneció ante la cara simpática de Jimin. No estaba teniendo un buen día y ver
una cara amigable le quitaba un poco de peso de los hombros.

Llevaba poco rato en la habitación del mayor de los maknaes, pero había corrido allí nada
más salir de la habitación de Jungkook. Algo en su cabeza empezaba a molestar demasiado.

-Luces cansado, hyung. ¿Qué ocurre?

Nam no podía negar que Jimin tuviera razón. Se había dejado caer en su cama nada más
entrar y se había distraído jugando con algunas figurillas de acción que estaban por toda la
habitación.

-Me duele la cabeza, no es nada grave.

-¿Es por Jungkook? -Jimin ensombreció su rostro, una mirada afligida atravesó a Nam.

No, no podía soportar la mirada triste de Jimin también. El zumbido de su cabeza parecía
atacar con más fuerza. Hoseok le había dicho que aquello no era su culpa, que Jungkook
estaba pasando una mala racha. Pero Namjoon no podía evitar sentirse responsable del
ánimo de sus compañeros.

-He hablado con él y está mejor, no te preocupes, Jimin.

No era una mentira completamente. Jimin asintió aliviado.

-Yo también hablé con él pero…

El menor se mordió el labio inferior.

-Es como hablar con alguien diferente, como si lo que le dijeses no le llegase por completo -
continuó.

-Ausente.

Jimin chasqueó los dedos a la par que señalaba al mayor.

-Ausente, eso es.

-Tú estuviste así durante una época, Jimin. ¿Ya no te acuerdas? -Nam procuró trasmitir sus
palabras sin que sonaran amargas.

-Hm, sí, sé a o que te refieres. Cometí un error, lo admito, pero aprendí. Nunca más me volveré
a hundir por mis inseguridades. Ya me regañásteis bastante sobre esto.

La risa de Jimin sonó irónica, tan dulce con un tema tan ácido.
-Te regañamos porque te queremos. Y lo de aquella dieta ya pasó. Pero tenías tus razones.

-Claro -Jimin se enderezó, llevaba un rato sentado sobre el escritorio y la espalda empezaba
a arderle-. En aquel entonces yo estaba ausente, como has dicho, vivía en un mundo aparte
porque no me encontraba a gusto conmigo mismo. No me quería, aunque me cueste decirlo.
Pero os tenía a vosotros. Me dísteis el cariño que yo no me permitía.

Nam dejó de jugar con las figurillas, bajó la mirada y la perdió en la nada. Se quedó pensativo
unos instantes. El dolor de cabeza había pasado a un segundo plano.

Alzó la vista y miró al rubio incrédulo, aún en el escritorio. Lo miró con la boca abierta.

-¿Hyung? ¿Ocurre algo?

Sí, sí que ocurría algo. Y esperaba que no fuese cierto.

-Te juro que me va a explotar la cabeza, Jimin.

Qué paz.

Habían disfrutado de un fin de semana de serenidad. Al día siguiente, lunes, tendrían que
viajar a Japón por varios días, así que les había venido bien descansar.

Para terminar de aprovechar las extraordinarias y cortas vacaciones, Hoseok había


propuesto ver alguna serie o película todos juntos.
Los chicos recordaban haberle visto entrar mientras casi gritaba aquello con una sonrisa que
le invadía de oreja a oreja. Aun estando exhausto de trabajar todo el día en el Hixtape, no
dejaba que la fatiga menguase su esfuerzo. Él, al igual que todos, sentía el peso añadido de la
situación por la que pasaba Jungkook. Pero quería hacer algo, por mínimo que fuese. Tras
haber visto a Nam tan decaído pensando que él tenía parte de culpa por no hacer nada buscó
una forma de hacerle ver que no todo dependía de él. Que ahí estaban todos, para apoyarse
como pudieran.

Aunque hubo una disputa distendida y completamente casual por elegir qué ver,
coincidieron en la propuesta de Taehyung, una película de Marvel.

Todos querían ver diferentes películas o series, pero cuando el peligris no dudó en
mencionar una de las últimas películas de la cartelera de Marvel todos callaron y sonrieron,
internamente enternecidos, porque aunque sabían que Taehyung disfrutaba con aquellas
películas, lo había dicho por Jungkook.

Jungkook sonrió nervioso, mirando a todos rápidamente.

-Esa de Marvel, entonces.

Así habían terminado, al principio todos en los sofás, con algunas mantas y muchas, muchas
palomitas que Jin se había molestado en hacer mientras se quejaba de lo típico y poco
original -además de molesto— que era comer palomitas durante una película.

Y aunque todos empezaron sentados en el sofá, se habían terminado deslizando hasta el


suelo, con las mantas y los cojines. Era el caso de Jimin, Yoongi y Hoseok, a los pies de los
sofás. Jin y Nam por encima de ellos, sentados.

Se habían puesto de acuerdo sin siquiera hablar de dejarles todo un sofá a los dos menores.
Pero ninguno se dio cuenta en realidad; tal vez sintieron lo mismo que sintió Yeontan. Ellos
dos parecían gritar espacio solo por el hecho de ser pareja. Molesto a veces, conveniente
otras.
Esta vez es como otras.

Taehyung juraba que había un espacio de dos palmos entre el lugar en el que él estaba medio
recostado y donde Jungkook estaba sentado con la manta enredada en las piernas. Luego la
distancia se había acortado porque Jungkook no se estaba cubriendo bien, bajo el criterio de
Tae, y se acercó a él para extender mejor la manta.

Luego un poquito más cerca cuando el menor de los Kim empezó a dar suaves tirones de la
manta que a penas le tapaba, llamando la atención del menor. Y eso era mucho decir,
Taehyung incluso se sorprendió haber conseguido desenfrascar a Jungkook del universo
Marvel en el que se perdía solo porque él estuviese forcejeando levemente con la cobija.

Pese a que los ojos de Jeon no se perdieron ni un detalle de la trama de la película, cubrió a
Taehyung a tientas. Y este último ya estaba satisfecho, por lo que no se esperó que el medio
palmo de distancia que quedaba entre ellos se extinguiera cuando Jungkook apoyó la espalda
en su pecho, dejándose caer encima de él suavemente, casi con gracia, y alzó la cabeza para
esconderse bajo su mandíbula.

Pero Jungkook no se había perdido ni una de las palabras que dijo Tony Stark, no señor.

Tae estiró un poco sus piernas para entrelazarlas con las del menor. Hundió su nariz en el
cabello azabache, negro y sedoso. Aspiró embotando sus sentidos del aroma del maknae.

Intentó moverse lo menos que pudo durante largos minutos, no quería distraer al Jungkook.
Sus labios entreabiertos le bastaban para admirar la pasión con la que veía la película.

Pero cuando empezó a sentir fríos los dedos de la mano que había dejado sobre el
reposacabezas del sofá y quiso esconderla bajo la manta, se maravilló con el aterciopelado
tacto del dorso de la mano contraria. Por muy atento que pareciese a la pantalla, no dejaba
de prestar atención a los recatados gestos de Taehyung.
Sus dedos entrelazándose cautamente, caricias suficientes para que el rostro del maknae se
izase, atrayendo su atención también. No le dio tiempo a verle a los ojos cuando ya lo había
perdido en sus labios con un beso demasiado etéreo, que le hizo tirar de su rostro de nuevo
cuando vio sus intenciones de separarse.

Jungkook desistió. Se giró un poco sobre sí mismo para tener mejor acceso al rostro de Tae
y lo último que oyó fue un gruñido de Hulk cuando empezó a mezclarse con los otros labios.
Tan delicado, tan frágil que no provocaban ningún chasquido con el roce de sus pieles.

Y Taehyung entendió. Tanto tiempo devorando sus labios, enfadado y fuerte, apasionado y
deseoso, tranquilo y enamorado, había aprendido a entender sus emociones a través de los
besos. Se decían todo con un roce en los labios, si estaban tristes, emocionados, decaídos,
ansiosos.

O como ahora, preocupado. Los dientes de Jungkook aferrándose con parsimonia a su labio
inferior, con un atisbo de duda al abrir y cerrar la boca creando la fricción, sintiendo el cálido
aliento de ambos. Los labios del menor paseando por sus comisuras, delineando sin atisbo
de pedir más, solo contacto. Contacto que Taehyung le devolvía lento, repitiendo los
movimientos del menor, con inseguridad de pasar su lengua por los carnosos y ya irritados
labios contrarios.

Se separaron, ambos con los ojos entrecerrados y un finísimo hilo de saliva conectándolos
todavía.

-¿Estás bien? -susurró tan cerca de su boca que volvió a rozar sus labios.

Jungkook depositó un pico, sellando su boca. Y le miró con sus grandes orbes negras,
acurrucándose cerca de su cara. Subió sus manos hasta su propio pecho. Se deslizó entre el
sofá y el cuerpo de Taehyung.

No había contestado, ¿o sí?


-¿Jungkookie? -volvió a preguntar, frunciendo el ceño con sutileza.

Pero como respuesta recibió un beso casto en su cuello, seguido de dos o tres más que le
hicieron cerrar los ojos, y luego el cautivante cosquilleo de la respiración de Jungkook tan
cerca suya.

Tan, tan risueña la situación, que le parecía imposible que su chico estuviese al borde de
deshacerse en lágrimas. Tan lento fue el beso que más amargura y fragilidad no pudo sentir,
con el corazón encogido por temor. Temor a tantas, tantas cosas.

Volteó la cabeza hacia un lado, recordando que estaban numerosamente acompañados. Pero
las palabras bajas y ojos expectantes de sus hyungs le revelaron que habían puesto suma
atención al filme, más que el propio Jungkook, que había preferido sofocarse en un beso largo
con él.

Aseguró su agarre en la cintura del maknae, que subió una de sus piernas sobre las de Tae,
recostado, volviendo a estar atento a la película.

-Que ese no es el malo, te lo digo yo -la voz de Yoongi sonó alta de pronto.

-Cuando digan su verdadera identidad ya verás que sí -se contrapuso Jimin.

-Shh, silencio los dos -mandó callar Hoseok, que nunca antes hubiera imaginado que se
quedaría tan prendado de una historia de Marvel. Y de Scarlett Johansson. Y de Marvel con
Scarlett Johansson.

-Creo que Viuda Negra es mi nueva heroína favorita -Hoseok procuró no alzar demasiado la
voz aun cuando todos le escucharon.

-Iron Man es mejor -saltó Jungkook, casi ofendido. Todos empezaron a reírse por la
intervención justificada del menor.
Cerca de una hora después la película se despidió con los créditos, que la mitad miraban
ansiosos a la espera de la famosa escena post-créditos.

Taehyung se estiró un poco, tenía el cuerpo algo entumecido por el peso extra que suponía
tener a Jungkook sobre él. Frotó uno de sus ojos con desgana. Estaba agotado. Agotado de no
haber hecho nada en todo el día más que descansar.

Habían empezado a recoger las mantas y limpiar las palomitas que habían tirado sin darse
cuenta. Poco a poco se levantaron, menores incluidos -aunque tardaron algo más— para
terminar la noche de película.

De pronto un quejido de Jimin los calló a todos justo cuando las letras de la pantalla se fueron
para dejar paso a la escena final.

La presencia de Tony Stark en aquella última escena volteó a todos hacia Jungkook.

-Uy, Iron Man~ -dijo meloso Jimin.

-Silencio que Tony Stark está presente -le acompañó Hoseok, sonriendo ladeado mirando de
reojo al menor.

Los demás empezaron a reírse, esperando la usual reacción del azabache de hacer un
berrinche y sonrojarse hasta las orejas.

Pero cuando el berrinche no llegó y todos olvidaron a Iron Man para ver a Jungkook, el bol
de palomitas que tenía en las manos Jin casi termina en el suelo.

Jungkook estaba llorando sobre el hombro de Tae.


Nam sintió que su dolor de cabeza le atacaba repentinamente, otra vez. Todos se miraron
con la respiración atorada en la garganta. Jimin mostraba profunda angustia en su cara, y
Hobi mantenía la vista fija en el suelo. Yoongi fruncía los labios, jugando con sus manos,
inquieto.

Jin había corrido junto a los menores para envolverlos en sus brazos también. Abrazo al que
se unieron rápidamente Jimin y Hoseok. Yoongi no tardó en extender sus brazos, por donde
pudo. Un fuerte hipido escapó de los labios de Jungkook, rompiendo su últimas defensas,
empapando el pijama de Tae con sus lágrimas mientras el resto lo envolvía en un agobiado
abrazo. Sus sollozos se hicieron persistentes y desgarradores.

Namjoon cerró el abrazo grupal cuando dos lágrimas escaparon de sus ojos.

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looveever©, 2O18
Capítulo O5

Tras el embarque, los chicos se encontraban en el avión. Habían tomado asiento tan rápido
que a penas se molestaron en ver cómo se habían distribuido a la hora de entrar. Quizá por
eso Taehyung le pidió a Seokjin un intercambio de sitio al momento de sentarse, al ver que
no tenía a Jeon cerca. Jungkook había conseguido su objetivo de estar al lado de la ventanilla,
pero tampoco se había dado cuenta de cuándo Tae se separó de él.

Quizá era porque estaba acostumbrado a saber que siempre estaba a su lado. Entonces no
sentía la necesidad de mirar hacia atrás y comprobarlo. Tae siempre estaba allí.

-¿Donde ibas? -preguntó Jungkook tomándole de la mano cuando regresó al asiento de su


lado, el cual Jin había dejado.

-Tu belleza me ha cegado y me he perdido por el camino -bromeó.

Jungkook, complacido, acercó su rostro al de Tae para dejar un pico en sus labios, pero un
quejido del mayor le hizo abrir los ojos. No hubo beso.

Ambos maknaes se voltearon a ver a Yoongi, en el tercer asiento junto a ellos. Yoongi retiró
la mano de la nuca de Taehyung.

-En público no -les regañó, dulcemente. No era un regaño, sino una especie de advertencia
sutil.

Jungkook sintió un balde de agua fría en el pecho. ¿Cómo se le había podido pasar…?
-Hyung, nadie está atento a nosotros. Los respaldos de los asientos lo cubren todo-Taehyung
sacó una faceta infantil suya, casi haciendo un berrinche.

-En público no -repitió el mayor de los tres, haciéndose el interesado en su teléfono móvil-.
Y separad las manos.

Con un resoplido de Taehyung deshicieron el agarre de sus manos. Y aunque Tae estuviese
exagerando su desacuerdo con Yoongi, era cierto que sí estaba molesto. Aunque eso no
significaba que no podría aprovechar el viaje con Jungkook.

Tae abrió la bolsa de mano que había subido al avión. Casi despegaban.

-¿Quieres ponerte el otro auricular? -le ofreció Taehyung a Jungkook con una sonrisa, que
ante la negativa personal de aburrirse en las horas de vuelo, había sacado el móvil y los
cascos.

Jungkook estaba de brazos cruzados, con el abrigo en las piernas y la cabeza apoyada entre
la ventanilla y el asiento.

-N-no, creo que voy a dormir un rato.

Taehyung procuró no fruncir los labios notoriamente. Abrió la boca para decir algo, pero una
mano en su hombro le distrajo. Yoongi.

Se preguntaba si Yoongi querría decirle algo, pero aún seguía mirando la pantalla de su móvil.
Este subió su mano hasta la cara de Tae y acarició su mejilla con el pulgar.

Taehyung entendió lo que Yoongi le estaba diciendo sin palabras.


Cuando volvió a mirar a Jungkook ya tenía los ojos cerrados. No estaba dormido,
evidentemente. Pero su respiración era algo irregular, y su rostro no se mostraba sereno.
Como si intentara tranquilizarse.

Tae se inclinó un poco sobre él y le cubrió mejor con el abrigo que reposaba en sus piernas.
Se quedó observando su rostro algunos segundos. Jungkook era consciente de la cercanía de
ambos. Y de alguna forma le pareció ver que se tranquilizaba un poco. Jungkook sabía que la
calidez de Taehyung cerca le calmaba. Y saber que le tenía ahí, incluso si no le estaba tocando,
le bastaba.

Sí, quizá se había acostumbrado a saber que siempre estaba a su lado. Y eso le sacó una
sonrisa.

Jungkook ni siquiera se había dado cuenta de la fuerza con la que cerró la puerta de la
habitación hasta que ya estaba hecho. Tampoco le dio demasiada importancia. Revoleó la
bolsa que traía colgada de su hombro en una esquina y se dejó caer en una de las camas, la
que estaba más pegada a la ventana de la terraza. Habían tenido una charla con el mánager
nada más llegar al hotel. Una tediosa charla de dos horas. Los horarios, lo que tenían
planeado para mañana, dónde cenarían esa noche, el lugar de la entrevista…

La cabeza de Jeon se había saturado con solo la mitad de aquella información. Había dado
algunas cabezadas durante el vuelo, pero por alguna razón pisar Japón hizo que un cansancio
indescriptible le recorriera todo el cuerpo.

Antes de hundir la cara en la almohada se dio cuenta de que ya habían subido las maletas de
él y Taehyung a la habitación.

Joder, Taehyung.
Hoy tenía un humor de perros, lo supo en el momento en el que vio el aeropuerto antes de
embarcar. No era su día, no tenía ganas de volar a Japón por una simple entrevista.

Tampoco tenía ganas de irse a tomar algo después de la charla con el mánager, pero
Taehyung no se percató de aquello. Él se había unido al plan de los hyungs de ir a tomar un
refresco y volver después a las habitaciones.

Pero él dijo que no, que se encontraba cansado. Y, ¡joder! ¡Esperaba un poco de comprensión
por parte de Taehyung! Que fueran pareja no significaba que lo que hiciera uno lo tenía que
hacer el otro, no le estaba pidiendo que se subiera a la habitación con él, pero solo le pedía
un «oye, ¿estás bien?». Pero nada. Un apretón en el hombro y hasta luego.

No quería ponerse a llorar de impotencia. Estaba harto de llorar día sí y día también. Sabía
la razón, pero no lo quería admitir. Le había costado bastante tiempo comprenderlo e
interiorizarlo, y todavía se intentaba convencer de que no era eso. De que no le podía tener
miedo a algo como aquello. Era irracional, él no…

-Ya, Jungkook -se dijo en voz alta. Su voz se amortiguó con la almohada.

Desde hacía algún tiempo se había sorprendido a sí mismo con pensamientos que no dudaba
en etiquetar de desagradables. Pero era tentador pensar lo fácil que sería todo si él, bueno,
si él no fuera…

Golpeó la almohada con fuerza. Apretó sus párpados. Era un asco de persona. ¿Cómo podía
hacerle eso a Taehyung?

Jungkook no entendía aquel errático sentimiento que se había instalado en su pecho algunos
meses atrás.

Suspiró, notó sus músculos destensarse. Por un momento notó la humedad de sus ojos.
Aquello era un desastre, había perdido el control sobre sí mismo.
El sonido de alguien abriendo la puerta con la tarjeta le alteró. Despegó la cara de la
almohada. El aire frío le golpeó el rostro, había pasado mucho tiempo con la cara escondida
allí.

Aún bocabajo en la cama, vio a Taehyung entrar a la habitación. Veía su rostro algo serio. No
parecía preocupado, pero había algo que solo él entendía. Aquel rostro, aquellas expresiones,
sentía como si le pertenecieran. Su forma de reír, su forma de avergonzarse, su forma de
reprimirle con la mirada como hacía ahora. ¿Ya habían vuelto de tomar algo?

-Nene -su voz grave, inquisitiva.

Jungkook volvió a esconder la cara entre las almohadas. No quería mantener contacto visual
con él, seguía un poco molesto. Puede que estuviera teniendo un comportamiento inmaduro,
pero no le apetecía habar. Y con un poco de suerte Taehyung sí entendería la indirecta esta
vez.

Qué pena que Jungkook le conociera tan bien como para saber que no era así. Un peso extra
se añadió a los pies de la cama. Escuchó el sonido de los zapatos del mayor resonar con la
moqueta del suelo. Notó que se movía a sus pies, pero no sabía qué estaba haciendo porque
no se dignaba a verle todavía.

Conocía su relación mejor que nadie. Ellos no necesitaba palabras, les sobraban. Habían
aprendido el uno del otro.

Aquel cálido beso en su nuca no se lo esperaba. Su ceño se relajó en el instante en que Tae le
besaba en la nuca, posicionando sus manos en su espalda baja y se sentaba a horcajadas en
sus muslos, con él aún enterrado en las almohadas.

Dio cortos besos que aquella zona. Luego presionó su mejilla contra la curvatura de su cuello
y aspiró con fuerza. Le encantaba que Tae hiciera eso, que el cosquilleo del aire de su nariz
le rozase la piel sensible, que le hiciera sucumbir con su dulces caricias.
Besó con delicadeza su oreja. Luego sintió el frío de la habitación recorrerle la espalda, la
cuál curvó inevitablemente de la impresión. Taehyung había alzado su camiseta.

Los labios del peligris ahora se encontraban entre sus omóplatos, y descendían por toda su
columna, lento, haciendo que sus labios sonasen en cada roce. Bajando con calma hasta el
final de su espalda, donde empezaban sus pantalones.

Jungkook no reprimió un gemido de placer cuando Taehyung le devolvió el beso en aquella


zona, justo al final de su columna. Apretó los párpados maldiciendo que su novio conociese
todos sus puntos.

Le volvió a bajar la camiseta y tiró de su cintura para hacerlo girar. Volvió a sentarse encima
de sus piernas, esta vez mirándose de frente. Las manos de Jeon subieron hasta sus muslos,
atrayéndolo más hacia él.

Jungkook se mordió el labio al verle. Con el rostro tan tranquilo, tan sereno. Serio a ojos de
otro, ansioso ante los suyos.

Se miraron fijamente durante varios segundos. Entonces se sonrieron como si fueran dos
enamorados que se daban besos por primera vez. Tenían un amor demasiado joven.

La mano del mayor se posó en la mejilla de Jungkook, acunándola. Jungkook cerró los ojos y
besó el interior de su mano, frotando el rostro en ella.

-¿Estás mejor? -murmuró Tae.

Jungkook asintió aún con la boca pegada a la mano de Taehyung. Muy cálida y reconfortante
como para alejarse del contacto.
Extendió su mano para pellizcar su camisa y tirar del peligris hacia él. Jungkook abrió sus
piernas para que se acomodase mejor y Taehyung se recostó en el pecho contrario.

-No me gusta verte triste -admitió el mayor, dedicándole una mirada capaz de destrozarle el
corazón.

Juntaron sus frentes, calmándose mutuamente.

-Y yo no quiero verte triste por mí.

Los dedos de Taehyung empezaron a acariciar el lóbulo de su oreja, jugando con sus
pendientes.

-Sé que estás harto de que te pregunte pero, ¿quieres hablar?

Jungkook sonrió, adormecido por los toques de Tae en su oreja. Siguió sonriendo en silencio.

-Vale, no insisto -le devolvió la sonrisa-. Pero a cambio dame un beso.

El azabache se removió un la cama, apoyando mejor sus pesos en el colchón y envolviendo


la cintura de Taehyung entre sus brazos.

-¿Dónde? -preguntó Jungkook somnoliento.

Taehyung se llevó el dedo índice a sus labios y dio un par de toquecitos.

Jungkook apartó su mano con delicadeza y apresó su boca en un segundo. No se había dado
cuenta de lo necesitado que estaba de la boca de Taehyung hasta ese momento en el que le
devoró, hambriento. Los estragos que los labios de aquel chico hacían en él no tenía nombre.
La fragilidad con la que le respondía, incitándole a tomar el control del adictivo roce.

Sintió su pelo ser tironeado débilmente. Taehyung se estaba deshaciendo en sus brazos,
jadeando contra él y Jungkook no podía dejar de comérselo, de invadir su boca. Sentir sus
respiraciones irregulares. Sentir que aquello estaba bien.

Que era lo único que estaba bien.

-Ah, ni comparación con mi comida -se quejó Jin, comiendo ávido su plato.

-Bien que tragas -comentó Namjoon.

Jin se ahogó de la risa y el resto no tardó en acompañarle. Aquel comentario había sido
demasiado…

-Asqueroso -Jungkook hizo una mueca con la boca.

Todos rieron ante la aportación del menor.

-Venga ya, Kookie, es solo una broma -Jimin rió.

Jungkook solo le reprochó irónicamente con la mirada. Jimin en respuesta elevó las cejas, un
gesto de complicidad que entendió demasiado bien. Miró de reojo a Taehyung. Por algún
motivo volvieron a su mente los angustiosos pensamientos de antes en la habitación.

Los demás reían sin importarles que estuvieran en un buffet con más familias cenando.
-Mañana por la tarde tenemos la entrevista. ¿Nos quedamos todos hasta el final de semana?

-Cierto, Hobi. Ibas a preparar algo de Daydream aquí, ¿no? -preguntó Yoongi.

-En realidad iba a hacer una puesta en común con un patrocinador. Una lluvia de ideas.
Seguramente quedaremos el viernes. Pero si queréis volver antes a Corea no tengo problema.
El mánager ha dicho que me puedo quedar hasta el final de semana.

-Podríamos quedarnos unos días más todos -propuso Namjoon.

Todos estuvieron de acuerdo.

Jungkook jugó un poco con su comida, paseaba el tenedor por el plato, sin tener hambre. No
sabía cómo su ánimo había cambiado tan de repente. Le daba muchas vueltas a aquello. En
su estómago se había cerrado un nudo que le impedía el paso de más comida.

-No tengo más hambre. Eh, creo que voy a dar una vuelta por el hotel, antes no pude. Si me
disculpáis -se retiró de la mesa, dirigiéndose a la salida del buffet. Despareció tan rápido
como lo dijo, dejando su plato casi acabado en la mesa.

-¿Ocurre algo? -preguntó Hoseok, mirando por donde se había ido el menor.

-Lo de siempre, supongo -habló Taehyung tranquilo, lo que hizo que nadie se preocupase.

Taehyung sabía de antes que Jungkook estaba algo decaído ese día. Por eso no le sorprendió
que quisiera estar un momento a solas, aunque fueran unos minutos. Se habían quedado
dormidos después de una larga sesión de besos, y durante el sueño Taehyung pudo notar la
incomodidad de Jungkook. Tan solo no era su día.
Pronto todos terminaron de comer y se retiraron de la mesa.

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looveever©, 2O18
Capítulo O6

Se estremeció, el viento frío de la noche meciendo su cabello. A penas había gente paseando
cerca de la piscina del hotel. El mánager les había dicho que no se dejaran ver demasiado.
Pero él necesitaba algo de soledad en ese momento. El cubre-bocas le tapaba el rostro, y
aunque sabía que tampoco era mucho, no le importó. Una pareja bordeaba el césped de la
piscina, luego los perdió de vista.

Los farolillos del hotel iluminaban delicadamente el atardecer. Tenía las manos en los
bolsillos, había salido en mangas cortas y no se esperaba que el frío helara tanto.

Cerró los ojos y suspiró, siguió caminando, evitando las aglomeraciones o familias paseando,
como él. Sabía que cuando volviese a la habitación estaría Taehyung. Y aunque confiaba en
que no le hiciera demasiadas preguntas y se fueran a dormir pronto si ponía alguna excusa,
su corazón se encogió.

Le dolía que Taehyung fuese tan paciente con él. No creía merecerlo. Un bufido escapó de sus
labios. Últimamente nunca parecía merecer a su chico.

Pisando con fuerza el camino húmedo, Jungkook continuó inmerso en sus pensamientos.
Comprendía que en algún momento tendría que hablar de aquello no solo con Tae, sino con
los demás. Todos los días pendiente de su ánimo, era consciente del esfuerzo que hacían sus
amigos por él. Y eso le derrumbaba aún más, tampoco les merecía.

Se le estaba yendo de las manos. Y todo era culpa suya, por no poder lidiar con ese dilema
que tenía consigo mismo. Pero se obligó a relajarse. Poco a poco, lo primero era hablarlo con
Taehyung. La cuestión era que no sabía cómo. Siempre que lo había intentado o pensado más
de la cuenta terminaba sollozando en el pecho del mayor, y estaba harto. No entendía cómo
Taehyung podía soportar su comportamiento irritante.

Porque si él se ponía en su lugar, si fuese Taehyung el que estuviese roto y no quisiera


hablarlo ni con el grupo ni con él, que era su pareja. ¿Cómo se sentiría? ¿Cómo podía vivir
Taehyung sintiendo la desconfianza de Jungkook? Que no era capaz ni de apoyarse en uno
de los mayores pilares de su vida.

Se había intentado comprometer a resolver aquello él solo. Taehyung era su mundo, aún le
robaba la respiración como la primera vez, seguía perdiéndose en sus ojos como si no
importase nada más. No quería mostrarle sus miedos. Qué iba a pensar de él…

Podría poner su relación en juego si lo admitía, si admitía lo que le perturbaba.

Se limpió los ojos con la manga, con fuerza. Un fuego abrasador le quemó el pecho.

¿Estaría dejando que su relación con Taehyung se consumiera por su culpa?


Ellos estaba bien, ¿no? Nada había cambiado, solo algunas discusiones leves por el tema de
que Jungkook nunca quería hablar, pero tampoco era para tanto. ¿Por qué dolía, por qué
quemaba? Contuvo la respiración, negando con la cabeza, apartando sus ideas.

Volvió sobre sus pasos, tropezándose con las zancadas. Pasó a gente de largo, que casi golpeó
con el hombro. Cuando entró al hotel se dirigió al ascensor. No se molestó en comprobar si
seguían -seguía— en el buffet, era bastante tarde y casi habían cerrado.

Subió hasta la cuarta planta. Sus pasos acelerados resonaban por todo el pasillo. Pasó por
delante de muchas puertas con números. Sacó la tarjeta, la llave de su habitación, del bolsillo
de su sudadera y abrió con ella la puerta 426. Entró como un huracán. Tirando la tarjeta al
suelo y dejando que la puerta se cerrara sola.
Las luces estaban encendidas, al asomarse por el final del pasillo, aún agitado, se encontró a
Taehyung en pijama, doblando algunas camisas que sacaba de su maleta, distraído.

Dejando la ropa, se percató de Jungkook. No dudó. El menor se abalanzó sobre él,


abrazándole, abrumado. Un beso casto, pasional a decir verdad, que le dejó sin aliento.

Los ojos de Jungkook ahogados.

-Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero -dijo contra su boca.

Taehyung, desconcertado y con los labios separados por el beso y el asombro, acarició el
cabello negro del maknae, atrayéndolo a él. Jungkook se apoyó en su tacto y siguió repitiendo
que le quería.

-Shh, yo también te quiero -le habló en voz baja, con incertidumbre.

Se miraban a los ojos. Los ojos marrones de Taehyung abiertos y expectantes. Los negros de
Jungkook cansados.

-¿Es eso lo que te preocupa, mi vida? ¿Que yo no te quiera? -la expresión de Taehyung se
contrajo, asustado. Sus ojos caídos, tristes.

Jungkook pegó sus mejillas, meciendo su rostro contra él como si fuera un gatito en busca de
mimos.

-No. No. Es más complicado, es… un sinsentido. Soy idiota, un tremendo idiota.

Taehyung le calló besando su mejilla, no se apuró en terminar el beso.


-No eres un idiota, Jeon. Estás asustado, hay algo que te tiene asustado, y lo sé -agregó antes
de que le rebatiera-. Eso no te hace idiota.

Sintió cómo los brazos del menor le rodeaban, apretando el agarre, y acariciaba su espalda
con sus manos. Taehyung se dedicó a dejarle besitos por su mandíbula y mejilla.

-TaeTae -pidió Jungkook, tironeando de su pijama, con los ojos cerrados-. Por favor, TaeTae.

Taehyung paró sus besos, escondió su rostro en su hombro.

-Dime.

-Tae, ámame siempre. No dejes de amarme.

-Nunca voy a dejar de amarte, nene.

-Vale, pero, aun así… nunca lo hagas.

-Kookie, ¿qué ocurre?

Jungkook negó con la cabeza, cabizbajo, intentando ocultar su rostro enrojecido.

Pero Tae le buscó la mirada.

-¿Puedo hacer algo? Bueno, puedo, no sé…


No, Taehyung no podía hacer más de lo ya hacía. Se desvivía por él, le dedicaba su alma
entera. Jungkook entendió que no era el momento aún, no podía cargar a la persona que más
amaba con sus miedos.

-Sí. Sigue amándome como has hecho hasta ahora -ambos apretaron el abrazo— y hazme
creer que está todo bien.

Al día siguiente Jungkook se levantó oyendo algunas risas. Algo le hizo cosquillas en la nariz,
por lo que abrió los ojos.

Jimin y Hoseok estaban agachados, viéndole dormir. Hoseok volvió a soplar en su nariz.

-Buenos días, Jungkookie. ¿Vienes a desayunar?

Jungkook se frotó los ojos. En la cama solo estaba él, aunque el espacio a su lado todavía
estaba templado.

Sus hyungs volvieron a reír viendo sus pelos de dormido. A él no le hizo gracia, se acababa
de despertar. No, le acababan de despertar. ¿No sabían que eso significaba peligro?

Frunció el ceño y se acurrucó en el lado que había ocupado Taehyung durante la noche.
Aspiró su almohada, aún olía a él y sus colonias de marca.

-Venga, Jungkookie, no te vuelvas a dormir -Jimin le zarandeó con cuidado.

-¿Cómo habéis entrado? -preguntó adormilado.


-Taehyung nos abrió, estaba preparándose para salir.

-¿Él ya ha desayunado?

Jungkook se extrañó. ¿Por qué no le había despertado a él también?

-Todos han desayunado ya, Jungkookie. Son las once. El mánager llamó a Namjoon-hyung
para comentar algo de la entrevista de hoy y los demás fueron con él.

-¿Y vosotros?

-Esperando a que te levantes para bajar a desayunar -explicó Hobi, alborotándole el pelo.

-Me visto y bajo -Jungkook se sentó en la cama con la almohada de Taehyung en sus brazos.

Jimin Y Hoseok se despidieron y le dijeron que le esperarían en el buffet, que no se demorara.


Él asintió, aún con medio cerebro desconectado. Cuando cerraron la puerta volvió a abrazar
la almohada con fuerza, impregnándose en su olor.

-TaeTae…

Tuvo un recuerdo fugaz de la noche anterior. Sonrió. Pero entonces recordó algo más, algo
que quizá se atrevió a plantear. Negó con la cabeza.

Se vistió, preparó su bolsa y bajó a desayunar.


La entrevista era en un estudio de una empresa de comunicaciones. No sería una entrevista
de radio, como tenían entendido, sino una donde ellos estarían sentados junto a su
entrevistador, sin público. Lo único que les podía poner algo nerviosos es que se trataba de
una trasmisión en directo, pero ellos estaban acostumbrados.

Les llevaron hasta una sala de grabación, donde había cuatro sillas y un espacio tras estas,
dispuestas de modo que todos se vieran ante la cámara. La silla del entrevistador estaba
junto a ellos.

Los llamaron para maquillaje. Jungkook se sentó delante de un espejo donde algunas noonas
empezaron a prepararle. Ya había visto a Tae y los demás. Les habían hecho un resumen de
lo que habían hablado con el mánager, el tipo de preguntas que responderían y algunas
indicaciones sobre qué decir cuando preguntasen sobre el álbum en versión japonesa Face
Yourself. Estaban acostumbrados a recibir ese tipo de instrucciones. En cambio no les
indicaron un sitio específico a cada uno donde estar durante la entrevista, lo cual era un
respiro.

Respecto a Tae… solo le sonrió. Le hubiera gustado darle un gran beso como no pudo hacer
esa mañana. Pero estaban en público, con cámaras. Solo recibió una sonrisa cuadrada del
mayor, pero le bastó.

A la hora estuvieron colocados en los sitios que cada uno vio conveniente. Él había terminado
sentado en una de las sillas, entre Yoongi y Hobi. Tras él se habían quedado en pie Jin, Nam,
Tae y Jimin. Taehyung estaba justo detrás suya. Estaba inquieto por aquel hecho y no estaba
seguro de por qué.

Empezaron la entrevista con una breve introducción donde les presentaban como uno de los
muchos grupos coreanos que tanto éxito estaban teniendo en la industria musical.
Rápidamente saludaron todos.

Aunque el nivel de japonés del grupo era ligeramente superior al del inglés, les habían puesto
un auricular a cada uno por donde les llegaba la traducción en coreano.
El primero en empezar a hablar fue Namjoon, como era costumbre. Jungkook se limitaba a
asentir en algunas cosas que él decía y a sonreír cuando lo hacían los otros.

Muchas preguntas sobre el nuevo álbum, sobre el último Tour, sobre su experiencia en los
AMAS. Preguntas y más preguntas sobre su fama, su éxito, sobre lo que eran ahora.

Ya nadie les preguntaban por quiénes fueron, por lo que hacían antes de llegar a la cumbre,
por el esfuerzo que les había conllevado a convertirse en Bangtan. No, ya nadie les
preguntaba.

Mientras Jimin respondía a una pregunta sobre cuál era su canción favorita del nuevo álbum
japonés, él desconectó un instante.

Recordaba que Jimin se había desesperado con la grabación de Don’t Leave Me, la cual ahora
estaba describiendo como su favorita. Recordaba cómo se le saltaron las lágrimas después
de días de ensayo, habiendo dormido dos horas y aún intentando que saliese como él y los
de grabación querían.

Le recordaba sufriendo.

Y ahora estaba hablando de esa misma canción con el presentador, explicando lo mucho que
le trasmitía, lo mucho que le gustaba, lo bien que se lo había pasado grabando.

Mentiras. Jimin nunca podría hablar de la parte mala, no le dejarían.

Fue entonces cuando sintió el peso de unas manos en sus hombros. Levantó la cabeza
sobresaltado, pero supo que no se notó ante la cámara. Siguió sonriendo y asintiendo a lo
que Jimin decía, hasta que el micrófono pasó a Suga. No a Yoongi, a Suga.

Pero él ya se había distraído. Las manos de Taehyung -las cuales reconoció al instante, -ni
qué decir— empezaron a acariciarle el cuello con sus yemas. Trazaba patrones irregulares
muy superficiales. Intentó acomodarse en su silla en un intento de que Taehyung quitase sus
manos de él, pero no funcionó, siguieron firmes en sus hombros.

Esperaba que Namjoon hiciese como a veces hacía y le apartara las manos, que algún
mánager allí presente le hiciera un gesto a Taehyung. Que alguien hiciera algo, pero no pasó
nada. Jungkook nunca supo si el entrevistador se dio cuenta o no de las manos de Tae. Parecía
que él era el único que las sentía.

¿Por qué nadie hacía nada ahora?

Terminó cediendo y apoyándose en su tacto. Se relajó y Taehyung lo notó, dando un paso


hacia delante, estando más cerca de él. Apartó el cable de su auricular con cuidado para tener
mejor acceso a su cuello.

Un cuarto de hora después sintió las manos de Taehyung despegarse de él cuando


aplaudieron al finalizar la entrevista.

-Eh, mmm, Jungkookie.

El mencionado se volteó. Justo estaba hablando con Jin, esperando a que el equipo de
producción recogiera y les dieran la señal de irse. Seokjin y él comentaban divertidos algo
sobre la camiseta del entrevistador. Pero detuvo su conversación cuando Taehyung le llamó.
Aún mirando hacia Jin, no pudo evitar sonreír tiernamente.

La voz de Tae sonaba pausada, algunos tonos más aguda de lo usual y, quizá, temblorosa.
Había sonado increíblemente tímido y Jungkook no pudo evitar entrecerrar los ojos
divertido, como si fuese un conejito, ante la sensación de oírle así.
Jin también sonrió al ver la reacción de los dos menores. Era imposible que el mismo chico
que rompía en llanto día tras días estuviese sonriendo tan avergonzado en aquel momento
por algo tan banal como escuchar a Taehyung tímido. Por eso sonrió. Buscó a otro de los
chicos con la mirada y se fue de allí, dejaría a los menores solos. Pero Hobi no se libraría de
escuchar lo de la mariposa rosa de la camiseta del entrevistador.

Entonces, cuando Jin se hubo marchado, Jungkook encaró a Taehyung. Le sonreía con ojos
brillantes y una sonrisa muy mal disimulada.

-¿Me llamabas? -Jungkook cambió el peso de un pie a otro.

-Mmm, esta noche no tenemos nada que hacer -Taehyung jugó con los botones de las mangas
de su camiseta.

Jungkook soltó una pequeña risa cuando entendió. Le encantaba ver a Taehyung cortado y
nervioso cuando le hablaba por esos temas. Daba igual los años que llevasen siendo novios,
seguían comportándose como auténticos adolescentes.

-Y, bueno, me apetece mucho que salgamos. Los dos. Solos.

Jungkook resistió el impulso de saltar sobre él y estrechar al nervioso chico entre sus brazos,
para comérselo a besos. En cambio, avanzó hasta quedar hombro con hombro, cada uno
mirando a una dirección opuesta.

-Por supuesto, Tae~

El azabache se alejó de él, eufórico.

Taehyung se agarró al hombro de Jimin, que pasaba cerca de él en aquel momento. Jimin lo
miró desconcertado, viendo cómo se derretía.
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looveever©, 2O18
Capítulo O7

La idea había sido de Yoongi. La propuesta de cita.

Namjoon se había quejado del dolor de cabeza hacía unos días. Cuando Yoongi fue a llevarle
una aspirina, se quedaron hablando. Hablaron de libretas y garabatos.

No se había imaginado que Namjoon estuviera tan preocupado por Jungkook, al punto de
padecer jaqueca por ello -o a esa conclusión llegaron-. Él también estaba preocupado, se
había dado cuenta de que los mánagers le tenían un ojo encima a Jeon todo el día. Y le
molestaba.

Le molestaba porque Jungkook era como su hermano pequeño. Y le molestaba porque ese
renacuajo no tenía fuerzas, por la razón que fuera, para hablarlo con ellos, sus hyungs. ¿Creía
el equipo de BigHit que sí podrían solucionar lo de Jungkook con cuatro palabras?

Ni siquiera sabían que lo de Jungkook no era solo «ánimo decaído». No, eran jodidos llantos
desgarradores noche tras noche en su cuarto y ellos aún ni sabían la razón.

Tenían derecho a saberlo antes que los mandamás de la empresa. ¿Qué pretendían?

Entre el malestar que le provocaba ver al staff tan pendiente de Jungkook y descubrir a su
líder con claras marcas de preocupación, empezó a pensar en algo. No podría dar solución,
aunque quisiera, a las penas del menor. Pero podía hacer otra cosa.

Aunque no le involucrara a él directamente.


En aquellos días, pensar en Jungkook derivaba en pensar en el menor de los Kim también.
Estuvo dándole vueltas, y cuando vio el momento indicado, lo habló con Taehyung.

Y ese preciso momento fue justo después de la reunión con los mánagers a la que Namjoon
tenía que asistir antes de la entrevista en Japón. Cuando terminaron, su donsaeng salió antes,
dejando a los mayores con los últimos restos de la conversación. Decidió salir con él.

-¡Taehyung! ¡Espera!

El peligris se detuvo, se apoyó en la fachada del edificio nada más salir a la calle y esperó allí
a su hyung.

-Yoongi-hyung, ¿qué pasa?

-Quiero hablar contigo -empezó a rebuscar en los bolsillos de sus pantalones-. Pero antes de
nada, ¿cómo estás?

La pregunta le pilló desprevenido. Taehyung ladeo la cabeza, observándole. Yoongi había


sacado un mechero y un paquete de tabaco de sus pantalones. Vio cómo encendía un cigarro
que esperaba en sus labios.

-Como te vean te van a matar -bromeó el menor.

-Estamos detrás de un edificio de una empresa de radio aburrida a la que solo se acercan
personas aburridas. Nadie nos va a ver aquí.

Yoongi tomó una calada del cigarro y destensó sus músculos.


-Te prometo que llevaba mucho tiempo sin fumar -se excusó-. Pero estos días estoy, estamos,
muy estresados. Necesito desconectar un poco.

El humo escapaba de sus labios y su nariz, un hilo gris que se disolvía en el aire. Taehyung
dio un paso hacia el lado contrario. Yoongi sonrió ante el gesto.

-Bueno, ¿qué tal?

-Eh, bien. Cansado, pero—

-Sí, sí -el cigarrillo bailó en sus dedos-. Ahora, ¿qué tal?

-¿Preguntas por Jungkook?

-No, muchacho. Te estoy preguntando a ti. Sé que en estos días te estamos atosigando con
Jungkook. Nos preocupa, lo sabes. Pero sé que no es el único que está mal.

Taehyung se balanceó contra sus manos, que se impulsaban apoyándose en la pared a su


espalda. Yoongi volvió a darle otra calada. Continuó hablando:

-Me gustaría pensar que no es nada grave, hace poco estuve hablando con Namjoon y… -pero
antes de seguir, se calló. El mayor sacudió la cabeza, como apartando alguna idea de su
mente.

Taehyung solo observaba, con la boca en línea recta, no sabía cómo seguir dialogando. Luego
miró sus pies, a la espera de que Yoongi siguiese hablando.

Y siguió.
-¿Estáis bien?

Alzó la cabeza. Su hyung masajeaba su sien mientras sostenía el cigarro entre los dedos de la
otra mano. Su voz había sonado ronca, sopesada.

-¿Qué?

-Tú y Jungkook -repitió, bajando la mirada. Otra calada-. ¿Estáis bien?

Taehyung frunció el ceño. Dejó de balancearse en la pared; le sostuvo la mirada a su mayor.


Se sentía perdido en aquella conversación.

Ambos suspiraron a la vez. Taehyung notó un sabor ácido en su boca.

-¿Cuánto hace que no salís juntos , que hacéis vida de pareja?

-Mucho -dijo tras pensarlo algunos segundos-. Mucho.

Las cenizas caían a suelo, casi había consumido el cigarro. Yoongi lo sacudió con algunos
toques.

-Hoy es la entrevista. Terminaremos pronto y nos iremos de aquí -Suga señaló el edificio a
sus espaladas-. Si al final nos quedamos en Japón hasta que Hoseok hable con el patrocinador,
tendremos tiempo para nosotros. Esta noche no tenemos nada en la agenda, Taehyung.

El mencionado recibió un golpe suave en el hombro, un golpe confidente. Yoongi le respondió


con sus ojos felinos y el cigarro en sus labios.

-Lleva a tu chico a cenar.


Había sido una grandísima idea.

Intentó que no fuera demasiado formal, aunque no lo consiguió del todo; era más de su estilo.

Taehyung había decidido seguir el consejo de Yoongi. Tras proponerle a Jungkook salir
aquella noche, se habían arreglado un poco en la habitación y habían ido a un restaurante
recomendado por una guía turística. Cuando avisaron a los mánagers de su salida, solo les
pidieron que usaran las máscaras y que intentaran pasar lo más desapercibidos posible.

No iban a poner pegas, estaban siendo bastante tolerantes, podrían haberles negado la salida.
Y no lo hicieron.

Eso sí, que cuidaran sus gestos. Bueno, llevaban haciéndolo muchos años.

-¿Vino? ¿Champange? -un camarero se acercó a servirles.

Ambos intercambiaron miradas y se sonrieron. Era una noche de los dos. Sin cámaras, sin
guiones. Un poco de alcohol para variar no haría daño.

Cuando sus copas estuvieron llenas, brindaron. Al primer sorbo ambos pusieron una mueca
en la cara.

-Ah -Tae sintió el sabor dulce en la lengua y amargo cuando tragó. Algunas burbujas en su
boca-. Ahora recuerdo por qué no acostumbramos a beber.

Jungkook ahogó una risa.


-Me estoy acordando de cuando te emborrachaste hace dos años -los ojos del azabache
brillaban.

-¡Hey, la única vez en mi vida! ¡O la segunda…! -no evitó acompañarle en risas.

Las carcajadas se apagaron y conectaron sus miradas. Los ojos de Jungkook brillaban, como
las estrellas. Era el brillo mágico de sus luceros negros, el que atrapaba a Taehyung. Ese que
no escondía lágrimas ni penas, era una ilusión pura.

Jungkook tenía una belleza desorbitante. Todos coincidían en que era guapo. Pero para él era
algo más, un detalle que nunca destacarían los otros. Por mucho que sus hyungs halagaran
la belleza de Jungkook, el adjetivo de atractivo se lo daba solo Taehyung.

Jungkook tenía unas facciones peligrosas, acostumbraba a decir el menor de los Kim. Claro,
los demás no entendían a qué se refería.

Pero Taehyung solo negaba con una sonrisa boba en la cara. La mirada de Jungkook -sobre
todo en la cama— le intimidaba de la mejor forma posible. Tan pasional, tan exultante, tan
suyo. Sí, esos ojos con mirada de deseo eran suyos.

El camarero volvió a acercarse para preguntar por lo que comerían.

Con un japonés bastante pobre, pero estable, consiguieron pedir, diciendo las palabras que
al otro no le salían. Terminaron pidiendo platos bastante ligeros. Sus estómagos estaban
cerrados.

El mesero se retiró.
-Y, bueno, ¿por qué tan repentina esta salida? -Jungkook llevó la copa a sus labios. Los gestos
de su muñeca fueron exagerados, moviendo con gracia su mano, acariciando el cristal de la
copa.

El fino cristal en contacto con la piel tierna. Taehyung se relamió los labios.

-¿Y por qué no? -el mayor alzó levemente la barbilla.

Una sonrisa suficiente cruzó el rostro del menor. Un codo en la mesa y la cabeza reposada en
la mano. Los dientes del maknae apresaron su labio inferior, manteniendo una mirada
intensa con el peligris. Jungkook estaba jugando. Taehyung estaba cayendo.

-Creo que necesitábamos distracción.

Sus ojos se conectaron. Algunas nubes opacaron las estrellas.

-¿Quién la necesitaba? ¿Tú o yo?

-Ambos.

Entonces lo dedos de Taehyung acariciaron el mantel blanco. La mano de Jungkook, que


apretaba la base de la copa, bajó las yemas de sus dedos por el cuerpo de cristal. Sus dedos
se estiraron un poco. Un instante, un segundo. Lo que duró el toque en la puntas de sus dedos.

El menor apartó la mano en un ágil movimiento, que disimuló el efímero instante que habían
tenido.

-N-no… Ya sabes -acarició su nunca, pero le mantuvo la mirada.


Taehyung solo asintió, una pequeña sonrisa.

La cena no se hizo esperar. Tomaron la comida con tranquilidad. Sin el rumor de los horarios
rondando sus pensamientos. Por la cabeza de Taehyung pasó la idea de lo bonito que sería
perderse en la noche.

El restaurante no tenía muchos comensales. Un par de parejas, como ellos. Familias también,
grupos de amigos. Nadie parecía fijarse en Jeon Jungkook y Kim Taehyung.

Decidieron no usar nada de maquillaje. Ropa holgada por Jungkook, camiseta y corbata por
Tae. Nadie se molestó en reconocerles. Dos idols coreanos tan famosos no irían a cenar a un
restaurante japonés de un calle poco transitada.

Verse tan desapercibidos en Japón, siendo ellos, sin otra compañía que no fueran sus miradas
fugaces y delicados gestos. Sí, les habían avisado de evitar justo aquello. Que tuvieran las
manos quitas, que se trataran indiferentes, que se desenvolviesen bajo unos gestos falsos.

Pero quiénes iban a juzgarlos, si solo eran dos chicos que habían perdido el noviazgo de la
adolescencia. Nadie iba a impedirles que aquella noche fuera para ellos. Por una vez en tanto
tiempo.

Terminaron de cenar con algunos guiños. El fuego del alcohol les subió al cuello. El aire del
restaurante estaba denso y pesado.

Pagaron la cuenta y se marcharon antes de lo previsto. Taehyung había tenido la idea de que
la salida fuese más larga. Pero tampoco hubo necesidad. Terminaron hablando de temas
triviales. Temas que cubrían emociones más importantes y que no se habían percatado de lo
apartadas que estaban, de lo lejos que las mandaron.

Decidieron no pasear por la calle. El aire fresco les golpeó en la cara nada más salir del
restaurante. No iban a correr el riesgo de que alguien les reconociera.
Se suponía que ellos estaban en el hotel, nadie debía saberlo excepto la empresa.

Vinieron a recogerlos a los diez minutos de que llamasen al chófer. Sin palabras, subieron al
vehículo. Las manos tomadas, enterradas entre los abrigos, al lado de los cinturones.

¿Por qué el silencio no era callado sino revelador? ¿Por qué sus manos entrelazadas
arrancaban su piel?

Una vez más conectaron sus ojos. Fuego.

Seguían ardiendo.

La piel de ambos rozando a través de la tela. Dolía, quemaba.

Jungkook tenía una tormenta en su cabeza. Las manos de Taehyung aferradas a su cadera,
con tal fuerza que seguramente por la mañana tendría pinceladas color carmín.

Sus labios, creando una fricción irritante, un sabor agrio. Más mordidas en su labio inferior.

Nada más pasar por la puerta de la habitación cayeron los abrigos, las bolsas y un supuesto
autocontrol que habían arrastrado durante algunas semanas.

Habían establecido entre ellos una fina capa de cristal desde que el menor había empezado
a manifestar síntomas de su depresión. Limitaron sus acercamientos a mimos, caricias en los
labios y palabras de confort.
Pero esta noche el cristal se había hecho añicos, pequeños trozos que les habían desgarrado
desde la garganta. Taehyung se estaba cortando y Jungkook no quería hacerle daño.

Un giro, intercambiaron posiciones. Taehyung contra la pared y Jungkook con los brazos a
los lados de su cabeza, devorando su boca con chasquidos húmedos, tan lascivamente que la
saliva escurría fuera de sus bocas. Sintió una punzada en su entrepierna.

No. No.

Un tirón a su camiseta.

-Te echaba de menos -la sonrisa de Taehyung al murmurar aquello le quebró.

¿Cuán hondos se habían hundido los cristales?

-Estamos juntos siempre -Jungkook rozó superficialmente sus labios, enfrentando sus
respiraciones temblorosas y sus ojos brillantes. Taehyung jadeaba pegado a él. Dios, estaba
sintiendo las manos de Taehyung agarrando su culo, atrayéndolo hacia él para empezar a
frotarse.

-Ya -se acercaron más, al punto de que cuando volvió a hablar sus labios se encontraron-.
Sabes que no.

Jungkook besó debajo de su oreja, repitiendo la acción varias veces. Sus besos dulces eran un
antítesis con el ansia abrasador que le había poseído hacía un momento. Sus dedos
enredándose en su cabello, sus labios bajando hacia su mandíbula. Se lo comería allí mismo,
derretido contra su boca. Pero las personas como él, como Jungkook, tenían demasiados
miedos en la cabeza. Aquello hizo que detuviera su deseo y recargase su frente en la del
mayor.

-T-tae, yo… -deslizó sus manos por su espalda, las detuvo en su cintura.
Jungkook mordió el interior de su mejilla. Sus ojos cerrados con fuerza. El fuego seguía ahí.

-Shh, ¿quieres arriba hoy? Quiero que me hagas el amor muy lento, Jeon -Taehyung besó la
comisura de sus labios.

La tormenta en la cabeza de Jungkook torturó hasta el más recóndito de sus pensamientos.


Un diluvio aplacando todo hambre que había tenido hasta el momento.

-No… no me hagas esto, TaeTae -pidió, hundiéndose en su cuello para aspirar su aroma. A
quién quería engañar, se retorcería en agonía por retener lo que no podía ser retenido por
más tiempo-. No te derritas en mis brazos. No me hagas débil.

Los besos de Taehyung se detuvieron. Se separó para mirarle.

-¿Qué estás hablando, Jungkook? ¿Qué te pasa? -la mirada del mayor se endureció, su ceño
fruncido.

El azabache negó con su cabeza. Interpuso espacio y preguntas entre ellos. En su pecho el
corazón latía con fuerza.

-No… no quiero, Taehyung. Hoy no.

No hubo respuesta. Despegó sus manos del mayor, dejando que cayeran inertes a sus
costados. Taehyung exhaló el aire de sus pulmones. Se arriesgaron a mirarse a la cara.
Jungkook tuvo que bajar la mirada, no podía mirar sus ojos, no podía ver que su novio estaba
desangrándose por culpa de los cristales rotos.

-¿Hoy? -cuestionó Taehyung, con una sonrisa cínica, la voz entrecortada-. ¿Y cuándo sí?
¿Ayer? ¿La semana pasada? ¿Qué diablos te pasa? Cada vez que me intento acercar a ti te
alejas, me apartas como si yo no tuviera algo que decir.
A Jungkook le zumbaban los oídos. Se estaba volviendo a romper, no podía con aquello. Se
sentía la peor pareja del mundo.

Tal vez sus pensamientos nunca estuvieron tan lejos de la realidad, tal vez algo entre ellos sí
estuviese empezando a quebrarse.

-No eres el… el único que lo está pasando mal -palabras rotas, ardiendo.

Cuando alzó la vista se encontró con unos ojos rojos, una mirada acusadora, un chico
devastado.

-Cariño… -Jungkook se acercó a él.

Envolvió al peligris entre sus brazos. No le devolvió el gesto.

-Te quiero y te voy a querer mi vida entera, Jungkook -el nombrado besó las lágrimas que
bajaban por sus mejillas-. Pero necesitas parar con esto. Estoy harto de que no hablemos.

-También te querré siempre, Taehyung. Pero entiéndeme. No puedo, no puedo. Yo solo


solucionaré esto. No es necesario—

-¡Deja de decidir tú solo lo que es necesario o lo que no! ¡Somos compañeros, Jungkook!
¡Somos novios y se supone que nuestra relación se basa en la confianza! ¿Por qué no confías
en mí para ayudarte?

El corazón de ambos dio un vuelco. Las paredes de la habitación se acercaban, era asfixiante.

-¡Porque puedo yo solo! ¡He podido solo hasta ahora!


Un portazo.

-¡No, Jungkook, no has podido! ¡Y por eso no te puedo entender!

Pasos. Jungkook sintió sus mandíbula tensarse.

-Cállate.

Alguien pegó en su puerta.

Se debatieron en miradas unos segundos. Afiladas, juiciosas, peligrosas.

Los golpes se repitieron.

Jungkook chasqueó la lengua y se dirigió a la entrada de la habitación.

Tenía la sudadera descolocada, la cara roja del enfado, sudor en su frente.Taehyung tenía
casi todos los botones de la camiseta desabrochados. Aun así, abrió la puerta.

-¿Se puede saber por qué se escuchan voces por todo el pasillo?

Hoseok pisó dentro de la habitación, procurando no levantar la voz. Cerró la puerta


sigilosamente.

Esperando una respuesta por parte de alguien, Jungkook se quedó a su lado y Taehyung
frente a ellos.
El ahora mayor revisó la habitación por encima. Las colchas de las camas estaban intactas.
Había ropa tirada por el suelo y sus dos dongsaengs tenían los labios hinchados, enrojecidos.
Incluso notó los ojos irritados de Taehyung.

Hoseok no supo si eso era algo por lo que respirar aliviado. Algo le hizo ponerse alerta.

-¿Todo bien? -su voz se apaciguó. Se dio cuenta por los rostros de los menores que
definitivamente algo no iba bien. Quizá un regaño era lo que menos necesitaban.

La pareja intercambió miradas. A Hoseok se le pusieron los pelos de punta.

-Todo bien, hyung. Bajaremos la voz. Ya nos íbamos a dormir -Jungkook no apartó sus ojos
de Taehyung en ningún momento.

-Lo sentimos, hyung.

Hoseok abrió su boca pero se vio incapacitado para decir nada más. En aquella habitación
sobraban muchas palabras. Y puede que él también.

-Procurad dormir. Eh, buenas noches -titubeó.

Salió de allí rápidamente. Cuando regresó a su propia estancia, se quedó mirando a la nada.

Taehyung y Jungkook no volvieron a hablar. Se pusieron el pijama y durmieron usando por


primera vez las dos camas de la habitación.

Seguían ardiendo.

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looveever©, 2O18
Capítulo O8

Cállate.

Jungkook se despertó sobresaltado. Había dejado de respirar mientras dormía y sus ojos se
abrieron de golpe, sentándose mientras inspiraba, obligándose a calmar su propio cuerpo.

Con ambas palmas apoyando su peso en el colchón, dirigió su mirada a la cama contigua. Solo
vio la espalda de Taehyung. Su respiración sonaba pesada.

Salió de la cama. El frío recorrió desde sus pies descalzos hasta sus hombros, sufriendo un
escalofrío. Siseó ante el cambio de temperatura.

Le molestó haberse despertado. Eran las 3:58 a.m. Él debería estar en sus sueños, dejándose
arrastrar por realidades ambiguas, distrayéndose de la pesadilla que vivía en la consciencia.

Con pasos vagos, se alejó de su cama, pasó por delante de la de Taehyung. Abrió la cristalera
que daba paso a la terraza y salió, cerrando con sumo cuidado.

-Ah, qué frío -se encogió en el sitio a la par que la brisa nocturna le golpeaba.

Apenas vestía una camiseta de manga corta y unas bermudas. Además, aún retenía algo del
calor de las mantas. Pero sabía que incluso volviendo a la cama sentiría hielo en las venas.
Cuando miró a Taehyung hace algunos segundos, debatió consigo mismo si hacerse un hueco
en su cama y acurrucarse con él o seguir enfadado.

Sus ojos cerrados recibían el suave viento, su cabello rebelde se mecía con él. Se apoyó en el
murillo del balcón, asomándose a la ciudad. Llena de luces, de gente yendo y viniendo, de
aromas y música.

Cruzó sus brazos sobre el poyete. Exhaló.

La discusión de las horas antes le volvía a la cabeza como una serie de episodios
desordenados. Los gritos se mezclaban con los besos. Las palabras retumbaban en su cabeza.

Cállate.

Llevó una mano a su frente. Apretó los párpados y se mordió el labio.

-Soy tonto.

La sonrisa de Taehyung, en sus recuerdos, se convirtió en una mueca de desprecio, decepción


en sus ojos. Tembló, y no supo decir si por el frío o por el recuerdo de los cristales rotos.

Cuando Taehyung le pidió que le hiciera el amor lento, su corazón se detuvo. Se lo había dicho
con estrellas en los ojos, con adoración, con un cariño desorbitante, tal como era el amor
entre ellos.

Pero él no podía. No podía darle lo que Taehyung quería. Se merecía un amor sin dudas, sin
excusas, sin obligaciones ni agridulces.

Se merecía tanto y él no podía darle nada. Una vida plena que él, egoísta, le estaba
arrancando. Una tranquilidad que se perdió en el instante en el que se empezaron a amar.
Un dilema que Jungkook aún no había podido solucionar.

Una lágrima caliente resbaló por su mejilla, enfriándose en cuanto el aire la tocó. Se la quitó
con la mano.

¿Era posible quererle tanto que doliese? ¿Que se le parase el corazón al pensar en él?

Sonrió al recordar la última vez que intimó con el mayor.

Un amor desbordante, tan justo.Tan mal visto.

-I see swimming pools and living rooms and aeroplanes. I see a little house on the hill and… c-
children’s names…

Las luces de la ciudad temblaron con su voz, volviéndose borrosas.

-Only fools fall for you… Only fools…

Con un suave rumor detrás de la oreja, Taehyung abrió los ojos, lento. El sol se reflejaba en
la madera del suelo.

Extendió sus brazos en la cama, luego volvió a encogerse. Había dormido usando la mitad de
la cama. El otro lado estaba frío. Vacío.

Rodó sobre sí mismo, con el corazón en un puño, esperando ver el cuerpo de Jungkook
recostado en la otra cama. No estaba.
Se sentó en las colchas en el momento en el que unas voces y golpes se escucharon tras la
puerta.

¿Dónde estaba Jungkook?

-¡Taehyung!

Era la voz de Yoongi.

-¡Kim Taehyung! ¡Abre la puerta!

Taehyung se puso en pie, haciendo a un lado el aturdimiento mañanero apartó las sábanas
de su regazo. La cabeza aún le pesaba del sueño. Los golpes en la puerta eran insistentes.

Se apresuró a abrir, en pijama, ante el tercer grito de su hyung.

No tuvo tiempo de procesar. Nada más girar el pomo, el cuerpo de Jimin, Yoongi y Hoseok se
abalanzaron sobre él, entrando en la habitación.

-¿Qué…? -Taehyung no terminó la pregunta.

Jungkook también estaba allí. Percibió que estaba despierto desde hacía rato, aseado y
vestido. Su mirada esquivándole, de brazos cruzados. Miraba a algún punto en el suelo. Entró
en la habitación pasando de largo, ignorándole.

Su boca torcida, las manos aferradas a sus costados, el temblor en su respiración. Jungkook
no estaba bien.

-¿Qué ocurre?
Taehyung lo intentó, pero su vista no dejaba de observar a Jungkook. Esperó alguna
respuesta de los otros.

-Los mánagers nos quieren reunir ya, no hay tiempo para desayunar. Bang Sihyuk ha llamado
a Namjoon. Vístete. Ya.

La voz de Yoongi sonó agresiva -y estuvo seguro de que no fue su intención-. Los demás
observaban la escena retraídos. Hoseok puso una mano en el hombro de Jungkook y acarició
la zona con el pulgar.

-Date prisa, Tae. Te esperamos fuera.

Jimin le sonrió. Pero no, él también tenía algo en su rostro que no encajaba. Taehyung
escudriñó a todos con la vista, se veían alterados.

Cuando sus tres mayores salieron de la habitación, pensó que podría cortar el ambiente con
un cuchillo. Parpadeó repetidas veces, aún somnoliento y desubicado.

La puerta se cerró.

Alzó la vista, se encontró con la mirada pensativa de Jungkook. Seguía mirando a algún punto
imaginario, sin enfrentarse a sus ojos. Sus hombros tensos, su pecho moviéndose
irregularmente. Un reflejo de ira asomando en su rostro.

Taehyung recordó.

Seguía molesto, enfadado incluso.Y por su postura, ninguno tenía intención de arreglarlo por
el momento. No le dio importancia a los intentos fallidos de Jungkook por decir algo.

-Vístete.
Jungkook casi corrió fuera de la habitación tras espetarle la orden.

Y aunque Taehyung exhaló cabreado, se inquietó. Empezó a quitarse el pijama, algo le decía
que no debía hacer esperar a sus hyungs. Sus dedos tironearon de las prendas, torpe.

Estaba seguro de que los demás habrían notado el enfado de Jungkook. Pero seguramente
nadie notó que estaba perturbado y al límite de romperse.

Nadie excepto él.

Voces. Murmullos. Palabras sueltas.

Es imposible.

¿Cómo ha podido pasar?

Taehyung, vestido con ropa informal y un nudo en su garganta, caminaba a paso rápido junto
a los demás. Los siete chicos de Bangtan acompañados de un par de guardias -como
siempre— y algunos agentes y mánagers.

Procuraba hacer oídos sordos a su alrededor. Era más que evidente que algo pasaba; las
posturas rectas y tensas no ocultaban nada. Pero se sentía incapacitado de preguntar. Y por
alguna razón, sabía que aunque lo hiciera nadie respondería.

Estaba exasperado. Sentía que podría gritarle al primero que se le cruzase y aquel
pensamiento le sobresaltó. Él nunca era así. Él se consideraba alguien pacífico, siempre
encontraba el modo de mediar con las palabras. Se enorgullecía cuando sus compañeros
hablaban de él como una persona inalterable.

Pero la falta de cercanía e indiferencia con la que le estaban tratando sus hyungs, los ojos
perdidos en el enfado y la tristeza de Jeon y los rumores de las personas de la empresa que
le acompañaban le tenían al borde de un ataque de nervios.

Qué rayos. Sí, sentía que podría salir algo de él de lo que probablemente luego se arrepentiría.

Llegaron, tras caminar por un laberinto de pasillos, a la sala de reuniones de la sede. Cuando
terminó de vestirse aquella mañana le llevaron casi a rastras a la furgoneta. Allí ya estaban
Namjoon y Jin. Pusieron rumbo a BigHit Entertainment Japan, donde se encontraba en ese
momento.

Esperó un explicación, algo coherente por parte de los demás. Pero solo recibió silencio y el
ruido de la carretera.

En la sala solo entraron ellos y los demás empleados. El CEO japonés y portavoz de Bang
Sihyuk estaba dentro, esperando. La sala era lo suficientemente grande para albergar a ellos
siete y las otras seis personas.

-Tomen asiento.

Retiraron las silla de la mesa circular. Se trataba de una habitación de paredes y techo blanco,
casi una nave. Había una pantalla al fondo, detrás del CEO.

Ya sentados, Taehyung se dio cuenta de que el que Jungkook y él estuviesen separados por
cinco asientos no había sido ninguna coincidencia. Tragó saliva.

-Imagino que no tengo mucho que explicar -empezó a hablar el portavoz-. La noticia está en
televisión desde primera hora de la mañana.
Y fue entonces, cuando Taehyung percibió el ruido de las agujas del reloj, las respiraciones
pesadas de todas las personas de la habitación, sus manos sudando en los reposabrazos. Un
músculo se tensó en su mandíbula.

-¿Qué noticia? -diablos, fue el único que preguntó.

Miró a todos desconcertados. Su pelo cosquilleando en sus cejas ni siquiera le distrajo. Con
las prisas no se había puesto ninguna banda en la cabeza y ahora su pelo caía en sus ojos. Era
molesto, pero ni de lejos su mayor preocupación en aquel instante.

Esperó que otros ojos le miraran igual de desorientados que los suyos, quería empatizar con
alguien en su misma situación. Pero solo se sintió como el centro de atención, algunos
mirándole con ojos lastimosos, con bocas torcidas. Sus propios compañeros ni siquiera le
miraban. ¿Acaso era él el único que no sabía qué estaba pasando?

-¿Qué noticia? -la voz del CEO retumbó, seria.

Se sentía como un maldito niño pequeño que no entendía que 2+2 eran 4. Sus nervios se
crisparon. Estaba empezando a odiar aquella situación.

-Hablamos de esto.

Alguien lanzó un objeto a la mesa, que se deslizó por la superficie hasta quedar frente a él.
Taehyung no tardó en reconocer que el objeto era una revista.

Sus labios se separaron, su manzana de Adán se movió. Atrajo la revista hacia sí, con la atenta
mirada de todos puesta en él. Sus manos empapadas. Una voz en su cabeza susurraba algo
que llevaba intentando ignorar desde que le despertaron tan abruptamente aquella mañana.
Pero la voz empezaba a hablar más y más alto.
No fue consciente de que había aguantado la respiración hasta que tuvo la portada de la
revista ante sus ojos. Fue cuando gritó, casi revoleando la revista de no ser porque la tenía
firmemente apretada entre sus dedos.

-¡MIERDA! -su voz sonó aguda— ¡¿Por qué nadie me ha dicho nada?!

Sus ojos mirando hacia todos sitios y a la vez hacia ninguno. Se había puesto en pie con tanto
ímpetu que la silla terminó tirada en el suelo. Sintió su presión arterial descontrolarse.

Los rostros de los empleados se escondieron entre sus hombros. Sus compañeros, sus
amigos, le miraban con la tez pálida. Sus ojos abiertos de par en par. Nadie, nadie había visto
nunca a Kim Taehyung tan fuera de sí.

-Tae, siéntate y—

-¡Lo sabíais! ¡Desde esta mañana todos lo sabíais! ¡Y no me habéis dicho nada!

La revista cedía ante la fuerza que ejercía Taehyung en ella. Se obligó a tranquilizarse.
Gritando no iba a conseguir nada. Tomo todo el aire que pudo.

Volvió a leer la noticia principal de la portada.

¡¿TAEKOOK?! ¿Se confirma una pareja homosexual dentro de BTS?

A la noticia le acompañaba una foto del restaurante en el que cenaron la noche anterior. El
problema es que era la revista Nylon, la revista de cotilleos más famosa de Japón. Esa que él
mismo había ojeado alguna vez y en la que ahora Jungkook y él aparecían en portada, junto
a un corazón con la bandera del Orgullo Gay. Sí, perfecto. Nadie sacaría conclusiones
precipitadas.
-La noticia habla de vuestra salida de anoche, catalogándola como una cita de pareja. Que
tuvisteis una velada romántica. Además, se ha difundido y está siendo reproducido en
demasía el vídeo de la entrevista en directo que tuvisteis el lunes. Tus manos están encima
de Jungkook todo el tiempo. Junto a la reciente noticia la prensa ha empezado a atar cabos,
incluso conectando cosas que no tienen nada que ver. A partir de ahí la televisión y demás
medios han empezado a interpretar la noticia exageradamente. Taehyung, estáis siendo
etiquetados como homosexuales a carácter público.

Taehyung se dejó caer en la silla que alguien se había molestado en colocar bien, rendido.
Lanzó la revista contra la mesa. Enterró la cara entre sus manos. Las personas a su alrededor
no abrían la boca, nadie podía sacar sus ojos del muchacho peligris.

El CEO volvió a hablar.

-Bang Sihyuk ha llamado. Tenemos que tomar medidas, por ahora—

-¿No decís nada? -Taehyung le interrumpió, presumiblemente se había olvidado del resto de
personas de la sala-. ¿Ninguno de vosotros?

Se dirigía a sus compañeros. Con una voz más suplicante que acusadora.

-¿Qué querías que te dijéramos? -bufó Yoongi-. Buenos días, Taehyung. Acaban de descubrir
que eres gay, ¿quieres las tostadas con mermelada o con miel?

-No queríamos preocuparte. Ni siquiera nosotros estábamos seguros de que fuera cierto. Lo
hemos confirmado justo ahora, contigo. Con vosotros -Jimin procuró hablarle con un tono
amable, mientras giraba su rostro también hacia Jungkook.

-Ya.

La voz de Namjoon puso orden. Todos callaron.


-¿Y tú? ¿No piensas decir nada tampoco?

Jungkook le atravesó con la mirada ante ese tono de voz tan áspero. Su postura inexorable,
sus rostro petrificado.

Taehyung se echó el pelo hacia atrás. Joder, tuvo que olvidarse de la banda. Sus pies no
dejaban de moverse inquietos. Jungkook no iba a responder.

-Hemos coincidido en que lo mejor por el momento es que mantengáis un perfil bajo. Hay
que solucionar esto. La noticia aún no ha salido de Japón. Tendremos que emitir un
comunicado explicando que ha sido un malentendido. Ya concretaremos los detalles más
adelante. Por ahora, será mejor que no os dejéis ver. Y menos juntos.

-¿Qué pasa con la reunión de Hoseok con los productores para el mixtape? -Jin preguntó,
inclinándose hacia delante en su silla.

-Se desarrollará como teníamos previsto. No debemos provocar más sospechas. El resto de
la agenda se mantendrá intacta.

Taehyung escuchaba, ido. Su cabeza no terminaba de enfocarse en ninguna idea. Aquella


situación suponía tantos, pero tantos inconvenientes que no podía abarcarlos por el
momento. Estaba bloqueado. Un sabor ácido subió por su garganta. Sentía náuseas.

Pero recordó dónde estaba. BigHit Entertainment. Respiró. Una mentira más, todo volvería a
su cauce.

En el presente e incómodo silencio de la sala, alguien llamó a la puerta. Un hombre irrumpió


en la sala jadeante.

No.
-La noticia ha llegado a Corea. Canal 5.

Se desató el caos. Todos los empleados en pie, la televisión fue encendida al momento, el
canal 5 surcoreano no tardó en aparecer. Los chicos se acercaron para ver. El sonido de la
televisión recién encendida colapsándose con las voces de las personas. Una estampida de
gente moviéndose de un lugar a otro.

Mandaron callar, la gente se obligó a estabilizarse.

¿Se estaba empezando a sentir culpable? ¿Por qué no soportaba ver la cara de los
trabajadores, de los mánagers? ¿Por qué todo daba vueltas?

-¿Jungkook? -la voz de Hoseok se hizo paso entre los murmullos.

Todos giraron el rostro hacia el menor.

Taehyung se puso de puntillas, demasiadas personas delante de él como para poder ver bien.

Y el mundo se le cayó encima.

No más náuseas, ni mareos.Jungkook.

Jungkook lloraba en silencio, con los brazos apoyados en la mesa y el rostro enterrado en las
palmas de sus manos. Su cuerpo temblaba por los hipidos.

La noticia estaba en la televisión coreana.

«… gay en BTS? Las acciones de BigHit Entertainment han bajado considerablemente. Otras
empresas han tenido una repercusión desfavorable…».
Sí, Corea siempre iba a pisotearlos si eran anormales. No era novedad, aunque le dolió.

Y aun así, eso fue lo que menos le importó. Ni su carrera ni su figura pública ni las
repercusiones ni su familia. No.

Se abrió paso ante las personas inmóviles de la sala, apartándolas si hacía falta. Atrapó a
Jungkook por los hombros.

-Hey, hey, hey. Mírame, mírame -Taehyung se agachó hasta ponerse a su altura.

La noticia en la televisión se escuchaba de fondo. Quiso gritar para que la apagaran.

Jungkook no dejaba de llorar en silencio.

Quitó las manos de su rostro y lo tomó entre las suyas, acunando sus mejillas. Tenía la cara
enrojecida y las lágrimas caían desesperadas hasta su barbilla.

-Shh -juntó sus frentes. Le daba igual todo en aquel momento. Todo lo que no fuera Jeon
Jungkook.

Las manos del menor se aferraron a sus muñecas, sus ojos se cerraban con fuerza. No
recordaba haberle visto llorar tan atormentado.

-Lo siento -Jungkook dijo como pudo entre sollozos-. Lo siento tanto.

Taehyung sintió algo quemarle por dentro, en el estómago.


-Tú no tienes nada por lo que disculparte, ¿me oyes? -su voz volvió a subir. Sus ojos
entrecerrados por el pánico.

-Oye, Taehyung… -la mano de Namjoon en su espalda. Hizo caso omiso.

La noticia había pasado a un segundo plano. Todos observaban cómo Taehyung intentaba
calmar al azabache.

Se sentía mal, muy mal. No quería a nadie mirándolos, no quería que nadie viese su propia
desesperación o a Jungkook roto en pedazos. No quería preguntas ni represiones ni regaños.
Tampoco quería su comprensión o palabras disfrazadas. Necesitaba que el mundo dejase de
girar hasta que Jungkook estuviese bien.

Cerró los ojos. Su frente resbalaba del sudor, pegada a la de Jungkook, que aún lloraba. Tenía
que hacer algo.

-Está bien -habló unos minutos después-, mantendremos un perfil bajo. Jungkook y yo nos
volvemos a Corea. Solos.

-¿Qué? -el resto de Bangtan preguntó aturdido.

-¿Cómo? -el representante de la empresa cuestionó igual de sorprendido.

«Necesito solucionar esto. Por Jungkook y por mí. Por nosotros».

No diría eso.

-No podemos seguir alojados en un hotel en el que se sospecha que estamos. Hemos sido
vistos por esta zona. Ahora mismo la prensa está como loca buscándonos. Bien, lo último que
pensarán es que estamos en Corea.
Taehyung había atraído hacia su pecho el cuerpo de Jeon, protectoramente. Estaba pendiente
de que su respiración volviese a un ritmo normal, acariciaba su cabello dulcemente, haciendo
contraste con sus ásperas palabras. Que le dieran a su orgullo y a su estúpido enfado.

-Os verán en el aeropuerto. Al iros y al llegar.

-No lo harán. Hemos hecho esto antes. Sabemos perfectamente que si es necesario, nadie
sabe dónde estamos.

Una de sus mano se deslizó hasta la cintura de Jungkook, la otra reposó en su cabeza,
presionándolo contra su él. Suyo, su niño, nadie tenía el derecho de hacerle daño.

Los empleados y el CEO hicieron algunos comentarios al respecto entre ellos, luego dieron
su consentimiento.

-Terminaremos de hablar esto para antes del almuerzo. Que vuelvan al hotel y que nadie los
vea.

El resto de empleados y mánagers salieron de la habitación, siguiendo a los chicos. Taehyung


y Jungkook caminaron a la par, aunque se vieron obligados a separarse.

Hasta llegar a la furgoneta, nadie habló. En el silencio, Taehyung estudió el rostro de sus
acompañantes. No era momento de ponerse a comprobar si había homófobos o no entre los
empleados. Solo eran personas cumpliendo su trabajo, y la expresión de sus rostros no
significaba nada. Solo esperaba que Jungkook no se detuviera a mirar los ojos chispeantes de
algunos.

Llegaron a la furgoneta.
Las horas de espera se hicieron larguísimas. No desayunaron y apenas probaron el almuerzo
que llevaron a sus habitaciones.

Taehyung y Jungkook llevaban todo el día encerrados. No habían intercambiado más


palabras de las necesarias. Cada uno se había quedado en su espacio, mayormente tirados en
la cama. Jungkook incluso apagó su teléfono móvil.

Se sentían flotando, como si nada de aquello fuera real. Vivían en un sueño. O mejor dicho
una pesadilla. Una pesadilla de la que debían despertar pronto.

Habían visto a algunos periodistas rondando cerca del hotel cuando pasaron con la
furgoneta. Por suerte, estaban tomando las medidas correctas para que nadie los viera.
Tomar la decisión de volver a Corea antes de tiempo fue acertado.

Taehyung se tiró del pelo, aún mordiéndose la lengua recordando su reacción al ver la
revista. Tenía el estómago revuelto por ello, no se esperaba responder así. Fue como si una
fuerza mayor le moviese. Hasta él se asustó. Era difícil de explicar por qué, pero… no se
arrepentía.

Sus ojos no le quitaron la vista a Jungkook durante ninguna hora. Sabía que lloraba a ratos,
en silencio. Pero no era momento de intentar hablar con él. Ambos necesitaban un tiempo a
solas con sus pensamientos. El momento de debilidad en la sala de reuniones de aquella
mañana no quitaba la tensión aún palpable entre ellos.

A las 6 p.m. sonó el teléfono.

-Vuestro vuelo es a las dos de la mañana. Os subirán los billetes en un momento. Los estilistas
os prepararán para que no os reconozcan. Tened listo el equipaje.
Se despidieron de los chicos brevemente, en la habitación de Seokjin. Algunas palabras de
aliento, la promesa de un reencuentro mejor. Ellos se quedarían hasta que Hobi tuviera la
reunión. Pero sabían que era necesario que sus menores volviesen antes.

-Cuidaos -Jimin los envolvió en un fuerte abrazo del que les costó separarse.

-Cualquier cosa nos llamáis -les recordó su líder.

-Podemos cuidarnos solos -Taehyung sonrió.

-Cuestionable. No hagáis locuras, volveremos el viernes -Yoongi también les abrazó, y a ese
abrazo se unieron todos.

Taehyung recordó la última vez que se abrazaron así. Fue la noche antes de volar a Japón,
después de la película, cuando Jungkook se puso a llorar sobre su hombro sin motivo
aparente.

¿Seguía recordándolo sin motivo aparente…?

Su cabeza empezaba a doler.

Se despidieron con un sabor amargo, había muchas cosas sin hablar entre los sietes. Todos
querían decirle a Taehyung que sentían no haberle avisado o explicado nada, pero habían
recibido órdenes y no era el momento ni en lugar para aclararlo.

Llegaron al aeropuerto cargando solo sus maletas. Mantuvieron una distancia extraña entre
ellos, con temor a acercarse.

Acercarse les había metido en un lío. Irónico.


Llevaban más capas de ropa de las que agradecerían, un maquillaje diferente, que procuraba
ocultar algunas de sus facciones más reveladoras.

Cruzaron la aduana sin problemas, un mánager y un guarda junto a ellos, pero


completamente ajenos. Como si no se conociesen. Como si ellos no fuesen idols.

Sentaba bien por un momento no sentirse reconocido.

Miró a Jungkook por encima de su abrigo. Tenía la mirada perdida de nuevo.

Embarcaron y en dos horas aterrizaron en Corea.

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looveever© 2O18
Capítulo O9

-Los vi pelear.

Eran las 3:34 a.m. No se habían ido a dormir. Jimin se abrazó a una almohada de la cama de
Jin y se acurrucó junto a este. Namjoon se sentó en una silla que había por allí, Yoongi
escuchaba desde la terraza.

-¿Pelear? ¿Cuando? -Jimin quiso saber, su voz sonando cansada.

-Anoche. Sabéis que su habitación estaba frente a la mía. Escuché voces.

-¿Voces? -Jin se enderezó sobre el colchón. Sintió el peso de la cabeza de Jimin sobre su
hombro-. ¿De ellos?

-No entendí nada, tampoco estaban gritando tan alto. Pero me acerqué, confiaba en que solo
fuera alguna de sus bromas, sabéis cómo son.

Hoseok sonrió antes de seguir.

-Pero cuando me abrieron la puerta y los vi, bueno, no supe qué pensar. Sus rostros estaban
rígidos y no se dejaron de mirar en ningún momento, incluso estando yo allí. Era muy tenso,
y sus miradas muy delatadoras.

Yoongi cerró la cristalera al entrar a la habitación. Arrastró una fragancia a humo tras él.
-¿No te dijeron nada? -Namjoon observó a Yoongi sentarse a la vez que hacía la pregunta.

-Ni me atreví a preguntar. Supe que yo no pegaba nada en aquella habitación en el momento
en el que entré. Pero me extrañó mucho, ellos habían estado bien desde que llegamos. Bueno,
ellos habían estado bien siempre.

-¿Seguro? -habló Yoongi, todas las miradas giraron hacia él-. Ya hemos hablado de esto antes,
su relación es ajena a nosotros. Y pensad esto, si Taehyung decía que no sabía nada del
problema de Jungkook es por algo.

-¿Crees que están pasando una mala racha? -quiso saber el actual menor.

-Ninguna pareja es perfecta, Jiminie. Ellos no son la excepción -Yoongi se rascó la nuca-. ¿De
verdad creéis que no es algo que lleven arrastrando desde hace tiempo?

-¿A qué te refieres?

-Creo que… hay un motivo detrás de todo esto. ¡Solo había que ver a Taehyung hoy! ¿Alguna
vez habéis visto a ese niño gritando?

Algunos reprimieron una sonrisa de añoranza.

-Estás diciendo que ambos están afectados, por algo -concluyó Namjoon.

-Por ese algo de Jungkook -aclaró Yoongi.

Namjoon y Yoongi compartieron una mirada cómplice.


-¿Habláis del problema de Jungkook? ¿Qué pasa? -Hoseok rompió el silencio, después de
esperar a que alguien esclareciese la duda.

-Antes de venir a Japón, pillé a Jungkook escribiendo en una libreta. Estaba escuchando
música, así que supuse que estaba escribiendo alguna canción o algo. Me dejó ver la libreta,
pero algo me dice que no se imaginó que vería lo que no tenía que ver.

Todos esperaron expectantes a que Namjoon terminase de narrar su relato.

-Jungkook había escrito y tachado la palabra gay.

Un grito ahogado se apoderó de la conversación.

-¿Cómo? Espera, ¿Jungkook? ¿Nuestro Jeon Jungkook? ¿El novio de nuestro Taehyungie?
Namjoon-hyung, ¿estás seguro?

-Completamente, Jimin.

-Pero, pero eso no significa nada.

-Al contrario, creo que hay mucho detrás de eso que nosotros no sabemos -continuó Yoongi.

Nadie replicó. Las respiraciones no se oían. El reloj ya marcaba cerca de las 4 a.m.

-Hablé con Taehyung ayer. Namjoon y yo coincidimos en proponerle que saliera a cenar con
Jungkook. Quizá solo necesitaban tiempo para ellos -Yoongi soltó una risa sarcástica-. Y mira
qué ha pasado.
-Hey, no. No ha sido vuestra culpa. Y estoy seguro de que tampoco de ellos. Vamos, son
nuestros compañeros. Se reprimen mucho en público, no hicieron nada revelador. Pero la
prensa es la prensa, y no todos están a nuestro favor.

Las palabras de Jin calmaron un poco el ambiente. Las respiraciones seguían si hacerse oír.

-Yoongi-hyung.

-¿Hm?

-¿Estabas fumando?

Yoongi se mordió el labio. Demasiados ojos puestos en él. Se obligó a sonreír, a duras penas.
Aunque luego dejó escapar un suspiro cansado.

-Sí, Jiminie. Estaba fumando. Sé que no debería hacerlo, pero estoy muy preocupado.

-Todos lo estamos -le corroboró el líder-. Solo espero que pase lo que pase con Jungkook y
Taehyung, puedan arreglarlo.

Yoongi asintió ante sus palabras.

-Son un equipo. Admiro cómo han afrontado otras situaciones. Estoy tranquilo porque son
ellos. Nosotros siempre tratamos de arreglar nuestras diferencias los siete juntos pero esta
vez creo que es algo que se escapa de nuestro alcance.

Fue un acto reflejo cómo todos agacharon las miradas a la vez. Sus ojos se habían empañado
tenuemente.
-Pero es muy injusto -Yoongi se limpió un ojo con su manga.

La noche era insoportablemente calurosa.

Cuando los dejaron en el complejo de apartamentos donde vivían, el mánager les avisó de
que era muy probable que recibieran una llamada en cuestión de horas.

-Son las cuatro de la mañana.

-Y las noticias vuelan, señor Kim.

Taehyung controló el impulso de apagar el móvil. Era el único medio por el que podrían
contactarles de momento, ya que sospechaba que Jungkook seguía teniendo el suyo apagado.

Cuando abrieron la puerta de la casa, la cerradura crujió bastante. Entraron y dejaron las
maletas en la entrada. Se permitieron un momento para tomar aire.

Estaban allí, casi en penumbras, con algo de la luz de la luna que entraba por el salón.

El silencio que les había acompañado todo el viaje fue remplazado por otro distinto. Distinto
porque ninguno se ahogaba en él.

Conectaron miradas en el mismo momento. A Taehyung se le aceleraron los latidos de su


corazón. Las facciones de Jungkook cándidamente iluminadas por la luz nocturna. Sus labios
firmes y sus ojos sinceros.
No había máscaras ni apariencias. Era Jungkook, el Jungkook que llevaba tiempo sin ver. Pero
todo estaba tan, tan destrozado.

-Ven -pidió en un arrullo.

Estiró los brazo hacia él, frunciendo los labios. Lo abrazó fuerte, con miedo a que se llegase
a deshacer en sus propios brazos, necesitaba su calor, su respiración, su calma. Necesitaba a
Jungkook protegido en sus brazos.

Jungkook no parecía reaccionar, su cuerpo inmóvil sujetado por Taehyung. Este suspiró, lo
tomó de la cintura y tiró de él hasta el salón, balanceando sus cuerpos aún pegados, con
parsimonia. Sus ojos conectados, augurando las palabras que deberían decirse pronto. Pero
no en aquel momento.

Jungkook reposó su cabeza en el hueco del cuello de Taehyung y cerró los ojos, aspirando su
colonia. Sus manos en los hombros del mayor. Su pecho reconfortándose del olor del hogar,
pero distante aún.

Había miedo, había inseguridades. Quizá lo había sabido desde hacía tiempo, pero no se
permitió pensar en ello. Sentía que era verdad eso que dicen, que si alguien que quieres es
débil te haces fuerte por él.

Taehyung seguía meciéndose. Bailaban lento, con la música en la cabeza, dejando que sus
cuerpos se hablasen entre ellos por el momento, con el calor inundándoles desde la punta de
los pies hasta las orejas.

Todo seguía destrozado, pero ellos bailaban.

-Estamos bailando en medio del salón a las cuatro de la mañana, Tae… deberíamos dormir.

-Déjame disfrutar un rato -suplicó, buscando sus ojos.


Necesitaba un momento de estabilidad, tenía que aclarar tantos pensamientos y aún no sabía
por dónde empezar. Pero uno de ellos comenzaba a ser más fuerte que los demás, tirando
desde su interior.

Jungkook no respondió, solo siguió moviendo sus pies al compás que marcaba Taehyung. Si
estuviera sonando alguna canción, sabía que sería una balada.

El azabache, fundido en su cuerpo, se removió. En su pecho volvía a salir a flote un


sentimiento que no quería tener. Jungkook era consciente -en parte— de que no se había
despertado. Pero iba a hacerlo en breve; el estado de shock cedería y junto a él, su cuerpo. Se
caería en la ansiedad, el desasosiego. Se rompería.

-Si tú… si tú hubieras sabido que iba a pasar esto, ¿habrías…?

Jungkook dejó la pregunta sin terminar, flotando. Se encontró perdido en los ojos marrones
de Taehyung, mirándose ensimismado. No había expresión en su rostro, solo le observaba.
Pero tenía su corazón muy cerca y pudo oír su bombeo acelerándose.

Unieron sus labios sin dudarlo más. Un beso con demasiados sentimientos, cargado de
amargura pero también de un amor poderoso. Fue un roce tortuoso.

Deslizaron sus bocas, la una sobre la otra, lento, deteniéndose para capturar sus texturas, sus
sensibles pieles en contacto. Jungkook deslizó sus manos al cuello de Taehyung y este lo
envolvió por la cintura.

-Te quiero -susurró Jungkook contra sus labios, dejando caer las primeras lágrimas-. Te amo.

Taehyung volvió a capturar su boca, succionando sus labios, ladeando la cabeza, dejándose
llevar por las caricias que tanto necesitaba. El menor no le veía, pero por el histerismo con el
que lo estaba besando, sabía que Taehyung también estaba rompiéndose.
-Si yo hubiera sabido que esto iba a pasar te hubiera aferrado a mí con más fuerza -la
respiración del mayor chocó contra sus labios, agitada; tuvo razón, sus ojos también estaban
aguados-. Te hubiera apegado a mí de forma que nadie nos pudiera separar. Te habría
seguido diciendo que no puedo vivir si no tengo tus besos.

Enredó sus dedos en las hebras negras de Jungkook. Juntó sus mejillas y se apoyó en él,
abrazándole con más fuerza. Taehyung hipó, Jungkook no retuvo más lágrimas.

-Porque nunca me voy a arrepentir de nada que haya hecho contigo. Si yo hubiera sabido que
esto iba a pasar te juro que no habría cambiado nada. Porque te amo, Jungkook, te amo, te
amo.

Volvieron a besarse, con un sabor salado escurriéndose entre sus labios. El chasquido
húmedo siendo testigo del lento beso.

-¿Qué vamos a hacer? -preguntó Jungkook, juntando sus frentes y dejando sus ojos cerrados.
Sus mejillas ardían, húmedas.

-Amarnos.

La voz del peligris, tan cálida, hizo que cualquier barrera que quedase dentro de Jungkook se
resquebrajase. Sus miradas estaban conectadas, sus ojos anegados, sus narices rojas, sus
labios irritados.

-¿Qué…? Pero, Taehyung, ¿qué estás hablando? El mundo piensa que -un beso— somos -otro
pico— gays.

-Shh -volvió a callarle con un beso, mientras se dejaban llevar por la tristeza-. ¿Qué mundo,
Jungkook? Yo solo te veo a ti.
Sus narices juntas. La sonrisa de Taehyung tan hogareña, rebosante de adoración, a pesar de
estar tan quebrado en el fondo. El menor sintió que una nube empañaba las voces de su
cabeza, se sintió menos agobiado de repente. Entrecerraron sus ojos, envolviéndose en un
mutuo abrazo de apoyo.

-Escúchame: nos vamos a olvidar por el tiempo que nos permitan, hasta que esto se arregle,
de todo lo que no seamos tú y yo.

Jungkook le miró con la boca casi abierta. Taehyung se secó las lágrimas y besó las de
Jungkook.

-Vamos a dormir.

Con el corazón ensordeciéndoles por los latidos y el dolor desgarrádoles el alma, se


dirigieron a las habitaciones. Las maletas fueron olvidadas en la entrada y la ropa cayó en el
suelo, a los pies de la cama de Taehyung. Solo en ropa interior se taparon con las sábanas.

-Quiero que sea una pesadilla. Pero es imposible que lo sea -murmulló el menor.

Taehyung abrazó al menor por la cintura y pegó su espalda a su pecho.

-Porque estás tú aquí.

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DIBUJO REALIZADO POR @Nazakki


looveever©, 2O18
Capítulo 1O

«El aire». Aire, aire, aire. No había aire. ¡Respira!

Jungkook se despertó sobresaltado, sentándose de golpe en la cama. Frotó sus manos, aún
recordando el dolor del sueño. Sentía hormigas en ellas, se le habrían dormido. Su
respiración temblaba, aunque su pecho bajaba a un ritmo normal. Sintió el frío en el torso
desnudo.

El reloj marcaba las 6:28 a.m. Y algo le decía que iba a ver el resto de las horas con sus propios
ojos. De repente un zumbido cruzó su cabeza, se llevó una mano a la cara. La revista, los
gritos, cállate, el avión. Estaba en Corea. Estaba en Corea.

Volvió a agitarse, se tiró de los pelos por no gritar. Su labio estaba siendo mordido con fuerza,
le dolía la mandíbula. El aire estaba empezando a faltar de nuevo, su piel ardía, sus oídos se
habían taponado. El aire, el aire. Abrió la boca para respirar, no le llegaba el aire a los
pulmones.

Un beso en su brazo, unos dedos dibujando su columna vertebral.

Aún con las hebras de su propio cabello enredadas en sus dedos, giró la cabeza hacia la otra
persona en la cama. Taehyung.

-Hey, ¿qué ocurre, mi amor?


Jungkook bajó las manos lentamente, dejándolas caer a sus lados, sintiendo las extremidades
pesadas. Aún respiraba por la boca.

-T-tae…

El mencionado puso su mano en la espalda del menor y se incorporó sobre su codo. Su


cabello estaba completamente desordenado. Sus ojos muy abiertos.

-¿Todo bien? ¿Te has despertado?

«Todo bien, todo está bien», se dijo Jungkook mentalmente. Aunque sabía que no era así.
Había algo en ver a Taehyung preocupado por él que le hacía sentir emoción. Estaba llegando
al punto en que se iba a caer, se iba a dar un golpe tan grande que no podría levantarse, la
ansiedad le estaba consumiendo a un paso inquietante. Despertarse tras el shock de lo vivido
recientemente le había afectado de sobremanera. Se iba a hundir hasta el fondo.

Suavemente, negó con la cabeza. Cerró los ojos ante el peso de sus propios pensamientos. La
mano en su espalda subió hasta su hombro.

-Había dejado de respirar -Jungkook apretó las sábanas en su puño.

Taehyung tardó en procesar la frase. Aún sentía a Morfeo tirando de él, pero hizo el esfuerzo
de estar sobrio.

-¿Apnea? Pensé que ya no te ocurría.

La otra mano del mayor viajó hasta su vientre. Jungkook se sintió cálido ante su tacto.

-Es por rachas -explicó el menor. Sus ojos escocían.


Poco a poco, aflojó el agarre en las colchas. Se estaba haciendo daño en los dedos por apretar
la tela. Inconscientemente volvió a tocar las palmas de sus manos.

Otro beso aterrizó en su hombro y algunas caricias se hicieron paso en su nuca.

-Duerme otra vez, ¿vale? Estoy aquí contigo -habló Taehyung con los labios en la piel del
maknae.

Jungkook negó con la cabeza.

-Sí, venga nene, duerme otra vez -la voz ronca del peligris sonó suplicante.

Jungkook volvió a negar; Taehyung suspiró. El menor se giró hacia el cuerpo también sentado
de su hyung y lo abrazó, dejando que sus pechos desnudos se tocasen.

-Estoy aquí.

Taehyung le dio un beso en la coronilla, empezó a acariciar sus brazos y su espalda con
delicadeza. El azabache dejó su rostro escondido en el cuello del mayor.

Las manos de su hyung le empezaron a tranquilizar. La pesadilla había sido olvidada, tuviera
el significado que tuviera. Solo quería pensar en las yemas de los dedos de Taehyung en su
piel, dibujando su amor.

Sentía una emoción tan cálida en el pecho que no pudo evitar volver a llorar.

Joder.

Otra vez llorando.Otra vez.

Y otra.Nunca iba a terminar su martirio.


-No estás bien…

Jungkook siguió llorando en silencio, acurrucándose más con el cuerpo del mayor. Las manos
de este recibieron sus lágrimas, subiendo hasta sus mejillas.

-Mi amor…

Taehyung alzó su rostro y frotó sus narices, una mueca de dolor cruzaba su cara. Era una
condena tener en sus brazos al niño de su vida y no poder consolarlo. Besó su mejilla con
fuerza. Los sollozos del menor se hicieron audibles.

-Te quiero tanto -dijo entre lágrimas Jungkook-. Te quiero tanto que podría morir feliz a tu
lado.

Taehyung también mantenía sus ojos cerrados con fuerza. Sostenía la cara del maknae para
poder seguir besando su mejilla. Necesitaba pegarlo a él, tranquilizarlo.

-Lo siento -su llanto aumentó-. Lo siento.

-No, no, ¿por qué ibas a sentirlo? Jungkook, dime que te pasa, por favor, me vas a volver loco.

Las lágrimas del azabache descendían también por el rostro de Taehyung.

-Esto acabará. Demandarán a la revista, borrarán cualquier foto. Los chicos volverán y nos
reiremos todos de esto, ¿sí? Todos…

La voz de Taehyung se convirtió poco a poco en susurros. No apartó la vista de Jungkook,


esperando una reacción. Necesitaba una reacción.
-No, no. Esto nunca acabará. Mientras seamos quienes somos, mientras hagamos lo que
hacemos, mientras vivamos donde vivimos. Mientras seamos homosexuales, Tae. Nunca
acabará.

-S-siempre estuvimos dispuestos a tomar ese riesgo, tú—

-¡Pero estoy harto! ¡Harto de vivir como si estuviese haciendo algo malo! ¡Todos nos juzgan!
¡No me dejan amarte!

Taehyung se paralizó. Jungkook transpiraba con fuerza, se había despegado de él. Su rostro
sudado, sus ojos brillantes, llenos de lágrimas y miedos. Taehyung no sabía qué hacer, solo
podía escucharle gritar.

-Pero no entiendo, Jungkook. Siempre ha sido así.

-¡¿No ves el problema?! ¡Nunca en mi condenada vida voy a tener un hijo!

-Jungkookie, por favor…

-¡No! ¡Estoy cansado de vivir bajo los cánones de la sociedad! ¡Joder, Taehyung, no te puedo
besar en público!

La noche. La noche silbaba en el exterior, la brisa entraba por la rendija de la ventana que
dejaban abierta.

Pero ellos. Ellos habían ardido, y ahora las cenizas volaban con la noche.
Jungkook tomó aire, su pecho dolía como nunca antes. Lo había dicho, había dicho tanto y a
la vez tan poco. Tembloroso, volvió a acercarse a Taehyung. Sus mirada tristes. Juntó sus
labios en un beso amargo, mientras seguía llorando.

-Nunca… n-nunca podré ser libre aunque tú seas mis alas. Nunca me dejarán amarte aunque
seas mi mundo. Nunca tendremos un nosotros.

-No sabía… que quisieras un hijo.

Jungkook sonrió, aún llorando.

-Qué importa. Da igual que quiera un hijo, dos o tres. Es una vida que está fuera de nuestro
alcance.

-Nunca hemos hablado de formar una familia. Ni siquiera me imaginé que pensaras en ello.

-No podía hablar esto contigo. Adoras a los niños, mi amor. Sé que por ti tendríamos más de
uno. Pero, ¿cómo iba a decirte esto? ¿De dónde iba a sacar fuerzas para decirte que nosotros
no podemos? Kim Taehyung y Jeon Jungkook adoptando a un niño pequeño, nuestro
problema no sería entonces una sola revista.

Ambos compartieron una sonrisa resentida, entrelazando sus dedos.

-Estamos atados a la fama, al público. ¿Cómo iba a negarte lo que más quieres en el mundo?

Taehyung limpió sus lágrimas.

-No es tu culpa.
-Sí lo es.

-Jeon Jungkook, te recuerdo que los dos somos gays, no solo tú. No es tu culpa. Voy a seguir
amándote con o sin hijos. Tú eres mi familia.

Una risa suave cayó sobre la habitación. Se quedaron algunos minutos en silencio.

-¿No te frustras?

-¿Por qué? -Taehyung cuestionó en un murmullo.

-Por ser gay.

-No me vengas con que a los veintiún años tienes dudas de tu sexualidad.

Jungkook no puedo evitar soltar una carcajada, aún apenado.

-No es eso. Solo que a veces tengo un dilema por ser gay. Es como si yo tuviese culpa de ello.
Creo que todos los que son como nosotros se sienten así.

-No creo que ese sea el verdadero dilema, Kookie.

-¿Eh?

Taehyung contestó besando su frente.


11:31 a.m.

Jimin se rindió. Bloqueó el móvil y procuró no darle más vueltas. Jungkook no recibía ninguna
de las llamadas, supuso que no tenía el móvil encendido. Pero Taehyung tampoco le
descolgaba.

Suspiró resignado.

Aún seguían en el hotel, ya era jueves. Pero todavía no habían terminado su agenda en Japón.
La marcha de sus menores fue inevitable, aunque le había bajado el ánimo y se sentía
desganado.

Se dejó caer en el colchón y jugó con sus anillos. En su cabeza todavía escuchaba la
conversación de la noche anterior. Todos habían estado tan decaídos. Solo quería reír por la
ironía, por la impotencia.

Le costaba comprender la magnitud del problema. Era algo que escapaba de su alcance.
Había tantos factores implicados que se mareaba de siquiera imaginarlo.

¿Cómo sería despertar un día y ver que todos te tachan de homosexual? ¿Cómo sería
enfrentar los medios ante preguntas como aquellas?

Jimin rodó en la cama. Sus pensamientos yendo más profundo.

¿Cómo se puede hablar ese tema con la familia? ¿Cómo admites, entiendes, te das cuenta de
tu orientación sexual?

Jimin se había terminado quitando todos los anillos. Quería hablar con Taehyung, le
molestaba que no contestase al teléfono. Se imaginaba que no tendría muchas ganas de
hablar, vale. Pero quería oírle decir que estaban bien.
Que estaban bien.

No se esperó su vuelta a casa tan pronto. Quiso creer que contarían con ellos para solucionar
el problema. Tal vez había sido demasiado iluso. Pero, ¿acaso no podían hacer nada? Tenía
un nudo en el pecho por sentirse inútil.

Y aún así, cuando vio a Taehyung gritar y correr hacia Jungkook entendió tanto, tanto. Como
si el resto hubiese desaparecido. Ellos dos eran una burbuja de cristal frágil pero
inexpugnable. En sus rostros había tantas emociones retenidas y tanto dolor acumulado.

Se acurrucó en su almohada.

¿Cómo no se dieron cuenta antes de que se estaban rompiendo? Su burbuja.

Tenía una grieta.

Jin observaba desde el quicio de la puerta. Namjoon asentía aunque la persona detrás del
teléfono no le viese. Contestaba afirmativamente, aun si pareciese querer gritar «no». Se
conformaba.

-Lo entiendo. Muchas gracias por todo. Sí, gracias.

Jin no se movió. Sabía que Namjoon le había visto. Ahora solo podía verle de espalda.

-¿Qué te han dicho?

-Se acabó. No hay fotos ni revista ni rumores. No se ha propagado. Han puesto una demanda,
gran novedad.
Jin frunció el ceño.

-¿Por qué suenas tan afligido entonces?

Namjoon seguía sin mirarle, no se daba la vuelta.

-¿Namjoonie?

-Al final Jungkook ha decidido ir.

Una risa cínica.

-Nam, ¿qué hablas? ¿Ir adónde?

Finalmente, el líder giró el rostro para verle. Se acercó hasta él y salió de la habitación,
pasando de largo.

Jimin le había dicho que no le respondían ninguna llamada. Lo comprobó cuando lo intentó
por cuarta vez.

Yoongi bloqueó el teléfono, rindiéndose también.

Dio la última calada antes de tirar la colilla al suelo y aplastarla con la suela del zapato. Sacó
de nuevo la cajetilla de tabaco, pero al abrirla la encontró casi vacía.

¿Solo le quedaba uno?


Su móvil sonó en su mano, miró el nombre del contacto con la esperanza de que fuera uno
de sus menores. No era exactamente quien esperaba.

-¿Dónde estás?

-En mi habitación.

Fumando.

-¿Qué pasa? -insistió Yoongi.

-Voy para allá.

Guardó la cajetilla de tabaco vacía en su bolsillo trasero cuando escuchó unos golpes en la
puerta. Fue a abrir

No dijo nada cuando Jimin entró sin esperar a que le diera permiso.

-Sigues fumando -se dirigió a la terraza-. Huele a humo aquí dentro.

Yoongi le siguió y copió su postura, apoyándose en el murillo, mirando las horas de luz de la
tarde.

-Jimin, ¿qué te pasa?

-¿A mí? ¡Qué te pasa a ti, Min! No has dejado de fumar ni un solo día. Y ni Jungkook ni
Taehyung descuelgan el teléfono. Todo eso me pasa.
Yoongi decidió mantenerse en silencio. Jimin se había atropellado a sí mismo con las
palabras. Si había entrado tan revoleado era porque necesitaba que lo escucharan. Jimin
necesitan que lo escuchen cuando se siente mal.

Yoongi pasó una mano por la espalda del menor, esperando que eso lo tranquilizase.

-Yo también he intentado llamarles un par de veces. Déjalos, necesitan algo de tiempo.

-Es que -Jimin se llevó las palmas de las manos a los ojos, ocultando su ceño fruncido-. Me
angustia no saber cuánto tiempo es eso, si de verdad están bien, cómo lo están pasando, si
pueden ellos solos, yo… No puedo dejar de estar preocupado. Los quiero mucho, de verdad,
no puedo dejar de pensar en ellos.

El sonido de Yoongi al exhalar el humo los acompañaba en ese momento.

Estuvieron un rato en silencio, mirando el cielo y las calles poco transitadas a aquellas horas.
Hubo un momento en el que Yoongi terminó su cigarro, y tal como hizo con el anterior,
aplastó la colilla con el zapato.

-¿Quieres saber por qué fumo tanto, Jimin?

La pregunta pilló por sorpresa al rubio. Era una conversación que no solía pasar la línea de
las quejas, de comentarios hacia el humo y poco más. Casi nunca indagaban en algo que para
todos era obvio pero a la vez completamente ajeno. No todo el mundo fuma por la misma
razón pero sí con el mismo propósito.

-Me ayuda a… relajarme.

Jimin asintió. No esperaba que Yoongi siguiese hablando.


-Me abstrae de la realidad por un instante, me permite darle menos vueltas a la cabeza y -
frotó las palmas de sus manos, con los codos soportando todo su peso en la barandilla— a
sentirme menos culpable.

Jimin no se atrevía a abrir la boca. No quería que su hyung dejase de hablar, pero había
empezado a notar en su rostro una mirada triste.

-Sabes que para mí rapear es una forma de liberarme, de gritar todo lo que no hablo. Fumar
juega el mismo papel, por desgracia.

Ambos compartieron una risa tímida.

-El mundo es una mierda, Jimin.

-Hyung…

-Deja que diga palabrotas, Jimin, por favor. Este puto mundo es una mierda. Nos juzga, critica,
ofende y pisotea. Y no hablo de nosotros como personajes públicos. Cuántos niños, cuánta
gente lo pasa mal toda su vida por culpa de las etiquetas o cualquier otra cosa. Y sí, vale, las
etiquetas no importan y todo eso. Pero escúchame, las etiquetas importan en la justa medida
que le importen a la persona que las recibe. Y eso jode vidas enteras.

Jimin se mordió el carrillo por las duras palabras de su mayor. Compartía su punto de vista,
pero su forma tan directa de hablarlo le atravesaba. Él sabía lo que era recibir etiquetas y
pasarlo mal por ello. Te hundes, muy profundo.

-¿Jungkook puede estar pasando por eso?

Yoongi sonrió. Más para sí mismo que para Jimin. No se quitaba lo que le dijo Namjoon de la
cabeza, aquella vez que vio su libreta.
-No lo sé, Jimin. No lo sé. Pero tengo miedo de que Jungkook se esté considerando débil en
este momento. Y lo está haciendo.

Entonces, Yoongi giró hacia Jimin.

-Jungkook se cree débil por ser más fuerte de lo que nadie entiende.

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looveever©, 2O18
Capítulo 11

Taehyung también se rompía. A veces se limpiaba las lágrimas enfadado, otras, derrotado.
Cuando le dedicas todo tu amor a las personas que más quieres en el mundo, no hay nadie
que te pregunte si estás bien, si sonríes por alegría o por costumbre.

Pero cuando amas a alguien, nada de eso importa. Te das cuenta de que tu corazón está
encerrado en tu pecho y que solo algunas personas tienen la llave.

Y Jungkook apareció en su vida con la llave. Todo él era suyo. Todo él se había puesto en
sintonía con otro corazón, que late, de alegría o de pena. De emociones compartidas.

Así que sí, Taehyung también se rompía, y a veces se limpiaba las lágrimas enfadado, pero se
las limpiaba.

Porque cuando amas a alguien, te haces fuerte por él, por quien sea. Por amor.

Taehyung tenía un monólogo consigo mismo en su cabeza. Tumbado en el sofá, miraba al


techo, escuchándose. La habitación estaba en silencio.

Había sacado uno de los muchos álbumes de fotos que tenían por allí. Desde hacía años todos
se acostumbraron a guardar sus recuerdos juntos en fotos, fotos, miles de fotos. Había
álbumes completos dedicados a los Bon Voyage, otro del American Hustle Life que evitaban
ver porque morían de vergüenza ajena. Otros casuales, otros personales.

Y de ellos. Con letras doradas en la portada blanca.


Taehyung y Jungkook.

A Jimin le encantaba ese álbum. Bueno, a todos en realidad. En aquellas tardes que no tenían
otra cosa que hacer que disfrutar el tiempo juntos y sacaban todos los álbumes, nunca faltaba
abrir ese en concreto. Un amor que enamora.

Pero ahora Taehyung estaba solo en el salón, con el álbum de tapa blanca en su estómago,
cerrado. Y una fotografía en la mano que había sacado del plástico.

Parecía que estaba mirando al techo, pero en realidad observaba cada detalle de aquella foto,
alzada frente a sus ojos. Sonreía estando triste. Y era ya algo normal.

Cerró los ojos un instante, sin borrar la sonrisa. Porque dolía como el infierno, dolía como si
le quemase el pecho.

Después de salir de la cama esa mañana, no hablaron mucho entre ellos. Jungkook aún tenía
lágrimas resecas en el rostro. Y él había empezado a entender.

Su corazón dio un vuelco al escuchar a Jungkook hablar de formar una familia alguna vez, en
un futuro. Él también pensaba en esas cosas.

Pero su miedo reflejado en su alma, aferrado a su cuerpo como si fuera su salvavidas.


Jungkook estaba más roto de lo que nunca nadie entendería. Claro que dolía, pero estaba ahí
para él. Y por eso sonreía.

Los pasos se oyeron por el pasillo, casi arrastrados por el suelo. Vislumbró su figura
encapuchada a un lado, apareciendo por la entrada de la estancia.

Taehyung dejó la foto en la mesa, aún recostado en el sofá, mientras Jungkook le mantenía la
mirada.
El azabache avanzó hasta estar delante suya y se agachó.

Mirándose a los ojos, Taehyung hizo memoria de su conversación.

Nunca tendremos un nosotros mientras seamos quienes somos.

Jungkook se inclinó hacia su rostro y lo besó. Lo besó con tal fuerza que pensó que había
dejado de oír. Todo se apagó, porque lo tenía a él. A él. Su vida, su niño, su ángel.

-Ven… -susurró Taehyung tirando de sus sudadera cuando se separó del beso, sin dejar de
mirar sus labios.

Jungkook se subió encima suya, sentado en su regazo donde antes había estado el álbum de
fotos y se agachó hasta su rostro.

-Mi príncipe -dijo bajito Taehyung hundiendo sus dedos en el cabello del menor tras bajarle
la capucha.

Sus labios se devoraban hambrientos como si hubieran estado una semana sin comer.
Jungkook dejó escapar un gemido suave pegándose más al cuerpo contrario, cruzando los
brazos detrás de la cabeza del mayor.

Las mejillas del menor ardían, húmedas. Y aunque estaba llorando, se apretaba más contra
Taehyung, cerrando los muslos alrededor de sus piernas. Como si temiese que se fuera.

Taehyung se desconcertó, Jungkook gritaba en silencio. Buscaba su consuelo, pero seguía


llorando.
-Shh -las caricias se hicieron presentes en el cabello negro del maknae, Taehyung acariciando
con las yemas de sus dedos su nuca.

-No quiero que pienses que no te quiero -dijo el menor entre sollozos-. Antes te dije qué me
daba miedo, no quiero, por favor, no quiero que pienses que no te amo.

Taehyung no pudo evitar sonreír sintiendo cómo sus ojos también se empañaban. Lo
acurrucó contra su pecho, sintiendo sus mejillas húmedas y sus lágrimas en su cuello. Lo
abrazó a la vez que inhalaba fuertemente.

Había una idea persistente flotando en el aire, una que no sabían cómo tratar y que no dejaba
más que dudas.

Ser gay, para ellos, no era una opción.

Y Jungkook estaba asustado por eso.

Un dilema por ser gay, le recordó decir. Besó su cabeza sabiendo que ese no era el problema.
Por desgracia lo sabía.

Siguió dando pequeños besos por toda su cabeza, buscando su cara. Giró sus cuerpos en el
sofá, cruzando un brazo por la espalda de Jeon.

-Como sigas ganando músculos no voy a tener por dónde abrazarte -rió contra su mandíbula.

Jungkook sorbió su nariz pero no evitó reír un poco. Alzó la cabeza. No, nunca se cansarían
de mirarse a los ojos. Así que sin apartar la vista, Jungkook agarró la mano que Taehyung
tenía en su cintura y la acercó hacia él. Taehyung tuvo un déjà vu de una situación parecida
donde el menor le dijo que se sentía asfixiado.
Pero esta vez entrelazó sus dedos y Jungkook la acercó a su boca, dando un beso en sus
nudillos.

-Yo solo quiero que seas feliz, y sé que este último mes no he hecho nada para que eso sea
así.

-Nene…

-Por eso quiero decirte que nunca dudes, Tae, de lo mucho que te amo. Y el que yo tenga mis
problemas y días malos no te saca de mi sistema. Eres mi vida, ¿lo sabes, verdad? Te adoro,
Tae, te adoro con todo lo que puedo darte.

Taehyung estaba sin palabras, él también había empezado a llorar.

Jungkook separó sus manos y la puso en la cabellera del peligrís juntando sus frentes.

-No puedo evitar pedirte perdón por hacerte pasar tan malos ratos.

-Contigo nunca paso malos ratos -suspiró sonriente el mayor.

Jeon le dio un pico.

-Ya querría pensar eso… Soy un desastre. Pero un desastre que te ama por encima de todas
las cosas. A pesar de que jodo nuestros días, o soy distante a veces. Y no quería que por lo
que pasó esta mañana pensaras que yo tengo dudas sobre mí mismo o mi sexualidad, yo—

Taehyung acunó sus rostro y volvió a besarlo. Bebía de su boca como si estuviese en un
desierto.
-Cállate -le pidió.

Envueltos entre sus brazos y con las piernas enredadas se besaron, abriendo sus labios y
dejando que sus lenguas se frotasen. Jungkook jadeó al sentir los dedos fríos del mayor
debajo de su sudadera.

Se estremeció contra su cuerpo. Aferrándose a la camisa del mayor.

Se necesitaban, porque eran dos almas rotas.

Y Jungkook pensó que quizá era el momento de volver a dejarse llevar, que su cabeza no lo
perturbase y permitir que se perdiera.

Se olvidó de todo siguiendo el recorrido de los dedos de Taehyung, que jugaron con el inicio
de su pantalón, y se burlaron subiendo de nuevo, acariciando sus costillas.

Quizá la única forma de arreglar un daño eran ellos mismos.

Su mente casi rendida, deleitándose con la boca abierta del mayor que contorneaba su cuello
y subía hasta detrás de su oreja.

Casi no reaccionó cuando Taehyung le susurró en el oído.

-¿Eh, bebé?

-¿Qué? -preguntó Jungkook con el ceño fruncido y los ojos cerrados, porque las manos de
Taehyung siempre hacían maravillas dibujando en su piel, y sus labios rozando su oreja era
su máxima perdición.
Y él. Todo él era suyo. Y empezaba a sentir un deseo irrefrenable que había evitado e
ignorado por semanas.

-Que si quieres que lo hagamos -dejó un camino de besos por su mandíbula y movió las
manos al interior de sus muslos, separándolos y rozando la zona con ansias.

Jungkook no procesaba la información. Un velo había caído sobre él en el momento en que


Taehyung empezó a acariciar su piel por encima de la tela. El vaivén de las caderas del
peligrís era suave e hizo que abriese un poco más las piernas.

Sus manos temblaban y su cuerpo no respondía bien las órdenes.

-Jungkook -la voz de Taehyung estaba ronca y reclamaba atención, esa voz que le volvía loco.

Oh, Dios Santo.

Jungkook se llevó un dedo a los labios entreabiertos y lo mordió con fuerza. Sus piernas
seguían abiertas alrededor del mayor, invitándole a seguir. Y Taehyung había seguido,
subiendo su sudadera y dejando su torso semidesnudo. Empezó a dejar besos húmedos por
su estómago, llegando a su ombligo.

Conocían sus cuerpos demasiado bien.

El mayor rozó la lengua con la hendidura de su estómago y Jungkook juró ver blanco detrás
de los párpados.

Y solo cuando empezó a jadear sus pensamientos volvieron a funcionar.


Primero movió la cabeza de un lado a otro, sin saber muy bien a quién de los dos iba dirigido
aquello. Sus labios se partieron dejando salir su respuesta. Un no que casi se tragó al sentir
la punzada entre sus piernas.

Pero había dicho que no. Y Taehyung le había oído.

No se lo podía creer. Se mordió el dedo con aún más fuerza para volver a sí mismo.

Le necesitaba, le necesitaba tanto. Quería a Taehyung, lo deseaba. Había pasado mucho


tiempo desde que estuvieron tan cerca y él le había vuelto a arrebatar un momento. Un
efímero instante.

No durases para siempre.

Le dolía el pecho.

Oyó a Taehyung susurrar el está bien más sincero que jamás había oído, reincorporándose
mientras le acomodaba la ropa a su posición inicial. Pasó las manos por sus piernas una
última vez, con un toque suave, y agarró el rostro de Jeon, depositando un dulce besos en sus
labios rojos. Rojos de mordérselos inconscientemente. Luego bajó las rodillas del sofá y se
puso en pie.

Y Taehyung se fue.

Y él se quedó.

Con fuego recorriéndole el cuerpo y lleno de impotencia. Ardía allí donde Taehyung tocaba.

Pero en Jungkook había todavía una duda. Algo que se replanteaba mil veces hacer. Y luego
llegaba su héroe, se lo comía a besos, y todo parecía tener sentido. Todo estaba bien.
Sabía que Taehyung se había alejado porque Jungkook había tardado en reaccionar. Porque
a veces lo fácil de hacer no es lo correcto, y pedirle que se aleje, pedirle que detenga sus
besos, sus caricias… era difícil y desgarrador para ambos.

Las lágrimas calientes le revolcaron en su miseria.

Porque amar era el paraíso mas placentero pero dolía como el infierno.

Ya se había ido el sol cuando Jungkook se levantó del sofá. Al pasar junto a la mesa, tiró un
objeto al suelo y siseó cuando le golpeó el pie. Lo sostuvo entre sus manos y solo cuando lo
volvió a dejar en la superficie del mueble se dio cuenta de que era un álbum de fotos. Su
álbum de fotos, para ser más exactos.

Vio también una de las fotografías de ese álbum fuera, en la mesa. Quizá se había salido de
él. Al tomarla entre sus dedos, cuidando de no tocar la imagen para dañarla, su boca se
entreabrió.

Era demasiada coincidencia que, de todas las fotos, se hubiese salido esa en concreto.

Esa foto.

Esa maldita foto, que amaba y odiaba al mismo tiempo. Ahora que la volvía a ver se había
dado cuenta de ello.

Querría romper esa foto, hacerla añicos. Pero también quería dársela a Tae, que la sostuviese
entre sus manos y la atesorase. Que fuese algo que solo él pudiera ver, algo que solo él
debería ver. Solo él, solo él. Nadie más en el mundo.
Jungkook llevó la foto hacia su corazón.

Nadie más en el mundo.

Tuvo dudas de devolver la foto a su sitio, al álbum junto a las demás. Al bajar la vista a la
mesa encontró su teléfono. Lo había olvidado.

Sonrió de lado al darse cuenta de lo bien que había estado incomunicado por dos días. Tal
vez era egoísta por todos aquellos que hubiesen querido contactar con él, pero ellos no
entendían, no estaban en su piel.

Y encender el móvil, entrar a Twitter y ver las noticias… Simplemente no quería.

Tomó aire y apretó el aparato frío en la palma de su mano.

Por otro lado, debía hacer una llamada. Por ahora solo una. Un escalofrío le recorrió parte de
la nuca y los hombros al pensarlo.

-Kook.

Taehyung había estado llamándole desde el interior de la casa, pero él no le había oído, por
segunda vez.

-¿Qué ocurre? -instintivamente guardó la foto entre la palma de su mano y el móvil.

-He pedido la cena -le sonrió.

Jungkook le sonrió de vuelta.


¿Podía, por favor, congelar ese momento? Ellos dos sonriéndose mutuamente, siendo felices
por algo tan sencillo. Sin juicios, solo amor.

Jungkook dio unos pasos hasta él, depositando un besito en los labios acorazonados de su
hyung.

-Perdona por lo de antes…

Taehyung solo negó con la cabeza, sin borrar su sonrisa. Señaló hacia su móvil.

-¿Vas a ponerlo a cargar?

-Voy a llamar a mi madre. Quiero oírla un rato, yo…

-Solo ve.

Un beso en su mejilla y cada uno se dirigió a otra parte de la casa.

Seguía doliendo.

Jungkook estaba tumbado en su cama, estirado completamente. Tenía el contacto de su


madre abierto en la agenda, preparado para hacer la llamada.

Pero, ¿estaba seguro de estar preparado?


La foto ahora estaba en la mesilla al lado de su cama.

Y el teléfono entre sus manos.

Seguía debatiendo en su cabeza si llamar o no cuando la cabellera plateada de Taehyung


apareció por la puerta.

-Voy a ducharme, ¿vale? ¿Todo bien?

-Sí, sí. Tranquilo.

Suspiró cuando escuchó sus pasos alejarse por los pasillos.

-Todo bien -murmulló para sí mismo cuando se decidió a hacer la llamada.

Solo dos tonos después estuvo escuchando la dulce voz de la mujer a la que más quería en el
mundo.

-¡Jungkookie! Mi amor, ¿qué tal, cariño?

Sus ojos se aguaron nada más oírla. Estuvo a punto de colgar en ese preciso instante, pero
no. Por una vez en mucho tiempo iba a ser valiente.

-Mamá… ¿estás ocupada?

-No, cariño. ¿Qué pasa? ¿Va todo bien? Hace mucho que no me llamas.

Su risa se le contagió, solo que él lloraba a la vez que reía. No podía reprimirse. No con ella.
-Lo siento por no haberte llamado. Por llamarte justo ahora, es que yo, no sé, yo, no s-sé qué
hacer, mamá -una sonrisa seguía decorando su rostro a pesar de no poder dejar de llorar-.
No sé qué hacer conmigo mismo, estoy muy perdido y yo simplemente… no sé.

Se limpió los ojos con la manga, sorbiendo su nariz.

-Hey, Jungkookie. Cálmate, amor.

Su voz tan dulce. Oh, cómo desearía tenerla en sus brazos en ese momento. Llorar en su pecho
como cuando era un niño. Cómo la añoraba.

-No puedo calmarme, mamá. Por eso te estoy llamando.

-¿Y Taehyung, cariño? ¿No está contigo?

Jungkook rió.

-Sí, lo está. Y es algo que no entiendo. Yo solo… quería oírte.

-Jungkook… Estamos hablando por teléfono, Kookie. Por mucho que yo quiera no puedo
estar ahí. Y no sabes cuánto me gustaría estar ahí. Por eso necesito que te relajes, para que
pueda ayudarte.

-… Está bien. Necesito hablar contigo -su voz sonaba afectada por el llanto.

-Aquí estoy.

Jungkook removió las piernas en la cama, buscando acomodarse.


-No sé qué hacer conmigo mismo. Estoy muy harto.

-¿Harto de qué? ¿De ser idol? ¿Es eso, Jungkook?

-¡No! No. Eso es algo que me hace feliz, pero… estoy harto de que me señalen, de que me
juzguen. Mamá, no me creo que no hayas visto las noticias.

-No te voy a engañar. Las he visto, pero… no creo que sean como tú piensas. Eso sí, tengo una
cosa que decir al respecto. ¿Cómo puedes ponerte esas sudaderas cuando Taehyungie
siempre va tan arreglado, mi amor? Con el novio tan elegante que tienes.

Jungkook se mordió el labio. Su lágrimas no iban a parar, pero oír a su madre hablar de él y
Tae como algo tan normal, tan casual, oh. Desearía que siempre fuese así, pero era la
excepción y no la regla.

-Mamá, por favor…

-Lo siento, sé que estás llorando y quería hacerte reír. ¿Qué te ocurre, mi amor? ¿Por qué
lloras?

-Es difícil. Me duele el alma.

Su madre no dijo nada.

-Me duele el alma porque le amo, porque es el dueño de mi corazón y porque quiero pasear
de su mano por la calle, porque quiero ir al cine con él como hacen todas las parejas. Porque
él se merece una vida que nunca va a tener conmigo.

-Jungkook.
-Hm.

-¿Os queréis?

-Nos amamos.

-¿Entonces? ¿Cuál es el problema?

Jungkook lo pensó un momento. Y comprendió que su madre nunca entendería el problema,


porque lo amaba como hijo suyo que era. Y quizá era algo que se le había metido en la cabeza
a él, pero sabía que lo que estaba roto en su corazón nunca sanaría. Ni siquiera con el amor
incondicional de una madre.

-Lo siento, mamá…

Jungkook sollozó de nuevo, más fuerte. Sentía la necesidad de disculparse con todo el mundo
porque les estaba fallando. Porque él era demasiado tonto para poder hacer otra cosa.

No debió haber llamado a su madre, preocuparla. Ella no se merecía eso.

-Cuando era pequeña -su madre habló sin que él lo esperara, acalló su llanto para oírla mejor-
, tenía una golondrina. Sabes que a tu abuelo le encantaban los pájaros y siempre teníamos
uno en la terraza, en una jaula. Me encantaba escucharlos cantar. Pero esta golondrina, en
realidad, no cantaba nunca. Un día me quedé mirándola un buen rato y te juro que recuerdo
pensar que estaba triste. Supongo que me lo imaginé porque era una niña. Pero yo la veía
triste. Así que me acerqué a la jaula y la abrí. No dudó en ningún momento en salir volando.
Y te puedo asegurar, cariño, que empezó a cantar como jamás había oído a un pájaro hacerlo.
Su canto fue tan bello… Nunca volví a escuchar uno igual.

La mujer hizo una pausa detrás de la línea. Entonces, siguió:


-No seas mi golondrina, Jungkook. Yo no puedo abrir tu jaula. Pero tú puedes volar solo.

Se despidió de su madre poco después de aquello. Había cierta verdad detrás de la historia
de la golondrina, pero no de la forma en que la concebía su madre.

Vio que tenía demasiadas llamadas perdidas de sus hyungs, de los mánagers, de la empresa,
de amigos. Pero ignoró todo. Dejó el móvil justo al lado de la foto.

La dichosa foto. Jungkook sintió cosquillas en sus dedos ante el impulso de romperla. Y apoyó
la mano a su lado, en la madera. Pero en lugar de eso, cayó sobre sus rodillas. Llorando sin
callarse nada, hipando y con un dolor indescriptible en su pecho.

No debió llamar a su madre. Porque era una de las pocas personas por las que lo daría todo.
Todo.

Si alguien supiera la oscuridad que asola su mente, si tuviesen la capacidad de ver el dolor
que se arremolina en su pecho.

El verdadero motivo de todo aquello.

Su garganta se dañaría si seguía llorando y gimiendo por ello.

En un segundo, abrió sus ojos anegados, encontrándose con sus manos aferradas al mueble.

Taehyung.

Taehyung no se lo merecía, porque lo amaba.


Taehyung.

Se amaban.

Taehyung.

Y que nadie nunca se atreviera a dudar de ello.

Jungkook se puso en pie olvidándose de su dolor, de su tristeza. La ropa empezó a caer en el


suelo. La sudadera, los pantalones, la ropa interior.

Salió de su habitación. La casa tenía pocas luces encendidas. El salón, su habitación.

Abrió la puerta de la habitación de Namjoon y Tae, sus pies se movían solos.

El sonido del agua cayendo se hacía cada vez más fuerte. Debió llamar antes de entrar, solo
para avisar. Pero su cerebro se había apagado.

-¿Jungkook?

La voz de Tae lo recibió asombrado entre el vapor que creaba al bañarse con el agua tan
caliente.

Jungkook no dijo nada, sabía que el mayor vería sus lágrimas pero le daba igual. Le daba igual
todo.

Se metió en la ducha con él. Taehyung seguía desconcertado. Pero cuando hizo el amago de
hablar lo calló con un beso.
Lo callaría con todos los besos que hicieran falta.

-Has hablado con tu ma… -consiguió articular el peligrís entre beso y beso.

El recuerdo le cerró el estómago a Jungkook, de la ansiedad.

Pero eso solo hizo que lo besara más duro, más fuerte. Cedió a abrir su boca y se encontró a
sí mismo suspirando y chupando la lengua de Taehyung.

Taehyung estaba por salir cuando Jungkook llegó, pero volvió a echar gel en su mano para
enjabonar el cuerpo del azabache, sin romper el beso.

Pasó el jabón por sus pectorales, sus abdominales, su cintura…

Jungkook jadeó conforme sus manos bajaban. Giró sobre sí mismo hasta tener la espalda
apoyada en el pecho de Taehyung. Su cabeza estaba apoyada en su hombro, echada hacia
atrás. El mayor le susurraba cosas demasiado lindas en el oído.

Con sus lágrimas resecas, se dejó amar. Dejó su corazón roto a la única persona que podría
sostener todas sus piezas.

-Esta vez no te voy a decir que pares.

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looveever©, 2O18
Capítulo 12

Imagina amar tanto a alguien que serías capaz de hacer cualquier cosa. Cosas que nadie
entendería, pero tú sí.

Jungkook había convertido su realidad en el más hermoso sufrimiento, en el más placentero


deseo. Tener todo cuanto necesitaba en sus brazos y abrazarlo tan fuerte, tan fuerte que
nadie pudiese apartarlo de su lado. Llevárselo lejos donde nadie pudiese hacerle daño.
Mirarle a los ojos y, entrecortadamente, susurrar:

-Te amo.

Y que te correspondiera con un beso en los labios en el que no te dejase dudas de que eso
estaba bien.

-No estás bien -susurró Taehyung entre sus brazos, mirándole directamente a los ojos.

Jungkook no pudo evitar deshacerse allí mismo, abrir la boca y que no saliese ningún sonido,
porque su voz le pertenecía a Taehyung y se la robaba cuando ponía sus manos en su cuerpo.

-Pero yo voy a hacer que lo estés, Jungkook.

Estaba protegido.

Podía ser un príncipe, un millonario, la persona más feliz del mundo. Simplemente él.
-Te amo, te adoro -dijo con los labios sobre su piel, volviendo a dejar varios besos pequeños.

-Yo también te amo, te amo tanto que no te haces una idea -sus ojos se cerraron al momento
en el que se sintió cómo Taehyung lo acomodaba mejor entre las almohadas.

Taehyung lo miró desde arriba, con las manos en el colchón, cerca de su cabeza.

-Y te deseo. Te deseo conmigo, en mí, debajo y encima, a todas horas y a cada segundo,
Jungkook. Y lo demás no me importa en lo más mínimo.

Quería sentirlo y saber que era real.

Que todo era real.

Taehyung apartó algunos mechones de su cara, viéndole respirar por la boca pero sobre
todo, viendo esos ojos que brillaban y seguían llamándole.

-Estoy aquí y nunca me voy a ir, porque toda mi vida es tuya.

Jungkook era sensible después del sexo. A veces más, a veces menos. Se volvía vulnerable a
un punto que solo Taehyung entendía.

Unas veces solo quería que lo abrazaran y otra que durmieran separados, unas veces pedía
cambiar posiciones cuando todavía no habían terminado y otras sollozaba sin aparente
motivo.
Pero Taehyung estaba para entenderle cuando posiblemente nadie más lo haría. Jungkook lo
sabía. Se adoraban desde lo más erótico hasta lo más inocuo.

-¿Todo bien? -el mayor le preguntó, curioso por su actitud. Parecía como si se hubiese
apagado de repente.

-Sí, contigo sí -dejó un besito en sus labios hinchados-. Perdona, a veces tengo la cabeza muy
jodida.

Las mejillas del aludido se calentaron. Sus ojos brillaban, se miraban con amor.

-Y, ¿qué te parece si, a parte de mirarnos el uno al otro como si tuviésemos ganas de
comernos otra vez, hablamos? -el suave roce de los labios del menor bajo la yema de su
pulgar y sus piernas entrelazadas le daba fuerzas para poder hablar.

Le daba fuerzas para cualquier cosa.

El corazón de Jungkook se paró por un momento. Taehyung le atravesaba el alma a través de


sus ojos oscuros.

-Tengo que decirte algo -habló sin apartar la cara-. Lo he pensado muchísimo, muchísimo.
Sigo teniendo dudas, pero quiero decírtelo a ti.

Taehyung se limitó a quedarse callado, temiendo que si le interrumpía no le siguiese


hablando. Que se arrepintiera de decirle nada o que se lanzase a sus labios antes de darse
cuenta de lo que estaban haciendo.

Jungkook se apegó más a su cuerpo, como si lo que le fuese a decir fuera un secreto.

Tal vez lo era.


La mano de Jungkook tomó su cintura, dándole un leve apretón.

Sus cuerpos estaban recuperando la temperatura, y quizá no era el ambiente lo que estaba
cargado, sino ellos mismos.

-He decidido ir al psicólogo.

Y el beso que acompañó a aquellas palabras arregló un corazón y terminó de destrozar otro.

Primero tiró una chaqueta que había en el respaldo de la silla del hotel, luego se tropezó con
sus zapatos a pesar de que estaban puestos en una esquina.

Jimin se sentía torpe, ingenuo incluso. ¿Ignorante?

Por muchas vueltas que le diera, su mente no se centraba.

Cayó de espaldas a la cama, dejando la mitad de las piernas fuera. La pantalla de su teléfono
le iluminó el rostro, haciéndole entrecerrar los ojos por la luz artificial.

Hacía una hora desde que había estado con Yoongi charlando en la terraza de su habitación
y diecisiete minutos desde que se había metido la tercera cerveza en el cuerpo.

La conversación con su hyung se volvió extraña.

«Me permite darle menos vueltas a la cabeza y a sentirme menos culpable».


Culpable. Culpable. Culpable.

Si cuando naciéramos nos dieran el libro de nuestra vida, uno que narrase nuestra forma de
ser, nuestros errores y caídas, nuestros éxitos. Los puntos culminantes, los apogeos.

Viviríamos muertos de miedo.

Pero el miedo también está en lo desconocido. El futuro es lo más desconcertante que


tenemos.

Yoongi dijo que Jungkook se creía débil por ser más fuerte de lo que nadie entendía.

Quizá, después de seguir escuchando a su mayor, de oír lo que le dijo después, sí era capaz
de entenderlo.

Y por un segundo, hubo algo dentro de él que quiso leer el libro de su vida.

-Hyung.

-¿Es verdad?

-¿Hyung?

Namjoon pensó que era tarde para ser más suave al hablarle.
-¿Es verdad, Jungkook?

Se escuchó movimiento detrás de la línea.

-Hyung, acabo de encender el móvil y me estaba quedando dormido. No me asustes.

-¿Vas a ir al psicólogo?

-¿Te lo ha dicho la empresa? -la voz de Jungkook estaba ronca.

-Solo quería saber si era verdad.

-Lo es.

-¿Se lo has dicho a Taehyung?

La respuesta tardó en llegar.

-¿Qué te hace pensar que no se lo diría a Taehyung?

-Porque sé que a veces te hundes, te caes y te levantas. Eres fuerte por él porque lo amas,
pero no sabes que estás sufriendo. ¿Le amas, Jungkook?

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looveever©,2O18
Capítulo 13

Tan dulce como acariciar sus labios y que el tiempo corra.

A contracorriente.

Como el reloj de la pared. Las manecillas se movían lentamente, ironizando el agobio de la


ciudad, del mundo, de la vida. De su corazón.

-Todo está bien, Jeon.

-Lo sé.

-Tienes una fuerza sobrecogedora. ¿Lo sabías?

La sonrisa en su rostro no era forzada, la de ninguno de los dos.

-No creo que lo piense nadie más excepto usted.

Pasos acelerados en el pasillo, murmullos de voces; el olor quería recordar a los hospitales.
Pero no tenía nada que ver. Simplemente no olía a nada.

— A veces necesitamos que nos digan la verdad. Tú tienes muchas verdades que no quieres
oír.
Sus dedos jugaron con sus uñas. Las uñas no. Manos perfectas, manos perfectas.

-Tengo que decírselo, Jeon. Confunde sus emociones.

Las manecillas siguieron avanzando.

Eran tan sofocante.

-¿Necesita hablar de algo más? Sabe que estoy a su disposición, para lo que necesite.

-Gracias, pero no. Solo estoy aquí porque necesito hacerme a la idea de… en fin.

-¿Ha considerado mi propuesta de la semana pasada?

Los ojos de Jungkook temblaron.

-¿La de el viaje…? Olvídelo, es imposible. Mi trabajo no me lo permite. Usted sabe quién soy
y a qué me dedico. Simplemente hay privilegios que no me puedo tomar en esta vida.

Estuvieron un minuto en silencio. No era incómodo. A Jungkook le satisfacía que una persona
fuese capaz de mirarle y ver qué se escondía detrás de su mirada. Tal vez las palabras fueran
duras, y quizá la idea de su homosexualidad estuviese siempre presente. Pero había algo en
hablar con alguien que no pertenecía a su vida diaria que le hacía sentir tranquilo.

Después de un rato, el azabache añadió:


-Además, me parece una insensatez. Sería hacer todo lo que quiero evitar. No entiendo cómo
puede ayudarme tomarme unas semanas de descanso y desaparecer un tiempo. No lo
entiendo.

-Jeon, usted está aquí con un objetivo en mente.

-Sí.

-Sabe que debo ser sincera con usted: no está preparado. Sería un eufemismo de decir que
su ánimo, su estabilidad, su vida tal y como la conoce caería a unos niveles que acabarían con
usted. Ha mejorado desde que empecé a recibirle. Pero, aunque hemos aclarado muchos
puntos, lo que quiere hacer es… Necesito volver a preguntárselo, ¿está seguro?

-Sí.

Sí. Lo estaba.

La mujer contuvo la respiración. En cierta forma le recordaba a su madre. Tenía el pelo


oscuro recogido, los ojos vidriosos detrás de las gafas y una sonrisa afable.

-Canaliza toda su fuerza en el amor. Es su forma de abstraerse de la realidad. Permítase


escapar, pues, una vez más. Piénselo. Considérelo.

Con una sonrisa resentida y un asentimiento de cabeza, Jungkook quiso seguir pensando que
el consejo de su psicóloga era absurdo.

Las manecillas completaron su vuelta en el reloj de pared. Jungkook se levantó y tomó su


abrigo.

-¿La verá hoy?


-¿A quién? -el joven de Bangtan estaba a punto de abandonar la consulta.

-A su pareja.

Respondió con un gesto de cabeza.

-Piense en lo que le he dicho cuando esté mirando a esa persona a los ojos.

Cuando se montó en la parte trasera del coche, exhaló todo el aire que pudo. Quería gritar,
quería respirar, quería poner un puño alrededor de su palpitante corazón.

El chófer arrancó, mientras el temblaba en el asiento trasero, mirando a través de los


cristales opacos.

Las sesiones con la psicóloga le drenaban la energía, se sentía exhausto y rendido. Aunque,
¿cuándo no se sentía así?

Su mente, en cambio, se mantenía en calma. La tormenta le anulaba, pero las aguas en su


cabeza estaban tranquilas.

Hacía un mes desde que había empezado a asistir al psicólogo. Él mismo se había encargado
de buscar a alguien, ajeno a la mano de la empresa. Aunque eso no impidió que llenasen la
mesa de Yang Mi, la mujer que le atendía, de papeles y documentos. Contratos de
confidencialidad. Nada de lo que se hablase en aquella habitación saldría al exterior. El
primer día entró con la cabeza baja al saber que esa mujer estaba amenazada con multas de
una cantidad inconmensurable por el simple hecho de atender a Jeon Jungkook. Pero ella le
trató con completa normalidad.
Nunca preguntó por información que él no quisiera dar, fuera del tema en cuestión.

Nunca preguntó por Taehyung.

Parecía estúpido ser esquivo y hablar casi en lenguaje criptado cuando estaba allí porque
veía necesaria su ayuda. Pero funcionaba.

Pronto descubrió que, si alguna vez tuvo depresión, ya no era el caso. Sufría de Trastorno de
Ansiedad Generalizada¹, aunque había tenido episodios de pánico. Obtener ese conocimiento
de su propia mente le ayudó a entenderse mejor.

La psicóloga también le había ayudado a entender lo emocional que era. No se sorprendió


tanto como pensaba.

Y, aún así, Jungkook sentía que nunca se permitía ahondar tanto como querría.

El primer día, solo en un día, le dijo que canalizaba toda su fuerza en los sentimientos. En
específico en el amor.

Aún sonreía pensando en ello. ¿Por qué, inconscientemente, debía ser tan complejo? ¿Por
qué no podía ser una persona que se aferrase menos a su corazón y lo respetase tanto?

Y aún le dolía admitirlo. Pero era verdad que las muestras de afecto y cariño lo mantenían en
paz y le bloqueaban los sentidos.

Por eso era tan difícil. Por eso Yang Mi le repetía constantemente que hacer lo que quería
hacer sería una entrada directa, esta vez sí, a un distorsionamiento de su realidad. Más
oscura, con sombras, con inestabilidad emocional. Con depresión.
Ella nunca se lo diría así, por supuesto. Pero no necesitaba que nadie le mostrase su posible
futuro.

Él mismo lo estaba escribiendo.

Pero no quería pensar en eso.

El movimiento del coche le estaba adormeciendo.

Sus labios se despegaron a la par que cerraba los ojos y esas manos aparecían en la oscuridad,
tocando su rostro, dibujando sus labios, moviéndose debajo de su ropa.

Y esos pétalos. Oh, esa boca. En su cuello, en sus muñecas, en su alma.

Desnudaba sus emociones ante él. Nadie más entendía eso.

Y nadie más lo entendería nunca.

-¡Hobi-hyuuung! ¡Faltan ocho minutos!

La voz de Jimin interrumpió su lectura en la pantalla. Jungkook revisaba Twitter, sentado


junto a los demás en el salón, esperando a que fuese medianoche.

-¡Voy, voy, voy!

De un salto Hoseok se sentó entre él y Taehyung, abrazándoles a ambos por el cuello.


-Ah, no me creo que esto vaya a pasar por fin. ¡Por fin, Daydream!

El maknae sonreía al ver a su hyung más brillante de lo habitual. En minutos saldría a la luz
el Music Video de Daydream y todos esperaban, con el Vlive puesto en la televisión y los
hombros muy tensos.

-¡Venga, ya sale, ya sale!

-Quedan dos minutos. Lo tendrán programado para que se suba justo a las doce, siempre lo
hacen -Yoongi hablaba con fingida indiferencia, cuando había sido el primero en sentarse
para esperar la salida del vídeo.

-¡Ya empieza! ¡Ya empiezaaa!

El ritmo marcado al inicio, las palmadas, los colores. Iba a ser un éxito. Hoseok tenía esa
habilidad de encandilar a todos con su estilo y su música.

Las escenas pasaban y las visitas subían como la espuma.

Todos aplaudieron al final del vídeo y felicitaron al rapero. Su mixtape -o hixtape, como le
decían los fans— mostraba el esfuerzo de años de trabajo de su hyung. Se merecía todo el
apoyo del mundo.

En medio de las risas y los comentarios positivos, Hobi avisó de que haría un directo para
agradecer a los fans y salió de la habitación. Jungkook le siguió segundos después, hasta casi
la entrada de su estudio.

-Hobi-hyung.
-¿Jungkook? Dime, muchacho.

-Los colores de tu videoclip.

-¿Qué pasa con ellos?

-Me han gustado mucho.

Hoseok le observó atento, con las manos guardadas en los bolsillos.

-¿Qué ocurre, Jungkookie?

El menor le miró incrédulo.

-Taehyungie no es el único capaz de leerte. ¿Qué ocurre?

-Hay una escena del music video, los colores que salen en la pared, bueno, los colores…

-Rosa, morado y azul.

Jungkook asintió con la cabeza. El mayor no evitó reprimir una sonrisa y le revolvió el cabello
al maknae. Luego lo atrajo hacia sus brazos, dejando un beso en su sien.

-Gracias.

-Me hubiera gustado poner más colores -el pelirrojo rió-. Tú me entiendes. Pero, los
productores no me dejaron. Me peleé mucho con ellos en Japón para que me dejaran hacer
eso. Tendrías que haberlo visto.
-Lo siento. Estaba escondiéndome del mundo y ni me atrevía a encender el móvil.

-Ya pasó, Kookie. Tú puedes con todo. Espero que esto te anime a seguir trabajando en tus
pistas. ¿Sacarás algún día un mixtape?

El azabache desvió la vista a los lados. El pasillo tenía poca luz y tenía frío; sus pies estaban
descalzos.

-Quizá algún día lo haga, y en mi videoclip pondré todos los colores que quiera. Pero hasta
entonces, creo que me limitaré a los covers de canciones.

-Hagas lo que hagas, hazlo con y por pasión. Es lo que te hace destacar entre todos, Jungkook.
Eres nuestro maknae de oro. No lo olvides.

De alguna forma, terminaron chocando los puños para quitarle seriedad al momento. Y
cuando Jungkook se quedó solo en el pasillo, las palabras de su hyung hicieron eco.

Jungkook había perdido un poco de peso en ese último mes. Había sido un caos y desasosiego
total. No entendía cómo los rumores y el tema de la revista habían sido anulados, omitidos,
extinguidos.

A los pocos días de volver los demás de Japón a Corea y tener un reencuentro emotivo que
presenció más lágrimas del menor, su teléfono empezó a sonar hora tras hora.

Big Hit Entertainment podía callar, demandar, acabar con lo que hiciera falta.
Tras muchísimas denuncias por privacidad, avisos de anulación mediática e infinidad de
términos que ya había olvidado, la revista publicó un escrito oficial donde admitía haber
manipulado el material y había cometido tergiversación de los hechos.

El asunto no pasó desapercibido por ARMY. Twitter revolucionado unos días hasta que salió
el escrito de Nylon, la revista.

Un par de eventos con él y Taehyung en puntas distintas del lugar y solucionado.

«La repercusión sería tan monumental que vuestra carrera podría, no terminar, pero sí durar
menos de lo previsto».

Y había un tema ausente en la cabeza de Jungkook que se repetía en bucle, incluso si no le


prestaba atención.

Simplemente, no podía entrar al servicio militar con un cartel que rezase GAY en la espalda.
Ni él ni Tae.

Los ojos tapados, la boca cubierta, oídos sordos.

Y entre tanta agitación, sentía como si nadie se preguntase cómo estaba él. ¿Y su corazón,
cómo latía? Sus sueños, ¿eran atormentados cada noche, despertándose con continua apnea,
ahogado en el mar?

¿Cómo le iba en el psicólogo? Ya no lloraba donde pudieran verle. Ya no mostraba esa


constante ansiedad en sus ojos negros, negros como el fondo de esos océanos donde se
retorcía luchando por aire.

Su reflejo le devolvía la mirada en el espejo de cuerpo que tenía en su habitación. Su piel era
suave, pero blanca. Sus labios rosas, pero fríos.
Se quitó la sudadera negra que había tenido puesta todo el día, aunque tuvo problemas para
sacar los brazos y forcejeó con la tela.

-Hey, ¿qué te ha hecho la pobre sudadera? ¿Te ha pegado? Si quieres la tiramos, así le
enseñamos a no meterse con Jeon Jungkook.

-Calla y ayúdame.

Una risa discreta se oyó a sus espaldas. Sintió que alguien más tiraba de la prenda de ropa y
pudo salir del lío de brazos, tela y pelo en el que estaba metido.

Al sonido de la dichosa sudadera cayendo al suelo le siguió una presión ligera en su cintura.
Pronto estuvo rodeado por los brazos de Taehyung, con su cabeza apoyada en el hombro del
menor.

-¿Qué tal hoy?

-Fatal.

-Ya lo estoy viendo pero, ¿te va bien? ¿Con la psicóloga?

-No lo sé.

La habitación tenía poca luz. Tenían encendidas esas lucecitas que tanto le gustaban al
peligrís y que a Jungkook le recordaban a las decoraciones de Navidad. Al principio las
pusieron encima de la cama, pero tras algunos incidentes, decidieron que se veían mejor
colgadas encima del espejo y enrollada en algunas decoraciones. Ese estilo art nouveau que
Tae miraba por Internet.

-Estoy cansado -inclinó la cabeza hacia atrás al decirlo, recostándose sobre Taehyung.
Las manos del contrario acariciaron en círculos sobre su estómago.

Sintió sus músculos destensarse. Llevaba imaginando sus manos todo el día.

-¿Qué te pasa, Kook? No me asustes, amor -sus labios vagaron por su nuca, respirando su
piel.

Si Jungkook hubiera abierto su mente desde un primer momento, las cosas serían diferentes.
Ahora solo podía lidiar con el peso que él mismo se había echado a la espalda.

Una mezcla entre las palabras de Hoseok y las de la psicóloga se abrieron paso en la bruma
de sus pensamientos.

Canalizas las emociones a través del amor.

-Kook, bebé, ¿me dices qué ocurre?

Tomó una bocanada de aire antes de responder, tomando las manos de su novio entre las
suyas, que aún reposaban en su estómago.

-Llevo todo el día pensando en ti -buscó su cara en su hombro, besando las mejillas, los ojos,
lo que fuera. A él.

-Ah, ¿sí? -Tae hablaba con la voz ronca.

-En lo mucho que te amo, te amo, te amo.


Taehyung reía bajito, casi queriendo que solo le escuchase él. Jungkook giró sobre sus pies
hasta tenerlo de cara y empezar a dejar suaves besos en sus labios, sin fuerzas, solo pequeños
roces.

Algo quemaba en la boca de su estómago al tener a Taehyung entre sus brazos. Lo tenía allí,
delante suya, siendo posiblemente el hombre más feliz del mundo, tal y como lo era él.

Jungkook no se atrevía a mover las manos de los costados del contrario, solo dejando que sus
besos derritieran cualquier tensión de su cuerpo. Llevándose una parte de él como siempre
hizo.

Le arrancaba la vida.

Tomaba con egoísmo. Ambos. Dejaba que Taehyung se llevase todo cuanto quisiera, que
hasta su último aliento se guardase en su interior. Que se quedase con todo para él.

Con cuidado probó a abrir los labios, abriendo los de Taehyung a su paso. Sus cuerpos se
inclinaban con una timidez adulterada. Tirando de ellos, sin moverse siquiera.

De alguna forma, una de sus manos terminaron entrelazadas. El azabache se permitió


acariciar dedo por dedo.

Rompió el beso de forma brusca. Sus ojos aguados se dispararon entre ellos.

Taehyung no se apartó, ni preguntó. Solo esperó.

Cuando Jungkook alzó su mano tampoco retrocedió, solo le observó mientras besaba su
palma, el dorso de su mano, las yemas de sus dedos.
Y Taehyung quería preguntarle por qué besaba su mano y no su boca. Qué razones tenía para
haber roto ese beso en el que por una vez se había sentido tan feliz.

Por qué ambos callaban si querían desgarrarse las gargantas en lamentos o si sus propios
cuerpos temblaban de impotencia, se repelían y se atraían. Su tacto se volvía áspero y a
momentos suaves.

Qué pasaba, qué estaba pasando. Y por qué ellos no decían nada.

Se miraban, sonriendo. Como quien sonríe ante un niño que le tiene miedo a la oscuridad y
le explicas que mientras tú estés ahí, no ocurrirá nada.

Su brazo cayó inerte. Jungkook besó su frente, incluso sus párpados.

Estaba tatuándose su piel en sus labios, para no olvidarla nunca. Llevándose de él lo mismo
que Taehyung se había llevado.

-Huyamos. Solo un tiempo. Solo tú y yo.

Porque nos estoy rompiendo.

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looveever©, 2O18

¹ . En el TAD, las preocupaciones son persistentes (ocurren la mitad de los días al menos durante
seis meses), intensas, irracionales e interfieren en el funcionamiento normal de alguna área de
la vida de la persona afectada. Por ejemplo, el trabajo, los amigos o la familia.
Capítulo 14

—Es un robot.

-Jin, por favor, no digas eso.

-¡Es un robot! -el grito fue acompañado por un par de pequeñas perlas en las esquinas de sus
ojos-. No ríe, no llora, no salta, no viene corriendo a la cocina hasta que le regaño, no habla
más que para decir sí o no.

Namjoon se desordenó el cabello, regulando su respiración. Una mano tiró de su brazo hasta
sentarlo en uno de los cojines del suelo, junto a Seokjin.

-No está mejor -la sonrisa de sus labios era tétrica-. Por mucho que él diga que sí, no está
bien.

-Jin, te estás obsesionando.

-¡No! -la sonrisa se convirtió en una mueca horrenda y surcos húmedos descendieron por
sus mejillas-. He criado a ese niño desde que tenía quince años. No sé lo que tiene en la
cabeza, lo que habla con la psicóloga, lo que él nos quiere hacer creer. Pero sé que no está
bien.

-Y yo creo que deberías darle el margen de la duda, poner un poco de confianza en él. ¿Acaso
no crees que él no se da cuenta de cómo lo tratas? ¡Eres el único del que huye! Porque no le
dejas respirar.
-Esto es lo que no le deja respirar.

Jin le lanzó a la cara un trozo de papel roto y arrugado.

Namjoon lo abrió sabiendo qué era y de dónde había salido. Lo arrancó él mismo de la libreta
de apuntes de Jungkook, cuando volvió de Japón y vio que los mismo tachones seguían allí,
junto a letras de canciones de amor roto. Había terminado en manos de Jin por razones
desconocidas.

-Y tú no lo quieres ver, Namjoon. No lo quieres ver.

El líder se mantuvo estático. Ante el desorden de su propia mente y con el papel entre sus
dedos, suspiró:

-¿Qué opinas, Yoongi?

El único de los tres que aún estaba en pie aplastó la colilla con el zapato, se tomo un segundo
antes de hablar.

-Da igual lo que yo opine. Ya sabéis lo que Jungkook le ha dicho a Hoseok, que si el tema de
la bandera y tal. Jin piensa que aún está mal, tú quieres confiar en él. Ambos estáis ahí
sentados sin hacer nada, a fin de cuentas.

-¿Cómo puedes pensar que no estamos haciendo nada cuando soy el primero que dice que
Jungkook no está bien?

-Exacto. Lo estás diciendo. Nos lo estás diciendo a nosotros. Mientras tu querido maknae
lleva sin salir del cuarto desde que vimos el videoclip de Hoseok -Yoongi sacó de nuevo la
caja de tabaco del bolsillo-. Si tanto te preocupa, habla con él. Pero, ¿sabes qué? Jungkook es
hermético y no te dirá nada. Así que da lo mismo. Da igual.
Su cigarro y toda la caja con los demás terminaron el el suelo. Su mano sentía ardor donde
había recibido el manotazo.

Jin le había dado un manotazo en la mano, haciendo que tirara todo el tabaco. Su cuerpo
entero temblaba, mirando a Yoongi fieramente.

-Llevas meses fumando como un ansioso.

-Jin, por favor—

Namjoon no sabía cómo intervenir entre aquella disputa de sus hyungs.

Yoongi y Jin mantenían sus ojos el uno en el otro. Los grillos del jardín se escuchaba por
encima de sus respiraciones y las luces de la pared iluminaban tenuemente sus rostros;
fuera, con el frío en la terraza.

Yoongi se agachó y tomó uno de los cilindros alargados del suelo y lo llevó a sus labios.

-Un golpe no va a hacer que deje de fumar. Un par de palabras no van a conseguir que
Jungkook, ese niño que dices que has criado, salga de la mierda en la que está viviendo.
Tenéis el problema justo donde no lo queréis ver y os olvidáis de que hay más de un corazón
roto en esta casa.

Yoongi abrió la puerta corredera y fue al interior, dejando el resto de cigarros regados por el
suelo, con la caja aplastada después de haberla pisado él mismo al salir de allí.

La noche empezaba a avanzar.

-Yoongi tiene razón, Jin.


-Os habéis rendido todos.

-Yo no. Yo aún no.

El aire se atoró en su garganta cuando sitió que era alzado en el aire. Instintivamente, sus
manos se aferraron a los hombros de Jungkook.

-Por Dios, Jungkook, ¿adónde nos quieres llevar? -preguntó el mayor recuperando el aire
cuando sus pies volvieron a tocar el suelo. No soltó los hombros del azabache.

-Lejos, hyung, muy lejos los dos solos.

Jungkook tenía una sonrisa preciosa en aquel momento. Su rostro, si bien delgado, irradiaba
luz. Taehyung se sintió abrumado al verle tan, tan feliz. Quería que siguiese estando feliz.

Aunque no entendía por qué el afán de Jungkook de hacer una escapada a menos de dos
meses del comeback de Tear.

-No nos podemos ir sin más, Jungkookie. ¡Sería una locura! ¡Deja de dar saltitos y escúchame!
¡¿Quieres que nos despidan?!

Jungkook lo arrastraba de un lugar a otro de la habitación, apretando sus manos con firmeza.
Con aquella sonrisa que asustaba de lo amplia que era.

-No pueden hacer eso, amor. No cuando tenemos el mundo a nuestros pies.
El menor elevó una de sus manos e hizo que Taehyung diese una vuelta sobre sí mismo.

-Te estás volviendo loco, Jun—

Pero Jungkook reía, le besaba en la boca, en las mejillas, en las manos. Bailaba con él por
todos sitios, pisando zapatos y ropa tirada en el suelo, lanzándose con él a la cama hasta
quedar acurrucados encima de las colchas desordenadas.

A Jungkook le encantaba ver a su peligrís tan histérico y perdido. Su mirada confundida valía
la pena. Mientras él fuese feliz, mientras sus ojos le mirase expectantes como lo hacían en
aquel momento todo estaba bien.

«Piense en lo que le he dicho cuando esté mirando a esa persona a los ojos». Tenía una psicóloga
para algo. Para intentar hacerle caso.

Y al mirarle a los ojos se dio cuenta de que lo iba a dar todo hasta convertirse en cenizas.
Quería marcharse a algún lugar y vivir por una vez -por una sola vez— lo que es estar
enamorado sin tener sentimiento de culpa. Quería disfrutar, hacer feliz a Tae, no tener miedo.

-No sonrías y llores a la vez. Me hace pensar que me estás ocultando algo, ven -se
reacomodaron hasta que Jungkook tuvo la cabeza apoyada en el pecho de Taehyung.

En esa posición, Jungkook podía oír los latidos del mayor justo en su oído. Cerró los ojos,
concentrándose en la velocidad de sus latidos, sus latidos, sus latidos…

-Una nota, por lo que más quieras. Al menos dejemos una nota o hablemos con el mánager.
¡Cualquier cosa antes de que nos den por secuestrados y nos quieran matar después!
¡Jungkook! ¡¿Te olvidas de quién eres, de quiénes somos?!

Una carcajada estalló. Jungkook se movió, apoyándose en el colchón con las manos, a los
lados de la cabeza de Taehyung. Le besó.
-¿Eso es un sí? ¿Aceptas?

Taehyung se mordió el labio. Debía decir no. Sabía por qué debía decir no. Debía, pero no
quería.

Es más fácil ser ciego, que la sonrisa falsa y las lágrimas de tu pareja sean las que te lleven a
cometer errores. Porque es lo que está mal, porque es más fácil que hacer lo correcto.

Porque supone menos dolor vivir en la dulce, tentadora ignorancia.

-Con una condición -la voz de Taehyung tembló, poniendo un dedo en los labios ajenos.

Sentía una tristeza envolviéndoles, una canción lenta que necesitaba ser detenida.

Jungkook tomó la mano que se presionaba contra sus labios en la suya, besándola. Besando
sus nudillos, discretamente el dedo anular. Poniendo un anillo invisible con sus labios,
cerrando los ojos antes de volver a levantar la vista.

-Lo que tú quieras.

Sus corazones dejaron de latir en el mismo instante.

-Que allá donde me lleves, me hagas el amor como nunca antes lo has hecho, ¿me oyes, Jeon?
-sus risas se perdían entre sus bocas-. Como nunca—

No terminó la frase.
-Entonces, ¿me permites llevarte lejos, Taehyung? -su voz adoptó una teatralidad exagerada-
. A un lugar donde podamos pretender que nos pertenecemos el uno al otro, y así poder
tenerte en mis brazos. Podría tumbarte a mi lado y mirarte hasta que mi corazón dejase de
latir. ¿Me dejarías hacer eso?

¿Disfrutar por un instante la vida que hubiésemos podido tener si no fuésemos quienes somos?

-Por supuesto -respondió sin aire, frotando sus narices juntas, con las frentes apoyadas la
una en la otra.

Antes de morir en vida.

Jungkook salió de la ducha casi a las dos de la mañana. Después de haber hablado con
Taehyung, se dieron las buenas noches. Jungkook quería que la sonrisa que había visto en
Taehyung se mantuviese por mucho tiempo. Necesitaba alejar su malestar de él, por lo que
decidieron que estaba bien que durmiesen separados esa noche.

Jungkook lo entendía. Soltar de repente que quieres hacer una escapada puede desubicar a
cualquiera. Nunca habían hecho una, no así.

Y lo necesitaban. Ahora Jungkook se daba cuenta de por qué.

Se secó con la toalla y salió a su cuarto individual. Todo estaba muy desordenado, pero no le
importaba. Estaba bastante acostumbrado.

Tardó poco en ponerse el pijama. Se secó el pelo ya sentado en la cama. Más tarde buscó el
cepillo, porque si se acostaba con el pelo alborotado, no habría forma de peinarse por la
mañana.
Suspiraba reiteradas veces, insistente en que era simple malestar o cansancio, cuando en
realidad sentía que a sus pulmones llegaba poco aire.

Después de pasarse el cepillo un par de veces, desconectó el teléfono del cargador para
meterse en la cama y leer algún cómic o lo que fuese hasta quedarse dormido. Pero unos
toquecitos en su puerta rompieron la ya establecida rutina.

-Hyung.

-¿Estás ocupado ahora?

-No. Iba a meterme en la cama, pero no iba a dormir todavía -le explicó. Luego añadió, con
una pequeña risa-: estoy solo. -Lo sé. He visto a Taehyung en la cama. ¿Puedo pasar?

Namjoon entró cuando el maknae se hizo a un lado. La última vez que estuvo en una situación
parecida en aquella habitación, había salido con más dudas que respuestas. Esperaba que
esta vez no fuese así.

-La verdad es que estaba trabajando en mi futuro mixtape. El lanzamiento de Daydream me


ha motivado mucho, sabes que yo también llevo algún tiempo preparando mi propia música.

-Sí, lo sé. Todos hacéis música increíble, sois fantásticos por ello.

Namjoon le regaló una sonrisa resentida. Se acercó hasta él y se sentó a su lado en la cama
destapada. Los dedos del mayor estaban entrelazados, con los codos apoyados en sus
rodillas.

-Escuchando algunas canciones de otros artistas y demás mientras estaba en mi estudio, he


visto una, bueno, he escuchado una que hablaba sobre un amor que no se puede romper
hasta que ambas partes se acostumbren a estar la una sin la otra, o hasta que uno de ellos se
enamore de alguien más. Al principio parece que quien canta está diciendo que no quiere
estar más con quien ama, pero en realidad es todo lo contrario. Cuando dice que solo
entonces podrán romper, deja claro que es una situación hipotética, que nunca podrá darse.
Que es un amor que vale la pena proteger. Quería comentártelo. Tú haces los covers en esta
familia -Namjoon no pudo evitar reír-. Y al escucharla, al escucharla yo… Cuando la estaba
escuchando estaba pensando en ti.

Jungkook asintió, mirando al suelo con la vista desenfocada.

-La canción se llama Only Then, y es de Roy Kim. Pensé que quizá te gustaría cantarla, hacer
un cover.

-Gracias, hyung. Te lo agradezco. Pero no creo que lo haga -su vista seguía dirigida al suelo—
. Una canción así no es para mí.

-Todas tus canciones son de desamor, Jungkook.

La mano de Namjoon acarició con cuidado la espalda del menor con movimientos circulares.

-Siempre me pregunté por qué. Por qué un joven que vivía tan enamorado de la vida, de su
trabajo, de su pareja, podía cantar canciones tan desgarradoras.

Inevitablemente, sus ojos se encontraron.

-Hoy hablando con Yoongi, me he puesto a pensar en algo a que nunca antes me había
preguntado.

-¿En qué?
Jungkook esperó su respuesta paciente, pues escuchar a Namjoon no estaba muy lejos de
escuchar a un gran sabio que poseía conocimientos trascendentales. A veces bromeaba un
poco con ello. Pero le admiraba, le admiraba con ilusión.

-Que cuando sabes que algo va mal, donde sea, apartas la vista. Es más fácil que hacer lo que
está bien. Te lo dije una vez, Jungkook. Creo que no sabes que te estás haciendo daño y por
eso, cada vez que alguien te pregunta si estás bien, respondes que sí. Porque no encuentras
la diferencia y te has acostumbrado. Y es más fácil que explicar las razones.

-Me conozco a mí mismo, hyung. No tenéis que preocuparos más por algo que, a estas alturas,
no me afecta.

Namjoon se puso en pie.

-No fue lo único que te dije aquella vez. También te hice una pregunta de la que luego me
arrepentí. Me arrepentí muchísimo de haberte presionado a responder.

Namjoon era asombroso en humildad, en confianza y empatía. Nunca lo admitía, nunca se


daba cuenta. Y, en cambio, conseguía poner los vellos de Jungkook de punta por sacar lo más
oscuro y negro de su corazón y ponerlo delante sus sus narices, enseñarle que podía ver más
allá de sus sentimientos. Sin querer exponerle, pero haciéndole recordar quién y cómo era.

-No te arrepientas, hyung. La respuesta es la misma porque no la puedo cambiar. Sí, le amo
con todo mi corazón. Pero es más fácil girar la cabeza que hacer lo correcto.

Namjoon asintió, desviando la mirada. El sentimiento de intranquilidad le recorrió todo el


pecho.

-¿Seguro que estás bien?


Era demasiado. Namjoon se dio cuenta de que Yoongi tenía razón cuando Jungkook le
respondió esa pregunta afirmativamente.

Un par de palabras no solucionan nada.

-No te acuestes tarde y descansa. Buenas noche, Jungkook.

-Buenas noches, hyung.

Tal vez Namjoon esperó un poco antes de salir, esperó el abrazo que nunca llegó. Cuando
cerró la puerta no hizo ningún ruido.

Jungkook se dejó caer en la cama, la espalda golpeó el colchón y sintió su cuerpo rebotar.
Llevó ambas manos a su pelo húmedo, a las hebras finas.

Alzó una de sus manos, viendo sus dedos desnudos. Destinados a permanecer desnudos por
toda la eternidad.

Antes de caer en el pozo al que llevaban esos pensamientos, se levantó de un salto de la cama,
al punto de sentirse mareado por la agitación repentina de su cuerpo.

Ignoró el hecho de que no era bueno para su tensión hacer esos movimientos bruscos
después de un día tan ajetreado. Pero llegó hasta la mesa que hacía las veces de escritorio
donde leía o estudiaba inglés. Encendió el ordenador y buscó. Buscó casas rurales, en el
campo, cerca del río, en ciudades cerca y lejos de Seúl, cerca de su ciudad, de la de Tae, en
alguna isla cercana.

Cerca pero tan lejos como pudo.


Tenía que tener cuidado con lo que hacía; no dejar rastro de sus movimientos. Aún se
preguntaba si sería conveniente avisar a la empresa o si, por el contrario, lo correcto sería
huir en todo el sentido de la palabra. Sin avisar siquiera a sus hyungs. O decirle a Yang Mi, la
psicóloga, que fuese ella la que avisara a quienes había que avisar. O llamar al mánager.

O irse sin más. Eran una idea tan atrayente.

Luego de más de una hora de búsqueda, se detuvo. Mirando sus dedos sobre las teclas con
un murmullo en la cabeza que golpeaba detrás de sus sienes, muy profundo. Punzadas
agudas detrás de sus ojos.

¿Qué estaba haciendo?

Su vista cayó en la superficie del escritorio. Un rectángulo blanco apareció justo allí,
rompiendo la armonía de la textura de madera de la mesa.

Le dio la vuelta al fino papel, encontrándose con la foto que había olvidado hacía un mes y
que no se había atrevido a mover. Esta vez le dio la vuelta y se miró, se miró en aquella foto
de sí mismo.

Su reflejo le golpeó. Su sonrisa petrificada en aquella lámina, con un jersey de rayas que
ahora descansaba en el suelo del armario, sin ninguna percha en la cual colgarlo o un cajón
en el que guardarlo.

Su felicidad más pura capturada en un instante en una foto que Taehyung le había hecho
tiempo atrás, cuando una tarde el sol se reflejaba en la ventana y proyectaba un arcoíris de
luz en la habitación.

Fue divertido dejar que los colores bañaran su rostro. Lo fue aún más que Taehyung
atesorase aquel momento de la forma que más le gustaba, en una fotografía.
Ahora la foto estaba lejos de ser lo que en algún momento fue, rajada en pedazos desiguales
que, ni con mucho esfuerzo, podrían volver a recomponer la misma imagen.

Jungkook dejó los trozos de la foto que acababa de romper en el mismo sitio.

Pertenecía a aquella vida que quería sepultar, en la que nunca llegó a ningún extremo por
pensar que ser gay estaba mal.

Y en la que nunca se odió, no por aceptarse, sino por hacerle daño a quien más quería.

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looveever©, 2O18
Capítulo 15

Las maletas estaban cerradas a los pies de la cama. Ropa, la cámara y cuadernos de dibujo.
Poco más. Más que poco, mejor dicho.

-¿Por qué no intentas dormir? -la voz de Taehyung sonó a su espalda y vinieron acompañadas
de un beso en el hombro.

Asintió. Tenían pensado ir en coche hasta el lugar que Jungkook había alquilado para ellos y
era un viaje largo. Harían turnos para conducir, pero debían levantarse temprano.

-No te preocupes. Ahora dormiré algo. Descansa tú.

Ambos se sonrieron adormecidos, bajo la tenue luz que mantenían encendida en la


habitación. Taehyung volvió a acurrucarse en la cama. El menor veía su espalda moverse con
el ritmo de su respiración hasta que pudo asegurar que se había quedado dormido.

Jungkook se llevó las manos a la cabeza sabiendo la larga noche e interminables vueltas en
la cama que le esperaban.

Tomó su teléfono con el fin de distraerse leyendo algún webtoon, pero en la bandeja de
entrada un mensaje llamó su atención.

Yoongi le había enviado un mensaje hacía una hora. Preguntaba por si aún estaba despierto.
Jungkook bajó el brillo de la pantalla para no molestar al peligrís. Respondió al mensaje de
su hyung, aunque bloqueó el móvil justo después. El teléfono vibró en sus manos. No
esperaba una respuesta tan inmediata.

La respuesta era breve. Una orden que le hizo fruncir el ceño.

Estoy en la terraza. Ven.

Con cuidado de no despertar a Taehyung, salió del calor de la cama y caminó descalzo hasta
el salón. La cristalera estaba semi-abierta.

La losa del exterior le hizo sisear del frío en cuanto puso los pies fuera. Se abrazó el torso,
cubierto con la fina camiseta del pijama que llevaba. Miró a todas partes buscando a su
hyung, hasta que lo vio sentado junto a la mesa en la que a veces comían fuera. Un farolillo
iluminaba la zona.

-¿Te he despertado?

-No, hyung. En realidad creo que es una de mis noches de insomnio.

Yoongi sonrió de lado, soltando un leve bufido.

-Otra cosa que tenemos en común tú y yo. ¿Por qué no te sientas a mi lado? Las estrellas se
ven bastante bien hoy.

Jungkook no conseguía entender la situación ni tenía idea de por qué el rapero le había
sacado de la cama a estas horas. Pero tampoco se alteró por la ignorancia. Desplazó una silla
hasta que estuvo paralela a la de Yoongi, lado a lado.

Jungkook señaló la mano del mayor, que caía apoyada en el reposabrazos de la silla.
-Sigues fumando.

Yoongi bajó la mirada a su mano, donde sostenía un cigarro entre los dedos.

-Está apagado. Estoy pensando en dejar de fumar.

Los ojos de Jungkook reflejaron las estrellas al oír aquello.

-¡¿En serio?! Es genial, hyung. Me alegro muchísimo. Es una decisión muy importante.

Yoongi sonrió ante la ilusión del menor.

-Muy importante y muy difícil. Dejar algo siempre cuesta.

Jungkook permanecía muy atento a las palabras de Yoongi.

-Taehyung me pidió esta mañana que le hiciese el favor de avisar al resto que ibais a
Nosedónde.

Jungkook no tuvo tiempo de decir nada porque el mayor siguió hablando.

-Y que no te dijese que había hablado conmigo sobre esto porque tú habías tratado de
convencerle de que fuese un secreto. No voy a regañarte ni a impedir nada. Solo quiero saber
una cosa, Jungkook: ¿Por qué?

El aludido sintió la boca seca. Mudo, como cuando debutó siendo adolescente y era
demasiado tímido para hablar delante de ninguna cámara. O con ninguno de sus hyungs.
-Yo—

-¿Por qué ahora, a un mes del comeback? ¿Por qué después del incidente de la revista en
Japón? ¿Qué es lo que no puede esperar, Jungkook? ¿Por qué arriesgas tanto?

Las manos de Jungkook apretaban con fuerza la tela de su pantalón. Tomó una respiración
honda y trató de tranquilizarse.

La mano de Yoongi acarició su espalda en movimientos rápidos.

Durante algunos minutos, un silencio se hizo presente. No era cómodo, pero tampoco lo
contrario. Era necesario, a grandes rasgos. El torbellino de palabras que Jungkook acumulaba
en su pecho amenazaba con brotar de su boca. Pero aún no podía soltar todo lo que
permanecía en él, no era el momento.

Aunque tal vez Yoongi entendería. Su hyung era áspero en algunas ocasiones, pero en
realidad atesoraba una desbordante calidez en su pecho. Y a fin de cuentas, era un experto
en emociones humanas, precisamente la causa de sus males.

Así que, ¿por qué no?

-Un día -comenzó a decir Jungkook— voy a mirar atrás y me aborreceré por haber sido tan
egoísta. Y ciego.

Jungkook bufó.

-Porque no se le puede decir de otra forma. Hay que ser ciego para no ver adónde lleva esto
-hizo una pausa antes de seguir, mirando a Yoongi-. Y me arrepentiré por no haber sido
sincero y haber hecho algo cuando pude. A un mes de que saquemos nuestro siguiente álbum
voy a provocarle una crisis a la empresa desapareciendo unos días sin avisar, con Tae.
Porque ya no tengo nada que perder. Siempre estuvo perdido.

Yoongi atrajo el cuerpo de Jungkook hacia el suyo, pasando un brazo por su cuello. Con la
misma mano que sujetaba el cigarro, sacó un objeto de su bolsillo.

Un encendedor.

Jungkook miró sus movimientos por el rabillo del ojo.

-Ibas a dejar de fumar.

-Bueno, Kook -el mayor dio una calada en cuanto encendió el cigarro-. Esa es otra cosa que
tenemos en común tú y yo. A ambos nos gusta mentirnos a nosotros mismos.

Los edificios desaparecieron de la vista una vez pasadas las dos primeras horas de viaje.
Desde hacía un rato solo había árboles de copas espesas. Pronto tomaría un desvío hacia una
ciudad, pero el resto del camino sería cada vez más salvaje y natural. Menos conectado con
el ajetreo de bloques, coches y personas.

-Dentro de una hora me cambias el sitio.

Jungkook no contestó. Siguió con la vista fija en la carretera y las manos cerradas alrededor
del volante.

-O si estás cansado podemos parar y—


-Estoy bien. Puedo seguir un par de horas más.

-Apenas has dormido. No seas testarudo.

Tampoco hubo respuesta.

-Detén el coche y cámbiame el sitio.

-No.

-Jeon Jungkook, para ahora mis—

Taehyung no tuvo tiempo de reaccionar hasta que tuvo las manos apoyadas en el
compartimento donde guardaban los papeles del coches y tickets de compras. El cinturón se
tensó en su pecho, reteniéndole en el asiento.

Jungkook había frenado. En seco.

Por suerte en la carretera por la que iban solo pasaba algún que otro coche de vez en cuando.

Taehyung miró a su izquierda. El menor seguía con las manos en el volante. Su expresión
estaba seria y eso molestó más al peligrís, que suspiró con fuerza, con la intención de
exagerar.

Nada más despertarse a las cinco de la mañana, lo primero que recibió Taehyung no fue ni
un beso ni un «buenos días». Jungkook le habló de su conversación nocturna con Yoongi y lo
mucho que le había cabreado que le dijese a su hyung que tenían planeado ese viaje. No
tuvieron mucho tiempo de discutir mientras bajaban las maletas al garaje, las metían en el
maletero y se subían al coche. «Conduzco yo». «Ni lo pienses, conduzco yo». «No vas a
conducir enfadado». «Tú también estás enfadado así que conduzco yo».
La primera hora de camino, mientras salían de la ciudad la pasaron con la radio puesta y sin
mediar palabra. Cada quien ordenando sus pensamientos y sopesando la situación. Cada uno
hablando a solas consigo mismo.

La siguiente hora Taehyung se cansó de la radio y la apagó. Las palabras de la emisora se


mezclaban con sus pensamientos, y aunque era bastante capaz de separar un hilo de sonido
de otro, la radio hacía demasiado ruido.

Y conforme avanzaba el tiempo y el silencio se hacía más pesado, Taehyung también se hartó
de este y de mirar por la ventanilla, porque mantener la vista fija en el móvil estando en un
vehículo le mareaba.

Así que a lo mejor era momento de hacer las paces rompiendo el silencio. Cambiarse al
asiento de conductor sería un buen comienzo. O no.

-¿A qué venía ese frenazo?

Ninguna sorpresa el no recibir respuesta.

Pero el mayor tampoco la esperaba. Se desabrochó el cinturón y salió del coche. Jungkook
hizo lo mismo.

Uno pasó por la parte delantera y otro por la de atrás, cambiándose el sitio. Volvieron a subir
al coche, esta vez con Taehyung de conductor y Jungkook de copiloto.

Antes de volver a ponerse en marcha, Jungkook sacó los auriculares del bolsillo de su
sudadera y se los puso. Un suave tirón de uno de los cables hizo que uno de los auriculares
cayese de su oreja.

-No te aísles de mí.


Taehyung tenía el cable entre sus dedos. Una de las manos en el volante, pero con los ojos
puestos en Jungkook. Todavía no había movido el coche.

Con los nudillos de la mano que le había quitado el auricular, le acarició la mejilla y el menor
cedió ante el contacto de su piel con la del peligrís.

Antes de que la mano se alejase, Jungkook dejó un suave beso en el dorso de la misma.

El coche en marcha y solo un auricular reproduciendo música, un silencio menos asfixiante


y un nudo más leve en el estómago de ambos. Hacia delante.

Sobre las seis de la tarde llegaron al lugar. Se trataba de una cabaña en medio del campo que
Taehyung veía a lo lejos desde el coche, con un riachuelo cerca según le había dicho Jungkook.
Muchos árboles y un cielo abierto.

Una sonrisa se formó en los labios del peligrís al caer en la cuenta. Era un cielo abierto, claro
y despejado encima de ellos.

Habían dejado la carretera atrás hacía un momento para circular por un camino de tierra.
Detuvo el vehículo a un lado del camino cuando se cruzaron con otro coche, de aspecto viejo,
parado en dirección contraria.

-Tardo un minuto -murmuró Jungkook poniéndose la máscara en la boca y las gafas de sol-.
Es el dueño de la cabaña.

Sin más, el pelinegro bajó del coche, intercambió un pequeño saludo y algunas palabras con
un hombre mayor y la que supuso que sería su esposa y se despidió.
La pareja de ancianos se subió a su vehículo y desapareció camino de tierra arriba, dejando
una leve nube de polvo tras de sí.

-Dime que no te han reconocido -dijo Taehyung apoyando la frente en la palma de la mano.

Jungkook le contestó mientras volvía a abrocharse el cinturón.

-Son ancianos, Tae. Llevaba la cara tapada. Además, he tenido cuidado.

-¿Qué tendrá que ver que sean ancianos? Pueden tener nietos que escuchen K-pop o ver la
televisión como el resto de personas.

-Te estoy diciendo que he tenido cuidado.

-Más te vale.

El camino de tierra se terminó. Taehyung dejó el coche detrás de la cabaña y apagó el motor
pero ninguno hizo amago alguno de bajarse.

-No seas paranoico, Taehyung.

-¿Qué? -el nombrado se giró para mirarle mejor-. ¿Que no sea paranoico? ¿Que yo no sea
paranoico? ¿Yo?

-Sí, tú. ¿Qué te pasa?

-Me parece increíble que me llames paranoico a mí cuando tú… ¿Sabes qué? Me da igual.
Saquemos las maletas.
Acto seguido ambos salieron del coche.

-No, no, no. Ahora termina eso. Cuando yo qué. ¿Qué ibas a decir?

-Déjalo, Jungkook.

Abrieron el maletero y cada uno cogió su maleta y el bolso de mano.

Taehyung se detuvo a mirar a su alrededor. Era precioso. La cabaña de madera, los árboles
meciéndose con la brisa de la tarde, el arroyo a lo lejos. Y ese cielo, que a pesar de haber
empezado a teñirse de naranja seguía estando despejado y a trasmitir cierta añoranza.

Aquel sitio se parecía a la granja de sus abuelos, el lugar donde se crió. Y quería preguntarle
a Jungkook si había escogido el lugar a conciencia, si todas las veces que le había hablado de
la granja de su familia habían sido la razón por la que ahora se encontraban en un lugar tan
hermoso como aquel.

Le miró un instante, a los ojos, y supo que tendría que quedarse con las ganas de saber la
respuesta.

-Déjalo -le dijo en un murmullo.

Se dirigieron a la cabaña. Las llaves que les había entregado la pareja mayor abrieron la
puerta de entrada.

Al encontrar el interruptor de la luz, se iluminó una estancia que desde el primer segundo
les maravilló. Una cocina de fuego a la derecha, con una barra abierta a la zona que parecía
ser la sala de estar, solo con sofás, sillones y alfombras, sin televisor. Detrás de un biombo al
fondo a la izquierda había una cama de matrimonio con un baúl de mimbre a los pies. Una
puerta solitaria marrón parecía ser la entrada del baño. Era la única habitación con muros,
todo lo demás se encontraba dispuesto a forma de estudio, sin paredes.

Ambos se miraron tras echar un vistazo rápido a la cabaña.

-¿Y ahora qué se supone que tengo que hacer? ¿Me quedo callado porque sigo enfadado o te
digo que he buscado un lugar así pensando única y exclusivamente en ti porque te amo?

Taehyung se tomó un segundo antes de responder, mirando las lámparas del techo.

-¿De verdad sigues enfadado?

Jungkook hizo una mueca de entre cansancio e indiferencia y dejó caer su mochila la suelo,
dando un paso hasta estar más cerca del mayor.

-Ni siquiera sé si he estado enfadado.

Tras la declaración acunó su rostro y le besó en los labios. Un beso que Taehyung llevaba
esperando todo el día, que ambos querían y no se habían atrevido a pedir.

Ese beso dio paso a un abrazo que también necesitaban. Los brazos de uno envolviendo al
otro y el suave subir y bajar de sus manos por sus espaldas y sus hombros.

-Te quiero.

Dos palabras para que todo volviese a estar en sus sitio. Colgando de un hilo.

-Y lo siento por…
Taehyung besó la comisura de su boca para que se callara.

-Venga, vamos a cenar fuera. Las noches en el campo son lo mejor. Te va a encantar.

Y así fue. Tras colocar la comida que habían traído en los muebles y el frigorífico, se
dispusieron a preparar la cena. Taehyung abrió varios cajones buscando mantas hasta dar
con ellas. Tomó un par y las llevó fuera. Jungkook se encargó de encender un farolillo que les
dio luz mientras comieron.

Tirados en el césped con los grillos de fondo, el estómago lleno y el sonido de una noche no
muy oscura, crearon su primer recuerdo en aquel lugar.

-¿Cuánto tiempo llevas planeando esto?

-Después de unas cuantas sesiones con la psicóloga, hablando de lo estresante que es ser una
estrella -palabra que el menor exageró y de lo cual Taehyung se rió— me di cuenta de que
necesitaba aire.

-Yo también lo creía y lo creo.

Metieron los restos de la cena dentro de la casa para que no se acercasen hormigas. Ahora
estaban los dos tumbados en las mantas mirando el cielo. Habían bajado la luz del farolillo al
mínimo para poder ver mejor las estrellas.

Y a pesar de estar solos en medio de ninguna parte, se hablaban en voz baja, como si
estuvieran contándose secretos.

-Pero me refería -habló de nuevo el peligrís— a cuánto tiempo llevas pensando en todo esto,
en general.
Jungkook le miró extrañado.

-No entiendo la pregunta.

Taehyung solo sonrió. Lo dejó pasar.

-¿Cómo te sientes, Kook?

-Sin estrés -suspiró-, sin agobios. He vuelto a apagar el teléfono. Taehyung no borró su
sonrisa. «Mentiras»

-Yo también lo he hecho.

-¿En serio?

Jungkook le miró preocupado pero el mayor solo se encogió de hombros.

-No pasa nada -le aseguró Taehyung-. Los hyungs saben dónde estamos. Y lo encenderé en
algún momento para mandarles un mensaje. No se preocuparán, tranquilo.

Aquello pareció calmar al azabache.

La noche no era fría. Pero eso no impidió que terminaran girados sobre sus costados,
mirándose el uno al otro.

-¿Crees que deberíamos haber hecho esto antes?

-No -contestó Jungkook-. Todo ocurre en su debido momento.


-Ya…

-Si te soy sincero, cuando vi este lugar me acordé de la granja de tus abuelos, de cuando me
hablabas de ella.

-Siempre he querido llevarte.

-Lo sé -le sonrió.

La pregunta quedó en el aire. Se dieron cuenta de que estaban pensando lo mismo.

-¿Crees que alguna vez iremos? ¿Juntos?

-No lo sé -suspiró Taehyung-. Pero lo que sí sé es que ahora estamos aquí. Juntos.

Jungkook sitió su garganta cerrarse. Se acurrucó entre los brazos de Taehyung.

-Y después ya se verá, Jungkook.

Sus manos se buscaron y se entrelazaron encima del costado del mayor.

-Ya se verá.

Pero en realidad ya se veía.

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looveever©, 2O19
Capítulo 16

-¿De luna de miel?

-Eh, ¿y cuando se han casado? ¿En qué país? Porque aquí te digo yo qu—

-¿Podéis, por favor, dejar que me explique antes de que saquéis más conclusiones que os
desvían del tema? -rogó Yoongi.

-Está bien -suspiró Jimin-. Pero date prisa, se me va a salir el corazón con todo este lío.

-Perdona, hyung. Continúa.

Tras las palabras de Namjoon la mesa de la terraza quedó en silencio. Cinco sillas ocupadas
y dos vacías.

-Retomando mis palabras, he dicho que se han ido en una especie de luna de miel, no que
realmente fuera una y que yo sepa no ha habido ninguna boda. Vamos, faltaría más.

-Lo he dicho de broma -comentó Jin-. Ya sé que no es algo factible.

-Ni realista -secundó Jimin.

-Ni posible -siguió Hoseok.


-Sois el alma de la fiesta -murmuró Namjoon.

-Si no os interesa dónde están vuestros maknaes, me voy.

-No, no. Hyung -Jimin agarró el brazo de Yoongi incluso si este no se movió de su asiento,
reafirmando que no se iría sin explicarles la situación-. Perdona, sigue.

-Están en una casa de campo, creo.

-¿Cuánto tiempo van a estar fuera?

-No lo sé, Hobi.

-¿Y alguien ha pensado qué les vamos a decir a los mánagers? Estamos prácticamente a un
salto de lanzar el álbum. ¿Y los ensayos? ¿Y las charlas con los patrocinadores?

Aunque duras, las palabras del mayor llevaban toda la razón. Y era algo que sabían de sobra.

-Jin, estoy de acuerdo en lo que dices -habló Namjoon-. Pero, sé sincero, ¿es lo que más te
preocupa? ¿O es otra cosa? Porque si fuera por el álbum, ya habríamos llamado a la empresa
a avisar de esto y buscar la solución. Pero aquí estamos los cinco, tres horas después de saber
que ni Taehyung ni Jungkook están en la ciudad. Vete tú a saber donde. Venga, si hasta Jimin
se ha echado una copa de vino.

-¿Perdón? -preguntó Jimin entre risas.

-¿Ves? ¿Veis lo que os digo? ¿Alguien, en serio, está preocupado por el álbum?
-Sí, pero… no en la misma medida en la que estoy preocupado por ellos dos.

-Exacto, Hobi -respondió el líder animado, mientras las miradas de los demás le observaban
atentos y curiosos-. Y esto se debe a que estamos preocupados por su bienestar, pero por
nada más.

-Creo que te voy entendiendo -dijo Yoongi con los brazos cruzados sobre la mesa.

-Voy a echarme otra copa a ver si yo también me entero de lo que pasa.

Jimin rellenó su copa escuchando a Namjoon hablar.

-Jimin, lo que pasa es que a ninguno nos preocupa que hayan querido irse de vacaciones de
pareja o lo que sea -Namjoon estaba convencido-. Habrá que avisar a BigHit, claro. Pero, ¿y?

Jimin les miraba por encima del borde de la copa, tomando el vino.

-Lo que quiere decir Namjoon es que hay una razón por la que han hecho eso y no pasa nada.
Porque les va a hacer bien, y cuando vuelva, estarán mejor. Mejor como personas
individualmente y como pareja. Espero.

-Pero, ¿de quién fue la idea? ¿De Tae? -preguntó Jin.

-No -dijo Yoongi-, Taehyung me contó lo del viaje. Pero lo ha organizado todo Jungkook. Y
Tae vino a decírmelo porque sospechaba que Jungkook querría irse sin avisarnos.

-¿Por qué? -preguntó Hoseok con una mano en el pecho, fingiendo dolor.
-No creo que sea nada personal. Estoy seguro de que Jungkook quería que hiciesen este viaje
sí o sí y también sabía que si nos enterábamos íbamos a intentar convencerle de que, al
menos, lo aplazase hasta una fecha más… sensata.

-Pues yo, sinceramente, también estoy preocupado por otro motivo. No deberíamos olvidar
que hace solo unos meses cierta revista nos complicó un poco la vida.

-Por eso se han ido a un campo, Jin. Yo qué sé. Son mayorcitos, ellos sabrán.

-Un campo, luna de miel, viaje de improvisto y sin ganas de retrasarlo… -Jimin se terminó el
contenido de la copa-. Y por si fuera poco, no sabemos cuándo volverán.

-Sigue sin convencerte nada de esto, ¿eh, Jimin?

-Será el vino, me cambia el ánimo.

Hoseok comenzó una broma sobre cómo a él sí que le cambiaba el ánimo tomar alcohol de la
que Jin y Namjoon estuvieron riendo un rato, pero el menor le lanzó una mirada de soslayo
a Yoongi, que a pesar de ser su compañero de copas, no había ni acercado los dedos a la
botella.

Esa madrugada, bastante después de la conversación que tuvieron por la tarde y de una
llamada directa a Bang Sihyuk, decidieron no darle más vueltas al tema. Tampoco trataron
de llamar a los teléfonos de sus maknaes, a sabiendas de que estarían apagados. E incluso
así, Jimin lo intentó un par de veces.

Sobre las dos de la mañana, el ahora maknae de la casa se dejó caer en la cama un momento
antes de darse cuenta de que le iba a costar dormirse.
Caminando despacio, salió de la habitación y dio unos golpecitos en la puerta de Yoongi y Jin.
Pero nadie le abrió. Supuso que ya estarían dormidos.

Al darse la vuelta ahogó un grito al encontrarse a Yoongi de cara.

-Qué susto, hyung, casi se me detiene el corazón.

La cara de Jimin estaba dibujada con muecas de sorpresa.

-Jin ya está dormido -le explicó el mayor cuando Jimin se recuperó de la impresión.

-Te estaba buscando a ti, en realidad.

-¿Qué ocurre?

Hablaban en susurros en medio del pasillo, intentando no despertar a los que estuvieran
dormidos.

-Antes, ¿nos dijiste todo lo de Tae y Kookie?

-Sí, ¿por qué? -preguntó extrañado.

-No sé.

-¿No te convenció lo que dijo Namjoon del porvenir feliz y la analogía del viaje terapéutico
con la luna de miel?
-Por favor, no le imites. Capaz todavía está despierto y nos oye -Jimin suprimió una risilla-Y
no. No me convenció.

-Ni a ti ni a ninguno. Pero no tienes que pensar en ello. Es más bonito así.

Jimin se apoyó en la pared, dejando salir el aire de sus pulmones.

-Este viaje les ayudará.

-Sí, si eso lo creo, pero no sé con qué resultado. Tengo miedo de más cambios.

Esta vez, Yoongi suspiró.

-¿Por qué a todos os gusta hablarme a estas horas de la noche? Os volvéis filósofos o algo, os
ilumina una luz…

-Hyung, para -pidió Jimin tapando su risa con la mano.

-Vamos a hablarle al viejo que está despierto a las tres de la mañana sobre teorías de la
reencarnación -las burlas de Yoongi hicieron que la risa de Jimin resonara un poco por el
pasillo-. Namjoon es el peor, una vez estuve con él hasta las seis de la mañana hablando de
religiones, ateísmo y agnosticismo.

-Es que por la noche eres más hablador, y te encanta escucharnos.

Yoongi se limitó a sonreír. Ambos sabían que era verdad.

Pero la diversión nocturna cesó y Jimin se ofuscó con las ideas que le impedían dormir de
nuevo.
-¿Por qué creías que había algo que no os había dicho?

-Porque te lo noté. Te noté que no estabas tranquilo.

-Pero no es porque os haya ocultado algo que Tae me dijera, sino porque tengo mis
pensamientos al respecto y no quería compartirlos.

-¿Porque es más bonito así?

Yoongi asintió.

-La calma siempre es bonita. ¿Lo oyes? No hay sollozos, no hay miedo. Y estoy seguro que
donde están ellos tampoco lo hay.

Jimin sonrió de lado. Comprendía la forma en la que enfocaban sus hyungs lo de Tae y
Jungkook. Pero cada uno tenía un debate interno al respecto que no querían compartir por
tal de mantener esa frágil calma.

-Jimin, sé lo que estás pensando. Yo también pienso eso. Pero olvídalo. Tienes que centrarte
en la belleza oculta detrás de todo.

-Creo que soy muy egoísta y mi preocupación viene de no querer más cambios. Pero Yoongi,
de verdad que no los quiero. A veces me pongo a pensar en hace años, cuando Taehyung era
espontáneo en lo que hacía y no se paraba más de dos segundos a mirar si había movido las
manos de una forma u otra o si su forma de caminar no correspondía con los malditos
estereotipos. Y hay cambios que agradezco, como que Jungkook ya no sea tan tímido. Pero
ahora me espero más cambios, y no quiero que sean como los de Tae. Quiero que sean
cambios buenos, liberadores, no que repriman.

Los ojos cristalinos del menor captaron la atención de Yoongi.


-Si es que lo sabíamos. Si es que siempre lo hemos sabido. Pero nunca hemos hecho nada y
lo hemos dejado pasar y pasar. Y ahora llegan las consecuencias y no las quiero.

El mayor le atrajo en un abrazo.

-La belleza oculta son todos esos cambios y esas cosas que hemos dejado pasar. Y que son
tanto tuyos como míos como de todos. Con eso es con lo que te tienes que quedar. Es algo
nuestro y que nadie más sabe, recuerdos de nosotros siete. Y cada vez que duela, tienes que
recordar la otra parte, la que no dolía. Si un cambio te hace daño, céntrate en cuando no lo
hacía.

A pesar de que algunas lágrimas amenazaban con bajar por sus mejillas, Jimin tomó aire
asimilando las palabras de Yoongi.

-¿Y funciona?

-A mí me funcionó.

La última palabra de aquella frase que no se dijo quedó flotando en los oídos de ambos,
sonando con fuerza.

Entonces Jimin le creyó.

Muchas más vueltas le esperaban a Jimin todavía. Esa noche el sueño no quería acompañarle.
Tantas ideas en la cabeza y palabras en su boca que no quería decir o que, por el contrario,
necesitaba gritarlas.
Su mente viajó a un año atrás. Rememorando lo que había intentado hablar con Yoongi antes.

Pensó en Taehyung. Y en Jungkook. En los miedos de ambos, en sus charlas habituales y en


conversaciones que mantenía con ellos. Como la que tuvo una vez con Jungkook, una mañana
que desayunaron los dos solos en casa.

-Jimin-ssi.

Jimin revisaba el móvil, sentado en la mesa de la cocina con una tostada en el plato y el café a
medio beber. Jungkook no podía entender cómo alguien podía beber café, algo que todos sabían
y que a Jimin le parecía tierno en cierta forma.

-Te escucho.

Jungkook se pasó la lengua por el interior de la mejilla antes de hablar.

-¿Se nota que soy gay?

Jimin dejó de teclear en el móvil. Levantó la mirada para mirar a su dongsaeng.

-Qué.

Jungkook rodó los ojos. No pensaba volver a repetirlo.

-Da igual, déjalo.

Pero no. La risa de Jimin resonó en todos y cada uno de los malditos rincones de la casa.
-¡¿A qué viene eso?! -su frente casi tocó la tostada con mantequilla al retorcerse de la risa.

Venía del miedo.

Jungkook se lo explicó más tarde.

Taehyung es amanerado. Desde que era adolescente. A veces hace gestos que le harían
fruncir el ceño a más de uno.

Mueve mucho las manos, lo hace inconscientemente. Tiene caderas igual que cualquier ser
humano, por el amor de…

Pero Taehyung es actor. Por eso es tan difícil leerle, si él no quiere que se sepa lo que piensa,
así será. Igual pasa con su forma de moverse, es como si se pusiera una máscara y se
transformara en alguien serio que, desde luego, choca con su personalidad. Pero es su forma
de ser ante las cámaras.

Jungkook sabía todo eso, le conoce casi mejor que nadie por razones obvias. Pero el resto
también. En el fondo, todos se vieron crecer. Y cada uno tuvo y tiene sus inseguridades
consigo mismo.

Pero hay una parte que, incluso, es más perversa aún que lo que nuestra mente puede hacer
con nosotros: la opinión pública.

Taehyung no tiene una cintura pronunciada, ni caderas anchas. Taehyung tiene cuerpo de
hombre y eso derrite a Jungkook. Tal cual se lo dijo el azabache a Jimin aquella mañana.

A Jungkook le fascina tocar otro cuerpo y ver que es tan masculino como el suyo, y bajar las
manos y agarrar carne. Porque culo tiene. Taehyung tiene un culo para enterrar la cara.
Y eso Jungkook lo sabe.

Bueno, Jungkook y los demás.

Hay muchos estereotipos que el azabache se cuestionaba y se replanteaba una y otra vez. A
veces se preguntaba si él también tiene gestos, si camina diferente o si hay una etiqueta en
su frente que reza GAY. Así, en letras mayúsculas. Se replanteaba una y otra vez si tenía…
¿cómo lo llamó Jungkook? ¿Pluma?

Jungkook se estaba preparado un zumo cuando todas esas dudas asaltaron su cabeza. Y por
eso le preguntó a Jimin si él nada más mirarlo sabía que no era hetero.

De una forma u otra, terminaron la conversación entre risas y hablando del culo de
Taehyung. Era agradable pasar tiempo unos con otros, y si estaban felices, mejor.

Pero aquella mañana se quedó grabada en la mente de Jimin. Un día te levantas a comerte la
tostada y al siguiente nada más salir de la cama te preguntas si tanto sufrimiento merece la
pena. La merece. Pero no es justo que ames tu trabajo, que vivas siendo una figura pública y
que la opinión de la sociedad te condicione para el resto de tu vida.

Era común tener complejos con tu físico. Pero en algún momento te das cuenta de que tus
compañeros los tienen con algo que no se refleja, o que al menos nunca te has parado a mirar.
Nunca te ha importado, nunca te ha escandalizado o lo has normalizado después de tantos
años.

Pero el miedo estaba ahí.

El miedo a ser repudiado, a llevar un estigma.

«Taehyung es muy inteligente», piensa Jimin cada vez que llega a ese punto entre sus
pensamientos, a la parte del estigma.
Pero ahora, en esa cajita de su mente donde había guardado bajo llave la niebla de la
sexualidad de sus compañeros, añadió un nuevo concepto.

Un punto y final.

Qué gran escalofrío. Qué gran escalofrío sintió Jimin recorrer toda su columna al percatarse
que Taehyung era más inteligente de lo que todos creían, y Jungkook más bondadoso de lo
que él mismo comprendía.

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looveever©, 2O19
Capítulo 17

¿Cuándo había sido la última vez que había dormido así?

Jungkook se desperezó sentándose en la cama. La sábana resbaló hasta su regazo, dejando


su torso desnudo.

Hacía tanto calor que había dormido solo en pantalones.

En el otro lado de la cama se escuchaba la respiración pesada de Taehyung y se veía la figura


de su cuerpo tumbada plácidamente.

Jungkook, con una sonrisa satisfecha en los labios, volvió a tumbarse detrás de él, buscando
su calor. Deslizó una mano por debajo de la camisa de su pijama y colocó una de sus piernas
entre las del mayor.

-¿Qué?

Jungkook juraría haber oído unas palabras amortiguadas contra la almohada.

-Que quiero dormir -contestó Taehyung con la voz de adormecida.

-Pero tenemos que desayunar.


Jungkook acompañó sus palabras con pequeños besos en la nuca del peligrís. Otra retahíla
de palabras que no logró entender.

-¿Que qué?

-Que más tarde. Que es muy temprano.

Jungkook río con los labios pegados a su cuello y negó con la cabeza, a la vez que acariciaba
su estómago con la mano que tenía dentro de su pijama.

-No, venga. Tenemos que aprovechar el día, Tae.

Taehyung resopló y giró sobre sí mismo. La mano de Jungkook acariciaba ahora su espalda,
mientras esperaba a que Taehyung se reacomodase, volviendo a deslizar una pierna entre
las suyas.

-Uy.

Taehyung abrió un ojo ante el sonido.

-¿Puedo hacer el chiste?

-¿Qué chiste? -preguntó el mayor sin terminar de despabilarse.

Jungkook movió el muslo que Taehyung tenía aprisionado entre sus piernas.

-Ni se te ocurra.
-¿Tienes…

-Jungkook -la voz de Taehyung sonó con autoridad.

-… una pistola entre las piernas?

-Dios.

-¿O es que estás feliz de verme?

-Eres insufrible.

Jungkook le besó entre risas.

El azabache entonces quiso salir de la cama.

-¿Dónde vas? -preguntó el mayor deteniéndole con una mano en la cintura.

-¿A preparar el desayuno?

-Ah, no. Has hecho el chiste. Ahora te encargas.

Jungkook arqueó una ceja, sin pasar por alto la sonrisa pícara del mayor.

Desde el principio, cuando comenzaron a intimar, los dos hicieron hincapié en diferenciar un
calentón de hacer el amor.
Porque, para ellos, hacer el amor es para toda la vida.

Taehyung tatareaba una canción mientras guardaba en la mochila la cámara pequeña y algo
para comer.

Después de almorzar habían decidido salir a ver el arroyo y hacer fotos. Pasear por el campo
y respirar aire fresco, aunque parecía que ni salir fuera les iba a permitir a ninguno respirar
mejor.

El ambiente era tenso. Dulce y tenso. Desde que habían llegado, las caricias y la boca de
Jungkook le decían que le amaba, pero sus ojos le pedían perdón constantemente.

Taehyung apretó entre sus manos el cierre de la mochila y se quedó allí de pie. Pensando.

Jungkook es un romántico. Es el tipo de persona al que le gustan los viajes de pareja y los
chocolates por San Valentín.

Taehyung giró la cabeza hacia el sofá para ver a Jungkook poniéndose en pie después de
calzarse los zapatos. Se sonrieron.

Aquello no era más que otro de los gestos románticos de Jungkook. Pero el peligrís no
entendía por qué se lo repetía tanto a sí mismo.

-¿Estás listo?

-Sí -Taehyung se colgó la mochila. Jungkook llevaba otra-. Vamos. Estoy deseando recorrer
todo este sitio.
-Mientras no nos hagas perdernos…

El mayor alzó una ceja, intentando ocultar la sonrisa.

Salieron de la casa y empezaron a caminar campo a través. Hacía calor y el sol pegaba fuerte,
aunque ya estaba entrada la tarde. Se echaron crema solar en la cara y los brazos mientras
caminaban. Y al pasarse la crema, Jungkook se tomó unos segundos para observar la piel de
Taehyung bajo el sol.

-¿Qué miras tanto? -el mayor preguntó dulcemente.

-A ti. Tu color de piel.

Taehyung sonrió con sus palabras mientras guardaba la crema solar en la mochila y sacaba
la cámara.

-¿Te gusta mi color de piel?

Jungkook asintió.

-Nunca me lo has dicho.

-¿Cómo que no?

Pisadas sobre la hierba de dos enamorados.

-Yo no lo recuerdo -replicó el peligrís, altanero.


-Te lo decía cuando éramos más pequeños. ¿En serio no lo recuerdas? Es verdad que los
crushes no te hacen caso.

-Pero si soy tu novio.

-Sí, pero primero fuiste mi crush. Y te decía que me encantaba tu sonrisa cuadrada y el color
de tu piel porque eras el más bronceado.

Taehyung escuchaba atento cómo el menor pisaba sus propias palabras, incrédulo de que no
se acordase de aquello. Y le provocaba ternura.

-¿Cómo no puedes acordarte? Aprovechaba para decírtelo siempre a pesar de mi timidez.

El rostro de Taehyung llevaba una sonrisa dibujada que se ensanchaba cada vez más.
Disimuladamente, se acercó a Jungkook hasta tomarle de la mano.

-Y me quedaba hasta tarde diciéndote todo eso para que se hiciese de noche y usarlo de
excusa para dormir contigo… ¿Te estás riendo?

-Ay, Kook. Eres un ángel.

Jungkook entrelazó sus dedos con lo de Taehyung.

-Espera. Te acordabas de todo, ¿verdad?

-Siempre me acuerdo de todo, amor. Pero quería oírte hablar de nosotros cuando éramos
más pequeños.
Jungkook le sacó la lengua y luego sus risas sonaron en medio de ninguna parte, allí en el
campo. Solitos tomados de la mano. Paseando como el resto de parejas de su edad harían.

-Me gustan los recuerdos de aquella época -admitió el peligrís después de un rato-. Era todo
más fácil.

-Quizás para ti. Yo me ponía rojo hasta las orejas de tenerte cerca.

Una risa comprensiva.

-Me refería a otra cosa -Taehyung continuó-. Era más fácil de esconder.

Jungkook procesó sus palabras y dudó en responder. Pero lo hizo.

-Estoy harto de esconderme.

-¿Tienes alguna solución? Te escucho. Si la encuentras me avisas porque yo necesito la


misma que tú.

-Bueno, perdona si no te parece fácil ahora pero tampoco lo es para mí. Y soluciones hay.

-No, a ver. Jungkook, yo digo que—

-Soluciones hay, Taehyung.

Se habían detenido. Sus ojos se miraban fijamente. Y el mayor sintió su corazón dar un vuelco
al ver los ojos lagrimosos de Jungkook.
¿Qué se había insinuado para que el vello de ambos se crispara? ¿Qué se habían querido decir
con escasas palabras que les rajaron desde dentro?

-Lo siento -susurró el peligrís.

-No hagas eso. No lleves la conversación a donde tú quieres.

La voz del menor amenazaba con verse afectada por las pequeñas lágrimas de sus preciosos,
preciosos ojos que no dejaban de mirar al amor de su vida en ningún momento.

-Perdona -Taehyung volvió a disculparse.

-Porque esa sí que no es la solución. Y si lo ves venir, lo siento mucho -las palabras de
Jungkook eras agrias a conciencia, y parecía que las escupía de su boca-. Pero no me obligues.

Taehyung desvió la mirada. Se mordió la lengua, tragándose el orgullo y todas las cosas que
quería decir.

Sentía rabia en las venas. Tal vez hacia Jungkook, pero también hacia sí mismo.

Volvió a posar la mirada en el azabache. Sus rostros eran de piedra.

Y como una pluma, Taehyung acarició su mejilla mientras le regalaba una sonrisa
inequívocamente rota.

-Ya casi llegamos al arroyo, ¿verdad?

Le tomó de la mano una vez más, pero las lágrimas del menor, aunque habían cesado, bajaban
furtivamente por sus mejillas dejando surcos de cristal.
-Vamos hasta el arroyo. Quiero que lleguemos antes de que anochezca. Para ver cómo
aparecen las luciérnagas.

-Tae…

-Te prometo que me quedaré callado el resto del camino.

-No quiero que te quedes callado, Tae—

Pero el mayor apretó los párpados y negó con la cabeza.

-¿Vamos al arroyo? ¿Sí?

Sus ojos estaban apagados. La única diferencia es que Taehyung seguía forzando la sonrisa
de su rostro.

-Quiero ver las luciérnagas, Jungkook. No quiero que se nos haga tarde.

Silencio.

-Por favor.

Jungkook terminó asintiendo. Iban al arroyo de todas formas, pero la insistencia de


Taehyung le había desconcertado.

El peligrís deshizo el agarre de sus manos y se adelantó unos cuantos pasos.


Jungkook le vio alejarse campo a través.

Taehyung lo sabía.

-¡Te quiero!

Taehyung lo sabía muy bien.

Se hizo de noche cuando llegaron al lugar que buscaban.

Un riachuelo de agua fría que corría junto al viento nocturno. Los árboles tupidos escondían
el cielo en algunas zonas y las estrellas se confundían con las luciérnagas, tan brillantes como
en ningún otro sitio.

Entre ellos no habían mantenido conversaciones largas el resto del camino. Les sobraban las
palabras.

Así que cuando Taehyung se recostó en el pecho de Jungkook, rompiendo la barrera física,
desataron los últimos nudos.

-Mañana volvemos.

-¿Mañana ya? El tiempo vuela.

Miraron el paisaje, buscando un indicio de lo que estaba pasando entre ellos. Como si la
naturaleza tuviese la solución.
-No sé cómo hacer esto -resopló Jungkook llevándose una mano al pelo-. Lo he tenido en la
cabeza mucho tiempo y no sé cómo hacerlo.

Taehyung no hizo ningún comentario.

-Taehyung, yo…

El nombrado cerró los ojos, oyendo los latidos de su propio corazón. La respiración errática
y los puños apretados.

-¿Sabes por cuánto tiempo voy a amarte?

Definitivamente, esa no era la pregunta que Taehyung esperaba oír.

Y no supo cómo responder, anonado y confuso.

Su cabeza se hizo un lío entre querer dar una respuesta y entender qué estaba pasando. Pero
el menor se adelantó.

-Hasta que dejen de existir lugares así.

El peligrís volvió la vista al paisaje, los ojos anegados.

-Hasta que deje de haber estrellas. Hasta que las olas dejen de romperse en el mar. Todo el
tiempo que esté vivo, mientras me lata el corazón, voy a amarte.

No. No era lo que él había imaginado oír. No correspondía a los escenarios en su cabeza.
Taehyung, temblando, se giró hacia él, poniéndose en pie sin saber qué hacer consigo mismo.

-¿Por qué me dices esto ahora? ¿Por qué lo haces más difícil de lo que podría haber sido?

Jungkook se levantó también de la hierba, atento a Taehyung.

De repente, la intensa voz del mayor se abrió paso entre los árboles.

-¡Taehyung, te dejo! ¡No te quiero más en mi vida! -gritó el peligrís.

El susurro de las hojas ensordeció el lugar.

-¿No hubiera sido más fácil así?

-Tae…

-¿Por qué has tenido que traerme a un lugar así, decirme cuánto me amas para dejarme?

Taehyung respiró profundamente y se cubrió el rostro con las manos, intentando


tranquilizarse.

-Porque no es el cuánto te amo, sino por cuánto te voy a amar -susurró Jungkook tomando
las manos de Taehyung entre las suyas.

Jungkook tampoco sabía cómo reaccionar. Por supuesto que Taehyung lo sabía, pero eso no
evitaba que le hubiera sorprendido.

No era el único que lloraba.


-Creo que no lo has entendido, Tae -rió Jungkook, con las lágrimas resbalando hasta su
barbilla-. Tan listo que eres, que sabías lo que iba a hacer y no te has parado ni un segundo a
pensar…

Dejó un beso casto en sus labios.

-Sabes que te quiero, te amo, te adoro. Con toda mi alma -la sonrisa no se borró del rostro del
azabache-. ¿Pero sabías que lo voy a hacer para siempre?

-Deja de decir estupideces. Si cortas… si cortamos lo nuestro, se corta todo.

El menor se sintió mareado por las vertiginosas palabras.

-Entonces cortarás tú.

Taehyung se detuvo a enjugarse las lágrimas.

-Tienes razón. No te entiendo.

Jungkook le abrazó escondiendo la cara en su cuello, hasta que los sollozos del mayor se
calmaron un poco.

-Sabes que no podemos estar juntos, ¿verdad? Por quiénes somos, por lo que somos, por
donde vivimos. Cada vez somos más… indiscretos.

Jungkook besó la mejilla del peligrís.

-Tae, mírame. Estoy igual que tú. No quiero que sea así. Pero no hay otra forma.
-Pues nos salimos del grupo. Se acabó BTS.

-No, no -respondió el menor aún en el abrazo-. Piensa en los chicos. Y en los millones de
personas a las que les partirías el corazón.

-¿Como el mío?

Jungkook se separó de él.

-¿Por qué piensas que a mí no me duele como a ti?

-Porque no lo entiendo. Tú fuiste el que quiso empezar todo esto, hace años. Y yo te decía lo
mal que íbamos a terminar. Y ahora eres tú el que me deja. ¿Cómo quieres que me sienta?

-¿Así es como quieres que terminemos? ¿Echándonos cosas a la cara?

-¡Y cómo quieres! ¡Una palmadita en la espalda y gracias por todo!

-¡Que te quiero!

-¡Y yo a ti!

Quién los hubiera visto. Con el corazón en la mano y veneno en la boca.

-Me da igual la gente. Me da igual lo que diga el país entero. Me da igual todo, Jungkook. No
me creo que no me quieras.
Jungkook dio un par de pasos desordenados hasta volver a mirar al mayor a la cara.

-¿Cuánto tiempo crees que va a tardar en salir a la luz? ¿Seis meses más? ¿Un año? Nos
quedamos sin tiempo, y cada vez disimulamos menos porque nos hemos acostumbrado a
estar juntos. Tenemos un contrato y nos queda mucho, pero mucho, hasta dejar de ser
quienes somos. Y por desgracia todo lo bueno que hemos vivido tenía su parte mala. Me
avisaste, lo sé, y a mí también me da igual lo que piense la gente. Es que no me puede importar
menos. Pero te quiero tanto, pero tanto, que no soportaría que nunca tuvieras un accidente.
Que en el servicio militar te pasase nada. O que un loco cualquier día te haga daño.

Taehyung se quedó helado.

-No quiero darte las «gracias por todo». No sabemos cuánto tiempo nos queda. Pero -
Jungkook volvió a acercarse al mayor— yo sí sé por cuánto tiempo te voy a amar. Y si tengo
que esperar veinte años, lo voy a hacer. Tal vez sea demasiado tarde para entonces, pero
viviré con ello.

Taehyung quería que Jungkook soltase sus manos. No soportaba aquello, no quería seguir
oyendo.

-Ya es demasiado tarde.

-Dilo otra vez -le retó Jungkook-. Pero esta vez, dilo creyéndolo.

Taehyung se mantuvo mudo.

-Si hemos llegado hasta aquí, y no hay más, me quedaré con todos los buenos momentos.

El azabache señaló hacia arriba, y el mayor miró al cielo.


-Yo no sé tú, pero yo, mientras sigan brillando…

Tomó la mano de Taehyung y la acercó a su pecho.

-Y hasta que la muerte me separe de ti.

-Y por eso me dejas.

Se mantuvieron la mirada, cargada de emociones imposibles.

-No lo entiendes -se quejó Jungkook, con la voz rota, ida, irritada. Taehyung liberó sus manos
de las del menor.

-Yo solo entiendo -habló el mayor con la voz terroríficamente calmada— que durante todos
estos años me he creído hasta los huesos que eras el amor de mi vida.

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looveever©, 2O19
Capítulo 18

Nadie preguntó.

Pero, ¿qué había que preguntar? Si algo está roto. ¿Por qué insistir? ¿Por qué querer conocer
un dolor que no está sanado y aún sangra?

Si en un futuro les preguntasen por los momentos en los que habían temido la integridad del
grupo, habrían resaltado aquel y otros que vendrían en un futuro cercano.

Pero en el presente, ¿quién les iba a juzgar por simplemente asentir y tragar?

Se acabó. Bueno, todos supieron desde un principio que aquello tendría final. Pero con el
tiempo, con la rutina y sobre todo con el amor y la paz que trajeron al final la fantasía se
transformó en una realidad tangible.

Y había sido tan dulce, tan armoniosa, tan cercana que en algunos años todos se habían
acostumbrado de tal manera que al verles llegar con las maletas en la mano y el corazón roto
lo único que pudieron hacer fue bajar la vista y darles espacio.

Y tras ese instante, pedazo a pedazo, la realidad se desintegró.

Los cinco se miraron. Ninguna palabra había cruzado la estancia, pero no hizo falta. Tal vez
si alguno hubiese hablado las sutiles lágrimas de Jimin hubieran sido un llanto. Y Hoseok en
lugar de morderse las uñas se hubiese encerrado en su habitación.
O quizá todos se hubieran levantado a la vez y hubieran roto allí mismo cada uno de los
contratos firmados con sus nombres, y los trozos habrían sido arrojados junto a la foto
destrozada de Jungkook.

Foto que rompió por un arcoíris. Igual que su vida y todo lo que amaba de ella.

Por la cabeza de Yoongi cruzó la idea de levantarse, dar un par de palmadas y bajar el telón
de la obra de teatro. Porque aquello era una locura, una tragicomedia, demasiado para estar
ocurriendo. Caminar a la habitación de Jungkook donde el menor se encontraba llorando y
zarandearle, gritarle, pedirle que diese marcha atrás y arreglase todo lo que había ido
rompiendo por el camino.

Pero claro. Ahí estaba la cuestión.

No acababa de romperse.

Todo estuvo roto desde antes de que ninguno se diese cuenta.

En el preciso momento en el que Jungkook se puso de puntillas para darle el primero de


muchos besos a Taehyung; desde que les vieron tomarse de las manos a escondidas, besos
furtivos, susurros por las noches, miradas de soslayo, caricias discretas.

En ese preciso momento supieron que si aquello seguía, arderían. Y nadie quería verlos
sufrir.

Les falló la ignorancia. El desvío de atención cuando tenían un gesto más afectuoso de lo
normal. Hasta que fue normal. Y los besos, los abrazos, y la forma en la que se miraban. Se
hizo normal, porque en ningún momento dejó de serlo.
Y cuando pusieron las cartas sobre la mesa, ¿qué iban a preguntar, si aquello estaba hecho
de cristal?

Si amaban verlos felices. Y si querían estar juntos, ¿qué importaba? Jamás importó.

Y sí. Todos supieron que sería efímero. Que ese amor que mimaban tanto no tenía futuro.
Pero, oh, todos habían estado tan dispuestos. Todos con una sonrisa en el rostro aunque el
fuego comenzara a alzarse desde el interior de la tierra.

Se habían creído el cuento que ellos mismos habían utilizado como escudo.

Jungkook fue el primero en darse cuenta de que vivían huyendo del tiempo. Y lloró. Lloró
porque sabía lo mucho que iba a doler.

Ahí fue donde empezó todo. La mala época de Jungkook en la que solo quería refugiarse en
los brazos de Tae y ninguno sabía qué le ocurría.

Porque todos estaban ciegos de amor.

Ya no eran un pequeño grupo recién debutado. Ahora eran cantantes de renombre.

Y Jungkook buscó y buscó la solución al cuento de hadas en el que vivía. Todas las noches
llorando hasta que conseguía dormir con los dedos de Taehyung acariciando su cabello,
entrelazando sus manos prometiéndole amor eterno.

La respuesta la encontró en ello mismo. En la eternidad. Porque con apenas veinte años la
eternidad y el resto de tu vida se diferencian por una línea muy fina. Por lo que, aunque
hubiese un final, Jungkook sabía que amaría a Taehyung por encima de todas las cosas.
Durante toda su vida.
Por larga o corta que fuese.

Cuando llegó a esa conclusión siguió doliendo horrores, pero una extraña paz le invadió el
pecho. Por lo iluso que había sido en creerse que el mundo es bueno y darse cuenta de la
verdad.

Que, simplemente, aquel no era el momento.

Y que si tenía que esperar treinta, cuarenta o cincuenta años más los iba a esperar.

Así que, sí. El mundo podía arder y arrasar con todo. Que él se iba a encargar de que su amor
también ardiese y se mantuviera vivo hasta que la vida le dijese: ahora sí, Jungkook.

Ahora eres libre.

Taehyung se sentía sin fuerzas desde que entraron por la puerta y todos los pares de ojos de
la casa se posaron ellos.

Todos lo sabían.

Recostado en la cama, había intentado dormir y desconectar. Pero había sido imposible.

Igual que un golpe en el pecho, el dolor latía al ritmo de su corazón.

Jungkook le había destrozado. Y aún pasaría un tiempo hasta comprender lo que el azabache
había querido hacer en realidad. Porque Taehyung no entendió a que se refirió Jungkook con
esperar veinte años.
En veinte años ya habrían dejado el escenario, y él estaría haciendo exposiciones de
fotografía por todo el mundo bajo el pseudónimo de «Vante». Y, muy cruelmente, en veinte
años Jungkook podría o no tener cabida en su vida.

Porque ahora que el daño persistía y las lágrimas seguían nublándole el juicio y la visión, se
sentía con el valor de enterrar el amor por el que tanto había luchado.

Taehyung se debatía entre emociones dispares: indiferencia y amor.

Pero se engañaría a sí mismo si creía que una de ellas sería capaz de superar a la otra.

De momento, solo quería sanar su corazón. Daba igual el tiempo que llevase. Y por supuesto,
nada de esto afectaría a ninguna de sus dinámicas. Eso había quedado claro en la
conversación que tuvieron al volver.

El público no iba a notar ningún cambio entre ellos, aunque después rompiesen a llorar en el
backstage. Tampoco lo notarían los chicos.

Habían sido ellos lo que habían interpuesto sentimientos en la relación de todos, y ellos
serían quienes lidiarían con las consecuencias, nadie más.

La teoría estaba bien. Pero la práctica…

Taehyung giró en la cama viendo el hueco vacío a su lado.

Había cosas de Jungkook por todas partes.

La empresa tenía planeado separarles en la convivencia desde hacía tiempo. Todos tenían
alguna residencia individual buscada.
Seguramente la mudanza se adelantaría antes del lanzamiento del próximo álbum. Y
Taehyung lo agradecía. Suponía que el resto también.

Incluso tratando de convencerse, se dijo a sí mismo que, con el tiempo, sería bueno para él
no ver a Jungkook todas las horas del día.

Un rato después Jimin asomó la cabeza por la puerta, con el rostro cubierto de preocupación.

Se deslizó por la habitación hasta llegar a la cama y tumbarse al lado del peligrís y abrazarlo.

-No sé qué decir -admitió el rubio con la barbilla apoyada en la cabeza de Taehyung,
envolviéndole en un reconfortante abrazo.

Taehyung se limitó a quedarse entre los brazos de su mejor amigo.

-Os admiro.

El menor bufó.

-¿Por haber tenido la historia de amor más estrepitosa de toda la industria?

-No -susurró Jimin con la mirada fija en la pared-. Por haberos atrevido a ser quienes sois.

El rubio sintió las lágrimas calientes en su cuello. Sus manos acariciaron la espalda de
Taehyung en señal de consuelo.

Se quedaron un rato así, sin decir nada. Jimin sabía que lo que menos necesitaba era hablar.
Un corazón roto necesita tiempo. Y más amor.
-Sabes que Jungkook está igual que tú, ¿verdad? Sois un desconsuelo ahora mismo.

-Lo sé, lo siento porque os hayamos afectado y—

-No, no, no -le calló Jimin-. Nada de eso.

Taehyung siguió sollozando, arropado en el pecho del mayor.

-¿Cómo lo habéis sabido?

-Bueno -suspiró Jimin-. Creo que ha sido algo progresivo, y lento. Como despertarse de un
sueño. Hemos hablado mucho este tiempo que habéis estado fuera. Y hemos considerado
todas las posibilidades. Pero eso no quita que estemos pasmados.

-Lo siento.

-No lo sientas.

-Podríamos haberlo evitado.

-Nada hubiera sido igual. Escúchame, que te quede muy claro a pesar de lo testarudo que
eres que, en ningún momento, nosotros hemos pensado que habría sido mejor si nunca
hubieseis sido pareja.

Taehyung levantó la cabeza para mirarle.

-Si hasta podría decir que envidio tu historia de amor, TaeTae.


-¿Qué dices? Estas loco.

-Pues es la verdad. Con su final incluido.

-¿Por qué?

-Porque como os habéis amado vosotros no ha amado nadie. Y sé que ahora te parece el fin
del mundo. Pero ahora es ahora, y mañana será otro día. Y lo que piensas hoy, mañana lo ves
diferente.

Taehyung miró el techo, con la voz de Jimin bailando en sus oídos.

-Y cuando sane, lo que guardas aquí -dijo el rubio poniendo un dedo encima del pecho de
Taehyung— va a seguir estando. Te conozco, y al innombrable también.

-No hace falta que le digas así.

-No hagas muecas cuando le mencione entonces -sonrió Jimin.

Jimin le apartó algunos mechones de la frente.

-¿Sabes lo que no es para siempre? Esto. Esto que estas viviendo ahora. Quienes somos. La
fama. Tae, tú sabes que la fama se escurre entre los dedos. ¿Sabes lo que sí es para siempre?
Los buenos momentos. Los que has tenido y los que tendrás.

-Qué profundo. Te pareces a Yoongi-hyung hablando.

-Lo aprendí de él.


Taehyung respiró hondo.

-No sé, Jimin. Tal vez este sea realmente el punto y final.

Jimin sonrió.

-¿Cuánto tiempo crees que nos queda? ¿Unos siete años o así? Como grupo, digo. ¿Qué vas a
hacer después durante el resto de tu vida? ¿Irte al campo a criar animales tú solo?

Taehyung se encogió de hombros.

-A lo mejor para entonces ya no quiero a Jungkook.

-Cierto. Y sería completamente comprensible.

El menor pensó que Jimin insistiría más, pero lo dejó pasar.

-¿Puedo preguntar qué fue lo que te dijo cuando te dejó? Bueno, dando por hecho que fue él
quien…

Taehyung se tapó la cara con la almohada.

-Está bien. Pillo la indirecta. Te dejo para que descanses.

El peso del cuerpo de Jimin desapareció de la cama, pero antes de marcharse, Taehyung le
llamó.
-¿Cuándo crees que se apagará la última estrella del universo?

-¿Qué? Y yo qué sé, Tae. Dentro de millones de años. Yo que sé, míralo en Internet.

No hacía falta. Obviamente, Taehyung conocía la longevidad de la luz de las estrellas.

Pero millones de años parecía demasiado para que un amor sobreviviese.

-He hablado con Tae.

-¿Y qué le has dicho?

Jimin frunció el ceño, recordando.

-Lo que tú le hubieras dicho, que les admiro. Por ser valientes.

El otro se limitó a asentir.

-Pensaba hablar con Jungkook, pero creo que deberías ser tú quien lo hiciera.

-¿Por qué lo piensas?

-Porque todavía no dejo de darle vueltas a lo que me dijiste una vez. Que Jungkook se cree
débil por ser más fuerte de lo que nadie entiende. Pero yo creo que tú si lo entiendes.
Ambos se miraron.

-Igual que yo ahora entiendo y conozco algo de ti que nunca has querido contarnos. Me ha
costado darme cuenta, pero creo que no me estoy equivocando.

El cenicero hizo un ruido al deslizarse por la mesa.

-No deberíamos hablar de esto.

-¿Por qué nunca nos lo has dicho?

-Porque yo, a diferencia de Jungkook, soy débil e incapaz de convivir con mis dilemas. Y mi
único consuelo es quemarme los pulmones con humo.

-Después de tantos años, cuando entre nosotros ya no debería haber secretos…

-Es preferible -apuntó a Jimin con el cigarro— que un secreto consuma y atormente a una
persona a que haga lo mismo pero con todos.

Aplastó la colilla contra el cenicero de cristal.

-Además, ¿de qué hubiera servido?

-Nadie hubiera dicho nada nunca. Todo habría sido igual.

-Jimin, siento sacarte de tu mundo de fantasía, pero la vida no es así de fácil.

-¿Y por qué nunca has querido intentarlo?


El mayor se levantó, evadiendo a Jimin. Pero este no pensaba quedarse así.

-¿Cómo te sientes habiendo desperdiciado tantos años de tu vida, Min Yoongi, aparentando
ser algo que no eres?

El aludido debió haber salido de allí y seguir con su vida. Tal y como había hecho hasta ese
delicado momento en el que parecía que todo se desmoronaría con un soplido. Pero no pudo
evitar que las palabras brotaran como lava de su boca.

-¿Cómo te sientes metiendo el dedo en las llagas del dolor ajeno, Park Jimin, sin conocer
realmente el dolor de los que sufren el dilema de ser gay?

Junto al humo, las palabras flotaron hasta deshacerse y olvidarse con el infructuoso pasar
del tiempo.

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looveever©, 2O19
Capítulo 19

-¿Por qué duele tanto?

-Me gustaría decirte que con el tiempo te dolerá menos. Pero es que realmente no sé qué
decirte a parte de eso. Ni siquiera entiendo el porqué. Lo tenías todo, Jungkook.

El aludido escondió la cabeza entre sus rodillas. Yoongi miraba por la ventana.

-Me cansé.

-¿De Taehyung?

-No.

El silencio requería una pregunta. Pero no la formuló el mayor.

-¿De qué, entonces?

Jungkook y Yoongi giraron la cabeza hacia la puerta en penumbras, donde la figura de


Taehyung esperaba con una mano apoyada en el marco.

Yoongi le desordenó el cabello a Jungkook y cuando se cruzó con Taehyung le dio un par de
palmadas suaves en el pecho. Una sutil forma de pedirles paz.
Debían ser las cuatro de la mañana mínimo. Todos habían perdido un poco la noción del
tiempo esa noche.

Cuando Yoongi salió del pasillo en dirección a la cocina, una tenue luz le detuvo.

Namjoon se encontraba recostado en el sofá leyendo un libro. Parecía que nadie tenía ganas
de dormir.

-¿No es un poco tarde? -preguntó Yoongi señalando el reloj de la pared.

-Si hay algo que la vida le enseña a uno, es que nunca es tarde.

Acto seguido, Namjoon cerró el libro.

-Jimin me lo ha contado.

Los ojos de Yoongi se abrieron como platos tras oírle.

-Tantos años viviendo juntos y nunca lo has dejado caer, ni siquiera has querido hablar nunca
de algo relacionado.

Las palabras de Jimin resonaron en su cabeza: «Después de tantos años».

Suponía que todos debían sentirse traicionados. El corazón se le aceleró de pensarlo. Pero
Namjoon tan solo le abrazó.
-No te preocupes. Nadie está enfadado. Lo que nos pasa es que nos sentimos mal por no haber
estado ahí en algún momento de necesidad, o si has pedido ayuda alguna vez y no nos hemos
dado cuenta.

-No quería ser una carga. Bastante teníamos con… No quería añadirle más peso al asunto.

Namjoon sonrió haciendo que sus hoyuelos se marcasen.

-Pero has cargado con ese peso tú solo. Se acabó. Ahora mismo, no hay nada en ti que cambie
la esencia de quien eras ayer.

Yoongi sonrió, realmente agradecido por las palabras del líder.

-Gracias.

Namjoon hizo un gesto para quitarle importancia al asunto y volvió a retomar su lectura.

-Jimin también me dijo que hablarías con Jungkook, ¿qué tal?

Yoongi suspiró.

-No lo sé.

-Hemos pasado por malas rachas.

-Como esta, ninguna.

Namjoon desvió la mirada del libro un instante.


-Se acerca tormenta, capitán -bromeó Yoongi.

El líder levantó el libro para leer el título que rezaba La isla del Tesoro. No pudo evitar reírse
de la comparación.

-Bueno, lo que no te mata…

Yoongi asintió y dejó tranquilo a su líder.

Y por un instante, sintió que el aire entraba limpio a sus pulmones sin ninguna dificultad.

Taehyung seguía en la puerta esperando.

Jungkook, por su parte, no se había movido del alféizar de la ventana.

-¿De qué te cansaste?

La voz de Taehyung no guardaba maldad, ni rencor. Era cándida curiosidad teñida de


melancolía.

El azabache observó cómo su hyung se sentaba a los pies de su cama sin romper el contacto
visual.

-De hacerte daño.


Taehyung puso la mano a su lado en la cama indicándole al menor que se acercase.

Jungkook, dubitativo, se sentó a su lado.

Oh, la tensión.

No había ni una parte de sus cuerpos que se rozase y ya sentían que el corazón se les saldría
por la garganta.

-¿Cuándo me has hecho daño?

El menor trataba de tranquilizar su respiración antes de responder, jugando con sus dedos.

-Cuando, cuando te dije—

Sin poder terminar la frase, Jungkook abrazó al peligrís por el cuello escondiendo su rostro
sin poder controlar las lágrimas.

-…que te quería.

Taehyung acariciaba la espalda del menor, con todo el cariño que no se molestaba en
esconder.

El mayor empuñó sus ojos, temblando. Correspondió al abrazo.

-¿No me has querido? ¿Es eso lo que me quieres decir? ¿Todo ha sido una mentira?

Jungkook negó sin levantar la cabeza, escondida en el cuello de Taehyung.


-Todo ha sido una mentira. Hemos vivido en una actuación de luces y sombras. Fingiendo al
punto de que ya no sabíamos qué era verdad. Pero jamás, jamás en tu vida dudes de lo mucho
que te he querido. De lo que te quiero.

Conectaron sus miradas. Gran error. Porque que les partiese un rayo en aquel instante si
entre ellos no había amor.

Fue inevitable que ambos comenzasen a notar la calidez de las lágrimas rodando por sus
mejillas, intentando entre ellos limpiar el rostro del contrario.

-No llores -rogaron a la vez.

La necesidad de hablar sucumbía al pecaminoso silencio.

Buscando su voz, Jungkook siguió hablando:

-Como te he amado no voy a amar a nadie. Te he querido desde hace años. Pero no quiero
robarte la vida que mereces. La que merecemos los dos.

Taehyung bajó la mirada sin dejar de llorar.

-Hey -susurró Jungkook levantando su barbilla-, hemos hablado de esto muchas veces. La
vida tiene sus momentos, como una película. No llores, por favor…

-Llevo queriendo odiarte -su voz se rompió— desde que me llevaste a aquel lugar en el
campo. Porque te conozco. Me llevaste a un lugar donde pudimos pretender que nos
pertenecíamos el uno al otro, donde pude tenerte en mis brazos. Me dejaste disfrutar por un
instante de la vida que hubiésemos podido tener solo para soltarme y dejarme caer. Y no te
lo pensaba perdonar en la vida, Jungkook. Jamás. Quería tapar todo el amor que te tengo con
odio. Pero no puedo -sollozó— porque toda mi vida es tuya.
Atraiéndolo en un abrazo, los cuerpos de ambos se fundieron en pena. Como la lluvia que cae
después de que las bombas hayan arrasado con todo.

-¿Qué te hizo pensar, Jungkook, qué te hizo pensar que lo mejor para los dos era algo que nos
haría tanto daño?

El menor tan solo podía tragar sus palabras, sumido en aquel desastre que habían
construido.

-Y lo peor es que nunca voy a encontrar la forma de olvidarte.

La mano de Taehyung acunó el rostro del azabache.

-Olvídame como tu amante, como tu novio y como el marido que nunca fui -lo último lo
susurró cerca de su rostro, acariciando con sus dedos el anillo que se regalaron en uno de
sus aniversarios.

Las lágrimas se secaban.

-Y deja que sea el amor quien nos recuerde.

Unió sus labios. Un beso que les mataba lentamente, que abrió las puertas al paraíso y las
cerró antes de les consumiese.

El mundo estaba jodido. Y ellos lo observaban en brazos del otro con sus labios fundidos.

«-Jeon Jungkook.
-Kim Taehyung.

-Tal vez no ahora, pero en un futuro entenderás que esto es peligroso.

-¿Por qué, hyung?

-Te has enamorado muy joven -dijo entre risas.

-Hyung, dieciocho años no es joven para el amor.

Taehyung quedó callado, esperando a que el menor dijese algo más.

-El amor es eterno. Y tiene memoria.

-Tu mente me fascina, Kook. Eres muy cándido.

-¡Hablo en serio, hyung! Por ejemplo, yo sé que siempre te querré.

-Suena a frase típica de adolescente con dieciocho años -siguió riendo el mayor.

-¡Hyung!

-Es broma, Jungkook. Yo también te quiero.

-Yo lo haré siempre. No sé cómo explicarlo pero sé que incluso si nos separamos, nunca dejaré
de hacerlo. Siempre te guardaré ese cariño.
-¿Cómo estás tan seguro? Eres un romántico.

-Pero es la verdad.

Taehyung sonrió.

-¿Sabes qué, Jungkook?

Ambos se miraron.

-Esto es un secreto muy grande. Quiero pensar que aunque pasen los años nada nos romperá.
Es difícil. Y la homofobia no es el único problema. Pero me has enamorado. Y creo que si sigo a
tu lado conseguirás enseñarme eso de que el amor tiene memoria y, al final, me harás amarte
por el resto de mi vida. Que sea lo que el amor quiera».

Cuando rompieron el beso, notaron que con él acababa todo.

Taehyung se puso de pie. -Lo que el amor quiso, fue.

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looveever©,2O19
ーEPÍLOGO

El concierto había ido genial. La sincronización de los chicos, su control sobre el escenario,
la fluidez con la que se movían y el público que lo estaba dando todo.

Seúl tardaría en olvidar aquel concierto de BTS. El primero desde su comeback. La era Love
Yourself había seguido tras el lanzamiento de Tear. Un éxito de muchos otros que seguirían
viniendo.

En los cortos descansos los chicos se habían puesto muy feliz al ver a Yoongi con tanta
energía. Desde que había dejado de fumar parecía una persona distinta.

Habían pasado por momentos duros, muy duros. De los que nunca llegarían a verse en
programas de entretenimientos ni documentales. Habían sido tiempos malos en los que se
habían planteado hasta la última posibilidad.

Pero ahí seguían. Ninguno estaba dispuesto a dejar a nadie atrás. Sacando fuerzas de más
para todos, al final consiguieron salir adelante.

Lo de Tae y Jungkook es una historia aparte. Ya no estaban juntos. Era extraño. Porque
cuando estaban solos en la casa y los veían sonreírse mutuamente parecía que nada de lo del
último año hubiese ocurrido.

Lo dejaron estar. Era un capítulo nuevo en la vida de todos.

La última canción estaba terminando. Corrían de un sitio a otro por el escenario mirando a
todos los fans.
Finalmente, tras sus pequeños discursos que prometían un nuevo comienzo para todos, los
chicos se dieron la mano y se reverenciaron ante el estadio entero.

Y justo cuando recibieron la ovación del público y el estadio ensordeció por los aullidos de
las miles de personas que habían presenciado el concierto, cuando sería imposible oír nada
más que tus propios pensamientos, con los micrófonos apagados y las manos levantadas en
señal de agradecimiento. Tomada la de uno con el otro. Ahí, justo en ese instante, Jungkook
le gritó a Taehyung algo que no oyó pero sí pudo leer de sus labios:

Te amaré toda mi vida.

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looveever©, 2O19
Nota de la autora.

Conmemorando que Dilema ha llegado al medio millón de lecturas he decidido publicar la


nota de autora.

Antes de empezar, quiero volver a agradecer todo el apoyo que he recibido durante los dos
años que me ha llevado escribir esta historia (porque sí, soy un poco lenta). Todos los
comentarios, mensajes, recomendaciones del fanfic, votos y detalles que habéis tenido
conmigo me han empujado siempre a seguir dando lo mejor de mí.

Pero sobre todo, quiero agradecer a las personas que han estado literalmente a mi lado
mientras escribía, a mis amigos, mis confidentes, las personas a las que les puedo decir que
quiero coger una estrella con mis propias manos y se van a reír conmigo mientras me ayudan.
A mi squad, cuyos nombres voy a mantener en anonimato pero que retumban con fuerza
entre todos y cada uno de los párrafos de Dilema.

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Son muchas -muchas— las razones por las cuales comencé este proyecto. Me hice ARMY en
noviembre de 2017. Comencé a leer fanfics y leía muchísimos. Adoraba todas las nuevas
historias, pero siempre sentí que me faltaba una trama en concreto. Por aquel entonces y
hasta hace muy poco, estaba algo obsesionada con el taekook, creía fielmente en su relación
y bueno, no me arrepiento, me lo pasaba bien leyendo y viendo análisis y estando pendiente
de sus interacciones, pero cuando todo eso se convierte en algo obsesivo hay que parar. En
todo caso, no es el punto ahora.

Adoraba cualquier cosa relacionada con el taekook, pero no me convencía lo que la gente
decía de «ojalá confirmen su relación». Empecé a informarme de Dispatch, a observar y tener
en cuenta las opiniones de la gente sobre el tema. No, el mensaje no estaba claro. Y en cuanto
supe que tenía algo que decir, empecé este proyecto.
Yo quería concienciar. Concienciar de lo dura que es la realidad, de los privilegios que
creemos tener por ser fans, de situaciones que no analizábamos porque la línea entre lo
correcto y lo divertido se difumina. La homosexualidad era un tema que en aquel entonces
estaba presente en mi vida diaria. He vivido mucho tiempo reprimiéndome a mí misma, y en
aquella época mi propia coraza comenzó a resquebrajarse.

Así que entre la impotencia que me causaba que mucha gente no viese el peligro que la
opinión pública causaba en los idols y que dudaba de todo lo que me había costado
convencerme desde hacía años, nació El dilema de ser gay.

Siempre supe que no iba a ser una historia feliz. Independientemente de que no me gusten
ese tipo de historias, no era mi objetivo mostrar una realidad idílica, romantizada y por tanto,
falsa. Construí un Jungkook que tenía sentimientos de culpabilidad por ser homosexual, un
Taehyung que sufría por ver desconfianza y algo roto en su pareja y su relación y un entorno
amoroso lleno de apoyo por parte de Jimin, Yoongi, Jin, Hobi y Nam. La fórmula perfecta para
el desasosiego.

Tenía claro que quería acercarme lo máximo posible a la realidad, para que los lectores
pudiesen ponerse en la piel de los personajes con facilidad. Cuando le tienes cariño a tu ídolo
y ves que sufre por algo que queremos normalizar te hace plantearte muchas cosas. Por
supuesto que sería genial que los idols pudiesen tener una vida normal, tener pareja (da igual
el sexo, género, identidad) sin miedo a que las fans se vuelvan locas. Pero por desgracia no
es así. Ello no quiere decir que dejemos de luchar hasta que, algún día, lo consigamos.

Y entre una cosa y otra comencé el primer puente de la historia, con una situación
desconcertante en la que Jungkook estaba mal anímicamente pero estaba rodeado de amor.
Luego el puente de Japón donde los medios desatan la locura, un tercer puente de búsqueda
de consuelo y finalmente, el inevitable desenlace. Porque sí, era inevitable. Ahora ahondaré
en ello respondiendo a vuestras preguntas.

Antes de pasar a responder vuestras dudas y todas las cuestiones que me habéis dejado,
quiero aclarar que mi objetivo con esta historia no era crear ilusión ni dar esperanzas. Siento
si entrásteis aquí buscando eso. Pero lo que quise resaltar durante toda la trama es la
realidad. A secas. Con todos sus altibajos. Sin tapar la amargura con rosa, sin escenas
innecesarias de sexo, sin un final que no representase todo por lo que he luchado en esta
historia. La vida duele. La realidad tiene sus buenos y sus malos momentos. Ser fans a veces
nos sube a una nube donde todo es bello y queremos a nuestros idols y con ese amor pueden
caer murallas. Y no es así.

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Aclarando dudas.

Aviso que, quizá, nos os doy la respuesta que esperábais, pero como acabo de decir, es la
realidad.

1. ¿Cuál era el dilema?

La historia se llama El dilema de ser gay ( que no de Serguéi). ¿Cuál es el dilema? Ser gay.
Jungkook es gay, Taehyung es gay. Y aunque no haya un protagonista definido, la verdad es
que el punto de vista mayormente es el de Jungkook. Bien. Voy a cambiar la palabra dilema
por problema moral. El problema moral de ser gay. Jungkook tiene un debate interno consigo
mismo porque se siente culpable por ser gay pero a la vez la persona a la que ama es un
hombre. El querría no ser gay y que la vida fuese más fácil, pero al querer esto entonces,
¿querría no querer a Tae? El dilema es que no le dejan amar a quien le de la gana porque le
gustan los hombres y vive en una sociedad homófoba siendo hombre.

Hubo gente que preguntó dónde aparecía el título en la historia. A ver, que el título no tiene
por qué aparecer en la historia. Si os dáis cuenta, la sinopsis aparece pero con otras palabras,
no calcadas a la original que publiqué cuando empecé la historia. Os voy a contar una
anécdota. Empecé a leer hace un par de años un fic yoonmin en wattpad, no voy a decir cuál
era pero pongamos que el título es Mi pequeña flor. Bueno, pues la autora decidió que el
título sería la frase final de la historia, pero la pequeña flor era Jimin. Y la autora cerró la
historia con Yoongi diciendo algo así como «te hubiera querido igual si yo fuese mi pequeña
flor». Y perdonad que os diga pero a mí eso no me gustó porque no tenía ningún sentido. Que
siento que estamos muy malacostumbrados a que todos los fics sigan el mismo esquema.

Además, el título sí aparece en dilema. Capítulo 10. Jungkook y Taehyung están hablando.
«-(…) Solo que a veces tengo un dilema por ser gay. Es como si yo tuviese culpa de ello. Creo
que todos los que son como nosotros se sienten así.

—No creo que ese sea el verdadero dilema, Kookie.

(…)».

Recuerdo que hubo confusión en este párrafo por las palabras de Tae. Jungkook se refería a
lo que os acabo de explicar. Tae se veía venir que iban a terminar, Tae siempre tuvo esa idea
rondando por su cabeza así que lo que él quiso decir en ese capítulo es que el dilema según
lo veía él es qué iban a hacer una vez cortaran, porque iban a seguir estando en el mismo
grupo.

2. Yoongi

Dios, Yoongi ha dado mucho juego como personaje en esta historia. Aunque al principio
parecía no tener mucho que ver con la trama pero al final…

¿Por qué Yoongi fumaba? Bueno, si conocéis a alguien que fume, preguntadle por qué lo hace
u observadle en qué situaciones decide fumar. Yoongi fumaba para tranquilizarse. Tenía ese
vicio pero apartado desde hacía años. Desde que Jungkook empezó a encontrarse mal y los
chicos empezaban a sospechar, él retomó ese vicio, coincidiendo con el auge de la trama y el
punto culmen de tensión cuando la revista publica la noticia. ¿Coincidencia? No. Jimin era el
que más se preocupaba por verle fumar y es quien le pregunta por qué lo hace, a lo que él
responde «(…) para sentirme menos culpable (…)». Yoongi mantuvo su orientación sexual
en secreto y le causaba ansiedad ver la situación de Taehyung y Jungkook.

Además, otro detalle es que Yoongi deja de fumar justo cuando los chicos se enteran de su
orientación sexual y Taehyung y Jungkook rompen. Otra vez, ¿coincidencia? No.
¿Cuál es su orientación sexual? Pues para quizá sorpresa de algunos, no es gay. Es bisexual.

Ahora viene el bombazo. Porque sí, hay un bombazo con Yoongi. Es terriblemente irónico,
porque me he pasado diecinueve capítulos negándolo. Y con razón, eh, pero había un matiz.
¿Nunca os habéis parado a preguntar cómo es que Jimin sabía la orientación sexual de
Yoongi? Cuando en ningún momento de la trama se menciona. ¿Jimin es adivino? No, lo que
pasa es que muchas veces hay párrafos y escenas que pasan desapercibidos.

Capítulo 12.

«(…)

Jimin se sentía torpe, ingenuo incluso. ¿Ignorante?

(…)

Hacía una hora desde que había estado con Yoongi charlando en la terraza de su habitación
y diecisiete minutos desde que se había metido la tercera cerveza en el cuerpo.

La conversación con su hyung se volvió extraña.

(…)»

En el capítulo 10 Jimin y Yoongi tienen la charla en la que el mayor le explica por qué fuma.
Pero además en esa charla le confesó más cosas a Jimin que yo no narré pero sí tuve en
cuenta. Quería que la historia fuese lo más realista posible y uno de los factores para
conseguirlo es que hubiese variedad. Que no todos fuesen gays, por ejemplo. Yoongi, en sus
primeros años en el grupo, estuvo enamorado de Jimin. Y aquel día en la terraza del hotel se
lo confesó, y además admitió que nunca antes se lo había dicho porque sabía que no era
correspondido, y que ya no estaba enamorado de él simplemente le tenía mucho cariño como
a los demás. Jimin es hetero.
Así que no, no hay ni hubo yoonmin. Pero había un secreto oculto.

3. El final abierto

Sé que los finales abiertos no son el delirio de muchos, porque generan muchos «¿y si…?».
Pero bueno, aquí estoy yo para responder.

¿Por que Jungkook deja a Taehyung? Pues porque no pueden tener la vida que ellos querría.
Tienen que estar todo el rato ocultándose, viviendo con miedo de que los descubran. Y en la
trama ya no se vuelve a mencionar la revista, pero imaginad la repercusión que tendría.
BigHit negó todo y acusó a la revista de difamación, pero imaginad el movimiento fan que
hubo, la de amenazas por Twitter, la de mensajes de gente opinando sobre una relación que
ni les va ni les viene, la repercusión en la industria musical. Jungkook apagó el teléfono y no
lo encendió hasta el tercer día con razón. Para vivir un amor pobre donde tienen que estar
actuando siempre y controlándose prefieren dejar de hacerse daño que es lo que se estaban
haciendo.

¿Volverán? Final abierto. Lo hice por este mismo motivo. Lo dejo a vuestra elección, para que
penséis lo que queráis. Yo aquí no quise influir. Dilema es un fanfic, pero también un ejercicio
de introspección para mí y para quien quiera hacerlo.

¿Se siguen amando incluso después de cortar? Hay un par de frases que creo que dejan claro
este punto.

«Toda mi vida es tuya» y «Te amaré toda mi vida».

Son el primer amor y primera relación seria el uno del otro. No pueden olvidarse de la noche
a la mañana. Son adultos, que empezaron una relación cuando Jungkook tenía diecisiete y
Taehyung diecinueve (en el fanfic). Y en la historia, cuando cortan (que repito que cortaron
porque se querían tanto que querían dejar de hacerse daño) tienen Jungkook veinte y
Taehyung veintidos.
4. Este punto ya no tiene demasiado sentido puesto que eliminé las escenas +18 del fic,
pero dejo las reflexiones que hice al respecto: ¿Por qué fue tan importante lo del condón?

Madre mía, qué de teorías leí sobre esto. No, ninguno iba a quedarse embarazado ni se iban
a trasmitir ninguna enfermedad sexual. Era algo simbólico. Se les olvidó usar condón y
ninguno se preocupó por ello porque llevaban mucho tiempo sin intimar, acababan de
ducharse y limpiado a conciencia. A ver, condón es siempre recomendable, por infecciones
y mil cosas más que no me voy a poner a explicar ahora. Además, pensad en el sexo gay, que
es el caso ahora mismo. ¿Por qué canal se produce la penetración? Pues eso. Usad condón
siempre.

Siguiendo con este tema: el sexo. Que solo hubo dos escenas de sexo. Otra cosa de la que me
quería pronunciar escribiendo este fanfic. Yo un libro quiero leerlo por la trama, no porque
estén follando 30 capítulos de 40 que tiene la historia. Si a vosotrs como lectors os gusta,
adelante. Pero no es mi estilo si la trama no está íntimamente relacionada con un tema
sexual.

Y otra cosa, hubo dos escenas de sexo. Dos. No solo una. Además de un par de veces o tres
que se liaron un rato (making out en inglés). Sexo no es solo si hay penetración. La escena en
la cama por la mañana los dos en la casa de campo del capítulo 17 es una escena de sexo.

5. Material que te haya servido de inspiración

Canciones, sobre todo muchas canciones. Voy a poner unas cuantas: Only Then de Roy Kim,
Love will remember de Selena Gómez, Secret love song de Little Mix, El 7 de septiembre de
Mecano, Let me down slowly de Alec Benjamin y Amnesia de 5SOS.

6. ¿Y ahora?

Siento decir que no va a haber un segundo libro ni capítulos extra. Dilema es esto. Solo y todo
esto.
¿Qué tengo planeado hacer ahora? Bueno, me gustaría publicar de una vez la nota de autora
de Las cuerdas del trapecista, aunque no sé si llegaré a hacerlo. De momento voy a estar
traduciendo un fanfic polyamoroso ot7 de BTS de AO3. La previa ya está publicada en mi
perfil y podéis agregarlo a vuestra biblioteca para que os avise de cuando publique el primer
capítulo.

Y después de eso, nada más. No tengo intención de seguir escribiendo fanfics. Quizá algún
día traiga un one-shot, pero no lo veo como algo cercano.

La verdad es que llevo bastante tiempo pensando en esto. A pesar de que me lo he pasado
maravillosamente escribiendo este fanfic, no me siento cómoda usando la imagen de los
chicos con el fin de inventarme una historia. Los fanfics crean muchos estereotipos y nos dan
mucha facilidad para perdernos en la idea de que alguno de ellos tenga una sexualidad u otra,
actúen de una forma u otra y etcétera.

La verdad es que tenía planeados dos fanfics más taekook, uno de género fantástico y otro
de género histórico. Pero he decidido que esas tramas las voy a convertir en historias
originales: desde hace años quiero publicar un libro. Y no está en mi mente publicar un fanfic.
Quiero publicar algo mío y original. Ahora mismo estoy escribiendo un libro, con personajes
inventados. Sacado de mi cabeza.

No lo voy a publicar en esta cuenta. Publicaré en una cuenta diferente de Wattpad donde soy
yo, mi yo real, y que quiero mantener en anónimo. Si alguna vez vuestra estadía en Wattpad
se cruza con la mía, quizá lleguéis hasta alguna de mis historias originales. Mientras,
disfrutaré de mis pequeños ratitos como looveever.

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Creo que eso ha sido todo, siento si he dejado alguna duda sin responder, me he ido a las que
más se repetían o que me han parecido más llamativas.
Gracias por haber llegado al final de esta nota de autora.

Con todo mi cariño, Luna Love.

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